lunes, 4 de marzo de 2013

JUAN 9, 1-41-ANÁLISIS EXEGÉTICO Y TEOLÓGICO



DOMINGO 10 DE MARZO

JUAN 9, 1-41

VERSÍCULOS 1-5: VIO A UN HOMBRE CIEGO DE NACIMIENTO

 1 Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?". 3 "Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. 4 Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo".


“Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?". (v. 2).  Nos hace sentir menos vulnerables si podemos comprender la causa de (y así evitar) desgracia.  Nos aterroriza pensar que una desgracia pueda atacar a quien sea sin avisar, pues es natural que los discípulos pregunten sobre la causa de su ceguera.

La pregunta de los discípulos presume que el sufrimiento es causado por el pecado.  Podría ser el pecado de los padres.  Éxodo 20:5 dice, “Yo soy Yahaveh tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, a los que me aborrecen” – un pensamiento que se repite en Éxodo 34:7; Num. 14:18; y Deut. 5:9.

O podría ser el pecado del hombre ciego.  Si así es, sus pecados tendrían que haber tomado lugar en el seno de su madre, porque fue ciego de nacimiento.  En el pensamiento judío de la época, ésa era una posibilidad, en parte por las reflexiones de la lucha entre Jacobo y Esau en el seno.

El hombre ciego y sus padres están acostumbrados a oír que la ceguera es resultado de pecado.  Lo más probable es que piensen que la ceguera de su hijo es de alguna manera su culpa.  Hasta que pueden tener sus propias teorías sobre que pecado o pecados en particular la causaron.  Cada vez que oyen a alguien conectar el pecado con el sufrimiento, sufren un poco más.

"Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. (v. 3).  Jesús niega que la ceguera del hombre sea causada por pecado.  En vez, su situación le provee a Jesús la oportunidad de curarle, así revelando las obras de Dios.  Es bueno recordar que las obras de Dios se pueden revelar a través de adversidad.  También es bueno recordar que nuestra fe en momentos de adversidad puede ser un testigo convincente.

Sin embargo, no debemos olvidar que hay una conexión entre pecado y sufrimiento.  Eso no era verdad en el caso de este hombre ciego, pero a menudo sí lo es.  No todo sufrimiento es causado por pecado, pero todo pecado causa sufrimiento.  Jesús nos demuestra que el pecado y el sufrimiento no siempre están relacionados, pero no que nunca estén relacionados.  No servimos bien a la verdad si usamos este texto para enseñarle a la gente que el pecado y el sufrimiento nunca están relacionados.  Cuando yo peco, les hago daño a aquéllos que están más cerca de mí y a mí mismo también.  Los hijos pagan un precio por los pecados de sus padres.  Bebés que nacen adictos al crack son un ejemplo obvio, pero el mensaje es el mismo en circunstancias menos extremas también.

Jesús dice que el pecado no es la causa de la enfermedad del hombre ciego.  Los discípulos pensaban que sí, pero estaban equivocados.  Debemos tener cuidado de no juzgar – “los pecados de otras personas.”  Es fácil juzgar negativamente cuando no conocemos todos los hechos.

Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar". (v. 4).  El plural “nosotros” incluye los discípulos, y se extiende a toda la iglesia hoy.  Debemos sentir ese sentido de urgencia, porque la hora se acerca en la que no podremos trabajar.  Esto es verdad en un sentido escatológico –  la Segunda Venida – pero también es verdad en otro sentido también.  Un vecino murió repentina e inesperadamente.  Yo había hablado con él frecuentemente, pero nunca le había testificado de mi fe.  Ahora la oportunidad se ha ido y no volverá.  Algún día, yo también moriré.  Cualquier bien que yo pueda hacer, lo debo hacer mientras dure el día – mientras esté vivo y pueda.

Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo(v. 5).  La luz y la oscuridad son símbolos del bien y del mal en este Evangelio.  El Prólogo a este Evangelio anunció la Palabra, que trae luz a toda la gente.  En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron. (1:4-5).

Mientras estoy en el mundo(v. 5) es una pista de lo que viene – la Pasión de Jesús.  Morirá pronto y la oscuridad descenderá sobre los discípulos.  Gracias a la resurrección y el regalo del Espíritu Santo, esa oscuridad será temporal – pero terrible de todos modos.

“soy la luz (griego: eimi) del mundo” (v. 5).  Hay varias declaraciones de “soy” (ego eimi) en este Evangelio – recordándonos de la respuesta de Dios en Éxodo 3:14, “Yo soy el que soy.”  En este versículo, encontramos eimi en vez de ego eimi, pero el sentido es el mismo.  Antes, Jesús usó ego eimi para anunciar que él era la luz del mundo (8:12).

Como la luz del mundo, Jesús ha venido a enseñar a la gente sobre Dios.  Este hombre ciego presenta una oportunidad para que Jesús demuestre su misión de dar la luz.  Traerá luz física a un hombre ciego, igual que traerá luz espiritual al mundo.  Curar a un inválido o a un leproso no serviría el mismo propósito para ilustrar esto aquí.


VERSÍCULOS 6-7: Y FUE, SE LAVO, Y VOLVIÓ VIENDO

 6 Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, 7 diciéndole: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé", que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía.

Anote que el hombre todavía no ha expresado fe o pedido ser curado.  Su papel es pasivo hasta que se lava en la Piscina de Siloé.

La gente de aquel entonces creía en el uso medicinal del escupitajo.  Aquí, en las manos de Jesús, este remedio familiar se convierte en un vehículo para sanar físicamente y para revelación espiritual.

Más temprano, el Rey Ezequías había cortado un largo túnel por la roca del Valle Cedrón hasta Jerusalén para proteger la fuente de agua de la ciudad en caso de una invasión (2 Crónicas 32:2-8, 30; Isa. 22:9-11; 2 Reyes 20:20).  La Piscina de Siloé es una reserva dentro de la ciudad al final del túnel.

El autor anota que Siloé significa “Enviado” (apestalmenos – de la misma raíz que la palabra apóstol).  En este Evangelio, Jesús es el mandado.  El dice:

Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: ¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió.” (7:28-29).
“¿cómo dicen: "Tú blasfemas", a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: "Yo soy Hijo de Dios?” (10:36).
 “Y el que me ve, ve al que me envió.” (12:45).

Jesús Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, (v. 6).  El uso del barro recuerda a la historia de la creación, donde Dios trajo vida del polvo de la tierra (Gen 2:7).  El que Jesús cure al hombre ciego es creativo, y no solo restaurativo.  El hombre, ciego de nacimiento, nunca disfrutó de una vista que podía ser restaurada.  En vez, Jesús crea vista ex nihilo – de la nada – igual que Dios creó el mundo ex nihilo.

"Ve a lavarte a la piscina de Siloé", (v. 7).  Las instrucciones de Jesús para que se lave en la piscina recuerdan a la historia de Naaman y Elisha (2 Reyes 5:9-14).  En ambos instantes, el lavarse es requerido, el que cura no acompaña al enfermo al agua, y el curar toma lugar solo después de que la persona obedezca.

El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. (v. 7).  El hombre está curado.  No solo están curados sus ojos, pero un segundo milagro toma lugar también.  Al cerebro de una persona ciega de nacimiento le falta la habilidad de procesar información visual correctamente.  La respuesta inicial al ser restaurada la vista suele ser confusión.  Puede llevar mucho tiempo para que una persona así funcione normalmente.  Un neurólogo dice, “Uno debe morir como una persona ciega para nacer de nuevo como una persona que puede ver” (Sacks, 70).  Cuando Jesús cura los ojos de este hombre, también le da la habilidad mental para comprender lo que está viendo (Hoezee, 521).

La temprana iglesia asociaba este curar con el bautismo.  Aparece en el arte de las catacumbas como un ejemplo de bautismo (en la catacumbas de San Calixto, en Roma, por supuesto, allí lo pude apreciar).  Untar y escupir fueron adoptados como parte de la ceremonia del bautizo.  “Podemos sospechar que el evangelista está jugando con la idea que el hombre nació en pecado (2:34) – pecado que se puede quitar solo al lavarse en las aguas del arroyo que fluye de Jesús mismo (Brown, 381).


VERSÍCULOS 8-12: YO SOY

 8 Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: "¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?". 9 Unos opinaban: "Es el mismo". "No, respondían otros, es uno que se le parece". Él decía: "Soy realmente yo". 10 Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?". 11 Él respondió: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: "Ve a lavarte a Siloé". Yo fui, me lavé y vi". 12 Ellos le preguntaron: "¿Dónde está?". Él respondió: "No lo sé".


¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?” (v. 8).  Los vecinos del hombre reconocen pero no reconocen al hombre.  Algunos creen que es el hombre ciego, y otros piensan que solo se parece al hombre ciego.  Es fácil comprender su confusión.  No hay cura para ceguera de nacimiento, por lo tanto, éste no puede ser el hombre ciego.  Además, el hombre ciego ha estado ahí por muchos años.  Estaban acostumbrados a verle mendigando al lado de la carretera – mitad -viéndole – como nosotros a menudo vemos a la mitad a las personas en el margen que están a nuestro alrededor.

Es uno que se le parece (v. 9).  El hombre parece diferente ahora que puede ver.  Nuestros ojos son ventanas al alma.  No solo vemos a otros con nuestros ojos, pero ellos también nos ven a través de nuestros ojos.  Los ojos de este hombre estaban pálidos y sin vida.  Su postura y comportamiento eran ésos de un mendigo pidiendo piedad.  Ahora sus ojos están abiertos y llenos de luz.  Está emocionado y asombrado.  Ya no está agachado al lado de la carretera o moviéndose con cuidado entre la muchedumbre, ya no es el hombre que habían conocido.  No es una sorpresa que no le reconocen.

Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: "Ve a lavarte a Siloé". Yo fui, me lavé y vi (v. 11).  La confusión de la muchedumbre le da al hombre la oportunidad de servir como testigo de Jesús.  Sus vecinos preguntan quién es él y qué ha pasado – y él se lo dice.  Ésta es la primera de cuatro interrogaciones, las otras tres son iniciadas por los fariseos (vv. 15-17; 18-23; 24-34).


VERSÍCULOS 13-17: ERA SÁBADO

 13 El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. 14 Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 15 Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. Él les respondió: "Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo". 16 Algunos fariseos decían: "Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?". Y se produjo una división entre ellos. 17 Entonces dijeron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?". El hombre respondió: "Es un profeta".

Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver.(v. 15).  Ésta es la segunda interrogación – la primera por los fariseos.  Primero, le preguntan al hombre lo que pasó.  Cuando él se lo dice a ellos, vuelven su atención al sabatino.  Desde su perspectiva, la condición del hombre era crónica en vez de aguda.  No hubiera habido una consecuencia de vida o muerte al demorar curarle hasta el final del día sabatino.  Porque es día sabatino, ni Jesús ni el hombre ciego pueden viajar, entonces todavía estarán juntos cuando el sabatino termine.  Por lo tanto, los fariseos creen que Jesús ha violado la ley al hacer trabajo innecesario durante un día sabatino.  Amasar (hacer barro con saliva) era una de las actividades prohibidas en la Pascua (O’Day, 653).  También lo era curar.  También lo era poner barro sobre los ojos (Barclay, 52).

“¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?". (v. 16).  Éste es un ejemplo de ironía de Johannina.  El curar al hombre ciego es una señal que lleva a Cristo.  El hombre ciego comprende esto, pero los fariseos se niegan a verlo – el ciego ve, pero los fariseos permanecen ciegos a la verdad.

Sin embargo, debemos comprender que los fariseos tienen un punto.  El hecho de que Jesús ha curado a un hombre no es prueba absoluta de que el curar viene de Dios.  Magos egipcios se demostraron capaces de reproducir muchas de las señales de Moisés (Éxodo 7-8).  Jesús mismo avisa, “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los escogidos”  (Mateo 24:24).

¿Cómo podemos saber si una señal lleva a un verdadero o a un falso profeta?  En el caso del hombre ciego, los fariseos hacen una simple prueba.  Si el curar va contra la ley de Dios, no debe ser de Dios.  Esta regla de sentido común, sin embargo, les lleva a una conclusión falsa, porque se basan en interpretación rabínica de la ley en vez de la ley misma para determinar lo que es y no es permisible.  En otras palabras, Jesús desobedeció, no la ley de Dios, sino la interpretación humana de esa ley.  Otro problema es el orgullo farisaico.  Pensando que ellos ya tienen la luz, resisten la luz de Jesús.

Los fariseos, sin embargo, están divididos en este asunto.  Algunos dicen, ¿”Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?".  (v. 16).  Ellos siguen interrogando al hombre que fue ciego, pidiéndole su opinión, algo que nunca hubieran hecho bajo circunstancias más normales.  En versículo 11, el hombre identificó a quien le curó como Jesús.  Ahora que su conocimiento de Jesús se está abriendo, responde, “es un profeta.”  En versículo 38 tomará el paso final y se dirigirá a Jesús como Señor.


VERSÍCULOS 18-23: LOS JUDÍOS NO QUERIAN CREER

 18 Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres 19 y les preguntaron: "¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?". 20 Sus padres respondieron: "Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, 21 pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta". 22 Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. 23 Por esta razón dijeron: "Tiene bastante edad, pregúntenle a él".

"¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?".(v. 19).  Ésta es la segunda de tres interrogaciones por los fariseos.  Habiendo interrogado al hombre, los fariseos ahora interrogan a sus padres.  El Cuarto Evangelista identifica a los interrogadores como “judíos,” queriendo decir “autoridades judías.”  Los padres también son judíos – por eso están preocupados de ser expulsados de la sinagoga.  La expulsión de la sinagoga significaría ser también expulsado de la comunidad y separado de Dios.  Esdras 10:8 sugiere que también puede resultar en la pérdida de sus posesiones.

Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta(v. 21).  En su temor, sus padres responden con cuidado – cobardemente.  Confirman que es su hijo y que había nacido ciego, pero no saben quien le ha abierto los ojos.  Ellos les dicen a las autoridades que, si quieren respuestas, deben preguntarle a su hijo sobre lo que pasó.

¡Esto es asombroso!  Los padres seguramente sentirían una gran tristeza por su hijo mientras crecía ciego.  Es probable que se sintieran culpables, dando por hecho que, de alguna manera, ellos eran responsables por su enfermedad.  Tuvieron que cuidarle más – para protegerle.  Verle al lado de la carretera les habría causado gran agonía.  Ahora, de repente, su hijo puede ver, pero los padres no pueden disfrutar del milagro.  Se encuentran en una controversia entre las autoridades judías y el hombre que restauró la vista de su hijo.  Confrontados con la posibilidad de ser expulsados de la sinagoga, abandonan a su hijo, diciendo, Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta (v. 21).  Cuando se encuentran entre la espada y la pared, ¡quiebran!


VERSÍCULOS 24-25: UNA COSA SÉ

 24 Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador". 25 "Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo".

Ésta es la cuarta y última interrogación – la tercera por los fariseos. “La frase, ¡glorifica a Dios! es un término técnico que pide honestidad, especialmente en lo que concierna la confesión del pecado” (Howard, 617).  Las autoridades le piden al hombre que confirme su averiguación que Jesús es un pecador.

Los fariseos dicen, “Sabemos” – la misma frase usada por Nicodemo (3:2).  La palabra “saber” ocurre once veces en esta perícopa.  Es significante, porque ésta es una historia de ver y saber.  Los fariseos presumen saber que Jesús es un pecador, pero verdaderamente no saben lo que es o de dónde viene (v. 29).


VERSÍCULOS 26-34: YA OS LO HE DICHO

26 Ellos le preguntaron: "¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?". 27 Él les respondió: "Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?". 28 Ellos lo injuriaron y le dijeron: "¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! 29 Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de dónde es este". 30 El hombre les respondió: "Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos. 31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad. 32 Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. 33 Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada". 34 Ellos le respondieron: "Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo echaron.

Él les respondió: "Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos? (v. 27).  Este hombre se burla de los que le interrogan, exhibiendo gran valor.  ¡Es el único en la familia que demuestra valor!  Otra vez, esto es asombroso.  Ha vivido toda su vida en la oscuridad, y de repente se encuentra bajo la luz del interrogador.  La mayoría de la gente no sabría qué hacer, pero este hombre se iguala al trabajo.  Dice, “No sé si es pecador.  Una cosa sí sé, que antes era ciego, y ahora puedo ver.”  Se niega a dejarse llevar por opiniones sobre lo que él no sabe, y declara con convicción lo que sí sabe.  El poder de su testimonio se refleja en la enojada respuesta de las autoridades.  Conocidos por su sabiduría, ahora se encuentran perdiendo un debate con un mendigo sin educación.  Capaces de discutir detalladamente los puntos de la ley, se encuentran retados por este testimonio personal.  Una lección para nosotros – el testimonio de Cristo más poderoso es nuestro testimonio de lo que él ha hecho por nosotros.

Ellos lo injuriaron y le dijeron: "¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de dónde es este". (v. 28-29).  Este versículo describe el conflicto que existía entre los fariseos y la iglesia en el tiempo que se escribió este Evangelio.  Mientras los fariseos se consideran discípulos de Moisés, los lectores de este Evangelio “saben qué respuesta el Evangelista provee en tal caso.  Es así: Si los judíos comprendieran bien lo que Moisés escribió, entenderían que escribió de Jesús (5:39-40).  El último día, Moisés mismo será quien les acusa (5:45-46)” (Carson, 374).

“¡Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos! (v. 30).  Este pasaje está lleno de deliciosa ironía:

- El hombre ciego ve, pero aquéllos que tienen ojos prefirieron cerrarlos a la verdad.

- Las autoridades le piden al hombre que dé gloria a Dios, denunciando a Jesús como pecador, pero el hombre da gloria a Dios testificando a Cristo.

- Las autoridades continúan preguntando, tratando de encontrar un agujero en el testimonio del hombre.  El responde preguntando si quieren hacerse discípulos de Jesús.

- Las autoridades dicen que la autoridad de Moisés viene de Dios, pero no saben de dónde viene Jesús – implicando que no debe venir de Dios.  El hombre responde señalando la verdad obvia, “¡Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada!” (v. 33).

- Las autoridades implican que uno no puede seguir a ambos Moisés y Jesús, sino que debe escoger uno u otro.  El mensaje del Cuarto Evangelio es que uno puede ser fiel a Moisés solo a través de ser fiel a Jesús.

- Las autoridades repetidamente usan la frase, “sabemos,” pero repetidamente demuestran su ignorancia (y su ceguera).

- Las autoridades acusan al hombre de intentar enseñarles.  El lector se da cuenta de que él es capaz de hacerlo, pero se niegan a aprender (o a ver).

“Se hace aparente que el saber entre los que tienen vista es una cosa rara y peligrosa... Aquéllos que ven más que otros son un riesgo para ellos que piensan que ven todo lo que hay que ver... Lo más establecida, segura, y cómoda que se hace la comunidad religiosa, lo más que se niega a aceptar el riesgo de los visionarios...” (Gomes).

Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad. (v. 31).  Debemos recordar el contexto aquí.  Esto es un reto del hombre que había sido ciego a sus interrogadores – no una verdad universal.  En otras partes, la escritura nos asegura que Dios oye y perdona a pecadores que confiesan sus pecados (1 Juan 1:9).

Ellos le respondieron: "Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo echaron. (v. 34).  ¿Le ex-comulgaron de la sinagoga o simplemente le dijeron que se fuera?  Si es que leex-comunión, ¿fue una ex-comunión temporal o permanente?  V. 22 sugiere que le ex-comuniçon, pero sabios están divididos en este punto.  La mayoría lo trata como excomunión, pero Brown, un sabio eminente en este Evangelio, dice que fue “simplemente una expulsión de su presencia” (Brown, 375).  Cualquier excomunión sería una dolorosa reprensión, y una excomunión  permanente sería catastrófica religiosa, social, y económicamente.


VERSÍCULOS 35-38: PARA QUE PUEDA CREER EN ÉL

 35 Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: "¿Crees en el Hijo del hombre?". 36 Él respondió: "¿Quién es, Señor, para que crea en él?". 37 Jesús le dijo: "Tú lo has visto: es el que te está hablando". 38 Entonces él exclamó: "Creo, Señor", y se postró ante él.

Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: "¿Crees en el Hijo del hombre? (v. 35).  En la hora de necesidad del hombre, Jesús viene a él.  San Juan Crisóstomo dice, “Los judíos le expulsaron del Templo; el Señor del Templo le encontró” (Barclay, 57).

“No hay duda que muchos de los primeros lectores del Evangelio de Juan encontraron gran esperanza en la reaparición de Jesús.  Muchos de ellos también habían sido expulsados de la sinagoga” (Brueggemann, 217).

¿Crees en el Hijo del hombre?(v. 35).  Jesús no hace esta pregunta antes de curar al hombre, como los evangelistas modernos de la televisión.  Primero le curó, y ahora le pregunta si el hombre cree – significando, “¿Confías en mi?”  En este contexto, el uso de la frase, Hijo del Hombre, se refiere a “la encarnada revelación de Dios que dio su vida por el mundo (cf. Juan 3:13-14; 6:53; 6:27; 12:23; 13:31...)” (Borchet, 323).

"¿Quién es, Señor, para que crea en él?". (v. 36).  Mientras que los fariseos están predispuestos a no creer en Jesús, este hombre está predispuesto a creer.  El ha experimentado personalmente el poder y la compasión de Jesús.  Ahora, Jesús solo tiene que llenar los espacios para que el hombre sepa qué (quién) creer.  Cuando Jesús se identifica como el Hijo del Hombre, el hombre confiesa sus creencias y le venera – el último pasó para abrir sus ojos espirituales.

"Creo, Señor", y se postró (adorar) ante él. (griego: prosekunesen)” (v. 38).  Prosekunesen puede significar “demostró gran reverencia/respeto” o “veneró.”  Sabios se dividen sobre su significado aquí, pero el contexto parece estar a favor de “veneró.”


VERSÍCULOS 39-41: ACASO TAMBIEN NOSOTROS SOMOS CIEGOS?
 . 39 Después Jesús agregó: "He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven". 40 Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: "¿Acaso también nosotros somos ciegos?". 41 Jesús les respondió: "Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: "Vemos", su pecado permanece".

Jesús no fuerza a creer o no creer ni con el ciego ni con las autoridades.  Actúa de una manera que revela la gloria de Dios, y les permite escoger.  El ciego responde creyendo, y las autoridades responden sin creer.  Nos recuerda a las palabras de Jesús a Nicodemo:

  16 Porque Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.17 Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.18 El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. (3:16:19)

Jesús no les roba a los fariseos de su vista, pero se ciegan, negándose a ver.  En su orgullo, asumen que pueden ver claramente, y rechazan cualquier cosa que no concuerde con sus creencias.  Jesús no les condena, pero ya están condenados, porque no han creído en el Hijo de Dios.

Este “comienzo de juzgamiento...corre a lo largo del Evangelio.  Esta señal ha demostrado una prueba que muestra la presencia de fe y la incredulidad de ellos que vieron el resultado de la cura” (Howard, 619).

Las autoridades judías, identificadas otra vez como fariseos, protestan, “No somos ciegos, ¿verdad?”  Ellos eran ciegos, claro, porque se negaron a ver.  Jesús les dice que estarían mejor siendo ciegos, porque entonces no serían responsables por su pecado.  Pero ahora que dicen, ‘Vemos,’ su pecado permanece.  Ellos presentaron al hombre ciego como un pecador, usando como prueba su aflicción.  Ahora Jesús les presenta a ellos como pecadores, la prueba siendo que se niegan a ver a Jesús, la luz del mundo.