DOMINGO
10 DE MARZO
JUAN
9, 1-41
VERSÍCULOS
1-5: VIO A UN HOMBRE
CIEGO DE NACIMIENTO
1 Al pasar,
vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Sus discípulos le preguntaron:
"Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido
ciego?". 3 "Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació
así para que se manifiesten en él las obras de Dios. 4 Debemos trabajar en las
obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie
puede trabajar. 5 Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo".
“Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya
nacido ciego?".
(v. 2). Nos hace sentir menos vulnerables si podemos comprender la causa
de (y así evitar) desgracia. Nos aterroriza pensar que una desgracia
pueda atacar a quien sea sin avisar, pues es natural que los discípulos
pregunten sobre la causa de su ceguera.
La
pregunta de los discípulos presume que el sufrimiento es causado por el
pecado. Podría ser el pecado de los padres. Éxodo 20:5 dice, “Yo
soy Yahaveh tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre
los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, a los que me aborrecen” – un
pensamiento que se repite en Éxodo 34:7; Num. 14:18; y Deut. 5:9.
O
podría ser el pecado del hombre ciego. Si así es, sus pecados tendrían
que haber tomado lugar en el seno de su madre, porque fue ciego de
nacimiento. En el pensamiento judío de la época, ésa era una posibilidad,
en parte por las reflexiones de la lucha entre Jacobo y Esau en el seno.
El
hombre ciego y sus padres están acostumbrados a oír que la ceguera es resultado
de pecado. Lo más probable es que piensen que la ceguera de su hijo es de
alguna manera su culpa. Hasta que pueden tener sus propias teorías sobre
que pecado o pecados en particular la causaron. Cada vez que oyen a
alguien conectar el pecado con el sufrimiento, sufren un poco más.
"Ni él
ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en
él las obras de Dios.” (v. 3). Jesús niega que la ceguera
del hombre sea causada por pecado. En vez, su situación le provee a Jesús
la oportunidad de curarle, así revelando las obras de Dios. Es bueno
recordar que las obras de Dios se pueden revelar a través de adversidad.
También es bueno recordar que nuestra fe en momentos de adversidad puede ser un
testigo convincente.
Sin
embargo, no debemos olvidar que hay una conexión entre pecado y
sufrimiento. Eso no era verdad en el caso de este hombre ciego, pero a
menudo sí lo es. No todo sufrimiento es causado por pecado, pero todo
pecado causa sufrimiento. Jesús nos demuestra que el pecado y el
sufrimiento no siempre están relacionados, pero no que nunca estén
relacionados. No servimos bien a la verdad si usamos este texto para
enseñarle a la gente que el pecado y el sufrimiento nunca están
relacionados. Cuando yo peco, les hago daño a aquéllos que están más
cerca de mí y a mí mismo también. Los hijos pagan un precio por los
pecados de sus padres. Bebés que nacen adictos al crack son un ejemplo
obvio, pero el mensaje es el mismo en circunstancias menos extremas también.
Jesús
dice que el pecado no es la causa de la enfermedad del hombre ciego. Los
discípulos pensaban que sí, pero estaban equivocados. Debemos tener
cuidado de no juzgar – “los pecados de otras personas.” Es fácil juzgar
negativamente cuando no conocemos todos los hechos.
“Debemos
trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la
noche, cuando nadie puede trabajar". (v. 4). El plural “nosotros” incluye los discípulos, y
se extiende a toda la iglesia hoy. Debemos sentir ese sentido de
urgencia, porque la hora se acerca en la que no podremos trabajar. Esto
es verdad en un sentido escatológico – la Segunda Venida – pero también es verdad en
otro sentido también. Un vecino murió repentina e inesperadamente.
Yo había hablado con él frecuentemente, pero nunca le había testificado de mi
fe. Ahora la oportunidad se ha ido y no volverá. Algún día, yo
también moriré. Cualquier bien que yo pueda hacer, lo debo hacer mientras
dure el día – mientras esté vivo y pueda.
“Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo” (v. 5). La luz y la oscuridad son símbolos del bien y
del mal en este Evangelio. El Prólogo a este Evangelio anunció la
Palabra, que trae luz a toda la gente. “En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron.” (1:4-5).
“Mientras estoy en el mundo” (v. 5) es una pista de lo que viene – la Pasión de
Jesús. Morirá pronto y la oscuridad descenderá sobre los
discípulos. Gracias a la resurrección y el regalo del Espíritu Santo, esa
oscuridad será temporal – pero terrible de todos modos.
“soy
la luz (griego: eimi)
del
mundo” (v. 5). Hay varias declaraciones de “soy” (ego eimi)
en este Evangelio – recordándonos de la respuesta de Dios en Éxodo 3:14, “Yo
soy el que soy.” En este versículo, encontramos eimi en
vez de ego eimi, pero el sentido es el mismo.
Antes, Jesús usó ego eimi para anunciar que él era la luz del
mundo (8:12).
Como
la luz del mundo, Jesús ha venido a enseñar a la gente sobre Dios. Este
hombre ciego presenta una oportunidad para que Jesús demuestre su misión de dar
la luz. Traerá luz física a un hombre ciego, igual que traerá luz
espiritual al mundo. Curar a un inválido o a un leproso no serviría el
mismo propósito para ilustrar esto aquí.
VERSÍCULOS
6-7: Y FUE, SE LAVO,
Y VOLVIÓ VIENDO
6 Después
que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre
los ojos del ciego, 7 diciéndole: "Ve a lavarte a la piscina de
Siloé", que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y, al
regresar, ya veía.
Anote
que el hombre todavía no ha expresado fe o pedido ser curado. Su papel es
pasivo hasta que se lava en la Piscina de Siloé.
La
gente de aquel entonces creía en el uso medicinal del escupitajo. Aquí,
en las manos de Jesús, este remedio familiar se convierte en un vehículo para
sanar físicamente y para revelación espiritual.
Más
temprano, el Rey Ezequías había cortado un largo túnel por la roca del Valle
Cedrón hasta Jerusalén para proteger la fuente de agua de la ciudad en caso de
una invasión (2 Crónicas 32:2-8, 30; Isa. 22:9-11; 2 Reyes 20:20). La
Piscina de Siloé es una reserva dentro de la ciudad al final del túnel.
El
autor anota que Siloé significa “Enviado” (apestalmenos – de la
misma raíz que la palabra apóstol). En este Evangelio, Jesús es el
mandado. El dice:
“Entonces Jesús, que enseñaba en el
Templo, exclamó: ¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo,
yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes
no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió.”
(7:28-29).
“¿cómo dicen: "Tú
blasfemas", a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo:
"Yo soy Hijo de Dios?” (10:36).
“Y el que me
ve, ve al que me envió.” (12:45).
Jesús
“Después que
dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los
ojos del ciego,”
(v. 6). El uso del barro recuerda a la historia de la creación, donde
Dios trajo vida del polvo de la tierra (Gen 2:7). El que Jesús cure al
hombre ciego es creativo, y no solo restaurativo. El hombre, ciego de
nacimiento, nunca disfrutó de una vista que podía ser restaurada. En vez,
Jesús crea vista ex nihilo – de la nada – igual que Dios creó
el mundo ex nihilo.
"Ve a
lavarte a la piscina de Siloé", (v. 7). Las instrucciones de Jesús para que se lave en
la piscina recuerdan a la historia de Naaman y Elisha (2 Reyes 5:9-14).
En ambos instantes, el lavarse es requerido, el que cura no acompaña al enfermo
al agua, y el curar toma lugar solo después de que la persona obedezca.
“El ciego
fue, se lavó y, al regresar, ya veía.” (v. 7). El hombre está curado.
No solo están curados sus ojos, pero un segundo milagro toma lugar
también. Al cerebro de una persona ciega de nacimiento le falta la
habilidad de procesar información visual correctamente. La respuesta
inicial al ser restaurada la vista suele ser confusión. Puede llevar
mucho tiempo para que una persona así funcione normalmente. Un neurólogo
dice, “Uno debe morir como una persona ciega para nacer de nuevo como una
persona que puede ver” (Sacks, 70). Cuando Jesús cura los ojos de este
hombre, también le da la habilidad mental para comprender lo que está viendo
(Hoezee, 521).
La
temprana iglesia asociaba este curar con el bautismo. Aparece en el arte
de las catacumbas como un ejemplo de bautismo (en la catacumbas de San Calixto,
en Roma, por supuesto, allí lo pude apreciar). Untar y escupir fueron
adoptados como parte de la ceremonia del bautizo. “Podemos sospechar que
el evangelista está jugando con la idea que el hombre nació en pecado (2:34) –
pecado que se puede quitar solo al lavarse en las aguas del arroyo que fluye de
Jesús mismo (Brown, 381).
VERSÍCULOS
8-12: YO SOY
8 Los vecinos y los que antes lo
habían visto mendigar, se preguntaban: "¿No es este el que se sentaba a
pedir limosna?". 9 Unos opinaban: "Es el mismo". "No, respondían
otros, es uno que se le parece". Él decía: "Soy realmente yo".
10 Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?". 11 Él
respondió: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis
ojos y me dijo: "Ve a lavarte a Siloé". Yo fui, me lavé y vi".
12 Ellos le preguntaron: "¿Dónde está?". Él respondió: "No lo
sé".
“¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?” (v. 8). Los vecinos del hombre reconocen pero no
reconocen al hombre. Algunos creen que es el hombre ciego, y otros
piensan que solo se parece al hombre ciego. Es fácil comprender su
confusión. No hay cura para ceguera de nacimiento, por lo tanto, éste no
puede ser el hombre ciego. Además, el hombre ciego ha estado ahí por
muchos años. Estaban acostumbrados a verle mendigando al lado de la
carretera – mitad -viéndole – como nosotros a menudo vemos a la mitad a las
personas en el margen que están a nuestro alrededor.
“Es uno que se le parece” (v. 9). El hombre parece diferente ahora que puede
ver. Nuestros ojos son ventanas al alma. No solo vemos a otros con
nuestros ojos, pero ellos también nos ven a través de nuestros ojos. Los
ojos de este hombre estaban pálidos y sin vida. Su postura y
comportamiento eran ésos de un mendigo pidiendo piedad. Ahora sus ojos
están abiertos y llenos de luz. Está emocionado y asombrado. Ya no
está agachado al lado de la carretera o moviéndose con cuidado entre la
muchedumbre, ya no es el hombre que habían conocido. No es una sorpresa
que no le reconocen.
“Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso
sobre mis ojos y me dijo: "Ve a lavarte a Siloé". Yo fui, me lavé y
vi” (v. 11). La confusión de la
muchedumbre le da al hombre la oportunidad de servir como testigo de
Jesús. Sus vecinos preguntan quién es él y qué ha pasado – y él se lo
dice. Ésta es la primera de cuatro interrogaciones, las otras tres son
iniciadas por los fariseos (vv. 15-17; 18-23; 24-34).
VERSÍCULOS
13-17: ERA SÁBADO
13 El que
había sido ciego fue llevado ante los fariseos. 14 Era sábado cuando Jesús hizo
barro y le abrió los ojos. 15 Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había
llegado a ver. Él les respondió: "Me puso barro sobre los ojos, me lavé y
veo". 16 Algunos fariseos decían: "Ese hombre no viene de Dios,
porque no observa el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo un pecador
puede hacer semejantes signos?". Y se produjo una división entre ellos. 17
Entonces dijeron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te abrió
los ojos?". El hombre respondió: "Es un profeta".
“Los
fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver.”
(v. 15). Ésta es la
segunda interrogación – la primera por los fariseos. Primero, le
preguntan al hombre lo que pasó. Cuando él se lo dice a ellos, vuelven su
atención al sabatino. Desde su perspectiva, la condición del hombre era
crónica en vez de aguda. No hubiera habido una consecuencia de vida o
muerte al demorar curarle hasta el final del día sabatino. Porque es día
sabatino, ni Jesús ni el hombre ciego pueden viajar, entonces todavía estarán
juntos cuando el sabatino termine. Por lo tanto, los fariseos creen que
Jesús ha violado la ley al hacer trabajo innecesario durante un día
sabatino. Amasar (hacer barro con saliva) era una de las actividades
prohibidas en la Pascua (O’Day, 653). También lo era curar. También
lo era poner barro sobre los ojos (Barclay, 52).
“¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?". (v. 16). Éste es un ejemplo de
ironía de Johannina. El curar al hombre ciego es una señal que lleva a
Cristo. El hombre ciego comprende esto, pero los fariseos se niegan a
verlo – el ciego ve, pero los fariseos permanecen ciegos a la verdad.
Sin
embargo, debemos comprender que los fariseos tienen un punto. El hecho de
que Jesús ha curado a un hombre no es prueba absoluta de que el curar viene de
Dios. Magos egipcios se demostraron capaces de reproducir muchas de las
señales de Moisés (Éxodo 7-8). Jesús mismo avisa, “Porque se levantarán
falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal
manera que engañarán, si es posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24).
¿Cómo
podemos saber si una señal lleva a un verdadero o a un falso profeta? En
el caso del hombre ciego, los fariseos hacen una simple prueba. Si el
curar va contra la ley de Dios, no debe ser de Dios. Esta regla de
sentido común, sin embargo, les lleva a una conclusión falsa, porque se basan
en interpretación rabínica de la ley en vez de la ley misma para determinar lo
que es y no es permisible. En otras palabras, Jesús desobedeció, no la
ley de Dios, sino la interpretación humana de esa ley. Otro problema es
el orgullo farisaico. Pensando que ellos ya tienen la luz, resisten la
luz de Jesús.
Los
fariseos, sin embargo, están divididos en este asunto. Algunos dicen, ¿”Cómo un pecador puede hacer semejantes
signos?". (v. 16). Ellos siguen interrogando al
hombre que fue ciego, pidiéndole su opinión, algo que nunca hubieran hecho bajo
circunstancias más normales. En versículo 11, el hombre identificó a
quien le curó como Jesús. Ahora que su conocimiento de Jesús se está
abriendo, responde, “es un profeta.” En versículo 38 tomará el paso final y
se dirigirá a Jesús como Señor.
VERSÍCULOS
18-23: LOS JUDÍOS NO
QUERIAN CREER
18 Sin
embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que
había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres 19 y les preguntaron:
"¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que
ahora ve?". 20 Sus padres respondieron: "Sabemos que es nuestro hijo
y que nació ciego, 21 pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no
lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta". 22
Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de
acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. 23
Por esta razón dijeron: "Tiene bastante edad, pregúntenle a él".
"¿Es
este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora
ve?".(v.
19). Ésta es la segunda de tres interrogaciones por los fariseos.
Habiendo interrogado al hombre, los fariseos ahora interrogan a sus
padres. El Cuarto Evangelista identifica a los interrogadores como
“judíos,” queriendo decir “autoridades judías.” Los padres también son
judíos – por eso están preocupados de ser expulsados de la sinagoga. La
expulsión de la sinagoga significaría ser también expulsado de la comunidad y
separado de Dios. Esdras 10:8 sugiere que también puede resultar en la
pérdida de sus posesiones.
“Pregúntenle
a él: tiene edad para responder por su cuenta”
(v. 21). En su
temor, sus padres responden con cuidado – cobardemente. Confirman que es
su hijo y que había nacido ciego, pero no saben quien le ha abierto los
ojos. Ellos les dicen a las autoridades que, si quieren respuestas, deben
preguntarle a su hijo sobre lo que pasó.
¡Esto
es asombroso! Los padres seguramente sentirían una gran tristeza por su
hijo mientras crecía ciego. Es probable que se sintieran culpables, dando
por hecho que, de alguna manera, ellos eran responsables por su enfermedad.
Tuvieron que cuidarle más – para protegerle. Verle al lado de la
carretera les habría causado gran agonía. Ahora, de repente, su hijo
puede ver, pero los padres no pueden disfrutar del milagro. Se encuentran
en una controversia entre las autoridades judías y el hombre que restauró la
vista de su hijo. Confrontados con la posibilidad de ser expulsados de la
sinagoga, abandonan a su hijo, diciendo, “Pregúntenle
a él: tiene edad para responder por su cuenta” (v. 21). Cuando se encuentran entre la espada y la
pared, ¡quiebran!
VERSÍCULOS
24-25: UNA COSA SÉ
24 Los
judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron:
"Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador". 25
"Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego
y ahora veo".
Ésta
es la cuarta y última interrogación – la tercera por los fariseos. “La
frase, ¡glorifica a Dios! es un término técnico que pide honestidad,
especialmente en lo que concierna la confesión del pecado” (Howard, 617).
Las autoridades le piden al hombre que confirme su averiguación que Jesús es un
pecador.
Los
fariseos dicen, “Sabemos” – la misma frase usada por Nicodemo (3:2). La
palabra “saber” ocurre once veces en esta perícopa. Es significante,
porque ésta es una historia de ver y saber. Los fariseos presumen saber
que Jesús es un pecador, pero verdaderamente no saben lo que es o de dónde
viene (v. 29).
VERSÍCULOS
26-34: YA OS LO HE
DICHO
26 Ellos le preguntaron: "¿Qué te ha hecho? ¿Cómo
te abrió los ojos?". 27 Él les respondió: "Ya se lo dije y ustedes no
me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren
hacerse discípulos suyos?". 28 Ellos lo injuriaron y le dijeron: "¡Tú
serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! 29 Sabemos
que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de dónde es este". 30 El hombre
les respondió: "Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a
pesar de que me ha abierto los ojos. 31 Sabemos que Dios no escucha a los
pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad. 32 Nunca se oyó decir
que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. 33 Si este hombre
no viniera de Dios, no podría hacer nada". 34 Ellos le respondieron:
"Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo
echaron.
“Él les respondió: "Ya se lo dije y ustedes no me
han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren
hacerse discípulos suyos?” (v. 27). Este hombre se burla de
los que le interrogan, exhibiendo gran valor. ¡Es el único en la familia
que demuestra valor! Otra vez, esto es asombroso. Ha vivido toda su
vida en la oscuridad, y de repente se encuentra bajo la luz del
interrogador. La mayoría de la gente no sabría qué hacer, pero este
hombre se iguala al trabajo. Dice, “No sé si es pecador. Una cosa
sí sé, que antes era ciego, y ahora puedo ver.” Se niega a dejarse llevar
por opiniones sobre lo que él no sabe, y declara con convicción lo que sí
sabe. El poder de su testimonio se refleja en la enojada respuesta de las
autoridades. Conocidos por su sabiduría, ahora se encuentran perdiendo un
debate con un mendigo sin educación. Capaces de discutir detalladamente
los puntos de la ley, se encuentran retados por este testimonio personal.
Una lección para nosotros – el testimonio de Cristo más poderoso es nuestro
testimonio de lo que él ha hecho por nosotros.
“Ellos lo
injuriaron y le dijeron: "¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros
somos discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de
dónde es este".”
(v. 28-29). Este versículo describe el conflicto que existía entre los
fariseos y la iglesia en el tiempo que se escribió este Evangelio.
Mientras los fariseos se consideran discípulos de Moisés, los lectores de este
Evangelio “saben qué respuesta el Evangelista provee en tal caso. Es así:
Si los judíos comprendieran bien lo que Moisés escribió, entenderían que
escribió de Jesús (5:39-40). El último día, Moisés mismo será quien les
acusa (5:45-46)” (Carson, 374).
“¡Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde
es, a pesar de que me ha abierto los ojos!” (v. 30). Este pasaje está lleno de
deliciosa ironía:
-
El hombre ciego ve, pero aquéllos que tienen ojos prefirieron cerrarlos a la
verdad.
-
Las autoridades le piden al hombre que dé gloria a Dios, denunciando a Jesús
como pecador, pero el hombre da gloria a Dios testificando a Cristo.
-
Las autoridades continúan preguntando, tratando de encontrar un agujero en el
testimonio del hombre. El responde preguntando si quieren hacerse
discípulos de Jesús.
-
Las autoridades dicen que la autoridad de Moisés viene de Dios, pero no saben
de dónde viene Jesús – implicando que no debe venir de Dios. El hombre
responde señalando la verdad obvia, “¡Si este
hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada!” (v. 33).
-
Las autoridades implican que uno no puede seguir a ambos Moisés y Jesús, sino
que debe escoger uno u otro. El mensaje del Cuarto Evangelio es que uno
puede ser fiel a Moisés solo a través de ser fiel a Jesús.
-
Las autoridades repetidamente usan la frase, “sabemos,” pero repetidamente
demuestran su ignorancia (y su ceguera).
-
Las autoridades acusan al hombre de intentar enseñarles. El lector se da
cuenta de que él es capaz de hacerlo, pero se niegan a aprender (o a ver).
“Se
hace aparente que el saber entre los que tienen vista es una cosa rara y
peligrosa... Aquéllos que ven más que otros son un riesgo para ellos que
piensan que ven todo lo que hay que ver... Lo más establecida, segura, y cómoda
que se hace la comunidad religiosa, lo más que se niega a aceptar el riesgo de
los visionarios...” (Gomes).
“Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí
al que lo honra y cumple su voluntad.” (v. 31). Debemos recordar el
contexto aquí. Esto es un reto del hombre que había sido ciego a sus
interrogadores – no una verdad universal. En otras partes, la escritura
nos asegura que Dios oye y perdona a pecadores que confiesan sus pecados (1
Juan 1:9).
“Ellos le respondieron: "Tú naciste lleno de pecado,
y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo echaron.” (v. 34). ¿Le ex-comulgaron de la sinagoga o
simplemente le dijeron que se fuera? Si es que leex-comunión, ¿fue una ex-comunión
temporal o permanente? V. 22 sugiere que le ex-comuniçon, pero sabios están
divididos en este punto. La mayoría lo trata como excomunión, pero Brown,
un sabio eminente en este Evangelio, dice que fue “simplemente una expulsión de
su presencia” (Brown, 375). Cualquier excomunión sería una dolorosa reprensión,
y una excomunión permanente sería
catastrófica religiosa, social, y económicamente.
VERSÍCULOS
35-38: PARA QUE
PUEDA CREER EN ÉL
35 Jesús se enteró de que lo habían
echado y, al encontrarlo, le preguntó: "¿Crees en el Hijo del
hombre?". 36 Él respondió: "¿Quién es, Señor, para que crea en
él?". 37 Jesús le dijo: "Tú lo has visto: es el que te está
hablando". 38 Entonces él exclamó: "Creo, Señor", y se postró
ante él.
“Jesús se enteró de que lo habían echado y, al
encontrarlo, le preguntó: "¿Crees en el Hijo del hombre?” (v. 35). En la hora de necesidad del hombre, Jesús
viene a él. San Juan Crisóstomo dice, “Los judíos le expulsaron del
Templo; el Señor del Templo le encontró” (Barclay, 57).
“No
hay duda que muchos de los primeros lectores del Evangelio de Juan encontraron
gran esperanza en la reaparición de Jesús. Muchos de ellos también habían
sido expulsados de la sinagoga” (Brueggemann, 217).
“¿Crees en el Hijo del hombre?” (v. 35). Jesús no hace esta pregunta antes de curar al
hombre, como los evangelistas modernos de la televisión. Primero le curó,
y ahora le pregunta si el hombre cree – significando, “¿Confías en mi?”
En este contexto, el uso de la frase, Hijo del Hombre, se refiere a “la
encarnada revelación de Dios que dio su vida por el mundo (cf. Juan 3:13-14;
6:53; 6:27; 12:23; 13:31...)” (Borchet, 323).
"¿Quién
es, Señor, para que crea en él?". (v. 36). Mientras que los fariseos están predispuestos
a no creer en Jesús, este hombre está predispuesto a creer. El ha
experimentado personalmente el poder y la compasión de Jesús. Ahora,
Jesús solo tiene que llenar los espacios para que el hombre sepa qué (quién)
creer. Cuando Jesús se identifica como el Hijo del Hombre, el hombre
confiesa sus creencias y le venera – el último pasó para abrir sus ojos
espirituales.
"Creo,
Señor", y se postró (adorar) ante él. (griego: prosekunesen)” (v.
38). Prosekunesen puede significar “demostró gran
reverencia/respeto” o “veneró.” Sabios se dividen sobre su significado
aquí, pero el contexto parece estar a favor de “veneró.”
VERSÍCULOS
39-41: ACASO TAMBIEN
NOSOTROS SOMOS CIEGOS?
. 39 Después
Jesús agregó: "He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los
que no ven y queden ciegos los que ven". 40 Los fariseos que estaban con
él oyeron esto y le dijeron: "¿Acaso también nosotros somos ciegos?".
41 Jesús les respondió: "Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado,
pero como dicen: "Vemos", su pecado permanece".
Jesús
no fuerza a creer o no creer ni con el ciego ni con las autoridades.
Actúa de una manera que revela la gloria de Dios, y les permite escoger.
El ciego responde creyendo, y las autoridades responden sin creer. Nos
recuerda a las palabras de Jesús a Nicodemo:
16 Porque
Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree
en él no muera, sino que tenga Vida eterna.17 Porque Dios no envió a su Hijo para
juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.18 El que cree en él,
no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre
del Hijo único de Dios. (3:16:19)
Jesús
no les roba a los fariseos de su vista, pero se ciegan, negándose a ver.
En su orgullo, asumen que pueden ver claramente, y rechazan cualquier cosa que
no concuerde con sus creencias. Jesús no les condena, pero ya están
condenados, porque no han creído en el Hijo de Dios.
Este
“comienzo de juzgamiento...corre a lo largo del Evangelio. Esta señal ha
demostrado una prueba que muestra la presencia de fe y la incredulidad de ellos
que vieron el resultado de la cura” (Howard, 619).
Las
autoridades judías, identificadas otra vez como fariseos, protestan, “No somos
ciegos, ¿verdad?” Ellos eran ciegos, claro, porque se negaron a
ver. Jesús les dice que estarían mejor siendo ciegos, porque entonces no
serían responsables por su pecado. Pero ahora que dicen, ‘Vemos,’ su
pecado permanece. Ellos presentaron al hombre ciego como un pecador,
usando como prueba su aflicción. Ahora Jesús les presenta a ellos como
pecadores, la prueba siendo que se niegan a ver a Jesús, la luz del mundo.