LUNES
01
LUCAS
9, 46-50
El texto se
ilumina. Si anteriormente Lucas nos presentaba cómo se reunían los hombres en
torno a Jesús para reconocerlo por la fe, para escucharlo y presenciar sus
curaciones, ahora se abre una nueva etapa de su itinerario público. La atención
a Jesús no monopoliza ya la actitud de la muchedumbre, sino que Jesús se nos
presenta como el que poco a poco es quitado a los suyos para ir al Padre. Este
itinerario supone el viaje a Jerusalén. Cuando está a punto de emprender este viaje,
Jesús les revela el final que le espera (9,22). Después se transfigura ante
ellos como para indicar el punto de partida de su “éxodo” hacia Jerusalén. Pero
inmediatamente después de la experiencia de la luz en el acontecimiento de la
transfiguración, Jesús vuelve a anunciar su pasión dejando a los discípulos en
la inseguridad y en la turbación. Las palabras de Jesús sobre el hecho de su
pasión, “el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”,
encuentran la incomprensión de los discípulos (9,45) y un temor silencioso
(9,43).
• Jesús toma a un niño. El enigma de la entrega de Jesús desencadena una disputa entre los discípulos sobre a quién le corresponderá el primer puesto. Sin que sea requerido su parecer, Jesús, que como el mismo Dios lee en el corazón, interviene con un gesto simbólico. En primer lugar toma a un niño y lo pone junto a él. Este gesto indica la elección, el privilegio que se recibe en el momento en que uno pasa a ser cristiano (10,21-22). A fin de que este gesto no permanezca sin significado, Jesús continúa con una palabra de explicación: no se enfatiza la “grandeza” del niño, sino la tendencia a la “acogida”. El Señor considera “grande” al que, como el niño, sabe acoger a Dios y a sus mensajeros. La salvación presenta dos aspectos: la elección por parte de Dios simbolizada en el gesto de Jesús acogiendo al niño, y la acogida de Jesús (el Hijo) y de todo hombre por parte del que lo ha enviado, el Padre. El niño encarna a Jesús, y los dos juntos, en la pequeñez y en el sufrimiento, realizan la presencia de Dios (Bovon). Pero estos dos aspectos de la salvación son también indicativos de la fe: en el don de la elección emerge el elemento pasivo, en el servicio, el activo; son dos pilares de la existencia cristiana. Acoger a Dios o a Cristo en la fe tiene como consecuencia acoger totalmente al pequeño por parte del creyente o de la comunidad. El “ser grandes”, sobre lo cual discutían los discípulos, no es una realidad del más allá, sino que mira al momento presente y se expresa en la diaconía del servicio. El amor y la fe vividos realizan dos funciones: somos acogidos por Cristo (toma al niño), y tenemos el don singular de recibirlo (“el que acoge al niño, lo acoge a él y al Padre”, v.48). A continuación sigue un breve diálogo entre Jesús y Juan (vv-49-50). Este último discípulo es contado entre los íntimos de Jesús. Al exorcista, que no forma parte del círculo de los íntimos de Jesús, se le confía la misma función que a los discípulos. Es un exorcista que, por una parte, es externo al grupo, pero por la otra, está dentro porque ha entendido el origen cristológico de la fuerza divina que lo asiste (“en tu nombre”). La enseñanza de Jesús es evidente: un grupo cristiano no debe poner obstáculos a la acción misionera de otros grupos. No existen cristianaos más “grandes” que otros, sino que se es “grande” por el hecho de ser cada vez más cristiano. Además, la actividad misionera debe estar al servicio de Dios y no para aumentar la propia notoriedad. Es crucial el inciso sobre el poder de Jesús: se trata de una alusión a la libertad del Espíritu Santo cuya presencia en el seno de
MARTES
02
MATEO
18, 1-5.10
• Aquí, en el
capítulo 18 del evangelio de Mateo inicia el cuarto gran discurso de la Nueva Ley , el Sermón de la Comunidad. Como se
dijo anteriormente (el 9 de junio de 2008), el Evangelio de Mateo, escrito para
las comunidades de los judíos de Galilea y Siria, presenta a Jesús como el nuevo
Moisés. En el AT, la Ley
de Moisés fue codificada en los cinco libros del Pentateuco. Imitando el modelo
antiguo, Mateo presenta la
Nueva Ley , en cinco grandes Sermones: (a) El Sermón de la Montaña (Mt 5,1 a 7,29); (b) El Sermón de
la Misión (Mt
10,1-42); (c) El Sermón de las Parábolas (Mt 13,1-52); (d) El Sermón de la Comunidad (Mt 18,1-35);
(e) El Sermón del Futuro del Reino (Mt 24,1 a 25,46). Las partes narrativas,
intercaladas entre los cinco Sermones, describen la práctica de Jesús y
muestran cómo practicaba y encarnaba la nueva Ley en su vida.
• El evangelio de hoy trae la primera parte del Sermón de
• Mateo 18,1: La pregunta de los discípulos que da pie a la enseñanza de Jesús. Los discípulos quieren saber quién es el mayor en el Reino. Sólo el hecho de que ellos hicieran esa pregunta revela que habían entendido poco o nada del mensaje de Jesús. El Sermón de
• Mateo 18,2-5: El criterio básico: el menor es el mayor. Los discípulos quieren un criterio para poder medir la importancia de las personas en la comunidad: "¿Quién es el mayor en el Reino de los Cielos?". Jesús responde que el criterio son ¡los niños! Los niños no tienen importancia social, no pertenecen al mundo de los grandes. Los discípulos tienen que hacerse como niños. En vez de crecer hacia arriba, tienen que crecer hacia abajo, hacia la periferia, donde viven los pobres, los pequeños. ¡Así serán los mayores en el Reino! Y el motivo es éste: “¡Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe!” Jesús se identifica con ellos. El amor de Jesús hacia los pequeños no tiene explicación. Los niños no tienen mérito. Es la pura gratuidad del amor de Dios que aquí se manifiesta y pide ser imitada en la comunidad por los que se dicen discípulos y discípulas de Jesús.
• Mateo 18,6-9: No escandalizar a los pequeños. Estos cuatro versículos sobre el escándalo de los pequeños fueron omitidos en el texto del evangelio de hoy. Damos un breve comentario. Escandalizar a los pequeños significa: ser motivo para que los pequeños pierdan la fe en Dios y abandonen la comunidad. Mateo conserva una frase muy dura de Jesús: “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar”. Señal de que en aquel tiempo muchos pequeños ya no se identificaban con la comunidad y buscaban otros amparos. Y ¿hoy? En América Latina, por ejemplo, cada año alrededor de 3 millones de personas abandonan las iglesias históricas y se van hacia las iglesias evangélicas. Señal de que no se sienten en casa entre nosotros. Y muchas veces son los más pobres los que nos abandonan. ¿Qué nos falta? ¿Cuál es la causa de este escándalo de los pequeños? Para evitar el escándalo, Jesús manda cortar la mano o el pie o arrancar el ojo. Esta frase no puede tomarse al pie de la letra. Significa que hay que ser muy exigente en el combate contra el escándalo que aleja a los pequeños. No podemos permitir, de forma alguna, que los pequeños se sientan marginados en nuestra comunidad. Pues, en este caso, la comunidad dejaría de ser una señal del Reino de Dios.
• Mateo 18,10-11: Los ángeles de los pequeños están en presencia del Padre. Jesús evoca el salmo 91. Los pequeños hacen de Yavé su refugio y toman al Altísimo como defensor (Sal 91,9) y, por esto: “No podrá la desgracia dominante ni la plaga acercarse a tu morada, pues ha dado a sus ángeles la orden de protegerte en todos tus caminos. En sus manos te habrán de sostener, para que no tropiece tu pie en alguna piedra”. (Sal 91,10-12).
MIÉRCOLES
03
LUCAS
9, 57-62
VERSÍCULOS 57-62: ASPIRANTES A DISCÍPULOS
57Y
aconteció que yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré donde
quiera que fueres. 58Y le dijo Jesús: Las zorras tienen cuevas, y
las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la
cabeza. 59Y dijo a otro: Sígueme. Y él dijo: Señor, déjame que
primero vaya y entierre a mi padre. 60Y Jesús le dijo: Deja los
muertos que entierren a sus muertos; y tú, ve, y anuncia el reino de
Dios. 61Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame
que me despida primero de los que están en mi casa. 62Y Jesús le dijo:
Ninguno que poniendo su mano al arado mira atrás, es apto para el reino de
Dios.
Jesús, que está
yendo hacia Jerusalén (sinónimo de la cruz) no ofrece un discipulado fácil. En
estos versículos, él clarifica la naturaleza extrema de su llamado. Quienes
quieren seguirlo tienen que considerar primero el costo, porque compartirán el
sufrimiento de Cristo. No deben darle prioridad a ninguna otra cosa sobre
Cristo, ni siquiera a las buenas cosas. “La radicalidad de las palabras de
Jesús está en el reclamo de prioridad sobre lo mejor, no lo peor, de las
relaciones humanas. Jesús nunca dijo que había que escogerlo a él en vez de al
diablo, sino escogerlo a él por encima de la familia y lo remarcable es que
quienes han hecho eso han sido liberados de poseer e idolatrar a la familia y
han encontrado la distancia necesaria para amarlos” (Craddock, 144).
“Y aconteció que
yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré donde quiera que
fueres. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen cuevas, y las aves de los cielos
nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la cabeza” (vv. 57-58). El
compromiso de este hombre parece fuerte. Ofrece seguir a Jesús “adondequiera”,
pero Jesús ofrece solamente “ningún lado”. Desde el principio Jesús “se anonadó
a sí mismo, tomando forma de siervo” (Filipenses 2:7). Se humilló a sí mismo
desde el principio de su vida, nacido en un establo y teniendo un pesebre por
cuna. Se humillará a sí mismo al final de su vida, muriendo en una cruz. En
medio de todo ello, él concentra su energía en servir más que en su comodidad
personal, y espera que sus discípulos hagan lo mismo. Él bendice el servicio
por sacrificio.
Nos sorprende la
aguda respuesta de Jesús a la disposición al discipulado de este hombre. La
razón puede ser que Jesús ve más profundamente en el corazón de lo que podemos
hacerlo nosotros. Él piensa que Jesús es un hombre joven con una carrera
ascendente, y quiere agarrarse por lo menos de la orilla de su manto. Jesús,
sin embargo, va en su camino hacia Jerusalén y a la cruz.
“Y dijo a otro:
Sígueme. Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre (v.
59). Aunque no podemos encontrar una cita en la Ley que requiera el entierro,
un cuerpo sin enterrar era una marca de desgracia (Deuteronomio 28:26; Salmo
79:2; Isaías 14:19; Jeremías 7:33; 16:4; 25:33; 34:20), y el entierro del
propio padre o madre era una parte importante de honrarlos de acuerdo con la
Ley (Éxodo 20:12; Deuteronomio 5:16)
No queda claro si el
padre está muerto o cerca de morir. Es posible que el aspirante a discípulo
esté pidiendo cuidar a sus padres en su ancianidad, y una vez más esto es una
parte importante de honrarlos de acuerdo con la Ley. Después de que hayan
partido, él podrá considerar más cuidadosamente el llamado de Jesús al
discipulado. Para ese tiempo, de seguro podrá encontrar otra razón para
retrasar su respuesta.
“Y Jesús le dijo: Deja
los muertos que entierren a sus muertos; y tú, ve, y anuncia el reino de Dios”
(v. 60). Ya fuera que el padre estuviera muerto o vivo, el llamado de Jesús es
inequívoco. Hay que dejar que quienes estén espiritualmente muertos entierren a
los que están físicamente muertos. Quienes tienen la chispa de la vida
espiritual tienen una responsabilidad para con quienes todavía están vivos –
aquellos cuyas vidas todavía pueden ser redimidas – quienes están habilitados
para decidir por o en contra de Cristo. “Ningún servicio puede ayudar a los
muertos. Los vivos son los que necesitan la proclamación del reino de Dios”
(Horn, 46).
“Entonces también
dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que
están en mi casa” (v. 61). Esto recuerda la historia del Antiguo Testamento (1
Reyes 19:19-21) con la cual la audiencia de Jesús debía ser familiar. Eliseo
estaba arando con su buey cuando Elías lo llamó. Eliseo pidió “Ruégote que me
dejes besar mi padre y mi madre, y luego te seguiré”. La versión en español
hace sonar este pasaje como que Elías le cumplió a Eliseo su petición, pero
tanto el hebreo como la Septuaginta son obscuros en cuanto a este asunto
(Tannehill, 172). De interés especial es el hecho de que Eliseo, antes de irse
con Elías, mató a los bueyes con que había estado arando y, usando el yugo y
arado como combustible, los cocinó para que comieran los vecinos. Esta fue una
declaración gráfica de que había quemado sus puentes detrás de él. Ya no habría
espacio para volver atrás.
“Y Jesús le dijo:
Ninguno que poniendo su mano al arado mira atrás, es apto para el reino de
Dios” (v. 62). Habiendo perdido nuestras raíces en la agricultura, la imagen no
significa mucho para nosotros hoy. Un campesino arando con un animal debe
elegir un punto en el horizonte para poder arar en línea recta. Volver la vista
atrás causa que el campesino zigzaguee, y haga una línea chueca, que es la
marca de un aficionado. La línea chueca estará ahí para que todos la puedan ver
durante todo un año, hasta la próxima época de siembra. El campesino que hace
una línea chueca será el centro de muchas bromas durante el año, y tratará de
hacer lo mejor que pueda para arar en líneas rectas el año siguiente. Una
metáfora similar para nuestro tiempo es la persona que se voltea para mirar al
asiento trasero mientras está manejando por la carretera. El conductor que se
vuelve a ver en el asiento trasero es muy peligroso en una carretera con
tráfico. Una menos exacta – pero más inmediata metáfora – es el conductor que
se distrae usando su teléfono celular mientras va manejando.
Debemos ser lentos
para condenar a esos aspirantes a discípulos que ofrecieron excusas. ¿Quién
entre nosotros no ha hecho lo mismo? También debemos notar que los gigantes de
la fe primero ofrecieron excusas antes de que finalmente aceptaran el llamado
de Dios.
–– Moisés
protestó: “¿Quién soy yo, para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos
de Israel?” (Éxodo 3:11). Y luego argumentó “¡Ay Señor! yo no soy hombre de
palabras de ayer ni de anteayer, ni aun desde que tú hablas a tu siervo; porque
soy tardo en el habla y torpe de lengua” (Éxodo 4:10).
–– Gedeón dijo: “Ah,
Señor mío, ¿con qué tengo de salvar a Israel? He aquí que mi familia es pobre
en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre” (Jueces 6:15).
–– Jeremías protestó:
“¡Ah! ¡Ah! ¡Señor Yahaveh! ¡He aquí, no sé hablar, porque soy niño! (Jeremías
1:6).
–– Isaías dijo: “¡Ay
de mí! que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio
de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Yahaveh de los
ejércitos” (Isaías 6:5).
Y aún así, cada una
de estas personas, aunque con renuencia, hicieron lo que Dios les pidió, y Dios
bendijo su quejoso discipulado. Estas son buenas nuevas, porque significa que
Dios no nos da una “calificación de reprobado” en tinta indeleble cuando
pecamos o protestamos u ofrecemos excusas. Cada fallo es una invitación al
arrepentimiento y la bendición. Nos preguntamos si alguno de estos tres hombres
en el pasaje bíblico de hoy hizo a un lado sus excusas y siguió a Jesús. Nos
preguntamos qué habría pasado si lo hicieron, o si no lo hicieron.
HISTORIA VERDADERA:
No puedo verificar
si esta historia es verdadera, pero muy bien puede serlo. Un pastor de Haití
contó de un hombre que puso su casa a la venta. Se le acercó un hombre que lo
presionó para que se la vendiera por mucho menos de lo que valía. Finalmente el
dueño accedió a venderla a ese precio más bajo si el hombre le permitía retener
la propiedad de un clavo que estaba en la puerta del frente. El otro hombre
dijo que sí, y concluyeron la venta. El dueño original de la casa entonces
colgó un animal muerto en su clavo. Muy pronto la casa ya no se pudo habitar y
tampoco se pudo vender, y el nuevo dueño se vio forzado a venderla otra vez a
su dueño original por un precio todavía más bajo del que la había comprado.
JUEVES
04
LUCAS
10, 1-12
10:1 – 18:14: ENSEÑANZA EN LA SECCIÓN CENTRAL
DE LUCAS
C.F. Evans anotó
varios paralelos entre esta sección de Lucas – empezando por la comisión de los
setenta – y Deut. 1-26.
- En ambos,
encontramos la frase “ante su rostro” (Deut. 1:21; Lucas 10:1).
- Moisés mandó a
doce hombres por delante para explorar el terreno, igual que Jesús acaba de
mandar a los doce (Deut. 1:22-23; Lucas 9:1-6).
- Setenta ancianos
acompañaron a Moisés a la montaña donde el Espíritu descansó sobre ellos y
donde profesaron. Jesús manda a los setenta para ofrecer paz y para proclamar
que el reino de Dios se ha acercado (Éxodo 24:1, 9; Num. 11:24-25; Lucas 10:1,
5, 9).
- Mientras que el
resto del Evangelio de Lucas sigue una cronología organizada, capítulos 10-18
parecen estar organizados en torno a pasajes de Deut. 1-26. C.F. Evans
encuentra 22 pasajes de Deut. 1-26 que se parecen a 22 pasajes de Lucas
10-18. Evans, “comprendió el propósito de Lucas al hacer este arreglo,
intentando demostrar que Jesús era un profeta prometido, como Moisés” (Craig A.
Evans, 166-168, citando un ensayo por C.F. Evans de 1955).
Craig Evans además
menciona un ensayo por James A. Sanders que demuestra similitudes entre
Deuteronomio y Lucas en cuanto al tema de elección.
- En Deuteronomio,
los elegidos eran aquéllos que obedecían la ley (aunque en ese libro no se
utiliza la palabra “elegido”). Deuteronomio prometía bendiciones sobre
los fieles, y los israelitas interpretaban “bendiciones” de una manera
materialista – salud y riqueza.
- En la época de
Jesús, gente veía esta teología de manera contraria. En vez,
interpretaban salud y riqueza como algo que valoraba y demostraba el lugar de
una persona ante Dios. Enfermedad y pobreza, por lo tanto, indicaban el
disgusto de Dios. “Jesús enseñaba en contra de estas suposiciones... Otra
razón por la que a Lucas le interesa este tema es que gentiles eran agrupados
entre aquéllos no considerados ‘elegidos’. Al mostrar que la merced de
Dios se extiende a los que supuestamente no son elegidos, Lucas prepara la obra
misionera de los gentiles, tal como demuestra en sus Hechos” (Evans, 168-169).
Esto tiene implicaciones para nuestra lección evangélica de esta
semana. Los setenta que proclaman el reino de Dios a judíos y samaritanos
son precursores de los que harán ministerio a gentiles en los Hechos de los
Apóstoles de Lucas.
VERSÍCULOS 1-11,
16-20: EL
SEÑOR NOMBRÓ A OTROS SETENTA
Este es un pasaje
difícil para muchos cristianos hoy:
- Primero, la misión
de los setenta extiende el número de misionarios de Jesús más allá de los doce
apóstoles, que fueron comisionados en el último capítulo (9:1-6). La
misión de los setenta muestra que la proclamación es responsabilidad de todos
los discípulos – no solo de unos pocos selectos. Esto disgusta a ambos,
los que piensan de sí mismos como ‘elegidos’ y aquéllos que prefieren no
involucrarse.
- Segundo, los
setenta han de ir en pares a pueblos vecinos con un agresivo programa de
proclamación con el que muchos cristianos hoy ya no se sienten cómodos.
- Tercero, la
metáfora de la cosecha (v. 2) le da un sentido de urgencia al evangelismo que,
hoy día, muchos cristianos ya no sienten. Para un agricultor, la cosecha
es la estación más urgente del año. Algunos paralelos modernos pueden ser
la estación de impuestos para un contador; la Navidad para el mercader;
exámenes finales para estudiantes y profesores; despliegue para soldados; y
vencimientos de plazo para periodistas. Muchos de nosotros podemos
sobrevivir un fracaso que ocurre en un día normal, pero fracasar durante las
épocas de “cosecha” sería desastroso – hambre, bancarrota, o poner fin a una
carrera. Hoy, a muchos cristianos les cuesta pensar que no aceptar a
Cristo pueda llevar a semejantes consecuencias desastrosas.
VERSÍCULOS
1-4: LA
MIES ES MUCHA Y LOS OBREROS POCOS
1Y
después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de
dos en dos delante de sí (griego: pro
prosopou autou – ante su rostro), a toda ciudad y lugar a
donde él había de venir. 2Y les decía: La mies a la verdad es mucha,
mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a
su mies. 3Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de
lobos. 4No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis
en el camino.
En 9:1-6, Jesús
mandó a los doce para cumplir una misión semejante; ahora envía los
setenta. Este mayor número de participantes no solo extiende el alcance
de la misión, sino que también aumenta la urgencia de la cosecha.
“Y después de estas
cosas, designó el Señor aun otros setenta” (v. 1). Hay manuscritos que
dicen setenta y otros que dicen setenta y dos. No podemos determinar con
autoridad cuál es el número correcto. Sin embargo, eso importa poco ya
que el significado es el mismo para cualquier número:
- Seguramente, el
número se refiere a Génesis 10, donde aparece una lista de naciones gentiles
que descienden de Noe. En hebreo se mencionan setenta naciones, mientras
que en la versión griega Septuaginta aparecen setenta y dos. “Escójase
cual sea, ...el número sugiere un evangelista para cada nación del mundo”
(Stein, 304). En el Evangelio de Lucas, por lo tanto, la mención de los
setenta se refiere al ministerio hacia los gentiles, que será importante en la
secuencia de Lucas, los Hechos de los Apóstoles. Por el momento, sin
embargo, Jesús manda a los setenta solo entre judíos y samaritanos.
- Hay una segunda
referencia al Antiguo Testamento en Num. 11:16-25 en que Moisés eligió a
setenta ancianos para ayudarle con su obra.
La frase “otros
setenta” (v. 1) parece decir que los doce no son parte de esta misión.
Sin embargo, más adelante, dirigiéndose a los doce, Jesús dirá, “Cuando os
envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo?” (22:35).
Las tres cosas – bolsa, alforja, y zapatos – corresponde a cosas mencionadas en
la llamada de los setenta (10:4), en lugar de las ya mencionadas en la llamada
de los doce (9:3). Esto presenta algo de incertidumbre. Seguramente
los doce no son parte de los setenta, pero no lo sabemos con seguridad.
“Envió...
delante de sí (griego: pro prosopou autou – ante su
rostro)” (v. 1). También encontramos esta frase, “ante su rostro,” en
7:27 y 9:52. 7:27 habla de enviar a Juan el Bautista, cuya muerte Lucas
ha mencionado recientemente (9:9). “A los discípulos ahora se les ha
concedido el papel de ir ante Jesús y prepararle el camino, como lo había hecho
Juan” (Tannehill, 174).
“De dos en dos” (v.
1). Deut. 19:15 requiere el testimonio de dos testigos, y lo más probable
es que ésa sea la razón por la que Jesús les manda de dos en dos. Sin
embargo, ir de dos en dos también da fuerza a su resolución. Una persona
sola se desanima rápidamente; en cambio, una persona con compañeros está más
apta para perseverar.
“La mies a la verdad
es mucha, mas los obreros pocos” (v. 2). En un mundo donde pocas personas
trabajan en agricultura, se nos ha olvidado la importancia de la cosecha.
La mayoría de los frutos de la siega no se pueden recoger demasiado pronto ni
demasiado tarde sin sufrir una pérdida significante. El agricultor
trabaja todo el año para preparar la cosecha, la cual se debe llevar a cabo
solo cuando esté lista. No hacerlo puede ser catastrófico.
“Por tanto, rogad al
Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (v. 2). Dada la urgencia,
esperamos que Jesús les diga a los setenta que vayan rápidamente para empezar
la cosecha. Les mandará en v. 3 pero, primero, les manda rezar. La
obra de los discípulos será efectiva solo si se apresta con oraciones. El
Señor llama y da poder a quienes lo necesiten, y el poder del Señor es lo que
hace posible el éxito. Una iglesia que reza verá que puestos oficiales
quedan sin llenarse por ejemplo, pero también verá que el Señor provee lo que
es realmente necesario.
“Los obreros pocos”
(v. 2). La regla de Pareto es que el ochenta por ciento de los resultados
se pueden atribuir al veinte por ciento de las causas – es decir, pocos
vendedores a menudo logran la mayoría de las ventas. La regla también se
aplica a la iglesia, donde pocas personas dan la mayoría del dinero y hacen la
mayor parte del trabajo. Los que se sientan en los bancos son muchos,
pero los trabajadores son pocos. Debemos rezar para que el Señor persuada
a los menos activos a estar más involucrados – también debemos confiar que el
Señor proveerá las verdaderas necesidades de la iglesia. Jesús advirtió
que habría mala tierra, pero también prometió que buena tierra daría cien veces
más (8:4-15).
“Andad, he aquí yo
os envío como corderos en medio de lobos” (v. 3). Hace poco que Jesús
predijo su muerte y resurrección (9:21-22, 44-45) y “afirmó su rostro para ir a
Jerusalén” (9:51), donde sufrirá y morirá. Fue rechazado en una aldea
samaritana (9:51-56). Les dijo a sus discípulos que ellos también
llevarían una cruz y perderían sus vidas (9:23-25). Ahora, les advierte
que les manda como corderos indefensos en medio de lobos.
En los otros tres
Evangelios (Mateo 18:12; Marcos 6:4; Juan 10), Jesús habla del pastor que
protege las ovejas. No hay mención de tal pastor en el Evangelio de
Lucas.
“No llevéis bolsa,
ni alforja, ni calzado” (v. 4). Jesús tendrá instrucciones parecidas al
comisionar a los doce (Lucas 9:3-5), pero la única cosa común en ambas listas
es la bolsa. El mensaje es el mismo en ambos casos. Los discípulos
han de confiar que Dios les proveerá sus necesidades, y no han de preocuparse
por posesiones.
“A nadie saludéis en
el camino” (v. 4). Jesús no les dice a los discípulos que sean
maleducados, sino que les dice que no se dejen distraer por cortesías
sociales. La misión es urgente, y requiere su completa atención.
Discípulos han de enfocarse tanto como un atleta en un partido importante – o
como un bombero en un incendio – o un paramédico trabajando en un
accidente. El distraerse en estos casos puede ser fatal. La iglesia
de hoy necesita oír esto. Muchos cristianos hoy no sienten esta urgencia
– no consideran que la eternidad está en juego y sobresaltan al oír la palabra
evangelizar.
Cuando gente toma en
serio la llamada a la oración y al servicio podemos ver los resultados.
El ministerio de Madre Teresa es un ejemplo familiar. Hay un sinnúmero de
cristianos por el mundo, incluyendo algunos en su propia comunidad, que están
haciendo grandes obras por Cristo.
VERSÍCULOS
5-6: PAZ
SEA A ESTA CASA
5En cualquiera casa
donde entrareis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. 6Y si
hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se
volverá a vosotros.
Mientras que los
setenta no han de distraerse por el camino con cortesías sociales (v. 4), sí
han de observarlas una vez que lleguen a su destino.
La paz que se ofrece
es más que un simple saludo. Es un regalo substancial – la paz de Dios
(Num. 6:26; Isa. 26:12; Lucas 1:79; 2:14; Hechos 10:36; Rom. 5:1) – un regalo
de salvación que bendice a todo el que la reciba y que regresa al que la da al
ser rechazada. El castigo por rehusarla es, simplemente, la pérdida de la
paz – los setenta no han de vengarse contra aquéllos que les rechazan (véase
9:5, 54-56).
Jesús pide a los
setenta que ofrezcan la paz sin primero averiguar el valor del recipiente y sin
adivinar si el recipiente la aceptará o rechazará. “Uno no debe resentir
el conceder la paz mesiánica: porque la paz no permanecerá donde no se
aprecia. Pero en caso de que si permanezca, el mensajero, en efecto, se
ha reproducido, tal como Elías hizo al final de su ministerio al pasar la obra
a Eliseo (2 Reyes 2:15)” (Nolland).
VERSÍCULOS 7-11: SE HA LLEGADO A VOSOTROS EL REINO DE DIOS
7Y posad en aquella
misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de
su salario. No os paséis de casa en casa. 8Y en cualquiera ciudad
donde entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante; 9Y
sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado a vosotros el
reino de Dios. 10Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os
recibieren, saliendo por sus calles, decid: 11Aun el polvo que se nos ha
pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en vosotros: esto empero
sabed, que el reino de los cielos se ha llegado a vosotros.
“Y posad en aquella
misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren” (v. 7). Un discípulo
aprovechado se sentiría tentado a ir de casa en casa buscando hospitalidad –
siempre buscando mejor comida y alojamiento. Jesús manda a los setenta
que dejen ese comportamiento aprovechado y que se fijen en el propósito por el
que han venido. Ir de casa en casa no solo les robaría de fuerzas y
tiempo, sino que también ofendería a aquéllos cuya hospitalidad han
rechazado. Los setenta han de estar al tanto de los sentimientos de
otros, no vaya a ser que pierdan una oportunidad de ganárselos para Cristo.
“Porque el obrero
digno es de su salario” (v. 7). Habitantes locales han de proveer
hospitalidad para los setenta, quienes son dignos de ella (véase Gal. 6:6; 1
Timoteo 5:18). Discípulos pueden esperar que se provean sus necesidades,
pero no deben esperar que se haga con lujo.
“Comed lo que os
pusieren delante” (v. 8). Por el momento, el caso solo se refiere a la
calidad de la comida y si está autorizada por ley judía o no – los setenta se
encontrarán trabajando entre judíos y samaritanos que observan leyes
dietéticas. Años después, sin embargo, misionarios cristianos entrarán en
barrios gentiles donde no se observan las leyes de la dieta judía. En este
caso, han de hacer lo mismo – testimonio efectivo es más importante que las
sensibilidades personales del discípulo (Hechos 10; Rom. 14:13-23; 1 Cor. 8).
“Y sanad los
enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado a vosotros el reino de
Dios” (v. 9). Sanar enfermos en un acto de compasión, pero también
recuerda que el reino de Dios se ha acercado. Esta combinación de
compasión y proclamación – obra y palabra – sirve de testimonio poderoso aún
hoy. La persona hambrienta a quien se le da de comer – la persona sin
hogar que es alojada – el enfermo sanado – el herido cuyas heridas son curadas
– esta gente se encontrará atraída hacia la persona que les ha ayudado – y
también a la fe de esa persona. Es importante que en el momento de servir
dejemos saber a los que ayudamos que lo hacemos por nuestro amor a Jesús, quién
primero nos amó a nosotros. De otra manera, no harán la conexión
entre la ayuda que han recibido y el Cristo que nos motivó a
dársela. En ese caso nuestro mayor propósito, que es la proclamación del
reino de Dios, será perdido.
“Aun el polvo que se
nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en vosotros” (v.
11). Recientemente, samaritanos han rechazado a Jesús (9:52-54).
Ahora, Jesús les prepara para ser recibidos de la misma manera. Si son
rechazados, los discípulos han de sacudir el polvo de sus pies, un acto de
repudiación. Han de hacerlo de manera pública, declarando su motivo, y de
nuevo han de proclamar, “ha llegado el reino de Dios.” Éste es un aviso,
no una retaliación – intencionada para convertir – no para herir.
Aquéllos que observen la repudiación pueden ser persuadidos a escuchar.
El Dios de la Segunda Oportunidad todavía está obrando.
“La actividad
misionera es contraria a la que ahora asociamos con la obra misionera de la
iglesia. En este caso no existía la proclamación continua de buenas
noticias, no había paciencia para los que dudaban ni con los recalcitrados, no
se esperaba hasta que la oposición se arrepintiera: en vez, existía una
urgencia temerosa de todo ello. ‘Ahora o nunca.’ Existe una
oportunidad, ... como si se tratase de una misión de rescate en un barco que se
hunde” (Kee y Gomes, 50).
“Sabed, que el reino
de los cielos se ha llegado a vosotros” (v. 11). Acepte o rechace el
oyente este mensaje, este hecho permanece. El oyente será responsable por
su respuesta. La promesa de Dios se convierte en un juicio para aquél que
la rechace.
VERSÍCULOS
12-15: LOS
DE SODOMA TENDRÁN MÁS REMISIÓN
12Y
os digo que los de Sodoma tendrán más remisión aquel día, que aquella ciudad.
13¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón
hubieran sido hechas las maravillas que se han hecho en vosotras, ya días ha
que, sentados en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido. 14Por
tanto, Tiro y Sidón tendrán más remisión que vosotras en el
juicio. 15Y tú, Capernaum, que hasta los cielos estás levantada,
hasta los infiernos serás abajada.
El leccionario se
salta estos versículos, pero es bueno recordar que están ahí. Versículo
12 es importante, particularmente porque acompaña a los versículos previos y
explica las calamidades que esperan a los que rechazan la proclamación del
reino de Dios.
Corazín, Betsaida, y
Capernaum son ciudades en la orilla norte del Mar Galileo, no están lejos de
donde Jesús pasó su niñez. Como adulto, Jesús hizo su hogar en Capernaum
(Mateo 4:13) y pasó bastante tiempo enseñando allí. Se fue a Capernaum
inmediatamente después de cumplir su primer milagro en Cana (Juan 2:12), y su
segundo milagro era sanar a un niño de Capernaum (Juan 4:46-54). En otras
palabras, Capernaum ya conocía bien a Jesús, y tuvo varias oportunidades para
observar sus enseñanzas y el poder de Dios. Como resultado, serán
juzgados aún más severamente que Tiro y Sidón, cuyos pecados podrían haber sido
peores, pero que no hubieran beneficiado de conocer a Jesús
personalmente. Versículos 12-15 refuerzan el mensaje de responsabilidad
que encontramos en 7-11.
VERSÍCULO 16:
EL QUE A VOSO TROS OYE, A MI OYE
16El que a vosotros
oye, a mí oye; y el que a vosotros desecha, a mí desecha; y el que a mí
desecha, desecha al que me envió.
El que es enviado
tiene la autoridad del que le envía. El agente del rey está envuelto en
la identidad del rey. El rey observará para ver como son recibidos sus
emisarios, y responderá según lo que observa.
VERSÍCULOS 17-20: Y VOLVIERON LOS SETENTA CON GOZO
17Y volvieron los
setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. 18Y
les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del cielo. 19He
aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y
sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. 20Mas no os gocéis
de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres
están escritos en los cielos.
“Y volvieron los
setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu
nombre” (v. 17). Al comisionar a los doce, Jesús les concedió poder sobre
los demonios (9:1), pero no mencionó demonios al comisionar a los
setenta. En el capítulo previo, los discípulos fallaron al exorcizar un
demonio (9:40). Sin embargo, sabemos ahora que han ganado el poder sobre
los demonios y que se asombran por su nuevo poder, el cual se hace aún mejor
dada la reciente derrota sobre un demonio. Su victoria vino a través del
nombre de Jesús. En Hechos de los Apóstoles, Lucas continuará relatando
como los discípulos encuentran poder y autoridad a través del nombre de Jesús
(Hechos 2:21; 3:6, 16; 4:7-12, 17-20; 10:43; 16:18).
“Y les dijo: Yo veía
a Satanás, como un rayo, que caía del cielo” (v. 18). “‘Satanás’ es la
transliteración de la palabra hebrea que describe el archienemigo de Dios y de
la humanidad... Generalmente es traducido al griego con la palabra ‘demonio,’ aunque
en los Hechos de Lucas también se utiliza ‘Satanás’.” Aunque Isaías 14:12
se refiera a la caída original de Satanás, la mayoría de las referencias a él
se refieren a su futura caída o derrota” (Stein, 309).
“Jesús acababa de
utilizar imágenes de Isaías para describir el descenso a Capernaum (v. 15;
Isaías 14:1-27); lo mismo se utiliza ahora en cuanto a Satanás, cuya pretensión
a la gloria y la alianza (cf. 4:5-7; cf. Isaías 14:13) lo antecede y hasta
manda su caída. El uso de imágenes de Isaías es importante para Lucas,
que después relaciona la posición de Capernaum y de Satanás como terminadas
contra Dios” (Green, 418).
Las escrituras
incluyen varias referencias a Satanás viviendo en el cielo (Job 1:6; 2:1;
Zacarías 3:1), la caída del cielo de Satanás (Isaías 14:12; Juan 12:31; Rev.
12:7-9), y la derrota de Satanás (Hebreos 2:14). Su posición en el cielo
le dio poder, y su expulsión del cielo representa su derrota. “Mientras
Jesús mira, Satanás estalla con una explosión de luz fugaz, como una vela
romana, y la catarata de chispas cae lentamente hacia la tierra. Satanás
ya no puede ser restaurado a su antiguo lugar poderoso mucho menos que alguien
pudiera recomponer la vela romana después de quemarla. Para Satanás, se
acabó el programa” (Ringe, 154).
“He aquí os doy
potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda
fuerza del enemigo, y nada os dañará” (v. 19). Jesús les dio a los
discípulos poder sobre lo malvado, representado aquí por símbolos del mal:
serpientes y escorpiones. Algunos cristianos hoy, que toman este
versículo de manera literal, creen que manipular serpientes venenosas es una
prueba de fe. Sin embargo, “‘nada os dañará’ también se podría traducir
como ‘en nada te dañará (el enemigo)’... La segunda traducción es más adecuada
para la segunda narrativa” (Tannehill, 178). Traducido de esta manera,
Jesús promete protección contra el enemigo – Satanás – en vez de protección
contra serpientes y escorpiones.
“Mas no os gocéis de
esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres
están escritos en los cielos” (v. 20). Tener sus nombres escritos en el
cielo les da mucho más privilegio que el que les da su recién encontrado poder
sobre demonios. Los discípulos han sido ciudadanos de una pequeña nación
ocupada – obligados a pagar tributos a los romanos – obligados a cargar las
penas del soldado romano de milla a milla – requeridos a obedecer al gobernador
romano. Ahora son ciudadanos del reino de Dios. Su poder sobre
demonios sí es causa para regocijo, pero su ciudadanía en el reino es el mayor
regalo.
VIERNES
05
LUCAS
10, 13-16
● El evangelio de hoy da continuidad al
envío de los setenta y dos discípulos y discípulas (Lc 10,1-12). Al final de
este envío Jesús decía que había que sacudirse el polvo de los zapatos cuando
los misioneros no fueran recibidos (Lc 10,10-12). El
evangelio de hoy acentúa y amplía las amenazas a los que no aceptan recibir la
Buena Noticia.
● Lucas 10,13-14: Ay de ti Corazón y Betsaida. El espacio por donde Jesús anduvo durante aquellos tres años de su vida misionera era pequeño. Abarcaba unos pocos kilómetros cuadrados a lo largo del Mar de Galilea alrededor de las ciudades de Cafarnaún, Betsaida y Corazín. Fue en este espacio tan pequeño que Jesús realizó la mayor parte de sus discursos y milagros. El vino a salvar a la humanidad entera, y casi no salió del limitado espacio de su tierra. Trágicamente, Jesús tuvo que constatar que la gente de aquellas ciudades no quiso aceptar el mensaje del Reino y no se convirtió. Las ciudades se encerraron en la rigidez de sus creencias, tradiciones y costumbres y no aceptaron la invitación de Jesús para mudar de vida. “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido.” Jesús compara las dos ciudades con Tiro y Sidón que, en el pasado, fueron enemigos temibles de Israel, maltrataron al pueblo de Dios. Por eso, fueron maldecidas por los profetas (Is 23,1; Jr 25,22; 47,4; Ez 26,3; 27,2; 28,2; Jl 4,4; Am 1,10). Y ahora, Jesús dice que estas mismas ciudades, símbolos de toda la maldad hecha al pueblo en el pasado, se hubieran convertido si hubieran acontecido tantos milagros como en Corazón y en Betsaida.
● Lucas 10,15: ¡Ay de ti Cafarnaún! “Y tú, Cafarnaún, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Jesús evoca la condena que el profeta Isaías lanzó contra Babilonia. Orgullosa y prepotente, Babilonia pensaba:”Voy a subir hasta el cielo, y levantaré mi trono encima de las estrellas de Dios; me sentaré en la montaña donde se reúnen los dioses, allá donde el Norte se termina; subiré a la cumbre de las nubes, seré igual al Altísimo" (Is 14,13-14). ¡Pensaba! Pero se engañaba de lo lindo. Aconteció lo contrario. Dice el profeta: “Mas, ¡ay! has caído en las honduras del abismo, en el lugar adonde van los muertos” (Is 14,15). Jesús compara Cafarnaún a esta terrible Babilonia que destruyó la monarquía y el templo y llevó al pueblo al cautiverio del cual no se recupero nunca jamás. Al igual que Babilonia, Cafarnaún pensaba ser algo, pero fue a parar en la sima del infierno. El evangelio de Mateo compara Cafarnaún con la ciudad de Sódoma, símbolo de la peor perversión, que fue destruída por la ira de Dios (Gén 18,16 a 19,29). Sódoma se hubiese convertido si hubiese visto los milagros que Jesús hizo en Cafarnaún (Mt 11,23-24). Hoy sigue la misma paradoja. Muchos de nosotros, que somos católicos desde la infancia, tenemos tantas convicciones consolidadas, que nadie es capaz de convertirnos. Y en algunos lugares, el cristianismo, en vez de ser fuente de cambio y de conversión, se ha vuelto el reducto de las fuerzas más reaccionarias de la política del país.
● Lucas 10,16: Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado. La frase acentúa la identificación de los discípulos con Jesús en cuanto rechazado por las autoridades. En Mateo la misma frase de Jesús colocada en otro contexto, acentúa la identificación de los discípulos con Jesús en cuanto acogido por el pueblo (Mt 10,40). Tanto en el uno como en el otro caso, es en la entrega total que los discípulos se identifican con Jesús y que se realiza su encuentro con Dios, y que Dios se deja encontrar por aquel que le busca.
SABADO
06
LUCAS
10, 17-24
VERSÍCULO 16: EL QUE A VOSOTROS OYE, A
MI OYE
16El
que a vosotros oye, a mí oye; y el que a vosotros desecha, a mí desecha; y el
que a mí desecha, desecha al que me envió.
El
que es enviado tiene la autoridad del que le envía. El agente del rey
está envuelto en la identidad del rey. El rey observará para ver como son
recibidos sus emisarios, y responderá según lo que observa.
VERSÍCULOS 17-20: Y VOLVIERON LOS SETENTA
CON GOZO
17Y
volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos
sujetan en tu nombre. 18Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo,
que caía del cielo. 19He aquí os doy potestad de hollar sobre las
serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os
dañará. 20Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan;
antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
“Y volvieron los
setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu
nombre” (v. 17). Al comisionar a los doce, Jesús les concedió poder sobre
los demonios (9:1), pero no mencionó demonios al enviar a los setenta. En
el capítulo previo, los discípulos fallaron al exorcizar un demonio
(9:40). Sin embargo, sabemos ahora que han ganado el poder sobre los
demonios y que se asombran por su nuevo poder, el cual se hace aún mejor dada
la reciente derrota sobre un demonio. Su victoria vino a través del
nombre de Jesús. En Hechos de los Apóstoles, Lucas continuará relatando
como los discípulos encuentran poder y autoridad a través del nombre de Jesús
(Hechos 2:21; 3:6, 16; 4:7-12, 17-20; 10:43; 16:18).
“Y les dijo: Yo veía
a Satanás, como un rayo, que caía del cielo” (v. 18). “‘Satanás’ es la
transliteración de la palabra hebrea que describe el archienemigo de Dios y de
la humanidad... Generalmente es traducido al griego con la palabra ‘demonio,’
aunque en los Hechos de Lucas también se utiliza ‘Satanás’.” Aunque
Isaías 14:12 se refiera a la caída original de Satanás, la mayoría de las
referencias a él se refieren a su futura caída o derrota” (Stein, 309).
“Jesús acababa de
utilizar imágenes de Isaías para describir el descenso a Capernaum (v. 15;
Isaías 14:1-27); lo mismo se utiliza ahora en cuanto a Satanás, cuya pretensión
a la gloria y la alianza (cf. 4:5-7; cf. Isaías 14:13) lo antecede y hasta
manda su caída. El uso de imágenes de Isaías es importante para Lucas,
que después relaciona la posición de Capernaum y de Satanás como terminadas
contra Dios” (Green, 418).
Las escrituras
incluyen varias referencias a Satanás viviendo en el cielo (Job 1:6; 2:1;
Zacarías 3:1), la caída del cielo de Satanás (Isaías 14:12; Juan 12:31; Rev.
12:7-9), y la derrota de Satanás (Hebreos 2:14). Su posición en el cielo
le dio poder, y su expulsión del cielo representa su derrota. “Mientras
Jesús mira, Satanás estalla con una explosión de luz fugaz, como una vela
romana, y la catarata de chispas cae lentamente hacia la tierra. Satanás
ya no puede ser restaurado a su antiguo lugar poderoso mucho menos que alguien
pudiera recomponer la vela romana después de quemarla. Para Satanás, se
acabó el programa” (Ringe, 154).
“He aquí os doy
potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda
fuerza del enemigo, y nada os dañará” (v. 19). Jesús les dio a los
discípulos poder sobre lo malvado, representado aquí por símbolos del mal:
serpientes y escorpiones. Algunos cristianos hoy, que toman este
versículo de manera literal, creen que manipular serpientes venenosas es una
prueba de fe. Sin embargo, “‘nada os dañará’ también se podría traducir
como ‘en nada te dañará (el enemigo)’... La segunda traducción es más adecuada
para la segunda narrativa” (Tannehill, 178). Traducido de esta manera,
Jesús promete protección contra el enemigo – Satanás – en vez de protección
contra serpientes y escorpiones.
“Mas no os gocéis de
esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres
están escritos en los cielos” (v. 20). Tener sus nombres escritos en el
cielo les da mucho más privilegio que el que les da su recién encontrado poder
sobre demonios. Los discípulos han sido ciudadanos de una pequeña nación
ocupada – obligados a pagar tributos a los romanos – obligados a cargar las
penas del soldado romano de milla a milla – requeridos a obedecer al gobernador
romano. Ahora son ciudadanos del reino de Dios. Su poder sobre
demonios sí es causa para regocijo, pero su ciudadanía en el reino es el mayor
regalo.
Lo importante de la
historia es lo siguiente: si dejamos siquiera un pequeño espacio en nuestras
vidas para que el diablo cuelgue su basura, entonces arruinará nuestras vidas.
DOMINGO
07
MARCOS
10, 2-12
VERSÍCULOS 1:16 –
3:6: EL CONTEXTO
El texto de 1:16 –
2:12 se aproxima al de 2:13 – 3:6. En ambos, una llamada al discipulado
es seguida por historias de la actividad de Jesús. Aun así, las historias
en 1:16 – 2:12 son generalmente positivas y terminan con la respuesta de la
multitud, “Nunca tal hemos visto” (2:12), mientras que las historias en 2:13 –
3:6 son generalmente negativas y terminan con los fariseos y herodianos
conspirando para matar a Jesús (3:6) (Jensen).
El tema más importante
de 1:16 – 3:6 es la autoridad de Jesús (griego: exousia) y el
conflicto que Jesús provoca con líderes religiosos (quienes se consideran
autoridades religiosas) al ejercer su autoridad:
─ Jesús dijo, “Venid en pos de mí,” y
“luego, dejadas sus redes (Simón y Andrés), le siguieron” (1:17-18). La
palabra de Jesús tiene la autoridad de alentar obediencia.
─ Jesús, “les enseñaba como quien
tiene potestad, y no como los escribas” (1:22).
─ Estaban asombrados, y preguntaban, “¿Qué
es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun a los espíritus
inmundos manda, y le obedecen? (1:27).
─ Jesús demuestra su potestad sobre
enfermedades
y demonios (1:29-34).
─ Jesús demuestra su “potestad en la
tierra de perdonar los pecados” al sanar al paralítico (2:10-12).
Al verse
confrontados con las muchas pruebas de que Jesús tiene la autoridad de Dios,
fariseos y herodianos no acogen a Jesús, sino que conspiran para destruirle
(3:6).
2:1-12 es la primera
de una serie de cinco historias de controversia que muestran, en estos primeros
capítulos de Marcos, como la autoridad de Jesús supera la de las autoridades
judías – y como rechazan su autoridad. No es probable que estas cinco
historias ocurrieran en el mismo orden que Marcos las relata. Es más
probable que Marcos coleccionara estas historias de varios lugares y las
agrupara al principio de su relato del ministerio de Jesús. Las cinco
historias aparecen estructuradas de la siguiente manera:
A: El sanar del
paralítico (2:1-12)
B: La llamada del publicano y el comer con publícanos y pecadores (2:13-17)
C: La cuestión del ayuno (2:18-22)
B’: La defensa de los discípulos por parte de Jesús, por cosechar en el sábado
(2:23-28)
A’: El sanar del
hombre de la mano marchita (3:1-6)
En esta estructura,
el sanar del paralítico (A) se paralela al sanar del hombre de la mano marchita
(A’). Las otras tres historias “tienen que ver con alimentación y ayuno”
(Witherington, 110).
Entonces, al
comienzo del ministerio de Jesús, Marcos relata cinco historias de
controversia. Hacia el final del ministerio de Jesús, Marcos relatará
cinco historias más de controversia (11:27-33; 12:1-12, 13-17, 18-27, 38-44).
La historia del
sanar del paralítico (2:1-12) – nuestra lección del Evangelio – “es una
diminuta versión del Evangelio entero: la enseñanza y el sanar de Jesús, Jesús
acusado de blasfemia, Jesús vindicado. El sanar del hombre paralítico
marca la nueva vida que el mismo Jesús tendrá en la resurrección, y compartirá
con todos los que la quieren” (Wright, 17).
VERSÍCULOS 1-2: YA NO CABÍAN NI AUN A LA PUERTA
1Y entró otra vez en
Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa. 2Y luego
se juntaron a él muchos, que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba (griego: elalei –
de laleo – hablar o predicar) la palabra (griego: ho
logos).
“Y entró otra vez en
Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa” (v.
1). Capernaum es el hogar de Jesús (Mateo 4:13; Marcos 2:1) y el centro
de su temprano ministerio. En el Evangelio de Marcos, Jesús comienza su
ministerio cerca de Capernaum cuando llama a cuatro discípulos (1:16-20) y al
obrar varios milagros de sanar en la ciudad (1:21-34). Entonces, va
predicando por Galilea (1:35ff). Ahora regresa a Capernaum donde con esta
historia le encontramos en casa. No está claro si tiene su propia casa o
si vive con Pedro y Andrés, y sus familias (1:29), esto parece probable.
Es difícil imaginar que Jesús mantuviera un hogar del cual para tanto tiempo
fuera.
“Y luego se juntaron
a él muchos, que ya no cabían ni aun a la puerta” (v.
2a). Una multitud de gente se reúne enfrente de la casa, tapando la
puerta. En este Evangelio, a menudo aparecen multitudes alrededor de
Jesús pero, mientras puede que respondan con maravilla a estos milagros, no
responden convirtiéndose en discípulos. Son pasivos y particulares.
“El único y más común atributo de las multitudes en el Evangelio de Marcos es
que impiden el acceso a Jesús… Por lo tanto, Jesús disfraza sus enseñanzas
hablándoles en parábolas (e.g., 4:33-34; 7:17).
Interesantemente,
las palabras griegas para ‘multitud’ (ochlos) y ‘casa’ (oikos)
producen una rima de aliteración. Casas o lugares privados, en contraste,
proporcionan un lugar de revelación especial e instrucción de los discípulos,
inclusive los miembros del círculo íntimo de Marcos… El contraste entre
‘multitud’ y ‘casa’ ayuda a ilustrar un tema más grande en Marcos, que el
entusiasmo por Jesús y la proximidad a él no son lo mismo que la fe – y estos
dos pueden llegar a oponerse a la fe (e.g., 11:1-11)” (Edwards, 74).
“y les predicaba la
palabra (griego: logos)” (v.
2b). Predicar la palabra es clave para el ministerio de Jesús.
Comenzó su ministerio público enseñando la palabra con autoridad en la sinagoga
de Capernaum, donde expulsó un demonio (1:21-28), y dejó Capernaum “para que
predique” en otro lugar (1:38). Predicar la palabra también será el
centro del ministerio de la iglesia (Hechos 6:4; 8:4; 17:11; Galatos 6:6; Colosos
4:3). Jesús pronuncia la palabra y, al mismo tiempo, es la Palabra (Juan
1:1).
VERSÍCULOS 3-5: HIJO, TUS PECADOS TE SON PERDONADOS
3Entonces vinieron a
él unos trayendo un paralítico, que era traído por cuatro. 4Y como no
podían llegar a él a causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba, y
haciendo abertura, bajaron el lecho (griego: krabatton –
un lecho que un pobre podría utilizar de cama y que serviría de camilla) en
que yacía el paralítico. 5Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al
paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
“Entonces vinieron a
él unos trayendo un paralítico, que era traído por cuatro”(v.
3). No sabemos lo grande que es este grupo. Cuatro de ellos pueden
llevar la camilla, pero hay otros también.
“Y como no podían
llegar a él a causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba” (v.
4a). Hacen una abertura en el tejado para bajar a su amigo a la presencia
de Jesús. En una casa típica de aquel día, el tejado sería plano y
estaría sostenido por vigas atravesadas sobre las paredes y compuesto de una
mezcla de barro y paja. En las noches calurosas, gente a menudo dormía en
el tejado, y el tejado les concedía un retiro privado de un hogar
ocupado. Generalmente, había una escalera afuera que permitía acceso al
tejado. Subir a un hombre paralítico por la escalera no era nada fácil, y
requeriría valor por parte del paralítico. Hacer una abertura en el
tejado sería una solución valiente para la falta de acceso a Jesús.
Algunos eruditos dicen que es fácil reparar un tejado de barro y paja, pero es
difícil reparar un tejado para que no gotee. El daño no es trivial.
Incluye “una gran obra de demolición” (France, 123).
“y haciendo
abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico” (v.
4b). Imagine cómo ha de sentirse este hombre paralítico. No estaría
atado a un lecho tieso – esta camilla sería algo floja para llevar a una
persona. Sus amigos seguramente no hicieron una abertura lo
suficientemente grande para poder bajarle de manera horizontal. Ni
estarían entrenados en como transportar pacientes en camillas. Es
probable que el hombre paralizado sufriera algunos golpes mientras sus amigos
le bajaban por el tejado.
Además, seguramente
este hombre está acostumbrado al silencio y la soledad de un cuatro de
enfermos. Ser el centro de atención entre una multitud sería una
situación muy incómoda para él, tal como sería este difícil trayecto.
Pero era un hombre
sin esperanza – pero en este momento tiene esperanza que el que sana hará para
él lo que ha hecho por otros. Este sería un momento de anticipación casi
inimaginable – y de bastante ansiedad.
“Y viendo Jesús la
fe de ellos” (v. 5a). La fe que Jesús
ve no se trata simplemente de una fe intelectual o emocional, sino de una fe
manifestada por medio de una obra determinada y visible. Jesús puede leer
los corazones de la gente (v. 8), pero aquí no necesita hacerlo. La fe de
estos hombres es obvia y todos la pueden ver.
Unos eruditos
sugieren que los que llevan la litera son los que tienen fe en lugar del
paralítico, pero no hay nada en el texto que lo sugiera. Supuestamente,
el paralítico es pleno partícipe en esta obra. Nadie le tiene que llevar
a la fuerza. No obstante, es el recipiente de la fe de aquéllos que le
llevan. Es por la fe de ellos tanto como por la suya (quizá aún más que
la suya) lo que posibilita su sanar. Sin su fuerte confianza en que Jesús
le ayudará, el hombre nunca habría visto a Jesús. Sin su fuerte
determinación de sobrepasar las dificultades impuestas por la multitud, el
sanar nunca habría tomado lugar.
En este Evangelio,
Jesús premia la fe que persiste frente obstáculos:
─ Jairo no es disuadido por vecinos que le
piden
que no moleste más a Jesús, porque su hija ya ha muerto. En vez, Jairo y
su esposa van con Jesús al lecho de la niña, y Jesús le dice a la niña
“levántate” (griego: egeire – la misma palabra que utiliza en
2:11 para mandar al paralítico que se levante y tome su lecho, y una palabra
que será utilizada para la resurrección de Jesús). La niña inmediatamente
se levanta y anda – causando el espanto de todos (5:21-24, 35-43).
─ El ciego Bartimeo no será disuadido por
transeúntes que le mandan callar, en cambio, clama aún más fuerte, “Hijo de
David, ten misericordia de mí.” Jesús le sana, diciendo, “Ve, tu fe te ha
salvado” (10:46-52).
─ Cuando el padre de un niño que sufre de
convulsiones dice, “si puedes algo,” Jesús responde, “Si puedes creer, al que
cree todo es posible” (9:23) – y sana al niño cuando el padre responde con fe.
Pero en Nazarea
Jesús “no pudo hacer allí alguna maravilla” por la incredulidad de ellos
(6:1-6a). En dos ocasiones, regañará a los discípulos por su falta de fe
(4:40; 16:14).
“dice al paralítico:
Hijo, tus pecados te son perdonados” (v. 5b).
Nosotros (y sin duda el paralítico) esperamos que Jesús diga, “Levántate, y
toma tu lecho y anda,” pero eso vendrá más adelante (v. 9). En vez, Jesús
dice “Hijo, tus pecados son perdonados” (v. 5). Anote que no dice que él
perdona los pecados del hombre. La voz pasiva (“son perdonados”) sugiere
dos posibilidades. Una es que Jesús perdona los pecados del hombre.
La otra es que Dios ha perdonado los pecados del hombre, y que Jesús
simplemente obra como agente de Dios al anunciar el perdón de Dios.
En cualquier caso
(que Jesús perdone o que simplemente anuncie el perdón de Dios), sus palabras
hacen surgir dos temas:
─ Primero, ¿qué autoridad tiene Jesús para
perdonar los pecados del hombre? Esta es la cuestión que precipita el
desacuerdo con los escribas en vv. 6-7.
─ Segundo, ¿cuál es la relación entre el
pecado y la enfermedad? En aquel entonces, gente podría
decir que la enfermedad era el juicio de Dios sobre el pecado. “La
parálisis, como muchas enfermedades, se atribuía al pecado (véase Juan 9:2)…
La cojera constituía una forma de impureza en el Antiguo Testamento
(Levítico 21:18), y en Qumran ‘los cojos, ciegos, y minusválidos no podían
participar plenamente en la vida de la comunidad” (Donahue & Harrington,
93).
Según nuestro punto
de vista científico, no estamos de acuerdo. Los virus y la bacteria
causan enfermedades – el remedio son los antibióticos. Nervios pinchados
pueden causar parálisis – el remedio es la cirugía. Aunque no sabemos la
causa ni el remedio de cada enfermedad, sí sabemos mucho y aprendemos cada día
más. No debemos “culpar al enfermo,” atribuyendo la enfermedad al pecado.
Hacer esto solo empeora la vida de la persona que sufre.
Como siempre, la
verdad se encuentra en algún lugar entre los dos extremos. Algunas
enfermedades, físicas y emocionales, son el resultado de comportamiento
específico. Si creemos en el pecado, hemos de admitir que algunos
comportamientos que causan enfermedades son pecado. En algunos casos, el
comportamiento pecador era el de la persona enferma (algunos ejemplos obvios
son gente que fuma, abusa drogas, o se involucra en sexo promiscuo). En
otros casos, el comportamiento pecador de una persona causa enfermedad en otros
(un hijo que ve como su padre abusa de su madre puede sufrir de una enfermedad
emocional como resultado). Otras enfermedades nos surgen “de la
nada.” Gente santa muere de enfermedades igual que el peor pecador.
Jesús dijo, “Hijo,
tus pecados son perdonados” como si conociera el corazón del paralítico.
“El orden griego de las palabras enfatiza ‘tus’ (Hare, 36), sugiriendo que
Jesús se dirige a la situación particular de este hombre:
─ Quizá el hombre ha llevado una vida
descuidada que, de alguna manera, ha resultado en parálisis.
─ Quizá su parálisis es psicosomática,
resultado de su sentido de culpabilidad por el pecado real o imaginado.
─ Quizá él es pecador solo en el sentido
en que todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos
3:32).
─ Quizá simplemente se siente culpable
porque interpreta su enfermedad como castigo por sus pecados. Cualquier
persona que sufre de una grave enfermedad o de una pérdida
tiende a cuestionar lo que él o ella ha hecho para merecer tal cosa. Si
esto es verdad para la gente de hoy día, imagine cuanto más real sería este
sentimiento para la gente de aquel entonces.
“Hijo, tus pecados
son perdonados.” Ésta es una palabra pastoral para alguien herido en
espíritu tanto como en cuerpo. Esta palabra le asegura que no necesita
temer que Dios esté esperando a la vuelta de la esquina para hacerle caer de
nuevo. Seguramente, el hombre espera que Jesús tome el próximo paso y
sane su cuerpo. Parece posible, no obstante, que por el momento el hombre
sienta el descanso que viene al ver que su alma ha sido sanada.
“Hijo, tus pecados
son perdonados.” Éste puede ser un “pasivo divino,” una manera de
referirse a la acción de Dios sin pronunciar su nombre. Los judíos tienen
cuidado de no utilizar el nombre de Jesús a no ser que lo tomen en vano.
Quizá Jesús no esté perdonando al hombre, en vez, simplemente reconoce el
perdón de Dios. Esto se parece al trabajo de un sacerdote, que cumple un
rito de redención, solo actuando como intermediario de Dios – Dios es el que
perdona (Levítico 4:26, 31).
“La ruptura en el
orden de la historia (v. 5), reforzada por una declaración del Señor (v. 10),
subraya el perdón de pecados como el punto principal de esta historia”
(Williamson, 64).
Solo existe otra
historia más en los Evangelios en que Jesús pronuncia el perdón de los pecados
– la historia de la mujer que lava los pies de Jesús con sus lágrimas (Lucas
7:48).
Anote que el perdón
de los pecados no cura la parálisis de este hombre. Es perdonado pero,
aún así, no puede andar. Ha recibido una palabra bendita de Jesús, pero
todavía necesita otra.
VERSÍCULOS 6-7: BLASFEMIAS DICE
6Y estaban allí
sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus
corazones, 7Decían: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede
perdonar pecados, sino solo Dios?
“Y estaban allí
sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones” (v.
6). Estos escribas están sentados, la postura en la que enseñan.
Más adelante, Jesús les acusará de buscar los mejores asientos en la sinagoga
(12:39). Su postura gentil parece fuera de lugar en esta entrada tan
aglomerada, indicando que Marcos ha combinado dos historias aquí – una historia
de sanar y una historia de controversia. Así es el carácter de Marcos,
que también inserta la historia de la mujer con una hemorragia en la historia
de la curación de la hija de Jairo (5:21-43) – y la historia de la limpieza del
templo dentro de la historia de la higuera (11:12:25).
Los escribas son
intérpretes ordenados y autorizados por la ley del Tora. Porque sabemos
que se oponen a Jesús, los identificamos rápidamente como malos. De
hecho, están ansiosos de complacerle a Dios y son devotos de la ley de
Dios. Estudian la ley de Dios en detalle meticuloso para que puedan guiar
a la gente por el buen camino. Si a veces fallan al no ver el bosque por
los árboles, ¿cuál de nosotros está capacitado para juzgar sus fallos?
“¿Por qué habla éste
así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?” (v.
7). En silencio, los escribas juzgan a Jesús por usurpar la prerrogativa
de Dios al perdonar pecados. Aunque es posible que una persona perdone un
pecado cometido contra él o ella, cada pecado es, al final, un pecado contra
Dios. David capta esta idea perfectamente cuando escribe, “A ti, a ti
solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos” (Salmo 51:4a).
Escribió este salmo después de haber cometido adulterio con Bathsheba y de
haber asesinado a Uriah, el marido de Bathsheba. De hecho, había pecado
fuertemente contra Uriah y Bathsheba y como rey, había pecado contra todos sus
súbditos. Sin embargo, su pecado más grande fue en contra de Dios, y solo
Dios podía perdonar ese pecado (Salmo 51:1-3; 85:2). “No hay nada en la
literatura judía que sugiera que cualquier hombre – ni siquiera un mesías –
tuviera la autoridad de perdonar pecados” (Hooker, 88).
Aún los sacerdotes,
responsables del sistema de sacrificios, declararían ser solo intermediarios de
Dios, porque solo Dios puede perdonar pecados. Los sacerdotes
discutirían, no obstante, que Dios les ha mandado cumplir los ritos de
redención. Por eso, según ellos, es a través de sus varios ministerios
que Dios efectúa el perdón de los pecados. Verían a Jesús como uno que
adopta, no solo las prerrogativas de Dios, sino las sacerdotales también.
Los escribas
declaran a Jesús culpable de blasfemia por haber adoptado la prerrogativa de
Dios. Blasfemia es el más serio de los pecados, y la ley del Tora
especifica que el blasfemador ha de ser apedreado hasta morir (Levítico
24:10-23). Entonces, Marcos hace surgir el tema de blasfemia aún al
comenzar el ministerio de Jesús. Más adelante, el Sanedrín presentará
cargos formales de blasfemia contra Jesús, y eso será la base de su crucifixión
(14:61-64).
VERSÍCULOS 8-9: ¿QUÉ ES MÁS FÁCIL?
8Y conociendo luego
Jesús en su espíritu que pensaban así dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué
pensáis estas cosas en vuestros corazones? 9¿Qué es más fácil, decir al
paralítico: Tus pecados te son perdonados (griego: aphientai –
la voz pasiva sugiere que Dios es el que perdona, en contraste con v.
10), ó decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda?
“Y conociendo luego
Jesús en su espíritu que pensaban así dentro de sí mismos” (v.
8a). Los escribas no han mencionado su descontento pero, como Dios, Jesús
conoce sus corazones.
“¿Por qué pensáis
estas cosas en vuestros corazones? 9¿Qué es más fácil, decir al
paralítico: Tus pecados te son perdonados, ó decirle: Levántate, y toma tu
lecho y anda?” (vv. 8-10). Jesús
contesta sus preguntas, que aún no han declarado, con una pregunta suya.
No les pregunta cuál es más fácil hacer, sino cuál es más fácil decir. Es
más fácil decir, “Tus pecados te son perdonados”o decir,“Levántate, y toma tu
lecho y anda.”
La verdad es que es
más fácil decir “Tus pecados te son perdonados” que decir “Levántate, y toma tu
lecho y anda.” Los que observan no tienen manera de verificar si los
pecados del hombre han sido perdonados, pero fácilmente pueden ver si el hombre
se levanta y toma su lecho y anda. Cuando Jesús dice, “Levántate, y toma
tu lecho y anda,” se pone en una posición peligrosa. Si el hombre logra
levantarse y andar, quedará claro que Jesús obra con el poder de Dios y, por lo
tanto, está en su derecho al decir “Tus pecados te son perdonados.” Sin
embargo, si el hombre no logra levantarse, Jesús será revelado como un fracaso
y un blasfemador. Si se le acusa de blasfemia, podría ser apedreado a
muerte (Levítico 24:16). Con esta pregunta, entonces, Jesús propone una
prueba con la que se pueda verificar su potestad (el sanar) para demostrar lo
que, de cualquier otra manera, no se puede verificar (el perdón). “Jesús
insiste que si sana al hombre, sus enemigos han de reconocer su autoridad de
perdonar el pecado” (Perkins, 551).
VERSÍCULOS 10-12: TODOS SE ASOMBRARON Y GLORIFICARON A
DIOS
10Pues para que
sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar(griego: aphienai –
la voz activa sugiere que el Hijo del Hombre es el que perdona, a diferencia de
v. 9) los pecados, (dice al paralítico): 11A ti te
digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete a tu casa.12Entonces él se levantó
luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se
asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto.
“Pues para que
sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar los
pecados” (v. 10). El título, Hijo del
Hombre, viene de Daniel 7:13, donde Dios “delegó su potestad de absolución a un
‘Hijo del Hombre’ que lleva a cabo su bondadosa voluntad en la esfera terrenal;
por lo tanto, ‘sobre la tierra’ el Hijo del Hombre tiene la autoridad de
perdonar pecados” (Marcus, 223). (NOTA: Daniel 7:13 “ser humano” en lugar
de “Hijo del Hombre).
Este título, Hijo
del Hombre, tiene la ventaja de no llevar ninguna connotación militar asociada
con el título de Mesías. Gente espera que el Mesías levante un ejército,
expulse a los romanos, y que vuelva a establecer el gran reino davídico.
No tienen ninguna esta expectativa del Hijo del Hombre.
Jesús se refiere a
si mismo como Hijo del Hombre con frecuencia. Solo cuatro veces en el
Nuevo Testamento (Juan 12:34; Hechos 7:56; Revelación 1:13; 14:14) aparece
alguien que no sea Jesús que dice la frase, y cuando se utiliza, es para
referirse a Jesús. En el Evangelio de Marcos, Jesús se refiere a si mismo
como el Hijo del Hombre catorce veces. Doce de estas toman lugar después
de que Pedro declare a Jesús el Mesías (8:27-30), y nueve tienen que ver con el
sufrimiento y la muerte de Jesús (8:31, 9:9, 12, 31; 10:33, 45; 14:21 dos
veces, 41). Solo dos veces (2:10, 28) utiliza Jesús la frase antes de la
confesión de Pedro, ambas veces en conexión con los retos a su autoridad y
ortodoxia. Porque Jesús generalmente utiliza la frase para presentar su
pasión a los discípulos, no parece probable que la usara durante la primera
parte de su ministerio en presencia de sus enemigos. En Marcos 2, es
probable que Marcos ponga la frase en labios de Jesús.
Si Jesús utiliza
este título en frente de estos escribas, es significante que no se ofendan
cuando lo usa para referirse a si mismo. Si lo entendieran como un título
mesiánico, seguro que se hubieran ofendido.
Existen por lo menos
tres posibles significados para el título, Hijo del Hombre. Puede
significar (1) la humanidad en general, (2) “Yo el que te habla,” o (3) puede
ser un título mesiánico (Guelich, 89-90). En este contexto de Marcos 2,
Jesús parece utilizarlo como “Yo el que te habla,” pero su uso frecuente del
título en conexión a su pasión sugiere que a menudo lo utiliza como un título
mesiánico. Está claro que el título tiene significado para Jesús, el cuan
irá descubriendo a sus discípulos, pero en esta época de su ministerio, no
parece tener mucho significado para nadie más que Jesús.
En Marcos 2:10,
Jesús parece referirse de nuevo a Daniel 7:13; clamando que Dios le ha delegado
a él la autoridad de perdonar pecados en la tierra; y contrastando el papel de
Dios en el cielo con el del Hijo del Hombre en la tierra. “Este es el
único lugar en el Evangelio donde el perdón de pecados se asocia con el Hijo
del Hombre… Solo a través de la resurrección, la temprana iglesia pudo
reconocer de manera inequívoca la plena extensión de la autoridad de Jesús… El
Cristo resucitado todavía ejerce el perdón de los pecados en la tierra” (Lane,
98).
“A ti te digo:
Levántate, y toma tu lecho, y vete a tu casa” (v.
11). Jesús demuestra su autoridad al mandar al paralítico que tome su
lecho y ande (vv. 9-10). El hombre responde rápidamente haciendo lo que
Jesús le manda. La palabra de Jesús, como la Palabra creativa de Dios en
Génesis 1, es efectiva – tiene potestad – cumple la obra que se propone
cumplir. El resultado es que todos quedan asombrados y glorifican a Dios
– no a Jesús, sino a Dios. Si Jesús fuera de verdad un blasfemador, como
dicen los escribas (v. 7), el resultado final de sus esfuerzos no sería la
glorificación de Dios.
Cuando Marcos dice
que todos se asombraron y glorificaron a Dios, no incluye a los escribas.
Sin duda los escribas están asombrados, pero el éxito de Jesús viene a su
coste. Su continuada oposición (2:13-17) demuestra que no aceptan la
autoridad de Jesús y no se puede esperar que glorifiquen a Dios por los
milagros de Jesús.
“Entonces él se
levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que
todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca tal hemos
visto” (v. 12). “Ellos ya han visto
cosas parecidas (1:32-34), pero esta vez la declaración del perdón de los
pecados, y la valiente defensa de Jesús de su derecho a hacerlo, añade una
nueva dimensión” (France, 129).
LUNES
08
LUCAS
10, 25-37
9:51 – 11:13: DISCÍPULOS MÁS PROFUNDOS
En 9:51, Jesús
comenzó su viaje a Jerusalén y a la cruz, un viaje que continuará hasta la Entrada
Triunfante del capítulo 19. Entonces, mientras viajaba hacia Jerusalén,
cuenta una historia de gente que viaja desde Jerusalén (Van
Harn, 368).
En esta lección del
Evangelio, el abogado le contesta a Jesús diciendo que dos cosas son necesarias
para heredar la vida eterna – amar a Dios y amar al prójimo (v. 27).
Varios eruditos han encontrado una conexión entre la parábola del Buen
Samaritano (vv. 29-37) y la historia que sigue de Marta y María (vv.
38-42). La parábola demuestra lo que significa amar al prójimo, y la
historia de Marta y María demuestra lo que significa amar a Dios.
Bock va un paso más
allá al unir la enseñanza de Jesús sobre la oración (11:1-13) con estas
historias. Solo a través de una profunda relación con Dios, alentada por
oración, podemos amar a Dios y al prójimo. “Ética no es una cuestión
abstracta llena de opciones para cada situación; sino que es cuestión de
carácter, desarrollado al caminar con Dios, enfocado en Jesús” (Bock, 195).
VERSÍCULOS
25-26: ¿HACIENDO
QUÉ COSA?
25Y he aquí, un
doctor de la ley se levantó, tentándole y diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa
poseeré la vida eterna? 26Y él dijo: ¿Qué está escrito de la ley? ¿Cómo
lees?
Marcos 12:28-34 y
Mateo 22:34-40 se paralela a este texto de Lucas. Mateo y Lucas dicen que
el abogado simplemente estaba probando a Jesús, mientras que Marcos no menciona
esto. Marcos pone a Jesús en posición de alojar al abogado, diciéndole
“No estás lejos del reino de Dios.” Solo Lucas utiliza la historia del
abogado para presentar la parábola del Buen Samaritano.
El entrenamiento del
abogado está en el Tora. Ha pasado mucha parte de su vida preguntando y
contestando preguntas de la ley. Su manera de expresarse a través de
preguntas y repuestas puede parecer hostil, pero también puede llevar a una
amigable discusión, mucho como los atletas que prueban sus técnicas unos con
otros. Quizá el abogado ya ha sobrepasado toda la competición local y
está ansioso de probarse a si mismo contra este nuevo Rabí. Jesús les
acaba de decir a sus discípulos, “Bienaventurados los ojos que ven lo que
vosotros veis: Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que
vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron (vv.
23-24). Ahora, el abogado quiere ver si uno que habla tan grandiosamente
puede contestar una simple pregunta (Culpepper, 227).
“¿Haciendo qué cosa
poseeré la vida eterna?” (v. 25). El uso de la palabra “poseer” es
interesante. El control de una herencia está en manos del que la da – no
en manos del que la recibe. Dios le prometió a Israel que heredaría la
Tierra Prometida (Lev. 20:24), y todos comprendieron que la herencia era un
regalo. Sin embargo, es posible que una persona ofenda a su benefactor y
pierda la herencia. También es posible dejar una impresión favorable
sobre un benefactor y ganarse la herencia. El abogado pregunta que es lo
que tiene que hacer para impresionar favorablemente a Dios y así ganarse la
herencia de la vida eterna.
Craddock cuestiona
lo que pasa en este intercambio entre Jesús y el abogado. Explica que el
abogado hizo su pregunta, no para entender mejor, sino para ganar ventaja sobre
Jesús. Craddock concluye que esto no es “una práctica del reino”
(Craddock, 150).
Hay una lección aquí
para nosotros. Estamos tentados a mejorar nuestro testimonio hacia los
que no asisten a la iglesia aprendiendo las respuestas para cada
pregunta. Sin embargo, esto nos tienta a entrar en una lucha verbal –
inefectiva, lo más probable. Nuestro testimonio depende menos de respuestas
astutas que de amor. Si verdaderamente amamos a Dios, al prójimo, y a
nosotros mismos, entonces, como sugiere este texto, nuestro prójimo se sentirá
atraído por nuestro amor.
“¿Qué está escrito
de la ley? ¿Cómo lees?” (v. 26). La pregunta de Jesús le devuelve el reto
al abogado. “¡Tú eres el experto!” ¡Has pasado la vida estudiando la ley!
¡Dímelo tú a mí! La respuesta de Jesús también sirve para dirigir la
discusión hacia las escrituras, fundamento de la vida judía, y afirma la lealtad
de estas escrituras para guiarnos por el buen camino.
VERSÍCULOS
27-28: AMARÁS
AL SEÑOR – Y A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO
27Y él respondiendo,
dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas
tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti
mismo. 28Y díjole: Bien has respondido: haz esto, y vivirás.
La respuesta del
abogado viene de dos escrituras: “Y Amarás a Yahaveh tu Dios de todo tu
corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder” (Deuteronomio 6:5) y “mas
amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev. 19:18). El pasaje de
Deuteronomio es parte del Shema, que judíos repiten dos veces al día. Por
lo tanto, no nos debe sorprender que se encuentre en los pensamientos del
abogado.
Las calificaciones
de versículo 27 difieren un poco entre los Evangelios. En Lucas, Jesús
dice, “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de
todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento.” Marcos utiliza las mismas
calificaciones, poniendo al revés las últimas dos (corazón, alma,
entendimiento, fuerza). Mateo usa solo tres (corazón, alma, y
entendimiento). “Sean tres o sean cuatro, la importancia de estas
calificaciones es plantar la bandera de la soberanía de Dios sobre la vida entera…
Ninguna parte de nosotros debe ser guardada del alcance de Dios” (Culpepper,
227).
Jesús podría decirle
al abogado que la salvación no es cuestión de hacer, sino cuestión de la gracia
de Dios. Sin embargo, el dice, “haz esto, y vivirás” (v. 28) y “ve, y haz
tú lo mismo” (v. 37). De esta manera, refuerza el entendimiento del
abogado que sus acciones son importantes para su salvación. Sin embargo,
los dos mandamientos que el abogado ha citado, requiriéndole amar a Dios y al
prójimo sin límites, son de esencia tan global que él no puede, en sinceridad,
decir que los guarda – ni podemos decirlo nosotros. Es importante
mantener estos dos mandamientos de la manera más fiel pero, al final, estamos a
la merced de Dios.
“La llamada de Jesús
hacia el amor se representa mejor en la propia pasión que Jesús tiene hacia
Dios, su intimidad con Dios, y su fidelidad a Dios; igual que su pedido de amar
al prójimo se representa mejor en la vida de este amigo de recaudadores de
impuestos y pecadores” (Nolland).
Estos mandamientos
llaman a un amor hacia Dios y prójimo, pero también reconocen un tercer amor –
el amor propio. El segundo mandamiento da por hecho que nos importamos a
nosotros mismos y nos pide que tengamos el mismo nivel de amor hacia nuestro prójimo
– que estemos tan preocupados por el bienestar del prójimo como lo estamos por
nosotros mismos. Nos llama a calcular de nuevo los límites entre
“nosotros y ellos” – agrandar nuestro círculo para que solo haya un “nosotros.”
“Bien has
respondido: haz esto, y vivirás” (v. 28). El abogado es erudito de la ley
y sabe lo que requiere. Empezó a cuestionar a Jesús preguntándole qué es
lo que debe hacer para ganarse la vida eterna. Ahora, Jesús le dice que
debe hacer lo que él ya sabe. Entonces, vivirá.
VERSÍCULO 29:
¿Y QUIÉN ES MI PRÓJIMO?
29Mas él,
queriéndose justificar a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Ésta es una pregunta
práctica presentada por un hablador hábil que quiere “justificarse” – quiere
ganarse unos puntos en el debate. ¿Cómo puede él obedecer el segundo
mandamiento sin saber quién es su prójimo? Es el tipo de pregunta que los
Rabíes discuten sin cesar. Tal debate a veces representa una autentica
devoción a la ley, pero fácilmente se puede deteriorar en un ejercicio académico.
Al continuamente debatir la ley, uno puede aplazar el tener que observarla.
En la superficie, el
abogado pregunta a quién debe amar. Sin embargo, a un nivel más profundo,
le está pidiendo a Jesús que defina los límites. De esta manera sabrá
quién no se le requiere amar. Si determina quién es su prójimo, también
sabrá quién no es su prójimo.
Mientras que en el
Antiguo Testamento hay un fuerte énfasis en la separación de Israel de las
gentes a su alrededor (véase Deuteronomio 7), el mismo capítulo que requiere
amar al prójimo también dice, “Como a un natural de vosotros tendréis al
extranjero que peregrinare entre vosotros; y ámalo como a ti mismo; porque
peregrinos fuisteis en la tierra de Egipto: Yo Yahaveh vuestro Dios” (Lev.
19:34). Esto amplía bastante la definición del prójimo, un hecho que el
abogado sabe bien. Sin embargo, lo que no se puede imaginar es lo lejos
que Jesús llevará esta definición.
VERSÍCULOS
30-37: LA
HISTORIA DE UN PRÓJIMO
Jesús podría decir,
“Todos son tus prójimos.” En vez, cuenta una historia que nos alienta a
fijarnos más en el prójimo que se encuentra al otro lado de la verja, que en la
verja misma. Cuando fijamos los ojos en la verja, no vemos claramente a
nuestro prójimo. Sin embargo, cuando miramos a nuestro prójimo, apenas
podemos ver la verja.
La historia de Jesús
puede tener sus raíces en 2 Crónicas 28:5-15. En esa historia,
samaritanos rescataron judíos que habían sido derrotados en batalla, les
alimentaron, les vistieron, les ungieron, y les llevaron a sus hogares en
Jericó – mucho como el samaritano hará por el viajero en la parábola de Jesús.
VERSÍCULO 30: LADRONES LE DEJARON MEDIO MUERTO
30Y respondiendo
Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de
ladrones, los cuales le despojaron; é hiriéndole, se fueron, dejándole medio
muerto.
Jesús nos dice poco
del viajero que se convierte en la víctima de ladrones. No sabemos si es
judío, samaritano, o extranjero. No conocemos el propósito de su visita a
Jerusalén ni la esencia de su trabajo en Jericó.
Jerusalén está
situada en terreno montañoso, y el camino a Jericó es curvo y rocoso, bajando
más de 3,000 pies de altura en solo 17 millas. Tal terreno provee
ladrones con la oportunidad de emboscar al viajero y de tener rutas fáciles de
escape. Siempre que sea posible, gente viaja en grupos por estos
caminos. Al viajar solo, este hombre tomó un riesgo y pagó un alto precio
por su decisión. El samaritano, sin embargo, no se pregunta si el viajero
mismo se causó el problema, sino que se detiene para ayudarle. Solemos
agrupar gente necesitada en dos categorías, los que merecen, y los que no
merecen. Esto nos da la flexibilidad de poder excusarnos a nosotros
mismos al momento de tener que ayudar a los que no lo merecen. El ser
cristiano, sin embargo, se trata de ayudar a los que no lo merecen (Romanos
5:8).
“Le despojaron” (v.
30). Sería posible para los transeúntes determinar algo de la identidad
del hombre caído según su ropa o su manera de hablar, pero los ladrones le han
despojado de su ropa y le han dejado inconsciente. Por lo tanto, le han
dejado irreconocible. Transeúntes quizá se detuvieran más rápidamente si
pudieran identificar al hombre como miembro de su grupo, pero no pueden hacer eso
(Bailey, Through Peasant Eyes, 42-43).
VERSÍCULOS
31-32: PASARON
DE UN LADO
31Y aconteció, que
descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, se pasó de un
lado. 32Y
asimismo un Levita,
llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó de un lado.
Esperamos compasión
de los clérigos y damos por hecho que el sacerdote y el levita ayudarán, pero
pasan al hombre de un lado. Jesús no dice porque no se detienen:
- Quizá estén en
camino a cumplir con servicios religiosos – excepto que Jesús dice que el
sacerdote “descendió por aquel camino” (v. 31) – “descendió” en dirección a
Jericó en vez de subir hacia Jerusalén. Sacerdotes cumplen su trabajo en
el templo un período de tiempo y después regresan a su hogar. Este
sacerdote estaría camino a casa, y no presidiría en el templo por algún tiempo.
- Quizá estén
disgustados por lo que ven y prefieren no ensuciarse las manos y la ropa.
Esta razón es tan trivial que nos inclinamos a no considerarla, pero muchas
personas han pasado de largo por esta misma razón.
- Quizá teman que la
víctima esté muerta. Cualquier judío que toca un cuerpo muerto es
considerado inmundo por siete días (Num. 19:11), y debe pasar por una ceremonia
de purificación al tercer y séptimo día para no ser rechazado por la asamblea (Num.
19:13, 20). Un sacerdote o levita inmundo queda prohibido de cumplir sus
responsabilidades en el templo hasta ser purificado – la ley especifica ciertas
responsabilidades sacerdotales que pueden dejar al sacerdote y a su asistente
inmundos por una temporada – así, sacerdotes y levitas inmundos no son algo
fuera de lo común (véase Num. 19:1-10ª, esp. v. 7). Sin embargo, la ley
que prohíbe que un sacerdote toque un cuerpo muerto se expresa en términos
exactos; “Ni entrará donde haya alguna persona muerta, ni por su padre, ó por
su madre se contaminará” (Lev. 21:11). El levita, sin embargo, tiene más
flexibilidad aquí. Aunque él también, quedará inmundo si toca un cuerpo
muerto, las consecuencias son menos severas para él que para el sacerdote.
- Quizá tengan
miedo, pensando que el hombre ha sido puesto ahí para hacerles caer en una
emboscada. Las heridas del hombre caído verifican la presencia de
ladrones. Por eso, una emboscada es muy posible. El sacerdote,
levita, y samaritano tienen razón al preocuparse por su seguridad.
- Quizá estén
sobrellevados por la logística de transportar a un hombre herido a través de
las montañas y encontrarle ayuda en el próximo pueblo. Mucha gente se
encontraba en este tipo de viaje, lo que haría imposible que ellos
transportaran al hombre. Sin embargo el sacerdote, como miembro de la
clase alta, seguramente va montado y, por lo tanto, tiene como transportarle
(Bailey, 43). Jesús nos dice que el samaritano pone al hombre sobre su
propio animal, lo que significa que él también tiene como transportarle.
No sabemos si el levita va montado o no.
- Quizá el levita ve
al sacerdote pasar, y queda influenciado por su ejemplo.
Cualquiera que sean
sus razones, la historia de Jesús demuestra que “ser bueno en sentido legal no
es lo mismo que amar a Dios o amar al prójimo, cosas que el abogado mismo acaba
de decir son necesarias para la salvación” (Steven Hoyer y Patrice
McDaniel, Journal of Psychology and Theology, citado en Sweet, 8).
Haríamos bien, sin
embargo, en no demonizar al sacerdote o al levita. Jesús no escogió al
sacerdote ni al levita porque eran los peores, sino porque eran los
mejores. Si fuera gente terrible la historia perdería su fuerza.
También, haríamos bien en recordar las numerosas y buenas razones por las que
pasamos de un lado. Nosotros también tenemos responsabilidades urgentes
que no nos permiten demorarnos. Nosotros tampoco queremos
ensuciarnos. Nosotros también tenemos miedo de pasar por una carretera
desierta y ayudar a un desconocido. Nosotros también nos encontramos
sobrellevados por la logística de ayudar a los necesitados. Estas
preocupaciones son muy reales, y debemos reconocerlas como tal.
VERSÍCULOS 33-35: UN SAMARITANO FUE MOVIDO A MISERICORDIA
33Mas un Samaritano
que transitaba, viniendo cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; (griego: esplanchnisthe –
movido por compasión hasta la profundidad de sus entrañas). 34Y
llegándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su
cabalgadura, llevóle al mesón, y cuidó de él. 35Y otro día al
partir, sacó dos denarios, y diólos al huésped, y le dijo: Cuídamele; y todo lo
que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré.
“Mas un Samaritano”
(v. 33). Recientemente, una aldea samaritana rehusó recibir a Jesús
“porque era su traza de ir a Jerusalén” (9:53). Ahora Jesús tiene la
oportunidad de vengarse – de hacer al samaritano el culpable de una historia
que será contada una y otra vez a lo largo del tiempo. Pero como veremos,
hará lo contrario.
La estilística
narrativa de la época hace que el tercer personaje en una serie de tres rompa
la norma establecida por el primer y segundo personaje. Esta historia se
conforma a esa norma, pero la progresión natural sería sacerdote, levita,
israelita. Jesús hace una historia completamente diferente al escoger al
samaritano como la persona que rompe la norma (Culpepper, 229).
Judíos consideran a
samaritanos como gente de media raza – casados con paganos – contaminados –
gente que no merece servir a Dios. Judíos evitan contacto con samaritanos
siempre que sea posible y les consideran aún peor que paganos. Al fin y
al cabo, los samaritanos estaban incluidos en la promesa, pero no se valoraron
lo suficiente para mantenerse puros. Además, samaritanos se oponían a la
reconstrucción del templo (Ezra 4:2-5 y Neh. 2:19), y establecieron un templo
rival en el Monte de Gerizim. “Inmundos por ceremonia, socialmente
expulsados, y heréticos en cuestiones religiosas, el samaritano es lo contrario
del abogado tanto como el sacerdote y el levita. La historia habría
sorprendido a sus primeros oyentes, destrozando las categorías de quiénes son y
no son del pueblo de Dios” (Craddock, 150-151).
Igual que sabemos
poco acerca de la víctima, sabemos poco acerca del samaritano. Solo
sabemos que está dispuesto a ayudar aunque se encuentre en territorio judío
entre gente que no se inclinaría a ayudarle a él en circunstancias parecidas.
“Y viéndole” (v.
33). Ésta es la primera de las acciones de redención del samaritano – ve
al hombre herido. No separa la vista. No ve al hombre herido como
un pedazo de carne asquerosa y sin esperanzas. Ve al hombre y, como
veremos, siente su dolor.
“Fue movido a
misericordia” (griego: esplanchnisthe – movido por compasión
hasta la profundidad de sus entrañas) (v. 33). Cuando nosotros decimos
‘corazón,’ judíos a menudo decían ‘entrañas.’ En particular, hablaban de
las entrañas del amor y la compasión. Como con nosotros, estos son
sentimientos que vienen de muy adentro. No son pensamientos fríos; nacen
en lo más profundo de nuestro ser, y cuando son arrancados, expulsados o
expresados, nos alegramos o agonizamos” (Burghardt, 106-107).
“Echándoles aceite y
vino” (v. 34). Aceite y vino no solo se utilizan para curar heridas, sino
que también se usan en la alabanza judía. El sacerdote y el levita, que
manejan aceite y vino en el templo, fallan al no aplicárselos al hombre que
encuentran por el camino para aliviar su sufrimiento. “Es el samaritano
odiado el que vierte el aceite y el vino sobre el altar de las heridas de este
hombre… Es el samaritano el que vierte la verdadera ofrenda
aceptable a Dios” (Bailey, Through Peasant Eyes, 50).
El samaritano trata
las heridas del hombre, de alguna manera le pone sobre su animal, y le transporta
al hostal más cercano. Al dueño del hostal le da dos denarios, que
constituyen dos días de paga para un obrero (Mateo 20:2), y promete
reembolsarle por cualquier gasto adicional. Su generosidad hacia la
víctima nos da tranquilidad en su promesa de pagar cualquier gasto adicional.
Las acciones del
samaritano reversan las de los ladrones. Robaron al hombre, le dejaron
por muerto, y le abandonaron. El samaritano paga por el hombre, le deja
en buenas manos, y promete regresar (Bailey, Through Peasant Eyes,
53).
VERSÍCULOS
36-37: ¿QUIÉN
PUES FUE EL PRÓJIMO?
36¿Quién, pues, de
estos tres te parece que fue el prójimo de aquél que cayó en manos de los
ladrones? 37Y él dijo: El que usó con él de misericordia. Entonces Jesús
le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
De nuevo Jesús le
devuelve la pregunta al abogado. El abogado ni siquiera se atrevía a
decir “el samaritano,” sino que solo contestó, “El que usó con él de
misericordia.” Su respuesta revela que él todavía no está listo para
aceptar al samaritano como su prójimo.
En este intercambio,
Jesús nos ayuda a definir la palabra prójimo, no en cuestión de límites, sino
en cuestión de relaciones y necesidades humanas. Los límites de amistad
entre prójimos vienen, no de fuera, sino de dentro. Podemos ser prójimo
para cualquiera que nos acepte como tal. La persona necesitada es el
mejor candidato para ser nuestro prójimo, porque es más probable ser aceptados
por una persona que necesita nuestra ayuda. El samaritano está dispuesto
a ser el prójimo del hombre herido, y el hombre herido está dispuesto a aceptar
su ayuda. Puede ser que ése no hubiera sido el caso si no hubiera estado
herido.
Hay ironía
aquí. La preocupación con pureza religiosa previene al sacerdote y al
levita de actuar como prójimos hacia el hombre caído pero el samaritano,
considerado inmundo por judíos, cumple con la ley (Lev. 19:18). “La
ironía es intensificada por el mandato de Jesús que dice que el experto de la
ley debe seguir el ejemplo del samaritano” (Evans, 176-177).
“Entonces Jesús le
dijo: Ve, y haz tú lo mismo” (v. 37b). Después de la primera respuesta
del abogado, Jesús dijo, “haz esto, y vivirás” (v. 28). Después de la
segunda respuesta del abogado, Jesús dice, “Ve, y haz tú lo mismo” (v.
36). En el primer caso, Jesús incluyó la promesa que el abogado
encontraría la vida. En el segundo caso, no hace ninguna promesa.
El samaritano no calculó su recompensa. “Uno que demuestra misericordia
para ganarse recompensa, por lo tanto, no estaría haciendo ‘lo mismo.’”
(Culpepper, 230).
Jesús ya está
haciendo lo mismo. Es despreciado (Isaías 53:3) igual que el samaritano
es despreciado. Jesús, sin embargo, sana los enfermos y se sacrifica a si
mismo para salvar a los pecadores. Él es la encarnación de la persona que
nos llama ser.
¿Con quién nos
identificamos en esta parábola? Algunos se sienten como el hombre herido
en la parábola, y estarían felices de tener a un Buen Samaritano que les
trajera alivio. Otros se identifican con el samaritano. Yo,
personalmente, me identifico con el sacerdote y el levita. Trato de hacer
lo correcto, pero necesidad humana es tan abrumadora que estoy tentado a pasar
de largo por el otro lado.
MARTES
09
-
EN HONOR AL GLORIOSÍSIMO SAN LUIS BELTRÁN
LUCAS
10, 38-42
VERSÍCULOS
25-42: UN
HOMBRE Y UNA MUJER
Existen varios
asuntos paralelos entre esta historia y la historia del Samaritano que la
precede (10:25-37).
–– El Samaritano
muestra su amor por su prójimo tomando un papel activo y ayudando, y de esta
manera honrando la relación horizontal de amor de una persona por otra. María
muestra su amor por el Señor al escucharlo, y de esta manera honra la relación
vertical de amor de una persona hacia Dios.
–– En la historia
del Samaritano, Jesús introduce “un hombre” (griego = anthropos tis,v.
30). En esta historia, introduce a “una mujer” (griego = tina
gune, v. 38).
–– El Samaritano ve.
María escucha.
–– “Además, tanto el
Samaritano como María, una mujer, representan a las personas marginadas, esas
personas de las que no se piensa que pueden ser héroes. De forma compuesta,
ellos son discípulos modelo: ‘los que oyen la palabra de Dios y la obedecen’
(8:21)” (Culpepper, 231).
Estas historias se
equilibran una a la otra. La primera parte de la historia del Samaritano realza
el amor de Dios, el prójimo y de sí mismo, y Jesús concluye diciendo “Ve y haz
tú lo mismo” (v. 37), llamando así a un discipulado de “hacer”, activo. La
historia de María-Marta es el reverso. Jesús critica a Marta por su
preocupación y distracción y afirma a María por escuchar, y llamando así a un
discipulado de “ser”. Tal vez la clave para entender esta dicotomía es
enfatizar, no el papel activo o pasivo de quien ama, sino lo apropiado de la
respuesta a la situación. El hombre herido necesitaba que el Samaritano lo amara
activamente, necesitaba que vendaran sus heridas y arreglaran que alguien lo
cuidara. La situación es bastante diferente cuando Jesús visita a Marta y
María. Aunque tiene necesidades humanas de comida y hospitalidad, la suya era
una visita divina, y era más apropiado concentrarse en la comida espiritual que
él ofrecía que en la comida que Marta estaba preparando.
VERSÍCULOS
38-42: MARTA
Y MARÍA
–– Jesús visita a
las mujeres en su casa, y Marta lo recibe “en su casa” (v. 38). Aunque Lázaro
es el hermano de Marta y María (Jn. 11:1-2), esta historia no lo menciona a él
ni a los discípulos varones que lo acompañan. No existe una referencia a un
hombre como jefe de esta casa. Claramente Marta está a cargo.
–– María se sienta a
los pies de Jesús para recibir su enseñanza, que es la postura de un discípulo,
el lugar de un hombre. El evangelio de Lucas frecuentemente habla de mujeres en
lugares de honor.
En años recientes
algunos estudiosos han caracterizado esta historia como un atento de la iglesia
primitiva para definir el papel de las mujeres en el ministerio (Reid,
373-375). Sin embargo, esta historia “no es sobre las mujeres; es un pasaje
sobre el discipulado” (Bock, 200). “El contraste no es entre el ‘servir’ (es
decir, el papel de liderazgo activo de las mujeres en la comunidad) y
‘escuchar’ (es decir, el papel pasivo de las mujeres en la comunidad), sino
entre ‘escuchar la palabra’ (es decir, el discipulado) y la conducta ‘ansiosa’
(es decir, la antítesis del discipulado)” (Green, 436).
VERSÍCULO 38: MARTA LO RECIBE EN SU CASA
38Y aconteció que
yendo, entró él en una aldea: y una mujer llamada Marta, le recibió en su casa.
Lucas no nos dice
cuál es la aldea, pero Juan nos dice que María y Marta viven en Betania (Jn.
11:1-2; 12:1-3). Es allí que Jesús levanta a Lázaro de la muerte (Jn.
11:17-44). Es en esta misma casa que María unge los pies de Jesús con perfume y
los seca con sus cabellos (Jn. 12:1-3). Jesús va en camino a Jerusalén donde va
a morir. Betania está cerca de Jerusalén, y sentimos la sombra de Jerusalén
colgando sobre esta historia.
Lucas no nos dice
cuánta gente había venido con Jesús, solamente que “yendo” entró en “una
aldea”. Los setenta ya habían regresado de su jornada (10:17). ¿Ellos también
están viajando con Jesús, o solamente son los doce? No sabemos.
Marta recibe a Jesús
en su casa. También es la casa de Lázaro y María, pero Marta hace la invitación
y la invitación es a su casa. En las diversas narraciones
sobre María y Marta, generalmente Marta toma el liderazgo. La excepción más
dramática es cuando María interrumpe la cena de Marta al ungir los pies de
Jesús con perfume. Este incidente parece algo distinto del carácter callado,
apartado de María, ¡pero algunas veces los callados nos sorprenden! No se
menciona a los discípulos. Esto se puede deber a que las casas son pequeñas, y
Marta solamente puede recibir un grupo pequeño dentro de su casa. Lo más seguro
es que representa la forma en que Lucas arroja luz sobre Marta, María y Jesús.
Poner a todos los demás en escena solamente nos distraería.
VERSÍCULO 39: MARÍA SE SENTÓ A LOS PIES DE JESÚS Y
ESCUCHÓ
39Y ésta tenía una
hermana que se llamaba María, la cual sentándose a los pies de Jesús, oía su
palabra.
María asume el
liderazgo aquí. Mientras que Marta se afana con muchas tareas (un papel
tradicional femenino), María se sienta a los pies del Señor y recibe su
enseñanza (un papel tradicional masculino).
María escucha lo que
Jesús dice. “Las palabras que Jesús pronuncia, en todo otro lugar se dice que es
la ‘palabra de Dios’ (5:1; 8:11, 21; 11:28), y aquí ‘su palabra’ se debe ver
bajo esta luz. Nada menos que la visita de Dios se está llevando a cabo aquí
(7:16; 19:41-44)” (Nolland).
VERSÍCULO 40: MARTA SE DISTRAÍA CON MUCHAS
COSAS
40Empero Marta se
distraía en muchos servicios (griego = diakonian,
la palabra de donde derivamos la palabra “diácono”); y sobreviniendo, dice:
Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile pues, que me
ayude.
Marta hace lo que la
gente espera de ella. Cumple su deber. Prepara la comida. Ofrece hospitalidad.
María, por el contrario, no hace ninguna de esas cosas. Desde la perspectiva de
Marta, María está descuidando sus verdaderas responsabilidades, y Marta está
pagando el precio. Toda persona “responsable” algunas veces siente la carga de
llevar más de lo que le corresponde, y eso es lo que Marta está experimentando.
Es demasiado esperar que la persona “responsable” nunca sienta resentimiento.
El resentimiento de
Marta va más allá de meramente tener mucho trabajo qué hacer. Ella ve a María
sentada a los pies de Jesús, y le gustaría hacer lo mismo. Si María le ayudara,
tal vez Marta podría hallar el tiempo para hablar con él. Además, la
presuntuosa posición de María avergüenza a Marta y deshonra a su casa. ¡Nada
más imagínense! ¡Una mujer sentada a los pies de Jesús como un hombre!
María está sentada
“a los pies de Jesús” (v. 39). Marta se dirige a Jesús como “Señor” (v. 40),
pero con el mismo aliento lo reprende y le da una orden. “¿No tienes cuidado?”
y “dile pues, que me ayude,” muy difícilmente es el tono respetuoso que uno usa
para dirigirse al Señor. Marta está concentrada en su propia agenda, y le pide
a Jesús que se una él mismo y a María a esa agenda. “Aquí hay un
contraste deliberado entre Marta que le dice a Jesús lo
que debe decir, y María que escucha lo que
Jesús quiere decir” (Nolland).
Aunque Lucas
caracteriza el servicio de manera positiva en la parábola del buen samaritano
(vv. 25-37), en el libro de los Hechos de los Apóstoles él nos mostrará que el
servicio también puede ser un elemento de distracción. Cuando la iglesia
descuida a las viudas en la distribución de la comida, el apóstol dice “No es
justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, y sirvamos a las mesas” (Hechos
6:2). Por lo tanto llaman a la iglesia a designar siete hombres de buen
testimonio para que se encarguen de la distribución de la comida, de tal manera
que los doce se puedan concentrar en la tarea de proclamación.
VERSÍCULOS 41-42: MARÍA ESCOGIÓ LA BUENA PARTE
41Pero respondiendo
Jesús, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás
turbada: 42Empero una cosa es necesaria; y María escogió la buena parte
(griego = agathen merida, buena parte), la cual no le será quitada.
“Marta, Marta”.
Jesús repite el nombre de Marta como una manera gentil de reprenderla. Jesús
nota su distracción en lugar de su hospitalidad. De seguro que aceptaba bien la
comida, pero acepta todavía mucho mejor el discipulado. Está rumbo a Jerusalén
y la cruz, y esta es su última visita (en este evangelio) a la casa de estos
queridos amigos. Marta y María necesitan a Jesús, y el afán de Marta lo
distancia de él. Jesús necesita a Marta y María también. Él sabe lo que le
espera en Jerusalén, y necesita buenos amigos ahora más que buena comida.
Marta tal vez se
permitió distraerse, en parte, como un escape de las incómodas enseñanzas de
Jesús. Jesús ha comenzado a decirles a sus discípulos que tiene que ir a
Jerusalén y que morirá ahí. Si Marta escuchó a Jesús decir estas cosas, tal vez
se haya ido a la cocina como una manera de escape.
“María escogió la
buena parte (griego = agathen merida, buena parte)” (v.
42). La mejor parte que María ha escogido es sentarse a los pies de Jesús y
escuchar, es ser su discípula. Ya habrá tiempo suficiente para la acción.
Primero, el discípulo debe aprender del maestro, de otra manera el afán del
discípulo puede crear más problemas de los que puede resolver. Esto tiene
implicaciones para nosotros hoy. También nosotros estamos ocupados con muchas
cosas. Nosotros también estamos preocupados y distraídos. Nosotros también
necesitamos escoger la mejor parte: sentarnos a los pies del maestro, orar,
buscar la dirección del Señor. Solamente así estaremos seguros de que nuestra
actividad hará avanzar las actividades del Señor. Solamente así podemos esperar
que el Señor bendiga nuestro trabajo.
“Muchas cosas... una
cosa” (vv. 41-42). Jesús contrasta la distracción de Marta (“muchas cosas”) con
la concentración de María (“una cosa”). La única cosa en la que María está
concentrada no es el pan, sino en “todo lo que sale de la boca de Yahaveh” (ver
Dt. 8:3).
Como alguien que
está acostumbrado a hacer cosas, me siento mal por Marta. Ella
está cumpliendo con su deber tal como lo ve. Trabaja duro. Tiene buenas razones
para resentir la actitud de María, que (como lo ve Marta) la ha abandonado en
un momento crítico. Las palabras de Jesús deben sentirse como una bofetada en
el rostro. Si yo fuera Marta, le hubiera tomado la palabra a Jesús, apagaría la
estufa y me sentaría a escuchar. En cierto momento la gente comenzaría a pensar
en la comida. Veamos qué tanto le toma a Jesús entender el error de su
posición. ¡El hambre es un buen maestro!
La ironía, por
supuesto, es que Jesús hacía poco había alimentado a cinco mil personas con
solamente cinco panes y dos pescados (9:12-17). Si podía hacer eso, Marta puede
confiar en que Jesús tiene los medios para proveer comida a sus invitados, así
que no pasarían hambre. Además, como Jesús le dijo al tentador, “Escrito está:
Que no con pan solo vivirá el hombre” (4:4).
Pero seamos sensibles
a quienes en la parroquia expresan su amor por la familia, amigos, y por Jesús
trabajando en la cocina. ¿Acaso esta historia invalida su duro trabajo? ¡No!
Jesús ha usado los servicios de buenos cocineros o cocineras para salvar almas.
La historia de María y Marta no nos enseña que sea mejor sentarse que hacer
algo. Nos enseña a discernir, a plantear prioridades cuidadosamente, a buscar
la mejor parte, la buena porción, cualquier cosa que eso sea en las diferentes
situaciones en que a veces nos encontramos.
Y, una vez más,
recordemos la relación de esta historia a la parábola del buen samaritano. “Hay
un tiempo para ir y hacer; hay un tiempo para escuchar y reflexionar. Sabiendo
cuáles son los asuntos que requieren discernimiento espiritual. Si le
preguntáramos a Jesús cuál ejemplo nos queda a nosotros – el del Samaritano o
el de María – probablemente su respuesta sería Sí” (Craddock, 152).
MIÉRCOLES
10
LUCAS
11, 1-4
VERSÍCULO 1: SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR
1Y aconteció que
estando él orando en un lugar, como acabó, uno de sus discípulos le dijo:
Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
Este pasaje empieza
con Jesús rezando. Frecuentemente, Lucas se refiere a las oraciones de
Jesús (véase 3:21; 6:12; 9:18, 28; 10:21-22; 22:32, 41-42; 23:34, 46). En
un capítulo anterior, Lucas reveló el contenido de una de estas oraciones
(10:21-22). Aquí, solo nos dice que Jesús estaba rezando.
Juan enseñó a sus
discípulos a orar, y los discípulos de Jesús quieren que Jesús haga lo mismo
por ellos. Seguramente están pensando aprender una serie de rezos para
recitar pero, quizá, también esperen aprender los principios de la
oración. Jesús les da una oración en particular, que también sirve de
modelo para oración extemporánea – también, les enseña acerca del que rezan,
presentando a Dios como un Padre cariñoso en quien pueden confiar. Lucas
utiliza este rezo para presentar una sección sobre oración, que incluye una
parábola (vv. 5-8) y una promesa (9-13).
El rezo tiene cinco
peticiones. Las primeras dos (v. 2) tienen que ver con Dios. Las
últimas tres (v. 3-4) tienen que ver con cumplir nuestras necesidades.
Cada una de las últimas tres se expresa en plural (“danos – perdónanos – no nos
traigas”). Esto enfatiza la comunidad de fe a la que pertenecemos en vez de
nuestras necesidades independientes. Para los que conocemos los Hechos
acrósticos (Adoración, Confesión, Agradecimiento, Suplicación), es interesante
que en esta oración Jesús no incluya adoración, confesión, ni agradecimiento –
solo suplicación.
La versión de Mateo
de esta oración (Mateo 6:9-13) tiene siete peticiones, incluyendo “Hágase tu
voluntad” y “Mas líbranos del mal.”
VERSÍCULOS 2-4: CUANDO ORAREIS, DECID: PADRE
2Y les dijo: Cuando
orareis, decid: Padre (griego: pater) nuestro
que estás en los cielos; sea tu nombre santificado (griego: hagiastheto –
sagrado). Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así
también en la tierra. 3El pan nuestro de cada día, danos lo
hoy. 4Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros
perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos
del malo (griego: peirasmon – prueba, juicio).
“Padre”
(griego: pater) (v. 2). En el lenguaje de Jesús, la palabra
para padre es abba, pero Lucas usa la palabra griega, pater.
Ambas palabras se alejan de la norma judía en cuanto al trato del nombre de
Dios. El nombre hebreo para Dios es YHWH o Yahweh. El pueblo judío
está tan preocupado con la posibilidad de profanar el nombre de Dios que, en
vez, utilizan la palabra adoni, que significa “mi Señor” (Lockyer,
427).
Sin embargo, la idea
de Dios como Padre tiene raíces en el Antiguo Testamento. Dios le
instruyó a Nathán que le dijera a David, “Yo le seré a él padre, y él me será a
mí hijo” (2 Samuel 7:14). En un rezo, Isaías dijo, “Tú empero eres
nuestro padre” (Isaías 63:16). A través de Jeremías, Dios le dijo a
Israel, “Y dije: Padre mío me llamarás, y no te apartarás de en pos de mí”
(Jeremías 3:19) y “soy a Israel por padre” (Jeremías 31:9). Malaquías
dijo, “¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha criado un mismo Dios?”
(Malaquías 2:10).
Con la excepción de
la promesa de Dios a David en 2 Samuel, estos versículos del Antiguo Testamento
se refieren a Dios como Padre del pueblo israelita. Jesús continúa con
este énfasis en esta oración, enseñándonos a decir, “Danos – perdónanos – y
líbranos del mal.”
A pesar de las
referencias al Antiguo Testamento, a los discípulos les debe sorprender oír a
Jesús decir que comiencen sus oraciones con la palabra “Padre.” Esto
sugiere una familiaridad con la que la mayoría de judíos se encuentra incómoda.
“Sea tu nombre
santificado (griego: hagiastheto – sagrado)” (v. 2). Uno
de los diez mandamientos prohíbe usar el nombre de Dios en vano (Éxodo
20:7). La ley del Tora prohíbe jurar falsamente con el nombre de Dios
(Lev. 19:12) o profanar el nombre sagrado de Dios (Lev. 21:6; 22:2;
22:32). Los Salmos mencionan el nombre sagrado de Dios (30:4; 33:21;
97:12; 103:1; etcétera) – el gran y maravilloso nombre de Dios (99:3) –
exaltando el nombre de Dios (138:2) – y bendiciendo el nombre sagrado de Dios
(145:1, 21).
El nombre de una
persona es más que una simple identificación. La relación entre el ser y
el nombre es tan íntima que ambos son inseparables. Una persona
inteligente valora su nombre e intenta hacer lo posible para mantenerlo.
Jesús nos enseña a rezar para que el nombre de Dios permanezca sagrado – y para
que sea honorado y mantenido puro. Cuando rezamos esta oración, es importante
recordar que, como hijos del Padre, nuestras vidas contribuyen o distraen de la
consagración del nombre del Padre. Nuestro comportamiento y reputación
honran el nombre del Padre o lo deshonran.
“Venga tu reino” (v.
2). Esta petición está unida a “sea tu nombre santificado.” El
reino de Dios es el lugar donde el nombre de Dios permanece sagrado y donde es
venerado. Cuando dejamos que Dios sea rey en nuestras vidas, veneramos su
nombre y permanece sagrado.
“El pan nuestro de
cada día, danos lo hoy” (v. 3). Jesús les enseña a los discípulos acerca
de la oración y les recuerda de la relación apropiada con Dios. La
petición para el pan de cada día recuerda al maná, que Dios daba a diario y que
no se podía guardar excepto el sábado (Éxodo 16). El maná les recordaba a
los israelitas de su dependencia diaria en Dios para proveerles con las
necesidades básicas de la vida. El pan cumple la misma función en una
sociedad primitiva y agrícola, donde el hambre nunca está muy apartada.
Ahora, Jesús repite esto en su petición por el pan de cada día.
En nuestra sociedad
más afluente, la oración del pan diario casi parece trivial. Nuestras
necesidades básicas incluyen mucho más – electricidad, automóviles, educación,
trabajos, cuidado médico, y más. Algunos de nosotros sabemos lo que
significa no tener electricidad o cuidado médico, pero pocos de nosotros hemos
experimentado el hambre verdadera. Pan diario, en esta oración,
representa lo esencial en la vida. Dios es la fuente de la vida y de todo
lo que la sustenta.
“Y perdónanos
nuestros pecados” (4ª). En Mateo, Jesús les enseña a los discípulos a
orar, “Y perdónanos nuestras deudas” (griego: opheilemata) (Mateo
6:12). En Lucas, Jesús les enseña a los discípulos a rezar, “Y perdónanos
nuestros pecados” (griego:hamartias). “El pecado es un acto de
rebelión contra la autoridad que Dios tiene sobre nosotros. Es decirle
‘no’ a Dios. El mal de una persona contra otra no se encuentra en la
misma categoría, sino en la categoría de deudas” (Horn, 72). Jesús habla
de “pecados” para explicar las maneras en que ofendemos a Dios, pero usa
“deudas” para explicar las ofensas que experimentamos en relación a los demás
(v. 4b).
“Porque también
nosotros perdonamos a todos los que nos deben (griego: opheilonti)”
(v. 4b). El pueblo judío conoce el tema de perdonar deudas.
Mientras que la ley prescribe “ojo por ojo” (Éxodo 21:23-24; Lev. 24:19-20),
también requiere el perdón de las deudas en años sabatinos y de júbilo (Lev.
25:23-28; Deuteronomio 15:1-5).
Un hijo fiel refleja
la imagen y los valores del padre. De la misma manera, Jesús espera que
nosotros reflejemos el perdón de Dios. ¿Cómo puede el mundo aprender del
perdón de Dios si no lo manifestamos en nuestras vidas? Jesús muestra que
perdonar va acompañado de ser perdonado – si esperamos que Dios nos perdone a
nosotros, nosotros debemos perdonarnos unos a otros. “El que no puede
perdonar no será perdonado; merced fluye por el mismo trayecto, sea dada o
recibida” (Culpepper, 235).
“Mas líbranos del malo”
(v. 4c). Jesús experimentó la tentación en el desierto (4:1-13). En
otro momento de juicio, Jesús rezará, “Padre, si quieres, pasa este vaso de mí;
empero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (22:42) – pero el vaso no
pasará. Frecuentemente, cristianos pasan por tribulaciones. Al
escribir este Evangelio, la iglesia de Lucas se encuentra bajo
persecución. Hoy, cristianos son perseguidos y martirizados por su fe en
muchas partes del mundo. Haríamos bien en rezar para que Dios dejara
pasar nuestro vaso.
Necesitamos la
protección que Dios nos da sobre el mal que puede destruirnos. Esto no es
melodramático, sino real. Lea cualquier periódico, y verá la realidad
prevaleciente del mal: drogas que esclavizan la juventud; apetitos sexuales que
llevan a violencia contra mujeres y niños; avaricia que deja víctimas por donde
pasa. Es muy apropiado que recemos por la salvación del mal de nuestros
seres queridos, nuestra comunidad, nuestra nación, nuestro mundo, y nosotros
mismos.
Esta petición
también “se puede comprender como el juicio del final del tiempo. Ya que
nadie puede escapar este juicio, la petición generalmente se parece a una
oración para pedir fuerzas para sobrellevar el juicio, o para recibir un
veredicto favorable en la corte divina” (Ringe, 163).
JUEVES
11
LUCAS
11, 5-13
VERSÍCULOS
5-8: ¿QUIÉN
DE VOSOTROS TENDRÁ UN AMIGO?
5Díjoles también:
¿Quién de vosotros tendrá un amigo, é irá a él a media noche, y le dirá: Amigo,
préstame tres panes, 6Porque un amigo mío ha venido a mí de camino, y no
tengo que ponerle delante; 7Y el de dentro respondiendo, dijere: No me
seas molesto; la puerta está ya cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no
puedo levantarme, y darte? 8Os digo, que aunque no se levante a darle por
ser su amigo, cierto por su (griego: autou) importunidad (griego: anaideian) se
levantará, y le dará todo lo que habrá menester.
Ya que es mejor
viajar de noche para evitar el calor del día, viajeros pueden llegar tarde a su
destino. Al no tener electricidad, aldeanos se acuestan temprano y la
mayoría de las familias comparten un solo cuarto. Por lo tanto, una
llegada tan tarde despertaría a la familia durmiendo.
La gente del Medio
Oriente toma la hospitalidad muy en serio. El amigo del viajero tiene la
obligación de mostrarla – proveer una comida apropiada para el viajero.
Fallar con esta responsabilidad traería vergüenza a la familia. También
traería vergüenza para la aldea en general, porque la obligación de proveer
hospitalidad cae sobre todos sus miembros.
Obtener pan para un
viajero hambriento sería difícil por la noche. Pan se hace a diario y
solo en la cantidad necesaria para ese día, y no hay una tienda donde uno puede
comprar pan en medio de la noche. Si el dueño de la casa no tiene pan, un
vecino sería el único recurso. El dueño de la casa tiene todo derecho de
pedirle ayuda al vecino, ya que la comunidad comparte la responsabilidad de
proporcionar hospitalidad. Si el dueño está obligado, también lo está el
vecino. Es incomprensible que él rehúse ayudar.
“No me seas molesto”
(v. 7). Cualquier padre puede comprender la aversión del vecino.
¿Quién sabe cuánto tiempo llevará calmar a los niños para que se duerman de
nuevo después de ser despertados? Sin embargo, las expectativas sociales
son tan fuertes que la preocupación de este hombre sobre sus hijos parece
trivial en comparación (Nolland).
“Por su importunidad
(griego: ten anaideian autou – la persistencia de él).
La interpretación de este pasaje depende de estas palabras – ten
anaideian autou. Hay dos cuestiones aquí: Primero, ¿qué
significa anaideian? Segundo, ¿a quién se refiereautou –
al dueño o al vecino?
- Ken Bailey dice
que anaideian tenía dos significados entre cristianos – la
falta de vergüenza y la insistencia. Sin embargo, en la versión griega
LXX del Antiguo Testamento tanto como en literatura griega secular, solo tenía
un significado – la falta de vergüenza. Además, Bailey anota que la
parábola no muestra al dueño actuando con insistencia en v. 7-8 – i.e., no menciona
que pegue fuertemente a la puerta. El dueño no demuestra ninguna acción
insistente – no suplica ni ruega – no como en la ventana de la parábola del
Juez Injusto (18:1-8). Bailey entonces pasa a un estudio detallado de la
palabra anaideian para demostrar que sus raíces tienen que ver
con vergüenza o la falta de vergüenza más que con insistencia.
- Bailey intenta
demostrar que autou (“su” o “de él”) se refiere al vecino en
vez del dueño. Dice que es el anaideian del vecino que
está funcionando aquí. Es decir, es la preocupación del vecino sobre la
posibilidad de ser avergonzado en vez de la insistencia del dueño lo que cambia
la dirección del pasaje. Si el vecino rehúsa ayudar, el dueño pedirá
ayuda de otros vecinos, que sabrán de la reacción negativa del primer vecino –
así avergonzándole a él y a su hogar. Para evitar esta vergüenza el
vecino finalmente consiente y le da al dueño todo lo que necesite
(Bailey, Poet & Peasant, 125-133).
Existe un
entendimiento importante (si no universal) entre eruditos que, aquí, anaideian
tiene que ver con vergüenza más que con insistencia – o quizá, una
combinación de las dos. Sin embargo, hay menos acuerdo en cuanto a qué es
lo que de verdad está en juego – la falta de vergüenza del dueño al pedir
ayuda, o la preocupación del vecino de ser avergonzado si no ayuda.
- El hecho de que
esta parábola es seguida por el pasaje de “Pedid... buscad... y llamad” (vv.
9-13) favorece la interpretación que la falta de vergüenza del dueño al pedir
ayuda es lo que salva el día. “Pedid... buscad... y llamad” suena como
alentar a insistir.
- Sin embargo,
también debemos mencionar Ezequiel 36, donde Dios expresó su descontento con
los israelitas que contaminaron su tierra con sus caminos y con sus obras (v.
17). De todos modos, Dios prometió redimir a Israel, diciendo, “No lo
hago por vosotros, OH casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el
cual profanasteis vosotros entre las gentes a donde habéis llegado. Y
santificaré mi grande nombre profanado entre las gentes” (vv. 22-23).
Entonces, Dios promete limpiar a los israelitas y traerles a su lugar propio y
darles prosperidad. “Y las gentes que fueron dejadas en vuestros
alrededores, sabrán que yo edifiqué las derribadas, y planté las asoladas: yo
Yahaveh he hablado, y harélo” (v. 36). En otras palabras, Dios salva su
gente a no ser que profane el nombre de Dios. Este pasaje, que puede
resonar con los lectores de Lucas, favorece la interpretación de que la
preocupación del vecino de ser avergonzado es lo que salva el
día.
El movimiento en
este pasaje va de menor a mayor. Si el vecino fastidiado provee lo
necesario, se puede depender aún más en un Dios cariñoso.
VERSÍTULOS 9-13: PEDID, Y SE OS DARÁ
9Y yo os digo:
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os será
abierto. 10Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al
que llama, se abre. 11¿Y cuál padre de vosotros, si su hijo le pidiere
pan, le dará una piedra?, ó, si pescado, ¿en lugar de pescado, le dará una
serpiente? 12O, si le pidiere un huevo, ¿le dará un escorpión? 13Pues
si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto
más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren de él?
“Pedid... buscad...
y llamad” (v. 9). Los verbos están en el presente, lo cual sugiere una
acción continua de pedir, buscar, y llamar.
“Porque todo aquel
que pide, recibe” (v. 10). Jesús parece sugerir que Dios aprobará
personalmente cada pedido, pero nuestra experiencia sugiere otra cosa. Además,
Jesús rezó una oración que quedó sin contestar (22:42). Recuerde que
Jesús nos ha enseñado a dirigirnos a Dios como Padre. Un Padre cariñoso
escucha al niño, pero no acepta ciegamente cada pedido. El hacerlo
complacería al niño de forma inmediata, pero esto crearía problemas a la
larga. En vez, el Padre cariñoso provee lo necesario, incluyendo límites
y disciplina. La referencia al Espíritu Santo en v. 13 pone un énfasis
espiritual sobre pedir y recibir.
“¿Y cuál padre de
vosotros?” (v. 11). De nuevo, el movimiento va de menor a mayor. Si
padres terrenales responden favorablemente a los pedidos de sus hijos, podemos
esperar que el Padre celestial responda de una manera aún más favorable.
“Pescado...
serpiente... huevo... escorpión” (vv. 11-12). “Serpientes de agua a veces
quedaban atrapadas en las redes de pesca. Al enrollarse, el escorpión se
parecía a un huevo” (Evans, 183).
“¿Cuánto más vuestro
Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren de él?” (v.
13). Mateo 7:11 presenta a Jesús prometiendo cosas buenas a los que las
piden. Lucas presenta a Jesús prometiendo el Espíritu Santo. “En
Lucas, el regalo del Espíritu Santo es central para poder comprender ambos a
Jesús (3:21) y a la iglesia (24:49; Hechos 1:4, 5, 8, 2:28)” (Craddock, Interpretation,
154).
Por supuesto, la
persona que pide pan puede preferir el pan al Espíritu Santo. El
entendimiento de nuestras necesidades es a menudo superficial. El Dios
que nos creó conoce nuestros límites y provee lo necesario. Esto incluye
ambos el Espíritu Santo y nuestro pan de cada día.
VIERNES
12
LUCAS
11, 15-26
• El evangelio de
hoy nos presenta una larga discusión entorno a la expulsión de un demonio mudo
que Jesús acababa de realizar ante la gente.
• Lucas 11,14-16: Tres reacciones diferentes ante la misma expulsión. Jesús estaba expulsando demonios. Ante este hecho bien visible, realizado ante todos, hubo tres reacciones, diferentes. La gente quedó admirada, aplaudió. Otros dijeron: "Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los demonios.” El evangelio de Marcos informa que se trataba de los escribas que habían llegado a Jerusalén para controlar la actividad de Jesús (Mc 3,22). Otros pedían una señal del cielo, pues no se convencieron ante la señal tan evidente de la expulsión realizada ante todo el pueblo.
• Lucas 11,17-19:
Jesús muestra la incoherencia de los adversarios. Jesús usa dos argumentos para
rebatir la acusación de estar expulsando demonios en nombre de Beelzebul. En
primer lugar, si el demonio expulsa su propio demonio, se divide a sí mismo y
no sobrevive. En segundo lugar, Jesús les devuelve el argumento: “Si yo expulso
los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos?” Dicho con
otras palabras, ellos también estarán haciendo las expulsiones en nombre de
Beelzebul.
• Lucas 11,20-23: Jesús es el hombre más fuerte que llegó, señal de la llegada del Reino. Aquí Jesús llega al punto central de su argumentación: “Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos.” En la opinión de la gente de aquel tiempo, Satanás dominaba el mundo mediante demonios (daimônia). El era el hombre fuerte y bien armado que guardaba su casa. La gran novedad era que Jesús conseguía expulsar los demonios. Señal de que él era el hombre más fuerte que llegó. Con la llegada de Jesús el reino de Beelzebul entró en declino: “Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.”. Cuando los magos del Faraón vieron que Moisés hacía cosas que ellos no eran capaces de hacer, fueron más honrados que los escribas de Jesús y dijeron: “¡Aquí está el dedo de Dios!” (Ex 8,14-15).
• Lucas 11,24-26: El final es peor que el principio. En la época de Jesús, en los años 80, ante las persecuciones, muchos cristianos se volvieron atrás y abandonaron las comunidades. Volvieron a la forma de vivir de antes. Lucas, para avisar a ellos y a nosotros, guardó estas palabras de Jesús sobre el final que es peor que el principio.
• La expulsión de los demonios. El primer impacto que la acción de Jesús causa en la gente es la expulsión de los demonios: “¡Hasta a los espíritus impuros da órdenes y ellos le obedecen!” (Mc 11,27). Una de las principales causas de la discusión de Jesús con los escribas era la expulsión de los demonios. Ellos lo calumniaban diciendo: “¡Está poseído por Beelzebul! Expulsa a los demonios por el príncipe de los demonios” El primer poder que los apóstoles recibieron cuando fueron enviados en misión fue el poder de expulsar los demonios: “Les dio poder sobre los espíritu del mal” (Mc 6,7). La primera señal que acompaña el anuncio de la resurrección es la expulsión de los demonios: “Estos son los signos que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas”. (Mc 16,17). La expulsión de los demonios era lo que más llamaba la atención de la gente (Mc 1,27). Alcanzaba el centro de la Buena Nueva del Reino. Por medio de esto, Jesús devolvía las personas a ellas mismas. Devolvía el juicio, la conciencia (Mc 5,15). Sobre todo el evangelio de Marcos, del comienzo al final, con palabras casi iguales, repite sin parar el mismo mensaje. “¡Y Jesús expulsaba los demonios!” (Mc 1,26.34.39; 3,11-12.22.30; 5,1-20; 6,7.13; 7,25-29; 9,25-27.38; 16,17). Parece un refrán que vuelve una y otra vez. Hoy, en vez de usar siempre las mismas palabras, usaríamos palabras distintas para transmitir el mismo mensaje y diríamos: “¡El poder del mal, Satanás, que da miedo a la gente, Jesús lo venció, lo dominó, lo agarró, lo destronó, lo derrotó, lo expulsó, lo eliminó, lo exterminó y lo mató!” Lo que el evangelio nos quiere decir es esto: “A los cristianos está prohibido tener miedo de Satanás!” Por su resurrección y su acción libertadora, Jesús aleja de nosotros el miedo de Satanás, crea libertad en nuestro corazón, nos da firmeza en la acción y pone esperanza en el horizonte! ¡Debemos caminar con Jesús, por su camino, con el sabor de la victoria sobre el poder del mal.
SÁBADO
13
LUCAS
11, 27-28
• El evangelio de
hoy es bien breve, pero encierra un significado importante en el conjunto del
evangelio de Lucas. Nos da la clave para entender lo que Lucas enseña respecto
de María, la Madre de Jesús, en el así llamado Evangelio de la Infancia (Lc 1 y
2).
• Lucas 11,27: La exclamación de la mujer.“Estaba él diciendo estas cosas cuando alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!» La imaginación creativa de algunos apócrifos sugiere que aquella mujer era una cecina de Nuestra Señora, allá en Nazaret. Tenía un hijo, llamado Dimas, que, como tantos otros chicos jóvenes de Galilea de aquella época, entró en la guerrilla contra los romanos, fue llevado a la cárcel y ejecutado junto con Jesús. Era el buen ladrón (Lc 23,39-43). Su madre, al oír que Jesús hablaba tan bien a la gente, recordó a María, su vecina y dijo: “¡María debe ser tan feliz teniendo a un hijo así!”.
• Lucas 11,28: La respuesta de Jesús. Jesús responde, haciendo el mayor elogio de su madre: “Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan”. Lucas habla poco de María: aquí (Lc 11,28) y en el Evangelio de la Infancia (Lc 1 y 2). Para Lucas, María es la hija de Sión, imagen del nuevo pueblo de Dios. Presenta a María como modelo para la vida de las comunidades. En el Concilio Vaticano II, el documento preparado sobre María, fue inserto como capítulo final en el documento Lumen Gentium sobre la Iglesia. María es modelo para la Iglesia. Y sobre todo en la manera de relacionarse con la Palabra de Dios Lucas ve en ella el ejemplo para las comunidades. María nos enseña cómo acoger la Palabra de Dios, cómo encarnarla, vivirla, profundizarla, rumiarla, hacerla nacer y crecer, dejarnos plasmar por ella, aún cuando no la entendemos o cuando nos hace sufrir. Es ésta la visión que subyace detrás del Evangelio de la Infancia (Lc 1 e 2). La llave para entender estos dos capítulos nos es dada en el evangelio de hoy: “Dichosos, más bien, los que oyen la palabra de Dios y la guardan”. Veamos cómo en estos capítulos María se relaciona con la Palabra de Dios.
a) Lucas 1,26-38:
La Anunciación: "¡Hágase en mí según tu palabra!"
Saber abrirse, para que la Palabra de Dios sea acogida y se encarne.
b) Lucas 1,39-45:
La Visitación: "¡Dichosa aquella que creyó! "
Saber reconocer la Palabra de Dios en una visita y en tantos otros hechos de la vida.
c) Lucas 1,46-56:
El Magnificat: “¡El Señor hizo en mí maravillas!”
Reconocer la Palabra en la historia de la gente y producir un canto de resistencia y de esperanza.
d)
Lucas 2,1-20:
El nacimiento: “Ella meditaba todas estas cosas en su corazón."
No había sitio para ellos. Los marginados acogen la Palabra.
e)
Lucas 2,21-32:
La presentación: "¡Mis ojos vieron tu salvación!"
Los muchos años de vida purifican los ojos.
f)
Lucas 2,33-38:
Simeón y Ana: "Una espada atravesará su alma"
Acoger y encarnar la palabra en la vida, ser señal de contradicción.
g)
Lucas 2,39-52:
A los doce años en el Templo: "Entonces, ¿no sabían que tengo que estar con el Padre?"
Ellos no comprendieron las Palabras que les fueron dichas!
h)
Lucas 11,27-28:
El elogio de la madre: "Dichoso el vientre que te llevó!"
Dichoso aquel que escucha y pone en práctica la Palabra.
DOMINGO
14
MARCOS
10, 17-27
VERSÍCULOS 17-22: MAESTRO, ¿Qué HARÉ PARA
POSEER LA VIDA ETERNA?
17Y
saliendo él para ir su camino (griego: hodon), vino uno corriendo, é hincando
la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la
vida eterna? 18Y Jesús le dijo: ¿Por qué me dices bueno? Ninguno hay
bueno, sino sólo uno, Dios. 19Los mandamientos sabes: No adulteres:
No mates: No hurtes: No digas falso testimonio: No defraudes: Honra a tu padre
y a tu madre.20El entonces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he
guardado desde mi mocedad. 21Entonces Jesús mirándole, amóle, y
díjole: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da a los pobres, y
tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. 22Mas
él, entristecido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas
posesiones.
“Y saliendo él (Jesús) para ir su camino” (griego: hodon –
“el camino,” código para el viaje de Jesús a Jerusalén) (v. 17a). Marcos
utiliza hodon para recordarnos que Jesús está “camino” a
Jerusalén y a una cruz.
“vino uno corriendo, é hincando la rodilla delante de él” (v.
17b). Pensamos de este hombre como el Joven y Rico Regidor, pero Marcos
solo le identifica como un hombre de muchas posesiones, mencionándolas solo al
final de este encuentro (v. 22). Mateo dice que él es joven (19:20), y
Lucas lo identifica como un regidor (18:18).
“Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?” (v.
17c). El premio que él busca, la vida eterna, se menciona frecuentemente
en el Evangelio de Juan. En los sinópticos, además de esta historia
(también encontrada en Mateo 19:16-30 y Lucas 18:18-30), la frase “vida eterna”
solo aparece dos veces (Mateo 25:46; Lucas 10:25). La frase más común en
los sinópticos es “el reino de Dios,” que Jesús utiliza en versículos
24-25. Los discípulos utilizan la palabra “salvado” en versículo 26 en
vez de “vida eterna” o “reino de Dios.”
El hombre pregunta
qué debe hacer para heredar la vida eterna. Siendo un
hombre rico, comprende herencias. La ley detalla el tema de herencias
(Números 27:8-11), pero un heredero puede arriesgar una herencia con su
comportamiento inadecuado. Seguro que este hombre ha tenido cuidado de
mantener una buena relación con su padre para poder recibir su herencia
terrenal. Ahora, quiere mantener una relación apropiada con Dios para
heredar la vida eterna. ¿Cuáles son los requisitos?
El Antiguo
Testamento a menudo utiliza la palabra “heredar” o “herencia” en relación a
Dios y la gente de Dios (Éxodo 32:13; Levítico 20:24; Números 26:53-55,
etcétera), y los israelitas a veces comprometían esa herencia con su
comportamiento.
“¿qué haré...?” (v. 17c). El hombre
quiere saber qué ha de hacer para recibir vida eterna. “Fíjese en la
palabra ‘hacer’ en la pregunta de este joven. La palabra funciona como
eje sobre el que gira la enseñanza de Jesús… La vida eterna… no se puede ganar
‘haciendo.’… La vida espiritual no es cuestión de contabilidad” (Luccock,
801). Si la respuesta del hombre en versículo 20 es correcta, como bien
puede ser, él ya está actuando correctamente, pero por motivos
equivocados. “Su obediencia se basa en cálculos de su propio interés en
vez de en un amor único hacia Dios, dispuesto a dejar todo de lado” (Hooker,
242). Tiene menos interés en servirle a Dios que en averiguar cómo
conseguir que Dios le sirva a él.
Dios ha sido
generoso con este hombre, y el hombre pregunta como asegurar que su generosidad
continúe. Es rico en esta vida, y quiere extender su prosperidad hacia la
eternidad. Su respuesta en versículo 20 demuestra que sabe la respuesta
tradicional a su pregunta y que él ya está cumpliendo con los requisitos
tradicionales. Quizá esta ansioso de asegurarse que no ha fallado en algo
que no conoce. Quizá busca afirmación. Quizá solo busca una palmada
en la espalda que le diga, “¡Sigue con el buen trabajo!” En cualquier
caso, podemos estar seguros que él no espera un requisito nuevo y significante
por parte de Jesús.
“¿Por qué me dices bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios” (v.
18). Nos sorprende que Jesús reprenda al hombre llamándole, “Maestro
bueno.” El hombre vino corriendo – sintió urgencia de recibir consejo de
Jesús – se arrodilló al hacer su pregunta. Nada en su comportamiento
sugiere que sea deshonesto o que intente atrapar a Jesús. Versículo 21
nos dice que Jesús le ama. Sin embargo, judíos consideran que Dios es
bueno y evitan la palabra “bueno” para hablar de gente, no sea que
blasfemen. Seguro que Jesús es bueno, pero ahora está dirigiendo a este
hombre hacia la bondad de Dios.
“Los mandamientos sabes” (v. 19). Nos
sorprende que Jesús una los mandamientos con la vida eterna. ¿No ha
concedido Jesús la dispensación de la gracia? ¿No gana la fe sobre obediencia
se la ley? Pero, Jesús cita cinco mandamientos de la segunda tabla del
Decálogo – y uno que no forma parte de los diez originales – todos tienen que
ver con relaciones humanas:
(ANOTE: Existen
varios sistemas de numeración de los Diez Mandamientos, por eso sus números
pueden ser diferentes).
- “No matarás” (v. 19) es el sexto
mandamiento (Éxodo 20:13).
- “No cometerás adulterio” es el
séptimo mandamiento (Éxodo 20:14).
- “No hurtarás” es el octavo
mandamiento (Éxodo 20:15).
- “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” es
el noveno mandamiento (Éxodo 20:16).
- “No defraudarás” no es parte de
los Diez Mandamientos. Jesús lo sustituye por “No codiciarás” – el décimo
mandamiento (Éxodo 20:17). Tiene sentido que lo haga, porque un hombre
rico está menos dispuesto a codiciar las posesiones de otros que a defraudar a
los demás en su búsqueda de riqueza.
- “Honra a tu padre y a tu madre” es
el quinto mandamiento – el mandamiento con una promesa – “porque tus días se alarguen en la tierra que
Yahaveh tu Dios te da” (Éxodo 20:12). Esto concuerda con la
preocupación del hombre – la vida.
El hombre rico
responde, “Maestro, todo esto he
guardado desde mi mocedad”(v. 20). Jesús no reclama su
respuesta. Seguramente, el hombre ha sido meticuloso y cree que ha cumplido
los mandamientos. Anote, sin embargo, que Jesús no mencionó los
siguientes mandamientos, así, el hombre no declara haberlos obedecido.
- El primer
mandamiento es “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3).
- El segundo es “No
te harás imagen” (Éxodo 20:4).
- El tercero es “No
tomarás el nombre de Yahaveh tu Dios en vano” (Éxodo 20:7).
- El cuarto es
“Acordarte has del día del reposo, para santificarlo” (Éxodo 20:7).
- El décimo es “No
codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su
siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”
(Éxodo 20:2-17). Como se anota arriba, Jesús puede querer decir “No
defraudarás” (v. 19), para sustituir “No codiciarás.”
Mandamientos uno a
cuatro tienen que ver con nuestra relación con Dios. El décimo
mandamiento, “No codiciarás,” al principio parece tener que ver con relaciones
humanas, pero considérelo de nuevo. Codiciar posesiones materiales es
invertir en ellas con gran importancia – dejar que llenen nuestros corazones –
dejar que lleven el espacio de Dios en nuestras vidas. En un sentido, una
violación del décimo mandamiento también es una violación del primer y segundo
mandamiento – hacer un dios de posesiones materiales.
Parece que, en
versículo 19, Jesús solo incluyó mandamientos que este hombre rico encontraría
fácil. El hombre dice que los ha cumplido, y puede que sea así – pero los
mandamientos que tratan de relaciones con Dios representan un nivel más alto de
discipulado, uno que este hombre carece. Ahora, Jesús le dice qué debe
hacer para cumplir con el primer y segundo mandamiento.
“Entonces Jesús mirándole, amóle” (v.
21ª). Esto nos dice dos cosas:
- Primero, el hombre
no vino a Jesús, como lo hicieron muchos hombres poderosos, buscando una raja
en su armadura. Preguntó porque quería aprender de Jesús, y anticipó que
haría lo que Jesús le dijera.
- Segundo, Jesús vio
que el corazón del hombre era puro y sintió verdadero afecto por él. No
podemos saber si Jesús sabía con antelación cómo reaccionaría el hombre.
Es muy posible que no lo supiera – que le estaba dando una verdadera oportunidad
para escoger el camino que lleva a la vida – esperando que el hombre hiciera
precisamente eso. Debemos recordar que Jesús “se vació a si mismo”
(griego: heauton ekenosen – se anonadó – la NRSV dice “se
anonadó a sí mismo”) cuando vino a la tierra (Filipenses 2:7). Mientras
que demostraba una habilidad inusual para saber los corazones de la gente, no
existe motivo por creer que era omnisciente.
“Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da a los pobres, y
tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz” (v.
21b). “Qué profundamente irónico es el reino de Dios. A los niños
en la historia anterior no se les dice que les falta algo, sino que el reino de
Dios es suyo; sin embargo, a este hombre que posee todo ¡aún le falta algo!
Solo cuando venda todo lo que tiene – solo cuando se convierta en un niño
vulnerable – poseerá todo” (Edwards, 312).
Ésta es una llamada
asombrosa al discipulado – particularmente en una cultura que consideraba
riqueza como un apoyo de Dios hacia la vida de la persona rica.
Seguramente, este hombre ha pasado por la vida creyendo que ha complacido a
Dios y que sus riquezas demuestran que Dios está complacido con él.
Esta llamada también
es asombrosa cuando la contrastamos con otras llamadas al discipulado en los
Evangelios. En la mayoría de los casos, Jesús llamaba a la gente
simplemente diciendo, “Sígueme.” No existe documentación de que Jesús les
pidió a los pescadores que vendieran sus barcos (1:17). Simón y Andrés se
quedaron con su casa en Capernaum (1:29). Marta y María eran dueñas de
una casa (Lucas 10:38). No hay mención de que Levi, el recaudador,
tuviera que rechazar sus mal ganadas ganancias (2:14), aunque parece probable
que lo hubiera hecho. “Ricos como Lidia (Hechos 16:14), Febe (Romanos
16:1-2), Priscila y Aquila (Romanos 16:3-5), y Gayo (Romanos 16:23) hicieron un
papel importante en esparcir del Evangelio” (Hare, 126).
Entonces, ¿Por qué
Jesús demanda tal sacrificio de este hombre? Existen por lo menos dos
posibilidades:
- Como revela esta
historia, la riqueza de este hombre es muy importante para él – aún más
importante que la vida eterna – a no ser que piense que puede tener vida eterna
sin vender su propiedad. La seguridad que recibimos de posesiones
materiales nos tienta a confiar más en ellas que en Dios. “El hombre rico
llegó a preocuparse tanto por sus bienes materiales que éstos se convirtieron
en algo demasiado importante, distrayéndole de reconocer el regalo divino que
es el reino de Dios, que a menudo es mejor apreciado por los pobres” (Donahue y
Harrington, 307).
- Anote también que
esta historia aparece inmediatamente después de la historia de los niños en la
que Jesús dijo, “De cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios
como un niño, no entrará en él” (10:15). El hombre rico difiere bastante
diferente de esos niños. Eran pobres, pero él es rico. Dependían de
otros, pero él no. Ellos no tenían estatus ni poder, pero él tiene
ambos. Ellos no tenían seguridad aparte de los que les cuidaban, pero el
rico tiene bastante seguridad por sí mismo. Quizá Jesús simplemente está
requiriendo que el hombre se convierta en niño ante Dios – que deje esas cosas
que le proveen seguridad para que pueda encontrar su seguridad en Dios.
Es posible,
entonces, que Jesús ajustara el requisito de vender todo específicamente para
este hombre – para cumplir con sus necesidades espirituales. No debemos,
sin embargo, imaginar que Jesús no pedirá algo igual de duro de nosotros.
“El hecho que Jesús no mandó a todos sus seguidores que vendieran sus
posesiones reconforta solo a la persona que recibiría esa orden” (R.H.
Gundry, Matthew, 388, citado en France, 400).
Kenneth Bailey,
comentando sobre el pasaje paralelo en Lucas 18, contrasta la “antigua
obediencia” mandada por los Diez Mandamientos con la “nueva obediencia” que
Jesús requiere: “En la antigua obediencia se les decía a los fieles que no
robaran la propiedad de otros. En la nueva obediencia, es posible uno
tenga que dejar atrás su propiedad. En la antigua obediencia se decía que
uno dejase sola a la mujer de su vecino. En la nueva obediencia se
puede esperar que el discípulo deje sola a su propia mujer.
En la antigua obediencia se les decía a los fieles que honraran a su padre y
madre, lo que significaba (y aún significa), claro está, quedarse en casa con
ellos y cuidarles hasta su muerte y entonces enterrarles respetuosamente.
En la nueva obediencia el discípulo puede tener que dejarles a
ellos para responder a una lealtad más alta. Es casi imposible comunicar
lo que significa todo esto para la cultura del Medio Oriente. Las dos
lealtades más altas, prácticamente requeridas de cualquier persona –
consideradas aún más importantes que la vida misma, son familia y aldea.
Cuando Jesús pone ambas de éstas en una lista, y después
demanda una lealtad que las sobrepasa las dos, está requiriendo algo
verdaderamente imposible para una persona del Medio Oriente, según las
presiones de su cultura. Puede cumplir con los diez mandamientos, pero
esto es demasiado. Solo con Dios son posibles tales cosas” (Bailey, Through
Peasant Eyes, 169).
“Mas él, entristecido por esta palabra, se fue triste, porque tenía
muchas posesiones” (v. 22). El hombre quedó
asombrado al oír el precio que Jesús le ponía a la vida eterna. Nosotros
también debemos asombrarnos al oír esta historia. La única gracia barata
es para niños que no tienen nada que dar (10:13-16). El resto de nosotros
debe esperar que Jesús nos haga demandas dolorosas.
VERSÍCULOS 23-27: TODAS LAS COSAS SON
POSIBLES PARA DIOS
23Entonces Jesús,
mirando alrededor, dice a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el
Reino de Dios los que tienen riquezas! 24Y los discípulos se espantaron de
sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió a decir: ¡Hijos, cuán difícil
es entrar en el reino de Dios, los que confían en las riquezas! 25Más
fácil es pasar un camello (kamelon) por el
ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios. 26Y ellos
se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá
salvarse? 27Entonces Jesús mirándolos, dice: Para los hombres es
imposible; mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.
“¡Cuán difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen
riquezas!” (v. 23b). Jesús declara esto
(versículo 23) y después lo repite (versículo 24), dejando perplejos a los
discípulos (v. 23). Han aprendido que la riqueza es señal de aprobación
de Dios, entonces, ¿cómo puede ser difícil que un hombre rico entre en el reino
de Dios? Como hace a menudo, Jesús le da la vuelta al pensamiento
religioso convencional – pone todo al revés. Con razón los discípulos
están perplejos.
“Más fácil es pasar un camello (kamelon) por el ojo de una aguja, que el rico entrar
en el reino de Dios” (v. 25). A veces, gente trata de
suavizar las palabras de Jesús acerca el ojo de una aguja sugiriendo que:
- La palabra
traducida como camello realmente debe ser traducida como cuerda (griego: kamilon).
Las palabras griegas son similares, y es más fácil imaginarnos una cuerda
pasando por el ojo de una aguja que un camello pasando por ella. Sin
embargo, el apoyo textual para esto es muy débil.
- El “ojo de la
aguja” era una puerta baja en una pared de la ciudad que requería que un
camello fuera descargado antes de pasar de rodillas por la abertura. Sin
embargo, no existe ninguna indicación de que tal puerta existiera en la época
de Jesús.
Jesús utiliza una
hipérbole, lenguaje exagerado, para explicarse. Habla del animal más
grande, negociándose una pequeña abertura para dar una ilustración memorable
que describe la imposibilidad de una persona rica entrando en el reino de
Dios. “Tratar de domesticar este lenguaje no le hace a Jesús ningún
favor” (Williamson, 184). En vez de tomar la imagen literalmente,
tomémosla en serio. Es una palabra de juicio, no solo para ese hombre
rico, sino para todos nosotros que tenemos muchas posesiones.
Los discípulos hacen
la obvia pregunta, “¿Y quién podrá
salvarse?” (v. 26). Si este hombre decente, que teme a Dios,
que obedece la ley, a quien Dios ha bendecido con riquezas, si él no puede ser
salvado, ¿quién podrá serlo?
Escuche con cuidado
la respuesta: “Para los hombres es
imposible; mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (v.
27). “Este versículo es probablemente la clave para comprender el pasaje
entero. Heredar la vida eterna, entrar en el reino, y ser salvado son
imposibles para cualquier ser humano, pero no para Dios, que es bueno y desea
la salvación de todos. Por lo tanto, todos han de depender únicamente de Dios.
Esta confianza absoluta en Dios hace posible una vida de fiel discipulado”
(Brooks, 165).
Aparte de su gracia,
este hombre decente que teme a Dios y que obedece la ley no tiene
esperanza. Solo por la gracia de Dios existe la posibilidad de que pueda
entrar en el reino de Dios. Lo mismo es verdad para todos nosotros.
El reto es que aceptemos nuestro estatus como niños pequeños ante Dios, sin
dinero ni esperanza, excepto por la gracia de Dios. Ni perfecta
asistencia a la iglesia – ni servicio en altos puestos eclesiásticos – ni
ordenación – ni diezmos – nada que podamos hacer nos puede salvar sin la gracia
de Dios.
Este pasaje también
nos avisa del carácter seductivo de la riqueza. Podemos imaginarnos que
no estamos en ningún peligro porque somos pobres o de clase media. Sin
embargo, la mayoría de nosotros somos ricos en comparación con los estándares
del resto del mundo. Aquéllos que se han mudado en el último año se darán
cuenta más que todos de exactamente cuántas posesiones tienen de verdad.
También es verdad
que no tenemos que ser ricos para que nuestra alma y corazón se consuman con
pensamientos de dinero. Todos estamos en peligro de amar al dinero más
que a Dios.
LUNES
15
LUCAS
11,29-32
• El evangelio de
hoy nos presenta una acusación muy fuerte de Jesús contra los fariseos y los
escribas. Ellos querían que Jesús diera una señal, pues no creían en las
señales y en los milagros que estaba haciendo. Esta acusación de Jesús sigue en
los evangelios de los próximos días. Al meditar estos evangelios, debemos tomar
mucho cuidado para no generalizar la acusación de Jesús como si fuera dirigida
contra el pueblo judío. En el pasado, la ausencia de esta atención contribuyó,
lamentablemente, a aumentar en los cristianos el anti-semitismo que tantos
males acarreó a la humanidad a lo largo de los siglos. En vez de levantar el
dedo en contra de los fariseos del tiempo de Jesús, es mejor mirarnos en el
espejo de los textos, para percibir en ellos al fariseo que vive escondido en
nuestra Iglesia y en cada uno de nosotros, y que merece la misma crítica de
parte de Jesús.
• Lucas 11,29-30: La señal de Jonas. “Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás." Habiéndose reunido la gente, comenzó a decir: Esta generación es una generación malvada; pide un signo, pero no se le dará otro signo que el signo de Jonás”. El evangelio de Mateo informa que algunos escribas y fariseos: pidieron una señal (Mt 12,38). Querían que Jesús realizara para ellos una señal, un milagro, para que pudiesen verificar si era él mismo el enviado de Dios según se lo imaginaban. Querían que Jesús se sometiera a los criterios de ellos. No había en ellos apertura para una posible conversión. Pero Jesús no se sometió a sus pedidos. El evangelio de Marcos dice que Jesús, ante el pedido de los fariseos, soltó un profundo respiro (Mc 8,12), probablemente de disgusto y de tristeza ante tanta ceguera. Porque de nada sirve poner un bonito cuadro ante alguien que no quiere abrir los ojos. La única señal es la señal de Jonás. “Porque así como Jonás fue signo para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación”. ¿Como será esta señal del Hijo del Hombre? El evangelio de Mateo responde: “ Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches.” (Mt 12,40). La única señal será la resurrección de Jesús. Esta es la señal que, en el futuro se dará a los escribas y a los fariseos. Jesús, condenado por ellos a una muerte de cruz, será resucitado por Dios y seguirá resucitando de muchas maneras en aquellos que creen en él. La señal que convierte no son los milagros, sino ¡el testimonio de vida!
• Lucas 11,31: Salomón y la reina del Mediodía. La alusión a la conversión de la gente de Ninive asocia y hace recordar la conversión de la Reina del Mediodía: “La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón”. Esta evocación casi ocasional del episodio de la Reina del Mediodía que reconoció la sabiduría de Salomón, muestra cómo se usaba la Biblia en aquel tiempo. Era por asociación. La interpretación principal era ésta: “La Biblia se explica por la Biblia”. Hasta hoy, ésta es una de las normas más importantes para la interpretación de la Biblia, sobre todo para la Lectura Orante de la Palabra de Dios.
• Lucas 11,32: Aquí hay algo más que Jonás. Después de la digresión sobre Salomón y la Reina del Mediodía, Jesús vuelve a hablar de la señal de Jonás: “Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás”. Jesús es mayor que Jonás, mayor que Salomón. Para los cristianos, es la clave principal para la Escritura (2Cor 3,14-18).
MARTES
16
LUCAS
11, 37-41
• En el evangelio de
hoy sigue la relación tensa entre Jesús y las autoridades religiosas de aquel
tiempo. A pesar de la relación tensa, había algo familiar entre Jesús y los
fariseos. Convidado a comer en casa de ellos, Jesús acepta la invitación. Jesús
no pierde ante ellos la libertad, ni los fariseos ante Jesús.
• Lucas 11,37-38: Admiración del fariseo ante la libertad de Jesús. “Cuando terminó de hablar, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entró, pues, y se puso a la mesa”. Jesús acepta la invitación de comer en casa del fariseo, pero no cambia su manera de actuar, pues se sienta sin antes lavarse las manos. Ni el fariseo muda de actitud ante Jesús, pues expresa su admiración por el hecho que Jesús no se lava las manos. En aquel tiempo, lavarse las manos antes de las comidas era una obligación religiosa, impuesta a la gente en nombre de la pureza, exigida por la ley de Dios. El fariseo se extrañó viendo que Jesús no observa esta norma religiosa. Y, a pesar de ser totalmente diferentes, el fariseo y Jesús tenían algo en común: la seriedad de vida. La forma de vivir de los fariseos era así: cada día dedicaban ocho horas al estudio y a la meditación de la ley de Dios, otras ochos horas al trabajo para poder dar de comer a la familia, y dedicaban otras ocho horas al descanso. Este testimonio serio de su vida les daba un gran sentido de liderazgo popular. Quizá era por esto que, a pesar de ser totalmente diferentes, los dos, Jesús y los fariseos, se entendían y se criticaban mutuamente, sin perder la posibilidad de diálogo.
• Lucas 11,39-41: La respuesta de Jesús. “¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad!. ¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis y entonces todo será puro para vosotros”. Los fariseos observaban la ley al pie de la letra. Miraban sólo la letra y, por esto, eran incapaces de percibir el espíritu de la ley, el objetivo que la observancia de la ley quería alcanzar en la vida de las personas. Por ejemplo, en la ley está escrito: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Lv 19,18). Y ellos comentaban: “Debemos amar al prójimo, pero sólo al prójimo, a los otros ¡no!” Y de allí nacía la discusión sobre la cuestión: “¿Quién es mi prójimo?” (Lc 10,29) El apóstol Pablo escribe en la segunda carta a los Corintios: La ley escrita da muerte, mientras que el Espíritu da vida” (2Cor 3,6). En el Sermón de la Montaña, Jesús crítica a los que observan la letra de la ley, pero que no acata el espíritu de la Ley (Mt 5,20). Para ser fiel a lo que Dios pide de nosotros no basta observar sólo la letra de la ley. Esto sería lo mismo que limpiar el vaso o el plato por fuera y dejar el interior lleno de suciedad: robo y maldad. No basta no matar, no robar, no cometer adulterio, no jurar. Sólo observa plenamente la ley de Dios aquel que, más allá de la letra, va hasta la raíz y arranca desde dentro de sí los deseos de “robo y de maldad” que pueden llevar al asesinato, al robo, al adulterio. La plenitud de la ley se realiza en la práctica del amor (cf. Mt 5,21-48).
MIÉRCOLES
17
LUCAS
11, 42-46
• En el Evangelio de
hoy sigue la relación conflictiva entre Jesús y las autoridades religiosas de
la época. Hoy, en la Iglesia, se vive el mismo conflicto. En una determinada
diócesis, el obispo convocó a los pobres a que participaran activamente. Ellos
escucharon las peticiones y muchos de ellos empezaron a participar. Surgió un
serio conflicto. Los ricos decían que habían sido excluidos y algunos
sacerdotes empezaron a decir: “¡El obispo hace política y olvida el evangelio!”
• Lucas 11,42: “Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar, aunque sin omitir aquello.”. Esta crítica de Jesús contra los líderes religiosos de aquella época puede ser repetida contra muchos líderes religiosos de los siglos siguientes, hasta hoy. Muchas veces, en nombre de Dios, insistimos en detalles y olvidamos la justicia y el amor. Por ejemplo, el jansenismo volvió árida la vivencia de la fe, insistiendo en observancias y penitencias que desviaban a la gente del camino de amor. La hermana carmelita Santa Teresa de Lisieux se crió en ese ambiente jansenista que caracterizaba a Francia hacia los finales del siglo XIX. Fue a partir de una dolorosa experiencia personal, que ella supo recuperar la gratuidad del amor de Dios como una fuerza que tiene que animar por dentro la observancia de las normas. Pues, sin la experiencia del amor, las observancias hacen de Dios un ídolo.
La observación final de Jesús decía: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Os lo aseguro: mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley sin que todo se cumpla. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos”. Jesús llama la atención de los discípulos sobre el comportamiento hipócrita de algunos fariseos. A ellos les gustaba circular por las plazas con largas túnicas, recibir el saludo de la gente, ocupar los primeros lugares en las sinagogas y lugares de honor en los banquetes (cf. Mt 6,5; 23,5-7). ¡Marcos añade que a ellos les gustaba entrar en las casas de las viudas y hacer largas preces en cambio de dinero! Personas así recibirán un juicio muy severo (Mc 12,38-40). Hoy en nuestra Iglesia ocurre lo mismo.
• Lucas 11,44: Ay de vosotros, sepulcros que no se ven. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad” (Mt 23,27-28). La imagen de los “sepulcros blanqueados” habla por sí sola y no necesita comentarios. Por medio de ella, Jesús condena a los que tienen una apariencia ficticia de persona correcta, pero cuyo interior es la negación total de aquello que quieren hacer por fuera. Lucas, habla de sepulcros escondidos: “¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo". Quien pisa o toca un sepulcro se vuelve impuro, lo mismo cuando el sepulcro está escondido bajo tierra. La imagen es muy fuerte: por fuera, el fariseo de siempre parece justo y bueno, pero ese aspecto es un engaño, pues en su interior existe un sepulcro escondido que, si la gente no sabe darse cuenta, difunde un veneno que mata, comunica una mentalidad que aleja de Dios, sugiere una comprensión errada de la Buena Noticia del Reino. Una ideología que hace del Dios vivo, ¡un ídolo muerto!
• Lucas 11,45-46: Crítica del doctor de la ley y la respuesta de Jesús.
“Uno de los legistas
le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas también nos injurias a nosotros!”
En la respuesta Jesús no se vuelve atrás, sino que deja bien claro que la misma
crítica vale también para los escribas: "¡Ay también de vosotros, los
legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las
tocáis ni con uno de vuestros dedos!”. En el Sermón de la Montaña, Jesús expresa
la misma crítica que sirve de comentario: “En la cátedra de Moisés se han
sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os
digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas
pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo
quieren moverlas” (Mt 23,2-4).
JUEVES
18
LUCAS
10, 1-9
VERSÍCULOS
1-4: LA
MIES ES MUCHA Y LOS OBREROS POCOS
1Y después de estas
cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante
de sí (griego: pro prosopou autou –
ante su rostro), a toda ciudad y lugar a donde él había de
venir. 2Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros
pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su
mies. 3Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de
lobos. 4No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis
en el camino.
En 9:1-6, Jesús
mandó a los doce para cumplir una misión semejante; ahora envía los
setenta. Este mayor número de participantes no solo extiende el alcance
de la misión, sino que también aumenta la urgencia de la cosecha.
“Y después de estas
cosas, designó el Señor aun otros setenta” (v. 1). Hay manuscritos que
dicen setenta y otros que dicen setenta y dos. No podemos determinar con
autoridad cuál es el número correcto. Sin embargo, eso importa poco ya
que el significado es el mismo para cualquier número:
- Seguramente, el
número se refiere a Génesis 10, donde aparece una lista de naciones gentiles
que descienden de Noe. En hebreo se mencionan setenta naciones, mientras
que en la versión griega Septuaginta aparecen setenta y dos. “Escójase
cual sea, ...el número sugiere un evangelista para cada nación del mundo”
(Stein, 304). En el Evangelio de Lucas, por lo tanto, la mención de los
setenta se refiere al ministerio hacia los gentiles, que será importante en la
secuencia de Lucas, los Hechos de los Apóstoles. Por el momento, sin
embargo, Jesús manda a los setenta solo entre judíos y samaritanos.
- Hay una segunda
referencia al Antiguo Testamento en Num. 11:16-25 en que Moisés eligió a
setenta ancianos para ayudarle con su obra.
La frase “otros
setenta” (v. 1) parece decir que los doce no son parte de esta misión.
Sin embargo, más adelante, dirigiéndose a los doce, Jesús dirá, “Cuando os
envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo?” (22:35).
Las tres cosas – bolsa, alforja, y zapatos – corresponde a cosas mencionadas en
la llamada de los setenta (10:4), en lugar de las ya mencionadas en la llamada
de los doce (9:3). Esto presenta algo de incertidumbre. Seguramente
los doce no son parte de los setenta, pero no lo sabemos con seguridad.
“Envió...
delante de sí (griego: pro prosopou autou – ante su
rostro)” (v. 1). También encontramos esta frase, “ante su rostro,” en
7:27 y 9:52. 7:27 habla de enviar a Juan el Bautista, cuya muerte Lucas
ha mencionado recientemente (9:9). “A los discípulos ahora se les ha
concedido el papel de ir ante Jesús y prepararle el camino, como lo había hecho
Juan” (Tannehill, 174).
“De dos en dos” (v.
1). Deut. 19:15 requiere el testimonio de dos testigos, y lo más probable
es que ésa sea la razón por la que Jesús les manda de dos en dos. Sin
embargo, ir de dos en dos también da fuerza a su resolución. Una persona
sola se desanima rápidamente; en cambio, una persona con compañeros está más
apta para perseverar.
“La mies a la verdad
es mucha, mas los obreros pocos” (v. 2). En un mundo donde pocas personas
trabajan en agricultura, se nos ha olvidado la importancia de la cosecha.
La mayoría de los frutos de la siega no se pueden recoger demasiado pronto ni
demasiado tarde sin sufrir una pérdida significante. El agricultor
trabaja todo el año para preparar la cosecha, la cual se debe llevar a cabo
solo cuando esté lista. No hacerlo puede ser catastrófico.
“Por tanto, rogad al
Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (v. 2). Dada la urgencia,
esperamos que Jesús les diga a los setenta que vayan rápidamente para empezar
la cosecha. Les mandará en v. 3 pero, primero, les manda rezar. La
obra de los discípulos será efectiva solo si se apresta con oraciones. El
Señor llama y da poder a quienes lo necesiten, y el poder del Señor es lo que
hace posible el éxito. Una iglesia que reza verá que puestos oficiales
quedan sin llenarse por ejemplo, pero también verá que el Señor provee lo que
es realmente necesario.
“Los obreros pocos”
(v. 2). La regla de Pareto es que el ochenta por ciento de los resultados
se pueden atribuir al veinte por ciento de las causas – es decir, pocos
vendedores a menudo logran la mayoría de las ventas. La regla también se
aplica a la iglesia, donde pocas personas dan la mayoría del dinero y hacen la
mayor parte del trabajo. Los que se sientan en los bancos son muchos,
pero los trabajadores son pocos. Debemos rezar para que el Señor persuada
a los menos activos a estar más involucrados – también debemos confiar que el
Señor proveerá las verdaderas necesidades de la iglesia. Jesús advirtió
que habría mala tierra, pero también prometió que buena tierra daría cien veces
más (8:4-15).
“Andad, he aquí yo
os envío como corderos en medio de lobos” (v. 3). Hace poco que Jesús
predijo su muerte y resurrección (9:21-22, 44-45) y “afirmó su rostro para ir a
Jerusalén” (9:51), donde sufrirá y morirá. Fue rechazado en una aldea
samaritana (9:51-56). Les dijo a sus discípulos que ellos también
llevarían una cruz y perderían sus vidas (9:23-25). Ahora, les advierte
que les manda como corderos indefensos en medio de lobos.
En los otros tres
Evangelios (Mateo 18:12; Marcos 6:4; Juan 10), Jesús habla del pastor que
protege las ovejas. No hay mención de tal pastor en el Evangelio de
Lucas.
“No llevéis bolsa,
ni alforja, ni calzado” (v. 4). Jesús tendrá instrucciones parecidas al
comisionar a los doce (Lucas 9:3-5), pero la única cosa común en ambas listas
es la bolsa. El mensaje es el mismo en ambos casos. Los discípulos
han de confiar que Dios les proveerá sus necesidades, y no han de preocuparse
por posesiones.
“A nadie saludéis en
el camino” (v. 4). Jesús no les dice a los discípulos que sean
maleducados, sino que les dice que no se dejen distraer por cortesías
sociales. La misión es urgente, y requiere su completa atención.
Discípulos han de enfocarse tanto como un atleta en un partido importante – o
como un bombero en un incendio – o un paramédico trabajando en un
accidente. El distraerse en estos casos puede ser fatal. La iglesia
de hoy necesita oír esto. Muchos cristianos hoy no sienten esta urgencia
– no consideran que la eternidad está en juego y sobresaltan al oír la palabra
evangelismo.
Cuando gente toma en
serio la llamada a la oración y al servicio podemos ver los resultados.
El ministerio de Madre Teresa es un ejemplo familiar. Hay un sinnúmero de
cristianos por el mundo, incluyendo algunos en su propia comunidad, que están
haciendo grandes obras por Cristo.
VERSÍCULOS
5-6: PAZ
SEA A ESTA CASA
5En cualquiera casa
donde entrareis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. 6Y si
hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se
volverá a vosotros.
Mientras que los
setenta no han de distraerse por el camino con cortesías sociales (v. 4), sí
han de observarlas una vez que lleguen a su destino.
La paz que se ofrece
es más que un simple saludo. Es un regalo substancial – la paz de Dios
(Num. 6:26; Isa. 26:12; Lucas 1:79; 2:14; Hechos 10:36; Rom. 5:1) – un regalo
de salvación que bendice a todo el que la reciba y que regresa al que la da al
ser rechazada. El castigo por rehusarla es, simplemente, la pérdida de la
paz – los setenta no han de vengarse contra aquéllos que les rechazan (véase
9:5, 54-56).
Jesús pide a los
setenta que ofrezcan la paz sin primero averiguar el valor del recipiente y sin
adivinar si el recipiente la aceptará o rechazará. “Uno no debe resentir
el conceder la paz mesiánica: porque la paz no permanecerá donde no se
aprecia. Pero en caso de que si permanezca, el mensajero, en efecto, se
ha reproducido, tal como Elías hizo al final de su ministerio al pasar la obra
a Eliseo (2 Reyes 2:15)” (Nolland).
VERSÍCULOS 7-11: SE HA LLEGADO A VOSOTROS EL REINO DE DIOS
7Y posad en aquella
misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de
su salario. No os paséis de casa en casa. 8Y en cualquiera ciudad
donde entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante; 9Y
sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado a vosotros el
reino de Dios. 10Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os
recibieren, saliendo por sus calles, decid: 11Aun el polvo que se nos ha
pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en vosotros: esto empero
sabed, que el reino de los cielos se ha llegado a vosotros.
“Y posad en aquella
misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren” (v. 7). Un discípulo
aprovechado se sentiría tentado a ir de casa en casa buscando hospitalidad –
siempre buscando mejor comida y alojamiento. Jesús manda a los setenta
que dejen ese comportamiento aprovechado y que se fijen en el propósito por el
que han venido. Ir de casa en casa no solo les robaría de fuerzas y
tiempo, sino que también ofendería a aquéllos cuya hospitalidad han
rechazado. Los setenta han de estar al tanto de los sentimientos de
otros, no vaya a ser que pierdan una oportunidad de ganárselos para Cristo.
“Porque el obrero
digno es de su salario” (v. 7). Habitantes locales han de proveer
hospitalidad para los setenta, quienes son dignos de ella (véase Gal. 6:6; 1
Timoteo 5:18). Discípulos pueden esperar que se provean sus necesidades,
pero no deben esperar que se haga con lujo.
“Comed lo que os
pusieren delante” (v. 8). Por el momento, el caso solo se refiere a la
calidad de la comida y si está autorizada por ley judía o no – los setenta se
encontrarán trabajando entre judíos y samaritanos que observan leyes
dietéticas. Años después, sin embargo, misionarios cristianos entrarán en
barrios gentiles donde no se observan las leyes de la dieta judía. En
este caso, han de hacer lo mismo – testimonio efectivo es más importante que las
sensibilidades personales del discípulo (Hechos 10; Rom. 14:13-23; 1 Cor. 8).
“Y sanad los
enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado a vosotros el reino de
Dios” (v. 9). Sanar enfermos en un acto de compasión, pero también
recuerda que el reino de Dios se ha acercado. Esta combinación de
compasión y proclamación – obra y palabra – sirve de testimonio poderoso aún
hoy. La persona hambrienta a quien se le da de comer – la persona sin
hogar que es alojada – el enfermo sanado – el herido cuyas heridas son curadas
– esta gente se encontrará atraída hacia la persona que les ha ayudado – y
también a la fe de esa persona. Es importante que en el momento de servir
dejemos saber a los que ayudamos que lo hacemos por nuestro amor a Jesús, quién
primero nos amó a nosotros. De otra manera, no harán la conexión
entre la ayuda que han recibido y el Cristo que nos motivó a
dársela. En ese caso nuestro mayor propósito, que es la proclamación del
reino de Dios, será perdido.
“Aun el polvo que se
nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en vosotros” (v.
11). Recientemente, samaritanos han rechazado a Jesús (9:52-54).
Ahora, Jesús les prepara para ser recibidos de la misma manera. Si son
rechazados, los discípulos han de sacudir el polvo de sus pies, un acto de
repudiación. Han de hacerlo de manera pública, declarando su motivo, y de
nuevo han de proclamar, “ha llegado el reino de Dios.” Éste es un aviso,
no una retaliación – intencionada para convertir – no para herir. Aquéllos
que observen la repudiación pueden ser persuadidos a escuchar. El Dios de
la Segunda Oportunidad todavía está obrando.
“La actividad
misionera es contraria a la que ahora asociamos con la obra misionera de la
iglesia. En este caso no existía la proclamación continua de buenas
noticias, no había paciencia para los que dudaban ni con los recalcitrados, no
se esperaba hasta que la oposición se arrepintiera: en vez, existía una
urgencia temerosa de todo ello. ‘Ahora o nunca.’ Existe una
oportunidad, ... como si se tratase de una misión de rescate en un barco que se
hunde” (Kee y Gomes, 50).
“Esto empero sabed,
que el reino de los cielos se ha llegado a vosotros” (v. 11). Acepte o
rechace el oyente este mensaje, este hecho permanece. El oyente será
responsable por su respuesta. La promesa de Dios se convierte en un
juicio para aquél que la rechace.
VIERNES
19
LUCAS
12, 1-7
• El evangelio de
hoy nos presenta una crítica de Jesús contra las autoridades religiosas de su
tiempo.
• Lucas 12,1ª: Miles y miles de personas buscan a Jesús. “En esto, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros…”. Esta frase deja entrever la enorme popularidad de Jesús y el deseo de la gente de encontrarse con él (cf. Mc 6,31; Mt 13,2). Deja entrever, asimismo, el abandono en el que se encontraba la gente. “Son como oveja sin pastor”, decía Jesús en otra ocasión cuando vio la multitud aproximarse para escuchar su palabra (Mc 6,34).
• Lucas 12,1b: Cuidado con la hipocresía “Se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”. Marcos hablaba ya de levadura de los fariseos y de los herodianos y sugería que se trataba de la mentalidad o de la ideología dominante de la época que esperaba a un mesías glorioso y poderoso (Mc 8,15; 8,31-33). Aquí, en este texto, Lucas identifica la levadura de los fariseos con la hipocresía. La hipocresía es una actitud que invierte los valores. Esconde la verdad. Muestra una fachada bonita que encubre y disfraza la podredumbre que hay por dentro. En este caso la hipocresía era la cáscara aparente de la máxima fidelidad a la Palabra de Dios que escondía la contradicción de la vida de éstos. Jesús quiere lo contrario. Quiere coherencia que no deja en lo escondido.
• Lucas 12,2-3: Lo
escondido será revelado. “Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni
oculto que no haya de saberse. Porque cuanto dijisteis en la oscuridad será
oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas será
proclamado desde los terrados”. Es la segunda vez que Lucas habla de este
asunto (cf. Lc 8,17). En vez de la hipocresía de los fariseos que esconde la
verdad, los discípulos deben tener sinceridad. No deben tener miedo a la
verdad. Jesús los invita a compartir con los otros las enseñanzas que
aprendieron de él. Los discípulos no podían tenerlas sólo para ellos, sino que
debían divulgarla. Un día, las máscaras se caerán y todo será revelado a las
claras, proclamado desde los terrados (cf. Mt 10,26-27).
• Lucas 12,4-5: No hay que tener miedo. “No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése”. Aquí Jesús se dirige a sus amigos, a los discípulos y a las discípulas. Ellos no deben tener miedo de aquellos que matan el cuerpo, que torturan, que machacan y hacen sufrir. Los torturadores pueden matar el cuerpo, pero no consiguen matar en ellos la libertad y el espíritu. Deben tener miedo, esto es, de que el miedo al sufrimiento los lleve a esconder o a negar la verdad y, así, les haga ofender a Dios. Pues quien se aleja de Dios se pierde por siempre.
• Lucas 12,6-7: Valéis más que muchos pajarillos. “¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos” Los discípulos no deben tener miedo a nada, pues ellos están en las manos de Dios. Jesús manda mirar los pájaros. Dos pajarillos se venden por pocos centavos y ninguno de ellos cae en tierra sin el consentimiento del Padre. Hasta los cabellos de la cabeza están contados. Lucas dice que ningún cabello cae sin que el Padre lo diga (Lc 21,18). ¡Y caen tantos cabellos! ¿Por esto: “no temáis; valéis más que muchos pajarillos. Es ésta la lección que Jesús saca de la contemplación de la naturaleza. (cf Mt 10,29-31)
• La contemplación de la naturaleza. En el Sermón de la Montaña, el mensaje más importante Jesús lo saca de la contemplación de la naturaleza. El dice: " Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.” (Mt 5,43-45.48). La observación del ritmo del sol y de la lluvia llevaron a Jesús a esta afirmación revolucionaria: “Pero yo os digo: amar a vuestros enemigos!” Lo mismo vale para la invitación a mirar los lirios del campo y las aves del cielo (Mt 6,25-30). Esta actitud, sorprendentemente contemplativa ante la naturaleza, lleva a Jesús a una crítica de las verdades aparentemente eternas. Seis veces seguidas tuvo el valor de corregir en público la Ley de Dios: “Se os dijo, pero yo os digo...”. El descubrimiento hecho en la contemplación renovada de la naturaleza se vuelve para él una luz muy importante para releer la historia con otros ojos y descubrir en ella las luces que antes no eran percibidas. Hoy estamos antes una nueva visión del universo. Los descubrimientos de la ciencia respecto de la inmensidad del macro-cosmos y del micro-cosmos están siendo fuente de una nueva contemplación del universo. Está comenzando ya la crítica de muchas verdades aparentemente eternas.
SÁBADO
20
LUCAS
12, 8-12
• El contexto. En el
cap. 11 que precede a nuestro relato, Lucas, en el camino de Jesús hacia
Jerusalén, muestra su intención de revelar los abismos del obrar misericordioso
de Dios y, al mismo tiempo, la profunda miseria que se esconde en el corazón
del hombre, y en particular en los que tienen la misión de ser testimonios de
la Palabra y de la obra del Espíritu Santo en el mundo. Jesús presenta estas
realidades con una serie de reflexiones que surten efecto en el lector: verse
atraído por la fuerza de su Palabra hasta el punto de sentirse interiormente
juzgado y despojado de las pretensiones de grandeza que inquietan al hombre
(9,46). El lector se identifica, además, con algunas actitudes provocadas por
la enseñanza de Jesús: ante todo, se reconoce en el discípulo que sigue a Jesús
y es enviado delante de él como mensajero del reino; en el que tiene dudas para
seguirlo; en el fariseo o doctor de la ley, esclavos de sus propias
interpretaciones y estilo de vida. En síntesis, el recorrido del lector por el cap.
11 tiene como característica encontrarse con la enseñanza de Jesús que le
revela la intimidad de Dios, la misericordia del corazón de Dios, pero también
la verdad de su ser como hombre. Sin embargo, en el cap. 12 Jesús contrapone al
corazón pervertido del hombre la benevolencia de Dios, que siempre da de manera
sobreabundante. Está en juego la vida del hombre. Hay que estar atento a la
perversión del juicio humano, o mejor, a la hipocresía que distorsiona los
valores para sólo favorecer el propio interés y las propias ventajas más que
para interesarse por la vida, la que se recibe de manera gratuita. La palabra
de Jesús dispara al lector un interrogante sobre cómo afrontar la cuestión de
la vida: el hombre será juzgado por su comportamiento ante los peligros. Hay
que preocuparse no tanto de los que pueden “matar el cuerpo”, sino tener en el
corazón el temor de Dios que juzga y corrige. Jesús no promete a los discípulos
que se ahorrarán las amenazas y las persecuciones, pero les asegura la ayuda de
Dios en el momento de la dificultad.
• Saber reconocer a Jesús. El compromiso valiente de reconocer públicamente la amistad con Jesús comporta, en consecuencia, la comunión personal con él cuando vendrá para juzgar al mundo. Al mismo tiempo, “el que me niegue”, el que tenga miedo de confesar y reconocer públicamente a Jesús, él mismo se condena. Se invita al lector a reflexionar sobre la importancia crucial de Jesús en la historia de la salvación: es necesario decidirse, o con Jesús o contra Él y contra su Palabra de gracia; de esta decisión, reconocer o negar a Jesús, depende nuestra salvación. Lucas evidencia que la comunión que en el tiempo presente ofrece Jesús a sus discípulos será confirmada y llegará a la perfección en el momento de su venida en la gloria (“vendrá en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles”: 9,26). Es evidente la referencia a la comunidad cristiana: aunque se está expuesto a la hostilidad del mundo, es indispensable que el testimonio valiente de Jesús y de la comunión con Él no disminuya, es decir, no hay que avergonzarse de ser y de manifestarse cristianos.
• La blasfemia contra el Espíritu Santo. Blasfemar es entendido aquí por Lucas como hablar de manera ofensiva o en contra. Este verbo se aplicó a Jesús cuando, en 5,21, perdonó los pecados. La cuestión que plantea nuestro pasaje puede presentar alguna dificultad para el lector: ¿Es menos grave la blasfemia contra el Hijo del hombre que la que va contra el Espíritu Santo? El lenguaje de Jesús puede resultar un poco fuerte para el lector del evangelio de Lucas: a lo largo del evangelio ha visto a Jesús mostrando la actitud de Dios que va en búsqueda del pecador, que es exigente pero sabe esperar el momento de la vuelta a Él y la madurez del pecador. En Marcos y en Mateo, la blasfemia contra el Espíritu Santo es la falta de reconocimiento del poder de Dios en los exorcismos de Jesús. Pero en Lucas más bien significa el rechazo consciente y libre del Espíritu profético que actúa en las obras y enseñanzas de Jesús, es decir, el rechazo del encuentro con el obrar misericordioso y salvífico del Padre. La falta de reconocimiento del origen divino de la misión de Jesús, la ofensa directa a la persona de Jesús, pueden ser perdonadas, pero el que niega el obrar del Espíritu Santo en la misión de Jesús no será perdonado. No se trata de la oposición entre la persona de Jesús y el Espíritu Santo, o de un contraste o símbolo de dos períodos diversos de la historia, el de Jesús y el de la comunidad post-pascual, sino que, en definitiva, el evangelista trata de demostrar que negar la persona de Cristo equivale a blasfemar contra el Espíritu Santo.
DOMINGO
21
MARCOS
10, 35-45
8:22 – 10:45: UN
RESUMEN
Los discípulos están
viajando con Jesús en su camino a Jerusalén. Al comenzar el viaje, Jesús
sanó un ciego que “fue restablecido, y vio de lejos y claramente á todos”
(8:22-26). Durante el viaje, los discípulos de Jesús no parecían ver
claramente.
Tres veces Jesús
predijo su muerte inminente:
- Después de la
primera predicción, Pedro le reclamó (8:31-33), solo para ser reclamado él
también. Jesús procedió a enseñar a la multitud y a los discípulos,
“niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame)” (8:34).
- Después de la
segunda predicción, los discípulos discutieron acerca de cuál de ellos era el
mejor (9:34), después de eso, Jesús les enseñó que “Si alguno quiere ser el
primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos” (9:35).
- Entre la segunda y
tercera predicción, Jesús les dice a los discípulos, “Empero muchos primeros serán
postreros, y postreros primeros” (10:31).
- Ahora, Jesús
predice su muerte una tercera vez, diciendo: “He aquí subimos á Jerusalén, y el
Hijo del hombre será entregado á los príncipes de los sacerdotes, y á los
escribas, y le condenarán á muerte, y le entregarán á los Gentiles: Y le
escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día
resucitará” (Marcos 10:33-34). Ignorando por completo lo que Jesús ha
dicho, Jacobo y Juan piden a Jesús un asiento preferido “en tu gloria”
(10:37). Jesús entonces les dice a los discípulos, “Y cualquiera de
vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo de todos” (10:44) –
después, Jesús lleva a cabo su propio sacrificio como modelo para todo
discípulo (10:45).
Sin embargo, después
de cada predicción, los discípulos continúan sin comprender la predicción de la
pasión ni la enseñanza de Jesús acerca el discipulado. Jesús es un Mesías
tan diferente al esperado que simplemente no “lo entienden.” Parece que
sus ojos espirituales han estado fijados en un lugar tanto tiempo que, ahora
que el mesías se encuentra a su alrededor, no pueden enfocar sus ojos para
verle claramente.
Siguiendo esta
historia de Jacobo y Juan, Jesús sanará otro hombre ciego que “cobró la vista,
y seguía á Jesús en el camino” (10:46-52). Las historias de los ciegos
que recobran la vista sirven para marcar alrededor de las historias de
discípulos que no pueden ver. Mientras que los doce discípulos fallan en
ver, Marcos señala a Pedro, Jacobo, y Juan, el círculo íntimo, para hacer una
nota especial (8:31-33; 10:35-40).
Pedro seguramente
fue una de las fuentes de Marcos para las historias en este Evangelio, y puede
haber sido la fuente de esta historia. Como uno de los Tres Grandes
(Pedro, Jacobo, y Juan – privilegiados por haber estado con Jesús en la
Transfiguración y en Getsemaní), estaría muy al tanto del intento de Jacobo y
Juan para empujarle a un lado – para disminuir los Tres Grandes a los Dos
Grandes.
VERSÍCULOS
35-40: DANOS QUE EN TU GLORIA NOS SENTEMOS A
TU DIESTRA Y SINIESTRA
35Entonces Jacobo y
Juan, hijos de Zebedeo, se llegaron á él, diciendo: Maestro, querríamos que nos
hagas lo que pidiéremos. 36Y él les dijo: ¿Qué queréis que os
haga? 37Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el
uno á tu diestra, y el otro á tu siniestra. 38Entonces Jesús les
dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, ó ser
bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?39Y ellos dijeron: Podemos. Y
Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis; y del bautismo de
que soy bautizado, seréis bautizados. 40Mas que Os sentéis á mi
diestra y á mi siniestra, no es mío darlo, sino á quienes está aparejado.
“Entonces Jacobo y
Juan, hijos de Zebedeo” (v. 35a). Pedro,
Jacobo, y Juan son el círculo íntimo de Jesús. En varias ocasiones,
incluyendo la Transfiguración (9:2-8) y en el Jardín de Getsemaní (14:32-42),
Jesús hizo que estos tres le acompañaran, excluyendo a los demás discípulos.
“Maestro, querríamos
que nos hagas lo que pidiéremos” (v.
35b). Todo padre ha oído, “¿Puedes hacer algo para mí?” – y un padre
sabio determina qué es lo que se pide antes de acceder. La manera en que
Jacobo y Juan presentan su pedido refleja que tienen sus dudas sobre ello.
“¿Qué queréis que os
haga?” (v. 36). Ésta es la misma pregunta
que Jesús pregunta al ciego Bartimeo más tarde en este capítulo (10:51).
Bartimeo responde pidiéndole a Jesús que restaure su vista, y Jesús lo
hace. Bartimeo entonces sigue a Jesús “en el camino” (10:52). Como
se anota arriba, la vista restaurada de Bartimeo se contrasta dramáticamente
con los ojos ciegos de los discípulos que han estado siguiéndole todo el
tiempo.
“Danos que en tu
gloria nos sentemos el uno á tu diestra, y el otro á tu siniestra” (v.
37). Recuerde que Jesús les acaba de decir a los discípulos que va a
Jerusalén a morir (10:33-34). Más tarde, los discípulos llegarán a
comprender la “gloria” de Jesús como algo que tiene que ver con su Pasión.
Algunos eruditos ven
versículo 31 como una reclamación implícita hacia Pedro y creen que Jacobo y
Juan están utilizando esta reclamación como oportunidad de ganar ventaja sobre
Pedro, el tercer miembro del círculo íntimo de Jesús (France, 414).
Cualquiera que sea su motivación, está claro que estos hermanos – los Hijos del
Trueno (3:17) – están buscando los dos puestos de honor más altos y no hay
espacio en su plan para incluir a Pedro.
“Danos que en tu
gloria nos sentemos” (v. 37a). En ese tiempo y
lugar la gente generalmente se reclinaba en sofás alrededor de una mesa baja
para comer en banquetes o festines. Cuando Jacobo y Juan piden sentarse
al lado derecho e izquierdo de Jesús en su gloria, se están imaginando a Jesús
como un rey sentado en una mesa con sus principales consejeros a su mano
derecha e izquierda.
Nos es difícil
imaginar cómo es que Jacobo y Juan pueden ser tan densos – tan
descuidados. Su intención está equivocada porque “están pidiéndole a
Jesús que quepa en sus planes” en vez de intentar ellos caber en el plan de
Jesús (Luccock, 812). Jacobo y Juan no solo han fallado en oír la
predicción de Jesús sobre su muerte inminente, pero también consideran este
viaje a Jerusalén como una marcha mesiánica a la ciudad para restaurarle su
previa gloria davídica y para que Jesús pueda tomar el trono davídico.
Sería difícil para
nosotros comprender como Jacobo y Juan podrían fallar en oír la clara
predicción de Jesús sobre su pasión – excepto que hoy vemos como cristianos
oyen lo que quieren oír en lugar de escuchar las palabras de Jesús en cuanto a
llevar una cruz:
- En el Evangelio de
la Prosperidad, con su apelación a creer y enriquecerse, enseña que Jesús
quiere que prosperemos – que vayamos en primera – que llevemos un Rolex y
conduzcamos un Mercedes. ¿Cómo es posible que alguien malentienda tanto a
Jesús? ¿Cómo pueden fallar en oír su enseñanza sobre la cruz, servicio y
sacrificio?
- Si examinamos
nuestras propias oraciones, encontraremos mucho que se paralela al pedido de
estos dos hermanos. ¿Es el énfasis de nuestras oraciones adorar y alabar?
¿Dar gracias? ¿La confesión? Para la mayoría de nosotros, la oración consiste
principalmente de pedir – Señor, dame esto y Señor, dame eso. Nuestras
oraciones no son tan diferentes de este pedido de Jacobo y Juan.
Vale la pena anotar
que Mateo y Lucas relatan que Jesús dijo, “De cierto os digo, que vosotros que
me habéis seguido, en la regeneración, cuando se sentará el Hijo del hombre en
el trono de su gloria, vosotros también os sentaréis sobre doce tronos, para
juzgar á las doce tribus de Israel” (Mateo 19:28; Lucas 22:28-30). “Estas
declaraciones nacen del entendimiento de Jesús de Daniel… las doce tribus serán
gobernadas por los doce discípulos, mientras que Jesús mismo en el Espíritu de
Salmo 110:1 compartirá el trono de su Padre” (Evans, 116).
Jesús no reclama a
Jacobo y Juan. En vez, “les acepta como son, pero firmemente les señala
en una nueva dirección, en la misma dirección en que él va” (Williamson, 193).
“¿Podéis beber del
vaso que yo bebo, ó ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?” (v.
38). En el Antiguo Testamento, “vaso” puede referirse a bendiciones,
juicio, o muerte. “Aquí, parece referirse no solo a la muerte pero a una muerte
dolorosa e inoportuna. Un uso similar de la metáfora vuelve a ocurrir en
14:36, donde Jesús reza, ‘traspasa de mí este vaso’” (Hare, 129). El vaso
pronto llegará a representar “mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es
derramada” (14:24).
“Podemos” (v.
39a). Jacobo y Juan saben que Jesús les ha retado, y ellos recogen el
guante – aceptan el reto – sin entender las consecuencias. Más tarde,
cuando Jesús es arrestado, no serán tan valientes. Marcos nos dice,
“dejándole todos sus discípulos, huyeron” (14:50).
“A la verdad, del
vaso que yo bebo, beberéis; y del bautismo de que soy bautizado, seréis
bautizados” (v. 39b). Alejado de la
verdad es que Jesús prediga el martirio para estos hermanos. Sus palabras
también tienen sentido si señalan a la persecución en vez de la muerte.
Barclay dice que el verbo griego baptizein significa zambullir
o sumergir, y no siempre se refiere al agua. Por ejemplo, una persona en
luto se podría describir como sumergida en tristeza.
- “Lo que Jesús está
diciendo es, ‘¿Soportarás la terrible experiencia por la que yo he de pasar?
¿Aguantarás al enfrentarte con el odio y el dolor y la muerte que yo he de
enfrentar?’” (Barclay, 265).
- “El bautizo es una
plena identificación con la muerte y resurrección de Jesús (Romanos
6:3-4). El vaso compartido en comunión cristiana regularmente representa
participación en la muerte de Jesús y en la celebración de la nueva vida que su
muerte hizo posible (1 Corintios 10:16-17; 11:23-26)” (Geddert, 250).
Santiago fue, por
cierto, martirizado por Herodes de Agripa – “matado con la espada” en vez de
crucificado (Hechos 12:2). El destino de Juan es menos seguro. Por
lo menos una fuente relata su martirio, pero otra relata su muerte en Efesio ya
en una anciana edad. Hechos 4 relata su arresto en Jerusalén.
Martirizado o no, podemos dar por hecho que la suya no fue una vida fácil.
Irónicamente, los
hombres que ocuparán el lado derecho e izquierdo de Jesús serán los dos
ladrones en Gólgota (Mateo 27:38; Marcos 15:27; Lucas 23:32; Juan 19:18).
VERSÍCULOS 41-44: CUALQUIERA
QUE QUISIERA SER GRANDE SERÁ SERVIDOR
41Y como lo oyeron
los diez, comenzaron á enojarse de Jacobo y de Juan. 42Mas Jesús,
Llamándolos, les dice: Sabéis que los que se ven ser príncipes entre las
gentes, se enseñorean de ellas, y los que entre ellas son grandes, tienen sobre
ellas potestad. 43Mas no será así entre vosotros: antes cualquiera que
quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor (griego: diakonos); 44Y
cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo (griego: doulos) de
todos.
“Y como lo oyeron
los diez, comenzaron á enojarse de Jacobo y de Juan” (v.
41). No hay razón para creer que los demás discípulos se enojaron a causa
de la falta de consideración de Jacobo y Juan hacia la situación de
Jesús. Con la segunda predicción de la pasión, los discípulos
respondieron discutiendo entre ellos cuál era el más grande (9:33-37).
Ahora, están ofendidos porque están compitiendo para lugares de honor, y Jacobo
y Juan están intentando robar el premio debajo de sus narices.
“Sabéis que los que
se ven ser príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas, y los que entre
ellas son grandes, tienen sobre ellas potestad” (v.
42). Jesús no reclama a Jacobo y Juan y tampoco reclama a los doce.
En vez, utiliza su comportamiento como base de enseñanza. Podemos estar
seguros que tiene la completa atención de los discípulos. Jacobo y Juan
deben estar avergonzados al ver descubierta su cruda ambición. Los demás
discípulos están indignados, y escucharán con cuidado para asegurarse de que
Jesús aclare la situación. En vez, Jesús les instruye sobre el reino de
Dios – sus reglas – como funciona.
“antes cualquiera
que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor (diakonos). Y
cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo (doulos) de
todos” (vv. 43-44). Como siempre, Jesús le da la vuelta a
nuestro mundo al presentar las “leyes de la carretera” para el reino de Dios
(versículos 42-44). Leyes del Reino son completamente diferentes a las
leyes de este mundo – es más, son todo lo contrario. Los que viven según
las leyes de este mundo honran poder. Líderes poderosos son a menudo
egoístas, tiranos simples que tratan mal a sus súbditos.
En el reino de Dios,
los honores serán para los que sirven (griego: diakonos – los
que limpian las mesas) en vez de aquéllos que requieren el servicio de
otros. El primer premio irá al “siervo de todos” – “un ironía, para un
esclavo (griego: doulos), inferior aún a un sirviente
(griego: diakonos), que en la antigua sociedad era el último y más
pequeño de todos. La idea de un esclavo siendo el primero es una paradoja
tan absurda como la de un camello pasando por el ojo de una aguja (v. 25)”
(Edwards, 326).
“siervo de
todos” (v. 44). Un esclavo típicamente sirve
a solo un amo. En otro lugar Jesús dice, “Ningún siervo puede servir á
dos señores; porque ó aborrecerá al uno y amará al otro, ó se allegará al uno y
menospreciará al otro” (Lucas 16:13). Sin embargo un esclavo, siguiendo
las órdenes del amo, serviría a todos en la casa – al hacer esto, servía un
solo amo. Cristo clama que sirvamos a todos – que nos hagamos siervos de
todos. Al hacer esto, servimos un solo amo – Cristo.
“El trasfondo del
Antiguo Testamento que describe el concepto de Jesús acerca liderazgo por medio
de servicio se encuentra mejor en las Canciones del Sirviente en Isaías Dos
(42:1-9; 49:1-7; 50:4-9; 52:13 – 53:12)” (Donahue y Harrington, 315). “El
punto es que el camino a la ‘gloria’ atraviesa el valle de sufrimiento y
muerte” (Brueggemann, 555).
Debemos tener cuidado
de no juzgar a los discípulos demasiado por su falta de comprensión.
Tenemos la ventaja de una multitud de historias en los Evangelios que nos
enseñan a honrar servicios en vez de poder, pero a menudo fallamos en
hacerlo. Estamos ensimismados con estrellas de Hollywood y conocidos
atletas, aunque muchos de ellos utilicen influencia considerable para promover
violencia, sexo ilícito, drogas, y vulgaridades. Envidiamos a jefes de
corporaciones que se enriquecen aumentando ganancias a corto plazo, a menudo
causando bajas de trabajadores – y que, cuando sus acciones producen la ruina a
largo plazo, se escapan, protegidos por sus paracaídas dorados. Elegimos
políticos que venden sus almas a intereses especiales y que pasan sus vidas
encubriendo la verdad para preservar sus intereses.
Jesús nos llama
hacia una ética diferente, diciéndonos que Dios honra servicio en lugar de
poder. Nos reta a comenzar a vivir por las Leyes del Reino aquí y
ahora. Esto es difícil de vender – y una lección que la iglesia debe
volver a aprender continuamente. “El impulso de la preferencia se podría
llamar el primer enemigo de la iglesia cristiana” (Luccock, 816). Los
sacerdotes estamos tentados a cuidar a Numero Uno primero en vez de servir las
necesidades del reino. Estamos tentados por grandes títulos, vestimentas,
e iglesias – tentados a predicar la palabra que vende en vez de la palabra de
la fe, que lleva a la vida sacramental.
Ambición personal no comenzó con Jacobo y Juan, ni terminará con ellos.
VERSÍCULO 45: EL
HIJO DEL HOMBRE NO VINO PARA SER SERVIDO, MAS PARA SERVIR
45Porque el Hijo del
hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y dar su vida en rescate
por muchos.
Jesús no requiere
más de lo que él está dispuesto a dar. Modeló servicio y sacrificio desde
la cuna hasta la tumba. Mientras en la forma de Dios, “se anonadó á sí
mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres; Y hallado en la
condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8). Ambos la Encarnación y la Crucifixión
son obras de gran servicio y sacrificio.
“en rescate por
muchos”(v. 45). Jesús dijo a los discípulos que debía morir, y ahora les
dice por qué. La palabra “rescate” se encuentra en ambos testamentos, y
se refiere a un pago hecho a cambio de la libertad de un prisionero o la
liberación de un esclavo. El pueblo judío está acostumbrado a un sistema
de sacrificio en que animales sirven de sacrificio para la expiación de los
pecados de la gente. Ahora Jesús dice que dará su vida para rescatar a
muchos. En estas pocas palabras, presenta una teología de
expiación. “El vaso que Jesús debe beber se refiere al castigo divino por
pecados que él carga en lugar de los culpables (cf. 10:45; 14:24)” (Lane, 380).
Jesús muestra
servicio y sacrificio para sus discípulos, pero él logra algo que los
discípulos no pueden lograr. Solo Jesús puede servir de rescate para
muchos. Jesús tiene un papel único en el plan de salvación.
LUNES
22
LUCAS
12, 13-21
VERSÍCULOS 13-21: UN
REPASO
La cuestión aquí no
es ser dueño de posesiones, sino que las posesiones sean
dueñas de nosotros. La riqueza es un duro patrón. La persona que
desea riquezas es tentada a dejar que la adquisición de cosas se convierta en
su mayor prioridad. La persona que tiene riqueza es tentada a pasar su
vida cuidándola y creciéndola. Todos somos tentados a creer que podemos
encontrar seguridad en la riqueza. Fe en posesiones disminuye fe en
Dios. Sin embargo, el problema no es el dinero, sino el amor al dinero (1
Timoteo 6:10).
Jesús a menudo
hablaba de dinero y posesiones. Nuestra lección del Evangelio nos pone
esto en perspectiva. “La seguridad verdadera viene de ser ‘ricos en
Dios’” (Juel y Buttrick, 16).
VERSÍCULOS 13-15: DI
A MI HERMANO QUE PARTA CONMIGO LA HERENCIA
13Y díjole uno de la
compañía: Maestro, di á mi hermano que parta conmigo la
herencia. 14Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez ó
partidor (griego:meristen –
partidor) sobre vosotros? 15Y díjoles: Mirad, y guardaos de toda
avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes
que posee.
“Maestro, di á mi
hermano que parta conmigo la herencia” (v. 13). La ley del Tora prescribe
las leyes de herencia, y es de esperar que los rabíes interpreten Tora en casos
específicos y que actúen como mediadores en disputas:
- Deuteronomio 21:17
manda que una doble porción de la herencia vaya al hijo primogénito. Si
hay dos hijos, el mayor recibe dos tercios (67%), y el segundo un tercio
(33%). Si hay tres hijos, el mayor recibe dos cuartos (50 %), y los demás
reciben un cuarto cada uno (25%). Si hay cuatro hijos, el mayor recibe
dos quintos (40%) y los demás reciben un quinto cada uno (20%).
Deuteronomio especifica que el cariño del padre hacia el primogénito o la falta
de cariño hacia la esposa del primogénito no deben influir en la herencia.
- Num. 27:1-11
especifica la línea de herencia: hijo, hija, hermano, tío, pariente más
cercano.
- Num. 36:7-9
prohíbe la transferencia de herencias entre tribus.
“El padre, siguiendo
la antigua practica israelita de propiedad de familia, ha dejado su granja
entera a sus dos hijos, pero el que le pregunta a Jesús clarifica su derecho a
que la propiedad sea dividida. Esto implica que la relación entre este
hombre y su hermano ha sido quebrada a causa del deseo de ser propietario
independiente de su terreno” (Bauckham, 380).
No parece que éste
sea el hijo primogénito, porque un hijo primogénito se controlaría y, por lo
tanto, no le haría falta la ayuda de Jesús.
Mientras que el
hombre se dirige a Jesús como maestro, no le está pidiendo enseñanza. En
vez, le dice a Jesús que quiere y requiere (o manda) que Jesús haga lo que le
pide. Quiere aprovecharse de la autoridad moral de Jesús – busca usar la
autoridad de Jesús para ganar el poder sobre su hermano en la disputa de su
herencia.
“Hombre, ¿quién me
puso por juez ó partidor (griego: meristen – partidor) sobre
vosotros?” (v. 14). La respuesta de Jesús suena al lenguaje de Éxodo 2:14,
en el cual Moisés intentó terminar una lucha entre dos hebreos. Uno de
ellos le preguntó a Moisés, “¿Quién te ha puesto á ti por príncipe y juez sobre
nosotros?” Jesús puede querer decir que no tiene la autoridad para
arbitrar en esta disputa, pero es más probable que esté cuestionando el derecho
de este hombre al involucrarle en esta disputa.
El interés propio de
este hombre choca con el contexto en el que hace su pedido. Jesús ha
estado enseñando a miles de personas (12:1). Les advirtió de la hipocresía
farisaica (12:1). Les dijo que no temieran a los que matan al cuerpo,
sino a aquéllos que les puedan mandar al infierno (12:4-5). Les alentó a
confesar al Hijo del Hombre ante los demás (12:8-9). Les dijo que se
enfrentarían con oposición, y les aseguró que el Espíritu Santo les daría las
palabras necesarias al aparecer ante las autoridades (12:11-12). Entre
estas graves preocupaciones, el hombre interrumpe pidiendo ayuda con su
herencia. Al hacer esto, revela que no ha oído las palabras de Jesús, y
que solo se preocupa por su problema personal. Su interrupción es trivial
cuando se compara con la enseñanza que interrumpe y, por eso, es inapropiada y
desbarata la situación.
Knox compara esta
historia con la del rico regidor (18:18-30). Ambos hombres son culpables
de egoísmo “pero uno siente más simpatía por el rico que por este hombre.
La diferencia es que el rico regidor vino con una confesión de su propia
necesidad (‘¿Qué debo hacer?’), mientras que en este pasaje el hombre viene con
una queja hacia otro” (Knox, 225). Knox también menciona la historia de
Marta y María (10:38-42), en la que Marta se quejó de su hermana y ella misma
fue reprendida. En ambos casos, Jesús le dio la vuelta a la queja en
contra del que se quejaba. “Ante Dios, somos gente que confiesa, no gente
que protesta” (Knox, 225).
“Mirad, y guardaos
de toda avaricia” (v. 15). Jesús, quien ve el corazón, ve avaricia en el
corazón del hombre (v. 15). Se dirige a su pregunta, no solo al hombre,
sino a “ellos” – a la multitud. Utiliza la oportunidad para enseñarles
del peligro de la avaricia.
“Porque la vida del
hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (v. 15).
“Como en 10:25-37, ‘vida’ es una metáfora para la salvación” (Green, 489) – o
“vida” podría significar “una vida humanamente significante y de satisfacción”
(Nolland).
El hombre que trajo
la queja ha fijado los ojos tanto sus en posesiones, que no ve nada más.
Jesús le pide que se aleje un poco para poder ver por completo el conjunto de
la vida, un ejercicio que pone las posesiones en perspectiva. Posesiones
aún están en la discusión, pero parecen más pequeñas cuando se miran contra el
fondo del con el resto de la vida. Entonces, Jesús pasa la conversación
de la herencia del hombre, a lo que es su verdadera necesidad – la defensa
contra la avaricia y la oportunidad de hacerse “rico en Dios” (v. 21).
“La respuesta
críptica de Jesús le advierte al lector de dos maneras. Primero,... el
deseo de poseer cosas materiales probará ser insaciable. Segundo, sueños
de una vida abundante nunca se cumplirán a través de la acumulación de tales
excesos” (Bailey, Through Peasant Eyes, 63).
Estos son puntos que
Jesús hace en varias partes de este Evangelio:
- “Está escrito, ‘No
con pan solo vivirá el hombre’” (4:4).
- “¿Qué aprovecha al
hombre, si granjeare todo el mundo, y sé pierda él á sí mismo, ó corra peligro
de sí?” (9:25).
- “Por tanto os
digo: No estéis afanosos de vuestra vida, qué comeréis; ni del cuerpo, qué
vestiréis” (12:22-23).
- Véase la parábola
del hombre rico y Lázaro (16:19-31).
- “¡Cuán
dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!”
(18:24).
VERSÍCULOS
16-19: EDIFICARÉ MAYORES ALFOLÍES
16Y refirióles una
parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había llevado mucho; 17Y
él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿qué haré, porque no tengo donde juntar mis
frutos? 18Y dijo: esto haré: derribaré mis alfolíes, y los edificaré
mayores, y allí juntaré todos mis frutos y mis bienes; 19Y diré á mi
alma (griego: psuche): Alma,
muchos bienes tienes almacenados para muchos años; repósate, come, bebe,
huélgate.
“La heredad de un
hombre rico había llevado mucho” (v. 16). El hombre ya era rico antes de
esta cosecha, y la cosecha simplemente aumenta su riqueza. Jesús relata
una cosecha abundante – una cosecha que sobrepasa lo que el hombre invirtió en
plantar y arar – una cosecha que es verdaderamente un regalo de Dios.
Como veremos, la cosecha abundante hace surgir la pregunta de
generosidad. ¿Cuáles son las responsabilidades que adquirimos al acumular
más de lo que necesitamos?
“Y él pensaba dentro
de sí” (v. 17). El hombre no habla con nadie más que si mismo.
“Aunque esto parezca lo más natural en esta situación, personas que se dan
monólogos son proyectados por Lucas de una manera negativa una y otra vez (cf.
2:35; 5:21-22; 6:8; 9:46-47)” (Green).
“Este discurso no es
triste, sino bastante lastimoso. Este hombre rico y confiado ha llegado,
lo ha conseguido... Necesita una audiencia para su discurso. ¿Quién está
disponible? ¿Familia? ¿Amigos? ¿Sirvientes y sus familias? ¿Ancianos de la
aldea? ¿Compañeros propietarios? ...El hombre importante del Medio Oriente
siempre tiene una comunidad a su alrededor. ¿Pero este hombre? Solo
se puede dirigir a si mismo” (Bailey, Through Peasant Eyes, 66).
“Derribaré mis
graneros, y los edificaré mayores” (v. 18). La abundancia de la cosecha
excede las esperanzas del hombre rico. Esto requiere rápidas decisiones en
cuanto a dónde guardar o qué hacer con la cosecha. Jesús no pretende
decir que el hombre ha llegado a donde está de manera deshonesta. No hay
pruebas de que el hombre hubiera maltratado a su mano de obra o cosechado trigo
de los campos de su vecino.
La primera
indicación del problema está en el uso de la primera persona por parte del
hombre. Pase por la parábola trazando círculos alrededor de las palabras
“Yo” y “mi” para tener una idea del amor propio de este hombre. En la
breve conversación que tiene con si mismo, usa la palabra “Yo” seis veces y la
palabra “mi” cinco veces. No considera dar una paga extra a su mano de
obra ni hacer un proyecto de servicio para su comunidad. No ofrece
ninguna palabra de agradecimiento a Dios por esta cosecha tan abundante.
Todo es “Yo” y “mi.”
“Repósate, come,
bebe, huélgate” (v. 19). Encontramos lenguaje parecido en Eclesiásticos
2:24; 3:13; 5:18; 8:15). Jesús presenta de manera muy clara la
preocupación propia de este hombre. Tiene más de lo que necesita para
cumplir con sus necesidades – aún más de lo que necesita para vivir
lujosamente. Su futuro no podría estar más asegurado. Ahora, lo
único que tiene que hacer es disfrutar de su riqueza, y ése es su plan.
Sin embargo, como veremos, su plan pronto se desvanecerá.
VERSÍCULOS
20-21: ¡NECIO!
20Y díjole Dios:
Necio, esta noche vuelven á pedir tu alma (griego: psuche); y
lo que has prevenido, ¿de quién será? 21Así es el que hace para sí
tesoro, y no es rico en Dios.
“Necio” (v.
20). “Cuando Dios se dirige al hombre como necio, indica la ceguera del
hombre al juzgar las prioridades de la vida. El alma del hombre está en
juicio. En este juicio las posesiones del hombre y su resumen social no
llevan peso ninguno” (Bock, 226). Antes, Jesús advirtió, “Mas ¡ay de
vosotros, ricos! porque tenéis vuestro consuelo” (6:24). Ése es el
problema de este hombre – ha recibido su recompensa, la cual no podrá llevar
consigo a la eternidad.
“Alma”
(griego: psuche) (v. 19) – “tu vida” (psuchen) (v.
20). La NRSV disminuye el juego de palabras en estos versículos
traduciendo psuchen como “vida.” El hombre dijo, “Alma (psuche),
tienes bienes suficientes para muchos años,” pero Dios dice, “Necio, esta noche
vuelven á pedir tu alma (griego: psuche).”
Hay otro contraste
interesante entre “muchos años” (v. 19) y “esta noche” (v. 20).
“Lo ridículo de la visión estrecha del granjero es aumentado por el contraste
entre los muchos años de bienes que le quedan y las pocas horas que le quedan
de vida” (Nolland). El hombre es ridículo “porque ha olvidado el dicho,
‘Comamos y bebamos, porque mañana moriremos.’ El dicho se aplica estrictamente
en este caso; morirá durante la noche que comenzará un nuevo día. Por lo
tanto, su gran plan no vale nada” (Tannehill, 206).
“Y lo que has
prevenido, ¿de quién será?” (v. 20). La persona que ama sus posesiones
las cuida con recelo – mantiene fuertemente el control – construye barreras
para prevenir a los demás de poder entrar. El pensar que alguien pudiera
estar malgastando su riqueza sería de lo más doloroso. Sin embargo,
cuando él o ella muere, sus planes empiezan a fallar. Testamentos y
fundaciones filantrópicas solo proveen una protección mínima. A menudo,
fortunas son gastadas de una manera en que su fundador nunca hubiera pensado o
aprobado. Eventualmente, polillas y orín corrompen aún las posesiones más
queridas. “¿Ha visitado alguna vez una chatarrería? Nunca olvidaré el
impacto que me hizo mi primera visita a una chatarrería... Donde fuera que
mirara, había ‘cosas’ por las cuales alguien había trabajado y ahorrado para
comprar. Por todas partes a mí alrededor encontraba tesoros – ‘cosas’ por
las que alguien había vivido y muerto. Ahora, solo valían para la
chatarrería” (Sweet, 24).
“Así es el que hace
para sí tesoro, y no es rico en Dios” (v. 21). No debemos pretender que
este versículo se aplica solamente a los millonarios de Microsoft – no tenemos
que ser ricos para estar en peligro. El peligro existe para todo “el que
hace para sí tesoro” y “no es rico en Dios.”
El problema no es la
riqueza del hombre sino su avaricia. Muchos son tentados a acumular
dinero y acciones, y otros son tentados a malgastar su dinero. Sin
embargo, la pobreza no le hace a uno inmune de la avaricia. Alguna gente
pobre comparte generosamente con otros en necesidad, pero otros se guardan un
pedazo de pan. El problema no es la riqueza sino el egoísmo. Es
completamente posible que una persona conduzca un Porsche y que sea generosa
hacia los demás, mientras que otra conduzca un Ford y avariciosamente se guarde
una fuente de galletas.
“Rico en
Dios.” ¿Qué significa ser “rico en Dios”? Primero, de cierto debe
significar estar agradecidos a Dios por nuestras bendiciones. Segundo,
debe constar la responsabilidad hacia nuestros vecinos a quienes Dios nos ha
encargado amar (10:27) – y a nuestro enemigo, a quien Dios también nos ha
encargado amar (6:27).
MARTES
23
LUCAS
12, 35-38
VERSÍCULOS
35-38: ESTÉN CEÑIDOS VUESTRO LOMOS, Y
VUESTAR ANTORCHAS ENCENDIDAS
35Estén ceñidos
vuestros lomos (griego: estosan humon
hai osphues periezosmenai), y vuestras antorchas
encendidas; 36Y vosotros semejantes á hombres que esperan cuando su señor (griego: kurios –
Señor) ha de volver de las bodas; para que cuando viniere, y llamare,
luego le abran. 37Bienaventurados aquellos siervos (griego: douloi),á
los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se
ceñirá, y hará que se sienten á la mesa, y pasando les servirá.38Y aunque venga
á la segunda vigilia, y aunque venga á la tercera vigilia, y los hallare así,
bienaventurados (griego:makarioi) son los tales
siervos.
“Estén ceñidos
vuestros lomos” (v. 35a). La imagen es de
una persona con el traje atado lo suficientemente ceñido para poder moverse
cómodamente. Recuerda a las instrucciones para la comida de la Pascua
original. “Y así habéis de comerlo: ceñidos vuestros lomos, vuestros
zapatos en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis
apresuradamente” (Éxodo 12:11). Las instrucciones de la Pascua eran para
preparar a la gente para la salida precipitada de Egipto en cuanto llegase el
momento. Las instrucciones de Jesús son para preparar a los discípulos
para su regreso, que tomará lugar en un momento inesperado.
“y vuestras
antorchas encendidas” (v. 35b). Antorchas
requieren atención continua. Las mechas han de cortarse y el aceite ha de
ser rellenado. Una antorcha mal cuidada no encenderá cuando se
necesita. Aún una antorcha bien mantenida lleva tiempo encender – algo
insatisfactorio en una emergencia verdadera.
“Y vosotros
semejantes á hombres que esperan cuando su señor ha
de volver de las bodas; para que cuando viniere, y llamare, luego le abran” (v.
36). En muchas circunstancias, estar preparado es cuestión de vida o
muerte. Bomberos, técnicos de emergencias médicas, soldados, y médicos
han de estar preparados con herramientas en mano cuando llegue el momento de
actuar. Cada minuto cuenta en una crisis. El bombero que se retrasa
cinco minutos puede encontrar que el incendio ya no tiene arreglo. El
médico que se retrasa cinco minutos puede encontrar que el paciente ya ha
muerto. Los que trabajan en profesiones que atienden en situaciones de
crisis se entrenan regularmente para poder responder efectivamente al surgir
una crisis. Estar preparado para la venida de Cristo tiene la misma
urgencia de vida o muerte.
“Bienaventurados
aquellos siervos (douloi – de doulos), á
los cuales cuando el Señor (kurios – Señor) viniere,
hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten á la
mesa, y pasando les servirá” (v. 37). Jesús no sugiere que la
servidumbre, tal como la conocemos, sea aceptable. Utiliza la palabra,doulos,
para hablar de nuestro servicio a Dios. Ser doulos es
hacer la voluntad del amo. En este caso, douloi son los
discípulos de Cristo y el amo (kurios – Señor) es Jesús.
Pablo habla de si mismo como un doulos de Cristo (Romanos 1:1;
Galatos 1:10; Filipenses 1:1), y habla de cristianos corrientes como doulon del
Señor (2 Timoteo 2:24).
A primera vista, las
parábolas de Jesús parecen historias inocentes que utilizan eventos diarios
para demostrar un punto obvio, pero entonces, de repente, toman una dirección
inesperada – una dirección parabólica:
– Y así es un
samaritano que muestra ser prójimo del hombre herido (10:36-37).
– Y así es que un
hombre rico dice, “Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años,”
pero Dios dice, “Necio, esta noche vuelven á pedir tu alma” (12:19-20).
– Ahora, en esta
parábola de los siervos que vigilan, esperamos que los siervos sienten al amo (kurios –
Señor) a la mesa para servirle la cena. En vez, Jesús dice que el amo
invitará a los siervos a sentarse a la mesa mientras él les sirve. Esto
se refiere al banquete escatológico (fin del tiempo) que los discípulos disfrutarán
al regresar Jesús. En la Encarnación, “el Hijo del hombre tampoco vino
para ser servido, mas para servir, y dar su vida en rescate por muchos” (Marcos
10:45). Servicio también es el propósito por el regreso de Cristo.
“Al servir a aquéllos que son siervos, el señor que regresa eleva a los
humildes, dando la vuelta a las normas socio-políticas y religiosas, igual que
había predicho la canción de María (1:52b)” (Green, 499). Esto es motivo
para regocijo y también para estar preparado.
“Y aunque venga á la
segunda vigilia, y aunque venga á la tercera vigilia (en
te deutera kan en te trite phulake – en la segunda o tercera
vigilia), y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos” (v.
38). Romanos cuentan cuatro vigilias – la segunda y tercera de 9:00 de la
noche a 3:00 de la mañana. Judíos cuentan tres – la segunda y tercera de
10:00 de la noche a 6:00 de la mañana. De cualquier manera, Jesús habla
de la venida del amo en medio de la noche después de acostarse la gente – una
hora inesperada cuando gente adormilada encontrará imposible poder
prepararse. La venida del amo revelará los siervos que están preparados o
no. Jesús promete que los preparados serán bendecidos (makarioi –
la misma palabra utilizada en las Beatitudes).
MIÉRCOLES
24
LUCAS
12, 39-48
Nuestra lección del
Evangelio se encuentra dentro de una sección más grande que enfatiza
vigilancia, preparación, y discipulado fiel:
– 12:35-40 llama
siervos a la vigilancia.
– 12:41-58 enfatiza
obrar fielmente, anticipando el regreso del amo.
– 12:57-59
recomienda llegar a un acuerdo con tu opositor en vez de llevarlo a corte.
– En 13:1-5, Jesús
advierte, “si no os arrepintiereis, todos pereceréis.”
– 13:6-9 es la
parábola de la higuera infructuosa que el amo quiere cortar.
VERSÍCULOS
39-40: Á LA HORA QUE NO PENSÁIS, EL HIJO DEL
HOMBRE VENDRÁ
39Esto empero sabed,
que si supiese el padre de familia á qué hora había de venir el ladrón, velaría
ciertamente, y no dejaría minar su casa.40Vosotros pues también, estad apercibidos;
porque á la hora que no pensáis, el Hijo del hombre vendrá.
El Nuevo Testamento
nos enseña que la Segunda Venida de Cristo es una parte importante en el plan
de Dios para nuestro mundo y, por eso, es un elemento importante de nuestra fe cristiana.
Debemos “vivir en espera continua, sabiendo que en el juicio final, seremos
responsables, pero también regocijando por la promesa de estar en la presencia
eterna de Dios, Cristo, y todos los que Dios ha escogido para vivir con él en
eternidad. Vigilia espiritual es la única respuesta humana que funciona,
ya que certifica creencia en las promesas de Dios. La falta de tal
vigilia es negar estas promesas y resulta en vivir en una ilusión” (Hultgren,
270).
Se ha puesto mucho
esfuerzo en predecir la hora de la venida de Cristo, pero muchos de estos
esfuerzos son siempre infructuosos. El Hijo del Hombre vendrá en una hora
inesperada, como un ladrón en la noche.
La cuestión,
entonces, es ¿cómo podemos prepararnos para la venida de Cristo? “Por supuesto
que el dueño de la casa no puede quedarse despierto todo el tiempo… Pero
preparación es posible. Consiste de la continua lealtad a nuestras
responsabilidades” (Craddock, Interpretation, 165). Este
pensamiento es crítico. No podemos estar despiertos en todo
momento. Tenemos responsabilidades que hacen imposible poner toda nuestra
energía en los deberes del reino. La clave es “vigilancia, que significa
vivir constantemente de una manera moral y obediente, y así estar listos para
darle a Dios un relato de como hemos vivido” (Culpepper, 265).
JUEVES
25
LUCAS
12, 49-53
VERSÍCULOS 49-50: FUEGO
VINE Á METER EN LA TIERRA
49Fuego vine á meter
en la tierra: ¿y qué quiero, si ya está encendido?50Empero de bautismo me es
necesario ser bautizado: y ¡cómo me angustio (griego: pos
sunechomia) hasta que sea cumplido!
En el griego
original, “fuego” y “bautismo” son las primeras palabras de cada oración,
enfatizándolas más. El lenguaje de estos versículos recuerda a 3:16,
donde Juan Bautista prometió que Jesús “os bautizará en Espíritu Santo y
fuego.”
“Fuego vine á meter
en la tierra” (v. 49a). Fuego puede ser
metáfora para purificación (Levítico 13:52; Números 31:23; Malaquías 3:2) – o
para juicio (Génesis 19:24; Lucas 3:9, 17; 17:29). Elías trajo el fuego
de juicio sobre los profetas de Baal (1 Reyes 18:36-40) y los soldados del Rey
Ocozías (2 Reyes 1:10-14). Juan Bautista, en un versículo rodeado de
referencias al fuego como juicio (3:9, 17), dijo que el Mesías “os bautizará en
Espíritu Santo y fuego” (3:16). Santiago y Juan querían traer fuego sobre
los samaritanos que rechazaron a Jesús, pero Jesús no lo permitió (9:54).
“¿y qué quiero, si
ya está encendido?” (v. 49b). El deseo que
Jesús tiene por llegar al fin es obvio. En versículo 50a, menciona el
bautizo con el que ha de ser bautizado – una referencia encubierta de su muerte.
En versículo 50b, menciona el estrés que le oprimirá hasta el momento de su
bautizo/muerte. Entonces, con esta referencia de 49b parece anhelar la
crucifixión para poder pasar pronto por ella y seguir a la victoria de la tumba
vacía. Su crucifixión será terrible, pero la anticipación es terrible
también. Desea dejarla detrás.
“Empero de bautismo
me es necesario ser bautizado” (v. 50a). Esta
referencia al bautizo se comprende mejor en el contexto de la respuesta de
Jesús hacia Santiago y Juan, que pidieron sentarse a su derecha e izquierda en
el reino. Jesús les dijo, “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso
que yo bebo, ó ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?” (Marcos,
10:38). El vaso y el bautizo son metáforas para el sufrimiento y muerte
de Jesús. “Seguramente, ‘bautizo’ retiene su sentido original de
sumergir, inmergir, o echar, y es una inmersión en agua o fuego que amenaza la
vida” (Tannehill, 213).
“y ¡cómo me angustio (griego: pos
sunechomia) hasta que sea cumplido!” (v. 50b). Estas
palabras son las de un hombre comprometido a una misión difícil, angustiado por
la anticipación que siente – desea que la espera termine y que la misión sea
cumplida. Es lo que siente un soldado antes de entrar en batalla – un
policía en camino al lugar del crimen – un paciente esperando el momento de su
operación. Anticipamos que el juicio sea malo, pero que la espera sea
difícil también. De nuevo veremos la angustia de Jesús cuando reza en el
Monte de Olivos, su sudor “como grandes gotas de sangre que caían hasta la
tierra” (22:44).
“La cristología
implicada por este pasaje no se debe pasar por alto. De nuevo Jesús habla
de su misión divina. ‘Vine á meter’; ‘es necesario ser bautizado.’
Claramente, Lucas comprendía que Jesús era el que venía a cumplir el Antiguo
Testamento. También era él por el cual toda la humanidad se divide”
(Stein, 365-366).
VERSÍCULOS
51-53: HE VENIDO A DAR DISENSIÓN
51¿Pensáis que he
venido á la tierra á dar paz? No, os digo; mas disensión. 52Porque estarán
de aquí adelante cinco en una casa divididos; tres contra dos, y dos contra
tres.
53El
padre estará dividido contra el hijo,
y el hijo contra el padre;
y el hijo contra el padre;
la
madre contra la hija,
y la hija contra la madre;
y la hija contra la madre;
la
suegra contra su nuera,
y la nuera contra su suegra.
y la nuera contra su suegra.
“¿Pensáis que he
venido á la tierra á dar paz? No, os digo; mas disensión” (v.
51). ¡Esta palabra perturba! Preferimos pensar de Jesús como Príncipe de
Paz que viene a “encaminar nuestros pies por camino de paz” (1:79), y a
dispensar “buena voluntad para con los hombres” (2:14). No obstante, una
investigación de la palabra “paz” en este Evangelio provee un poco de
tranquilidad. Jesús sana a dos mujeres y les dice que vayan en paz (7:50;
8:48). De otra manera, ofrece paz solo a los que la comparten con otros
(10:5-6) y a los discípulos después de la resurrección (24:36). Aquí deja
claro que trae disensión en vez de paz. En el versículo paralelo de Mateo
(10:34), Jesús trae una espada.
“Porque estarán de
aquí adelante cinco en una casa divididos; tres contra dos, y dos contra tres” (v.
52). Hasta familias serán divididas a causa de Jesús. En la vida
israelita, todas las relaciones familiares son importantes. El lugar de
una persona en la familia confiere ambos identidad personal y un lugar en la
comunidad. Personas saben quién eres porque conocen a tu padre y madre
(4:22). Familia también proporciona un sistema de apoyo en un mundo sin
programas de bienestar social. Dividir una familia es dejar a sus
miembros en tierra movediza social y económicamente. Significa cortar las
mismas raíces de la estructura social.
“El padre estará
dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y
la hija contra la madre” (v. 53). Estas palabras
suenan a las de Miqueas 7:6, “un texto que claramente influyó las expectativas
judías sobre el final” (Nolland, 710).
¿Por qué, entonces,
traería Jesús disensión? Jesús vino a este mundo para establecer el reino de
Dios. Vino a transformar un mundo pecador, y ese tipo de transformación
no es fácil. Muchos de los primeros en este mundo serán los últimos en el
reino de Dios (13:30), y no se puede esperar una simple aceptación de esta
reversa sin lucha. A lo largo de su ministerio, Jesús socorre a los
afligidos (los que no tienen poder) y aflige a los cómodos (los
poderosos). Es como darle un empujón a un oso. Uno esperaría que el
oso respondiese enojado – y osos pueden matar. Jesús, claro, no vino a
incitar un oso, sino que vino a aplastar la cabeza de Satanás (Génesis 3:15),
un juego aún más peligroso. Jesús ganará, pero a costa de una épica
batalla.
A lo largo de su
ministerio Jesús experimenta conflicto, culminando con la cruz. Simeón
predijo este conflicto cuando Jesús era todavía un infante. “Y los
bendijo Simeón, y dijo á su madre María: He aquí, éste es puesto para caída y
para levantamiento de muchos en Israel; y para señal á la que será contradicho;
Y una espada traspasará tu alma de ti misma” (Lucas 2:34-35).
La temprana iglesia
también experimentaba conflicto desde fuera y desde dentro. Judíos,
incluyendo a Saúl de Tarsos, perseguían cristianos. Soldados romanos
llenaban las carreteras de cruces. Dentro de la iglesia también había
conflicto – conflicto sobre el estatus de gentiles, comer carne de animales
sacrificados a ídolos, y numerosas otras cosas.
Hoy, la iglesia
todavía encuentra oposición de fuera y división por dentro. Cristianos
aún sufren de persecución en muchas partes del mundo, y sienten la presión de
callar su testimonio en muchos otros lugares. Si hemos de hacer la obra
de Cristo, debemos esperar oposición. La ordenación de homosexuales, el
aborto, la investigación celular, y el servicio militar solo son unas de las
líneas que dividen. Desafortunadamente, también generamos conflicto
dentro de la iglesia cuando luchamos por cosas tan triviales como el color de
la alfombra del santuario.
Los primeros
discípulos dejaron a sus familias para seguir a Jesús y ya han vivido
persecución. Aunque las palabras de Jesús sobre la disensión nos pueden
preocupar, para estos primeros cristianos servían de apoyo. Las palabras
de Jesús les ayudan a comprender un mundo que les opone y les hace
sufrir. En el Cuarto Evangelio, Jesús dice, “Estas cosas os he hablado,
para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción: mas confiad, yo he
vencido al mundo” (Juan 16:33).
VIERNES
26
LUCAS
12, 54-59
VERSÍCULOS
54-56: NO RECONOCÉIS ESTE TIEMPO
54Y decía también á
las gentes: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene;
y es así. 55Y cuando sopla el austro, decís: Habrá calor; y lo
hay.56¡Hipócritas! Sabéis examinar la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo ;
¿y cómo no reconocéis este tiempo? (griego: ton
kairon – de kairos).
“Cuando veis la nube
que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así”(v.
54). Hasta ahora, Jesús se ha dirigido a los discípulos, pero ahora se
dirige a la multitud. Una nube que sube por el oeste, oriunda del
Mediterráneo, promete lluvia. Un viento del sur, procedente del desierto,
anuncia que se preparen para un día abrasador. Granjeros y pastores saben
reconocer estas señales. Esta sabiduría es indispensable para su supervivencia.
El uso de la palabra
hipócritas por parte de Jesús es “un poco extraño ya que, no como Mateo, Lucas
dice que no saben interpretar el tiempo cuando, en efecto, un
hipócrita sí podría pero escogería no hacerlo” (Johnson, 208). “En el
mundo de Lucas, ‘hipócrita’ no se refiere a alguien que simplemente hace un
papel… Está claro que Jesús piensa de las multitudes, no como gente falsa o
engañosa, sino como gente que ‘no sabe’” (Green, 511). No saben como
interpretar el tiempo presente, porque se han negado a abrir los ojos a lo que
les rodea.
“¡Hipócritas! Sabéis
examinar la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo no reconocéis este tiempo?” (ton
kairon – de kairos) (v. 56). Han aprendido a
reconocer señales del tiempo, imprescindibles para la supervivencia física.
Sin embargo, no han aprendido a reconocer señales del kairos,
“este tiempo” (v. 56), imprescindibles para la supervivencia espiritual.
Que un día sea lluvioso o caluroso importa solo por poco tiempo, pero importa
para siempre que Jesús se encuentra entre ellos como el Mesías – el Salvador –
el que traerá el reino de Dios. “Era inmensamente más importante para el
pueblo del convenio de Dios discernir presagios de la obra salvadora de Dios en
el mundo y en sus vidas” (Nickle, 143).
Hoy ya no somos un
pueblo agrario ni sabemos reconocer señales climáticas. Conseguimos el
pronóstico de la Canal Climática. Las señales que nos preocupan hoy son
políticas o económicas. ¿Qué hará el Congreso, y cómo nos afectará a
nosotros? ¿Bifurcará nuestro terreno la nueva carretera, y cómo nos afectará
eso? ¿Subirá la bolsa o no? ¿Podemos encontrar la manera de predecir el futuro
para hacer la apuesta correcta? Somos muy parecidos a la gente a quien
Jesús se dirigía, porque ellos también se interesaban en señales que afectarían
su futuro económico.
También somos como
la gente a quien Jesús se dirigía porque, aunque estamos muy interesados en
señales políticas y económicas, nos importan poco los asuntos espirituales del
día. Vemos como se desintegra la familia, y actuamos como su apologético
en lugar de defender la integridad familiar. Vemos una industria de
entretenimiento que promulga sexo y violencia, pero protestamos contra
esfuerzos para limitar su libertad aún mientras corrompe a nuestros
hijos. En la televisión vemos morir de hambre a los pobres del mundo,
pero nos sentamos a cenar sin considerar como podemos ayudar. Vemos
africanos muriendo de SIDA y cambiamos la canal. Oímos historias de
cristianos perseguidos por el mundo, y no reconocemos que son nuestros hermanos
y hermanas. Vemos surgir numerosos temas biomédicos, y decidimos que son
demasiado complejos para comprender. Igual que la gente de la época de
Jesús, nos especializamos en cosas menores y “no reconocemos este tiempo” (v.
56).
SÁBADO
27
LUCAS
13, 1-9
VERSÍCULOS 12:49,
13-35: EL JUICIO VENIDERO
Inmediatamente antes
del pasaje para hoy, Jesús advirtió que no vino para traer paz, sino división
(12:49-53). También advirtió a las multitudes que, aunque sabían leer las
señales del cielo para reconocer el clima, no sabían “cómo reconocer este
tiempo” (12:54-56).
Inmediatamente
después del pasaje para hoy, un líder de la sinagoga criticará a Jesús por
sanar en sábado, y Jesús lo avergonzará (13:10-17). Al final del capítulo 13,
Jesús lamentará por la recalcitrante Jerusalén, “¡que matas á los profetas, y
apedreas á los que son enviados á ti!” (13:31-35).
Dado este contexto,
es importante reconocer los tintes políticos de (nuestro pasaje bíblico) en su
situación original, con la amenaza de un juicio devastador colgando
particularmente sobre la nación de Israel si no se arrepiente y reforma
rápidamente. Pero de seguro, sería precipitado limitar la amenaza solamente a
Israel ¡y presumir que quienes después siguieran los pasos de Israel escaparían
de un veredicto similar!
VERSÍCULOS 1-9: DOS
HISTORIAS Y UNA PARÁBOLA
Lucas nos da un par
de historias que nos llaman al arrepentimiento (vv. 1-5), y una parábola que
ilustra la paciencia y el amor de Dios (vv. 6-9). “Esta forma de colocar lado a
lado ideas contrastantes es típicamente de Lucas, las unidades contrastantes
que forman la paradoja del Evangelio... Lucas no destruye la severidad al
infundir la gracia, ni destruye la gracia por infundir severidad"
(Craddock, 167).
Ambas historias (vv.
1-5) hacen un llamado al arrepentimiento, y “la parábola de la higuera
identifica a los oyentes de Jesús como estando en la última estación de
oportunidad para cambiar sus caminos” (Nolland).
Los estudiosos
tienden a ver las historias (vv. 1-5) llamando por una respuesta individual y
la parábola (vv. 6-9) como llamando a que la nación y sus líderes (escribas,
fariseos, y otros) den una respuesta (Bock, 239; Bailey, 74).
VERSÍCULOS 1-5:
ARREPENTIRSE O PERECER
1Y en este mismo
tiempo estaban allí unos que le contaban acerca de los Galileos, cuya sangre
Pilatos había mezclado con sus sacrificios. 2Y respondiendo Jesús,
les dijo: ¿Pensáis que estos Galileos, porque han padecido tales cosas, hayan
sido más pecadores que todos los Galileos? 3No, os digo; antes si no
os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente. 4O aquellos dieciocho,
sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que ellos fueron
más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén? 5No, os
digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis asimismo.
“Y en este mismo
tiempo estaban allí unos que le contaban acerca de los Galileos, cuya sangre
Pilatos había mezclado con sus sacrificios” (v. 1). Las noticias en verdad son
terribles. Los galileos vinieron al templo a hacer sus sacrificios, y los
soldados de Pilatos los masacraron en ese santo lugar – profanaron el altar con
sangre humana – y así mezclaron asesinato con sacrilegio. Imaginen un asesinato
en su iglesia la mañana del domingo. Imaginen la alfombra empapada con sangre
humana y mezclada con el vino que se usa para la Comunión. ¡Definitivamente
impactante! No podemos corroborar este evento con fuentes seculares, pero
sabemos que estaba de acuerdo con la brutal naturaleza que a veces exhibía
Pilatos.
“Estaban allí unos”
(v. 1). Lucas no nos dice quiénes eran estas personas o por qué le cuentan a
Jesús esta historia tan terrible. Lo más probable es que eran personas comunes
y corrientes, que esperaban que Jesús le diera sentido a una situación absurda,
y que les ayudara a ellos a entender por qué estos Galileos sufrieron algo tan
terrible. ¿Habían violado alguna ley Romana? ¿Habían ofendido a Dios?
Quienquiera que
fueran, de cierto esperaban una respuesta empática de Jesús. En cualquier
cultura de victimización (e Israel con razón se siente victimizada por Roma),
historias como esta demandan una respuesta como “¿No es esto terrible?” Algunas
respuestas aceptables van desde “¡Esos malvados romanos!” a “¡Ya no podemos
tolerar esto! ¡Vamos a deshacernos de ellos¡”
Jesús, sin embargo,
responde de una manera completamente inesperada, diciendo “¿Pensáis que estos
Galileos, porque han padecido tales cosas, hayan sido más pecadores que todos
los Galileos? (v. 2). Aborda la presuposición no expresada de que, tal vez,
esos galileos habían pecado gravemente, provocando el juicio de Dios.
De hecho, a través
del AT, y en la mente del pueblo de Israel, el pecado y el juicio están muy
estrechamente relacionados. Es muy reconfortante creer que el sufrimiento es
resultado del pecado, porque elimina la casualidad – explica el sufrimiento – y
nos ofrece una manera de evitar los desastres que vemos caer sobre otros.
“No, os digo; antes
si no os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente” (v. 3). Jesús niega que
los galileos sufrieran por causa de sus pecados, y llama a sus oyentes a
arrepentirse a menos que sufran por los de ellos. La clave para entender esto
es el llamado de Jesús al arrepentimiento. Lo que les pasó a los galileos es
historia, y nada se puede hacer sobre eso. El destino de los oyentes de Jesús,
sin embargo, sigue siendo negociable. Jesús no les condena, en su lugar les
muestra el camino. Su propósito es redimir. Aunque no toda tragedia es el
resultado del pecado, el pecado algunas veces lleva a la tragedia. Los oyentes
de Jesús han pecado (como todos lo hemos hecho), y los llama a arrepentirse
para que puedan escapar del desastre.
Esta es una
respuesta valiente. Ken Bailey dice que sus estudiantes del Medio Oriente,
estudiando este pasaje, se admiran de que nadie haya atacado a Jesús
físicamente ahí mismo. La gente en una cultura de victimización es santurrona y
se resiste a la crítica. Al llamar al arrepentimiento, Jesús parece no
simpatizar con la causa nacional, que no le importan las atrocidades cometidas
por los romanos. En Nazarea, la gente del pueblo trató de matar a Jesús cuando
habló bien de los gentiles (4:16-30). Lo mismo fácilmente podría haber pasado
aquí (Bailey, Through Peasant Eye, 78-79).
“O aquellos
dieciocho, sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que
ellos fueron más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén?” (v.
4). El estanque de Siloé está en Jerusalén (Jn. 9:7) y, probablemente, la torre
de Siloé estaba muy cerca del estanque. El asunto es el mismo que en el primer
ejemplo: ¿Acaso Dios escogió a estos dieciocho por sus pecados? Jesús
cambia el debate sobre pecado/sufrimiento del contexto de sufrimiento a manos
de los romanos y el sufrimiento a manos de Dios, de la masacre a “un acto de
Dios”.
“No, os digo; antes
si no os arrepintiereis, todos pereceréis asimismo” (v. 5). Esta es la misma
respuesta que Jesús le dio a la primera historia. Jesús niega que aquellos
dieciocho fueran más pecadores que todos los demás, pero usa la oportunidad
para llamar a sus oyentes al arrepentimiento. Otra vez, su propósito no es la
condenación, sino la redención. El llamado al arrepentimiento nos muestra que
no es muy tarde para sus oyentes. La salvación sigue siendo posible.
Para el tiempo en
que Lucas escribe su evangelio, Roma había destruido Jerusalén. Para Lucas, hay
una clara relación de causa-efecto entre el pecado de la ciudad y su destino.
El arrepentimiento es un énfasis mayor en el evangelio de Lucas (ver 3:3, 8;
5:32; 13:3, 5; 15:7; 16:30; 17:3; 2:47). No es un llamado molesto, en su lugar
es una “palabra de gracia. El llamado al arrepentimiento del pecado siempre
lleva consigo no solamente la amenaza de la divina retribución, sino todavía
más importante, la promesa del perdón” (Nickle, 145).
Necesitamos vivir
vidas de arrepentimiento, porque nunca sabemos cuándo un tirano se levantará en
contra de nosotros, o un muro caerá encima, o nuestro avión chocará, o si
podemos caer del techo, o un camión chocará contra nuestro automóvil, o si
tendremos un ataque cardiaco. Ni los galileos que fueron asesinados por
Pilatos, ni los dieciocho sobre quienes cayó la torre tuvieron la oportunidad
de arrepentirse. Su fin llegó rápidamente, sin advertencia. Así también puede
ser para nosotros. El arrepentimiento nos ayuda en la vida y en la muerte: nos
ayuda a vivir la vida como personas perdonadas, nos ayuda a enfrentar la muerte
sin miedo.
Frecuentemente los
pastores encuentran personas que han sufrido tragedias que se imagina fueron
causadas por su culpa. Este texto nos llama a equilibrar dos ideas opuestas:
– Por un lado, la
tragedia llega al azar, tal como sucedió con los galileos y los dieciocho
jerosolimitanos. En tales casos, no tiene nada que ver con la culpa. El tornado
que destruye un club nocturno también destruye una iglesia y mata tanto al que
atiende el bar como al maestro de Escuela Dominical. Algunas tragedias son
verdaderamente al azar. Sin embargo, nuestro arrepentimiento nos deja a
nosotros en buen estado cuando experimentamos una tragedia inevitable. Nos
prepara para vivir victoriosamente al enfrentar la tragedia, y también nos
prepara para el día de nuestra muerte.
– Por el otro lado,
el pecado sí lleva a la tragedia. Quienes conducen sus autos borrachos matan
personas inocentes. Los abusivos lastiman a sus parejas e hijos. Aunque no toda
tragedia es le resultado del pecado, algunas sí lo son. Tal vez la mejor manera
de comprender esto es ver un pequeño círculo dentro de un círculo más grande.
El círculo grande son todas las tragedias. El círculo pequeño es una tragedia
causada por nuestro pecado. No podemos prevenir la tragedia que llega al azar,
la que está fuera del círculo pequeño; pero Cristo nos llama a arrepentirnos
para que podamos evitar la tragedia provocada por nosotros mismos que se encuentra
en el círculo pequeño.
La tarea más difícil
del pastor es el discernimiento: cuándo afirmar a la gente que no son ellos
quienes han causado su propio sufrimiento y cuándo enfatizar la necesidad de
arrepentimiento.
VERSÍCULOS 6-9: LA
PARÁBOLA DE LA HIGUERA ESTÉRIL
6Y dijo esta
parábola: Tenía uno una higuera plantada en su viña, y vino á buscar fruto en
ella, y no lo halló. 7Y dijo al viñero: He aquí tres años ha que
vengo á buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala, ¿por qué ocupará
aún la tierra? 8El entonces respondiendo, le dijo: Señor, déjala aún este
año, hasta que la excave, y estercole. 9Y si hiciere fruto, bien; y
si no, la cortarás después.
“Tenía uno una
higuera plantada en su viña, y vino á buscar fruto en ella, y no lo halló” (v.
6). La viña es una metáfora común para el pueblo de Israel, y el fruto de que
se espera de Israel es una vida de acuerdo con Dios. Los oyentes de Jesús
entenderían esta conexión cuando Jesús estaba contando la parábola.
“He aquí tres años
ha que vengo á buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo” (v. 7). Levítico
19:23-24 prohíbe comer del fruto de un árbol nuevo plantado hace tres años, y
requiere que el fruto del cuarto año “será santidad de loores á Jehová”.
Solamente en el quinto año es que el dueño puede beneficiarse de la cosecha. No
sabemos si este es el tercer año de vida del árbol, o el tercer año que el
dueño ha tratado de cosechar (que sería el séptimo año de la vida del árbol).
En todo caso, el dueño cree que este árbol ha tenido tiempo para demostrar si
será fructífero o no.
“...córtala, ¿por
qué ocupará aún la tierra?” (v. 7). El dueño ha esperado lo suficiente. ¡El día
del juicio ha llegado! La historia de Israel provee numerosos ejemplos donde
Dios ha usado el hacha para podar sus pecados. Conocen tanto el dulce sabor de
la providencia de Dios, como el amargo sabor del juicio de Dios.
El viñador respondió
“Señor, déjala aún este año, hasta que la excave, y estercole. Y si
hiciere fruto, bien; y si no, la cortarás después” (vv. 8-9). El ruego es para
dejar el hacha en el armario lo suficiente y dar a la higuera una estación más,
una oportunidad más. Sí, tres años es un largo tiempo, más que suficiente para
que el árbol diera fruto. Sin embargo, el dueño ha invertido tres años. Un año
más no lo hará quebrar. La ganancia puede ser un árbol fructífero en solamente
un año, una ganancia significativa por un año de paciencia. Ese es el
argumento, pero tenemos la idea de que el jardinero está más motivado menos por
la ganancia que por el corazón. El jardinero plantó el árbol, lo regó, lo
fertilizó, y lo vio crecer. Y no quiere perderlo.
El jardinero no
dejará la salvación del árbol a la suerte. Va a remover la tierra para
asegurarse de que el agua encuentra su camino hacia las raíces. Abonará al
árbol con estiércol. Si se le redime, el árbol no podrá reclamar el crédito por
su redención. Será el trabajo del jardinero más que el mérito del árbol lo que
hace posible su salvación. Esto “debe alentar a aquellos de nosotros que se preguntan
si nuestro arrepentimiento es adecuado... [Nuestro] arrepentimiento y reforma
no ocurren separados del cuidadoso cuidado de Dios” (Cousar, 218).
Bailey nota que la
palabra “abono” aparece solamente aquí en el Nuevo Testamento, así que Jesús de
seguro la usa a propósito. Como lo dijimos arriba, Bailey cree que los vv. 6-9
fueron para hablar a los líderes de Israel. “Si la higuera representa a los
escribas y a los sacerdotes principales, y la parábola habla de la necesidad de
poner cierto abono (estiércol), entonces tenemos un claro caso de lo que los
comediantes llaman un ‘humor insultante’. Lo que necesitan es que se extienda
un poco de estiércol a su alrededor. La audiencia original – sin lugar a duda –
encontraron esa imagen cómica” (Bailey, 84).
La historia termina
sin decirnos si el dueño aceptó la oferta del jardinero, pero Jesús nos deja
con la noción de que lo hace. Cualquier respiro, sin embargo, será solamente
temporal. Si Israel no se arrepiente, el jardinero no tendrá elección el próximo
año sino obedecer al dueño. El hacha será sacada del armario, y ya no será
posible hacer ninguna otra negociación.
DOMINGO
28
MARCOS
10, 46-52
CAPÍTULOS
8-11: EL CONTEXTO
En estos capítulos
tenemos dos historias de sanar de dos hombres ciegos (8:22-26 y
10:46-52). Entre las dos historias, Jesús viaja con los discípulos hacia
Jerusalén. En camino, les habla a los discípulos de su muerte venidera
(8:31-33; 9:30-32; 10:32-34), pero a cada predicción responden de una manera
inapropiada, demostrando su ceguera hacia el futuro que Jesús quiere
revelarles.
Marcos utiliza estas
dos historias de hombres ciegos para marcar una serie de historias de
discípulos cegados espiritualmente. Además, se fija en el círculo íntimo
de Jesús – Pedro, Jacobo, y Juan – para prestarles atención especial. Son
privilegiados por haber estado con Jesús en la Transfiguración (9:2-8), pero
parecen estar ciegos a las verdades que Jesús intenta enseñarles.
La historia de
Bartimeo es la última historia de sanar en este Evangelio y pone fin a capítulo
10. Capítulo 11 presenta la Entrada Triunfal a Jerusalén (11:1) que, por
supuesto, es el preludio de su crucifixión.
VERSÍCULO 46: UN
MENDIGO SENTADO JUNTO AL CAMINO
46Entonces vienen á
Jericó: y saliendo él de Jericó y sus discípulos y una gran compañía, Bartimeo (arameo:
bar significa hijo de) el ciego, hijo de Timeo (griego: ho
huios timaiou, el hijo de Timeo), estaba sentado junto al camino (griego: ten
hodon – la carretera, el camino) mendigando.
“Entonces vienen á Jericó” (v.
46). Quince millas montañosas bajo Jerusalén, Jericó es una de las
ciudades más antiguas del mundo que han estado continuamente ocupadas.
“y saliendo él de
Jericó y sus discípulos y una gran compañía” (v.
46). Las calles estarían llenas de peregrinos de todas partes
dirigiéndose hacia la Ciudad Santa. La fama de Jesús le precede, y gente
espera vislumbrar, aunque sea solo un poquito, al hombre que algunos consideran
el Mesías. Quizá puedan presenciar un milagro – o recibir una bendición –
o escuchar unas palabras de sabiduría – o hasta ver chispas volar entre Jesús y
sus enemigos. En todo caso, promete ser un gran desfile.
Jericó es el hogar
de muchos sacerdotes y Levitas que sirven en el templo de Jerusalén.
Algunos de ellos se encontrarán en esta multitud, temerosos quizá del impacto
que este joven profeta pueda tener en sus vidas – vidas profundamente
enraizadas en tradición. El aparente desdeño de Jesús hacia tradición
debe incomodarles. Seguramente algunos se mantienen a los lados,
intentando reunir el valor necesario para retar a Jesús cuando pase por
delante.
“Bartimeo el ciego,
hijo de Timeo” (v. 46). Bar significa hijo
de en arameo, un idioma similar al hebreo y la lengua común de judíos
palestinos de la época de Jesús. Marcos incluye el nombre arameo y lo
traduce al griego para lectores gentiles. Timao(griego)
significa honrar, entonces, Bartimeo puede significar hijo
de honor. “Marcos contrasta claramente el significado del nombre con
la ocupación del hombre. ¡Un hijo de honor está mendigando al lado de la
carretera! Este hombre, que vive cada día con la vergüenza de su condición, le
da a Jesús títulos de honor. Antes de terminar la narrativa, vemos a
Bartimeo, su honor ya plenamente restaurado, uniéndose a Jesús en su camino
hacia la deshonra y vergüenza” (Geddert, 253).
Marcos no suele
nombrar aquéllos que benefician de milagros – solo nombra a Jairo y Bartimeo en
este Evangelio. Puede ser que Bartimeo sea activo en la iglesia y
conocido por los lectores de Marcos.
“el
ciego…mendigando” (v. 46). La mayoría de
hombres ciegos eran mendigos, considerados de manera caritativa.
“Bartimeo es la plena imagen de alguien sin nada que ofrecer, nada que
declarar” (Craddock, 452).
“estaba sentado
junto al camino” (v. 46). El camino es un
lugar para marginados. Normalmente un lugar tranquilo al lado de la
carretera, este día sería ruidoso a causa de los peregrinos dirigiéndose a
Jerusalén. Imagínate la dificultad de Bartimeo para entender lo que está
pasando con la confusión de la ruidosa multitud. No solo es ciego, pero
tampoco parece tener amigos que le ayuden.
VERSÍCULOS 47-48: “HIJO
DE DAVID, TEN MISERICORDIA DE MÍ”
47Y oyendo que era
Jesús el Nazareno (griego: ho Nazarenos –
el Nazareno),comenzó á dar voces y decir: Jesús, Hijo de David, ten
misericordia de mí. 48Y muchos le reñían, que callase: mas él daba
mayores voces: Hijo de David, ten misericordia de mí.
“Jesús el Nazareno” (v.
47a) – no Iesous apo Nazaret (Jesús de Nazarea) como en
1:9. “Una expresión similar se usa para Sansón en Jueces 16:17…,
llamado naziraios theou, el poderosamente ungido de Dios. El
uso de Marcos de la palabra ‘Nazareno’ en las historias de sanar de 1:24 y
10:47 también pueden tener connotaciones del poderoso ungir de Jesús por parte
de Dios” (Edwards, 329).
“Jesús, Hijo de
David, ten misericordia de mí” (v.
47b). Marcos no incluye genealogía, entonces, puede utilizar el título
“Hijo de David,” para establecer la descendencia davídica de Jesús – su sangre
real. En Mateo, el ángel se le aparece a José, llamándole, “José, hijo de
David” (Mateo 1:20), se supone que por esta misma razón. Marcos también
puede utilizar “Hijo de David” como un título mesiánico. Más adelante,
Jesús citará escritura para demostrar que él es, no solo hijo de David, sino
también Señor de David (12:35-37).
Mateo, que escribió
este Evangelio para lectores judíos, utiliza el título “Hijo de David” once
veces. Marcos y Lucas, quienes escribieron sus Evangelios para lectores
gentiles, usan el título solo una y dos veces respectivamente. La
descendencia davídica de Jesús obviamente significa más para lectores judíos
que para lectores gentiles.
Hasta ahora, Jesús
ha intentado mantener a un mínimo lo que dice de su obra mesiánica – eruditos
hablan del “secreto mesiánico.” Pero Jesús no le reclama a Bartimeo por
llamarle “Hijo de David,” un título que se puede comprender de manera
mesiánica. La razón es bastante simple. Antes de ahora, su tiempo
aún no había llegado, pero ahora sí. Está listo para entrar en Jerusalén
– listo para confrontar el establecimiento religioso – listo para morir.
Cabe destacar que
Bartimeo se fija en Jesús en vez de en mendigar. En esa cultura, gente
creía ganar merito ayudando a mendigos, y es de esperar que peregrinos en
camino a la Ciudad Santa querrían ser particularmente generosos. Mendigos
dependían de estos días especiales para gran parte de su ingreso – tal como
mercaderes de hoy dependen de la Navidad.
No podríamos culpar
a Bartimeo si él estuviera contento con sus circunstancias. No sigue
ningún horario laboral ni ha de responder a ningún hombre. Su vida de
mendigo, aunque sea menos de lo ideal, es familiar y cómoda. Sin embargo,
el grito de Bartimeo demuestra que ha oído de Jesús, que ha estado escuchando
para ver si le oye, que está determinado a llamarle la atención. Quiere
la ayuda que cree que Jesús puede ofrecerle.
“Y muchos le reñían,
que callase” (v. 48a). La multitud
quiere disfrutar la marcha. Bartimeo disturbe su diversión, por eso le
mandan callar – pero Bartimeo no será calmado. ¡Nunca ha tenido él tal
esperanza! Si Jesús desaparece por la próxima curva, nunca tendrá esta
esperanza otra vez. Para Bartimeo ésta es, literalmente, la oportunidad
de la vida. Continúa gritando – pidiendo piedad.
“mas él daba mayores
voces: Hijo de David, ten misericordia de mí” (v.
48b). Bartimeo no será callado solo para complacer a la multitud.
Su futuro – su vida – está en juego.
VERSÍCULOS 49-50:
JESÚS MANDÓ LLAMARLE
49Entonces Jesús
parándose, mandó llamarle: y llaman al ciego, diciéndole: Ten confianza:
levántate, te llama. 50El entonces, echando (griego: apobalon –
echando de lado) su capa, se levantó, y vino á Jesús.
“Entonces Jesús
parándose” (v. 50a). Entre el ruido de la
multitud, Jesús oye el llanto de este mendigo, y se detiene de inmediato.
Los oídos de Jesús están predispuestos a escuchar a los marginados: La mujer
con la hemorragia (5:25-34) – el endemoniado garadeno (5:1-20) – los enfermos
de Genesaret (6:53-56) – la mujer siro fenicia (7:24-30) – el ciego en Betsaida
(8:22-25) – el niño con un demonio (9:14-29) – niños pequeños (10:13-16) – y
ahora, este hombre ciego sentado al lado de la carretera.
Jesús no se dirige
al hombre ciego directamente, sino que “mandó llamarle” (v. 49) – le manda a la
multitud que pare de obstruir y empiece a capacitar – reemplaza brazos tiesos
con manos que ayudan. Entonces, antes de sanar al ciego, Jesús le digna –
le pasa del margen al centro del escenario – le pone bajo el foco – le da un
papel estrella. “El contraste está marcado: Jesús, hijo de David (y como
tal, el ‘primer’ ciudadano de Israel), se detiene para ayudar a un mendigo sin
importancia… (uno de los ‘últimos’ ciudadanos de Israel)” (Evans, 131).
Existen fuertes
paralelos entre esta historia y la bendición anterior que Jesús dio a los niños
pequeños (10:13-16):
- Los discípulos
intentaron prevenir que padres trajeran sus hijos a Jesús igual que la multitud
intentó silenciar a Bartimeo (vv. 13, 48).
- Las instrucciones
de Jesús para los discípulos “Dejad los niños venir” (v. 14), se paralelan a
sus instrucciones para esta multitud cuando, “mandó llamarle” (v. 49).
- En ambos casos,
Jesús alarga la mano con autoridad para incluir a los débiles y vulnerables,
sirviendo de ejemplo del autentico ministerio cristiano.
“El entonces,
echando (apobalon – echando de lado –
abandonando) su capa, (Bartimeo) se levantó, y vino á Jesús” (v.
50). Generalmente mendigos se sientan con sus capas estrechadas en la
tierra ante ellos para recoger las monedas que tiran los transeúntes. La
capa de este hombre es tan importante para su bienestar como un bote lo es para
un pescador o un puesto para un recaudador. Igual que los demás
abandonaron botes y puestos para seguir a Jesús, este hombre echa de lado capa
y monedas para ponerse ante el Hijo de David. Difiere bastante del hombre
rico que, anteriormente en este capítulo, no podía convencerse de vender sus
riquezas (10:17-27). Las acciones del ciego nos recuerdan a:
- La advertencia
“teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos, dejando todo el
peso del pecado que nos rodea, corramos con paciencia la carrera que nos es
propuesta” (Hebreos 12:1).
- Las palabras de
Jesús, “Ninguno puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y amará
al otro, ó se llegará al uno y menospreciará al otro: no podéis servir á Dios y
á Mammón (Mateo 6:24).
Éste es el último
milagro de sanar que se documenta en este Evangelio.
VERSÍCULO 51: ¿QUÉ
QUIERES QUE TE HAGA?
51Y respondiendo
Jesús, le dice: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dice: Maestro (griego: Rabbouni), que
cobre la vista.
“¿Qué quieres que te
haga?” Jesús ha traído a este hombre al centro del
escenario. Ahora le digna aún más preguntándole lo que quiere. Hace
la misma pregunta que les preguntó a Jacobo y Juan (10:36) en el incidente que
precede inmediatamente esta historia. Jacobo y Juan respondieron pidiendo
puestos de honor al lado derecho e izquierdo de Jesús – puestos desde donde
serían vistos y envidiados – donde gente ordinaria tuviera que mirar hacia
arriba para verles.
“Maestro” (Rabbouni).
En el Nuevo Testamento, vemos esta palabra Rabbouni solo aquí
y cuando María reconoce a Cristo resucitado frente a la tumba (Juan
20:16). Es una forma reverente de Rabí.
“que cobre la
vista.” La petición del hombre ciego es muy
diferente a la de Jacobo y Juan. No pide ser visto, sino ver – no pide
honor, sino su vista – no pide ser superior a gente ordinaria, sino hacerse él
mimo ordinario – no pide regir sobre otros, sino unirse a ellos en la
experiencia humana.
VERSÍCULO 52: Y
COBRÓ LA VISTA Y SEGUÍA Á JESÚS EN EL CAMINO
52Y Jesús le dijo:
Ve, tu fe te ha salvado (griego: sesoken
se – sanado o salvado). Y luego cobró la vista, y seguía á
Jesús en el camino (griego: hodo).
“Ve, tu fe te ha
salvado” (sesoken). La palabra sesoken (de
la raíz sozo) tiene una alegre ambigüedad. Puede significar
sanado, hecho entero, o salvado. En el caso de este hombre, los tres son
verdad. El hombre no solo recobra la vista y, por lo tanto, su puesto
social, también se convierte en un seguidor de Jesús “en el camino.”
¿Camino adónde? ¡A Jerusalén! ¡A la cruz! ¡A la tumba abierta!
“Y luego cobró la
vista, y seguía á Jesús en el camino” (hodo).
Al principio de esta historia, encontramos a Bartimeo “sentado junto al camino
(hodon)” (v. 46). Ahora, al final de la historia, le encontramos
siguiendo a Jesús “en el camino” (hodo). Mientras que en versículo
46 hodon “es solo una indicación geográfica, en 10:52 la misma
palabra funciona de manera teológica, referente al ‘camino’ del discipulado”
(Donahue y Harrington, 317). El sentido de esta palabra en estos dos
versículos demuestra el cambio tan drástico en la vida de Bartimeo a causa de
un breve encuentro con Jesús.
Quedan pocos días
hasta el Viernes Santo. No podemos evitar preguntarnos como Bartimeo
sobrellevará los tumultuosos eventos de la próxima semana. Por el vigor
de su fe, es probable que lo haga mejor que los demás discípulos. Al fin
y al cabo, ahora Bartimeo puede ver, pero los discípulos siguen cegados.
“El sanar de
Bartimeo es de particular significado para aquéllos que se encuentran fuera de
la iglesia… Llama la atención a personas que, perdidas en la multitud,
pueden estar listas y ansiosas de tener un contacto vital con Jesucristo”
(Williamson, 199-200).
LUNES
29
LUCAS
13, 10-17
VERSÍCULOS 10-17: UN
RESUMEN
Esta historia sigue
los talones de una serie de incidentes relacionados. En este incidente,
el que se opone a Jesús es el líder de la sinagoga – parte la elite
religiosa. Jesús acaba de presentar una fuerte denuncia contra los
fariseos y abogados (11:37-54) – también contra miembros de la elite
religiosa. Entonces, caucionó a sus discípulos de la hipocresía de los
Fariseos (12:1-3). Después habló de la necesidad del arrepentimiento,
diciendo, “si no os arrepintiereis, todos pereceréis” (13:5).
“Siguiéndolo de cerca…, este episodio identifica claramente “el príncipe de la
sinagoga” (v. 14) y “todos sus adversarios” (v. 17) como ejemplo de aquéllos
que necesitan este arrepentimiento” (Fitzmyer, 1011).
Esta historia se
parece a 6:6-11 (Marcos 3:1-6), la historia de un hombre con una mano seca, y
14:1-6, de un hombre hidrópico. En cada una de estas tres historias,
Jesús sana en el Sábado y se le oponen líderes religiosos. En 6:6-11,
Jesús defendió sus acciones preguntando si era lícito hacer bien en los
Sábados. En 14:1-6, anotará que es permisible sacar un buey de un pozo en
el Sábado – un argumento que se parece al de nuestra lección del Evangelio.
Estas tres historias
“pueden reflejar la continua disputa entre la sinagoga y la iglesia (para la
que Juan escribía), tratándose de la manera apropiada de respetar el Sábado”
(Ringe, 187).
¿Qué significa
respetar el sábado sagrado? Hoy, cristianos tienden a mirar la observación
sagrada de manera casual. Para la mayoría de cristianos hoy, esta
observación incluye, a lo sumo, una hora de alabanza pública cada semana.
Aparte de eso, nos sentimos libres para entretenernos con trabajo, recreación,
y compras. Nos vendría bien recobrar lo que significa tiempo sagrado –
tiempo para honrar a Dios. Ser libres de la ley no nos libera de nuestra
responsabilidad. Si el príncipe de la sinagoga erró siendo demasiado
legalista acerca del sábado, es más probable que nosotros erremos siendo
demasiado casuales acerca las maneras y el tiempo que pasamos honrando a Dios.
Esta es la última
vez que Jesús aparece en una sinagoga en este Evangelio. Está claro que
su oposición crece y se intensifica mediante sus victorias sobre oponentes con
las discusiones verbales que acompañan sus curaciones.
VERSÍCULOS
10-13: MUJER, LIBRE ERES
10Y enseñaba en una
sinagoga en sábado. 11Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad (griego: pneuma
echousa astheneias – con espíritu enfermo) dieciocho años, y
andaba agobiada, que en ninguna manera se podía enhestar. 12Y como Jesús
la vio, llamóla, y díjole: Mujer, libre (griego: apolelusai –
de la misma raíz de la palabraluei en v. 15 y luthenai en
v. 16) eres de tu enfermedad.13Y puso las manos sobre ella; y luego se
enderezó, y glorificaba á Dios.
“Y enseñaba en una
sinagoga en sábado” (v. 10). Es costumbre
para Jesús asistir la sinagoga (4:16), y a menudo le invitan a enseñar.
Al escribir Lucas este Evangelio, el templo había sido destruido, y el centro
de la vida religiosa judía se encontraba en las sinagogas.
“Y he aquí una mujer
que tenía espíritu de enfermedad (pneuma echousa
astheneias) dieciocho años” (v. 11a). Literalmente,
la mujer tiene “un espíritu de debilidad o enfermedad” (pneuma echousa
astheneias). En versículo 16, su condición se describe como una
atadura a Satanás, aunque Jesús no lo trata como un exorcismo. Ha sufrido
dieciocho años, y en un tiempo en que la expectativa de vida es corta, eso
constituye la mitad de una vida.
“y andaba agobiada,
que en ninguna manera se podía enhestar” (v.
11b). Lucas, el médico, relata una condición médica – una que él, como
médico humano, no podría curar.
Un problema de
postura de esta magnitud interferiría con tareas diarias y relaciones
sociales. Pondría presión en los órganos del cuerpo, afectando la salud
de varias maneras. La mujer es forzada a pasar la vida mirando hacia
abajo a la tierra en vez de hacia arriba al cielo. No puede mirar a la
gente a los ojos.
“Y como Jesús la
vio, llamóla” (v. 12a). La mujer vino a
alabar y no para ser sanada. No se acerca a Jesús ni pide ser
curada. No se menciona de la fe de la mujer. En vez, Jesús toma la
iniciativa – Jesús llama a la mujer – es la fe de Jesús que prepara el
trasfondo de su curación.
“Mujer, libre (apolelusa) eres
de tu enfermedad” (v. 12b). La palabra griega,apolelusai,
viene de la misma raíz de la palabra luei (desatar) en
versículo 15 y luthenai(liberar) en versículo 16. Igual que
la palabra creativa de Dios tiene poder (Génesis 1:3, 6, etcétera), así también
la palabra de Jesús tiene poder.
“Y puso las manos
sobre ella; y luego se enderezó, y glorificaba á Dios” (v.
13). “Hubo numerosos fallos de decoro del Sábado en este incidente antes
de ocurrir la curación,” como llamar la atención de una mujer durante alabanza
y tocarla, arriesgándose a quedar profanado ritualmente (Nickle, 148).
Generalmente, poner
las manos va acompañado de oración, pero aquí no se menciona. La curación
es inmediata. Se endereza y empieza a glorificar a Dios.
VERSÍCULO 14: NO
EN DÍAS DE SÁBADO
14Y respondiendo el
príncipe de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese curado en sábado, dijo á
la compañía: Seis días hay en que es necesario (griego: dei –
un imperativo divino – mandado por Dios) obrar: en estos, pues, venid y
sed curados, y no en días de sábado.
“Y respondiendo el
príncipe de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese curado en sábado, dijo á
la compañía” (v. 14a). El príncipe de
la sinagoga no le regaña a Jesús ni se dirige a él directamente, quizá porque
ha oído que Jesús ha vencido a otros líderes religiosos al ser retado
directamente. El príncipe de la sinagoga tampoco regaña a la mujer que,
al fin y al cabo, no pidió esta curación. En cambio, se dirige a la
multitud, así regañando indirectamente a Jesús y a la mujer. Aunque
entendemos que estaba equivocado, debemos admirar su voluntad de llevar a cabo
lo que él consideraba su responsabilidad con Dios y el Sábado, corriendo el
riesgo de confrontar la sabiduría de Jesús con la suya.
“Seis días hay en
que es necesario obrar” (v. 14b). El Cuarto
Mandamiento (Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15) prohíbe trabajar los
Sábados. Cita el ejemplo de Dios, que descansó el séptimo día, y requiere
que el día se guarde sagrado. Al pueblo judío no solo se le prohíbe
trabajar en el Sábado, pero también se les prohíbe trabajar a sus siervos o
animales. El Sábado y las regulaciones dietéticas, más que nada, ayudan a
definir al pueblo judío. Exactamente lo que constituye trabajo en el
Sábado es una discusión que continúa entre rabíes, quienes han elaborado las
reglas de observación apropiadas para el Sábado.
“en estos, pues,
venid y sed curados, y no en días de sábado” (v.
14c). La queja del príncipe de la sinagoga viene de la enfermedad crónica
de la mujer. Ha sufrido dieciocho años, su enfermedad no es aguda, y no
está en peligro de muerte. Las leyes del Sábado prohíben viajar los
sábados, entonces ella y Jesús aún estarían en la ciudad al terminar el
Sábado. El Sábado es para honrar a Dios, entonces, ¿por qué no puede
Jesús honrar a Dios manteniendo sagrado el Sábado (libre de trabajo) y sanar a
la mujer después de terminar el Sábado? ¡Buena pregunta! Si la curación se
hubiese retrasado unas horas, el sábado se hubiera respetado y la mujer sería
sanada – ¡dos por el precio de uno!
Estamos tan
acostumbrados a esta historia que fácilmente echamos de lado las preocupaciones
honestas, aunque equivocadas, del líder de la sinagoga. Si este hombre
fuera necio, la historia perdería su fuerza. Pero tiene una posición de
responsabilidad e intenta proteger lo que él entiende como sagrado. Lo
que no logra comprender es que obras de compasión son sagradas. El Tora,
cuya intención es revelar la voluntad de Dios, se ha convertido en un velo que
le cubre los ojos.
Jesús tiene palabras
fuertes para este hombre, pero también tiene palabras fuertes para Marta
(10:41-42), Pedro (Mateo 16:23), y para su propia madre (Lucas 2:49; 8:21; Juan
2:4). El hecho de que Jesús regaña a una persona no significa que la
persona sea necia.
Cada persona en un
puesto de autoridad lucha por mantener los estándares y límites
apropiados. ¿Dónde se dibuja la raya? ¿Qué excepciones vas a aceptar?
¿Qué consecuencias impones por no mantener los estándares? Padres, profesores,
empresarios, supervisores, oficiales de la ley y líderes religiosos luchan con
estos temas. En esta historia, Jesús pide que no dividamos tanto las reglas
hasta el punto que perdemos de vista a la persona necesitada. Es cosa de
Dios ayudar a una persona así. “El sábado por causa del hombre es hecho;
no el hombre por causa del sábado” (Marcos 2:27).
VERSÍCULOS 15-16: ¿NO
CONVINIÓ DESATAR A ESTA HIJA DE ABRAHAM?
15Entonces el Señor
le respondió, y dijo: Hipócrita (griego: hupokritai –
actores), cada uno de vosotros ¿no desata (griego: luei –
liberar – de la misma raíz de la palabraapolelusai en v. 12 y luthenai en
v. 16) en sábado su buey ó su asno del pesebre, y lo lleva á
beber? 16Y á esta hija de Abraham, que he aquí Satanás la había ligado
dieciocho años, ¿no convino (griego: ouk edei – ¿no
es necesario? ¿No es la voluntad de Dios?) desatarla (griego: luthenai) de
esta ligadura en día de sábado?
“Hipócrita cada
uno de vosotros ¿no desata en sábado su buey ó su asno del pesebre, y lo lleva
á beber?” (v. 15). La palabra “hipócrita” la
dirige a “cada uno de vosotros.” Esto indica que Jesús se refiere a este
hombre y a aquéllos que comparten su manera de pensar. El príncipe de la
sinagoga dirigió su crítica a la multitud en vez de dirigírsela a Jesús, pero
Jesús les responde directamente a él y los suyos. Si el príncipe de la
sinagoga pretendía establecer su autoridad dirigiéndose a la multitud, Jesús
pronto establece que es él el que está a cargo y no el príncipe de la sinagoga.
La hipocresía del
príncipe de la sinagoga tiene que ver con su inconsistencia:
– El príncipe cree
que el Tora permite ayudar animales en el Sábado – pero no humanos.
– El príncipe cree
que, en el Sábado, es aceptable liberar (luei) un animal que ha estado
atado unas horas pero que no es aceptable liberar (luthenai – de la
misma raíz de la palabra luei) a una mujer que ha pasado dieciocho
años atada. Es importante anotar que, si fuera depravado de agua por un
día, el animal no moriría. También debemos anotar que sería posible
llenar una artesa con agua antes del sábado y atar a los animales de manera que
tengan acceso al agua. Agua para el animal no es cuestión de vida o
muerte más que lo es la espalda doblada de esta mujer. No obstante, este
líder de la sinagoga permitiría la pérdida de un animal en el sábado para
disminuir la incomodidad del animal, pero critica a Jesús por extenderle a esta
mujer una compasión similar. No debemos pensar que esto constituye
discriminación contra la mujer a causa de su género. En el próximo
capítulo, Lucas relatará una controversia parecida cuando Jesús sana un hombre
hidrópico (14:1-6).
– El príncipe de la
sinagoga cree que es sagrado “amar misericordia” (Miqueas 6:8), pero no durante
el Sábado sagrado.
– El príncipe
considera que liberar a una mujer de servidumbre a Satanás en el Sábado es una
violación de la ley del Tora.
“Y á esta hija de
Abraham, que he aquí Satanás la había ligado dieciocho años, ¿no convino (edei –
de dei – un imperativo divino que refleja la voluntad de Dios)desatarla
de esta ligadura en día de sábado? (v. 16). “Cuando el propósito
del descanso del Sábado es estar libre para alabar a Dios, Jesús hace
precisamente esto al liberar a una mujer encadenada” (Reid, 395). En vez
de violar la ley del sábado, la liberación de esta mujer concuerda con las
intenciones del Sábado y, en vez de disminuir la observación del Sábado, la embellece.
“Ya que el Sábado es especial, santificado por Dios mismo, ¿por qué no tomaría
lugar tal triunfo de Dios sobre Satanás en este día?” (Evans, 208). “Si
es lícito cumplir la voluntad de Dios los primeros seis días de la semana,
¿cuánto más se han de cumplir la voluntad, la merced, y el amor de Dios en el
Sábado?” (Stein, 374).
“esta hija de
Abraham” (v. 16). Esta frase solo ocurre
aquí en el Antiguo y Nuevo Testamento, pero la frase, “hijo de Abraham,” ocurre
varias veces, una de ellas en este Evangelio (19:9) cuando Jesús restaura
Zaqueo como hijo de Abraham. Antes, Jesús advirtió contra ignorar el
arrepentimiento por el hecho de ser hijos de Abraham. Advirtió, “puede
Dios, aun de estas piedras, levantar hijos á Abraham” (3:8). Esto no
significa que ser hijo o hija de Abraham es inconsecuente. En vez,
significa que la verdadera calidad de hijo o hija incluye más que un linaje
físico.
Jesús discute de
menor a mayor. Si está bien perder un buey o un burro en el sábado, debe
estar bien perder a una hija de Abraham a quien Satanás tiene atada. Es
trabajo sagrado mostrar compasión en el sábado. Es obra sagrada derrotar
a Satanás en el sábado.
VERSÍCULO 17: MAS
TODO EL PUEBLO SE GOZABA
17Y diciendo estas
cosas, se avergonzaban todos sus adversarios: mas todo el pueblo se gozaba
De todas las cosas
gloriosas que eran por él hechas.
“Y diciendo estas
cosas, se avergonzaban todos sus adversarios” (v.
17a). Jesús gana esta partida. Sus opositores quedan avergonzados,
y “todo el pueblo” se goza. La multitud incluye gente corriente que
conoce bien lo que es sufrir. Pueden identificarse fácilmente con la
mujer que ha sufrido tanto. Gozan de su liberación de una enfermedad tan
debilitante – y también por la incomodidad del príncipe de la sinagoga. A
menudo, gente corriente sufre bajo la rígida autoridad de los líderes, y seguro
que esta multitud resiente las palabras de este hombre desde-lo-alto.
Gozan de ver como se le pone de nuevo en su lugar.
Solo fue
recientemente que Jesús dijo, “Fuego vine á meter en la tierra: ¿y qué quiero,
si ya está encendido? Empero de bautismo me es necesario ser bautizado: y ¡cómo
me angustio hasta que sea cumplido! ¿Pensáis que he venido á la tierra á dar
paz? No, os digo; mas disensión” (12:49-51). Ahora vemos este principio
demostrado. División seguirá a lo largo del camino de Jesús a Jerusalén.
Podemos imaginar la
ira que arde lentamente dentro de los que se oponen a Jesús que no olvidarán su
humillación pública. En el momento, no son capaces de retaliación, pero
su momento llegará.
MARTES
30
LUCAS
13, 18-21
• El contexto. A lo
largo del camino que lo conduce a Jerusalén, Jesús estaba rodeado por “miles”
de personas (11,29) que se agolpaban en su entorno. El motivo de esta atracción
de las multitudes es la Palabra de Jesús. En el cap. 12 aparece la sucesión
alterna de los destinatarios de la Palabra: los discípulos (12,1-12), la
multitud (vv.13-212), los discípulos (vv.22-53) la multitud (vv.54-59). Sin
embargo, en Lc 13,1-35 el tema dominante es el escándalo de la muerte. En la
primera parte se habla de la muerte de todos (vv.1-9), mientras que en la
segunda se habla de la muerte de Jesús (vv.31-35) y de la muerte ahorrada a los
pecadores para que puedan disponerse a la conversión. Pero al lado del tema
dominante hay otro: la salvación ofrecida a los hombres. La curación de la
mujer encorvada: una hija de Abraham a la que Satanás mantenía atada hacía
dieciocho años, es liberada por Jesús. Además, en el corazón de este cap. 13,
encontramos dos parábolas que forman una unidad temática: el reino de Dios
comparado con el “grano de mostaza” y con la “levadura”.
• El Reino de Dios es semejante a una semilla de mostaza. Esta semilla es muy común en Palestina, de modo particular junto al lago de Galilea. Es conocida por su singular pequeñez. En Lc 17,6 Jesús usa esta imagen para expresar su esperanza de que sus discípulos tengan un mínimo de fe: “Si tuviereis fe como un grano de mostaza…”. Esta parábola tan sencilla compara dos momentos de la historia de la semilla: cuando es enterrada (los inicios modestos) y cuando se hace un árbol (el milagro final). Por tanto, la función del relato es explicar el crecimiento extraordinario de una semilla que se entierra en el propio jardín, a lo que sigue un crecimiento asombroso al hacerse un árbol. Al igual que esta semilla, el Reino de Dios tiene también su historia: el Reino de Dios es la semilla enterrada en el jardín, lugar que en el Nuevo Testamento indica el lugar de la agonía y de la sepultura de Jesús (Jn 18,1.26; 19.41); sigue después el momento del crecimiento en el que llega a ser un árbol abierto a todos.
• El Reino de Dios es semejante a la levadura. La levadura se esconde en tres medidas de harina. En la cultura hebrea, la levadura era considerada un factor de corrupción, hasta el punto que se eliminaba en las casas para no contaminar la fiesta de Pascua, que justamente empezaba la semana de los ázimos. El uso de este elemento negativo para describir el Reino de Dios era un motivo de perturbación para los oídos de los judíos. Pero el lector percibe su fuerza convincente: es suficiente meter una pequeña cantidad de levadura en tres medidas de harina para conseguir una gran cantidad de pasta. Jesús anuncia que esta levadura, escondida o desaparecida en las tres medidas de harina, después de un tiempo, hace crecer la masa.
• Efectos del texto en el lector. ¿Qué nos dicen a nosotros estas dos parábolas? El Reino de Dios, comparado por Jesús a una semilla que se convierte en árbol, nos acerca a la historia de Dios como la historia de su Palabra: está escondida en la historia humana y va creciendo; Lucas piensa en la Palabra de Jesús (el reino de Dios está en medio de vosotros) que ya está creciendo pero que todavía no se ha convertido en árbol. Jesús y el Espíritu Santo están dando soporte a este crecimiento de la palabra. La imagen de la levadura completa el cuadro de la semilla. La levadura es el Evangelio que actúa en el mundo, en la comunidad eclesial y en cada creyente.
MIÉRCOLES
31
LUCAS
13, 22-30
● El evangelio de hoy nos relata un
episodio acontecido durante el largo camino de Jesús desde Galilea hasta
Jerusalén, cuya descripción ocupa más de una tercera parte del evangelio de
Lucas (Lc 9,51 a 19,28).
● Lucas 13,22: El camino de Jerusalén. “Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén.”. Más de una vez Lucas dice que Jesús está de camino hacia Jerusalén. En los diez capítulos que describen el viaje hasta Jerusalén (Lc 9,51 a 19,28), Lucas, constantemente, recuerda que Jesús está de camino hacia Jerusalén (Lc 9,51.53.57; 10,1.38; 11,1; 13,22.33; 14,25; 17,11; 18,31; 18,37; 19,1.11.28). lo que es claro y es definido desde el comienzo el es destino del viaje: Jerusalén, la capital, donde Jesús será condenado a muerte (Lc 9,31.51). Raramente, informa sobre el recorrido y los lugares por donde Jesús pasaba. Sólo al comienzo del viaje (Lc 9,51), en medio (Lc 17,11) y al final (Lc 18,35; 19,1), sabemos algo respecto del lugar por donde Jesús estaba pasando. De este modo, Lucas sugiere la siguiente enseñanza: tenemos que tener claro el objetivo de nuestra vida, y asumirlo decididamente como hizo Jesús. Debemos caminar. No podemos detenernos. Pero no siempre es claro y es definido por dónde pasamos. Lo que es cierto es el objetivo: Jerusalén, donde nos espera el “éxodo” (Lc 9,31), la pasión, la muerte y la resurrección.
● Lucas 13,23: La pregunta sobre los pocos que se salvan. A lo largo del camino hacia Jerusalén acontece de todo: informaciones sobre las masacres y los desastres (Lc 13,1-5), parábolas (Lc 13,6-9.18-21), discusiones (Lc 13,10-13) y, en el evangelio de hoy, preguntas de la gente: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?" ¡Siempre la misma pregunta alrededor de la salvación!
● Lucas 13,24-25: La puerta estrecha. Jesús dice que la puerta es estrecha: " Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán.”. Jesús ¿dijo esto para llenarnos de miedo y obligarnos a observar la ley como enseñaban los fariseos? ¿Qué significa esta puerta estrecha? ¿De qué se trata? En el Sermón de la Montaña Jesús sugiere que la entrada en el Reino tiene ocho puertas. Son las ocho categorías de personas de las bienaventuranzas: (a) pobres de espíritu, (b) mansos, (c) afligidos, (d) hambrientos y sedientos de justicia, (e) misericordiosos, (f) limpios de corazón, (g) constructores da paz y (h) perseguidos por causa de la justicia (Mt 5,3-10). Lucas las reduce a cuatro: (a) pobres, (b) hambrientos, (c) tristes y (d) perseguidos (Lc 6,20-22). Solamente entran en el Reino los que pertenecen a una de estas categorías enumeradas en las bienaventuranzas. Esta es la puerta estrecha. Es la nueva mirada sobre la salvación que Jesús nos comunica. ¡No hay otra puerta! Se trata de la conversión que Jesús nos pide. Insiste en lo siguiente: " Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: `¡Señor, ábrenos!' Y os responderá: `No sé de dónde sois.”. El tiempo hasta la hora del juicio, es tiempo favorable para la conversión, para cambiar nuestra visión sobre la salvación y entrar en una de estas ocho categorías.
● Lucas 13,26-28: El trágico malentendido. Dios responde a los que llaman a la puerta: “No sé de dónde sois”. Pero ellos insisten y argumentan: ¡Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras! No basta haber convivido con Jesús, no basta haber participado en la multiplicación de los panes y haber escuchado sus enseñanzas en las plazas de las ciudades y en los poblados. No basta haber ido a la iglesia y haber participado en las instrucciones del catecismo. Dios responderá: ¡No sé de dónde sois!. Retiraos de mí, todos los malhechores!”. Trágico malentendido y falta total de conversión, de comprensión. Jesús declara injusticia aquello que los demás consideran ser cosa justa y agradable a Dios. Es una visión totalmente nueva sobre la salvación. La puerta es realmente estrecha.
● Lucas 13,29-30: La clave que explica el malentendido. “Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos.”. Se trata de un gran cambio que se operó con la venida de Dios hasta nosotros en Jesús. La salvación es universal y no sólo del pueblo judío. Todos los pueblos tendrán acceso y podrán pasar por la puerta estrecha.