domingo, 25 de noviembre de 2012

LECCIODIVINA-OCTUBRE-2012-B-


LUNES 01
LUCAS 9, 46-50
 El texto se ilumina. Si anteriormente Lucas nos presentaba cómo se reunían los hombres en torno a Jesús para reconocerlo por la fe, para escucharlo y presenciar sus curaciones, ahora se abre una nueva etapa de su itinerario público. La atención a Jesús no monopoliza ya la actitud de la muchedumbre, sino que Jesús se nos presenta como el que poco a poco es quitado a los suyos para ir al Padre. Este itinerario supone el viaje a Jerusalén. Cuando está a punto de emprender este viaje, Jesús les revela el final que le espera (9,22). Después se transfigura ante ellos como para indicar el punto de partida de su “éxodo” hacia Jerusalén. Pero inmediatamente después de la experiencia de la luz en el acontecimiento de la transfiguración, Jesús vuelve a anunciar su pasión dejando a los discípulos en la inseguridad y en la turbación. Las palabras de Jesús sobre el hecho de su pasión, “el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”, encuentran la incomprensión de los discípulos (9,45) y un temor silencioso (9,43).

• Jesús toma a un niño. El enigma de la entrega de Jesús desencadena una disputa entre los discípulos sobre a quién le corresponderá el primer puesto. Sin que sea requerido su parecer, Jesús, que como el mismo Dios lee en el corazón, interviene con un gesto simbólico. En primer lugar toma a un niño y lo pone junto a él. Este gesto indica la elección, el privilegio que se recibe en el momento en que uno pasa a ser cristiano (10,21-22). A fin de que este gesto no permanezca sin significado, Jesús continúa con una palabra de explicación: no se enfatiza la “grandeza” del niño, sino la tendencia a la “acogida”. El Señor considera “grande” al que, como el niño, sabe acoger a Dios y a sus mensajeros. La salvación presenta dos aspectos: la elección por parte de Dios simbolizada en el gesto de Jesús acogiendo al niño, y la acogida de Jesús (el Hijo) y de todo hombre por parte del que lo ha enviado, el Padre. El niño encarna a Jesús, y los dos juntos, en la pequeñez y en el sufrimiento, realizan la presencia de Dios (Bovon). Pero estos dos aspectos de la salvación son también indicativos de la fe: en el don de la elección emerge el elemento pasivo, en el servicio, el activo; son dos pilares de la existencia cristiana. Acoger a Dios o a Cristo en la fe tiene como consecuencia acoger totalmente al pequeño por parte del creyente o de la comunidad. El “ser grandes”, sobre lo cual discutían los discípulos, no es una realidad del más allá, sino que mira al momento presente y se expresa en la diaconía del servicio. El amor y la fe vividos realizan dos funciones: somos acogidos por Cristo (toma al niño), y tenemos el don singular de recibirlo (“el que acoge al niño, lo acoge a él y al Padre”, v.48). A continuación sigue un breve diálogo entre Jesús y Juan (vv-49-50). Este último discípulo es contado entre los íntimos de Jesús. Al exorcista, que no forma parte del círculo de los íntimos de Jesús, se le confía la misma función que a los discípulos. Es un exorcista que, por una parte, es externo al grupo, pero por la otra, está dentro porque ha entendido el origen cristológico de la fuerza divina que lo asiste (“en tu nombre”). La enseñanza de Jesús es evidente: un grupo cristiano no debe poner obstáculos a la acción misionera de otros grupos. No existen cristianaos más “grandes” que otros, sino que se es “grande” por el hecho de ser cada vez más cristiano. Además, la actividad misionera debe estar al servicio de Dios y no para aumentar la propia notoriedad. Es crucial el inciso sobre el poder de Jesús: se trata de una alusión a la libertad del Espíritu Santo cuya presencia en el seno de la Iglesia es segura, pero puede extenderse más allá de los ministerios constituidos u oficiales

MARTES 02

MATEO 18, 1-5.10
• Aquí, en el capítulo 18 del evangelio de Mateo inicia el cuarto gran discurso de la Nueva Ley, el Sermón de la Comunidad. Como se dijo anteriormente (el 9 de junio de 2008), el Evangelio de Mateo, escrito para las comunidades de los judíos de Galilea y Siria, presenta a Jesús como el nuevo Moisés. En el AT, la Ley de Moisés fue codificada en los cinco libros del Pentateuco. Imitando el modelo antiguo, Mateo presenta la Nueva Ley, en cinco grandes Sermones: (a) El Sermón de la Montaña (Mt 5,1 a 7,29); (b) El Sermón de la Misión (Mt 10,1-42); (c) El Sermón de las Parábolas (Mt 13,1-52); (d) El Sermón de la Comunidad (Mt 18,1-35); (e) El Sermón del Futuro del Reino (Mt 24,1 a 25,46). Las partes narrativas, intercaladas entre los cinco Sermones, describen la práctica de Jesús y muestran cómo practicaba y encarnaba la nueva Ley en su vida.

• El evangelio de hoy trae la primera parte del Sermón de la Comunidad (Mt 18,1-14) que tiene como palabra clave los “pequeños”. Los pequeños no son los niños, sino también las personas pobres y sin importancia en la sociedad y en la comunidad, inclusive los niños. Jesús pide que estos pequeños estén en el centro de las preocupaciones de la comunidad, pues "el Padre no quiere que ni uno de estos pequeños perezca" (Mt 18,14).

• Mateo 18,1: La pregunta de los discípulos que da pie a la enseñanza de Jesús. Los discípulos quieren saber quién es el mayor en el Reino. Sólo el hecho de que ellos hicieran esa pregunta revela que habían entendido poco o nada del mensaje de Jesús. El Sermón de la Comunidad, todo ello, es para hacer entender que entre los seguidores y las seguidoras de Jesús tiene que estar vivo el espíritu de servicio, de entrega, de perdón, de reconciliación y de amor gratuito, sin buscar el propio interés y autopromoción.

• Mateo 18,2-5: El criterio básico: el menor es el mayor. Los discípulos quieren un criterio para poder medir la importancia de las personas en la comunidad: "¿Quién es el mayor en el Reino de los Cielos?". Jesús responde que el criterio son ¡los niños! Los niños no tienen importancia social, no pertenecen al mundo de los grandes. Los discípulos tienen que hacerse como niños. En vez de crecer hacia arriba, tienen que crecer hacia abajo, hacia la periferia, donde viven los pobres, los pequeños. ¡Así serán los mayores en el Reino! Y el motivo es éste: “¡Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe!” Jesús se identifica con ellos. El amor de Jesús hacia los pequeños no tiene explicación. Los niños no tienen mérito. Es la pura gratuidad del amor de Dios que aquí se manifiesta y pide ser imitada en la comunidad por los que se dicen discípulos y discípulas de Jesús.

• Mateo 18,6-9: No escandalizar a los pequeños. Estos cuatro versículos sobre el escándalo de los pequeños fueron omitidos en el texto del evangelio de hoy. Damos un breve comentario. Escandalizar a los pequeños significa: ser motivo para que los pequeños pierdan la fe en Dios y abandonen la comunidad. Mateo conserva una frase muy dura de Jesús: “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar”. Señal de que en aquel tiempo muchos pequeños ya no se identificaban con la comunidad y buscaban otros amparos. Y ¿hoy? En América Latina, por ejemplo, cada año alrededor de 3 millones de personas abandonan las iglesias históricas y se van hacia las iglesias evangélicas. Señal de que no se sienten en casa entre nosotros. Y muchas veces son los más pobres los que nos abandonan. ¿Qué nos falta? ¿Cuál es la causa de este escándalo de los pequeños? Para evitar el escándalo, Jesús manda cortar la mano o el pie o arrancar el ojo. Esta frase no puede tomarse al pie de la letra. Significa que hay que ser muy exigente en el combate contra el escándalo que aleja a los pequeños. No podemos permitir, de forma alguna, que los pequeños se sientan marginados en nuestra comunidad. Pues, en este caso, la comunidad dejaría de ser una señal del Reino de Dios.

• Mateo 18,10-11: Los ángeles de los pequeños están en presencia del Padre. Jesús evoca el salmo 91. Los pequeños hacen de Yavé su refugio y toman al Altísimo como defensor (Sal 91,9) y, por esto: “No podrá la desgracia dominante ni la plaga acercarse a tu morada, pues ha dado a sus ángeles la orden de protegerte en todos tus caminos. En sus manos te habrán de sostener, para que no tropiece tu pie en alguna piedra”. (Sal 91,10-12).

MIÉRCOLES 03
LUCAS 9, 57-62
VERSÍCULOS 57-62: ASPIRANTES A DISCÍPULOS

57Y aconteció que yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré donde quiera que fueres.  58Y le dijo Jesús: Las zorras tienen cuevas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la cabeza.  59Y dijo a otro: Sígueme.  Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.  60Y Jesús le dijo: Deja los muertos que entierren a sus muertos; y tú, ve, y anuncia el reino de Dios.  61Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa.  62Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano al arado mira atrás, es apto para el reino de Dios.


Jesús, que está yendo hacia Jerusalén (sinónimo de la cruz) no ofrece un discipulado fácil. En estos versículos, él clarifica la naturaleza extrema de su llamado. Quienes quieren seguirlo tienen que considerar primero el costo, porque compartirán el sufrimiento de Cristo. No deben darle prioridad a ninguna otra cosa sobre Cristo, ni siquiera a las buenas cosas. “La radicalidad de las palabras de Jesús está en el reclamo de prioridad sobre lo mejor, no lo peor, de las relaciones humanas. Jesús nunca dijo que había que escogerlo a él en vez de al diablo, sino escogerlo a él por encima de la familia y lo remarcable es que quienes han hecho eso han sido liberados de poseer e idolatrar a la familia y han encontrado la distancia necesaria para amarlos” (Craddock, 144).

“Y aconteció que yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré donde quiera que fueres. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen cuevas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la cabeza” (vv. 57-58). El compromiso de este hombre parece fuerte. Ofrece seguir a Jesús “adondequiera”, pero Jesús ofrece solamente “ningún lado”. Desde el principio Jesús “se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo” (Filipenses 2:7). Se humilló a sí mismo desde el principio de su vida, nacido en un establo y teniendo un pesebre por cuna. Se humillará a sí mismo al final de su vida, muriendo en una cruz. En medio de todo ello, él concentra su energía en servir más que en su comodidad personal, y espera que sus discípulos hagan lo mismo. Él bendice el servicio por sacrificio.

Nos sorprende la aguda respuesta de Jesús a la disposición al discipulado de este hombre. La razón puede ser que Jesús ve más profundamente en el corazón de lo que podemos hacerlo nosotros. Él piensa que Jesús es un hombre joven con una carrera ascendente, y quiere agarrarse por lo menos de la orilla de su manto. Jesús, sin embargo, va en su camino hacia Jerusalén y a la cruz.

“Y dijo a otro: Sígueme. Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre (v. 59). Aunque no podemos encontrar una cita en la Ley que requiera el entierro, un cuerpo sin enterrar era una marca de desgracia (Deuteronomio 28:26; Salmo 79:2; Isaías 14:19; Jeremías 7:33; 16:4; 25:33; 34:20), y el entierro del propio padre o madre era una parte importante de honrarlos de acuerdo con la Ley (Éxodo 20:12; Deuteronomio 5:16)

No queda claro si el padre está muerto o cerca de morir. Es posible que el aspirante a discípulo esté pidiendo cuidar a sus padres en su ancianidad, y una vez más esto es una parte importante de honrarlos de acuerdo con la Ley. Después de que hayan partido, él podrá considerar más cuidadosamente el llamado de Jesús al discipulado. Para ese tiempo, de seguro podrá encontrar otra razón para retrasar su respuesta.

“Y Jesús le dijo: Deja los muertos que entierren a sus muertos; y tú, ve, y anuncia el reino de Dios” (v. 60). Ya fuera que el padre estuviera muerto o vivo, el llamado de Jesús es inequívoco. Hay que dejar que quienes estén espiritualmente muertos entierren a los que están físicamente muertos. Quienes tienen la chispa de la vida espiritual tienen una responsabilidad para con quienes todavía están vivos – aquellos cuyas vidas todavía pueden ser redimidas – quienes están habilitados para decidir por o en contra de Cristo. “Ningún servicio puede ayudar a los muertos. Los vivos son los que necesitan la proclamación del reino de Dios” (Horn, 46).

“Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa” (v. 61). Esto recuerda la historia del Antiguo Testamento (1 Reyes 19:19-21) con la cual la audiencia de Jesús debía ser familiar. Eliseo estaba arando con su buey cuando Elías lo llamó. Eliseo pidió “Ruégote que me dejes besar mi padre y mi madre, y luego te seguiré”. La versión en español hace sonar este pasaje como que Elías le cumplió a Eliseo su petición, pero tanto el hebreo como la Septuaginta son obscuros en cuanto a este asunto (Tannehill, 172). De interés especial es el hecho de que Eliseo, antes de irse con Elías, mató a los bueyes con que había estado arando y, usando el yugo y arado como combustible, los cocinó para que comieran los vecinos. Esta fue una declaración gráfica de que había quemado sus puentes detrás de él. Ya no habría espacio para volver atrás.

“Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano al arado mira atrás, es apto para el reino de Dios” (v. 62). Habiendo perdido nuestras raíces en la agricultura, la imagen no significa mucho para nosotros hoy. Un campesino arando con un animal debe elegir un punto en el horizonte para poder arar en línea recta. Volver la vista atrás causa que el campesino zigzaguee, y haga una línea chueca, que es la marca de un aficionado. La línea chueca estará ahí para que todos la puedan ver durante todo un año, hasta la próxima época de siembra. El campesino que hace una línea chueca será el centro de muchas bromas durante el año, y tratará de hacer lo mejor que pueda para arar en líneas rectas el año siguiente. Una metáfora similar para nuestro tiempo es la persona que se voltea para mirar al asiento trasero mientras está manejando por la carretera. El conductor que se vuelve a ver en el asiento trasero es muy peligroso en una carretera con tráfico. Una menos exacta – pero más inmediata metáfora – es el conductor que se distrae usando su teléfono celular mientras va manejando.

Debemos ser lentos para condenar a esos aspirantes a discípulos que ofrecieron excusas. ¿Quién entre nosotros no ha hecho lo mismo? También debemos notar que los gigantes de la fe primero ofrecieron excusas antes de que finalmente aceptaran el llamado de Dios.
 –– Moisés protestó: “¿Quién soy yo, para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” (Éxodo 3:11). Y luego argumentó “¡Ay Señor! yo no soy hombre de palabras de ayer ni de anteayer, ni aun desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua” (Éxodo 4:10).

–– Gedeón dijo: “Ah, Señor mío, ¿con qué tengo de salvar a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre” (Jueces 6:15).

–– Jeremías protestó: “¡Ah! ¡Ah! ¡Señor Yahaveh! ¡He aquí, no sé hablar, porque soy niño! (Jeremías 1:6).

–– Isaías dijo: “¡Ay de mí! que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Yahaveh de los ejércitos” (Isaías 6:5).

Y aún así, cada una de estas personas, aunque con renuencia, hicieron lo que Dios les pidió, y Dios bendijo su quejoso discipulado. Estas son buenas nuevas, porque significa que Dios no nos da una “calificación de reprobado” en tinta indeleble cuando pecamos o protestamos u ofrecemos excusas. Cada fallo es una invitación al arrepentimiento y la bendición. Nos preguntamos si alguno de estos tres hombres en el pasaje bíblico de hoy hizo a un lado sus excusas y siguió a Jesús. Nos preguntamos qué habría pasado si lo hicieron, o si no lo hicieron.


HISTORIA VERDADERA:

No puedo verificar si esta historia es verdadera, pero muy bien puede serlo. Un pastor de Haití contó de un hombre que puso su casa a la venta. Se le acercó un hombre que lo presionó para que se la vendiera por mucho menos de lo que valía. Finalmente el dueño accedió a venderla a ese precio más bajo si el hombre le permitía retener la propiedad de un clavo que estaba en la puerta del frente. El otro hombre dijo que sí, y concluyeron la venta. El dueño original de la casa entonces colgó un animal muerto en su clavo. Muy pronto la casa ya no se pudo habitar y tampoco se pudo vender, y el nuevo dueño se vio forzado a venderla otra vez a su dueño original por un precio todavía más bajo del que la había comprado.

JUEVES 04

LUCAS 10, 1-12

10:1 – 18:14: ENSEÑANZA EN LA SECCIÓN CENTRAL DE LUCAS

C.F. Evans anotó varios paralelos entre esta sección de Lucas – empezando por la comisión de los setenta – y Deut. 1-26.

- En ambos, encontramos la frase “ante su rostro” (Deut. 1:21; Lucas 10:1).

- Moisés mandó a doce hombres por delante para explorar el terreno, igual que Jesús acaba de mandar a los doce (Deut. 1:22-23; Lucas 9:1-6).

- Setenta ancianos acompañaron a Moisés a la montaña donde el Espíritu descansó sobre ellos y donde profesaron.  Jesús manda a los setenta para ofrecer paz y para proclamar que el reino de Dios se ha acercado (Éxodo 24:1, 9; Num. 11:24-25; Lucas 10:1, 5, 9).

- Mientras que el resto del Evangelio de Lucas sigue una cronología organizada, capítulos 10-18 parecen estar organizados en torno a pasajes de Deut. 1-26.  C.F. Evans encuentra 22 pasajes de Deut. 1-26 que se parecen a 22 pasajes de Lucas 10-18.  Evans, “comprendió el propósito de Lucas al hacer este arreglo, intentando demostrar que Jesús era un profeta prometido, como Moisés” (Craig A. Evans, 166-168, citando un ensayo por C.F. Evans de 1955).

Craig Evans además menciona un ensayo por James A. Sanders que demuestra similitudes entre Deuteronomio y Lucas en cuanto al tema de elección.

- En Deuteronomio, los elegidos eran aquéllos que obedecían la ley (aunque en ese libro no se utiliza la palabra “elegido”).  Deuteronomio prometía bendiciones sobre los fieles, y los israelitas interpretaban “bendiciones” de una manera materialista – salud y riqueza.

- En la época de Jesús, gente veía esta teología de manera contraria.  En vez, interpretaban salud y riqueza como algo que valoraba y demostraba el lugar de una persona ante Dios.  Enfermedad y pobreza, por lo tanto, indicaban el disgusto de Dios.  “Jesús enseñaba en contra de estas suposiciones... Otra razón por la que a Lucas le interesa este tema es que gentiles eran agrupados entre aquéllos no considerados ‘elegidos’.  Al mostrar que la merced de Dios se extiende a los que supuestamente no son elegidos, Lucas prepara la obra misionera de los gentiles, tal como demuestra en sus Hechos” (Evans, 168-169).  Esto tiene implicaciones para nuestra lección evangélica de esta semana.  Los setenta que proclaman el reino de Dios a judíos y samaritanos son precursores de los que harán ministerio a gentiles en los Hechos de los Apóstoles de Lucas.


VERSÍCULOS 1-11, 16-20: EL SEÑOR NOMBRÓ A OTROS SETENTA

Este es un pasaje difícil para muchos cristianos hoy:

- Primero, la misión de los setenta extiende el número de misionarios de Jesús más allá de los doce apóstoles, que fueron comisionados en el último capítulo (9:1-6).  La misión de los setenta muestra que la proclamación es responsabilidad de todos los discípulos – no solo de unos pocos selectos.  Esto disgusta a ambos, los que piensan de sí mismos como ‘elegidos’ y aquéllos que prefieren no involucrarse.

- Segundo, los setenta han de ir en pares a pueblos vecinos con un agresivo programa de proclamación con el que muchos cristianos hoy ya no se sienten cómodos.

- Tercero, la metáfora de la cosecha (v. 2) le da un sentido de urgencia al evangelismo que, hoy día, muchos cristianos ya no sienten.  Para un agricultor, la cosecha es la estación más urgente del año.  Algunos paralelos modernos pueden ser la estación de impuestos para un contador; la Navidad para el mercader; exámenes finales para estudiantes y profesores; despliegue para soldados; y vencimientos de plazo para periodistas.  Muchos de nosotros podemos sobrevivir un fracaso que ocurre en un día normal, pero fracasar durante las épocas de “cosecha” sería desastroso – hambre, bancarrota, o poner fin a una carrera.  Hoy, a muchos cristianos les cuesta pensar que no aceptar a Cristo pueda llevar a semejantes consecuencias desastrosas.


VERSÍCULOS 1-4: LA MIES ES MUCHA Y LOS OBREROS POCOS

1Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de sí (griego: pro prosopou autou – ante su rostro), a toda ciudad y lugar a donde él había de venir.  2Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. 3Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.  4No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis en el camino.


En 9:1-6, Jesús mandó a los doce para cumplir una misión semejante; ahora envía los setenta.  Este mayor número de participantes no solo extiende el alcance de la misión, sino que también aumenta la urgencia de la cosecha.

“Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta” (v. 1).  Hay manuscritos que dicen setenta y otros que dicen setenta y dos.  No podemos determinar con autoridad cuál es el número correcto.  Sin embargo, eso importa poco ya que el significado es el mismo para cualquier número:
- Seguramente, el número se refiere a Génesis 10, donde aparece una lista de naciones gentiles que descienden de Noe.  En hebreo se mencionan setenta naciones, mientras que en la versión griega Septuaginta aparecen setenta y dos.  “Escójase cual sea, ...el número sugiere un evangelista para cada nación del mundo” (Stein, 304).  En el Evangelio de Lucas, por lo tanto, la mención de los setenta se refiere al ministerio hacia los gentiles, que será importante en la secuencia de Lucas, los Hechos de los Apóstoles.  Por el momento, sin embargo, Jesús manda a los setenta solo entre judíos y samaritanos.

- Hay una segunda referencia al Antiguo Testamento en Num. 11:16-25 en que Moisés eligió a setenta ancianos para ayudarle con su obra.

La frase “otros setenta” (v. 1) parece decir que los doce no son parte de esta misión.  Sin embargo, más adelante, dirigiéndose a los doce, Jesús dirá, “Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo?” (22:35).  Las tres cosas – bolsa, alforja, y zapatos – corresponde a cosas mencionadas en la llamada de los setenta (10:4), en lugar de las ya mencionadas en la llamada de los doce (9:3).  Esto presenta algo de incertidumbre.  Seguramente los doce no son parte de los setenta, pero no lo sabemos con seguridad.

“Envió...  delante de sí (griego: pro prosopou autou – ante su rostro)” (v. 1).  También encontramos esta frase, “ante su rostro,” en 7:27 y 9:52.  7:27 habla de enviar a Juan el Bautista, cuya muerte Lucas ha mencionado recientemente (9:9).  “A los discípulos ahora se les ha concedido el papel de ir ante Jesús y prepararle el camino, como lo había hecho Juan” (Tannehill, 174).

“De dos en dos” (v. 1).  Deut. 19:15 requiere el testimonio de dos testigos, y lo más probable es que ésa sea la razón por la que Jesús les manda de dos en dos.  Sin embargo, ir de dos en dos también da fuerza a su resolución.  Una persona sola se desanima rápidamente; en cambio, una persona con compañeros está más apta para perseverar.

“La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos” (v. 2).  En un mundo donde pocas personas trabajan en agricultura, se nos ha olvidado la importancia de la cosecha.  La mayoría de los frutos de la siega no se pueden recoger demasiado pronto ni demasiado tarde sin sufrir una pérdida significante.  El agricultor trabaja todo el año para preparar la cosecha, la cual se debe llevar a cabo solo cuando esté lista.  No hacerlo puede ser catastrófico.

“Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (v. 2).  Dada la urgencia, esperamos que Jesús les diga a los setenta que vayan rápidamente para empezar la cosecha.  Les mandará en v. 3 pero, primero, les manda rezar.  La obra de los discípulos será efectiva solo si se apresta con oraciones.  El Señor llama y da poder a quienes lo necesiten, y el poder del Señor es lo que hace posible el éxito.  Una iglesia que reza verá que puestos oficiales quedan sin llenarse por ejemplo, pero también verá que el Señor provee lo que es realmente necesario.

“Los obreros pocos” (v. 2).  La regla de Pareto es que el ochenta por ciento de los resultados se pueden atribuir al veinte por ciento de las causas – es decir, pocos vendedores a menudo logran la mayoría de las ventas.  La regla también se aplica a la iglesia, donde pocas personas dan la mayoría del dinero y hacen la mayor parte del trabajo.  Los que se sientan en los bancos son muchos, pero los trabajadores son pocos.  Debemos rezar para que el Señor persuada a los menos activos a estar más involucrados – también debemos confiar que el Señor proveerá las verdaderas necesidades de la iglesia.  Jesús advirtió que habría mala tierra, pero también prometió que buena tierra daría cien veces más (8:4-15).

“Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos” (v. 3).  Hace poco que Jesús predijo su muerte y resurrección (9:21-22, 44-45) y “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (9:51), donde sufrirá y morirá.  Fue rechazado en una aldea samaritana (9:51-56).  Les dijo a sus discípulos que ellos también llevarían una cruz y perderían sus vidas (9:23-25).  Ahora, les advierte que les manda como corderos indefensos en medio de lobos.

En los otros tres Evangelios (Mateo 18:12; Marcos 6:4; Juan 10), Jesús habla del pastor que protege las ovejas.  No hay mención de tal pastor en el Evangelio de Lucas.

“No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado” (v. 4).  Jesús tendrá instrucciones parecidas al comisionar a los doce (Lucas 9:3-5), pero la única cosa común en ambas listas es la bolsa.  El mensaje es el mismo en ambos casos.  Los discípulos han de confiar que Dios les proveerá sus necesidades, y no han de preocuparse por posesiones.

“A nadie saludéis en el camino” (v. 4).  Jesús no les dice a los discípulos que sean maleducados, sino que les dice que no se dejen distraer por cortesías sociales.  La misión es urgente, y requiere su completa atención.  Discípulos han de enfocarse tanto como un atleta en un partido importante – o como un bombero en un incendio – o un paramédico trabajando en un accidente.  El distraerse en estos casos puede ser fatal.  La iglesia de hoy necesita oír esto.  Muchos cristianos hoy no sienten esta urgencia – no consideran que la eternidad está en juego y sobresaltan al oír la palabra evangelizar.

Cuando gente toma en serio la llamada a la oración y al servicio podemos ver los resultados.  El ministerio de Madre Teresa es un ejemplo familiar.  Hay un sinnúmero de cristianos por el mundo, incluyendo algunos en su propia comunidad, que están haciendo grandes obras por Cristo.


VERSÍCULOS 5-6: PAZ SEA A ESTA CASA

5En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid: Paz sea a esta casa.  6Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros.


Mientras que los setenta no han de distraerse por el camino con cortesías sociales (v. 4), sí han de observarlas una vez que lleguen a su destino.

La paz que se ofrece es más que un simple saludo.  Es un regalo substancial – la paz de Dios (Num. 6:26; Isa. 26:12; Lucas 1:79; 2:14; Hechos 10:36; Rom. 5:1) – un regalo de salvación que bendice a todo el que la reciba y que regresa al que la da al ser rechazada.  El castigo por rehusarla es, simplemente, la pérdida de la paz – los setenta no han de vengarse contra aquéllos que les rechazan (véase 9:5, 54-56).

Jesús pide a los setenta que ofrezcan la paz sin primero averiguar el valor del recipiente y sin adivinar si el recipiente la aceptará o rechazará.  “Uno no debe resentir el conceder la paz mesiánica: porque la paz no permanecerá donde no se aprecia.  Pero en caso de que si permanezca, el mensajero, en efecto, se ha reproducido, tal como Elías hizo al final de su ministerio al pasar la obra a Eliseo (2 Reyes 2:15)” (Nolland).


VERSÍCULOS 7-11: SE HA LLEGADO A VOSOTROS EL REINO DE DIOS

7Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en casa.  8Y en cualquiera ciudad donde entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante; 9Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado a vosotros el reino de Dios. 10Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren, saliendo por sus calles, decid: 11Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en vosotros: esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha llegado a vosotros.


“Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren” (v. 7).  Un discípulo aprovechado se sentiría tentado a ir de casa en casa buscando hospitalidad – siempre buscando mejor comida y alojamiento.  Jesús manda a los setenta que dejen ese comportamiento aprovechado y que se fijen en el propósito por el que han venido.  Ir de casa en casa no solo les robaría de fuerzas y tiempo, sino que también ofendería a aquéllos cuya hospitalidad han rechazado.  Los setenta han de estar al tanto de los sentimientos de otros, no vaya a ser que pierdan una oportunidad de ganárselos para Cristo.

“Porque el obrero digno es de su salario” (v. 7).  Habitantes locales han de proveer hospitalidad para los setenta, quienes son dignos de ella (véase Gal. 6:6; 1 Timoteo 5:18).  Discípulos pueden esperar que se provean sus necesidades, pero no deben esperar que se haga con lujo.

“Comed lo que os pusieren delante” (v. 8).  Por el momento, el caso solo se refiere a la calidad de la comida y si está autorizada por ley judía o no – los setenta se encontrarán trabajando entre judíos y samaritanos que observan leyes dietéticas.  Años después, sin embargo, misionarios cristianos entrarán en barrios gentiles donde no se observan las leyes de la dieta judía.  En este caso, han de hacer lo mismo – testimonio efectivo es más importante que las sensibilidades personales del discípulo (Hechos 10; Rom. 14:13-23; 1 Cor. 8).

“Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado a vosotros el reino de Dios” (v. 9).  Sanar enfermos en un acto de compasión, pero también recuerda que el reino de Dios se ha acercado.  Esta combinación de compasión y proclamación – obra y palabra – sirve de testimonio poderoso aún hoy.  La persona hambrienta a quien se le da de comer – la persona sin hogar que es alojada – el enfermo sanado – el herido cuyas heridas son curadas – esta gente se encontrará atraída hacia la persona que les ha ayudado – y también a la fe de esa persona.  Es importante que en el momento de servir dejemos saber a los que ayudamos que lo hacemos por nuestro amor a Jesús, quién primero nos amó a nosotros.  De otra manera, no harán la conexión  entre la ayuda que han recibido y el Cristo que nos motivó a dársela.  En ese caso nuestro mayor propósito, que es la proclamación del reino de Dios, será perdido.   
“Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en vosotros” (v. 11).  Recientemente, samaritanos han rechazado a Jesús (9:52-54).  Ahora, Jesús les prepara para ser recibidos de la misma manera.  Si son rechazados, los discípulos han de sacudir el polvo de sus pies, un acto de repudiación.  Han de hacerlo de manera pública, declarando su motivo, y de nuevo han de proclamar, “ha llegado el reino de Dios.”  Éste es un aviso, no una retaliación – intencionada para convertir – no para herir.  Aquéllos que observen la repudiación pueden ser persuadidos a escuchar.  El Dios de la Segunda Oportunidad todavía está obrando.

“La actividad misionera es contraria a la que ahora asociamos con la obra misionera de la iglesia.  En este caso no existía la proclamación continua de buenas noticias, no había paciencia para los que dudaban ni con los recalcitrados, no se esperaba hasta que la oposición se arrepintiera: en vez, existía una urgencia temerosa de todo ello.  ‘Ahora o nunca.’  Existe una oportunidad, ... como si se tratase de una misión de rescate en un barco que se hunde” (Kee y Gomes, 50).

“Sabed, que el reino de los cielos se ha llegado a vosotros” (v. 11).  Acepte o rechace el oyente este mensaje, este hecho permanece.  El oyente será responsable por su respuesta.  La promesa de Dios se convierte en un juicio para aquél que la rechace.


VERSÍCULOS 12-15: LOS DE SODOMA TENDRÁN MÁS REMISIÓN

12Y os digo que los de Sodoma tendrán más remisión aquel día, que aquella ciudad.  13¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechas las maravillas que se han hecho en vosotras, ya días ha que, sentados en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido.  14Por tanto, Tiro y Sidón tendrán más remisión que vosotras en el juicio.  15Y tú, Capernaum, que hasta los cielos estás levantada, hasta los infiernos serás abajada.


El leccionario se salta estos versículos, pero es bueno recordar que están ahí.  Versículo 12 es importante, particularmente porque acompaña a los versículos previos y explica las calamidades que esperan a los que rechazan la proclamación del reino de Dios.

Corazín, Betsaida, y Capernaum son ciudades en la orilla norte del Mar Galileo, no están lejos de donde Jesús pasó su niñez.  Como adulto, Jesús hizo su hogar en Capernaum (Mateo 4:13) y pasó bastante tiempo enseñando allí.  Se fue a Capernaum inmediatamente después de cumplir su primer milagro en Cana (Juan 2:12), y su segundo milagro era sanar a un niño de Capernaum (Juan 4:46-54).  En otras palabras, Capernaum ya conocía bien a Jesús, y tuvo varias oportunidades para observar sus enseñanzas y el poder de Dios.  Como resultado, serán juzgados aún más severamente que Tiro y Sidón, cuyos pecados podrían haber sido peores, pero que no hubieran beneficiado de conocer a Jesús personalmente.  Versículos 12-15 refuerzan el mensaje de responsabilidad que encontramos en 7-11.


VERSÍCULO 16: EL QUE A VOSO TROS OYE, A MI OYE

16El que a vosotros oye, a mí oye; y el que a vosotros desecha, a mí desecha; y el que a mí desecha, desecha al que me envió.


El que es enviado tiene la autoridad del que le envía.  El agente del rey está envuelto en la identidad del rey.  El rey observará para ver como son recibidos sus emisarios, y responderá según lo que observa.


VERSÍCULOS 17-20: Y VOLVIERON LOS SETENTA CON GOZO

17Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.  18Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del cielo.  19He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.  20Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.


“Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre” (v. 17).  Al comisionar a los doce, Jesús les concedió poder sobre los demonios (9:1), pero no mencionó demonios al comisionar a los setenta.  En el capítulo previo, los discípulos fallaron al exorcizar un demonio (9:40).  Sin embargo, sabemos ahora que han ganado el poder sobre los demonios y que se asombran por su nuevo poder, el cual se hace aún mejor dada la reciente derrota sobre un demonio.  Su victoria vino a través del nombre de Jesús.  En Hechos de los Apóstoles, Lucas continuará relatando como los discípulos encuentran poder y autoridad a través del nombre de Jesús (Hechos 2:21; 3:6, 16; 4:7-12, 17-20; 10:43; 16:18).

“Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del cielo” (v. 18).  “‘Satanás’ es la transliteración de la palabra hebrea que describe el archienemigo de Dios y de la humanidad... Generalmente es traducido al griego con la palabra ‘demonio,’ aunque en los Hechos de Lucas también se utiliza ‘Satanás’.”  Aunque Isaías 14:12 se refiera a la caída original de Satanás, la mayoría de las referencias a él se refieren a su futura caída o derrota” (Stein, 309).

“Jesús acababa de utilizar imágenes de Isaías para describir el descenso a Capernaum (v. 15; Isaías 14:1-27); lo mismo se utiliza ahora en cuanto a Satanás, cuya pretensión a la gloria y la alianza (cf. 4:5-7; cf. Isaías 14:13) lo antecede y hasta manda su caída.  El uso de imágenes de Isaías es importante para Lucas, que después relaciona la posición de Capernaum y de Satanás como terminadas contra Dios” (Green, 418).

Las escrituras incluyen varias referencias a Satanás viviendo en el cielo (Job 1:6; 2:1; Zacarías 3:1), la caída del cielo de Satanás (Isaías 14:12; Juan 12:31; Rev. 12:7-9), y la derrota de Satanás (Hebreos 2:14).  Su posición en el cielo le dio poder, y su expulsión del cielo representa su derrota.  “Mientras Jesús mira, Satanás estalla con una explosión de luz fugaz, como una vela romana, y la catarata de chispas cae lentamente hacia la tierra.  Satanás ya no puede ser restaurado a su antiguo lugar poderoso mucho menos que alguien pudiera recomponer la vela romana después de quemarla.  Para Satanás, se acabó el programa” (Ringe, 154).

“He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (v. 19).  Jesús les dio a los discípulos poder sobre lo malvado, representado aquí por símbolos del mal: serpientes y escorpiones.  Algunos cristianos hoy, que toman este versículo de manera literal, creen que manipular serpientes venenosas es una prueba de fe.  Sin embargo, “‘nada os dañará’ también se podría traducir como ‘en nada te dañará (el enemigo)’... La segunda traducción es más adecuada para la segunda narrativa” (Tannehill, 178).  Traducido de esta manera, Jesús promete protección contra el enemigo – Satanás – en vez de protección contra serpientes y escorpiones.

“Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (v. 20).  Tener sus nombres escritos en el cielo les da mucho más privilegio que el que les da su recién encontrado poder sobre demonios.  Los discípulos han sido ciudadanos de una pequeña nación ocupada – obligados a pagar tributos a los romanos – obligados a cargar las penas del soldado romano de milla a milla – requeridos a obedecer al gobernador romano.  Ahora son ciudadanos del reino de Dios.  Su poder sobre demonios sí es causa para regocijo, pero su ciudadanía en el reino es el mayor regalo.

VIERNES 05

LUCAS 10, 13-16
El evangelio de hoy da continuidad al envío de los setenta y dos discípulos y discípulas (Lc 10,1-12). Al final de este envío Jesús decía que había que sacudirse el polvo de los zapatos cuando los misioneros no fueran recibidos (Lc 10,10-12). El evangelio de hoy acentúa y amplía las amenazas a los que no aceptan recibir la Buena Noticia.

Lucas 10,13-14: Ay de ti Corazón y Betsaida. El espacio por donde Jesús anduvo durante aquellos tres años de su vida misionera era pequeño. Abarcaba unos pocos kilómetros cuadrados a lo largo del Mar de Galilea alrededor de las ciudades de Cafarnaún, Betsaida y Corazín. Fue en este espacio tan pequeño que Jesús realizó la mayor parte de sus discursos y milagros. El vino a salvar a la humanidad entera, y casi no salió del limitado espacio de su tierra. Trágicamente, Jesús tuvo que constatar que la gente de aquellas ciudades no quiso aceptar el mensaje del Reino y no se convirtió. Las ciudades se encerraron en la rigidez de sus creencias, tradiciones y costumbres y no aceptaron la invitación de Jesús para mudar de vida. “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido.” Jesús compara las dos ciudades con Tiro y Sidón que, en el pasado, fueron enemigos temibles de Israel, maltrataron al pueblo de Dios. Por eso, fueron maldecidas por los profetas (Is 23,1; Jr 25,22; 47,4; Ez 26,3; 27,2; 28,2; Jl 4,4; Am 1,10). Y ahora, Jesús dice que estas mismas ciudades, símbolos de toda la maldad hecha al pueblo en el pasado, se hubieran convertido si hubieran acontecido tantos milagros como en Corazón y en Betsaida.

Lucas 10,15: ¡Ay de ti Cafarnaún! “Y tú, Cafarnaún, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Jesús evoca la condena que el profeta Isaías lanzó contra Babilonia. Orgullosa y prepotente, Babilonia pensaba:”Voy a subir hasta el cielo, y levantaré mi trono encima de las estrellas de Dios; me sentaré en la montaña donde se reúnen los dioses, allá donde el Norte se termina; subiré a la cumbre de las nubes, seré igual al Altísimo" (Is 14,13-14). ¡Pensaba! Pero se engañaba de lo lindo. Aconteció lo contrario. Dice el profeta: “Mas, ¡ay! has caído en las honduras del abismo, en el lugar adonde van los muertos” (Is 14,15). Jesús compara Cafarnaún a esta terrible Babilonia que destruyó la monarquía y el templo y llevó al pueblo al cautiverio del cual no se recupero nunca jamás. Al igual que Babilonia, Cafarnaún pensaba ser algo, pero fue a parar en la sima del infierno. El evangelio de Mateo compara Cafarnaún con la ciudad de Sódoma, símbolo de la peor perversión, que fue destruída por la ira de Dios (Gén 18,16 a 19,29). Sódoma se hubiese convertido si hubiese visto los milagros que Jesús hizo en Cafarnaún (Mt 11,23-24). Hoy sigue la misma paradoja. Muchos de nosotros, que somos católicos desde la infancia, tenemos tantas convicciones consolidadas, que nadie es capaz de convertirnos. Y en algunos lugares, el cristianismo, en vez de ser fuente de cambio y de conversión, se ha vuelto el reducto de las fuerzas más reaccionarias de la política del país.

Lucas 10,16: Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado. La frase acentúa la identificación de los discípulos con Jesús en cuanto rechazado por las autoridades. En Mateo la misma frase de Jesús colocada en otro contexto, acentúa la identificación de los discípulos con Jesús en cuanto acogido por el pueblo (Mt 10,40). Tanto en el uno como en el otro caso, es en la entrega total que los discípulos se identifican con Jesús y que se realiza su encuentro con Dios, y que Dios se deja encontrar por aquel que le busca.


SABADO 06

LUCAS 10, 17-24
VERSÍCULO 16: EL QUE A VOSOTROS OYE, A MI OYE

16El que a vosotros oye, a mí oye; y el que a vosotros desecha, a mí desecha; y el que a mí desecha, desecha al que me envió.


El que es enviado tiene la autoridad del que le envía.  El agente del rey está envuelto en la identidad del rey.  El rey observará para ver como son recibidos sus emisarios, y responderá según lo que observa.


VERSÍCULOS 17-20: Y VOLVIERON LOS SETENTA CON GOZO

17Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.  18Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del cielo.  19He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.  20Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.


“Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre” (v. 17).  Al comisionar a los doce, Jesús les concedió poder sobre los demonios (9:1), pero no mencionó demonios al enviar a los setenta.  En el capítulo previo, los discípulos fallaron al exorcizar un demonio (9:40).  Sin embargo, sabemos ahora que han ganado el poder sobre los demonios y que se asombran por su nuevo poder, el cual se hace aún mejor dada la reciente derrota sobre un demonio.  Su victoria vino a través del nombre de Jesús.  En Hechos de los Apóstoles, Lucas continuará relatando como los discípulos encuentran poder y autoridad a través del nombre de Jesús (Hechos 2:21; 3:6, 16; 4:7-12, 17-20; 10:43; 16:18).

“Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del cielo” (v. 18).  “‘Satanás’ es la transliteración de la palabra hebrea que describe el archienemigo de Dios y de la humanidad... Generalmente es traducido al griego con la palabra ‘demonio,’ aunque en los Hechos de Lucas también se utiliza ‘Satanás’.”  Aunque Isaías 14:12 se refiera a la caída original de Satanás, la mayoría de las referencias a él se refieren a su futura caída o derrota” (Stein, 309).

“Jesús acababa de utilizar imágenes de Isaías para describir el descenso a Capernaum (v. 15; Isaías 14:1-27); lo mismo se utiliza ahora en cuanto a Satanás, cuya pretensión a la gloria y la alianza (cf. 4:5-7; cf. Isaías 14:13) lo antecede y hasta manda su caída.  El uso de imágenes de Isaías es importante para Lucas, que después relaciona la posición de Capernaum y de Satanás como terminadas contra Dios” (Green, 418).

Las escrituras incluyen varias referencias a Satanás viviendo en el cielo (Job 1:6; 2:1; Zacarías 3:1), la caída del cielo de Satanás (Isaías 14:12; Juan 12:31; Rev. 12:7-9), y la derrota de Satanás (Hebreos 2:14).  Su posición en el cielo le dio poder, y su expulsión del cielo representa su derrota.  “Mientras Jesús mira, Satanás estalla con una explosión de luz fugaz, como una vela romana, y la catarata de chispas cae lentamente hacia la tierra.  Satanás ya no puede ser restaurado a su antiguo lugar poderoso mucho menos que alguien pudiera recomponer la vela romana después de quemarla.  Para Satanás, se acabó el programa” (Ringe, 154).

“He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (v. 19).  Jesús les dio a los discípulos poder sobre lo malvado, representado aquí por símbolos del mal: serpientes y escorpiones.  Algunos cristianos hoy, que toman este versículo de manera literal, creen que manipular serpientes venenosas es una prueba de fe.  Sin embargo, “‘nada os dañará’ también se podría traducir como ‘en nada te dañará (el enemigo)’... La segunda traducción es más adecuada para la segunda narrativa” (Tannehill, 178).  Traducido de esta manera, Jesús promete protección contra el enemigo – Satanás – en vez de protección contra serpientes y escorpiones.

“Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (v. 20).  Tener sus nombres escritos en el cielo les da mucho más privilegio que el que les da su recién encontrado poder sobre demonios.  Los discípulos han sido ciudadanos de una pequeña nación ocupada – obligados a pagar tributos a los romanos – obligados a cargar las penas del soldado romano de milla a milla – requeridos a obedecer al gobernador romano.  Ahora son ciudadanos del reino de Dios.  Su poder sobre demonios sí es causa para regocijo, pero su ciudadanía en el reino es el mayor regalo.

Lo importante de la historia es lo siguiente: si dejamos siquiera un pequeño espacio en nuestras vidas para que el diablo cuelgue su basura, entonces arruinará nuestras vidas.

DOMINGO 07
MARCOS 10, 2-12
VERSÍCULOS 1:16 – 3:6: EL CONTEXTO

El texto de 1:16 – 2:12 se aproxima al de 2:13 – 3:6.  En ambos, una llamada al discipulado es seguida por historias de la actividad de Jesús.  Aun así, las historias en 1:16 – 2:12 son generalmente positivas y terminan con la respuesta de la multitud, “Nunca tal hemos visto” (2:12), mientras que las historias en 2:13 – 3:6 son generalmente negativas y terminan con los fariseos y herodianos conspirando para matar a Jesús (3:6) (Jensen).

El tema más importante de 1:16 – 3:6 es la autoridad de Jesús (griego: exousia) y el conflicto que Jesús provoca con líderes religiosos (quienes se consideran autoridades religiosas) al ejercer su autoridad:

Jesús dijo, “Venid en pos de mí,” y “luego, dejadas sus redes (Simón y Andrés), le siguieron” (1:17-18).  La palabra de Jesús tiene la autoridad de alentar obediencia.

Jesús, “les enseñaba como quien tiene potestad, y no como los escribas” (1:22).

Estaban asombrados, y preguntaban, “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun a los espíritus inmundos manda, y le obedecen? (1:27).

Jesús demuestra su potestad sobre enfermedades y demonios (1:29-34).

Jesús demuestra su “potestad en la tierra de perdonar los pecados” al sanar al paralítico (2:10-12).

Al verse confrontados con las muchas pruebas de que Jesús tiene la autoridad de Dios, fariseos y herodianos no acogen a Jesús, sino que conspiran para destruirle (3:6).

2:1-12 es la primera de una serie de cinco historias de controversia que muestran, en estos primeros capítulos de Marcos, como la autoridad de Jesús supera la de las autoridades judías – y como rechazan su autoridad.  No es probable que estas cinco historias ocurrieran en el mismo orden que Marcos las relata.  Es más probable que Marcos coleccionara estas historias de varios lugares y las agrupara al principio de su relato del ministerio de Jesús.  Las cinco historias aparecen estructuradas de la siguiente manera:

A: El sanar del paralítico (2:1-12)
     B: La llamada del publicano y el comer con publícanos y pecadores (2:13-17)
          C: La cuestión del ayuno (2:18-22)
     B’: La defensa de los discípulos por parte de Jesús, por cosechar en el sábado (2:23-28)
A’: El sanar del hombre de la mano marchita (3:1-6)

En esta estructura, el sanar del paralítico (A) se paralela al sanar del hombre de la mano marchita (A’).  Las otras tres historias “tienen que ver con alimentación y ayuno” (Witherington, 110).

Entonces, al comienzo del ministerio de Jesús, Marcos relata cinco historias de controversia.  Hacia el final del ministerio de Jesús, Marcos relatará cinco historias más de controversia (11:27-33; 12:1-12, 13-17, 18-27, 38-44).

La historia del sanar del paralítico (2:1-12) – nuestra lección del Evangelio – “es una diminuta versión del Evangelio entero: la enseñanza y el sanar de Jesús, Jesús acusado de blasfemia, Jesús vindicado.  El sanar del hombre paralítico marca la nueva vida que el mismo Jesús tendrá en la resurrección, y compartirá con todos los que la quieren” (Wright, 17).


VERSÍCULOS 1-2: YA NO CABÍAN NI AUN A LA PUERTA

1Y entró otra vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa. 2Y luego se juntaron a él muchos, que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba (griego: elalei – de laleo – hablar o predicar) la palabra (griego: ho logos).
                

“Y entró otra vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa” (v. 1).  Capernaum es el hogar de Jesús (Mateo 4:13; Marcos 2:1) y el centro de su temprano ministerio.  En el Evangelio de Marcos, Jesús comienza su ministerio cerca de Capernaum cuando llama a cuatro discípulos (1:16-20) y al obrar varios milagros de sanar en la ciudad (1:21-34).  Entonces, va predicando por Galilea (1:35ff).  Ahora regresa a Capernaum donde con esta historia le encontramos en casa.  No está claro si tiene su propia casa o si vive con Pedro y Andrés, y sus familias (1:29), esto parece probable.  Es difícil imaginar que Jesús mantuviera un hogar del cual para tanto tiempo fuera.

“Y luego se juntaron a él muchos, que ya no cabían ni aun a la puerta” (v. 2a).  Una multitud de gente se reúne enfrente de la casa, tapando la puerta.  En este Evangelio, a menudo aparecen multitudes alrededor de Jesús pero, mientras puede que respondan con maravilla a estos milagros, no responden convirtiéndose en discípulos.  Son pasivos y particulares.  “El único y más común atributo de las multitudes en el Evangelio de Marcos es que impiden el acceso a Jesús… Por lo tanto, Jesús disfraza sus enseñanzas hablándoles en parábolas (e.g., 4:33-34; 7:17).

Interesantemente, las palabras griegas para ‘multitud’ (ochlos) y ‘casa’ (oikos) producen una rima de aliteración.  Casas o lugares privados, en contraste, proporcionan un lugar de revelación especial e instrucción de los discípulos, inclusive los miembros del círculo íntimo de Marcos… El contraste entre ‘multitud’ y ‘casa’ ayuda a ilustrar un tema más grande en Marcos, que el entusiasmo por Jesús y la proximidad a él no son lo mismo que la fe – y estos dos pueden llegar a oponerse a la fe (e.g., 11:1-11)” (Edwards, 74).

“y les predicaba la palabra (griego: logos) (v. 2b).  Predicar la palabra es clave para el ministerio de Jesús.  Comenzó su ministerio público enseñando la palabra con autoridad en la sinagoga de Capernaum, donde expulsó un demonio (1:21-28), y dejó Capernaum “para que predique” en otro lugar (1:38).  Predicar la palabra también será el centro del ministerio de la iglesia (Hechos 6:4; 8:4; 17:11; Galatos 6:6; Colosos 4:3).  Jesús pronuncia la palabra y, al mismo tiempo, es la Palabra (Juan 1:1).


VERSÍCULOS 3-5: HIJO, TUS PECADOS TE SON PERDONADOS

3Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era traído por cuatro. 4Y como no podían llegar a él a causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho (griego: krabatton – un lecho que un pobre podría utilizar de cama y que serviría de camilla) en que yacía el paralítico. 5Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.


“Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era traído por cuatro”(v. 3).  No sabemos lo grande que es este grupo.  Cuatro de ellos pueden llevar la camilla, pero hay otros también.

“Y como no podían llegar a él a causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba” (v. 4a).  Hacen una abertura en el tejado para bajar a su amigo a la presencia de Jesús.  En una casa típica de aquel día, el tejado sería plano y estaría sostenido por vigas atravesadas sobre las paredes y compuesto de una mezcla de barro y paja.  En las noches calurosas, gente a menudo dormía en el tejado, y el tejado les concedía un retiro privado de un hogar ocupado.  Generalmente, había una escalera afuera que permitía acceso al tejado.  Subir a un hombre paralítico por la escalera no era nada fácil, y requeriría valor por parte del paralítico.  Hacer una abertura en el tejado sería una solución valiente para la falta de acceso a Jesús.  Algunos eruditos dicen que es fácil reparar un tejado de barro y paja, pero es difícil reparar un tejado para que no gotee.  El daño no es trivial.  Incluye “una gran obra de demolición” (France, 123).

“y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico” (v. 4b).  Imagine cómo ha de sentirse este hombre paralítico.  No estaría atado a un lecho tieso – esta camilla sería algo floja para llevar a una persona.  Sus amigos seguramente no hicieron una abertura lo suficientemente grande para poder bajarle de manera horizontal.  Ni estarían entrenados en como transportar pacientes en camillas.  Es probable que el hombre paralizado sufriera algunos golpes mientras sus amigos le bajaban por el tejado.

Además, seguramente este hombre está acostumbrado al silencio y la soledad de un cuatro de enfermos.  Ser el centro de atención entre una multitud sería una situación muy incómoda para él, tal como sería este difícil trayecto.

Pero era un hombre sin esperanza – pero en este momento tiene esperanza que el que sana hará para él lo que ha hecho por otros.  Este sería un momento de anticipación casi inimaginable – y de bastante ansiedad.

“Y viendo Jesús la fe de ellos” (v. 5a).  La fe que Jesús ve no se trata simplemente de una fe intelectual o emocional, sino de una fe manifestada por medio de una obra determinada y visible.  Jesús puede leer los corazones de la gente (v. 8), pero aquí no necesita hacerlo.  La fe de estos hombres es obvia y todos la pueden ver.

Unos eruditos sugieren que los que llevan la litera son los que tienen fe en lugar del paralítico, pero no hay nada en el texto que lo sugiera.  Supuestamente, el paralítico es pleno partícipe en esta obra.  Nadie le tiene que llevar a la fuerza.  No obstante, es el recipiente de la fe de aquéllos que le llevan.  Es por la fe de ellos tanto como por la suya (quizá aún más que la suya) lo que posibilita su sanar.  Sin su fuerte confianza en que Jesús le ayudará, el hombre nunca habría visto a Jesús.  Sin su fuerte determinación de sobrepasar las dificultades impuestas por la multitud, el sanar nunca habría tomado lugar.

En este Evangelio, Jesús premia la fe que persiste frente obstáculos:

Jairo no es disuadido por vecinos que le piden que no moleste más a Jesús, porque su hija ya ha muerto.  En vez, Jairo y su esposa van con Jesús al lecho de la niña, y Jesús le dice a la niña “levántate” (griego: egeire – la misma palabra que utiliza en 2:11 para mandar al paralítico que se levante y tome su lecho, y una palabra que será utilizada para la resurrección de Jesús).  La niña inmediatamente se levanta y anda – causando el espanto de todos (5:21-24, 35-43).

El ciego Bartimeo no será disuadido por transeúntes que le mandan callar, en cambio, clama aún más fuerte, “Hijo de David, ten misericordia de mí.”  Jesús le sana, diciendo, “Ve, tu fe te ha salvado” (10:46-52).

Cuando el padre de un niño que sufre de convulsiones dice, “si puedes algo,” Jesús responde, “Si puedes creer, al que cree todo es posible” (9:23) – y sana al niño cuando el padre responde con fe.

Pero en Nazarea Jesús “no pudo hacer allí alguna maravilla” por la incredulidad de ellos (6:1-6a).  En dos ocasiones, regañará a los discípulos por su falta de fe (4:40; 16:14).

“dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados” (v. 5b).  Nosotros (y sin duda el paralítico) esperamos que Jesús diga, “Levántate, y toma tu lecho y anda,” pero eso vendrá más adelante (v. 9).  En vez, Jesús dice “Hijo, tus pecados son perdonados” (v. 5).  Anote que no dice que él perdona los pecados del hombre.  La voz pasiva (“son perdonados”) sugiere dos posibilidades.  Una es que Jesús perdona los pecados del hombre.  La otra es que Dios ha perdonado los pecados del hombre, y que Jesús simplemente obra como agente de Dios al anunciar el perdón de Dios.

En cualquier caso (que Jesús perdone o que simplemente anuncie el perdón de Dios), sus palabras hacen surgir dos temas:
Primero, ¿qué autoridad tiene Jesús para perdonar los pecados del hombre? Esta es la cuestión que precipita el desacuerdo con los escribas en vv. 6-7.

Segundo, ¿cuál es la relación entre el pecado y la enfermedad? En aquel entonces, gente podría decir que la enfermedad era el juicio de Dios sobre el pecado.  “La parálisis, como muchas enfermedades, se atribuía al pecado (véase Juan 9:2)…  La cojera constituía una forma de impureza en el Antiguo Testamento (Levítico 21:18), y en Qumran ‘los cojos, ciegos, y minusválidos no podían participar plenamente en la vida de la comunidad” (Donahue & Harrington, 93).

Según nuestro punto de vista científico, no estamos de acuerdo.  Los virus y la bacteria causan enfermedades – el remedio son los antibióticos.  Nervios pinchados pueden causar parálisis – el remedio es la cirugía.  Aunque no sabemos la causa ni el remedio de cada enfermedad, sí sabemos mucho y aprendemos cada día más.  No debemos “culpar al enfermo,” atribuyendo la enfermedad al pecado.  Hacer esto solo empeora la vida de la persona que sufre.

Como siempre, la verdad se encuentra en algún lugar entre los dos extremos.  Algunas enfermedades, físicas y emocionales, son el resultado de comportamiento específico.  Si creemos en el pecado, hemos de admitir que algunos comportamientos que causan enfermedades son pecado.  En algunos casos, el comportamiento pecador era el de la persona enferma (algunos ejemplos obvios son gente que fuma, abusa drogas, o se involucra en sexo promiscuo).  En otros casos, el comportamiento pecador de una persona causa enfermedad en otros (un hijo que ve como su padre abusa de su madre puede sufrir de una enfermedad emocional como resultado).  Otras enfermedades nos surgen “de la nada.”  Gente santa muere de enfermedades igual que el peor pecador.

Jesús dijo, “Hijo, tus pecados son perdonados” como si conociera el corazón del paralítico.  “El orden griego de las palabras enfatiza ‘tus’ (Hare, 36), sugiriendo que Jesús se dirige a la situación particular de este hombre:

Quizá el hombre ha llevado una vida descuidada que, de alguna manera, ha resultado en parálisis.

Quizá su parálisis es psicosomática, resultado de su sentido de culpabilidad por el pecado real o imaginado.

Quizá él es pecador solo en el sentido en que todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:32).

Quizá simplemente se siente culpable porque interpreta su enfermedad como castigo por sus pecados.  Cualquier persona que sufre de una grave enfermedad o de una pérdida tiende a cuestionar lo que él o ella ha hecho para merecer tal cosa.  Si esto es verdad para la gente de hoy día, imagine cuanto más real sería este sentimiento para la gente de aquel entonces.

“Hijo, tus pecados son perdonados.”  Ésta es una palabra pastoral para alguien herido en espíritu tanto como en cuerpo.  Esta palabra le asegura que no necesita temer que Dios esté esperando a la vuelta de la esquina para hacerle caer de nuevo.  Seguramente, el hombre espera que Jesús tome el próximo paso y sane su cuerpo.  Parece posible, no obstante, que por el momento el hombre sienta el descanso que viene al ver que su alma ha sido sanada.

“Hijo, tus pecados son perdonados.”  Éste puede ser un “pasivo divino,” una manera de referirse a la acción de Dios sin pronunciar su nombre.  Los judíos tienen cuidado de no utilizar el nombre de Jesús a no ser que lo tomen en vano.  Quizá Jesús no esté perdonando al hombre, en vez,  simplemente reconoce el perdón de Dios.  Esto se parece al trabajo de un sacerdote, que cumple un rito de redención, solo actuando como intermediario de Dios – Dios es el que perdona (Levítico 4:26, 31).

“La ruptura en el orden de la historia (v. 5), reforzada por una declaración del Señor (v. 10), subraya el perdón de pecados como el punto principal de esta historia” (Williamson, 64).

Solo existe otra historia más en los Evangelios en que Jesús pronuncia el perdón de los pecados – la historia de la mujer que lava los pies de Jesús con sus lágrimas (Lucas 7:48).

Anote que el perdón de los pecados no cura la parálisis de este hombre.  Es perdonado pero, aún así, no puede andar.  Ha recibido una palabra bendita de Jesús, pero todavía necesita otra.


VERSÍCULOS 6-7: BLASFEMIAS DICE

6Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones, 7Decían: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?


“Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones” (v. 6).  Estos escribas están sentados, la postura en la que enseñan.  Más adelante, Jesús les acusará de buscar los mejores asientos en la sinagoga (12:39).  Su postura gentil parece fuera de lugar en esta entrada tan aglomerada, indicando que Marcos ha combinado dos historias aquí – una historia de sanar y una historia de controversia.  Así es el carácter de Marcos, que también inserta la historia de la mujer con una hemorragia en la historia de la curación de la hija de Jairo (5:21-43) – y la historia de la limpieza del templo dentro de la historia de la higuera (11:12:25).

Los escribas son intérpretes ordenados y autorizados por la ley del Tora.  Porque sabemos que se oponen a Jesús, los identificamos rápidamente como malos.  De hecho, están ansiosos de complacerle a Dios y son devotos de la ley de Dios.  Estudian la ley de Dios en detalle meticuloso para que puedan guiar a la gente por el buen camino.  Si a veces fallan al no ver el bosque por los árboles, ¿cuál de nosotros está capacitado para juzgar sus fallos?

“¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?” (v. 7).  En silencio, los escribas juzgan a Jesús por usurpar la prerrogativa de Dios al perdonar pecados.  Aunque es posible que una persona perdone un pecado cometido contra él o ella, cada pecado es, al final, un pecado contra Dios.  David capta esta idea perfectamente cuando escribe, “A ti, a ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos” (Salmo 51:4a).  Escribió este salmo después de haber cometido adulterio con Bathsheba y de haber asesinado a Uriah, el marido de Bathsheba.  De hecho, había pecado fuertemente contra Uriah y Bathsheba y como rey, había pecado contra todos sus súbditos.  Sin embargo, su pecado más grande fue en contra de Dios, y solo Dios podía perdonar ese pecado (Salmo 51:1-3; 85:2).  “No hay nada en la literatura judía que sugiera que cualquier hombre – ni siquiera un mesías – tuviera la autoridad de perdonar pecados” (Hooker, 88).

Aún los sacerdotes, responsables del sistema de sacrificios, declararían ser solo intermediarios de Dios, porque solo Dios puede perdonar pecados.  Los sacerdotes discutirían, no obstante, que Dios les ha mandado cumplir los ritos de redención.  Por eso, según ellos, es a través de sus varios ministerios que Dios efectúa el perdón de los pecados.  Verían a Jesús como uno que adopta, no solo las prerrogativas de Dios, sino las sacerdotales también.

Los escribas declaran a Jesús culpable de blasfemia por haber adoptado la prerrogativa de Dios.  Blasfemia es el más serio de los pecados, y la ley del Tora especifica que el blasfemador ha de ser apedreado hasta morir (Levítico 24:10-23).  Entonces, Marcos hace surgir el tema de blasfemia aún al comenzar el ministerio de Jesús.  Más adelante, el Sanedrín presentará cargos formales de blasfemia contra Jesús, y eso será la base de su crucifixión (14:61-64).


VERSÍCULOS 8-9: ¿QUÉ ES MÁS FÁCIL?

8Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pensaban así dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? 9¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados (griego: aphientai – la voz pasiva sugiere que Dios es el que perdona, en contraste con v. 10), ó decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda?


“Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pensaban así dentro de sí mismos” (v. 8a).  Los escribas no han mencionado su descontento pero, como Dios, Jesús conoce sus corazones.

“¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? 9¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, ó decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda?” (vv. 8-10).  Jesús contesta sus preguntas, que aún no han declarado, con una pregunta suya.  No les pregunta cuál es más fácil hacer, sino cuál es más fácil decir.  Es más fácil decir, “Tus pecados te son perdonados”o decir,“Levántate, y toma tu lecho y anda.”

La verdad es que es más fácil decir “Tus pecados te son perdonados” que decir “Levántate, y toma tu lecho y anda.”  Los que observan no tienen manera de verificar si los pecados del hombre han sido perdonados, pero fácilmente pueden ver si el hombre se levanta y toma su lecho y anda.  Cuando Jesús dice, “Levántate, y toma tu lecho y anda,” se pone en una posición peligrosa.  Si el hombre logra levantarse y andar, quedará claro que Jesús obra con el poder de Dios y, por lo tanto, está en su derecho al decir “Tus pecados te son perdonados.”  Sin embargo, si el hombre no logra levantarse, Jesús será revelado como un fracaso y un blasfemador.  Si se le acusa de blasfemia, podría ser apedreado a muerte (Levítico 24:16).  Con esta pregunta, entonces, Jesús propone una prueba con la que se pueda verificar su potestad (el sanar) para demostrar lo que, de cualquier otra manera, no se puede verificar (el perdón).  “Jesús insiste que si sana al hombre, sus enemigos han de reconocer su autoridad de perdonar el pecado” (Perkins, 551).


VERSÍCULOS 10-12: TODOS SE ASOMBRARON Y GLORIFICARON A DIOS

10Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar(griego: aphienai – la voz activa sugiere que el Hijo del Hombre es el que perdona, a diferencia de v. 9) los pecados, (dice al paralítico): 11A ti te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete a tu casa.12Entonces él se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto.


“Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar los pecados” (v. 10).  El título, Hijo del Hombre, viene de Daniel 7:13, donde Dios “delegó su potestad de absolución a un ‘Hijo del Hombre’ que lleva a cabo su bondadosa voluntad en la esfera terrenal; por lo tanto, ‘sobre la tierra’ el Hijo del Hombre tiene la autoridad de perdonar pecados” (Marcus, 223).  (NOTA: Daniel 7:13 “ser humano” en lugar de “Hijo del Hombre).

Este título, Hijo del Hombre, tiene la ventaja de no llevar ninguna connotación militar asociada con el título de Mesías.  Gente espera que el Mesías levante un ejército, expulse a los romanos, y que vuelva a establecer el gran reino davídico.  No tienen ninguna esta expectativa del Hijo del Hombre.

Jesús se refiere a si mismo como Hijo del Hombre con frecuencia.  Solo cuatro veces en el Nuevo Testamento (Juan 12:34; Hechos 7:56; Revelación 1:13; 14:14) aparece alguien que no sea Jesús que dice la frase, y cuando se utiliza, es para referirse a Jesús.  En el Evangelio de Marcos, Jesús se refiere a si mismo como el Hijo del Hombre catorce veces.  Doce de estas toman lugar después de que Pedro declare a Jesús el Mesías (8:27-30), y nueve tienen que ver con el sufrimiento y la muerte de Jesús (8:31, 9:9, 12, 31; 10:33, 45; 14:21 dos veces, 41).  Solo dos veces (2:10, 28) utiliza Jesús la frase antes de la confesión de Pedro, ambas veces en conexión con los retos a su autoridad y ortodoxia.  Porque Jesús generalmente utiliza la frase para presentar su pasión a los discípulos, no parece probable que la usara durante la primera parte de su ministerio en presencia de sus enemigos.  En Marcos 2, es probable que Marcos ponga la frase en labios de Jesús.

Si Jesús utiliza este título en frente de estos escribas, es significante que no se ofendan cuando lo usa para referirse a si mismo.  Si lo entendieran como un título mesiánico, seguro que se hubieran ofendido.

Existen por lo menos tres posibles significados para el título, Hijo del Hombre.  Puede significar (1) la humanidad en general, (2) “Yo el que te habla,” o (3) puede ser un título mesiánico (Guelich, 89-90).  En este contexto de Marcos 2, Jesús parece utilizarlo como “Yo el que te habla,” pero su uso frecuente del título en conexión a su pasión sugiere que a menudo lo utiliza como un título mesiánico.  Está claro que el título tiene significado para Jesús, el cuan irá descubriendo a sus discípulos, pero en esta época de su ministerio, no parece tener mucho significado para nadie más que Jesús.

En Marcos 2:10, Jesús parece referirse de nuevo a Daniel 7:13; clamando que Dios le ha delegado a él la autoridad de perdonar pecados en la tierra; y contrastando el papel de Dios en el cielo con el del Hijo del Hombre en la tierra.  “Este es el único lugar en el Evangelio donde el perdón de pecados se asocia con el Hijo del Hombre… Solo a través de la resurrección, la temprana iglesia pudo reconocer de manera inequívoca la plena extensión de la autoridad de Jesús… El Cristo resucitado todavía ejerce el perdón de los pecados en la tierra” (Lane, 98).

“A ti te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete a tu casa” (v. 11).  Jesús demuestra su autoridad al mandar al paralítico que tome su lecho y ande (vv. 9-10).  El hombre responde rápidamente haciendo lo que Jesús le manda.  La palabra de Jesús, como la Palabra creativa de Dios en Génesis 1, es efectiva – tiene potestad – cumple la obra que se propone cumplir.  El resultado es que todos quedan asombrados y glorifican a Dios – no a Jesús, sino a Dios.  Si Jesús fuera de verdad un blasfemador, como dicen los escribas (v. 7), el resultado final de sus esfuerzos no sería la glorificación de Dios.

Cuando Marcos dice que todos se asombraron y glorificaron a Dios, no incluye a los escribas.  Sin duda los escribas están asombrados, pero el éxito de Jesús viene a su coste.  Su continuada oposición (2:13-17) demuestra que no aceptan la autoridad de Jesús y no se puede esperar que glorifiquen a Dios por los milagros de Jesús.

“Entonces él se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto” (v. 12).  “Ellos ya han visto cosas parecidas (1:32-34), pero esta vez la declaración del perdón de los pecados, y la valiente defensa de Jesús de su derecho a hacerlo, añade una nueva dimensión” (France, 129).
LUNES 08
LUCAS 10, 25-37

9:51 – 11:13: DISCÍPULOS MÁS PROFUNDOS

En 9:51, Jesús comenzó su viaje a Jerusalén y a la cruz, un viaje que continuará hasta la Entrada Triunfante del capítulo 19.  Entonces, mientras viajaba hacia Jerusalén, cuenta una historia de gente que viaja desde Jerusalén (Van Harn, 368).

En esta lección del Evangelio, el abogado le contesta a Jesús diciendo que dos cosas son necesarias para heredar la vida eterna – amar a Dios y amar al prójimo (v. 27).  Varios eruditos han encontrado una conexión entre la parábola del Buen Samaritano (vv. 29-37) y la historia que sigue de Marta y María (vv. 38-42).  La parábola demuestra lo que significa amar al prójimo, y la historia de Marta y María demuestra lo que significa amar a Dios.

Bock va un paso más allá al unir la enseñanza de Jesús sobre la oración (11:1-13) con estas historias.  Solo a través de una profunda relación con Dios, alentada por oración, podemos amar a Dios y al prójimo.  “Ética no es una cuestión abstracta llena de opciones para cada situación; sino que es cuestión de carácter, desarrollado al caminar con Dios, enfocado en Jesús” (Bock, 195).


VERSÍCULOS 25-26: ¿HACIENDO QUÉ COSA?

25Y he aquí, un doctor de la ley se levantó, tentándole y diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna? 26Y él dijo: ¿Qué está escrito de la ley? ¿Cómo lees?


Marcos 12:28-34 y Mateo 22:34-40 se paralela a este texto de Lucas.  Mateo y Lucas dicen que el abogado simplemente estaba probando a Jesús, mientras que Marcos no menciona esto.  Marcos pone a Jesús en posición de alojar al abogado, diciéndole “No estás lejos del reino de Dios.”  Solo Lucas utiliza la historia del abogado para presentar la parábola del Buen Samaritano.

El entrenamiento del abogado está en el Tora.  Ha pasado mucha parte de su vida preguntando y contestando preguntas de la ley.  Su manera de expresarse a través de preguntas y repuestas puede parecer hostil, pero también puede llevar a una amigable discusión, mucho como los atletas que prueban sus técnicas unos con otros.  Quizá el abogado ya ha sobrepasado toda la competición local y está ansioso de probarse a si mismo contra este nuevo Rabí.  Jesús les acaba de decir a sus discípulos, “Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis: Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron (vv. 23-24).  Ahora, el abogado quiere ver si uno que habla tan grandiosamente puede contestar una simple pregunta (Culpepper, 227).

“¿Haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?” (v. 25).  El uso de la palabra “poseer” es interesante.  El control de una herencia está en manos del que la da – no en manos del que la recibe.  Dios le prometió a Israel que heredaría la Tierra Prometida (Lev. 20:24), y todos comprendieron que la herencia era un regalo.  Sin embargo, es posible que una persona ofenda a su benefactor y pierda la herencia.  También es posible dejar una impresión favorable sobre un benefactor y ganarse la herencia.  El abogado pregunta que es lo que tiene que hacer para impresionar favorablemente a Dios y así ganarse la herencia de la vida eterna.

Craddock cuestiona lo que pasa en este intercambio entre Jesús y el abogado.  Explica que el abogado hizo su pregunta, no para entender mejor, sino para ganar ventaja sobre Jesús.  Craddock concluye que esto no es “una práctica del reino” (Craddock, 150).

Hay una lección aquí para nosotros.  Estamos tentados a mejorar nuestro testimonio hacia los que no asisten a la iglesia aprendiendo las respuestas para cada pregunta.  Sin embargo, esto nos tienta a entrar en una lucha verbal – inefectiva, lo más probable.  Nuestro testimonio depende menos de respuestas astutas que de amor.  Si verdaderamente amamos a Dios, al prójimo, y a nosotros mismos, entonces, como sugiere este texto, nuestro prójimo se sentirá atraído por nuestro amor.

“¿Qué está escrito de la ley? ¿Cómo lees?” (v. 26).  La pregunta de Jesús le devuelve el reto al abogado.  “¡Tú eres el experto!” ¡Has pasado la vida estudiando la ley! ¡Dímelo tú a mí!  La respuesta de Jesús también sirve para dirigir la discusión hacia las escrituras, fundamento de la vida judía, y afirma la lealtad de estas escrituras para guiarnos por el buen camino.


VERSÍCULOS 27-28: AMARÁS AL SEÑOR – Y A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO

27Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo.  28Y díjole: Bien has respondido: haz esto, y vivirás.


La respuesta del abogado viene de dos escrituras: “Y Amarás a Yahaveh tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder” (Deuteronomio 6:5) y “mas amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev. 19:18).  El pasaje de Deuteronomio es parte del Shema, que judíos repiten dos veces al día.  Por lo tanto, no nos debe sorprender que se encuentre en los pensamientos del abogado.

Las calificaciones de versículo 27 difieren un poco entre los Evangelios.  En Lucas, Jesús dice, “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento.”  Marcos utiliza las mismas calificaciones, poniendo al revés las últimas dos (corazón, alma, entendimiento, fuerza).  Mateo usa solo tres (corazón, alma, y entendimiento).  “Sean tres o sean cuatro, la importancia de estas calificaciones es plantar la bandera de la soberanía de Dios sobre la vida entera… Ninguna parte de nosotros debe ser guardada del alcance de Dios” (Culpepper, 227).

Jesús podría decirle al abogado que la salvación no es cuestión de hacer, sino cuestión de la gracia de Dios.  Sin embargo, el dice, “haz esto, y vivirás” (v. 28) y “ve, y haz tú lo mismo” (v. 37).  De esta manera, refuerza el entendimiento del abogado que sus acciones son importantes para su salvación.  Sin embargo, los dos mandamientos que el abogado ha citado, requiriéndole amar a Dios y al prójimo sin límites, son de esencia tan global que él no puede, en sinceridad, decir que los guarda – ni podemos decirlo nosotros.  Es importante mantener estos dos mandamientos de la manera más fiel pero, al final, estamos a la merced de Dios.

“La llamada de Jesús hacia el amor se representa mejor en la propia pasión que Jesús tiene hacia Dios, su intimidad con Dios, y su fidelidad a Dios; igual que su pedido de amar al prójimo se representa mejor en la vida de este amigo de recaudadores de impuestos y pecadores” (Nolland).

Estos mandamientos llaman a un amor hacia Dios y prójimo, pero también reconocen un tercer amor – el amor propio.  El segundo mandamiento da por hecho que nos importamos a nosotros mismos y nos pide que tengamos el mismo nivel de amor hacia nuestro prójimo – que estemos tan preocupados por el bienestar del prójimo como lo estamos por nosotros mismos.  Nos llama a calcular de nuevo los límites entre “nosotros y ellos” – agrandar nuestro círculo para que solo haya un “nosotros.”

“Bien has respondido: haz esto, y vivirás” (v. 28).  El abogado es erudito de la ley y sabe lo que requiere.  Empezó a cuestionar a Jesús preguntándole qué es lo que debe hacer para ganarse la vida eterna.  Ahora, Jesús le dice que debe hacer lo que él ya sabe.  Entonces, vivirá.


VERSÍCULO 29: ¿Y QUIÉN ES MI PRÓJIMO?

29Mas él, queriéndose justificar a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?


Ésta es una pregunta práctica presentada por un hablador hábil que quiere “justificarse” – quiere ganarse unos puntos en el debate.  ¿Cómo puede él obedecer el segundo mandamiento sin saber quién es su prójimo?  Es el tipo de pregunta que los Rabíes discuten sin cesar.  Tal debate a veces representa una autentica devoción a la ley, pero fácilmente se puede deteriorar en un ejercicio académico.  Al continuamente debatir la ley, uno puede aplazar el tener que observarla.

En la superficie, el abogado pregunta a quién debe amar.  Sin embargo, a un nivel más profundo, le está pidiendo a Jesús que defina los límites.  De esta manera sabrá quién no se le requiere amar.  Si determina quién es su prójimo, también sabrá quién no es su prójimo.

Mientras que en el Antiguo Testamento hay un fuerte énfasis en la separación de Israel de las gentes a su alrededor (véase Deuteronomio 7), el mismo capítulo que requiere amar al prójimo también dice, “Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que peregrinare entre vosotros; y ámalo como a ti mismo; porque peregrinos fuisteis en la tierra de Egipto: Yo Yahaveh vuestro Dios” (Lev. 19:34).  Esto amplía bastante la definición del prójimo, un hecho que el abogado sabe bien.  Sin embargo, lo que no se puede imaginar es lo lejos que Jesús llevará esta definición.


VERSÍCULOS 30-37: LA HISTORIA DE UN PRÓJIMO

Jesús podría decir, “Todos son tus prójimos.”  En vez, cuenta una historia que nos alienta a fijarnos más en el prójimo que se encuentra al otro lado de la verja, que en la verja misma.  Cuando fijamos los ojos en la verja, no vemos claramente a nuestro prójimo.  Sin embargo, cuando miramos a nuestro prójimo, apenas podemos ver la verja.

La historia de Jesús puede tener sus raíces en 2 Crónicas 28:5-15.  En esa historia, samaritanos rescataron judíos que habían sido derrotados en batalla, les alimentaron, les vistieron, les ungieron, y les llevaron a sus hogares en Jericó – mucho como el samaritano hará por el viajero en la parábola de Jesús.


VERSÍCULO 30: LADRONES LE DEJARON MEDIO MUERTO

30Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; é hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.

Jesús nos dice poco del viajero que se convierte en la víctima de ladrones.  No sabemos si es judío, samaritano, o extranjero.  No conocemos el propósito de su visita a Jerusalén ni la esencia de su trabajo en Jericó.

Jerusalén está situada en terreno montañoso, y el camino a Jericó es curvo y rocoso, bajando más de 3,000 pies de altura en solo 17 millas.  Tal terreno provee ladrones con la oportunidad de emboscar al viajero y de tener rutas fáciles de escape.  Siempre que sea posible, gente viaja en grupos por estos caminos.  Al viajar solo, este hombre tomó un riesgo y pagó un alto precio por su decisión.  El samaritano, sin embargo, no se pregunta si el viajero mismo se causó el problema, sino que se detiene para ayudarle.  Solemos agrupar gente necesitada en dos categorías, los que merecen, y los que no merecen.  Esto nos da la flexibilidad de poder excusarnos a nosotros mismos al momento de tener que ayudar a los que no lo merecen.  El ser cristiano, sin embargo, se trata de ayudar a los que no lo merecen (Romanos 5:8).

“Le despojaron” (v. 30).  Sería posible para los transeúntes determinar algo de la identidad del hombre caído según su ropa o su manera de hablar, pero los ladrones le han despojado de su ropa y le han dejado inconsciente.  Por lo tanto, le han dejado irreconocible.  Transeúntes quizá se detuvieran más rápidamente si pudieran identificar al hombre como miembro de su grupo, pero no pueden hacer eso (Bailey, Through Peasant Eyes, 42-43).


VERSÍCULOS 31-32: PASARON DE UN LADO

31Y aconteció, que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, se pasó de un lado. 32Y
asimismo un Levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó de un lado.


Esperamos compasión de los clérigos y damos por hecho que el sacerdote y el levita ayudarán, pero pasan al hombre de un lado.  Jesús no dice porque no se detienen:

- Quizá estén en camino a cumplir con servicios religiosos – excepto que Jesús dice que el sacerdote “descendió por aquel camino” (v. 31) – “descendió” en dirección a Jericó en vez de subir hacia Jerusalén.  Sacerdotes cumplen su trabajo en el templo un período de tiempo y después regresan a su hogar.  Este sacerdote estaría camino a casa, y no presidiría en el templo por algún tiempo.

- Quizá estén disgustados por lo que ven y prefieren no ensuciarse las manos y la ropa.  Esta razón es tan trivial que nos inclinamos a no considerarla, pero muchas personas han pasado de largo por esta misma razón.

- Quizá teman que la víctima esté muerta.  Cualquier judío que toca un cuerpo muerto es considerado inmundo por siete días (Num. 19:11), y debe pasar por una ceremonia de purificación al tercer y séptimo día para no ser rechazado por la asamblea (Num. 19:13, 20).  Un sacerdote o levita inmundo queda prohibido de cumplir sus responsabilidades en el templo hasta ser purificado – la ley especifica ciertas responsabilidades sacerdotales que pueden dejar al sacerdote y a su asistente inmundos por una temporada – así, sacerdotes y levitas inmundos no son algo fuera de lo común (véase Num. 19:1-10ª, esp. v. 7).  Sin embargo, la ley que prohíbe que un sacerdote toque un cuerpo muerto se expresa en términos exactos; “Ni entrará donde haya alguna persona muerta, ni por su padre, ó por su madre se contaminará” (Lev. 21:11).  El levita, sin embargo, tiene más flexibilidad aquí.  Aunque él también, quedará inmundo si toca un cuerpo muerto, las consecuencias son menos severas para él que para el sacerdote.

- Quizá tengan miedo, pensando que el hombre ha sido puesto ahí para hacerles caer en una emboscada.  Las heridas del hombre caído verifican la presencia de ladrones.  Por eso, una emboscada es muy posible.  El sacerdote, levita, y samaritano tienen razón al preocuparse por su seguridad.

- Quizá estén sobrellevados por la logística de transportar a un hombre herido a través de las montañas y encontrarle ayuda en el próximo pueblo.  Mucha gente se encontraba en este tipo de viaje, lo que haría imposible que ellos transportaran al hombre.  Sin embargo el sacerdote, como miembro de la clase alta, seguramente va montado y, por lo tanto, tiene como transportarle (Bailey, 43).  Jesús nos dice que el samaritano pone al hombre sobre su propio animal, lo que significa que él también tiene como transportarle.  No sabemos si el levita va montado o no.

- Quizá el levita ve al sacerdote pasar, y queda influenciado por su ejemplo.

Cualquiera que sean sus razones, la historia de Jesús demuestra que “ser bueno en sentido legal no es lo mismo que amar a Dios o amar al prójimo, cosas que el abogado mismo acaba de decir son necesarias para la salvación” (Steven Hoyer y Patrice McDaniel, Journal of Psychology and Theology, citado en Sweet, 8).

Haríamos bien, sin embargo, en no demonizar al sacerdote o al levita.  Jesús no escogió al sacerdote ni al levita porque eran los peores, sino porque eran los mejores.  Si fuera gente terrible la historia perdería su fuerza.  También, haríamos bien en recordar las numerosas y buenas razones por las que pasamos de un lado.  Nosotros también tenemos responsabilidades urgentes que no nos permiten demorarnos.  Nosotros tampoco queremos ensuciarnos.  Nosotros también tenemos miedo de pasar por una carretera desierta y ayudar a un desconocido.  Nosotros también nos encontramos sobrellevados por la logística de ayudar a los necesitados.  Estas preocupaciones son muy reales, y debemos reconocerlas como tal.


VERSÍCULOS 33-35: UN SAMARITANO FUE MOVIDO A MISERICORDIA

33Mas un Samaritano que transitaba, viniendo cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; (griego: esplanchnisthe – movido por compasión hasta la profundidad de sus entrañas).  34Y llegándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, llevóle al mesón, y cuidó de él.  35Y otro día al partir, sacó dos denarios, y diólos al huésped, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré.


“Mas un Samaritano” (v. 33).  Recientemente, una aldea samaritana rehusó recibir a Jesús “porque era su traza de ir a Jerusalén” (9:53).  Ahora Jesús tiene la oportunidad de vengarse – de hacer al samaritano el culpable de una historia que será contada una y otra vez a lo largo del tiempo.  Pero como veremos, hará lo contrario.

La estilística narrativa de la época hace que el tercer personaje en una serie de tres rompa la norma establecida por el primer y segundo personaje.  Esta historia se conforma a esa norma, pero la progresión natural sería sacerdote, levita, israelita.  Jesús hace una historia completamente diferente al escoger al samaritano como la persona que rompe la norma (Culpepper, 229).

Judíos consideran a samaritanos como gente de media raza – casados con paganos – contaminados – gente que no merece servir a Dios.  Judíos evitan contacto con samaritanos siempre que sea posible y les consideran aún peor que paganos.  Al fin y al cabo, los samaritanos estaban incluidos en la promesa, pero no se valoraron lo suficiente para mantenerse puros.  Además, samaritanos se oponían a la reconstrucción del templo (Ezra 4:2-5 y Neh. 2:19), y establecieron un templo rival en el Monte de Gerizim.  “Inmundos por ceremonia, socialmente expulsados, y heréticos en cuestiones religiosas, el samaritano es lo contrario del abogado tanto como el sacerdote y el levita.  La historia habría sorprendido a sus primeros oyentes, destrozando las categorías de quiénes son y no son del pueblo de Dios” (Craddock, 150-151).

Igual que sabemos poco acerca de la víctima, sabemos poco acerca del samaritano.  Solo sabemos que está dispuesto a ayudar aunque se encuentre en territorio judío entre gente que no se inclinaría a ayudarle a él en circunstancias parecidas.

“Y viéndole” (v. 33).  Ésta es la primera de las acciones de redención del samaritano – ve al hombre herido.  No separa la vista.  No ve al hombre herido como un pedazo de carne asquerosa y sin esperanzas.  Ve al hombre y, como veremos, siente su dolor.

“Fue movido a misericordia” (griego: esplanchnisthe – movido por compasión hasta la profundidad de sus entrañas) (v. 33).  Cuando nosotros decimos ‘corazón,’ judíos a menudo decían ‘entrañas.’  En particular, hablaban de las entrañas del amor y la compasión.  Como con nosotros, estos son sentimientos que vienen de muy adentro.  No son pensamientos fríos; nacen en lo más profundo de nuestro ser, y cuando son arrancados, expulsados o expresados, nos alegramos o agonizamos” (Burghardt, 106-107).

“Echándoles aceite y vino” (v. 34).  Aceite y vino no solo se utilizan para curar heridas, sino que también se usan en la alabanza judía.  El sacerdote y el levita, que manejan aceite y vino en el templo, fallan al no aplicárselos al hombre que encuentran por el camino para aliviar su sufrimiento.  “Es el samaritano odiado el que vierte el aceite y el vino sobre el altar de las heridas de este hombre… Es el samaritano el que vierte la verdadera ofrenda aceptable a Dios” (Bailey, Through Peasant Eyes, 50).

El samaritano trata las heridas del hombre, de alguna manera le pone sobre su animal, y le transporta al hostal más cercano.  Al dueño del hostal le da dos denarios, que constituyen dos días de paga para un obrero (Mateo 20:2), y promete reembolsarle por cualquier gasto adicional.  Su generosidad hacia la víctima nos da tranquilidad en su promesa de pagar cualquier gasto adicional.

Las acciones del samaritano reversan las de los ladrones.  Robaron al hombre, le dejaron por muerto, y le abandonaron.  El samaritano paga por el hombre, le deja en buenas manos, y promete regresar (Bailey, Through Peasant Eyes, 53).


VERSÍCULOS 36-37: ¿QUIÉN PUES FUE EL PRÓJIMO?

36¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo de aquél que cayó en manos de los ladrones? 37Y él dijo: El que usó con él de misericordia. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.


De nuevo Jesús le devuelve la pregunta al abogado.  El abogado ni siquiera se atrevía a decir “el samaritano,” sino que solo contestó, “El que usó con él de misericordia.”  Su respuesta revela que él todavía no está listo para aceptar al samaritano como su prójimo.

En este intercambio, Jesús nos ayuda a definir la palabra prójimo, no en cuestión de límites, sino en cuestión de relaciones y necesidades humanas.  Los límites de amistad entre prójimos vienen, no de fuera, sino de dentro.  Podemos ser prójimo para cualquiera que nos acepte como tal.  La persona necesitada es el mejor candidato para ser nuestro prójimo, porque es más probable ser aceptados por una persona que necesita nuestra ayuda.  El samaritano está dispuesto a ser el prójimo del hombre herido, y el hombre herido está dispuesto a aceptar su ayuda.  Puede ser que ése no hubiera sido el caso si no hubiera estado herido.

Hay ironía aquí.  La preocupación con pureza religiosa previene al sacerdote y al levita de actuar como prójimos hacia el hombre caído pero el samaritano, considerado inmundo por judíos, cumple con la ley (Lev. 19:18).  “La ironía es intensificada por el mandato de Jesús que dice que el experto de la ley debe seguir el ejemplo del samaritano” (Evans, 176-177).

“Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo” (v. 37b).  Después de la primera respuesta del abogado, Jesús dijo, “haz esto, y vivirás” (v. 28).  Después de la segunda respuesta del abogado, Jesús dice, “Ve, y haz tú lo mismo” (v. 36).  En el primer caso, Jesús incluyó la promesa que el abogado encontraría la vida.  En el segundo caso, no hace ninguna promesa.  El samaritano no calculó su recompensa.  “Uno que demuestra misericordia para ganarse recompensa, por lo tanto, no estaría haciendo ‘lo mismo.’” (Culpepper, 230).

Jesús ya está haciendo lo mismo.  Es despreciado (Isaías 53:3) igual que el samaritano es despreciado.  Jesús, sin embargo, sana los enfermos y se sacrifica a si mismo para salvar a los pecadores.  Él es la encarnación de la persona que nos llama ser.

¿Con quién nos identificamos en esta parábola?  Algunos se sienten como el hombre herido en la parábola, y estarían felices de tener a un Buen Samaritano que les trajera alivio.  Otros se identifican con el samaritano.  Yo, personalmente, me identifico con el sacerdote y el levita.  Trato de hacer lo correcto, pero necesidad humana es tan abrumadora que estoy tentado a pasar de largo por el otro lado.

MARTES 09

- EN HONOR AL GLORIOSÍSIMO SAN LUIS BELTRÁN

LUCAS 10, 38-42
VERSÍCULOS 25-42: UN HOMBRE Y UNA MUJER

Existen varios asuntos paralelos entre esta historia y la historia del Samaritano que la precede (10:25-37).

–– El Samaritano muestra su amor por su prójimo tomando un papel activo y ayudando, y de esta manera honrando la relación horizontal de amor de una persona por otra. María muestra su amor por el Señor al escucharlo, y de esta manera honra la relación vertical de amor de una persona hacia Dios.

–– En la historia del Samaritano, Jesús introduce “un hombre” (griego = anthropos tis,v. 30). En esta historia, introduce a “una mujer” (griego = tina gune, v. 38).

–– El Samaritano ve. María escucha.

–– “Además, tanto el Samaritano como María, una mujer, representan a las personas marginadas, esas personas de las que no se piensa que pueden ser héroes. De forma compuesta, ellos son discípulos modelo: ‘los que oyen la palabra de Dios y la obedecen’ (8:21)” (Culpepper, 231).

Estas historias se equilibran una a la otra. La primera parte de la historia del Samaritano realza el amor de Dios, el prójimo y de sí mismo, y Jesús concluye diciendo “Ve y haz tú lo mismo” (v. 37), llamando así a un discipulado de “hacer”, activo. La historia de María-Marta es el reverso. Jesús critica a Marta por su preocupación y distracción y afirma a María por escuchar, y llamando así a un discipulado de “ser”. Tal vez la clave para entender esta dicotomía es enfatizar, no el papel activo o pasivo de quien ama, sino lo apropiado de la respuesta a la situación. El hombre herido necesitaba que el Samaritano lo amara activamente, necesitaba que vendaran sus heridas y arreglaran que alguien lo cuidara. La situación es bastante diferente cuando Jesús visita a Marta y María. Aunque tiene necesidades humanas de comida y hospitalidad, la suya era una visita divina, y era más apropiado concentrarse en la comida espiritual que él ofrecía que en la comida que Marta estaba preparando.


VERSÍCULOS 38-42: MARTA Y MARÍA

–– Jesús visita a las mujeres en su casa, y Marta lo recibe “en su casa” (v. 38). Aunque Lázaro es el hermano de Marta y María (Jn. 11:1-2), esta historia no lo menciona a él ni a los discípulos varones que lo acompañan. No existe una referencia a un hombre como jefe de esta casa. Claramente Marta está a cargo.

–– María se sienta a los pies de Jesús para recibir su enseñanza, que es la postura de un discípulo, el lugar de un hombre. El evangelio de Lucas frecuentemente habla de mujeres en lugares de honor. 

En años recientes algunos estudiosos han caracterizado esta historia como un atento de la iglesia primitiva para definir el papel de las mujeres en el ministerio (Reid, 373-375). Sin embargo, esta historia “no es sobre las mujeres; es un pasaje sobre el discipulado” (Bock, 200). “El contraste no es entre el ‘servir’ (es decir, el papel de liderazgo activo de las mujeres en la comunidad) y ‘escuchar’ (es decir, el papel pasivo de las mujeres en la comunidad), sino entre ‘escuchar la palabra’ (es decir, el discipulado) y la conducta ‘ansiosa’ (es decir, la antítesis del discipulado)” (Green, 436).


VERSÍCULO 38: MARTA LO RECIBE EN SU CASA

38Y aconteció que yendo, entró él en una aldea: y una mujer llamada Marta, le recibió en su casa.


Lucas no nos dice cuál es la aldea, pero Juan nos dice que María y Marta viven en Betania (Jn. 11:1-2; 12:1-3). Es allí que Jesús levanta a Lázaro de la muerte (Jn. 11:17-44). Es en esta misma casa que María unge los pies de Jesús con perfume y los seca con sus cabellos (Jn. 12:1-3). Jesús va en camino a Jerusalén donde va a morir. Betania está cerca de Jerusalén, y sentimos la sombra de Jerusalén colgando sobre esta historia.

Lucas no nos dice cuánta gente había venido con Jesús, solamente que “yendo” entró en “una aldea”. Los setenta ya habían regresado de su jornada (10:17). ¿Ellos también están viajando con Jesús, o solamente son los doce? No sabemos.

Marta recibe a Jesús en su casa. También es la casa de Lázaro y María, pero Marta hace la invitación y la invitación es a su casa. En las diversas narraciones sobre María y Marta, generalmente Marta toma el liderazgo. La excepción más dramática es cuando María interrumpe la cena de Marta al ungir los pies de Jesús con perfume. Este incidente parece algo distinto del carácter callado, apartado de María, ¡pero algunas veces los callados nos sorprenden! No se menciona a los discípulos. Esto se puede deber a que las casas son pequeñas, y Marta solamente puede recibir un grupo pequeño dentro de su casa. Lo más seguro es que representa la forma en que Lucas arroja luz sobre Marta, María y Jesús. Poner a todos los demás en escena solamente nos distraería.


VERSÍCULO 39: MARÍA SE SENTÓ A LOS PIES DE JESÚS Y ESCUCHÓ

39Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.


María asume el liderazgo aquí. Mientras que Marta se afana con muchas tareas (un papel tradicional femenino), María se sienta a los pies del Señor y recibe su enseñanza (un papel tradicional masculino).

María escucha lo que Jesús dice. “Las palabras que Jesús pronuncia, en todo otro lugar se dice que es la ‘palabra de Dios’ (5:1; 8:11, 21; 11:28), y aquí ‘su palabra’ se debe ver bajo esta luz. Nada menos que la visita de Dios se está llevando a cabo aquí (7:16; 19:41-44)” (Nolland).


VERSÍCULO 40: MARTA SE DISTRAÍA CON MUCHAS COSAS

40Empero Marta se distraía en muchos servicios (griego = diakonian, la palabra de donde derivamos la palabra “diácono”); y sobreviniendo, dice: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile pues, que me ayude.


Marta hace lo que la gente espera de ella. Cumple su deber. Prepara la comida. Ofrece hospitalidad. María, por el contrario, no hace ninguna de esas cosas. Desde la perspectiva de Marta, María está descuidando sus verdaderas responsabilidades, y Marta está pagando el precio. Toda persona “responsable” algunas veces siente la carga de llevar más de lo que le corresponde, y eso es lo que Marta está experimentando. Es demasiado esperar que la persona “responsable” nunca sienta resentimiento.

El resentimiento de Marta va más allá de meramente tener mucho trabajo qué hacer. Ella ve a María sentada a los pies de Jesús, y le gustaría hacer lo mismo. Si María le ayudara, tal vez Marta podría hallar el tiempo para hablar con él. Además, la presuntuosa posición de María avergüenza a Marta y deshonra a su casa. ¡Nada más imagínense! ¡Una mujer sentada a los pies de Jesús como un hombre!

María está sentada “a los pies de Jesús” (v. 39). Marta se dirige a Jesús como “Señor” (v. 40), pero con el mismo aliento lo reprende y le da una orden. “¿No tienes cuidado?” y “dile pues, que me ayude,” muy difícilmente es el tono respetuoso que uno usa para dirigirse al Señor. Marta está concentrada en su propia agenda, y le pide a Jesús que se una él mismo y a María a esa agenda.  “Aquí hay un contraste deliberado entre Marta que le dice a Jesús lo que debe decir, y María que escucha lo que Jesús quiere decir” (Nolland).

Aunque Lucas caracteriza el servicio de manera positiva en la parábola del buen samaritano (vv. 25-37), en el libro de los Hechos de los Apóstoles él nos mostrará que el servicio también puede ser un elemento de distracción. Cuando la iglesia descuida a las viudas en la distribución de la comida, el apóstol dice “No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, y sirvamos a las mesas” (Hechos 6:2). Por lo tanto llaman a la iglesia a designar siete hombres de buen testimonio para que se encarguen de la distribución de la comida, de tal manera que los doce se puedan concentrar en la tarea de proclamación.


VERSÍCULOS 41-42: MARÍA ESCOGIÓ LA BUENA PARTE

41Pero respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás turbada: 42Empero una cosa es necesaria; y María escogió la buena parte (griego = agathen merida, buena parte), la cual no le será quitada.


“Marta, Marta”. Jesús repite el nombre de Marta como una manera gentil de reprenderla. Jesús nota su distracción en lugar de su hospitalidad. De seguro que aceptaba bien la comida, pero acepta todavía mucho mejor el discipulado. Está rumbo a Jerusalén y la cruz, y esta es su última visita (en este evangelio) a la casa de estos queridos amigos. Marta y María necesitan a Jesús, y el afán de Marta lo distancia de él. Jesús necesita a Marta y María también. Él sabe lo que le espera en Jerusalén, y necesita buenos amigos ahora más que buena comida.

Marta tal vez se permitió distraerse, en parte, como un escape de las incómodas enseñanzas de Jesús. Jesús ha comenzado a decirles a sus discípulos que tiene que ir a Jerusalén y que morirá ahí. Si Marta escuchó a Jesús decir estas cosas, tal vez se haya ido a la cocina como una manera de escape.

“María escogió la buena parte (griego = agathen merida, buena parte)” (v. 42). La mejor parte que María ha escogido es sentarse a los pies de Jesús y escuchar, es ser su discípula. Ya habrá tiempo suficiente para la acción. Primero, el discípulo debe aprender del maestro, de otra manera el afán del discípulo puede crear más problemas de los que puede resolver. Esto tiene implicaciones para nosotros hoy. También nosotros estamos ocupados con muchas cosas. Nosotros también estamos preocupados y distraídos. Nosotros también necesitamos escoger la mejor parte: sentarnos a los pies del maestro, orar, buscar la dirección del Señor. Solamente así estaremos seguros de que nuestra actividad hará avanzar las actividades del Señor. Solamente así podemos esperar que el Señor bendiga nuestro trabajo.

“Muchas cosas... una cosa” (vv. 41-42). Jesús contrasta la distracción de Marta (“muchas cosas”) con la concentración de María (“una cosa”). La única cosa en la que María está concentrada no es el pan, sino en “todo lo que sale de la boca de Yahaveh” (ver Dt. 8:3).

Como alguien que está acostumbrado a hacer cosas, me siento mal por Marta. Ella está cumpliendo con su deber tal como lo ve. Trabaja duro. Tiene buenas razones para resentir la actitud de María, que (como lo ve Marta) la ha abandonado en un momento crítico. Las palabras de Jesús deben sentirse como una bofetada en el rostro. Si yo fuera Marta, le hubiera tomado la palabra a Jesús, apagaría la estufa y me sentaría a escuchar. En cierto momento la gente comenzaría a pensar en la comida. Veamos qué tanto le toma a Jesús entender el error de su posición. ¡El hambre es un buen maestro!

La ironía, por supuesto, es que Jesús hacía poco había alimentado a cinco mil personas con solamente cinco panes y dos pescados (9:12-17). Si podía hacer eso, Marta puede confiar en que Jesús tiene los medios para proveer comida a sus invitados, así que no pasarían hambre. Además, como Jesús le dijo al tentador, “Escrito está: Que no con pan solo vivirá el hombre” (4:4).       

Pero seamos sensibles a quienes en la parroquia expresan su amor por la familia, amigos, y por Jesús trabajando en la cocina. ¿Acaso esta historia invalida su duro trabajo? ¡No! Jesús ha usado los servicios de buenos cocineros o cocineras para salvar almas. La historia de María y Marta no nos enseña que sea mejor sentarse que hacer algo. Nos enseña a discernir, a plantear prioridades cuidadosamente, a buscar la mejor parte, la buena porción, cualquier cosa que eso sea en las diferentes situaciones en que a veces nos encontramos.

Y, una vez más, recordemos la relación de esta historia a la parábola del buen samaritano. “Hay un tiempo para ir y hacer; hay un tiempo para escuchar y reflexionar. Sabiendo cuáles son los asuntos que requieren discernimiento espiritual. Si le preguntáramos a Jesús cuál ejemplo nos queda a nosotros – el del Samaritano o el de María – probablemente su respuesta sería Sí” (Craddock, 152).

MIÉRCOLES 10

LUCAS 11, 1-4

VERSÍCULO 1: SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR

1Y aconteció que estando él orando en un lugar, como acabó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.

Este pasaje empieza con Jesús rezando.  Frecuentemente, Lucas se refiere a las oraciones de Jesús (véase 3:21; 6:12; 9:18, 28; 10:21-22; 22:32, 41-42; 23:34, 46).  En un capítulo anterior, Lucas reveló el contenido de una de estas oraciones (10:21-22).  Aquí, solo nos dice que Jesús estaba rezando.

Juan enseñó a sus discípulos a orar, y los discípulos de Jesús quieren que Jesús haga lo mismo por ellos.  Seguramente están pensando aprender una serie de rezos para recitar pero, quizá, también esperen aprender los principios de la oración.  Jesús les da una oración en particular, que también sirve de modelo para oración extemporánea – también, les enseña acerca del que rezan, presentando a Dios como un Padre cariñoso en quien pueden confiar.  Lucas utiliza este rezo para presentar una sección sobre oración, que incluye una parábola (vv. 5-8) y una promesa (9-13).

El rezo tiene cinco peticiones.  Las primeras dos (v. 2) tienen que ver con Dios.  Las últimas tres (v. 3-4) tienen que ver con cumplir nuestras necesidades.  Cada una de las últimas tres se expresa en plural (“danos – perdónanos – no nos traigas”).  Esto enfatiza la comunidad de fe a la que pertenecemos en vez de nuestras necesidades independientes.  Para los que conocemos los Hechos acrósticos (Adoración, Confesión, Agradecimiento, Suplicación), es interesante que en esta oración Jesús no incluya adoración, confesión, ni agradecimiento – solo suplicación.

La versión de Mateo de esta oración (Mateo 6:9-13) tiene siete peticiones, incluyendo “Hágase tu voluntad” y “Mas líbranos del mal.”


VERSÍCULOS 2-4: CUANDO ORAREIS, DECID: PADRE

2Y les dijo: Cuando orareis, decid: Padre (griego: paternuestro que estás en los cielos; sea tu nombre santificado (griego: hagiastheto – sagrado). Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.  3El pan nuestro de cada día, danos lo hoy.  4Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del malo (griego: peirasmon – prueba, juicio).


“Padre” (griego: pater) (v. 2).  En el lenguaje de Jesús, la palabra para padre es abba, pero Lucas usa la palabra griega, pater.  Ambas palabras se alejan de la norma judía en cuanto al trato del nombre de Dios.  El nombre hebreo para Dios es YHWH o Yahweh.  El pueblo judío está tan preocupado con la posibilidad de profanar el nombre de Dios que, en vez, utilizan la palabra adoni, que significa “mi Señor” (Lockyer, 427).

Sin embargo, la idea de Dios como Padre tiene raíces en el Antiguo Testamento.  Dios le instruyó a Nathán que le dijera a David, “Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo” (2 Samuel 7:14).  En un rezo, Isaías dijo, “Tú empero eres nuestro padre” (Isaías 63:16).  A través de Jeremías, Dios le dijo a Israel, “Y dije: Padre mío me llamarás, y no te apartarás de en pos de mí” (Jeremías 3:19) y “soy a Israel por padre” (Jeremías 31:9).  Malaquías dijo, “¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha criado un mismo Dios?” (Malaquías 2:10).

Con la excepción de la promesa de Dios a David en 2 Samuel, estos versículos del Antiguo Testamento se refieren a Dios como Padre del pueblo israelita.  Jesús continúa con este énfasis en esta oración, enseñándonos a decir, “Danos – perdónanos – y líbranos del mal.”

A pesar de las referencias al Antiguo Testamento, a los discípulos les debe sorprender oír a Jesús decir que comiencen sus oraciones con la palabra “Padre.”  Esto sugiere una familiaridad con la que la mayoría de judíos se encuentra incómoda.

“Sea tu nombre santificado (griego: hagiastheto – sagrado)” (v. 2).  Uno de los diez mandamientos prohíbe usar el nombre de Dios en vano (Éxodo 20:7).  La ley del Tora prohíbe jurar falsamente con el nombre de Dios (Lev. 19:12) o profanar el nombre sagrado de Dios (Lev. 21:6; 22:2; 22:32).  Los Salmos mencionan el nombre sagrado de Dios (30:4; 33:21; 97:12; 103:1; etcétera) – el gran y maravilloso nombre de Dios (99:3) – exaltando el nombre de Dios (138:2) – y bendiciendo el nombre sagrado de Dios (145:1, 21).

El nombre de una persona es más que una simple identificación.  La relación entre el ser y el nombre es tan íntima que ambos son inseparables.  Una persona inteligente valora su nombre e intenta hacer lo posible para mantenerlo.  Jesús nos enseña a rezar para que el nombre de Dios permanezca sagrado – y para que sea honorado y mantenido puro.  Cuando rezamos esta oración, es importante recordar que, como hijos del Padre, nuestras vidas contribuyen o distraen de la consagración del nombre del Padre.  Nuestro comportamiento y reputación honran el nombre del Padre o lo deshonran.

“Venga tu reino” (v. 2).  Esta petición está unida a “sea tu nombre santificado.”  El reino de Dios es el lugar donde el nombre de Dios permanece sagrado y donde es venerado.  Cuando dejamos que Dios sea rey en nuestras vidas, veneramos su nombre y permanece sagrado.

“El pan nuestro de cada día, danos lo hoy” (v. 3).  Jesús les enseña a los discípulos acerca de la oración y les recuerda de la relación apropiada con Dios.  La petición para el pan de cada día recuerda al maná, que Dios daba a diario y que no se podía guardar excepto el sábado (Éxodo 16).  El maná les recordaba a los israelitas de su dependencia diaria en Dios para proveerles con las necesidades básicas de la vida.  El pan cumple la misma función en una sociedad primitiva y agrícola, donde el hambre nunca está muy apartada.  Ahora, Jesús repite esto en su petición por el pan de cada día.

En nuestra sociedad más afluente, la oración del pan diario casi parece trivial.  Nuestras necesidades básicas incluyen mucho más – electricidad, automóviles, educación, trabajos, cuidado médico, y más.  Algunos de nosotros sabemos lo que significa no tener electricidad o cuidado médico, pero pocos de nosotros hemos experimentado el hambre verdadera.  Pan diario, en esta oración, representa lo esencial en la vida.  Dios es la fuente de la vida y de todo lo que la sustenta.

“Y perdónanos nuestros pecados” (4ª).  En Mateo, Jesús les enseña a los discípulos a orar, “Y perdónanos nuestras deudas” (griego: opheilemata) (Mateo 6:12).  En Lucas, Jesús les enseña a los discípulos a rezar, “Y perdónanos nuestros pecados” (griego:hamartias).  “El pecado es un acto de rebelión contra la autoridad que Dios tiene sobre nosotros.  Es decirle ‘no’ a Dios.  El mal de una persona contra otra no se encuentra en la misma categoría, sino en la categoría de deudas” (Horn, 72).  Jesús habla de “pecados” para explicar las maneras en que ofendemos a Dios, pero usa “deudas” para explicar las ofensas que experimentamos en relación a los demás (v. 4b).

“Porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben (griego: opheilonti)” (v. 4b).  El pueblo judío conoce el tema de perdonar deudas.  Mientras que la ley prescribe “ojo por ojo” (Éxodo 21:23-24; Lev. 24:19-20), también requiere el perdón de las deudas en años sabatinos y de júbilo (Lev. 25:23-28; Deuteronomio 15:1-5).

Un hijo fiel refleja la imagen y los valores del padre.  De la misma manera, Jesús espera que nosotros reflejemos el perdón de Dios.  ¿Cómo puede el mundo aprender del perdón de Dios si no lo manifestamos en nuestras vidas?  Jesús muestra que perdonar va acompañado de ser perdonado – si esperamos que Dios nos perdone a nosotros, nosotros debemos perdonarnos unos a otros.  “El que no puede perdonar no será perdonado; merced fluye por el mismo trayecto, sea dada o recibida” (Culpepper, 235).

“Mas líbranos del malo” (v. 4c).  Jesús experimentó la tentación en el desierto (4:1-13).  En otro momento de juicio, Jesús rezará, “Padre, si quieres, pasa este vaso de mí; empero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (22:42) – pero el vaso no pasará.  Frecuentemente, cristianos pasan por tribulaciones.  Al escribir este Evangelio, la iglesia de Lucas se encuentra bajo persecución.  Hoy, cristianos son perseguidos y martirizados por su fe en muchas partes del mundo.  Haríamos bien en rezar para que Dios dejara pasar nuestro vaso.
Necesitamos la protección que Dios nos da sobre el mal que puede destruirnos.  Esto no es melodramático, sino real.  Lea cualquier periódico, y verá la realidad prevaleciente del mal: drogas que esclavizan la juventud; apetitos sexuales que llevan a violencia contra mujeres y niños; avaricia que deja víctimas por donde pasa.  Es muy apropiado que recemos por la salvación del mal de nuestros seres queridos, nuestra comunidad, nuestra nación, nuestro mundo, y nosotros mismos.

Esta petición también “se puede comprender como el juicio del final del tiempo.  Ya que nadie puede escapar este juicio, la petición generalmente se parece a una oración para pedir fuerzas para sobrellevar el juicio, o para recibir un veredicto favorable en la corte divina” (Ringe, 163).

JUEVES 11

LUCAS 11, 5-13

VERSÍCULOS 5-8: ¿QUIÉN DE VOSOTROS TENDRÁ UN AMIGO?

5Díjoles también: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, é irá a él a media noche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes, 6Porque un amigo mío ha venido a mí de camino, y no tengo que ponerle delante; 7Y el de dentro respondiendo, dijere: No me seas molesto; la puerta está ya cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y darte? 8Os digo, que aunque no se levante a darle por ser su amigo, cierto por su (griego: autouimportunidad (griego: anaideianse levantará, y le dará todo lo que habrá menester.


Ya que es mejor viajar de noche para evitar el calor del día, viajeros pueden llegar tarde a su destino.  Al no tener electricidad, aldeanos se acuestan temprano y la mayoría de las familias comparten un solo cuarto.  Por lo tanto, una llegada tan tarde despertaría a la familia durmiendo.

La gente del Medio Oriente toma la hospitalidad muy en serio.  El amigo del viajero tiene la obligación de mostrarla – proveer una comida apropiada para el viajero.  Fallar con esta responsabilidad traería vergüenza a la familia.  También traería vergüenza para la aldea en general, porque la obligación de proveer hospitalidad cae sobre todos sus miembros.

Obtener pan para un viajero hambriento sería difícil por la noche.  Pan se hace a diario y solo en la cantidad necesaria para ese día, y no hay una tienda donde uno puede comprar pan en medio de la noche.  Si el dueño de la casa no tiene pan, un vecino sería el único recurso.  El dueño de la casa tiene todo derecho de pedirle ayuda al vecino, ya que la comunidad comparte la responsabilidad de proporcionar hospitalidad.  Si el dueño está obligado, también lo está el vecino.  Es incomprensible que él rehúse ayudar.

“No me seas molesto” (v. 7).  Cualquier padre puede comprender la aversión del vecino.  ¿Quién sabe cuánto tiempo llevará calmar a los niños para que se duerman de nuevo después de ser despertados?  Sin embargo, las expectativas sociales son tan fuertes que la preocupación de este hombre sobre sus hijos parece trivial en comparación (Nolland).

“Por su importunidad (griego: ten anaideian autou – la persistencia de él).  La interpretación de este pasaje depende de estas palabras – ten anaideian autou.  Hay dos cuestiones aquí: Primero, ¿qué significa anaideian? Segundo, ¿a quién se refiereautou – al dueño o al vecino?

- Ken Bailey dice que anaideian tenía dos significados entre cristianos – la falta de vergüenza y la insistencia.  Sin embargo, en la versión griega LXX del Antiguo Testamento tanto como en literatura griega secular, solo tenía un significado – la falta de vergüenza.  Además, Bailey anota que la parábola no muestra al dueño actuando con insistencia en v. 7-8 – i.e., no menciona que pegue fuertemente a la puerta.  El dueño no demuestra ninguna acción insistente – no suplica ni ruega – no como en la ventana de la parábola del Juez Injusto (18:1-8).  Bailey entonces pasa a un estudio detallado de la palabra anaideian para demostrar que sus raíces tienen que ver con vergüenza o la falta de vergüenza más que con insistencia.

- Bailey intenta demostrar que autou (“su” o “de él”) se refiere al vecino en vez del dueño.  Dice que es el anaideian del vecino que está funcionando aquí.  Es decir, es la preocupación del vecino sobre la posibilidad de ser avergonzado en vez de la insistencia del dueño lo que cambia la dirección del pasaje.  Si el vecino rehúsa ayudar, el dueño pedirá ayuda de otros vecinos, que sabrán de la reacción negativa del primer vecino – así avergonzándole a él y a su hogar.  Para evitar esta vergüenza el vecino finalmente consiente y le da al dueño todo lo que necesite (Bailey, Poet & Peasant, 125-133).

Existe un entendimiento importante (si no universal) entre eruditos que, aquí, anaideian tiene que ver con vergüenza más que con insistencia – o quizá, una combinación de las dos.  Sin embargo, hay menos acuerdo en cuanto a qué es lo que de verdad está en juego – la falta de vergüenza del dueño al pedir ayuda, o la preocupación del vecino de ser avergonzado si no ayuda.

- El hecho de que esta parábola es seguida por el pasaje de “Pedid... buscad... y llamad” (vv. 9-13) favorece la interpretación que la falta de vergüenza del dueño al pedir ayuda es lo que salva el día.  “Pedid... buscad... y llamad” suena como alentar a insistir.

- Sin embargo, también debemos mencionar Ezequiel 36, donde Dios expresó su descontento con los israelitas que contaminaron su tierra con sus caminos y con sus obras (v. 17).  De todos modos, Dios prometió redimir a Israel, diciendo, “No lo hago por vosotros, OH casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las gentes a donde habéis llegado.  Y santificaré mi grande nombre profanado entre las gentes” (vv. 22-23).  Entonces, Dios promete limpiar a los israelitas y traerles a su lugar propio y darles prosperidad.  “Y las gentes que fueron dejadas en vuestros alrededores, sabrán que yo edifiqué las derribadas, y planté las asoladas: yo Yahaveh he hablado, y harélo” (v. 36).  En otras palabras, Dios salva su gente a no ser que profane el nombre de Dios.  Este pasaje, que puede resonar con los lectores de Lucas, favorece la interpretación de que la preocupación del vecino de ser avergonzado es lo que salva el día.

El movimiento en este pasaje va de menor a mayor.  Si el vecino fastidiado provee lo necesario, se puede depender aún más en un Dios cariñoso.


VERSÍTULOS 9-13: PEDID, Y SE OS DARÁ

9Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os será abierto. 10Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se abre. 11¿Y cuál padre de vosotros, si su hijo le pidiere pan, le dará una piedra?, ó, si pescado, ¿en lugar de pescado, le dará una serpiente? 12O, si le pidiere un huevo, ¿le dará un escorpión? 13Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren de él?


“Pedid... buscad... y llamad” (v. 9).  Los verbos están en el presente, lo cual sugiere una acción continua de pedir, buscar, y llamar.

“Porque todo aquel que pide, recibe” (v. 10).  Jesús parece sugerir que Dios aprobará personalmente cada pedido, pero nuestra experiencia sugiere otra cosa.  Además, Jesús rezó una oración que quedó sin contestar (22:42).  Recuerde que Jesús nos ha enseñado a dirigirnos a Dios como Padre.  Un Padre cariñoso escucha al niño, pero no acepta ciegamente cada pedido.  El hacerlo complacería al niño de forma inmediata, pero esto crearía problemas a la larga.  En vez, el Padre cariñoso provee lo necesario, incluyendo límites y disciplina.  La referencia al Espíritu Santo en v. 13 pone un énfasis espiritual sobre pedir y recibir.

“¿Y cuál padre de vosotros?” (v. 11).  De nuevo, el movimiento va de menor a mayor.  Si padres terrenales responden favorablemente a los pedidos de sus hijos, podemos esperar que el Padre celestial responda de una manera aún más favorable.

“Pescado... serpiente... huevo... escorpión” (vv. 11-12).  “Serpientes de agua a veces quedaban atrapadas en las redes de pesca.  Al enrollarse, el escorpión se parecía a un huevo” (Evans, 183).

“¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren de él?” (v. 13).  Mateo 7:11 presenta a Jesús prometiendo cosas buenas a los que las piden.  Lucas presenta a Jesús prometiendo el Espíritu Santo.  “En Lucas, el regalo del Espíritu Santo es central para poder comprender ambos a Jesús (3:21) y a la iglesia (24:49; Hechos 1:4, 5, 8, 2:28)” (Craddock, Interpretation, 154).

Por supuesto, la persona que pide pan puede preferir el pan al Espíritu Santo.  El entendimiento de nuestras necesidades es a menudo superficial.  El Dios que nos creó conoce nuestros límites y provee lo necesario.  Esto incluye ambos el Espíritu Santo y nuestro pan de cada día.

VIERNES 12

LUCAS 11, 15-26
• El evangelio de hoy nos presenta una larga discusión entorno a la expulsión de un demonio mudo que Jesús acababa de realizar ante la gente.

• Lucas 11,14-16: Tres reacciones diferentes ante la misma expulsión. Jesús estaba expulsando demonios. Ante este hecho bien visible, realizado ante todos, hubo tres reacciones, diferentes. La gente quedó admirada, aplaudió. Otros dijeron: "Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los demonios.” El evangelio de Marcos informa que se trataba de los escribas que habían llegado a Jerusalén para controlar la actividad de Jesús (Mc 3,22). Otros pedían una señal del cielo, pues no se convencieron ante la señal tan evidente de la expulsión realizada ante todo el pueblo.

• Lucas 11,17-19: Jesús muestra la incoherencia de los adversarios. Jesús usa dos argumentos para rebatir la acusación de estar expulsando demonios en nombre de Beelzebul. En primer lugar, si el demonio expulsa su propio demonio, se divide a sí mismo y no sobrevive. En segundo lugar, Jesús les devuelve el argumento: “Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos?” Dicho con otras palabras, ellos también estarán haciendo las expulsiones en nombre de Beelzebul.

• Lucas 11,20-23: Jesús es el hombre más fuerte que llegó, señal de la llegada del Reino. Aquí Jesús llega al punto central de su argumentación: “Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos.” En la opinión de la gente de aquel tiempo, Satanás dominaba el mundo mediante demonios (daimônia). El era el hombre fuerte y bien armado que guardaba su casa. La gran novedad era que Jesús conseguía expulsar los demonios. Señal de que él era el hombre más fuerte que llegó. Con la llegada de Jesús el reino de Beelzebul entró en declino: “Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.”. Cuando los magos del Faraón vieron que Moisés hacía cosas que ellos no eran capaces de hacer, fueron más honrados que los escribas de Jesús y dijeron: “¡Aquí está el dedo de Dios!” (Ex 8,14-15).

• Lucas 11,24-26: El final es peor que el principio. En la época de Jesús, en los años 80, ante las persecuciones, muchos cristianos se volvieron atrás y abandonaron las comunidades. Volvieron a la forma de vivir de antes. Lucas, para avisar a ellos y a nosotros, guardó estas palabras de Jesús sobre el final que es peor que el principio.

• La expulsión de los demonios. El primer impacto que la acción de Jesús causa en la gente es la expulsión de los demonios: “¡Hasta a los espíritus impuros da órdenes y ellos le obedecen!” (Mc 11,27). Una de las principales causas de la discusión de Jesús con los escribas era la expulsión de los demonios. Ellos lo calumniaban diciendo: “¡Está poseído por Beelzebul! Expulsa a los demonios por el príncipe de los demonios” El primer poder que los apóstoles recibieron cuando fueron enviados en misión fue el poder de expulsar los demonios: “Les dio poder sobre los espíritu del mal” (Mc 6,7). La primera señal que acompaña el anuncio de la resurrección es la expulsión de los demonios: “Estos son los signos que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas”. (Mc 16,17). La expulsión de los demonios era lo que más llamaba la atención de la gente (Mc 1,27). Alcanzaba el centro de la Buena Nueva del Reino. Por medio de esto, Jesús devolvía las personas a ellas mismas. Devolvía el juicio, la conciencia (Mc 5,15). Sobre todo el evangelio de Marcos, del comienzo al final, con palabras casi iguales, repite sin parar el mismo mensaje. “¡Y Jesús expulsaba los demonios!” (Mc 1,26.34.39; 3,11-12.22.30; 5,1-20; 6,7.13; 7,25-29; 9,25-27.38; 16,17). Parece un refrán que vuelve una y otra vez. Hoy, en vez de usar siempre las mismas palabras, usaríamos palabras distintas para transmitir el mismo mensaje y diríamos: “¡El poder del mal, Satanás, que da miedo a la gente, Jesús lo venció, lo dominó, lo agarró, lo destronó, lo derrotó, lo expulsó, lo eliminó, lo exterminó y lo mató!” Lo que el evangelio nos quiere decir es esto: “A los cristianos está prohibido tener miedo de Satanás!” Por su resurrección y su acción libertadora, Jesús aleja de nosotros el miedo de Satanás, crea libertad en nuestro corazón, nos da firmeza en la acción y pone esperanza en el horizonte! ¡Debemos caminar con Jesús, por su camino, con el sabor de la victoria sobre el poder del mal.

SÁBADO 13

LUCAS 11, 27-28
• El evangelio de hoy es bien breve, pero encierra un significado importante en el conjunto del evangelio de Lucas. Nos da la clave para entender lo que Lucas enseña respecto de María, la Madre de Jesús, en el así llamado Evangelio de la Infancia (Lc 1 y 2).

• Lucas 11,27: La exclamación de la mujer.“Estaba él diciendo estas cosas cuando alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!» La imaginación creativa de algunos apócrifos sugiere que aquella mujer era una cecina de Nuestra Señora, allá en Nazaret. Tenía un hijo, llamado Dimas, que, como tantos otros chicos jóvenes de Galilea de aquella época, entró en la guerrilla contra los romanos, fue llevado a la cárcel y ejecutado junto con Jesús. Era el buen ladrón (Lc 23,39-43). Su madre, al oír que Jesús hablaba tan bien a la gente, recordó a María, su vecina y dijo: “¡María debe ser tan feliz teniendo a un hijo así!”.

• Lucas 11,28: La respuesta de Jesús. Jesús responde, haciendo el mayor elogio de su madre: “Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan”. Lucas habla poco de María: aquí (Lc 11,28) y en el Evangelio de la Infancia (Lc 1 y 2). Para Lucas, María es la hija de Sión, imagen del nuevo pueblo de Dios. Presenta a María como modelo para la vida de las comunidades. En el Concilio Vaticano II, el documento preparado sobre María, fue inserto como capítulo final en el documento Lumen Gentium sobre la Iglesia. María es modelo para la Iglesia. Y sobre todo en la manera de relacionarse con la Palabra de Dios Lucas ve en ella el ejemplo para las comunidades. María nos enseña cómo acoger la Palabra de Dios, cómo encarnarla, vivirla, profundizarla, rumiarla, hacerla nacer y crecer, dejarnos plasmar por ella, aún cuando no la entendemos o cuando nos hace sufrir. Es ésta la visión que subyace detrás del Evangelio de la Infancia (Lc 1 e 2). La llave para entender estos dos capítulos nos es dada en el evangelio de hoy: “Dichosos, más bien, los que oyen la palabra de Dios y la guardan”. Veamos cómo en estos capítulos María se relaciona con la Palabra de Dios.

a) Lucas 1,26-38:

La Anunciación: "¡Hágase en mí según tu palabra!"
Saber abrirse, para que la Palabra de Dios sea acogida y se encarne.

b) Lucas 1,39-45:

La Visitación: "¡Dichosa aquella que creyó! "
Saber reconocer la Palabra de Dios en una visita y en tantos otros hechos de la vida.

c) Lucas 1,46-56:

El Magnificat: “¡El Señor hizo en mí maravillas!”
Reconocer la Palabra en la historia de la gente y producir un canto de resistencia y de esperanza.

d) Lucas 2,1-20:

El nacimiento: “Ella meditaba todas estas cosas en su corazón."
No había sitio para ellos. Los marginados acogen la Palabra.

e) Lucas 2,21-32:

La presentación: "¡Mis ojos vieron tu salvación!"
Los muchos años de vida purifican los ojos.

f) Lucas 2,33-38:

Simeón y Ana: "Una espada atravesará su alma"
Acoger y encarnar la palabra en la vida, ser señal de contradicción.

g) Lucas 2,39-52:

A los doce años en el Templo: "Entonces, ¿no sabían que tengo que estar con el Padre?"

Ellos no comprendieron las Palabras que les fueron dichas!

h) Lucas 11,27-28:

El elogio de la madre: "Dichoso el vientre que te llevó!"
Dichoso aquel que escucha y pone en práctica la Palabra.

DOMINGO 14
MARCOS 10, 17-27
VERSÍCULOS 17-22: MAESTRO, ¿Qué HARÉ PARA POSEER LA VIDA ETERNA?

17Y saliendo él para ir su camino (griego: hodon), vino uno corriendo, é hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna? 18Y Jesús le dijo: ¿Por qué me dices bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.  19Los mandamientos sabes: No adulteres: No mates: No hurtes: No digas falso testimonio: No defraudes: Honra a tu padre y a tu madre.20El entonces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi mocedad.  21Entonces Jesús mirándole, amóle, y díjole: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.  22Mas él, entristecido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.


“Y saliendo él (Jesús) para ir su camino” (griego: hodon – “el camino,” código para el viaje de Jesús a Jerusalén) (v. 17a).  Marcos utiliza hodon para recordarnos que Jesús está “camino” a Jerusalén y a una cruz.

“vino uno corriendo, é hincando la rodilla delante de él” (v. 17b).  Pensamos de este hombre como el Joven y Rico Regidor, pero Marcos solo le identifica como un hombre de muchas posesiones, mencionándolas solo al final de este encuentro (v. 22).  Mateo dice que él es joven (19:20), y Lucas lo identifica como un regidor (18:18).

“Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?” (v. 17c).  El premio que él busca, la vida eterna, se menciona frecuentemente en el Evangelio de Juan.  En los sinópticos, además de esta historia (también encontrada en Mateo 19:16-30 y Lucas 18:18-30), la frase “vida eterna” solo aparece dos veces (Mateo 25:46; Lucas 10:25).  La frase más común en los sinópticos es “el reino de Dios,” que Jesús utiliza en versículos 24-25.  Los discípulos utilizan la palabra “salvado” en versículo 26 en vez de “vida eterna” o “reino de Dios.”

El hombre pregunta qué debe hacer para heredar la vida eterna.  Siendo un hombre rico, comprende herencias.  La ley detalla el tema de herencias (Números 27:8-11), pero un heredero puede arriesgar una herencia con su comportamiento inadecuado.  Seguro que este hombre ha tenido cuidado de mantener una buena relación con su padre para poder recibir su herencia terrenal.  Ahora, quiere mantener una relación apropiada con Dios para heredar la vida eterna.  ¿Cuáles son los requisitos?

El Antiguo Testamento a menudo utiliza la palabra “heredar” o “herencia” en relación a Dios y la gente de Dios (Éxodo 32:13; Levítico 20:24; Números 26:53-55, etcétera), y los israelitas a veces comprometían esa herencia con su comportamiento.

“¿qué haré...?” (v. 17c).  El hombre quiere saber qué ha de hacer para recibir vida eterna.  “Fíjese en la palabra ‘hacer’ en la pregunta de este joven.  La palabra funciona como eje sobre el que gira la enseñanza de Jesús… La vida eterna… no se puede ganar ‘haciendo.’… La vida espiritual no es cuestión de contabilidad” (Luccock, 801).  Si la respuesta del hombre en versículo 20 es correcta, como bien puede ser, él ya está actuando correctamente, pero por motivos equivocados.  “Su obediencia se basa en cálculos de su propio interés en vez de en un amor único hacia Dios, dispuesto a dejar todo de lado” (Hooker, 242).  Tiene menos interés en servirle a Dios que en averiguar cómo conseguir que Dios le sirva a él.

Dios ha sido generoso con este hombre, y el hombre pregunta como asegurar que su generosidad continúe.  Es rico en esta vida, y quiere extender su prosperidad hacia la eternidad.  Su respuesta en versículo 20 demuestra que sabe la respuesta tradicional a su pregunta y que él ya está cumpliendo con los requisitos tradicionales.  Quizá esta ansioso de asegurarse que no ha fallado en algo que no conoce.  Quizá busca afirmación.  Quizá solo busca una palmada en la espalda que le diga, “¡Sigue con el buen trabajo!”  En cualquier caso, podemos estar seguros que él no espera un requisito nuevo y significante por parte de Jesús.

“¿Por qué me dices bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios” (v. 18).  Nos sorprende que Jesús reprenda al hombre llamándole, “Maestro bueno.”  El hombre vino corriendo – sintió urgencia de recibir consejo de Jesús – se arrodilló al hacer su pregunta.  Nada en su comportamiento sugiere que sea deshonesto o que intente atrapar a Jesús.  Versículo 21 nos dice que Jesús le ama.  Sin embargo, judíos consideran que Dios es bueno y evitan la palabra “bueno” para hablar de gente, no sea que blasfemen.  Seguro que Jesús es bueno, pero ahora está dirigiendo a este hombre hacia la bondad de Dios.

“Los mandamientos sabes” (v. 19).  Nos sorprende que Jesús una los mandamientos con la vida eterna.  ¿No ha concedido Jesús la dispensación de la gracia? ¿No gana la fe sobre obediencia se la ley?  Pero, Jesús cita cinco mandamientos de la segunda tabla del Decálogo – y uno que no forma parte de los diez originales – todos tienen que ver con relaciones humanas:

(ANOTE: Existen varios sistemas de numeración de los Diez Mandamientos, por eso sus números pueden ser diferentes).

- “No matarás” (v. 19) es el sexto mandamiento (Éxodo 20:13).

- “No cometerás adulterio” es el séptimo mandamiento (Éxodo 20:14).

- “No hurtarás” es el octavo mandamiento (Éxodo 20:15).

- “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” es el noveno mandamiento (Éxodo 20:16).

- “No defraudarás” no es parte de los Diez Mandamientos.  Jesús lo sustituye por “No codiciarás” – el décimo mandamiento (Éxodo 20:17).  Tiene sentido que lo haga, porque un hombre rico está menos dispuesto a codiciar las posesiones de otros que a defraudar a los demás en su búsqueda de riqueza.

- “Honra a tu padre y a tu madre” es el quinto mandamiento – el mandamiento con una promesa – “porque tus días se alarguen en la tierra que Yahaveh tu Dios te da” (Éxodo 20:12).  Esto concuerda con la preocupación del hombre – la vida.

El hombre rico responde, “Maestro, todo esto he guardado desde mi mocedad”(v. 20).  Jesús no reclama su respuesta.  Seguramente, el hombre ha sido meticuloso y cree que ha cumplido los mandamientos.  Anote, sin embargo, que Jesús no mencionó los siguientes mandamientos, así, el hombre no declara haberlos obedecido.

- El primer mandamiento es “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3).

- El segundo es “No te harás imagen” (Éxodo 20:4).

- El tercero es “No tomarás el nombre de Yahaveh tu Dios en vano” (Éxodo 20:7).

- El cuarto es “Acordarte has del día del reposo, para santificarlo” (Éxodo 20:7).

- El décimo es “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20:2-17).  Como se anota arriba, Jesús puede querer decir “No defraudarás” (v. 19), para sustituir “No codiciarás.”

Mandamientos uno a cuatro tienen que ver con nuestra relación con Dios.  El décimo mandamiento, “No codiciarás,” al principio parece tener que ver con relaciones humanas, pero considérelo de nuevo.  Codiciar posesiones materiales es invertir en ellas con gran importancia – dejar que llenen nuestros corazones – dejar que lleven el espacio de Dios en nuestras vidas.  En un sentido, una violación del décimo mandamiento también es una violación del primer y segundo mandamiento – hacer un dios de posesiones materiales.

Parece que, en versículo 19, Jesús solo incluyó mandamientos que este hombre rico encontraría fácil.  El hombre dice que los ha cumplido, y puede que sea así – pero los mandamientos que tratan de relaciones con Dios representan un nivel más alto de discipulado, uno que este hombre carece.  Ahora, Jesús le dice qué debe hacer para cumplir con el primer y segundo mandamiento.

“Entonces Jesús mirándole, amóle” (v. 21ª).  Esto nos dice dos cosas:

- Primero, el hombre no vino a Jesús, como lo hicieron muchos hombres poderosos, buscando una raja en su armadura.  Preguntó porque quería aprender de Jesús, y anticipó que haría lo que Jesús le dijera.

- Segundo, Jesús vio que el corazón del hombre era puro y sintió verdadero afecto por él.  No podemos saber si Jesús sabía con antelación cómo reaccionaría el hombre.  Es muy posible que no lo supiera – que le estaba dando una verdadera oportunidad para escoger el camino que lleva a la vida – esperando que el hombre hiciera precisamente eso.  Debemos recordar que Jesús “se vació a si mismo” (griego: heauton ekenosen – se anonadó – la NRSV dice “se anonadó a sí mismo”) cuando vino a la tierra (Filipenses 2:7).  Mientras que demostraba una habilidad inusual para saber los corazones de la gente, no existe motivo por creer que era omnisciente.

“Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz” (v. 21b).  “Qué profundamente irónico es el reino de Dios.  A los niños en la historia anterior no se les dice que les falta algo, sino que el reino de Dios es suyo; sin embargo, a este hombre que posee todo ¡aún le falta algo! Solo cuando venda todo lo que tiene – solo cuando se convierta en un niño vulnerable – poseerá todo” (Edwards, 312).

Ésta es una llamada asombrosa al discipulado – particularmente en una cultura que consideraba riqueza como un apoyo de Dios hacia la vida de la persona rica.  Seguramente, este hombre ha pasado por la vida creyendo que ha complacido a Dios y que sus riquezas demuestran que Dios está complacido con él.

Esta llamada también es asombrosa cuando la contrastamos con otras llamadas al discipulado en los Evangelios.  En la mayoría de los casos, Jesús llamaba a la gente simplemente diciendo, “Sígueme.”  No existe documentación de que Jesús les pidió a los pescadores que vendieran sus barcos (1:17).  Simón y Andrés se quedaron con su casa en Capernaum (1:29).  Marta y María eran dueñas de una casa (Lucas 10:38).  No hay mención de que Levi, el recaudador, tuviera que rechazar sus mal ganadas ganancias (2:14), aunque parece probable que lo hubiera hecho.  “Ricos como Lidia (Hechos 16:14), Febe (Romanos 16:1-2), Priscila y Aquila (Romanos 16:3-5), y Gayo (Romanos 16:23) hicieron un papel importante en esparcir del Evangelio” (Hare, 126).

Entonces, ¿Por qué Jesús demanda tal sacrificio de este hombre?  Existen por lo menos dos posibilidades:

- Como revela esta historia, la riqueza de este hombre es muy importante para él – aún más importante que la vida eterna – a no ser que piense que puede tener vida eterna sin vender su propiedad.  La seguridad que recibimos de posesiones materiales nos tienta a confiar más en ellas que en Dios.  “El hombre rico llegó a preocuparse tanto por sus bienes materiales que éstos se convirtieron en algo demasiado importante, distrayéndole de reconocer el regalo divino que es el reino de Dios, que a menudo es mejor apreciado por los pobres” (Donahue y Harrington, 307).

- Anote también que esta historia aparece inmediatamente después de la historia de los niños en la que Jesús dijo, “De cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (10:15).  El hombre rico difiere bastante diferente de esos niños.  Eran pobres, pero él es rico.  Dependían de otros, pero él no.  Ellos no tenían estatus ni poder, pero él tiene ambos.  Ellos no tenían seguridad aparte de los que les cuidaban, pero el rico tiene bastante seguridad por sí mismo.  Quizá Jesús simplemente está requiriendo que el hombre se convierta en niño ante Dios – que deje esas cosas que le proveen seguridad para que pueda encontrar su seguridad en Dios.

Es posible, entonces, que Jesús ajustara el requisito de vender todo específicamente para este hombre – para cumplir con sus necesidades espirituales.  No debemos, sin embargo, imaginar que Jesús no pedirá algo igual de duro de nosotros.  “El hecho que Jesús no mandó a todos sus seguidores que vendieran sus posesiones reconforta solo a la persona que recibiría esa orden” (R.H. Gundry, Matthew, 388, citado en France, 400).

Kenneth Bailey, comentando sobre el pasaje paralelo en Lucas 18, contrasta la “antigua obediencia” mandada por los Diez Mandamientos con la “nueva obediencia” que Jesús requiere: “En la antigua obediencia se les decía a los fieles que no robaran la propiedad de otros.  En la nueva obediencia, es posible uno tenga que dejar atrás su propiedad.  En la antigua obediencia se decía que uno dejase sola a la mujer de su vecino.  En la nueva obediencia se puede esperar que el discípulo deje sola a su propia mujer.  En la antigua obediencia se les decía a los fieles que honraran a su padre y madre, lo que significaba (y aún significa), claro está, quedarse en casa con ellos y cuidarles hasta su muerte y entonces enterrarles respetuosamente.  En la nueva obediencia el discípulo puede tener que dejarles a ellos para responder a una lealtad más alta.  Es casi imposible comunicar lo que significa todo esto para la cultura del Medio Oriente.  Las dos lealtades más altas, prácticamente requeridas de cualquier persona – consideradas aún más importantes que la vida misma, son familia y aldea.  Cuando Jesús pone ambas de éstas en una lista, y después demanda una lealtad que las sobrepasa las dos, está requiriendo algo verdaderamente imposible para una persona del Medio Oriente, según las presiones de su cultura.  Puede cumplir con los diez mandamientos, pero esto es demasiado.  Solo con Dios son posibles tales cosas” (Bailey, Through Peasant Eyes, 169).

“Mas él, entristecido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones” (v. 22).  El hombre quedó asombrado al oír el precio que Jesús le ponía a la vida eterna.  Nosotros también debemos asombrarnos al oír esta historia.  La única gracia barata es para niños que no tienen nada que dar (10:13-16).  El resto de nosotros debe esperar que Jesús nos haga demandas dolorosas.


VERSÍCULOS 23-27: TODAS LAS COSAS SON POSIBLES PARA DIOS

23Entonces Jesús, mirando alrededor, dice a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas! 24Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió a decir: ¡Hijos, cuán difícil es entrar en el reino de Dios, los que confían en las riquezas! 25Más fácil es pasar un camello (kamelon) por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios.  26Y ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá salvarse? 27Entonces Jesús mirándolos, dice: Para los hombres es imposible; mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.


“¡Cuán difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!” (v. 23b).  Jesús declara esto (versículo 23) y después lo repite (versículo 24), dejando perplejos a los discípulos (v. 23).  Han aprendido que la riqueza es señal de aprobación de Dios, entonces, ¿cómo puede ser difícil que un hombre rico entre en el reino de Dios?  Como hace a menudo, Jesús le da la vuelta al pensamiento religioso convencional – pone todo al revés.  Con razón los discípulos están perplejos.

“Más fácil es pasar un camello (kamelon) por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios” (v. 25).  A veces, gente trata de suavizar las palabras de Jesús acerca el ojo de una aguja sugiriendo que:

- La palabra traducida como camello realmente debe ser traducida como cuerda (griego: kamilon).  Las palabras griegas son similares, y es más fácil imaginarnos una cuerda pasando por el ojo de una aguja que un camello pasando por ella.  Sin embargo, el apoyo textual para esto es muy débil.

- El “ojo de la aguja” era una puerta baja en una pared de la ciudad que requería que un camello fuera descargado antes de pasar de rodillas por la abertura.  Sin embargo, no existe ninguna indicación de que tal puerta existiera en la época de Jesús.

Jesús utiliza una hipérbole, lenguaje exagerado, para explicarse.  Habla del animal más grande, negociándose una pequeña abertura para dar una ilustración memorable que describe la imposibilidad de una persona rica entrando en el reino de Dios.  “Tratar de domesticar este lenguaje no le hace a Jesús ningún favor” (Williamson, 184).  En vez de tomar la imagen literalmente, tomémosla en serio.  Es una palabra de juicio, no solo para ese hombre rico, sino para todos nosotros que tenemos muchas posesiones.

Los discípulos hacen la obvia pregunta, “¿Y quién podrá salvarse?” (v. 26).  Si este hombre decente, que teme a Dios, que obedece la ley, a quien Dios ha bendecido con riquezas, si él no puede ser salvado, ¿quién podrá serlo?

Escuche con cuidado la respuesta: “Para los hombres es imposible; mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (v. 27).  “Este versículo es probablemente la clave para comprender el pasaje entero.  Heredar la vida eterna, entrar en el reino, y ser salvado son imposibles para cualquier ser humano, pero no para Dios, que es bueno y desea la salvación de todos.  Por lo tanto, todos han de depender únicamente de Dios.  Esta confianza absoluta en Dios hace posible una vida de fiel discipulado” (Brooks, 165).

Aparte de su gracia, este hombre decente que teme a Dios y que obedece la ley no tiene esperanza.  Solo por la gracia de Dios existe la posibilidad de que pueda entrar en el reino de Dios.  Lo mismo es verdad para todos nosotros.  El reto es que aceptemos nuestro estatus como niños pequeños ante Dios, sin dinero ni esperanza, excepto por la gracia de Dios.  Ni perfecta asistencia a la iglesia – ni servicio en altos puestos eclesiásticos – ni ordenación – ni diezmos – nada que podamos hacer nos puede salvar sin la gracia de Dios. 

Este pasaje también nos avisa del carácter seductivo de la riqueza.  Podemos imaginarnos que no estamos en ningún peligro porque somos pobres o de clase media.  Sin embargo, la mayoría de nosotros somos ricos en comparación con los estándares del resto del mundo.  Aquéllos que se han mudado en el último año se darán cuenta más que todos de exactamente cuántas posesiones tienen de verdad. 
También es verdad que no tenemos que ser ricos para que nuestra alma y corazón se consuman con pensamientos de dinero.  Todos estamos en peligro de amar al dinero más que a Dios.

LUNES 15
LUCAS 11,29-32
• El evangelio de hoy nos presenta una acusación muy fuerte de Jesús contra los fariseos y los escribas. Ellos querían que Jesús diera una señal, pues no creían en las señales y en los milagros que estaba haciendo. Esta acusación de Jesús sigue en los evangelios de los próximos días. Al meditar estos evangelios, debemos tomar mucho cuidado para no generalizar la acusación de Jesús como si fuera dirigida contra el pueblo judío. En el pasado, la ausencia de esta atención contribuyó, lamentablemente, a aumentar en los cristianos el anti-semitismo que tantos males acarreó a la humanidad a lo largo de los siglos. En vez de levantar el dedo en contra de los fariseos del tiempo de Jesús, es mejor mirarnos en el espejo de los textos, para percibir en ellos al fariseo que vive escondido en nuestra Iglesia y en cada uno de nosotros, y que merece la misma crítica de parte de Jesús.

• Lucas 11,29-30: La señal de Jonas. “Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás." Habiéndose reunido la gente, comenzó a decir: Esta generación es una generación malvada; pide un signo, pero no se le dará otro signo que el signo de Jonás”. El evangelio de Mateo informa que algunos escribas y fariseos: pidieron una señal (Mt 12,38). Querían que Jesús realizara para ellos una señal, un milagro, para que pudiesen verificar si era él mismo el enviado de Dios según se lo imaginaban. Querían que Jesús se sometiera a los criterios de ellos. No había en ellos apertura para una posible conversión. Pero Jesús no se sometió a sus pedidos. El evangelio de Marcos dice que Jesús, ante el pedido de los fariseos, soltó un profundo respiro (Mc 8,12), probablemente de disgusto y de tristeza ante tanta ceguera. Porque de nada sirve poner un bonito cuadro ante alguien que no quiere abrir los ojos. La única señal es la señal de Jonás. “Porque así como Jonás fue signo para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación”. ¿Como será esta señal del Hijo del Hombre? El evangelio de Mateo responde: “ Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches.” (Mt 12,40). La única señal será la resurrección de Jesús. Esta es la señal que, en el futuro se dará a los escribas y a los fariseos. Jesús, condenado por ellos a una muerte de cruz, será resucitado por Dios y seguirá resucitando de muchas maneras en aquellos que creen en él. La señal que convierte no son los milagros, sino ¡el testimonio de vida!

• Lucas 11,31: Salomón y la reina del Mediodía. La alusión a la conversión de la gente de Ninive asocia y hace recordar la conversión de la Reina del Mediodía: “La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón”. Esta evocación casi ocasional del episodio de la Reina del Mediodía que reconoció la sabiduría de Salomón, muestra cómo se usaba la Biblia en aquel tiempo. Era por asociación. La interpretación principal era ésta: “La Biblia se explica por la Biblia”. Hasta hoy, ésta es una de las normas más importantes para la interpretación de la Biblia, sobre todo para la Lectura Orante de la Palabra de Dios.

• Lucas 11,32: Aquí hay algo más que Jonás. Después de la digresión sobre Salomón y la Reina del Mediodía, Jesús vuelve a hablar de la señal de Jonás: “Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás”. Jesús es mayor que Jonás, mayor que Salomón. Para los cristianos, es la clave principal para la Escritura (2Cor 3,14-18).
MARTES 16
LUCAS 11, 37-41
• En el evangelio de hoy sigue la relación tensa entre Jesús y las autoridades religiosas de aquel tiempo. A pesar de la relación tensa, había algo familiar entre Jesús y los fariseos. Convidado a comer en casa de ellos, Jesús acepta la invitación. Jesús no pierde ante ellos la libertad, ni los fariseos ante Jesús.

• Lucas 11,37-38: Admiración del fariseo ante la libertad de Jesús. “Cuando terminó de hablar, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entró, pues, y se puso a la mesa”. Jesús acepta la invitación de comer en casa del fariseo, pero no cambia su manera de actuar, pues se sienta sin antes lavarse las manos. Ni el fariseo muda de actitud ante Jesús, pues expresa su admiración por el hecho que Jesús no se lava las manos. En aquel tiempo, lavarse las manos antes de las comidas era una obligación religiosa, impuesta a la gente en nombre de la pureza, exigida por la ley de Dios. El fariseo se extrañó viendo que Jesús no observa esta norma religiosa. Y, a pesar de ser totalmente diferentes, el fariseo y Jesús tenían algo en común: la seriedad de vida. La forma de vivir de los fariseos era así: cada día dedicaban ocho horas al estudio y a la meditación de la ley de Dios, otras ochos horas al trabajo para poder dar de comer a la familia, y dedicaban otras ocho horas al descanso. Este testimonio serio de su vida les daba un gran sentido de liderazgo popular. Quizá era por esto que, a pesar de ser totalmente diferentes, los dos, Jesús y los fariseos, se entendían y se criticaban mutuamente, sin perder la posibilidad de diálogo.

• Lucas 11,39-41: La respuesta de Jesús. “¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad!. ¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis y entonces todo será puro para vosotros”. Los fariseos observaban la ley al pie de la letra. Miraban sólo la letra y, por esto, eran incapaces de percibir el espíritu de la ley, el objetivo que la observancia de la ley quería alcanzar en la vida de las personas. Por ejemplo, en la ley está escrito: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Lv 19,18). Y ellos comentaban: “Debemos amar al prójimo, pero sólo al prójimo, a los otros ¡no!” Y de allí nacía la discusión sobre la cuestión: “¿Quién es mi prójimo?” (Lc 10,29) El apóstol Pablo escribe en la segunda carta a los Corintios: La ley escrita da muerte, mientras que el Espíritu da vida” (2Cor 3,6). En el Sermón de la Montaña, Jesús crítica a los que observan la letra de la ley, pero que no acata el espíritu de la Ley (Mt 5,20). Para ser fiel a lo que Dios pide de nosotros no basta observar sólo la letra de la ley. Esto sería lo mismo que limpiar el vaso o el plato por fuera y dejar el interior lleno de suciedad: robo y maldad. No basta no matar, no robar, no cometer adulterio, no jurar. Sólo observa plenamente la ley de Dios aquel que, más allá de la letra, va hasta la raíz y arranca desde dentro de sí los deseos de “robo y de maldad” que pueden llevar al asesinato, al robo, al adulterio. La plenitud de la ley se realiza en la práctica del amor (cf. Mt 5,21-48).

MIÉRCOLES 17
LUCAS 11, 42-46
• En el Evangelio de hoy sigue la relación conflictiva entre Jesús y las autoridades religiosas de la época. Hoy, en la Iglesia, se vive el mismo conflicto. En una determinada diócesis, el obispo convocó a los pobres a que participaran activamente. Ellos escucharon las peticiones y muchos de ellos empezaron a participar. Surgió un serio conflicto. Los ricos decían que habían sido excluidos y algunos sacerdotes empezaron a decir: “¡El obispo hace política y olvida el evangelio!”

• Lucas 11,42: “Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar, aunque sin omitir aquello.”. Esta crítica de Jesús contra los líderes religiosos de aquella época puede ser repetida contra muchos líderes religiosos de los siglos siguientes, hasta hoy. Muchas veces, en nombre de Dios, insistimos en detalles y olvidamos la justicia y el amor. Por ejemplo, el jansenismo volvió árida la vivencia de la fe, insistiendo en observancias y penitencias que desviaban a la gente del camino de amor. La hermana carmelita Santa Teresa de Lisieux se crió en ese ambiente jansenista que caracterizaba a Francia hacia los finales del siglo XIX. Fue a partir de una dolorosa experiencia personal, que ella supo recuperar la gratuidad del amor de Dios como una fuerza que tiene que animar por dentro la observancia de las normas. Pues, sin la experiencia del amor, las observancias hacen de Dios un ídolo.

La observación final de Jesús decía: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Os lo aseguro: mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley sin que todo se cumpla. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos”. Jesús llama la atención de los discípulos sobre el comportamiento hipócrita de algunos fariseos. A ellos les gustaba circular por las plazas con largas túnicas, recibir el saludo de la gente, ocupar los primeros lugares en las sinagogas y lugares de honor en los banquetes (cf. Mt 6,5; 23,5-7). ¡Marcos añade que a ellos les gustaba entrar en las casas de las viudas y hacer largas preces en cambio de dinero! Personas así recibirán un juicio muy severo (Mc 12,38-40). Hoy en nuestra Iglesia ocurre lo mismo.

• Lucas 11,44: Ay de vosotros, sepulcros que no se ven. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad” (Mt 23,27-28). La imagen de los “sepulcros blanqueados” habla por sí sola y no necesita comentarios. Por medio de ella, Jesús condena a los que tienen una apariencia ficticia de persona correcta, pero cuyo interior es la negación total de aquello que quieren hacer por fuera. Lucas, habla de sepulcros escondidos: “¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo". Quien pisa o toca un sepulcro se vuelve impuro, lo mismo cuando el sepulcro está escondido bajo tierra. La imagen es muy fuerte: por fuera, el fariseo de siempre parece justo y bueno, pero ese aspecto es un engaño, pues en su interior existe un sepulcro escondido que, si la gente no sabe darse cuenta, difunde un veneno que mata, comunica una mentalidad que aleja de Dios, sugiere una comprensión errada de la Buena Noticia del Reino. Una ideología que hace del Dios vivo, ¡un ídolo muerto!
• Lucas 11,45-46: Crítica del doctor de la ley y la respuesta de Jesús.
“Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas también nos injurias a nosotros!” En la respuesta Jesús no se vuelve atrás, sino que deja bien claro que la misma crítica vale también para los escribas: "¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!”. En el Sermón de la Montaña, Jesús expresa la misma crítica que sirve de comentario: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas” (Mt 23,2-4).

JUEVES 18
LUCAS 10, 1-9
VERSÍCULOS 1-4: LA MIES ES MUCHA Y LOS OBREROS POCOS

1Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de sí (griego: pro prosopou autou – ante su rostro), a toda ciudad y lugar a donde él había de venir.  2Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. 3Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.  4No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis en el camino.


En 9:1-6, Jesús mandó a los doce para cumplir una misión semejante; ahora envía los setenta.  Este mayor número de participantes no solo extiende el alcance de la misión, sino que también aumenta la urgencia de la cosecha.

“Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta” (v. 1).  Hay manuscritos que dicen setenta y otros que dicen setenta y dos.  No podemos determinar con autoridad cuál es el número correcto.  Sin embargo, eso importa poco ya que el significado es el mismo para cualquier número:
- Seguramente, el número se refiere a Génesis 10, donde aparece una lista de naciones gentiles que descienden de Noe.  En hebreo se mencionan setenta naciones, mientras que en la versión griega Septuaginta aparecen setenta y dos.  “Escójase cual sea, ...el número sugiere un evangelista para cada nación del mundo” (Stein, 304).  En el Evangelio de Lucas, por lo tanto, la mención de los setenta se refiere al ministerio hacia los gentiles, que será importante en la secuencia de Lucas, los Hechos de los Apóstoles.  Por el momento, sin embargo, Jesús manda a los setenta solo entre judíos y samaritanos.

- Hay una segunda referencia al Antiguo Testamento en Num. 11:16-25 en que Moisés eligió a setenta ancianos para ayudarle con su obra.

La frase “otros setenta” (v. 1) parece decir que los doce no son parte de esta misión.  Sin embargo, más adelante, dirigiéndose a los doce, Jesús dirá, “Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo?” (22:35).  Las tres cosas – bolsa, alforja, y zapatos – corresponde a cosas mencionadas en la llamada de los setenta (10:4), en lugar de las ya mencionadas en la llamada de los doce (9:3).  Esto presenta algo de incertidumbre.  Seguramente los doce no son parte de los setenta, pero no lo sabemos con seguridad.

“Envió...  delante de sí (griego: pro prosopou autou – ante su rostro)” (v. 1).  También encontramos esta frase, “ante su rostro,” en 7:27 y 9:52.  7:27 habla de enviar a Juan el Bautista, cuya muerte Lucas ha mencionado recientemente (9:9).  “A los discípulos ahora se les ha concedido el papel de ir ante Jesús y prepararle el camino, como lo había hecho Juan” (Tannehill, 174).

“De dos en dos” (v. 1).  Deut. 19:15 requiere el testimonio de dos testigos, y lo más probable es que ésa sea la razón por la que Jesús les manda de dos en dos.  Sin embargo, ir de dos en dos también da fuerza a su resolución.  Una persona sola se desanima rápidamente; en cambio, una persona con compañeros está más apta para perseverar.

“La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos” (v. 2).  En un mundo donde pocas personas trabajan en agricultura, se nos ha olvidado la importancia de la cosecha.  La mayoría de los frutos de la siega no se pueden recoger demasiado pronto ni demasiado tarde sin sufrir una pérdida significante.  El agricultor trabaja todo el año para preparar la cosecha, la cual se debe llevar a cabo solo cuando esté lista.  No hacerlo puede ser catastrófico.

“Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (v. 2).  Dada la urgencia, esperamos que Jesús les diga a los setenta que vayan rápidamente para empezar la cosecha.  Les mandará en v. 3 pero, primero, les manda rezar.  La obra de los discípulos será efectiva solo si se apresta con oraciones.  El Señor llama y da poder a quienes lo necesiten, y el poder del Señor es lo que hace posible el éxito.  Una iglesia que reza verá que puestos oficiales quedan sin llenarse por ejemplo, pero también verá que el Señor provee lo que es realmente necesario.

“Los obreros pocos” (v. 2).  La regla de Pareto es que el ochenta por ciento de los resultados se pueden atribuir al veinte por ciento de las causas – es decir, pocos vendedores a menudo logran la mayoría de las ventas.  La regla también se aplica a la iglesia, donde pocas personas dan la mayoría del dinero y hacen la mayor parte del trabajo.  Los que se sientan en los bancos son muchos, pero los trabajadores son pocos.  Debemos rezar para que el Señor persuada a los menos activos a estar más involucrados – también debemos confiar que el Señor proveerá las verdaderas necesidades de la iglesia.  Jesús advirtió que habría mala tierra, pero también prometió que buena tierra daría cien veces más (8:4-15).

“Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos” (v. 3).  Hace poco que Jesús predijo su muerte y resurrección (9:21-22, 44-45) y “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (9:51), donde sufrirá y morirá.  Fue rechazado en una aldea samaritana (9:51-56).  Les dijo a sus discípulos que ellos también llevarían una cruz y perderían sus vidas (9:23-25).  Ahora, les advierte que les manda como corderos indefensos en medio de lobos.

En los otros tres Evangelios (Mateo 18:12; Marcos 6:4; Juan 10), Jesús habla del pastor que protege las ovejas.  No hay mención de tal pastor en el Evangelio de Lucas.

“No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado” (v. 4).  Jesús tendrá instrucciones parecidas al comisionar a los doce (Lucas 9:3-5), pero la única cosa común en ambas listas es la bolsa.  El mensaje es el mismo en ambos casos.  Los discípulos han de confiar que Dios les proveerá sus necesidades, y no han de preocuparse por posesiones.

“A nadie saludéis en el camino” (v. 4).  Jesús no les dice a los discípulos que sean maleducados, sino que les dice que no se dejen distraer por cortesías sociales.  La misión es urgente, y requiere su completa atención.  Discípulos han de enfocarse tanto como un atleta en un partido importante – o como un bombero en un incendio – o un paramédico trabajando en un accidente.  El distraerse en estos casos puede ser fatal.  La iglesia de hoy necesita oír esto.  Muchos cristianos hoy no sienten esta urgencia – no consideran que la eternidad está en juego y sobresaltan al oír la palabra evangelismo.

Cuando gente toma en serio la llamada a la oración y al servicio podemos ver los resultados.  El ministerio de Madre Teresa es un ejemplo familiar.  Hay un sinnúmero de cristianos por el mundo, incluyendo algunos en su propia comunidad, que están haciendo grandes obras por Cristo.


VERSÍCULOS 5-6: PAZ SEA A ESTA CASA

5En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid: Paz sea a esta casa.  6Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros.


Mientras que los setenta no han de distraerse por el camino con cortesías sociales (v. 4), sí han de observarlas una vez que lleguen a su destino.

La paz que se ofrece es más que un simple saludo.  Es un regalo substancial – la paz de Dios (Num. 6:26; Isa. 26:12; Lucas 1:79; 2:14; Hechos 10:36; Rom. 5:1) – un regalo de salvación que bendice a todo el que la reciba y que regresa al que la da al ser rechazada.  El castigo por rehusarla es, simplemente, la pérdida de la paz – los setenta no han de vengarse contra aquéllos que les rechazan (véase 9:5, 54-56).

Jesús pide a los setenta que ofrezcan la paz sin primero averiguar el valor del recipiente y sin adivinar si el recipiente la aceptará o rechazará.  “Uno no debe resentir el conceder la paz mesiánica: porque la paz no permanecerá donde no se aprecia.  Pero en caso de que si permanezca, el mensajero, en efecto, se ha reproducido, tal como Elías hizo al final de su ministerio al pasar la obra a Eliseo (2 Reyes 2:15)” (Nolland).


VERSÍCULOS 7-11: SE HA LLEGADO A VOSOTROS EL REINO DE DIOS

7Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en casa.  8Y en cualquiera ciudad donde entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante; 9Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado a vosotros el reino de Dios. 10Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren, saliendo por sus calles, decid: 11Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en vosotros: esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha llegado a vosotros.


“Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren” (v. 7).  Un discípulo aprovechado se sentiría tentado a ir de casa en casa buscando hospitalidad – siempre buscando mejor comida y alojamiento.  Jesús manda a los setenta que dejen ese comportamiento aprovechado y que se fijen en el propósito por el que han venido.  Ir de casa en casa no solo les robaría de fuerzas y tiempo, sino que también ofendería a aquéllos cuya hospitalidad han rechazado.  Los setenta han de estar al tanto de los sentimientos de otros, no vaya a ser que pierdan una oportunidad de ganárselos para Cristo.

“Porque el obrero digno es de su salario” (v. 7).  Habitantes locales han de proveer hospitalidad para los setenta, quienes son dignos de ella (véase Gal. 6:6; 1 Timoteo 5:18).  Discípulos pueden esperar que se provean sus necesidades, pero no deben esperar que se haga con lujo.

“Comed lo que os pusieren delante” (v. 8).  Por el momento, el caso solo se refiere a la calidad de la comida y si está autorizada por ley judía o no – los setenta se encontrarán trabajando entre judíos y samaritanos que observan leyes dietéticas.  Años después, sin embargo, misionarios cristianos entrarán en barrios gentiles donde no se observan las leyes de la dieta judía.  En este caso, han de hacer lo mismo – testimonio efectivo es más importante que las sensibilidades personales del discípulo (Hechos 10; Rom. 14:13-23; 1 Cor. 8).

“Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado a vosotros el reino de Dios” (v. 9).  Sanar enfermos en un acto de compasión, pero también recuerda que el reino de Dios se ha acercado.  Esta combinación de compasión y proclamación – obra y palabra – sirve de testimonio poderoso aún hoy.  La persona hambrienta a quien se le da de comer – la persona sin hogar que es alojada – el enfermo sanado – el herido cuyas heridas son curadas – esta gente se encontrará atraída hacia la persona que les ha ayudado – y también a la fe de esa persona.  Es importante que en el momento de servir dejemos saber a los que ayudamos que lo hacemos por nuestro amor a Jesús, quién primero nos amó a nosotros.  De otra manera, no harán la conexión  entre la ayuda que han recibido y el Cristo que nos motivó a dársela.  En ese caso nuestro mayor propósito, que es la proclamación del reino de Dios, será perdido.   
“Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en vosotros” (v. 11).  Recientemente, samaritanos han rechazado a Jesús (9:52-54).  Ahora, Jesús les prepara para ser recibidos de la misma manera.  Si son rechazados, los discípulos han de sacudir el polvo de sus pies, un acto de repudiación.  Han de hacerlo de manera pública, declarando su motivo, y de nuevo han de proclamar, “ha llegado el reino de Dios.”  Éste es un aviso, no una retaliación – intencionada para convertir – no para herir.  Aquéllos que observen la repudiación pueden ser persuadidos a escuchar.  El Dios de la Segunda Oportunidad todavía está obrando.

“La actividad misionera es contraria a la que ahora asociamos con la obra misionera de la iglesia.  En este caso no existía la proclamación continua de buenas noticias, no había paciencia para los que dudaban ni con los recalcitrados, no se esperaba hasta que la oposición se arrepintiera: en vez, existía una urgencia temerosa de todo ello.  ‘Ahora o nunca.’  Existe una oportunidad, ... como si se tratase de una misión de rescate en un barco que se hunde” (Kee y Gomes, 50).

“Esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha llegado a vosotros” (v. 11).  Acepte o rechace el oyente este mensaje, este hecho permanece.  El oyente será responsable por su respuesta.  La promesa de Dios se convierte en un juicio para aquél que la rechace.

VIERNES 19
LUCAS 12, 1-7
• El evangelio de hoy nos presenta una crítica de Jesús contra las autoridades religiosas de su tiempo.

• Lucas 12,1ª: Miles y miles de personas buscan a Jesús. “En esto, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros…”. Esta frase deja entrever la enorme popularidad de Jesús y el deseo de la gente de encontrarse con él (cf. Mc 6,31; Mt 13,2). Deja entrever, asimismo, el abandono en el que se encontraba la gente. “Son como oveja sin pastor”, decía Jesús en otra ocasión cuando vio la multitud aproximarse para escuchar su palabra (Mc 6,34).

• Lucas 12,1b: Cuidado con la hipocresía “Se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”. Marcos hablaba ya de levadura de los fariseos y de los herodianos y sugería que se trataba de la mentalidad o de la ideología dominante de la época que esperaba a un mesías glorioso y poderoso (Mc 8,15; 8,31-33). Aquí, en este texto, Lucas identifica la levadura de los fariseos con la hipocresía. La hipocresía es una actitud que invierte los valores. Esconde la verdad. Muestra una fachada bonita que encubre y disfraza la podredumbre que hay por dentro. En este caso la hipocresía era la cáscara aparente de la máxima fidelidad a la Palabra de Dios que escondía la contradicción de la vida de éstos. Jesús quiere lo contrario. Quiere coherencia que no deja en lo escondido.

• Lucas 12,2-3: Lo escondido será revelado. “Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse. Porque cuanto dijisteis en la oscuridad será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas será proclamado desde los terrados”. Es la segunda vez que Lucas habla de este asunto (cf. Lc 8,17). En vez de la hipocresía de los fariseos que esconde la verdad, los discípulos deben tener sinceridad. No deben tener miedo a la verdad. Jesús los invita a compartir con los otros las enseñanzas que aprendieron de él. Los discípulos no podían tenerlas sólo para ellos, sino que debían divulgarla. Un día, las máscaras se caerán y todo será revelado a las claras, proclamado desde los terrados (cf. Mt 10,26-27).

• Lucas 12,4-5: No hay que tener miedo. “No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése”. Aquí Jesús se dirige a sus amigos, a los discípulos y a las discípulas. Ellos no deben tener miedo de aquellos que matan el cuerpo, que torturan, que machacan y hacen sufrir. Los torturadores pueden matar el cuerpo, pero no consiguen matar en ellos la libertad y el espíritu. Deben tener miedo, esto es, de que el miedo al sufrimiento los lleve a esconder o a negar la verdad y, así, les haga ofender a Dios. Pues quien se aleja de Dios se pierde por siempre.

• Lucas 12,6-7: Valéis más que muchos pajarillos. “¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos” Los discípulos no deben tener miedo a nada, pues ellos están en las manos de Dios. Jesús manda mirar los pájaros. Dos pajarillos se venden por pocos centavos y ninguno de ellos cae en tierra sin el consentimiento del Padre. Hasta los cabellos de la cabeza están contados. Lucas dice que ningún cabello cae sin que el Padre lo diga (Lc 21,18). ¡Y caen tantos cabellos! ¿Por esto: “no temáis; valéis más que muchos pajarillos. Es ésta la lección que Jesús saca de la contemplación de la naturaleza. (cf Mt 10,29-31)

• La contemplación de la naturaleza. En el Sermón de la Montaña, el mensaje más importante Jesús lo saca de la contemplación de la naturaleza. El dice: " Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.” (Mt 5,43-45.48). La observación del ritmo del sol y de la lluvia llevaron a Jesús a esta afirmación revolucionaria: “Pero yo os digo: amar a vuestros enemigos!” Lo mismo vale para la invitación a mirar los lirios del campo y las aves del cielo (Mt 6,25-30). Esta actitud, sorprendentemente contemplativa ante la naturaleza, lleva a Jesús a una crítica de las verdades aparentemente eternas. Seis veces seguidas tuvo el valor de corregir en público la Ley de Dios: “Se os dijo, pero yo os digo...”. El descubrimiento hecho en la contemplación renovada de la naturaleza se vuelve para él una luz muy importante para releer la historia con otros ojos y descubrir en ella las luces que antes no eran percibidas. Hoy estamos antes una nueva visión del universo. Los descubrimientos de la ciencia respecto de la inmensidad del macro-cosmos y del micro-cosmos están siendo fuente de una nueva contemplación del universo. Está comenzando ya la crítica de muchas verdades aparentemente eternas.

SÁBADO 20


LUCAS 12, 8-12
• El contexto. En el cap. 11 que precede a nuestro relato, Lucas, en el camino de Jesús hacia Jerusalén, muestra su intención de revelar los abismos del obrar misericordioso de Dios y, al mismo tiempo, la profunda miseria que se esconde en el corazón del hombre, y en particular en los que tienen la misión de ser testimonios de la Palabra y de la obra del Espíritu Santo en el mundo. Jesús presenta estas realidades con una serie de reflexiones que surten efecto en el lector: verse atraído por la fuerza de su Palabra hasta el punto de sentirse interiormente juzgado y despojado de las pretensiones de grandeza que inquietan al hombre (9,46). El lector se identifica, además, con algunas actitudes provocadas por la enseñanza de Jesús: ante todo, se reconoce en el discípulo que sigue a Jesús y es enviado delante de él como mensajero del reino; en el que tiene dudas para seguirlo; en el fariseo o doctor de la ley, esclavos de sus propias interpretaciones y estilo de vida. En síntesis, el recorrido del lector por el cap. 11 tiene como característica encontrarse con la enseñanza de Jesús que le revela la intimidad de Dios, la misericordia del corazón de Dios, pero también la verdad de su ser como hombre. Sin embargo, en el cap. 12 Jesús contrapone al corazón pervertido del hombre la benevolencia de Dios, que siempre da de manera sobreabundante. Está en juego la vida del hombre. Hay que estar atento a la perversión del juicio humano, o mejor, a la hipocresía que distorsiona los valores para sólo favorecer el propio interés y las propias ventajas más que para interesarse por la vida, la que se recibe de manera gratuita. La palabra de Jesús dispara al lector un interrogante sobre cómo afrontar la cuestión de la vida: el hombre será juzgado por su comportamiento ante los peligros. Hay que preocuparse no tanto de los que pueden “matar el cuerpo”, sino tener en el corazón el temor de Dios que juzga y corrige. Jesús no promete a los discípulos que se ahorrarán las amenazas y las persecuciones, pero les asegura la ayuda de Dios en el momento de la dificultad.

• Saber reconocer a Jesús. El compromiso valiente de reconocer públicamente la amistad con Jesús comporta, en consecuencia, la comunión personal con él cuando vendrá para juzgar al mundo. Al mismo tiempo, “el que me niegue”, el que tenga miedo de confesar y reconocer públicamente a Jesús, él mismo se condena. Se invita al lector a reflexionar sobre la importancia crucial de Jesús en la historia de la salvación: es necesario decidirse, o con Jesús o contra Él y contra su Palabra de gracia; de esta decisión, reconocer o negar a Jesús, depende nuestra salvación. Lucas evidencia que la comunión que en el tiempo presente ofrece Jesús a sus discípulos será confirmada y llegará a la perfección en el momento de su venida en la gloria (“vendrá en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles”: 9,26). Es evidente la referencia a la comunidad cristiana: aunque se está expuesto a la hostilidad del mundo, es indispensable que el testimonio valiente de Jesús y de la comunión con Él no disminuya, es decir, no hay que avergonzarse de ser y de manifestarse cristianos.

• La blasfemia contra el Espíritu Santo. Blasfemar es entendido aquí por Lucas como hablar de manera ofensiva o en contra. Este verbo se aplicó a Jesús cuando, en 5,21, perdonó los pecados. La cuestión que plantea nuestro pasaje puede presentar alguna dificultad para el lector: ¿Es menos grave la blasfemia contra el Hijo del hombre que la que va contra el Espíritu Santo? El lenguaje de Jesús puede resultar un poco fuerte para el lector del evangelio de Lucas: a lo largo del evangelio ha visto a Jesús mostrando la actitud de Dios que va en búsqueda del pecador, que es exigente pero sabe esperar el momento de la vuelta a Él y la madurez del pecador. En Marcos y en Mateo, la blasfemia contra el Espíritu Santo es la falta de reconocimiento del poder de Dios en los exorcismos de Jesús. Pero en Lucas más bien significa el rechazo consciente y libre del Espíritu profético que actúa en las obras y enseñanzas de Jesús, es decir, el rechazo del encuentro con el obrar misericordioso y salvífico del Padre. La falta de reconocimiento del origen divino de la misión de Jesús, la ofensa directa a la persona de Jesús, pueden ser perdonadas, pero el que niega el obrar del Espíritu Santo en la misión de Jesús no será perdonado. No se trata de la oposición entre la persona de Jesús y el Espíritu Santo, o de un contraste o símbolo de dos períodos diversos de la historia, el de Jesús y el de la comunidad post-pascual, sino que, en definitiva, el evangelista trata de demostrar que negar la persona de Cristo equivale a blasfemar contra el Espíritu Santo.

DOMINGO 21
MARCOS 10, 35-45

8:22 – 10:45: UN RESUMEN

Los discípulos están viajando con Jesús en su camino a Jerusalén.  Al comenzar el viaje, Jesús sanó un ciego que “fue restablecido, y vio de lejos y claramente á todos” (8:22-26).  Durante el viaje, los discípulos de Jesús no parecían ver claramente.

Tres veces Jesús predijo su muerte inminente:

- Después de la primera predicción, Pedro le reclamó (8:31-33), solo para ser reclamado él también.  Jesús procedió a enseñar a la multitud y a los discípulos, “niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame)” (8:34).

- Después de la segunda predicción, los discípulos discutieron acerca de cuál de ellos era el mejor (9:34), después de eso, Jesús les enseñó que “Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos” (9:35).

- Entre la segunda y tercera predicción, Jesús les dice a los discípulos, “Empero muchos primeros serán postreros, y postreros primeros” (10:31).

- Ahora, Jesús predice su muerte una tercera vez, diciendo: “He aquí subimos á Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado á los príncipes de los sacerdotes, y á los escribas, y le condenarán á muerte, y le entregarán á los Gentiles: Y le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará” (Marcos 10:33-34).  Ignorando por completo lo que Jesús ha dicho, Jacobo y Juan piden a Jesús un asiento preferido “en tu gloria” (10:37).  Jesús entonces les dice a los discípulos, “Y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo de todos” (10:44) – después, Jesús lleva a cabo su propio sacrificio como modelo para todo discípulo (10:45).

Sin embargo, después de cada predicción, los discípulos continúan sin comprender la predicción de la pasión ni la enseñanza de Jesús acerca el discipulado.  Jesús es un Mesías tan diferente al esperado que simplemente no “lo entienden.”  Parece que sus ojos espirituales han estado fijados en un lugar tanto tiempo que, ahora que el mesías se encuentra a su alrededor, no pueden enfocar sus ojos para verle claramente.

Siguiendo esta historia de Jacobo y Juan, Jesús sanará otro hombre ciego que “cobró la vista, y seguía á Jesús en el camino” (10:46-52).  Las historias de los ciegos que recobran la vista sirven para marcar alrededor de las historias de discípulos que no pueden ver.  Mientras que los doce discípulos fallan en ver, Marcos señala a Pedro, Jacobo, y Juan, el círculo íntimo, para hacer una nota especial (8:31-33; 10:35-40).

Pedro seguramente fue una de las fuentes de Marcos para las historias en este Evangelio, y puede haber sido la fuente de esta historia.  Como uno de los Tres Grandes (Pedro, Jacobo, y Juan – privilegiados por haber estado con Jesús en la Transfiguración y en Getsemaní), estaría muy al tanto del intento de Jacobo y Juan para empujarle a un lado – para disminuir los Tres Grandes a los Dos Grandes.


VERSÍCULOS 35-40: DANOS QUE EN TU GLORIA NOS SENTEMOS A TU DIESTRA Y SINIESTRA

35Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se llegaron á él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.  36Y él les dijo: ¿Qué queréis que os haga?  37Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno á tu diestra, y el otro á tu siniestra.  38Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, ó ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?39Y ellos dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis; y del bautismo de que soy bautizado, seréis bautizados.  40Mas que Os sentéis á mi diestra y á mi siniestra, no es mío darlo, sino á quienes está aparejado.


“Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo” (v. 35a).  Pedro, Jacobo, y Juan son el círculo íntimo de Jesús.  En varias ocasiones, incluyendo la Transfiguración (9:2-8) y en el Jardín de Getsemaní (14:32-42), Jesús hizo que estos tres le acompañaran, excluyendo a los demás discípulos.

“Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos” (v. 35b).  Todo padre ha oído, “¿Puedes hacer algo para mí?” – y un padre sabio determina qué es lo que se pide antes de acceder.  La manera en que Jacobo y Juan presentan su pedido refleja que tienen sus dudas sobre ello.

“¿Qué queréis que os haga?” (v. 36).  Ésta es la misma pregunta que Jesús pregunta al ciego Bartimeo más tarde en este capítulo (10:51).  Bartimeo responde pidiéndole a Jesús que restaure su vista, y Jesús lo hace.  Bartimeo entonces sigue a Jesús “en el camino” (10:52).  Como se anota arriba, la vista restaurada de Bartimeo se contrasta dramáticamente con los ojos ciegos de los discípulos que han estado siguiéndole todo el tiempo.

“Danos que en tu gloria nos sentemos el uno á tu diestra, y el otro á tu siniestra” (v. 37).  Recuerde que Jesús les acaba de decir a los discípulos que va a Jerusalén a morir (10:33-34).  Más tarde, los discípulos llegarán a comprender la “gloria” de Jesús como algo que tiene que ver con su Pasión.

Algunos eruditos ven versículo 31 como una reclamación implícita hacia Pedro y creen que Jacobo y Juan están utilizando esta reclamación como oportunidad de ganar ventaja sobre Pedro, el tercer miembro del círculo íntimo de Jesús (France, 414).  Cualquiera que sea su motivación, está claro que estos hermanos – los Hijos del Trueno (3:17) – están buscando los dos puestos de honor más altos y no hay espacio en su plan para incluir a Pedro.

“Danos que en tu gloria nos sentemos” (v. 37a).  En ese tiempo y lugar la gente generalmente se reclinaba en sofás alrededor de una mesa baja para comer en banquetes o festines.  Cuando Jacobo y Juan piden sentarse al lado derecho e izquierdo de Jesús en su gloria, se están imaginando a Jesús como un rey sentado en una mesa con sus principales consejeros a su mano derecha e izquierda.

Nos es difícil imaginar cómo es que Jacobo y Juan pueden ser tan densos – tan descuidados.  Su intención está equivocada porque “están pidiéndole a Jesús que quepa en sus planes” en vez de intentar ellos caber en el plan de Jesús (Luccock, 812).  Jacobo y Juan no solo han fallado en oír la predicción de Jesús sobre su muerte inminente, pero también consideran este viaje a Jerusalén como una marcha mesiánica a la ciudad para restaurarle su previa gloria davídica y para que Jesús pueda tomar el trono davídico.

Sería difícil para nosotros comprender como Jacobo y Juan podrían fallar en oír la clara predicción de Jesús sobre su pasión – excepto que hoy vemos como cristianos oyen lo que quieren oír en lugar de escuchar las palabras de Jesús en cuanto a llevar una cruz:

- En el Evangelio de la Prosperidad, con su apelación a creer y enriquecerse, enseña que Jesús quiere que prosperemos – que vayamos en primera – que llevemos un Rolex y conduzcamos un Mercedes.  ¿Cómo es posible que alguien malentienda tanto a Jesús?  ¿Cómo pueden fallar en oír su enseñanza sobre la cruz, servicio y sacrificio?

- Si examinamos nuestras propias oraciones, encontraremos mucho que se paralela al pedido de estos dos hermanos.  ¿Es el énfasis de nuestras oraciones adorar y alabar? ¿Dar gracias? ¿La confesión? Para la mayoría de nosotros, la oración consiste principalmente de pedir – Señor, dame esto y Señor, dame eso.  Nuestras oraciones no son tan diferentes de este pedido de Jacobo y Juan.

Vale la pena anotar que Mateo y Lucas relatan que Jesús dijo, “De cierto os digo, que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando se sentará el Hijo del hombre en el trono de su gloria, vosotros también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar á las doce tribus de Israel” (Mateo 19:28; Lucas 22:28-30).  “Estas declaraciones nacen del entendimiento de Jesús de Daniel… las doce tribus serán gobernadas por los doce discípulos, mientras que Jesús mismo en el Espíritu de Salmo 110:1 compartirá el trono de su Padre” (Evans, 116).

Jesús no reclama a Jacobo y Juan.  En vez, “les acepta como son, pero firmemente les señala en una nueva dirección, en la misma dirección en que él va” (Williamson, 193).

“¿Podéis beber del vaso que yo bebo, ó ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?” (v. 38).  En el Antiguo Testamento, “vaso” puede referirse a bendiciones, juicio, o muerte. “Aquí, parece referirse no solo a la muerte pero a una muerte dolorosa e inoportuna.  Un uso similar de la metáfora vuelve a ocurrir en 14:36, donde Jesús reza, ‘traspasa de mí este vaso’” (Hare, 129).  El vaso pronto llegará a representar “mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada” (14:24).

“Podemos” (v. 39a).  Jacobo y Juan saben que Jesús les ha retado, y ellos recogen el guante – aceptan el reto – sin entender las consecuencias.  Más tarde, cuando Jesús es arrestado, no serán tan valientes.  Marcos nos dice, “dejándole todos sus discípulos, huyeron” (14:50).

“A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis; y del bautismo de que soy bautizado, seréis bautizados” (v. 39b).  Alejado de la verdad es que Jesús prediga el martirio para estos hermanos.  Sus palabras también tienen sentido si señalan a la persecución en vez de la muerte.  Barclay dice que el verbo griego baptizein significa zambullir o sumergir, y no siempre se refiere al agua.  Por ejemplo, una persona en luto se podría describir como sumergida en tristeza.

- “Lo que Jesús está diciendo es, ‘¿Soportarás la terrible experiencia por la que yo he de pasar? ¿Aguantarás al enfrentarte con el odio y el dolor y la muerte que yo he de enfrentar?’” (Barclay, 265).

- “El bautizo es una plena identificación con la muerte y resurrección de Jesús (Romanos 6:3-4).  El vaso compartido en comunión cristiana regularmente representa participación en la muerte de Jesús y en la celebración de la nueva vida que su muerte hizo posible (1 Corintios 10:16-17; 11:23-26)” (Geddert, 250).

Santiago fue, por cierto, martirizado por Herodes de Agripa – “matado con la espada” en vez de crucificado (Hechos 12:2).  El destino de Juan es menos seguro.  Por lo menos una fuente relata su martirio, pero otra relata su muerte en Efesio ya en una anciana edad.  Hechos 4 relata su arresto en Jerusalén.  Martirizado o no, podemos dar por hecho que la suya no fue una vida fácil.

Irónicamente, los hombres que ocuparán el lado derecho e izquierdo de Jesús serán los dos ladrones en Gólgota (Mateo 27:38; Marcos 15:27; Lucas 23:32; Juan 19:18).


VERSÍCULOS 41-44: CUALQUIERA QUE QUISIERA SER GRANDE SERÁ SERVIDOR

41Y como lo oyeron los diez, comenzaron á enojarse de Jacobo y de Juan.  42Mas Jesús, Llamándolos, les dice: Sabéis que los que se ven ser príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas, y los que entre ellas son grandes, tienen sobre ellas potestad. 43Mas no será así entre vosotros: antes cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor (griego: diakonos); 44Y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo (griego: doulosde todos.


“Y como lo oyeron los diez, comenzaron á enojarse de Jacobo y de Juan” (v. 41).  No hay razón para creer que los demás discípulos se enojaron a causa de la falta de consideración de Jacobo y Juan hacia la situación de Jesús.  Con la segunda predicción de la pasión, los discípulos respondieron discutiendo entre ellos cuál era el más grande (9:33-37).  Ahora, están ofendidos porque están compitiendo para lugares de honor, y Jacobo y Juan están intentando robar el premio debajo de sus narices.

“Sabéis que los que se ven ser príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas, y los que entre ellas son grandes, tienen sobre ellas potestad” (v. 42).  Jesús no reclama a Jacobo y Juan y tampoco reclama a los doce.  En vez, utiliza su comportamiento como base de enseñanza.  Podemos estar seguros que tiene la completa atención de los discípulos.  Jacobo y Juan deben estar avergonzados al ver descubierta su cruda ambición.  Los demás discípulos están indignados, y escucharán con cuidado para asegurarse de que Jesús aclare la situación.  En vez, Jesús les instruye sobre el reino de Dios – sus reglas – como funciona.

“antes cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor (diakonos). Y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo (doulosde todos” (vv. 43-44).   Como siempre, Jesús le da la vuelta a nuestro mundo al presentar las “leyes de la carretera” para el reino de Dios (versículos 42-44).  Leyes del Reino son completamente diferentes a las leyes de este mundo – es más, son todo lo contrario.  Los que viven según las leyes de este mundo honran poder.  Líderes poderosos son a menudo egoístas, tiranos simples que tratan mal a sus súbditos.

En el reino de Dios, los honores serán para los que sirven (griego: diakonos – los que limpian las mesas) en vez de aquéllos que requieren el servicio de otros.  El primer premio irá al “siervo de todos” – “un ironía, para un esclavo (griego: doulos), inferior aún a un sirviente (griego: diakonos), que en la antigua sociedad era el último y más pequeño de todos.  La idea de un esclavo siendo el primero es una paradoja tan absurda como la de un camello pasando por el ojo de una aguja (v. 25)” (Edwards, 326).

“siervo de todos” (v. 44).  Un esclavo típicamente sirve a solo un amo.  En otro lugar Jesús dice, “Ningún siervo puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y amará al otro, ó se allegará al uno y menospreciará al otro” (Lucas 16:13).  Sin embargo un esclavo, siguiendo las órdenes del amo, serviría a todos en la casa – al hacer esto, servía un solo amo.  Cristo clama que sirvamos a todos – que nos hagamos siervos de todos.  Al hacer esto, servimos un solo amo – Cristo.

“El trasfondo del Antiguo Testamento que describe el concepto de Jesús acerca liderazgo por medio de servicio se encuentra mejor en las Canciones del Sirviente en Isaías Dos (42:1-9; 49:1-7; 50:4-9; 52:13 – 53:12)” (Donahue y Harrington, 315).  “El punto es que el camino a la ‘gloria’ atraviesa el valle de sufrimiento y muerte” (Brueggemann, 555). 

Debemos tener cuidado de no juzgar a los discípulos demasiado por su falta de comprensión.  Tenemos la ventaja de una multitud de historias en los Evangelios que nos enseñan a honrar servicios en vez de poder, pero a menudo fallamos en hacerlo.  Estamos ensimismados con estrellas de Hollywood y conocidos atletas, aunque muchos de ellos utilicen influencia considerable para promover violencia, sexo ilícito, drogas, y vulgaridades.  Envidiamos a jefes de corporaciones que se enriquecen aumentando ganancias a corto plazo, a menudo causando bajas de trabajadores – y que, cuando sus acciones producen la ruina a largo plazo, se escapan, protegidos por sus paracaídas dorados.  Elegimos políticos que venden sus almas a intereses especiales y que pasan sus vidas encubriendo la verdad para preservar sus intereses.

Jesús nos llama hacia una ética diferente, diciéndonos que Dios honra servicio en lugar de poder.  Nos reta a comenzar a vivir por las Leyes del Reino aquí y ahora.  Esto es difícil de vender – y una lección que la iglesia debe volver a aprender continuamente.  “El impulso de la preferencia se podría llamar el primer enemigo de la iglesia cristiana” (Luccock, 816). Los sacerdotes estamos tentados a cuidar a Numero Uno primero en vez de servir las necesidades del reino.  Estamos tentados por grandes títulos, vestimentas, e iglesias – tentados a predicar la palabra que vende en vez de la palabra de la fe, que lleva  a la vida sacramental.  Ambición personal no comenzó con Jacobo y Juan, ni terminará con ellos.


VERSÍCULO 45: EL HIJO DEL HOMBRE NO VINO PARA SER SERVIDO, MAS PARA SERVIR

45Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y dar su vida en rescate por muchos.


Jesús no requiere más de lo que él está dispuesto a dar.  Modeló servicio y sacrificio desde la cuna hasta la tumba.  Mientras en la forma de Dios, “se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres; Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8).  Ambos la Encarnación y la Crucifixión son obras de gran servicio y sacrificio.

“en rescate por muchos”(v. 45).  Jesús dijo a los discípulos que debía morir, y ahora les dice por qué.  La palabra “rescate” se encuentra en ambos testamentos, y se refiere a un pago hecho a cambio de la libertad de un prisionero o la liberación de un esclavo.  El pueblo judío está acostumbrado a un sistema de sacrificio en que animales sirven de sacrificio para la expiación de los pecados de la gente.  Ahora Jesús dice que dará su vida para rescatar a muchos.  En estas pocas palabras, presenta una teología de expiación.  “El vaso que Jesús debe beber se refiere al castigo divino por pecados que él carga en lugar de los culpables (cf. 10:45; 14:24)” (Lane, 380).

Jesús muestra servicio y sacrificio para sus discípulos, pero él logra algo que los discípulos no pueden lograr.  Solo Jesús puede servir de rescate para muchos.  Jesús tiene un papel único en el plan de salvación.
LUNES 22

LUCAS 12, 13-21
VERSÍCULOS 13-21: UN REPASO

La cuestión aquí no es ser dueño de posesiones, sino que las posesiones sean dueñas de nosotros.  La riqueza es un duro patrón.  La persona que desea riquezas es tentada a dejar que la adquisición de cosas se convierta en su mayor prioridad.  La persona que tiene riqueza es tentada a pasar su vida cuidándola y creciéndola.  Todos somos tentados a creer que podemos encontrar seguridad en la riqueza.  Fe en posesiones disminuye fe en Dios.  Sin embargo, el problema no es el dinero, sino el amor al dinero (1 Timoteo 6:10).

Jesús a menudo hablaba de dinero y posesiones.  Nuestra lección del Evangelio nos pone esto en perspectiva.  “La seguridad verdadera viene de ser ‘ricos en Dios’” (Juel y Buttrick, 16).


VERSÍCULOS 13-15: DI A MI HERMANO QUE PARTA CONMIGO LA HERENCIA

13Y díjole uno de la compañía: Maestro, di á mi hermano que parta conmigo la herencia.  14Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez ó partidor (griego:meristen – partidor) sobre vosotros? 15Y díjoles: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.


“Maestro, di á mi hermano que parta conmigo la herencia” (v. 13).  La ley del Tora prescribe las leyes de herencia, y es de esperar que los rabíes interpreten Tora en casos específicos y que actúen como mediadores en disputas:

- Deuteronomio 21:17 manda que una doble porción de la herencia vaya al hijo primogénito.  Si hay dos hijos, el mayor recibe dos tercios (67%), y el segundo un tercio (33%).  Si hay tres hijos, el mayor recibe dos cuartos (50 %), y los demás reciben un cuarto cada uno (25%).  Si hay cuatro hijos, el mayor recibe dos quintos (40%) y los demás reciben un quinto cada uno (20%).  Deuteronomio especifica que el cariño del padre hacia el primogénito o la falta de cariño hacia la esposa del primogénito no deben influir en la herencia.

- Num. 27:1-11 especifica la línea de herencia: hijo, hija, hermano, tío, pariente más cercano.
- Num. 36:7-9 prohíbe la transferencia de herencias entre tribus.

“El padre, siguiendo la antigua practica israelita de propiedad de familia, ha dejado su granja entera a sus dos hijos, pero el que le pregunta a Jesús clarifica su derecho a que la propiedad sea dividida.  Esto implica que la relación entre este hombre y su hermano ha sido quebrada a causa del deseo de ser propietario independiente de su terreno” (Bauckham, 380).

No parece que éste sea el hijo primogénito, porque un hijo primogénito se controlaría y, por lo tanto, no le haría falta la ayuda de Jesús.

Mientras que el hombre se dirige a Jesús como maestro, no le está pidiendo enseñanza.  En vez, le dice a Jesús que quiere y requiere (o manda) que Jesús haga lo que le pide.  Quiere aprovecharse de la autoridad moral de Jesús – busca usar la autoridad de Jesús para ganar el poder sobre su hermano en la disputa de su herencia.

“Hombre, ¿quién me puso por juez ó partidor (griego: meristen – partidor) sobre vosotros?” (v. 14).  La respuesta de Jesús suena al lenguaje de Éxodo 2:14, en el cual Moisés intentó terminar una lucha entre dos hebreos.  Uno de ellos le preguntó a Moisés, “¿Quién te ha puesto á ti por príncipe y juez sobre nosotros?”  Jesús puede querer decir que no tiene la autoridad para arbitrar en esta disputa, pero es más probable que esté cuestionando el derecho de este hombre al involucrarle en esta disputa.

El interés propio de este hombre choca con el contexto en el que hace su pedido.  Jesús ha estado enseñando a miles de personas (12:1).  Les advirtió de la hipocresía farisaica (12:1).  Les dijo que no temieran a los que matan al cuerpo, sino a aquéllos que les puedan mandar al infierno (12:4-5). Les alentó a confesar al Hijo del Hombre ante los demás (12:8-9).  Les dijo que se enfrentarían con oposición, y les aseguró que el Espíritu Santo les daría las palabras necesarias al aparecer ante las autoridades (12:11-12).  Entre estas graves preocupaciones, el hombre interrumpe pidiendo ayuda con su herencia.  Al hacer esto, revela que no ha oído las palabras de Jesús, y que solo se preocupa por su problema personal.  Su interrupción es trivial cuando se compara con la enseñanza que interrumpe y, por eso, es inapropiada y desbarata la situación.

Knox compara esta historia con la del rico regidor (18:18-30).  Ambos hombres son culpables de egoísmo “pero uno siente más simpatía por el rico que por este hombre.  La diferencia es que el rico regidor vino con una confesión de su propia necesidad (‘¿Qué debo hacer?’), mientras que en este pasaje el hombre viene con una queja hacia otro” (Knox, 225).  Knox también menciona la historia de Marta y María (10:38-42), en la que Marta se quejó de su hermana y ella misma fue reprendida.  En ambos casos, Jesús le dio la vuelta a la queja en contra del que se quejaba.  “Ante Dios, somos gente que confiesa, no gente que protesta” (Knox, 225).

“Mirad, y guardaos de toda avaricia” (v. 15).  Jesús, quien ve el corazón, ve avaricia en el corazón del hombre (v. 15).  Se dirige a su pregunta, no solo al hombre, sino a “ellos” – a la multitud.  Utiliza la oportunidad para enseñarles del peligro de la avaricia.

“Porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (v. 15).  “Como en 10:25-37, ‘vida’ es una metáfora para la salvación” (Green, 489) – o “vida” podría significar “una vida humanamente significante y de satisfacción” (Nolland).

El hombre que trajo la queja ha fijado los ojos tanto sus en posesiones, que no ve nada más.  Jesús le pide que se aleje un poco para poder ver por completo el conjunto de la vida, un ejercicio que pone las posesiones en perspectiva.  Posesiones aún están en la discusión, pero parecen más pequeñas cuando se miran contra el fondo del con el resto de la vida.  Entonces, Jesús pasa la conversación de la herencia del hombre, a lo que es su verdadera necesidad – la defensa contra la avaricia y la oportunidad de hacerse “rico en Dios” (v. 21).

“La respuesta críptica de Jesús le advierte al lector de dos maneras.  Primero,... el deseo de poseer cosas materiales probará ser insaciable.  Segundo, sueños de una vida abundante nunca se cumplirán a través de la acumulación de tales excesos” (Bailey, Through Peasant Eyes, 63).

Estos son puntos que Jesús hace en varias partes de este Evangelio:

- “Está escrito, ‘No con pan solo vivirá el hombre’” (4:4).

- “¿Qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y sé pierda él á sí mismo, ó corra peligro de sí?” (9:25).

- “Por tanto os digo: No estéis afanosos de vuestra vida, qué comeréis; ni del cuerpo, qué vestiréis” (12:22-23).

- Véase la parábola del hombre rico y Lázaro (16:19-31).

- “¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!” (18:24).


VERSÍCULOS 16-19: EDIFICARÉ MAYORES ALFOLÍES

16Y refirióles una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había llevado mucho; 17Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿qué haré, porque no tengo donde juntar mis frutos? 18Y dijo: esto haré: derribaré mis alfolíes, y los edificaré mayores, y allí juntaré todos mis frutos y mis bienes; 19Y diré á mi alma (griego: psuche): Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; repósate, come, bebe, huélgate.


“La heredad de un hombre rico había llevado mucho” (v. 16).  El hombre ya era rico antes de esta cosecha, y la cosecha simplemente aumenta su riqueza.  Jesús relata una cosecha abundante – una cosecha que sobrepasa lo que el hombre invirtió en plantar y arar – una cosecha que es verdaderamente un regalo de Dios.  Como veremos, la cosecha abundante hace surgir la pregunta de generosidad.  ¿Cuáles son las responsabilidades que adquirimos al acumular más de lo que necesitamos?

“Y él pensaba dentro de sí” (v. 17).  El hombre no habla con nadie más que si mismo.  “Aunque esto parezca lo más natural en esta situación, personas que se dan monólogos son proyectados por Lucas de una manera negativa una y otra vez (cf. 2:35; 5:21-22; 6:8; 9:46-47)” (Green).

“Este discurso no es triste, sino bastante lastimoso.  Este hombre rico y confiado ha llegado, lo ha conseguido... Necesita una audiencia para su discurso.  ¿Quién está disponible? ¿Familia? ¿Amigos? ¿Sirvientes y sus familias? ¿Ancianos de la aldea? ¿Compañeros propietarios? ...El hombre importante del Medio Oriente siempre tiene una comunidad a su alrededor.  ¿Pero este hombre?  Solo se puede dirigir a si mismo” (Bailey, Through Peasant Eyes, 66).

“Derribaré mis graneros, y los edificaré mayores” (v. 18).  La abundancia de la cosecha excede las esperanzas del hombre rico.  Esto requiere rápidas decisiones en cuanto a dónde guardar o qué hacer con la cosecha.  Jesús no pretende decir que el hombre ha llegado a donde está de manera deshonesta.  No hay pruebas de que el hombre hubiera maltratado a su mano de obra o cosechado trigo de los campos de su vecino.

La primera indicación del problema está en el uso de la primera persona por parte del hombre.  Pase por la parábola trazando círculos alrededor de las palabras “Yo” y “mi” para tener una idea del amor propio de este hombre.  En la breve conversación que tiene con si mismo, usa la palabra “Yo” seis veces y la palabra “mi” cinco veces.  No considera dar una paga extra a su mano de obra ni hacer un proyecto de servicio para su comunidad.  No ofrece ninguna palabra de agradecimiento a Dios por esta cosecha tan abundante.  Todo es “Yo” y “mi.”

“Repósate, come, bebe, huélgate” (v. 19).  Encontramos lenguaje parecido en Eclesiásticos 2:24; 3:13; 5:18; 8:15).  Jesús presenta de manera muy clara la preocupación propia de este hombre.  Tiene más de lo que necesita para cumplir con sus necesidades – aún más de lo que necesita para vivir lujosamente.  Su futuro no podría estar más asegurado.  Ahora, lo único que tiene que hacer es disfrutar de su riqueza, y ése es su plan.  Sin embargo, como veremos, su plan pronto se desvanecerá.


VERSÍCULOS 20-21: ¡NECIO!

20Y díjole Dios: Necio, esta noche vuelven á pedir tu alma (griego: psuche); y lo que has prevenido, ¿de quién será?  21Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios.


“Necio” (v. 20).  “Cuando Dios se dirige al hombre como necio, indica la ceguera del hombre al juzgar las prioridades de la vida.  El alma del hombre está en juicio.  En este juicio las posesiones del hombre y su resumen social no llevan peso ninguno” (Bock, 226).  Antes, Jesús advirtió, “Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque tenéis vuestro consuelo” (6:24).  Ése es el problema de este hombre – ha recibido su recompensa, la cual no podrá llevar consigo a la eternidad.

“Alma” (griego: psuche) (v. 19) – “tu vida” (psuchen) (v. 20).  La NRSV disminuye el juego de palabras en estos versículos traduciendo psuchen como “vida.”  El hombre dijo, “Alma (psuche), tienes bienes suficientes para muchos años,” pero Dios dice, “Necio, esta noche vuelven á pedir tu alma (griego: psuche).”

Hay otro contraste interesante entre “muchos años” (v. 19) y “esta noche” (v. 20).  “Lo ridículo de la visión estrecha del granjero es aumentado por el contraste entre los muchos años de bienes que le quedan y las pocas horas que le quedan de vida” (Nolland).  El hombre es ridículo “porque ha olvidado el dicho, ‘Comamos y bebamos, porque mañana moriremos.’ El dicho se aplica estrictamente en este caso; morirá durante la noche que comenzará un nuevo día.  Por lo tanto, su gran plan no vale nada” (Tannehill, 206).

“Y lo que has prevenido, ¿de quién será?” (v. 20).  La persona que ama sus posesiones las cuida con recelo – mantiene fuertemente el control – construye barreras para prevenir a los demás de poder entrar.  El pensar que alguien pudiera estar malgastando su riqueza sería de lo más doloroso.  Sin embargo, cuando él o ella muere, sus planes empiezan a fallar.  Testamentos y fundaciones filantrópicas solo proveen una protección mínima.  A menudo, fortunas son gastadas de una manera en que su fundador nunca hubiera pensado o aprobado.  Eventualmente, polillas y orín corrompen aún las posesiones más queridas.  “¿Ha visitado alguna vez una chatarrería? Nunca olvidaré el impacto que me hizo mi primera visita a una chatarrería... Donde fuera que mirara, había ‘cosas’ por las cuales alguien había trabajado y ahorrado para comprar.  Por todas partes a mí alrededor encontraba tesoros – ‘cosas’ por las que alguien había vivido y muerto.  Ahora, solo valían para la chatarrería” (Sweet, 24).

“Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios” (v. 21).  No debemos pretender que este versículo se aplica solamente a los millonarios de Microsoft – no tenemos que ser ricos para estar en peligro.  El peligro existe para todo “el que hace para sí tesoro” y “no es rico en Dios.”

El problema no es la riqueza del hombre sino su avaricia.  Muchos son tentados a acumular dinero y acciones, y otros son tentados a malgastar su dinero.  Sin embargo, la pobreza no le hace a uno inmune de la avaricia.  Alguna gente pobre comparte generosamente con otros en necesidad, pero otros se guardan un pedazo de pan.  El problema no es la riqueza sino el egoísmo.  Es completamente posible que una persona conduzca un Porsche y que sea generosa hacia los demás, mientras que otra conduzca un Ford y avariciosamente se guarde una fuente de galletas.

“Rico en Dios.”  ¿Qué significa ser “rico en Dios”?  Primero, de cierto debe significar estar agradecidos a Dios por nuestras bendiciones.  Segundo, debe constar la responsabilidad hacia nuestros vecinos a quienes Dios nos ha encargado amar (10:27) – y a nuestro enemigo, a quien Dios también nos ha encargado amar (6:27).

MARTES 23

LUCAS 12, 35-38
VERSÍCULOS 35-38: ESTÉN CEÑIDOS VUESTRO LOMOS, Y VUESTAR ANTORCHAS ENCENDIDAS

35Estén ceñidos vuestros lomos (griego: estosan humon hai osphues periezosmenai), y vuestras antorchas encendidas; 36Y vosotros semejantes á hombres que esperan cuando su señor (griego: kurios – Señor) ha de volver de las bodas; para que cuando viniere, y llamare, luego le abran. 37Bienaventurados aquellos siervos (griego: douloi),á los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten á la mesa, y pasando les servirá.38Y aunque venga á la segunda vigilia, y aunque venga á la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados (griego:makarioison los tales siervos.


“Estén ceñidos vuestros lomos” (v. 35a).  La imagen es de una persona con el traje atado lo suficientemente ceñido para poder moverse cómodamente.  Recuerda a las instrucciones para la comida de la Pascua original.  “Y así habéis de comerlo: ceñidos vuestros lomos, vuestros zapatos en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente” (Éxodo 12:11).  Las instrucciones de la Pascua eran para preparar a la gente para la salida precipitada de Egipto en cuanto llegase el momento.  Las instrucciones de Jesús son para preparar a los discípulos para su regreso, que tomará lugar en un momento inesperado.

“y vuestras antorchas encendidas” (v. 35b).  Antorchas requieren atención continua.  Las mechas han de cortarse y el aceite ha de ser rellenado.  Una antorcha mal cuidada no encenderá cuando se necesita.  Aún una antorcha bien mantenida lleva tiempo encender – algo insatisfactorio en una emergencia verdadera.

“Y vosotros semejantes á hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere, y llamare, luego le abran” (v. 36).  En muchas circunstancias, estar preparado es cuestión de vida o muerte.  Bomberos, técnicos de emergencias médicas, soldados, y médicos han de estar preparados con herramientas en mano cuando llegue el momento de actuar.  Cada minuto cuenta en una crisis.  El bombero que se retrasa cinco minutos puede encontrar que el incendio ya no tiene arreglo.  El médico que se retrasa cinco minutos puede encontrar que el paciente ya ha muerto.  Los que trabajan en profesiones que atienden en situaciones de crisis se entrenan regularmente para poder responder efectivamente al surgir una crisis.  Estar preparado para la venida de Cristo tiene la misma urgencia de vida o muerte.

“Bienaventurados aquellos siervos (douloi – de doulos), á los cuales cuando el Señor (kurios – Señor) viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten á la mesa, y pasando les servirá” (v. 37).  Jesús no sugiere que la servidumbre, tal como la conocemos, sea aceptable.  Utiliza la palabra,doulos, para hablar de nuestro servicio a Dios.  Ser doulos es hacer la voluntad del amo.  En este caso, douloi son los discípulos de Cristo y el amo (kurios – Señor) es Jesús.  Pablo habla de si mismo como un doulos de Cristo (Romanos 1:1; Galatos 1:10; Filipenses 1:1), y habla de cristianos corrientes como doulon del Señor (2 Timoteo 2:24).

A primera vista, las parábolas de Jesús parecen historias inocentes que utilizan eventos diarios para demostrar un punto obvio, pero entonces, de repente, toman una dirección inesperada – una dirección parabólica:
– Y así es un samaritano que muestra ser prójimo del hombre herido (10:36-37).

– Y así es que un hombre rico dice, “Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años,” pero Dios dice, “Necio, esta noche vuelven á pedir tu alma” (12:19-20).

– Ahora, en esta parábola de los siervos que vigilan, esperamos que los siervos sienten al amo (kurios – Señor) a la mesa para servirle la cena.  En vez, Jesús dice que el amo invitará a los siervos a sentarse a la mesa mientras él les sirve.  Esto se refiere al banquete escatológico (fin del tiempo) que los discípulos disfrutarán al regresar Jesús.  En la Encarnación, “el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).  Servicio también es el propósito por el regreso de Cristo.  “Al servir a aquéllos que son siervos, el señor que regresa eleva a los humildes, dando la vuelta a las normas socio-políticas y religiosas, igual que había predicho la canción de María (1:52b)” (Green, 499).  Esto es motivo para regocijo y también para estar preparado.

“Y aunque venga á la segunda vigilia, y aunque venga á la tercera vigilia (en te deutera kan en te trite phulake – en la segunda o tercera vigilia), y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos” (v. 38).  Romanos cuentan cuatro vigilias – la segunda y tercera de 9:00 de la noche a 3:00 de la mañana.  Judíos cuentan tres – la segunda y tercera de 10:00 de la noche a 6:00 de la mañana.  De cualquier manera, Jesús habla de la venida del amo en medio de la noche después de acostarse la gente – una hora inesperada cuando gente adormilada encontrará imposible poder prepararse.  La venida del amo revelará los siervos que están preparados o no.  Jesús promete que los preparados serán bendecidos (makarioi – la misma palabra utilizada en las Beatitudes).

MIÉRCOLES 24

LUCAS 12, 39-48
Nuestra lección del Evangelio se encuentra dentro de una sección más grande que enfatiza vigilancia, preparación, y discipulado fiel:

– 12:35-40 llama siervos a la vigilancia.

– 12:41-58 enfatiza obrar fielmente, anticipando el regreso del amo.

– 12:57-59 recomienda llegar a un acuerdo con tu opositor en vez de llevarlo a corte.

– En 13:1-5, Jesús advierte, “si no os arrepintiereis, todos pereceréis.”

– 13:6-9 es la parábola de la higuera infructuosa que el amo quiere cortar.


VERSÍCULOS 39-40: Á LA HORA QUE NO PENSÁIS, EL HIJO DEL HOMBRE VENDRÁ

39Esto empero sabed, que si supiese el padre de familia á qué hora había de venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa.40Vosotros pues también, estad apercibidos; porque á la hora que no pensáis, el Hijo del hombre vendrá.


El Nuevo Testamento nos enseña que la Segunda Venida de Cristo es una parte importante en el plan de Dios para nuestro mundo y, por eso, es un elemento importante de nuestra fe cristiana.  Debemos “vivir en espera continua, sabiendo que en el juicio final, seremos responsables, pero también regocijando por la promesa de estar en la presencia eterna de Dios, Cristo, y todos los que Dios ha escogido para vivir con él en eternidad.  Vigilia espiritual es la única respuesta humana que funciona, ya que certifica creencia en las promesas de Dios.  La falta de tal vigilia es negar estas promesas y resulta en vivir en una ilusión” (Hultgren, 270).

Se ha puesto mucho esfuerzo en predecir la hora de la venida de Cristo, pero muchos de estos esfuerzos son siempre infructuosos.  El Hijo del Hombre vendrá en una hora inesperada, como un ladrón en la noche.

La cuestión, entonces, es ¿cómo podemos prepararnos para la venida de Cristo? “Por supuesto que el dueño de la casa no puede quedarse despierto todo el tiempo… Pero preparación es posible.  Consiste de la continua lealtad a nuestras responsabilidades” (Craddock, Interpretation, 165).  Este pensamiento es crítico.  No podemos estar despiertos en todo momento.  Tenemos responsabilidades que hacen imposible poner toda nuestra energía en los deberes del reino.  La clave es “vigilancia, que significa vivir constantemente de una manera moral y obediente, y así estar listos para darle a Dios un relato de como hemos vivido” (Culpepper, 265).

JUEVES 25
LUCAS 12, 49-53
VERSÍCULOS 49-50: FUEGO VINE Á METER EN LA TIERRA

49Fuego vine á meter en la tierra: ¿y qué quiero, si ya está encendido?50Empero de bautismo me es necesario ser bautizado: y ¡cómo me angustio (griego: pos sunechomiahasta que sea cumplido!


En el griego original, “fuego” y “bautismo” son las primeras palabras de cada oración, enfatizándolas más.  El lenguaje de estos versículos recuerda a 3:16, donde Juan Bautista prometió que Jesús “os bautizará en Espíritu Santo y fuego.”

“Fuego vine á meter en la tierra” (v. 49a).  Fuego puede ser metáfora para purificación (Levítico 13:52; Números 31:23; Malaquías 3:2) – o para juicio (Génesis 19:24; Lucas 3:9, 17; 17:29).  Elías trajo el fuego de juicio sobre los profetas de Baal (1 Reyes 18:36-40) y los soldados del Rey Ocozías (2 Reyes 1:10-14).  Juan Bautista, en un versículo rodeado de referencias al fuego como juicio (3:9, 17), dijo que el Mesías “os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (3:16).  Santiago y Juan querían traer fuego sobre los samaritanos que rechazaron a Jesús, pero Jesús no lo permitió (9:54).

“¿y qué quiero, si ya está encendido?” (v. 49b).  El deseo que Jesús tiene por llegar al fin es obvio.  En versículo 50a, menciona el bautizo con el que ha de ser bautizado – una referencia encubierta de su muerte.  En versículo 50b, menciona el estrés que le oprimirá hasta el momento de su bautizo/muerte.  Entonces, con esta referencia de 49b parece anhelar la crucifixión para poder pasar pronto por ella y seguir a la victoria de la tumba vacía.  Su crucifixión será terrible, pero la anticipación es terrible también.  Desea dejarla detrás.

“Empero de bautismo me es necesario ser bautizado” (v. 50a).  Esta referencia al bautizo se comprende mejor en el contexto de la respuesta de Jesús hacia Santiago y Juan, que pidieron sentarse a su derecha e izquierda en el reino.  Jesús les dijo, “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, ó ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?” (Marcos, 10:38).  El vaso y el bautizo son metáforas para el sufrimiento y muerte de Jesús.  “Seguramente, ‘bautizo’ retiene su sentido original de sumergir, inmergir, o echar, y es una inmersión en agua o fuego que amenaza la vida” (Tannehill, 213).

“y ¡cómo me angustio (griego: pos sunechomiahasta que sea cumplido!” (v. 50b).  Estas palabras son las de un hombre comprometido a una misión difícil, angustiado por la anticipación que siente – desea que la espera termine y que la misión sea cumplida.  Es lo que siente un soldado antes de entrar en batalla – un policía en camino al lugar del crimen – un paciente esperando el momento de su operación.  Anticipamos que el juicio sea malo, pero que la espera sea difícil también.  De nuevo veremos la angustia de Jesús cuando reza en el Monte de Olivos, su sudor “como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (22:44).

“La cristología implicada por este pasaje no se debe pasar por alto.  De nuevo Jesús habla de su misión divina.  ‘Vine á meter’; ‘es necesario ser bautizado.’  Claramente, Lucas comprendía que Jesús era el que venía a cumplir el Antiguo Testamento.  También era él por el cual toda la humanidad se divide” (Stein, 365-366).


VERSÍCULOS 51-53: HE VENIDO A DAR DISENSIÓN

51¿Pensáis que he venido á la tierra á dar paz? No, os digo; mas disensión. 52Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa divididos; tres contra dos, y dos contra tres.

53El padre estará dividido contra el hijo, 
   y el hijo contra el padre;
la madre contra la hija, 
   y la hija contra la madre;
la suegra contra su nuera, 
   y la nuera contra su suegra.


“¿Pensáis que he venido á la tierra á dar paz? No, os digo; mas disensión” (v. 51).  ¡Esta palabra perturba! Preferimos pensar de Jesús como Príncipe de Paz que viene a “encaminar nuestros pies por camino de paz” (1:79), y a dispensar “buena voluntad para con los hombres” (2:14).  No obstante, una investigación de la palabra “paz” en este Evangelio provee un poco de tranquilidad.  Jesús sana a dos mujeres y les dice que vayan en paz (7:50; 8:48).  De otra manera, ofrece paz solo a los que la comparten con otros (10:5-6) y a los discípulos después de la resurrección (24:36).  Aquí deja claro que trae disensión en vez de paz.  En el versículo paralelo de Mateo (10:34), Jesús trae una espada.

“Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa divididos; tres contra dos, y dos contra tres” (v. 52).  Hasta familias serán divididas a causa de Jesús.  En la vida israelita, todas las relaciones familiares son importantes.  El lugar de una persona en la familia confiere ambos identidad personal y un lugar en la comunidad.  Personas saben quién eres porque conocen a tu padre y madre (4:22).  Familia también proporciona un sistema de apoyo en un mundo sin programas de bienestar social.  Dividir una familia es dejar a sus miembros en tierra movediza social y económicamente.  Significa cortar las mismas raíces de la estructura social.

“El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre” (v. 53).  Estas palabras suenan a las de Miqueas 7:6, “un texto que claramente influyó las expectativas judías sobre el final” (Nolland, 710).

¿Por qué, entonces, traería Jesús disensión? Jesús vino a este mundo para establecer el reino de Dios.  Vino a transformar un mundo pecador, y ese tipo de transformación no es fácil.  Muchos de los primeros en este mundo serán los últimos en el reino de Dios (13:30), y no se puede esperar una simple aceptación de esta reversa sin lucha.  A lo largo de su ministerio, Jesús socorre a los afligidos (los que no tienen poder) y aflige a los cómodos (los poderosos).  Es como darle un empujón a un oso.  Uno esperaría que el oso respondiese enojado – y osos pueden matar.  Jesús, claro, no vino a incitar un oso, sino que vino a aplastar la cabeza de Satanás (Génesis 3:15), un juego aún más peligroso.  Jesús ganará, pero a costa de una épica batalla.

A lo largo de su ministerio Jesús experimenta conflicto, culminando con la cruz.  Simeón predijo este conflicto cuando Jesús era todavía un infante.  “Y los bendijo Simeón, y dijo á su madre María: He aquí, éste es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel; y para señal á la que será contradicho; Y una espada traspasará tu alma de ti misma” (Lucas 2:34-35).

La temprana iglesia también experimentaba conflicto desde fuera y desde dentro.  Judíos, incluyendo a Saúl de Tarsos, perseguían cristianos.  Soldados romanos llenaban las carreteras de cruces.  Dentro de la iglesia también había conflicto – conflicto sobre el estatus de gentiles, comer carne de animales sacrificados a ídolos, y numerosas otras cosas.

Hoy, la iglesia todavía encuentra oposición de fuera y división por dentro.  Cristianos aún sufren de persecución en muchas partes del mundo, y sienten la presión de callar su testimonio en muchos otros lugares.  Si hemos de hacer la obra de Cristo, debemos esperar oposición.  La ordenación de homosexuales, el aborto, la investigación celular, y el servicio militar solo son unas de las líneas que dividen.  Desafortunadamente, también generamos conflicto dentro de la iglesia cuando luchamos por cosas tan triviales como el color de la alfombra del santuario.

Los primeros discípulos dejaron a sus familias para seguir a Jesús y ya han vivido persecución.  Aunque las palabras de Jesús sobre la disensión nos pueden preocupar, para estos primeros cristianos servían de apoyo.  Las palabras de Jesús les ayudan a comprender un mundo que les opone y les hace sufrir.  En el Cuarto Evangelio, Jesús dice, “Estas cosas os he hablado, para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción: mas confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

VIERNES 26
LUCAS 12, 54-59
VERSÍCULOS 54-56: NO RECONOCÉIS ESTE TIEMPO

54Y decía también á las gentes: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así. 55Y cuando sopla el austro, decís: Habrá calor; y lo hay.56¡Hipócritas! Sabéis examinar la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo ; ¿y cómo no reconocéis este tiempo? (griego: ton kairon – de kairos).


“Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así”(v. 54).  Hasta ahora, Jesús se ha dirigido a los discípulos, pero ahora se dirige a la multitud.  Una nube que sube por el oeste, oriunda del Mediterráneo, promete lluvia.  Un viento del sur, procedente del desierto, anuncia que se preparen para un día abrasador.  Granjeros y pastores saben reconocer estas señales.  Esta sabiduría es indispensable para su supervivencia.

El uso de la palabra hipócritas por parte de Jesús es “un poco extraño ya que, no como Mateo, Lucas dice que no saben interpretar el tiempo cuando, en efecto, un hipócrita sí podría pero escogería no hacerlo” (Johnson, 208).  “En el mundo de Lucas, ‘hipócrita’ no se refiere a alguien que simplemente hace un papel… Está claro que Jesús piensa de las multitudes, no como gente falsa o engañosa, sino como gente que ‘no sabe’” (Green, 511).  No saben como interpretar el tiempo presente, porque se han negado a abrir los ojos a lo que les rodea.

“¡Hipócritas! Sabéis examinar la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo no reconocéis este tiempo?” (ton kairon – de kairos) (v. 56).  Han aprendido a reconocer señales del tiempo, imprescindibles para la supervivencia física.  Sin embargo, no han aprendido a reconocer  señales del kairos, “este tiempo” (v. 56), imprescindibles para la supervivencia espiritual.  Que un día sea lluvioso o caluroso importa solo por poco tiempo, pero importa para siempre que Jesús se encuentra entre ellos como el Mesías – el Salvador – el que traerá el reino de Dios.  “Era inmensamente más importante para el pueblo del convenio de Dios discernir presagios de la obra salvadora de Dios en el mundo y en sus vidas” (Nickle, 143).

Hoy ya no somos un pueblo agrario ni sabemos reconocer señales climáticas.  Conseguimos el pronóstico de la Canal Climática.  Las señales que nos preocupan hoy son políticas o económicas.  ¿Qué hará el Congreso, y cómo nos afectará a nosotros? ¿Bifurcará nuestro terreno la nueva carretera, y cómo nos afectará eso? ¿Subirá la bolsa o no? ¿Podemos encontrar la manera de predecir el futuro para hacer la apuesta correcta?  Somos muy parecidos a la gente a quien Jesús se dirigía, porque ellos también se interesaban en señales que afectarían su futuro económico.

También somos como la gente a quien Jesús se dirigía porque, aunque estamos muy interesados en señales políticas y económicas, nos importan poco los asuntos espirituales del día.  Vemos como se desintegra la familia, y actuamos como su apologético en lugar de defender la integridad familiar.  Vemos una industria de entretenimiento que promulga sexo y violencia, pero protestamos contra esfuerzos para limitar su libertad aún mientras corrompe a nuestros hijos.  En la televisión vemos morir de hambre a los pobres del mundo, pero nos sentamos a cenar sin considerar como podemos ayudar.  Vemos africanos muriendo de SIDA y cambiamos la canal.  Oímos historias de cristianos perseguidos por el mundo, y no reconocemos que son nuestros hermanos y hermanas.  Vemos surgir numerosos temas biomédicos, y decidimos que son demasiado complejos para comprender.  Igual que la gente de la época de Jesús, nos especializamos en cosas menores y “no reconocemos este tiempo” (v. 56).
SÁBADO 27

LUCAS 13, 1-9
VERSÍCULOS 12:49, 13-35: EL JUICIO VENIDERO

Inmediatamente antes del pasaje para hoy, Jesús advirtió que no vino para traer paz, sino división (12:49-53). También advirtió a las multitudes que, aunque sabían leer las señales del cielo para reconocer el clima, no sabían “cómo reconocer este tiempo” (12:54-56).

Inmediatamente después del pasaje para hoy, un líder de la sinagoga criticará a Jesús por sanar en sábado, y Jesús lo avergonzará (13:10-17). Al final del capítulo 13, Jesús lamentará por la recalcitrante Jerusalén, “¡que matas á los profetas, y apedreas á los que son enviados á ti!” (13:31-35).

Dado este contexto, es importante reconocer los tintes políticos de (nuestro pasaje bíblico) en su situación original, con la amenaza de un juicio devastador colgando particularmente sobre la nación de Israel si no se arrepiente y reforma rápidamente. Pero de seguro, sería precipitado limitar la amenaza solamente a Israel ¡y presumir que quienes después siguieran los pasos de Israel escaparían de un veredicto similar!


VERSÍCULOS 1-9: DOS HISTORIAS Y UNA PARÁBOLA

Lucas nos da un par de historias que nos llaman al arrepentimiento (vv. 1-5), y una parábola que ilustra la paciencia y el amor de Dios (vv. 6-9). “Esta forma de colocar lado a lado ideas contrastantes es típicamente de Lucas, las unidades contrastantes que forman la paradoja del Evangelio... Lucas no destruye la severidad al infundir la gracia, ni destruye la gracia por infundir severidad" (Craddock, 167).

Ambas historias (vv. 1-5) hacen un llamado al arrepentimiento, y  “la parábola de la higuera identifica a los oyentes de Jesús como estando en la última estación de oportunidad para cambiar sus caminos” (Nolland).

Los estudiosos tienden a ver las historias (vv. 1-5) llamando por una respuesta individual y la parábola (vv. 6-9) como llamando a que la nación y sus líderes (escribas, fariseos, y otros) den una respuesta (Bock, 239; Bailey, 74).


VERSÍCULOS 1-5: ARREPENTIRSE O PERECER

1Y en este mismo tiempo estaban allí unos que le contaban acerca de los Galileos, cuya sangre Pilatos había mezclado con sus sacrificios.  2Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos Galileos, porque han padecido tales cosas, hayan sido más pecadores que todos los Galileos?  3No, os digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente. 4O aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que ellos fueron más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén?  5No, os digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis asimismo.


“Y en este mismo tiempo estaban allí unos que le contaban acerca de los Galileos, cuya sangre Pilatos había mezclado con sus sacrificios” (v. 1). Las noticias en verdad son terribles. Los galileos vinieron al templo a hacer sus sacrificios, y los soldados de Pilatos los masacraron en ese santo lugar – profanaron el altar con sangre humana – y así mezclaron asesinato con sacrilegio. Imaginen un asesinato en su iglesia la mañana del domingo. Imaginen la alfombra empapada con sangre humana y mezclada con el vino que se usa para la Comunión. ¡Definitivamente impactante! No podemos corroborar este evento con fuentes seculares, pero sabemos que estaba de acuerdo con la brutal naturaleza que a veces exhibía Pilatos.

“Estaban allí unos” (v. 1). Lucas no nos dice quiénes eran estas personas o por qué le cuentan a Jesús esta historia tan terrible. Lo más probable es que eran personas comunes y corrientes, que esperaban que Jesús le diera sentido a una situación absurda, y que les ayudara a ellos a entender por qué estos Galileos sufrieron algo tan terrible. ¿Habían violado alguna ley Romana? ¿Habían ofendido a Dios?

Quienquiera que fueran, de cierto esperaban una respuesta empática de Jesús. En cualquier cultura de victimización (e Israel con razón se siente victimizada por Roma), historias como esta demandan una respuesta como “¿No es esto terrible?” Algunas respuestas aceptables van desde “¡Esos malvados romanos!” a “¡Ya no podemos tolerar esto! ¡Vamos a deshacernos de ellos¡”
Jesús, sin embargo, responde de una manera completamente inesperada, diciendo “¿Pensáis que estos Galileos, porque han padecido tales cosas, hayan sido más pecadores que todos los Galileos? (v. 2). Aborda la presuposición no expresada de que, tal vez, esos galileos habían pecado gravemente, provocando el juicio de Dios.

De hecho, a través del AT, y en la mente del pueblo de Israel, el pecado y el juicio están muy estrechamente relacionados. Es muy reconfortante creer que el sufrimiento es resultado del pecado, porque elimina la casualidad – explica el sufrimiento – y nos ofrece una manera de evitar los desastres que vemos caer sobre otros.

“No, os digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente” (v. 3). Jesús niega que los galileos sufrieran por causa de sus pecados, y llama a sus oyentes a arrepentirse a menos que sufran por los de ellos. La clave para entender esto es el llamado de Jesús al arrepentimiento. Lo que les pasó a los galileos es historia, y nada se puede hacer sobre eso. El destino de los oyentes de Jesús, sin embargo, sigue siendo negociable. Jesús no les condena, en su lugar les muestra el camino. Su propósito es redimir. Aunque no toda tragedia es el resultado del pecado, el pecado algunas veces lleva a la tragedia. Los oyentes de Jesús han pecado (como todos lo hemos hecho), y los llama a arrepentirse para que puedan escapar del desastre.

Esta es una respuesta valiente. Ken Bailey dice que sus estudiantes del Medio Oriente, estudiando este pasaje, se admiran de que nadie haya atacado a Jesús físicamente ahí mismo. La gente en una cultura de victimización es santurrona y se resiste a la crítica. Al llamar al arrepentimiento, Jesús parece no simpatizar con la causa nacional, que no le importan las atrocidades cometidas por los romanos. En Nazarea, la gente del pueblo trató de matar a Jesús cuando habló bien de los gentiles (4:16-30). Lo mismo fácilmente podría haber pasado aquí (Bailey, Through Peasant Eye, 78-79).

“O aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que ellos fueron más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén?” (v. 4). El estanque de Siloé está en Jerusalén (Jn. 9:7) y, probablemente, la torre de Siloé estaba muy cerca del estanque. El asunto es el mismo que en el primer ejemplo: ¿Acaso Dios escogió a estos dieciocho por sus pecados?  Jesús cambia el debate sobre pecado/sufrimiento del contexto de sufrimiento a manos de los romanos y el sufrimiento a manos de Dios, de la masacre a “un acto de Dios”.

“No, os digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis asimismo” (v. 5). Esta es la misma respuesta que Jesús le dio a la primera historia. Jesús niega que aquellos dieciocho fueran más pecadores que todos los demás, pero usa la oportunidad para llamar a sus oyentes al arrepentimiento. Otra vez, su propósito no es la condenación, sino la redención. El llamado al arrepentimiento nos muestra que no es muy tarde para sus oyentes. La salvación sigue siendo posible.

Para el tiempo en que Lucas escribe su evangelio, Roma había destruido Jerusalén. Para Lucas, hay una clara relación de causa-efecto entre el pecado de la ciudad y su destino. El arrepentimiento es un énfasis mayor en el evangelio de Lucas (ver 3:3, 8; 5:32; 13:3, 5; 15:7; 16:30; 17:3; 2:47). No es un llamado molesto, en su lugar es una “palabra de gracia. El llamado al arrepentimiento del pecado siempre lleva consigo no solamente la amenaza de la divina retribución, sino todavía más importante, la promesa del perdón” (Nickle, 145).

Necesitamos vivir vidas de arrepentimiento, porque nunca sabemos cuándo un tirano se levantará en contra de nosotros, o un muro caerá encima, o nuestro avión chocará, o si podemos caer del techo, o un camión chocará contra nuestro automóvil, o si tendremos un ataque cardiaco. Ni los galileos que fueron asesinados por Pilatos, ni los dieciocho sobre quienes cayó la torre tuvieron la oportunidad de arrepentirse. Su fin llegó rápidamente, sin advertencia. Así también puede ser para nosotros. El arrepentimiento nos ayuda en la vida y en la muerte: nos ayuda a vivir la vida como personas perdonadas, nos ayuda a enfrentar la muerte sin miedo.

Frecuentemente los pastores encuentran personas que han sufrido tragedias que se imagina fueron causadas por su culpa. Este texto nos llama a equilibrar dos ideas opuestas:

– Por un lado, la tragedia llega al azar, tal como sucedió con los galileos y los dieciocho jerosolimitanos. En tales casos, no tiene nada que ver con la culpa. El tornado que destruye un club nocturno también destruye una iglesia y mata tanto al que atiende el bar como al maestro de Escuela Dominical. Algunas tragedias son verdaderamente al azar. Sin embargo, nuestro arrepentimiento nos deja a nosotros en buen estado cuando experimentamos una tragedia inevitable. Nos prepara para vivir victoriosamente al enfrentar la tragedia, y también nos prepara para el día de nuestra muerte.

– Por el otro lado, el pecado sí lleva a la tragedia. Quienes conducen sus autos borrachos matan personas inocentes. Los abusivos lastiman a sus parejas e hijos. Aunque no toda tragedia es le resultado del pecado, algunas sí lo son. Tal vez la mejor manera de comprender esto es ver un pequeño círculo dentro de un círculo más grande. El círculo grande son todas las tragedias. El círculo pequeño es una tragedia causada por nuestro pecado. No podemos prevenir la tragedia que llega al azar, la que está fuera del círculo pequeño; pero Cristo nos llama a arrepentirnos para que podamos evitar la tragedia provocada por nosotros mismos que se encuentra en el círculo pequeño.

La tarea más difícil del pastor es el discernimiento: cuándo afirmar a la gente que no son ellos quienes han causado su propio sufrimiento y cuándo enfatizar la necesidad de arrepentimiento.


VERSÍCULOS 6-9: LA PARÁBOLA DE LA HIGUERA ESTÉRIL

6Y dijo esta parábola: Tenía uno una higuera plantada en su viña, y vino á buscar fruto en ella, y no lo halló.  7Y dijo al viñero: He aquí tres años ha que vengo á buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra? 8El entonces respondiendo, le dijo: Señor, déjala aún este año, hasta que la excave, y estercole.  9Y si hiciere fruto, bien; y si no, la cortarás después.


“Tenía uno una higuera plantada en su viña, y vino á buscar fruto en ella, y no lo halló” (v. 6). La viña es una metáfora común para el pueblo de Israel, y el fruto de que se espera de Israel es una vida de acuerdo con Dios. Los oyentes de Jesús entenderían esta conexión cuando Jesús estaba contando la parábola.

“He aquí tres años ha que vengo á buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo” (v. 7). Levítico 19:23-24 prohíbe comer del fruto de un árbol nuevo plantado hace tres años, y requiere que el fruto del cuarto año “será santidad de loores á Jehová”. Solamente en el quinto año es que el dueño puede beneficiarse de la cosecha. No sabemos si este es el tercer año de vida del árbol, o el tercer año que el dueño ha tratado de cosechar (que sería el séptimo año de la vida del árbol). En todo caso, el dueño cree que este árbol ha tenido tiempo para demostrar si será fructífero o no.

“...córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra?” (v. 7). El dueño ha esperado lo suficiente. ¡El día del juicio ha llegado! La historia de Israel provee numerosos ejemplos donde Dios ha usado el hacha para podar sus pecados. Conocen tanto el dulce sabor de la providencia de Dios, como el amargo sabor del juicio de Dios.

El viñador respondió “Señor, déjala aún este año, hasta que la excave, y estercole.  Y si hiciere fruto, bien; y si no, la cortarás después” (vv. 8-9). El ruego es para dejar el hacha en el armario lo suficiente y dar a la higuera una estación más, una oportunidad más. Sí, tres años es un largo tiempo, más que suficiente para que el árbol diera fruto. Sin embargo, el dueño ha invertido tres años. Un año más no lo hará quebrar. La ganancia puede ser un árbol fructífero en solamente un año, una ganancia significativa por un año de paciencia. Ese es el argumento, pero tenemos la idea de que el jardinero está más motivado menos por la ganancia que por el corazón. El jardinero plantó el árbol, lo regó, lo fertilizó, y lo vio crecer. Y no quiere perderlo.

El jardinero no dejará la salvación del árbol a la suerte. Va a remover la tierra para asegurarse de que el agua encuentra su camino hacia las raíces. Abonará al árbol con estiércol. Si se le redime, el árbol no podrá reclamar el crédito por su redención. Será el trabajo del jardinero más que el mérito del árbol lo que hace posible su salvación. Esto “debe alentar a aquellos de nosotros que se preguntan si nuestro arrepentimiento es adecuado... [Nuestro] arrepentimiento y reforma no ocurren separados del cuidadoso cuidado de Dios” (Cousar, 218).

Bailey nota que la palabra “abono” aparece solamente aquí en el Nuevo Testamento, así que Jesús de seguro la usa a propósito. Como lo dijimos arriba, Bailey cree que los vv. 6-9 fueron para hablar a los líderes de Israel. “Si la higuera representa a los escribas y a los sacerdotes principales, y la parábola habla de la necesidad de poner cierto abono (estiércol), entonces tenemos un claro caso de lo que los comediantes llaman un ‘humor insultante’. Lo que necesitan es que se extienda un poco de estiércol a su alrededor. La audiencia original – sin lugar a duda – encontraron esa imagen cómica” (Bailey, 84).

La historia termina sin decirnos si el dueño aceptó la oferta del jardinero, pero Jesús nos deja con la noción de que lo hace. Cualquier respiro, sin embargo, será solamente temporal. Si Israel no se arrepiente, el jardinero no tendrá elección el próximo año sino obedecer al dueño. El hacha será sacada del armario, y ya no será posible hacer ninguna otra negociación.
DOMINGO 28

MARCOS 10, 46-52
CAPÍTULOS 8-11: EL CONTEXTO

En estos capítulos tenemos dos historias de sanar de dos hombres ciegos (8:22-26 y 10:46-52).  Entre las dos historias, Jesús viaja con los discípulos hacia Jerusalén.  En camino, les habla a los discípulos de su muerte venidera (8:31-33; 9:30-32; 10:32-34), pero a cada predicción responden de una manera inapropiada, demostrando su ceguera hacia el futuro que Jesús quiere revelarles.

Marcos utiliza estas dos historias de hombres ciegos para marcar una serie de historias de discípulos cegados espiritualmente.  Además, se fija en el círculo íntimo de Jesús – Pedro, Jacobo, y Juan – para prestarles atención especial.  Son privilegiados por haber estado con Jesús en la Transfiguración (9:2-8), pero parecen estar ciegos a las verdades que Jesús intenta enseñarles.

La historia de Bartimeo es la última historia de sanar en este Evangelio y pone fin a capítulo 10.  Capítulo 11 presenta la Entrada Triunfal a Jerusalén (11:1) que, por supuesto, es el preludio de su crucifixión.


VERSÍCULO 46: UN MENDIGO SENTADO JUNTO AL CAMINO

46Entonces vienen á Jericó: y saliendo él de Jericó y sus discípulos y una gran compañía, Bartimeo (arameo: bar significa hijo de) el ciego, hijo de Timeo (griego: ho huios timaiou, el hijo de Timeo), estaba sentado junto al camino (griego: ten hodon – la carretera, el camino) mendigando.


“Entonces vienen á Jericó” (v. 46).  Quince millas montañosas bajo Jerusalén, Jericó es una de las ciudades más antiguas del mundo que han estado continuamente ocupadas.

“y saliendo él de Jericó y sus discípulos y una gran compañía” (v. 46).  Las calles estarían llenas de peregrinos de todas partes dirigiéndose hacia la Ciudad Santa.  La fama de Jesús le precede, y gente espera vislumbrar, aunque sea solo un poquito, al hombre que algunos consideran el Mesías.  Quizá puedan presenciar un milagro – o recibir una bendición – o escuchar unas palabras de sabiduría – o hasta ver chispas volar entre Jesús y sus enemigos.  En todo caso, promete ser un gran desfile.

Jericó es el hogar de muchos sacerdotes y Levitas que sirven en el templo de Jerusalén.  Algunos de ellos se encontrarán en esta multitud, temerosos quizá del impacto que este joven profeta pueda tener en sus vidas – vidas profundamente enraizadas en tradición.  El aparente desdeño de Jesús hacia tradición debe incomodarles.  Seguramente algunos se mantienen a los lados, intentando reunir el valor necesario para retar a Jesús cuando pase por delante.

“Bartimeo el ciego, hijo de Timeo” (v. 46).  Bar significa hijo de en arameo, un idioma similar al hebreo y la lengua común de judíos palestinos de la época de Jesús.  Marcos incluye el nombre arameo y lo traduce al griego para lectores gentiles.  Timao(griego) significa honrar, entonces, Bartimeo puede significar hijo de honor.  “Marcos contrasta claramente el significado del nombre con la ocupación del hombre.  ¡Un hijo de honor está mendigando al lado de la carretera! Este hombre, que vive cada día con la vergüenza de su condición, le da a Jesús títulos de honor.  Antes de terminar la narrativa, vemos a Bartimeo, su honor ya plenamente restaurado, uniéndose a Jesús en su camino hacia la deshonra y vergüenza” (Geddert, 253).

Marcos no suele nombrar aquéllos que benefician de milagros – solo nombra a Jairo y Bartimeo en este Evangelio.  Puede ser que Bartimeo sea activo en la iglesia y conocido por los lectores de Marcos.

“el ciego…mendigando” (v. 46).  La mayoría de hombres ciegos eran mendigos, considerados de manera caritativa.  “Bartimeo es la plena imagen de alguien sin nada que ofrecer, nada que declarar” (Craddock, 452).

“estaba sentado junto al camino” (v. 46).  El camino es un lugar para marginados.  Normalmente un lugar tranquilo al lado de la carretera, este día sería ruidoso a causa de los peregrinos dirigiéndose a Jerusalén.  Imagínate la dificultad de Bartimeo para entender lo que está pasando con la confusión de la ruidosa multitud.  No solo es ciego, pero tampoco parece tener amigos que le ayuden.


VERSÍCULOS 47-48: “HIJO DE DAVID, TEN MISERICORDIA DE MÍ”

47Y oyendo que era Jesús el Nazareno (griego: ho Nazarenos – el Nazareno),comenzó á dar voces y decir: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.  48Y muchos le reñían, que callase: mas él daba mayores voces: Hijo de David, ten misericordia de mí.


“Jesús el Nazareno” (v. 47a) – no Iesous apo Nazaret (Jesús de Nazarea) como en 1:9.  “Una expresión similar se usa para Sansón en Jueces 16:17…, llamado naziraios theou, el poderosamente ungido de Dios.  El uso de Marcos de la palabra ‘Nazareno’ en las historias de sanar de 1:24 y 10:47 también pueden tener connotaciones del poderoso ungir de Jesús por parte de Dios” (Edwards, 329).

“Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí” (v. 47b).  Marcos no incluye genealogía, entonces, puede utilizar el título “Hijo de David,” para establecer la descendencia davídica de Jesús – su sangre real.  En Mateo, el ángel se le aparece a José, llamándole, “José, hijo de David” (Mateo 1:20), se supone que por esta misma razón.  Marcos también puede utilizar “Hijo de David” como un título mesiánico.  Más adelante, Jesús citará escritura para demostrar que él es, no solo hijo de David, sino también Señor de David (12:35-37).

Mateo, que escribió este Evangelio para lectores judíos, utiliza el título “Hijo de David” once veces.  Marcos y Lucas, quienes escribieron sus Evangelios para lectores gentiles, usan el título solo una y dos veces respectivamente.  La descendencia davídica de Jesús obviamente significa más para lectores judíos que para lectores gentiles.

Hasta ahora, Jesús ha intentado mantener a un mínimo lo que dice de su obra mesiánica – eruditos hablan del “secreto mesiánico.”  Pero Jesús no le reclama a Bartimeo por llamarle “Hijo de David,” un título que se puede comprender de manera mesiánica.  La razón es bastante simple.  Antes de ahora, su tiempo aún no había llegado, pero ahora sí.  Está listo para entrar en Jerusalén – listo para confrontar el establecimiento religioso – listo para morir.

Cabe destacar que Bartimeo se fija en Jesús en vez de en mendigar.  En esa cultura, gente creía ganar merito ayudando a mendigos, y es de esperar que peregrinos en camino a la Ciudad Santa querrían ser particularmente generosos.  Mendigos dependían de estos días especiales para gran parte de su ingreso – tal como mercaderes de hoy dependen de la Navidad.

No podríamos culpar a Bartimeo si él estuviera contento con sus circunstancias.  No sigue ningún horario laboral ni ha de responder a ningún hombre.  Su vida de mendigo, aunque sea menos de lo ideal, es familiar y cómoda.  Sin embargo, el grito de Bartimeo demuestra que ha oído de Jesús, que ha estado escuchando para ver si le oye, que está determinado a llamarle la atención.  Quiere la ayuda que cree que Jesús puede ofrecerle.

“Y muchos le reñían, que callase” (v. 48a).  La multitud quiere disfrutar la marcha.  Bartimeo disturbe su diversión, por eso le mandan callar – pero Bartimeo no será calmado.  ¡Nunca ha tenido él tal esperanza! Si Jesús desaparece por la próxima curva, nunca tendrá esta esperanza otra vez.  Para Bartimeo ésta es, literalmente, la oportunidad de la vida.  Continúa gritando – pidiendo piedad.

“mas él daba mayores voces: Hijo de David, ten misericordia de mí” (v. 48b).  Bartimeo no será callado solo para complacer a la multitud.  Su futuro – su vida – está en juego.


VERSÍCULOS 49-50: JESÚS MANDÓ LLAMARLE

49Entonces Jesús parándose, mandó llamarle: y llaman al ciego, diciéndole: Ten confianza: levántate, te llama.  50El entonces, echando (griego: apobalon – echando de lado) su capa, se levantó, y vino á Jesús.


“Entonces Jesús parándose” (v. 50a).  Entre el ruido de la multitud, Jesús oye el llanto de este mendigo, y se detiene de inmediato.  Los oídos de Jesús están predispuestos a escuchar a los marginados: La mujer con la hemorragia (5:25-34) – el endemoniado garadeno (5:1-20) – los enfermos de Genesaret (6:53-56) – la mujer siro fenicia (7:24-30) – el ciego en Betsaida (8:22-25) – el niño con un demonio (9:14-29) – niños pequeños (10:13-16) – y ahora, este hombre ciego sentado al lado de la carretera.
Jesús no se dirige al hombre ciego directamente, sino que “mandó llamarle” (v. 49) – le manda a la multitud que pare de obstruir y empiece a capacitar – reemplaza brazos tiesos con manos que ayudan.  Entonces, antes de sanar al ciego, Jesús le digna – le pasa del margen al centro del escenario – le pone bajo el foco – le da un papel estrella.  “El contraste está marcado: Jesús, hijo de David (y como tal, el ‘primer’ ciudadano de Israel), se detiene para ayudar a un mendigo sin importancia… (uno de los ‘últimos’ ciudadanos de Israel)” (Evans, 131).

Existen fuertes paralelos entre esta historia y la bendición anterior que Jesús dio a los niños pequeños (10:13-16):

- Los discípulos intentaron prevenir que padres trajeran sus hijos a Jesús igual que la multitud intentó silenciar a Bartimeo (vv. 13, 48).

- Las instrucciones de Jesús para los discípulos “Dejad los niños venir” (v. 14), se paralelan a sus instrucciones para esta multitud cuando, “mandó llamarle” (v. 49).

- En ambos casos, Jesús alarga la mano con autoridad para incluir a los débiles y vulnerables, sirviendo de ejemplo del autentico ministerio cristiano.

“El entonces, echando (apobalon – echando de lado – abandonando) su capa, (Bartimeo) se levantó, y vino á Jesús” (v. 50).  Generalmente mendigos se sientan con sus capas estrechadas en la tierra ante ellos para recoger las monedas que tiran los transeúntes.  La capa de este hombre es tan importante para su bienestar como un bote lo es para un pescador o un puesto para un recaudador.  Igual que los demás abandonaron botes y puestos para seguir a Jesús, este hombre echa de lado capa y monedas para ponerse ante el Hijo de David.  Difiere bastante del hombre rico que, anteriormente en este capítulo, no podía convencerse de vender sus riquezas (10:17-27).  Las acciones del ciego nos recuerdan a:

- La advertencia “teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos, dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos con paciencia la carrera que nos es propuesta” (Hebreos 12:1).

- Las palabras de Jesús, “Ninguno puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y amará al otro, ó se llegará al uno y menospreciará al otro: no podéis servir á Dios y á Mammón (Mateo 6:24).

Éste es el último milagro de sanar que se documenta en este Evangelio.


VERSÍCULO 51: ¿QUÉ QUIERES QUE TE HAGA?

51Y respondiendo Jesús, le dice: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dice: Maestro (griego: Rabbouni), que cobre la vista.


“¿Qué quieres que te haga?” Jesús ha traído a este hombre al centro del escenario.  Ahora le digna aún más preguntándole lo que quiere.  Hace la misma pregunta que les preguntó a Jacobo y Juan (10:36) en el incidente que precede inmediatamente esta historia.  Jacobo y Juan respondieron pidiendo puestos de honor al lado derecho e izquierdo de Jesús – puestos desde donde serían vistos y envidiados – donde gente ordinaria tuviera que mirar hacia arriba para verles.

“Maestro” (Rabbouni).  En el Nuevo Testamento, vemos esta palabra Rabbouni solo aquí y cuando María reconoce a Cristo resucitado frente a la tumba (Juan 20:16).  Es una forma reverente de Rabí.

“que cobre la vista.”  La petición del hombre ciego es muy diferente a la de Jacobo y Juan.  No pide ser visto, sino ver – no pide honor, sino su vista – no pide ser superior a gente ordinaria, sino hacerse él mimo ordinario – no pide regir sobre otros, sino unirse a ellos en la experiencia humana.


VERSÍCULO 52: Y COBRÓ LA VISTA Y SEGUÍA Á JESÚS EN EL CAMINO

52Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha salvado (griego: sesoken se – sanado o salvado). Y luego cobró la vista, y seguía á Jesús en el camino (griego: hodo).


“Ve, tu fe te ha salvado” (sesoken).  La palabra sesoken (de la raíz sozo) tiene una alegre ambigüedad.  Puede significar sanado, hecho entero, o salvado.  En el caso de este hombre, los tres son verdad.  El hombre no solo recobra la vista y, por lo tanto, su puesto social, también se convierte en un seguidor de Jesús “en el camino.”  ¿Camino adónde? ¡A Jerusalén! ¡A la cruz! ¡A la tumba abierta!

“Y luego cobró la vista, y seguía á Jesús en el camino” (hodo).  Al principio de esta historia, encontramos a Bartimeo “sentado junto al camino (hodon)” (v. 46).  Ahora, al final de la historia, le encontramos siguiendo a Jesús “en el camino” (hodo).  Mientras que en versículo 46 hodon “es solo una indicación geográfica, en 10:52 la misma palabra funciona de manera teológica, referente al ‘camino’ del discipulado” (Donahue y Harrington, 317).  El sentido de esta palabra en estos dos versículos demuestra el cambio tan drástico en la vida de Bartimeo a causa de un breve encuentro con Jesús.

Quedan pocos días hasta el Viernes Santo.  No podemos evitar preguntarnos como Bartimeo sobrellevará los tumultuosos eventos de la próxima semana.  Por el vigor de su fe, es probable que lo haga mejor que los demás discípulos.  Al fin y al cabo, ahora Bartimeo puede ver, pero los discípulos siguen cegados.

“El sanar de Bartimeo es de particular significado para aquéllos que se encuentran fuera de la iglesia…  Llama la atención a personas que, perdidas en la multitud, pueden estar listas y ansiosas de tener un contacto vital con Jesucristo” (Williamson, 199-200).

LUNES 29
LUCAS 13, 10-17
VERSÍCULOS 10-17: UN RESUMEN

Esta historia sigue los talones de una serie de incidentes relacionados.  En este incidente, el que se opone a Jesús es el líder de la sinagoga – parte la elite religiosa.  Jesús acaba de presentar una fuerte denuncia contra los fariseos y abogados (11:37-54) – también contra miembros de la elite religiosa.  Entonces, caucionó a sus discípulos de la hipocresía de los Fariseos (12:1-3).  Después habló de la necesidad del arrepentimiento, diciendo, “si no os arrepintiereis, todos pereceréis” (13:5).  “Siguiéndolo de cerca…, este episodio identifica claramente “el príncipe de la sinagoga” (v. 14) y “todos sus adversarios” (v. 17) como ejemplo de aquéllos que necesitan este arrepentimiento” (Fitzmyer, 1011).

Esta historia se parece a 6:6-11 (Marcos 3:1-6), la historia de un hombre con una mano seca, y 14:1-6, de un hombre hidrópico.  En cada una de estas tres historias, Jesús sana en el Sábado y se le oponen líderes religiosos.  En 6:6-11, Jesús defendió sus acciones preguntando si era lícito hacer bien en los Sábados.  En 14:1-6, anotará que es permisible sacar un buey de un pozo en el Sábado – un argumento que se parece al de nuestra lección del Evangelio.

Estas tres historias “pueden reflejar la continua disputa entre la sinagoga y la iglesia (para la que Juan escribía), tratándose de la manera apropiada de respetar el Sábado” (Ringe, 187).

¿Qué significa respetar el sábado sagrado? Hoy, cristianos tienden a mirar la observación sagrada de manera casual.  Para la mayoría de cristianos hoy, esta observación incluye, a lo sumo, una hora de alabanza pública cada semana.  Aparte de eso, nos sentimos libres para entretenernos con trabajo, recreación, y compras.  Nos vendría bien recobrar lo que significa tiempo sagrado – tiempo para honrar a Dios.  Ser libres de la ley no nos libera de nuestra responsabilidad.  Si el príncipe de la sinagoga erró siendo demasiado legalista acerca del sábado, es más probable que nosotros erremos siendo demasiado casuales acerca las maneras y el tiempo que pasamos honrando a Dios.

Esta es la última vez que Jesús aparece en una sinagoga en este Evangelio.  Está claro que su oposición crece y se intensifica mediante sus victorias sobre oponentes con las discusiones verbales que acompañan sus curaciones.


VERSÍCULOS 10-13: MUJER, LIBRE ERES

10Y enseñaba en una sinagoga en sábado. 11Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad (griego: pneuma echousa astheneias – con espíritu enfermo) dieciocho años, y andaba agobiada, que en ninguna manera se podía enhestar. 12Y como Jesús la vio, llamóla, y díjole: Mujer, libre (griego: apolelusai – de la misma raíz de la palabraluei en v. 15 y luthenai en v. 16) eres de tu enfermedad.13Y puso las manos sobre ella; y luego se enderezó, y glorificaba á Dios.


“Y enseñaba en una sinagoga en sábado” (v. 10).  Es costumbre para Jesús asistir la sinagoga (4:16), y a menudo le invitan a enseñar.  Al escribir Lucas este Evangelio, el templo había sido destruido, y el centro de la vida religiosa judía se encontraba en las sinagogas.

“Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad (pneuma echousa astheneiasdieciocho años” (v. 11a).  Literalmente, la mujer tiene “un espíritu de debilidad o enfermedad” (pneuma echousa astheneias).  En versículo 16, su condición se describe como una atadura a Satanás, aunque Jesús no lo trata como un exorcismo.  Ha sufrido dieciocho años, y en un tiempo en que la expectativa de vida es corta, eso constituye la mitad de una vida.

“y andaba agobiada, que en ninguna manera se podía enhestar” (v. 11b).  Lucas, el médico, relata una condición médica – una que él, como médico humano, no podría curar.

Un problema de postura de esta magnitud interferiría con tareas diarias y relaciones sociales.  Pondría presión en los órganos del cuerpo, afectando la salud de varias maneras.  La mujer es forzada a pasar la vida mirando hacia abajo a la tierra en vez de hacia arriba al cielo.  No puede mirar a la gente a los ojos.

“Y como Jesús la vio, llamóla” (v. 12a).  La mujer vino a alabar y no para ser sanada.  No se acerca a Jesús ni pide ser curada.  No se menciona de la fe de la mujer.  En vez, Jesús toma la iniciativa – Jesús llama a la mujer – es la fe de Jesús que prepara el trasfondo de su curación.

“Mujer, libre (apolelusaeres de tu enfermedad” (v. 12b).  La palabra griega,apolelusai, viene de la misma raíz de la palabra luei (desatar) en versículo 15 y luthenai(liberar) en versículo 16.  Igual que la palabra creativa de Dios tiene poder (Génesis 1:3, 6, etcétera), así también la palabra de Jesús tiene poder.

“Y puso las manos sobre ella; y luego se enderezó, y glorificaba á Dios” (v. 13).  “Hubo numerosos fallos de decoro del Sábado en este incidente antes de ocurrir la curación,” como llamar la atención de una mujer durante alabanza y tocarla, arriesgándose a quedar profanado ritualmente (Nickle, 148).

Generalmente, poner las manos va acompañado de oración, pero aquí no se menciona.  La curación es inmediata.  Se endereza y empieza a glorificar a Dios.


VERSÍCULO 14: NO EN DÍAS DE SÁBADO

14Y respondiendo el príncipe de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese curado en sábado, dijo á la compañía: Seis días hay en que es necesario (griego: dei – un imperativo divino – mandado por Dios) obrar: en estos, pues, venid y sed curados, y no en días de sábado.


“Y respondiendo el príncipe de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese curado en sábado, dijo á la compañía” (v. 14a).  El príncipe de la sinagoga no le regaña a Jesús ni se dirige a él directamente, quizá porque ha oído que Jesús ha vencido a otros líderes religiosos al ser retado directamente.  El príncipe de la sinagoga tampoco regaña a la mujer que, al fin y al cabo, no pidió esta curación.  En cambio, se dirige a la multitud, así regañando indirectamente a Jesús y a la mujer.  Aunque entendemos que estaba equivocado, debemos admirar su voluntad de llevar a cabo lo que él consideraba su responsabilidad con Dios y el Sábado, corriendo el riesgo de confrontar la sabiduría de Jesús con la suya.

“Seis días hay en que es necesario obrar” (v. 14b).  El Cuarto Mandamiento (Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15) prohíbe trabajar los Sábados.  Cita el ejemplo de Dios, que descansó el séptimo día, y requiere que el día se guarde sagrado.  Al pueblo judío no solo se le prohíbe trabajar en el Sábado, pero también se les prohíbe trabajar a sus siervos o animales.  El Sábado y las regulaciones dietéticas, más que nada, ayudan a definir al pueblo judío.  Exactamente lo que constituye trabajo en el Sábado es una discusión que continúa entre rabíes, quienes han elaborado las reglas de observación apropiadas para el Sábado.

“en estos, pues, venid y sed curados, y no en días de sábado” (v. 14c).  La queja del príncipe de la sinagoga viene de la enfermedad crónica de la mujer.  Ha sufrido dieciocho años, su enfermedad no es aguda, y no está en peligro de muerte.  Las leyes del Sábado prohíben viajar los sábados, entonces ella y Jesús aún estarían en la ciudad al terminar el Sábado.  El Sábado es para honrar a Dios, entonces, ¿por qué no puede Jesús honrar a Dios manteniendo sagrado el Sábado (libre de trabajo) y sanar a la mujer después de terminar el Sábado? ¡Buena pregunta! Si la curación se hubiese retrasado unas horas, el sábado se hubiera respetado y la mujer sería sanada – ¡dos por el precio de uno!

Estamos tan acostumbrados a esta historia que fácilmente echamos de lado las preocupaciones honestas, aunque equivocadas, del líder de la sinagoga.  Si este hombre fuera necio, la historia perdería su fuerza.  Pero tiene una posición de responsabilidad e intenta proteger lo que él entiende como sagrado.  Lo que no logra comprender es que obras de compasión son sagradas.  El Tora, cuya intención es revelar la voluntad de Dios, se ha convertido en un velo que le cubre los ojos.

Jesús tiene palabras fuertes para este hombre, pero también tiene palabras fuertes para Marta (10:41-42), Pedro (Mateo 16:23), y para su propia madre (Lucas 2:49; 8:21; Juan 2:4).  El hecho de que Jesús regaña a una persona no significa que la persona sea necia.

Cada persona en un puesto de autoridad lucha por mantener los estándares y límites apropiados.  ¿Dónde se dibuja la raya? ¿Qué excepciones vas a aceptar? ¿Qué consecuencias impones por no mantener los estándares? Padres, profesores, empresarios, supervisores, oficiales de la ley y líderes religiosos luchan con estos temas.  En esta historia, Jesús pide que no dividamos tanto las reglas hasta el punto que perdemos de vista a la persona necesitada.  Es cosa de Dios ayudar a una persona así.  “El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado” (Marcos 2:27).


VERSÍCULOS 15-16: ¿NO CONVINIÓ DESATAR A ESTA HIJA DE ABRAHAM?

15Entonces el Señor le respondió, y dijo: Hipócrita (griego: hupokritai – actores), cada uno de vosotros ¿no desata (griego: luei – liberar – de la misma raíz de la palabraapolelusai en v. 12 y luthenai en v. 16) en sábado su buey ó su asno del pesebre, y lo lleva á beber? 16Y á esta hija de Abraham, que he aquí Satanás la había ligado dieciocho años, ¿no convino (griego: ouk edei – ¿no es necesario? ¿No es la voluntad de Dios?) desatarla (griego: luthenaide esta ligadura en día de sábado?


“Hipócrita cada uno de vosotros ¿no desata en sábado su buey ó su asno del pesebre, y lo lleva á beber?” (v. 15).  La palabra “hipócrita” la dirige a “cada uno de vosotros.”  Esto indica que Jesús se refiere a este hombre y a aquéllos que comparten su manera de pensar.  El príncipe de la sinagoga dirigió su crítica a la multitud en vez de dirigírsela a Jesús, pero Jesús les responde directamente a él y los suyos.  Si el príncipe de la sinagoga pretendía establecer su autoridad dirigiéndose a la multitud, Jesús pronto establece que es él el que está a cargo y no el príncipe de la sinagoga.

La hipocresía del príncipe de la sinagoga tiene que ver con su inconsistencia:

– El príncipe cree que el Tora permite ayudar animales en el Sábado – pero no humanos.

– El príncipe cree que, en el Sábado, es aceptable liberar (luei) un animal que ha estado atado unas horas pero que no es aceptable liberar (luthenai – de la misma raíz de la palabra luei) a una mujer que ha pasado dieciocho años atada.  Es importante anotar que, si fuera depravado de agua por un día, el animal no moriría.  También debemos anotar que sería posible llenar una artesa con agua antes del sábado y atar a los animales de manera que tengan acceso al agua.  Agua para el animal no es cuestión de vida o muerte más que lo es la espalda doblada de esta mujer.  No obstante, este líder de la sinagoga permitiría la pérdida de un animal en el sábado para disminuir la incomodidad del animal, pero critica a Jesús por extenderle a esta mujer una compasión similar.  No debemos pensar que esto constituye discriminación contra la mujer a causa de su género.  En el próximo capítulo, Lucas relatará una controversia parecida cuando Jesús sana un hombre hidrópico (14:1-6).

– El príncipe de la sinagoga cree que es sagrado “amar misericordia” (Miqueas 6:8), pero no durante el Sábado sagrado.

– El príncipe considera que liberar a una mujer de servidumbre a Satanás en el Sábado es una violación de la ley del Tora.

“Y á esta hija de Abraham, que he aquí Satanás la había ligado dieciocho años, ¿no convino (edei – de dei – un imperativo divino que refleja la voluntad de Dios)desatarla de esta ligadura en día de sábado? (v. 16).  “Cuando el propósito del descanso del Sábado es estar libre para alabar a Dios, Jesús hace precisamente esto al liberar a una mujer encadenada” (Reid, 395).  En vez de violar la ley del sábado, la liberación de esta mujer concuerda con las intenciones del Sábado y, en vez de disminuir la observación del Sábado, la embellece.  “Ya que el Sábado es especial, santificado por Dios mismo, ¿por qué no tomaría lugar tal triunfo de Dios sobre Satanás en este día?” (Evans, 208).  “Si es lícito cumplir la voluntad de Dios los primeros seis días de la semana, ¿cuánto más se han de cumplir la voluntad, la merced, y el amor de Dios en el Sábado?” (Stein, 374).

“esta hija de Abraham” (v. 16).  Esta frase solo ocurre aquí en el Antiguo y Nuevo Testamento, pero la frase, “hijo de Abraham,” ocurre varias veces, una de ellas en este Evangelio (19:9) cuando Jesús restaura Zaqueo como hijo de Abraham.  Antes, Jesús advirtió contra ignorar el arrepentimiento por el hecho de ser hijos de Abraham.  Advirtió, “puede Dios, aun de estas piedras, levantar hijos á Abraham” (3:8).  Esto no significa que ser hijo o hija de Abraham es inconsecuente.  En vez, significa que la verdadera calidad de hijo o hija incluye más que un linaje físico.

Jesús discute de menor a mayor.  Si está bien perder un buey o un burro en el sábado, debe estar bien perder a una hija de Abraham a quien Satanás tiene atada.  Es trabajo sagrado mostrar compasión en el sábado.  Es obra sagrada derrotar a Satanás en el sábado.


VERSÍCULO 17: MAS TODO EL PUEBLO SE GOZABA

17Y diciendo estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios: mas todo el pueblo se gozaba
De todas las cosas gloriosas que eran por él hechas.


“Y diciendo estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios” (v. 17a).  Jesús gana esta partida.  Sus opositores quedan avergonzados, y “todo el pueblo” se goza.  La multitud incluye gente corriente que conoce bien lo que es sufrir.  Pueden identificarse fácilmente con la mujer que ha sufrido tanto.  Gozan de su liberación de una enfermedad tan debilitante – y también por la incomodidad del príncipe de la sinagoga.  A menudo, gente corriente sufre bajo la rígida autoridad de los líderes, y seguro que esta multitud resiente las palabras de este hombre desde-lo-alto.  Gozan de ver como se le pone de nuevo en su lugar.

Solo fue recientemente que Jesús dijo, “Fuego vine á meter en la tierra: ¿y qué quiero, si ya está encendido? Empero de bautismo me es necesario ser bautizado: y ¡cómo me angustio hasta que sea cumplido! ¿Pensáis que he venido á la tierra á dar paz? No, os digo; mas disensión” (12:49-51).  Ahora vemos este principio demostrado.  División seguirá a lo largo del camino de Jesús a Jerusalén.

Podemos imaginar la ira que arde lentamente dentro de los que se oponen a Jesús que no olvidarán su humillación pública.  En el momento, no son capaces de retaliación, pero su momento llegará.

MARTES 30
LUCAS 13, 18-21
• El contexto. A lo largo del camino que lo conduce a Jerusalén, Jesús estaba rodeado por “miles” de personas (11,29) que se agolpaban en su entorno. El motivo de esta atracción de las multitudes es la Palabra de Jesús. En el cap. 12 aparece la sucesión alterna de los destinatarios de la Palabra: los discípulos (12,1-12), la multitud (vv.13-212), los discípulos (vv.22-53) la multitud (vv.54-59). Sin embargo, en Lc 13,1-35 el tema dominante es el escándalo de la muerte. En la primera parte se habla de la muerte de todos (vv.1-9), mientras que en la segunda se habla de la muerte de Jesús (vv.31-35) y de la muerte ahorrada a los pecadores para que puedan disponerse a la conversión. Pero al lado del tema dominante hay otro: la salvación ofrecida a los hombres. La curación de la mujer encorvada: una hija de Abraham a la que Satanás mantenía atada hacía dieciocho años, es liberada por Jesús. Además, en el corazón de este cap. 13, encontramos dos parábolas que forman una unidad temática: el reino de Dios comparado con el “grano de mostaza” y con la “levadura”.

• El Reino de Dios es semejante a una semilla de mostaza. Esta semilla es muy común en Palestina, de modo particular junto al lago de Galilea. Es conocida por su singular pequeñez. En Lc 17,6 Jesús usa esta imagen para expresar su esperanza de que sus discípulos tengan un mínimo de fe: “Si tuviereis fe como un grano de mostaza…”. Esta parábola tan sencilla compara dos momentos de la historia de la semilla: cuando es enterrada (los inicios modestos) y cuando se hace un árbol (el milagro final). Por tanto, la función del relato es explicar el crecimiento extraordinario de una semilla que se entierra en el propio jardín, a lo que sigue un crecimiento asombroso al hacerse un árbol. Al igual que esta semilla, el Reino de Dios tiene también su historia: el Reino de Dios es la semilla enterrada en el jardín, lugar que en el Nuevo Testamento indica el lugar de la agonía y de la sepultura de Jesús (Jn 18,1.26; 19.41); sigue después el momento del crecimiento en el que llega a ser un árbol abierto a todos.

• El Reino de Dios es semejante a la levadura. La levadura se esconde en tres medidas de harina. En la cultura hebrea, la levadura era considerada un factor de corrupción, hasta el punto que se eliminaba en las casas para no contaminar la fiesta de Pascua, que justamente empezaba la semana de los ázimos. El uso de este elemento negativo para describir el Reino de Dios era un motivo de perturbación para los oídos de los judíos. Pero el lector percibe su fuerza convincente: es suficiente meter una pequeña cantidad de levadura en tres medidas de harina para conseguir una gran cantidad de pasta. Jesús anuncia que esta levadura, escondida o desaparecida en las tres medidas de harina, después de un tiempo, hace crecer la masa.

• Efectos del texto en el lector. ¿Qué nos dicen a nosotros estas dos parábolas? El Reino de Dios, comparado por Jesús a una semilla que se convierte en árbol, nos acerca a la historia de Dios como la historia de su Palabra: está escondida en la historia humana y va creciendo; Lucas piensa en la Palabra de Jesús (el reino de Dios está en medio de vosotros) que ya está creciendo pero que todavía no se ha convertido en árbol. Jesús y el Espíritu Santo están dando soporte a este crecimiento de la palabra. La imagen de la levadura completa el cuadro de la semilla. La levadura es el Evangelio que actúa en el mundo, en la comunidad eclesial y en cada creyente.

MIÉRCOLES 31
LUCAS 13, 22-30

El evangelio de hoy nos relata un episodio acontecido durante el largo camino de Jesús desde Galilea hasta Jerusalén, cuya descripción ocupa más de una tercera parte del evangelio de Lucas (Lc 9,51 a 19,28).

Lucas 13,22: El camino de Jerusalén. “Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén.”. Más de una vez Lucas dice que Jesús está de camino hacia Jerusalén. En los diez capítulos que describen el viaje hasta Jerusalén (Lc 9,51 a 19,28), Lucas, constantemente, recuerda que Jesús está de camino hacia Jerusalén (Lc 9,51.53.57; 10,1.38; 11,1; 13,22.33; 14,25; 17,11; 18,31; 18,37; 19,1.11.28). lo que es claro y es definido desde el comienzo el es destino del viaje: Jerusalén, la capital, donde Jesús será condenado a muerte (Lc 9,31.51). Raramente, informa sobre el recorrido y los lugares por donde Jesús pasaba. Sólo al comienzo del viaje (Lc 9,51), en medio (Lc 17,11) y al final (Lc 18,35; 19,1), sabemos algo respecto del lugar por donde Jesús estaba pasando. De este modo, Lucas sugiere la siguiente enseñanza: tenemos que tener claro el objetivo de nuestra vida, y asumirlo decididamente como hizo Jesús. Debemos caminar. No podemos detenernos. Pero no siempre es claro y es definido por dónde pasamos. Lo que es cierto es el objetivo: Jerusalén, donde nos espera el “éxodo” (Lc 9,31), la pasión, la muerte y la resurrección.

Lucas 13,23: La pregunta sobre los pocos que se salvan. A lo largo del camino hacia Jerusalén acontece de todo: informaciones sobre las masacres y los desastres (Lc 13,1-5), parábolas (Lc 13,6-9.18-21), discusiones (Lc 13,10-13) y, en el evangelio de hoy, preguntas de la gente: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?" ¡Siempre la misma pregunta alrededor de la salvación!

Lucas 13,24-25: La puerta estrecha. Jesús dice que la puerta es estrecha: " Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán.”. Jesús ¿dijo esto para llenarnos de miedo y obligarnos a observar la ley como enseñaban los fariseos? ¿Qué significa esta puerta estrecha? ¿De qué se trata? En el Sermón de la Montaña Jesús sugiere que la entrada en el Reino tiene ocho puertas. Son las ocho categorías de personas de las bienaventuranzas: (a) pobres de espíritu, (b) mansos, (c) afligidos, (d) hambrientos y sedientos de justicia, (e) misericordiosos, (f) limpios de corazón, (g) constructores da paz y (h) perseguidos por causa de la justicia (Mt 5,3-10). Lucas las reduce a cuatro: (a) pobres, (b) hambrientos, (c) tristes y (d) perseguidos (Lc 6,20-22). Solamente entran en el Reino los que pertenecen a una de estas categorías enumeradas en las bienaventuranzas. Esta es la puerta estrecha. Es la nueva mirada sobre la salvación que Jesús nos comunica. ¡No hay otra puerta! Se trata de la conversión que Jesús nos pide. Insiste en lo siguiente: " Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: `¡Señor, ábrenos!' Y os responderá: `No sé de dónde sois.”. El tiempo hasta la hora del juicio, es tiempo favorable para la conversión, para cambiar nuestra visión sobre la salvación y entrar en una de estas ocho categorías.

Lucas 13,26-28: El trágico malentendido. Dios responde a los que llaman a la puerta: “No sé de dónde sois”. Pero ellos insisten y argumentan: ¡Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras! No basta haber convivido con Jesús, no basta haber participado en la multiplicación de los panes y haber escuchado sus enseñanzas en las plazas de las ciudades y en los poblados. No basta haber ido a la iglesia y haber participado en las instrucciones del catecismo. Dios responderá: ¡No sé de dónde sois!. Retiraos de mí, todos los malhechores!”. Trágico malentendido y falta total de conversión, de comprensión. Jesús declara injusticia aquello que los demás consideran ser cosa justa y agradable a Dios. Es una visión totalmente nueva sobre la salvación. La puerta es realmente estrecha.

Lucas 13,29-30: La clave que explica el malentendido. “Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos.”. Se trata de un gran cambio que se operó con la venida de Dios hasta nosotros en Jesús. La salvación es universal y no sólo del pueblo judío. Todos los pueblos tendrán acceso y podrán pasar por la puerta estrecha.