JUEVES 01 DE DICIEMBRE
MATEO 7, 21.24-27
VERSÍCULOS 13-27:
ANCHAS PUERTAS Y FALSOS PROFETAS
Nuestra lección
del Evangelio es parte de una unidad más grande (vv. 13-17) en la que:
- Jesús nos
advierte de las puertas anchas y carreteras amplias que llevan a la
destrucción. Nos pide que pasemos por las puertas pequeñas y las
carreteras estrechas que llevan a la vida (vv. 13-14). No solo somos
tentados por pecados obvios (el mal uso del sexo, el dinero, y el poder), pero
también somos tentados a tomar atajos para crear el reino. Recuerdo una
señal delante de una iglesia que anunciaba, “Menos hablar, más ‘rock’.”
Habíamos estado buscando un lugar donde venerar pero, después de ver la señal,
dimos la vuelta, nos metimos en el coche, y encontramos otra iglesia. La
iglesia que se preocupa más por llenar los bancos que por crear discípulos
seguramente no cumplirá ninguna de esas dos preocupaciones.
- Jesús nos
advierte de falsos profetas, lobos feroces disfrazados de ovejas – que quieren
ser conocidos por sus frutos (vv. 15-18). En el tiempo de Mateo, la
iglesia estaba luchando contra persecución de fuera, y también contra falsos
líderes en su interior.
- Jesús
advierte que cada árbol que no dé buenos frutos será cortado y echado al fuego
(v. 19).
- Jesús
advierte que solo los que hacen la voluntad del Padre en el cielo pueden
esperar entrar en el reino del cielo (vv. 21-23).
- Jesús
advierte que los que no actúan según sus palabras son como una casa construida
en la arena – dirigida hacia un gran colapso (vv. 24-27).
Cada una de
estas advertencias describe dos tipos de gente – aquéllos que escogen el camino
correcto y aquéllos que escogen el camino equivocado – aquéllos que producen
buenos frutos y aquéllos que no lo hacen – aquéllos que cumplen la voluntad del
Padre y aquéllos que no la cumplen – y aquéllos que construyen sobre roca o
aquéllos que construyen sobre arena. “El concepto de dos caminos se
refleja en el amplio espectro de textos judíos (cf. Deuteronomio 11:26;
30:15-20; Salmo 1:6; Jeremías 21:8; ... y el libro completo de Proverbios)...
El epílogo del Sermón de Jesús contiene la huella de esta tradición. Para
Mateo, hay dos caminos diferentes por los que viajar, dos maneras distintas
para construir, aquí y ahora. Al final, estos dos caminos tendrán fines
diferentes (cf. las parábolas del final en capítulo 25). Por lo tanto,
escoger el camino correcto es de suma importancia” (Gardner). A lo largo
de la vida, hacemos selecciones que llevan a la vida o a la muerte – a la salvación
o a la condenación.
VERSÍCULOS 21-23:
NO TODO EL QUE ME DICE, “SEÑOR,
SEÑOR”
21No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los
cielos. 22Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en
tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos mucho
milagros? 23Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí,
obradores de maldad (Griego: anomian – sin
ley).
Jesús describe
gente que aparenta cumplir un gran ministerio. Esta gente no solo le
llama a Jesús ‘Señor,’ sino que también logra hacer actos espectaculares en el
nombre de Jesús. Ellos profetizan, expulsan demonios, y cumplen grandes
hazañas por la causa de Cristo. “Debemos recordar que señales y
maravillas pueden venir de otros lugares que no sean de Dios, incluyendo el
mundo demoníaco y el mundo de fabricación humana” (Blomberg, 131).
Pensamos, por ejemplo, de los evangelistas de la televisión – actores que les
dicen a minusválidos que tiren sus muletas para el beneficio de la cámara –
venden pañuelos de oración para sacar dinero – su tiempo televisivo se dedicada
más a la recaudación de fondos que al ministerio – explotan a los vulnerables
por motivos personales.
Pero no debemos
suponer que Jesús dirige estas palabras solo a los demás. ¿Quiénes somos
nosotros para decir que gente con pequeños ministerios permanecerá exenta? ¿Es
posible que Jesús rechace a una persona que haya dedicado su vida al
ministerio? ¿Es posible que Jesús rechace un clérigo con años de experiencia,
un diácono, un miembro del coro, un profesor de catecismo, o el presidente de
una junta? Si es así, ¿por qué? ¿Por cuál criterio se nos juzgará? ¿Cómo
decidirá Jesús si aceptarnos o rechazarnos?
La línea
divisora es si hemos cumplido con la voluntad del Padre o no (v. 21). “La
enseñanza del Sermón en el Monte no es para ser admirada, sino para ser
obedecida” (R.T. France, citado en Blomberg, 133). Ningún título
teológico ni un gran número de años de oficiar en una iglesia nos podrán
salvar. Un currículo que impresionaría un comité de búsqueda pastoral no
influiría al Señor con su capacidad de ver a través de las cosas – capaz de ver
hasta lo más profundo de nuestros corazones espirituales.
Es muy fácil
ocuparnos del trabajo de la iglesia sin pararnos a pensar si de verdad estamos
obedeciéndole a Jesús – ocuparnos de programas mientras que nos olvidamos de
las personas – preparar sermones mientras que nos olvidamos de rezar – hacer
grandes cosas en el nombre de Jesús mientras que nos olvidamos de Jesús –
suponer que bancos llenos validan nuestro ministerio cuando el hecho es que
hemos perdido contacto con el Señor.
“Entonces, no
es suficiente que la comunidad cristiana se pregunte ‘¿se centran en Cristo?’
Ni es bastante... preguntar ‘¿ganan personas para Cristo?’ También deben preguntarse,
¿buscan ellos hacer y mover a gente para que cumpla la voluntad del Padre como
ésta se muestra en las enseñanzas de Jesús?’” (Bruner, 286).
Si cumplir la
voluntad del Padre es tan importante, ¿cuál es la voluntad del Padre?
Para Mateo, la voluntad del Padre es guardar el Tora según lo interpretó
Jesús. En el Sermón en el Monte, Jesús nos dice que obediencia requiere
pobreza de espíritu, lamentación, timidez, hambre y sed por la verdad, piedad,
pureza de corazón, y hacer la paz (5:2-11). Requiere que:
1.
Dejemos brillar nuestra luz (5:16);
2.
Guardemos los mandamientos (5:17-20);
3.
Tratemos ira y resolvamos conflictos
(5:21-26);
4.
Mantengamos relaciones matrimoniales
apropiadas (5:27-32);
5.
Hablemos honestamente sin fanfarrias ni
juramentos (5:34-37);
6.
Actuemos de manera cariñosa y generosa –
hasta con nuestros enemigos (5:38-48);
7.
Demos limosna y recemos en secreto
(6:1-6);
8.
Perdonemos (6:14-15);
9.
Busquemos primero el reino de Dios
(6:24-34);
10.
Nos abstengamos de juzgar (7:1-5).
En la continuación
de este Evangelio, Jesús ofrece más información de la voluntad de Dios.
Hemos de mostrar merced (9:13); decir la palabra que Dios nos da hasta en
circunstancias adversas (10:19-20); cuidar a los pequeños y buscar y salvar a
los perdidos (18:10-14); resolver conflictos (18:15-17); preservar justicia,
merced, y fe (23:23); alimentar al hambriento, dar de beber al sediento, dar la
bienvenida al extranjero, vestir al desnudo, visitar al prisionero (25:31-46);
y hacer discípulos de todas las naciones (28:16-20).
Esto nos hace
pensar de la salvación por medio de obras. ¿Somos salvados por lo que
Jesús ha hecho, o por lo que nosotros hacemos? Sería fácil malinterpretar
el requisito de Jesús de hacer la voluntad de Dios. Jesús no defiende la
salvación por medio de obras sino la fe autentica que rinde buenos frutos – que
nos impulsa a actuar de acuerdo con la voluntad de Dios – que nos guía hacia la
acción leal.
“En aquel día”
(v. 22) se refiere al Día del Juicio. “Profecía” no es “simple ni principalmente
una predicción del futuro, aunque eso pueda estar incluido (Hechos 11:27-28;
21:10-11), también es una proclamación de la verdad en su sentido más amplio,
hasta que en la posesión de poder” (Hagner).
En v. 23 Jesús
advierte que repudiará cualquier relación con el anomia, que la NRSV traduce
como “obradores de maldad.” Anomia viene de la palabra griega para ley (nomos).
La “a” con la que empieza la palabra reversa el significado, entonces, anomia
significa “sin ley” – el rechazo del Tora según fue interpretado por Jesús.
“Juicio y
gracia no están separados en la narrativa de Mateo, como si una viniese de un
Dios furioso y la otra de un Jesús cariñoso. En vez, juicio y gracia son,
ambos, dimensiones del movimiento de Dios hacia el mundo” (Brueggemann, 353).
VERSÍCULOS 24-25:
UN HOMBRE PRUDENTE, QUE EDIFICÓ
SOBRE LA PEÑA
24Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé
á un hombre prudente, que edificó su casa sobre la peña; 25Y descendió lluvia,
y vinieron ríos, y soplaron vientos, y combatieron aquella casa; y no cayó:
porque estaba fundada sobre la peña.
Jesús puede
hablar con autoridad sobre la construcción de casas. Como un carpintero
(Marcos 6:3), Jesús comprende la construcción de casas. Aquí habla como un
arquitecto, aconsejándonos sobre el principio más importante de construcción –
establecer los cimientos. Ningún plan puede ser finalizado antes de tener
un lugar en el que construir, y nada es más importante que tener fuertes
cimientos en ese lugar. Cimientos fuertes hacen posible que la casa
sobreviva al pasar por tormentas terribles.
Cuando
describimos una casa, podemos hablar del color de la pintura, el número de
habitaciones, o el diseño de la cocina. Jesús habla solo de los
cimientos. Lo que distingue esta casa de otras es que, siendo construida
sobre fuertes cimientos, puede sobrevivir el peor clima imaginable. Su
fuerza fue establecida al principio – con los cimientos.
Anote que la
casa no se libra de las tormentas. Su supervivencia no depende de si está
protegida o no. Esto sugiere que Dios no protege a los cristianos de las
tormentas de la vida (enfermedades, accidentes, muertes, perdidas de trabajo,
etcétera). Mientras que la fe puede reducir nuestro nivel de estrés y la
oración puede, en algunas circunstancias, llevar a curas milagrosas, cristianos
deben estar preparados para vivir las tormentas y las tragedias tan comunes
para el ser humano.
La prueba
final, por supuesto, es “la última prueba, el día del juicio” (Keener,
167). Ese día, Dios eliminará todos los pretextos. Aquéllos que
solo aparentan tener fe se quedarán tan desechos como una casa floja en medio
de un gran huracán.
¿Qué es lo que
nos da cimientos fuertes? Oír y cumplir con las palabras de Jesús (v.
24). “El estándar de la ortodoxia, del bien, se encuentra en las palabras
de Jesús, no en las palabras del Tora” (Hagner).
Antes de poder
cumplir las palabras de Jesús, las debemos oír. La fuente más creíble de
las palabras de Jesús está en las escrituras, la predicación y enseñanza de la
iglesia, y en el misterio de los sacramentos. También podemos oír las
palabras de Jesús en libros cristianos, música, y prensa, y también en el
consejo de amigos cristianos. Además, hasta que es posible que Cristo nos
hable por medios menos tradicionales – libros seculares, obras, películas,
música, o experiencias personales. Sin embargo, necesitamos reconocer que
lo menos tradicional que sea el medio, lo menos creíble que será el
mensaje. Debemos examinar cada posibilidad, poniéndola al lado de la
escritura para verificar su validez.
VERSÍCULOS 26-27:
UN HOMBRE INSENSATO QUE EDIFICÓ
SOBRE LA ARENA
26Y cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, le compararé á
un hombre insensato (griego: moro – de moros), que edificó su casa sobre la
arena; 27Y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, é hicieron
ímpetu en aquella casa; y cayó, y fué grande su ruina.
Jesús nos contó
del hombre sabio. Ahora nos cuenta del hombre tonto. La palabra
griega es moros – de la que sacamos la palabra morón.
El hombre sabio
y el hombre tonto se encuentran en circunstancias idénticas – lluvia
devastadora, diluvios, y viento. La diferencia no se encuentra en las
circunstancias de cada hombre, sino en la casa (que sirve de metáfora para el
hombre mismo). La casa del hombre sabio sobrevive porque la construyó
sobre roca (las palabras de Jesús). La casa del hombre tonto se cae
porque éste la construyó sobre arena. La diferencia está en si han hecho
lo que Jesús enseñó o no.
Nuestra cultura
secular nos dice que no es tan simple. Insiste en que la sabiduría
verdadera requiere una buena educación – un porfolio de inversiones
diversificado – un seguro contra catástrofe – sexo protegido – ejercicio – una
dieta nutritiva – una visita anual al médico. Irónicamente, gente que
rechaza el fervor religioso, creyéndolo fanático, a menudo es la gente más
fervorosa sobre estas cosas. En muchos casos, el dinero y la salud se han
convertido en su Dios.
Antes en este
sermón (el Sermón en el Monte), Jesús se refirió a este materialismo, diciendo:
“No os congojéis pues, diciendo: ¿Qué comeremos, ó qué beberemos, ó con qué nos
cubriremos?
Porque los
Gentiles buscan todas estas cosas: que vuestro Padre celestial sabe que de
todas estas cosas habéis menester. Mas buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (6:31-33).
La gente que
Jesús describe como ‘sabia’ o ‘tonta’ es gente religiosa. Han tratado de
obedecer las palabras de Jesús. “La casa que se derrumba es la casa
cristiana que encuentra las palabras de Jesús como algo bastante importante de
oír, pero no lo suficientemente realista para vivir” (Bruner, 290).
VIERNES 02 DE DICIEMBRE
MATEO 9, 27-31=MARCOS, 10, 46-52
CAPÍTULOS 8-11:
EL CONTEXTO
En estos
capítulos tenemos dos historias de sanar de dos hombres ciegos (8:22-26 y
10:46-52). Entre las dos historias, Jesús viaja con los discípulos hacia
Jerusalén. En camino, les habla a los discípulos de su muerte venidera
(8:31-33; 9:30-32; 10:32-34), pero a cada predicción responden de una manera
inapropiada, demostrando su ceguera hacia el futuro que Jesús quiere
revelarles.
Marcos utiliza
estas dos historias de hombres ciegos para marcar una serie de historias de
discípulos cegados espiritualmente. Además, se fija en el círculo íntimo
de Jesús – Pedro, Jacobo, y Juan – para prestarles atención especial. Son
privilegiados por haber estado con Jesús en la Transfiguración (9:2-8), pero
parecen estar ciegos a las verdades que Jesús intenta enseñarles.
La historia de
Bartimeo es la última historia de sanar en este Evangelio y pone fin a capítulo
10. Capítulo 11 presenta la Entrada Triunfal a Jerusalén (11:1) que, por
supuesto, es el preludio de su crucifixión.
VERSÍCULO 46:
UN MENDIGO SENTADO JUNTO AL CAMINO
46Entonces vienen á Jericó: y saliendo él de Jericó y sus discípulos y
una gran compañía, Bartimeo (arameo:
bar significa hijo de) el
ciego, hijo de Timeo (griego:
ho huios timaiou, el hijo de Timeo), estaba sentado junto al camino (griego: ten hodon – la carretera, el camino) mendigando.
“Entonces
vienen á Jericó” (v. 46). Quince millas montañosas
bajo Jerusalén, Jericó es una de las ciudades más antiguas del mundo que han
estado continuamente ocupadas.
“y saliendo él
de Jericó y sus discípulos y una gran compañía” (v. 46).
Las calles estarían llenas de peregrinos de todas partes dirigiéndose hacia la
Ciudad Santa. La fama de Jesús le precede, y gente espera vislumbrar,
aunque sea solo un poquito, al hombre que algunos consideran el Mesías.
Quizá puedan presenciar un milagro – o recibir una bendición – o escuchar unas
palabras de sabiduría – o hasta ver chispas volar entre Jesús y sus
enemigos. En todo caso, promete ser un gran desfile.
Jericó es el
hogar de muchos sacerdotes y Levitas que sirven en el templo de
Jerusalén. Algunos de ellos se encontrarán en esta multitud, temerosos
quizá del impacto que este joven profeta pueda tener en sus vidas – vidas
profundamente enraizadas en tradición. El aparente desdeño de Jesús hacia
tradición debe incomodarles. Seguramente algunos se mantienen a los lados,
intentando reunir el valor necesario para retar a Jesús cuando pase por
delante.
“Bartimeo el
ciego, hijo de Timeo” (v. 46). Bar significa hijo
de en arameo, un idioma similar al hebreo y la lengua común de judíos
palestinos de la época de Jesús. Marcos incluye el nombre arameo y lo
traduce al griego para lectores gentiles. Timao (griego) significa
honrar, entonces, Bartimeo puede significar hijo de honor.
“Marcos contrasta claramente el significado del nombre con la ocupación del
hombre. ¡Un hijo de honor está mendigando al lado de la carretera! Este
hombre, que vive cada día con la vergüenza de su condición, le da a Jesús
títulos de honor. Antes de terminar la narrativa, vemos a Bartimeo, su
honor ya plenamente restaurado, uniéndose a Jesús en su camino hacia la
deshonra y vergüenza” (Geddert, 253).
Marcos no suele
nombrar aquéllos que benefician de milagros – solo nombra a Jairo y Bartimeo en
este Evangelio. Puede ser que Bartimeo sea activo en la iglesia y
conocido por los lectores de Marcos.
“el
ciego…mendigando” (v. 46). La mayoría de hombres
ciegos eran mendigos, considerados de manera caritativa. “Bartimeo es la
plena imagen de alguien sin nada que ofrecer, nada que declarar” (Craddock,
452).
“estaba sentado
junto al camino” (v. 46). El camino es un lugar para
marginados. Normalmente un lugar tranquilo al lado de la carretera, este
día sería ruidoso a causa de los peregrinos dirigiéndose a Jerusalén.
Imagínate la dificultad de Bartimeo para entender lo que está pasando con la
confusión de la ruidosa multitud. No solo es ciego, pero tampoco parece
tener amigos que le ayuden.
VERSÍCULOS 47-48:
“HIJO DE DAVID, TEN MISERICORDIA DE
MÍ”
47Y oyendo que era Jesús el Nazareno (griego: ho Nazarenos – el Nazareno), comenzó á dar voces y decir: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de
mí. 48Y muchos le reñían, que callase: mas él daba mayores voces: Hijo de
David, ten misericordia de mí.
“Jesús
el Nazareno” (v. 47a) – no Iesous apo Nazaret (Jesús de Nazarea)
como en 1:9. “Una expresión similar se usa para Sansón en Jueces 16:17…,
llamado naziraios theou, el poderosamente ungido de Dios. El uso
de Marcos de la palabra ‘Nazareno’ en las historias de sanar de 1:24 y 10:47
también pueden tener connotaciones del poderoso ungir de Jesús por parte de
Dios” (Edwards, 329).
“Jesús, Hijo de
David, ten misericordia de mí” (v. 47b). Marcos no incluye
genealogía, entonces, puede utilizar el título “Hijo de David,” para establecer
la descendencia davídica de Jesús – su sangre real. En Mateo, el ángel se
le aparece a José, llamándole, “José, hijo de David” (Mateo 1:20), se supone
que por esta misma razón. Marcos también puede utilizar “Hijo de David”
como un título mesiánico. Más adelante, Jesús citará escritura para
demostrar que él es, no solo hijo de David, sino también Señor de David
(12:35-37).
Mateo, que
escribió este Evangelio para lectores judíos, utiliza el título “Hijo de David”
once veces. Marcos y Lucas, quienes escribieron sus Evangelios para
lectores gentiles, usan el título solo una y dos veces respectivamente.
La descendencia davídica de Jesús obviamente significa más para lectores judíos
que para lectores gentiles.
Hasta ahora,
Jesús ha intentado mantener a un mínimo lo que dice de su obra mesiánica –
eruditos hablan del “secreto mesiánico.” Pero Jesús no le reclama a
Bartimeo por llamarle “Hijo de David,” un título que se puede comprender de
manera mesiánica. La razón es bastante simple. Antes de ahora, su
tiempo aún no había llegado, pero ahora sí. Está listo para entrar en
Jerusalén – listo para confrontar el establecimiento religioso – listo para
morir.
Cabe destacar
que Bartimeo se fija en Jesús en vez de en mendigar. En esa cultura,
gente creía ganar merito ayudando a mendigos, y es de esperar que peregrinos en
camino a la Ciudad Santa querrían ser particularmente generosos. Mendigos
dependían de estos días especiales para gran parte de su ingreso – tal como
mercaderes de hoy dependen de la Navidad.
No podríamos
culpar a Bartimeo si él estuviera contento con sus circunstancias. No
sigue ningún horario laboral ni ha de responder a ningún hombre. Su vida
de mendigo, aunque sea menos de lo ideal, es familiar y cómoda. Sin
embargo, el grito de Bartimeo demuestra que ha oído de Jesús, que ha estado
escuchando para ver si le oye, que está determinado a llamarle la
atención. Quiere la ayuda que cree que Jesús puede ofrecerle.
“Y muchos le
reñían, que callase” (v. 48a). La multitud quiere
disfrutar la marcha. Bartimeo disturbe su diversión, por eso le mandan
callar – pero Bartimeo no será calmado. ¡Nunca ha tenido él tal
esperanza! Si Jesús desaparece por la próxima curva, nunca tendrá esta esperanza
otra vez. Para Bartimeo ésta es, literalmente, la oportunidad de la
vida. Continúa gritando – pidiendo piedad.
“mas él daba
mayores voces: Hijo de David, ten misericordia de mí” (v.
48b). Bartimeo no será callado solo para complacer a la multitud.
Su futuro – su vida – está en juego.
VERSÍCULOS 49-50:
JESÚS MANDÓ LLAMARLE
49Entonces Jesús parándose, mandó llamarle: y llaman al ciego,
diciéndole: Ten confianza: levántate, te llama. 50El entonces, echando (griego: apobalon – echando de lado) su capa, se levantó, y vino á Jesús.
“Entonces
Jesús parándose” (v. 50a). Entre el ruido de la multitud, Jesús oye
el llanto de este mendigo, y se detiene de inmediato. Los oídos de Jesús
están predispuestos a escuchar a los marginados: La mujer con la hemorragia
(5:25-34) – el endemoniado garadeno (5:1-20) – los enfermos de Genesaret
(6:53-56) – la mujer siro fenicia (7:24-30) – el ciego en Betsaida (8:22-25) –
el niño con un demonio (9:14-29) – niños pequeños (10:13-16) – y ahora, este
hombre ciego sentado al lado de la carretera.
Jesús no se
dirige al hombre ciego directamente, sino que “mandó llamarle” (v. 49) – le
manda a la multitud que pare de obstruir y empiece a capacitar – reemplaza
brazos tiesos con manos que ayudan. Entonces, antes de sanar al ciego, Jesús
le digna – le pasa del margen al centro del escenario – le pone bajo el foco –
le da un papel estrella. “El contraste está marcado: Jesús, hijo de David
(y como tal, el ‘primer’ ciudadano de Israel), se detiene para ayudar a un
mendigo sin importancia… (uno de los ‘últimos’ ciudadanos de Israel)” (Evans,
131).
Existen fuertes
paralelos entre esta historia y la bendición anterior que Jesús dio a los niños
pequeños (10:13-16):
- Los
discípulos intentaron prevenir que padres trajeran sus hijos a Jesús igual que
la multitud intentó silenciar a Bartimeo (vv. 13, 48).
- Las
instrucciones de Jesús para los discípulos “Dejad los niños venir” (v. 14), se
paralelan a sus instrucciones para esta multitud cuando, “mandó llamarle” (v.
49).
- En ambos
casos, Jesús alarga la mano con autoridad para incluir a los débiles y
vulnerables, sirviendo de ejemplo del autentico ministerio cristiano.
“El entonces,
echando (apobalon – echando de lado – abandonando) su capa, (Bartimeo)
se levantó, y vino á Jesús” (v. 50). Generalmente mendigos se sientan
con sus capas estrechadas en la tierra ante ellos para recoger las monedas que
tiran los transeúntes. La capa de este hombre es tan importante para su
bienestar como un bote lo es para un pescador o un puesto para un
recaudador. Igual que los demás abandonaron botes y puestos para seguir a
Jesús, este hombre echa de lado capa y monedas para ponerse ante el Hijo de
David. Difiere bastante del hombre rico que, anteriormente en este
capítulo, no podía convencerse de vender sus riquezas (10:17-27). Las
acciones del ciego nos recuerdan a:
- La
advertencia “teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos,
dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos con paciencia la
carrera que nos es propuesta” (Hebreos 12:1).
- Las palabras
de Jesús, “Ninguno puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y
amará al otro, ó se llegará al uno y menospreciará al otro: no podéis servir á
Dios y á Mammón (Mateo 6:24).
Éste es el
último milagro de sanar que se documenta en este Evangelio.
VERSÍCULO 51:
¿QUÉ QUIERES QUE TE HAGA?
51Y respondiendo Jesús, le dice: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego
le dice: Maestro (griego: Rabbouni), que cobre la vista.
“¿Qué
quieres que te haga?” Jesús ha traído a este hombre al centro del
escenario. Ahora le digna aún más preguntándole lo que quiere. Hace
la misma pregunta que les preguntó a Jacobo y Juan (10:36) en el incidente que
precede inmediatamente esta historia. Jacobo y Juan respondieron pidiendo
puestos de honor al lado derecho e izquierdo de Jesús – puestos desde donde
serían vistos y envidiados – donde gente ordinaria tuviera que mirar hacia
arriba para verles.
“Maestro” (Rabbouni).
En el Nuevo Testamento, vemos esta palabra Rabbouni solo aquí y cuando
María reconoce a Cristo resucitado frente a la tumba (Juan 20:16). Es una
forma reverente de Rabí.
“que cobre la
vista.” La petición del hombre ciego es muy diferente a la de Jacobo y
Juan. No pide ser visto, sino ver – no pide honor, sino su vista – no
pide ser superior a gente ordinaria, sino hacerse él mimo ordinario – no pide
regir sobre otros, sino unirse a ellos en la experiencia humana.
VERSÍCULO 52:
Y COBRÓ LA VISTA Y SEGUÍA Á JESÚS EN
EL CAMINO
52Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha salvado (griego: sesoken se – sanado o salvado). Y luego cobró la vista, y seguía á Jesús en
el camino (griego: hodo).
“Ve, tu fe te
ha salvado” (sesoken). La palabra sesoken (de la raíz sozo)
tiene una alegre ambigüedad. Puede significar sanado, hecho entero, o
salvado. En el caso de este hombre, los tres son verdad. El hombre
no solo recobra la vista y, por lo tanto, su puesto social, también se
convierte en un seguidor de Jesús “en el camino.” ¿Camino adónde? ¡A
Jerusalén! ¡A la cruz! ¡A la tumba abierta!
“Y luego cobró
la vista, y seguía á Jesús en el camino” (hodo). Al principio
de esta historia, encontramos a Bartimeo “sentado junto al camino (hodon)”
(v. 46). Ahora, al final de la historia, le encontramos siguiendo a Jesús
“en el camino” (hodo). Mientras que en versículo 46 hodon
“es solo una indicación geográfica, en 10:52 la misma palabra funciona de
manera teológica, referente al ‘camino’ del discipulado” (Donahue y Harrington,
317). El sentido de esta palabra en estos dos versículos demuestra el
cambio tan drástico en la vida de Bartimeo a causa de un breve encuentro con
Jesús.
Quedan pocos
días hasta el Viernes Santo. No podemos evitar preguntarnos como Bartimeo
sobrellevará los tumultuosos eventos de la próxima semana. Por el vigor
de su fe, es probable que lo haga mejor que los demás discípulos. Al fin
y al cabo, ahora Bartimeo puede ver, pero los discípulos siguen cegados.
“El sanar de
Bartimeo es de particular significado para aquéllos que se encuentran fuera de
la iglesia… Llama la atención a personas que, perdidas en la multitud,
pueden estar listas y ansiosas de tener un contacto vital con Jesucristo”
(Williamson, 199-200).
SÁBADO 03 DE DICIEMBRE
MATEO 9, 35-10,1.6-8
VERSÍCULOS 35-38:
UNA COSECHA ABUNDANTE, PERO POCOS LABRADORES
35Y rodeaba Jesús por todas las ciudades y aldeas, enseñando en las
sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda
enfermedad y todo achaque en el pueblo.
36Y viendo las gentes, tuvo compasión de ellas; porque estaban
derramadas y esparcidas como ovejas que no tienen pastor. 37Entonces dice
á sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
38Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros á su mies.
Versículo 35
resume el ministerio de Jesús en casi las mismas palabras que 4:23, la
introducción al Sermón en el Monte. Anote los verbos. Jesús sigue
(1) enseñando, (2) predicando, y (3) sanando. Comisiona a los discípulos
que sean sus compañeros en esas actividades (10:7-8), aunque no les comisiona
que enseñen hasta después de la resurrección (28:19-20). Por lo tanto, el
ministerio de los discípulos sigue y crece naturalmente del ministerio de
Jesús. Jesús les define la forma que tomará su ministerio – primero por
el ejemplo de su ministerio y segundo, con esta comisión (10:7-8).
“Y viendo las
gentes, tuvo compasión de ellas” (v. 36). Jesús siente compasión por
ellas porque son como un rebaño sin pastor. La palabra para “tuvo
compasión” es esplanchnisthe – una palabra particularmente fuerte
procedente de la palabra splagchna, que significa “entrañas.”
Expresa una compasión que empieza en lo más profundo del ser – hoy la
llamaríamos compasión del corazón. La palabra para “derramadas” es eskulmenoi,
que describe “alguien saqueado por hombres rapaces, o molestado por aquéllos
sin piedad.” La palabra para “esparcidas” es errimenoi, que
significa “prostado” (Barclay, 363).
Mateo no
describe a las muchedumbres como enemigos de Jesús ni como objetos de
burla. Jesús no expresa ningún enojo ni frustración con ellos. No
hay un “¡Nunca aprenderán!” ni “¿Qué les pasa?” – no vuelve los ojos al verles
cometer aún otra equivocación. Jesús sabe que las muchedumbres se
encuentran sin ningún poder – esa es la naturaleza de la oveja –
impotente. Moruecos pueden defenderse contra predadores, y cabras pueden
navegar entre las rocas hábilmente, pero a las ovejas les cuesta hasta
encontrar su propia comida. Ovejas requieren pastor. Sin un pastor,
perecen.
“Los fariseos
veían a gente común como un desperdicio que debía ser destruido y quemado;
(Jesús) veía a esta misma gente como una cosecha que debía ser cosechada y
salvada. Los fariseos, orgullosamente, buscaban la destrucción de
pecadores; Jesús, amorosamente, murió por la salvación de pecadores” (Barclay,
365).
“Ovejas que no
tienen pastor” (v. 36). Esta frase “nos recuerda a varios pasajes del
Antiguo Testamento que retratan al pueblo de Dios como un rebaño descuidado por
sus pastores (1 Reyes 22:17; Jeremías 23:1-6; Ezequiel 34:1-10; Miqueas
5:2-4). Ambos Jeremías y Ezequiel presentan a ‘David’ como el futuro buen
pastor de Israel (Jer. 23:5; Ezequiel 34:23).... Jesús se presenta a si mismo
como el prometido ‘David’” (Hare, 108-109). La observación de Jesús que el
rebaño no tiene pastor es una crítica detestable contra los fariseos, que
deberían ser sus pastores.
“La mies es
mucha, mas los obreros pocos” (v. 37). Esperamos que Jesús les pida a los
discípulos que empiecen su obra. En vez, les dice, “Rogad, pues, al Señor
de la mies, que envíe obreros á su mies” (v. 38). La acción está en manos
del “Señor de la mies” (v. 38). “El realismo de Jesús nos alienta: la
obra es asombrosa... Pero estadísticas y cantidades no valen nada solas.
La única realidad que merece absoluta seriedad es la del Dios Viviente”
(Bruner, 364-365).
Los discípulos
han de rezar por labradores (ergates), pero nuestros instintos, son muy
diferentes. Nosotros rezaríamos por grandes maestros – eruditos
brillantes – músicos talentosos – administradores sabios – recaudadores
eficientes – gente de gran visión – gente capaz. Jesús, sin embargo, nos
pide que recemos por labradores ordinarios. Aunque Dios puede utilizar a
gente talentosa, la mayoría de la obra del reino la cumplen discípulos ordinarios,
casi anónimos, que se encuentran detrás del telón.
VERSÍCULOS 1-4:
LOS DOCE APÓSTOLES
1Entonces llamando á sus doce discípulos, les dio potestad contra los
espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y sanasen toda enfermedad y
toda dolencia. 2Y los nombres de los doce apóstoles son estos: el
primero, Simón, que es dicho Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo,
hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; 3Felipe, y Bartolomé; Tomás, y
Mateo el publicano; Jacobo hijo de Alfeo, y Lebeo, por sobrenombre Tadeo; 4Simón
el Cananita y Judas Iscariote, que también le entregó.
“Entonces
llamando á sus doce discípulos, les dio potestad” (v. 1). Sin la
autoridad de Jesús, los discípulos no tendrían ningún poder. Jesús les da
autoridad para exorcizar espíritus desaseados y para curar toda enfermedad –
esto refleja hechos importantes de su propio ministerio (4:23; 9:35).
“Esta misión de sanar... deja claro que el reino de Dios se expresa según el
cuidado de la persona entera, y no solo en términos de ‘salvar almas’” (Hanson).
“La
proclamación de Jesús y sus obras de compasión van más allá de lo que muchos
cristianos hoy día llaman ministerio. Nuestras comunidades se
encuentran destruidas por fuerzas demoníacas, violencia, injusticia, y todo
tipo de sufrimiento humano, mientras que la iglesia a menudo se mantiene
irrelevante excepto para aquéllos pocos que entran por nuestras puertas.
Para seguir el modelo de ministerio de Jesús, más cristianos no deben
simplemente ir a la iglesia, en vez, deben convertirse en la iglesia
entre nuestras comunidades por medio de evangelismo y ministerio a necesidades
sociales” (Keener, 198).
Después de su
resurrección, Jesús comisionará a los discípulos para que hagan discípulos, que
bauticen, y que enseñen (28:16-20), así ampliando la comisión de 10:7-8
significativamente.
Mateo habla de
los doce discípulos o los Doce en varios lugares. Hasta ahora, solo nos
ha contado de cinco discípulos – Pedro y Andrés, Santiago y Juan (4:18-22) y
Mateo (9:9), pero lo más probable es que Jesús llamara a otros por el camino.
“Y los nombres
de los doce apóstoles son estos” (v. 2). Ésta es la única vez que Mateo
menciona a los doce apóstoles. Los agrupa en pares, quizá porque fueron
mandados dos por dos (Marcos 6:7). Hay listas parecidas en Marcos
3:16-19, Lucas 6:14-16, y Hechos 1:13. Otros apóstoles adicionales se
mencionan en otros lugares:
·
Matías (Hechos 1:26)
·
Pablo (Hechos 14:14 y Gal 1:1)
·
Bernabé (Hechos 14:14)
·
Santiago, el hermano del Señor (Gal 1:19)
·
Quizá los otros hermanos del Señor (1
Corintios 9:5)
·
Andrónico y Junias (Romanos 16:7)
Entonces,
tenemos los nombres de por lo menos dieciocho apóstoles además de los otros
hermanos del Señor – entre todos casi dos docenas de apóstoles. Es
posible que solo doce apóstoles vivieran en un momento dado, pero también es
posible que los autores del Nuevo Testamento ajustaran la lista para incluir
doce apóstoles. El número doce sugiere que los apóstoles heredaron el
manto de los doce hijos de Jacobo y las doce tribus – así estableciendo el
nuevo Israel. Revelaciones 21:14 dice que los nombres de los doce
apóstoles quedarán grabados en las doce piedras que forman los cimientos de la
pared sagrada de la ciudad.
Sabemos poco de
muchos de los apóstoles en las escrituras. Algunos de los huecos se
pueden rellenar con tradiciones, pero no tenemos como juzgar su
veracidad. La mayoría de los apóstoles debería ser muy normal.
Podríamos concluir que los apóstoles menos conocidos lograron poco, pero eso no
se puede garantizar. Hoy día, cristianos ordinarios y desconocidos hacen
la mayoría de la labor de la iglesia, y es muy posible que apóstoles ordinarios
y desconocidos sirvieran fiel y efectivamente en su época.
- Pedro y Pablo
eran los apóstoles más prominentes, pero Pablo no se convirtió en discípulo
hasta más tarde. Pedro, generalmente, se encuentra primero en las listas
de apóstoles. Mateo no solo nombra a Pedro primero, sino que también le
nombra como tal – aunque Bruner anota, “Pedro es tan menudo primero en desatino
y como en liderazgo” (Bruner, 369).
- Andrés es el
hermano de Pedro (4:18). Su logro más importante fue acercar a su hermano
Pedro a Jesús (Juan 1:40-41).
- Santiago y
Juan son hijos de Zebedeo (4:21). También se les conoce como los Hijos
del Trueno (Marcos 3:17), quizá por su temperamento. Herodes Agripa
ejecutó a Santiago (Hechos 12:2), entonces, debe ser un Santiago diferente el
que dirige la iglesia de Jerusalén (Hechos 15:13; 21:18). A menudo, Juan
es el hombre acreditado como el autor de los tres libros del Nuevo Testamento
que llevan su nombre, igual que el libro de Revelaciones. También podía
haber sido el único apóstol que escapó el martirio. Santiago y Juan, con
Pedro, constituyen el círculo interior de los discípulos de Jesús – presentes
en la Transfiguración y en otros momentos significantes en la vida de Jesús
(Marcos 5:37; 9:2; 14:33).
·
Felipe fue uno de los primeros discípulos
de Jesús (Juan 1:43).
·
Bartolomé es, seguramente, otro nombre
para Natanael (Juan 1:45-49). Natanael se encuentra entre los primeros en
identificar a Jesús como el Hijo de Dios (Juan 1:49).
·
Tomás es famoso por dudar a Jesús (Juan
20:24-29), pero ha sido acreditado con establecer la iglesia en India.
·
Santiago hijo de Alfeo también es conocido
como Santiago el Menor (Marcos 15:40), quizá para separarle de Santiago hijo de
Zebedeo.
·
Simón el Cananeo se identifica en Lucas
6:15 como Simón el Celador. A menudo se piensa de él como revolucionario,
dedicado a echar a los romanos de Israel, pero no se sabe por seguro si los
Celadores, como grupo revolucionario, existían en la época de Jesús.
Podría ser que Simón simplemente era celador cuando se trataba de guardar la
ley del Tora. Si era revolucionario, hubiera sido enemigo de Mateo, el
recaudador de impuestos que colaboraba con los romanos. Sin embargo, en
Cristo, se hicieron hermanos.
·
Judas, por supuesto, es el que traicionó a
Jesús (26:47-50).
VERSÍCULOS 5-6:
POR EL CAMINO
DE LOS GENTILES NO IRÉIS
5Á estos doce envió Jesús, á los cuales dio mandamiento, diciendo: Por
el camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de Samaritanos no entréis; 6Mas
id antes á las ovejas perdidas de la casa de Israel.
“Por el
camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de Samaritanos no entréis” (v.
5). Estas instrucciones parecen extrañas, porque Jesús se llevaba bien
con samaritanos y gentiles en su ministerio (véase Juan 4:4-42; Lucas 10:30-37;
Mateo 8:5-13; Mateo 15:22-28). Sin embargo, el principio aquí parece ser,
“Al Judío primeramente y también al Griego” (Romanos 1:16). Este pasaje
también puede reflejar “una comunidad judía muy conservativa, que se mantenía
solo entre los circuncidados” (Craddock, 329).
La restricción
de Jesús les prohíbe ir al norte hacia Siria, al este hacia Decápolis, o al sur
hacia Samaria. Lo que quiere es limitar su ministerio a Galilea. El
propósito de Jesús “era concentrar su ataque en Galilea, porque Galilea... era la
parte de Palestina más dispuesta a escuchar un nuevo evangelio y un nuevo
mensaje” (Barclay, 374).
Cualquiera que
sea el caso, claramente, la prohibición de Jesús no es permanente.
Pronto, mandará los discípulos a todas partes del mundo (28:19-20).
VERSÍCULOS 7-10:
EL REINO DE LOS CIELOS SE HA ACERCADO
7Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha
acercado. 8Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad
fuera demonios: de gracia recibisteis, dad de gracia. 9No aprestéis oro,
ni plata, ni cobre en vuestras bolsas; 10Ni alforja para el camino, ni dos
ropas de vestir, ni zapatos, ni bordón; porque el obrero digno es de su
alimento.
Jesús manda los
discípulos a cumplir ciertas obras. De nuevo, anote los verbos. Los
discípulos han de: (1) predicar, (2) sanar, (3) limpiar, (4) resucitar, y (5)
echar, pero, podríamos resumir todos estos verbos como: (1) proclamar y (2)
sanar. El ministerio de sanar no solo ayuda a los enfermos, sino que
también saca a relucir el mensaje que “El reino de los cielos se ha acercado”
(v. 7). Ambos Juan el Bautista y Jesús proclamaron, “Arrepentíos, que el
reino de los cielos se ha acercado” (3:2; 4:17) pero, en sus instrucciones a
estos discípulos Jesús no pide arrepentimiento.
“De gracia
recibisteis, dad de gracia” (v. 8). Los discípulos recibieron el
evangelio como regalo y, ahora, han de dar libremente a los demás. No han
de cobrar a la gente por su enseñanza. Sin embargo, versículo 10 deja
claro que sí pueden recibir limosna para sobrevivir.
“No aprestéis
oro, ni plata, ni cobre en vuestras bolsas” (v. 9). Oro, plata, y cobre
son tres tipos de monedas, oro siendo la más preciosa y cobre siendo mero
cambio de poco valor. Los apóstoles no han de hacer ningún preparativo
para el viaje – ninguna bolsa – ningún cambio de túnica – ningunas sandalias –
ningún bastón. La bolsa puede ser una bolsa de mendigo – un predicador
errante se mantenía a base de limosna. Las sandalias y el bastón harían
el viaje más fácil y seguro. La idea es que para mantenerse, los
discípulos deben depender de la gente a quien llevan su ministerio – pero, más
específicamente, han de depender de Dios para proveerles lo que necesiten.
Jesús explica,
“porque el obrero digno es de su alimento” (v. 10). En sociedad agraria,
labradores no solo reciben salario, pero también reciben alimento y a veces
alojamiento. Al contrario del evangelio, que es un regalo, los labradores
reciben comida a medida que se la van ganando. Tienen un contrato con la
persona que les emplea, que está obligada a proveerles con el alimento.
Mientras que este contrato sea generalmente hablado, su práctica es
tradicional, el labrador empieza su trabajo confiando que la persona que le
emplea le proveerá con lo que necesita. Ahora, Jesús manda a los apóstoles
a obrar sin recursos, y les pide que confíen que Dios les proveerá con lo que
necesiten. Esto nos recuerda a las palabras de Jesús en el Sermón en el
Monte, “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas” (6:33). Los apóstoles han de enfocarse en sanar
y en proclamar, y han de confiar en Dios para proveer todas sus
necesidades. Estas instrucciones son de carácter temporal. En el
Evangelio de Lucas, Jesús les dice a los discípulos que han vivido bajo la
providencia de Dios, que tomen un bolso y una bolsa y una espada (Lucas
22:35-36).
¿Qué nos dicen
estos versículos hoy? Nos piden que confiemos en Dios para proveernos con
lo que necesitemos. Nos piden que no pensemos del ministerio como una
cosa comercial. Nos piden que adoptemos un estilo de vida simple, libre
de exceso, para que podamos quedar libres para proclamar. Nos dicen que
la persona involucrada en ministerio merece lo que necesite y que aquéllos que
benefician de su ministerio tienen la responsabilidad de proporcionárselo para
el bien del ministerio.
DOMINGO 04 DE DICIEMBRE
–SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO-
MARCOS 1, 1-8
VERSÍCULOS 1-8:
JUAN EL BAUTISTA
El ángel
Gabriel, el mismo ángel que pronto aparecería a María para anunciarle el nacimiento
de Jesús, apareció a Zacarías, el padre de Juan, para anunciar el nacimiento de
Juan (Lucas 1:5-25). La historia nos recuerda el anuncio del nacimiento de
Isaac a Abraham y Sara, porque ambas parejas eran ancianas, fueron sorprendidas
y, de alguna manera, dudaron. La madre de Juan, Elizabeth, era pariente de
María, la madre de Jesús, y se embarazó de Juan seis meses antes que María se
embarazara de Jesús (Lucas 1:36). Juan y Jesús de seguro se conocían bien, y
deben haber jugado juntos cuando eran niños. Ser seis meses mayor le debe haber
dado a Juan cierta ventaja en los primeros años, pero aparentemente él
reconoció la superioridad de Jesús incluso antes de su nacimiento (Lucas
1:39-45).
El ángel que
anunció el nacimiento de Juan ordenó que éste no tocara ninguna bebida
alcohólica, y prometió que, incluso antes de su nacimiento, Juan sería lleno
con el Espíritu Santo (Lucas 1:15). La prohibición sobre las bebidas es uno de
los requisitos del voto de los Nazareos, y los otros requisitos eran que no se
deberían cortar el cabello y que no deberían tocar un cadáver (Números 6:1-8).
La mayoría de los votos de los nazareos se tomaban por un período de tiempo,
pero (si Lucas 1:15 significa que Juan era un nazareo) entonces Juan fue uno de
los pocos nazareos de toda la vida.
Juan fue criado
en el desierto (Lucas 1:80), fue llamado por Dios en el desierto (Lucas 3:2),
predicó en el desierto (Marcos 1:4), y casi de seguro fue capturado y muerto en
el desierto. Su encarcelamiento y muerte fueron el resultado de su censura a
Herodes por tomar como su mujer a la esposa de su hermano, Herodías, que tramó
exitosamente para que se decapitara a Juan (6:16-29).
La misión de
Juan fue preparar el camino para el Mesías – enderezar el camino (1:3). Lo hizo
predicando en el desierto, donde atrajo grandes multitudes, llamando a la gente
al arrepentimiento, bautizándolas, y proclamando a aquel de iba a venir.
Jesús dijo
sobre Juan que éste era Elías (Mateo 17:12-13) y que “De cierto os digo, que no
se levantó entre los que nacen de mujeres otro mayor que Juan el Bautista; mas
el que es muy más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él” (Mateo
11:11).
“La influencia
de Juan continuó viviendo después de su muerte. Cuando el apóstol Pablo fue a
Efeso casi treinta años después, encontró un grupo de discípulos de Juan
(Hechos 19:1-7). Algunos de sus discípulos deben haber pensado sobre Juan en
términos mesiánicos. Esto llevó al autor del Evangelio de Juan, también escrito
desde Efeso más o menos sesenta años después de la muerte del Bautista, a
enfatizar la superioridad de Jesús (Juan 1:19-27; 3:30)” (Lockyer, 583).
VERSÍCULOS 1-3:
ENVÍO A MI MENSAJERO DELANTE DE TU FAZ
1Principio (griego = Arche, principio) del evangelio (griego =
euangeliou, buenas nuevas, buenas noticias, evangelio) de Jesucristo, Hijo de
Dios. 2Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío á mi
mensajero (griego = angelon, mensajero, ángel) delante de tu faz, Que apareje
tu camino delante de ti. 3Voz del que clama en el desierto: Aparejad el
camino del Señor; Enderezad sus veredas.
Marcos comienza
su Evangelio con un sonido de trompeta ¡Escuchen Esto! Va directo al punto y el
asunto es “las buenas nuevas de Jesucristo, el Hijo de Dios”. Aunque Jesús
Cristo, usados de esta manera, suenan como si fueran el nombre de pila y
apellido, este no es el caso, Jesús es el nombre. Cristo es el título, y
significa Mesías.
El pueblo judío
esperaba que el Mesías fuera, no solamente del linaje del rey David, sino del
mismo tipo – un gobernante fuerte que restablecería a Israel como una
independiente y gran nación – un rey guerrero. En su evangelio, Marcos los
desengañará sobre esta noción. Se dice comúnmente que la sombra de la cruz cae
a lo largo de todo este evangelio. El Cristo sufriente al que revelará Marcos
es muy diferente del rey guerrero que el pueblo judío esperaba. Sin embargo,
este no es un libro sombrío. Marcos nos dice desde el principio que esta
historia son Buenas Nuevas.
“Hasta donde
sabemos, este es el primer uso de la palabra evangelio (buenas nuevas)
para referirse a un registro escrito de la narración sobre Jesús Cristo”
(Craddock, 12). El uso de Marcos de la palabra evangelio nos dirige al uso de
la palabra Evangelios para referirse a los cuatro libros del Nuevo Testamento
que cuentan la historia de la vida, muerte y resurrección de Jesús.
Marcos añade
que Jesús es el Hijo de Dios. Este Evangelio está escrito para los gentiles, y
el título, Cristo, no tiene la misma autoridad para los gentiles que para los
judíos. El título Hijo de Dios, sin embargo, les dice algo a los gentiles sobre
un ser todo poderoso. Al incluir los dos títulos, Cristo e Hijo de Dios, Marcos
hace notar la autoridad de Jesús en términos que tanto judíos como gentiles
pueden apreciar.
No debemos
descartar la primera palabra de este Evangelio, “Principio” (griego = Arche).
Se trae a la memoria el libro de Génesis, que comienza “En el principio”. Al
igual que es libro describe el comienzo de toda la creación, este Evangelio
describe la obra de salvación de Jesús Cristo: la culminación de la creativa
relación de Dios con el mundo.
El principio,
para este Evangelio, comienza con un bebé en un establo, pero con una palabra
profética. La cita de Isaías establece que Jesús Cristo no es una actual
componenda a la creación que se ha desviado, sino que siempre ha sido central
al plan de Dios. Dado que este Evangelio está escrito para gentiles, “Es muy
interesante… que Marcos comience su historia con una referencia al Antiguo
Testamento” (Edwards, 26). Los hace para establecer “que no hay camino que
lleve a Jesús que no va a través de la Torá y los profetas” (Bartlett). Jesús
no rechaza la obra de salvación que Dios ha hecho a través de los judíos, sino
que lo completa.
Marcos
identifica a Isaías como el autor de las palabras proféticas en los versos 2-3,
pero estos versículos de hecho incorporan porciones de otros tres libros del
Antiguo Testamento. Mateo y Lucas, que usan el evangelio de Marcos como una de
sus fuentes principales, solamente cita la porción de Isaías (Mateo 3:3; Lucas
3:4). Las tres escrituras en Marcos 1:2-3 son los siguientes:
·
“He aquí yo envío el Ángel delante de ti
para que te guarde en el camino, y te introduzca En el lugar que yo he
preparado” (Éxodo 23:20). En el griego, angelos puede significar
un mensajero angélico o humano. En Éxodo, Dios está enviando a un ángel para
guiar al pueblo en su jornada por el desierto. En este Evangelio, el mensajero
es Juan el Bautista (Marcus, 142).
·
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual
preparará el camino delante de mí… (Malaquías 3:1). “En su contexto original es
una amenaza. En el tiempo de Malaquías los sacerdotes estaban fallando en sus
deberes. Las ofrendas estaban contaminadas e inferiores de segunda clase; el
servicio del templo era para ellos una carga pesada. El mensajero iba a venir
para limpiar y purificar el culto del templo antes de que el Ungido de
Dios apareciera sobre la tierra” (Barclay, 3). Marcos reinterpreta el verso
para identificar a Juan como Elías, que viene a preparar el camino para el
Cristo (ver Malaquías 4:5 para la mención sobre Elías).
·
“Voz que clama en el desierto: Barred
camino á Jehová: enderezad calzada en la Soledad á nuestro Dios” (Isaías 40:3).
Isaías escribió este verso durante el exilio en Babilonia. El pueblo estaba
desesperado, pero Isaías les habló sobre un nuevo éxodo. “Al igual que Dios
guió al pueblo del éxodo a través del desierto en su camino a su tierra desde
Egipto, Dios guiará al pueblo del exilio a través del desierto. Habrá una
avenida a través del desierto” (Arthur y Nestingen, 14). Esto, de hecho,
sucedió cuando se le permitió regresar a su tierra a los exiliados judíos.
“He aquí yo
envío á mi mensajero delante de tu faz” (v. 2). Juan no solamente proclama la
llegada de Jesús, sino que también es el precursor de Jesús de diferentes
maneras:
·
El desierto es importante para ambos en
sus ministerios.
·
Ambos llaman al pueblo al arrepentimiento.
·
Ambos serán traicionados y arrestados
(griego = paradidomi, traicionado, entregados, puestos en prisión).
Marcos 1:14 nos dice del paradidomi de Juan, y 3:19; 9:31; 14:18 del paradidomi
de Jesús (Brueggemann, 19-20).
El desierto (v.
3) es la clave para la historia de Israel. “La salvación tradicionalmente viene
del desierto. Moisés, Elías, David, todos ellos tuvieron que huir al desierto
(Éxodo 2:15; 1 Samuel 23:14; 1 Reyes 19:3-4). De la misma manera, Jesús surge
del desierto para comenzar a predicar las buenas nuevas y regresará a él varias
veces (Marcos 1:35, 45; 6:31-32, 35; 8:4)” (Perkins, 531). Es en el desierto
que Dios prueba al pueblo y es en el desierto que el pueblo se rebela. Es en el
desierto que Dios los salva una y otra vez, y el desierto es el crisol donde se
convierten en una nación. El desierto es tanto la ruta a la Tierra Prometida
como el lugar del exilio para quienes han decepcionado a Dios. Es un lugar
donde el pueblo peca, y es el lugar donde se arrepiente para ser restaurados su
relación correcta con Dios una vez más.
VERSÍCULOS 4-6:
JUAN EL BAUTISTA APARECE EN EL
DESIERTO
4Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo del
arrepentimiento para remisión de pecados. 5Y salía á él toda la provincia
de Judea, y los de Jerusalén; y eran todos, bautizados por él en el río de
Jordán, confesando sus pecados. 6Y Juan andaba vestido de pelos de
camello, y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y
miel silvestre.
Parece poco
intuitivo que Juan fuera al desierto para proclamar su mensaje. ¿Por qué no ir
a la ciudad, donde la gente vive? La respuesta es que el desierto tiene un
significado especial para el pueblo judío, como ya lo mencionamos. La respuesta
también es que Juan el Bautista es la encarnación del profeta Elías, que estaba
asociado con el desierto (1 Reyes 17:2-3). Las escrituras prometían el regreso
de Elías (Malaquías 4:5). La forma de vestir y la dieta de Juan lo unen a
Elías. Después, Jesús nos dirá que Elías ha, en verdad, regresado: “y le
hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él” (9:13). Esto
claramente señala hacia Juan, cuyo arresto se menciona en 1:14.
Juan viene
predicando “el bautismo del arrepentimiento para remisión de pecados” (v. 4).
“Parece… que el bautismo de Juan recuerda y revive el pacto fundamental de Dios
con Israel en el monte Sinaí en que todo el pueblo fueron urgidos a ser ‘un
reino de sacerdotes y gente santa’ (Éxodo 19:6; 23:22; también 1 Pedro 2:9)…
Los israelitas simbolizaron la aceptación de su relación de pacto con Dios
lavando sus ropas y purificándose a sí mismos antes de entrar en el pacto en el
Sinaí (Éxodo 19:10)” (Edwards, 30).
Existen dos
tradiciones de las que el bautismo de Juan se puede derivar. Uan es el ritual
de lavado con que el pueblo se limpiaba a sí mismo de la impureza espiritual.
El ritual del baño fue especialmente importante en la comunidad de Qumram con
la que Juan tal vez tuvo alguna conexión. La otra tradición es el bautismo de
prosélitos gentiles convertidos al judaísmo, un rito de purificación de
iniciación que se realizaba por inmersión.
Sin embargo,
existen diferencias entre estas dos tradiciones y el bautismo de Juan. El baño
ritual era auto-administrado, y un ritual frecuentemente repetido; pero Juan
personalmente administra el bautismo como un rito de una sola ocasión. El bautismo
de prosélitos era solamente para los gentiles, simbolizando la entrada como
miembro del pueblo de Dios. Los judíos ya eran miembros del pueblo de Dios, y
se asumía que no necesitaban bautismo alguno. El bautismo de Juan, sin embargo,
es específicamente dirigido a los habitantes de Judea y de Jerusalén que vienen
a escucharlo, y presumiblemente todos eran judíos.
Es muy probable
que Juan pida prestadas ambas tradiciones (el lavado ritual y el bautismo de
prosélitos), pero establece su propio bautismo de arrepentimiento para el
perdón de los pecados. Respecto a su exigencia que los judíos fueran
bautizados, “figuras como Juan tienen un incómodo hábito de hacer y demandar lo
que parece poco apropiado, y de acuerdo con Mateo 3:9//Lucas 3:8, esta negación
de privilegios especiales para los judíos era parte de su mensaje. Si ser
descendiente de judíos no daba seguridad en contra de la ira de Dios, entonces
era necesario tomar alguna acción por el inminente juicio” (Hooker, 40).
Podemos estar seguros que Juan nunca se paralizó y llegó a la inacción por
falta de precedentes. Las palabras “nunca antes lo hemos hecho de esa manera”
seguramente nunca salieron de sus labios.
El bautismo de
Juan es de arrepentimiento. Tendemos a pensar en el arrepentimiento como un
sentimiento de culpa sobre nuestros pecados, pero la culpa solamente es el
comienzo, si es eso. La palabra griega metanoia, significa un cambio de
mentalidad. Cuando aprendemos una nueva y mejor manera de pensar, respondemos
naturalmente actuando de acuerdo con nuestras nuevas creencias. Si nuestra
anterior manera de pensar hería a los otros o a nosotros mismos, lo más seguro
es que sintamos pena de haber caminado por esos senderos y culpables por el mal
que causamos. En ese sentido, la culpa es parte del arrepentimiento, pero la
culpa es un producto adicional más que su núcleo. “La palabras griega (para
arrepentimiento, metanoia)… ha sido inmensamente profundizada por la
influencia del concepto judío de tesubah (lit. ‘regresar’, o
‘retornar’), que tiene su raíz en el llamado de los profetas del Antiguo
Testamento para que la nación regresara a su Dios e implica un cambio total de
dirección espiritual” (Marcus, 150). “El texto deja claro que el
arrepentimiento, el bautismo y el perdón de los pecados van juntos”
(Williamson, 32). Jesús también llamará al pueblo al arrepentimiento (1:15).
Han pasado más
de trescientos años desde que un profeta estuvo activo en Israel, y el pueblo
pensaba que la época de los profetas había pasado. Ahora, sabiendo de Juan el
Bautista y su proclamación en el desierto, volaban para escucharlo. “Todo el
pueblo de Jerusalén” (v. 5) claramente es una hipérbole (exageración para
provocar un efecto), pero igual de claro significa que el pueblo de Jerusalén
eran llevados en masa a escuchar a este nuevo profeta, que fue prometido
(Malaquías 4:5), pero que a pesar de todo aparece inesperadamente.
La gente no
solamente está dispuesta a ir al desierto para escuchar a Juan, sino que
también el desierto es parte de la atracción. La gente de la gran ciudad sueña
con el campo: un lugar idílico, quieto, pacífico, inocente en comparación con
la ciudad. Llevados a la ciudad por la promesa de dinero y emoción, se
encuentran a sí mismos anhelando aquello que dejaron atrás: vecinos no
calculadores, amistades sin complicaciones, verdad no barnizada, precios no
inflados, y estilo de vida sin pretensiones.
El lugar de
Juan en el desierto lo identifica, no solamente con la historia de la salvación
judía, sino también con la frescura que hace posible para el pueblo
arrepentirse y deshacerse de sus pecados. Irónicamente, la gente que era
atraída por la emoción de la ciudad, solamente para encontrar muchas de las
promesas vacías, ahora se encontraba atraída a la emoción de un nuevo profeta
en el desierto, cuya predicación prometía ser más perdurable. Ellos iban a
“confesar sus pecados” buscando el bautismo (v. 5).
La descripción
de Juan, “vestido de pelos de camello, y con un cinto de cuero alrededor de sus
lomos,” claramente intenta identificarlo con Elías, al que el Antiguo
Testamento describe como un “varón velloso, y ceñía sus lomos con un cinto de
cuero” (2 Reyes 1:8).
·
La dieta de Juan de langostas y miel
silvestre también lo coloca en la tradición profética: el profeta Daniel
declinó la dieta real y prefirieron las verduras y agua (Daniel 1:8-16). La
Torá coloca a las langostas como alimento permisible, la palabra moderna es
kosher (Levítico 11:22). La tradición judía no clasificaba a la langosta como
carne, que le venía bien a un asceta como Juan el Bautista (ver Mateo 11:18;
Lucas 7:33) (Marcus, 161).
·
También, la confrontación de Juan con
Herodes Antipas (6:18) es una reminiscencia de la confrontación de Elías con
Acab (1 Reyes 18). En ambos casos, fueron las esposas las que probaron que eran
realmente peligrosas. Aunque Jezabel falló en su intento para matar a Elías (1
Reyes 19), de cualquier manera lo espanto bastante. Herodías tuvo éxito en su
intento para matar a Juan el Bautista (6:16-29).
VERSÍCULOS 7-8:
UNO VIENE TRAS DE MÍ
7Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, al
cual no soy digno de desatar encorvado la correa de sus zapatos. 8Yo á la
verdad os he bautizado con agua; mas él os bautizará con Espíritu Santo.
El pueblo se
agolpaba para escuchar a Juan, pero Juan re-dirige el foco de atención a quien
está por venir. Juan identifica a ese alguien como más poderoso que Juan, algo
que no es insignificante dado el gran poder carismático de Juan. Nadie había
visto poder profético como el de Juan por tres siglos – ninguna persona
viviente había visto tal poder – y Juan dice que su poder es nada comparado con
el de quien está por llegar.
Juan dice que
no es “digno de desatar encorvado la correa de sus zapatos” (v. 7). La tarea de
desatar las sandalias de alguien se consideraba tan insignificante que un
discípulo era específicamente excusado de tal deber (Marcus, 152). Es una tarea
para esclavos, pero no los esclavos judíos. Solamente a los esclavos gentiles
se les requería realizar tal servicio (Edwards, 33). Cuando Juan dice que es
indigno de desatar las correas de sus sandalias de alguien que le sigue, él
está diciendo que la distancia social entre él y el que viene “es más grande
que la que hay entre un maestro y un esclavo” (Perkins, 533). El punto es que
la estatura de Juan no es pequeña, sino que la de aquel que viene es muy
grande.
“Os he
bautizado con agua; mas él os bautizará con Espíritu Santo” (v. 8). Esta no
será la primera vez que el pueblo judío habrá recibido el Espíritu Santo en el
desierto. Durante el éxodo, Dios “puso en medio de él su espíritu santo”
(Isaías 63:11), y “el Espíritu de Jehová los pastoreó” (Isaías 63:14). “Como en
el primer éxodo había sido adentrarse en el desierto bajo el liderazgo del
Espíritu de Dios, el profeta anuncia el segundo éxodo como un tiempo en que
habrá un derramamiento fresco del Espíritu (Isaías 32:15; 44:3)” (Lane, 52).
Ahora, después de siglos de no tener profetas, de una historia sin espíritu,
Juan promete que Jesús los bautizará (sumergirá, abrumará) con el Espíritu
Santo. Es una promesa verdaderamente emocionante, ¡Buenas Nuevas de Dios,
seguramente! “El propósito final de la llegada de Jesús es traer la adquisición
del Espíritu Santo. El perdón, la sanidad espiritual, la restauración de
relaciones correctas, liberación de los demonios, incorporación al pueblo de
Dios, y un cúmulo de otras cosas importantes. Y aún así todas están
subordinadas a un meta completamente total: el bautismo con el Espíritu Santo
asegurado por Jesús Cristo” (Abraham, 163).
LUNES 05 DE DICIEMBRE
LUCAS 5, 17-26=MARCOS 2, 1-12
VERSÍCULOS 1-2:
YA NO CABÍAN NI AUN Á LA PUERTA
1Y entró otra vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que
estaba en casa. 2Y luego se juntaron á él muchos, que ya no cabían ni aun á la
puerta; y les predicaba (griego: elalei – de laleo
– hablar o predicar) la palabra
(griego: ho logos).
“Y entró otra
vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa” (v. 1).
Capernaum es el hogar de Jesús (Mateo 4:13; Marcos 2:1) y el centro de su
temprano ministerio. En el Evangelio de Marcos, Jesús comienza su
ministerio cerca de Capernaum cuando llama a cuatro discípulos (1:16-20) y al
obrar varios milagros de sanar en la ciudad (1:21-34). Entonces, va
predicando por Galilea (1:35ff). Ahora regresa a Capernaum donde con esta
historia le encontramos en casa. No está claro si tiene su propia casa o
si vive con Pedro y Andrés, y sus familias (1:29), esto parece probable.
Es difícil imaginar que Jesús mantuviera un hogar del cual para tanto tiempo
fuera.
“Y luego se
juntaron á él muchos, que ya no cabían ni aun á la puerta” (v. 2a).
Una multitud de gente se reúne enfrente de la casa, tapando la puerta. En
este Evangelio, a menudo aparecen multitudes alrededor de Jesús pero, mientras
puede que respondan con maravilla a estos milagros, no responden convirtiéndose
en discípulos. Son pasivos y particulares. “El único y más común
atributo de las multitudes en el Evangelio de Marcos es que impiden el acceso a
Jesús… Por lo tanto, Jesús disfraza sus enseñanzas hablándoles en parábolas
(e.g., 4:33-34; 7:17).
Interesantemente,
las palabras griegas para ‘multitud’ (ochlos) y ‘casa’ (oikos)
producen una rima de aliteración. Casas o lugares privados, en contraste,
proporcionan un lugar de revelación especial e instrucción de los discípulos,
inclusive los miembros del círculo íntimo de Marcos… El contraste entre
‘multitud’ y ‘casa’ ayuda a ilustrar un tema más grande en Marcos, que el
entusiasmo por Jesús y la proximidad a él no son lo mismo que la fe – y estos
dos pueden llegar a oponerse a la fe (e.g., 11:1-11)” (Edwards, 74).
“y les
predicaba la palabra (griego: logos)” (v.
2b). Predicar la palabra es clave para el ministerio de Jesús.
Comenzó su ministerio público enseñando la palabra con autoridad en la sinagoga
de Capernaum, donde expulsó un demonio (1:21-28), y dejó Capernaum “para que
predique” en otro lugar (1:38). Predicar la palabra también será el
centro del ministerio de la iglesia (Hechos 6:4; 8:4; 17:11; Galatos 6:6;
Colosos 4:3). Jesús pronuncia la palabra y, al mismo tiempo, es la
Palabra (Juan 1:1).
VERSÍCULOS 3-5:
HIJO, TUS PECADOS TE SON PERDONADOS
3Entonces vinieron á él unos trayendo un paralítico, que era traído por
cuatro. 4Y como no podían llegar á él á causa del gentío, descubrieron el techo
de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho (griego: krabatton – un lecho que un pobre
podría utilizar de cama y que serviría de camilla) en que yacía el paralítico. 5Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al
paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
“Entonces
vinieron á él unos trayendo un paralítico, que era traído por cuatro” (v. 3).
No sabemos lo grande que es este grupo. Cuatro de ellos pueden llevar la
camilla, pero hay otros también.
“Y como no
podían llegar á él á causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba” (v. 4a).
Hacen una abertura en el tejado para bajar a su amigo a la presencia de
Jesús. En una casa típica de aquel día, el tejado sería plano y estaría
sostenido por vigas atravesadas sobre las paredes y compuesto de una mezcla de
barro y paja. En las noches calurosas, gente a menudo dormía en el
tejado, y el tejado les concedía un retiro privado de un hogar ocupado.
Generalmente, había una escalera afuera que permitía acceso al tejado.
Subir a un hombre paralítico por la escalera no era nada fácil, y requeriría
valor por parte del paralítico. Hacer una abertura en el tejado sería una
solución valiente para la falta de acceso a Jesús. Algunos eruditos dicen
que es fácil reparar un tejado de barro y paja, pero es difícil reparar un
tejado para que no gotee. El daño no es trivial. Incluye “una gran
obra de demolición” (France, 123).
“y haciendo abertura,
bajaron el lecho en que yacía el paralítico” (v. 4b). Imagine cómo ha de
sentirse este hombre paralítico. No estaría atado a un lecho tieso – esta
camilla sería algo floja para llevar a una persona. Sus amigos
seguramente no hicieron una abertura lo suficientemente grande para poder
bajarle de manera horizontal. Ni estarían entrenados en como transportar
pacientes en camillas. Es probable que el hombre paralizado sufriera
algunos golpes mientras sus amigos le bajaban por el tejado.
Además, seguramente
este hombre está acostumbrado al silencio y la soledad de un cuatro de
enfermos. Ser el centro de atención entre una multitud sería una
situación muy incómoda para él, tal como sería este difícil trayecto.
Pero era un
hombre sin esperanza – pero en este momento tiene esperanza que el que sana
hará para él lo que ha hecho por otros. Este sería un momento de
anticipación casi inimaginable – y de bastante ansiedad.
“Y viendo Jesús
la fe de ellos” (v. 5a). La fe que Jesús ve no se trata simplemente de una fe
intelectual o emocional, sino de una fe manifestada por medio de una obra
determinada y visible. Jesús puede leer los corazones de la gente (v. 8),
pero aquí no necesita hacerlo. La fe de estos hombres es obvia y todos la
pueden ver.
Unos eruditos
sugieren que los que llevan la litera son los que tienen fe en lugar del
paralítico, pero no hay nada en el texto que lo sugiera. Supuestamente,
el paralítico es pleno partícipe en esta obra. Nadie le tiene que llevar
a la fuerza. No obstante, es el recipiente de la fe de aquéllos que le
llevan. Es por la fe de ellos tanto como por la suya (quizá aún más que
la suya) lo que posibilita su sanar. Sin su fuerte confianza en que Jesús
le ayudará, el hombre nunca habría visto a Jesús. Sin su fuerte
determinación de sobrepasar las dificultades impuestas por la multitud, el
sanar nunca habría tomado lugar.
En este
Evangelio, Jesús premia la fe que persiste frente obstáculos:
─ Jairo no es disuadido por vecinos que le
piden que no moleste más a Jesús, porque su hija ya ha muerto. En vez,
Jairo y su esposa van con Jesús al lecho de la niña, y Jesús le dice a la niña
“levántate” (griego: egeire – la misma palabra que utiliza en 2:11 para
mandar al paralítico que se levante y tome su lecho, y una palabra que será
utilizada para la resurrección de Jesús). La niña inmediatamente se
levanta y anda – causando el espanto de todos (5:21-24, 35-43).
─ El ciego Bartimeo no será disuadido por
transeúntes que le mandan callar, en cambio, clama aún más fuerte, “Hijo de
David, ten misericordia de mí.” Jesús le sana, diciendo, “Ve, tu fe te ha
salvado” (10:46-52).
─ Cuando el padre de un niño que sufre de
convulsiones dice, “si puedes algo,” Jesús responde, “Si puedes creer, al que
cree todo es posible” (9:23) – y sana al niño cuando el padre responde con fe.
Pero en Nazarea
Jesús “no pudo hacer allí alguna maravilla” por la incredulidad de ellos
(6:1-6a). En dos ocasiones, regañará a los discípulos por su falta de fe
(4:40; 16:14).
“dice al paralítico:
Hijo, tus pecados te son perdonados” (v. 5b). Nosotros (y sin duda el
paralítico) esperamos que Jesús diga, “Levántate, y toma tu lecho y anda,” pero
eso vendrá más adelante (v. 9). En vez, Jesús dice “Hijo, tus pecados son
perdonados” (v. 5). Anote que no dice que él perdona los pecados del
hombre. La voz pasiva (“son perdonados”) sugiere dos posibilidades.
Una es que Jesús perdona los pecados del hombre. La otra es que Dios ha
perdonado los pecados del hombre, y que Jesús simplemente obra como agente de
Dios al anunciar el perdón de Dios.
En cualquier
caso (que Jesús perdone o que simplemente anuncie el perdón de Dios), sus
palabras hacen surgir dos temas:
─ Primero, ¿qué autoridad tiene Jesús para
perdonar los pecados del hombre? Esta es la cuestión que precipita el
desacuerdo con los escribas en vv. 6-7.
─ Segundo, ¿cuál es la relación entre el
pecado y la enfermedad? En aquel entonces, gente podría decir que la enfermedad
era el juicio de Dios sobre el pecado. “La parálisis, como muchas
enfermedades, se atribuía al pecado (véase Juan 9:2)… La cojera constituía
una forma de impureza en el Antiguo Testamento (Levítico 21:18), y en Qumran
‘los cojos, ciegos, y minusválidos no podían participar plenamente en la vida
de la comunidad” (Donahue & Harrington, 93).
Según nuestro
punto de vista científico, no estamos de acuerdo. Los virus y la bacteria
causan enfermedades – el remedio son los antibióticos. Nervios pinchados
pueden causar parálisis – el remedio es la cirugía. Aunque no sabemos la
causa ni el remedio de cada enfermedad, sí sabemos mucho y aprendemos cada día
más. No debemos “culpar al enfermo,” atribuyendo la enfermedad al
pecado. Hacer esto solo empeora la vida de la persona que sufre.
Como siempre,
la verdad se encuentra en algún lugar entre los dos extremos. Algunas
enfermedades, físicas y emocionales, son el resultado de comportamiento
específico. Si creemos en el pecado, hemos de admitir que algunos
comportamientos que causan enfermedades son pecado. En algunos casos, el
comportamiento pecador era el de la persona enferma (algunos ejemplos obvios
son gente que fuma, abusa drogas, o se involucra en sexo promiscuo). En
otros casos, el comportamiento pecador de una persona causa enfermedad en otros
(un hijo que ve como su padre abusa de su madre puede sufrir de una enfermedad
emocional como resultado). Otras enfermedades nos surgen “de la
nada.” Gente santa muere de enfermedades igual que el peor pecador.
Jesús dijo,
“Hijo, tus pecados son perdonados” como si conociera el corazón del
paralítico. “El orden griego de las palabras enfatiza ‘tus’ (Hare, 36),
sugiriendo que Jesús se dirige a la situación particular de este hombre:
─ Quizá el hombre ha llevado una vida
descuidada que, de alguna manera, ha resultado en parálisis.
─ Quizá su parálisis es psicosomática,
resultado de su sentido de culpabilidad por el pecado real o imaginado.
─ Quizá él es pecador solo en el sentido en
que todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:32).
─ Quizá simplemente se siente culpable
porque interpreta su enfermedad como castigo por sus pecados. Cualquier
persona que sufre de una grave enfermedad o de una pérdida tiende a cuestionar
lo que él o ella ha hecho para merecer tal cosa. Si esto es verdad para
la gente de hoy día, imagine cuanto más real sería este sentimiento para la
gente de aquel entonces.
“Hijo, tus
pecados son perdonados.” Ésta es una palabra pastoral para alguien herido
en espíritu tanto como en cuerpo. Esta palabra le asegura que no necesita
temer que Dios esté esperando a la vuelta de la esquina para hacerle caer de
nuevo. Seguramente, el hombre espera que Jesús tome el próximo paso y
sane su cuerpo. Parece posible, no obstante, que por el momento el hombre
sienta el descanso que viene al ver que su alma ha sido sanada.
“Hijo, tus
pecados son perdonados.” Éste puede ser un “pasivo divino,” una manera de
referirse a la acción de Dios sin pronunciar su nombre. Los judíos tienen
cuidado de no utilizar el nombre de Jesús a no ser que lo tomen en vano.
Quizá Jesús no esté perdonando al hombre, en vez, simplemente reconoce el
perdón de Dios. Esto se parece al trabajo de un sacerdote, que cumple un
rito de redención, solo actuando como intermediario de Dios – Dios es el que
perdona (Levítico 4:26, 31).
“La ruptura en
el orden de la historia (v. 5), reforzada por una declaración del Señor (v.
10), subraya el perdón de pecados como el punto principal de esta historia”
(Williamson, 64).
Solo existe
otra historia más en los Evangelios en que Jesús pronuncia el perdón de los
pecados – la historia de la mujer que lava los pies de Jesús con sus lágrimas
(Lucas 7:48).
Anote que el
perdón de los pecados no cura la parálisis de este hombre. Es perdonado
pero, aún así, no puede andar. Ha recibido una palabra bendita de Jesús,
pero todavía necesita otra.
VERSÍCULOS 6-7: BLASFEMIAS
DICE
6Y estaban allí
sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,
7Decían: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar
pecados, sino solo Dios?
“Y estaban allí
sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones” (v. 6).
Estos escribas están sentados, la postura en la que enseñan. Más
adelante, Jesús les acusará de buscar los mejores asientos en la sinagoga
(12:39). Su postura gentil parece fuera de lugar en esta entrada tan
aglomerada, indicando que Marcos ha combinado dos historias aquí – una historia
de sanar y una historia de controversia. Así es el carácter de Marcos,
que también inserta la historia de la mujer con una hemorragia en la historia de
la curación de la hija de Jairo (5:21-43) – y la historia de la limpieza del
templo dentro de la historia de la higuera (11:12:25).
Los escribas
son intérpretes ordenados y autorizados por la ley del Tora. Porque
sabemos que se oponen a Jesús, los identificamos rápidamente como malos.
De hecho, están ansiosos de complacerle a Dios y son devotos de la ley de
Dios. Estudian la ley de Dios en detalle meticuloso para que puedan guiar
a la gente por el buen camino. Si a veces fallan al no ver el bosque por
los árboles, ¿cuál de nosotros está capacitado para juzgar sus fallos?
“¿Por qué habla
éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?” (v. 7).
En silencio, los escribas juzgan a Jesús por usurpar la prerrogativa de Dios al
perdonar pecados. Aunque es posible que una persona perdone un pecado
cometido contra él o ella, cada pecado es, al final, un pecado contra
Dios. David capta esta idea perfectamente cuando escribe, “A ti, á ti
solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos” (Salmo 51:4a).
Escribió este salmo después de haber cometido adulterio con Bathsheba y de
haber asesinado a Uriah, el marido de Bathsheba. De hecho, había pecado
fuertemente contra Uriah y Bathsheba y como rey, había pecado contra todos sus súbditos.
Sin embargo, su pecado más grande fue en contra de Dios, y solo Dios podía
perdonar ese pecado (Salmo 51:1-3; 85:2). “No hay nada en la literatura
judía que sugiera que cualquier hombre – ni siquiera un mesías – tuviera la
autoridad de perdonar pecados” (Hooker, 88).
Aún los
sacerdotes, responsables del sistema de sacrificios, declararían ser solo
intermediarios de Dios, porque solo Dios puede perdonar pecados. Los
sacerdotes discutirían, no obstante, que Dios les ha mandado cumplir los ritos
de redención. Por eso, según ellos, es a través de sus varios ministerios
que Dios efectúa el perdón de los pecados. Verían a Jesús como uno que
adopta, no solo las prerrogativas de Dios, sino las sacerdotales también.
Los escribas
declaran a Jesús culpable de blasfemia por haber adoptado la prerrogativa de
Dios. Blasfemia es el más serio de los pecados, y la ley del Tora
especifica que el blasfemador ha de ser apedreado hasta morir (Levítico
24:10-23). Entonces, Marcos hace surgir el tema de blasfemia aún al
comenzar el ministerio de Jesús. Más adelante, el Sanedrín presentará
cargos formales de blasfemia contra Jesús, y eso será la base de su crucifixión
(14:61-64).
VERSÍCULOS 8-9: ¿QUÉ ES MÁS
FÁCIL?
8Y conociendo
luego Jesús en su espíritu que pensaban así dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por
qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? 9¿Qué es más fácil, decir al
paralítico: Tus pecados te son perdonados (griego: aphientai – la voz
pasiva sugiere que Dios es el que perdona, en contraste con v. 10), ó
decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda?
“Y conociendo
luego Jesús en su espíritu que pensaban así dentro de sí mismos” (v. 8a).
Los escribas no han mencionado su descontento pero, como Dios, Jesús conoce sus
corazones.
“¿Por qué pensáis
estas cosas en vuestros corazones? 9¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus
pecados te son perdonados, ó decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda?” (vv.
8-10). Jesús contesta sus preguntas, que aún no han declarado, con una
pregunta suya. No les pregunta cuál es más fácil hacer, sino cuál es más
fácil decir. Es más fácil decir, “Tus pecados te son perdonados”o
decir,“Levántate, y toma tu lecho y anda.”
La verdad es
que es más fácil decir “Tus pecados te son perdonados” que decir “Levántate, y
toma tu lecho y anda.” Los que observan no tienen manera de verificar si
los pecados del hombre han sido perdonados, pero fácilmente pueden ver si el
hombre se levanta y toma su lecho y anda. Cuando Jesús dice, “Levántate,
y toma tu lecho y anda,” se pone en una posición peligrosa. Si el hombre
logra levantarse y andar, quedará claro que Jesús obra con el poder de Dios y,
por lo tanto, está en su derecho al decir “Tus pecados te son
perdonados.” Sin embargo, si el hombre no logra levantarse, Jesús será
revelado como un fracaso y un blasfemador. Si se le acusa de blasfemia,
podría ser apedreado a muerte (Levítico 24:16). Con esta pregunta,
entonces, Jesús propone una prueba con la que se pueda verificar su potestad
(el sanar) para demostrar lo que, de cualquier otra manera, no se puede
verificar (el perdón). “Jesús insiste que si sana al hombre, sus enemigos
han de reconocer su autoridad de perdonar el pecado” (Perkins, 551).
VERSÍCULOS
10-12: TODOS SE ASOMBRARON Y GLORIFICARON A DIOS
10Pues para que
sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar(griego: aphienai
– la voz activa sugiere que el Hijo del Hombre es el que perdona, a diferencia
de v. 9) los pecados, (dice al paralítico): 11A ti te digo:
Levántate, y toma tu lecho, y vete á tu casa.12Entonces él se levantó luego, y
tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se asombraron,
y glorificaron á Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto.
“Pues para que
sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar los
pecados” (v. 10). El título, Hijo del Hombre, viene de Daniel 7:13, donde Dios
“delegó su potestad de absolución a un ‘Hijo del Hombre’ que lleva a cabo su
bondadosa voluntad en la esfera terrenal; por lo tanto, ‘sobre la tierra’ el
Hijo del Hombre tiene la autoridad de perdonar pecados” (Marcus, 223).
(NOTA: La NRSV traduce Daniel 7:13 como “ser humano” en lugar de “Hijo del
Hombre).
Este título,
Hijo del Hombre, tiene la ventaja de no llevar ninguna connotación militar asociada
con el título de Mesías. Gente espera que el Mesías levante un ejército,
expulse a los romanos, y que vuelva a establecer el gran reino davídico.
No tienen ninguna esta expectativa del Hijo del Hombre.
Jesús se
refiere a si mismo como Hijo del Hombre con frecuencia. Solo cuatro veces
en el Nuevo Testamento (Juan 12:34; Hechos 7:56; Revelación 1:13; 14:14)
aparece alguien que no sea Jesús que dice la frase, y cuando se utiliza, es
para referirse a Jesús. En el Evangelio de Marcos, Jesús se refiere a si
mismo como el Hijo del Hombre catorce veces. Doce de estas toman lugar
después de que Pedro declare a Jesús el Mesías (8:27-30), y nueve tienen que
ver con el sufrimiento y la muerte de Jesús (8:31, 9:9, 12, 31; 10:33, 45;
14:21 dos veces, 41). Solo dos veces (2:10, 28) utiliza Jesús la frase
antes de la confesión de Pedro, ambas veces en conexión con los retos a su
autoridad y ortodoxia. Porque Jesús generalmente utiliza la frase para
presentar su pasión a los discípulos, no parece probable que la usara durante
la primera parte de su ministerio en presencia de sus enemigos. En Marcos
2, es probable que Marcos ponga la frase en labios de Jesús.
Si Jesús
utiliza este título en frente de estos escribas, es significante que no se
ofendan cuando lo usa para referirse a si mismo. Si lo entendieran como
un título mesiánico, seguro que se hubieran ofendido.
Existen por lo
menos tres posibles significados para el título, Hijo del Hombre. Puede
significar (1) la humanidad en general, (2) “Yo el que te habla,” o (3) puede
ser un título mesiánico (Guelich, 89-90). En este contexto de Marcos 2,
Jesús parece utilizarlo como “Yo el que te habla,” pero su uso frecuente del
título en conexión a su pasión sugiere que a menudo lo utiliza como un título
mesiánico. Está claro que el título tiene significado para Jesús, el cuan
irá descubriendo a sus discípulos, pero en esta época de su ministerio, no
parece tener mucho significado para nadie mas que Jesús.
En Marcos 2:10,
Jesús parece referirse de nuevo a Daniel 7:13; clamando que Dios le ha delegado
a él la autoridad de perdonar pecados en la tierra; y contrastando el papel de
Dios en el cielo con el del Hijo del Hombre en la tierra. “Este es el
único lugar en el Evangelio donde el perdón de pecados se asocia con el Hijo
del Hombre… Solo a través de la resurrección, la temprana iglesia pudo
reconocer de manera inequívoca la plena extensión de la autoridad de Jesús… El
Cristo resucitado todavía ejerce el perdón de los pecados en la tierra” (Lane,
98).
“A ti te digo:
Levántate, y toma tu lecho, y vete á tu casa” (v. 11).
Jesús demuestra su autoridad al mandar al paralítico que tome su lecho y ande
(vv. 9-10). El hombre responde rápidamente haciendo lo que Jesús le
manda. La palabra de Jesús, como la Palabra creativa de Dios en Génesis
1, es efectiva – tiene potestad – cumple la obra que se propone cumplir.
El resultado es que todos quedan asombrados y glorifican a Dios – no a Jesús,
sino a Dios. Si Jesús fuera de verdad un blasfemador, como dicen los escribas
(v. 7), el resultado final de sus esfuerzos no sería la glorificación de Dios.
Cuando Marcos
dice que todos se asombraron y glorificaron a Dios, no incluye a los
escribas. Sin duda los escribas están asombrados, pero el éxito de Jesús
viene a su coste. Su continuada oposición (2:13-17) demuestra que no
aceptan la autoridad de Jesús y no se puede esperar que glorifiquen a Dios por
los milagros de Jesús.
“Entonces él se
levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que
todos se asombraron, y glorificaron á Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto” (v. 12).
“Ellos ya han visto cosas parecidas (1:32-34), pero esta vez la
declaración del perdón de los pecados, y la valiente defensa de Jesús de su
derecho a hacerlo, añade una nueva dimensión” (France, 129).
MARTES 06 DE DICIEMBRE
MATEO 18, 12-24=LUCAS 15, 1-3
Jesús continúa
con la parábola de la oveja perdida (versículos 10-14). El Gran Pastor no está
contento con tener noventa y nueve ovejas seguras, sino que arriesga todo para
salvar a la oveja perdida. A los ojos del Gran Pastor cada oveja es importante,
ninguna está de más. Jesús nos llama a encarnar este mismo sentido de
compromiso por la oveja que está fuera del redil.
Mateo 18:12-14
incluye la parábola de la oveja perdida, pero las otras parábolas de este
capítulo aparecen únicamente en el Evangelio de Lucas.
Hay una
progresión en estas parábolas. El pastor pierde una de cien ovejas
(una pérdida del uno por ciento). La mujer pierde una de diez
monedas (una pérdida del diez por ciento). El padre pierde uno de dos
hijos (una pérdida del cincuenta por ciento).
Las primeras
dos parábolas son reforzadas por medio de una estructura paralela:
─ “Qué hombre” (tis anthropos) (v.
4) se paralela con “qué mujer” (tis gune) (v. 8).
─ Ambas historias tratan de pérdidas (vv.
4, 8).
─ “va… hasta que la halle” (v. 4) se
paralela con “busca…. hasta hallarla” (v. 8).
─ Las dos historias tratan de regocijo (vv.
5, 9).
─ Alegría en las dos historias es
acompañada por el arrepentimiento de pecadores (vv. 7, 10).
“Qué hombre de
vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas” (v. 4).
El Antiguo Testamento a menudo utiliza la metáfora del pastor para describir el
cuidado de Dios por nosotros (Salmo 23; 28:9; 78:52; 80:1; 100:3; Jeremías
31:10; Zacarías 13:7). Ezequiel 34 es particularmente importante.
Dios declara, “He aquí, yo, yo requeriré mis ovejas, y las reconoceré… Las
libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de
la oscuridad… Yo buscaré la perdida, y tornaré la amontada, y ligaré la perniquebrada,
y corroboraré la enferma: mas á la gruesa y á la fuerte destruiré. Yo las
apacentaré en juicio” (Ezequiel 34:11, 12b, 16). Los israelitas
interpretaron esto pensando que Dios les buscaría cuando estaban perdidos y
destruiría sus enemigos gruesos y fuertes. Las parábolas de Jesús imponen
una nueva interpretación.
Irónicamente,
en la época de Jesús gente ya no pensaba de pastores de manera favorable.
Ser pastor es un trabajo solitario y poco apreciado, por eso, gente con más
opciones elige otras profesiones. Pastores tampoco pueden simplemente
abandonar sus rebaños en el sábado y, por eso, su observación religiosa es
irregular. Un padre no quisiera ver a su hija casada con un pastor.
“¿Qué hombre de
vosotros?” (v. 4a). “La parábola empieza con una poderosa invitación hacia los
líderes para que se identifiquen con un pastor” (Van Harn, 412) – pero
no pueden imaginarse a si mismos como pastores.
La pregunta,
“¿Qué hombre de vosotros?” suena como si la reacción natural es dejar a las
noventa y nueve, pero eso no está nada claro. Un MBA protegería el núcleo
de la inversión – las noventa y nueve ovejas. Podemos sobrellevar la
pérdida del uno por ciento, pero no la pérdida del noventa y nueve por ciento.
“teniendo cien
ovejas” (v. 4a). Cien ovejas es un rebaño grande. La mayoría de
familias solo tiene solo una fracción pequeña de ese número. Una persona
lo suficientemente rica para tener cien ovejas seguramente contrataba a alguien
para cuidarlas. Sin embargo, una familia extendida a menudo combinaba sus
rebaños bajo el cuidado de uno o más pastores, y esos pastores seguramente eran
miembros de la familia extendida.
Una antigua
canción evangélica habla de dejar a las noventa y nueve “seguras en el rebaño,”
pero Jesús habla de dejar a las ovejas, no seguras en el rebaño, sino en el
desierto – un lugar peligroso. En la versión de Mateo de esta historia el
pastor deja a las ovejas “por los montes” (Mateo 18:12) – otro lugar peligroso.
No obstante, un
rebaño tan grande requería el cuidado de más de un pastor. Si apareciese
un animal salvaje, sería imposible para un solo pastor defender a las ovejas
contra el ataque y, al mismo tiempo, mantener el rebaño junto. Por lo
tanto, podemos asumir que el pastor deje las noventa y nueve en manos de otro
pastor mientras sale en busca de la oveja perdida que se ha separado del
rebaño. Hay riesgo, sin embargo, porque el pastor que se queda se
encontrará abrumado hasta que regrese el otro pastor. El primer pastor
toma el riesgo, porque la oveja perdida es preciosa para él. Sabe su
nombre y ella conoce su voz. No puede simplemente “olvidarla” sin tratar
de ayudar.
A lo largo de
su ministerio Jesús nos ha presentado el reino de Dios, un lugar de reglas
contrarias. Esta historia es una del reino, que refleja la naturaleza
radical del amor de Dios. Las reglas normales de negocios no
aplican. La pérdida de una oveja rompe el corazón del pastor, así es que
el pastor la busca hasta encontrarla.
“Y hallada, la
pone sobre sus hombros gozoso” (v. 5). Poner la oveja sobre los
hombros demuestra la mansedumbre del pastor. El pastor ha sufrido la
pérdida de la oveja, pero ahora regocija – una reacción natural al recuperar
algo precioso que se había perdido.
“Y viniendo á
casa, junta á los amigos y á los vecinos” (v. 6). El pastor no puede
contener su alegría, en vez, su alegría fluye por su vecindad.
“Os digo, que
así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepiente, que de noventa
y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento” (v. 7).
Necesitamos recuperar este amor por los perdidos y la alegría por los
encontrados. “¿Por qué nuestras iglesias a menudo se encuentran tan
serias y sin alegría? Porque la auto-preservación moral puede ser
sofocante. Para fiestas, verdaderas fiestas, mire el Nuevo Testamento:
¡la alegría está en encontrar!” (Juel y Buttrick, 50-51).
“un pecador que
se arrepiente” (v. 7). “La oveja no hace mas que perderse para provocar que el
pastor la busque. En la parábola el pastor encuentra la oveja… Aquí, ‘ser
encontrado’ se equipara con ‘arrepentimiento.’ Por lo tanto, la parábola
de la Oveja Perdida propone una manera radical de comprender el
arrepentimiento, y una nueva explicación de su naturaleza” (Bailey, Poet and
Peasant, 155).
“noventa y
nueve justos, que no necesitan arrepentimiento” (v. 7).
“En 10:13; 11:32; 13:3, 5; Hechos 2:38; 17:30 es evidente que para Lucas todos
necesitaban arrepentirse, fuera judío o griego (Hechos 11:18; 17:30). Si
las noventa y nueve se refieren a fariseos y escríbanos, entonces estas
palabras se deben comprender irónicamente como aquéllos que se piensan
justos y sin necesidad de arrepentimiento” (Stein, 405).
MIÉRCOLES 07 DE DICIEMBRE
MATEO 11, 28-30
VERSÍCULOS
28-30: LLEVAD MI YUGO SOBRE VOSOTROS Y APRENDED DE MÍ
28Venid á mí
todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.
29Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso (griego:
praus – tímido, humilde) y humilde (griego: tapeinos –
humilde, bajo) de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
30Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Estos
versículos se encuentran entre los más queridos y citados de la Biblia, porque
todos nosotros nos sentimos cargados y necesitados de descanso.
En su contexto
original, estos versículos hablaban específicamente de los que se sentían
cargados por la ley judía. Dios dio la ley para guiar al pueblo judío por
las complicaciones morales de la vida, pero gente bien intencionada embelleció
la ley hasta que convertirla en algo demasiado complicado. Profesionales
religiosos se sentían orgullosos por su observación de la ley, pero ni ellos
podían evitar romperla. La persona común no podía ni acercarse a la
perfecta observación de la ley.
“Llevad mi yugo
sobre vosotros, y aprended de mí” (v. 29). “Rabíes a menudo hablaban del
yugo de la ley (Aboth 3:5) o de los mandamientos (Berakoth 2:2), pero siempre
en forma de alabanza. Aceptar este yugo, decían, es evitar el yugo de
monarquías terrenales y de importancias mundanas” (Johnson, 390). Tienen
un punto. No podemos elegir no seguir a ningún amo, sino que solo podemos
elegir a cuál de ellos serviremos. El yugo de la ley es mejor que el yugo
del mundo, porque el yugo de la ley está inspirado por Dios. En manos de
escribientes y fariseos, sin embargo, el yugo de la ley se convirtió en una
carga casi tan pesada como el yugo del mundo.
“En contraste
con sus oponentes (23:4), Jesús interpreta las leyes basándose en su propósito
original, el cual él conoce bien (5:17-48; 11:27; 12:8) – por ejemplo,
interpretar las leyes del sábado según su devoción a Dios en vez de reglas
universales (12:7) y leyes del divorcio según la devoción que uno tiene para su
esposa en vez de un efugio para rechazarla (19:4-8)” (Keener, 221). “En
ciertos lugares, la interpretación de Jesús (de la ley) será más leve (por
ejemplo, en la observación del sábado), en otros momentos será más estricta
(como con el divorcio) que la de los fariseos, pero la observación de la ley en
general será simplificada por su énfasis en ‘los asuntos más importantes de la
ley: justicia y merced y lealtad’ (23:23) y sobre el doble mandamiento de amor
(22:37-40)” (Hare, 128-129).
Jesús no
propone que no tengamos un yugo, sino que aceptemos el suyo, el cual es chrestos
– “manejable, es decir, suave, agradable (en vez de áspero, duro, y agudo)”
(Thayer, 671). Un yugo bien hecho distribuye la carga por igual, haciendo
el trabajo más fácil. Un yugo bien ajustado sigue las curvas del cuello
del buey para que no le roce y le haga daño. “Hay una leyenda que Jesús
hacía los mejores yugos de toda Galilea, y que hombres de todo el país venían a
su taller de carpintería para comprar los mejores yugos que Él pudiera hacer”
(Barclay, 19).
Para una
analogía contemporánea, consideremos las ventajas que tiene la nueva maquinaria
deportiva, tan avanzada tecnológicamente. Un escalador puede ir más
rápido, más lejos, y moverse más fácilmente cuando va equipado con una mochila
bien construida, una estufa pequeña, comida en seco, y una tienda de campaña
ligerísima. Nuevos avances en raquetas de tenis, esquíes, palos de golf,
y zapatos deportivos pueden ayudar a atletas a conseguir nuevos records.
Poder verse instantáneamente en una pantalla le ayuda a analizar mejor a sus
oponentes. Programas de entrenamiento sofisticados le ayudan a lograr sus
metas. Ninguno de estos equipos le ayuda al atleta a ganar si solo se
sienta en la periferia, pero sí aumentan la habilidad del atleta en el campo deportivo.
Cuando Jesús nos invita a llevar su yugo y a aprender de él, es como si nos
está dando acceso a los mejores equipos y al mejor entrenamiento para el juego
de la vida.
Un yugo
generalmente conecta a dos bueyes para que trabajen como equipo. Cuando
Jesús nos invita a llevar su yugo y a aprender de él, nos está invitando a
unirnos a él en su arreo – a permitirle a él tomar el mando – a permitirle que
nos acompañe a través de momentos difíciles – a darle la oportunidad de
enseñarnos como se debe hacer.
“Porque soy
manso (griego: praus – tímido, humilde) y humilde (griego: tapeinos
– humilde, bajo) de corazón” (v. 29). Moisés era humilde (Num. 12:3), y
Jesús bendijo a los praus (tímidos), prometiendo que ellos “recibirán la
tierra por heredad” (5:5) – una promesa que no parece intuitiva. Nos
parece que los valientes y los fuertes heredarán la tierra. Quizá los
tímidos hereden el cielo, pero dudamos que hereden la tierra. Sin
embargo, la promesa de Jesús se basa en la economía de Dios en vez de los
métodos del mundo. Igual que Jesús transformó al mundo a través de su
tímida sumisión a la voluntad de Dios para morir en la cruz, también así, por
la voluntad de Dios, el praus – aquéllos que se someten a la voluntad de
Dios – quedarán poseídos por un poder que transciende sus habilidades y
destrezas naturales.
“Y hallaréis
descanso (anapausin) para vuestras almas” (v. 29). Jeremías le
pidió a Israel: “preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y
andad por él.” Prometió que, si lo hacían, “hallaréis descanso para
vuestra alma.” Israel, sin embargo, rechazó el consejo de Jeremías,
diciendo, “No andaremos” (Jeremías 6:16). Ahora, Jesús hace una promesa
similar a aquéllos que llevan su yugo.
Anapausin “anota un
descanso temporal, un alivio por ejemplo, para los soldados” (Thayer, 40) – un
descanso para refrescarnos y prepararnos para el trabajo que nos espera.
Jesús no nos invita a un descanso en el que nos sentamos en una silla, sino al
descanso de una vida con el propósito de ser discípulo. No les promete a
los que miran el reloj que saldrán temprano del trabajo, sino que les ofrece a
los discípulos energía, visión, y propósito.
Mientras que el
contexto original se refería a la carga de la ley judía, no hay nada en estas
palabras que sugiera que no podríamos extender este contexto a nuestro
cansancio y a nuestras cargas de hoy. Estamos cansados, aunque no
observemos la ley judía. Sentimos la carga de muchas cosas:
·
ocupaciones,
·
preocupaciones sobre trabajo, matrimonio,
dinero, salud, hijos, seguridad, y vejez,
·
decisiones difíciles,
·
criticismo u oposición,
·
soledad,
·
y miles de otras cosas.
La preocupación
de Jesús por nuestras cargas es tan verdadera como su preocupación por los
judíos de su tiempo, que también sentían la carga de la ley. Su promesa
es igual de real. “Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados,
que yo os haré descansar.” ¡Jesús todavía hace eso! ¡Jesús todavía nos da
descanso!
JUEVES 08 DE DICIEMBRE
LUCAS 1, 26-38
VERSÍCULOS
26-29: ¡SALVE, MUY FAVORECIDA!
26Y al sexto
mes, el ángel Gabriel fue enviado de Dios á una ciudad de Galilea, llamada
Nazarea, 27A una virgen (griego = parthenon,
doncella, hija soltera, virgen) desposada con un varón que se llamaba José,
de la casa de David: y el nombre de la virgen era María. 28Y entrando el
ángel á donde estaba, dijo, ¡Salve, (griego = chaire, ánimo,
saludos, regocíjate), muy favorecida (griego = kecharitomene, agraciada,
honrada)! el Señor es contigo: bendita tú entre las mujeres. 29Mas
ella, cuando le vio, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación fuese
ésta.
La frase, “Al
sexto mes” (v. 26), conecta a María con la historia de Elizabeth, para quien
era “el sexto mes” de su embarazo con un bebé que sería conocido como Juan el
Bautista (v. 36). Juan nacería seis meses antes que Jesús, y sería el precursor
de Jesús, el que prepararía el camino para Jesús llamando a Israel al
arrepentimiento y el bautismo (3:1-18). El ángel Gabriel es el mismo ángel que
anunció el nacimiento de Juan el Bautista a Zacarías, el esposo de Elizabeth
(1:19), que es otra conexión entre las dos historias.
La historia de
la anunciación a Zacarías (1:5-25) precede a esta historia de la anunciación a
María. La historia de Zacarías se parece mucho a la anunciación a Abraham y
Sara (Génesis 18:1-15) en que ambas parejas eran ancianas, ya habían pasado la
edad para tener hijos, y tanto Zacarías como Sara dudaron. La historia de
Zacarías se parece mucho a la anunciación a María en que ni Elizabeth (la
esposa de Zacarías) ni María son candidatas realmente para la maternidad.
Elizabeth es muy vieja, así que requeriría un milagro para que ella pudiera dar
a luz. María es una virgen, así que ella requeriría un milagro todavía más
grande.
La virgen está
comprometida con José, de la casa de David (v. 27). Esta breve mención es todo
el crédito que José recibe aquí, algo admirable dado que Jesús trazará su
linaje hasta David a través de José. Sin embargo, en el evangelio de Lucas,
María lleva el papel principal y José solamente desempeña un papel secundario;
muy diferente que en el evangelio de Mateo que comienza con una larga
genealogía de José (1:1-16) y registra el intento de José de dejar a María
secretamente debido a su embarazo, una decisión que revierte a petición del
ángel (1:18-25).
Es admirable
que, en esta sociedad patriarcal, María esté al frente y en el centro de esta
historia. Las mujeres eran comprometidas a una edad muy temprana, así que
probablemente María estaba en sus primeros años de la adolescencia. Se esperaba
que estas jóvenes fueran vistas, pero no escuchadas. Es un mundo de hombres, y
María ni es hombre, ni está casada con un varón (aunque su compromiso con José
está hecho y solamente podía ser disuelta por divorcio). Ella es todavía muy
joven, sigue viviendo con sus padres, pero se esperaba que estuviera casada en
ese año.
El ángel se
dirige a María con las palabras Chaire kecharitomene, que en la versión
Reina-Valera 1960, se traduce “¡Salve, muy favorecida!” (v. 28). El ángel
asegura “El Señor es contigo”. Mientras que Lucas no cita las referencias de la
Escritura, como lo hace Mateo, las palabras del ángel nos recuerdan las
palabras de Dios a Moisés en la zarza ardiente, “yo seré contigo” (Éxodo 3:12),
y del ángel que le dijo a Gedeón “Iahveh es contigo, varón esforzado” (Jueces
6:12), y la afirmación del Señor a Jeremías “No temas delante de ellos, porque
contigo soy para librarte” (Jeremías 1:8).
María está
perpleja, seguramente por la apariencia del ángel/mensajero tanto como por sus
palabras. En su bastante pequeño pueblo, no vería frecuentemente a un hombre
extraño, mucho menos que se le apareciera a ella inesperadamente. ¿Acaso
Gabriel se vería como un hombre o como un ángel? ¿Qué apariencia tiene un
ángel?
Lucas dice que
María está perpleja por las palabras de Gabriel, chaire kecharitomene, “¡Salve,
muy favorecida!” Hay que tener en mente que María es una mujer en medio
de un mundo que da preferencia por los hombres, una casi niña en medio de un
mundo que venera la edad y sabiduría, una don nadie en medio de un casi nada
pueblo. Dios no la ha preparado para la aparición del ángel, pero envía al
ángel para prepararla para una todavía mayor sorpresa. “¡Chaire
kecharitomene!” “¡Salve, muy favorecida!” María seguramente vio al rededor
buscando si el ángel le estaba hablando a alguien más. Lucas dice que ella
pensaba ¿qué salutación sería esta? (v. 29). ¡Sin duda alguna! ¡Podemos ver que
la rueda gira! ¡Qué es lo que pasa!
VERSÍCULOS
30-33: Y CONCEBIRÁS UN HIJO
30Entonces el
ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios.
31Y he aquí, concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre
JESUS (griego = Iesous, una variante de Josué, un nombre que significa
“el Señor Salva” o “la salvación viene del Señor”). 32Este será
grande, y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor Dios el trono de
David su padre: 33Y reinará en la casa de Jacob por siempre; y de su reino no
habrá fin.
“María no
temas” (v. 30). Zacarías tuvo miedo del ángel (1:12), y estas palabras sugieren
que también María tenía miedo. Poco después veremos a atemorizados pastores en
la presencia del ángel (2:9-10). El temor es apropiado en la presencia de Dios,
pero Dios es misericordioso para aquellos que lo temen, tal como María nos
recordará en su Magnificat (1:50).
“Porque has
hallado gracia cerca de Dios” (v. 30). En la historia precedente de Zacarías y
Elizabeth, Lucas nos cuenta sobre la virtud religiosa de esa pareja (1:6-9,
13), pero no encontramos nada de eso aquí. Nada se dice de la fe o carácter de
María, “ni una sola palabra describe las virtudes o vicios de María, o explica
por qué Dios la escogió a ella. Ese es, precisamente, el punto: Dios escoge,
porque Dios escoge… Este texto se puede leer provechosamente junto con Romanos
6:29, donde Pablo articula el derecho de Dios como Dios para hacer cualquier
elección que Dios haga” (Cousar, 40). María no es escogida porque se ha ganado
el favor, sino que es favorecida porque ha sido escogida. Como María lo dirá en
respuesta a la anunciación del ángel, Dios quitó de los tronos a los poderosos,
y exaltó a los humildes (1:52). Y como después lo diría Jesús, en el reino de
Dios los postreros serán primeros y los primeros postreros (13:30).
“Este será
grande, y será llamado Hijo del Altísimo” (v. 32a). Lucas usa varias veces la
palabra, Altísimo, para referirse a Dios (1:76; Hechos 7:48; 16:17), así que el
Hijo del Altísimo es igual al Hijo de Dios, un nombre que también Lucas usa
varias veces para Jesús (1:35; 22:70; Hechos 9:20). El diablo usará este
nombre, Hijo de Dios, en su intento para tentar a Jesús (4:3, 9).
“…y le dará el
Señor Dios el trono de David su padre” (vv. 32b-33). Este es el cumplimiento de
la promesa que Dios hizo a David, que quería construir el templo para Dios.
Dios le prohibió a David construir el templo, pero le dijo “Asimismo Jehová te
hace saber, que él te quiere hacer
casa… yo
estableceré tu simiente después de ti, la cual procederá de tus entrañas, y
aseguraré su reino. El edificará casa á mi nombre, y yo afirmaré para
siempre el trono de su reino” (2 Samuel 7:11-13). Sabiendo que un hijo de David
construyó el templo, es natural asumir que el hijo que “edificará la casa” se
refiere a Salomón. Una comparación más cercana de los pasajes de 2 Samuel y
Lucas, sin embargo, muestran que Dios no estaba viendo a Salomón, sino a Jesús.
Salomón construyó el templo que permaneció por unos cuantos años, pero el
Cristo construirá “una casa no hecha de manos, eterna en los cielos” (2
Corintios 5:1).
Es valioso
notar que Dios pudo haber escogido el templo en Jerusalén como el sitio para su
anuncio, pero no lo hizo. Nazarea es un pequeño y muy común pueblo localizado
bastante lejos del templo, y era manchado por las religiones paganas que lo
rodeaban. Dios escoge a una humilde persona y un humilde lugar para
contrastarlo con la gloria del Hijo del Altísimo, que “Y reinará en la casa de
Jacob por siempre” (v. 33).
Todo esto es
Buenas Nuevas, por supuesto. Dios está proveyendo para la salvación del pueblo
de Dios. Las Buenas Nuevas también son que Dios tiene un lugar y un plan para
cada persona –incluso la más común de las personas – y especialmente la persona
común. Dios llama a María para ser la madre del Señor, pero llama a toda madre
para criar a su criatura bajo el cuidado y admonición del Señor. En la mayoría
de los casos, estamos muy conscientes de lo común de nuestras vidas. En muchos
casos, nuestras obras para Dios parecen menos que comunes: como repartir los
boletines de la iglesia, llevar al grupo de jóvenes a un retiro, preparando
algo de comer para la reunión de la iglesia. En algunos casos, nuestro llamado
parece más grande, como enseñar una clase de la Escuela Dominical o cantar en
el coro (pero los niños y niñas son muy
inquietos y alguien del coro canta fuera de tono y nos preguntamos que para qué
nos preocupamos. La realidad es que cualquier tarea, grande o pequeña,
satisface el esquema de Dios de maneras que no podemos entender. Es menos
importante que ejecutemos nuestras tareas con destreza que nos acerquemos a
ellas con devoción. Dios desea, no la habilidad de nuestras manos, sino el amor
de nuestros corazones. La persona que solamente tiene la habilidad de amar a
Dios y al prójimo es lo más importante en el orden de Dios.
Pero también
debemos reconocer que el favor de Dios es una espada de doble filo. Dios ofrece
misericordia, pero no una vida fácil. Para María, el favor de Dios le “trajo
consigo ninguno de los ideales o metas que consumen nuestra vida cotidiana…
María, la favorecida de Dios, fue bendecida con tener un hijo fuera del
matrimonio que años después sería ejecutado como criminal… La historia es tan
familiar que dejamos que esa familiaridad esconda su escándalo” (Culpepper,
52).
VERSÍCULOS 34-35: EL ESPÍRITU
SANTO VENDRÁ SOBRE TI
34Entonces
María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? porque no conozco varón. 35Y
respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud
del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será
llamado Hijo de Dios.
La pregunta de
María “¿Cómo será esto? Porque no conozco varón” es natural, muy parecida a la
de Zacarías “¿En qué conoceré esto? porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en
días” (1:18). Sin embargo, el ángel deja mudo a Zacarías por no creer, pero
contesta la pregunta de María. La diferencia parece ser que Zacarías pidió una
señal – prueba tangible de que el ángel estaba diciendo la verdad – mientras
que María simplemente pidió una explicación. La pregunta de Zacarías brota de
la duda, la de María de una entendible confusión.
“El Espíritu
Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra” (v. 35). Esto
levanta la pregunta sobre el nacimiento virginal, que ha generado mucha
controversia:
“vendrá sobre ti” tiene una variedad de
significados, ninguno de los cuáles tiene que ver específicamente con
embarazar. Ella concluye, “En pocas palabras, nada en el lenguaje del pasaje
mismo requiere la interpretación de una ‘concepción virginal’ o un nacimiento
más ‘milagroso’ de lo que requiere cada ocasión en que surge una nueva vida”
(Ringe, 32).
-- Otros dirán
que la virginidad de María no es necesaria. Dios es bastante capaz de salvar al
mundo sin el nacimiento virginal. Ellos enfatizarán que, fuera de este pasaje,
el Nuevo Testamento le da poco énfasis al nacimiento virginal. Jesús no dice
nada sobre él.
-- Sin embargo,
el ángel deja claro que el niño “será santo” y “será llamado Hijo de Dios” (v.
35), claramente intentando la designación de santo/Hijo de Dios es para
diferenciar a este niño de los otros. La palabra “virgen” aparece tres veces en
este pasaje, con esto, Lucas claramente intenta enfatizar y re-enfatizar la
pureza sexual de María. Debemos concluir que la intención de Lucas es describir
un nacimiento virginal, que cree que es una parte importante del plan de Dios.
“Una concepción virginal significa una nueva creación. Jesús es Hijo de Dios
como el progenitor de un nuevo orden de creación al igual que Adán era Hijo de
dios como el progenitor del orden previo de la creación (3:38)” (Nickle, 15).
“Obviamente, para Lucas, Jesús no solamente era un hijo de Dios, de los
que el mundo griego tenía bastantes… sino que era el Hijo de Dios de una
manera muy singular…, por sobre todo debido a la resurrección (ver Hechos 9:20;
13:32-33)” (Johnson, 38). “El niño no solamente será un nieto de David, será el
mismo hijo de Dios” (Arthur and Nestingen, 25-26).
VERSÍCULOS
36-37: PORQUE NADA HAY IMPOSIBLE PARA DIOS
36Y he aquí,
Elisabet tu parienta, también ella ha concebido hijo en su vejez; y este es el
sexto mes á ella que es llamada la estéril: 37Porque ninguna cosa es imposible
para Dios.
La ironía es
que Zacarías, que pidió una señal, fue castigado (1:20), mientras que María,
que no pidió una señal, obtiene una. Si María quiere saber cómo es que va a
tener un hijo, dada su virginidad, solamente necesita ver el crecido estómago
de su parienta Elisabet para confirmarlo. Si Dios puede poner nueva vida en una
anciana mujer, Dios seguramente puede hacer lo mismo en una joven virgen.
“Porque ninguna
cosa es imposible para Dios” (v. 37). Una vez más Lucas adopta el lenguaje del
Antiguo Testamento. Cuando el Señor anunció el inminente nacimiento de Isaac,
Sara rió. El Señor respondió diciendo, “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?”
(Génesis 18:14; ver también el comentario de Jesús en Lucas 18:27). Este es el
verdadero evangelio, buenas nuevas para quienes nos encontramos en situaciones
imposibles. Hablamos de encontrarnos entre la espada y la pared, y la mayoría
de nosotros cómo se siente estar en una situación insostenible y sin salida,
atrapados. Sin embargo, al caminar con el Señor, ninguna situación está más
allá de la redención.
VERSÍCULO 38: HÁGASE A MÍ
CONFORME A TU PALABRA
38Entonces María
dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase á mí conforme á tu palabra. Y el
ángel partió de ella.
María no
requiere confirmación, sino que sale en fe. Su respuesta una vez trae el
lenguaje del Antiguo Testamento, el “Heme aquí” de Abraham (Génesis 22:1), el
“Heme aquí, envíame a mí” de Isaías (Isaías 6:8), el “Halle tu sierva gracia
delante de tus ojos” (1 Samuel 1:18), el “Heme aquí” de Samuel (1 Samuel 3:4).
Raymond Brown dice que la respuesta de María la califica como la primera de
todos los discípulos de Jesús (Brown, 254). “Referencias posteriores a ella son
consistentes con este modelo (Lucas 1:45ss; 8:19-21; 11:27-28; Hechos 1:14). Su
humilde consentimiento a la voluntad y obra de Dios… se recomienda a sí misma a
todo creyente” (Nickle, 15).
“Hágase á mí
conforme á tu palabra…” “Esta última sentencia puede contener un juego de
palabras. 1:37 dice que ninguna cosa – literalmente “palabra” (rhema) –
era imposible para Dios. Ahora María dice, “Hágase á mí conforme á tu palabra”
(rhema)” (Strawn, 920).
VIERNES 09 DE
DICIEMBRE
MATEO 11, 16-19
VERSÍCULOS
16-19: UNA GENERACIÓN CONTRARIA
16Mas ¿á quién
compararé esta generación? Es semejante á los muchachos que se sientan en las
plazas, y dan voces á sus compañeros, 17Y dicen: Os tañimos flauta, y no
bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis. 18Porque vino Juan,
que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. 19Vino el Hijo del hombre,
que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo
de publícanos y de pecadores. Mas la sabiduría es justificada por sus
hijos.
Algunas
personas se niegan a estar satisfechas, y Jesús describe a tales personas en
estos versículos. Asocia a “esta generación” con hijos que rehúsan jugar
uno con el otro. “Os tocamos la flauta, y no bailasteis; os endechamos, y
no lamentasteis.” La flauta y el baile son apropiados para una
boda. Llantos y lamentaciones son apropiados para un funeral. Sea
feliz el juego (como en las bodas), o triste (como en los funerales), los niños
se niegan a jugar.
Estas imágenes
de bodas y funerales muestran las diferencias en estilo entre Jesús y Juan
Bautista. “Juan es demasiado sagrado; Jesús no es suficientemente
sagrado” (Dunn):
- Jesús vino
comiendo, bebiendo, y haciendo amigos entre pecadores, y dijeron, “¡Miren al
comilón y al bebedor, amigo de publícanos y pecadores!” El antecedente
para esta frase está en Deut 21:20-21, que describe como padres deben tratar a
un hijo que se rebela. “Y dirán á los
ancianos de la
ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece á nuestra voz; es
glotón y borracho. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán
con piedras, y morirá: así quitarás el mal de en medio de ti; y todo Israel
oirá, y temerá.” Este título de “comilón y bebedor” es, por lo tanto,
mucho más serio de lo que parece al principio. Si Jesús es, de verdad, un
comilón y un bebedor según los estándares de Deut 21, la ley de Dios manda que
muera una muerte violenta y sin honor. Este versículo nos da un vistazo
de la cruz que le espera a Jesús.
- Juan vivía
una vida ascética en el desierto – severamente disciplinada. Pocas
personas querrían vivir como Juan. Sus predicaciones de fuego y azufre
atrajeron a algunos pero repelaron a otros. Fue arrestado y después
degollado por ofender a la familia de Herodes, pero lo más probable es que
ofendiera a otros también. Dijeron de él, “Demonio tiene.”
Mientras que
Juan parece un fanático religioso, Jesús parece ser casi libertino. No es
tan fastidioso como otros en cuanto a su dieta. Sana a la gente los
sábados. Sus discípulos no son tan escrupulosos en su observación de la
ley, y él les defiende (12:1-8; 15:1-20). Aún peor es su asociación con
(y aparente aprobación de) recaudadores de impuestos y pecadores.
“Algunos cristianos hoy le dan a la fe una mala reputación por excesos
inmorales pero, seguramente, un número más grande de ellos nunca se tendría que
preocupar de encontrarse en esa categoría, ya que no podrían ni siquiera
acercarse a la amistad que Jesús tenía con gente de baja reputación”
(Blomberg).
Y después está
su obvia falta de respeto por los escribientes y los fariseos – que se ocupan
de mantener la ley – la ley de Dios. Todo con respecto a Jesús parece
moverse en dirección opuesta. Para añadir al problema, atrae a grandes
muchedumbres y les tienta a unirse a él en su desatino.
Está claro que
la raíz del problema para aquéllos que rechazan a Jesús es el conocimiento que
si tomaran en serio a Juan o a Jesús, esto requeriría de ellos un cambio de
vida bastante serio. Ambos Juan y Jesús nos sacuden y nos empujan hacia
lugares incómodos:
- Juan exige
que nos arrepintamos y que vayamos en nuevas direcciones – despidiéndonos de
placeres queridos y adoptando responsabilidades incómodas.
- Jesús da la
vuelta a cómodas suposiciones. ¿Cómo, nos preguntamos, pueden los pobres
de espíritu ser bendecidos – o aquéllos que lamentan, o los débiles?
¿Cómo puede Jesús hacer tales demandas en cuanto al coraje – adulterio –
divorcio – juramentos – retaliaciones – o el tratamiento de los enemigos?
(5:1-48).
Pero si
encontramos fallos con Juan y Jesús, podemos ignorar sus demandas – y es mucho
más fácil criticar que obedecer. Por eso, esta generación encuentra
fallos con ambos de estos hombres tan distintos. Y así ellos “permanecieron
pegados a sus sillas, empapelados a la pared en el baile del reino” (Long,
128).
“Mas la
sabiduría es justificada por sus hijos” (v. 19). El significado de este
proverbio es similar a “Por sus frutos les conoceréis.” Jesús reta a sus
críticos que miren los efectos de su ministerio – “Los ciegos ven, y los cojos
andan; los leprosos son limpiados, y los sordos oyen; los muertos son
resucitados, y á los pobres es anunciado el evangelio” (11:5). Uno ha de
ser sordo y ciego para no comprender el significado de tales eventos – debe
negarse a ver – taparse los oídos. “Filson habla de una ‘cómoda evasión
de la urgente manifestación de Dios,’ y eso dice todo” (Morris, 286).
No debemos
perdernos la alusión que hace Jesús a la sabiduría. Encontramos
referencias a la sabiduría en Job 28:12-28; Proverbios 8:22-36; Eclesiastés
24:1-24; Sabiduría de Salomón 7:22-30. Eruditos comentan de varias
maneras:
- “Hasta un
lector casual de estos pasajes puede ver como algunos de los tempranos
cristianos vieron en Jesucristo la encarnación de la sabiduría eterna de Dios
o, en su forma masculina, el Logos eterno” (Craddock, 355).
- Para Mateo,
“...las obras mesiánicas de Jesús son obras de sabiduría misma, identificando a
Jesús con la sabiduría” (Senior, 129).
- “‘Sabiduría,’
aquí, significa ‘el plan de Dios,’ ‘la providencia de Dios,’ o quizá más
simplemente, ‘el Cristo de Dios,’ Jesús mismo” (Bruner, 423).
- “En Mateo 11,
la Sabiduría se encarna en Jesús mismo, y el yugo de la Sabiduría es una
relación con Jesús en la que el Torá toma un nuevo aspecto. No como
maestros de la ley que ponen grandes preocupaciones sobre los demás (23:2-4),
Jesús ofrece el Torá (la enseñanza), que da ligereza a nuestras preocupaciones
y nos lleva a la paz y a la satisfacción. Con él, encontramos realización
y cumplimiento, un descanso sabatino como el que Dios disfrutó el séptimo día
de la creación (Génesis 2:1-3), y una previsión de la paz eterna y entera”
(Gardner).
SÁBADO 10 DE
DICIEMBRE
MATEO 17, 10-13
Capítulo 16 nos
prepara para la Transfiguración. Cuando Jesús les pregunta a los
discípulos, “¿Y vosotros, ¿quién decís que soy?” Pedro responde, “Tú eres
el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (16:16). Jesús le bendice a Pedro,
y les dice a los discípulos que no se lo digan a nadie. Después, les dice
que debe sufrir y morir. Al oír esto, Pedro le reclama y Jesús le
responde diciendo, “Quítate de delante de mí, Satanás.” También empieza a
enseñarles que ser discípulo va acompañado de una cruz. Capítulo 16,
entonces, establece la identidad de Jesús, su misión, y su método.
La
Transfiguración contrasta con la humillación de la que Jesús avisó a los
discípulos en capítulo 16. En la montaña, ¡Jesús es glorificado!
“Gloria se puede definir como influyente o importante, cualidades que
proporcionan el esplendor al que las tiene. Así es que la luz y el
deslumbre a menudo van juntos con la gloria. Mientras que seres humanos
pueden poseer gloria en cierta medida, el Dios de Israel es el ‘rey de la
gloria,’ majestuoso en todas las maneras (cf. Salmo 24:7-10; 29). Visible
en las grandes hazañas históricas (cf. Éxodos 15:11; Deuteronomio 5:24), la
gloria de Dios será revelada por completo algún día (cf. Isaías 35:2; 60:1-2)”
(Gardner). ¡La Transfiguración es un vistazo de esa gloria revelada!
Pero la
experiencia en la montaña es breve. Cuando Jesús y los discípulos
descienden la montaña, el padre del hijo epiléptico le ruega a Jesús que le
ayude (17:14-21). Con esto, Jesús y los discípulos son empujados hacia el
remolino del ministerio. Jesús vivirá la gloria eterna solo a través de
la cruz.
Mateo enfatiza
los paralelos entre Jesús y Moisés. Existen varios en este pasaje:
- Seis días (v.
1) se paralelan a los seis días que las nubes cubrieron el Monte de Sinaí antes
de que Moisés lo subiera (Éxodos 24:16).
- La alta
montaña (v. 1) se paralela al Monte de Sinaí (Éxodo. 24:12).
- Los tres
discípulos (Pedro, Santiago, y Juan) se paralelan a los tres hombres (Aarón,
Nadab, y Abiú), que fueron invitados a orar con Moisés (Éxodo. 24:1) y que más
tarde fueron ordenados sacerdotes (Éxodo. 28:1).
- El resplandor
del rostro de Jesús (v. 2) se paralela al resplandor del rostro de Moisés
después de su encuentro con Dios (Éxodo. 34:29). Éste paralelo es
particularmente fuerte. El rostro resplandeciente de Moisés fue una
imagen poderosa en la historia de Israel.
- Dios habla
desde una nube (v. 5). Esto se paralela a la llamada de Dios a Moisés
desde una nube (Éxodo. 24:16).
- Dios dice, “á
él oíd” (v. 5). Esto se paralela a “te levantará Jehová tu Dios: á él
oiréis” (Deut. 18:15).
- Los
discípulos tienen miedo (v. 6). Esto se paralela al miedo de los
israelitas al ver el rostro resplandeciente de Moisés.
- “¡Oh
generación infiel y torcida!” (v. 17 – más allá del pasaje del leccionario) se
paralela a “Generación torcida y perversa” (Deut. 32:5).
Al mismo
tiempo, a la iglesia le ha gustado esta historia, pero sin saber que hacer con
ella. Es misteriosa – más allá de nuestra experiencia diaria – y difícil
de comprender. En su centro, es simplemente una revelación para los
discípulos (y para la iglesia en general) de la identidad de Jesús. Es el
sello de aprobación de Jesús por parte de Dios y el camino en el que ha puesto
sus pies – un camino que les acaba de revelar a los discípulos (16:21-23) – un
camino que le llevará a la cruz.
10 Entonces los
discípulos le preguntaron a Jesús:
—¿Por
qué dicen los *maestros de la ley que Elías tiene que venir primero?
11 —Sin duda Elías viene, y restaurará todas las cosas —respondió Jesús—.12 Pero les digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron sino que hicieron con él todo lo que quisieron. De la misma manera va a sufrir el Hijo del hombre a manos de ellos.
13 Entonces entendieron los discípulos que les estaba hablando de Juan el Bautista.
11 —Sin duda Elías viene, y restaurará todas las cosas —respondió Jesús—.12 Pero les digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron sino que hicieron con él todo lo que quisieron. De la misma manera va a sufrir el Hijo del hombre a manos de ellos.
13 Entonces entendieron los discípulos que les estaba hablando de Juan el Bautista.
¿Por qué Moisés
y Elías?
- Representan
la ley (Moisés) y los profetas (Elías), las figuras más importantes del Antiguo
Testamento y las secciones más autoritarias de las Escrituras Hebreas.
- Los dos eran
“profetas que fueron, al principio, rechazados por la gente pero vindicados por
Dios... Entonces representan el mundo celestial de divina
vindicación. Según la perspectiva de Mateo después de la Pascua, Jesús
también pertenece a este mundo celestial” (Boring, 363).
- Los dos están
asociados con el “monte de Dios” (Éxodo 18:5; 1 Reyes 19:8).
- “En
pensamiento judío más tardío, frecuentemente se asociaba la edad mesiánica con
el regreso de Elías. El Antiguo Testamento hablaba de la reaparición de
Elías. El profeta Malaquías profesaba que el Señor mandaría a Elías antes
de la llegada del Señor (Mal. 4:5)” (Lockyer, 335). Además de la
aparición de Elías en el Monte de la Transfiguración, Jesús también identifica
a Juan el Bautista como Elías (Mateo 17:10-13).
Mateo no nos
dice nada del contenido de la conversación de Jesús con Moisés y Elías, pero
Lucas sí nos dice que hablan de la ida de Jesús (griego: exodon- de
éxodos) – “la cual había de cumplir en Jerusalén” (Lucas 9:31) – una obvia
referencia a su muerte, resurrección, y ascensión.
DOMINGO 11 DE
DICIEMBRE- TERCERO DE ADVIENTO-
JUAN 1,
6-8.19-28
EL CONTEXTO: CAPÍTULO 1
1En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2Este era en el principio con Dios. 3Todas las cosas por él fueron
hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho. 4En él estaba la
vida, y la vida era la luz de los hombres. 5Y la luz en las tinieblas
resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron.
Este evangelio
comienza con hermosas y poéticas palabras sobre Jesús, una poesía que no
menciona el nombre de Jesús o describe su apariencia, sino que más bien usa
metáforas suficientemente sencillas para un niño y suficientemente complejas
para todos nosotros.
También vemos
otras metáforas en este Evangelio. Jesús dice, “Yo soy la luz del mundo”
(8:12); “Yo soy el pan de vida” (6:35); “Yo soy la puerta” (10:9); “Yo soy el
buen pastor” (10:11), y otras. Jesús introduce cada una de estas metáforas con
la frase griega ego eimi = “Yo soy”, una frase que se deriva del nombre
de Dios tal como se le revela a Moisés en el Éxodo 3:14. En el evangelio de
Juan, Jesús se revela a sí mismo por la frase “Yo soy”, el nombre de Dios. Como
lo veremos adelante, Juan se revela a sí mismo por la frase, “Yo no soy”.
En el versículo
6 (comenzando la primera parte del pasaje de esta semana), el sujeto cambia a
Juan el Bautista, a quien el autor identifica solamente como Juan, como si ya
lo conociéramos. Juan, como otros profetas, es enviado de Dios (v. 6), pero el
autor habla de él, no en términos poéticos, sino en prosa. El cambio en estilo
literario tanto como palabras explícitas con respecto a la situación de Juan
deja claro que Juan, tan grande como pudiera ser, es menos cuando se le compara
con el más grande.
Juan “vino por
testimonio, para que diese testimonio de la luz, para que todos creyesen por
él” (v. 7). Estas palabras, “testigo” (griego = marturian) y
“testificar” (verbo griego = marturese), son formas de la misma palabra,
una palabra que significa testimonio o atestiguar, pero que, en español, se ha
convertido en mártir al reconocer que muchos cristianos que han muerto
al dar testimonio de Cristo.
En el versículo
10, el sujeto vuelve otra vez a la Palabra, Juan regresa a la escena en el
versículo 15, pero solamente para testificar de la Palabra. En el versículo 17,
tenemos la primera mención del nombre de Jesús, que se junta con su título:
Jesús (es el nombre) y Cristo (el título).
En el versículo
19 (comenzando la segunda parte del pasaje de hoy), tenemos la primera
interrogación de Juan por los sacerdotes y levitas de Jerusalén, que le
preguntan “¿Tú, quién eres?” Juan niega que es el Mesías, Elías, o el profeta,
y dice que es “Yo soy la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino
del Señor, como dijo Isaías profeta”.
En el versículo
24 (también parte de nuestro pasaje de hoy), tenemos la segunda interrogación
de Juan, preguntando por qué está bautizando. Esto provee a Juan con otra
ocasión para hablar muy bien de “el que ha de venir tras mí” (v. 27) y para
humillarse a sí mismo.
En el versículo
29, tenemos la segunda mención del nombre de Jesús, cuando Juan declara que
Jesús es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” Una vez más, Juan
reafirma la naturaleza superior de Jesús. Aunque menciona el bautismo (v. 31) y
que vio “al Espíritu que descendía del cielo como paloma” (v. 32), no menciona
específicamente bautizar a Jesús. En su lugar, una vez más asegura la
naturaleza superior de Jesús como el que bautiza con el Espíritu Santo,
mientras que Juan bautiza solamente con agua (v. 33).
En el versículo
35, Juan identifica a Jesús como el Cordero de Dios a dos de sus discípulos,
que después siguieron a Jesús, que es otro claro testimonio de la superioridad
de Jesús. Esto lleva a la historia de Jesús llamando a sus primeros discípulos
(vv. 39, 43).
Juan 1:19 –
12:50 es conocido como el Libro de los Signos, e incluye algunos de los
milagros de Jesús – incluyendo su primer milagro en Caná de Galilea (2:1-11) –
que son las señales que revelan su gloria (2:11). El primer testimonio de su
gloria, sin embargo, es el de Juan el Bautista, conocido en este Evangelio
solamente como Juan.
VERSÍCULOS 6-8:
VINO PARA DAR TESTIMONIO DE LA LUZ
6Fue un hombre
enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7Este vino por testimonio, para
que diese testimonio de la luz, para que todos creyesen por él. 8No era
él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
Cada uno de los
Evangelios nos habla de Juan el Bautista y lo coloca en contexto. El versículo
6 dice que Juan fue enviado de Dios. En este evangelio, solamente Juan y Jesús
son enviados de Dios, pero Juan está claramente subordinado a Jesús.
–– En Marcos,
Juan dice que Jesús es más poderoso que él (Marcos 1:7)
–– Mateo nos
dice que Juan “se le oponía” a Jesús para que viniera a él para ser bautizado,
diciendo “Yo he menester ser bautizado de ti, ¿y tú vienes á mí?” (Mateo 3:14).
–– Lucas nos
dice que Juan saltando en el vientre de Elizabeth cuando María, ya embarazada
con Jesús, vino a visitarla; y que Elizabeth (la madre de Juan) fue llena del
Espíritu Santo, exclamando “Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de
tu vientre. ¿Y de dónde esto á mí, que la madre de mi Señor venga á
mí? Porque he aquí, como llegó la voz de tu salutación á mis oídos, la
criatura saltó de alegría en mi vientre” (Lucas 1:42-44).
–– El cuarto
Evangelio es incluso más explícito. “En el Cuarto Evangelio, toda referencia a
Juan es una referencia a la depreciación” (Barclay, 30). Juan “no era él la
luz, sino para que diese testimonio de la luz” (v. 8). Y confiesa “Yo no soy el
Cristo” (v. 20). No es Elías o el profeta (v. 21). Él clama en el desierto,
“Enderezad el camino del Señor” (v. 23). No es “digno de desatar la correa del
zapato” (v. 27).
La razón para
su reiteración en el estatus subordinado de Juan es muy sencilla. Juan es
bastante famoso. Juan tiene sus discípulos y Jesús los suyos, una fuente de
confusión y posiblemente de rivalidad (Mateo 9:14; Marcos 2:18; Lucas 5:33;
7:18-23; Juan 3:25-30). Incluso décadas después, Pablo encontrará a discípulos
de Juan en Efeso; discípulos que ignoran sobre Jesús hasta la llegada de Pablo
(Hechos 19:1-7). El historiador Josefo tiene más que decir sobre Juan que sobre
Jesús. Juan parece estar en competencia con Jesús, incluso ya entrado el primer
siglo cuando este evangelio fue escrito. El autor de este evangelio va hasta el
punto, entonces, de reconocer el estatus de enviado de Dios de Juan y dejar
claro que está subordinado a Jesús.
Juan “para que
diese testimonio de la luz” (v. 7). Como ya lo notamos arriba, las palabras
“testigo” y “testimonio” provienen de la misma raíz. Ambas se usan regularmente
en el ambiente legal. En una sala de juicios, los testigos ayudan a establecer
la culpabilidad o inocencia por su testimonio. El propósito de su testimonio es
ser testigos de aquello que tienen conocimiento personal de tal manera que un
jurado o juicio puedan determinar correctamente la verdad. Es muy difícil
sobre-enfatizar la importancia de estas palabras, “testigo” y “testimonio” en
este evangelio. “El sustantivo ocurre quince veces, el verbo más de treinta”
(Juel, 481).
Este evangelio
“está lleno de imágenes de juicios; se llama a los testigos, se da testimonio y
el testimonio se cuestiona constantemente y es rechazado por los oponentes de
Jesús, hasta que finalmente va a un juicio. A través de todo ello, Jesús mismo
aparece como el Testigo de la revelación de Dios; él testifica de lo que ha
visto y escuchado del Padre (3:32), y en apoyo de ello de ahí en adelante
recurre al último testigo: el Padre, que da testimonio de Jesús a través de
Juan, a través de las obras que le da a Jesús para hacer, y a través de las
Escrituras del Antiguo Testamento (5:31-47); el proceso alcanza su fin en la
exaltación de Jesús a la presencia del Padre en el cielo (13:32; 17:1)”
(Beasley-Murray, 29).
El propósito
del testimonio de Juan es que “todos creyesen por él” (v. 7). “La preocupación
ha cambiado de ‘todas las cosas’ del versículo 3 a la esfera de (toda la gente)
(Brown, 8). Para el tiempo que se escribió este evangelio, en la última parte
del primer siglo, los gentiles se habían aceptado bastante bien la iglesia.
“No era él la
luz, sino para que diese testimonio de la luz” (v. 8). Uno de los propósitos de
este evangelio es dejar claro lo que Juan no era. No era la luz, ni el Mesías,
ni Elías, ni el profeta, ni digno de desatar la correa del calzado del Mesías.
El autor no da oportunidad para que se le malentienda. “Su técnica es hacer al
Bautista un testigo de (Jesús), y nada más” (Solyan, 13). Jesús es el principal
personaje. Juan solamente tiene un papel de apoyo.
VERSÍCULOS
19-23: SOY LA VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO
19Y éste es el
testimonio (griego = marturia) de Juan, cuando los Judíos enviaron de
Jerusalén sacerdotes y Levitas, que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? 20Y
confesó, y no negó; mas declaró: No soy yo el Cristo (griego = Christos).
21Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el
profeta? Y respondió: No. 22Dijéronle: ¿Pues quién eres? para que demos
respuesta á los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 23Dijo: Yo soy
la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo
Isaías profeta.
“Y éste es el
testimonio (griego = marturia) de Juan” (v. 19); aquí tenemos la palabra
“mártir” otra vez. Juan testifica primero a quién es y quién no es (vv. 19-28),
y después testifica de quién es Jesús (vv. 29-35).
“… los judíos
enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas” (v. 19). En este evangelio “los
judíos” frecuentemente se refiere a miembros de la institución religiosa judía;
los opositores de Jesús (2:18, 20; 5:10, 16, 18; 6:41, etc.). Esto no significa
que todos los judíos se oponían a Jesús. Juan es judío, los discípulos de Jesús
son judíos, Jesús es judío.
Los sacerdotes
y levitas eran religiosos profesionales, es decir, hombres que manejaban
objetos santos y dirigían cultos santos. El hecho de que estos sacerdotes y
levitas eran de Jerusalén añade otra nota ominosa, porque los oponentes de
Jesús están centrados en Jerusalén, y lo matarán en Jerusalén.
El diálogo
entre Juan y estos hombres de Jerusalén toma un cierto sabor de interrogación
hostil. Una pregunta sigue a la otra, presumiblemente para aclarar pero
realmente es para probar si la armadura de Juan tiene una grieta. Primero, y
más que nada, preguntan “¿Tú, quién eres?”, Juan “Y confesó, y no negó; mas
declaró: No soy yo el Cristo” (v. 20). Confesar, negar, confesar, es una
raramente fuerte construcción verbal. Aparentemente Juan sabe que se dice que
él es el Mesías, y quiere detener los rumores antes de que vayan más lejos.
Juan también
niega ser Elías (v. 21). Elías no murió, subió al cielo en un torbellino (2
Reyes 2:11), y los judíos esperaban su regreso como predecesor del Mesías
(Malaquías 4:5; Marcos 8:28; 9:11). En el evangelio de Marcos, Juan el Bautista
se viste como Elías (Marcos 1:6; 2 Reyes 1:8), es el predecesor del Mesías
(Marcos 1:1-4), y es aparentemente identificado por Jesús como Elías (Marcos
9:13), todo lo que confirma que efectivamente es, en verdad, Elías.
¿Cómo podemos
reconciliar la narración de Marcos de que Juan es Elías con el testimonio de
Juan en el cuarto evangelio de que no es? Muy posiblemente, Juan es Elías, pero
no se ve a sí mismo como tal. “En lo que respecta a esos pasajes… que
identifican a Juan el Bautista con Elías, esta no es la perspectiva de Juan el
Bautista mismo, sino la perspectiva de la temprana teología cristiana que vio
en el papel de Elías la mejor manera de interpretar la relación de Juan el Bautista
con Jesús, es decir, Juan el Bautista fue a la revelación de Jesús lo que Elías
fue a la revelación del Señor” (Brown, 48-49).
Juan también
niega ser el profeta prometido por Moisés en Deuteronomio 18:15, 18. En este
evangelio, se identifica a Jesús como el profeta (6:14; 7:40), aunque esa
identificación es menos que totalmente autoritativa.
Finalmente,
pasamos lo que Juan no es y vamos a lo que sí es. Dice, “Yo soy la voz del que
clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo Isaías profeta”
(v. 23). La cita viene de Isaías 40:3. En el contexto de Isaías, el pueblo
estaba en cautividad en Babilonia, y la visión de Isaías prometía un segundo
éxodo con un ángel haciendo un camino derecho a través del desierto para
permitir que los israelitas regresaran a su Tierra Prometida; un regreso que
Dios de hecho hizo posible, aunque no necesariamente en una supercarretera.
“Pero Juan el Bautista prepararía el camino, no para que el pueblo de Dios
regresara a la Tierra Prometida, sino para que Dios llegara a su pueblo”
(Brown, 50).
VERSÍCULOS
24-28: EL QUE VIENE DESPUÉS DE MI
24Y los que
habían sido enviados eran de los Fariseos. 25Y preguntáronle, y
dijéronle: ¿Por qué pues bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el
profeta? 26Y Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo con agua; mas en
medio de vosotros ha estado á quien vosotros no conocéis. 27Este es el
que ha de venir tras mí, el cual es antes de mí: del cual yo no soy digno de
desatar la correa del zapato. 28Estas cosas acontecieron en Betábara, de
la otra parte del Jordán, donde Juan bautizaba.
Este es el
segundo interrogatorio de Juan, esta vez por los fariseos. “En el tiempo de
Jesús, los fariseos eran uno entre muchos grupos de líderes religiosos judíos,
pero para el tiempo del cuarto evangelista, los sucesores de los fariseos, los
rabinos, fueron el grupo dominante en el judaísmo” (O’Day, 528). Los opositores
de Jesús durante su vida, se convirtieron en los primeros opositores de la
iglesia durante el primer siglo.
La manera en
que los fariseos ponen sus preguntas los hace aparecer como si esperaran al
Mesías, Elías o al profeta para bautizar. El verdadero punto detrás de sus
preguntas, sin embargo, es preguntar por la autoridad con que Juan estaba
bautizando judíos, una práctica generalmente reservada para los gentiles que se
convertían al judaísmo. “La respuesta de Juan indica que su bautismo es una
preparación para la aparición del Mesías que está escondido, que ya está en
medio de Israel y está por cumplir su tarea mesiánica” (Beasley-Murray, 24).
Una vez más,
Juan dice que lo que no es. No es “digno de desatar la correa del zapato” (v.
27), una tarea insignificante que se solamente se requería de los esclavos,
probablemente sólo de esclavos gentiles. Juan está diciendo que el grado de
diferencia entre él y quien ya está en medio de ellos es más grande que el que
está entre un maestro y el esclavo más bajo.
Tenemos que
admirar el valor de Juan, porque sus inquisidores son claramente hostiles, pero
Juan no hace hoyos en su testimonio sobre Cristo. Habla atrevidamente, incluso
si su atrevimiento lo pone en peligro. Él es “un modelo para todos lo que
siguen… La iglesia como un cuerpo está llamada a testificar… (en Navidad), en
cada himno, cantata, celebración, don, culto, acto de caridad, que la iglesia
primero diga ‘nosotros no somos la luz, pero hemos venido a dar testimonio de
la luz’…: ‘El Mesías ha venido, y es Jesús’” (Craddock, 20).
Nosotros, la
iglesia, estamos llamados a testificar de Cristo, con obras y palabras, en el
buen tiempo y el malo, cuando nos va bien y cuando no, cuando es peligroso y
cuando no lo es. Irónicamente, el testimonio de la iglesia frecuentemente ha
sido más fiel cuando está bajo persecución que bajo la prosperidad. Quienes
estamos en el Primer Mundo necesitamos recordar que cristianos mueren todos los
días debido a su testimonio de Cristo. También necesitamos enfrentar la
realidad de que, en nuestro mundo post septiembre 11, podemos enfrentarnos con
la decisión de renunciar a Cristo o morir. Siempre ha sido peligroso para los
Cristianos del Tercer Mundo. Ahora está comenzando a ser peligroso para el
resto de nosotros. Tal vez eso no sea algo malo para la iglesia, que puede ser
reforzado por la pérdida de los que nunca se comprometen.
“Estas cosas
acontecieron en Betábara, de la otra parte del Jordán” (v. 28). Esta no es la
Betania cerca de Jerusalén donde Jesús visitaría a María, Marta y Lázaro
(11:1-44). El lugar donde estuvo esta Betábara al otro lado del Jordán es
desconocida el día de hoy.
LUNES 12 DE
DICEIMBRE
LUCAS 1, 39-45
VERSÍCULOS
39-45: BENDITA TÚ ENTRE LAS MUJERES
39En aquellos
días levantándose María, fue á la montaña con prisa, á una ciudad de Judá; 40Y
entró en casa de Zacarías, y saludó á Elisabet. 41Y aconteció, que como
oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y
Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42Y exclamó á gran voz, y dijo. Bendita
tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. 43¿Y de dónde
esto á mí, que la madre de mi Señor venga á mí? 44Porque he aquí, como llegó la
voz de tu salutación á mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi
vientre. 45Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas
que le fueron dichas de parte del Señor.
“En aquellos
días, levantándose María” (v. 39). María es la heroína de esta historia,
pero es ella la que viaja a la casa de Zacarías y Elisabet – quizá porque el
embarazo de Elisabet precedía al de María por seis meses y estaría ya en estado
avanzado – quizá como gesto de honor por parte de la mujer más joven para una
mujer mayor. Lo más inusual de esta visita es que una mujer embarazada,
particularmente siendo soltera, se encontraría normalmente encerrada y no
viajaría.
“Las dos
mujeres, no solo son parientes, pero también les une una experiencia común, se
reúnen en una aldea (sin nombrar) en las montañas de Judá. Una es vieja y
su hijo cerrará una edad; la otra es joven y su hijo traerá una nueva”
(Craddock, Interpretation, 29).
“La criatura
saltó en su vientre” (v. 41). Todavía en el vientre, Juan es llenado del
Espíritu Santo (1:15), y comienza su obra, preparando el camino del Señor
(1:17, 76; 3:4).
“Bendita tú
entre las mujeres” (v. 42). Los cuatro Evangelios establecen la
superioridad de Jesús sobre Juan. En los Sinópticos, Juan anuncia la
superioridad de Jesús en su bautizo (Mateo 3:11-12; Marcos 1:7-8; Lucas
3:16-17). En el Evangelio de Juan, la anunciación es parte del Prólogo
(1:6-9). Lucas es el único que relata esta historia de la visita de María
a Elisabet, que establece la superioridad de Jesús aún mientras los bebés están
en el vientre. El Espíritu Santo llena ambos a Juan (1:15) y a Elisabet
(1:41), e inspira su testimonio de Jesús.
Es sorprendente
que Elisabet exprese honor por la visita de María. Es una mujer anciana
en una cultura que valora a la gente de edad. María es joven, seguramente
una adolescente. Por lo tanto, ella es la que debería mostrar
respecto. También, María se quedó embarazada mientras era soltera, y es
posible que aún no esté casada en el momento de esta visita. La típica
visita de una joven soltera y embarazada a una pariente sería por el motivo de
reducir la visibilidad de un embarazo vergonzoso – aunque esto no se menciona
en este Evangelio. Es Elisabet, siguiendo la tradición de la antigua
Sara, la que parece merecer el honor. María no ha hecho nada para merecer
su honor, excepto creer que “se cumpliría lo que le fue dicho de parte del
Señor” (v. 45) – ¡y con eso basta!
“Bendito el
fruto de tu vientre” (v. 42). Éstas fueron las palabras de Moisés a los
israelitas – la bendición, en ese caso, dependía de su obediencia a Dios (Deut.
28:4). María es obediente (1:38), y su bendición, como su bebé, crece de
esa obediencia. “Elisabet no desea ni ofrece bendición, pero reconoce que
María es bendita” (Nolland).
“La madre de mi
Señor” (v. 43). El bebé es la fuente de la bendición de María. Ella
será la madre del Señor. “‘Señor’ es un título ante todo para Dios (como
en Lucas 1:6, 9, 11, 15, 16, 17, 25). Para Jesús, se usa más
apropiadamente como título de resurrección (véase Hechos 1:21; 2:34-36; 4:26,
33; 8:16, etcétera). Pero Lucas, aún más que Mateo, lo usa para Jesús no
solo como un saludo sino también como título (véase Lucas 2:11; 7:13; 10:1; 11:39;
12:42; 17:6; 18:6; 19:8, 31; especialmente 24:34)” (Johnson, 41).
“Porque tan
pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de
alegría en mi vientre” (v. 44). Más adelante, Juan demostrará su humildad
ante Jesús igual que Elisabet demuestra humildad ahora ante María (Mateo 3:14).
“Y
bienaventurada (griego: makaria) la que creyó” (v. 45). El creer
de María le trae bendición. La palabra griega utilizada para bendición es
la misma que se utiliza en las beatitudes (6:20-22) – una palabra que implica
bendición basada en una relación correcta con Dios. María creyó,
comparado con Zacarías que no creyó y, por lo tanto, se quedó mudo “hasta el
día que esto sea hecho” (1:20). Durante su embarazo, Elisabet, ha vivido
con un hombre que, por su incredulidad, no ha podido hablar. Ahora ella
le recibe a María que si creyó y, por lo tanto, es capaz de cantar una canción
alegre.
El ángel se les
ha aparecido a Zacarías y a María, anunciando el nacimiento de un niño.
“La segunda maravilla...sobrepasa a la primera. Juan nacerá de una pareja
anciana y sin hijos, pero Jesús nacerá de una virgen... Juan será profeta, pero
Jesús será el hijo de Dios” (Tannehill, 52). En el Magnificat (vv.
46-55), María reconoce la inversa. Dios, ciertamente, “levantó á los
humildes” –
empezando con María (v. 52).
Mientras que es
un honor para María haber sido escogida como la madre del Señor, el honor viene
acompañado. “Esa misma bendición será una espada que atravesará su
corazón... Dios no escoge a una persona por su facilidad y comodidad, o por una
alegría egoísta, sino para una gran hazaña que necesitará todo lo que la
cabeza, el corazón, y la mano le pueda dar” (Barclay, 8). La mujer que
mecerá a su recién nacido en un pesebre también verá a su hijo morir en un
cruz.
VERSÍCULOS
46-55: ENGRANDECE MI ALMA AL SEÑOR
46Entonces
María dijo: engrandece mi alma al Señor; 47Y mi espíritu se alegró en Dios mi
Salvador, 48Porque ha mirado á la bajeza de su criada; Porque he aquí, desde
ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. 49Porque me ha
hecho grandes cosas el Poderoso; Y santo es su nombre. 50Y su
misericordia de generación á generación a los que le temen. 51Hizo valentía con
su brazo: Esparció los soberbios del pensamiento de su corazón. 52Quitó
los poderosos de los tronos, Y levantó á los humildes. 53A los
hambrientos hinchó de bienes; Y á los ricos envió vacíos. 54Recibió á
Israel su siervo, acordándose de la misericordia. 55Como habló á nuestros
padres á Abraham y á su simiente para siempre.
La canción de
María es conocida como la Magnificat por la primera palabra de la traducción
latina de este versículo. Los paralelos que tienen la canción de Ana (1
Sam. 2:1-10) son bastante fuertes. La canción de Ana empezó, “Mi corazón
se regocija en Iahveh, mi cuerno es ensalzado en Iahveh” Ella habló de
las inversas: “Los arcos de los fuertes fueron quebrados, y los flacos se
ciñeron de fortaleza” y “Levanta del polvo al pobre; al menesteroso ensalza del
estiércol, para asentarlo con los príncipes; Y hace que tengan por heredad
asiento de honra.” En sus versículos finales, ella celebraba el hecho de
que el Señor “guarda los pies de sus santos... y dará fortaleza á su Rey.”
La canción de María sigue un esquema parecido.
Los paralelos
serían aún más fuertes si fuera Elisabet la que cantara la canción de
María. Ambas Ana y Elisabet eran estériles, y rezaban para que sus
vientres se abrieran. Las dos sintieron gran alegría por sus embarazos y
los nacimientos de sus hijos. Algunos eruditos han sugerido que la
canción de María es la canción de Elisabet, pero hay poco que justifique esa
opinión. En los mejores manuscritos, v. 46 identifica a la que habla como
María, y v. 48 describe a María mejor que Elisabet.
Elisabet es una
mujer vieja (1:7) y eruditos creen que Ana también era anciana. Yo no
encuentro eso en las escrituras. La única prueba que tenemos de su edad
es el comentario, “Y así hacía cada año” (1 Sam. 1:7). Sin embargo, esto
se contradice con el hecho de que no es llamada una mujer anciana y porque
“concibió, y parió tres hijos, y dos hijas” después del nacimiento de Samuel (1
Sam. 2:21).
Es digno de
anotar que Zacarías, después de recuperar su voz en el nacimiento de su hijo,
será llenado del Espíritu Santo y cantará su propia canción (1:68-79) – una
canción con parecidos a las canciones de Ana y María. A María, sin
embargo, se le concede el privilegio de la primera canción, porque ella creyó,
y Zacarías no creyó. Solo será después de que la promesa es cumplida que Zacarías
cantará – solo cuando puede ver por los ojos en vez de por fe.
En la primera
parte de su canción, María celebra la bendición que ella ha recibido de “Dios
mi Salvador” (v. 47). Un Salvador solo es importante para una persona que
necesita ser salvada. Mientras que todos nosotros necesitamos ser
salvados, los humildes y los hambrientos (vv. 52-53) mejor comprenden la
necesidad de un Salvador. Lo más cómodos que estemos, lo menos
necesitados que nos sentimos. Lo más opulentos que somos, lo más probable
que busquemos felicidad en una nueva posesión o experiencia. El más éxito
que tengamos, lo más probable que celebremos nuestros logros en vez de buscar
la ayuda de Dios.
“Ha mirado á la
bajeza de su criada” (v. 48). María es humilde en dos sentidos.
Primero, tiene un espíritu humilde que se levanta, listo para responder a la
llamada de Dios sin reservaciones (1:38). Segundo, ocupa un puesto
humilde en la vida – una mujer en una sociedad patriarcal – una persona joven
en una sociedad que venera la edad. Su hijo nacerá en este puesto
humilde. Su primer hogar será un establo – su primera cuna un
pesebre. De hombre, dirá de si mismo, “Las zorras tienen cuevas, y las
aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la
cabeza” (9:58).
“Porque he
aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque
me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Y santo es su nombre” (vv. 48-49).
Como una mujer judía, María puede recordar los siglos pasados y recordar los
hombres y mujeres a quienes Dios llamó a su servició. ¡Abraham y Sara!
¡Isaac y Rebeca! ¡Moisés! ¡Gideón! ¡Débora! Todos los niños conocen sus nombres
e historias. Ahora, el nombre de María se unirá a los suyos. Gente
la venerará por el papel lugar especial que tiene en el plan de Dios.
Reyes y presidentes luchan por ser recordados bien, pero Dios alargó su mano a
esta simple niña y la elevó a un lugar de grandeza. Ha puesto sobre ella
un honor que no buscaba y un privilegio que nunca podría merecer. “Santo
es su nombre” (v. 49).
“Tomado por
completo, esta escena confirma que las increíbles palabras de Gabriel son,
ciertamente, palabras para creer” (Cousar, 37).
En v. 51, la
visión de María se amplía de sus propias bendiciones, hasta las bendiciones dadas
a Israel (v. 54) y a “Abraham y á su simiente para siempre” (v. 55).
“Estos descendientes incluyen a gentiles tanto como a la raza judía, como se
puede ver en las promesas de Dios a Abraham (véase Gen. 12:3; 17:4-5;
22:18). También se hace referencia a las promesas de Dios a Abrahán por
medio de Zacarías después del nacimiento de Juan (véase v. 73)” (Evans, 27).
María celebra
las inversas de Dios. “Esparció a los soberbios” (v. 51). “Quitó
los poderosos de los tronos, y levantó á los humildes” (v. 52). “A los
hambrientos hinchó de bienes; Y á los ricos envió vacíos” (v. 53).
“Recibió á Israel su siervo” (v. 54). La selección de Dios para escoger a
María como madre del Señor sirve de prueba de que estas inversiones ya han
empezado. De hecho, empezaron muchos años antes cuando Dios escogió a
Abraham.
Teólogos de
liberación utilizan estos versículos y otros parecidos para justificar acciones
violentas y revolucionarias por parte de la iglesia, pero “La Canción de María
no es una llamada revolucionaria para acción humana sino una celebración de la
acción de Dios” (Green, 100). Interpretar tales versículos como una
llamada revolucionaria “ignora la dimensión espiritual presente a lo largo del
himno, además de la esperanza expresada en versículos 54-55. Por otro
lado, algunos buscan diluir del todo las referencias a los humildes y
hambrientos, y hablar solo de los pobres y hambrientos de espíritu. Esto
también debilita la fuerza del pasaje” (Bock, 47).
Las inversiones
de Dios son buenas noticias para los aquéllos distanciados y de falta de
recursos, pero no para los ricos y poderosos. La mayoría de nosotros las
oye como buenas noticias, porque no nos consideramos ser ricos ni poderosos.
Sin embargo, la mayor parte de la gente del Primer Mundo disfruta de un
nivel de vida que parece imposiblemente rico para el resto del mundo.
Vivimos en casas palaciales, no solo por el estándar del Tercer Mundo, sino
también por el estándar de nuestros padres y abuelos. Conducimos carros
cada vez más lujosos y grandes. Raras veces nos quedamos sin comer.
Necesitamos oír el Magnificat como un aviso lanzado a través de nuestra
cubierta. Nosotros podemos ser los que estamos en peligro de caer de
nuestros puestos cómodos. Si somos sensibles a las necesidades de los
pobres, los humildes, los desplazados, los distanciados, y al prisionero,
quizá, podamos escapar del juicio de este texto.
A lo largo de
la canción de María, ella describe las actividades de Dios en el tiempo
pasado. “Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso” (v. 49).
“Hizo valentía con su brazo” (v. 51). “Quitó los poderosos de los tronos”
(v. 52). “A los hambrientos hinchó de bienes” (v. 53). “Recibió á
Israel su siervo” (v. 54). Podemos atribuir su uso del tiempo pasado, en
parte, al hecho de que ella está recordando siglos de la relación de Dios con
Israel.
Sin embargo, el
uso de María del tiempo pasado también demuestra su confianza en que la promesa
de Dios es verdadera. Todavía no es la madre del niño que será grande y
que será llamado el Hijo del Altísimo (1:32), pero Dios lo ha prometido y ella
cree en la promesa. El autor de Hebreos define la fe como “la sustancia
de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven” (Heb.
11:1). María es una persona que posee este tipo de fe, y es este tipo de
fe a la que Dios nos llama. Las bendiciones más ricas van a aquéllos que
creen en la promesa de Dios – los que caminan en fe.
MARTES 13 DE
DICIEMBRE
MATEO 21, 28-32
CAPÍTULO 21: EL
CONTEXTO
La primera
parte de este capítulo incluye la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén (vv.
1-11) y la purificación que hizo del templo (vv. 12-13). La purificación
precipita la confrontación entre Jesús y los principales sacerdotes y ancianos
de nuestro pasaje del evangelio. Presumiblemente, estos incluyen miembros del
Sanedrín, incluyendo a Caifás, a quien este evangelio identifica como el sumo
sacerdote (26:3). Es esa autoridad que Jesús desafía cuando voltea las mesas de
los cambistas, porque los cambistas deberían haber tenido la aprobación de las
autoridades religiosas para realizar sus negocios en el templo.
La idea de los
cambistas debe haber comenzado inocentemente. La gente que llegaba al templo de
muy lejos necesitaba un lugar para cambiar su dinero y comprar una ofrenda
aceptable. Tener esos servicios disponibles en el templo satisfacía una genuina
necesidad humana. Después se convirtió en una concesión bastante lucrativa.
Finalmente llegó a ser un negocio bastante bueno. Algunos líderes judíos
seguramente tenían sus reservas sobre los empujones y el alboroto en el templo,
pero era un servicio útil, y una atractiva fuente de ganancias.
Jesús no pidió
aprobación o se enfrascó con los principales en un debate. Simplemente caminó
dentro del templo y comenzó a tirar el dinero sobre el piso. Dijo, “Escrito
está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros cueva de ladrones la
habéis hecho” (21:13).
VERSÍCULOS
23-27: ¿CON QUÉ AUTORIDAD?
23Y como vino
al templo, llegáronse á él cuando estaba enseñando, los príncipes de los
sacerdotes y los ancianos del pueblo, diciendo. ¿Con qué autoridad haces esto?
¿Y quién te dio esta autoridad? 24Y respondiendo Jesús, les dijo: Yo
también os preguntaré una palabra, la cual si me dijereis, también yo os diré
con qué autoridad hago esto. 25El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del
cielo, ó de los hombres? Ellos entonces pensaron entre sí, diciendo: Si
dijéremos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué pues no le creísteis? 26Y si
dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen á Juan por
profeta. 27Y respondiendo á Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les
dijo: Ni yo os digo con qué autoridad hago esto.
Jesús está
enseñando en el templo. El sumo sacerdote y los ancianos del pueblo hacen una
pregunta doble, “¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te dio esta
autoridad?” “Esa era una pregunta adecuada para quienes eran responsables de la
fe, la moral y la vida institucional del judaísmo” (Craddock, et. al., 456).
“Esto” se refiere a la enseñanza de Jesús pero de seguro se extendía a la falla
de Jesús para rechazar el título de “Hijo de David” durante su entrada triunfal
y la purificación del templo.
“De acuerdo con
las ideas rabínicas, la autoridad para enseñar y hacer decisiones que
requerían compromiso era conferida por la semikkah o imposición de
manos, por la que un hombre era ordenado rabí. La pregunta (del sumo sacerdote)
implica que Jesús no pertenece a los rabíes o maestros acreditados” (Johnson,
508). El Sanedrín, del que el sumo sacerdote y los ancianos eran miembros, es
la más alta autoridad en Israel. ¿Con qué autoridad Jesús desafía su
administración del templo? ¿Cómo puede la autoridad de Jesús superar la de
ellos? ¿De dónde proviene su autoridad?
La pregunta
sobre la autoridad es importante a través de todo el evangelio de Mateo:
-- Jesús enseñó
como alguien que tenía autoridad (7:29).
-- Un centurión
romano, un hombre bajo la autoridad del emperador y teniendo autoridad sobre
mucha gente, reconoció el poder detrás de la autoridad de Jesús, cunando dijo,
“solamente di la palabra, y mi criado sanará” (8:8).
-- La autoridad
de Jesús para perdonar pecados fue validada por su autoridad para sanar la
parálisis. Las multitudes estaban asombradas por su autoridad (9:8).
-- Jesús
confirió autoridad a sus discípulos sobre los espíritus inmundos (10:1).
-- Jesús les
dio autoridad a sus discípulos para atar y desatar (16:19; 18:18).
-- Este
evangelio cierra con las palabras de Jesús “Toda potestad me es dada en el
cielo y en la tierra” (28:18).
"Tal vez
(el sumo sacerdote y los ancianos) esperaban que (Jesús) podría reclamar ser
rey, porque sabían que Roma lidiaría con ese reclamo. Tal vez esperaban que
reclamaría su calidad de Mesías ya que esto ellos lo podrían denunciar como
blasfemia, con algo de aprobación de la multitud que aparentemente lo
consideraba solamente como un profeta” (Buttrick, 508).
Jesús responde
a su pregunta con otra, “El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, ó de
los hombres?” Responder con una pregunta puede parecer evasivo, pero
Jesús añade esta desafiante promesa, “si me dijereis, también yo os diré con
qué autoridad hago esto.” En lugar de esquivar la pregunta, él se para en
un carbón encendido, desafiándolos a hacer lo mismo.
La pregunta de
Jesús coloca al sumo sacerdote y los ancianos en un dilema. Si dicen que el
bautismo de Juan es de los cielos, entonces tienen que enfrentarse al
testimonio de Juan sobre Jesús (3:3, 11-14) y su propia falla para responder a
la predicación de Juan. Si, por el otro lado, dicen que el bautismo de Juan no
era del cielo temían que la multitud, que creía en Juan, se rebelaría contra
ellos. El bautismo de Juan, “descansaba en su autoridad como profeta, que había
sido recibida directamente del cielo, es decir, de Dios; y la autoridad
de Jesús para enseñar y para realizar actos proféticos era la misma” (Johnson,
509).
En los
versículos 25-26, Mateo bosqueja el dilema, haciendo claro que el liderazgo
está ansioso de la aprobación de la gente y que así la multitud comparte la
responsabilidad por lo que está por ocurrirle a Jesús. El sumo sacerdote y los
ancianos rehúsan contestar, diciendo, “No sabemos”. Es una respuesta débil de
aquellos que son responsables por la vida religiosa nacional, una respuesta
provocada por la conveniencia de ser políticamente sensibles y de tener en
cuenta las encuestas. Es su responsabilidad saber quién es y quién no es un
falso profeta. Es su responsabilidad para proteger al pueblo de los falsos
profetas. Al rehusarse a contestar, arriesgan su propia
autoridad.
“La fe del
pequeño pueblo de Dios viene bien aquí. Estaban bien al creer que Juan era un
profeta… El pueblo sencillo de Dios frecuentemente es el guardaespaldas de
Jesús” (Bruner, 762).
Cuando el sumo
sacerdote y los ancianos rehúsan contestar la pregunta de Jesús, él rehúsa
contestar la de ellos, y así rechaza su autoridad para examinarlo. Jesús sigue
ese rechazo con tres (o cuatro, dependiendo de cómo las contemos, 22:1-14)
parábolas:
-- La parábola
de los dos hijos (21:28-32), que sigue como parte de este pasaje bíblico.
-- La parábola
de los labradores malvados (21:33-43).
-- La parábola
de la fiesta de bodas (22:1-10) y del vestido de bodas (22:11-14).
Algunas veces esta se cuenta como dos parábolas porque los versículos 1-10 y
los versículos 11-14, aunque comparten el mismo ambiente, cada una tiene su
propio énfasis.
Cada una de
éstas es una parábola de juicio, y enseña la importancia de la obediencia para
la salvación, un énfasis clave de Mateo.
VERSÍCULOS
28-32: ¿QUÉ OS PARECE?
28Mas, ¿qué os
parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy
á trabajar en mi viña. 29Y respondiendo él, dijo: No quiero; mas después,
arrepentido, fué. 30Y llegando al otro, le dijo de la misma manera; y
respondiendo él, dijo: Yo, señor, voy. Y no fue.
31¿Cuál de los
dos hizo la voluntad de su padre? Dicen ellos: El primero. Díceles Jesús: De
cierto os digo, que los publícanos y las rameras os van delante al reino de
Dios. 32Porque vino á vosotros Juan en camino de justicia, y no le
creísteis; y los publícanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto,
no os arrepentisteis después para creerle.
Jesús hace la
segunda pregunta “¿Qué os parece?” Los líderes religiosos evadieron la pregunta
sobre la autoridad de Juan, pero no pueden evadir una sencilla historia, y el
obvio punto que quieren enfatizar. Cuando por fin contestan, se encuentran que
la historia –y su respuesta—los condena.
Esta parábola,
que solamente encontramos en Mateo, bosqueja dos respuestas al llamado de Dios.
El primer hijo dice, “No quiero,” pero se arrepiente y hace lo que se le pidió.
El segundo hijo dice, “Yo, señor, voy,” pero no va.
Los versículos
31-32 dejan claro que los recolectores de impuestos y las prostitutas son el
primer hijo, y el sumo sacerdote y los ancianos son el segundo hijo. Cuando
Juan el bautista llamó a la gente a arrepentirse, los recaudadores de impuestos
y las prostitutas se arrepintieron y fueron bautizados. Era más fácil para
ellos arrepentirse, porque sus pecados eran obvios, incluso para ellos mismos.
Los líderes religiosos, sin embargo, eran reacios a admitir su necesidad de arrepentimiento,
y por lo tanto rechazaron a Juan y su llamado. De la misma manera, también
rechazaron a Jesús.
En el versículo
30, el segundo hijo dice “Sí, señor, voy”, (griego = kyrie, Señor) pero
no va. Se nos recuerda las palabras que Jesús dijo un poco antes en este
evangelio, “No todo el que me dice: Señor, Señor (griego = kyrie, kyrie)
entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre
que está en los cielos” (7:21).
La obediencia
es un problema para el pueblo de Dios en todo tiempo y lugar. “Qué fácilmente
‘el trabajo de la iglesia’ degenera en poco mas que simplemente mantener a la
institución… Decimos que vamos a trabajar en la viña del Señor, pero en lugar
de cosechar las uvas ¡nos pasamos el tiempo arreglando y volviendo a arreglar
las piedras a lo largo del camino!” (Hare, 248). Los fieles siempre están en
peligro de convertirse en complacientes; pero las buenas nuevas son que el
pecador siempre es un candidato para el arrepentimiento y la salvación.
¿Quiénes son el
primer hijo y el segundo? Podemos pensar en la parábola de Jesús como una
pintura que revela las diferentes perspectivas dependiendo de donde nos
paremos.
-- Cuando nos
paramos muy cerca, en los zapatos de Jesús, el primer hijo es el recolector de impuestos
y las prostitutas y el segundo hijo son los líderes religiosos judíos.
-- Cuando nos
separamos varias décadas de la perspectiva de Mateo, vemos que el primer hijo
ahora son los gentiles o la iglesia y el segundo hijo ahora son los judíos o
Israel.
-- Cuando nos
separamos todavía más, hasta nuestro día, vemos que el primer hijo, el hijo
fiel, tiene otro rostro:
-- Un
alcohólico arrepentido, un pequeño grupo que adora a Dios enfrente de una
tienda, una iglesia que sale para atender a los necesitados en su comunidad, un
pastor que llama a sus congregantes a un verdadero arrepentimiento, un miembro
de la iglesia que decide diezmar, una joven o un joven que decide no tener
relaciones sexuales hasta el matrimonio.
-- Todos
aquellos que, aunque sea renuente o dolorosamente, obedecen a Cristo.
El segundo hijo
es ahora la persona en la banca que rechaza que Cristo entre hasta lo más
profundo de su corazón:
-- Un cristiano
o cristiana que rehúsa obedecer a Cristo en las áreas sensibles del sexo,
dinero y poder
-- Un
predicador cuyo sermón está diseñado para agradar a la gente más que agradar a
Dios; una iglesia que ignora asuntos de justicia y misericordia
-- Una escuela
dominical que descuida enseñar a los niños y niñas las grandes historias bíblicas
-- En otras
palabras, todos aquellos o aquellas que parecen ser fieles, pero que, muy en lo
profundo, no lo son.
“Nuestra
parábola está dirigida en contra tanto del fundamentalismo doctrinal que le
dice a la gente que creer las verdades correctas es el camino a la salvación,
sin ningún otro componente moral, tanto como en contra de un avivamiento
emocional que solamente busca respuestas, no vida” (Bruner, 765).
“De cierto os
digo”, Jesús dice, señalando la importancia de lo que va a seguir. “Los
publícanos y las rameras os van delante al reino de Dios.” Los
recolectores de impuestos y los pecadores son palabras clave para gente
pecadora: todos aquellos que están fuera del rango de la religión respetable.
“Todo el estilo de vida de aquella gente que los separó del tipo de guardar la
religión que era el corazón de la religión de gente como los fariseos” (Morris,
537). No es que Dios vaya a ignorar sus caminos pecaminosos, pero que estos,
sabiendo su pecado, son candidatos para el arrepentimiento y, por lo tanto,
para la salvación. La élite religiosa, de hecho considerándose ya santa,
encuentran más difícil enfrentar las realidades de su propio pecado.
“La clave para
el entendimiento correcto de esta parábola es que en realidad no está alabando
a nadie. Se nos presenta un cuadro de dos tipos de personas muy imperfectas…
Ninguno de los dos hijos en la historia era el tipo de hijo que le daría un
gozo completo a su padre…, pero el que al final obedeció fue
incalculablemente mejor que el otro” (Barclay, 286). Haríamos bien en no imitar
a ninguno de los dos hijos. Que nuestras palabras y hechos sean obedientes.
MIÉRCOLES 14 DE
DICIEMBRE
LUCAS 7, 19-23=MATEO
11, 2-11
CAPÍTULOS 5-13:
EL CONTEXTO
En este
Evangelio, Jesús comenzó su ministerio en Galilea (4:12-17), llamó a los
primeros discípulos (4:18-22), y ministró a las gentes (4:23-25), pero Mateo
solo describe estos eventos brevemente. El Sermón en el Monte es lo que
realmente presenta el ministerio de Jesús y delinea sus enseñanzas en detalle
(capítulos 5-7). Los milagros (capítulos 8-9) constituyen una parte
significante del próximo material. Estas dos partes significantes (sermón
y milagros), preparan el camino para v. 4 de nuestra lección del Evangelio, en
la que Jesús les dice a los discípulos de Juan que le digan “las cosas que oís
y veis.” Lo que han oído es el Sermón en el Monte. Lo que han visto
son milagros.
Nuestra lección
del Evangelio, vv. 2-11 enfatiza el poder curativo, salvador, y habilitador del
ministerio de Jesús. Estas características sorprendieron a aquéllos que
esperaban a un mesías que juzgaría por fuego. Sin embargo, este capítulo
después pasa a un tono de juicio, incluyendo las lamentaciones de vv. 20-24.
Más adelante, el capítulo termina en un tono más suave, “Venid á mí todos los
que estáis trabajados y cargados” (vv. 28-30). En este Evangelio,
particularmente, Jesús conforta a los afligidos y aflige a los que están
cómodos.
“El tono
general de capítulos 11 y 12 es negativo.... Nos prepara para las parábolas de
sentencia de capítulo 13” (Hare, 199-120).
VERSÍCULOS 2-3: ¿ERES TÚ AQUEL
QUE HABÍA DE VENIR?
2Y oyendo Juan
en la prisión los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, 3Diciendo:
¿Eres tú aquél que había de venir, ó esperaremos á otro?
“Y oyendo Juan
en la prisión los hechos de Cristo” (v. 2). Mateo mencionó el arresto de
Juan en 4:12, pero no ofreció ninguna explicación. En 14:1-12, nos
contará la sórdida historia del matrimonio de Herodes con la esposa de su
hermano, la crítica de Herodes por parte de Juan y su arresto subsiguiente, y
el baile de la hija que termina en la decapitación de Juan. Joséfus nos
dice que Juan está encarcelado en Macaerus, el fuerte de Herodes en el desierto
al este del Mar Muerto.
“¿Eres tú aquél
que había de venir, ó esperaremos á otro?” (v. 3). Nos sorprende que Juan
hiciera tal pregunta:
- Lucas nos
dice que aún antes de nacer Juan y Jesús, María visitó a Elisabet, la madre de
Juan. “Como oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su
vientre.” Y Elisabet exclamó a gran voz, y dijo: “Bendita tú entre las mujeres,
y bendito el fruto de tu vientre” (Lucas 1:41-42).
- Mateo nos
dice que Juan predicó, “Aparejad el camino del Señor, enderezad sus veredas”
(3:3).
- Cuando Jesús
se presentó ante Juan para ser bautizado, Juan protestó, “Yo he menester ser
bautizado de ti, ¿y tú vienes á mí?” (3:14).
- Después del
bautizo, se abrieron los cielos, descendió el Espíritu de Dios como una paloma,
y una voz de los cielos clamó, “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo
contentamiento” (3:17). ¿Cómo puede Juan preguntar si Jesús es el que ha
de venir?
La razón por la
pregunta de Juan se encuentra en sus expectativas mesiánicas. Urge a la
gente que se arrepienta (3:2), porque “ya también la segur está puesta á la
raíz de los árboles; y todo árbol que no hace buen fruto, es cortado y echado
en el fuego” (3:10). Avisó que el que viniera bautizaría con el Espíritu
Santo y con fuego. “Su aventador en su mano está, y aventará su era: y
allegará su trigo en el alfolí, y quemará la paja en fuego que nunca se
apagará” (3:12). Claramente, Juan esperaba a un mesías de fuego y
azufre.
Jesús no cumple
con esa imagen. Ha pronunciado bendiciones sobre los pobres de espíritu,
los tímidos, y los que hacen la paz (5:1-11). Ha pedido a sus discípulos
que amen a sus enemigos (5:42-48). Les ha avisado que no juzguen a los
demás (7:1-5). Estas enseñanzas parecen débiles en comparación con las
acciones de fuego y azufre anticipadas en la predicación de Juan.
Además, Jesús
se alejó de Jerusalén, el hogar del templo y centro de autoridad religiosa, y
empezó su ministerio en Galilea (4:12).
Después, en
capítulos 8-9, Jesús ministró a la gente con una serie de curaciones – lo que
Bruner llama un “ministerio ambulante” – de consecuencia para los curados, por
supuesto, pero apenas significante para la nación entera. Siglos han
pasado desde que Israel oyera una voz profética (además de la de Juan).
El pueblo busca una voz de autoridad – un fuego que purgue la escoria – un
líder poderoso que restaure Israel a su gloria pasada – un mesías que restaure
el pueblo de Dios. Juan sigue observando a Jesús esperando ver fuegos
artificiales pero, hasta ahora, ha sido decepcionado.
Tenemos el
mismo problema en la iglesia hoy. La iglesia sigue con su día a día,
predicando por la mayor parte a los ya convertidos, mandando algunos dólares a
víctimas de desastres, ayudando a alguna familia en momentos de sufrimiento, y
enseñando a los niños cuentos de la Biblia. ¡No parece mucho! ¿No
debería la iglesia sacudir los cimientos? ¿No debería parecerse más un
constructor a cargo de renovación urbana, derrumbando y reconstruyendo – y
parecerse menos a un hombre diestro, arreglando goteras?
El
encarcelamiento de Juan nos trae otra pregunta. Si Dios escogió a Juan
para preparar el camino del que ha de venir, ¿qué hace encarcelado? Si
Jesús es el que ha de venir, ¿por qué no trae fuego del cielo sobre los
opresores de Juan? ¿Por qué no abre un terremoto las puertas de la
prisión, como ocurrirá más tarde para Pablo y Silas (Hechos 16)? ¿Por qué
permite Dios que su profeta pase días largos y solitarios, sentado en una
prisión?
Tenemos las
mismas preguntas hoy. ¿Por qué permite Dios que los justos sufran? ¿Por
qué no responde Dios a nuestras súplicas de sanar? Si pagamos el diezmo a la
iglesia, ¿por qué Dios no nos recompensa con riquezas? Si asistimos a la
iglesia con regularidad, ¿por qué Dios no nos encuentra un trabajo – una esposa
o esposo – o lo que sea?
Pero debemos
admirar a Juan. Tiene un problema con Jesús, entonces, se dirige a él de
la manera más directa que pueda dado su encarcelamiento. ¡No critica por
la espalda! Juan manda a sus discípulos a preguntarle a Jesús si él es el que
ha de venir o si deben esperar a otro. Juan tiene dudas, pero, quiere
saber lo que dirá Jesús – está dispuesto a escucharle a Jesús decir que él es,
por cierto, ¡el que esperan!
VERSÍCULOS 4-6: ID, Y HACED
SABER A JUAN LAS COSAS QUE OÍS Y VEIS
4Y respondiendo
Jesús, les dijo: Id, y haced saber á Juan las cosas que oís y veis: 5Los ciegos
ven, y los cojos andan; los leprosos son limpiados, y los sordos oyen; los
muertos son resucitados, y á los pobres es anunciado el evangelio. 6Y
bienaventurado es el que no fuere escandalizado (griego:
skandelisthe – también traducido “escándalo” o “tropiezo) en mí.
“Id, y haced
saber á Juan las cosas que oís y veis” (v. 4). Como se anota arriba, lo
que oyeron los discípulos de Juan fue el Sermón en el Monte (capítulos 5-7), y
lo que vieron fueron milagros (capítulos 8-9).
“Los ciegos
ven, y los cojos andan; los leprosos son limpiados, y los sordos oyen; los
muertos son resucitados, y á los pobres es anunciado el evangelio” (v.
5). Juan seguramente reconocerá la alusión bíblica en la respuesta de
Jesús. Isaías 29:18 habla de sordos que oyen y ciegos que ven.
Isaías 35:6 habla de cojos que saltan como ciervos. Isaías 26:19 habla de
muertos que viven. Isaías 61:1 habla de las buenas noticias para los
oprimidos, los de corazón partido, cautivos y prisioneros. Estas señales
son de la venida del mesías (Bergant, 20). “El final de la era antigua ha
llegado; la nueva edad amanece. El escantón, anunciado por los profetas,
no está a punto de amanecer; ya ha amanecido (Isaías 34; 61:5-7). La
nueva edad se manifiesta en palabra y obra. Aún así, milagros evocan
ambos fe y duda, porque fe es una respuesta personal a las pruebas”
(Augsburger).
En capítulos
8-9, Jesús ha dado vista a los ciegos (9:27-31) – hecho a los cojos andar
(9:2-8) – lavado a los leprosos (8:1-4) – sanado a un hombre mudo y sordo
(9:32-34) – y resucitado a los muertos (9:18-26). También cumplió
milagros que no forman parte de la lista de Isaías: sanó al criado del centurión
(8:5-13) – sanó a la suegra de Simón y a muchos otros (8:14-17) – calmó una
tormenta (8:23-27) – y exorcizó un demoníaco (8:28-34). Jesús pronto
llegará al fuego y azufre (véase Mateo 24-25), pero primero establece un
ministerio de sanar y de salvar. “Su primera actividad es restaurar a los
necesitados y dar la vida a los que no la tienen” (Brueggemann, 26).
En su catálogo
de milagros, “a los pobres se les traen las buenas noticias” parece poca
cosa. La mayoría de la gente guarda lo mejor para el final, y el milagro
más dramático era el de resucitar a los muertos (9:18-27). ¿Por qué no
parar ahí? ¡Porque los pobres, los de corazón partido, cautivos y
prisioneros le importan a Jesús! Hay tanta gente pobre – como el polvo de
la tierra. Su pobreza (opresión, encarcelamiento) les ahoga la
vida. Solo imagina si alguien pudiera respirar vida en ese polvo -
¡permitiéndoles experimentar plenamente su humanidad! ¡Jesús hace
eso! Lo hizo mientras caminaba las carreteras polvorosas de Judea,
Samaria, y Galilea. Continúa haciéndolo hoy a través del ministerio de la
iglesia.
La respuesta de
Jesús pide mucho de Juan. Le pide que aumente su entendimiento para
comprender a un mesías diferente del que él esperaba. Debemos admirar a
Juan por no romper con Jesús en ese momento. Jesús también nos pide que
aumentemos nuestro entendimiento para comprender a un mesías diferente del que
preferimos – es decir, un mesías mágico que solucione todos nuestros problemas
y nos de cosas buenas.
“Y
bienaventurado es el que no fuere escandalizado en mí” (v. 6). Juan no ha
hallado tropiezo, pero si ha expresado duda. Ahora, él debe tratar de
“comprender que tenía razón al reconocer a Jesús como el prometido pero....
también debe aceptar el hecho que el reino que Jesús trae, por el momento, no
viene acompañado de la sentencia de los malos. Además, al contrario, el
mensaje del reino se dirige precisamente a los injustos (cf. 9:13)”
(Hagner). La perdición que Juan esperaba “no se cumplirá ahora sino con
la segunda venida de Cristo” (Hendriksen & Kistemaker, 484).
Jesús podría
reprenderle a Juan por sus dudas pero, en vez, le ofrece una bendición.
Jesús no ha cumplido las expectativas de Juan, pero Juan no ha permitido que
eso le sirva de tropiezo (skandelisthe). Pronto, Jesús se
enfrentaría con las ciudades que no se habían arrepentido (11:20-24) – gente
local que se escandalizaba de él (13:57) – fariseos que se ofendieron (12:1-8;
15-12) y que tuvieron consejo contra Jesús para destruirle (12:9-14) y que acusaron
a Jesús de usar el poder de Beelzebú (12:24) – y aún sus discípulos que se
dispersaron, abandonándole (26:31-33). Juan no ha hecho ninguna de esas
cosas, simplemente le pide a Jesús que confirme que él es el que todos han
estado esperando.
Jesús ofrece
una bendición, no solo para Juan, sino para todos los que no se ofendan – todos
los que no tropiecen – todos los que no se escandalicen. “Siempre son los
milagros que Jesús no nos cumple los que se convierten en un tropiezo para la
fe” (Holwerda, 66). Jesús nos bendice cuando permanecemos fieles a pesar
de oraciones que quedan sin responder o esperanzas que quedan sin cumplir.
VERSÍCULOS
7-10: ¡UN PROFETA! ¡Y MÁS QUE PROFETA!
7E idos ellos,
comenzó Jesús á decir de Juan á las gentes: ¿Qué salisteis á ver al desierto?
¿Una caña que es meneada del viento? 8Mas ¿qué salisteis á ver? ¿Un
hombre cubierto de delicados vestidos? He aquí, los que traen vestidos
delicados, en las casas de los reyes están. 9Mas ¿qué salisteis á ver?
¿Un profeta? También os digo, y más que profeta. 10Porque éste es de
quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, Que
aparejará tu camino delante de ti.
“¿Qué salisteis
á ver al desierto?” (v. 7). Jesús se ha apresurado para definirse; ahora
le define a Juan. Las referencias a una caña, vestiduras delicadas, y
palacios pueden dirigirse a Herodes Antipas. Las monedas de Herodes
incluyen el símbolo de una caña; él lleva vestiduras delicadas; y vive en
palacios, incluyendo el de Machaerus, donde Juan está encarcelado.
Juan no es una
caña que se dobla en cualquier dirección que se dirija el viento, sino que es
un roble parado, alto y fuerte. Está vestido, no en vestiduras delicadas,
sino en pelo de camello y un cinto de cuero. Todo de su persona exuda
fuerza.
“También os
digo, y más que profeta” (v. 9). Jesús dice que Juan es el cumplimiento
de Malaquías 3:1 (v. 10). Difiere de otros profetas en que él:
-
- cumple con la profecía y, al mismo tiempo,
profetiza;
-
- es un mensajero del final del tiempo y;
-
- es un predecesor del mesías.
Juan prepara el
camino para el que ha de venir. Personas estudian bien las carreteras
antes de que el rey viaje por ellas. Sirvientes arreglan los hoyos en la
tierra y soldados exploradores aseguran su seguridad. Hoy, ejecutivos
tienen asistentes que hacen sus planes de viaje, secretarias que hacen sus
reservaciones, chóferes que conducen sus coches, y pilotos que vuelan sus
aviones. Igual que los servicios cumplidos por los que preparan el camino
aumentan la habilidad del ejecutivo para cumplir su trabajo, así también Juan
preparó la entrada de Jesús al mundo, suplicándole a la gente que se
arrepintiera.
Malachi 3:1
dice, “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de
mí,” refiriéndose a Yahvé. Jesús cambia “mí” a “ti,” aplicando el
versículo a si mismo. “Jesús es la manifestación de Yahvé” (Morris,
279-280).
VERSÍCULO 11: EL MÁS PEQUEÑO
EN EL REINO DE LOS CIELOS
11De cierto os
digo, que no se levantó entre los que nacen de mujeres otro mayor que Juan el
Bautista; mas el que es muy más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que
él.
Existe una gran
línea divisora en el centro de la historia, con los profetas por un lado y
Jesús por otro. Juan es una figura transitoria (véase vv. 12-14).
“Él es la persona en la que la expectación ha sido finalmente destilada a una
flecha final y definitiva, que señala a la presencia del Mesías.
Entonces, desde un punto de vista humano, nunca ha nacido alguien más grande
que Juan, nadie de la era antigua sobrepasa a Juan en importancia” (Hagner).
“Mas el que es
muy más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él” (v. 11). Juan
se encuentra en el pináculo de la antigua era, pero aún el más grande
representante de la era antigua es menor que el representante más humilde de la
nueva. Una metáfora apropiada es el astrónomo antiguo cuyas observaciones
estaban limitadas por un telescopio pequeño y primitivo. La persona más
brillante, así limitada, nunca podría aproximar su trabajo al de una persona
ordinaria que tiene acceso a los telescopios espaciales de hoy.
Como Moisés,
Juan marchó hasta el borde de la promesa sin entrar en ella. Fue el
predecesor de Jesús – no su discípulo.
Si el menor en
el reino de los cielos es más grande que Juan, considere donde nos pone eso a
nosotros. Podemos ser cristianos muy ordinarios, pero Dios nos considera
grandes.
JUEVES 15 DE
DICIEMBRE
LUCAS 7, 24-30
24Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente
de Juan: “¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el
viento? 25¿O qué salisteis a ver? ¿Una hombre vestido con lujo? Los
que visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios. 26Entonces,
¿qué salisteis a ver?¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. 27Él
es de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti
para que prepare el camino ante ti.
28Os digo que
entre los nacidos de mujer nadie es más grande que Juan, aunque el más pequeño
en el reino de Dios es más grande que él.
29Al oírlo, toda
la gente, incluso los publicanos, que habían recibido el bautismo de Juan,
bendijeron a Dios. 30Pero los fariseos y los maestros de la ley, que
no habían aceptado su bautismo, frustaron el designio de Dios para con ellos.
Estamos a punto
de entrar en los días de la Novena de la Navidad y la Iglesia nos invita hoy, a
través de la Palabra de la Liturgia, a hacer nuestra opción clara, definida y
fuerte: o bien aceptar la propuesta de Juan el Bautista y así entrar también
nosotros en el camino que él vino a preparar, reconociendo que somos
pecadores y necesitados de conversión; o bien creernos ya en posesión de la
salvación y no necesitados de nada. Este texto de Lucas nos ayuda a
entrar en un diálogo y una confrontación personal con Jesús muy fuertes, porque
Él, con sus preguntas y sus afirmaciones, nos pone ante los ojos del corazón el
camino espiritual, el tramo que quizá ya hemos recorrido y el que todavía
tenemos por delante.
El primer elemento a subrayar es la triple
repetición de la pregunta de Jesús a las muchedumbres: “¿Qué habéis ido a ver?”
Es importante porque , si traducimos el texto literalmente, dice: “¿Qué habéis
salido a ver?”. Al usar este verbo el Señor saca a la luz un aspecto positivo,
pone de relieve un compromiso espiritual, un itinerario ya iniciado.
Pero, al mismo
tiempo, quiere ayudarnos a tomar mejor conciencia de lo que ha sucedido dentro
de nosotros, quiere disipar nuestras tinieblas, quiere empujarnos hacia
opciones más auténticas y vitales. Y, como siempre ha hecho con sus discípulos,
y sigue haciendo hoy con nosotros, parte el Pan de la Palabra y nos desvela el
sentido de la Escritura. Tomando prestado un verso de la profecía de Malaquías,
Jesús nos ofrece la verdadera clave de lectura de la figura de Juan el
Bautista. Es el mensajero, el enviado de Dios, que abre y prepara el camino
para la venida del Mesías. Juan es el eslabón entre la Antigua y la Nueva
Alianza; es el puente que permite alcanzar la verdadera Tierra Prometida, Jesús;
es la puerta abierta hacia el Reino de Dios.
Pero, como dice Jesús en los últimos versos,
todavía ha de darse un proceso de conversión. Después de haber salido y
haber visto es necesario escuchar y hacerse bautizar (v. 29). Es decir, se hace
necesario que se de en nosotros mismos un camino de apertura, de
disponibilidad sincera a la voz de Dios. Sin miedo, sin retener nada,
deberemos sumergirnos con confianza como en un bautismo. Descender en el
agua de la misericordia y dejarnos acoger plenamente entre los brazos del
Padre. El texto termina con una referencia al designio de Dios, es decir a su
voluntad de amor para con nosotros, a su plan de salvación. Dios quiere, desea,
anhela conducirnos con Él a la salvación y a la felicitad plenas. Pero, por nuestra
parte, se da una respuesta libre, una respuesta de amor. Lucas nos pone delante
dos posibilidades en la elección , expresándola a través de dos verbos:
“bendijeron [a Dios]” y “frustraron [el designio de Dios]” De nosotros depende
la elección que hagamos.
La conciencia
de nuestra culpa nos entristece, Señor, y nos hace sentirnos indignos de
servirte; reconocemos que tenemos necesidad de tu salvación y de tu perdón de
Padre. Manda, una vez más, a tu mensajero para que prepare el camino de tu Hijo
ante nosotros: deseamos recorrerlo fielmente, dejándonos sumergir en el
bautismo de tu misericordia. Concédenos tu alegrìa y tu salvación con la venida
del Redentor, tu Hijo, que es Dios y vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo per los siglos de los siglos. Amén.
VIERNES 16 DE
DICIEMBRE
JUAN 5, 33-36
33 Vosotros
habéis enviado a preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. 34
Pero el testimonio que yo recibo no es de hombre; mas digo esto para que
vosotros seáis salvos. 35 El era la lámpara que ardía y alumbraba, y
vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz. 36 Pero el
testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre
me ha dado para llevar a cabo, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de
mí, de que el Padre me ha enviado.
La figura de
Juan Bautista ocupa un lugar importante en el Nuevo Testamento y concretamente
en los evangelios. Ha sido comentada en la tradición cristiana más antigua y ha
calado hondamente en la piedad popular, que celebra la fiesta de su nacimiento
con especial solemnidad desde muy antiguo. En los últimos años viene siendo
centro de atención entre los estudiosos del Nuevo Testamento y de los orígenes
del cristianismo que se plantean qué se puede conocer acerca la relación entre
Juan Bautista y Jesús de Nazaret desde el punto de vista de la crítica
histórica.
Dos tipos de
fuentes hablan de Juan Bautista, unas cristianas y otras profanas. Las
cristianas son los cuatro evangelios canónicos y el evangelio gnóstico de
Tomás. La fuente profana más relevante es Flavio Josefo, que dedicó un largo
apartado de su libro Antiquitates Judaicae (18,116-119) a glosar el
martirio del Bautismo a manos de Herodes en la fortaleza de Maqueronte (Perea).
Para valorar las eventuales influencias puede ayudar fijarse en lo que se sabe
acerca de la vida, la conducta y el mensaje de ambos.
1. Nacimiento
y muerte.
Juan Bautista
coincidió en el tiempo con Jesús, seguramente nació algún tiempo antes y
comenzó su vida pública también antes.
Era de origen
sacerdotal (Lc 1), aunque nunca ejerció sus funciones y se supone que se mostró
opuesto al comportamiento del sacerdocio oficial, por su conducta y su
permanencia lejos del Templo. Pasó tiempo en el desierto de Judea (Lc 1,80),
pero no parece que tuviera relación con el grupo de Qumrán, puesto que no se
muestra tan radical en el cumplimiento de las normas legales (halakhot).
Murió condenado
por Herodes Antipas (Flavio Josefo, Ant. 18,118). Jesús, por su parte,
pasó su primera infancia en Galilea y fue bautizado por él en el Jordán. Supo
de la muerte del Bautista y siempre alabó su figura, su mensaje y su misión
profética.
2. Comportamiento.
De su vida y
conducta Josefo señala que era “buena persona” y que muchos “acudían a él y se
enardecían escuchándole”. Los evangelistas son más explícitos y mencionan el
lugar donde desarrolló su vida pública, Judea y la orilla del Jordán, su
conducta austera en el vestir y en el comer, su liderazgo ante sus discípulos y
su función de precursor, al descubrir a Jesús de Nazaret como verdadero Mesías.
Jesús, en cambio,
no se distinguió en lo externo de sus conciudadanos: no se limitó a predicar en
un lugar determinado, participó en comidas de familia, vistió con naturalidad
y, aun condenando la interpretación literalista de la ley que hacían los
fariseos, cumplió todas las normas legales y acudió al templo con asiduidad.
3. Mensaje y
bautismo.
Juan Bautista,
según Flavio Josefo, “exhortaba a los judíos a practicar la virtud, la justicia
unos con otros y la piedad con Dios, y después a recibir el bautismo”. Los
evangelios añaden que su mensaje era de penitencia, escatológico y mesiánico:
exhortaba a la conversión y enseñaba que el juicio de Dios es inminente: vendrá
uno “más fuerte que yo” que bautizará en espíritu santo y fuego.
Su bautismo era
para Flavio Josefo “un baño del cuerpo” y señal de la limpieza del alma por la
justicia. Para los evangelistas era “un bautismo de conversión para el perdón
de los pecados” (Mc 1,5). Jesús no rechaza el mensaje del Bautista, más bien
parte de él (Mc 1,15) para anunciar el reino y la salvación universal, y se
identifica con el Mesías que Juan anunciaba, abriendo el horizonte
escatológico.
Y, sobre todo,
hace de su bautismo fuente de salvación (Mc 16,16) y puerta para participar de
los dones otorgados a los discípulos.
En resumen,
entre Juan y Jesús hubo muchos puntos de contacto, pero todos los datos conocidos
hasta ahora ponen de manifiesto que Jesús de Nazaret superó el esquema
veterotestamentario del Bautista (conversión, actitud ética, esperanza
mesiánica) y presentó el horizonte infinito de salvación (reino de Dios,
redención universal, revelación definitiva).
Jesús era
discípulo de San Juan Bautista?
Puesto que la
relación entre Juan Bautista y Jesús fue tan directa e intensa, cabría
preguntarse si entre ellos hubo una relación de maestro-discípulo. Para una
respuesta adecuada a esta cuestión se requieren explicar los tres datos que se
han debatido sobre este tema entre los estudiosos, a saber, el discipulado de
Juan, el alcance de su bautismo en el Jordán y las alabanzas de Jesús al
Bautista.
1. Los
discípulos de Juan.
Los evangelios
señalan con frecuencia que Juan tenía discípulos, entre los cuales algunos se
fueron con Jesús (Jn 1,35-37). No eran, por tanto simples seguidores
eventuales; le acompañaban, le seguían y seguramente compartían su misma vida
(Mc 2,18) y sus mismas ideas (Jn 3,22).
Flavio Josefo
distinguía dos clases de partidarios, unos que le escuchaban con atención
hablar de virtud, de justicia y de piedad, y se bautizaban; otros que “se
reunían en torno a él porque se exaltaban mucho al oírle hablar” (Antiquitates
iudaicae 18,116-117). Entre los seguidores de Juan hubo quien llegó a
plantear a su maestro si Jesús con su conducta estaba mostrándose como un rival
(Jn 3,25-27), por tanto no lo consideraban como uno de los suyos.
2. El
bautismo de Jesús.
Los
especialistas no dudan de la historicidad del hecho, entre otras cosas porque
su inclusión en los evangelios planteaba ciertas dificultades: una, la posible
interpretación de que el Bautista era superior al bautizado, a Jesús, y otra,
que siendo un bautismo de penitencia podría pensarse que Jesús tenía conciencia
de ser pecador.
Los sinópticos
dejan claro en sus relatos que Juan se reconoce inferior: rehúsa bautizar a
Jesús (Mt 3,13-17), la voz del cielo revela la dignidad divina de Jesús (Mc
1,9-11), y el cuarto evangelio que no relata el bautismo señala que el Bautista
da testimonio de haber visto posarse la paloma sobre Jesús (Jn 1,29-34) y de su
propia inferioridad (Jn 3,28).
Si embargo, no
se deduce de ahí inmediatamente que Jesús fuera discípulo de Juan el Bautista.
Si los evangelistas si no detallan que Jesús fue discípulo de Juan es porque no
lo fue.
3. Las
alabanzas de Jesús.
Hay dos frases
de Jesús que demuestran su estima por el Bautista. Una la recogen Mateo (Mt
11,11) y Lucas (7,28): “no ha surgido entre los nacidos de mujer nadie mayor
que Juan el Bautista”. Otra está en Marcos (9,13) y aplica al Bautista la
profecía de Ml 3,23-24: “Elías vendrá primero y restablecerá todas las cosas
(…).
Sin embargo, yo
os digo —afirma Jesús— que Elías ya ha venido y han hecho con él lo que
querían, según está escrito de él”. No cabe duda de que la persona de Juan, su
bautismo (cfr. Mt 21,13-27) y su mensaje estuvieron muy presentes en la vida de
Jesús.
Sin embargo
siguió un camino totalmente diferente: en su conducta, puesto que recorrió todo
el país, la capital Jerusalén y el ámbito del templo; en su mensaje, pues
predicó el reino de salvación universal; en sus discípulos, a quienes instruyó
en el mandamiento del amor por encima de normas legales y hasta de prácticas
ascéticas. Pero lo más llamativo es que Jesús abre el horizonte de salvación a
todos los hombres de todas las razas y de todos los tiempos.
En resumen, en
el supuesto poco probable y nada comprobado de que Jesús pasara algún tiempo
junto a los seguidores del Bautista, no se puede decir que recibiera un influjo
decisivo. Jesús más que discípulo fue el Mesías y Salvador anunciado por el
último y mayor de los profetas, Juan el Bautista.
SÁBADO 17 DE
DICIEMBRE
MATEO 1, 1-17
Generalmente
pensamos de la palabra “anunciación,” en el contexto de la anunciación a María
de que daría luz a un hijo (Lucas 1:26-38). Sin embargo, en el Evangelio
de Mateo, el ángel se le aparece a José. Lucas nos cuenta de la
obediencia de María (Lucas 1:38), pero Mateo nos cuenta de la obediencia de
José (v. 24).
En su relato
del nacimiento de Jesús (Lucas 1-2), Lucas pone a María en primer plano.
Mateo, en vez, pone a José en el frente. En el Evangelio de Mateo José es
importante porque Jesús formará parte del linaje de David por parte de José
(1:1-17). “Aunque la lectura del evangelio para hoy parece ser un relato
del nacimiento (génesis), la verdad es que es una explicación de su
descendencia (genea)” (Bergant, 26).
Sin embargo,
Mateo incluye a cinco mujeres en su genealogía, y no intenta disminuir el papel
de las mujeres. Las mujeres que menciona en particular son
interesantes. Tamar tuvo una relación sexual con Judá, su suegro (Gen.
38). Rahab era una meretriz (Josué 2:1). Ruth era una extranjera
(Ruth, 1:4). Betsabé se identifica aquí solo como “la mujer de Urías”
(1:6), pero el adulterio de David con Betsabé y el asesinato de Urías
constituyen uno de los capítulos más sórdidos de la Biblia (2 Samuel 11).
Finalmente está María, una mujer buena y de Dios. Pero aún María tenía un
problema con su reputación pública a causa de su embarazo. Quizá Mateo
incluyera a estas mujeres en su genealogía para ilustrar la gracia de Dios –
para darnos esperanza a todos.
Esta
anunciación tiene raíces profundas en el Antiguo Testamento. Allí, un
ángel le anunció a Agar que ella daría luz a un hijo cuyo nombre sería Ismael
(Gen. 16:7-14) – Dios le anunció a Abrahán que Sara daría luz a un hijo cuyo
nombre sería Isaías (Gen. 17:15 – 18:15) – un ángel le anunció a la esposa de
Manoa (y más adelante a Manoa) que daría luz a un hijo (Jueces 13:2-25).
También, “el papel de José como un hombre justo guiado por sueños para proteger
la vida de los débiles, y así continuar con los propósitos de Dios, no es
diferente del papel del patriarca José en Génesis” (Gardner).
Los propósitos
de Mateo en esta lección del Evangelio son enseñar que:
- Jesús
pertenece a la casa y al linaje de David a través de José.
- José, un
hombre justo (v. 19), es justo al obedecer el mandato de Dios en vez de observar
con rigidez la ley que le requería divorciarse de María – o algo peor.
DOMINGO 18 DE
DICIEMBRE –CUARTO DE ADVIENTO-
LUCAS 1, 26-38
VERSÍCULOS
26-29: ¡SALVE, MUY FAVORECIDA!
26Y al sexto
mes, el ángel Gabriel fue enviado de Dios á una ciudad de Galilea, llamada
Nazarea, 27A una virgen (griego = parthenon,
doncella, hija soltera, virgen) desposada con un varón que se llamaba José,
de la casa de David: y el nombre de la virgen era María. 28Y entrando el
ángel á donde estaba, dijo, ¡Salve, (griego = chaire, ánimo,
saludos, regocíjate), muy favorecida (griego = kecharitomene, agraciada,
honrada)! el Señor es contigo: bendita tú entre las mujeres. 29Mas
ella, cuando le vio, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación fuese
ésta.
La frase, “Al
sexto mes” (v. 26), conecta a María con la historia de Elizabeth, para quien
era “el sexto mes” de su embarazo con un bebé que sería conocido como Juan el
Bautista (v. 36). Juan nacería seis meses antes que Jesús, y sería el precursor
de Jesús, el que prepararía el camino para Jesús llamando a Israel al
arrepentimiento y el bautismo (3:1-18). El ángel Gabriel es el mismo ángel que
anunció el nacimiento de Juan el Bautista a Zacarías, el esposo de Elizabeth
(1:19), que es otra conexión entre las dos historias.
La historia de
la anunciación a Zacarías (1:5-25) precede a esta historia de la anunciación a
María. La historia de Zacarías se parece mucho a la anunciación a Abraham y
Sara (Génesis 18:1-15) en que ambas parejas eran ancianas, ya habían pasado la
edad para tener hijos, y tanto Zacarías como Sara dudaron. La historia de
Zacarías se parece mucho a la anunciación a María en que ni Elizabeth (la
esposa de Zacarías) ni María son candidatas realmente para la maternidad.
Elizabeth es muy vieja, así que requeriría un milagro para que ella pudiera dar
a luz. María es una virgen, así que ella requeriría un milagro todavía más
grande.
La virgen está
comprometida con José, de la casa de David (v. 27). Esta breve mención es todo
el crédito que José recibe aquí, algo admirable dado que Jesús trazará su
linaje hasta David a través de José. Sin embargo, en el evangelio de Lucas,
María lleva el papel principal y José solamente desempeña un papel secundario;
muy diferente que en el evangelio de Mateo que comienza con una larga
genealogía de José (1:1-16) y registra el intento de José de dejar a María
secretamente debido a su embarazo, una decisión que revierte a petición del
ángel (1:18-25).
Es admirable
que, en esta sociedad patriarcal, María esté al frente y en el centro de esta
historia. Las mujeres eran comprometidas a una edad muy temprana, así que
probablemente María estaba en sus primeros años de la adolescencia. Se esperaba
que estas jóvenes fueran vistas, pero no escuchadas. Es un mundo de hombres, y
María ni es hombre, ni está casada con un varón (aunque su compromiso con José
está hecho y solamente podía ser disuelta por divorcio). Ella es todavía muy
joven, sigue viviendo con sus padres, pero se esperaba que estuviera casada en
ese año.
El ángel se
dirige a María con las palabras Chaire kecharitomene, que en la versión
Reina-Valera 1960, se traduce “¡Salve, muy favorecida!” (v. 28). El ángel
asegura “El Señor es contigo”. Mientras que Lucas no cita las referencias de la
Escritura, como lo hace Mateo, las palabras del ángel nos recuerdan las
palabras de Dios a Moisés en la zarza ardiente, “yo seré contigo” (Éxodo 3:12),
y del ángel que le dijo a Gedeón “Iahveh es contigo, varón esforzado” (Jueces
6:12), y la afirmación del Señor a Jeremías “No temas delante de ellos, porque
contigo soy para librarte” (Jeremías 1:8).
María está
perpleja, seguramente por la apariencia del ángel/mensajero tanto como por sus
palabras. En su bastante pequeño pueblo, no vería frecuentemente a un hombre
extraño, mucho menos que se le apareciera a ella inesperadamente. ¿Acaso
Gabriel se vería como un hombre o como un ángel? ¿Qué apariencia tiene un
ángel?
Lucas dice que
María está perpleja por las palabras de Gabriel, chaire kecharitomene, “¡Salve,
muy favorecida!” Hay que tener en mente que María es una mujer en medio
de un mundo que da preferencia por los hombres, una casi niña en medio de un
mundo que venera la edad y sabiduría, una don nadie en medio de un casi nada
pueblo. Dios no la ha preparado para la aparición del ángel, pero envía al
ángel para prepararla para una todavía mayor sorpresa. “¡Chaire
kecharitomene!” “¡Salve, muy favorecida!” María seguramente vio al rededor
buscando si el ángel le estaba hablando a alguien más. Lucas dice que ella
pensaba ¿qué salutación sería esta? (v. 29). ¡Sin duda alguna! ¡Podemos ver que
la rueda gira! ¡Qué es lo que pasa!
VERSÍCULOS
30-33: Y CONCEBIRÁS UN HIJO
30Entonces el
ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios.
31Y he aquí, concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre
JESUS (griego = Iesous, una variante de Josué, un nombre que significa
“el Señor Salva” o “la salvación viene del Señor”). 32Este será grande,
y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor Dios el trono de David su
padre: 33Y reinará en la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habrá fin.
“María no
temas” (v. 30). Zacarías tuvo miedo del ángel (1:12), y estas palabras sugieren
que también María tenía miedo. Poco después veremos a atemorizados pastores en
la presencia del ángel (2:9-10). El temor es apropiado en la presencia de Dios,
pero Dios es misericordioso para aquellos que lo temen, tal como María nos
recordará en su Magnificat (1:50).
“Porque has
hallado gracia cerca de Dios” (v. 30). En la historia precedente de Zacarías y
Elizabeth, Lucas nos cuenta sobre la virtud religiosa de esa pareja (1:6-9,
13), pero no encontramos nada de eso aquí. Nada se dice de la fe o carácter de
María, “ni una sola palabra describe las virtudes o vicios de María, o explica
por qué Dios la escogió a ella. Ese es, precisamente, el punto: Dios escoge,
porque Dios escoge… Este texto se puede leer provechosamente junto con Romanos
6:29, donde Pablo articula el derecho de Dios como Dios para hacer cualquier
elección que Dios haga” (Cousar, 40). María no es escogida porque se ha ganado
el favor, sino que es favorecida porque ha sido escogida. Como María lo dirá en
respuesta a la anunciación del ángel, Dios quitó de los tronos a los poderosos,
y exaltó a los humildes (1:52). Y como después lo diría Jesús, en el reino de
Dios los postreros serán primeros y los primeros postreros (13:30).
“Este será
grande, y será llamado Hijo del Altísimo” (v. 32a). Lucas usa varias veces la
palabra, Altísimo, para referirse a Dios (1:76; Hechos 7:48; 16:17), así que el
Hijo del Altísimo es igual al Hijo de Dios, un nombre que también Lucas usa
varias veces para Jesús (1:35; 22:70; Hechos 9:20). El diablo usará este
nombre, Hijo de Dios, en su intento para tentar a Jesús (4:3, 9).
“…y le dará el
Señor Dios el trono de David su padre” (vv. 32b-33). Este es el cumplimiento de
la promesa que Dios hizo a David, que quería construir el templo para Dios.
Dios le prohibió a David construir el templo, pero le dijo “Asimismo Jehová te
hace saber, que él te quiere hacer
casa… yo
estableceré tu simiente después de ti, la cual procederá de tus entrañas, y
aseguraré su reino. El edificará casa á mi nombre, y yo afirmaré para
siempre el trono de su reino” (2 Samuel 7:11-13). Sabiendo que un hijo de David
construyó el templo, es natural asumir que el hijo que “edificará la casa” se
refiere a Salomón. Una comparación más cercana de los pasajes de 2 Samuel y
Lucas, sin embargo, muestran que Dios no estaba viendo a Salomón, sino a Jesús.
Salomón construyó el templo que permaneció por unos cuantos años, pero el
Cristo construirá “una casa no hecha de manos, eterna en los cielos” (2
Corintios 5:1).
Es valioso
notar que Dios pudo haber escogido el templo en Jerusalén como el sitio para su
anuncio, pero no lo hizo. Nazarea es un pequeño y muy común pueblo localizado
bastante lejos del templo, y era manchado por las religiones paganas que lo
rodeaban. Dios escoge a una humilde persona y un humilde lugar para
contrastarlo con la gloria del Hijo del Altísimo, que “Y reinará en la casa de
Jacob por siempre” (v. 33).
Todo esto es
Buenas Nuevas, por supuesto. Dios está proveyendo para la salvación del pueblo
de Dios. Las Buenas Nuevas también son que Dios tiene un lugar y un plan para
cada persona –incluso la más común de las personas – y especialmente la persona
común. Dios llama a María para ser la madre del Señor, pero llama a toda madre
para criar a su criatura bajo el cuidado y admonición del Señor. En la mayoría
de los casos, estamos muy conscientes de lo común de nuestras vidas. En muchos
casos, nuestras obras para Dios parecen menos que comunes: como repartir los
boletines de la iglesia, llevar al grupo de jóvenes a un retiro, preparando
algo de comer para la reunión de la iglesia. En algunos casos, nuestro llamado
parece más grande, como enseñar una clase de la Escuela Dominical o cantar en
el coro (pero los niños y niñas son muy
inquietos y alguien del coro canta fuera de tono y nos preguntamos que para qué
nos preocupamos. La realidad es que cualquier tarea, grande o pequeña,
satisface el esquema de Dios de maneras que no podemos entender. Es menos
importante que ejecutemos nuestras tareas con destreza que nos acerquemos a
ellas con devoción. Dios desea, no la habilidad de nuestras manos, sino el amor
de nuestros corazones. La persona que solamente tiene la habilidad de amar a
Dios y al prójimo es lo más importante en el orden de Dios.
Pero también
debemos reconocer que el favor de Dios es una espada de doble filo. Dios ofrece
misericordia, pero no una vida fácil. Para María, el favor de Dios le “trajo
consigo ninguno de los ideales o metas que consumen nuestra vida cotidiana…
María, la favorecida de Dios, fue bendecida con tener un hijo fuera del
matrimonio que años después sería ejecutado como criminal… La historia es tan
familiar que dejamos que esa familiaridad esconda su escándalo” (Culpepper,
52).
VERSÍCULOS 34-35: EL ESPÍRITU
SANTO VENDRÁ SOBRE TI
34Entonces
María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? porque no conozco varón. 35Y
respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud
del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será
llamado Hijo de Dios.
La pregunta de
María “¿Cómo será esto? Porque no conozco varón” es natural, muy parecida a la
de Zacarías “¿En qué conoceré esto? porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en
días” (1:18). Sin embargo, el ángel deja mudo a Zacarías por no creer, pero
contesta la pregunta de María. La diferencia parece ser que Zacarías pidió una
señal – prueba tangible de que el ángel estaba diciendo la verdad – mientras
que María simplemente pidió una explicación. La pregunta de Zacarías brota de
la duda, la de María de una entendible confusión.
“El Espíritu
Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra” (v. 35). Esto
levanta la pregunta sobre el nacimiento virginal, que ha generado mucha
controversia:
“vendrá sobre ti” tiene una variedad de
significados, ninguno de los cuáles tiene que ver específicamente con
embarazar. Ella concluye, “En pocas palabras, nada en el lenguaje del pasaje
mismo requiere la interpretación de una ‘concepción virginal’ o un nacimiento
más ‘milagroso’ de lo que requiere cada ocasión en que surge una nueva vida”
(Ringe, 32).
-- Otros dirán
que la virginidad de María no es necesaria. Dios es bastante capaz de salvar al
mundo sin el nacimiento virginal. Ellos enfatizarán que, fuera de este pasaje,
el Nuevo Testamento le da poco énfasis al nacimiento virginal. Jesús no dice
nada sobre él.
-- Sin embargo,
el ángel deja claro que el niño “será santo” y “será llamado Hijo de Dios” (v.
35), claramente intentando la designación de santo/Hijo de Dios es para
diferenciar a este niño de los otros. La palabra “virgen” aparece tres veces en
este pasaje, con esto, Lucas claramente intenta enfatizar y re-enfatizar la
pureza sexual de María. Debemos concluir que la intención de Lucas es describir
un nacimiento virginal, que cree que es una parte importante del plan de Dios.
“Una concepción virginal significa una nueva creación. Jesús es Hijo de Dios
como el progenitor de un nuevo orden de creación al igual que Adán era Hijo de
dios como el progenitor del orden previo de la creación (3:38)” (Nickle, 15).
“Obviamente, para Lucas, Jesús no solamente era un hijo de Dios, de los
que el mundo griego tenía bastantes… sino que era el Hijo de Dios de una
manera muy singular…, por sobre todo debido a la resurrección (ver Hechos 9:20;
13:32-33)” (Johnson, 38). “El niño no solamente será un nieto de David, será el
mismo hijo de Dios” (Arthur and Nestingen, 25-26).
VERSÍCULOS
36-37: PORQUE NADA HAY IMPOSIBLE PARA DIOS
36Y he aquí,
Elisabet tu parienta, también ella ha concebido hijo en su vejez; y este es el
sexto mes á ella que es llamada la estéril: 37Porque ninguna cosa es imposible
para Dios.
La ironía es
que Zacarías, que pidió una señal, fue castigado (1:20), mientras que María,
que no pidió una señal, obtiene una. Si María quiere saber cómo es que va a
tener un hijo, dada su virginidad, solamente necesita ver el crecido estómago
de su parienta Elisabet para confirmarlo. Si Dios puede poner nueva vida en una
anciana mujer, Dios seguramente puede hacer lo mismo en una joven virgen.
“Porque ninguna
cosa es imposible para Dios” (v. 37). Una vez más Lucas adopta el lenguaje del
Antiguo Testamento. Cuando el Señor anunció el inminente nacimiento de Isaac,
Sara rió. El Señor respondió diciendo, “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?”
(Génesis 18:14; ver también el comentario de Jesús en Lucas 18:27). Este es el
verdadero evangelio, buenas nuevas para quienes nos encontramos en situaciones
imposibles. Hablamos de encontrarnos entre la espada y la pared, y la mayoría
de nosotros cómo se siente estar en una situación insostenible y sin salida,
atrapados. Sin embargo, al caminar con el Señor, ninguna situación está más
allá de la redención.
VERSÍCULO 38: HÁGASE A MÍ
CONFORME A TU PALABRA
38Entonces
María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase á mí conforme á tu palabra. Y
el ángel partió de ella.
María no
requiere confirmación, sino que sale en fe. Su respuesta una vez trae el
lenguaje del Antiguo Testamento, el “Heme aquí” de Abraham (Génesis 22:1), el
“Heme aquí, envíame a mí” de Isaías (Isaías 6:8), el “Halle tu sierva gracia
delante de tus ojos” (1 Samuel 1:18), el “Heme aquí” de Samuel (1 Samuel 3:4).
Raymond Brown dice que la respuesta de María la califica como la primera de
todos los discípulos de Jesús (Brown, 254). “Referencias posteriores a ella son
consistentes con este modelo (Lucas 1:45ss; 8:19-21; 11:27-28; Hechos 1:14). Su
humilde consentimiento a la voluntad y obra de Dios… se recomienda a sí misma a
todo creyente” (Nickle, 15).
“Hágase á mí
conforme á tu palabra…” “Esta última sentencia puede contener un juego de
palabras. 1:37 dice que ninguna cosa – literalmente “palabra” (rhema) –
era imposible para Dios. Ahora María dice, “Hágase á mí conforme á tu palabra”
(rhema)” (Strawn, 920).
LUNES 19 DE
DICIEMBRE
LUCAS 1, 5-25
EL PASADO RELIGIOSO DE ISRAEL:
DIOS SE APIADA DE LA ESTERILIDAD DE SU PUEBLO
«Hubo en tiempos de Herodes, rey del país judío (lit. "de
Judea"), cierto sacerdote de nombre Zacarías, de la sección de Abías;
tenía por mujer a una descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel. Ambos eran
justos delante de Dios, pues procedían sin falta según los mandamientos y
preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril, y eran ya
los dos de edad avanzada» (1,5-7). Lucas empieza trazando las coordenadas
espacio-temporales que enmarcarán el relato. En primer lugar traza el eje
horizontal, formado mediante la confluencia de un dato temporal, «Herodes» el
Grande (vivió entre los años 40-5/4 a.C.), y otro espacial, (rey del) «país
judío». Más adelante trazará el eje vertical, mediante la mención de «Galilea»
(1,26) y del «César Augusto» (2,1).
Zacarías es presentado como un personaje representativo de una casta
(«cierto sacerdote»), real o histórico (nombre). Tanto él como su mujer,
Isabel, son descendientes de Aarón (entronque con el pasado religioso de Israel)
y son descritos como observantes intachables de la Ley: representan a la
institución judía, fundada sobre el culto y la Ley. Podríamos muy bien decir
que constituyen la quintaesencia de la religión judía. Lucas se apresura, sin
embargo, a calificarla de estéril: no tienen descendencia ni esperanza alguna
de tenerla. No tener hijos, en aquella cultura, constituía una vergüenza muy
grande (cf. 1,25) y era considerado
frecuentemente como signo de castigo divino, al igual que tener hijos era signo
de bendición. No sólo Isabel era estéril como Rebeca y Raquel, sino que ambos
eran ya viejos como Abrahán y Sara. El contraste entre su actitud profundamente
religiosa, de observantes intachables de la Ley, y su vergonzosa situación ante
la sociedad judía, recalcada al máximo, está servido.
«Mientras prestaba su servicio sacerdotal ante Dios en el turno de su
sección, le tocó entrar en el santuario del Señor a ofrecer incienso, según la
costumbre del sacerdocio; toda la asamblea del pueblo estaba fuera orando durante
el rito del incienso» (1,8-10). A la descripción estática de su condición
sacerdotal intachable sigue ahora otra dinámica. Lucas detiene la imagen en el
preciso momento en que Zacarías, uno de los 18.000 sacerdotes de rango inferior
(a diferencia de los sumos sacerdotes) que estaban al servicio del templo de
Jerusalén, se encuentra ofreciendo el incienso dentro del santuario, el lugar
más sagrado de la institución religiosa judía. El incienso ofrecido simboliza
la oración oficial, recitada por el representante de turno de la casta
sacerdotal, antes de los sacrificios matutino y vespertino. Sólo una vez en la
vida -dado el elevado número de sacerdotes- se le permitía ofrecer el incienso
a un simple sacerdote. Se subraya el aspecto que hoy llamaríamos de funcionario
(«en el turno de su sección», «le tocó», «según la costumbre») y, por encima
de todo, se pone de relieve la excepcional importancia de ese momento
culminante en la ya larga vida de Zacarías (lit. «le tocó ofrecer incienso
después de entrar en el santuario del Señor»).
En contraste con él, «toda la asamblea del pueblo», es decir, todo el
pueblo de Israel («el pueblo» es un término técnico para designar a Israel como
contradistinto de «las naciones paganas»), se encuentra «fuera» del recinto sagrado.
Lucas se recrea en la distinción entre la clase sacerdotal dirigente,
representada por Zacarías, y el pueblo laico. Del primero ha escogido el que
muy bien podríamos llamar día más feliz y trascendental de su vida, el día en
que ha tenido acceso al santuario; del segundo, en cambio, se dice literalmente
que «estaba orando fuera a la hora del incienso». El pueblo, a diferencia de
sus dirigentes, quienes lo han institucionalizado todo, a pesar de encontrarse
«fuera», todavía abriga esperanzas de cambio («estaba orando») e intuye que se
avecina un acontecimiento histórico excepcional: «toda la asamblea del pueblo»
de Israel se ha congregado precisamente «a la hora del incienso».
Entra ahora en escena un tercer personaje: «Se le apareció el ángel del Señor,
de pie a la derecha del altar del incienso» (1,11). El mensajero divino acude puntualmente a la cita. Su presencia
aterroriza a Zacarías. No se lo esperaba. El rito había ahogado la experiencia
personal. Pero el mensajero divino está ahí, «de pie», con un mensaje muy
concreto.
ASCETA Y PROFETA:
LA FLOR Y NATA DE LA RELIGION JUDIA
«No temas, Zacarías, que tu ruego ha sido escuchado: tu mujer, Isabel, te
dará a luz un hijo y le pondrás de nombre Juan» (1,13). En otro tiempo, el
'ruego' de Zacarías habría tenido relación con el hecho de tener un hijo.
Obviamente no ahora (cf. v. 18): su incredulidad frente al anuncio delata que
ya había perdido toda esperanza. Pero... el pueblo de Israel seguía alimentando
una tenue esperanza de liberación.
El hijo que va a tener Zacarías no se parecerá a su padre, no heredará la
tradición paterna cifrada -como veremos- en el nombre. Se llamará «Juan»: «será
grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor y se llenará de Espíritu
Santo ya en el vientre de su madre» (1,15).
Será un gran asceta, pero también un profeta, y por cierto que desde su
nacimiento.
Después de describirnos su condición, pasa Lucas a concretar cuál será su
misión: «convertirá a muchos israelitas al Señor su Dios y lo precederá con el
espíritu y fuerza de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos y
enseñar a los rebeldes la sensatez de los justos, preparando así al Señor un
pueblo bien dispuesto» (1,16-17). No se prevé un cambio institucional (culto
del templo y Ley), pero sí cierta ruptura (vida ascética) a cargo de un profeta
superior a los antiguos, pues se llenará de Espíritu Santo ya antes de nacer.
Promoverá un potente movimiento de conversión en su calidad de Precursor del
Mesías. Podemos concretar ahora algo más sobre cuál era el objeto del 'ruego'
que un día compartían sacerdocio y pueblo: la salvación de Israel mediante una
intervención divina que salvase a su pueblo. Ese 'ruego' empieza a realizarse
ahora contra toda esperanza con el anuncio del nacimiento del Precursor.
LOS RITOS VACÍOS GENERAN INCREDULIDAD
La actitud de Zacarías frente al anuncio del ángel es de incredulidad:
«¿Qué garantía me das de eso? Porque yo soy ya viejo y mi mujer de edad
avanzada» (1,18). ¿Qué sentido tenía entonces el rito que con tanta solemnidad
estaba celebrando? ¿Creía en lo que hacía o se trataba de un mero formalismo? A
pesar del precedente de Abrahán y Sara (Gn 17,15-21; 18,14-15), que se
encuentra en el trasfondo de la escena, ni el culto ni la observancia le han
procurado la fe. La petición de una señal podría entenderse positivamente, como
en el caso de Abrahán (Gn 15,8), pero
el tono que le imprime («porque...») revela su falta de fe en lo que el ángel
da ya como un hecho («tu mujer te dará a luz un hijo»). Su actitud incrédula
repercute en todo el sacerdocio a quien él está representando: su relación con
Dios es puramente formal y rutinaria. No cree en lo que dice; está convencido
de que es ya demasiado tarde («viejo/edad avanzada») para que Dios pueda
intervenir en la historia. Menos mal que Israel todavía sigue abrigando
esperanzas de liberación.
LA MUDEZ TEMPORAL EVITARA QUE ZACARÍAS
SIGA EMBAUCANDO AL PUEBLO
El ángel no se inmuta. Es más, revelando su nombre y el significado de su
función confiere realismo al anuncio: «Yo soy Gabriel, "el que está a las
órdenes inmediatas de Dios", y me han enviado para comunicarte de palabra
esta buena noticia» (1,19). Ante la incredulidad de Zacarías, Gabriel, la
Fuerza de Dios que actúa en la historia del hombre, no puede menos que dejarlo
«mudo», para que no pronuncie palabra alguna hasta que no se haya realizado el
contenido de su anuncio: «Pues mira, te quedarás mudo y no podrás hablar hasta
el día que eso suceda, por no haber dado fe a mis palabras, que se cumplirán en
su momento» (1,19). La incredulidad de la institución sacerdotal a la que él
representa no podrá impedir que el plan de Dios se lleve a cabo, pero su
misión, de momento, ha terminado. Si siguiera hablando, podría comprometerla.
LA EXPECTACION CONTRA TODA ESPERANZA
DEL PUEBLO DE ISRAEL
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, extrañado de que tardase tanto en
el santuario. Pero cuando salió no podía hablarles, y comprendieron que en el
santuario había tenido una visión. El les hacía gestos, pero permanecía mudo»
(1,21-22). El pueblo de Israel no ha perdido la esperanza, a pesar de la
tardanza proverbial que ha ido aparejada a la realización de la promesa. Intuye
que algo excepcional ha ocurrido, pero ignora cuáles son los términos de la
experiencia profunda que ha tenido Zacarías en el santuario. Las experiencias
interiores son expresadas en esta cultura a base de visiones e imágenes
externas. Se subraya la «mudez» de Zacarías, que a la postre se revelará
también en términos de «sordomudez», por haberse cerrado a cal y canto al
mensaje del ángel (cf. 1,62).
EN LA CASA, FUERA DEL RECINTO DEL TEMPLO,
SE CUMPLE LA PROMESA
Toda la escena se ha desarrollado hasta ahora en el recinto del templo y,
más en concreto, en el interior del santuario. Sólo cuando Zacarías «regrese a
su casa», situada en las inmediaciones de Jerusalén, «una vez que se cumplieron
los días de su servicio» litúrgico, vacío de contenido, la historia podrá
seguir su curso: «Después de aquello concibió Isabel, su mujer, y estuvo cinco
meses sin dejarse ver. Ella se decía: "Esto se lo debo al Señor, que ahora
se ha dignado librarme de esta vergüenza mía ante los hombres" »
(1,23-25). De las relaciones interpersonales («casa», «su mujer») nace la vida.
La concepción de Juan ha sido extraordinaria en su anuncio, pero no en el modo
como se ha realizado. Llevará la impronta de la tradición paterna, pero su
misión no se verá frenada por ella, ya que no ha sido por iniciativa humana,
sino por la intervención de Dios en la historia de Israel como se ha podido
superar la «vergüenza» secular de un pueblo que se llamaba «el pueblo de Dios»,
pero que permanecía estéril ante la humanidad. Dios ha visitado a su pueblo en
la persona de Isabel y le ha dado la fecundidad. Los «cinco meses» presagian el
«sexto mes» en que la historia del hombre recomenzará con la formación del
Hombre nuevo, a imagen y semejanza de Dios, completando la creación primordial
del hombre hecho únicamente «a imagen de Dios», el sexto día (cf. Gn 1,26-27).
MARTES 20 DE
DICIEMBRE
LUCAS 1, 26-38
VERSÍCULOS
26-29: ¡SALVE, MUY FAVORECIDA!
26Y al sexto
mes, el ángel Gabriel fue enviado de Dios á una ciudad de Galilea, llamada
Nazarea, 27A una virgen (griego = parthenon,
doncella, hija soltera, virgen) desposada con un varón que se llamaba José,
de la casa de David: y el nombre de la virgen era María. 28Y entrando el
ángel á donde estaba, dijo, ¡Salve, (griego = chaire, ánimo,
saludos, regocíjate), muy favorecida (griego = kecharitomene, agraciada,
honrada)! el Señor es contigo: bendita tú entre las mujeres. 29Mas
ella, cuando le vio, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación fuese
ésta.
La frase, “Al
sexto mes” (v. 26), conecta a María con la historia de Elizabeth, para quien
era “el sexto mes” de su embarazo con un bebé que sería conocido como Juan el
Bautista (v. 36). Juan nacería seis meses antes que Jesús, y sería el precursor
de Jesús, el que prepararía el camino para Jesús llamando a Israel al
arrepentimiento y el bautismo (3:1-18). El ángel Gabriel es el mismo ángel que
anunció el nacimiento de Juan el Bautista a Zacarías, el esposo de Elizabeth
(1:19), que es otra conexión entre las dos historias.
La historia de
la anunciación a Zacarías (1:5-25) precede a esta historia de la anunciación a
María. La historia de Zacarías se parece mucho a la anunciación a Abraham y
Sara (Génesis 18:1-15) en que ambas parejas eran ancianas, ya habían pasado la
edad para tener hijos, y tanto Zacarías como Sara dudaron. La historia de
Zacarías se parece mucho a la anunciación a María en que ni Elizabeth (la
esposa de Zacarías) ni María son candidatas realmente para la maternidad.
Elizabeth es muy vieja, así que requeriría un milagro para que ella pudiera dar
a luz. María es una virgen, así que ella requeriría un milagro todavía más
grande.
La virgen está
comprometida con José, de la casa de David (v. 27). Esta breve mención es todo
el crédito que José recibe aquí, algo admirable dado que Jesús trazará su
linaje hasta David a través de José. Sin embargo, en el evangelio de Lucas,
María lleva el papel principal y José solamente desempeña un papel secundario;
muy diferente que en el evangelio de Mateo que comienza con una larga
genealogía de José (1:1-16) y registra el intento de José de dejar a María
secretamente debido a su embarazo, una decisión que revierte a petición del
ángel (1:18-25).
Es admirable
que, en esta sociedad patriarcal, María esté al frente y en el centro de esta
historia. Las mujeres eran comprometidas a una edad muy temprana, así que
probablemente María estaba en sus primeros años de la adolescencia. Se esperaba
que estas jóvenes fueran vistas, pero no escuchadas. Es un mundo de hombres, y
María ni es hombre, ni está casada con un varón (aunque su compromiso con José
está hecho y solamente podía ser disuelta por divorcio). Ella es todavía muy
joven, sigue viviendo con sus padres, pero se esperaba que estuviera casada en
ese año.
El ángel se
dirige a María con las palabras Chaire kecharitomene, que en la versión
Reina-Valera 1960, se traduce “¡Salve, muy favorecida!” (v. 28). El ángel
asegura “El Señor es contigo”. Mientras que Lucas no cita las referencias de la
Escritura, como lo hace Mateo, las palabras del ángel nos recuerdan las
palabras de Dios a Moisés en la zarza ardiente, “yo seré contigo” (Éxodo 3:12),
y del ángel que le dijo a Gedeón “Iahveh es contigo, varón esforzado” (Jueces
6:12), y la afirmación del Señor a Jeremías “No temas delante de ellos, porque
contigo soy para librarte” (Jeremías 1:8).
María está
perpleja, seguramente por la apariencia del ángel/mensajero tanto como por sus
palabras. En su bastante pequeño pueblo, no vería frecuentemente a un hombre
extraño, mucho menos que se le apareciera a ella inesperadamente. ¿Acaso
Gabriel se vería como un hombre o como un ángel? ¿Qué apariencia tiene un
ángel?
Lucas dice que
María está perpleja por las palabras de Gabriel, chaire kecharitomene, “¡Salve,
muy favorecida!” Hay que tener en mente que María es una mujer en medio
de un mundo que da preferencia por los hombres, una casi niña en medio de un
mundo que venera la edad y sabiduría, una don nadie en medio de un casi nada
pueblo. Dios no la ha preparado para la aparición del ángel, pero envía al
ángel para prepararla para una todavía mayor sorpresa. “¡Chaire
kecharitomene!” “¡Salve, muy favorecida!” María seguramente vio al rededor
buscando si el ángel le estaba hablando a alguien más. Lucas dice que ella
pensaba ¿qué salutación sería esta? (v. 29). ¡Sin duda alguna! ¡Podemos ver que
la rueda gira! ¡Qué es lo que pasa!
VERSÍCULOS
30-33: Y CONCEBIRÁS UN HIJO
30Entonces el
ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios.
31Y he aquí, concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre
JESUS (griego = Iesous, una variante de Josué, un nombre que significa
“el Señor Salva” o “la salvación viene del Señor”). 32Este será
grande, y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor Dios el trono de
David su padre: 33Y reinará en la casa de Jacob por siempre; y de su reino no
habrá fin.
“María no
temas” (v. 30). Zacarías tuvo miedo del ángel (1:12), y estas palabras sugieren
que también María tenía miedo. Poco después veremos a atemorizados pastores en
la presencia del ángel (2:9-10). El temor es apropiado en la presencia de Dios,
pero Dios es misericordioso para aquellos que lo temen, tal como María nos
recordará en su Magnificat (1:50).
“Porque has
hallado gracia cerca de Dios” (v. 30). En la historia precedente de Zacarías y
Elizabeth, Lucas nos cuenta sobre la virtud religiosa de esa pareja (1:6-9,
13), pero no encontramos nada de eso aquí. Nada se dice de la fe o carácter de
María, “ni una sola palabra describe las virtudes o vicios de María, o explica
por qué Dios la escogió a ella. Ese es, precisamente, el punto: Dios escoge,
porque Dios escoge… Este texto se puede leer provechosamente junto con Romanos
6:29, donde Pablo articula el derecho de Dios como Dios para hacer cualquier
elección que Dios haga” (Cousar, 40). María no es escogida porque se ha ganado
el favor, sino que es favorecida porque ha sido escogida. Como María lo dirá en
respuesta a la anunciación del ángel, Dios quitó de los tronos a los poderosos,
y exaltó a los humildes (1:52). Y como después lo diría Jesús, en el reino de
Dios los postreros serán primeros y los primeros postreros (13:30).
“Este será
grande, y será llamado Hijo del Altísimo” (v. 32a). Lucas usa varias veces la
palabra, Altísimo, para referirse a Dios (1:76; Hechos 7:48; 16:17), así que el
Hijo del Altísimo es igual al Hijo de Dios, un nombre que también Lucas usa
varias veces para Jesús (1:35; 22:70; Hechos 9:20). El diablo usará este
nombre, Hijo de Dios, en su intento para tentar a Jesús (4:3, 9).
“…y le dará el
Señor Dios el trono de David su padre” (vv. 32b-33). Este es el cumplimiento de
la promesa que Dios hizo a David, que quería construir el templo para Dios.
Dios le prohibió a David construir el templo, pero le dijo “Asimismo Jehová te
hace saber, que él te quiere hacer
casa… yo
estableceré tu simiente después de ti, la cual procederá de tus entrañas, y
aseguraré su reino. El edificará casa á mi nombre, y yo afirmaré para
siempre el trono de su reino” (2 Samuel 7:11-13). Sabiendo que un hijo de David
construyó el templo, es natural asumir que el hijo que “edificará la casa” se
refiere a Salomón. Una comparación más cercana de los pasajes de 2 Samuel y
Lucas, sin embargo, muestran que Dios no estaba viendo a Salomón, sino a Jesús.
Salomón construyó el templo que permaneció por unos cuantos años, pero el
Cristo construirá “una casa no hecha de manos, eterna en los cielos” (2
Corintios 5:1).
Es valioso
notar que Dios pudo haber escogido el templo en Jerusalén como el sitio para su
anuncio, pero no lo hizo. Nazarea es un pequeño y muy común pueblo localizado
bastante lejos del templo, y era manchado por las religiones paganas que lo
rodeaban. Dios escoge a una humilde persona y un humilde lugar para
contrastarlo con la gloria del Hijo del Altísimo, que “Y reinará en la casa de
Jacob por siempre” (v. 33).
Todo esto es
Buenas Nuevas, por supuesto. Dios está proveyendo para la salvación del pueblo
de Dios. Las Buenas Nuevas también son que Dios tiene un lugar y un plan para
cada persona –incluso la más común de las personas – y especialmente la persona
común. Dios llama a María para ser la madre del Señor, pero llama a toda madre
para criar a su criatura bajo el cuidado y admonición del Señor. En la mayoría
de los casos, estamos muy conscientes de lo común de nuestras vidas. En muchos
casos, nuestras obras para Dios parecen menos que comunes: como repartir los
boletines de la iglesia, llevar al grupo de jóvenes a un retiro, preparando
algo de comer para la reunión de la iglesia. En algunos casos, nuestro llamado
parece más grande, como enseñar una clase de la Escuela Dominical o cantar en
el coro (pero los niños y niñas son muy
inquietos y alguien del coro canta fuera de tono y nos preguntamos que para qué
nos preocupamos. La realidad es que cualquier tarea, grande o pequeña, satisface
el esquema de Dios de maneras que no podemos entender. Es menos importante que
ejecutemos nuestras tareas con destreza que nos acerquemos a ellas con
devoción. Dios desea, no la habilidad de nuestras manos, sino el amor de
nuestros corazones. La persona que solamente tiene la habilidad de amar a Dios
y al prójimo es lo más importante en el orden de Dios.
Pero también
debemos reconocer que el favor de Dios es una espada de doble filo. Dios ofrece
misericordia, pero no una vida fácil. Para María, el favor de Dios le “trajo
consigo ninguno de los ideales o metas que consumen nuestra vida cotidiana…
María, la favorecida de Dios, fue bendecida con tener un hijo fuera del
matrimonio que años después sería ejecutado como criminal… La historia es tan
familiar que dejamos que esa familiaridad esconda su escándalo” (Culpepper,
52).
VERSÍCULOS
34-35: EL ESPÍRITU SANTO VENDRÁ SOBRE TI
34Entonces
María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? porque no conozco varón. 35Y
respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud
del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será
llamado Hijo de Dios.
La pregunta de
María “¿Cómo será esto? Porque no conozco varón” es natural, muy parecida a la
de Zacarías “¿En qué conoceré esto? porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en
días” (1:18). Sin embargo, el ángel deja mudo a Zacarías por no creer, pero
contesta la pregunta de María. La diferencia parece ser que Zacarías pidió una
señal – prueba tangible de que el ángel estaba diciendo la verdad – mientras
que María simplemente pidió una explicación. La pregunta de Zacarías brota de
la duda, la de María de una entendible confusión.
“El Espíritu
Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra” (v. 35). Esto
levanta la pregunta sobre el nacimiento virginal, que ha generado mucha
controversia:
“vendrá sobre ti” tiene una variedad de
significados, ninguno de los cuáles tiene que ver específicamente con
embarazar. Ella concluye, “En pocas palabras, nada en el lenguaje del pasaje
mismo requiere la interpretación de una ‘concepción virginal’ o un nacimiento
más ‘milagroso’ de lo que requiere cada ocasión en que surge una nueva vida”
(Ringe, 32).
-- Otros dirán
que la virginidad de María no es necesaria. Dios es bastante capaz de salvar al
mundo sin el nacimiento virginal. Ellos enfatizarán que, fuera de este pasaje,
el Nuevo Testamento le da poco énfasis al nacimiento virginal. Jesús no dice
nada sobre él.
-- Sin embargo,
el ángel deja claro que el niño “será santo” y “será llamado Hijo de Dios” (v.
35), claramente intentando la designación de santo/Hijo de Dios es para
diferenciar a este niño de los otros. La palabra “virgen” aparece tres veces en
este pasaje, con esto, Lucas claramente intenta enfatizar y re-enfatizar la
pureza sexual de María. Debemos concluir que la intención de Lucas es describir
un nacimiento virginal, que cree que es una parte importante del plan de Dios.
“Una concepción virginal significa una nueva creación. Jesús es Hijo de Dios
como el progenitor de un nuevo orden de creación al igual que Adán era Hijo de
dios como el progenitor del orden previo de la creación (3:38)” (Nickle, 15).
“Obviamente, para Lucas, Jesús no solamente era un hijo de Dios, de los
que el mundo griego tenía bastantes… sino que era el Hijo de Dios de una
manera muy singular…, por sobre todo debido a la resurrección (ver Hechos 9:20;
13:32-33)” (Johnson, 38). “El niño no solamente será un nieto de David, será el
mismo hijo de Dios” (Arthur and Nestingen, 25-26).
VERSÍCULOS
36-37: PORQUE NADA HAY IMPOSIBLE PARA DIOS
36Y he aquí,
Elisabet tu parienta, también ella ha concebido hijo en su vejez; y este es el
sexto mes á ella que es llamada la estéril: 37Porque ninguna cosa es imposible
para Dios.
La ironía es
que Zacarías, que pidió una señal, fue castigado (1:20), mientras que María,
que no pidió una señal, obtiene una. Si María quiere saber cómo es que va a
tener un hijo, dada su virginidad, solamente necesita ver el crecido estómago
de su parienta Elisabet para confirmarlo. Si Dios puede poner nueva vida en una
anciana mujer, Dios seguramente puede hacer lo mismo en una joven virgen.
“Porque ninguna
cosa es imposible para Dios” (v. 37). Una vez más Lucas adopta el lenguaje del
Antiguo Testamento. Cuando el Señor anunció el inminente nacimiento de Isaac,
Sara rió. El Señor respondió diciendo, “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?”
(Génesis 18:14; ver también el comentario de Jesús en Lucas 18:27). Este es el
verdadero evangelio, buenas nuevas para quienes nos encontramos en situaciones
imposibles. Hablamos de encontrarnos entre la espada y la pared, y la mayoría
de nosotros cómo se siente estar en una situación insostenible y sin salida,
atrapados. Sin embargo, al caminar con el Señor, ninguna situación está más
allá de la redención.
VERSÍCULO 38: HÁGASE A MÍ
CONFORME A TU PALABRA
38Entonces
María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase á mí conforme á tu palabra. Y
el ángel partió de ella.
María no
requiere confirmación, sino que sale en fe. Su respuesta una vez trae el
lenguaje del Antiguo Testamento, el “Heme aquí” de Abraham (Génesis 22:1), el
“Heme aquí, envíame a mí” de Isaías (Isaías 6:8), el “Halle tu sierva gracia
delante de tus ojos” (1 Samuel 1:18), el “Heme aquí” de Samuel (1 Samuel 3:4).
Raymond Brown dice que la respuesta de María la califica como la primera de
todos los discípulos de Jesús (Brown, 254). “Referencias posteriores a ella son
consistentes con este modelo (Lucas 1:45ss; 8:19-21; 11:27-28; Hechos 1:14). Su
humilde consentimiento a la voluntad y obra de Dios… se recomienda a sí misma a
todo creyente” (Nickle, 15).
“Hágase á mí
conforme á tu palabra…” “Esta última sentencia puede contener un juego de
palabras. 1:37 dice que ninguna cosa – literalmente “palabra” (rhema) –
era imposible para Dios. Ahora María dice, “Hágase á mí conforme á tu palabra”
(rhema)” (Strawn, 920).
MIÉRCOLES 21 DE
DICIEMBRE
LUCAS 1, 39-45
VERSÍCULOS
39-45: BENDITA TÚ ENTRE LAS MUJERES
39En aquellos
días levantándose María, fue á la montaña con prisa, á una ciudad de Judá; 40Y
entró en casa de Zacarías, y saludó á Elisabet. 41Y aconteció, que como
oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y
Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42Y exclamó á gran voz, y dijo. Bendita
tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. 43¿Y de dónde
esto á mí, que la madre de mi Señor venga á mí? 44Porque he aquí, como llegó la
voz de tu salutación á mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi
vientre. 45Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas
que le fueron dichas de parte del Señor.
“En aquellos
días, levantándose María” (v. 39). María es la heroína de esta historia,
pero es ella la que viaja a la casa de Zacarías y Elisabet – quizá porque el
embarazo de Elisabet precedía al de María por seis meses y estaría ya en estado
avanzado – quizá como gesto de honor por parte de la mujer más joven para una
mujer mayor. Lo más inusual de esta visita es que una mujer embarazada,
particularmente siendo soltera, se encontraría normalmente encerrada y no
viajaría.
“Las dos
mujeres, no solo son parientes, pero también les une una experiencia común, se
reúnen en una aldea (sin nombrar) en las montañas de Judá. Una es vieja y
su hijo cerrará una edad; la otra es joven y su hijo traerá una nueva”
(Craddock, Interpretation, 29).
“La criatura
saltó en su vientre” (v. 41). Todavía en el vientre, Juan es llenado del
Espíritu Santo (1:15), y comienza su obra, preparando el camino del Señor
(1:17, 76; 3:4).
“Bendita tú
entre las mujeres” (v. 42). Los cuatro Evangelios establecen la
superioridad de Jesús sobre Juan. En los Sinópticos, Juan anuncia la
superioridad de Jesús en su bautizo (Mateo 3:11-12; Marcos 1:7-8; Lucas
3:16-17). En el Evangelio de Juan, la anunciación es parte del Prólogo
(1:6-9). Lucas es el único que relata esta historia de la visita de María
a Elisabet, que establece la superioridad de Jesús aún mientras los bebés están
en el vientre. El Espíritu Santo llena ambos a Juan (1:15) y a Elisabet
(1:41), e inspira su testimonio de Jesús.
Es sorprendente
que Elisabet exprese honor por la visita de María. Es una mujer anciana
en una cultura que valora a la gente de edad. María es joven, seguramente
una adolescente. Por lo tanto, ella es la que debería mostrar
respecto. También, María se quedó embarazada mientras era soltera, y es
posible que aún no esté casada en el momento de esta visita. La típica
visita de una joven soltera y embarazada a una pariente sería por el motivo de
reducir la visibilidad de un embarazo vergonzoso – aunque esto no se menciona
en este Evangelio. Es Elisabet, siguiendo la tradición de la antigua
Sara, la que parece merecer el honor. María no ha hecho nada para merecer
su honor, excepto creer que “se cumpliría lo que le fue dicho de parte del
Señor” (v. 45) – ¡y con eso basta!
“Bendito el
fruto de tu vientre” (v. 42). Éstas fueron las palabras de Moisés a los
israelitas – la bendición, en ese caso, dependía de su obediencia a Dios (Deut.
28:4). María es obediente (1:38), y su bendición, como su bebé, crece de
esa obediencia. “Elisabet no desea ni ofrece bendición, pero reconoce que
María es bendita” (Nolland).
“La madre de mi
Señor” (v. 43). El bebé es la fuente de la bendición de María. Ella
será la madre del Señor. “‘Señor’ es un título ante todo para Dios (como
en Lucas 1:6, 9, 11, 15, 16, 17, 25). Para Jesús, se usa más
apropiadamente como título de resurrección (véase Hechos 1:21; 2:34-36; 4:26,
33; 8:16, etcétera). Pero Lucas, aún más que Mateo, lo usa para Jesús no
solo como un saludo sino también como título (véase Lucas 2:11; 7:13; 10:1;
11:39; 12:42; 17:6; 18:6; 19:8, 31; especialmente 24:34)” (Johnson, 41).
“Porque tan
pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de
alegría en mi vientre” (v. 44). Más adelante, Juan demostrará su humildad
ante Jesús igual que Elisabet demuestra humildad ahora ante María (Mateo 3:14).
“Y
bienaventurada (griego: makaria) la que creyó” (v. 45). El creer
de María le trae bendición. La palabra griega utilizada para bendición es
la misma que se utiliza en las beatitudes (6:20-22) – una palabra que implica
bendición basada en una relación correcta con Dios. María creyó, comparado
con Zacarías que no creyó y, por lo tanto, se quedó mudo “hasta el día que esto
sea hecho” (1:20). Durante su embarazo, Elisabet, ha vivido con un hombre
que, por su incredulidad, no ha podido hablar. Ahora ella le recibe a
María que si creyó y, por lo tanto, es capaz de cantar una canción alegre.
El ángel se les
ha aparecido a Zacarías y a María, anunciando el nacimiento de un niño.
“La segunda maravilla...sobrepasa a la primera. Juan nacerá de una pareja
anciana y sin hijos, pero Jesús nacerá de una virgen... Juan será profeta, pero
Jesús será el hijo de Dios” (Tannehill, 52). En el Magnificat (vv.
46-55), María reconoce la inversa. Dios, ciertamente, “levantó á los
humildes” –
empezando con María (v. 52).
Mientras que es
un honor para María haber sido escogida como la madre del Señor, el honor viene
acompañado. “Esa misma bendición será una espada que atravesará su
corazón... Dios no escoge a una persona por su facilidad y comodidad, o por una
alegría egoísta, sino para una gran hazaña que necesitará todo lo que la
cabeza, el corazón, y la mano le pueda dar” (Barclay, 8). La mujer que
mecerá a su recién nacido en un pesebre también verá a su hijo morir en un
cruz.
JUEVES 22 DE
DICIEMBRE
LUCAS 1, 45-56
VERSÍCULOS
46-55: ENGRANDECE MI ALMA AL SEÑOR
46Entonces
María dijo: engrandece mi alma al Señor; 47Y mi espíritu se alegró en Dios mi
Salvador, 48Porque ha mirado á la bajeza de su criada; Porque he aquí, desde
ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. 49Porque me ha
hecho grandes cosas el Poderoso; Y santo es su nombre. 50Y su
misericordia de generación á generación a los que le temen. 51Hizo valentía con
su brazo: Esparció los soberbios del pensamiento de su corazón. 52Quitó
los poderosos de los tronos, Y levantó á los humildes. 53A los
hambrientos hinchó de bienes; Y á los ricos envió vacíos. 54Recibió á
Israel su siervo, acordándose de la misericordia. 55Como habló á nuestros
padres á Abraham y á su simiente para siempre.
La canción de
María es conocida como la Magnificat por la primera palabra de la traducción
latina de este versículo. Los paralelos que tienen la canción de Ana (1
Sam. 2:1-10) son bastante fuertes. La canción de Ana empezó, “Mi corazón
se regocija en Jehová, mi cuerno es ensalzado en Jehová.” Ella habló de las
inversas: “Los arcos de los fuertes fueron quebrados, y los flacos se ciñeron
de fortaleza” y “Levanta del polvo al pobre; al menesteroso ensalza del
estiércol, para asentarlo con los príncipes; Y hace que tengan por heredad
asiento de honra.” En sus versículos finales, ella celebraba el hecho de
que el Señor “guarda los pies de sus santos... y dará fortaleza á su Rey.”
La canción de María sigue un esquema parecido.
Los paralelos
serían aún más fuertes si fuera Elisabet la que cantara la canción de María.
Ambas Ana y Elisabet eran estériles, y rezaban para que sus vientres se
abrieran. Las dos sintieron gran alegría por sus embarazos y los
nacimientos de sus hijos. Algunos eruditos han sugerido que la canción de
María es la canción de Elisabet, pero hay poco que justifique esa
opinión. En los mejores manuscritos, v. 46 identifica a la que habla como
María, y v. 48 describe a María mejor que Elisabet.
Elisabet es una
mujer vieja (1:7) y eruditos creen que Ana también era anciana. Yo no
encuentro eso en las escrituras. La única prueba que tenemos de su edad
es el comentario, “Y así hacía cada año” (1 Sam. 1:7). Sin embargo, esto
se contradice con el hecho de que no es llamada una mujer anciana y porque
“concibió, y parió tres hijos, y dos hijas” después del nacimiento de Samuel (1
Sam. 2:21).
Es digno de
anotar que Zacarías, después de recuperar su voz en el nacimiento de su hijo,
será llenado del Espíritu Santo y cantará su propia canción (1:68-79) – una
canción con parecidos a las canciones de Ana y María. A María, sin
embargo, se le concede el privilegio de la primera canción, porque ella creyó,
y Zacarías no creyó. Solo será después de que la promesa es cumplida que
Zacarías cantará – solo cuando puede ver por los ojos en vez de por fe.
En la primera
parte de su canción, María celebra la bendición que ella ha recibido de “Dios
mi Salvador” (v. 47). Un Salvador solo es importante para una persona que
necesita ser salvada. Mientras que todos nosotros necesitamos ser
salvados, los humildes y los hambrientos (vv. 52-53) mejor comprenden la
necesidad de un Salvador. Lo más cómodos que estemos, lo menos
necesitados que nos sentimos. Lo más opulentos que somos, lo más probable
que busquemos felicidad en una nueva posesión o experiencia. El más éxito
que tengamos, lo más probable que celebremos nuestros logros en vez de buscar
la ayuda de Dios.
“Ha mirado á la
bajeza de su criada” (v. 48). María es humilde en dos sentidos.
Primero, tiene un espíritu humilde que se levanta, listo para responder a la
llamada de Dios sin reservaciones (1:38). Segundo, ocupa un puesto
humilde en la vida – una mujer en una sociedad patriarcal – una persona joven
en una sociedad que venera la edad. Su hijo nacerá en este puesto
humilde. Su primer hogar será un establo – su primera cuna un
pesebre. De hombre, dirá de si mismo, “Las zorras tienen cuevas, y las
aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la
cabeza” (9:58).
“Porque he
aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque
me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Y santo es su nombre” (vv. 48-49).
Como una mujer judía, María puede recordar los siglos pasados y recordar los
hombres y mujeres a quienes Dios llamó a su servició. ¡Abraham y Sara!
¡Isaac y Rebeca! ¡Moisés! ¡Gideón! ¡Débora! Todos los niños conocen sus nombres
e historias. Ahora, el nombre de María se unirá a los suyos. Gente
la venerará por el papel lugar especial que tiene en el plan de Dios.
Reyes y presidentes luchan por ser recordados bien, pero Dios alargó su mano a
esta simple niña y la elevó a un lugar de grandeza. Ha puesto sobre ella
un honor que no buscaba y un privilegio que nunca podría merecer. “Santo
es su nombre” (v. 49).
“Tomado por
completo, esta escena confirma que las increíbles palabras de Gabriel son,
ciertamente, palabras para creer” (Cousar, 37).
En v. 51, la
visión de María se amplía de sus propias bendiciones, hasta las bendiciones
dadas a Israel (v. 54) y a “Abraham y á su simiente para siempre” (v.
55). “Estos descendientes incluyen a gentiles tanto como a la raza judía,
como se puede ver en las promesas de Dios a Abraham (véase Gen. 12:3; 17:4-5;
22:18). También se hace referencia a las promesas de Dios a Abrahán por
medio de Zacarías después del nacimiento de Juan (véase v. 73)” (Evans, 27).
María celebra
las inversas de Dios. “Esparció a los soberbios” (v. 51). “Quitó
los poderosos de los tronos, y levantó á los humildes” (v. 52). “A los
hambrientos hinchó de bienes; Y á los ricos envió vacíos” (v. 53).
“Recibió á Israel su siervo” (v. 54). La selección de Dios para escoger a
María como madre del Señor sirve de prueba de que estas inversiones ya han
empezado. De hecho, empezaron muchos años antes cuando Dios escogió a
Abraham.
Teólogos de
liberación utilizan estos versículos y otros parecidos para justificar acciones
violentas y revolucionarias por parte de la iglesia, pero “La Canción de María
no es una llamada revolucionaria para acción humana sino una celebración de la
acción de Dios” (Green, 100). Interpretar tales versículos como una
llamada revolucionaria “ignora la dimensión espiritual presente a lo largo del
himno, además de la esperanza expresada en versículos 54-55. Por otro
lado, algunos buscan diluir del todo las referencias a los humildes y
hambrientos, y hablar solo de los pobres y hambrientos de espíritu. Esto
también debilita la fuerza del pasaje” (Bock, 47).
Las inversiones
de Dios son buenas noticias para los aquéllos distanciados y de falta de
recursos, pero no para los ricos y poderosos. La mayoría de nosotros las
oye como buenas noticias, porque no nos consideramos ser ricos ni poderosos.
Sin embargo, la mayor parte de la gente del Primer Mundo disfruta de un
nivel de vida que parece imposiblemente rico para el resto del mundo.
Vivimos en casas palaciales, no solo por el estándar del Tercer Mundo, sino
también por el estándar de nuestros padres y abuelos. Conducimos coches
cada vez más lujosos y grandes. Raras veces nos quedamos sin comer.
Necesitamos oír el Magnificat como un aviso lanzado a través de nuestra
cubierta. Nosotros podemos ser los que estamos en peligro de caer de
nuestros puestos cómodos. Si somos sensibles a las necesidades de los
pobres, los humildes, los desplazados, los distanciados, y al prisionero,
quizá, podamos escapar del juicio de este texto.
A lo largo de
la canción de María, ella describe las actividades de Dios en el tiempo
pasado. “Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso” (v. 49).
“Hizo valentía con su brazo” (v. 51). “Quitó los poderosos de los tronos”
(v. 52). “A los hambrientos hinchó de bienes” (v. 53). “Recibió á
Israel su siervo” (v. 54). Podemos atribuir su uso del tiempo pasado, en
parte, al hecho de que ella está recordando siglos de la relación de Dios con
Israel.
Sin embargo, el
uso de María del tiempo pasado también demuestra su confianza en que la promesa
de Dios es verdadera. Todavía no es la madre del niño que será grande y
que será llamado el Hijo del Altísimo (1:32), pero Dios lo ha prometido y ella
cree en la promesa. El autor de Hebreos define la fe como “la sustancia
de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven” (Heb.
11:1). María es una persona que posee este tipo de fe, y es este tipo de
fe a la que Dios nos llama. Las bendiciones más ricas van a aquéllos que
creen en la promesa de Dios – los que caminan en fe.
VIERNES 23 Y
SÁBADO 24 DE DICIEMBRE: LUCAS 1, 57-55- LUCAS 1, 67-79
LOS NACIMIENTOS
DE JUAN Y JESÚS
Anote los
paralelos entre la historia de Jesús y la de Juan Bautista:
- “Y parió un
hijo” (1:57). “Y parió á su hijo primogénito” (2:7).
- “Y se
alegraron con ella” (1:58). “Os doy nuevas de gran gozo” (2:10).
- “Y todos se
maravillaron” (1:63). “Y todos los que oyeron, se maravillaron” (2:18).
- “Y todos los
que las oían, las conservaban en su corazón” (1:66). “Mas María guardaba todas
estas cosas, confiriéndolas en su corazón” (2:19).
Pero también
existe “un punto clave de contraste. Los ‘vecinos y parientes’ que gozan
por el nacimiento de Juan se quedan en las sombras tras las respuestas más
universales y cósmicas de los ángeles y pastores al nacimiento de Jesús”
(Green, 121).
UN RETABLO
Farris
caracteriza este capítulo como un retablo (un par de tableros unidos por
bisagras que relevan dos cuadros relacionados) con el nacimiento de Juan
Bautista en un lado y el nacimiento de Jesús en el otro. Existen
paralelos entre los dos tableros como la angélica anunciación de los
nacimientos (1:8-17, 26-33), el “No temáis” de los ángeles (1:13, 30), las
objeciones de Zacarías y María (1:18, 34), y la respuesta de los ángeles a
estas objeciones (1:19-20, 35-37). Las diferencias principales incluyen
el contraste entre la incredulidad de Zacarías (1:18) y la creencia de María
(1:38) – además de la superioridad de Jesús sobre Juan, demostrado por el hecho
de que “un nacimiento de padres ancianos es algo inusual; un nacimiento de una
virgen es imposible” (Farris, 290-291).
Lucas 1:36
identifica a Elisabet como pariente de María (griego: sungenis), pero no
conocemos exactamente su relación. Generalmente pensamos de Juan como el
primo de Jesús, pero eso se basa en 1:36, por lo tanto, lo que sabemos de su
relación tampoco es exacto. Dada la diferencia de edad entre Elisabet y
María, parece probable que Elisabet sea de una generación mayor – quizá la tía
de María.
Estas historias
están llenas de alusiones al Antiguo Testamento. La anunciación a
Zacarías, su incredulidad, y el subsiguiente nacimiento de Juan se parecen
mucho a la anunciación a Abrahán (Gen. 18:1-10), la risa de Sara (Gen.
18:11-15), y el nacimiento de Isaac (Gen. 21:1-7). El nacimiento de Juan
de la estéril Elisabet se parece al nacimiento de Samuel a la estéril Ana (1
Sam. 1). La canción de María (vv. 46-55) se basa en la canción de Ana (1
Sam. 2:1-10). También hay varias alusiones a los Salmos.
DOMINGO 25 DE DICIEMBRE
NOCHE BUENA (24 DE DICIEMBRE)
LUCAS 2, 1-14
VERSÍCULOS 1-3: EN AQUELLOS
DÍAS
1Y aconteció en
aquellos días que salió edicto de parte de Augusto César, que toda la tierra
fuese empadronada. 2Este empadronamiento primero fue hecho siendo Cirenio
gobernador de la Siria. 3E iban todos para ser empadronados, cada uno á
su ciudad.
“Y aconteció en
aquellos días que salió edicto de parte de Augusto César” (v. 1). Igual
que hizo en capítulo 1, Lucas relata estos eventos en su contexto
histórico. Mientras que Mateo sitúa el nacimiento de Jesús contra el
fondo del reino de Herodes, Lucas lo sitúa contra el fondo del Imperio
Romano. Gaius Octavius siguió a Julio César como regidor de Roma en 44
a.C. Unió facciones que se encontraban en guerra dentro de Roma, dando
paso a la Pax Romana (la paz romana). Para honrar sus logros el Senado
Romano le concedió el título de “el Augusto” o Augustus en 27 a.C. (la palabra
“agosto” significa grande o maravilloso). De esta manera nació el Imperio
Romano con Augusto como su primer Emperador. Rigió hasta su muerte en 14
d.C., un total de 58 años. Fue reconocido por haber traído la paz a la
tierra. La época pacífica de su reinado fue entre 27 a.C. hasta 14 d.C.,
y Jesús nació justo en el medio de esos años. Claramente, Dios utilizó a
Augusto igual que utilizó a Cirenio y a otras figuras seculares por propósitos
divinos.
El contraste
entre Augusto y Jesús no podía ser más grande. Uno vive rodeado de
esplendor en la capital del mundo mientras el otro nace en un establo en una
colonia menor. La ironía es que la mayoría de la gente le recuerda a
Augusto hoy solo porque Lucas lo menciona en su Evangelio. Cada año,
cuando se oyen las palabras, “Y aconteció en aquellos días que salió edicto de
parte de Augusto César, que toda la tierra fuese empadronada,” se oyen como el
principio de la Mejor Historia Jamás Contada – la historia del nacimiento del
rey más grande.
“Este
empadronamiento primero…” (v. 2). Hay problemas con el relato de Lucas.
Cirenio no será gobernador de Siria hasta 6 d.C., mucho después del nacimiento
de Jesús. En ese momento llevará a cabo una encuesta de Judea. No
hay documentación de una encuesta general del Imperio Romano bajo Augusto, ni
hay documentación que confirme una encuesta de Judea durante el nacimiento de
Jesús. Además, el empadronamiento romano generalmente no requería que uno
regresara al lugar de su nacimiento. Comentarios tienden a reconocer el
problema sin resolverlo. Barclay cree que Lucas simplemente le promueve a
Cirenio demasiado rápido. Cirenio ocupó otro puesto desde 10 hasta 7
a.C., y Barclay cree que la encuesta podría haber tomado lugar durante ese
tiempo. No nos debemos dejar distraer por tales detalles. El
propósito de Lucas es situar a Jesús en Belén, la Ciudad de David, al nacer
Jesús. “Por lo tanto, estamos tratando no con una cronología científica,
sino con el contar de un cuento con propósito” (Johnson, 52).
El propósito de
una encuesta era asegurarse de que toda la gente está contada y que se le
requiera pagar impuestos.
VERSÍCULOS 4-5:
Y SUBIÓ JOSÉ DE GALILEA A NAZAREA
4Y subió José
de Galilea, de la ciudad de Nazarea, á Judea, á la ciudad de David, que se
llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 5Para ser
empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.
“Y subió José
de Galilea, de la ciudad de Nazarea, á Judea, á la ciudad de David, que se
llama Belén” (v. 4). Este es un viaje de 85 a 90 millas aún por la ruta
más corta (atravesando Samaria). Fuera a pie o montando un burro, el
viaje llevaría varios días y sería difícil para una mujer embarazada.
Para darle mejor perspectiva, piense de un lugar que está entre 85 y 90 millas
de su casa. Imagínese caminando toda esa distancia y después el viaje de
vuelta. Aún montado en un burro, sería un viaje desagradable.
“Á la ciudad de
David, que se llama Belén” (v. 4). Este viaje explica porque Jesús de
Nazarea nació en Belén, la ciudad de David, de acuerdo con Miqueas 5:2.
Mateo relata la historia de una manera algo diferente, empezando con el
nacimiento de Jesús en Belén – después, el viaje a Egipto para escapar la ira
de Herodes – y finalmente el viaje a Nazarea después de que José fuera
advertido en un sueño (Mateo 2).
Hay dos
ciudades de David:
- Belén, el
hogar ancestral de David (1 Samuel 16:1).
- Jerusalén,
que David capturó (2 Samuel 5:7, 9) y donde construyó su palacio.
Lucas no
menciona la aparición del ángel a José (Mateo 1:18-25). Solo nos dice que
José y María están comprometidos – viajando como pareja – y que María está
embarazada. Mateo le da a José un papel más importante. En Lucas,
José queda casi invisible.
VERSÍCULOS 6-7:
ESTANDO ELLOS ALLÍ
6Y aconteció
que estando ellos allí, se cumplieron los días en que ella había de
parir. 7Y parió á su hijo primogénito (griego: prototokon), y le
envolvió en pañales, y acostóle en un pesebre, porque no había lugar para ellos
en el mesón (griego: katalumati).
“Y parió á su
hijo primogénito (griego: prototokon)” (v. 7). Lucas proporcionó
tanto detalle en su primer capítulo sobre las anunciaciones a Elisabet y María
y sobre el nacimiento de Juan que nos sorprende que Juan relate el nacimiento
de Jesús con tan poco detalle.
Lucas usa la
palabra prototokon (primogénito) en vez de monogene (único – como
en Juan 3:16). Esto sugiere el nacimiento de otros hijos después.
El hecho que Jesús sea el primogénito no nos sorprende, ya que sus padres están
sin casar. Aún hoy, el primogénito a menudo ocupa un lugar especial en
los corazones de sus padres. En esa cultura, el primogénito recibe
derechos especiales de herencia y ocupa un lugar prominente en el hogar.
“Y acostóle en
un pesebre” (v. 7). Lucas menciona el pesebre tres veces (vv. 7, 12, 16),
lo cual enfatiza su importancia. Es la señal que cumple el anuncio de los
ángeles (v. 12). Los pañales no son la señal, porque son tan típicos con
los recién nacidos. El pesebre, un abrevadero, algo inusual para una cuna
de bebé, es una señal distintiva (Tannehill, 65). El pesebre se contrasta
severamente con las grandes y gloriosas señales que generalmente se asocian con
el nacimiento de un emperador.
“No había lugar
para ellos en el mesón” (v. 7). La palabra “mesón,” la cual sugiere un
lugar de alojamiento público, no es una buena traducción para katalumati,
que es la misma palabra traducida como “cuarto para huéspedes” en 22:11.
La casa típica está adosada a un pesebre que se utiliza para guardar cosas o
alojar animales. Sobre el pesebre habría un cuarto utilizado por
huéspedes. Con sus conexiones ancestrales a Belén, José esperaría recibir
alojamiento en una habitación al regresar a Belén, pero llega cuando todos los
alojamientos están llenos. Por lo tanto, él y María pasan la noche en el
pesebre donde toma lugar el nacimiento (Ringe, 41-42).
Lucas sitúa a
Jesús entre los que él servirá – los pobres – los marginalizados – los
vulnerables. Comienza su vida en un pesebre prestado y, más adelante, le
advertirá a un posible discípulo que no tiene lugar para reposar su cabeza
(9:58).
El dueño de la
casa hubiera actuado de otra manera si supiera que el bebé estaba destinado
para grandeza. Haría sitio, aún si esto significara darle a la Sagrada
Familia su propia habitación – pero no comprende el significado de este
bebé. Oportunidades espirituales nos vienen de esta manera. No es
fácil reconocer a Jesús en la cara de un hombre sin hogar, o en un bebé del
tercer mundo, o en un prisionero, pero ahí es donde a menudo le
encontramos. Dios nos provee con oportunidades diarias para conocer a
Cristo cara a cara.
VERSÍCULOS 8-9:
HABÍA PASTORES EN LA MISMA TIERRA
8Y había
pastores en la misma tierra, que velaban y guardaban las vigilias de la noche
sobre su ganado. 9Y he aquí el ángel del Señor vino sobre ellos, y la
claridad de Dios los cercó de resplandor; y tuvieron gran temor.
“Y había
pastores en la misma tierra, que velaban y guardaban las vigilias de la noche
sobre su ganado” (v. 8). Si existe un versículo en el evangelio que habla
de la Navidad, es éste. Que Dios eligiera pastores para recibir la
palabra de la Encarnación es casi tan sorprendente como su selección de los
israelitas – o el joven David – o María – o un bebé – o un pesebre. No
podría haber más distancia entre Augusto (v. 1) y los pastores (v. 8).
También hay bastante distancia entre los Reyes de Mateo y los pastores de
Lucas.
El ser pastor
es un trabajo solitario y sucio, y no atrae a las personas que tienen mejores
opciones. Los pastores encuentran difícil observar sus obligaciones
religiosas. ¿Quién cuidará las ovejas mientras asisten a la sinagoga?
¿Cómo pueden ser fieles a sus obligaciones rituales? En una sociedad que separa
a los buenos de los malos según el cumplir de tales observaciones religiosas –
a los deseados de los despreciados – la gente no desea tener pastores como
vecinos o yernos. Aún así, David, que nació en Belén, había sido pastor,
y llegó a convertirse en su gran rey. Entonces uno podría decir, La
Excepción Demuestra La Regla.
David fue
pastor antes de ser rey, pero su estado humilde de niño-pastor fue resaltado
por el error de su padre al no considerar que David pudiera ser el elegido (1
Samuel 16:1-11), y ciertamente fue una de las razones por las que David fue
elegido. Los Evangelios hablan de Dios como un pastor (Salmo 23:1, 28:9,
80:1), pero esa metáfora no nos hace pensar del poder y la gloria de Dios, sino
en su corazón amoroso y en su cuidado pastoral.
Barclay anota
que las autoridades del Templo mantienen rebaños de ovejas cerca de Belén por
su cercanía a Jerusalén y al templo. Opina que estos pastores pueden ser
los que cuidan a las ovejas destinadas para sacrificios en el Templo. Si
eso es verdad, los “pastores que cuidaban los corderos del Templo fueron los
primeros en ver el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Barclay,
17). Por un lado, ésta es una posibilidad atractiva. Por el otro
lado, disminuye el carácter ordinario de los pastores, que puede ser la razón
por la que Dios les eligió. Los pastores “pertenecen en la lista de Lucas
de huéspedes en el reino de Dios: los pobres, los minusvalidos, los ciegos, los
cojos (14:13, 21)” (Craddock, Interpretation, 36).
“Y he aquí el
ángel del Señor vino sobre ellos, y la claridad de Dios los cercó de
resplandor; y tuvieron gran temor” (v. 9). Ésta es la tercera anunciación
de los ángeles, la primera fue a Zacarías (1:5-20) y la segunda a María
(1:26-38). En cada caso, el recipiente de la anunciación responde adorando
a Dios (1:46-55; 1:67-79; 2:20).
“La claridad de
Dios los cercó de resplandor” (v. 9). “La palabra ‘resplandor’ es clave
para este pasaje. A causa de versículo 9, muchos que asisten a la iglesia
se imaginan que la palabra se refiere a una gran luz. Este significado es
demasiado concreto... la presencia de Dios, aún a través de un ángel,
sobrecarga los sentidos como la brillantez puede sobrecargar los ojos... Puede
ayudarnos el recordar que la raíz de la palabra ‘gloria (resplandor)’ en hebreo
viene del verbo ‘pesar o ser pesado.’ ...Darle gloria a Dios es reconocer
que el poder y el honor pueden pertenecerle no a Augusto o a Cirenio, ni a sus
equivalentes contemporáneos, sino a Dios y solo a Dios” (Farris, 296).
En la
Transfiguración, la gloria del Señor será revelada al círculo interno – Pedro,
Santiago, y Juan. Ahí, también, los discípulos tiemblan de miedo cuando
la nube les rodea. No es sorprendente que estos simples pastores tiemblen
de miedo mientras experimentan la gloria del Señor estando en sus simples
alrededores en el medio de la nada.
“Y tuvieron
gran temor” (v. 9). Hoy en día, los ángeles se proyectan como mujeres
jóvenes y atractivas, y a menudo se proyectan cumpliendo los deseos de
alguien. La realidad es que la apariencia de los ángeles representa el
poder de Dios y es una cosa para temer.
VERSÍCULOS
10-14: OS DOY NUEVAS DE GRAN GOZO
10Mas el ángel
les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para
todo el pueblo: 11Que os ha nacido hoy (griego: semeron – hoy), en la
ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO (griego: Christos – el
ungido) el Señor. 12Y esto os será por señal: hallaréis al niño
envuelto en pañales, echado en un pesebre. 13Y repentinamente fue con el
ángel una multitud de los ejércitos celestiales, que alababan á Dios, y decían:
14Gloria en las alturas á Dios, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los
hombres.
“No temáis” (v.
10). Éstas son las mismas palabras usadas por los ángeles en la
anunciación a Zacarías (1:13) y María (1:30) – (véase también 5:10; 12:7, 32).
“He aquí os doy
nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo” (v. 10). Lucas es un
gentil. En sus Hechos, Lucas nos presenta favorablemente a los
centuriones romanos (7:1-10; 23:47), y documenta la visión de Pedro que abrió
la iglesia a los gentiles (Hechos 10). Aquí, al empezar este Evangelio,
establece que Jesús es para todas las gentes – no solo para el pueblo de
Israel.
“Que os ha
nacido hoy (griego: semeron – hoy)” (v. 11). Lucas utiliza esta
palabra semeron varias veces en un contexto escatológico: “Hoy se ha
cumplido esta Escritura en vuestros oídos” (4:21). “Hemos visto
maravillas hoy” (5:26). “Hoy ha venido la salvación á esta casa”
(19:9). “De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso”
(23:43).
“Un Salvador”
(v. 11). La palabra “Salvador” sugiere que la gente necesita la
salvación. Sí, estarían de acuerdo en que necesitan ser salvados, pero,
explicarían su necesidad en términos nacionalistas. Sentirían la
necesidad de un mesías que les salvara de los romanos. Jesús, sin
embargo, ha venido a salvarles de sus pecados (1:77; 5:20; 7:47; 11:4; 24:47).
Los romanos
piensan de Augusto como un salvador, porque calmó el desacuerdo e inició la Pax
Romana. Sin embargo, la paz de Augusto resultaría frágil. Tras su
muerte, otros hombres asumirán el poder – hombres como Nero y Caligula –
hombres cuyos nombres serán sinónimos con traición y crueldad. Los
ángeles presentan un salvador que continuará su obra de salvación a lo largo de
la historia humana. El Salvador del Primer Siglo también es el Salvador
del Siglo Veintiuno. El Salvador de Israel es el Salvador del Mundo.
“Que es CRISTO
(Christos) el Señor” (v. 11). Christos es una palabra griega
y Mesías es una palabra hebrea. “Ambas palabras significan
‘ungido.’ Ser ungido significa ser reconocido y consagrado con alguna
capacidad especial, generalmente como rey y agente de Dios” (Evans, 37).
La señal que
los pastores habían de buscar era “al niño envuelto en pañales, echado en un
pesebre” (v. 12). Como se anota arriba, los pañales eran una cosa normal
para un recién nacido, pero el pesebre era una señal distintiva. No
hubieran encontrado ningún otro bebé cerca echado en un pesebre esa
noche. También era una señal que Dios había escogido obrar a través de
gente y cosas muy ordinarias para traer a la tierra un Mesías accesible a gente
de todas circunstancias.
“Y en la tierra
paz, buena voluntad para con los hombres” (v. 14). “La ‘paz en la tierra’
dada por Dios no significaba el final de la hostilidad humana en la
tierra. El ‘Shalom’ de Dios es la vida que se experimenta plena, rica, y
completamente, de acuerdo con la voluntad de Dios” (Nickle, 26).
“Gloria en las
alturas á Dios” (v. 14). Aquí, los ángeles le dan la bienvenida al
nacimiento de Jesús. Más adelante, la multitud le dará la bienvenida a
Jesús en Jerusalén diciendo, “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor:
paz en el cielo, y gloria en lo altísimo!” (19:38).
AURORA (25 DE
DICIEMBRE)
LUCAS 2, 15-20
VERSÍCULOS
15-16: PASEMOS Y VEAMOS ESTO QUE HA SUCEDIDO
15Y aconteció
que como los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores dijeron los unos
á los otros: Pasemos pues hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, que el
Señor nos ha manifestado. 16Y vinieron aprisa, y hallaron á María, y á
José, y al niño acostado en el pesebre.
“Pasemos pues
hasta Belén” (v. 15). Fácilmente, los pastores podían haber dicho,
“Primero, déjeme buscar a alguien que cuide de las ovejas.” Podían haber
dicho, “Me gustaría ir, pero me necesitan aquí.” En vez, como los
pescadores que dejan sus botes y el recaudador de impuestos que deja su puesto,
responden a la llamada. No se contentan con alabar a Dios con sus labios,
sino que le alaban con sus pies – al ir a ver eso de que los ángeles
hablaron. De cierto Jesús no permitirá que regresen a rebaños devastados.
“Y vinieron
aprisa, y hallaron á María, y á José, y al niño acostado en el pesebre” (v.
16). Tenga cuidado al leer este versículo en oración pública, no sea que
ponga a María y a José junto con el bebé. Tome una pausa después del
nombre de José.
Los pastores
obedecen el mandato del ángel con prisa. Gente más sofisticada quizá
titubearía. Tendría preguntas que hacer y problemas que considerar.
¿En qué se estarían metiendo? ¿Cuáles podrían ser las ramificaciones de su
participación? Gente simple encuentra más fácil el obedecer – están
acostumbrados a seguir órdenes – no sienten la necesidad de estar en control –
no tienen una imagen pública que proteger. Gente simple hace mejores
sirvientes, y el Señor necesita sirvientes – gente que obedezca.
VERSÍCULOS
17-20: TODOS LO QUE OYERON, SE MARAVILLARON
17Y viéndolo,
hicieron notorio lo que les había sido dicho del niño. 18Y todos los que
oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. 19Mas María
guardaba todas estas cosas, confiriéndolas en su corazón. 20Y se
volvieron los pastores glorificando y alabando á Dios de todas las cosas que
habían oído y visto, como les había sido dicho.
“Hicieron
notorio lo que les había sido dicho” (v. 17). Una vez que hemos sido
privilegiados con la presencia de Dios, entonces tenemos la responsabilidad de
compartir la experiencia con otros – de correr la palabra – de proclamar el
Evangelio.
“Y todos los
que oyeron, se maravillaron” (v. 18). ¿Quiénes son los maravillados?
¿José y María? ¡Seguramente! ¿Los pastores? ¡De cierto! ¡También aquéllos a
quienes los pastores relatarán esta historia en los próximos días!
“Mas María
guardaba todas estas cosas, confiriéndolas en su corazón” (v. 19). Nuevas
madres aman todo de sus bebés, así, es natural que María ame este relato tan
maravilloso que los pastores le cuentan y que ella confiera estas cosas en su
corazón. Dios la asignó para esta misión, y ella la embarcó
dispuestamente. En el principio, no podría comprender todo lo que
seguiría. Al desplegarse la vida de Jesús, ella se preguntaría acerca de
los caminos tan sorprendentes en los que se encuentra. Si Dios la escogió
a ella para ser la madre del Señor, ¿por qué un pesebre? ¿Por qué pastores? Si
había un coro angelical, ¿por qué se les apareció a los pastores? ¿Por qué no a
ella? ¿Qué pasará ahora? ¿Qué es lo que Dios espera de ella? “María no
comprendía por completo las implicaciones de todo lo que le había pasado... A
veces, podría haber tenido las mismas preguntas que tenía Juan Bautista en
Lucas 7:18-23” (Stein, 110).
“Y se volvieron
los pastores glorificando y alabando á Dios de todas las cosas que habían oído
y visto, como les había sido dicho (v. 20). Igual que gente muy ordinaria
después será testigo de la resurrección, pastores muy ordinarios sirvieron de
testigos de la Encarnación. Además de los ángeles, ellos son los primeros
en proclamar las Buenas Noticias del nacimiento de Jesús.
DEL DÍA (25 DE
DICIEMBRE)
JUAN 1, 1-18
VERSÍCULOS
1-18: EL PRÓLOGO DEL EVANGELIO DE JUAN
El Evangelio de
Juan liga teología con poesía – eruditos lo describen como prosa poética –
prosa con alma de poesía – prosa que, como la poesía, llena cada palabra y
frase de significado. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y
el Verbo era Dios.” Estas breves palabras han inspirado teólogos a
escribir libros – músicos a componer música – y artistas a crear obras
maestras – y nos ha inspirado a todos nosotros a comprender a Jesús de una
manera mucho más profunda. El paralelismo por pasos (véase v. 1) le da
ritmo a la teología.
El prólogo es
un preludio – una pieza que presenta temas que se verán en más detalle a lo
largo de la obra. Estos temas incluyen:
− La previa existencia de la Palabra
(1:1-2; véase también 17:5)
− Dios/Verbo y Padre/Hijo como distintos
pero, al mismo tiempo, uno (1:1; véase también 17:21-22)
− Jesús como Dios (1:1, 18; véase también
20:28)
− Vida (1:4; véase también 3:16; 5:21-39;
6:40; etcétera).
− Luz (1:4; 1:9; véase también 8:12; 9:5)
− La lucha entre la luz y las tinieblas
(1:5; véase también 3:19-21)
− La fuerza de la luz sobre la oscuridad
(1:5; véase también 12:35)
− La relación entre Jesús y Juan Bautista
(1:6-8; 1:15; véase también 1:19-34)
− Rechazo (1:11; véase también 4:44)
− El milagro de poder ver la gloria de Dios
(1:14; véase también 12:41)
− Jesús como el unigénito Hijo de Dios
(1:18; véase también 3:16)
“Pero
supremamente, el Prólogo resume como el ‘Verbo que estaba con Dios en el
principio entró en la esfera del tiempo, la historia, y la tangibilidad – es
decir, como el Hijo de Dios fue enviado al mundo para crear el Jesús histórico,
para que la gloria y gracia de Dios fueran reveladas de manera única y
perfecta. El resto del libro simplemente desarrolla este tema” (Carson,
111).
“Desde un
principio, es imprescindible discernir que el Evangelio entero será una
revelación de Dios a través del que está en el seno del Señor, que dirá, ‘…mas
yo le conozco’ (8:55), y ‘Yo hablo lo que he visto cerca del Padre’ (8:38)”
(Sloyan, 20). Solo Jesús revela a Dios con perfecta claridad, porque solo
él ha compartido una intimidad con Dios sin secretos ni desacuerdos.
Moisés oyó a Dios en el Monte de Sinaí, pero no pudo ver a Dios. Leyó las
palabras inscritas en tabletas de piedra, pero no las produjo. El Verbo,
por otro lado, estaba presente con Dios desde el principio, y participó
plenamente en cada paso de la creación (v. 3).
“El tema
principal de estos versículos es la encarnación, y su continuación asombrosa,
el rechazo del Verbo por aquéllos que pensaríamos le dieran la bienvenida”
(Morris, 63).
El Prólogo
tiene un estrecho paralelo con el gran himno de Filipenses 2:5-11, y también
tiene mucho en común con Colosenses 1:15-20 y el primer capítulo de
Hebreos. Éstos fueron escritos antes que el Evangelio de Juan, y parece
probable que el Prólogo esté prestando de ellos.
VERSÍCULOS 1-5: EN EL
PRINCIPIO ERA EL VERBO
1En el
principio (griego: en arche) era el Verbo (griego: ho logos), y
el Verbo era con Dios (griego: ton theon – el Dios – con el
artículo), y el Verbo era Dios (griego: theos – sin el artículo).
2Este era en el principio con Dios. 3Todas las cosas por él fueron hechas; y
sin él nada de lo que es hecho, fue hecho. 4En él estaba la vida, y la vida era
la luz de los hombres. 5Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las
tinieblas no la comprendieron.
“En el
principio” (en arche) (v. 1a). El pueblo judío conoce los libros de
escrituras según las palabras con que empiezan – igual que nosotros conocemos
los himnos según su comienzo. “En el principio” es el título judío para
el libro que llamamos Génesis. En el Septuagésimo griego (LXX), las
primeras palabras de Génesis son en arche. Este Evangelio empieza
con esas mismas palabras por una razón, porque el Prólogo sigue el modelo del
relato de la creación:
− Ambos Génesis y este Prólogo son relatos
de creación por el Verbo de Dios.
− Ambos hablan de la oscuridad y la luz
llegando a ser por medio del Verbo de Dios, para penetrar y derrotar las
tinieblas.
− Ambos hablan de vida.
− En Génesis, Dios habla, y su palabra le
da vida al hombre; en el Prólogo, el Verbo de Dios le da vida eterna a la
humanidad.
Cada Evangelio
traza a Jesús desde un comienzo en particular:
− Mateo traza la genealogía de Jesús hasta
Abraham.
− Marcos comienza su Evangelio diciendo,
“Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios,” pero comienza con
Isaías, que profetiza la venida del que preparará el camino de Jesús (Marcos
1:1-3).
− Lucas comienza con el ángel anunciándole
a Zacarías el nacimiento venidero de Juan Bautista (Lucas 1:5-24) y el anuncio
a María del nacimiento venidero de Jesús (Lucas 1:26-38).
− El Evangelio de Juan traza el Verbo desde
el comienzo de todo – antes del tiempo – antes de la creación del mundo.
El Verbo no es parte de la creación – no fue creado – pero estaba con Dios
antes de la creación. Esto es importante porque contradice el pensamiento
judío que Dios obró solo durante la creación.
“era el Verbo” (logos)
(v. 1b). Logos es una brillante elección de palabras para cerrar
la brecha entre el mundo judío y el griego. Los primeros cristianos eran
judíos, pero el Evangelio se esparció rápidamente a los griegos, que no saben
nada del mesías ni del cumplimiento de profecía. La labor de Juan es
presentar este Evangelio en un lenguaje que puedan comprender y apreciar.
Logos es una palabra común en la filosofía griega. Los griegos
creen que el mundo es sumamente volátil, pero que se encuentra bajo el poder de
Logos. Juan les dice a los griegos, “Vosotros creéis en Logos.
Jesús es Logos venido a la tierra. Jesús es la mente de Dios en
forma humana” (Barclay, 13-14).
Los judíos
también comprenden logos (“el Verbo”):
− Por respeto, judíos prefieren no utilizar
el nombre de Dios, por eso, a veces usan la frase, “el Verbo” para referirse al
nombre de Dios.
− Philo, un judío griego, ligó el
pensamiento judío con el griego y utilizó logos para referirse al papel
de Dios en la creación.
El concepto
judío del Verbo (logos) de Dios tiene raíces en el Antiguo
Testamento. “Los relatos de la Creación que se encuentra en Génesis están
gobernados por la palabra hablada de Dios; Dios habló a través de la ley en
Sinaí y a través de los profetas. El Verbo incluye ambos Verbo y obra, y
esto concuerda con la imagen de logos en el Prólogo (O’Day, 519).
El Antiguo Testamento frecuentemente se refiere al hablar de Dios o al Verbo de
Dios como una obra creativa, reveladora, salvadora, o juzgadora. En cada
caso, el Verbo de Dios es poderoso y se dirige hacia el actuar, por ejemplo:
− “Y dijo Dios: Sea la luz: y fue la luz”
(Génesis 1:3).
− “Por la palabra de Jehová fueron hechos
los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca” (Salmo
33:6).
− “Envió su palabra, y curólos, y librólos
de su ruina” (Salmo 107:20).
− Véase también Isaías 9:8; 38:4; Jeremías
1:4; Ezequiel 33:7; Amós 3:1, 8.
El equivalente
femenino de Logos es Sofía, que significa Sabiduría.
En Sirac 24, hay una historia de Dios concediéndole permiso a Sabiduría
para vivir en la tierra. La tierra, sin embargo, demostró ser un lugar
inhospitable para Sabiduría, “así Dios hizo de Sabiduría un libro, el Libro de
Moisés, para vivir en la morada de Jacobo” (Craddock, 44). Para una
analogía actual, estamos tentados a pensar de la escritura como la suma Palabra
de Dios. Esto no está completamente equivocado, porque las escrituras son
una poderosa palabra de Dios. La Palabra suprema, sin embargo, se hizo
carne y vivió entre nosotros.
“y el Verbo era
con Dios (ton theon – el Dios – con el artículo), “y el Verbo era Dios
(theos – sin el artículo) (v. 1cd). “Cuando el griego utiliza un
sustantivo, casi siempre va acompañado de un artículo definido… Ahora, cuando
el griego no utiliza el artículo definido con un sustantivo, ese sustantivo se
convierte en algo más como un adjetivo; describe el carácter, la calidad de la
persona. Juan no dijo que el Verbo era ho theos; eso sería decir
que el Verbo era idéntico a Dios; dice que el Verbo era theos – sin el
artículo definido – que significa que el Verbo era, como diríamos, del mismo
carácter y calidad y esencia y ser que Dios” (Barclay, 17).
Al utilizar theos
con el artículo en el primer caso y sin el artículo en el segundo, el Prólogo
distingue entre Dios y el Verbo mientras que, al mismo tiempo, enfatiza su
unión. Si estas ideas opuestas – la individualidad y la unión – parecen
incompatibles, considere la relación entre marido y mujer. En el
matrimonio, dos personas que retienen su identidad individual se convierten, en
un sentido, una. (Como dijo un bromista, después de la boda aprenderán
cuál de ellos son).
“y el Verbo era
Dios (v. 1d). Ésta no es la teología tradicional judía del mesías, que
piensan de él como el Rey David – un gran hombre – un hombre empoderado por
Dios – pero solo un hombre. Los judíos son fuertes monoteístas, y la
frase, “y el Verbo era Dios,” ha de ponerles nerviosos.
El énfasis de
Juan en el papel creativo del Verbo contradice la herejía gnóstica. El
gnosticismo es dualístico, diciendo que la materia es mala y, por lo tanto, no
debe ser creada por Dios. Gnósticos creen que el Dios de la creación del
Antiguo Testamento es malo y así debe ser diferente del Padre de Jesús del
Nuevo Testamento, que es bueno. Juan contradice ese pensamiento
directamente, diciendo, “Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de
lo que es hecho, fue hecho” (v. 3) (Barclay, 19).
“Este era en el
principio con Dios” (v. 2). Este versículo no añade
nada a versículo 1, pero vuelve a enfatizar que Jesús era en el principio con
Dios.
“Todas las
cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho” (v. 3a).
El Verbo no solo existía con Dios desde el principio, sino que estaba
íntimamente involucrado en la creación de todo lo que es.
Este versículo
no dice que todas las cosas fueron creadas por el Verbo – sino a
través del Verbo. Pablo utiliza lenguaje similar – “Porque por
él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la
tierra… todo fue criado por él y para él (Colosenses 1:16).
El autor de Hebreos habla de un Hijo, “por el cual (Dios) asimismo hizo
el universo” (Hebreos 1:2). Debemos tener cuidado de no asumir demasiado
de este lenguaje, pero quizá el Padre es el poder creativo y el Hijo (o el
Verbo) es el instrumento por el que se transmite el poder creativo.
“En él estaba
la vida, y la vida era la luz de los hombres” (v. 4). Versículos 4-5
presentan los temas de la vida de la luz que brilla en las tinieblas – temas
importantes en la historia de creación de Génesis 1 y temas importantes a lo
largo de este Evangelio. Más de la cuarta parte de las referencias a la
vida en el Nuevo Testamento se encuentran en este Evangelio y, generalmente, se
refieren a la vida eterna (Morris, 73) (véase 3:15-16, 36; 4:14, 36; 5:21-29,
39-40; 6:47, 51-54, 63, 68; 8:12; 10:1-28; 11:25; 12:25, 50; 14:6; 17:2;
20:31). La vida que Dios ofrece es más que una mera existencia física –
es la vida en unión con Dios.
“Y la luz en
las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron” (v. 5).
La primera obra creativa de Dios fue la luz (Génesis 1). La luz de
creación fue el primer paso para traer orden al gran vacío, y la luz que nos
trae el Verbo es el primer paso para traer orden al caos de nuestras vidas.
“Las tinieblas se refiere al
estado mental del hombre que no recibe buenamente la luz” (Howard, 466).
La promesa es que las tinieblas no comprenderán la luz. “Porque, según el
Nuevo Testamento, ésta no es nuestra lucha, sino la lucha de Dios; y él está en
la lucha con nosotros… Y a no ser que el Altísimo falle, el bien no se puede
conquistar; y ganará al final” (Gossip, 468).
Hemos visto que
una pequeña luz puede dispersar hasta la más grande oscuridad – una vela
pequeña puede eliminar la oscuridad de una gran habitación. “La luz y las
tinieblas están en oposición, pero no tienen la misma fuerza. La luz es
más fuerte que las tinieblas; las tinieblas no triunfarán contra ella… De
manera parecida la oscuridad no puede comprender… a los que caminan en la luz
(Juan 12:35)” (Bruce, 34).
VERSÍCULOS 6-8: FUE UN HOMBRE
LLAMADO JUAN
6Fue un hombre
enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7Este vino por testimonio (griego: eis
marturian), para que diese testimonio (griego: marturese) de
la luz, para que todos creyesen por él. 8No era él la luz, sino para que diese
testimonio de la luz.
“Fue un hombre
enviado de Dios, el cual se llamaba Juan” (v. 6). Juan Bautista renovó
la tradición profética después de cuatrocientos años sin profetas. Siendo
su ministerio tan poderoso, alguna gente pensaba de él como el mesías.
Este Evangelio se refiere varias veces a Juan – siempre dejando claro que era
subordinado de Jesús. No era la luz, pero vino a dar testimonio de ella
(vv. 7-8).
Los otros
Evangelios le llaman Juan Bautista para diferenciarlo de Juan, hijo de Zebedeo,
pero este Evangelio solo se refiere a él como Juan – y no menciona a Juan, hijo
de Zebedeo. La explicación tradicional es que Juan, hijo de Zebedeo, es
el autor de este Evangelio, y prefiere no mencionarse a si mismo por nombre
(Carson, 120).
“Este vino por
testimonio (eis marturian), para que diese testimonio (marturese)
de la luz” (v. 7a). La palabra para testificar – martureo –
es de donde viene la palabra mártir. Dar testimonio de Cristo a menudo
provoca violencia de las fuerzas de las tinieblas, y testigos cristianos a
menudo se convierten en mártires – una realidad tan verídica hoy como lo fue en
el mundo romano. Juan murió como mártir por su testimonio del matrimonio de
Herodes (Marcos 6:14-29).
“para que todos
creyesen por él” (v. 7b). El propósito de Bautista
es, como se relata al principio de este Evangelio, muy parecido al propósito
del Evangelio mismo – un propósito que se declara al final del libro – “Estas
empero son escritas, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y
para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31).
“No era él la
luz, sino para que diese testimonio de la luz” (v. 8).
“En el Cuarto Evangelio, cada mención de Juan es una mención de deprecio”
(Barclay, 30). Juan, “No era la luz, sino para que diese testimonio de la
luz” (v. 8). Confiesa, “No soy yo el Cristo” (v. 20). No es Elías
ni el profeta (v. 21). Clama en el desierto, “Enderezad el camino del
Señor” (v. 23). No es “digno de desatar la correa del zapato” (v. 27).
La razón por
este repetido énfasis en el estatus subordinado de Juan es bastante
simple. Juan es bastante famoso. Juan tiene sus discípulos y Jesús
tiene los suyos, razón por la confusión y la posible rivalidad (Mateo 9:14;
Marcos 2:18; Lucas 5:33; 7:18-23; Juan 3:25-30). Aún décadas más tarde,
Pablo se encontrará con los discípulos de Juan en Efeso – discípulos que
permanecían bastante ignorantes de Jesús hasta la llegada de Pablo (Hechos
19:1-7). El historiador, José, tiene más que decir de Juan que de Jesús.
Casi parece que Juan está compitiendo con Jesús, hasta más adelante al finales
del Siglo Primero al ser escrito este Evangelio. Entonces, el autor de
este Evangelio hace un gran esfuerzo para reconocer el estatus de Juan como
enviado de Dios y dejar claro que él es subordinado a Jesús.
VERSÍCULOS
9-13: LOS SUYOS NO LE RECIBIERON
9Aquel era la
luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo (griego: kosmos).
10En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él; y el mundo no le conoció
(griego: egno – reconoció o conoció). 11A lo suyo vino, y los suyos
no le recibieron. 12Mas á todos los que le recibieron, dióles potestad de ser
hechos hijos (griego: tekna) de Dios, á los que creen en su
nombre: 13Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni
de voluntad de varón, mas de Dios.
“Aquel era la
luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo (kosmos)
(v. 9). Ésta es una fuerte declaración, ya que el kosmos, en este
Evangelio, es un mundo en rebelión contra Dios – un mundo oscuro. El
hecho de que la luz entra en el kosmos o que Dios ama al kosmos
(3:16) no es un patrocinio del kosmos, sino que rinde testimonio a la
capacidad de Dios para amar.
“que viene á
este mundo” (v. 9b). Esto claramente se refiere a la encarnación, un hecho
confirmado por los próximos versículos que hablan de forma poética de las
experiencias de Jesús.
“En el mundo
estaba, y el mundo (kosmos) fue hecho por él; y el
mundo (kosmos) no le conoció (egno) (v. 10). La
luz vino al mundo donde podía ser vista y donde su luz podría iluminar el
entendimiento humano. Todo lo que existe le debe a él su
existencia. A pesar de eso, el kosmos falló en reconocerle – le
crucificó.
“A lo suyo
vino, y los suyos no le recibieron” (v. 11). “Podríamos traducir estas
palabras como ‘vino a su hogar.’ …El Verbo no fue donde no fuese
reconocido. Vino a lo suyo, donde la gente le debía haber conocido.
Y fue su pueblo, ‘los suyos,’ quienes ‘no le recibieron’” (Morris,
85-86). Vino a los israelitas, el pueblo elegido de Dios. Dios les
había preparado durante siglos para recibirle entre ellos, pero le rechazaron.
No obstante,
debemos tener cuidado de no juzgar. “El rechazo del Verbo por parte del
propio pueblo de Jesús no se limita a la época de Jesús ni a la de este
Evangelio” (O’Day, 525). Mucho del mundo hoy todavía se encuentra en
rebelión – todavía prefiere las tinieblas a la luz, porque sus obras son malas
(3:19-20). Ésta es la verdad para todos nosotros en algún momento de
nuestras vidas.
“Mas á todos
los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos (tekna)
de Dios” (v. 12). En este Evangelio, Jesús es el Hijo (huios)
de Dios – y es el único llamado huios. A este Hijo se le ha
concedido el poder para traer a quienes le reciben y creen en su nombre a la
familia de Dios como hijos (tekna) de Dios – adoptados en su familia,
pero plenos herederos – autorizados para recibir todos los derechos y
privilegios como miembros de familia.
“Los cuales no
son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón” (v. 13a).
El pueblo judío traza sus antepasados a Abrahán, así estableciéndose como
herederos del convenio entre Dios y Abrahán (Génesis 12:1-3). Sin
embargo, no es este linaje físico – esta línea sanguínea – lo que es
importante. “Espiritualmente, es irrelevante ser descendiente de Abrahán
según el orden natural si uno no es hijo de Abrahán en el único sentido que
importa ante Dios – el reproducir la fe de Abrahán” (Bruce, 40).
“mas de Dios” (v. 13b).
Los hijos de Dios son traídos a la familia de Dios a través de la obra de
Dios. Leeremos más de eso en capítulo 3. Jesús dice, “que el que no
naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios… el que no naciere de agua y
del Espíritu” (3:3, 5).
“Versículos 11
y 12 parecen resumir las dos divisiones principales de Juan. Versículo 11
incluye el Libro de Señales (capítulos i-xii), que relata la historia de como
Jesús llegó a su propia tierra… y aún su propio pueblo no le recibió.
Versículo 12 incluye el Libro de Gloria (capítulos xiii-xx), que contiene las
palabras de Jesús a los que le recibieron y relata como volvió a su Padre para
concederles el don de vida y hacerles hijos de Dios” (Brown, 19).
VERSÍCULO 14: Y EL VERBO FUE
HECHO CARNE Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS
14Y aquel Verbo
fue hecho carne (griego: sarx), y habitó (griego: eskenosen – residir
en el tabernáculo) entre nosotros y vimos su gloria (griego: doxan),
gloria como del unigénito (griego: monogenous – uno y único hijo)
del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Versículo 14 es
la parte central del Prólogo – “La oración por la cual Juan escribió el Cuarto
Evangelio” (Barclay, 44).
“Y aquel Verbo
fue hecho carne” (sarx) (v. 14a). Esta
declaración es alarmante – expresada en lenguaje audaz, casi vulgar. Sarx
es una palabra que suena fea y que, a menudo, representa la fea realidad.
Para los dualistas griegos, quienes creen que toda materia es mala, pensar que
Dios se convierta en sarx es algo inimaginable – el equivalente de Dios
convirtiéndose en un pornográfico o un prostituto. Pablo utiliza sarx
para referirse a los pecados de la carne, pero también dice que Dios “enviando
á su Hijo en semejanza de carne de pecado, y á causa del
pecado, condenó
al pecado en la carne” (Romanos 8:3). Es como si Dios ha bajado a
nuestras alcantarillas para sacarnos de nuestra propia inmundicia. Juan
puede haber usado este lenguaje alarmante, en parte, para contestar herejías
gnósticas o docéticas que negaban la humanidad de Jesús a causa de su filosofía
dualista.
El Verbo
haciéndose carne es la culminación de la revelación de Dios. Dios, quien
antes habló por medio de los profetas, ahora habla a través de su hijo (Hebreos
1:1-2).
“y habitó (eskenosen –
residió en el tabernáculo) entre nosotros” (v. 14b).
“Versículo 14b… se debe leer acompañado de v. 1… El Verbo que residía con Dios
ahora reside con ‘nosotros,’ seres humanos como él mismo” (O’Day, 522) – de
nuevo, una declaración alarmante que se refiere a dos mundos muy diferentes –
el mundo de Dios y el nuestro. Entre estos dos mundos existe un gran
abismo, aparentemente incapaz de cruzarse (Lucas 16:26). No obstante,
Dios, por amor, une estos dos mundos utilizándose a si mismo como material para
construir el puente.
Esta palabra, eskenosen,
“residió en el tabernáculo,” es bastante familiar para lectores judíos.
Mientras erraban por el desierto, Dios mandó a los israelitas que construyeran
un tabernáculo – un santuario elaborado y bello que sirviera de símbolo de la
presencia de Dios entre ellos (Éxodo 25-27) – y el precursor del templo de
Jerusalén. Versículo 14 declara que el Dios que una vez residía entre
ellos en el tabernáculo y el templo ahora elige vivir entre ellos por medio de
la sarx de Jesús. En 2:19-22, Jesús deja claro que su sarx
sobrepasa el tabernáculo y el templo.
“y vimos su
gloria” (doxan) (v. 14c). “Ver la gloria es ver al Jesús verdadero,
el emisario de Dios” (Smith, 59). En el Antiguo Testamento, Moisés pidió
ver la gloria de Jesús, y fue permitido ver la bondad de Dios, pero no su cara
– “porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:20). Ahora, sin embargo,
se nos permite ver la gloria de Jesús – y su cara – y así el Padre se nos
revela por completo, porque, “El que me ha visto, ha visto al Padre” (14:9).
Jesús gozaba de
la gloria del Padre desde el principio, aún antes de la creación (17:5).
Sus obras en la tierra revelan la gloria del Padre y el Hijo (2:11; 11:4,
40). Hablará de su muerte como su glorificación (12:23; véase también
7:39; 13:31; 14:13; 17:4, 10).
“Los otros
Evangelios relatan la gloria de Dios viniendo a nosotros en la
transfiguración. Juan no relata esto, porque él ve la gloria de Dios en
todo lo que Jesús dice y hace; la hora suprema en que Jesús será glorificado es
la crucifixión (12:23; 13:32; 17:1)” (Burridge, 475).
“gloria como
del unigénito del Padre (monogenous – uno y único hijo), lleno
de gracia y de verdad” (v. 14d). “Que el único Hijo de Dios Padre
está lleno de gracia y de verdad es otra manera de demostrar su relación íntima
con Dios. Porque Dios es la suma fuente de gracia, como amor benéfico que
radia hacia fuera, y los cimientos de la verdad, como lo verdadero y digno de
confianza, al contrario de todo lo falso” (Smith, 59).
VERSÍCULOS
15-18: TOMAMOS TODOS GRACIA POR GRACIA
15Juan dio
testimonio de él, y clamó diciendo: Este es del que yo decía: El que viene tras
mí, es antes de mí: porque es primero que yo. 16Porque de su plenitud (griego: pleromatos)
tomamos todos, y gracia por gracia (griego: charin anti charitos –
gracia sobre gracia). 17Porque la ley por Moisés fue dada: mas la gracia y
la verdad por Jesucristo fue hecha. 18A Dios nadie le vio jamás: el unigénito
Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró (griego: exegesato –
explicó).
“Juan dio
testimonio de él, y clamó diciendo: Este es del que yo decía: El que viene tras
mí, es antes de mí: porque es primero que yo” (v. 15). Este Prólogo ya ha
mencionado a Juan como el que testificó de la luz (vv. 6-8). Ahora se le
menciona de nuevo en esta nota parentética como uno que da testimonio de la
persona (en versículo 17 aprenderemos que se llama Jesucristo) que es la
luz. Igual que el Prólogo subordinó Juan a Jesús en versículo 8, así también
lo hace aquí. Juan comenzó su ministerio antes que Jesús, por eso sería
posible creer que es mayor que Jesús – más importante. Este Prólogo nos
dice que no es así. Jesús comenzó su obra aún antes de la creación (vv.
1-3), por eso él precede a Juan en tiempo y estatus. Esta mención de Juan
en el Prólogo nos ayuda a prepararnos para su testimonio de Jesús, la historia
que encontramos inmediatamente después del Prólogo (vv. 19-34).
“Porque de su
plenitud” (pleromatos) (v. 16a). Para comprender “plenitud,” hemos de
regresar a versículo 15, que nos dice que el Verbo está lleno de gracia y
verdad – atributos de Dios – atributos que el Verbo comparte con Dios como el
“unigénito Hijo” (v. 18). Es de él, lleno de gracia y de verdad de quien
recibimos gracia sobre gracia.
“tomamos todos,
y gracia por gracia” (charin anti charitos) (v.
16b). Esta es otra frase “llena de bien” – seguramente mejor traducida
como “gracia sobre gracia” o “gracia encima de gracia.” Nos dice que
recibimos la gracia solo de los recursos de Dios, un almacén inagotable.
Indiferente a nuestra necesidad de gracia, la provisión es más grande.
Imagine estar de pie a la orilla del mar mirando las olas entrar. Vienen
cada pocos segundos, y la provisión nunca termina. Si hubiéramos estado
ahí el día anterior – o el año anterior – o hace mil años, hubiéramos visto las
olas manteniendo el mismo ritmo. Si volvemos mañana – o dentro de mil
mañanas, las olas seguirán llegando tan fielmente como cuando las vimos por
primera vez. Así es la gracia de Dios – fiel – inagotable.
“Porque la ley
por Moisés fue dada: mas la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha” (v. 17).
Esta es la primera vez que se menciona el nombre de Jesús en el Prólogo.
Hasta ahora, la identidad del Verbo ha sido un misterio. “Como una novela
de misterio acercándose al anuncio del asesino, el prólogo espera hasta el
último minuto para mencionar el nombre, de quien se ha ido contando su historia
de creación de vida” (Howard-Brook, 60).
“El don que es
la verdad sobrepasa y perfecciona el don anterior concedido a través de Moisés…
Ésta no es una declaración negativa del don anterior; es una perspectiva
cristiana que respeta el don de Dios concedido por Moisés pero insiste que el
don anterior ahora se perfecciona a través del don de la verdad, que tomó lugar
por medio del evento de Jesucristo” (Moloney, 40). El nuevo es mejor que
el antiguo – sea vino (2:10) – o templo (2:19) – o nacimiento (3:3-5), o agua
(4:13-14) o pan (6:30ff.). “Versículo 17 no detrae del don anterior, sino
que señala al don que ahora es disponible por medio de Jesucristo como algo
nuevo” (O’Day, 523).
Anote el
contraste entre Moisés y Jesús:
− Recibimos la ley a través de Moisés, pero
recibimos gracia y verdad por medio de Jesucristo (v. 17).
− “A Dios nadie le vio jamás” (v.
18a). Cuando Moisés pidió ver la gloria de Dios, Dios dijo, “No podrás
ver mi rostro: porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:19-20).
Ahora, “el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró” (v. 18).
Ahora, por Jesús, podemos ver a Dios con más claridad.
“el unigénito
Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró” ((v.
18b). “El Evangelio entero de Juan es, de una manera, una elaboración” de
este versículo (Craddock, 43). “Podemos utilizar una palabra en inglés
derivada de un verbo griego y decir que el Hijo es el ‘exegete’ del
Padre” (Bruce, 45).
“‘Ver’ incluye
y va más allá de un mero entendimiento de los sentidos; tiene que ver con
hacerse hijos de Dios, con el descubrimiento de la benevolencia y seguridad
divina” (Brueggemann, 86).
Versículo 1
declaró que el Verbo era Dios, y versículo 18 declara que el Hijo es Dios, así
formando una inclusión que rodea el Prólogo, marcando su comienzo y su
fin.
LUNES 26 DE
DICIEMBRE
MATEO 10, 17-22
VERSÍCULOS
7-10: EL REINO DE LOS CIELOS SE HA ACERCADO
7Y yendo,
predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. 8Sanad
enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios: de gracia
recibisteis, dad de gracia. 9No aprestéis oro, ni plata, ni cobre en
vuestras bolsas; 10Ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir, ni
zapatos, ni bordón; porque el obrero digno es de su alimento.
Jesús manda los
discípulos a cumplir ciertas obras. De nuevo, anote los verbos. Los
discípulos han de: (1) predicar, (2) sanar, (3) limpiar, (4) resucitar, y (5)
echar, pero, podríamos resumir todos estos verbos como: (1) proclamar y (2)
sanar. El ministerio de sanar no solo ayuda a los enfermos, sino que
también saca a relucir el mensaje que “El reino de los cielos se ha acercado”
(v. 7). Ambos Juan el Bautista y Jesús proclamaron, “Arrepentíos, que el
reino de los cielos se ha acercado” (3:2; 4:17) pero, en sus instrucciones a
estos discípulos Jesús no pide arrepentimiento.
“De gracia
recibisteis, dad de gracia” (v. 8). Los discípulos recibieron el
evangelio como regalo y, ahora, han de dar libremente a los demás. No han
de cobrar a la gente por su enseñanza. Sin embargo, versículo 10 deja
claro que sí pueden recibir limosna para sobrevivir.
“No aprestéis
oro, ni plata, ni cobre en vuestras bolsas” (v. 9). Oro, plata, y cobre
son tres tipos de monedas, oro siendo la más preciosa y cobre siendo mero
cambio de poco valor. Los apóstoles no han de hacer ningún preparativo
para el viaje – ninguna bolsa – ningún cambio de túnica – ningunas sandalias –
ningún bastón. La bolsa puede ser una bolsa de mendigo – un predicador
errante se mantenía a base de limosna. Las sandalias y el bastón harían
el viaje más fácil y seguro. La idea es que para mantenerse, los
discípulos deben depender de la gente a quien llevan su ministerio – pero, más
específicamente, han de depender de Dios para proveerles lo que necesiten.
Jesús explica,
“porque el obrero digno es de su alimento” (v. 10). En sociedad agraria,
labradores no solo reciben salario, pero también reciben alimento y a veces
alojamiento. Al contrario del evangelio, que es un regalo, los labradores
reciben comida a medida que se la van ganando. Tienen un contrato con la
persona que les emplea, que está obligada a proveerles con el alimento.
Mientras que este contrato sea generalmente hablado, su práctica es
tradicional, el labrador empieza su trabajo confiando que la persona que le
emplea le proveerá con lo que necesita. Ahora, Jesús manda a los
apóstoles a obrar sin recursos, y les pide que confíen que Dios les proveerá
con lo que necesiten. Esto nos recuerda a las palabras de Jesús en el
Sermón en el Monte, “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas” (6:33). Los apóstoles han de
enfocarse en sanar y en proclamar, y han de confiar en Dios para proveer todas
sus necesidades. Estas instrucciones son de carácter temporal. En
el Evangelio de Lucas, Jesús les dice a los discípulos que han vivido bajo la
providencia de Dios, que tomen un bolso y una bolsa y una espada (Lucas
22:35-36).
¿Qué nos dicen
estos versículos hoy? Nos piden que confiemos en Dios para proveernos con
lo que necesitemos. Nos piden que no pensemos del ministerio como una
cosa comercial. Nos piden que adoptemos un estilo de vida simple, libre
de exceso, para que podamos quedar libres para proclamar. Nos dicen que
la persona involucrada en ministerio merece lo que necesite y que aquéllos que
benefician de su ministerio tienen la responsabilidad de proporcionárselo para
el bien del ministerio.
VERSÍCULOS
11-15: ESPECTATIVAS DE HOSPITALIDAD
11Mas en
cualquier ciudad, ó aldea donde entrareis, investigad quién sea en ella digno,
y reposad allí hasta que salgáis. 12Y entrando en la casa,
saludadla. 13Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas
si no fuere digna, vuestra paz se volverá á vosotros. 14Y cualquiera que
no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa ó ciudad, y
sacudid el polvo de vuestros pies. 15De cierto os digo, que el castigo
será más tolerable á la tierra de los de Sodoma y de los de Gomera en el día
del juicio, que á aquella ciudad.
“Mas en
cualquier ciudad, ó aldea donde entrareis, investigad quién sea en ella digno,
y reposad allí hasta que salgáis” (v. 11). La costumbre de hospitalidad
hace esto posible (véase Génesis 18:1-8; 19:1-1; 24:14-61; Jueces 19:10-25;
Hebreos 13:2). En la época de Jesús, gente aceptaba su obligación de ser
hospitalario como ocurría en mi “iglesia estudiante” de hace muchos años.
Los fines de semana, yo viajaba desde el seminario a la pequeña comunidad donde
se encontraba mi iglesia. Miembros de esa pequeña congregación aceptaban
la responsabilidad de alojarme los sábados por la noche y de buscarme un lugar
donde comer después de la iglesia el domingo. A menudo en otras ocasiones
me invitaban a comer con ellos, pero siempre podía contar con alojamiento para
el sábado y una comida el domingo. Mi salario era modesto (dada mi
habilidad), pero esta hospitalidad hizo posible que yo pudiera servir a la
congregación.
Los discípulos
solo han de aceptar hospitalidad en una casa digna. ¿Qué constituye una
casa digna? En primer lugar, debe ser un hogar que está dispuesto a
escuchar el evangelio (Bruner, 377). En otro lugar, debe ser una casa
donde la reputación del huésped no quede comprometida. De nuevo, mi
experiencia de estudiante en una iglesia sirve de ejemplo. Era joven y
soltero, por eso, los miembros de la iglesia tenían cuidado de alojarme con de
gente de carácter impecable – pilares de la iglesia – parejas casadas o abuelas
viudas.
Cuando los
discípulos aceptaban alojamiento en una casa digna, habían de permanecer allí
hasta que salieran de ese pueblo. Si no existiera este reglamento,
podrían estar tentados a mudarse a algún alojamiento más lujoso, negando la
preocupación de Jesús sobre el materialismo. Tales mudanzas también
distraerían a los discípulos, porque se necesita tiempo y energía para mudarse.
“Si la casa
fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz
se volverá á vosotros” (v. 13). Paz es una bendición. No es
simplemente una palabra, tiene sustancia. Considere lo seriamente que
Jacobo y Esaú tomaron la bendición de su padre (Génesis 27).
“Cualquiera que
no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa ó ciudad, y
sacudid el polvo de vuestros pies” (v. 14). Esta práctica tiene raíces en
el rito judío de sacudirse el polvo gentil al regresar a Israel – el polvo
gentil no se consideraba ritualmente limpio. Hasta este momento, Jesús
solo manda a los discípulos con judíos. Entonces, les dice que traten a
los judíos poco receptivos como si fueran gentiles.
Cuando
discípulos se enfrenten con rechazo, no han de tomárselo en serio ni sentir que
han fracasado. En vez, han de moverse a un territorio más
receptivo. Labradores son pocos y el tiempo es limitado. El reino
es demasiado precioso para desperdiciarlo con aquéllos que no lo quieren
recibir. Esto nos recuerda al consejo de Jesús durante el Sermón en el
Monte, “no deis lo santo á los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los
puercos; porque no las rehuellen con sus pies, y vuelvan y os despedacen”
(7:6).
“De cierto os
digo, que el castigo será más tolerable á la tierra de los de Sodoma y de los
de Gomera en el día del juicio, que á aquella ciudad” (v. 15). A causa de
la inmoralidad y falta de hospitalidad de Sodoma y Gomera, Dios les destruyó
(Génesis 18-19). “Sodoma y Gomera les faltaron el respeto a los ángeles,
los mensajeros de Yahvé en el Antiguo Testamento; y peor aún, les faltaron el
respeto a los apóstoles, los mensajeros de Cristo en el Nuevo Testamento (John
Meier, citado en Gardner).
Mateo se enfoca
en las instrucciones de Jesús para el viaje, pero no nos cuenta del viaje mismo
– la salida de los discípulos, sus logros, y su regreso. En vez, concluye
diciendo que Jesús salió de allí para enseñar y proclamar su mensaje en sus
ciudades (11:1).
VERSÍCULOS
16-22: OVEJAS EN MEDIO DE LOBOS
16He aquí, yo
os envío como á ovejas en medio de lobos: sed pues prudentes como serpientes, y
sencillos como palomas. 17Y guardaos de los hombres: porque os entregarán
en concilios, y en sus sinagogas os azotarán; 18Y aun á príncipes y á reyes
seréis llevados por causa de mí, por testimonio á ellos y á los Gentiles.
19Mas cuando os entregaren, no os apuréis por cómo ó qué hablaréis; porque en
aquella hora os será dado qué habéis de hablar. 20Porque no sois vosotros
los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.
21Y el hermano entregará al hermano á la muerte, y el padre al hijo; y los
hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. 22Y seréis
aborrecidos de todos por mi nombre; mas el que soportare hasta el fin, éste
será salvo.
“Os envío como
á ovejas en medio de lobos: sed pues prudentes como serpientes, y sencillos
como palomas” (v. 16). ¡Una metáfora mixta! Discípulos son como ovejas,
serpientes, y palomas:
- Ovejas que se
encuentran entre lobos son vulnerables, como cristianos en el mundo. La
iglesia de Mateo ya ha empezado a ser perseguida y está en grave peligro.
- Serpientes
sobreviven gracias a su cautela y astucia. Jesús les dice que usen la
inteligencia de la serpiente. Aunque suframos martirio, no hemos de
buscarlo. Jesús nos dice que evitemos el peligro siempre que sea posible
– pero no al coste de negar nuestra fe (véase v. 22).
- La paloma es
un símbolo de ambos, el Espíritu Santo y la paz.
“Y guardaos de
los hombres: porque os entregarán en concilios, y en sus sinagogas os azotarán”
(v. 17). Los discípulos serán entregados (paradosousin) a los
concejales – igual que Jesús fue entregado (paradosousin) a las
autoridades para ser crucificado (Mateo 17:22; 20:18-20). “Los concejales
son, supuestamente, sanedrines locales, ...que funcionaban en otras ciudades
judías fuera de Jerusalén... Seguramente se reunían en sinagogas” (Johnson,
368). “Mateo usa la palabra ‘sinagoga’ más frecuentemente que ningún otro
autor del Evangelio, pero siempre de manera negativa... Para Mateo el judío, la
sinagoga se ha convertido en una institución extraña a la que ya no pertenece”
(Hare, 115). Jesús retrata los líderes judíos como lobos – una abominable
acusación contra aquéllos cuya intención era haber sido pastores.
“No os apuréis
por cómo ó qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado qué habéis de
hablar” (v. 19). Los discípulos no han de formular su defensa con
antelación, porque el Espíritu hablará a través de ellos. La sala de
juicio les dará la oportunidad de testificar – de proclamar el evangelio.
“Y el hermano
entregará al hermano á la muerte, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán
contra los padres, y los harán morir” (v. 21). Al retratar eventos terribles,
consistentes con el pensamiento apocalíptico del día, Jesús se refiere a
Miqueas 7:6. Gente creía que “la estructura natural del mundo se
quebraría, y hasta las más profundas lealtades familiares se disolverían bajo
la presión del final inminente” (Boring, 259).
“Mas el que
soportare hasta el fin, éste será salvo” (v. 22). Dios no busca un
talento excepcional, sino fe constante. La salvación que Jesús promete
aquí es la vida eterna, en vez de protección contra daños físicos.
VERSÍCULO 23: CUANDO SEAN
PERSEGUIDOS EN UN PUEBLO
23Mas cuando os
persiguieren en esta ciudad, huid á la otra: porque de cierto os digo, que no
acabaréis de andar todas las ciudades de Israel, que no venga el Hijo del
hombre.
Cristianos no
han de perder el tiempo luchando contra opresión. El tiempo es corto.
MARTES 27 DE
DICIEMBRE
JUAN 20, 2-8
VERSÍCULOS 1-2:
EL PRIMER DÍA DE LA SEMANA VINO DE MAÑANA
1Y el primer
día de la semana, María Magdalena vino de mañana (en el griego
algunos manuscritos dicen erchetai proi = viene temprano), siendo aún
oscuro, al sepulcro; y vio la piedra quitada del sepulcro. 2Entonces
corrió, y vino á Simón Pedro, y al otro discípulo, al cual amaba Jesús, y les
dice: Han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto.
La gente creía
que el espíritu de una persona muerta permanecía en los alrededores de la tumba
por tres días, así que comúnmente sólo visitaban la tumba durante los primeros
tres días después del entierro. Las leyes religiosas prohibían las vistas durante
el sábado, así que lo más temprano que María podía visitar la tumba era al
ocultarse el sol en nuestra tarde del sábado, y en que termina el sábado y
comienza el primer día de la semana. Nuestra tradición coloca la visita cerca
del amanecer del domingo, pero Juan nos dice que es temprano en el primer día
de la semana y sigue oscuro.
Ninguno de los
Evangelios (ver Mt. 28:1; Mc. 16:2; Lc. 24:1) habla de este como el tercer día
después de la crucifixión, sino más bien como el primer día de la semana. Tal
vez quieren enfatizar el nuevo día lanzado por Jesús en la resurrección. Este
evangelio ha usado las palabras “oscuro” y “oscuridad” varias veces y
generalmente para hablar de la oscuridad espiritual (1:5; 3:9; 8:12; 12:35,
46). Tal vez en el primer versículo Juan usó la palabra “oscuro” para reflejar
la oscuridad del entendimiento de María a estas alturas. Jesús “encenderá” la
luz para ella en el v. 16, pero por el momento el mundo de María es tan oscuro
como es posible.
Mateo 27:56 y
Marcos 15:40 dicen que María Magdalena iba acompañada por Salomé y María, la
madre de Jacobo. Juan menciona solamente a María Magdalena, pero en el v. 2,
María dice “no sabemos”, y con ello sugiere que pudo haber estado
acompañada por otras.
Juan no nos
dice el propósito de la visita, pero Marcos 16:1 dice que las mujeres
“compraron
drogas
aromáticas, para venir á ungirle”. José y Nicodemo habían hecho lo que habían
podido hacer, dado el escaso tiempo que tuvieron por la llegada del sábado.
María viene para asegurarse de que el cuerpo de Jesús ha sido adecuadamente
preparado, para dolerse y para mostrar sus respetos a un hombre cuya muerte la
ha herido profundamente. Jesús la había liberado de siete demonios (Lc. 8:2), y
su devoción para él es bastante fuerte.
La roca que
sellaba la entrada había sido “quitada... del sepulcro” (v. 1). Los sinópticos
describen diciendo que fue removida, y Mateo dice que un ángel la removió (Mt.
28:2). En Mateo 28, un ángel les dice a las mujeres que Jesús ha resucitado. En
Marcos 16, el mensajero es un hombre joven vestido de blanco. En Lucas 24, las
mujeres entran a la tumba, pero no encuentran el cuerpo. Aquí Juan no habla de
un mensajero ni de que María entró a la tumba. Tal vez lo hace, o tal vez ella
infiere de la puerta abierta de la tumba que Jesús no está ahí. Ella ni
siquiera considera que Jesús pueda haber resucitado de la muerte. Ella
concluye, bastante lógicamente, que alguien ha tomado el cuerpo de Jesús de la
tumba. Tal fueron las autoridades imponiendo un agravio más sobre Jesús. Tal
vez fueron salteadores de tumbas. Imagine el impacto emocional de encontrar
ultrajada la tumba de un ser amado. María había estado sufriendo. Ahora está
impactada, horrorizada.
María reacciona
yendo a decirle a Pedro y al discípulo amado que “Han llevado al Señor del
sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto” (v. 2). Ella ve, pero falla en ver.
Ella presupone –basada en su experiencia – que los cuerpos no desaparecen nada
más así. Probablemente las autoridades han removido el cuerpo como parte de su
esfuerzo para borrar todo recuerdo de Jesús; o tal vez algunos salteadores de
tumbas han robado el cuerpo, que era un problema común en ese tiempo.
María va a
Pedro, en parte, porque él es el líder de los discípulos. Además, Pedro y el
discípulo amado permanecieron en los alrededores y no se fueron como otros
discípulos (18:15-18, 25-27; 19:26-27). La presencia de estos dos hombres en la
tumba será importante, porque establece dos testigos legales (el número
requerido por la ley de la Tora) para la tumba vacía. Como mujer, María no
tiene una posición legal como testigo.
MIÉRCOLES 28 DE
DICIEMBRE
MATEO 2, 13-18
MATEO: PROFECÍA
CUMPLIDA
Mateo, el
primer libro del Nuevo Testamento, sirve de puente entre el Antiguo y el Nuevo
Testamento. Mateo es judío, y escribe para lectores judíos. Tiene
gran interés en el cumplimiento de la profecía, porque él espera persuadir a
lectores judíos por medio de ella. Su Evangelio se refiere a profecía
cumplida dieciséis veces (1:22; 2:5; 15, 17, 23; 3:3; 4:14; 8:17; 12:17; 13:14;
35; 21:4; 24:15; 26:54, 56 y 27:9), más del doble que el número en los otros
tres Evangelios combinados.
Mateo va lejos
en su búsqueda de profecía cumplida. Se refiere a textos que
originalmente no fueron diseñados como profecías mesiánicas. En un caso
(2:23), se refiere a un texto que no se encuentra en escritura judía.
VERSÍCULOS
13-23: RESÚMEN
El Evangelio de
Mateo incluye varias líneas paralelas entre Jesús y Moisés, dándonos una idea
de Jesús como otro Moisés. Este Evangelio incluye varia de estas líneas
paralelas:
- El asesinato
de niños por Herodes se paralela al asesinato de infantes varones por el Faraón
(Exod. 1:15-22).
- La huída de
Jesús a Egipto para escapar de Herodes se paralela a Moisés escondido en las
matas para escapar del Faraón, quien tramó asesinar a niños judíos para
disminuir el poder judío y el peligro de una toma de poder por parte de los judíos
(Exod. 1-2:10). También se paralela a la huída de Moisés a Madián para
escapar persecución por asesinato (Exod. 2:11-22).
- La vuelta de
Jesús a Israel se paralela a la subida de Moisés (de infante) al palacio del
Faraón (2:1-10) y su vuelta del exilio después de la muerte del rey de Egipto
(Exod. 3-4).
- “...que
muertos son los que procuraban la muerte del niño” (Mateo 2:20) se paralela a
“Ve, y vuélvete á Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte”
(Exod. 4:19).
Sin embargo, hay
un cambio significante en el relato del Nuevo Testamento. Cuando el
Faraón se negó a liberar a israelitas, Dios mató a los hijos primer-nacidos de
los egipcios. Moisés entonces llevó a los israelitas a través del Mar
Rojo, matando soldados egipcios. Dios guió por fuerza. El relato de
Mateo es bastante diferente. Dios no mata a Herodes o a sus soldados
(aunque v. 19 relata la muerte de Herodes por causas ordinarias). En vez,
Herodes mata los infantes y, en unos años, otros hombres matarán a Jesús.
En el Antiguo Testamento, Dios manda por poder. En el Nuevo Testamento,
Dios manda por vulnerabilidad.
Los lugares
citados en esta lección son importantes. Jesús nace en Belén, la ciudad
de David. Su viaje a Egipto es como el de la familia de Jacobo, que fue a
Egipto para escapar del hambre; Farris dice que Jesús es empujado a Egipto por
un hambre por justicia (Farris, 9).
Los eventos de
esta lección demuestran como Jesús se crió en Nazarea en vez de Belén. En
Galilea, crecerá rodeado de gentiles, lo cual es apropiado para un Evangelio
que concluye con una misión para “todos los Gentiles” (28:19).
“En el intento
de Herodes de matar al Rey infante, encontramos, por primera vez, maldad en la
narrativa. Desde la perspectiva de Mateo, maldad continuamente se
encuentra en oposición al propósito de Dios, que con Cristo, trae el
reino. La resistencia llega a su clímax en la narrativa de la
crucifixión, la cual, hasta cierto punto, anticipa nuestro pasaje. Al
mismo tiempo, abundantemente evidente en nuestro pasaje está la
protección del niño sagrado por divina dirección. Los propósitos de Dios,
llenos de gracia, no se pueden desbaratar” (Hagner).
VERSÍCULOS
13-15: LEVÁNTATE Y HUYE A EGIPTO
13Y partidos
ellos, he aquí el ángel del Señor aparece en sueños á José, diciendo:
Levántate, y toma al niño y á su madre, y huye á Egipto, y estáte allá hasta
que yo te lo diga; porque ha de acontecer, que Herodes buscará al niño para
matarlo. 14Y él despertando, tomó al niño y á su madre de noche, y se fue
á Egipto; 15Y estuvo allá hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese lo
que fue dicho por el Señor, por el profeta que dijo: De Egipto llamé á mi Hijo.
Imagina como se
debe de sentir José. No mucho antes, era un ciudadano respetado de clase media,
que pronto se iba a casar. Ahora, unos meses después, es un fugitivo del
reino y sus soldados. Entre tanto, tenemos una boda (1:24), el nacimiento
de un nuevo infante, la visita de los Reyes Magos con sus raros regalos
(2:1-12), y la visita de un ángel (2:13). José debe sentirse como
si ha entrado en un carnaval.
“Y él
despertando, tomó al niño y á su madre de noche, y se fue á Egipto” (v.
14). José se lleva a María y a Jesús a Egipto, donde permanecen hasta que
muera Herodes. No es raro que israelitas busquen refugio en Egipto cuando
la vida se pone difícil en otro lugar, y Egipto tiene una substancial población
judía. José y su familia no viven aislados.
Como se
menciona arriba, este viaje recuerda al cuento de Moisés como infante.
También recuerda al cuento del José anterior, cuyo viaje a Egipto preparó el
camino para el nacimiento de la nación israelita y el éxodo (Gen. 37-50).
El primer José era un soñador y un intérprete de sueños. Dios también se
le aparece a este nuevo José en sueños (1:20; 2:13, 19).
Un exilio
forzado trae dificultades, especialmente para los pobres. José y su
familia salen “de noche,” la misma noche de la aparición del ángel.
Estaban lejos de su casa cuando apareció el ángel, y no pudieron regresar a su
casa para resolver asuntos o recoger las herramientas de José. Entre
tanto, tendrían que pagar comida y alojamiento por el camino. El oro,
incienso y mirra que los Reyes Magos le dieron al bebé Jesús (2:1-12) pueden
ser las provisiones que Dios les da para el viaje. Estos regalos valen
mucho y son portátiles. José puede venderlos por el camino como sea
necesario hasta que se establezcan. Para más largo plazo, José seguro que
puede encontrar trabajo en Egipto como carpintero.
José modela
obediencia total. Aunque su situación se ha puesto tan peculiar, José
obedece sin quejarse. No dice una palabra. Sabemos poco de él, pero
su rápida obediencia es crítica para que se cumpla el plan de Dios. Solo
conoce el próximo paso del viaje, y lo toma.
Así también es
nuestra obediencia crítica para el plan de Dios. No podemos ver por
completo el plan de Dios para nuestras vidas al igual que José no lo podía ver
para su vida, pero podemos estar seguros que nuestra fe nos llevará a cosas
grandes también. No siempre nos daremos cuenta de ellas. A veces
una semilla que plantamos crecerá, sin verla, en otro lugar. De todos
modos, Dios no nos fallará en bendecir nuestra lealtad.
“Y estuvo allá
hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor,
por el profeta que dijo: De Egipto llamé á mi Hijo” (v. 15). El versículo
es Oseas 11:1. El original dice, “Cuando Israel era un niño, le amé, de
Egipto llamé a mi Hijo.” Esto no era una profecía, sino que un simple
comentario de la liberación de los israelitas de su esclavitud en Egipto por
parte de Dios. “Veremos, una y otra vez, que esto es típico de como Mateo
usa el Antiguo Testamento. Está dispuesto a usar como profecía de Jesús
cualquier texto que encaje verbalmente” (Barclay, 27). “Sin duda Mateo
estaría de acuerdo de que en la primera instancia la frase de Oseas tuvo este
significado, pero también insistiría que el texto bien podría hacer una segunda
referencia: miraba hacia atrás y hacia delante” (Hare, 15).
VERSÍCULOS
16-18: HERODES MATÓ A TODOS LOS NIÑOS
16Herodes
entonces, como se vio burlado de los magos, se enojó mucho, y envió, y mató á
todos los niños que había en Belem y en todos sus términos, de edad de dos años
abajo, conforme al tiempo que había entendido de los magos. 17Entonces
fue cumplido lo que se había dicho por el profeta Jeremías, que dijo:
18Voz fue oída
en Ramá, Grande lamentación, lloro y gemido:
Raquel que
llora sus hijos, Y no quiso ser consolada, porque
perecieron.
“Herodes...mató
a todos los niños que había en Belén y en todos sus términos, de edad de dos
años abajo” (v. 16). No existe otro relato de este evento más que el de
Mateo, pero el cuento concuerda con las maneras sanguinarias de Herodes.
Mata a cualquiera que considere su rival, incluyendo a tres de sus hijos.
No hay razón por no creer este relato de la masacre de infantes. Belén no
es una ciudad grande, puesto que los varones de dos años o menos no serían
muchos – quizá veinte (aunque la temprana iglesia exageraba este número).
En un tiempo y lugar tiránico, el incidente podría haber escapado ser notado,
menos por los que quedaron directamente afectados.
Sería difícil
imaginar tal comportamiento malvado si no lo hubiéramos visto.
Comportamiento sanguinario por una tribu – o religión – contra otra es
común. Herodes está vivo y sano – y no solo en otra gente. Hay un
poco de Herodes en cada uno de nosotros cuando nos sentimos amenazados – o
sentimos que nuestros seres queridos son amenazados.
Vale la pena
notar que Dios no para la masacre. Dios nos permite la libertad para
hacer el bien o el mal.
“Voz fue oída
en Ramá, Grande lamentación, lloro y gemido: Raquel que llora sus hijos, Y no
quiso ser consolada, porque perecieron” (v. 18). Mateo cita a Jeremías
31:15, que retrataba la tristeza de Raquel, la esposa de Jacobo, frente al
destino de su pueblo dirigido hacia el cautiverio. Raquel estaba muerta,
claramente, y suponía ser enterrada en Ramá – o quizá en Belén – en la ruta
hacia Babilonia. Hasta que en su tumba lloró por el destino de sus hijos
mientras desfilaban a su lado, encadenados. Otra vez, el versículo de
Jeremías no tiene nada que ver con la masacre de los inocentes en Belén.
Otra vez, Mateo admitiría que el intento original no tenía nada que ver con los
inocentes, pero discutiría que el versículo mira hacia delante tanto como hacia
atrás.
En versículo
15, Mateo dice, “Para (hina – para) que se cumpliese lo que fue dicho
por el Señor,” sugiriendo que Dios tiene una mano en el cumplimiento. En
versículo 17, dice, “Entonces (tote – en ese tiempo) fue cumplido”,
sugiriendo que Dios no está detrás del cumplimiento.
Raquel rehusó
ser consolada. Cualquier madre que ha perdido un hijo puede comprender la
agonía inconsolable de Raquel. “Nada puede alterar el hecho del exilio y
nada puede alterar el hecho de la masacre de Belén. Entonces, la agonía
se queda. Sin embargo, debemos añadir que la profecía de Jeremías sigue
hasta un toque de esperanza (Jer. 31:17) y al hacer de una nueva alianza (Jer.
31:31-34)” (Morris, 46).
JUEVES 29 DE
DICIEMBRE
LUCAS 2, 22-35
VERSÍCULOS
22-24: Y LLEVARON A JESÚS A JERUSALÉN
22Y como se
cumplieron los días de la purificación de ella, conforme á la ley de Moisés, le
trajeron á Jerusalén para presentarle al Señor, 23(como está escrito en la ley
del Señor: Todo varón que abriere la matriz, será llamado santo al Señor), 24Y
para dar la ofrenda, conforme á lo que está dicho en la ley del Señor: un par
de tórtolas, ó dos palominos.
“Y como se
cumplieron los días de la purificación de ella” (v. 22). La purificación se
aplica solamente a la madre. Ya sea intencionalmente o no, aquí Lucas parece
combinar dos ritos:
–– Primero está
la purificación de la madre después del nacimiento de un hijo (Levítico
12:1-8). Se considera a la madre impura por cuarenta días después del
nacimiento de un hijo o por ochenta días después del nacimiento de una hija.
Durante ese tiempo se le prohíbe ir al templo o tomar objetos santos con sus
manos. La ofrenda apropiada para la ceremonia de purificación es un cordero o
una paloma, pero la ley provee una excepción para los pobres, a quienes se le
permite traer dos palominos (Levítico 12:8). Esta ofrenda de dos palominos nos
dicen que José y María eran pobres. Jesús comienza su vida siendo uno de los
pobres y cuya causa él va a defender durante todo su ministerio.
–– En segundo
lugar está su presentación en el templo, una consagración y redención del
primogénito (Éxodo 13:1-2, 11-16) que significa que el niño es “santo al Señor”
(v. 23). La redención conmemora la liberación del pueblo de Israel a través de
la última plaga: la muerte de los primogénitos en Egipto. Por lo tanto, todo
primogénito de Israel (tanto animales como humanos) debe ser redimido. El
precio de la redención de un bebé humano es de cinco siclos de plata (Números
18:15-16). El propósito de esta ceremonia es servir “como una señal sobre tu
mano, y por una memoria delante de tus ojos; ya que Jehová nos sacó de Egipto”
(Éxodo 13:16). Sin embargo, Lucas no menciona la redención de Jesús aquí. “Esta
no es incompetencia histórica por parte de Lucas, sino un simbolismo
deliberado. A Jesús nunca se le “redime”, sino que pertenece completamente al
Señor” (Farris, 302).
Un tercer
requisito para un niño es la circuncisión. Esa se llevó a cabo un poco antes,
el octavo día después del nacimiento de Jesús (v. 21).
Lucas deja
claro que Jesús, desde el principio, es obediente a la Ley de Moisés. También
confirma la devoción de José y María a la ley, mencionando la ley tres veces en
los versículos 22-24 y una vez más en los versículos 27, 39. Lucas ya nos ha
dicho sobre la devoción de María (1:38, 46-55). Luego sabremos que José y María
van a Jerusalén cada año para la Pascua (2:41-42). Lucas “está interesado en
enfatizar la continuidad entre la herencia religiosa judía, representada por la
ley de Moisés y el culto del Templo, y el inminente cumplimiento de la
salvación a través de la persona y ministerio de Jesús, aunque eso se extienda
mucho más allá de los límites que definen a Israel” (Nickle, 27).
El pueblo judío
del tiempo de Jesús observaba una multitud de rituales para marcar momentos
significativos de la vida común. Estos rituales servían como un constante
recordatorio de su relación con Dios y los alentaba a considerar toda la vida
como sagrada. Hoy día muy frecuentemente ignoramos esos rituales o los
manejamos muy crudamente, y por lo tanto nos empobrecemos. Dios ha plantado
algo en nuestros corazones que necesita encontrar significado en medio de los
eventos cotidianos de la vida. “Necesitamos aprender a recibir la mañana con
gratitud; a celebrar la bondad de los alimentos, de la familia y de la amistada
durante los alimentos; a reconocer el misterio en la bondad; y a marcar los
ritos de pasaje” (Culpepper, 75).
Hay varios
paralelos entre la dedicación de Jesús y la de Samuel, el gran profeta:
–– Elí le dijo
a Ana que Samuel nacería (1 Samuel 1:17), igual que el ángel le dijo a María
(1:26-38).
–– Ana trajo a
Samuel, como niño todavía, al santuario para dedicarlo al servicio de Dios (1
Samuel 1:21-28).
–– Elí bendijo
a Elcana y Ana (1 Samuel 2:20) al igual que Simeón bendijo a José y María (v.
34).
VERSÍCULOS
25-32:
25Y he aquí,
había un hombre en Jerusalén, llamado Simeón, y este hombre, justo y pío,
esperaba la consolación de Israel: y el Espíritu Santo era sobre él. 26Y
había recibido respuesta del Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que
viese al Cristo del Señor. 27Y vino por Espíritu al templo. Y cuando
metieron al niño Jesús sus padres en el templo, para hacer por él conforme á la
costumbre de la ley. 28Entonces él le tomó en sus brazos, y bendijo á
Dios, y dijo: 29Ahora despides, Señor, á tu siervo, conforme á tu palabra, en
paz; 30porque han visto mis ojos tu salvación, 31la cual has aparejado en
presencia de todos los pueblos; 32luz para ser revelada á los Gentiles, y la
gloria de tu pueblo Israel.
Lucas enfatiza
las poco usuales cualidades de Simeón. Es justo y piadoso. Ha pasado su vida
“esperando la consolación de Israel” (v. 25). El Espíritu Santo estaba sobre
él, y le había revelado que no moriría hasta que hubiera visto al Mesías (vv.
25-26). El Espíritu lo guía al templo, donde encuentra a José, María y a Jesús
(v. 27). Toma al bebé en sus manos y ora, “Ahora despides, Señor, á tu siervo,
conforme á tu palabra, en paz; 30porque han visto mis ojos tu salvación” (vv.
29-30). Dios ha cumplido su promesa, y Simeón ha visto al Salvador.
Seguramente, a través de los años, había orado miles de oraciones, tenido miles
de esperanzas, y sufrido miles de decepciones. Finalmente su sueño se realizó,
y ahora podía morir en paz. Dios había recompensado su espera.
Nosotros somos
un pueblo muy ocupado e impaciente. Queremos satisfacción inmediata, y odiamos
que nos tengan esperando. Sabemos que “cualquier cosa digna de tenerse es digna
de trabajar por ella”. También necesitamos aprender que “cualquier cosa digna
de tener es digna de esperarse”. Dios trabaja en una zona de tiempo donde un
día es como mil años. Cuando nuestros sueños no se realizan en un día,
necesitamos tener en mente que Dios sigue obrando –envolviendo el paquete –
sigue preparando el regalo para satisfacer nuestras necesidades y preparándonos
para el regalo. Necesitamos orar, no solamente por el regalo, sino por la
paciencia para esperar que Dios lo revele.
Así como Lucas
enfatiza la ley en los versículos 22-24, también enfatiza al Espíritu en los
versículos 25-27. Aunque los líderes judíos del tiempo de Jesús enfatizaban la
ley al grado de que mataban al espíritu, la ley y el Espíritu son difícilmente
incompatibles.
El primer
oráculo de Simeón (vv. 29-32), conocido como Nunc Dimittis (que significa
“ahora déjame partir”, que es la traducción del Latín para las primeras
palabras de Simeón), ha sido usado para el culto cristiano desde el siglo
quinto. En su primer oráculo, Simeón alaba a Dios por permitirle ver “tu
salvación” (v. 30) y emite palabras tradicionales de paz, salvación y luz.
Después Simeón
pronuncia palabras menos tradicionales (al menos para este templo donde los
gentiles son relegados al patio más alejado), reconociendo que Dios ha
“aparejado en presencia de todos los pueblos; 32luz para ser revelada á los
Gentiles” (vv. 31-32a). Isaías antes había dicho que “Y manifestárase la gloria
de Jehová, y toda carne juntamente la verá” (40:5); y habló de una “luz de las
gentes” (42:6) y una salvación que alcanzará “hasta lo postrero de la tierra”
(49:6), pero el judaísmo sigue siendo bastante aislado. Lucas también escribió
el libro de Hechos, y en ese libro contará la historia de la iglesia que abre
sus puertas a los gentiles. Simeón nos da una muy clara clave de la dirección
que esa historia de la salvación tomará. Sin embargo, también es cuidadoso para
añadir que Dios ha preparado la salvación para la “gloria de tu pueblo Israel”
(v. 32).
En su énfasis
sobre los gentiles, Simeón sugiere que Jesús “derriba cualquier traza de
orgullo que los judíos pudieran haber tenido en su elección… Al mismo tiempo,
Jesús es la muerte de nuestro orgullo en nuestros propios esfuerzos… Él es la
salvación que Dios ha preparado, no una salvación que nosotros hemos
logrado” (Arthur y Nestingen, 36).
VERSÍCULOS
33-35: UNA ESPADA TRASPASARÁ TU ALMA DE TI
33Y José y su
madre estaban maravillados de las cosas que se decían de él. 34Y los
bendijo Simeón, y dijo á su madre María: He aquí, éste es puesto para caída y
para levantamiento de muchos en Israel; y para señal á la que será contradicho;
35Y una espada traspasará tu alma de ti misma, para que sean manifestados los
pensamientos de muchos corazones.
Simeón bendice
a la Santa Familia (v. 34), pero luego dirige su segundo oráculo (vv. 34b-35) a
María. Es bastante posible que José muera antes de que Jesús comience su
ministerio. Si es así, José no experimentará los eventos de este segundo
oráculo, que tiene un tono sombrío. Simeón habla sobre el levantamiento y caída
– y oposición – y de una espada.
La “caída y
levantamiento de muchos en Israel” (v. 34) se podría referir al hecho de que
algunos judíos se convertirían en discípulos de Jesús mientras que otros se le
opondrían. Se puede referir a las familias que son divididas cuando unos
escogen a Jesús y el resto se vuelve contra él. Se puede referir a los primeros
que serán los últimos y los últimos que serán primeros (13:30). Se puede
referir a la destrucción del templo y de Jerusalén.
Jesús es
destinado a ser “señal á la que será contradicho” (v. 34). Mientras que Jesús
es luz (v. 32), “el hecho inescapable es que cualquier persona que se vuelve a
la luz crea sombras” (Craddock, Interpretación, 39). Jesús será amigo de
recolectores de impuestos y pecadores, pero las autoridades religiosas se le
opondrán y finalmente tendrán éxito en matarlo.
Simeón le dice
a María que “una espada traspasará tu alma de ti misma” (v. 35). Habrá momentos
durante el ministerio de Jesús cuando a éste parece no importarle su familia
(8:19-21), o cuando parece hablarle disgustado a María (Juan 2:4), y esos deben
haber sido tiempos dolorosos para María. Además, María no puede fallar en ver
que Jesús levanta grandes controversias, y debe estar angustiada de saber que
es lo mejor, en vez de lo peor de la sociedad que se le opone. En la cruz, la
espada que hiere el costado de Jesús seguramente no sería tan dolorosa como la
espada que hiere el corazón de María. Dios ha honrado a María escogiéndola para
ser la madre del Mesías, pero el honor no incluirá una vida fácil. ¿Qué podría
ser más doloroso que una madre viendo a su hijo ejecutado como un criminal
común?
VIERNES 30 DE
DICIEMBRE
LUCAS 2, 22-40
El capítulo 2
comienza con la historia del nacimiento de Jesús (vv. 1-7), la familiar y amada
historia que incluye a los ángeles y los pastores (vv. 8-20). Nos lleva al
pasaje del evangelio para hoy, la presentación de Jesús en el templo y su
regreso a Nazarea (vv. 22-40). Concluye con la historia de la visita de Jesús
al templo a la edad de doce años (vv. 41-51) y la declaración sobre su
crecimiento (v. 52).
VERSÍCULOS
22-24: Y LLEVARON A JESÚS A JERUSALÉN
22Y como se
cumplieron los días de la purificación de ella, conforme á la ley de Moisés, le
trajeron á Jerusalén para presentarle al Señor, 23(como está escrito en la ley
del Señor: Todo varón que abriere la matriz, será llamado santo al Señor), 24Y
para dar la ofrenda, conforme á lo que está dicho en la ley del Señor: un par
de tórtolas, ó dos palominos.
“Y como se
cumplieron los días de la purificación de ella” (v. 22). La purificación se
aplica solamente a la madre. Ya sea intencionalmente o no, aquí Lucas parece
combinar dos ritos:
–– Primero está
la purificación de la madre después del nacimiento de un hijo (Levítico
12:1-8). Se considera a la madre impura por cuarenta días después del
nacimiento de un hijo o por ochenta días después del nacimiento de una hija.
Durante ese tiempo se le prohíbe ir al templo o tomar objetos santos con sus
manos. La ofrenda apropiada para la ceremonia de purificación es un cordero o
una paloma, pero la ley provee una excepción para los pobres, a quienes se le
permite traer dos palominos (Levítico 12:8). Esta ofrenda de dos palominos nos
dicen que José y María eran pobres. Jesús comienza su vida siendo uno de los
pobres y cuya causa él va a defender durante todo su ministerio.
–– En segundo
lugar está su presentación en el templo, una consagración y redención del
primogénito (Éxodo 13:1-2, 11-16) que significa que el niño es “santo al Señor”
(v. 23). La redención conmemora la liberación del pueblo de Israel a través de
la última plaga: la muerte de los primogénitos en Egipto. Por lo tanto, todo
primogénito de Israel (tanto animales como humanos) debe ser redimido. El
precio de la redención de un bebé humano es de cinco siclos de plata (Números
18:15-16). El propósito de esta ceremonia es servir “como una señal sobre tu
mano, y por una memoria delante de tus ojos; ya que Jehová nos sacó de Egipto”
(Éxodo 13:16). Sin embargo, Lucas no menciona la redención de Jesús aquí. “Esta
no es incompetencia histórica por parte de Lucas, sino un simbolismo
deliberado. A Jesús nunca se le “redime”, sino que pertenece completamente al
Señor” (Farris, 302).
Un tercer
requisito para un niño es la circuncisión. Esa se llevó a cabo un poco antes,
el octavo día después del nacimiento de Jesús (v. 21).
Lucas deja
claro que Jesús, desde el principio, es obediente a la Ley de Moisés. También
confirma la devoción de José y María a la ley, mencionando la ley tres veces en
los versículos 22-24 y una vez más en los versículos 27, 39. Lucas ya nos ha
dicho sobre la devoción de María (1:38, 46-55). Luego sabremos que José y María
van a Jerusalén cada año para la Pascua (2:41-42). Lucas “está interesado en
enfatizar la continuidad entre la herencia religiosa judía, representada por la
ley de Moisés y el culto del Templo, y el inminente cumplimiento de la
salvación a través de la persona y ministerio de Jesús, aunque eso se extienda
mucho más allá de los límites que definen a Israel” (Nickle, 27).
El pueblo judío
del tiempo de Jesús observaba una multitud de rituales para marcar momentos
significativos de la vida común. Estos rituales servían como un constante
recordatorio de su relación con Dios y los alentaba a considerar toda la vida
como sagrada. Hoy día muy frecuentemente ignoramos esos rituales o los
manejamos muy crudamente, y por lo tanto nos empobrecemos. Dios ha plantado algo
en nuestros corazones que necesita encontrar significado en medio de los
eventos cotidianos de la vida. “Necesitamos aprender a recibir la mañana con
gratitud; a celebrar la bondad de los alimentos, de la familia y de la amistada
durante los alimentos; a reconocer el misterio en la bondad; y a marcar los
ritos de pasaje” (Culpepper, 75).
Hay varios
paralelos entre la dedicación de Jesús y la de Samuel, el gran profeta:
–– Elí le dijo
a Ana que Samuel nacería (1 Samuel 1:17), igual que el ángel le dijo a María
(1:26-38).
–– Ana trajo a
Samuel, como niño todavía, al santuario para dedicarlo al servicio de Dios (1
Samuel 1:21-28).
–– Elí bendijo
a Elcana y Ana (1 Samuel 2:20) al igual que Simeón bendijo a José y María (v.
34).
VERSÍCULOS 25-32:
25Y he aquí,
había un hombre en Jerusalén, llamado Simeón, y este hombre, justo y pío,
esperaba la consolación de Israel: y el Espíritu Santo era sobre él. 26Y
había recibido respuesta del Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que
viese al Cristo del Señor. 27Y vino por Espíritu al templo. Y cuando
metieron al niño Jesús sus padres en el templo, para hacer por él conforme á la
costumbre de la ley. 28Entonces él le tomó en sus brazos, y bendijo á
Dios, y dijo: 29Ahora despides, Señor, á tu siervo, conforme á tu palabra, en
paz; 30porque han visto mis ojos tu salvación, 31la cual has aparejado en
presencia de todos los pueblos; 32luz para ser revelada á los Gentiles, y la
gloria de tu pueblo Israel.
Lucas enfatiza
las poco usuales cualidades de Simeón. Es justo y piadoso. Ha pasado su vida
“esperando la consolación de Israel” (v. 25). El Espíritu Santo estaba sobre
él, y le había revelado que no moriría hasta que hubiera visto al Mesías (vv.
25-26). El Espíritu lo guía al templo, donde encuentra a José, María y a Jesús
(v. 27). Toma al bebé en sus manos y ora, “Ahora despides, Señor, á tu siervo,
conforme á tu palabra, en paz; 30porque han visto mis ojos tu salvación” (vv.
29-30). Dios ha cumplido su promesa, y Simeón ha visto al Salvador. Seguramente,
a través de los años, había orado miles de oraciones, tenido miles de
esperanzas, y sufrido miles de decepciones. Finalmente su sueño se realizó, y
ahora podía morir en paz. Dios había recompensado su espera.
Nosotros somos
un pueblo muy ocupado e impaciente. Queremos satisfacción inmediata, y odiamos
que nos tengan esperando. Sabemos que “cualquier cosa digna de tenerse es digna
de trabajar por ella”. También necesitamos aprender que “cualquier cosa digna
de tener es digna de esperarse”. Dios trabaja en una zona de tiempo donde un
día es como mil años. Cuando nuestros sueños no se realizan en un día,
necesitamos tener en mente que Dios sigue obrando –envolviendo el paquete –
sigue preparando el regalo para satisfacer nuestras necesidades y preparándonos
para el regalo. Necesitamos orar, no solamente por el regalo, sino por la
paciencia para esperar que Dios lo revele.
Así como Lucas
enfatiza la ley en los versículos 22-24, también enfatiza al Espíritu en los
versículos 25-27. Aunque los líderes judíos del tiempo de Jesús enfatizaban la
ley al grado de que mataban al espíritu, la ley y el Espíritu son difícilmente
incompatibles.
El primer
oráculo de Simeón (vv. 29-32), conocido como Nunc Dimittis (que significa
“ahora déjame partir”, que es la traducción del Latín para las primeras
palabras de Simeón), ha sido usado para el culto cristiano desde el siglo
quinto. En su primer oráculo, Simeón alaba a Dios por permitirle ver “tu
salvación” (v. 30) y emite palabras tradicionales de paz, salvación y luz.
Después Simeón
pronuncia palabras menos tradicionales (al menos para este templo donde los
gentiles son relegados al patio más alejado), reconociendo que Dios ha
“aparejado en presencia de todos los pueblos; 32luz para ser revelada á los
Gentiles” (vv. 31-32a). Isaías antes había dicho que “Y manifestárase la gloria
de Jehová, y toda carne juntamente la verá” (40:5); y habló de una “luz de las
gentes” (42:6) y una salvación que alcanzará “hasta lo postrero de la tierra”
(49:6), pero el judaísmo sigue siendo bastante aislado. Lucas también escribió
el libro de Hechos, y en ese libro contará la historia de la iglesia que abre
sus puertas a los gentiles. Simeón nos da una muy clara clave de la dirección
que esa historia de la salvación tomará. Sin embargo, también es cuidadoso para
añadir que Dios ha preparado la salvación para la “gloria de tu pueblo Israel”
(v. 32).
En su énfasis
sobre los gentiles, Simeón sugiere que Jesús “derriba cualquier traza de
orgullo que los judíos pudieran haber tenido en su elección… Al mismo tiempo,
Jesús es la muerte de nuestro orgullo en nuestros propios esfuerzos… Él es la
salvación que Dios ha preparado, no una salvación que nosotros hemos
logrado” (Arthur y Nestingen, 36).
VERSÍCULOS
33-35: UNA ESPADA TRASPASARÁ TU ALMA DE TI
33Y José y su
madre estaban maravillados de las cosas que se decían de él. 34Y los
bendijo Simeón, y dijo á su madre María: He aquí, éste es puesto para caída y
para levantamiento de muchos en Israel; y para señal á la que será contradicho;
35Y una espada traspasará tu alma de ti misma, para que sean manifestados los
pensamientos de muchos corazones.
Simeón bendice
a la Santa Familia (v. 34), pero luego dirige su segundo oráculo (vv. 34b-35) a
María. Es bastante posible que José muera antes de que Jesús comience su
ministerio. Si es así, José no experimentará los eventos de este segundo
oráculo, que tiene un tono sombrío. Simeón habla sobre el levantamiento y caída
– y oposición – y de una espada.
La “caída y
levantamiento de muchos en Israel” (v. 34) se podría referir al hecho de que
algunos judíos se convertirían en discípulos de Jesús mientras que otros se le
opondrían. Se puede referir a las familias que son divididas cuando unos
escogen a Jesús y el resto se vuelve contra él. Se puede referir a los primeros
que serán los últimos y los últimos que serán primeros (13:30). Se puede
referir a la destrucción del templo y de Jerusalén.
Jesús es
destinado a ser “señal á la que será contradicho” (v. 34). Mientras que Jesús
es luz (v. 32), “el hecho inescapable es que cualquier persona que se vuelve a
la luz crea sombras” (Craddock, Interpretación, 39). Jesús será amigo de
recolectores de impuestos y pecadores, pero las autoridades religiosas se le
opondrán y finalmente tendrán éxito en matarlo.
Simeón le dice
a María que “una espada traspasará tu alma de ti misma” (v. 35). Habrá momentos
durante el ministerio de Jesús cuando a éste parece no importarle su familia
(8:19-21), o cuando parece hablarle disgustado a María (Juan 2:4), y esos deben
haber sido tiempos dolorosos para María. Además, María no puede fallar en ver
que Jesús levanta grandes controversias, y debe estar angustiada de saber que
es lo mejor, en vez de lo peor de la sociedad que se le opone. En la cruz, la
espada que hiere el costado de Jesús seguramente no sería tan dolorosa como la
espada que hiere el corazón de María. Dios ha honrado a María escogiéndola para
ser la madre del Mesías, pero el honor no incluirá una vida fácil. ¿Qué podría
ser más doloroso que una madre viendo a su hijo ejecutado como un criminal
común?
VERSÍCULOS
36-38: TAMBIÉN HABÍA UNA PROFETISA LLAMADA ANA
36Estaba
también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser; la cual había
venido en grande edad, y había vivido con su marido siete años desde su
virginidad; 37Y era viuda de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba
del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. 38Y ésta,
sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor, y hablaba de él
á todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
Lucas pone a
Ana con Simeón. “Es la costumbre de Lucas de poner a un personaje femenino con
uno masculino incluso como, en este caso, su testimonio no añada nada
específico a lo que ya se ha establecido” (Johnson, 56). Otras parejas
hombre/mujer incluyen a:
–– Zacarías y
Elizabet (1:5-24)
–– María y José
(1:26-38); aunque José solamente es mencionado brevemente.
–– Jesús sana
al siervo del centurión (7:1-10) y al hijo de la viuda (7:11-17).
–– Jesús sana
al endemoniado gadareno (8:26-39) y a una pequeña niña y una mujer (8:40-56).
–– Jesús sana a
la mujer encorvada (13:10-17) y a un hombre hidrópico (14:1-6).
–– Jesús cuenta
sobre un pastor que ha perdido a una oveja (15:1-7) y de una mujer que perdió
una moneda (15:8-10).
–– Jesús cuenta
de una viuda y un juez injusto (18:1-8).
–– Jesús
denuncia a los escribas (13:45-47), y alaba la ofrenda de la viuda (14:1-4).
–– Simeón de
Cirene carga la cruz de Jesús (23:26) y las mujeres que lloraban y se lamentaban
por Jesús (23:27).
–– En la cruz
un centurión que ve la muerte de Jesús alaba a Dios y proclama la inocencia de
Jesús (23:47), mientras que las mujeres, a distancia, “miraban estas cosas”
(23:49).
–– José de
Arimatea entierra a Jesús (23:50-54), y las mujeres se encargan del cuerpo
(23:55-56).
–– Mujeres
descubren la tumba vacía (24:1-12) y Jesús encuentra a los hombres en el camino
a Emaús (24:13-35).
Estas parejas
reflejan la poco común consideración de Lucas por las mujeres en es sociedad
patriarcal.
Tanto Simeón
como Ana “son piadosos, ambos son profetas (v. 36; ver también las referencias
al Espíritu en los versículos 25-27), probablemente ambos son viejos (vv. 26,
29 probablemente implica que Simeón se está aferrando a la vida solamente para
ver al Mesías, como fue prometido), y ambos reconocen que al niño como el
Mesías” (Tannehill, 70).
–– Simeón está
en el templo porque el Espíritu lo guió ahí.
–– José, María
y Jesús están ahí para cumplir con los requisitos de la ley.
–– Ana siempre
está ahí. “no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día” (v. 37).
Ella tendría que haber hecho eso en el Patio de las Mujeres, uno de los patios
exteriores del templo, porque los patios interiores estaban reservados para los
hombres.
Tanto Simeón
como Ana han vivido vidas llenas de fe, vidas expectantes. Simeón vivió su vida
“esperando la consolación de Israel” (v. 25). Ana servía en el templo de día y
de noche. Barclay nota que “ella era anciana y nunca había perdido la esperanza…
nunca cesó de adorar… nunca cesó de orar” (Barclay, 23), ¡y es un buen modelo
para imitar!
VERSÍCULOS
39-40: VOLVIERON A SU CIUDAD DE NAZAREA
39Mas como
cumplieron todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron á Galilea, á su
ciudad de Nazarea. 40Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de
sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.
Al terminar
esta parte del pasaje, Lucas establece que María y José habían “cumplido con
todas las cosas según la ley del Señor” (v. 39). Regresaron a Nazarea
donde “el niño crecía y fortalecíase, y se henchía de sabiduría; y la gracia de
Dios era sobre él” (v. 40). En un verso paralelo, Lucas dijo de Juan el
Bautista que solamente “crecía, y se fortalecía en espíritu” (1:80). La
declaración más fuerte sobre Jesús es parte de un patrón que se repite en todos
los evangelios: afirmando la grandeza de Juan, pero estableciendo que Jesús es
más grande.
También
encontramos paralelos interesantes al versículo 40 en los siguientes:
–– “Y el joven
Samuel iba creciendo, y adelantando delante de Dios y delante de los hombres”
(1 Samuel 2:26)
–– “Y fue
enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus
dichos y hechos” (Hechos 7:22).
SÁBADO 31 DE
DICIEMBRE
MEDIANOCHE
JUAN 1, 1-18
VERSÍCULOS 1-5: EN EL
PRINCIPIO ERA EL VERBO
1En el
principio (griego: en arche) era el Verbo (griego: ho logos), y
el Verbo era con Dios (griego: ton theon – el Dios – con el
artículo), y el Verbo era Dios (griego: theos – sin el artículo).
2Este era en el principio con Dios. 3Todas las cosas por él fueron hechas; y
sin él nada de lo que es hecho, fue hecho. 4En él estaba la vida, y la vida era
la luz de los hombres. 5Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las
tinieblas no la comprendieron.
“En el
principio” (en arche) (v. 1a). El pueblo judío conoce los libros de
escrituras según las palabras con que empiezan – igual que nosotros conocemos
los himnos según su comienzo. “En el principio” es el título judío para
el libro que llamamos Génesis. En el Septuagésimo griego (LXX), las
primeras palabras de Génesis son en arche. Este Evangelio empieza
con esas mismas palabras por una razón, porque el Prólogo sigue el modelo del
relato de la creación:
− Ambos Génesis y este Prólogo son relatos
de creación por el Verbo de Dios.
− Ambos hablan de la oscuridad y la luz
llegando a ser por medio del Verbo de Dios, para penetrar y derrotar las
tinieblas.
− Ambos hablan de vida.
− En Génesis, Dios habla, y su palabra le
da vida al hombre; en el Prólogo, el Verbo de Dios le da vida eterna a la
humanidad.
Cada Evangelio
traza a Jesús desde un comienzo en particular:
− Mateo traza la genealogía de Jesús hasta
Abraham.
− Marcos comienza su Evangelio diciendo,
“Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios,” pero comienza con
Isaías, que profetiza la venida del que preparará el camino de Jesús (Marcos
1:1-3).
− Lucas comienza con el ángel anunciándole
a Zacarías el nacimiento venidero de Juan Bautista (Lucas 1:5-24) y el anuncio
a María del nacimiento venidero de Jesús (Lucas 1:26-38).
− El Evangelio de Juan traza el Verbo desde
el comienzo de todo – antes del tiempo – antes de la creación del mundo.
El Verbo no es parte de la creación – no fue creado – pero estaba con Dios
antes de la creación. Esto es importante porque contradice el pensamiento
judío que Dios obró solo durante la creación.
“era el Verbo” (logos)
(v. 1b). Logos es una brillante elección de palabras para cerrar
la brecha entre el mundo judío y el griego. Los primeros cristianos eran
judíos, pero el Evangelio se esparció rápidamente a los griegos, que no saben
nada del mesías ni del cumplimiento de profecía. La labor de Juan es
presentar este Evangelio en un lenguaje que puedan comprender y apreciar.
Logos es una palabra común en la filosofía griega. Los griegos
creen que el mundo es sumamente volátil, pero que se encuentra bajo el poder de
Logos. Juan les dice a los griegos, “Vosotros creéis en Logos.
Jesús es Logos venido a la tierra. Jesús es la mente de Dios en
forma humana” (Barclay, 13-14).
Los judíos
también comprenden logos (“el Verbo”):
− Por respeto, judíos prefieren no utilizar
el nombre de Dios, por eso, a veces usan la frase, “el Verbo” para referirse al
nombre de Dios.
− Philo, un judío griego, ligó el
pensamiento judío con el griego y utilizó logos para referirse al papel
de Dios en la creación.
El concepto
judío del Verbo (logos) de Dios tiene raíces en el Antiguo
Testamento. “Los relatos de la Creación que se encuentra en Génesis están
gobernados por la palabra hablada de Dios; Dios habló a través de la ley en
Sinaí y a través de los profetas. El Verbo incluye ambos Verbo y obra, y
esto concuerda con la imagen de logos en el Prólogo (O’Day, 519).
El Antiguo Testamento frecuentemente se refiere al hablar de Dios o al Verbo de
Dios como una obra creativa, reveladora, salvadora, o juzgadora. En cada
caso, el Verbo de Dios es poderoso y se dirige hacia el actuar, por ejemplo:
− “Y dijo Dios: Sea la luz: y fue la luz”
(Génesis 1:3).
− “Por la palabra de Jehová fueron hechos
los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca” (Salmo
33:6).
− “Envió su palabra, y curólos, y librólos
de su ruina” (Salmo 107:20).
− Véase también Isaías 9:8; 38:4; Jeremías
1:4; Ezequiel 33:7; Amós 3:1, 8.
El equivalente
femenino de Logos es Sofía, que significa Sabiduría.
En Sirac 24, hay una historia de Dios concediéndole permiso a Sabiduría
para vivir en la tierra. La tierra, sin embargo, demostró ser un lugar
inhospitable para Sabiduría, “así Dios hizo de Sabiduría un libro, el Libro de
Moisés, para vivir en la morada de Jacobo” (Craddock, 44). Para una
analogía actual, estamos tentados a pensar de la escritura como la suma Palabra
de Dios. Esto no está completamente equivocado, porque las escrituras son
una poderosa palabra de Dios. La Palabra suprema, sin embargo, se hizo
carne y vivió entre nosotros.
“y el Verbo era
con Dios (ton theon – el Dios – con el artículo), “y el Verbo era Dios
(theos – sin el artículo) (v. 1cd). “Cuando el griego utiliza un
sustantivo, casi siempre va acompañado de un artículo definido… Ahora, cuando
el griego no utiliza el artículo definido con un sustantivo, ese sustantivo se
convierte en algo más como un adjetivo; describe el carácter, la calidad de la
persona. Juan no dijo que el Verbo era ho theos; eso sería decir
que el Verbo era idéntico a Dios; dice que el Verbo era theos – sin el
artículo definido – que significa que el Verbo era, como diríamos, del mismo carácter
y calidad y esencia y ser que Dios” (Barclay, 17).
Al utilizar theos
con el artículo en el primer caso y sin el artículo en el segundo, el Prólogo
distingue entre Dios y el Verbo mientras que, al mismo tiempo, enfatiza su
unión. Si estas ideas opuestas – la individualidad y la unión – parecen
incompatibles, considere la relación entre marido y mujer. En el
matrimonio, dos personas que retienen su identidad individual se convierten, en
un sentido, una. (Como dijo un bromista, después de la boda aprenderán
cuál de ellos son).
“y el Verbo era
Dios (v. 1d). Ésta no es la teología tradicional judía del mesías, que
piensan de él como el Rey David – un gran hombre – un hombre empoderado por
Dios – pero solo un hombre. Los judíos son fuertes monoteístas, y la
frase, “y el Verbo era Dios,” ha de ponerles nerviosos.
El énfasis de
Juan en el papel creativo del Verbo contradice la herejía gnóstica. El
gnosticismo es dualístico, diciendo que la materia es mala y, por lo tanto, no
debe ser creada por Dios. Gnósticos creen que el Dios de la creación del
Antiguo Testamento es malo y así debe ser diferente del Padre de Jesús del
Nuevo Testamento, que es bueno. Juan contradice ese pensamiento
directamente, diciendo, “Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de
lo que es hecho, fue hecho” (v. 3) (Barclay, 19).
“Este era en el
principio con Dios” (v. 2). Este versículo no añade
nada a versículo 1, pero vuelve a enfatizar que Jesús era en el principio con
Dios.
“Todas las
cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho” (v. 3a).
El Verbo no solo existía con Dios desde el principio, sino que estaba
íntimamente involucrado en la creación de todo lo que es.
Este versículo
no dice que todas las cosas fueron creadas por el Verbo – sino a
través del Verbo. Pablo utiliza lenguaje similar – “Porque por
él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la
tierra… todo fue criado por él y para él (Colosenses 1:16).
El autor de Hebreos habla de un Hijo, “por el cual (Dios) asimismo hizo
el universo” (Hebreos 1:2). Debemos tener cuidado de no asumir demasiado
de este lenguaje, pero quizá el Padre es el poder creativo y el Hijo (o el
Verbo) es el instrumento por el que se transmite el poder creativo.
“En él estaba
la vida, y la vida era la luz de los hombres” (v. 4). Versículos 4-5
presentan los temas de la vida de la luz que brilla en las tinieblas – temas
importantes en la historia de creación de Génesis 1 y temas importantes a lo
largo de este Evangelio. Más de la cuarta parte de las referencias a la
vida en el Nuevo Testamento se encuentran en este Evangelio y, generalmente, se
refieren a la vida eterna (Morris, 73) (véase 3:15-16, 36; 4:14, 36; 5:21-29,
39-40; 6:47, 51-54, 63, 68; 8:12; 10:1-28; 11:25; 12:25, 50; 14:6; 17:2;
20:31). La vida que Dios ofrece es más que una mera existencia física –
es la vida en unión con Dios.
“Y la luz en
las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron” (v. 5).
La primera obra creativa de Dios fue la luz (Génesis 1). La luz de
creación fue el primer paso para traer orden al gran vacío, y la luz que nos
trae el Verbo es el primer paso para traer orden al caos de nuestras vidas.
“Las tinieblas se refiere al
estado mental del hombre que no recibe buenamente la luz” (Howard, 466).
La promesa es que las tinieblas no comprenderán la luz. “Porque, según el
Nuevo Testamento, ésta no es nuestra lucha, sino la lucha de Dios; y él está en
la lucha con nosotros… Y a no ser que el Altísimo falle, el bien no se puede
conquistar; y ganará al final” (Gossip, 468).
Hemos visto que
una pequeña luz puede dispersar hasta la más grande oscuridad – una vela
pequeña puede eliminar la oscuridad de una gran habitación. “La luz y las
tinieblas están en oposición, pero no tienen la misma fuerza. La luz es
más fuerte que las tinieblas; las tinieblas no triunfarán contra ella… De
manera parecida la oscuridad no puede comprender… a los que caminan en la luz
(Juan 12:35)” (Bruce, 34).
VERSÍCULOS 6-8: FUE UN HOMBRE
LLAMADO JUAN
6Fue un hombre
enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7Este vino por testimonio (griego: eis
marturian), para que diese testimonio (griego: marturese) de
la luz, para que todos creyesen por él. 8No era él la luz, sino para que diese
testimonio de la luz.
“Fue un hombre
enviado de Dios, el cual se llamaba Juan” (v. 6). Juan Bautista renovó
la tradición profética después de cuatrocientos años sin profetas. Siendo
su ministerio tan poderoso, alguna gente pensaba de él como el mesías.
Este Evangelio se refiere varias veces a Juan – siempre dejando claro que era
subordinado de Jesús. No era la luz, pero vino a dar testimonio de ella
(vv. 7-8).
Los otros
Evangelios le llaman Juan Bautista para diferenciarlo de Juan, hijo de Zebedeo,
pero este Evangelio solo se refiere a él como Juan – y no menciona a Juan, hijo
de Zebedeo. La explicación tradicional es que Juan, hijo de Zebedeo, es
el autor de este Evangelio, y prefiere no mencionarse a si mismo por nombre
(Carson, 120).
“Este vino por
testimonio (eis marturian), para que diese testimonio (marturese)
de la luz” (v. 7a). La palabra para testificar – martureo –
es de donde viene la palabra mártir. Dar testimonio de Cristo a menudo provoca
violencia de las fuerzas de las tinieblas, y testigos cristianos a menudo se
convierten en mártires – una realidad tan verídica hoy como lo fue en el mundo
romano. Juan murió como mártir por su testimonio del matrimonio de
Herodes (Marcos 6:14-29).
“para que todos
creyesen por él” (v. 7b). El propósito de Bautista
es, como se relata al principio de este Evangelio, muy parecido al propósito
del Evangelio mismo – un propósito que se declara al final del libro – “Estas
empero son escritas, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y
para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31).
“No era él la
luz, sino para que diese testimonio de la luz” (v. 8).
“En el Cuarto Evangelio, cada mención de Juan es una mención de deprecio”
(Barclay, 30). Juan, “No era la luz, sino para que diese testimonio de la
luz” (v. 8). Confiesa, “No soy yo el Cristo” (v. 20). No es Elías
ni el profeta (v. 21). Clama en el desierto, “Enderezad el camino del
Señor” (v. 23). No es “digno de desatar la correa del zapato” (v. 27).
La razón por
este repetido énfasis en el estatus subordinado de Juan es bastante
simple. Juan es bastante famoso. Juan tiene sus discípulos y Jesús
tiene los suyos, razón por la confusión y la posible rivalidad (Mateo 9:14;
Marcos 2:18; Lucas 5:33; 7:18-23; Juan 3:25-30). Aún décadas más tarde,
Pablo se encontrará con los discípulos de Juan en Efeso – discípulos que
permanecían bastante ignorantes de Jesús hasta la llegada de Pablo (Hechos
19:1-7). El historiador, José, tiene más que decir de Juan que de
Jesús. Casi parece que Juan está compitiendo con Jesús, hasta más
adelante al finales del Siglo Primero al ser escrito este Evangelio.
Entonces, el autor de este Evangelio hace un gran esfuerzo para reconocer el
estatus de Juan como enviado de Dios y dejar claro que él es subordinado a
Jesús.
VERSÍCULOS
9-13: LOS SUYOS NO LE RECIBIERON
9Aquel era la
luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo (griego: kosmos).
10En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él; y el mundo no le conoció
(griego: egno – reconoció o conoció). 11A lo suyo vino, y los suyos
no le recibieron. 12Mas á todos los que le recibieron, dióles potestad de ser
hechos hijos (griego: tekna) de Dios, á los que creen en su
nombre: 13Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni
de voluntad de varón, mas de Dios.
“Aquel era la
luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo (kosmos)
(v. 9). Ésta es una fuerte declaración, ya que el kosmos, en este
Evangelio, es un mundo en rebelión contra Dios – un mundo oscuro. El
hecho de que la luz entra en el kosmos o que Dios ama al kosmos
(3:16) no es un patrocinio del kosmos, sino que rinde testimonio a la
capacidad de Dios para amar.
“que viene á
este mundo” (v. 9b). Esto claramente se refiere a la encarnación, un hecho
confirmado por los próximos versículos que hablan de forma poética de las
experiencias de Jesús.
“En el mundo
estaba, y el mundo (kosmos) fue hecho por él; y el
mundo (kosmos) no le conoció (egno) (v. 10). La
luz vino al mundo donde podía ser vista y donde su luz podría iluminar el
entendimiento humano. Todo lo que existe le debe a él su
existencia. A pesar de eso, el kosmos falló en reconocerle – le
crucificó.
“A lo suyo
vino, y los suyos no le recibieron” (v. 11). “Podríamos traducir estas
palabras como ‘vino a su hogar.’ …El Verbo no fue donde no fuese
reconocido. Vino a lo suyo, donde la gente le debía haber conocido.
Y fue su pueblo, ‘los suyos,’ quienes ‘no le recibieron’” (Morris,
85-86). Vino a los israelitas, el pueblo elegido de Dios. Dios les
había preparado durante siglos para recibirle entre ellos, pero le rechazaron.
No obstante,
debemos tener cuidado de no juzgar. “El rechazo del Verbo por parte del
propio pueblo de Jesús no se limita a la época de Jesús ni a la de este
Evangelio” (O’Day, 525). Mucho del mundo hoy todavía se encuentra en
rebelión – todavía prefiere las tinieblas a la luz, porque sus obras son malas
(3:19-20). Ésta es la verdad para todos nosotros en algún momento de nuestras
vidas.
“Mas á todos
los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos (tekna)
de Dios” (v. 12). En este Evangelio, Jesús es el Hijo (huios)
de Dios – y es el único llamado huios. A este Hijo se le ha
concedido el poder para traer a quienes le reciben y creen en su nombre a la
familia de Dios como hijos (tekna) de Dios – adoptados en su familia,
pero plenos herederos – autorizados para recibir todos los derechos y
privilegios como miembros de familia.
“Los cuales no
son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón” (v. 13a).
El pueblo judío traza sus antepasados a Abrahán, así estableciéndose como
herederos del convenio entre Dios y Abrahán (Génesis 12:1-3). Sin
embargo, no es este linaje físico – esta línea sanguínea – lo que es
importante. “Espiritualmente, es irrelevante ser descendiente de Abrahán
según el orden natural si uno no es hijo de Abrahán en el único sentido que
importa ante Dios – el reproducir la fe de Abrahán” (Bruce, 40).
“mas de Dios” (v. 13b).
Los hijos de Dios son traídos a la familia de Dios a través de la obra de
Dios. Leeremos más de eso en capítulo 3. Jesús dice, “que el que no
naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios… el que no naciere de agua y
del Espíritu” (3:3, 5).
“Versículos 11
y 12 parecen resumir las dos divisiones principales de Juan. Versículo 11
incluye el Libro de Señales (capítulos i-xii), que relata la historia de como
Jesús llegó a su propia tierra… y aún su propio pueblo no le recibió.
Versículo 12 incluye el Libro de Gloria (capítulos xiii-xx), que contiene las
palabras de Jesús a los que le recibieron y relata como volvió a su Padre para
concederles el don de vida y hacerles hijos de Dios” (Brown, 19).
VERSÍCULO 14: Y EL VERBO FUE
HECHO CARNE Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS
14Y aquel Verbo
fue hecho carne (griego: sarx), y habitó (griego: eskenosen – residir
en el tabernáculo) entre nosotros y vimos su gloria (griego: doxan),
gloria como del unigénito (griego: monogenous – uno y único hijo)
del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Versículo 14 es
la parte central del Prólogo – “La oración por la cual Juan escribió el Cuarto
Evangelio” (Barclay, 44).
“Y aquel Verbo
fue hecho carne” (sarx) (v. 14a). Esta
declaración es alarmante – expresada en lenguaje audaz, casi vulgar. Sarx
es una palabra que suena fea y que, a menudo, representa la fea realidad.
Para los dualistas griegos, quienes creen que toda materia es mala, pensar que
Dios se convierta en sarx es algo inimaginable – el equivalente de Dios
convirtiéndose en un pornográfico o un prostituto. Pablo utiliza sarx
para referirse a los pecados de la carne, pero también dice que Dios “enviando
á su Hijo en semejanza de carne de pecado, y á causa del
pecado, condenó
al pecado en la carne” (Romanos 8:3). Es como si Dios ha bajado a
nuestras alcantarillas para sacarnos de nuestra propia inmundicia. Juan
puede haber usado este lenguaje alarmante, en parte, para contestar herejías
gnósticas o docéticas que negaban la humanidad de Jesús a causa de su filosofía
dualista.
El Verbo
haciéndose carne es la culminación de la revelación de Dios. Dios, quien
antes habló por medio de los profetas, ahora habla a través de su hijo (Hebreos
1:1-2).
“y habitó (eskenosen –
residió en el tabernáculo) entre nosotros” (v. 14b).
“Versículo 14b… se debe leer acompañado de v. 1… El Verbo que residía con Dios
ahora reside con ‘nosotros,’ seres humanos como él mismo” (O’Day, 522) – de
nuevo, una declaración alarmante que se refiere a dos mundos muy diferentes –
el mundo de Dios y el nuestro. Entre estos dos mundos existe un gran
abismo, aparentemente incapaz de cruzarse (Lucas 16:26). No obstante,
Dios, por amor, une estos dos mundos utilizándose a si mismo como material para
construir el puente.
Esta palabra, eskenosen,
“residió en el tabernáculo,” es bastante familiar para lectores judíos.
Mientras erraban por el desierto, Dios mandó a los israelitas que construyeran
un tabernáculo – un santuario elaborado y bello que sirviera de símbolo de la
presencia de Dios entre ellos (Éxodo 25-27) – y el precursor del templo de
Jerusalén. Versículo 14 declara que el Dios que una vez residía entre
ellos en el tabernáculo y el templo ahora elige vivir entre ellos por medio de
la sarx de Jesús. En 2:19-22, Jesús deja claro que su sarx
sobrepasa el tabernáculo y el templo.
“y vimos su
gloria” (doxan) (v. 14c). “Ver la gloria es ver al Jesús verdadero,
el emisario de Dios” (Smith, 59). En el Antiguo Testamento, Moisés pidió
ver la gloria de Jesús, y fue permitido ver la bondad de Dios, pero no su cara
– “porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:20). Ahora, sin embargo,
se nos permite ver la gloria de Jesús – y su cara – y así el Padre se nos
revela por completo, porque, “El que me ha visto, ha visto al Padre” (14:9).
Jesús gozaba de
la gloria del Padre desde el principio, aún antes de la creación (17:5).
Sus obras en la tierra revelan la gloria del Padre y el Hijo (2:11; 11:4,
40). Hablará de su muerte como su glorificación (12:23; véase también
7:39; 13:31; 14:13; 17:4, 10).
“Los otros
Evangelios relatan la gloria de Dios viniendo a nosotros en la
transfiguración. Juan no relata esto, porque él ve la gloria de Dios en
todo lo que Jesús dice y hace; la hora suprema en que Jesús será glorificado es
la crucifixión (12:23; 13:32; 17:1)” (Burridge, 475).
“gloria como
del unigénito del Padre (monogenous – uno y único hijo), lleno
de gracia y de verdad” (v. 14d). “Que el único Hijo de Dios Padre
está lleno de gracia y de verdad es otra manera de demostrar su relación íntima
con Dios. Porque Dios es la suma fuente de gracia, como amor benéfico que
radia hacia fuera, y los cimientos de la verdad, como lo verdadero y digno de
confianza, al contrario de todo lo falso” (Smith, 59).
VERSÍCULOS
15-18: TOMAMOS TODOS GRACIA POR GRACIA
15Juan dio
testimonio de él, y clamó diciendo: Este es del que yo decía: El que viene tras
mí, es antes de mí: porque es primero que yo. 16Porque de su plenitud (griego: pleromatos)
tomamos todos, y gracia por gracia (griego: charin anti charitos –
gracia sobre gracia). 17Porque la ley por Moisés fue dada: mas la gracia y
la verdad por Jesucristo fue hecha. 18A Dios nadie le vio jamás: el unigénito
Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró (griego: exegesato –
explicó).
“Juan dio
testimonio de él, y clamó diciendo: Este es del que yo decía: El que viene tras
mí, es antes de mí: porque es primero que yo” (v. 15). Este Prólogo ya ha
mencionado a Juan como el que testificó de la luz (vv. 6-8). Ahora se le
menciona de nuevo en esta nota parentética como uno que da testimonio de la
persona (en versículo 17 aprenderemos que se llama Jesucristo) que es la luz.
Igual que el Prólogo subordinó Juan a Jesús en versículo 8, así también lo hace
aquí. Juan comenzó su ministerio antes que Jesús, por eso sería posible
creer que es mayor que Jesús – más importante. Este Prólogo nos dice que
no es así. Jesús comenzó su obra aún antes de la creación (vv. 1-3), por
eso él precede a Juan en tiempo y estatus. Esta mención de Juan en el
Prólogo nos ayuda a prepararnos para su testimonio de Jesús, la historia que
encontramos inmediatamente después del Prólogo (vv. 19-34).
“Porque de su
plenitud” (pleromatos) (v. 16a). Para comprender “plenitud,” hemos de
regresar a versículo 15, que nos dice que el Verbo está lleno de gracia y
verdad – atributos de Dios – atributos que el Verbo comparte con Dios como el
“unigénito Hijo” (v. 18). Es de él, lleno de gracia y de verdad de quien
recibimos gracia sobre gracia.
“tomamos todos,
y gracia por gracia” (charin anti charitos) (v.
16b). Esta es otra frase “llena de bien” – seguramente mejor traducida
como “gracia sobre gracia” o “gracia encima de gracia.” Nos dice que
recibimos la gracia solo de los recursos de Dios, un almacén inagotable.
Indiferente a nuestra necesidad de gracia, la provisión es más grande.
Imagine estar de pie a la orilla del mar mirando las olas entrar. Vienen
cada pocos segundos, y la provisión nunca termina. Si hubiéramos estado
ahí el día anterior – o el año anterior – o hace mil años, hubiéramos visto las
olas manteniendo el mismo ritmo. Si volvemos mañana – o dentro de mil
mañanas, las olas seguirán llegando tan fielmente como cuando las vimos por
primera vez. Así es la gracia de Dios – fiel – inagotable.
“Porque la ley
por Moisés fue dada: mas la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha” (v. 17).
Esta es la primera vez que se menciona el nombre de Jesús en el Prólogo.
Hasta ahora, la identidad del Verbo ha sido un misterio. “Como una novela
de misterio acercándose al anuncio del asesino, el prólogo espera hasta el
último minuto para mencionar el nombre, de quien se ha ido contando su historia
de creación de vida” (Howard-Brook, 60).
“El don que es
la verdad sobrepasa y perfecciona el don anterior concedido a través de Moisés…
Ésta no es una declaración negativa del don anterior; es una perspectiva
cristiana que respeta el don de Dios concedido por Moisés pero insiste que el
don anterior ahora se perfecciona a través del don de la verdad, que tomó lugar
por medio del evento de Jesucristo” (Moloney, 40). El nuevo es mejor que
el antiguo – sea vino (2:10) – o templo (2:19) – o nacimiento (3:3-5), o agua
(4:13-14) o pan (6:30ff.). “Versículo 17 no detrae del don anterior, sino
que señala al don que ahora es disponible por medio de Jesucristo como algo
nuevo” (O’Day, 523).
Anote el
contraste entre Moisés y Jesús:
− Recibimos la ley a través de Moisés, pero
recibimos gracia y verdad por medio de Jesucristo (v. 17).
− “A Dios nadie le vio jamás” (v.
18a). Cuando Moisés pidió ver la gloria de Dios, Dios dijo, “No podrás
ver mi rostro: porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:19-20).
Ahora, “el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró” (v.
18). Ahora, por Jesús, podemos ver a Dios con más claridad.
“el unigénito
Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró” ((v.
18b). “El Evangelio entero de Juan es, de una manera, una elaboración” de
este versículo (Craddock, 43). “Podemos utilizar una palabra en inglés
derivada de un verbo griego y decir que el Hijo es el ‘exegete’ del
Padre” (Bruce, 45).
“‘Ver’ incluye
y va más allá de un mero entendimiento de los sentidos; tiene que ver con
hacerse hijos de Dios, con el descubrimiento de la benevolencia y seguridad
divina” (Brueggemann, 86).
Versículo 1
declaró que el Verbo era Dios, y versículo 18 declara que el Hijo es Dios, así
formando una inclusión que rodea el Prólogo, marcando su comienzo y su
fin.
DOMINDO 01 DE
ENERO DE 2012
LUCAS 2, 16-22
VERSÍCULOS
15-16: PASEMOS Y VEAMOS ESTO QUE HA SUCEDIDO
15Y aconteció
que como los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores dijeron los unos
á los otros: Pasemos pues hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, que el
Señor nos ha manifestado. 16Y vinieron aprisa, y hallaron á María, y á
José, y al niño acostado en el pesebre.
“Pasemos pues
hasta Belén” (v. 15). Fácilmente, los pastores podían haber dicho,
“Primero, déjeme buscar a alguien que cuide de las ovejas.” Podían haber
dicho, “Me gustaría ir, pero me necesitan aquí.” En vez, como los
pescadores que dejan sus botes y el recaudador de impuestos que deja su puesto,
responden a la llamada. No se contentan con alabar a Dios con sus labios,
sino que le alaban con sus pies – al ir a ver eso de que los ángeles hablaron.
De cierto Jesús no permitirá que regresen a rebaños devastados.
“Y vinieron
aprisa, y hallaron á María, y á José, y al niño acostado en el pesebre” (v.
16). Tenga cuidado al leer este versículo en oración pública, no sea que
ponga a María y a José junto con el bebé. Tome una pausa después del
nombre de José.
Los pastores
obedecen el mandato del ángel con prisa. Gente más sofisticada quizá
titubearía. Tendría preguntas que hacer y problemas que considerar.
¿En qué se estarían metiendo? ¿Cuáles podrían ser las ramificaciones de su
participación? Gente simple encuentra más fácil el obedecer – están
acostumbrados a seguir órdenes – no sienten la necesidad de estar en control –
no tienen una imagen pública que proteger. Gente simple hace mejores
sirvientes, y el Señor necesita sirvientes – gente que obedezca.
VERSÍCULOS
17-20: TODOS LO QUE OYERON, SE MARAVILLARON
17Y viéndolo,
hicieron notorio lo que les había sido dicho del niño. 18Y todos los que
oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. 19Mas María
guardaba todas estas cosas, confiriéndolas en su corazón. 20Y se
volvieron los pastores glorificando y alabando á Dios de todas las cosas que
habían oído y visto, como les había sido dicho.
“Hicieron
notorio lo que les había sido dicho” (v. 17). Una vez que hemos sido
privilegiados con la presencia de Dios, entonces tenemos la responsabilidad de
compartir la experiencia con otros – de correr la palabra – de proclamar el
Evangelio.
“Y todos los
que oyeron, se maravillaron” (v. 18). ¿Quiénes son los maravillados?
¿José y María? ¡Seguramente! ¿Los pastores? ¡De cierto! ¡También aquéllos a
quienes los pastores relatarán esta historia en los próximos días!
“Mas María
guardaba todas estas cosas, confiriéndolas en su corazón” (v. 19). Nuevas
madres aman todo de sus bebés, así, es natural que María ame este relato tan
maravilloso que los pastores le cuentan y que ella confiera estas cosas en su
corazón. Dios la asignó para esta misión, y ella la embarcó
dispuestamente. En el principio, no podría comprender todo lo que
seguiría. Al desplegarse la vida de Jesús, ella se preguntaría acerca de
los caminos tan sorprendentes en los que se encuentra. Si Dios la escogió
a ella para ser la madre del Señor, ¿por qué un pesebre? ¿Por qué pastores? Si
había un coro angelical, ¿por qué se les apareció a los pastores? ¿Por qué no a
ella? ¿Qué pasará ahora? ¿Qué es lo que Dios espera de ella? “María no
comprendía por completo las implicaciones de todo lo que le había pasado... A
veces, podría haber tenido las mismas preguntas que tenía Juan Bautista en
Lucas 7:18-23” (Stein, 110).
“Y se volvieron
los pastores glorificando y alabando á Dios de todas las cosas que habían oído
y visto, como les había sido dicho (v. 20). Igual que gente muy ordinaria
después será testigo de la resurrección, pastores muy ordinarios sirvieron de
testigos de la Encarnación. Además de los ángeles, ellos son los primeros
en proclamar las Buenas Noticias del nacimiento de Jesús.