LA COMUNIDAD DE SAN LUIS BELTRÁN LÉE EL EVANGELIO
LUNES 01 DE JULIO
Mateo 8, 18-22
Viéndose Jesús rodeado de la
muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «
Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.» Dícele Jesús: «Las zorras tienen
guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde
reclinar la cabeza.»Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a
enterrar a mi padre.» Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren
a sus muertos.»
Seguir a Jesús. Como los rabinos de la época, Jesús reúne a
discípulos y discípulas. Todos ellos "siguen a Jesús". Seguir era
el término que se usaba para indicar la relación entre el discípulo y el
maestro. Para los primeros cristianos, Seguir a Jesús significaba
tres cosas muy importantes, enlazadas entre sí:
a) Imitar el ejemplo del Maestro: Jesús era el modelo que había que imitar y re-crear en la vida del discípulo y de la discípula (Jo 13,13-15). La convivencia diaria permitía un confronto constante. En la "escuela de Jesús” se enseñaba sólo una única materia: el Reino, y este Reino se reconocía en la vida y en la práctica de Jesús.
b) Participar del destino del Maestro: Quien seguía a Jesús debía comprometerse con él a "estar con él en sus en sus pruebas" (Lc 22,28), inclusive en las persecuciones (Mt 10,24-25) y en la cruz (Lc 14,27). Tenía que estar dispuesto a morir con él (Jn 11,16).
c) Tener la vida de Jesús dentro de sí: Después de Pascua, a la luz de la resurrección, el seguimiento asume esta tercera dimensión: "Vivo, más no vivo yo, es Cristo que vive en mí" (Gl 2,20). Se trata de la dimensión mística del seguimiento, fruto de la acción del Espíritu. Los cristianos tratan de rehacer en sus vidas el camino que Jesús había recorrido, muriendo en defensa de la vida y resucitado por el poder de Dios (Fil 3,10-11).
MARTES 02 DE JULIO
Mateo 8, 23-27
Subió a la barca y sus discípulos le
siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca
quedaba tapada por las olas; pero él estaba dormido. Acercándose ellos le
despertaron diciendo: « ¡Señor, sálvanos, que perecemos!» Díceles: « ¿Por qué
tenéis miedo, hombres de poca fe?» Entonces se levantó, increpó a los vientos y
al mar, y sobrevino una gran bonanza. Y aquellos hombres, maravillados, decían:
«¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?»
¿Quién es éste? ¿Quién es Jesús para
nosotros, para mí? Esta debe ser la
pregunta que nos lleva a continuar la lectura del Evangelio, todos los días,
con el deseo de conocer más y más el significado y el alcance de la persona de
Jesús para nuestra vida. De esta pregunta nace la Cristología. No nació de
altas consideraciones teológicas, sino del deseo que los primeros cristianos
tenían de encontrar siempre nuevos nombres y títulos para expresar lo que Jesús
significaba para ellos. Son decenas y decenas los nombres, los títulos y los
atributos, desde carpintero hasta hijo de Dios, que
Jesús recibe: Mesías, Cristo, Señor, Hijo amado, Santo de Dios, Nazareno, Hijo
del Hombre, Esposo, Hijo de Dios, Hijo del Dios altísimo, Hijo de María,
carpintero, Profeta, Maestro, Hijo de David, Rabuni, Bendito el que viene en el
nombre del Señor, Hijo, Pastor, Pan de vida, Resurrección, Luz del mundo,
Camino, Verdad, Vida, Rey de los judíos, Rey de Israel, etc., etc. Cada nombre,
cada imagen es un intento para expresar lo que Jesús significaba para ellos.
Pero un nombre, por muy bonito que sea, nunca llega a revelar el misterio de
una persona, mucho menos de la persona de Jesús. Jesús no cabe en ninguno de
estos nombres, en ningún esquema, en ningún título. El es mayor que todo,
supera todo. No puede ser enmarcado. El amor capta, la cabeza ¡no! Es a partir
de la experiencia viva del amor, que los nombres, los títulos y las imágenes
reciben su pleno sentido. Al final, ¿quién es Jesús para mí, para nosotros?
MIÉRCOLES 03 DE JULIO
Juan 20, 24-29
VERSÍCULOS 24-25: SIN NO LO VEO NO LO CREO
24Pues Tomás, uno de los doce, que se dice el Mellizo, no estaba
con ellos cuando Jesús vino. 25Le
dijeron pues los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Y él les dijo: Si no veo
en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los
clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
“Pues Tomás... no estaba con ellos cuando Jesús vino” (v.
24). “Como resultado, él se negó a creer. Esto nos debe servir de
aviso. Es difícil creer cuando no nos hacemos más fuertes con la compañía
de otros creyentes” (Gossip, 798).
“Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo
en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré” (v.
25). Tomás hace una demanda extravagante. Antes, Jesús condenó
aquéllos que exigían pruebas y maravillas antes de creer (4:48). Tomás va
aún más allá. “Solo está dispuesto a poner a un lado su falta de fe si el
Jesús resucitado sigue su criterio... Tomás demanda que Jesús sea
‘tocable.’ ...Insiste que el cuerpo resucitado de Jesús cumpla con sus
requisitos” (Moloney, 537).
VERSÍCULOS 26-29: LA SEGUNDA APARICIÓN
26Y ocho días después (griego: meth hemeras okto – después de ocho días), estaban
otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Vino Jesús, las puertas
cerradas, y se puso en medio, y dijo: Paz a vosotros. 27Luego dice a Tomás: Mete tu dedo aquí, y ve mis manos:
y alarga acá tu mano, y métela en mi costado: y no seas incrédulo, sino
fiel. 28Entonces Tomás respondió, y le dijo:
¡Señor mío, y Dios mío! 29Le dice Jesús: Porque me has visto,
Tomás, creíste: bienaventurados los que no vieron y creyeron.
“Y ocho días después” (v. 26). El griego es meth
hereras okto –
después de ocho días. Los ocho días han de contarse inclusivamente – de
domingo a domingo – es otra vez el primer día de la semana. Jesús se les
aparece de nuevo. Otra vez las puertas están cerradas (v. 26), pero ya no
se encuentra ninguna mención de temor. Todo lo demás es igual que el
domingo pasado. La aparición de Jesús a los discípulos la semana anterior
ha transformado su miedo en fe. Otra vez Jesús les da su paz.
“Mete tu dedo aquí, y ve mis manos: y alarga acá tu mano, y métela
en mi costado” (v. 27). Jesús no condena a Tomás por su falta de fe, sino
que le proporciona lo que le ayuda a creer (v. 27). Tomás ha exigido ver
y tocar al Señor resucitado, y Jesús le permite hacerlo. No hay ninguna
indicación que Tomás actualmente toque las heridas de Jesús. Con ver al
Cristo herido y resucitado, le basta.
“No seas incrédulo, sino fiel-creyente” (v. 27). En griego,
Jesús dice “kai me ginou (y no seas)apistos (no
creyente) alla pistos (sino creyente).”
Pensamos de ésta como la historia del Tomás que Duda, pero la palabra duda no
aparece, a no ser que traduzcamos apistos de esa manera.
“Tomás respondió, y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!” (v.
28). Al responder a Jesús, Tomás hace “la suprema pronunciación
cristológica del Cuarto Evangelio” (Brown, 1047). Su confesión, “¡Señor
mío, y Dios mío!” (v. 28), va mucho más allá de títulos o confesiones que se
encuentran en otros lugares en este Evangelio. “Así viene a ser que el
más dudoso de la resurrección de Jesús pronuncia la mayor confesión del Señor
que resucitó de la muerte “(Beasley- Murray, 385). Como se anota arriba,
si capítulo 21 fue añadido más tarde, como muchos académicos creen, este
Evangelio comienza y termina con una afirmación de la divinidad de
Cristo.“Bienaventurados los que no vieron y creyeron” (v. 29). Ésta es la
última bienaventuranza o bendición de Jesús.
JUEVES 04
DE JULIO
Mateo 9, 1-8
Subiendo a la barca, Jesús pasó a la otra orilla y vino a su
ciudad. En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús
la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡Ánimo!, hijo, tus pecados te son
perdonados.» Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Éste está
blasfemando.» Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: «¿Por qué pensáis mal
en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: `Tus pecados te son perdonados',
o decir: `Levántate y anda'? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene
en la tierra poder de perdonar pecados -dice entonces al paralítico-:
`Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa'.» Él se levantó y se fue a su
casa. Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal
poder a los hombres.
• ¿Estás convencido de que Jesús, llamado amigo de los pecadores,
no desprecia tus debilidades y tus resistencias, sino que las comprende y te
ofrece la ayuda necesaria para vivir en harmonía con Dios y con los hermanos?
• Cuando vives la experiencia de negar o rechazar la amistad con Dios, ¿recurres al sacramento que te reconcilia con el Padre y con la Iglesia y que hace de ti una nueva creatura por la fuerza del Espíritu Santo?
VIERNES
05 DE JULIO
Mateo 9, 9-13
VERSÍCULO 9: JESÚS LE
LLAMA A MATEO
9Y pasando Jesús de allí, vio a un hombre que estaba sentado al
banco de los públicos tributos, el cual se llamaba Mateo; y le dice: Sígueme. Y
se levantó, y le siguió.
“Y pasando Jesús de allí.” Esta frase sirve de transición
entre la historia en la que Jesús sanó al paralítico (9:2-8) y la historia de
Mateo (9:9-13). Versículo 9:1 habla de Jesús viniendo a “su ciudad,” que
Mateo más tarde identificó como Cafarnaúm (4:13). Marcos también ubica el
sanar del paralítico en Cafarnaúm (Marcos 2:1), y podemos suponer que los
eventos de nuestra lección del Evangelio toman lugar allí. Cafarnaúm está
ubicado a horcajadas de la carretera de Damasco a Jerusalén en la orilla norte
del Mar Galileo y, por lo tanto, sirve como un centro comercial
significante.
Jesús “vio a un hombre que estaba sentado al banco de los públicos
tributos, el cual se llamaba Mateo.” Ya que Cafarnaúm se encuentra en una
carretera principal, Mateo puede estar actuando como agente de aduanas,
coleccionando impuestos de la gente que transita por ahí. El no pide
seguir a Jesús, ni se arrepiente ni pide perdón. La llamada de Jesús a
Mateo es tan asombrosa como su más temprana manifestación del perdón de pecados
(9:2), y demuestra que Dios ama y quiere redimir a cada persona. “Ser
llamado por Jesús es un acto de gracia... No somos elegidos por quienes somos;
... somos elegidos a pesar de nuestro valor personal o nuestro estatus
social. El merecer o no merecer no tiene lugar” (véase 1 Cor. 1:26-28)
(Pfatteicher, 27).
“Sígueme.” Jesús le llama a Mateo de la misma manera que
llamó a Simón y Andrés (4:18-22). Les dijo que le siguieran, y ellos
siguieron. “Lo importante es que la llamada de Jesús es efectiva.
La gente no se hace discípulo voluntariamente... Jesús rechaza a personas
que se creen discípulos por su propia iniciativa; de la misma manera, Jesús
llama a los rechazados” (Boring, 235).
“Y se levantó y le siguió.” Para seguir a Jesús, Mateo debe
abandonar un puesto lucrativo, sabiendo que nunca más lo podrá recuperar.
Al hacer esto, también se separa a si mismo de su antiguo grupo de
amigos. Obedecer el mandato de Jesús, por lo tanto, requiere un
compromiso absoluto de Mateo. Es un asombroso acto de fe.
“Discípulos son los que arriesgan la separación de lo conocido para seguirle a
Jesús” (Bruggemann, 362).
Los primeros cristianos sugirieron que este Mateo es autor de este
Evangelio, pero eso no parece probable. Este autor se apoya en gran parte
en el Evangelio de Marcos – más de lo que haría un testigo personal del
ministerio de Jesús. También, este Evangelio sería escrito alrededor de
80-85 d.C., lo cual haría a un contemporáneo de Jesús un hombre muy viejo.
VERSÍCULOS 10-13: JESÚS SE
SIENTA A LA MESA CON PECADORES
10Y aconteció que estando él sentado a la mesa en casa, he aquí
que muchos publícanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a
la mesa con Jesús y sus discípulos. 11Y viendo esto los
Fariseos, dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con
los publícanos y pecadores? 12Y oyéndolo Jesús,
le dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los
enfermos. 13Andad pues, y aprended qué cosa es: Misericordia
quiero, y no sacrificio: porque no he venido a llamar justos, sino pecadores a
arrepentimiento.
“Estando él sentado a la mesa” (v. 10). “Para Mateo,
compartir la mesa es significante por lo menos de tres maneras: (1) Manifiesta
el poder que tiene Jesús para hacer disponible la aceptación y el poder de Dios
para todos los que se acercan a él (cf. 9:6; 1:21). (2) Anticipa el
banquete mesiánico en el que un círculo aún más grande se sentará a la mesa con
Jesús (cf. 8:11; 22:1-14). (3) Ofrece un vistazo del compañerismo eucarístico
de la iglesia que crecerá alrededor de Jesús y sus discípulos” (Gardner).
“¿Por qué come vuestro Maestro con los publícanos y pecadores?”
(v. 11). Los fariseos están ofendidos. Compartir la mesa,
particularmente en público, implica que uno acepta y aprueba a los
invitados. Los fariseos se quejan con los discípulos en vez de hacerlo
directamente con Jesús. Aparentemente, tienen miedo de comprometerse con
Jesús directamente
Los fariseos podían haber reaccionado de una manera muy diferente
en esta cena. Ellos también favorecen la hospitalidad. “ La Mishnah
enseñó que la hospitalidad es una obligación, ...pero los rabíes pensaban de
hospitalidad en cuestión de obres piadosos, y enseñaban, ‘Manténganse alejados
de un mal vecino y no se asocien con los malhechores’ (Aboth 1:7)” (Johnson,
353).
Hay mucha sabiduría aquí. ¡Mala compañía corrompe! ¡Una mala
manzana arruina todo el barril! ¡Mala compañía es la red del
demonio! ¡No pueden correr con los perros sin que se les suban las
pulgas! Estos antiguos proverbios reflejan la verdad que la compañía que
guardemos tiene un efecto en nuestras vidas.
Solo al mantener esta perspectiva veremos la fuerza de las
acciones de Jesús. Jesús estrecha la mano a los perdidos a gran riesgo
personal (al fin y al cabo, acciones como ésta le costarán la vida). Su
esperanza es salvar a gente que no parece merecer ser salvada. ¡Debemos
alegrarnos de eso! De otra manera, ¿quién podría esperar ser salvado?
“Andad pues, y aprended qué cosa es: Misericordia quiero, y no sacrificio,
‘Yo deseo misericordia, no sacrificio’”
(v. 13). El hecho que los fariseos cuestionen a los discípulos (v. 11)
constituye una afronta indirecta para Jesús. Jesús les responde diciendo
“Andad pues, y aprended.” Esto implica que su comprensión de la escritura
tiene un defecto – que no han comprendido a fondo los profetas.
Al pedir misericordia,
Jesús nos recuerda el amor que tiene Dios por aquéllos que no se lo
merecen. La pureza del rito, aunque importante, no es tan importante como
el amor de Dios y el amor del prójimo. “No debemos olvidar el rechazo
implicado por los fariseos hacia Jesús... ¿Por qué esta gente ‘sana’ no hacía
nada para curar a los enfermos?” (Morris, 221).
“No he venido a llamar justos, sino pecadores a arrepentimiento”
(v. 13). “Aquí, ‘justos’ y ‘pecadores’ se refieren a ‘respetables’ y a
‘proscriptos’” (Blomberg). Éstas son categorías que los fariseos usan
para encasillar a la gente. Ellos se numeran entre los justos, por
supuesto, y así es como la mayoría de la gente piensa de ellos. Ellos
también son pecadores, pero eso no lo ven porque “diezmáis la menta y el eneldo
y el comino,” observando la ley hasta en su más pequeño detalle (23:23).
El problema es que descuidan “lo que es lo más grave de la ley, es a saber, el juicio
y la misericordia y la fe” (23:23).
“Es posible ser tan activo
en el servicio a Cristo que uno se olvide de amarle.” Igualmente, es
posible ser tan activo en el servicio a Cristo que uno se olvide de amar al
prójimo. “Donde sea que la auto-disciplina se convierta demasiado central
en la iglesia, esta palabra ‘ misericordia’ la ha corregido”
SÁBADO 06
Mateo 9, 14-17
Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: « ¿Por
qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?» Jesús les
dijo: « ¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio
está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces
ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque
lo añadido tira del vestido, y se produce un desgarrón peor. Ni tampoco se echa
vino nuevo en pellejos viejos; pues de otro modo, los pellejos revientan, el
vino se derrama, y los pellejos se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa
en pellejos nuevos, y así ambos se conservan.»
No es posible combinar lo nuevo que Jesús nos trae con las
costumbres antiguas. ¡O el uno o el otro! El vino nuevo hace estallar el
pellejo viejo. Hay que saber separar las cosas. Muy probablemente, Mateo repite
estas palabras de Jesús para poder orientar a las comunidades de los años 80.
Había un grupo de judíos cristianos que querían reducir la novedad de Jesús al
judaísmo de antes de la llegada de Jesús. Jesús no está contra lo que es
“viejo”. Lo que él no quiere es que lo viejo se imponga a
lo nuevo, y así empieza a manifestarse. No es posible releer el
Vaticano II con mentalidad pre-conciliar, como algunos tratan de hacer hoy.
DOMINGO
07
Lucas 10, 1-9
VERSÍCULOS 1-4: LA MIES
ES MUCHA Y LOS OBREROS POCOS
1Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los
cuales envió de dos en dos delante de sí (griego: pro prosopou autou – ante su rostro), a
toda ciudad y lugar a donde él había de venir. 2Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los
obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su
mies. 3Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos. 4No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie
saludéis en el camino.
En 9:1-6, Jesús mandó a los doce para cumplir una misión
semejante; ahora envía los setenta. Este mayor número de participantes no
solo extiende el alcance de la misión, sino que también aumenta la urgencia de
la cosecha.
“Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta” (v.
1). Hay manuscritos que dicen setenta y otros que dicen setenta y
dos. No podemos determinar con autoridad cuál es el número
correcto. Sin embargo, eso importa poco ya que el significado es el mismo
para cualquier número:
- Seguramente, el número se refiere a Génesis 10, donde aparece
una lista de naciones gentiles que descienden de Noe. En hebreo se
mencionan setenta naciones, mientras que en la versión griega Septuagésima
aparecen setenta y dos. “Escójase cual sea, ...el número sugiere un
evangelista para cada nación del mundo” (Stein, 304). En el Evangelio de
Lucas, por lo tanto, la mención de los setenta se refiere al ministerio hacia los
gentiles, que será importante en la secuencia de Lucas, los Hechos de los
Apóstoles. Por el momento, sin embargo, Jesús manda a los setenta solo
entre judíos y samaritanos.
La frase “otros setenta” (v. 1) parece decir que los doce no son
parte de esta misión. Sin embargo, más adelante, dirigiéndose a los doce,
Jesús dirá, “Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó
algo?” (22:35). Las tres cosas – bolsa, alforja, y zapatos – corresponde
a cosas mencionadas en la llamada de los setenta (10:4), en lugar de las ya
mencionadas en la llamada de los doce (9:3). Esto presenta algo de
incertidumbre. Seguramente los doce no son parte de los setenta, pero no
lo sabemos con seguridad.
“Envió... delante de sí (griego: pro
prosopou autou – ante
su rostro)” (v. 1). También encontramos esta frase, “ante su rostro,” en
7:27 y 9:52. 7:27 habla de enviar a Juan el Bautista, cuya muerte Lucas
ha mencionado recientemente (9:9). “A los discípulos ahora se les ha
concedido el papel de ir ante Jesús y prepararle el camino, como lo había hecho
Juan” (Tannehill, 174).
“De dos en dos” (v. 1). Deut. 19:15 requiere el testimonio
de dos testigos, y lo más probable es que ésa sea la razón por la que Jesús les
manda de dos en dos. Sin embargo, ir de dos en dos también da fuerza a su
resolución. Una persona sola se desanima rápidamente; en cambio, una
persona con compañeros está más apta para perseverar.
“La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos” (v.
2). En un mundo donde pocas personas trabajan en agricultura, se nos ha
olvidado la importancia de la cosecha. La mayoría de los frutos de la
siega no se pueden recoger demasiado pronto ni demasiado tarde sin sufrir una
pérdida significante. El agricultor trabaja todo el año para preparar la
cosecha, la cual se debe llevar a cabo solo cuando esté lista. No hacerlo
puede ser catastrófico.
“Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”
(v. 2). Dada la urgencia, esperamos que Jesús les diga a los setenta que
vayan rápidamente para empezar la cosecha. Les mandará en v. 3 pero,
primero, les manda rezar. La obra de los discípulos será efectiva solo si
se apresta con oraciones. El Señor llama y da poder a quienes lo
necesiten, y el poder del Señor es lo que hace posible el éxito. Una
iglesia que reza verá que puestos oficiales quedan sin llenarse por ejemplo,
pero también verá que el Señor provee lo que es realmente necesario.
“Los obreros pocos” (v. 2). La regla de Pareto es que el
ochenta por ciento de los resultados se pueden atribuir al veinte por ciento de
las causas – es decir, pocos vendedores a menudo logran la mayoría de las
ventas. La regla también se aplica a la iglesia, donde pocas personas dan
la mayoría del dinero y hacen la mayor parte del trabajo. Los que se
sientan en los bancos son muchos, pero los trabajadores son pocos.
Debemos rezar para que el Señor persuada a los menos activos a estar más
involucrados – también debemos confiar que el Señor proveera las verdaderas
necesidades de la iglesia. Jesús advirtió que habría mala tierra, pero
también prometió que buena tierra daría cien veces más (8:4-15).
“Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos” (v.
3). Hace poco que Jesús predijo su muerte y resurrección (9:21-22, 44-45)
y “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (9:51), donde sufrirá y morirá.
Fue rechazado en una aldea samaritana (9:51-56). Les dijo a sus
discípulos que ellos también llevarían una cruz y perderían sus vidas
(9:23-25). Ahora, les advierte que les manda como corderos indefensos en
medio de lobos.
En los otros tres Evangelios (Mateo 18:12; Marcos 6:4; Juan 10),
Jesús habla del pastor que protege las ovejas. No hay mención de tal
pastor en el Evangelio de Lucas.
“No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado” (v. 4). Jesús
tendrá instrucciones parecidas al enviar a los doce (Lucas 9:3-5), pero la
única cosa común en ambas listas es la bolsa. El mensaje es el mismo en
ambos casos. Los discípulos han de confiar que Dios les proveerá sus
necesidades, y no han de preocuparse por posesiones.
“Á nadie saludéis en el camino” (v. 4). Jesús no les dice a
los discípulos que sean maleducados, sino que les dice que no se dejen distraer
por cortesías sociales. La misión es urgente, y requiere su completa
atención. Discípulos han de enfocarse tanto como un atleta en un partido
importante – o como un bombero en un incendio – o un paramédico trabajando en
un accidente. El distraerse en estos casos puede ser fatal. La
iglesia de hoy necesita oír esto. Muchos cristianos hoy no sienten esta
urgencia – no consideran que la eternidad está en juego y sobresaltan al oír la
palabra evangelismo.
Cuando gente toma en serio la llamada a la oración y al servicio
podemos ver los resultados. El ministerio de Madre Teresa es un ejemplo
familiar. Hay un sinnúmero de cristianos por el mundo, incluyendo algunos
en su propia comunidad, que están haciendo grandes obras por Cristo.
VERSÍCULOS 5-6: PAZ SEA a
ESTA CASA
5En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid: Paz sea a
esta casa. 6Y si
hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se
volverá a vosotros.
Mientras que los setenta no han de distraerse por el camino con
cortesías sociales (v. 4), sí han de observarlas una vez que lleguen a su
destino.
La paz que se ofrece es más que un simple saludo. Es un
regalo substancial – la paz de Dios (Num. 6:26; Isa. 26:12; Lucas 1:79; 2:14;
Hechos 10:36; Rom. 5:1) – un regalo de salvación que bendice a todo el que la
reciba y que regresa al que la da al ser rechazada. El castigo por
rehusarla es, simplemente, la pérdida de la paz – los setenta no han de
vengarse contra aquéllos que les rechazan (véase 9:5, 54-56).
Jesús pide a los setenta que ofrezcan la paz sin primero averiguar
el valor del recipiente y sin adivinar si el recipiente la aceptará o
rechazará. “Uno no debe resentir el conceder la paz mesiánica: porque la
paz no permanecerá donde no se aprecia. Pero en caso de que si permanezca,
el mensajero, en efecto, se ha reproducido, tal como Elías hizo al final de su
ministerio al pasar la obra a Eliseo (2 Reyes 2:15)” (Nolland).
VERSÍCULOS 7-11: HA
LLEGADOÁ VOSOTROS EL REINO DE DIOS
7Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os
dieren; porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en
casa. 8Y en
cualquiera ciudad donde entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren
delante; 9Y sanad
los enfermos que en ella hubiere, y decidles: HA LLEGADO a vosotros el reino de
Dios. 10Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren,
saliendo por sus calles, decid: 11Aun el
polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en
vosotros: esto pues sabed, que el reino de los cielos HA LLEGADO a vosotros.
“Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os
dieren” (v. 7). Un discípulo aprovechado se sentiría tentado a ir de casa
en casa buscando hospitalidad – siempre buscando mejor comida y
alojamiento. Jesús manda a los setenta que dejen ese comportamiento
aprovechado y que se fijen en el propósito por el que han venido. Ir de
casa en casa no solo les robaría de fuerzas y tiempo, sino que también
ofendería a aquéllos cuya hospitalidad han rechazado. Los setenta han de
estar al tanto de los sentimientos de otros, no vaya a ser que pierdan una
oportunidad de ganárselos para Cristo.
“Porque el obrero digno es de su salario” (v. 7). Habitantes
locales han de proveer hospitalidad para los setenta, quienes son dignos de ella
(véase Gal. 6:6; 1 Timoteo 5:18). Discípulos pueden esperar que se
provean sus necesidades, pero no deben esperar que se haga con lujo.
“Comed lo que os pusieren delante” (v. 8). Por el momento,
el caso solo se refiere a la calidad de la comida y si está autorizada por ley
judía o no – los setenta se encontrarán trabajando entre judíos y samaritanos
que observan leyes dietéticas. Años después, sin embargo, misionarios
cristianos entrarán en barrios gentiles donde no se observan las leyes de la
dieta judía. En este caso, han de hacer lo mismo – testimonio efectivo es
más importante que las sensibilidades personales del discípulo (Hechos 10; Rom.
14:13-23; 1 Cor. 8).
“Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: HA LLEGADO
a vosotros el reino de Dios” (v. 9). Sanar enfermos en un acto de
compasión, pero también recuerda que el reino de Dios se ha acercado.
Esta combinación de compasión y proclamación – obra y palabra – sirve de
testimonio poderoso aún hoy. La persona hambrienta a quien se le da de
comer – la persona sin hogar que es alojada – el enfermo sanado – el herido
cuyas heridas son curadas – esta gente se encontrará atraída hacia la persona
que les ha ayudado – y también a la fe de esa persona. Es importante que
en el momento de servir dejemos saber a los que ayudamos que lo hacemos por
nuestro amor a Jesús, quién primero nos amó a nosotros. De otra manera,
no harán la conexión entre la ayuda que han recibido y el Cristo que nos
motivó a dársela. En ese caso nuestro mayor propósito, que es la
proclamación del reino de Dios, será perdido.
“Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros
pies, sacudimos en vosotros” (v. 11). Recientemente, samaritanos han
rechazado a Jesús (9:52-54). Ahora, Jesús les prepara para ser recibidos
de la misma manera. Si son rechazados, los discípulos han de sacudir el
polvo de sus pies, un acto de repudiación. Han de hacerlo de manera
pública, declarando su motivo, y de nuevo han de proclamar, “ha llegado el
reino de Dios.” Éste es un aviso, no una retaliación – intencionada para
convertir – no para herir. Aquéllos que observen la repudiación pueden
ser persuadidos a escuchar. El Dios de la Segunda Oportunidad todavía
está obrando.
“La actividad misionera es contraria a la que ahora asociamos con
la obra misionera de la iglesia. En este caso no existía la proclamación
continua de buenas noticias, no había paciencia para los que dudaban ni con los
recalcitrados, no se esperaba hasta que la oposición se arrepintiera: en vez,
existía una urgencia temerosa de todo ello. ‘Ahora o nunca.’ Existe
una oportunidad, ... como si se tratase de una misión de rescate en un barco
que se hunde” (Kee y Gomes, 50).
“Esto pues sabed, que el reino de los cielos HA LLEGADO a vosotros”
(v. 11). Acepte o rechace el oyente este mensaje, este hecho
permanece. El oyente será responsable por su respuesta. La promesa
de Dios se convierte en un juicio para aquél que la rechace.
LUNES 08
DE JULIO
Mateo 9, 18-26
Así les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se
postraba ante él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano
sobre ella y vivirá.» Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En
esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por
detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su
manto, me salvaré.» Jesús se volvió, y al verla le dijo: « ¡Ánimo!, hija, tu fe
te ha salvado.» Y se salvó la mujer desde aquel momento. Al llegar Jesús a casa
del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: «
¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida.» Y se burlaban de él. Mas,
echada fuera la gente, entró él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó.
Y esta noticia se divulgó por toda aquella comarca.
La palabra iluminadora de Jesús. Jesús se da la vuelta y, viendo a
la mujer, declara: “¡Animo, hija! Tu fe te ha salvado.” Frase breve, pero que
deja transparentar tres puntos muy importantes: (a) Al decir “Hija”, Jesús
acoge a la mujer en la nueva comunidad, que se formaba a su alrededor. Ella
deja de ser una excluida. (b) Acontece de hecho aquello que ella esperaba y
creía. Queda curada. Muestra esto, de que el catecismo de las autoridades
religiosas no era correcto y que en Jesús se abría un nuevo camino para que las
personas pudiesen obtener la pureza exigida por la ley y entrar en contacto con
Dios. (c) Jesús reconoce que, sin la fe de aquella mujer, él no hubiera podido
hacer el milagro. La curación no fue un rito mágico, sino un acto de fe.
MARTES 09
DE JULIO
Lucas 11, 27-28
Estaba él diciendo estas cosas cuando alzó la voz una mujer de
entre la gente y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te
criaron!» Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la
guardan.»
• El evangelio de hoy es bien breve, pero encierra un
significado importante en el conjunto del evangelio de Lucas. Nos da la clave
para entender lo que Lucas enseña respecto de María, la Madre de Jesús, en el
así llamado Evangelio de la Infancia (Lc 1 y 2).
• Lucas 11,27: La exclamación de la mujer.“Estaba él diciendo estas cosas cuando alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!» La imaginación creativa de algunos apócrifos sugiere que aquella mujer era una cecina de Nuestra Señora, allá en Nazaret. Tenía un hijo, llamado Dimas, que, como tantos otros chicos jóvenes de Galilea de aquella época, entró en la guerrilla contra los romanos, fue llevado a la cárcel y ejecutado junto con Jesús. Era el buen ladrón (Lc 23,39-43). Su madre, al oír que Jesús hablaba tan bien a la gente, recordó a María, su vecina y dijo: “¡María debe ser tan feliz teniendo a un hijo así!”.
• Lucas 11,27: La exclamación de la mujer.“Estaba él diciendo estas cosas cuando alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!» La imaginación creativa de algunos apócrifos sugiere que aquella mujer era una cecina de Nuestra Señora, allá en Nazaret. Tenía un hijo, llamado Dimas, que, como tantos otros chicos jóvenes de Galilea de aquella época, entró en la guerrilla contra los romanos, fue llevado a la cárcel y ejecutado junto con Jesús. Era el buen ladrón (Lc 23,39-43). Su madre, al oír que Jesús hablaba tan bien a la gente, recordó a María, su vecina y dijo: “¡María debe ser tan feliz teniendo a un hijo así!”.
• Lucas 11,28: La respuesta de Jesús. Jesús responde, haciendo el mayor elogio de su madre: “Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan”. Lucas habla poco de María: aquí (Lc 11,28) y en el Evangelio de la Infancia (Lc 1 y 2). Para Lucas, María es la hija de Sión, imagen del nuevo pueblo de Dios. Presenta a María como modelo para la vida de las comunidades. En el Concilio Vaticano II, el documento preparado sobre María, fue inserto como capítulo final en el documento Lumen Gentium sobre la Iglesia. María es modelo para la Iglesia. Y sobre todo en la manera de relacionarse con la Palabra de Dios Lucas ve en ella el ejemplo para las comunidades. María nos enseña cómo acoger la Palabra de Dios, cómo encarnarla, vivirla, profundizarla, rumiarla, hacerla nacer y crecer, dejarnos plasmar por ella, aún cuando no la entendemos o cuando nos hace sufrir. Es ésta la visión que subyace detrás del Evangelio de la Infancia (Lc 1 e 2). La llave para entender estos dos capítulos nos es dada en el evangelio de hoy: “Dichosos, más bien, los que oyen la palabra de Dios y la guardan”. Veamos cómo en estos capítulos María se relaciona con la Palabra de Dios.
MIÉRCOLES
10 DE JULIO
Mateo 10, 1-7
VERSÍCULOS 1-4: LOS DOCE
APÓSTOLES
1Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio potestad
contra los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y sanasen toda
enfermedad y toda dolencia. 2Y los nombres de los doce apóstoles
son estos: el primero, Simón, que es dicho Pedro, y Andrés su hermano; Santiago,
hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; 3Felipe, y Bartolomé; Tomás,
y Mateo el publicano; Santiago hijo de Alfeo, y Lebeo, por sobrenombre
Tadeo; 4Simón el Cananeo y Judas Iscariote, que también le entregó.
“Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio potestad” (v.
1). Sin la autoridad de Jesús, los discípulos no tendrían ningún
poder. Jesús les da autoridad para exorcizar espíritus desaseados y para
curar toda enfermedad – esto refleja hechos importantes de su propio ministerio
(4:23; 9:35). “Esta misión de sanar... deja claro que el reino de Dios se
expresa según el cuidado de la persona entera, y no solo en términos de ‘salvar
almas’” (Hanson).
“La proclamación de Jesús y sus obras de compasión van más allá de
lo que muchos cristianos hoy día llaman ministerio. Nuestras
comunidades se encuentran destruidas por fuerzas demoníacas, violencia,
injusticia, y todo tipo de sufrimiento humano, mientras que la iglesia a menudo
se mantiene irrelevante excepto para aquéllos pocos que entran por nuestras
puertas. Para seguir el modelo de ministerio de Jesús, más cristianos no
deben simplemente ir a la iglesia, en vez, deben convertirse en la
iglesia entre nuestras comunidades por medio de evangelismo y ministerio a
necesidades sociales” (Keener, 198).
Sabemos poco de muchos de los apóstoles en las escrituras.
Algunos de los huecos se pueden rellenar con tradiciones, pero no tenemos como
juzgar su veracidad. La mayoría de los apóstoles debería ser muy
normal. Podríamos concluir que los apóstoles menos conocidos lograron
poco, pero eso no se puede garantizar. Hoy día, cristianos ordinarios y
desconocidos hacen la mayoría de la labor de la iglesia, y es muy posible que
apóstoles ordinarios y desconocidos sirvieran fiel y efectivamente en su época.
- Pedro y Pablo eran los apóstoles más prominentes, pero Pablo no
se convirtió en discípulo hasta más tarde. Pedro, generalmente, se
encuentra primero en las listas de apóstoles. Mateo no solo nombra a
Pedro primero, sino que también le nombra como tal – aunque Bruner anota,
“Pedro es tan menudo primero en desatino y como en liderazgo” (Bruner, 369).
- Andrés es el hermano de Pedro (4:18). Su logro más
importante fue acercar a su hermano Pedro a Jesús (Juan 1:40-41).
- Santiago y Juan son hijos de Zebedeo (4:21). También se
les conoce como los Hijos del Trueno (Marcos 3:17), quizá por su
temperamento. Herodes Agripa ejecutó a Santiago (Hechos 12:2), entonces,
debe ser un Santiago diferente el que dirige la iglesia de Jerusalén (Hechos
15:13; 21:18). A menudo, Juan es el hombre acreditado como el autor de
los tres libros del Nuevo Testamento que llevan su nombre, igual que el libro
de Revelaciones. También podía haber sido el único apóstol que escapó el
martirio. Santiago y Juan, con Pedro, constituyen el círculo interior de
los discípulos de Jesús – presentes en la Transfiguración y en otros momentos
significantes en la vida de Jesús (Marcos 5:37; 9:2; 14:33).
- Felipe fue uno de los primeros discípulos de Jesús (Juan 1:43).
- Bartolomé es, seguramente, otro nombre para Natanael (Juan
1:45-49). Natanael se encuentra entre los primeros en identificar a Jesús
como el Hijo de Dios (Juan 1:49).
- Tomás es famoso por dudar a Jesús (Juan 20:24-29), pero ha sido
acreditado con establecer la iglesia en India.
- Santiago hijo de Alfeo también es conocido como Santiago el
Menor (Marcos 15:40), quizá para separarle de Santiago hijo de Zebedeo.
- Simón el Cananeo se identifica en Lucas 6:15 como Simón el
Celador. A menudo se piensa de él como revolucionario, dedicado a echar a
los romanos de Israel, pero no se sabe por seguro si los Celadores, como grupo
revolucionario, existían en la época de Jesús. Podría ser que Simón
simplemente era celador cuando se trataba de guardar la ley del Tora. Si
era revolucionario, hubiera sido enemigo de Mateo, el recaudador de impuestos
que colaboraba con los romanos. Sin embargo, en Cristo, se hicieron
hermanos.
- Judas, por supuesto, es el que traicionó a Jesús (26:47-50).
- Judas, por supuesto, es el que traicionó a Jesús (26:47-50).
VERSÍCULOS 5-6: POR EL
CAMINO DE LOS GENTILES NO IRÉIS
5Á estos doce envió Jesús, a los cuales dio mandamiento,
diciendo: Por el camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de Samaritanos no
entréis; 6Mas id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
“Por el camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de
Samaritanos no entréis” (v. 5). Estas instrucciones parecen extrañas,
porque Jesús se llevaba bien con samaritanos y gentiles en su ministerio (véase
Juan 4:4-42; Lucas 10:30-37; Mateo 8:5-13; Mateo 15:22-28). Sin embargo,
el principio aquí parece ser, “Al Judío primeramente y también al Griego”
(Romanos 1:16). Este pasaje también puede reflejar “una comunidad judía
muy conservativa, que se mantenía solo entre los circuncidados” (Craddock,
329).
La restricción de Jesús les prohíbe ir al norte hacia Siria, al
este hacia Decápolis, o al sur hacia Samaria. Lo que quiere es limitar su
ministerio a Galilea. El propósito de Jesús “era concentrar su ataque en
Galilea, porque Galilea... era la parte de Palestina más dispuesta a escuchar
un nuevo evangelio y un nuevo mensaje” (Barclay, 374).
Cualquiera que sea el caso, claramente, la prohibición de Jesús no
es permanente. Pronto, mandará los discípulos a todas partes del mundo
(28:19-20).
VERSÍCULOS 7-10: EL REINO
DE LOS CIELOS SE HA ACERCADO
7Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha
acercado. 8Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad
muertos, echad fuera demonios: de gracia recibisteis, dad de
gracia. 9No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestras
bolsas; 10Ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir, ni
zapatos, ni bordón; porque el obrero digno es de su alimento.
Jesús manda los discípulos a cumplir ciertas obras. De
nuevo, anote los verbos. Los discípulos han de: (1) predicar, (2) sanar,
(3) limpiar, (4) resucitar, y (5) echar, pero, podríamos resumir todos estos
verbos como: (1) proclamar y (2) sanar. El ministerio de sanar no solo
ayuda a los enfermos, sino que también saca a relucir el mensaje que “El reino
de los cielos se ha acercado” (v. 7). Ambos Juan el Bautista y Jesús
proclamaron, “Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado” (3:2;
4:17) pero, en sus instrucciones a estos discípulos Jesús no pide
arrepentimiento.
JUEVES 11
DE JULIO
Mateo 10, 7-15
“De gracia recibisteis, dad de gracia” (v. 8). Los
discípulos recibieron el evangelio como regalo y, ahora, han de dar libremente
a los demás. No han de cobrar a la gente por su enseñanza. Sin
embargo, versículo 10 deja claro que sí pueden recibir limosna para sobrevivir.
“No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestras bolsas” (v.
9). Oro, plata, y cobre son tres tipos de monedas, oro siendo la más
preciosa y cobre siendo mero cambio de poco valor. Los apóstoles no han
de hacer ningún preparativo para el viaje – ninguna bolsa – ningún cambio de
túnica – ningunas sandalias – ningún bastón. La bolsa puede ser una bolsa
de mendigo – un predicador errante se mantenía a base de limosna. Las
sandalias y el bastón harían el viaje más fácil y seguro. La idea es que
para mantenerse, los discípulos deben depender de la gente a quien llevan su
ministerio – pero, más específicamente, han de depender de Dios para proveerles
lo que necesiten.
¿Qué nos dicen estos versículos hoy? Nos piden que confiemos
en Dios para proveernos con lo que necesitemos. Nos piden que no pensemos
del ministerio como una cosa comercial. Nos piden que adoptemos un estilo
de vida simple, libre de exceso, para que podamos quedar libres para
proclamar. Nos dicen que la persona involucrada en ministerio merece lo
que necesite y que aquéllos que benefician de su ministerio tienen la
responsabilidad de proporcionárselo para el bien del ministerio.
VERSÍCULOS 11-15: ESPECTATIVAS
DE HOSPITALIDAD
11Mas en cualquier ciudad, ó aldea donde entrareis, investigad
quién sea en ella digno, y reposad allí hasta que salgáis. 12Y
entrando en la casa, saludadla. 13Y si la casa fuere digna,
vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá a
vosotros. 14Y cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras
palabras, salid de aquella casa ó ciudad, y sacudid el polvo de vuestros
pies. 15De cierto os digo, que el castigo será más tolerable a
la tierra de los de Sodoma y de los de Gomera en el día del juicio, que a
aquella ciudad.
Cuando los discípulos aceptaban alojamiento en una casa digna,
habían de permanecer allí hasta que salieran de ese pueblo. Si no
existiera este reglamento, podrían estar tentados a mudarse a algún alojamiento
más lujoso, negando la preocupación de Jesús sobre el materialismo. Tales
mudanzas también distraerían a los discípulos, porque se necesita tiempo y
energía para mudarse.
“Si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no
fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros” (v. 13). Paz es una
bendición. No es simplemente una palabra, tiene sustancia.
Considere lo seriamente que Santiago y Esaú tomaron la bendición de su padre
(Génesis 27).
“Cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid
de aquella casa ó ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies” (v. 14).
Esta práctica tiene raíces en el rito judío de sacudirse el polvo gentil al
regresar a Israel – el polvo gentil no se consideraba ritualmente limpio.
Hasta este momento, Jesús solo manda a los discípulos con judíos. Entonces,
les dice que traten a los judíos poco receptivos como si fueran gentiles.
Cuando discípulos se enfrenten con rechazo, no han de tomárselo en
serio ni sentir que han fracasado. En vez, han de moverse a un territorio
más receptivo. Labradores son pocos y el tiempo es limitado. El
reino es demasiado precioso para desperdiciarlo con aquéllos que no lo quieren
recibir. Esto nos recuerda al consejo de Jesús durante el Sermón en el
Monte, “no deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los
puercos; porque no las rehuellen con sus pies, y vuelvan y os despedacen”
(7:6).
Mateo se enfoca en las instrucciones de Jesús para el viaje,
pero no nos cuenta del viaje mismo – la salida de los discípulos, sus logros, y
su regreso. En vez, concluye diciendo que Jesús salió de allí para
enseñar y proclamar su mensaje en sus ciudades (11:1).
VIERNES
12 DE JULIO
MATEO 10, 16-23
VERSÍCULOS 16-22: OVEJAS EN
MEDIO DE LOBOS
16He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos: sed
pues prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. 17Y
guardaos de los hombres: porque os entregarán en concilios, y en sus sinagogas
os azotarán; 18Y aun a príncipes y a reyes seréis llevados por
causa de mí, por testimonio a ellos y a los Gentiles. 19Mas
cuando os entregaren, no os apuréis por cómo ó qué hablaréis; porque en aquella
hora os será dado qué habéis de hablar. 20Porque no sois
vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. 21Y
el hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre al hijo; y los hijos se
levantarán contra los padres, y los harán morir. 22Y seréis
aborrecidos de todos por mi nombre; mas el que soportare hasta el fin, éste
será salvo.
“Os envío como a ovejas en medio de lobos: sed pues prudentes como
serpientes, y sencillos como palomas” (v. 16). ¡Una metáfora mixta!
Discípulos son como ovejas, serpientes, y palomas:
- Ovejas que se encuentran entre lobos son vulnerables, como
cristianos en el mundo. La iglesia de Mateo ya ha empezado a ser
perseguida y está en grave peligro.
- Serpientes sobreviven gracias a su cautela y astucia.
Jesús les dice que usen la inteligencia de la serpiente. Aunque suframos
martirio, no hemos de buscarlo. Jesús nos dice que evitemos el peligro
siempre que sea posible – pero no al coste de negar nuestra fe (véase v. 22).
- La paloma es un símbolo de ambos, el Espíritu Santo y la paz.
“Y guardaos de los hombres: porque os entregarán en concilios, y
en sus sinagogas os azotarán” (v. 17). Los discípulos serán entregados (paradosousin)
a los concejales – igual que Jesús fue entregado (paradosousin) a las
autoridades para ser crucificado (Mateo 17:22; 20:18-20). “Los concejales
son, supuestamente, sanedrines locales, ...que funcionaban en otras ciudades
judías fuera de Jerusalén... Seguramente se reunían en sinagogas” (Johnson,
368). “Mateo usa la palabra ‘sinagoga’ más frecuentemente que ningún otro
autor del Evangelio, pero siempre de manera negativa... Para Mateo el judío, la
sinagoga se ha convertido en una institución extraña a la que ya no pertenece”
(Hare, 115). Jesús retrata los líderes judíos como lobos – una abominable
acusación contra aquéllos cuya intención era haber sido pastores.
“No os apuréis por cómo ó qué hablaréis; porque en aquella hora os
será dado qué habéis de hablar” (v. 19). Los discípulos no han de
formular su defensa con antelación, porque el Espíritu hablará a través de
ellos. La sala de juicio les dara la oportunidad de testificar – de
proclamar el evangelio.
“Y el hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre al
hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir” (v.
21). Al retratar eventos terribles, consistentes con el pensamiento
apocalíptico del día, Jesús se refiere a Miqueas 7:6. Gente creía que “la
estructura natural del mundo se quebraría, y hasta las más profundas lealtades
familiares se disolverían bajo la presión del final inminente” (Boring, 259).
“Mas el que soportare hasta el fin, éste será salvo” (v.
22). Dios no busca un talento excepcional, sino fe constante. La
salvación que Jesús promete aquí es la vida eterna, en vez de protección contra
daños físicos.
VERSÍCULO 23: CUANDO
SEAN PERSEGUIDOS EN UN PUEBLO
23Mas cuando os persiguieren en esta ciudad, huid a la otra:
porque de cierto os digo, que no acabaréis de andar todas las ciudades de
Israel, que no venga el Hijo del hombre.
SÁBADO 13
DE JULIO
Mateo 10, 24-33
VERSÍCULOS 24-25: EL
DISCÍPULO NO ES MÁS QUE SU MAESTRO
24El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que
su señor. 25Bástale al discípulo ser como su maestro, y al
siervo como su señor. Si al padre de la familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más
a los de su casa?
“Éstos dos versículos son el eje en el que gira todo el discurso”
(Boring, 260). “Ya... la autoridad y misión de Jesús han sido
transmitidas a los discípulos (9:35–10:1); ahora las consecuencias también son
transmitidas” (Brueggemann, 337). Igual que Jesús enfrentó oposición y,
finalmente, la cruz, también los discípulos de Jesús enfrentarán persecución y,
posiblemente, martirio.
“Bástale al discípulo ser como su maestro” (v. 25). El
discípulo generalmente tiene un estatus más bajo que el maestro, pero los
discípulos de Jesús están privilegiados por ser como su maestro en cuanto a la
oposición que encuentran.
Sin embargo, Jesús no dice que provoquemos persecución ni martirio
(véase 10:14). Cuando exponemos maldades – retamos la autoridad –
exigimos cambio – socavamos el estatus quo, naturalmente, sigue la
persecución. Si nos mantenemos leales a Cristo, hay probabilidades que
encontremos oposición. Al ocurrir esto, compartimos la cruz de Cristo –
así, somos como nuestro amo.
“Si al padre de la familia llamaron (griego: kurios –
Señor) Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?” (v. 25). Beelzebú era un
dios filistino cuyo nombre significaba “señor de la casa,” así, Jesús juega con
las palabras de este versículo – él es el Dios amo de la casa, pero se le acusa
de ser el amo satánico de la casa. Igual que Jesús fue acusado de obrar
con el poder de Beelzebú (9:34; 12:22-27), así también acusarán a los
discípulos de usar poder demoníaco.
VERSÍCULOS 26-27: PREDICAD
DESDE LOS TERRADOS
26Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no
haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. 27Lo
que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído predicadlo
desde los terrados.
“Así que, no los temáis” (v. 26). Es natural sentir temor
cuando uno se encuentra perseguido, pero Jesús nos da tres razones por no temer
(vv. 26, 28, 31):
La primera razón por no temer es que, “nada hay encubierto, que no
haya de ser manifestado”
(v. 26). A gente malvada le gusta la oscuridad, porque la
oscuridad esconde sus malas obras (Juan, 3:19). Conspiran en secreto para
desviar lo bueno. Pero el Señor “aclarará lo oculto de las tinieblas” (1
Cor. 4:5), y vindicará a los leales. Dios no permitirá que gane la
maldad.
“Lo que os digo en las tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís
al oído predicadlo desde los terrados” (v. 27). Jesús llama a los
discípulos para que proclamen abierta y públicamente lo que él les ha enseñado
en privado. Terrados sirven de plataformas para hacer anuncios públicos
desde un lugar alto – una persona puede ser vista y oída por todos. Jesús
pide que gritemos sus enseñanzas desde un sitio elevado – las enseñanzas
completas de Jesús – y nada más que sus enseñanzas. No debemos andar en
puntillas, temiendo ser perseguidos.
Pero Jesús dice, “No los temáis.” ¡Predicad la verdad audazmente
– y con amor!
VERSÍCULO 28: NO TEMÁIS
A LOS QUE MATAN EL CUERPO
28Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden
matar: temed antes a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el
infierno.
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden
matar” (v. 28). La segunda razón por no temer es el poder limitado de
nuestros oponentes. Pueden matar el cuerpo, que pronto morirá de todos
modos, pero no tienen poder sobre el alma. Solo Dios tiene poder sobre la
eternidad.
Las escrituras nunca sugieren que debemos temer a Satanás.
Satanás tiene el poder de lastimarnos el tobillo (una herida dolorosa), pero
Cristo ha lastimado la cabeza de Satanás (una herida fatal – véase Génesis
3:15). Satanás, desde su agonía, puede tirar a dar de manera peligrosa,
pero el peligro que presenta es limitado y temporal.
“Temed antes a aquél que puede destruir el alma y el cuerpo en el
infierno” (v. 28). La escritura a menudo habla de temer al Señor (Salmo
2:11; 15:4; 19:9; 22:23; 25:12; etcétera, etcétera, etcétera). Preferimos
pensar del amor de Dios en vez de su sentencia. Por eso hemos perdido
nuestro asombro en presencia de Dios. Es apropiado, sin embargo, temer al
Señor, porque Dios tiene autoridad sobre cuerpo y alma por toda la eternidad.
Dios tendrá toda eternidad para arreglar los males que gente inflige.
“Por lo tanto, el temor a Dios... sobrepasa el temor que puedan causar las
cortes humanas y libera al discípulo para que sea un testigo valiente” (Boring,
264).
VERSÍCULOS 29-31: MÁS
VALÉIS VOSOTROS QUE MUCHOS PAJARILLOS
29¿No se venden dos pajarillos por un cuarto (griego:
assariou)? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro
Padre. 30Pues aun vuestros cabellos están todos
contados. 31Así que, no temáis: más valéis vosotros que muchos
pajarillos.
“¿No se venden dos pajarillos por un cuarto (griego: assariou)?”
(v. 29). La tercera razón por no temer es el amor compasivo de
Dios. A Dios le importan hasta los pequeños gorriones, pájaros que, en
este versículo, se convierten en un símbolo de valor inconsecuente.
Por muchos años pensaba que el significado de este versículo era
que, en la época de Jesús, un gorrión casi no valía nada, en parte porque un
centavo estadounidense casi no vale nada. Barclay refuerza la idea que el
gorrión no vale nada anotando que, en Lucas 12:6, Jesús habla de cinco
gorriones vendidos por dos centavos mientras que Mateo habla de dos gorriones
vendidos por un centavo. Barclay concluye que el quinto gorrión, metido
en el trato sin costo de más, sugiere el poco valor que un gorrión realmente
tenía (Barclay, 401).
“Pues aún vuestros cabellos están todos contados” (v. 30).
El Dios que se preocupa por un pequeño pajarito también se preocupa por las
cosas pequeñas de nuestras vidas – hasta de nuestro cabello. Nos recuerda
a una nueva madre cuyo bebé es tan precioso que todo relacionado con el bebé le
parece maravilloso – cada dedo y dedo del pie parece un milagro separado.
Dios nos ama con ese tipo de detalle.
VERSÍCULOS 32-33: EL QUE ME
CONFIESE, LE CONFESARÉ YO
32Cualquiera pues que me confiese (griego: homologesei) delante
de los hombres, le confesaré yo también delante de mi Padre que está en los
cielos. 33Y cualquiera que me negare delante de los hombres,
le negaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos.
Estos versículos contienen promesa y aviso al mismo tiempo.
Jesús promete lealtad a aquéllos que le son fieles a él. Si reconocemos a
Jesús ante los demás, Jesús nos reconocerá ante el Padre en el cielo. Sin
embargo, si negamos a Jesús ante los demás, él nos negará a nosotros ante el
Padre. La imagen que nos presenta es la de una sala de corte en la que
Jesús sirve (o se niega a servir) como nuestro defensor. Si Jesús es
nuestro defensor, no podemos perder. Si Jesús se niega a tomar nuestro
caso, no podemos ganar. Entonces, nuestras acciones en esta vida tienen
consecuencias eternas porque Jesús las considera cuando llega el momento de
decidir si nos va a defender, o no.
“Cualquiera pues, que me confiese (griego: homologesei)
delante de los hombres” (v. 32). Homologesei “significa
confesar o confiar en, por ejemplo, al declarar su alianza a Cristo. En
el contexto de persecución (recuerde vv. 17-25), tal reconocimiento significa
permanecer leal a Jesús y hasta morir defendiéndole. Este tipo de
compromiso no se finge fácilmente” (Blomberg).
Reconocemos a Jesús por acciones tanto como por palabras. La
persona que venera a Cristo cada domingo, cantando himnos con gusto y recitando
credos de memoria, está reconociendo a Jesús públicamente. Sin embargo,
si el lunes esa misma persona actúa de manera egoísta o deshonesta, compromete
la lealtad que demostró el domingo. Las palabras de nuestras bocas y las
obras de nuestras manos deben ser consistentes si nuestro testimonio ha de ser
efectivo.
DOMINGO
14 DE JULIO
Lucas 10, 25-37
VERSÍCULOS 25-26: ¿HACIENDO
QUÉ COSA?
25Y he aquí, un doctor de la ley se levantó,
tentándole y diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida
eterna? 26Y él dijo: ¿Qué está escrito de la ley? ¿Cómo lees?
Marcos 12:28-34 y Mateo 22:34-40 se paralelan a este texto de
Lucas. Mateo y Lucas dicen que el abogado simplemente estaba probando a
Jesús, mientras que Marcos no menciona esto. Marcos pone a Jesús en
posición de alojar al abogado, diciéndole “No estás lejos del reino de
Dios.” Solo Lucas utiliza la historia del abogado para presentar la
parábola del Buen Samaritano.
El entrenamiento del abogado está en el Tora. Ha pasado
mucha de su vida preguntando y contestando preguntas de la ley. Su manera
de expresarse a través de preguntas y repuestas puede parecer hostil, pero
también puede llevar a una amigable discusión, mucho como los atletas que
prueban sus técnicas unos con otros. Quizá el abogado ya ha sobrepasado
toda la competición local y está ansioso de probarse a si mismo contra este
nuevo Rabí. Jesús les acaba de decir a sus discípulos, “Bienaventurados
los ojos que ven lo que vosotros veis: Porque os digo que muchos profetas y
reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no
lo oyeron (vv. 23-24). Ahora, el abogado quiere ver si uno que habla
tan grandiosamente puede contestar una simple pregunta (Culpepper, 227).
“¿Haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?” (v. 25). El uso
de la palabra “poseer” es interesante. El control de una herencia está en
manos del que la da – no en manos del que la recibe. Dios le prometió a
Israel que heredaría la Tierra Prometida (Lev. 20:24), y todos comprendieron
que la herencia era un regalo. Sin embargo, es posible que una persona
ofenda a su benefactor y pierda la herencia. También es posible dejar una
impresión favorable sobre un benefactor y ganarse la herencia. El abogado
pregunta que es lo que tiene que hacer para impresionar favorablemente a Dios y
así ganarse la herencia de la vida eterna.
Craddock cuestiona lo que pasa en este intercambio entre Jesús y
el abogado. Explica que el abogado hizo su pregunta, no para entender
mejor, sino para ganar ventaja sobre Jesús. Craddock concluye que esto no
es “una práctica del reino” (Craddock, 150).
Hay una lección aquí para nosotros. Estamos tentados a
mejorar nuestro testimonio hacia los que no asisten a la iglesia aprendiendo
las respuestas para cada pregunta. Sin embargo, esto nos tienta a entrar
en una lucha verbal – inefectiva, lo más probable. Nuestro testimonio
depende menos de respuestas astutas que de amor. Si verdaderamente amamos
a Dios, al prójimo, y a nosotros mismos, entonces, como sugiere este texto,
nuestro prójimo se sentirá atraído por nuestro amor.
“¿Qué está escrito de la ley? ¿Cómo lees?” (v. 26). La
pregunta de Jesús le devuelve el reto al abogado. “¡Tú eres el experto!”
¡Has pasado la vida estudiando la ley! ¡Dímelo tú a mí! La respuesta de
Jesús también sirve para dirigir la discusión hacia las escrituras, fundamento
de la vida judía, y afirma la lealtad de estas escrituras para guiarnos por el
buen camino.
VERSÍCULOS 27-28: AMARÁS AL
SEÑOR – Y a TU PRÓJIMO COMO a TI MISMO
27Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu
Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo
tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo. 28Y le dijo: Bien
has respondido: haz esto, y vivirás.
La respuesta del abogado viene de dos escrituras: “Y Amarás a Yahvé
tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”
(Deuteronomio 6:5) y “mas amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev.
19:18). El pasaje de Deuteronomio es parte del Shema, que judíos repiten
dos veces al día. Por lo tanto, no nos debe sorprender que se encuentre
en los pensamientos del abogado.
“La llamada de Jesús hacia el amor se representa mejor en la
propia pasión que Jesús tiene hacia Dios, su intimidad con Dios, y su fidelidad
a Dios; igual que su pedido de amar al prójimo se representa mejor en la vida
de este amigo de recaudadores de impuestos y pecadores” (Nolland).
Estos mandamientos llaman a un amor hacia Dios y prójimo, pero
también reconocen un tercer amor – el amor propio. El segundo mandamiento
da por hecho que nos importamos a nosotros mismos y nos pide que tengamos el
mismo nivel de amor hacia nuestro prójimo – que estemos tan preocupados por el
bienestar del prójimo como lo estamos por nosotros mismos. Nos llama a
calcular de nuevo los límites entre “nosotros y ellos” – agrandar nuestro
círculo para que solo haya un “nosotros.”
“Bien has respondido: haz esto, y vivirás” (v. 28). El
abogado es erudito de la ley y sabe lo que requiere. Empezó a cuestionar
a Jesús preguntándole qué es lo que debe hacer para ganarse la vida
eterna. Ahora, Jesús le dice que debe hacer lo que él ya sabe.
Entonces, vivirá.
VERSÍCULO 29: ¿Y
QUIÉN ES MI PRÓJIMO?
29Mas él, queriéndose justificar a sí mismo,
dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Ésta es una pregunta práctica presentada por un hablador hábil que
quiere “justificarse” – quiere ganarse unos puntos en el debate. ¿Cómo
puede él obedecer el segundo mandamiento sin saber quién es su prójimo?
Es el tipo de pregunta que los Rabíes discuten sin cesar. Tal debate a
veces representa una autentica devoción a la ley, pero fácilmente se puede
deteriorar en un ejercicio académico. Al continuamente debatir la ley,
uno puede aplazar el tener que observarla.
En la superficie, el abogado pregunta a quién debe amar. Sin
embargo, a un nivel más profundo, le está pidiendo a Jesús que defina los
límites. De esta manera sabrá quién no se le requiere amar. Si
determina quién es su prójimo, también sabrá quién no es su prójimo.
Mientras que en el Antiguo Testamento hay un fuerte énfasis en la
separación de Israel de las gentes a su alrededor (véase Deuteronomio 7), el
mismo capítulo que requiere amar al prójimo también dice, “Como a un natural de
vosotros tendréis al extranjero que peregrinare entre vosotros; y amalo como a
ti mismo; porque peregrinos fuisteis en la tierra de Egipto: Yo Yahvé vuestro
Dios” (Lev. 19:34). Esto amplía bastante la definición del prójimo, un
hecho que el abogado sabe bien. Sin embargo, lo que no se puede imaginar
es lo lejos que Jesús llevará esta definición.
VERSÍCULOS 30-37: LA
HISTORIA DE UN PRÓJIMO
Jesús podría decir, “Todos son tus prójimos.” En vez, cuenta
una historia que nos alienta a fijarnos más en el prójimo que se encuentra al
otro lado de la verja, que en la verja misma. Cuando fijamos los ojos en
la verja, no vemos claramente a nuestro prójimo. Sin embargo, cuando
miramos a nuestro prójimo, apenas podemos ver la verja.
La historia de Jesús puede tener sus raíces en 2 Crónicas
28:5-15. En esa historia, samaritanos rescataron judíos que habían sido
derrotados en batalla, les alimentaron, les vistieron, les ungieron, y les
llevaron a sus hogares en Jericó – mucho como el samaritano hará por el viajero
en la parábola de Jesús.
VERSÍCULO 30: LADRONES
LE DEJARON MEDIO MUERTO
30Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía
de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; é
hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Jesús nos dice poco del viajero que se convierte en la víctima de
ladrones. No sabemos si es judío, samaritano, o extranjero. No
conocemos el propósito de su visita a Jerusalén ni la esencia de su trabajo en
Jericó.
Jerusalén está situada en terreno montañoso, y el camino a Jericó
es curvo y rocoso, bajando más de 3,000 pies de altura en solo 17 millas.
Tal terreno provee ladrones con la oportunidad de emboscar al viajero y de
tener rutas fáciles de escape. Siempre que sea posible, gente viaja en
grupos por estos caminos. Al viajar solo, este hombre tomó un riesgo y
pagó un alto precio por su decisión. El samaritano, sin embargo, no se
pregunta si el viajero mismo se causó el problema, sino que se detiene para
ayudarle. Solemos agrupar gente necesitada en dos categorías, los que
merecen, y los que no merecen. Esto nos da la flexibilidad de poder
excusarnos a nosotros mismos al momento de tener que ayudar a los que no lo
merecen. El ser cristiano, sin embargo, se trata de ayudar a los que no
lo merecen (Romanos 5:8).
“Le despojaron” (v. 30). Sería posible para los transeúntes
determinar algo de la identidad del hombre caído según su ropa o su manera de
hablar, pero los ladrones le han despojado de su ropa y le han dejado
inconsciente. Por lo tanto, le han dejado irreconocible.
Transeúntes quizá se detuvieran más rápidamente si pudieran identificar al hombre
como miembro de su grupo, pero no pueden hacer eso (Bailey, Through
Peasant Eyes, 42-43).
VERSÍCULOS 31-32: PASARON
DE UN LADO
31Y aconteció, que descendió un sacerdote por
aquel camino, y viéndole, se pasó de un lado. 32YAsimismo un Levita,
llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó de un lado.
Esperamos compasión de los clérigos y damos por hecho que el
sacerdote y el levita ayudarán, pero pasan al hombre de un lado. Jesús no
dice porque no se detienen:
- Quizá estén en camino a cumplir con servicios religiosos –
excepto que Jesús dice que el sacerdote “descendió por aquel camino” (v. 31) –
“descendió” en dirección a Jericó en vez de subir hacia Jerusalén.
Sacerdotes cumplen su trabajo en el templo un período de tiempo y después
regresan a su hogar. Este sacerdote estaría camino a casa, y no
presidiría en el templo por algún tiempo.
- Quizá estén disgustados por lo que ven y prefieren no ensuciarse
las manos y la ropa. Esta razón es tan trivial que nos inclinamos a no
considerarla, pero muchas personas han pasado de largo por esta misma razón.
- Quizá teman que la víctima esté muerta. Cualquier judío
que toca un cuerpo muerto es considerado inmundo por siete días (Num. 19:11), y
debe pasar por una ceremonia de purificación al tercer y séptimo día para no
ser rechazado por la asamblea (Num. 19:13, 20). Un sacerdote o levita
inmundo queda prohibido de cumplir sus responsabilidades en el templo hasta ser
purificado – la ley especifica ciertas responsabilidades sacerdotales que
pueden dejar al sacerdote y a su asistente inmundos por una temporada – así,
sacerdotes y levitas inmundos no son algo fuera de lo común (véase Num.
19:1-10ª, esp. v. 7). Sin embargo, la ley que prohíbe que un sacerdote
toque un cuerpo muerto se expresa en términos exactos; “Ni entrará donde haya
alguna persona muerta, ni por su padre, ó por su madre se contaminará” (Lev.
21:11). El levita, sin embargo, tiene más flexibilidad aquí. Aunque
él también, quedará inmundo si toca un cuerpo muerto, las consecuencias son
menos severas para él que para el sacerdote.
- Quizá tengan miedo, pensando que el hombre ha sido puesto ahí
para hacerles caer en una emboscada. Las heridas del hombre caído
verifican la presencia de ladrones. Por eso, una emboscada es muy
posible. El sacerdote, levita, y samaritano tienen razón al preocuparse
por su seguridad.
- Quizá estén sobrellevados por la logística de transportar a un
hombre herido a través de las montañas y encontrarle ayuda en el próximo
pueblo. Mucha gente se encontraba en este tipo de viaje, lo que haría
imposible que ellos transportaran al hombre. Sin embargo el sacerdote,
como miembro de la clase alta, seguramente va montado y, por lo tanto, tiene
como transportarle (Bailey, 43). Jesús nos dice que el samaritano pone al
hombre sobre su propio animal, lo que significa que él también tiene como
transportarle. No sabemos si el levita va montado o no.
- Quizá el levita ve al sacerdote pasar, y queda influenciado por
su ejemplo.
Cualquiera que sean sus razones, la historia de Jesús demuestra que
“ser bueno en sentido legal no es lo mismo que amar a Dios o amar al prójimo,
cosas que el abogado mismo acaba de decir son necesarias para la salvación”.
Haríamos bien, sin embargo, en no demonizar al sacerdote o al
levita. Jesús no escogió al sacerdote ni al levita porque eran los
peores, sino porque eran los mejores. Si fuera gente terrible la historia
perdería su fuerza. También, haríamos bien en recordar las numerosas y
buenas razones por las que pasamos de un lado. Nosotros también tenemos
responsabilidades urgentes que no nos permiten demorarnos. Nosotros
tampoco queremos ensuciarnos. Nosotros también tenemos miedo de pasar por
una carretera desierta y ayudar a un desconocido. Nosotros también nos
encontramos sobrellevados por la logística de ayudar a los necesitados.
Estas preocupaciones son muy reales, y debemos reconocerlas como tal.
VERSÍCULOS 33-35: UN
SAMARITANO FUE MOVIDO A MISERICORDIA
33Mas un Samaritano que transitaba, viniendo
cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; (griego: esplanchnisthe –
movido por compasión hasta la profundidad de sus entrañas). 34Y
llegándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su
cabalgadura, llevóle al mesón, y cuidó de él. 35Y otro día al
partir, sacó dos denarios, y diólos al huésped, y le dijo: Cuídamele; y todo lo
que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré.
“Mas un Samaritano” (v. 33). Recientemente, una aldea
samaritana rehusó recibir a Jesús “porque era su traza de ir a Jerusalén” (9:53).
Ahora Jesús tiene la oportunidad de vengarse – de hacer al samaritano el
culpable de una historia que será contada una y otra vez a lo largo del
tiempo. Pero como veremos, hará lo contrario.
La estilística narrativa de la época hace que el tercer personaje
en una serie de tres rompa la norma establecida por el primer y segundo
personaje. Esta historia se conforma a esa norma, pero la progresión
natural sería sacerdote, levita, israelita. Jesús hace una historia
completamente diferente al escoger al samaritano como la persona que rompe la
norma (Culpepper, 229).
Judíos consideran a samaritanos como gente de media raza – casados
con paganos – contaminados – gente que no merece servir a Dios. Judíos
evitan contacto con samaritanos siempre que sea posible y les consideran aún
peor que paganos. Al fin y al cabo, los samaritanos estaban incluidos en
la promesa, pero no se valoraron lo suficiente para mantenerse puros.
Además, samaritanos se oponían a la reconstrucción del templo (Ezra 4:2-5 y
Neh. 2:19), y establecieron un templo rival en el Monte de Gerizim.
“Inmundos por ceremonia, socialmente expulsados, y heréticos en cuestiones
religiosas, el samaritano es lo contrario del abogado tanto como el sacerdote y
el levita. La historia habría sorprendido a sus primeros oyentes,
destrozando las categorías de quiénes son y no son del pueblo de Dios”
(Craddock, 150-151).
Igual que sabemos poco acerca de la víctima, sabemos poco acerca
del samaritano. Solo sabemos que está dispuesto a ayudar aunque se encuentre
en territorio judío entre gente que no se inclinaría a ayudarle a él en
circunstancias parecidas.
“Y viéndole” (v. 33). Ésta es la primera de las acciones de
redención del samaritano – ve al hombre herido. No separa la vista.
No ve al hombre herido como un pedazo de carne asquerosa y sin
esperanzas. Ve al hombre y, como veremos, siente su dolor.
“Fue movido a misericordia” (griego: esplanchnisthe –
movido por compasión hasta la profundidad de sus entrañas) (v. 33).
Cuando nosotros decimos ‘corazón,’ judíos a menudo decían ‘entrañas.’ En
particular, hablaban de las entrañas del amor y la compasión. Como con
nosotros, estos son sentimientos que vienen de muy adentro. No son
pensamientos fríos; nacen en lo más profundo de nuestro ser, y cuando son
arrancados, expulsados o expresados, nos alegramos o agonizamos” (Burghardt,
106-107).
“Echándoles aceite y vino” (v. 34). Aceite y vino no solo se
utilizan para curar heridas, sino que también se usan en la alabanza
judía. El sacerdote y el levita, que manejan aceite y vino en el templo,
fallan al no aplicárselos al hombre que encuentran por el camino para aliviar
su sufrimiento. “Es el samaritano odiado el que vierte el aceite y el
vino sobre el altar de las heridas de este hombre… Es el samaritano el
que vierte la verdadera ofrenda aceptable a Dios” (Bailey, Through
Peasant Eyes, 50).
El samaritano trata las heridas del hombre, de alguna manera le
pone sobre su animal, y le transporta al hostal más cercano. Al dueño del
hostal le da dos denarios, que constituyen dos días de paga para un obrero
(Mateo 20:2), y promete reembolsarle por cualquier gasto adicional. Su
generosidad hacia la víctima nos da tranquilidad en su promesa de pagar
cualquier gasto adicional.
Las acciones del samaritano reversan las de los ladrones.
Robaron al hombre, le dejaron por muerto, y le abandonaron. El samaritano
paga por el hombre, le deja en buenas manos, y promete regresar (Bailey, Through
Peasant Eyes, 53).
VERSÍCULOS 36-37: ¿QUIÉN
PUES FUE EL PRÓJIMO?
36¿Quién, pues, de estos tres te parece que
fue el prójimo de aquél que cayó en manos de los ladrones? 37Y él dijo: El
que usó con él de misericordia. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
De nuevo Jesús le devuelve la pregunta al abogado. El
abogado ni siquiera se atrevía a decir “el samaritano,” sino que solo contestó,
“El que usó con él de misericordia.” Su respuesta revela que él todavía
no está listo para aceptar al samaritano como su prójimo.
En este intercambio, Jesús nos ayuda a definir la palabra prójimo,
no en cuestión de límites, sino en cuestión de relaciones y necesidades
humanas. Los límites de amistad entre prójimos vienen, no de fuera, sino
de dentro. Podemos ser prójimo para cualquiera que nos acepte como tal.
La persona necesitada es el mejor candidato para ser nuestro prójimo, porque es
más probable ser aceptados por una persona que necesita nuestra ayuda. El
samaritano está dispuesto a ser el prójimo del hombre herido, y el hombre
herido está dispuesto a aceptar su ayuda. Puede ser que ése no hubiera
sido el caso si no hubiera estado herido.
Hay ironía aquí. La preocupación con pureza religiosa
previene al sacerdote y al levita de actuar como prójimos hacia el hombre caído
pero el samaritano, considerado inmundo por judíos, cumple con la ley (Lev.
19:18). “La ironía es intensificada por el mandato de Jesús que dice que
el experto de la ley debe seguir el ejemplo del samaritano” (Evans, 176-177).
“Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo” (v. 37b).
Después de la primera respuesta del abogado, Jesús dijo, “haz esto, y vivirás”
(v. 28). Después de la segunda respuesta del abogado, Jesús dice, “Ve, y
haz tú lo mismo” (v. 36). En el primer caso, Jesús incluyó la promesa que
el abogado encontraría la vida. En el segundo caso, no hace ninguna
promesa. El samaritano no calculó su recompensa. “Uno que demuestra
misericordia para ganarse recompensa, por lo tanto, no estaría haciendo ‘lo
mismo.’” (Culpepper, 230).
¿Con quién nos identificamos en esta parábola? Algunos se
sienten como el hombre herido en la parábola, y estarían felices de tener a un
Buen Samaritano que les trajera alivio. Otros se identifican con el
samaritano. Yo, personalmente, me identifico con el sacerdote y el
levita. Trato de hacer lo correcto, pero necesidad humana es tan
abrumadora que estoy tentado a pasar de largo por el otro lado.
LUNES 15
DE JULIO
Mateo 10, 34-11,1
VERSÍCULOS 34-36: NO LA
PAZ, SINO LA ESPADA
34No penséis que he venido para meter paz en la tierra: no he
venido para meter paz, sino espada. 35Porque he venido para
hacer disensión del hombre contra su padre, y de la hija contra su madre, y de
la nuera contra su suegra. 36Y los enemigos del hombre serán
los de su casa.
Ahora, Jesús dice que podemos esperar conflicto hasta en nuestra
propia familia cuando vivimos según nuestra fe en Cristo. El hijo mayor
que escoge a Cristo quizá ya no quiera participar en las prácticas religiosas
de sus padres. El esposo o la esposa que escoge a Cristo querrán asistir
a la iglesia los domingos cuando su familia preferirá su presencia en otro
lugar. Un proveedor de familia que escoge a Cristo quizá encuentre
necesario escoger un trabajo de menos compromiso y, consecuentemente, le ofrezca
menos paga. Fe en Cristo tiene un impacto sobre todos los aspectos de la
vida, desde la manera en que concebimos a nuestros hijos, hasta la manera en
que enterramos a nuestros difuntos. No es ninguna sorpresa que cuando
otros miembros de la familia no comparten nuestra fe, resientan las decisiones
que tomamos y el impacto que esas decisiones tienen sobre ellos.
VERSÍCULOS 37-39: EL QUE PIERDA
SU VIDA POR MI CAUSA, LA ENCONTRARÁ
37El que ama padre ó madre más que a mí, no es digno de mí; y
el que ama hijo ó hija más que a mí, no es digno de mí. 38Y
el que no toma su cruz, y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39El
que pierda su vida, la encontrará; y el que pierda su vida por causa de mí, la encontrará.
El Primer Mandamiento (Éxodo 20:3) nos pide servirle a Dios
excluyendo todos otros dioses. Jesús valida esa prioridad cuando un
abogado le pregunta, “Maestro, ¿cuál es el mandamiento grande en la ley?”
(Mateo 22:34-40). Jesús lleva la discusión más allá, al requerir lealtad
hacia él mismo aún antes que a un padre listo para enterrar (Mateo 8:22).
En nuestra lección de Evangelio, él requiere lealtad hacia él mismo antes de
lealtad a la familia.
El Quinto Mandamiento (Éxodo 20:12) nos pide honrar a padre y
madre. Las palabras de Jesús en v. 37 se pueden comprender como palabras
contra los padres, pero no lo son. “La llamada para amar a Cristo más que
a la familia es una manera indirecta de honrar a la familia. Jesús pidió
lealtad ante la más fuerte manifestación de amor familiar, no la más débil” (Craddock,
338). Jesús no defiende la falta de lealtad a la familia, en vez, nos
pide lealtad a Dios sobre lealtad a la familia.
VERSÍCULOS 40-42: EL
QUE A MÍ RECIBE
“El que os recibe (griego: dechomenos – recibe) a
vosotros, a mi recibe; y el que a mí recibe, recibe al que me envió” (v.
40). Ahora, Jesús les dice a los discípulos que aquéllos que les reciban
serán recompensados – así, revela una parte de su plan para ministerio de
salvedad.
Establece un acuerdo entre cuatro partes: Dios, Jesús, discípulo,
y el que recibe. Dios inició el acuerdo al mandar a Jesús.
Entonces, Jesús manda los discípulos. Al marchar, los discípulos toman el
tercer paso. Aquéllos que reciben a los discípulos toman el paso final,
proveyéndoles con el apoyo necesario.
Jesús dice que recibir al Hijo es el equivalente de recibir al
Padre – y al recibir al profeta, el que recibe gana la recompensa de
profeta. Éste es el concepto judío deshaliah, que reconoce al
emisario del rey como si fuera el rey. Hoy, esto todavía se practica en
muchos lugares. Por ejemplo, gobiernos piensan de una confrontación con
un embajador como una confrontación con el país que éste representa. A
nivel personal, padres consideran un regalo al hijo como un regalo al
padre.
Existen dos historias en el Antiguo Testamento de las que podemos
aprender. En ambas, los que recibieron al huésped proveyeron las
necesidades básicas para un profeta. Cada uno recibió un regalo de vida:
- En la primera historia, la viuda de Sarepta, quien la gente cree
morirá de hambre, rindió honor al pedido de Elías de un pedacito de pan después
de que Elías invocara la promesa de Dios, diciéndole que no le faltaría
comida. Consecuentemente, su “tinaja de la harina no escaseará, ni se disminuirá
la botija del aceite” (1 Reyes 17:8-24). Más tarde, al morir su hijo,
Elías le restauró la vida.
- En la segunda historia, una pareja Sunemita proporcionó a Eliseo
comida y una habitación cómoda porque él era un hombre santo de Dios.
Como recompensa, le prometió un hijo a esta pareja sin hijos.
El hijo nació y creció, pero después murió – y Eliseo le devolvió
la vida (2 Reyes 4:8-37).
Recibir a un profeta también implica que se acepta su mensaje.
“El que recibe profeta en nombre de profeta, misericordia de profeta recibirá; y el que
recibe justo en nombre de justo, misericordia de justo recibirá” (v. 41).
Jesús usa “en nombre de” para ser más específico. “‘En nombre de’ es una
expresión semítica que significa ‘porque uno es’” (Boring, 263). La
bienvenida se extiende porque el invitado es un profeta – o una persona justa –
o un discípulo. Aquí, Jesús no se refiere a una hospitalidad general,
sino a la hospitalidad que se extiende hacia los discípulos. Usa una
frase similar en 25:40 al dar la recompensa a los justos por alimentar a los
hambrientos, dar de beber a los sedientos, etcétera. “De cierto os digo
que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo
hicisteis.” Anote la frase, “estos mis hermanos pequeñitos.” Sin
duda, Cristo nos recompensará por la caridad extendida a cualquier persona
vulnerable, pero el énfasis en estos pasajes es el de hospitalidad hacia los
discípulos.
Nos imaginamos que cristianos importantes recibirán grandes
mansiones en el reino, mientras que el resto de nosotros recibirá mansiones más
pequeñas. La idea es dudosa, porque la salvación es regalada en vez de
ganada. Sin embargo, nuestra lección implica que existen recompensas
distintas para profetas, justos, y pequeños – y recompensas distintas para
aquéllos que reciben a profetas, justos, y pequeños.
En resumen, “El Evangelio se debe proclamar, y los que ayudan a
proclamarlo, sea directa o indirectamente, cumplen una función importante y
digna de alabanza” (Hagner).
Y así llegamos a la conclusión del Sermón de Misión (9:35 –
10:42).
MARTES 16
DE JULIO
Mateo 11, 20-24
Entonces se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían
realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido:
«¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en
Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha
que en sayal y ceniza se habrían convertido. Por eso os digo que el día del
Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaún,
¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Porque si en
Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría
el día de hoy. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la
tierra de Sodoma que para ti.»
Esta manera de describir la acción misericordiosa de Jesús era una
advertencia clara para los discípulos y las discípulas que andaban con Jesús
por Galilea. No podían esperar mucha recompensa ni elogio por el hecho de ser
misioneros de Jesús. La advertencia vale también para nosotros que, hoy, leemos
y meditamos este Sermón de la Misión, pues los evangelios están escritos para
todos. Nos invitan a confrontar nuestra actitud con la actitud de los
personajes que aparecen en el evangelio y a preguntarnos si somos como Juan
Bautista (Mt 11,1-15), como el pueblo interesado (Mt 11,16-19), como las
ciudades incrédulas (Mt 11,20-24), como los doctores que pensaban saberlo todo
y no entendían nada (Mt 11,25), como los fariseos que lo único que sabían hacer
era criticar (Mt 12,1-45) o como la gente pequeña que iba en busca de Jesús
para seguirle (Mt 12,15) y que con su sabiduría, sabe entender y aceptar el
mensaje del Reino (Mt 11,25-30).
MIÉRCOLES
17 DE JULIO
Mateo 11, 25-27
VERSÍCULOS 25-27: REVELADO
A LOS NIÑOS
25En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo:
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas
cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado a los
niños. 26Así, Padre, pues que así agradó en tus
ojos. 27Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie
conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y
aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar.
Jesús se dirige a Dios como Padre y como “Señor del cielo y de la
tierra” (v. 25). De esta manera captura ambos el lado cariñoso y el lado
majestuoso de Dios.
El enfoque cambia de aquéllos que han rechazado a Jesús a aquéllos
que le han aceptado. Dios ha escondido la verdad de “los sabios y los
entendidos,” pero ha revelado la verdad a “los niños” (v. 25). El
ambiente también cambia. En versículos 16-19, Jesús expresa frustración y
coraje hacia “esta generación,” pero en versículos 25-27, su humor es optimista
y agradecido. El optimismo de Jesús no se basa en ningún éxito reciente,
sino en la cariñosa autoridad de Dios y la intimidad entre Padre e Hijo.
“Has escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y
las has revelado a los niños” (v. 25). “No hay ninguna arbitrariedad
aquí. En vez, es una simple verdad que los sabios tienden a ser
orgullosos y auto-suficientes en su sabiduría y, particularmente, poco
receptivos a lo nuevo e inesperado. No es difícil, por ejemplo, ver que
la mayoría de los escribientes y fariseos caigan en esta categoría”
(Dunn).
“Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos” (v. 26). No es
por accidente que los “sabios y entendidos” rechazan a Jesús mientras que los
“niños” creen en él. “El plan de Dios – el Evangelio mismo – es bendecir
a los pobres de espíritu, los que lamentan, los débiles, los que buscan ser
justos, los niños, los pequeños” (Bruner, 431).
Esta regla tiene excepciones – excepciones que sirven para
probarla. Nicodemo, un fariseo, se acercó a Jesús de noche (Juan
3). José de Arimatea, un hombre rico, proveyó un lugar de entierro para
Jesús y asistió al cuidado de su cuerpo después de la crucifixión
(27:57-60). Gamaliel, un fariseo, aconsejó al Sanedrín que tuvieran
cuidado con su sentencia de los discípulos a no ser que se encontraran en
conflicto con la voluntad de Dios (Hechos 5). Saulo de Tarso, un fariseo
(Hechos 23:6; 26:5), se convirtió en un gran misionero cristiano y en autor de
mucho del Nuevo Testamento.
Estas excepciones demuestran que el Evangelio puede traer buenas
noticias para los ricos y poderosos también, pero es mucho más difícil que
personas con grandes recursos personales, sean monetarios o intelectuales,
admitan su necesidad por Cristo. Cristo bendice al suplicante humilde, y
es difícil para los ricos y poderosos ser humilde o suplicante..
Para comprender la intimidad entre Padre e Hijo, imaginemos la
relación que habría disfrutado Jesús con su padre carpintero. Aunque las
escrituras no nos digan mucho de la niñez de Jesús, José le habría empezado a
enseñar carpintería a Jesús tan pronto como fuera lo bastante mayor para
utilizar las herramientas. Cuando Jesús llegó a ser hombre, la
transferencia de sabiduría estaría completa. Jesús conocía las
herramientas – y la variedad de maderas – y técnicas – y medidas. Si José
lo sabía, Jesús también lo sabía. Trabajando juntos en su pequeño taller,
José y Jesús se podían comunicar fácilmente. Evaluaban los problemas de
la misma manera y desarrollaban las mismas soluciones. Si un vecino
necesitaba algún trabajo, Jesús podía hablar por su padre, y José podía hablar
por su hijo. Eran compañeros.
JUEVES 18
DE JULIO
Mateo 11, 28-30
VERSÍCULOS 28-30: LLEVAD
MI YUGO SOBRE VOSOTROS Y APRENDED DE MÍ
28Venid a mí todos los que estáis trabajados
y cargados, que yo os haré descansar. 29Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso (griego: praus –tímido,
humilde) y humilde (griego: tapeinos –
humilde, bajo) de corazón; y hallaréis descanso para vuestras
almas. 30Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Estos versículos se encuentran entre los más queridos y citados de
la Biblia, porque todos nosotros nos sentimos cargados y necesitados de
descanso.
En su contexto original, estos versículos hablaban específicamente
de los que se sentían cargados por la ley judía. Dios dio la ley para
guiar al pueblo judío por las complicaciones morales de la vida, pero gente
bien intencionada embelleció la ley hasta que convertirla en algo demasiado
complicado. Profesionales religiosos se sentían orgullosos por su
observación de la ley, pero ni ellos podían evitar romperla. La persona
común no podía ni acercarse a la perfecta observación de la ley.
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí” (v. 29).
“Rabíes a menudo hablaban del yugo de la ley (Aboth 3:5) o de los mandamientos
(Berakoth 2:2), pero siempre en forma de alabanza. Aceptar este yugo,
decían, es evitar el yugo de monarquías terrenales y de importancias mundanas”
(Johnson, 390). Tienen un punto. No podemos elegir no seguir a ningún
amo, sino que solo podemos elegir a cuál de ellos serviremos. El yugo de
la ley es mejor que el yugo del mundo, porque el yugo de la ley está inspirado
por Dios. En manos de escribientes y fariseos, sin embargo, el yugo de la
ley se convirtió en una carga casi tan pesada como el yugo del mundo.
“En contraste con sus oponentes (23:4), Jesús interpreta las leyes
basándose en su propósito original, el cual él conoce bien (5:17-48; 11:27;
12:8) – por ejemplo, interpretar las leyes del sábado según su devoción a Dios
en vez de reglas universales (12:7) y leyes del divorcio según la devoción que
uno tiene para su esposa en vez de un efugio para rechazarla (19:4-8)” (Keener,
221). “En ciertos lugares, la interpretación de Jesús (de la ley) será más
leve (por ejemplo, en la observación del sábado), en otros momentos será más
estricta (como con el divorcio) que la de los fariseos, pero la observación de
la ley en general será simplificada por su énfasis en ‘los asuntos más
importantes de la ley: justicia y misericordia y lealtad’ (23:23) y sobre el
doble mandamiento de amor (22:37-40)” (Hare, 128-129).
Jesús no propone que no tengamos un yugo, sino que aceptemos el
suyo, el cual eschrestos – “manejable, es decir, suave, agradable
(en vez de aspero, duro, y agudo)” (Thayer, 671). Un yugo bien hecho
distribuye la carga por igual, haciendo el trabajo más fácil. Un yugo
bien ajustado sigue las curvas del cuello del buey para que no le roce y le
haga daño. “Hay una leyenda que Jesús hacía los mejores yugos de toda
Galilea, y que hombres de todo el país venían a su taller de carpintería para
comprar los mejores yugos que Él pudiera hacer” (Barclay, 19).
Para una analogía contemporánea, consideremos las ventajas que
tiene la nueva maquinaria deportiva, tan avanzada tecnológicamente. Un
escalador puede ir más rápido, más lejos, y moverse más fácilmente cuando va
equipado con una mochila bien construida, una estufa pequeña, comida en seco, y
una tienda de campaña ligerísima. Nuevos avances en raquetas de tenis,
esquíes, palos de golf, y zapatos deportivos pueden ayudar a atletas a
conseguir nuevos records. Poder verse instantáneamente en una pantalla le
ayuda a analizar mejor a sus oponentes. Programas de entrenamiento
sofisticados le ayudan a lograr sus metas. Ninguno de estos equipos le
ayuda al atleta a ganar si solo se sienta en la periferia, pero sí aumentan la
habilidad del atleta en el campo deportivo. Cuando Jesús nos invita a
llevar su yugo y a aprender de él, es como si nos está dando acceso a los
mejores equipos y al mejor entrenamiento para el juego de la vida.
Un yugo generalmente conecta a dos bueyes para que trabajen como
equipo. Cuando Jesús nos invita a llevar su yugo y a aprender de él, nos
está invitando a unirnos a él en su arreo – a permitirle a él tomar el mando –
a permitirle que nos acompañe a través de momentos difíciles – a darle la
oportunidad de enseñarnos como se debe hacer.
“Porque soy manso (griego: praus – tímido,
humilde) y humilde (griego: tapeinos – humilde, bajo) de corazón”
(v. 29). Moisés era humilde (Num. 12:3), y Jesús bendijo a los praus (tímidos),
prometiendo que ellos “recibirán la tierra por heredad” (5:5) – una promesa que
no parece intuitiva. Nos parece que los valientes y los fuertes heredarán
la tierra. Quizá los tímidos hereden el cielo, pero dudamos que hereden
la tierra. Sin embargo, la promesa de Jesús se basa en la economía de
Dios en vez de los métodos del mundo. Igual que Jesús transformó al mundo
a través de su tímida sumisión a la voluntad de Dios para morir en la cruz,
también así, por la voluntad de Dios, el praus – aquéllos que
se someten a la voluntad de Dios – quedarán poseídos por un poder que
transciende sus habilidades y destrezas naturales.
“Y hallaréis descanso (anapausin) para vuestras almas” (v.
29). Jeremías le pidió a Israel: “preguntad por las sendas antiguas, cuál
sea el buen camino, y andad por él.” Prometió que, si lo hacían,
“hallaréis descanso para vuestra alma.” Israel, sin embargo, rechazó el
consejo de Jeremías, diciendo, “No andaremos” (Jeremías 6:16). Ahora,
Jesús hace una promesa similar a aquéllos que llevan su yugo.
Anapausin “anota un descanso
temporal, un alivio por ejemplo, para los soldados” (Thayer, 40) – un descanso
para refrescarnos y prepararnos para el trabajo que nos espera. Jesús no
nos invita a un descanso en el que nos sentamos en una silla, sino al descanso
de una vida con el propósito de ser discípulo. No les promete a los que
miran el reloj que saldrán temprano del trabajo, sino que les ofrece a los
discípulos energía, visión, y propósito.
Estamos cansados, aunque no observemos la ley judía.
Sentimos la carga de muchas cosas: ocupaciones, preocupaciones sobre trabajo,
matrimonio, dinero, salud, hijos, seguridad, y vejez, decisiones difíciles, criticismo
u oposición, soledad,y miles de otras cosas.
La preocupación de Jesús por nuestras cargas es tan
verdadera como su preocupación por los judíos de su tiempo, que también sentían
la carga de la ley. Su promesa es igual de real. “Venid a mí todos los
que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.” ¡Jesús
todavía hace eso! ¡Jesús todavía nos da descanso!
VIERNES
19 DE JULIO
Mateo 12, 1-8
En aquel tiempo cruzaba Jesús un sábado por los sembrados. Y sus
discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas. Al
verlo los fariseos, le dijeron: «Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito
hacer en sábado.» Pero él les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David cuando
sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios y
comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer a él, ni a sus
compañeros, sino sólo a los sacerdotes? ¿Tampoco habéis leído en la Ley que en
día de sábado los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin incurrir
en culpa? Pues yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo. Si hubieseis
comprendido lo que significa Misericordia quiero, que no sacrificio, no
condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del
sábado.»
El Hijo del Hombre es señor del sábado. Jesús termina con esta
frase: el Hijo del Hombre es señor del sábado. Jesús, él mismo, es el criterio
para la interpretación de la Ley de Dios. Jesús conocía la Biblia de memoria y
la invocaba para mostrar que los argumentos de los otros no tenían fundamento.
En aquel tiempo, no había Biblias impresas como tenemos hoy en día. En cada
comunidad sólo había una Biblia, escrita a mano, que quedaba en la sinagoga. El
que Jesús conociera tan bien la Biblia es señal de que durante treinta años de
vida en Nazaret, ha participado intensamente en la vida de la comunidad, donde
todos los sábados se leían las escrituras. La nueva experiencia de Dios como
Padre hacía que Jesús llegara a descubrir mejor cuál había sido la intención de
Dios al decretar las leyes del Antiguo Testamento. Al convivir con la gente de
Galilea, durante treinta años en Nazaret, y sintiendo en la piel la opresión y
la exclusión de tantos hermanos y hermanas en nombre de la Ley de Dios, Jesús
tiene que haber percibido que esto no podía ser el sentido de aquellas leyes.
Si Dios es Padre, entonces él acoge a todos como hijos e hijas. Si Dios es
Padre, entonces debemos ser hermanos y hermanas unos de otros. Fue lo que Jesús
vivió y rezó, desde el comienzo hasta el fin. La Ley debe estar al servicio de
la vida y de la fraternidad. “El ser humano no está hecho para el sábado, sino
el sábado para el ser humano” (Mc 2,27). Fue por su fidelidad a este mensaje
que Jesús fue condenado a muerte. El incomodaba al sistema, y el sistema se defendió,
usando la fuerza contra Jesús, pues él quería la Ley al servicio de la vida, y
no viceversa. Falta todavía mucho para que tengamos esa misma familiaridad con
la Biblia y la misma participación en la comunidad como Jesús.
SÁBADO 20
DE JULIO
Mateo 12, 14-21
Pero los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra él
para eliminarle.
Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguieron muchos y los curó a todos. Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran; para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:
He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante,
hasta que lleve a la victoria el juicio: en su nombre pondrán las naciones su esperanza.
Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguieron muchos y los curó a todos. Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran; para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:
He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante,
hasta que lleve a la victoria el juicio: en su nombre pondrán las naciones su esperanza.
Le siguieron muchos y curó a todos. Y les mandó enérgicamente que
no le descubrieran. La gente sabe discernir. Jesús pide para que no divulguen
demasiado lo que está haciendo. Contraste grande. Por un lado, el conflicto de
vida y muerte entre Jesús y las autoridades religiosas. Por otro lado, el
movimiento de la gente deseosa de encontrarse con Jesús. Eran sobre todo los
excluidos y los marginados que venían donde él con sus males y sus
enfermedades. Los que no eran acogidos en la convivencia social de la sociedad
y de la religión, eran acogidos por Jesús.
DOMINGO
21 DE JULIO
Lucas 10, 38-42
VERSÍCULOS 38-42: MARTA Y
MARÍA
–– Jesús visita a las mujeres en su casa, y Marta lo recibe “en su
casa” (v. 38). Aunque Lázaro es el hermano de Marta y María (Jn. 11:1-2), esta
historia no lo menciona a él ni a los discípulos varones que lo acompañan. No
existe una referencia a un hombre como jefe de esta casa. Claramente Marta está
a cargo.
–– María se sienta a los pies de Jesús para recibir su enseñanza,
que es la postura de un discípulo, el lugar de un hombre. El evangelio de Lucas
frecuentemente habla de mujeres en lugares de honor.
En años recientes algunos estudiosos han caracterizado esta
historia como un atento de la iglesia primitiva para definir el papel de las
mujeres en el ministerio (Reid, 373-375). Sin embargo, esta historia “no es
sobre las mujeres; es un pasaje sobre el discipulado” (Bock, 200). “El
contraste no es entre el ‘servir’ (es decir, el papel de liderazgo activo de
las mujeres en la comunidad) y ‘escuchar’ (es decir, el papel pasivo de las
mujeres en la comunidad), sino entre ‘escuchar la palabra’ (es decir, el
discipulado) y la conducta ‘ansiosa’ (es decir, la antítesis del discipulado)”
(Green, 436).
VERSÍCULO 38: MARTA LO
RECIBE EN SU CASA
38Y aconteció que yendo, entró él en una
aldea: y una mujer llamada Marta, le recibió en su casa.
Lucas no nos dice cuál es la aldea, pero Juan nos dice que María y
Marta viven en Betania (Jn. 11:1-2; 12:1-3). Es allí que Jesús levanta a Lázaro
de la muerte (Jn. 11:17-44). Es en esta misma casa que María unge los pies de
Jesús con perfume y los seca con sus cabellos (Jn. 12:1-3). Jesús va en camino
a Jerusalén donde va a morir. Betania está cerca de Jerusalén, y sentimos la
sombra de Jerusalén colgando sobre esta historia.
Lucas no nos dice cuánta gente había venido con Jesús, solamente
que “yendo” entró en “una aldea”. Los setenta ya habían regresado de su jornada
(10:17). ¿Ellos también están viajando con Jesús, o solamente son los doce? No
sabemos.
Marta recibe a Jesús en su casa. También es la casa de Lázaro y
María, pero Marta hace la invitación y la invitación es a su casa.
En las diversas narraciones sobre María y Marta, generalmente Marta toma el
liderazgo. La excepción más dramática es cuando María interrumpe la cena de
Marta al ungir los pies de Jesús con perfume. Este incidente parece algo distinto
del carácter callado, apartado de María, ¡pero algunas veces los callados nos
sorprenden! No se menciona a los discípulos. Esto se puede deber a que las
casas son pequeñas, y Marta solamente puede recibir un grupo pequeño dentro de
su casa. Lo más seguro es que representa la forma en que Lucas arroja luz sobre
Marta, María y Jesús. Poner a todos los demás en escena solamente nos
distraería.
VERSÍCULO 39: MARÍA
SE SENTÓ A LOS PIES DE JESÚS Y ESCUCHÓ
39Y ésta tenía una hermana que se llamaba
María, la cual sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
María asume el liderazgo aquí. Mientras que Marta se afana con
muchas tareas (un papel tradicional femenino), María se sienta a los pies del
Señor y recibe su enseñanza (un papel tradicional masculino).
María escucha lo que Jesús dice. “Las palabras que Jesús
pronuncia, en todo otro lugar se dice que es la ‘palabra de Dios’ (5:1; 8:11,
21; 11:28), y aquí ‘su palabra’ se debe ver bajo esta luz. Nada menos que la
visita de Dios se está llevando a cabo aquí (7:16; 19:41-44)” (Nolland).
VERSÍCULO 40: MARTA SE
DISTRAÍA CON MUCHAS COSAS
40Pues Marta se distraía en muchos
servicios (griego = diakonian, la palabra de donde derivamos la palabra
“diácono”); y sobreviniendo, dice: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana
me deja servir sola? Dile pues, que me ayude.
Marta hace lo que la gente espera de ella. Cumple su deber.
Prepara la comida. Ofrece hospitalidad. María, por el contrario, no hace
ninguna de esas cosas. Desde la perspectiva de Marta, María está descuidando
sus verdaderas responsabilidades, y Marta está pagando el precio. Toda persona
“responsable” algunas veces siente la carga de llevar más de lo que le
corresponde, y eso es lo que Marta está experimentando. Es demasiado esperar
que la persona “responsable” nunca sienta resentimiento.
María está sentada “á los pies de Jesús” (v. 39). Marta se dirige
a Jesús como “Señor” (v. 40), pero con el mismo aliento lo reprende y le da una
orden. “¿No tienes cuidado?” y “dile pues, que me ayude,” muy difícilmente es
el tono respetuoso que uno usa para dirigirse al Señor. Marta está concentrada
en su propia agenda, y le pide a Jesús que se una él mismo y a María a esa
agenda. “Aquí hay un contraste deliberado entre Marta que le dice a
Jesús lo que debe decir, y María que escucha lo
que Jesús quiere decir” (Nolland).
VERSÍCULOS 41-42: MARÍA
ESCOGIÓ LA BUENA PARTE
41Pero respondiendo Jesús, le dijo: Marta,
Marta, cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás turbada: 42Pues una
cosa es necesaria; y María escogió la buena parte(griego =
agathen merida, buena parte), la cual no le será quitada.
“Marta, Marta”. Jesús repite el nombre de Marta como una manera
gentil de reprenderla. Jesús nota su distracción en lugar de su hospitalidad.
De seguro que aceptaba bien la comida, pero acepta todavía mucho mejor el
discipulado. Está rumbo a Jerusalén y la cruz, y esta es su última visita (en
este evangelio) a la casa de estos queridos amigos. Marta y María necesitan a
Jesús, y el afán de Marta lo distancia de él. Jesús necesita a Marta y María
también. Él sabe lo que le espera en Jerusalén, y necesita buenos amigos ahora
más que buena comida.
“María escogió la buena parte (griego = agathen merida, buena
parte)” (v. 42). La mejor parte que María ha escogido es sentarse a los
pies de Jesús y escuchar, es ser su discípula. Ya habrá tiempo suficiente para
la acción. Primero, el discípulo debe aprender del maestro, de otra manera el
afán del discípulo puede crear más problemas de los que puede resolver. Esto
tiene implicaciones para nosotros hoy. También nosotros estamos ocupados con
muchas cosas. Nosotros también estamos preocupados y distraídos. Nosotros
también necesitamos escoger la mejor parte: sentarnos a los pies del maestro,
orar, buscar la dirección del Señor. Solamente así estaremos seguros de que
nuestra actividad hará avanzar las actividades del Señor. Solamente así podemos
esperar que el Señor bendiga nuestro trabajo.
“Muchas cosas... una cosa” (vv. 41-42). Jesús contrasta la distracción
de Marta (“muchas cosas”) con la concentración de María (“una cosa”). La única
cosa en la que María está concentrada no es el pan, sino en “todo lo que sale
de la boca de Yahvé” (ver Dt. 8:3).
Como alguien que está acostumbrado a hacer cosas,
me siento mal por Marta. Ella está cumpliendo con su deber tal como lo ve.
Trabaja duro. Tiene buenas razones para resentir la actitud de María, que (como
lo ve Marta) la ha abandonado en un momento crítico. Las palabras de Jesús
deben sentirse como una bofetada en el rostro. Si yo fuera Marta, le hubiera
tomado la palabra a Jesús, apagaría la estufa y me sentaría a escuchar. En
cierto momento la gente comenzaría a pensar en la comida. Veamos qué tanto le
toma a Jesús entender el error de su posición. ¡El hambre es un buen maestro.
La ironía, por supuesto, es que Jesús hacía poco había alimentado
a cinco mil personas con solamente cinco panes y dos pescados (9:12-17). Si
podía hacer eso, Marta puede confiar en que Jesús tiene los medios para proveer
comida a sus invitados, así que no pasarían hambre. Además, como Jesús le dijo
al tentador, “Escrito está: Que no con pan solo vivirá el hombre” (4:4).
Pero seamos sensibles a quienes en la congregación expresan su
amor por la familia, amigos, y por Jesús trabajando en la cocina. ¿Acaso esta
historia invalida su duro trabajo? ¡No! Jesús ha usado los servicios de buenos
cocineros o cocineras para salvar almas. La historia de María y Marta no nos
enseña que sea mejor sentarse que hacer algo. Nos enseña a discernir, a
plantear prioridades cuidadosamente, a buscar la mejor parte, la buena porción,
cualquier cosa que eso sea en las diferentes situaciones en que a veces nos
encontramos.
Y, una vez más, recordemos la relación de esta historia a la
parábola del buen samaritano. “Hay un tiempo para ir y hacer; hay un tiempo
para escuchar y reflexionar. Sabiendo cuáles son los asuntos que requieren
discernimiento espiritual. Si le preguntáramos a Jesús cuál ejemplo nos queda a
nosotros – el del Samaritano o el de María – probablemente su respuesta sería
Sí” (Craddock, 152).
LUNES 22
DE JULIO
Juan 20, 1.11-18
VERSÍCULOS 1-2: EL PRIMER
DÍA DE LA SEMANA VINO DE MAÑANA
1Y el primer día de la semana, María
Magdalena vino de mañana (en el griego algunos manuscritos
dicen erchetai proi = viene temprano), siendo aún
oscuro, al sepulcro; y vio la piedra quitada del sepulcro. 2Entonces
corrió, y vino a Simón Pedro, y al otro discípulo, al cual amaba Jesús, y les
dice: Han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto.
La gente creía que el espíritu de una persona muerta permanecía en
los alrededores de la tumba por tres días, así que comúnmente sólo visitaban la
tumba durante los primeros tres días después del entierro. Las leyes religiosas
prohibían las vistas durante el sábado, así que lo más temprano que María podía
visitar la tumba era al ocultarse el sol en nuestra tarde del sábado, y en que
termina el sábado y comienza el primer día de la semana. Nuestra tradición
coloca la visita cerca del amanecer del domingo, pero Juan nos dice que es
temprano en el primer día de la semana y sigue oscuro.
VERSÍCULOS 11-18: LE DICE
JESÚS: “¡MARÍA!”
11Pues María estaba fuera llorando junto al
sepulcro: y estando llorando, se bajó a mirar el sepulcro; 12Y vio dos angeles
en ropas blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera, y el otro a los
pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. 13Y Le dijeron:
Mujer, ¿por qué lloras? Le dices: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé
dónde le han puesto. 14Y como hubo dicho esto, se volvió atrás, y
vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. 15Le dice
Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿Á quién buscas? Ella, pensando que era el
hortelano, le dice: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo
lo llevaré. 16Le dice Jesús: ¡María! Volviéndose ella, le dice:
¡Rabboni! que quiere decir, Maestro. 17Le dice Jesús: No me toques:
porque aun no he subido a mi Padre: mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi
Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. 18Fué María
Magdalena dando las nuevas a los discípulos de que había visto al Señor, y que
él le había dicho estas cosas.
Entonces María se vuelve, y Jesús repite la pregunta que los ángeles
apenas le han hecho. María falla para reconocer a Jesús. Tal vez su visión está
obscurecida por las lágrimas. Tal vez su dolor la ha abrumado tanto que no
puede pensar claramente. Tal vez porque vino buscando a un hombre muerto, su
mente es incapaz de ver un hombre vivo. Frecuentemente vemos lo que esperamos
ver, y fallamos para reconocer lo inesperado que está frente a nuestros ojos.
Tal vez el cuerpo de Jesús ha sido transformado tanto que no es inmediatamente
reconocible.
Hay algo amoroso sobre Jesús haciendo su primera aparición ya
resucitado a María Magdalena, que es un personaje menor en este Evangelio.
Nosotros pensaríamos que Jesús concedería este honor a uno de los discípulos de
su círculo íntimo o a su madre. Pero los caminos de Dios no son nuestros
caminos. Nosotros no hubiéramos escogido a María Magdalena para este honor,
pero tampoco hubiéramos escogido al tramposo Jacob para mantener la promesa de
la gran nación, o a David para derrotar al gigante, o a Saulo para ser
misionero. Dios llama a quien Dios llama.
María, al igual que los discípulos de Emmaús, no reconoce a
Jesús hasta que un acto específico levanta el velo de sus ojos. Los discípulos
de Emmaús lo reconocen cuando partió el pan con ellos. María lo reconoce cuando
la llama por su nombre. Este incidente nos recuerda las palabras de Jesús “y a
sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y como ha sacado fuera todas las
propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz”
(10:3-4).
“No me toques: porque aun no he subido a mi Padre: mas ve a mis
hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro
Dios” (v. 17). Este versículo ha generado muchos comentarios en los
comentarios. ¿Por qué Jesús le prohíbe a María que lo toque y luego invita a
Tomás a que lo haga (v. 27)? ¿Cuál es la relación ente tocar y la ascensión?
Cuando Jesús habla de sus hermanos, ¿está hablando de sus hermanos carnales o
sus discípulos? ¿Cómo el tiempo de la ascensión en el evangelio de Juan se
relaciona con el de Lucas y Hechos?
Mientras que el evangelio de Juan ve una ascensión inmediata más
que cuarenta días después, esto no necesariamente está en conflicto con el
relato de Lucas-Hechos. En Lucas-Hechos “después de su resurrección, Jesús
apareció a sus discípulos muchas veces, pero no estuvo continuamente con ellos
como en los días antes de su crucifixión. Su morada, su hábitat, ya no era esta
tierra; en su ‘cuerpo espiritual’ (para usar el lenguaje de Pablo) ya no estaba
restringido como en ‘los días de su carne’ (Hechos 5:7), sino que ya estaba
glorificado... Su partida final fue... dramática y decisiva..., así que la
finalidad de lo que se estaba llevando a cabo fuera clara. En ese sentido, en
ambos relatos de Juan y Lucas-Hechos, Jesús está en el proceso de ascender al Padre
hasta la culminación de la ascensión” (Carson, 645).
María obedece yendo a los discípulos y anunciando “que había visto
al Señor”, y diciéndoles todo lo que él le había dicho a ella (v.
18).
MARTES 23
DE JULIO
Mateo 12, 46-50
La familia de Jesús. Los parientes llegan a la casa donde se
encuentra Jesús. Probablemente venían de Nazaret. De allí hasta Cafarnaún hay
unos 40 km. Su madre estaba con él. No entran, pero envían un recado: «¡Oye!
ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte.» La reacción de
Jesús es firme: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo
su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues
todo el que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, ése es mi hermano, mi
hermana y mi madre.» Para entender bien el significado de esta respuesta
conviene mirar la situación de la familia en el tiempo de Jesús.
MIÉRCOLES
24 DE JULIO
Mateo 13, 1-9
VERSÍCULOS 1-2: MUCHAS
GENTES SE ALLEGARON A ÉL
1Y aquel día, saliendo Jesús de casa, se
sentó junto a la mar. 2Y se allegaron a él muchas gentes; y
entrándose él en el barco, se sentó, y toda la gente estaba a la ribera.
La mar no se identifica, en parte porque Mateo no se preocupa
mucho por detalles geográficos, y en parte porque el Mar de Galilea toma un
lugar tan importante en el ministerio de Jesús que debe ser evidente.
Muchas gentes se reúnen, pero el contexto no especifica su relación con
Jesús. Jesús se mete en el bote, un buen lugar del que dirigirse a la
gente, y se sienta, la postura tradicional para un maestro.
VERSÍCULOS 3-9: EL
QUE SEMBRABA SALIÓ A SEMBRAR
3Y les habló muchas cosas por parábolas,
diciendo: He aquí el que sembraba salió a sembrar. 4Y sembrando,
parte de la simiente cayó junto al camino; y vinieron las aves, y la
comieron. 5Y parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra;
y nació luego, porque no tenía profundidad de tierra: 6Mas en saliendo el
sol, se quemó; y secóse, porque no tenía raíz. 7Y parte cayó en espinas; y
las espinas crecieron, y la ahogaron. 8Y parte cayó en buena tierra,
y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta. 9Quien
tiene oídos para oír, oiga.
¿Cómo se mide la cosecha de esta parábola? El rendimiento
depende en la cantidad que se planta pero, en su libro, Las parábolas de Jesús,
Jeremías escribe que las cosechas del primer siglo serían de siete a diez veces
más. Treinta veces más hubiera sido muy abundante, y cien veces más
hubiera sido verdaderamente asombroso (citado en Hare, 152-153; cf. Keener,
238). Hasta que con métodos y maquinaria agrícola moderna, la cosecha
media de trigo en los Estados Unidos durante los años 50 era entre quince a
veinte veces lo que se plantaba (Johnson, 409). Por lo tanto, las
palabras de Jesús en cuanto a la cosecha, parecen estar diseñadas para alentar
a los discípulos, que trabajan duro sin muchos resultados aparentes. La
parábola nos asegura que Dios trabaja bajo la superficie, creando
crecimiento que se manifestará con el tiempo. No debemos desesperarnos si
los resultados no son inmediatos.
La cosecha se extiende entre treinta y cien veces lo sembrado –
toda de buenas semillas plantadas en buen terreno. Si la cosecha es solo
treinta veces más que lo sembrado no se puede culpar ni la semilla ni el
terreno. Nuestra responsabilidad es plantar y regar; Dios es responsable
por el crecimiento (1 Cor 3:7).
JUEVES 25 DE JULIO
Mateo 20, 20-28
Entonces se le acercó la madre de los
hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo:
«¿Qué quieres?» Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se
sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino.» Replicó
Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?»
Dícenle: «Sí, podemos.» Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi
derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes
está preparado por mi Padre.»
Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»
Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»
• Santiago y Juan piden favores, Jesús
promete sufrimiento. Yo, ¿qué busco en mi relación con Dios y qué pido en la
oración? ¿Cómo acojo el sufrimiento que se da en la vida y que es contrario a
aquello que pido en la oración?
• Jesús dice: “¡No ha de ser así entre vosotros!” Nuestra manera de vivir en la comunidad y en la iglesia ¿está de acuerdo con este consejo de Jesús?
VIERNES 26 DE JULIO
Mateo 13, 16-17
«¡Pero dichosos vuestros ojos, porque
ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y
justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que
vosotros oís, pero no lo oyeron.
SÁBADO 27 DE JULIO
Mateo 13, 24-30
VERSÍCULOS 24-30: LA
PARÁBOLA DE LA BUENA Y LA MALA SEMILLA
24Otra parábola les propuso, diciendo: El
reino de los cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su
campo: 25Mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró cizaña (griego: zizania
– arista de cizaña) entre el trigo, y se fue. 26Y como la
hierba salió é hizo fruto, entonces apareció también la cizaña. 27Y
llegándose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Señor, ¿no
sembraste buena simiente en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28Y
él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron:
¿Quieres, pues, que vayamos y la cojamos? 29Y él dijo: No; porque
cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo. 30Dejad
crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo
diré a los segadores: Coged primero la cizaña, y atadla en manojos para
quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí.
“Vino su enemigo y sembró cizaña” (v. 25). Jesús menciona la
cizaña (zizania –arista de cizaña) que, en un estado más temprano,
su aspecto se aproxima al del trigo, haciendo casi imposible
identificarlo. A medida que las plantas maduran, las raíces de las malas
hierbas y las del trigo se enroscan, haciendo casi imposible separarlas –
cualquier intento de arrancar las malas hierbas también arrancará el
trigo. La separación, sin embargo, es necesaria, porque la cizaña es
ambos amarga y levemente tóxica. Si no se quita antes de moler, la arista
arruinara la harina. La solución común es separar los granos después de trillarlos esparciéndolos en una
superficie plana y hacer que gente separe a mano la arista que, en este estado,
es de un color diferente.
Entre las obras canónigas, solo Mateo recuenta esta parábola
(aunque una parábola similar se encuentra, sin interpretación, en el Evangelio
no canónigo de Tomás). Mateo se preocupa seriamente por el comportamiento
ético, porque la iglesia de la época de Mateo se enfrentaba con graves lapsos
de ética. Comienza su relato del ministerio de Jesús con el Sermón en el
Monte, el discurso principal de Jesús, presentando los temas centrales de su
ministerio. Mucho de ese sermón está dedicado a preocupaciones
éticas.
En el punto culminante del sermón, Jesús dice: “No todo el que me
dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la
voluntad de mi Padre que está en los cielos” (7:21) – unas palabras
inquietantes para una iglesia de salvación por medio de gracia.
A diferencia de Dios, no podemos conocer los corazones de la gente
– o adónde les pueden llevar sus vidas – o la probabilidad de su
redención. Dios no nos ha equipado con el entendimiento necesario para
arrancar la cizaña del jardín. Por muy maravilloso que sería tener una
iglesia “pura,” una iglesia sin pecadores, Jesús nos dice que la pureza solo
será posible durante la cosecha. Esfuerzos de hacer esto ahora probarán
desastrosos – destruirán lo bueno con lo malo. Segadores cumplirán la
separación durante la cosecha – siguiendo el plan de Dios – lo suficientemente
pronto.
Si queremos una iglesia santa, quizá el mejor lugar para empezar
es rezándole a Dios que nos conceda santa paciencia con aquéllos cuyo papel de
discípulo tiene fallos. Quizá nos ayude recordar que nuestro papel de
discípulos tiene fallos también.
DOMINGO
28 DE JULIO
Lucas 11, 1-13
VERSÍCULO 1: SEÑOR,
ENSÉÑANOS A ORAR
1Y aconteció que estando él orando en un
lugar, como acabó, uno de sus discípulos le
dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
Este pasaje empieza con Jesús rezando. Frecuentemente, Lucas
se refiere a las oraciones de Jesús (véase 3:21; 6:12; 9:18, 28; 10:21-22;
22:32, 41-42; 23:34, 46). En un capítulo anterior, Lucas reveló el
contenido de una de estas oraciones (10:21-22). Aquí, solo nos dice que
Jesús estaba rezando.
Juan enseñó a sus discípulos a orar, y los discípulos de Jesús
quieren que Jesús haga lo mismo por ellos. Seguramente están pensando
aprender una serie de rezos para recitar pero, quizá, también esperen aprender
los principios de la oración. Jesús les da una oración en particular, que
también sirve de modelo para oración extemporánea – también, les enseña acerca
del que rezan, presentando a Dios como un Padre cariñoso en quien pueden
confiar. Lucas utiliza este rezo para presentar una sección sobre
oración, que incluye una parábola (vv. 5-8) y una promesa (9-13).
El rezo tiene cinco peticiones. Las primeras dos (v. 2)
tienen que ver con Dios. Las últimas tres (v. 3-4) tienen que ver con
cumplir nuestras necesidades. Cada una de las últimas tres se expresa en
plural (“danos – perdónanos – no nos traigas”). Esto enfatiza la
comunidad de fe a la que pertenecemos en vez de nuestras necesidades
independientes. Para los que conocemos los Hechos acrósticos (Adoración,
Confesión, Agradecimiento, Suplicación), es interesante que en esta oración
Jesús no incluya adoración, confesión, ni agradecimiento – solo
suplicación.
VERSÍCULOS 2-4: CUANDO
OREIS, DECID: PADRE
2Y les dijo: Cuando orareis, decid: Padre (griego: pater) nuestro
que estás en los cielos; sea tu nombre santificado (griego: hagiastheto –
sagrado). Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así
también en la tierra. 3El pan nuestro de cada día, danos lo
hoy. 4Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos
a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del malo (griego: peirasmon –
prueba, juicio).
“Padre” (griego: pater) (v. 2). En el lenguaje
de Jesús, la palabra para padre es abba, pero Lucas usa la palabra
griega, pater. Ambas palabras se alejan de la norma judía en
cuanto al trato del nombre de Dios. El nombre hebreo para Dios es YHWH o
Yahweh. El pueblo judío está tan preocupado con la posibilidad de
profanar el nombre de Dios que, en vez, utilizan la palabra adoni, que
significa “mi Señor” (Lockyer, 427).
Sin embargo, la idea de Dios como Padre tiene raíces en el Antiguo
Testamento. Dios le instruyó a Nathán que le dijera a David, “Yo le seré
a él padre, y él me será a mí hijo” (2 Samuel 7:14). En un rezo, Isaías
dijo, “Tú pues eres nuestro padre” (Isaías 63:16). A través de Jeremías,
Dios le dijo a Israel, “Y dije: Padre mío me llamarás, y no te apartarás de en
pos de mí” (Jeremías 3:19) y “soy a Israel por padre” (Jeremías 31:9).
Malaquías dijo, “¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha criado un mismo
Dios?” (Malaquías 2:10).
Con la excepción de la promesa de Dios a David en 2 Samuel, estos
versículos del Antiguo Testamento se refieren a Dios como Padre del pueblo
israelita. Jesús continúa con este énfasis en esta oración, enseñándonos
a decir, “Danos – perdónanos – y líbranos del mal.”
A pesar de las referencias al Antiguo Testamento, a los discípulos
les debe sorprender oír a Jesús decir que comiencen sus oraciones con la
palabra “Padre.” Esto sugiere una familiaridad con la que la mayoría de
judíos se encuentra incómoda.
“Sea tu nombre santificado (griego: hagiastheto –
sagrado)” (v. 2). Uno de los diez mandamientos prohíbe usar el nombre de
Dios en vano (Éxodo 20:7). La ley del Tora prohíbe jurar falsamente con
el nombre de Dios (Lev. 19:12) o profanar el nombre sagrado de Dios (Lev. 21:6;
22:2; 22:32). Los Salmos mencionan el nombre sagrado de Dios (30:4;
33:21; 97:12; 103:1; etcétera) – el gran y maravilloso nombre de Dios (99:3) –
exaltando el nombre de Dios (138:2) – y bendiciendo el nombre sagrado de Dios
(145:1, 21).
El nombre de una persona es más que una simple
identificación. La relación entre el ser y el nombre es tan íntima que
ambos son inseparables. Una persona inteligente valora su nombre e
intenta hacer lo posible para mantenerlo. Jesús nos enseña a rezar para
que el nombre de Dios permanezca sagrado – y para que sea honorado y mantenido
puro. Cuando rezamos esta oración, es importante recordar que, como hijos
del Padre, nuestras vidas contribuyen o distraen de la consagración del nombre
del Padre. Nuestro comportamiento y reputación honran el nombre del Padre
o lo deshonran.
“Venga tu reino” (v. 2). Esta petición está unida a “sea tu
nombre santificado.” El reino de Dios es el lugar donde el nombre de Dios
permanece sagrado y donde es venerado. Cuando dejamos que Dios sea rey en
nuestras vidas, veneramos su nombre y permanece sagrado.
“El pan nuestro de cada día, danos lo hoy” (v. 3). Jesús les
enseña a los discípulos acerca de la oración y les recuerda de la relación
apropiada con Dios. La petición para el pan de cada día recuerda al maná,
que Dios daba a diario y que no se podía guardar excepto el sábado (Éxodo
16). El maná les recordaba a los israelitas de su dependencia diaria en
Dios para proveerles con las necesidades básicas de la vida. El pan
cumple la misma función en una sociedad primitiva y agrícola, donde el hambre
nunca está muy apartada. Ahora, Jesús repite esto en su petición por el
pan de cada día.
“Y perdónanos nuestros pecados” (4ª). En Mateo, Jesús les
enseña a los discípulos a orar, “Y perdónanos nuestras deudas” (griego: opheilemata)
(Mateo 6:12). En Lucas, Jesús les enseña a los discípulos a rezar, “Y
perdónanos nuestros pecados” (griego:hamartias). “El pecado es un
acto de rebelión contra la autoridad que Dios tiene sobre nosotros. Es
decirle ‘no’ a Dios. El mal de una persona contra otra no se encuentra en
la misma categoría, sino en la categoría de deudas” (Horn, 72). Jesús
habla de “pecados” para explicar las maneras en que ofendemos a Dios, pero usa
“deudas” para explicar las ofensas que experimentamos en relación a los demás
(v. 4b).
“Porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben
(griego: opheilonti)” (v. 4b). El pueblo judío conoce el tema
de perdonar deudas. Mientras que la ley prescribe “ojo por ojo” (Éxodo
21:23-24; Lev. 24:19-20), también requiere el perdón de las deudas en años
sabatinos y de júbilo (Lev. 25:23-28; Deuteronomio 15:1-5).
Un hijo fiel refleja la imagen y los valores del padre. De
la misma manera, Jesús espera que nosotros reflejemos el perdón de Dios.
¿Cómo puede el mundo aprender del perdón de Dios si no lo manifestamos en
nuestras vidas? Jesús muestra que perdonar va acompañado de ser perdonado
– si esperamos que Dios nos perdone a nosotros, nosotros debemos perdonarnos
unos a otros. “El que no puede perdonar no será perdonado; misericordia fluye por el mismo trayecto, sea
dada o recibida” (Culpepper, 235).
“Mas líbranos del malo” (v. 4c). Jesús experimentó la
tentación en el desierto (4:1-13). En otro momento de juicio, Jesús
rezará, “Padre, si quieres, pasa este vaso de mí; pues no se haga mi voluntad,
sino la tuya” (22:42) – pero el vaso no pasará. Frecuentemente,
cristianos pasan por tribulaciones. Al escribir este Evangelio, la
iglesia de Lucas se encuentra bajo persecución. Hoy, cristianos son
perseguidos y martirizados por su fe en muchas partes del mundo. Haríamos
bien en rezar para que Dios dejara pasar nuestro vaso.
Necesitamos la protección que Dios nos da sobre el mal que puede
destruirnos. Esto no es melodramático, sino real. Lea cualquier
periódico, y vera la realidad prevaleciente del mal: drogas que esclavizan la
juventud; apetitos sexuales que llevan a violencia contra mujeres y niños;
avaricia que deja víctimas por donde pasa. Es muy apropiado que recemos
por la salvación del mal de nuestros seres queridos, nuestra comunidad, nuestra
nación, nuestro mundo, y nosotros mismos.
Esta petición también “se puede comprender como el juicio del
final del tiempo. Ya que nadie puede escapar este juicio, la petición
generalmente se parece a una oración para pedir fuerzas para sobrellevar el
juicio, o para recibir un veredicto favorable en la corte divina” (Ringe, 163).
VERSÍCULOS 5-8: ¿QUIÉN DE
VOSOTROS TENDRÁ UN AMIGO?
5Le dijos también: ¿Quién de vosotros tendrá
un amigo, é irá a él a media noche, y le dirá: Amigo, préstame tres
panes, 6Porque un amigo mío ha venido a mí de camino, y no tengo que
ponerle delante; 7Y el de dentro respondiendo, dijere: No me seas molesto;
la puerta está ya cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo
levantarme, y darte? 8Os digo, que aunque no se levante a darle por ser su
amigo, cierto por su (griego: autou) importunidad (griego: anaideian) se
levantará, y le dará todo lo que habrá menester.
Ya que es mejor viajar de noche para evitar el calor del día,
viajeros pueden llegar tarde a su destino. Al no tener electricidad,
aldeanos se acuestan temprano y la mayoría de las familias comparten un solo
cuarto. Por lo tanto, una llegada tan tarde despertaría a la familia
durmiendo.
La gente del Medio Oriente toma la hospitalidad muy en
serio. El amigo del viajero tiene la obligación de mostrarla – proveer
una comida apropiada para el viajero. Fallar con esta responsabilidad
traería vergüenza a la familia. También traería vergüenza para la aldea
en general, porque la obligación de proveer hospitalidad cae sobre todos sus
miembros.
Obtener pan para un viajero hambriento sería difícil por la
noche. Pan se hace a diario y solo en la cantidad necesaria para ese día,
y no hay una tienda donde uno puede comprar pan en medio de la noche. Si
el dueño de la casa no tiene pan, un vecino sería el único recurso. El
dueño de la casa tiene todo derecho de pedirle ayuda al vecino, ya que la
comunidad comparte la responsabilidad de proporcionar hospitalidad. Si el
dueño está obligado, también lo está el vecino. Es incomprensible que él
rehúse ayudar.
“No me seas molesto” (v. 7). Cualquier padre puede
comprender la aversión del vecino. ¿Quién sabe cuánto tiempo llevará
calmar a los niños para que se duerman de nuevo después de ser
despertados? Sin embargo, las expectativas sociales son tan fuertes que
la preocupación de este hombre sobre sus hijos parece trivial en comparación
(Nolland).
“Por su importunidad (griego: ten anaideian autou –
la persistencia de él). La interpretación de este pasaje depende de estas
palabras – ten anaideian autou. Hay dos cuestiones aquí:
Primero, ¿qué significa anaideian? Segundo, ¿a quién se refiereautou –
al dueño o al vecino?
- Ken Bailey dice que anaideian tenía dos
significados entre cristianos – la falta de vergüenza y la insistencia.
Sin embargo, en la versión griega LXX del Antiguo Testamento tanto como en
literatura griega secular, solo tenía un significado – la falta de
vergüenza. Además, Bailey anota que la parábola no muestra al dueño
actuando con insistencia en v. 7-8 – i.e., no menciona que pegue fuertemente a
la puerta. El dueño no demuestra ninguna acción insistente – no suplica
ni ruega – no como en la ventana de la parábola del Juez Injusto
(18:1-8). Bailey entonces pasa a un estudio detallado de la palabra anaideian para
demostrar que sus raíces tienen que ver con vergüenza o la falta de vergüenza
más que con insistencia.
- Bailey intenta demostrar que autou (“su” o “de
él”) se refiere al vecino en vez del dueño. Dice que es el anaideian del
vecino que está funcionando aquí. Es decir, es la preocupación del vecino
sobre la posibilidad de ser avergonzado en vez de la insistencia del dueño lo
que cambia la dirección del pasaje. Si el vecino rehúsa ayudar, el dueño
pedirá ayuda de otros vecinos, que sabrán de la reacción negativa del primer
vecino – así avergonzándole a él y a su hogar. Para evitar esta vergüenza
el vecino finalmente consiente y le da al dueño todo lo que necesite
(Bailey, Poet & Peasant, 125-133).
Existe un entendimiento importante (si no universal) entre
eruditos que, aquí, anaideian tiene que ver con vergüenza más que
con insistencia – o quizá, una combinación de las dos. Sin embargo, hay
menos acuerdo en cuanto a qué es lo que de verdad está en juego – la falta de
vergüenza del dueño al pedir ayuda, o la preocupación del vecino de ser
avergonzado si no ayuda.
- El hecho de que esta parábola es seguida por el pasaje de
“Pedid... buscad... y llamad” (vv. 9-13) favorece la interpretación que la
falta de vergüenza del dueño al pedir ayuda es lo que salva el día.
“Pedid... buscad... y llamad” suena como alentar a insistir.
El movimiento en este pasaje va de menor a mayor. Si el
vecino fastidiado provee lo necesario, se puede depender aún más en un Dios
cariñoso.
VERSÍTULOS 9-13: PEDID,
Y SE OS DARÁ
9Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y os será abierto. 10Porque todo aquel que pide,
recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se abre. 11¿Y cuál padre de
vosotros, si su hijo le pidiere pan, le dará una piedra?, ó, si pescado, ¿en
lugar de pescado, le dará una serpiente? 12O, si le pidiere un huevo, ¿le
dará un escorpión? 13Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu
Santo a los que lo pidieren de él?
“Pedid... buscad... y llamad” (v. 9). Los verbos están en el
presente, lo cual sugiere una acción continua de pedir, buscar, y llamar.
“Porque todo aquel que pide, recibe” (v. 10). Jesús parece
sugerir que Dios aprobará personalmente cada pedido, pero nuestra experiencia
sugiere otra cosa. Además, Jesús rezó una oración que quedó sin contestar
(22:42). Recuerde que Jesús nos ha enseñado a dirigirnos a Dios como
Padre. Un Padre cariñoso escucha al niño, pero no acepta ciegamente cada
pedido. El hacerlo complacería al niño de forma inmediata, pero esto
crearía problemas a la larga. En vez, el Padre cariñoso provee lo
necesario, incluyendo límites y disciplina. La referencia al Espíritu
Santo en v. 13 pone un énfasis espiritual sobre pedir y recibir.
“¿Y cuál padre de vosotros?” (v. 11). De nuevo, el
movimiento va de menor a mayor. Si padres terrenales responden
favorablemente a los pedidos de sus hijos, podemos esperar que el Padre
celestial responda de una manera aún más favorable.
“Pescado... serpiente... huevo... escorpión” (vv. 11-12).
“Serpientes de agua a veces quedaban atrapadas en las redes de pesca. Al
enrollarse, el escorpión se parecía a un huevo” (Evans, 183).
“¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los
que lo pidieren de él?” (v. 13). Mateo 7:11 presenta a Jesús prometiendo
cosas buenas a los que las piden. Lucas presenta a Jesús prometiendo el
Espíritu Santo. “En Lucas, el regalo del Espíritu Santo es central para
poder comprender ambos a Jesús (3:21) y a la iglesia (24:49; Hechos 1:4, 5, 8,
2:28)” (Craddock, Interpretation, 154).
Por supuesto, la persona que pide pan puede preferir el pan al
Espíritu Santo. El entendimiento de nuestras necesidades es a menudo
superficial. El Dios que nos creó conoce nuestros límites y provee lo
necesario. Esto incluye ambos el Espíritu Santo y nuestro pan de cada
día.
LUNES 29
DE JULIO: VER DOMINGO 21 DE JULIO
MARTES 30
DE JULIO
Mateo 13, 36-43
VERSÍCULOS 36-43: LA
INTERPRETACIÓN DE LA PARÁBOLA
36Entonces, despedidas las gentes, Jesús se
vino a casa; y llegándose a él sus discípulos, le dijeron: Decláranos la
parábola de la cizaña del campo. 37Y respondiendo él, les dijo: El
que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre; 38Y el campo es el
mundo; y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos
del malo; 39Y el enemigo que la sembró, es el diablo; y la siega es el fin
del mundo, y los segadores son los angeles. 40De manera que como es
cogida la cizaña, y quemada al fuego, así será en el fin de este
siglo. 41Enviará el Hijo del hombre sus angeles, y cogerán de su
reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad, 42Y los echarán en
el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de
dientes. 43Entonces los justos resplandecerán como el sol en el
reino de su Padre: el que tiene oídos para oír, oiga.
La interpretación es alegórica (una interpretación en la que
muchas cosas tienen un significado escondido o simbólico). Dice que:
• El que siega la buena simiente = el
Hijo del Hombre
• El campo = el mundo
• La buena simiente = los hijos del
reino
• Las malas hierbas = los hijos del malo
• El enemigo = el demonio
• La cosecha = el final del siglo
• Los segadores = los angeles
Jesús identifica el campo, no como Israel o la iglesia, sino como
el mundo. “La interpretación tradicional pidiendo a Cristianos que no
juzguen al prójimo no es incorrecta, pero es demasiado estrecha. No es
solo a los “enterados” a quienes cristianos no deben juzgar. La
amonestación de ceder esfuerzos para arrancar la cizaña de la tierra
corresponde con 15:12-14 en cuanto a los fariseos; no son ‘plantados’ por el
Padre, quien tratará con ellos en el momento apropiado. Los discípulos de
Jesús no han de intentar arrancarles, sino dejarles” (Boring, 310-311).
MIÉRCOLES
31 DE JULIO
Mateo 13, 44-46
VERSÍCULOS 44-46: PARÁBOLAS
DE ALEGRÍA
44Además, el reino de los cielos es semejante
al tesoro escondido en el campo; el cual hallado, el hombre lo encubre, y de
gozo de ello va, y vende todo lo que tiene, y compra aquel
campo. 45También el reino de los cielos es semejante al hombre
tratante, que busca buenas perlas; 46Que hallando una preciosa perla, fue
y vendió todo lo que tenía, y la compró.
Hay dos lecciones que aprender aquí:
- Una es lo que nos exige el Evangelio. Gracia no es gratis,
sino que requiere acción. No podemos vacilar – tratar de servir a dos
amos (6:24). Ningún hombre hubiera obtenido el tesoro si no hubiese
estado dispuesto a pagar su precio. Además, esta parábola empieza con la
Parábola del segador (13:1-9), en la que la semilla no encuentra lugar para
tomar raíz en tres de los cuatro tipos de tierra. Jesús dice, “No os
hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde
ladronas minan y hurtan; Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni
orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan: Porque donde estuvo vuestro
tesoro, allí estará vuestro corazón” (6:19-21).
- La segunda es que la alegría, no el deber, es lo que lleva a
estos hombres a actuar. No venden todo para comprar el tesoro porque han
de hacerlo, sino porque sus corazones lo exigen. Al presentar el
Evangelio, haríamos bien en enfatizar alegría – proclamar Buenas Noticias en
lugar de malas. Condenación convence a pocas personas. Llamadas de
cumplimiento a menudo no entran por oídos tapados. Llamadas de alegría,
en vez, hacen que queramos responder.
VERSÍCULO 44: LA
PARÁBOLA DEL TESORO ESCONDIDO
No era raro que en esa época y lugar gente enterrara sus
posesiones más valiosas, dado que no existían bancos seguros para
cuidarlos. Pequeñas aldeas no podían prevenir el saqueo de bandoleros, y
soldados tenían la libertad de tomar lo que necesitaran. El entierro
proveía la mayor seguridad, pero no ofrecía garantías. Una persona podía
morir, llevándose a su tumba el secreto de su tesoro. Gente podía dejar
su hogar y más adelante encontrar que no podía volver. Ley rabínica judía
proveía que “Estos tesoros pertenecen al que los encuentre – si un hombre
encuentra fruta esparcida, dinero esparcido... éstos pertenecen al que los
encuentre” (Barclay, 94).
Hasta hoy, gente descubre tesoros escondidos y compra propiedades
antes que otros puedan descubrirlo y subir el precio. Inmediatamente se nos
ocurren el oro y el petróleo, pero algunos tesoros están escondidos a plena
vista. Personas astutas compran una granja al darse cuenta que el precio
pedido no toma en cuenta un huerto de nogales – arboles que pueden valer más
que el terreno. Otros compran el control de una compañía después de
determinar que el valor de romperla excede el de sus acciones.
VERSÍCULOS 45-46:LA
PARÁBOLA DE LA GRAN PERLA
“En el mundo antiguo las perlas ocupaban un lugar muy especial en
el corazón de los hombres. Gente deseaba poseer una bella perla, no solo
por su valor monetario, pero por su belleza también” (Barclay, 96).
“Relatos antiguos cuentan de perlas que valen millones de dólares en moneda
actual” (Keener, 246).
Mercaderes compran para vender, pero como podemos comprender por
esta corta parábola, este mercader quiere la perla por el placer que le da
poseerla. Quizá algún día circunstancias pueden causar que la venda, pero
sabemos que hasta que lo que pueda ser una venta provechosa, él la venderá con
gran aversión.