lunes, 1 de julio de 2013

LECCIODIVINA-JULIO-2013

 
 LA COMUNIDAD DE SAN LUIS BELTRÁN LÉE EL EVANGELIO


LUNES 01 DE JULIO

Mateo 8, 18-22

Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: « Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.» Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.» Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.»

Seguir a Jesús. Como los rabinos de la época, Jesús reúne a discípulos y discípulas. Todos ellos "siguen a Jesús". Seguir era el término que se usaba para indicar la relación entre el discípulo y el maestro. Para los primeros cristianos, Seguir a Jesús significaba tres cosas muy importantes, enlazadas entre sí:

a) Imitar el ejemplo del Maestro: Jesús era el modelo que había que imitar y re-crear en la vida del discípulo y de la discípula (Jo 13,13-15). La convivencia diaria permitía un confronto constante. En la "escuela de Jesús” se enseñaba sólo una única materia: el Reino, y este Reino se reconocía en la vida y en la práctica de Jesús.
b) Participar del destino del Maestro: Quien seguía a Jesús debía comprometerse con él a "estar con él en sus en sus pruebas" (Lc 22,28), inclusive en las persecuciones (Mt 10,24-25) y en la cruz (Lc 14,27). Tenía que estar dispuesto a morir con él (Jn 11,16).
c) Tener la vida de Jesús dentro de sí: Después de Pascua, a la luz de la resurrección, el seguimiento asume esta tercera dimensión: "Vivo, más no vivo yo, es Cristo que vive en mí" (Gl 2,20). Se trata de la dimensión mística del seguimiento, fruto de la acción del Espíritu. Los cristianos tratan de rehacer en sus vidas el camino que Jesús había recorrido, muriendo en defensa de la vida y resucitado por el poder de Dios (Fil 3,10-11).




MARTES 02 DE JULIO

Mateo 8, 23-27
Subió a la barca y sus discípulos le siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero él estaba dormido. Acercándose ellos le despertaron diciendo: « ¡Señor, sálvanos, que perecemos!» Díceles: « ¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. Y aquellos hombres, maravillados, decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?»

¿Quién es éste? ¿Quién es Jesús para nosotros, para mí? Esta debe ser la pregunta que nos lleva a continuar la lectura del Evangelio, todos los días, con el deseo de conocer más y más el significado y el alcance de la persona de Jesús para nuestra vida. De esta pregunta nace la Cristología. No nació de altas consideraciones teológicas, sino del deseo que los primeros cristianos tenían de encontrar siempre nuevos nombres y títulos para expresar lo que Jesús significaba para ellos. Son decenas y decenas los nombres, los títulos y los atributos, desde carpintero hasta hijo de Dios, que Jesús recibe: Mesías, Cristo, Señor, Hijo amado, Santo de Dios, Nazareno, Hijo del Hombre, Esposo, Hijo de Dios, Hijo del Dios altísimo, Hijo de María, carpintero, Profeta, Maestro, Hijo de David, Rabuni, Bendito el que viene en el nombre del Señor, Hijo, Pastor, Pan de vida, Resurrección, Luz del mundo, Camino, Verdad, Vida, Rey de los judíos, Rey de Israel, etc., etc. Cada nombre, cada imagen es un intento para expresar lo que Jesús significaba para ellos. Pero un nombre, por muy bonito que sea, nunca llega a revelar el misterio de una persona, mucho menos de la persona de Jesús. Jesús no cabe en ninguno de estos nombres, en ningún esquema, en ningún título. El es mayor que todo, supera todo. No puede ser enmarcado. El amor capta, la cabeza ¡no! Es a partir de la experiencia viva del amor, que los nombres, los títulos y las imágenes reciben su pleno sentido. Al final, ¿quién es Jesús para mí, para nosotros?



MIÉRCOLES 03 DE JULIO

Juan 20, 24-29


VERSÍCULOS 24-25: SIN NO LO VEO NO LO CREO

24Pues Tomás, uno de los doce, que se dice el Mellizo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25Le dijeron pues los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Y él les dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.


“Pues Tomás... no estaba con ellos cuando Jesús vino” (v. 24).  “Como resultado, él se negó a creer.  Esto nos debe servir de aviso.  Es difícil creer cuando no nos hacemos más fuertes con la compañía de otros creyentes” (Gossip, 798).

“Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré” (v. 25).  Tomás hace una demanda extravagante.  Antes, Jesús condenó aquéllos que exigían pruebas y maravillas antes de creer (4:48).  Tomás va aún más allá.  “Solo está dispuesto a poner a un lado su falta de fe si el Jesús resucitado sigue su criterio... Tomás demanda que Jesús sea ‘tocable.’  ...Insiste que el cuerpo resucitado de Jesús cumpla con sus requisitos” (Moloney, 537).


VERSÍCULOS 26-29: LA SEGUNDA APARICIÓN

26Y ocho días después (griego: meth hemeras okto – después de ocho días), estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Vino Jesús, las puertas cerradas, y se puso en medio, y dijo: Paz a vosotros.  27Luego dice a Tomás: Mete tu dedo aquí, y ve mis manos: y alarga acá tu mano, y métela en mi costado: y no seas incrédulo, sino fiel.  28Entonces Tomás respondió, y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! 29Le dice Jesús: Porque me has visto, Tomás, creíste: bienaventurados los que no vieron y creyeron.


“Y ocho días después” (v. 26).  El griego es meth hereras okto – después de ocho días.  Los ocho días han de contarse inclusivamente – de domingo a domingo – es otra vez el primer día de la semana.  Jesús se les aparece de nuevo.  Otra vez las puertas están cerradas (v. 26), pero ya no se encuentra ninguna mención de temor.  Todo lo demás es igual que el domingo pasado.  La aparición de Jesús a los discípulos la semana anterior ha transformado su miedo en fe.  Otra vez Jesús les da su paz.

“Mete tu dedo aquí, y ve mis manos: y alarga acá tu mano, y métela en mi costado” (v. 27).  Jesús no condena a Tomás por su falta de fe, sino que le proporciona lo que le ayuda a creer (v. 27).  Tomás ha exigido ver y tocar al Señor resucitado, y Jesús le permite hacerlo.  No hay ninguna indicación que Tomás actualmente toque las heridas de Jesús.  Con ver al Cristo herido y resucitado, le basta.

“No seas incrédulo, sino fiel-creyente” (v. 27).  En griego, Jesús dice “kai me ginou (y no seas)apistos (no creyente) alla pistos (sino creyente).”  Pensamos de ésta como la historia del Tomás que Duda, pero la palabra duda no aparece, a no ser que traduzcamos apistos de esa manera.

“Tomás respondió, y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!” (v. 28).  Al responder a Jesús, Tomás hace “la suprema pronunciación cristológica del Cuarto Evangelio” (Brown, 1047).  Su confesión, “¡Señor mío, y Dios mío!” (v. 28), va mucho más allá de títulos o confesiones que se encuentran en otros lugares en este Evangelio.  “Así viene a ser que el más dudoso de la resurrección de Jesús pronuncia la mayor confesión del Señor que resucitó de la muerte “(Beasley- Murray, 385).  Como se anota arriba, si capítulo 21 fue añadido más tarde, como muchos académicos creen, este Evangelio comienza y termina con una afirmación de la divinidad de Cristo.“Bienaventurados los que no vieron y creyeron” (v. 29).  Ésta es la última bienaventuranza o bendición de Jesús.  


JUEVES 04 DE JULIO

Mateo 9, 1-8

Subiendo a la barca, Jesús pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡Ánimo!, hijo, tus pecados te son perdonados.» Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Éste está blasfemando.» Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: `Tus pecados te son perdonados', o decir: `Levántate y anda'? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dice entonces al paralítico-: `Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa'.» Él se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

• ¿Estás convencido de que Jesús, llamado amigo de los pecadores, no desprecia tus debilidades y tus resistencias, sino que las comprende y te ofrece la ayuda necesaria para vivir en harmonía con Dios y con los hermanos?

• Cuando vives la experiencia de negar o rechazar la amistad con Dios, ¿recurres al sacramento que te reconcilia con el Padre y con la Iglesia y que hace de ti una nueva creatura por la fuerza del Espíritu Santo?


VIERNES 05 DE JULIO

Mateo 9, 9-13

VERSÍCULO 9: JESÚS LE LLAMA A MATEO

9Y pasando Jesús de allí, vio a un hombre que estaba sentado al banco de los públicos tributos, el cual se llamaba Mateo; y le dice: Sígueme. Y se levantó, y le siguió.


“Y pasando Jesús de allí.”  Esta frase sirve de transición entre la historia en la que Jesús sanó al paralítico (9:2-8) y la historia de Mateo (9:9-13).  Versículo 9:1 habla de Jesús viniendo a “su ciudad,” que Mateo más tarde identificó como Cafarnaúm (4:13).  Marcos también ubica el sanar del paralítico en Cafarnaúm (Marcos 2:1), y podemos suponer que los eventos de nuestra lección del Evangelio toman lugar allí.  Cafarnaúm está ubicado a horcajadas de la carretera de Damasco a Jerusalén en la orilla norte del Mar Galileo y, por lo tanto, sirve como un centro comercial significante. 

Jesús “vio a un hombre que estaba sentado al banco de los públicos tributos, el cual se llamaba Mateo.”  Ya que Cafarnaúm se encuentra en una carretera principal, Mateo puede estar actuando como agente de aduanas, coleccionando impuestos de la gente que transita por ahí.  El no pide seguir a Jesús, ni se arrepiente ni pide perdón.  La llamada de Jesús a Mateo es tan asombrosa como su más temprana manifestación del perdón de pecados (9:2), y demuestra que Dios ama y quiere redimir a cada persona.  “Ser llamado por Jesús es un acto de gracia... No somos elegidos por quienes somos; ... somos elegidos a pesar de nuestro valor personal o nuestro estatus social.  El merecer o no merecer no tiene lugar” (véase 1 Cor. 1:26-28) (Pfatteicher, 27).

“Sígueme.”  Jesús le llama a Mateo de la misma manera que llamó a Simón y Andrés (4:18-22).  Les dijo que le siguieran, y ellos siguieron.  “Lo importante es que la llamada de Jesús es efectiva.  La gente no se hace discípulo voluntariamente...  Jesús rechaza a personas que se creen discípulos por su propia iniciativa; de la misma manera, Jesús llama a los rechazados” (Boring, 235). 
“Y se levantó y le siguió.”  Para seguir a Jesús, Mateo debe abandonar un puesto lucrativo, sabiendo que nunca más lo podrá recuperar.  Al hacer esto, también se separa a si mismo de su antiguo grupo de amigos.  Obedecer el mandato de Jesús, por lo tanto, requiere un compromiso absoluto de Mateo.  Es un asombroso acto de fe.  “Discípulos son los que arriesgan la separación de lo conocido para seguirle a Jesús” (Bruggemann, 362).
  
Los primeros cristianos sugirieron que este Mateo es autor de este Evangelio, pero eso no parece probable.  Este autor se apoya en gran parte en el Evangelio de Marcos – más de lo que haría un testigo personal del ministerio de Jesús.  También, este Evangelio sería escrito alrededor de 80-85 d.C., lo cual haría a un contemporáneo de Jesús un hombre muy viejo.
VERSÍCULOS 10-13: JESÚS SE SIENTA A LA MESA CON PECADORES
10Y aconteció que estando él sentado a la mesa en casa, he aquí que muchos publícanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.  11Y viendo esto los Fariseos, dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los   publícanos y pecadores?  12Y oyéndolo Jesús, le dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.  13Andad pues, y aprended qué cosa es: Misericordia quiero, y no sacrificio: porque no he venido a llamar justos, sino pecadores a arrepentimiento.
“Estando él sentado a la mesa” (v. 10). “Para Mateo, compartir la mesa es significante por lo menos de tres maneras: (1) Manifiesta el poder que tiene Jesús para hacer disponible la aceptación y el poder de Dios para todos los que se acercan a él (cf. 9:6; 1:21).  (2) Anticipa el banquete mesiánico en el que un círculo aún más grande se sentará a la mesa con Jesús (cf. 8:11; 22:1-14).  (3) Ofrece un vistazo del compañerismo eucarístico de la iglesia que crecerá alrededor de Jesús y sus discípulos” (Gardner).
“¿Por qué come vuestro Maestro con los publícanos y pecadores?” (v. 11).  Los fariseos están ofendidos.  Compartir la mesa, particularmente en público, implica que uno acepta y aprueba a los invitados.  Los fariseos se quejan con los discípulos en vez de hacerlo directamente con Jesús.  Aparentemente, tienen miedo de comprometerse con Jesús directamente 
Los fariseos podían haber reaccionado de una manera muy diferente en esta cena.  Ellos también favorecen la hospitalidad.  “ La Mishnah enseñó que la hospitalidad es una obligación, ...pero los rabíes pensaban de hospitalidad en cuestión de obres piadosos, y enseñaban, ‘Manténganse alejados de un mal vecino y no se asocien con los malhechores’ (Aboth 1:7)” (Johnson, 353). 
Hay mucha sabiduría aquí.  ¡Mala compañía corrompe! ¡Una mala manzana arruina todo el barril!  ¡Mala compañía es la red del demonio!  ¡No pueden correr con los perros sin que se les suban las pulgas!  Estos antiguos proverbios reflejan la verdad que la compañía que guardemos tiene un efecto en nuestras vidas.
Solo al mantener esta perspectiva veremos la fuerza de las acciones de Jesús.  Jesús estrecha la mano a los perdidos a gran riesgo personal (al fin y al cabo, acciones como ésta le costarán la vida).  Su esperanza es salvar a gente que no parece merecer ser salvada.  ¡Debemos alegrarnos de eso!  De otra manera, ¿quién podría esperar ser salvado?
“Andad pues, y aprended qué cosa es: Misericordia quiero, y no sacrificio, ‘Yo deseo  misericordia, no sacrificio’” (v. 13).  El hecho que los fariseos cuestionen a los discípulos (v. 11) constituye una afronta indirecta para Jesús.  Jesús les responde diciendo “Andad pues, y aprended.”  Esto implica que su comprensión de la escritura tiene un defecto – que no han comprendido a fondo los profetas. 
Al pedir  misericordia, Jesús nos recuerda el amor que tiene Dios por aquéllos que no se lo merecen.  La pureza del rito, aunque importante, no es tan importante como el amor de Dios y el amor del prójimo.  “No debemos olvidar el rechazo implicado por los fariseos hacia Jesús... ¿Por qué esta gente ‘sana’ no hacía nada para curar a los enfermos?” (Morris, 221).
“No he venido a llamar justos, sino pecadores a arrepentimiento” (v. 13).  “Aquí, ‘justos’ y ‘pecadores’ se refieren a ‘respetables’ y a ‘proscriptos’” (Blomberg).  Éstas son categorías que los fariseos usan para encasillar a la gente.  Ellos se numeran entre los justos, por supuesto, y así es como la mayoría de la gente piensa de ellos.  Ellos también son pecadores, pero eso no lo ven porque “diezmáis la menta y el eneldo y el comino,” observando la ley hasta en su más pequeño detalle (23:23).  El problema es que descuidan “lo que es lo más grave de la ley, es a saber, el juicio y la misericordia y la fe” (23:23). 
 “Es posible ser tan activo en el servicio a Cristo que uno se olvide de amarle.”  Igualmente, es posible ser tan activo en el servicio a Cristo que uno se olvide de amar al prójimo.  “Donde sea que la auto-disciplina se convierta demasiado central en la iglesia, esta palabra ‘ misericordia’ la ha corregido”

SÁBADO 06
Mateo 9, 14-17
Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: « ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: « ¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido, y se produce un desgarrón peor. Ni tampoco se echa vino nuevo en pellejos viejos; pues de otro modo, los pellejos revientan, el vino se derrama, y los pellejos se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos, y así ambos se conservan.»
No es posible combinar lo nuevo que Jesús nos trae con las costumbres antiguas. ¡O el uno o el otro! El vino nuevo hace estallar el pellejo viejo. Hay que saber separar las cosas. Muy probablemente, Mateo repite estas palabras de Jesús para poder orientar a las comunidades de los años 80. Había un grupo de judíos cristianos que querían reducir la novedad de Jesús al judaísmo de antes de la llegada de Jesús. Jesús no está contra lo que es “viejo”. Lo que él no quiere es que lo viejo se imponga a lo nuevo, y así empieza a manifestarse. No es posible releer el Vaticano II con mentalidad pre-conciliar, como algunos tratan de hacer hoy.

DOMINGO 07
Lucas 10, 1-9

VERSÍCULOS 1-4: LA MIES ES MUCHA Y LOS OBREROS POCOS

1Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de sí (griego: pro prosopou autou – ante su rostro), a toda ciudad y lugar a donde él había de venir.  2Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. 3Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.  4No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis en el camino.


En 9:1-6, Jesús mandó a los doce para cumplir una misión semejante; ahora envía los setenta.  Este mayor número de participantes no solo extiende el alcance de la misión, sino que también aumenta la urgencia de la cosecha.

“Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta” (v. 1).  Hay manuscritos que dicen setenta y otros que dicen setenta y dos.  No podemos determinar con autoridad cuál es el número correcto.  Sin embargo, eso importa poco ya que el significado es el mismo para cualquier número:
- Seguramente, el número se refiere a Génesis 10, donde aparece una lista de naciones gentiles que descienden de Noe.  En hebreo se mencionan setenta naciones, mientras que en la versión griega Septuagésima aparecen setenta y dos.  “Escójase cual sea, ...el número sugiere un evangelista para cada nación del mundo” (Stein, 304).  En el Evangelio de Lucas, por lo tanto, la mención de los setenta se refiere al ministerio hacia los gentiles, que será importante en la secuencia de Lucas, los Hechos de los Apóstoles.  Por el momento, sin embargo, Jesús manda a los setenta solo entre judíos y samaritanos.


La frase “otros setenta” (v. 1) parece decir que los doce no son parte de esta misión.  Sin embargo, más adelante, dirigiéndose a los doce, Jesús dirá, “Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo?” (22:35).  Las tres cosas – bolsa, alforja, y zapatos – corresponde a cosas mencionadas en la llamada de los setenta (10:4), en lugar de las ya mencionadas en la llamada de los doce (9:3).  Esto presenta algo de incertidumbre.  Seguramente los doce no son parte de los setenta, pero no lo sabemos con seguridad.

“Envió...  delante de sí (griego: pro prosopou autou – ante su rostro)” (v. 1).  También encontramos esta frase, “ante su rostro,” en 7:27 y 9:52.  7:27 habla de enviar a Juan el Bautista, cuya muerte Lucas ha mencionado recientemente (9:9).  “A los discípulos ahora se les ha concedido el papel de ir ante Jesús y prepararle el camino, como lo había hecho Juan” (Tannehill, 174).

“De dos en dos” (v. 1).  Deut. 19:15 requiere el testimonio de dos testigos, y lo más probable es que ésa sea la razón por la que Jesús les manda de dos en dos.  Sin embargo, ir de dos en dos también da fuerza a su resolución.  Una persona sola se desanima rápidamente; en cambio, una persona con compañeros está más apta para perseverar.

“La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos” (v. 2).  En un mundo donde pocas personas trabajan en agricultura, se nos ha olvidado la importancia de la cosecha.  La mayoría de los frutos de la siega no se pueden recoger demasiado pronto ni demasiado tarde sin sufrir una pérdida significante.  El agricultor trabaja todo el año para preparar la cosecha, la cual se debe llevar a cabo solo cuando esté lista.  No hacerlo puede ser catastrófico.

“Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (v. 2).  Dada la urgencia, esperamos que Jesús les diga a los setenta que vayan rápidamente para empezar la cosecha.  Les mandará en v. 3 pero, primero, les manda rezar.  La obra de los discípulos será efectiva solo si se apresta con oraciones.  El Señor llama y da poder a quienes lo necesiten, y el poder del Señor es lo que hace posible el éxito.  Una iglesia que reza verá que puestos oficiales quedan sin llenarse por ejemplo, pero también verá que el Señor provee lo que es realmente necesario.

“Los obreros pocos” (v. 2).  La regla de Pareto es que el ochenta por ciento de los resultados se pueden atribuir al veinte por ciento de las causas – es decir, pocos vendedores a menudo logran la mayoría de las ventas.  La regla también se aplica a la iglesia, donde pocas personas dan la mayoría del dinero y hacen la mayor parte del trabajo.  Los que se sientan en los bancos son muchos, pero los trabajadores son pocos.  Debemos rezar para que el Señor persuada a los menos activos a estar más involucrados – también debemos confiar que el Señor proveera las verdaderas necesidades de la iglesia.  Jesús advirtió que habría mala tierra, pero también prometió que buena tierra daría cien veces más (8:4-15).

“Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos” (v. 3).  Hace poco que Jesús predijo su muerte y resurrección (9:21-22, 44-45) y “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (9:51), donde sufrirá y morirá.  Fue rechazado en una aldea samaritana (9:51-56).  Les dijo a sus discípulos que ellos también llevarían una cruz y perderían sus vidas (9:23-25).  Ahora, les advierte que les manda como corderos indefensos en medio de lobos.

En los otros tres Evangelios (Mateo 18:12; Marcos 6:4; Juan 10), Jesús habla del pastor que protege las ovejas.  No hay mención de tal pastor en el Evangelio de Lucas.

“No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado” (v. 4).  Jesús tendrá instrucciones parecidas al enviar a los doce (Lucas 9:3-5), pero la única cosa común en ambas listas es la bolsa.  El mensaje es el mismo en ambos casos.  Los discípulos han de confiar que Dios les proveerá sus necesidades, y no han de preocuparse por posesiones.

“Á nadie saludéis en el camino” (v. 4).  Jesús no les dice a los discípulos que sean maleducados, sino que les dice que no se dejen distraer por cortesías sociales.  La misión es urgente, y requiere su completa atención.  Discípulos han de enfocarse tanto como un atleta en un partido importante – o como un bombero en un incendio – o un paramédico trabajando en un accidente.  El distraerse en estos casos puede ser fatal.  La iglesia de hoy necesita oír esto.  Muchos cristianos hoy no sienten esta urgencia – no consideran que la eternidad está en juego y sobresaltan al oír la palabra evangelismo.

Cuando gente toma en serio la llamada a la oración y al servicio podemos ver los resultados.  El ministerio de Madre Teresa es un ejemplo familiar.  Hay un sinnúmero de cristianos por el mundo, incluyendo algunos en su propia comunidad, que están haciendo grandes obras por Cristo.


VERSÍCULOS 5-6: PAZ SEA a ESTA CASA

5En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid: Paz sea a esta casa.  6Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros.


Mientras que los setenta no han de distraerse por el camino con cortesías sociales (v. 4), sí han de observarlas una vez que lleguen a su destino.

La paz que se ofrece es más que un simple saludo.  Es un regalo substancial – la paz de Dios (Num. 6:26; Isa. 26:12; Lucas 1:79; 2:14; Hechos 10:36; Rom. 5:1) – un regalo de salvación que bendice a todo el que la reciba y que regresa al que la da al ser rechazada.  El castigo por rehusarla es, simplemente, la pérdida de la paz – los setenta no han de vengarse contra aquéllos que les rechazan (véase 9:5, 54-56).

Jesús pide a los setenta que ofrezcan la paz sin primero averiguar el valor del recipiente y sin adivinar si el recipiente la aceptará o rechazará.  “Uno no debe resentir el conceder la paz mesiánica: porque la paz no permanecerá donde no se aprecia.  Pero en caso de que si permanezca, el mensajero, en efecto, se ha reproducido, tal como Elías hizo al final de su ministerio al pasar la obra a Eliseo (2 Reyes 2:15)” (Nolland).


VERSÍCULOS 7-11: HA LLEGADOÁ VOSOTROS EL REINO DE DIOS

7Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en casa.  8Y en cualquiera ciudad donde entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante; 9Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: HA LLEGADO a vosotros el reino de Dios. 10Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren, saliendo por sus calles, decid: 11Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en vosotros: esto pues sabed, que el reino de los cielos HA LLEGADO a vosotros.


“Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren” (v. 7).  Un discípulo aprovechado se sentiría tentado a ir de casa en casa buscando hospitalidad – siempre buscando mejor comida y alojamiento.  Jesús manda a los setenta que dejen ese comportamiento aprovechado y que se fijen en el propósito por el que han venido.  Ir de casa en casa no solo les robaría de fuerzas y tiempo, sino que también ofendería a aquéllos cuya hospitalidad han rechazado.  Los setenta han de estar al tanto de los sentimientos de otros, no vaya a ser que pierdan una oportunidad de ganárselos para Cristo.

“Porque el obrero digno es de su salario” (v. 7).  Habitantes locales han de proveer hospitalidad para los setenta, quienes son dignos de ella (véase Gal. 6:6; 1 Timoteo 5:18).  Discípulos pueden esperar que se provean sus necesidades, pero no deben esperar que se haga con lujo.

“Comed lo que os pusieren delante” (v. 8).  Por el momento, el caso solo se refiere a la calidad de la comida y si está autorizada por ley judía o no – los setenta se encontrarán trabajando entre judíos y samaritanos que observan leyes dietéticas.  Años después, sin embargo, misionarios cristianos entrarán en barrios gentiles donde no se observan las leyes de la dieta judía.  En este caso, han de hacer lo mismo – testimonio efectivo es más importante que las sensibilidades personales del discípulo (Hechos 10; Rom. 14:13-23; 1 Cor. 8).

“Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: HA LLEGADO a vosotros el reino de Dios” (v. 9).  Sanar enfermos en un acto de compasión, pero también recuerda que el reino de Dios se ha acercado.  Esta combinación de compasión y proclamación – obra y palabra – sirve de testimonio poderoso aún hoy.  La persona hambrienta a quien se le da de comer – la persona sin hogar que es alojada – el enfermo sanado – el herido cuyas heridas son curadas – esta gente se encontrará atraída hacia la persona que les ha ayudado – y también a la fe de esa persona.  Es importante que en el momento de servir dejemos saber a los que ayudamos que lo hacemos por nuestro amor a Jesús, quién primero nos amó a nosotros.  De otra manera, no harán la conexión  entre la ayuda que han recibido y el Cristo que nos motivó a dársela.  En ese caso nuestro mayor propósito, que es la proclamación del reino de Dios, será perdido.   
“Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad a nuestros pies, sacudimos en vosotros” (v. 11).  Recientemente, samaritanos han rechazado a Jesús (9:52-54).  Ahora, Jesús les prepara para ser recibidos de la misma manera.  Si son rechazados, los discípulos han de sacudir el polvo de sus pies, un acto de repudiación.  Han de hacerlo de manera pública, declarando su motivo, y de nuevo han de proclamar, “ha llegado el reino de Dios.”  Éste es un aviso, no una retaliación – intencionada para convertir – no para herir.  Aquéllos que observen la repudiación pueden ser persuadidos a escuchar.  El Dios de la Segunda Oportunidad todavía está obrando.

“La actividad misionera es contraria a la que ahora asociamos con la obra misionera de la iglesia.  En este caso no existía la proclamación continua de buenas noticias, no había paciencia para los que dudaban ni con los recalcitrados, no se esperaba hasta que la oposición se arrepintiera: en vez, existía una urgencia temerosa de todo ello.  ‘Ahora o nunca.’  Existe una oportunidad, ... como si se tratase de una misión de rescate en un barco que se hunde” (Kee y Gomes, 50).

“Esto pues sabed, que el reino de los cielos HA LLEGADO a vosotros” (v. 11).  Acepte o rechace el oyente este mensaje, este hecho permanece.  El oyente será responsable por su respuesta.  La promesa de Dios se convierte en un juicio para aquél que la rechace.

LUNES 08 DE JULIO
Mateo 9, 18-26
Así les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postraba ante él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá.» Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré.» Jesús se volvió, y al verla le dijo: « ¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado.» Y se salvó la mujer desde aquel momento. Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: « ¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida.» Y se burlaban de él. Mas, echada fuera la gente, entró él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y esta noticia se divulgó por toda aquella comarca.
La palabra iluminadora de Jesús. Jesús se da la vuelta y, viendo a la mujer, declara: “¡Animo, hija! Tu fe te ha salvado.” Frase breve, pero que deja transparentar tres puntos muy importantes: (a) Al decir “Hija”, Jesús acoge a la mujer en la nueva comunidad, que se formaba a su alrededor. Ella deja de ser una excluida. (b) Acontece de hecho aquello que ella esperaba y creía. Queda curada. Muestra esto, de que el catecismo de las autoridades religiosas no era correcto y que en Jesús se abría un nuevo camino para que las personas pudiesen obtener la pureza exigida por la ley y entrar en contacto con Dios. (c) Jesús reconoce que, sin la fe de aquella mujer, él no hubiera podido hacer el milagro. La curación no fue un rito mágico, sino un acto de fe.

MARTES 09 DE JULIO
Lucas 11, 27-28
Estaba él diciendo estas cosas cuando alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!» Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan.»
 • El evangelio de hoy es bien breve, pero encierra un significado importante en el conjunto del evangelio de Lucas. Nos da la clave para entender lo que Lucas enseña respecto de María, la Madre de Jesús, en el así llamado Evangelio de la Infancia (Lc 1 y 2).
• Lucas 11,27: La exclamación de la mujer.“Estaba él diciendo estas cosas cuando alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!» La imaginación creativa de algunos apócrifos sugiere que aquella mujer era una cecina de Nuestra Señora, allá en Nazaret. Tenía un hijo, llamado Dimas, que, como tantos otros chicos jóvenes de Galilea de aquella época, entró en la guerrilla contra los romanos, fue llevado a la cárcel y ejecutado junto con Jesús. Era el buen ladrón (Lc 23,39-43). Su madre, al oír que Jesús hablaba tan bien a la gente, recordó a María, su vecina y dijo: “¡María debe ser tan feliz teniendo a un hijo así!”.

• Lucas 11,28: La respuesta de Jesús. Jesús responde, haciendo el mayor elogio de su madre: “Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan”. Lucas habla poco de María: aquí (Lc 11,28) y en el Evangelio de la Infancia (Lc 1 y 2). Para Lucas, María es la hija de Sión, imagen del nuevo pueblo de Dios. Presenta a María como modelo para la vida de las comunidades. En el Concilio Vaticano II, el documento preparado sobre María, fue inserto como capítulo final en el documento Lumen Gentium sobre la Iglesia. María es modelo para la Iglesia. Y sobre todo en la manera de relacionarse con la Palabra de Dios Lucas ve en ella el ejemplo para las comunidades. María nos enseña cómo acoger la Palabra de Dios, cómo encarnarla, vivirla, profundizarla, rumiarla, hacerla nacer y crecer, dejarnos plasmar por ella, aún cuando no la entendemos o cuando nos hace sufrir. Es ésta la visión que subyace detrás del Evangelio de la Infancia (Lc 1 e 2). La llave para entender estos dos capítulos nos es dada en el evangelio de hoy: “Dichosos, más bien, los que oyen la palabra de Dios y la guardan”. Veamos cómo en estos capítulos María se relaciona con la Palabra de Dios.

MIÉRCOLES 10 DE JULIO
Mateo 10, 1-7

VERSÍCULOS 1-4: LOS DOCE APÓSTOLES

1Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio potestad contra los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y sanasen toda enfermedad y toda dolencia. 2Y los nombres de los doce apóstoles son estos: el primero, Simón, que es dicho Pedro, y Andrés su hermano; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; 3Felipe, y Bartolomé; Tomás, y Mateo el publicano; Santiago hijo de Alfeo, y Lebeo, por sobrenombre Tadeo; 4Simón el Cananeo y Judas Iscariote, que también le entregó.

“Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio potestad” (v. 1).  Sin la autoridad de Jesús, los discípulos no tendrían ningún poder.  Jesús les da autoridad para exorcizar espíritus desaseados y para curar toda enfermedad – esto refleja hechos importantes de su propio ministerio (4:23; 9:35).  “Esta misión de sanar... deja claro que el reino de Dios se expresa según el cuidado de la persona entera, y no solo en términos de ‘salvar almas’” (Hanson).

“La proclamación de Jesús y sus obras de compasión van más allá de lo que muchos cristianos  hoy día llaman ministerio.  Nuestras comunidades se encuentran destruidas por fuerzas demoníacas, violencia, injusticia, y todo tipo de sufrimiento humano, mientras que la iglesia a menudo se mantiene irrelevante excepto para aquéllos pocos que entran por nuestras puertas.  Para seguir el modelo de ministerio de Jesús, más cristianos no deben simplemente ir a la iglesia,  en vez, deben convertirse en la iglesia entre nuestras comunidades por medio de evangelismo y ministerio a necesidades sociales” (Keener, 198).
Sabemos poco de muchos de los apóstoles en las escrituras.  Algunos de los huecos se pueden rellenar con tradiciones, pero no tenemos como juzgar su veracidad.  La mayoría de los apóstoles debería ser muy normal.  Podríamos concluir que los apóstoles menos conocidos lograron poco, pero eso no se puede garantizar.  Hoy día, cristianos ordinarios y desconocidos hacen la mayoría de la labor de la iglesia, y es muy posible que apóstoles ordinarios y desconocidos sirvieran fiel y efectivamente en su época.

- Pedro y Pablo eran los apóstoles más prominentes, pero Pablo no se convirtió en discípulo hasta más tarde.  Pedro, generalmente, se encuentra primero en las listas de apóstoles.  Mateo no solo nombra a Pedro primero, sino que también le nombra como tal – aunque Bruner anota, “Pedro es tan menudo primero en desatino y como en liderazgo” (Bruner, 369).

- Andrés es el hermano de Pedro (4:18).  Su logro más importante fue acercar a su hermano Pedro a Jesús (Juan 1:40-41).

- Santiago y Juan son hijos de Zebedeo (4:21).  También se les conoce como los Hijos del Trueno (Marcos 3:17), quizá por su temperamento.  Herodes Agripa ejecutó a Santiago (Hechos 12:2), entonces, debe ser un Santiago diferente el que dirige la iglesia de Jerusalén (Hechos 15:13; 21:18).  A menudo, Juan es el hombre acreditado como el autor de los tres libros del Nuevo Testamento que llevan su nombre, igual que el libro de Revelaciones.  También podía haber sido el único apóstol que escapó el martirio.  Santiago y Juan, con Pedro, constituyen el círculo interior de los discípulos de Jesús – presentes en la Transfiguración y en otros momentos significantes en la vida de Jesús (Marcos 5:37; 9:2; 14:33).
- Felipe fue uno de los primeros discípulos de Jesús (Juan 1:43).
- Bartolomé es, seguramente, otro nombre para Natanael (Juan 1:45-49).  Natanael se encuentra entre los primeros en identificar a Jesús como el Hijo de Dios (Juan 1:49).
- Tomás es famoso por dudar a Jesús (Juan 20:24-29), pero ha sido acreditado con establecer la iglesia en India.
- Santiago hijo de Alfeo también es conocido como Santiago el Menor (Marcos 15:40), quizá para separarle de Santiago hijo de Zebedeo.
- Simón el Cananeo se identifica en Lucas 6:15 como Simón el Celador.  A menudo se piensa de él como revolucionario, dedicado a echar a los romanos de Israel, pero no se sabe por seguro si los Celadores, como grupo revolucionario, existían en la época de Jesús.  Podría ser que Simón simplemente era celador cuando se trataba de guardar la ley del Tora.  Si era revolucionario, hubiera sido enemigo de Mateo, el recaudador de impuestos que colaboraba con los romanos.  Sin embargo, en Cristo, se hicieron hermanos.
- Judas, por supuesto, es el que traicionó a Jesús (26:47-50).
VERSÍCULOS 5-6: POR EL CAMINO DE LOS GENTILES NO IRÉIS
5Á estos doce envió Jesús, a los cuales dio mandamiento, diciendo: Por el camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de Samaritanos no entréis; 6Mas id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
“Por el camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de Samaritanos no entréis” (v. 5).  Estas instrucciones parecen extrañas, porque Jesús se llevaba bien con samaritanos y gentiles en su ministerio (véase Juan 4:4-42; Lucas 10:30-37; Mateo 8:5-13; Mateo 15:22-28).  Sin embargo, el principio aquí parece ser, “Al Judío primeramente y también al Griego” (Romanos 1:16).  Este pasaje también puede reflejar “una comunidad judía muy conservativa, que se mantenía solo entre los circuncidados” (Craddock, 329).
La restricción de Jesús les prohíbe ir al norte hacia Siria, al este hacia Decápolis, o al sur hacia Samaria.  Lo que quiere es limitar su ministerio a Galilea.  El propósito de Jesús “era concentrar su ataque en Galilea, porque Galilea... era la parte de Palestina más dispuesta a escuchar un nuevo evangelio y un nuevo mensaje” (Barclay, 374).
Cualquiera que sea el caso, claramente, la prohibición de Jesús no es permanente.  Pronto, mandará los discípulos a todas partes del mundo (28:19-20).

VERSÍCULOS 7-10: EL REINO DE LOS CIELOS SE HA ACERCADO

7Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.  8Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios: de gracia recibisteis, dad de gracia.  9No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestras bolsas; 10Ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir, ni zapatos, ni bordón; porque el obrero digno es de su alimento.
Jesús manda los discípulos a cumplir ciertas obras.  De nuevo, anote los verbos.  Los discípulos han de: (1) predicar, (2) sanar, (3) limpiar, (4) resucitar, y (5) echar, pero, podríamos resumir todos estos verbos como: (1) proclamar y (2) sanar.  El ministerio de sanar no solo ayuda a los enfermos, sino que también saca a relucir el mensaje que “El reino de los cielos se ha acercado” (v. 7).  Ambos Juan el Bautista y Jesús proclamaron, “Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado” (3:2; 4:17) pero, en sus instrucciones a estos discípulos Jesús no pide arrepentimiento. 

JUEVES 11 DE JULIO
Mateo 10, 7-15

“De gracia recibisteis, dad de gracia” (v. 8).  Los discípulos recibieron el evangelio como regalo y, ahora, han de dar libremente a los demás.  No han de cobrar a la gente por su enseñanza.  Sin embargo, versículo 10 deja claro que sí pueden recibir limosna para sobrevivir.

“No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestras bolsas” (v. 9).  Oro, plata, y cobre son tres tipos de monedas, oro siendo la más preciosa y cobre siendo mero cambio de poco valor.  Los apóstoles no han de hacer ningún preparativo para el viaje – ninguna bolsa – ningún cambio de túnica – ningunas sandalias – ningún bastón.  La bolsa puede ser una bolsa de mendigo – un predicador errante se mantenía a base de limosna.  Las sandalias y el bastón harían el viaje más fácil y seguro.  La idea es que para mantenerse, los discípulos deben depender de la gente a quien llevan su ministerio – pero, más específicamente, han de depender de Dios para proveerles lo que necesiten.
  
¿Qué nos dicen estos versículos hoy?  Nos piden que confiemos en Dios para proveernos con lo que necesitemos.  Nos piden que no pensemos del ministerio como una cosa comercial.  Nos piden que adoptemos un estilo de vida simple, libre de exceso, para que podamos quedar libres para proclamar.  Nos dicen que la persona involucrada en ministerio merece lo que necesite y que aquéllos que benefician de su ministerio tienen la responsabilidad de proporcionárselo para el bien del ministerio.


VERSÍCULOS 11-15: ESPECTATIVAS DE HOSPITALIDAD

11Mas en cualquier ciudad, ó aldea donde entrareis, investigad quién sea en ella digno, y reposad allí hasta que salgáis.  12Y entrando en la casa, saludadla.  13Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros.  14Y cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa ó ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies.  15De cierto os digo, que el castigo será más tolerable a la tierra de los de Sodoma y de los de Gomera en el día del juicio, que a aquella ciudad. 
Cuando los discípulos aceptaban alojamiento en una casa digna, habían de permanecer allí hasta que salieran de ese pueblo.  Si no existiera este reglamento, podrían estar tentados a mudarse a algún alojamiento más lujoso, negando la preocupación de Jesús sobre el materialismo.  Tales mudanzas también distraerían a los discípulos, porque se necesita tiempo y energía para mudarse.
“Si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros” (v. 13).  Paz es una bendición.  No es simplemente una palabra, tiene sustancia.  Considere lo seriamente que Santiago y Esaú tomaron la bendición de su padre (Génesis 27).
“Cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa ó ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies” (v. 14).  Esta práctica tiene raíces en el rito judío de sacudirse el polvo gentil al regresar a Israel – el polvo gentil no se consideraba ritualmente limpio.  Hasta este momento, Jesús solo manda a los discípulos con judíos.  Entonces, les dice que traten a los judíos poco receptivos como si fueran gentiles.

Cuando discípulos se enfrenten con rechazo, no han de tomárselo en serio ni sentir que han fracasado.  En vez, han de moverse a un territorio más receptivo.  Labradores son pocos y el tiempo es limitado.  El reino es demasiado precioso para desperdiciarlo con aquéllos que no lo quieren recibir.  Esto nos recuerda al consejo de Jesús durante el Sermón en el Monte, “no deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos; porque no las rehuellen con sus pies, y vuelvan y os despedacen” (7:6).
 Mateo se enfoca en las instrucciones de Jesús para el viaje, pero no nos cuenta del viaje mismo – la salida de los discípulos, sus logros, y su regreso.  En vez, concluye diciendo que Jesús salió de allí para enseñar y proclamar su mensaje en sus ciudades (11:1).

VIERNES 12 DE JULIO
MATEO 10, 16-23
VERSÍCULOS 16-22: OVEJAS EN MEDIO DE LOBOS

16He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos: sed pues prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.  17Y guardaos de los hombres: porque os entregarán en concilios, y en sus sinagogas os azotarán; 18Y aun a príncipes y a reyes seréis llevados por causa de mí, por testimonio a ellos y a los Gentiles.  19Mas cuando os entregaren, no os apuréis por cómo ó qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado qué habéis de hablar.  20Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.  21Y el hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir.  22Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre; mas el que soportare hasta el fin, éste será salvo.

“Os envío como a ovejas en medio de lobos: sed pues prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” (v. 16).  ¡Una metáfora mixta! Discípulos son como ovejas, serpientes, y palomas:
- Ovejas que se encuentran entre lobos son vulnerables, como cristianos en el mundo.  La iglesia de Mateo ya ha empezado a ser perseguida y está en grave peligro.
- Serpientes sobreviven gracias a su cautela y astucia.  Jesús les dice que usen la inteligencia de la serpiente.  Aunque suframos martirio, no hemos de buscarlo.  Jesús nos dice que evitemos el peligro siempre que sea posible – pero no al coste de negar nuestra fe (véase v. 22).
- La paloma es un símbolo de ambos, el Espíritu Santo y la paz.
“Y guardaos de los hombres: porque os entregarán en concilios, y en sus sinagogas os azotarán” (v. 17).  Los discípulos serán entregados (paradosousin) a los concejales – igual que Jesús fue entregado (paradosousin) a las autoridades para ser crucificado (Mateo 17:22; 20:18-20).  “Los concejales son, supuestamente, sanedrines locales, ...que funcionaban en otras ciudades judías fuera de Jerusalén... Seguramente se reunían en sinagogas” (Johnson, 368).  “Mateo usa la palabra ‘sinagoga’ más frecuentemente que ningún otro autor del Evangelio, pero siempre de manera negativa... Para Mateo el judío, la sinagoga se ha convertido en una institución extraña a la que ya no pertenece” (Hare, 115).  Jesús retrata los líderes judíos como lobos – una abominable acusación contra aquéllos cuya intención era haber sido pastores.

“No os apuréis por cómo ó qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado qué habéis de hablar” (v. 19).  Los discípulos no han de formular su defensa con antelación, porque el Espíritu hablará a través de ellos.  La sala de juicio les dara la oportunidad de testificar – de proclamar el evangelio.

“Y el hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir” (v. 21).  Al retratar eventos terribles, consistentes con el pensamiento apocalíptico del día, Jesús se refiere a Miqueas 7:6.  Gente creía que “la estructura natural del mundo se quebraría, y hasta las más profundas lealtades familiares se disolverían bajo la presión del final inminente” (Boring, 259).

“Mas el que soportare hasta el fin, éste será salvo” (v. 22).  Dios no busca un talento excepcional, sino fe constante.  La salvación que Jesús promete aquí es la vida eterna, en vez de protección contra daños físicos.
VERSÍCULO 23: CUANDO SEAN PERSEGUIDOS EN UN PUEBLO
23Mas cuando os persiguieren en esta ciudad, huid a la otra: porque de cierto os digo, que no acabaréis de andar todas las ciudades de Israel, que no venga el Hijo del hombre.
SÁBADO 13 DE JULIO
Mateo 10, 24-33
VERSÍCULOS 24-25: EL DISCÍPULO NO ES MÁS QUE SU MAESTRO

24El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.  25Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de la familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?
“Éstos dos versículos son el eje en el que gira todo el discurso” (Boring, 260).  “Ya... la autoridad y misión de Jesús han sido transmitidas a los discípulos (9:35–10:1); ahora las consecuencias también son transmitidas” (Brueggemann, 337).  Igual que Jesús enfrentó oposición y, finalmente, la cruz, también los discípulos de Jesús enfrentarán persecución y, posiblemente, martirio.

“Bástale al discípulo ser como su maestro” (v. 25).  El discípulo generalmente tiene un estatus más bajo que el maestro, pero los discípulos de Jesús están privilegiados por ser como su maestro en cuanto a la oposición que encuentran.

Sin embargo, Jesús no dice que provoquemos persecución ni martirio (véase 10:14).  Cuando exponemos maldades – retamos la autoridad – exigimos cambio – socavamos el estatus quo, naturalmente, sigue la persecución.  Si nos mantenemos leales a Cristo, hay probabilidades que encontremos oposición.  Al ocurrir esto, compartimos la cruz de Cristo – así, somos como nuestro amo.

“Si al padre de la familia llamaron (griego: kurios – Señor) Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?” (v. 25).  Beelzebú era un dios filistino cuyo nombre significaba “señor de la casa,” así, Jesús juega con las palabras de este versículo – él es el Dios amo de la casa, pero se le acusa de ser el amo satánico de la casa.  Igual que Jesús fue acusado de obrar con el poder de Beelzebú (9:34; 12:22-27), así también acusarán a los discípulos de usar poder demoníaco.

VERSÍCULOS 26-27: PREDICAD DESDE LOS TERRADOS
26Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse.  27Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído predicadlo desde los terrados.
“Así que, no los temáis” (v. 26).  Es natural sentir temor cuando uno se encuentra perseguido, pero Jesús nos da tres razones por no temer (vv. 26, 28, 31):
La primera razón por no temer es que, “nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado”
(v. 26).  A gente malvada le gusta la oscuridad, porque la oscuridad esconde sus malas obras (Juan, 3:19).  Conspiran en secreto para desviar lo bueno.  Pero el Señor “aclarará lo oculto de las tinieblas” (1 Cor. 4:5), y vindicará a los leales.  Dios no permitirá que gane la maldad.
“Lo que os digo en las tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído predicadlo desde los terrados” (v. 27).  Jesús llama a los discípulos para que proclamen abierta y públicamente lo que él les ha enseñado en privado.  Terrados sirven de plataformas para hacer anuncios públicos desde un lugar alto – una persona puede ser vista y oída por todos.  Jesús pide que gritemos sus enseñanzas desde un sitio elevado – las enseñanzas completas de Jesús – y nada más que sus enseñanzas.  No debemos andar en puntillas, temiendo ser perseguidos. 
Pero Jesús dice, “No los temáis.”  ¡Predicad la verdad audazmente – y con amor!

VERSÍCULO 28: NO TEMÁIS A LOS QUE MATAN EL CUERPO

28Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar: temed antes a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar” (v. 28).  La segunda razón por no temer es el poder limitado de nuestros oponentes.  Pueden matar el cuerpo, que pronto morirá de todos modos, pero no tienen poder sobre el alma.  Solo Dios tiene poder sobre la eternidad.
Las escrituras nunca sugieren que debemos temer a Satanás.  Satanás tiene el poder de lastimarnos el tobillo (una herida dolorosa), pero Cristo ha lastimado la cabeza de Satanás (una herida fatal – véase Génesis 3:15).  Satanás, desde su agonía, puede tirar a dar de manera peligrosa, pero el peligro que presenta es limitado y temporal.
“Temed antes a aquél que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (v. 28).  La escritura a menudo habla de temer al Señor (Salmo 2:11; 15:4; 19:9; 22:23; 25:12; etcétera, etcétera, etcétera).  Preferimos pensar del amor de Dios en vez de su sentencia.  Por eso hemos perdido nuestro asombro en presencia de Dios.  Es apropiado, sin embargo, temer al Señor, porque Dios tiene autoridad sobre cuerpo y alma por toda la eternidad.  Dios tendrá toda eternidad para arreglar los males que gente inflige.  “Por lo tanto, el temor a Dios... sobrepasa el temor que puedan causar las cortes humanas y libera al discípulo para que sea un testigo valiente” (Boring, 264).

VERSÍCULOS 29-31: MÁS VALÉIS VOSOTROS QUE MUCHOS PAJARILLOS

29¿No se venden dos pajarillos por un cuarto (griego: assariou)? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.  30Pues aun vuestros cabellos están todos contados.  31Así que, no temáis: más valéis vosotros que muchos pajarillos.
  
“¿No se venden dos pajarillos por un cuarto (griego: assariou)?” (v. 29).  La tercera razón por no temer es el amor compasivo de Dios.  A Dios le importan hasta los pequeños gorriones, pájaros que, en este versículo, se convierten en un símbolo de valor inconsecuente.
Por muchos años pensaba que el significado de este versículo era que, en la época de Jesús, un gorrión casi no valía nada, en parte porque un centavo estadounidense casi no vale nada.  Barclay refuerza la idea que el gorrión no vale nada anotando que, en Lucas 12:6, Jesús habla de cinco gorriones vendidos por dos centavos mientras que Mateo habla de dos gorriones vendidos por un centavo.  Barclay concluye que el quinto gorrión, metido en el trato sin costo de más, sugiere el poco valor que un gorrión realmente tenía (Barclay, 401).
“Pues aún vuestros cabellos están todos contados” (v. 30).  El Dios que se preocupa por un pequeño pajarito también se preocupa por las cosas pequeñas de nuestras vidas – hasta de nuestro cabello.  Nos recuerda a una nueva madre cuyo bebé es tan precioso que todo relacionado con el bebé le parece maravilloso – cada dedo y dedo del pie parece un milagro separado.  Dios nos ama con ese tipo de detalle.
VERSÍCULOS 32-33: EL QUE ME CONFIESE, LE CONFESARÉ YO
32Cualquiera pues que me confiese (griego: homologesei) delante de los hombres, le confesaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos.  33Y cualquiera que me negare delante de los hombres, le negaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos.
Estos versículos contienen promesa y aviso al mismo tiempo.  Jesús promete lealtad a aquéllos que le son fieles a él.  Si reconocemos a Jesús ante los demás, Jesús nos reconocerá ante el Padre en el cielo.  Sin embargo, si negamos a Jesús ante los demás, él nos negará a nosotros ante el Padre.  La imagen que nos presenta es la de una sala de corte en la que Jesús sirve (o se niega a servir) como nuestro defensor.  Si Jesús es nuestro defensor, no podemos perder.  Si Jesús se niega a tomar nuestro caso, no podemos ganar.  Entonces, nuestras acciones en esta vida tienen consecuencias eternas porque Jesús las considera cuando llega el momento de decidir si nos va a defender, o no.
“Cualquiera pues, que me confiese (griego: homologesei) delante de los hombres” (v. 32).  Homologesei “significa confesar o confiar en, por ejemplo, al declarar su alianza a Cristo.  En el contexto de persecución (recuerde vv. 17-25), tal reconocimiento significa permanecer leal a Jesús y hasta morir defendiéndole.  Este tipo de compromiso no se finge fácilmente” (Blomberg).
Reconocemos a Jesús por acciones tanto como por palabras.  La persona que venera a Cristo cada domingo, cantando himnos con gusto y recitando credos de memoria, está reconociendo a Jesús públicamente.  Sin embargo, si el lunes esa misma persona actúa de manera egoísta o deshonesta, compromete la lealtad que demostró el domingo.  Las palabras de nuestras bocas y las obras de nuestras manos deben ser consistentes si nuestro testimonio ha de ser efectivo.

DOMINGO 14 DE JULIO

Lucas 10, 25-37
VERSÍCULOS 25-26: ¿HACIENDO QUÉ COSA?

25Y he aquí, un doctor de la ley se levantó, tentándole y diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna? 26Y él dijo: ¿Qué está escrito de la ley? ¿Cómo lees?

Marcos 12:28-34 y Mateo 22:34-40 se paralelan a este texto de Lucas.  Mateo y Lucas dicen que el abogado simplemente estaba probando a Jesús, mientras que Marcos no menciona esto.  Marcos pone a Jesús en posición de alojar al abogado, diciéndole “No estás lejos del reino de Dios.”  Solo Lucas utiliza la historia del abogado para presentar la parábola del Buen Samaritano.
El entrenamiento del abogado está en el Tora.  Ha pasado mucha de su vida preguntando y contestando preguntas de la ley.  Su manera de expresarse a través de preguntas y repuestas puede parecer hostil, pero también puede llevar a una amigable discusión, mucho como los atletas que prueban sus técnicas unos con otros.  Quizá el abogado ya ha sobrepasado toda la competición local y está ansioso de probarse a si mismo contra este nuevo Rabí.  Jesús les acaba de decir a sus discípulos, “Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis: Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron (vv. 23-24).  Ahora, el abogado quiere ver si uno que habla tan grandiosamente puede contestar una simple pregunta (Culpepper, 227).
“¿Haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?” (v. 25).  El uso de la palabra “poseer” es interesante.  El control de una herencia está en manos del que la da – no en manos del que la recibe.  Dios le prometió a Israel que heredaría la Tierra Prometida (Lev. 20:24), y todos comprendieron que la herencia era un regalo.  Sin embargo, es posible que una persona ofenda a su benefactor y pierda la herencia.  También es posible dejar una impresión favorable sobre un benefactor y ganarse la herencia.  El abogado pregunta que es lo que tiene que hacer para impresionar favorablemente a Dios y así ganarse la herencia de la vida eterna.

Craddock cuestiona lo que pasa en este intercambio entre Jesús y el abogado.  Explica que el abogado hizo su pregunta, no para entender mejor, sino para ganar ventaja sobre Jesús.  Craddock concluye que esto no es “una práctica del reino” (Craddock, 150).

Hay una lección aquí para nosotros.  Estamos tentados a mejorar nuestro testimonio hacia los que no asisten a la iglesia aprendiendo las respuestas para cada pregunta.  Sin embargo, esto nos tienta a entrar en una lucha verbal – inefectiva, lo más probable.  Nuestro testimonio depende menos de respuestas astutas que de amor.  Si verdaderamente amamos a Dios, al prójimo, y a nosotros mismos, entonces, como sugiere este texto, nuestro prójimo se sentirá atraído por nuestro amor.

“¿Qué está escrito de la ley? ¿Cómo lees?” (v. 26).  La pregunta de Jesús le devuelve el reto al abogado.  “¡Tú eres el experto!” ¡Has pasado la vida estudiando la ley! ¡Dímelo tú a mí!  La respuesta de Jesús también sirve para dirigir la discusión hacia las escrituras, fundamento de la vida judía, y afirma la lealtad de estas escrituras para guiarnos por el buen camino.
VERSÍCULOS 27-28: AMARÁS AL SEÑOR – Y a TU PRÓJIMO COMO a TI MISMO
27Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo.  28Y le dijo: Bien has respondido: haz esto, y vivirás.

La respuesta del abogado viene de dos escrituras: “Y Amarás a Yahvé tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder” (Deuteronomio 6:5) y “mas amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev. 19:18).  El pasaje de Deuteronomio es parte del Shema, que judíos repiten dos veces al día.  Por lo tanto, no nos debe sorprender que se encuentre en los pensamientos del abogado.  
“La llamada de Jesús hacia el amor se representa mejor en la propia pasión que Jesús tiene hacia Dios, su intimidad con Dios, y su fidelidad a Dios; igual que su pedido de amar al prójimo se representa mejor en la vida de este amigo de recaudadores de impuestos y pecadores” (Nolland). 
Estos mandamientos llaman a un amor hacia Dios y prójimo, pero también reconocen un tercer amor – el amor propio.  El segundo mandamiento da por hecho que nos importamos a nosotros mismos y nos pide que tengamos el mismo nivel de amor hacia nuestro prójimo – que estemos tan preocupados por el bienestar del prójimo como lo estamos por nosotros mismos.  Nos llama a calcular de nuevo los límites entre “nosotros y ellos” – agrandar nuestro círculo para que solo haya un “nosotros.”
“Bien has respondido: haz esto, y vivirás” (v. 28).  El abogado es erudito de la ley y sabe lo que requiere.  Empezó a cuestionar a Jesús preguntándole qué es lo que debe hacer para ganarse la vida eterna.  Ahora, Jesús le dice que debe hacer lo que él ya sabe.  Entonces, vivirá.

VERSÍCULO 29: ¿Y QUIÉN ES MI PRÓJIMO?
29Mas él, queriéndose justificar a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Ésta es una pregunta práctica presentada por un hablador hábil que quiere “justificarse” – quiere ganarse unos puntos en el debate.  ¿Cómo puede él obedecer el segundo mandamiento sin saber quién es su prójimo?  Es el tipo de pregunta que los Rabíes discuten sin cesar.  Tal debate a veces representa una autentica devoción a la ley, pero fácilmente se puede deteriorar en un ejercicio académico.  Al continuamente debatir la ley, uno puede aplazar el tener que observarla.
En la superficie, el abogado pregunta a quién debe amar.  Sin embargo, a un nivel más profundo, le está pidiendo a Jesús que defina los límites.  De esta manera sabrá quién no se le requiere amar.  Si determina quién es su prójimo, también sabrá quién no es su prójimo.

Mientras que en el Antiguo Testamento hay un fuerte énfasis en la separación de Israel de las gentes a su alrededor (véase Deuteronomio 7), el mismo capítulo que requiere amar al prójimo también dice, “Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que peregrinare entre vosotros; y amalo como a ti mismo; porque peregrinos fuisteis en la tierra de Egipto: Yo Yahvé vuestro Dios” (Lev. 19:34).  Esto amplía bastante la definición del prójimo, un hecho que el abogado sabe bien.  Sin embargo, lo que no se puede imaginar es lo lejos que Jesús llevará esta definición.
VERSÍCULOS 30-37: LA HISTORIA DE UN PRÓJIMO
Jesús podría decir, “Todos son tus prójimos.”  En vez, cuenta una historia que nos alienta a fijarnos más en el prójimo que se encuentra al otro lado de la verja, que en la verja misma.  Cuando fijamos los ojos en la verja, no vemos claramente a nuestro prójimo.  Sin embargo, cuando miramos a nuestro prójimo, apenas podemos ver la verja.
La historia de Jesús puede tener sus raíces en 2 Crónicas 28:5-15.  En esa historia, samaritanos rescataron judíos que habían sido derrotados en batalla, les alimentaron, les vistieron, les ungieron, y les llevaron a sus hogares en Jericó – mucho como el samaritano hará por el viajero en la parábola de Jesús.
VERSÍCULO 30: LADRONES LE DEJARON MEDIO MUERTO
30Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; é hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Jesús nos dice poco del viajero que se convierte en la víctima de ladrones.  No sabemos si es judío, samaritano, o extranjero.  No conocemos el propósito de su visita a Jerusalén ni la esencia de su trabajo en Jericó.
Jerusalén está situada en terreno montañoso, y el camino a Jericó es curvo y rocoso, bajando más de 3,000 pies de altura en solo 17 millas.  Tal terreno provee ladrones con la oportunidad de emboscar al viajero y de tener rutas fáciles de escape.  Siempre que sea posible, gente viaja en grupos por estos caminos.  Al viajar solo, este hombre tomó un riesgo y pagó un alto precio por su decisión.  El samaritano, sin embargo, no se pregunta si el viajero mismo se causó el problema, sino que se detiene para ayudarle.  Solemos agrupar gente necesitada en dos categorías, los que merecen, y los que no merecen.  Esto nos da la flexibilidad de poder excusarnos a nosotros mismos al momento de tener que ayudar a los que no lo merecen.  El ser cristiano, sin embargo, se trata de ayudar a los que no lo merecen (Romanos 5:8).
“Le despojaron” (v. 30).  Sería posible para los transeúntes determinar algo de la identidad del hombre caído según su ropa o su manera de hablar, pero los ladrones le han despojado de su ropa y le han dejado inconsciente.  Por lo tanto, le han dejado irreconocible.  Transeúntes quizá se detuvieran más rápidamente si pudieran identificar al hombre como miembro de su grupo, pero no pueden hacer eso (Bailey, Through Peasant Eyes, 42-43).
VERSÍCULOS 31-32: PASARON DE UN LADO
31Y aconteció, que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, se pasó de un lado. 32YAsimismo un Levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó de un lado.

Esperamos compasión de los clérigos y damos por hecho que el sacerdote y el levita ayudarán, pero pasan al hombre de un lado.  Jesús no dice porque no se detienen:
- Quizá estén en camino a cumplir con servicios religiosos – excepto que Jesús dice que el sacerdote “descendió por aquel camino” (v. 31) – “descendió” en dirección a Jericó en vez de subir hacia Jerusalén.  Sacerdotes cumplen su trabajo en el templo un período de tiempo y después regresan a su hogar.  Este sacerdote estaría camino a casa, y no presidiría en el templo por algún tiempo.
- Quizá estén disgustados por lo que ven y prefieren no ensuciarse las manos y la ropa.  Esta razón es tan trivial que nos inclinamos a no considerarla, pero muchas personas han pasado de largo por esta misma razón.
- Quizá teman que la víctima esté muerta.  Cualquier judío que toca un cuerpo muerto es considerado inmundo por siete días (Num. 19:11), y debe pasar por una ceremonia de purificación al tercer y séptimo día para no ser rechazado por la asamblea (Num. 19:13, 20).  Un sacerdote o levita inmundo queda prohibido de cumplir sus responsabilidades en el templo hasta ser purificado – la ley especifica ciertas responsabilidades sacerdotales que pueden dejar al sacerdote y a su asistente inmundos por una temporada – así, sacerdotes y levitas inmundos no son algo fuera de lo común (véase Num. 19:1-10ª, esp. v. 7).  Sin embargo, la ley que prohíbe que un sacerdote toque un cuerpo muerto se expresa en términos exactos; “Ni entrará donde haya alguna persona muerta, ni por su padre, ó por su madre se contaminará” (Lev. 21:11).  El levita, sin embargo, tiene más flexibilidad aquí.  Aunque él también, quedará inmundo si toca un cuerpo muerto, las consecuencias son menos severas para él que para el sacerdote.
- Quizá tengan miedo, pensando que el hombre ha sido puesto ahí para hacerles caer en una emboscada.  Las heridas del hombre caído verifican la presencia de ladrones.  Por eso, una emboscada es muy posible.  El sacerdote, levita, y samaritano tienen razón al preocuparse por su seguridad.
- Quizá estén sobrellevados por la logística de transportar a un hombre herido a través de las montañas y encontrarle ayuda en el próximo pueblo.  Mucha gente se encontraba en este tipo de viaje, lo que haría imposible que ellos transportaran al hombre.  Sin embargo el sacerdote, como miembro de la clase alta, seguramente va montado y, por lo tanto, tiene como transportarle (Bailey, 43).  Jesús nos dice que el samaritano pone al hombre sobre su propio animal, lo que significa que él también tiene como transportarle.  No sabemos si el levita va montado o no.
- Quizá el levita ve al sacerdote pasar, y queda influenciado por su ejemplo.
Cualquiera que sean sus razones, la historia de Jesús demuestra que “ser bueno en sentido legal no es lo mismo que amar a Dios o amar al prójimo, cosas que el abogado mismo acaba de decir son necesarias para la salvación”. 
Haríamos bien, sin embargo, en no demonizar al sacerdote o al levita.  Jesús no escogió al sacerdote ni al levita porque eran los peores, sino porque eran los mejores.  Si fuera gente terrible la historia perdería su fuerza.  También, haríamos bien en recordar las numerosas y buenas razones por las que pasamos de un lado.  Nosotros también tenemos responsabilidades urgentes que no nos permiten demorarnos.  Nosotros tampoco queremos ensuciarnos.  Nosotros también tenemos miedo de pasar por una carretera desierta y ayudar a un desconocido.  Nosotros también nos encontramos sobrellevados por la logística de ayudar a los necesitados.  Estas preocupaciones son muy reales, y debemos reconocerlas como tal.


VERSÍCULOS 33-35: UN SAMARITANO FUE MOVIDO A MISERICORDIA

33Mas un Samaritano que transitaba, viniendo cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; (griego: esplanchnisthe – movido por compasión hasta la profundidad de sus entrañas).  34Y llegándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, llevóle al mesón, y cuidó de él.  35Y otro día al partir, sacó dos denarios, y diólos al huésped, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré.
“Mas un Samaritano” (v. 33).  Recientemente, una aldea samaritana rehusó recibir a Jesús “porque era su traza de ir a Jerusalén” (9:53).  Ahora Jesús tiene la oportunidad de vengarse – de hacer al samaritano el culpable de una historia que será contada una y otra vez a lo largo del tiempo.  Pero como veremos, hará lo contrario.
La estilística narrativa de la época hace que el tercer personaje en una serie de tres rompa la norma establecida por el primer y segundo personaje.  Esta historia se conforma a esa norma, pero la progresión natural sería sacerdote, levita, israelita.  Jesús hace una historia completamente diferente al escoger al samaritano como la persona que rompe la norma (Culpepper, 229).

Judíos consideran a samaritanos como gente de media raza – casados con paganos – contaminados – gente que no merece servir a Dios.  Judíos evitan contacto con samaritanos siempre que sea posible y les consideran aún peor que paganos.  Al fin y al cabo, los samaritanos estaban incluidos en la promesa, pero no se valoraron lo suficiente para mantenerse puros.  Además, samaritanos se oponían a la reconstrucción del templo (Ezra 4:2-5 y Neh. 2:19), y establecieron un templo rival en el Monte de Gerizim.  “Inmundos por ceremonia, socialmente expulsados, y heréticos en cuestiones religiosas, el samaritano es lo contrario del abogado tanto como el sacerdote y el levita.  La historia habría sorprendido a sus primeros oyentes, destrozando las categorías de quiénes son y no son del pueblo de Dios” (Craddock, 150-151).

Igual que sabemos poco acerca de la víctima, sabemos poco acerca del samaritano.  Solo sabemos que está dispuesto a ayudar aunque se encuentre en territorio judío entre gente que no se inclinaría a ayudarle a él en circunstancias parecidas.

“Y viéndole” (v. 33).  Ésta es la primera de las acciones de redención del samaritano – ve al hombre herido.  No separa la vista.  No ve al hombre herido como un pedazo de carne asquerosa y sin esperanzas.  Ve al hombre y, como veremos, siente su dolor.

“Fue movido a misericordia” (griego: esplanchnisthe – movido por compasión hasta la profundidad de sus entrañas) (v. 33).  Cuando nosotros decimos ‘corazón,’ judíos a menudo decían ‘entrañas.’  En particular, hablaban de las entrañas del amor y la compasión.  Como con nosotros, estos son sentimientos que vienen de muy adentro.  No son pensamientos fríos; nacen en lo más profundo de nuestro ser, y cuando son arrancados, expulsados o expresados, nos alegramos o agonizamos” (Burghardt, 106-107).

“Echándoles aceite y vino” (v. 34).  Aceite y vino no solo se utilizan para curar heridas, sino que también se usan en la alabanza judía.  El sacerdote y el levita, que manejan aceite y vino en el templo, fallan al no aplicárselos al hombre que encuentran por el camino para aliviar su sufrimiento.  “Es el samaritano odiado el que vierte el aceite y el vino sobre el altar de las heridas de este hombre… Es el samaritano el que vierte la verdadera ofrenda aceptable a Dios” (Bailey, Through Peasant Eyes, 50).

El samaritano trata las heridas del hombre, de alguna manera le pone sobre su animal, y le transporta al hostal más cercano.  Al dueño del hostal le da dos denarios, que constituyen dos días de paga para un obrero (Mateo 20:2), y promete reembolsarle por cualquier gasto adicional.  Su generosidad hacia la víctima nos da tranquilidad en su promesa de pagar cualquier gasto adicional.

Las acciones del samaritano reversan las de los ladrones.  Robaron al hombre, le dejaron por muerto, y le abandonaron.  El samaritano paga por el hombre, le deja en buenas manos, y promete regresar (Bailey, Through Peasant Eyes, 53).


VERSÍCULOS 36-37: ¿QUIÉN PUES FUE EL PRÓJIMO?

36¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo de aquél que cayó en manos de los ladrones? 37Y él dijo: El que usó con él de misericordia. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
De nuevo Jesús le devuelve la pregunta al abogado.  El abogado ni siquiera se atrevía a decir “el samaritano,” sino que solo contestó, “El que usó con él de misericordia.”  Su respuesta revela que él todavía no está listo para aceptar al samaritano como su prójimo.
En este intercambio, Jesús nos ayuda a definir la palabra prójimo, no en cuestión de límites, sino en cuestión de relaciones y necesidades humanas.  Los límites de amistad entre prójimos vienen, no de fuera, sino de dentro.  Podemos ser prójimo para cualquiera que nos acepte como tal.  La persona necesitada es el mejor candidato para ser nuestro prójimo, porque es más probable ser aceptados por una persona que necesita nuestra ayuda.  El samaritano está dispuesto a ser el prójimo del hombre herido, y el hombre herido está dispuesto a aceptar su ayuda.  Puede ser que ése no hubiera sido el caso si no hubiera estado herido.

Hay ironía aquí.  La preocupación con pureza religiosa previene al sacerdote y al levita de actuar como prójimos hacia el hombre caído pero el samaritano, considerado inmundo por judíos, cumple con la ley (Lev. 19:18).  “La ironía es intensificada por el mandato de Jesús que dice que el experto de la ley debe seguir el ejemplo del samaritano” (Evans, 176-177).

“Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo” (v. 37b).  Después de la primera respuesta del abogado, Jesús dijo, “haz esto, y vivirás” (v. 28).  Después de la segunda respuesta del abogado, Jesús dice, “Ve, y haz tú lo mismo” (v. 36).  En el primer caso, Jesús incluyó la promesa que el abogado encontraría la vida.  En el segundo caso, no hace ninguna promesa.  El samaritano no calculó su recompensa.  “Uno que demuestra misericordia para ganarse recompensa, por lo tanto, no estaría haciendo ‘lo mismo.’” (Culpepper, 230). 
¿Con quién nos identificamos en esta parábola?  Algunos se sienten como el hombre herido en la parábola, y estarían felices de tener a un Buen Samaritano que les trajera alivio.  Otros se identifican con el samaritano.  Yo, personalmente, me identifico con el sacerdote y el levita.  Trato de hacer lo correcto, pero necesidad humana es tan abrumadora que estoy tentado a pasar de largo por el otro lado.

LUNES 15 DE JULIO

Mateo 10, 34-11,1
VERSÍCULOS 34-36: NO LA PAZ, SINO LA ESPADA
34No penséis que he venido para meter paz en la tierra: no he venido para meter paz, sino espada.  35Porque he venido para hacer disensión del hombre contra su padre, y de la hija contra su madre, y de la nuera contra su suegra.  36Y los enemigos del hombre serán los de su casa.
Ahora, Jesús dice que podemos esperar conflicto hasta en nuestra propia familia cuando vivimos según nuestra fe en Cristo.  El hijo mayor que escoge a Cristo quizá ya no quiera participar en las prácticas religiosas de sus padres.  El esposo o la esposa que escoge a Cristo querrán asistir a la iglesia los domingos cuando su familia preferirá su presencia en otro lugar.  Un proveedor de familia que escoge a Cristo quizá encuentre necesario escoger un trabajo de menos compromiso y, consecuentemente, le ofrezca menos paga.  Fe en Cristo tiene un impacto sobre todos los aspectos de la vida, desde la manera en que concebimos a nuestros hijos, hasta la manera en que enterramos a nuestros difuntos.  No es ninguna sorpresa que cuando otros miembros de la familia no comparten nuestra fe, resientan las decisiones que tomamos y el impacto que esas decisiones tienen sobre ellos.
VERSÍCULOS 37-39: EL QUE PIERDA SU VIDA POR MI CAUSA, LA ENCONTRARÁ

37El que ama padre ó madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama hijo ó hija más que a mí, no es digno de mí.  38Y el que no toma su cruz, y sigue en pos de mí, no es digno de mí.  39El que pierda su vida, la encontrará; y el que pierda su vida por causa de mí, la encontrará. 
El Primer Mandamiento (Éxodo 20:3) nos pide servirle a Dios excluyendo todos otros dioses.  Jesús valida esa prioridad cuando un abogado le pregunta, “Maestro, ¿cuál es el mandamiento grande en la ley?” (Mateo 22:34-40).  Jesús lleva la discusión más allá, al requerir lealtad hacia él mismo aún antes que a un padre listo para enterrar (Mateo 8:22).  En nuestra lección de Evangelio, él requiere lealtad hacia él mismo antes de lealtad a la familia.
El Quinto Mandamiento (Éxodo 20:12) nos pide honrar a padre y madre.  Las palabras de Jesús en v. 37 se pueden comprender como palabras contra los padres, pero no lo son.  “La llamada para amar a Cristo más que a la familia es una manera indirecta de honrar a la familia.  Jesús pidió lealtad ante la más fuerte manifestación de amor familiar, no la más débil” (Craddock, 338).  Jesús no defiende la falta de lealtad a la familia, en vez, nos pide lealtad a Dios sobre lealtad a la familia.
VERSÍCULOS 40-42: EL QUE A MÍ RECIBE 
“El que os recibe (griego: dechomenos – recibe) a vosotros, a mi recibe; y el que a mí recibe, recibe al que me envió” (v. 40).  Ahora, Jesús les dice a los discípulos que aquéllos que les reciban serán recompensados – así, revela una parte de su plan para ministerio de salvedad.

Establece un acuerdo entre cuatro partes: Dios, Jesús, discípulo, y el que recibe.  Dios inició el acuerdo al mandar a Jesús.  Entonces, Jesús manda los discípulos.  Al marchar, los discípulos toman el tercer paso.  Aquéllos que reciben a los discípulos toman el paso final, proveyéndoles con el apoyo necesario.

Jesús dice que recibir al Hijo es el equivalente de recibir al Padre – y al recibir al profeta, el que recibe gana la recompensa de profeta.  Éste es el concepto judío deshaliah, que reconoce al emisario del rey como si fuera el rey.  Hoy, esto todavía se practica en muchos lugares.  Por ejemplo, gobiernos piensan de una confrontación con un embajador como una confrontación con el país que éste representa.  A nivel personal, padres consideran un regalo al hijo como un regalo al padre. 
Existen dos historias en el Antiguo Testamento de las que podemos aprender.  En ambas, los que recibieron al huésped proveyeron las necesidades básicas para un profeta.  Cada uno recibió un regalo de vida:
- En la primera historia, la viuda de Sarepta, quien la gente cree morirá de hambre, rindió honor al pedido de Elías de un pedacito de pan después de que Elías invocara la promesa de Dios, diciéndole que no le faltaría comida.  Consecuentemente, su “tinaja de la harina no escaseará, ni se disminuirá la botija del aceite” (1 Reyes 17:8-24).  Más tarde, al morir su hijo, Elías le restauró la vida.
- En la segunda historia, una pareja Sunemita proporcionó a Eliseo comida y una habitación cómoda porque él era un hombre santo de Dios.  Como recompensa, le prometió un hijo a esta pareja sin hijos.
El hijo nació y creció, pero después murió – y Eliseo le devolvió la vida (2 Reyes 4:8-37).
Recibir a un profeta también implica que se acepta su mensaje.
“El que recibe profeta en nombre de profeta,  misericordia de profeta recibirá; y el que recibe justo en nombre de justo,  misericordia de justo recibirá” (v. 41).  Jesús usa “en nombre de” para ser más específico.  “‘En nombre de’ es una expresión semítica que significa ‘porque uno es’” (Boring, 263).  La bienvenida se extiende porque el invitado es un profeta – o una persona justa – o un discípulo.  Aquí, Jesús no se refiere a una hospitalidad general, sino a la hospitalidad que se extiende hacia los discípulos.  Usa una frase similar en 25:40 al dar la recompensa a los justos por alimentar a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, etcétera.  “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis.”  Anote la frase, “estos mis hermanos pequeñitos.”  Sin duda, Cristo nos recompensará por la caridad extendida a cualquier persona vulnerable, pero el énfasis en estos pasajes es el de hospitalidad hacia los discípulos. 
Nos imaginamos que cristianos importantes recibirán grandes mansiones en el reino, mientras que el resto de nosotros recibirá mansiones más pequeñas.  La idea es dudosa, porque la salvación es regalada en vez de ganada.  Sin embargo, nuestra lección implica que existen recompensas distintas para profetas, justos, y pequeños – y recompensas distintas para aquéllos que reciben a profetas, justos, y pequeños. 
En resumen, “El Evangelio se debe proclamar, y los que ayudan a proclamarlo, sea directa o indirectamente, cumplen una función importante y digna de alabanza” (Hagner).

Y así llegamos a la conclusión del Sermón de Misión (9:35 – 10:42).

MARTES 16 DE JULIO
Mateo 11, 20-24
Entonces se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido:
«¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti.»
Esta manera de describir la acción misericordiosa de Jesús era una advertencia clara para los discípulos y las discípulas que andaban con Jesús por Galilea. No podían esperar mucha recompensa ni elogio por el hecho de ser misioneros de Jesús. La advertencia vale también para nosotros que, hoy, leemos y meditamos este Sermón de la Misión, pues los evangelios están escritos para todos. Nos invitan a confrontar nuestra actitud con la actitud de los personajes que aparecen en el evangelio y a preguntarnos si somos como Juan Bautista (Mt 11,1-15), como el pueblo interesado (Mt 11,16-19), como las ciudades incrédulas (Mt 11,20-24), como los doctores que pensaban saberlo todo y no entendían nada (Mt 11,25), como los fariseos que lo único que sabían hacer era criticar (Mt 12,1-45) o como la gente pequeña que iba en busca de Jesús para seguirle (Mt 12,15) y que con su sabiduría, sabe entender y aceptar el mensaje del Reino (Mt 11,25-30).


MIÉRCOLES 17 DE JULIO

Mateo 11, 25-27
VERSÍCULOS 25-27: REVELADO A LOS NIÑOS

25En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado a los niños.  26Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos.  27Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar.

Jesús se dirige a Dios como Padre y como “Señor del cielo y de la tierra” (v. 25).  De esta manera captura ambos el lado cariñoso y el lado majestuoso de Dios.

El enfoque cambia de aquéllos que han rechazado a Jesús a aquéllos que le han aceptado.  Dios ha escondido la verdad de “los sabios y los entendidos,” pero ha revelado la verdad a “los niños” (v. 25).  El ambiente también cambia.  En versículos 16-19, Jesús expresa frustración y coraje hacia “esta generación,” pero en versículos 25-27, su humor es optimista y agradecido.  El optimismo de Jesús no se basa en ningún éxito reciente, sino en la cariñosa autoridad de Dios y la intimidad entre Padre e Hijo.

“Has escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las has revelado a los niños” (v. 25).  “No hay ninguna arbitrariedad aquí.  En vez, es una simple verdad que los sabios tienden a ser orgullosos y auto-suficientes en su sabiduría y, particularmente, poco receptivos a lo nuevo e inesperado.  No es difícil, por ejemplo, ver que la mayoría de los escribientes y fariseos caigan en esta categoría” (Dunn). 
“Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos” (v. 26).  No es por accidente que los “sabios y entendidos” rechazan a Jesús mientras que los “niños” creen en él.  “El plan de Dios – el Evangelio mismo – es bendecir a los pobres de espíritu, los que lamentan, los débiles, los que buscan ser justos, los niños, los pequeños” (Bruner, 431).
Esta regla tiene excepciones – excepciones que sirven para probarla.  Nicodemo, un fariseo, se acercó a Jesús de noche (Juan 3).  José de Arimatea, un hombre rico, proveyó un lugar de entierro para Jesús y asistió al cuidado de su cuerpo después de la crucifixión (27:57-60).  Gamaliel, un fariseo, aconsejó al Sanedrín que tuvieran cuidado con su sentencia de los discípulos a no ser que se encontraran en conflicto con la voluntad de Dios (Hechos 5).  Saulo de Tarso, un fariseo (Hechos 23:6; 26:5), se convirtió en un gran misionero cristiano y en autor de mucho del Nuevo Testamento.

Estas excepciones demuestran que el Evangelio puede traer buenas noticias para los ricos y poderosos también, pero es mucho más difícil que personas con grandes recursos personales, sean monetarios o intelectuales, admitan su necesidad por Cristo.  Cristo bendice al suplicante humilde, y es difícil para los ricos y poderosos ser humilde o suplicante..

Para comprender la intimidad entre Padre e Hijo, imaginemos la relación que habría disfrutado Jesús con su padre carpintero.  Aunque las escrituras no nos digan mucho de la niñez de Jesús, José le habría empezado a enseñar carpintería a Jesús tan pronto como fuera lo bastante mayor para utilizar las herramientas.  Cuando Jesús llegó a ser hombre, la transferencia de sabiduría estaría completa.  Jesús conocía las herramientas – y la variedad de maderas – y técnicas – y medidas.  Si José lo sabía, Jesús también lo sabía.  Trabajando juntos en su pequeño taller, José y Jesús se podían comunicar fácilmente.  Evaluaban los problemas de la misma manera y desarrollaban las mismas soluciones.  Si un vecino necesitaba algún trabajo, Jesús podía hablar por su padre, y José podía hablar por su hijo.  Eran compañeros.


JUEVES 18 DE JULIO
Mateo 11, 28-30
VERSÍCULOS 28-30: LLEVAD MI YUGO SOBRE VOSOTROS Y APRENDED DE MÍ

28Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. 29Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso (griego: praus –tímido, humilde) y humilde (griego: tapeinos – humilde, bajo) de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.  30Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Estos versículos se encuentran entre los más queridos y citados de la Biblia, porque todos nosotros nos sentimos cargados y necesitados de descanso.
En su contexto original, estos versículos hablaban específicamente de los que se sentían cargados por la ley judía.  Dios dio la ley para guiar al pueblo judío por las complicaciones morales de la vida, pero gente bien intencionada embelleció la ley hasta que convertirla en algo demasiado complicado.  Profesionales religiosos se sentían orgullosos por su observación de la ley, pero ni ellos podían evitar romperla.  La persona común no podía ni acercarse a la perfecta observación de la ley.

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí” (v. 29).  “Rabíes a menudo hablaban del yugo de la ley (Aboth 3:5) o de los mandamientos (Berakoth 2:2), pero siempre en forma de alabanza.  Aceptar este yugo, decían, es evitar el yugo de monarquías terrenales y de importancias mundanas” (Johnson, 390).  Tienen un punto.  No podemos elegir no seguir a ningún amo, sino que solo podemos elegir a cuál de ellos serviremos.  El yugo de la ley es mejor que el yugo del mundo, porque el yugo de la ley está inspirado por Dios.  En manos de escribientes y fariseos, sin embargo, el yugo de la ley se convirtió en una carga casi tan pesada como el yugo del mundo.

“En contraste con sus oponentes (23:4), Jesús interpreta las leyes basándose en su propósito original, el cual él conoce bien (5:17-48; 11:27; 12:8) – por ejemplo, interpretar las leyes del sábado según su devoción a Dios en vez de reglas universales (12:7) y leyes del divorcio según la devoción que uno tiene para su esposa en vez de un efugio para rechazarla (19:4-8)” (Keener, 221).  “En ciertos lugares, la interpretación de Jesús (de la ley) será más leve (por ejemplo, en la observación del sábado), en otros momentos será más estricta (como con el divorcio) que la de los fariseos, pero la observación de la ley en general será simplificada por su énfasis en ‘los asuntos más importantes de la ley: justicia y  misericordia y lealtad’ (23:23) y sobre el doble mandamiento de amor (22:37-40)” (Hare, 128-129).

Jesús no propone que no tengamos un yugo, sino que aceptemos el suyo, el cual eschrestos – “manejable, es decir, suave, agradable (en vez de aspero, duro, y agudo)” (Thayer, 671).  Un yugo bien hecho distribuye la carga por igual, haciendo el trabajo más fácil.  Un yugo bien ajustado sigue las curvas del cuello del buey para que no le roce y le haga daño.  “Hay una leyenda que Jesús hacía los mejores yugos de toda Galilea, y que hombres de todo el país venían a su taller de carpintería para comprar los mejores yugos que Él pudiera hacer” (Barclay, 19).

Para una analogía contemporánea, consideremos las ventajas que tiene la nueva maquinaria deportiva, tan avanzada tecnológicamente.  Un escalador puede ir más rápido, más lejos, y moverse más fácilmente cuando va equipado con una mochila bien construida, una estufa pequeña, comida en seco, y una tienda de campaña ligerísima.  Nuevos avances en raquetas de tenis, esquíes, palos de golf, y zapatos deportivos pueden ayudar a atletas a conseguir nuevos records.  Poder verse instantáneamente en una pantalla le ayuda a analizar mejor a sus oponentes.  Programas de entrenamiento sofisticados le ayudan a lograr sus metas.  Ninguno de estos equipos le ayuda al atleta a ganar si solo se sienta en la periferia, pero sí aumentan la habilidad del atleta en el campo deportivo.  Cuando Jesús nos invita a llevar su yugo y a aprender de él, es como si nos está dando acceso a los mejores equipos y al mejor entrenamiento para el juego de la vida.

Un yugo generalmente conecta a dos bueyes para que trabajen como equipo.  Cuando Jesús nos invita a llevar su yugo y a aprender de él, nos está invitando a unirnos a él en su arreo – a permitirle a él tomar el mando – a permitirle que nos acompañe a través de momentos difíciles – a darle la oportunidad de enseñarnos como se debe hacer.

“Porque soy manso (griego: praus – tímido, humilde) y humilde (griego: tapeinos – humilde, bajo) de corazón” (v. 29).  Moisés era humilde (Num. 12:3), y Jesús bendijo a los praus (tímidos), prometiendo que ellos “recibirán la tierra por heredad” (5:5) – una promesa que no parece intuitiva.  Nos parece que los valientes y los fuertes heredarán la tierra.  Quizá los tímidos hereden el cielo, pero dudamos que hereden la tierra.  Sin embargo, la promesa de Jesús se basa en la economía de Dios en vez de los métodos del mundo.  Igual que Jesús transformó al mundo a través de su tímida sumisión a la voluntad de Dios para morir en la cruz, también así, por la voluntad de Dios, el praus – aquéllos que se someten a la voluntad de Dios – quedarán poseídos por un poder que transciende sus habilidades y destrezas naturales.

“Y hallaréis descanso (anapausin) para vuestras almas” (v. 29).  Jeremías le pidió a Israel: “preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él.”  Prometió que, si lo hacían, “hallaréis descanso para vuestra alma.”  Israel, sin embargo, rechazó el consejo de Jeremías, diciendo, “No andaremos” (Jeremías 6:16).  Ahora, Jesús hace una promesa similar a aquéllos que llevan su yugo.

Anapausin “anota un descanso temporal, un alivio por ejemplo, para los soldados” (Thayer, 40) – un descanso para refrescarnos y prepararnos para el trabajo que nos espera.  Jesús no nos invita a un descanso en el que nos sentamos en una silla, sino al descanso de una vida con el propósito de ser discípulo.  No les promete a los que miran el reloj que saldrán temprano del trabajo, sino que les ofrece a los discípulos energía, visión, y propósito.
Estamos cansados, aunque no observemos la ley judía.  Sentimos la carga de muchas cosas: ocupaciones, preocupaciones sobre trabajo, matrimonio, dinero, salud, hijos, seguridad, y vejez, decisiones difíciles, criticismo u oposición, soledad,y miles de otras cosas.
 La preocupación de Jesús por nuestras cargas es tan verdadera como su preocupación por los judíos de su tiempo, que también sentían la carga de la ley.  Su promesa es igual de real.  “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.”  ¡Jesús todavía hace eso! ¡Jesús todavía nos da descanso!

VIERNES 19 DE JULIO
Mateo 12, 1-8
En aquel tiempo cruzaba Jesús un sábado por los sembrados. Y sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas. Al verlo los fariseos, le dijeron: «Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado.» Pero él les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes? ¿Tampoco habéis leído en la Ley que en día de sábado los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin incurrir en culpa? Pues yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo. Si hubieseis comprendido lo que significa Misericordia quiero, que no sacrificio, no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»

El Hijo del Hombre es señor del sábado. Jesús termina con esta frase: el Hijo del Hombre es señor del sábado. Jesús, él mismo, es el criterio para la interpretación de la Ley de Dios. Jesús conocía la Biblia de memoria y la invocaba para mostrar que los argumentos de los otros no tenían fundamento. En aquel tiempo, no había Biblias impresas como tenemos hoy en día. En cada comunidad sólo había una Biblia, escrita a mano, que quedaba en la sinagoga. El que Jesús conociera tan bien la Biblia es señal de que durante treinta años de vida en Nazaret, ha participado intensamente en la vida de la comunidad, donde todos los sábados se leían las escrituras. La nueva experiencia de Dios como Padre hacía que Jesús llegara a descubrir mejor cuál había sido la intención de Dios al decretar las leyes del Antiguo Testamento. Al convivir con la gente de Galilea, durante treinta años en Nazaret, y sintiendo en la piel la opresión y la exclusión de tantos hermanos y hermanas en nombre de la Ley de Dios, Jesús tiene que haber percibido que esto no podía ser el sentido de aquellas leyes. Si Dios es Padre, entonces él acoge a todos como hijos e hijas. Si Dios es Padre, entonces debemos ser hermanos y hermanas unos de otros. Fue lo que Jesús vivió y rezó, desde el comienzo hasta el fin. La Ley debe estar al servicio de la vida y de la fraternidad. “El ser humano no está hecho para el sábado, sino el sábado para el ser humano” (Mc 2,27). Fue por su fidelidad a este mensaje que Jesús fue condenado a muerte. El incomodaba al sistema, y el sistema se defendió, usando la fuerza contra Jesús, pues él quería la Ley al servicio de la vida, y no viceversa. Falta todavía mucho para que tengamos esa misma familiaridad con la Biblia y la misma participación en la comunidad como Jesús.
SÁBADO 20 DE JULIO
Mateo 12, 14-21
Pero los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra él para eliminarle.
Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguieron muchos y los curó a todos. Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran; para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:
He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante,
hasta que lleve a la victoria el juicio: en su nombre pondrán las naciones su esperanza.
Le siguieron muchos y curó a todos. Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran. La gente sabe discernir. Jesús pide para que no divulguen demasiado lo que está haciendo. Contraste grande. Por un lado, el conflicto de vida y muerte entre Jesús y las autoridades religiosas. Por otro lado, el movimiento de la gente deseosa de encontrarse con Jesús. Eran sobre todo los excluidos y los marginados que venían donde él con sus males y sus enfermedades. Los que no eran acogidos en la convivencia social de la sociedad y de la religión, eran acogidos por Jesús.

DOMINGO 21 DE JULIO

Lucas 10, 38-42 
VERSÍCULOS 38-42: MARTA Y MARÍA

–– Jesús visita a las mujeres en su casa, y Marta lo recibe “en su casa” (v. 38). Aunque Lázaro es el hermano de Marta y María (Jn. 11:1-2), esta historia no lo menciona a él ni a los discípulos varones que lo acompañan. No existe una referencia a un hombre como jefe de esta casa. Claramente Marta está a cargo.

–– María se sienta a los pies de Jesús para recibir su enseñanza, que es la postura de un discípulo, el lugar de un hombre. El evangelio de Lucas frecuentemente habla de mujeres en lugares de honor. 

En años recientes algunos estudiosos han caracterizado esta historia como un atento de la iglesia primitiva para definir el papel de las mujeres en el ministerio (Reid, 373-375). Sin embargo, esta historia “no es sobre las mujeres; es un pasaje sobre el discipulado” (Bock, 200). “El contraste no es entre el ‘servir’ (es decir, el papel de liderazgo activo de las mujeres en la comunidad) y ‘escuchar’ (es decir, el papel pasivo de las mujeres en la comunidad), sino entre ‘escuchar la palabra’ (es decir, el discipulado) y la conducta ‘ansiosa’ (es decir, la antítesis del discipulado)” (Green, 436).


VERSÍCULO 38: MARTA LO RECIBE EN SU CASA

38Y aconteció que yendo, entró él en una aldea: y una mujer llamada Marta, le recibió en su casa.
Lucas no nos dice cuál es la aldea, pero Juan nos dice que María y Marta viven en Betania (Jn. 11:1-2; 12:1-3). Es allí que Jesús levanta a Lázaro de la muerte (Jn. 11:17-44). Es en esta misma casa que María unge los pies de Jesús con perfume y los seca con sus cabellos (Jn. 12:1-3). Jesús va en camino a Jerusalén donde va a morir. Betania está cerca de Jerusalén, y sentimos la sombra de Jerusalén colgando sobre esta historia.

Lucas no nos dice cuánta gente había venido con Jesús, solamente que “yendo” entró en “una aldea”. Los setenta ya habían regresado de su jornada (10:17). ¿Ellos también están viajando con Jesús, o solamente son los doce? No sabemos.
Marta recibe a Jesús en su casa. También es la casa de Lázaro y María, pero Marta hace la invitación y la invitación es a su casa. En las diversas narraciones sobre María y Marta, generalmente Marta toma el liderazgo. La excepción más dramática es cuando María interrumpe la cena de Marta al ungir los pies de Jesús con perfume. Este incidente parece algo distinto del carácter callado, apartado de María, ¡pero algunas veces los callados nos sorprenden! No se menciona a los discípulos. Esto se puede deber a que las casas son pequeñas, y Marta solamente puede recibir un grupo pequeño dentro de su casa. Lo más seguro es que representa la forma en que Lucas arroja luz sobre Marta, María y Jesús. Poner a todos los demás en escena solamente nos distraería.
VERSÍCULO 39: MARÍA SE SENTÓ A LOS PIES DE JESÚS Y ESCUCHÓ

39Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
María asume el liderazgo aquí. Mientras que Marta se afana con muchas tareas (un papel tradicional femenino), María se sienta a los pies del Señor y recibe su enseñanza (un papel tradicional masculino).
María escucha lo que Jesús dice. “Las palabras que Jesús pronuncia, en todo otro lugar se dice que es la ‘palabra de Dios’ (5:1; 8:11, 21; 11:28), y aquí ‘su palabra’ se debe ver bajo esta luz. Nada menos que la visita de Dios se está llevando a cabo aquí (7:16; 19:41-44)” (Nolland).

VERSÍCULO 40: MARTA SE DISTRAÍA CON MUCHAS COSAS
40Pues Marta se distraía en muchos servicios (griego = diakonian, la palabra de donde derivamos la palabra “diácono”); y sobreviniendo, dice: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile pues, que me ayude.
 Marta hace lo que la gente espera de ella. Cumple su deber. Prepara la comida. Ofrece hospitalidad. María, por el contrario, no hace ninguna de esas cosas. Desde la perspectiva de Marta, María está descuidando sus verdaderas responsabilidades, y Marta está pagando el precio. Toda persona “responsable” algunas veces siente la carga de llevar más de lo que le corresponde, y eso es lo que Marta está experimentando. Es demasiado esperar que la persona “responsable” nunca sienta resentimiento. 
María está sentada “á los pies de Jesús” (v. 39). Marta se dirige a Jesús como “Señor” (v. 40), pero con el mismo aliento lo reprende y le da una orden. “¿No tienes cuidado?” y “dile pues, que me ayude,” muy difícilmente es el tono respetuoso que uno usa para dirigirse al Señor. Marta está concentrada en su propia agenda, y le pide a Jesús que se una él mismo y a María a esa agenda.  “Aquí hay un contraste deliberado entre Marta que le dice a Jesús lo que debe decir, y María que escucha lo que Jesús quiere decir” (Nolland). 
VERSÍCULOS 41-42: MARÍA ESCOGIÓ LA BUENA PARTE
41Pero respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás turbada: 42Pues una cosa es necesaria; y María escogió la buena parte(griego = agathen merida, buena parte), la cual no le será quitada.
“Marta, Marta”. Jesús repite el nombre de Marta como una manera gentil de reprenderla. Jesús nota su distracción en lugar de su hospitalidad. De seguro que aceptaba bien la comida, pero acepta todavía mucho mejor el discipulado. Está rumbo a Jerusalén y la cruz, y esta es su última visita (en este evangelio) a la casa de estos queridos amigos. Marta y María necesitan a Jesús, y el afán de Marta lo distancia de él. Jesús necesita a Marta y María también. Él sabe lo que le espera en Jerusalén, y necesita buenos amigos ahora más que buena comida. 
“María escogió la buena parte (griego = agathen merida, buena parte)” (v. 42). La mejor parte que María ha escogido es sentarse a los pies de Jesús y escuchar, es ser su discípula. Ya habrá tiempo suficiente para la acción. Primero, el discípulo debe aprender del maestro, de otra manera el afán del discípulo puede crear más problemas de los que puede resolver. Esto tiene implicaciones para nosotros hoy. También nosotros estamos ocupados con muchas cosas. Nosotros también estamos preocupados y distraídos. Nosotros también necesitamos escoger la mejor parte: sentarnos a los pies del maestro, orar, buscar la dirección del Señor. Solamente así estaremos seguros de que nuestra actividad hará avanzar las actividades del Señor. Solamente así podemos esperar que el Señor bendiga nuestro trabajo.

“Muchas cosas... una cosa” (vv. 41-42). Jesús contrasta la distracción de Marta (“muchas cosas”) con la concentración de María (“una cosa”). La única cosa en la que María está concentrada no es el pan, sino en “todo lo que sale de la boca de Yahvé” (ver Dt. 8:3).
Como alguien que está acostumbrado a hacer cosas, me siento mal por Marta. Ella está cumpliendo con su deber tal como lo ve. Trabaja duro. Tiene buenas razones para resentir la actitud de María, que (como lo ve Marta) la ha abandonado en un momento crítico. Las palabras de Jesús deben sentirse como una bofetada en el rostro. Si yo fuera Marta, le hubiera tomado la palabra a Jesús, apagaría la estufa y me sentaría a escuchar. En cierto momento la gente comenzaría a pensar en la comida. Veamos qué tanto le toma a Jesús entender el error de su posición. ¡El hambre es un buen maestro.
La ironía, por supuesto, es que Jesús hacía poco había alimentado a cinco mil personas con solamente cinco panes y dos pescados (9:12-17). Si podía hacer eso, Marta puede confiar en que Jesús tiene los medios para proveer comida a sus invitados, así que no pasarían hambre. Además, como Jesús le dijo al tentador, “Escrito está: Que no con pan solo vivirá el hombre” (4:4).       
Pero seamos sensibles a quienes en la congregación expresan su amor por la familia, amigos, y por Jesús trabajando en la cocina. ¿Acaso esta historia invalida su duro trabajo? ¡No! Jesús ha usado los servicios de buenos cocineros o cocineras para salvar almas. La historia de María y Marta no nos enseña que sea mejor sentarse que hacer algo. Nos enseña a discernir, a plantear prioridades cuidadosamente, a buscar la mejor parte, la buena porción, cualquier cosa que eso sea en las diferentes situaciones en que a veces nos encontramos.
Y, una vez más, recordemos la relación de esta historia a la parábola del buen samaritano. “Hay un tiempo para ir y hacer; hay un tiempo para escuchar y reflexionar. Sabiendo cuáles son los asuntos que requieren discernimiento espiritual. Si le preguntáramos a Jesús cuál ejemplo nos queda a nosotros – el del Samaritano o el de María – probablemente su respuesta sería Sí” (Craddock, 152).

LUNES 22 DE JULIO
Juan 20, 1.11-18
VERSÍCULOS 1-2: EL PRIMER DÍA DE LA SEMANA VINO DE MAÑANA

1Y el primer día de la semana, María Magdalena vino de mañana (en el griego algunos manuscritos dicen erchetai proi = viene temprano), siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio la piedra quitada del sepulcro.  2Entonces corrió, y vino a Simón Pedro, y al otro discípulo, al cual amaba Jesús, y les dice: Han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto.


La gente creía que el espíritu de una persona muerta permanecía en los alrededores de la tumba por tres días, así que comúnmente sólo visitaban la tumba durante los primeros tres días después del entierro. Las leyes religiosas prohibían las vistas durante el sábado, así que lo más temprano que María podía visitar la tumba era al ocultarse el sol en nuestra tarde del sábado, y en que termina el sábado y comienza el primer día de la semana. Nuestra tradición coloca la visita cerca del amanecer del domingo, pero Juan nos dice que es temprano en el primer día de la semana y sigue oscuro.

VERSÍCULOS 11-18: LE DICE JESÚS: “¡MARÍA!”

11Pues María estaba fuera llorando junto al sepulcro: y estando llorando, se bajó a mirar el sepulcro; 12Y vio dos angeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.  13Y Le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Le dices: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.  14Y como hubo dicho esto, se volvió atrás, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.  15Le dice Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿Á quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dice: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.  16Le dice Jesús: ¡María! Volviéndose ella, le dice: ¡Rabboni! que quiere decir, Maestro.  17Le dice Jesús: No me toques: porque aun no he subido a mi Padre: mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.  18Fué María Magdalena dando las nuevas a los discípulos de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.

Entonces María se vuelve, y Jesús repite la pregunta que los ángeles apenas le han hecho. María falla para reconocer a Jesús. Tal vez su visión está obscurecida por las lágrimas. Tal vez su dolor la ha abrumado tanto que no puede pensar claramente. Tal vez porque vino buscando a un hombre muerto, su mente es incapaz de ver un hombre vivo. Frecuentemente vemos lo que esperamos ver, y fallamos para reconocer lo inesperado que está frente a nuestros ojos. Tal vez el cuerpo de Jesús ha sido transformado tanto que no es inmediatamente reconocible.  
Hay algo amoroso sobre Jesús haciendo su primera aparición ya resucitado a María Magdalena, que es un personaje menor en este Evangelio. Nosotros pensaríamos que Jesús concedería este honor a uno de los discípulos de su círculo íntimo o a su madre. Pero los caminos de Dios no son nuestros caminos. Nosotros no hubiéramos escogido a María Magdalena para este honor, pero tampoco hubiéramos escogido al tramposo Jacob para mantener la promesa de la gran nación, o a David para derrotar al gigante, o a Saulo para ser misionero. Dios llama a quien Dios llama.
 María, al igual que los discípulos de Emmaús, no reconoce a Jesús hasta que un acto específico levanta el velo de sus ojos. Los discípulos de Emmaús lo reconocen cuando partió el pan con ellos. María lo reconoce cuando la llama por su nombre. Este incidente nos recuerda las palabras de Jesús “y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.  Y como ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz” (10:3-4). 
“No me toques: porque aun no he subido a mi Padre: mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (v. 17). Este versículo ha generado muchos comentarios en los comentarios. ¿Por qué Jesús le prohíbe a María que lo toque y luego invita a Tomás a que lo haga (v. 27)? ¿Cuál es la relación ente tocar y la ascensión? Cuando Jesús habla de sus hermanos, ¿está hablando de sus hermanos carnales o sus discípulos? ¿Cómo el tiempo de la ascensión en el evangelio de Juan se relaciona con el de Lucas y Hechos?
Mientras que el evangelio de Juan ve una ascensión inmediata más que cuarenta días después, esto no necesariamente está en conflicto con el relato de Lucas-Hechos. En Lucas-Hechos “después de su resurrección, Jesús apareció a sus discípulos muchas veces, pero no estuvo continuamente con ellos como en los días antes de su crucifixión. Su morada, su hábitat, ya no era esta tierra; en su ‘cuerpo espiritual’ (para usar el lenguaje de Pablo) ya no estaba restringido como en ‘los días de su carne’ (Hechos 5:7), sino que ya estaba glorificado... Su partida final fue... dramática y decisiva..., así que la finalidad de lo que se estaba llevando a cabo fuera clara. En ese sentido, en ambos relatos de Juan y Lucas-Hechos, Jesús está en el proceso de ascender al Padre hasta la culminación de la ascensión” (Carson, 645).

María obedece yendo a los discípulos y anunciando “que había visto al Señor”, y diciéndoles todo lo que él le había dicho a ella (v. 18).  

MARTES 23 DE JULIO
Mateo 12, 46-50
La familia de Jesús. Los parientes llegan a la casa donde se encuentra Jesús. Probablemente venían de Nazaret. De allí hasta Cafarnaún hay unos 40 km. Su madre estaba con él. No entran, pero envían un recado: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte.» La reacción de Jesús es firme: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.» Para entender bien el significado de esta respuesta conviene mirar la situación de la familia en el tiempo de Jesús. 

MIÉRCOLES 24 DE JULIO
Mateo 13, 1-9
VERSÍCULOS 1-2: MUCHAS GENTES SE ALLEGARON A ÉL

1Y aquel día, saliendo Jesús de casa, se sentó junto a la mar.  2Y se allegaron a él muchas gentes; y entrándose él en el barco, se sentó, y toda la gente estaba a la ribera.
La mar no se identifica, en parte porque Mateo no se preocupa mucho por detalles geográficos, y en parte porque el Mar de Galilea toma un lugar tan importante en el ministerio de Jesús que debe ser evidente.  Muchas gentes se reúnen, pero el contexto no especifica su relación con Jesús.  Jesús se mete en el bote, un buen lugar del que dirigirse a la gente, y se sienta, la postura tradicional para un maestro.


VERSÍCULOS 3-9: EL QUE SEMBRABA SALIÓ A SEMBRAR

3Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí el que sembraba salió a sembrar.  4Y sembrando, parte de  la simiente cayó junto al camino; y vinieron las aves, y la comieron.  5Y parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y nació luego, porque no tenía profundidad de tierra: 6Mas en saliendo el sol, se quemó; y secóse, porque no tenía raíz. 7Y parte cayó en espinas; y las espinas crecieron, y la ahogaron.  8Y parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta.  9Quien tiene oídos para oír, oiga.
  
¿Cómo se mide la cosecha de esta parábola?  El rendimiento depende en la cantidad que se planta pero, en su libro, Las parábolas de Jesús, Jeremías escribe que las cosechas del primer siglo serían de siete a diez veces más.  Treinta veces más hubiera sido muy abundante, y cien veces más hubiera sido verdaderamente asombroso (citado en Hare, 152-153; cf. Keener, 238).  Hasta que con métodos y maquinaria agrícola moderna, la cosecha media de trigo en los Estados Unidos durante los años 50 era entre quince a veinte veces lo que se plantaba (Johnson, 409).  Por lo tanto, las palabras de Jesús en cuanto a la cosecha, parecen estar diseñadas para alentar a los discípulos, que trabajan duro sin muchos resultados aparentes.  La parábola nos asegura que Dios  trabaja bajo la superficie, creando crecimiento que se manifestará con el tiempo.  No debemos desesperarnos si los resultados no son inmediatos.

La cosecha se extiende entre treinta y cien veces lo sembrado – toda de buenas semillas plantadas en buen terreno.  Si la cosecha es solo treinta veces más que lo sembrado no se puede culpar ni la semilla ni el terreno.  Nuestra responsabilidad es plantar y regar; Dios es responsable por el crecimiento (1 Cor 3:7).

JUEVES 25 DE JULIO

Mateo 20, 20-28
Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?» Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino.» Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?» Dícenle: «Sí, podemos.» Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre.»
Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»
• Santiago y Juan piden favores, Jesús promete sufrimiento. Yo, ¿qué busco en mi relación con Dios y qué pido en la oración? ¿Cómo acojo el sufrimiento que se da en la vida y que es contrario a aquello que pido en la oración?

• Jesús dice: “¡No ha de ser así entre vosotros!” Nuestra manera de vivir en la comunidad y en la iglesia ¿está de acuerdo con este consejo de Jesús?
VIERNES 26 DE JULIO
Mateo 13, 16-17
«¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.

SÁBADO 27 DE JULIO
Mateo 13, 24-30
VERSÍCULOS 24-30: LA PARÁBOLA DE LA BUENA Y LA MALA SEMILLA

24Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo: 25Mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró cizaña (griego: zizania – arista de cizaña) entre el trigo, y se fue. 26Y como la hierba salió é hizo fruto, entonces apareció también la cizaña.  27Y llegándose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28Y él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la cojamos?  29Y él dijo: No; porque cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo.  30Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Coged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí.

“Vino su enemigo y sembró cizaña” (v. 25).  Jesús menciona la cizaña (zizania –arista de cizaña) que, en un estado más temprano, su aspecto se aproxima al del trigo, haciendo casi imposible identificarlo.  A medida que las plantas maduran, las raíces de las malas hierbas y las del trigo se enroscan, haciendo casi imposible separarlas – cualquier intento de arrancar las malas hierbas también arrancará el trigo.  La separación, sin embargo, es necesaria, porque la cizaña es ambos amarga y levemente tóxica.  Si no se quita antes de moler, la arista arruinara la harina.  La solución común es separar los granos después de trillarlos esparciéndolos en una superficie plana y hacer que gente separe a mano la arista que, en este estado, es de un color diferente.

Entre las obras canónigas, solo Mateo recuenta esta parábola (aunque una parábola similar se encuentra, sin interpretación, en el Evangelio no canónigo de Tomás).  Mateo se preocupa seriamente por el comportamiento ético, porque la iglesia de la época de Mateo se enfrentaba con graves lapsos de ética.  Comienza su relato del ministerio de Jesús con el Sermón en el Monte, el discurso principal de Jesús, presentando los temas centrales de su ministerio.  Mucho de ese sermón está dedicado a preocupaciones éticas. 

En el punto culminante del sermón, Jesús dice: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (7:21) – unas palabras inquietantes para una iglesia de salvación por medio de gracia.
A diferencia de Dios, no podemos conocer los corazones de la gente – o adónde les pueden llevar sus vidas – o la probabilidad de su redención.  Dios no nos ha equipado con el entendimiento necesario para arrancar la cizaña del jardín.  Por muy maravilloso que sería tener una iglesia “pura,” una iglesia sin pecadores, Jesús nos dice que la pureza solo será posible durante la cosecha.  Esfuerzos de hacer esto ahora probarán desastrosos – destruirán lo bueno con lo malo.  Segadores cumplirán la separación durante la cosecha – siguiendo el plan de Dios – lo suficientemente pronto. 
Si queremos una iglesia santa, quizá el mejor lugar para empezar es rezándole a Dios que nos conceda santa paciencia con aquéllos cuyo papel de discípulo tiene fallos.  Quizá nos ayude recordar que nuestro papel de discípulos tiene fallos también.  

DOMINGO 28 DE JULIO
Lucas 11, 1-13
VERSÍCULO 1: SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR

1Y aconteció que estando él orando en un lugar, como acabó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.

Este pasaje empieza con Jesús rezando.  Frecuentemente, Lucas se refiere a las oraciones de Jesús (véase 3:21; 6:12; 9:18, 28; 10:21-22; 22:32, 41-42; 23:34, 46).  En un capítulo anterior, Lucas reveló el contenido de una de estas oraciones (10:21-22).  Aquí, solo nos dice que Jesús estaba rezando.

Juan enseñó a sus discípulos a orar, y los discípulos de Jesús quieren que Jesús haga lo mismo por ellos.  Seguramente están pensando aprender una serie de rezos para recitar pero, quizá, también esperen aprender los principios de la oración.  Jesús les da una oración en particular, que también sirve de modelo para oración extemporánea – también, les enseña acerca del que rezan, presentando a Dios como un Padre cariñoso en quien pueden confiar.  Lucas utiliza este rezo para presentar una sección sobre oración, que incluye una parábola (vv. 5-8) y una promesa (9-13).

El rezo tiene cinco peticiones.  Las primeras dos (v. 2) tienen que ver con Dios.  Las últimas tres (v. 3-4) tienen que ver con cumplir nuestras necesidades.  Cada una de las últimas tres se expresa en plural (“danos – perdónanos – no nos traigas”).  Esto enfatiza la comunidad de fe a la que pertenecemos en vez de nuestras necesidades independientes.  Para los que conocemos los Hechos acrósticos (Adoración, Confesión, Agradecimiento, Suplicación), es interesante que en esta oración Jesús no incluya adoración, confesión, ni agradecimiento – solo suplicación. 

VERSÍCULOS 2-4: CUANDO OREIS, DECID: PADRE

2Y les dijo: Cuando orareis, decid: Padre (griego: paternuestro que estás en los cielos; sea tu nombre santificado (griego: hagiastheto – sagrado). Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.  3El pan nuestro de cada día, danos lo hoy.  4Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del malo (griego: peirasmon – prueba, juicio).


“Padre” (griego: pater) (v. 2).  En el lenguaje de Jesús, la palabra para padre es abba, pero Lucas usa la palabra griega, pater.  Ambas palabras se alejan de la norma judía en cuanto al trato del nombre de Dios.  El nombre hebreo para Dios es YHWH o Yahweh.  El pueblo judío está tan preocupado con la posibilidad de profanar el nombre de Dios que, en vez, utilizan la palabra adoni, que significa “mi Señor” (Lockyer, 427).

Sin embargo, la idea de Dios como Padre tiene raíces en el Antiguo Testamento.  Dios le instruyó a Nathán que le dijera a David, “Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo” (2 Samuel 7:14).  En un rezo, Isaías dijo, “Tú pues eres nuestro padre” (Isaías 63:16).  A través de Jeremías, Dios le dijo a Israel, “Y dije: Padre mío me llamarás, y no te apartarás de en pos de mí” (Jeremías 3:19) y “soy a Israel por padre” (Jeremías 31:9).  Malaquías dijo, “¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha criado un mismo Dios?” (Malaquías 2:10).

Con la excepción de la promesa de Dios a David en 2 Samuel, estos versículos del Antiguo Testamento se refieren a Dios como Padre del pueblo israelita.  Jesús continúa con este énfasis en esta oración, enseñándonos a decir, “Danos – perdónanos – y líbranos del mal.”

A pesar de las referencias al Antiguo Testamento, a los discípulos les debe sorprender oír a Jesús decir que comiencen sus oraciones con la palabra “Padre.”  Esto sugiere una familiaridad con la que la mayoría de judíos se encuentra incómoda.

“Sea tu nombre santificado (griego: hagiastheto – sagrado)” (v. 2).  Uno de los diez mandamientos prohíbe usar el nombre de Dios en vano (Éxodo 20:7).  La ley del Tora prohíbe jurar falsamente con el nombre de Dios (Lev. 19:12) o profanar el nombre sagrado de Dios (Lev. 21:6; 22:2; 22:32).  Los Salmos mencionan el nombre sagrado de Dios (30:4; 33:21; 97:12; 103:1; etcétera) – el gran y maravilloso nombre de Dios (99:3) – exaltando el nombre de Dios (138:2) – y bendiciendo el nombre sagrado de Dios (145:1, 21).

El nombre de una persona es más que una simple identificación.  La relación entre el ser y el nombre es tan íntima que ambos son inseparables.  Una persona inteligente valora su nombre e intenta hacer lo posible para mantenerlo.  Jesús nos enseña a rezar para que el nombre de Dios permanezca sagrado – y para que sea honorado y mantenido puro.  Cuando rezamos esta oración, es importante recordar que, como hijos del Padre, nuestras vidas contribuyen o distraen de la consagración del nombre del Padre.  Nuestro comportamiento y reputación honran el nombre del Padre o lo deshonran.

“Venga tu reino” (v. 2).  Esta petición está unida a “sea tu nombre santificado.”  El reino de Dios es el lugar donde el nombre de Dios permanece sagrado y donde es venerado.  Cuando dejamos que Dios sea rey en nuestras vidas, veneramos su nombre y permanece sagrado.

“El pan nuestro de cada día, danos lo hoy” (v. 3).  Jesús les enseña a los discípulos acerca de la oración y les recuerda de la relación apropiada con Dios.  La petición para el pan de cada día recuerda al maná, que Dios daba a diario y que no se podía guardar excepto el sábado (Éxodo 16).  El maná les recordaba a los israelitas de su dependencia diaria en Dios para proveerles con las necesidades básicas de la vida.  El pan cumple la misma función en una sociedad primitiva y agrícola, donde el hambre nunca está muy apartada.  Ahora, Jesús repite esto en su petición por el pan de cada día.

“Y perdónanos nuestros pecados” (4ª).  En Mateo, Jesús les enseña a los discípulos a orar, “Y perdónanos nuestras deudas” (griego: opheilemata) (Mateo 6:12).  En Lucas, Jesús les enseña a los discípulos a rezar, “Y perdónanos nuestros pecados” (griego:hamartias).  “El pecado es un acto de rebelión contra la autoridad que Dios tiene sobre nosotros.  Es decirle ‘no’ a Dios.  El mal de una persona contra otra no se encuentra en la misma categoría, sino en la categoría de deudas” (Horn, 72).  Jesús habla de “pecados” para explicar las maneras en que ofendemos a Dios, pero usa “deudas” para explicar las ofensas que experimentamos en relación a los demás (v. 4b).

“Porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben (griego: opheilonti)” (v. 4b).  El pueblo judío conoce el tema de perdonar deudas.  Mientras que la ley prescribe “ojo por ojo” (Éxodo 21:23-24; Lev. 24:19-20), también requiere el perdón de las deudas en años sabatinos y de júbilo (Lev. 25:23-28; Deuteronomio 15:1-5).

Un hijo fiel refleja la imagen y los valores del padre.  De la misma manera, Jesús espera que nosotros reflejemos el perdón de Dios.  ¿Cómo puede el mundo aprender del perdón de Dios si no lo manifestamos en nuestras vidas?  Jesús muestra que perdonar va acompañado de ser perdonado – si esperamos que Dios nos perdone a nosotros, nosotros debemos perdonarnos unos a otros.  “El que no puede perdonar no será perdonado;  misericordia fluye por el mismo trayecto, sea dada o recibida” (Culpepper, 235).

“Mas líbranos del malo” (v. 4c).  Jesús experimentó la tentación en el desierto (4:1-13).  En otro momento de juicio, Jesús rezará, “Padre, si quieres, pasa este vaso de mí; pues no se haga mi voluntad, sino la tuya” (22:42) – pero el vaso no pasará.  Frecuentemente, cristianos pasan por tribulaciones.  Al escribir este Evangelio, la iglesia de Lucas se encuentra bajo persecución.  Hoy, cristianos son perseguidos y martirizados por su fe en muchas partes del mundo.  Haríamos bien en rezar para que Dios dejara pasar nuestro vaso.
Necesitamos la protección que Dios nos da sobre el mal que puede destruirnos.  Esto no es melodramático, sino real.  Lea cualquier periódico, y vera la realidad prevaleciente del mal: drogas que esclavizan la juventud; apetitos sexuales que llevan a violencia contra mujeres y niños; avaricia que deja víctimas por donde pasa.  Es muy apropiado que recemos por la salvación del mal de nuestros seres queridos, nuestra comunidad, nuestra nación, nuestro mundo, y nosotros mismos.

Esta petición también “se puede comprender como el juicio del final del tiempo.  Ya que nadie puede escapar este juicio, la petición generalmente se parece a una oración para pedir fuerzas para sobrellevar el juicio, o para recibir un veredicto favorable en la corte divina” (Ringe, 163).


VERSÍCULOS 5-8: ¿QUIÉN DE VOSOTROS TENDRÁ UN AMIGO?

5Le dijos también: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, é irá a él a media noche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes, 6Porque un amigo mío ha venido a mí de camino, y no tengo que ponerle delante; 7Y el de dentro respondiendo, dijere: No me seas molesto; la puerta está ya cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y darte? 8Os digo, que aunque no se levante a darle por ser su amigo, cierto por su (griego: autouimportunidad (griego: anaideianse levantará, y le dará todo lo que habrá menester.

Ya que es mejor viajar de noche para evitar el calor del día, viajeros pueden llegar tarde a su destino.  Al no tener electricidad, aldeanos se acuestan temprano y la mayoría de las familias comparten un solo cuarto.  Por lo tanto, una llegada tan tarde despertaría a la familia durmiendo.

La gente del Medio Oriente toma la hospitalidad muy en serio.  El amigo del viajero tiene la obligación de mostrarla – proveer una comida apropiada para el viajero.  Fallar con esta responsabilidad traería vergüenza a la familia.  También traería vergüenza para la aldea en general, porque la obligación de proveer hospitalidad cae sobre todos sus miembros.

Obtener pan para un viajero hambriento sería difícil por la noche.  Pan se hace a diario y solo en la cantidad necesaria para ese día, y no hay una tienda donde uno puede comprar pan en medio de la noche.  Si el dueño de la casa no tiene pan, un vecino sería el único recurso.  El dueño de la casa tiene todo derecho de pedirle ayuda al vecino, ya que la comunidad comparte la responsabilidad de proporcionar hospitalidad.  Si el dueño está obligado, también lo está el vecino.  Es incomprensible que él rehúse ayudar.

“No me seas molesto” (v. 7).  Cualquier padre puede comprender la aversión del vecino.  ¿Quién sabe cuánto tiempo llevará calmar a los niños para que se duerman de nuevo después de ser despertados?  Sin embargo, las expectativas sociales son tan fuertes que la preocupación de este hombre sobre sus hijos parece trivial en comparación (Nolland).

“Por su importunidad (griego: ten anaideian autou – la persistencia de él).  La interpretación de este pasaje depende de estas palabras – ten anaideian autou.  Hay dos cuestiones aquí: Primero, ¿qué significa anaideian? Segundo, ¿a quién se refiereautou – al dueño o al vecino?

- Ken Bailey dice que anaideian tenía dos significados entre cristianos – la falta de vergüenza y la insistencia.  Sin embargo, en la versión griega LXX del Antiguo Testamento tanto como en literatura griega secular, solo tenía un significado – la falta de vergüenza.  Además, Bailey anota que la parábola no muestra al dueño actuando con insistencia en v. 7-8 – i.e., no menciona que pegue fuertemente a la puerta.  El dueño no demuestra ninguna acción insistente – no suplica ni ruega – no como en la ventana de la parábola del Juez Injusto (18:1-8).  Bailey entonces pasa a un estudio detallado de la palabra anaideian para demostrar que sus raíces tienen que ver con vergüenza o la falta de vergüenza más que con insistencia.

- Bailey intenta demostrar que autou (“su” o “de él”) se refiere al vecino en vez del dueño.  Dice que es el anaideian del vecino que está funcionando aquí.  Es decir, es la preocupación del vecino sobre la posibilidad de ser avergonzado en vez de la insistencia del dueño lo que cambia la dirección del pasaje.  Si el vecino rehúsa ayudar, el dueño pedirá ayuda de otros vecinos, que sabrán de la reacción negativa del primer vecino – así avergonzándole a él y a su hogar.  Para evitar esta vergüenza el vecino finalmente consiente y le da al dueño todo lo que necesite (Bailey, Poet & Peasant, 125-133).

Existe un entendimiento importante (si no universal) entre eruditos que, aquí, anaideian tiene que ver con vergüenza más que con insistencia – o quizá, una combinación de las dos.  Sin embargo, hay menos acuerdo en cuanto a qué es lo que de verdad está en juego – la falta de vergüenza del dueño al pedir ayuda, o la preocupación del vecino de ser avergonzado si no ayuda.

- El hecho de que esta parábola es seguida por el pasaje de “Pedid... buscad... y llamad” (vv. 9-13) favorece la interpretación que la falta de vergüenza del dueño al pedir ayuda es lo que salva el día.  “Pedid... buscad... y llamad” suena como alentar a insistir.
  
El movimiento en este pasaje va de menor a mayor.  Si el vecino fastidiado provee lo necesario, se puede depender aún más en un Dios cariñoso.

VERSÍTULOS 9-13: PEDID, Y SE OS DARÁ

9Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os será abierto. 10Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se abre. 11¿Y cuál padre de vosotros, si su hijo le pidiere pan, le dará una piedra?, ó, si pescado, ¿en lugar de pescado, le dará una serpiente? 12O, si le pidiere un huevo, ¿le dará un escorpión? 13Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren de él? 
“Pedid... buscad... y llamad” (v. 9).  Los verbos están en el presente, lo cual sugiere una acción continua de pedir, buscar, y llamar.

“Porque todo aquel que pide, recibe” (v. 10).  Jesús parece sugerir que Dios aprobará personalmente cada pedido, pero nuestra experiencia sugiere otra cosa.  Además, Jesús rezó una oración que quedó sin contestar (22:42).  Recuerde que Jesús nos ha enseñado a dirigirnos a Dios como Padre.  Un Padre cariñoso escucha al niño, pero no acepta ciegamente cada pedido.  El hacerlo complacería al niño de forma inmediata, pero esto crearía problemas a la larga.  En vez, el Padre cariñoso provee lo necesario, incluyendo límites y disciplina.  La referencia al Espíritu Santo en v. 13 pone un énfasis espiritual sobre pedir y recibir.

“¿Y cuál padre de vosotros?” (v. 11).  De nuevo, el movimiento va de menor a mayor.  Si padres terrenales responden favorablemente a los pedidos de sus hijos, podemos esperar que el Padre celestial responda de una manera aún más favorable.

“Pescado... serpiente... huevo... escorpión” (vv. 11-12).  “Serpientes de agua a veces quedaban atrapadas en las redes de pesca.  Al enrollarse, el escorpión se parecía a un huevo” (Evans, 183).

“¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren de él?” (v. 13).  Mateo 7:11 presenta a Jesús prometiendo cosas buenas a los que las piden.  Lucas presenta a Jesús prometiendo el Espíritu Santo.  “En Lucas, el regalo del Espíritu Santo es central para poder comprender ambos a Jesús (3:21) y a la iglesia (24:49; Hechos 1:4, 5, 8, 2:28)” (Craddock, Interpretation, 154).

Por supuesto, la persona que pide pan puede preferir el pan al Espíritu Santo.  El entendimiento de nuestras necesidades es a menudo superficial.  El Dios que nos creó conoce nuestros límites y provee lo necesario.  Esto incluye ambos el Espíritu Santo y nuestro pan de cada día.

LUNES 29 DE JULIO: VER DOMINGO 21 DE JULIO

MARTES 30 DE JULIO
Mateo 13, 36-43
VERSÍCULOS 36-43: LA INTERPRETACIÓN DE LA PARÁBOLA

36Entonces, despedidas las gentes, Jesús se vino a casa; y llegándose a él sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo.  37Y respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre; 38Y el campo es el mundo; y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo; 39Y el enemigo que la sembró, es el diablo; y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los angeles.  40De manera que como es cogida la cizaña, y quemada al fuego, así será en el fin de este siglo.  41Enviará el Hijo del hombre sus angeles, y cogerán de su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad, 42Y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes.  43Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre: el que tiene oídos para oír, oiga.

La interpretación es alegórica (una interpretación en la que muchas cosas tienen un significado escondido o simbólico).  Dice que:

     • El que siega la buena simiente = el Hijo del Hombre
     • El campo = el mundo
     • La buena simiente =  los hijos del reino
     • Las malas hierbas = los hijos del malo
     • El enemigo = el demonio
     • La cosecha = el final del siglo
     • Los segadores = los angeles

Jesús identifica el campo, no como Israel o la iglesia, sino como el mundo.  “La interpretación tradicional pidiendo a Cristianos que no juzguen al prójimo no es incorrecta, pero es demasiado estrecha.  No es solo a los “enterados” a quienes cristianos no deben juzgar.  La amonestación de ceder esfuerzos para arrancar la cizaña de la tierra corresponde con 15:12-14 en cuanto a los fariseos; no son ‘plantados’ por el Padre, quien tratará con ellos en el momento apropiado.  Los discípulos de Jesús no han de intentar arrancarles, sino dejarles” (Boring, 310-311).

MIÉRCOLES 31 DE JULIO
Mateo 13, 44-46

VERSÍCULOS 44-46: PARÁBOLAS DE ALEGRÍA

44Además, el reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el campo; el cual hallado, el hombre lo encubre, y de gozo de ello va, y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.  45También el reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que busca buenas perlas; 46Que hallando una preciosa perla, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.
 Hay dos lecciones que aprender aquí:

- Una es lo que nos exige el Evangelio.  Gracia no es gratis, sino que requiere acción.  No podemos vacilar – tratar de servir a dos amos (6:24).  Ningún hombre hubiera obtenido el tesoro si no hubiese estado dispuesto a pagar su precio.  Además, esta parábola empieza con la Parábola del segador (13:1-9), en la que la semilla no encuentra lugar para tomar raíz en tres de los cuatro tipos de tierra.  Jesús dice, “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde ladronas minan y hurtan; Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan: Porque donde estuvo vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón” (6:19-21).

- La segunda es que la alegría, no el deber, es lo que lleva a estos hombres a actuar.  No venden todo para comprar el tesoro porque han de hacerlo, sino porque sus corazones lo exigen.  Al presentar el Evangelio, haríamos bien en enfatizar alegría – proclamar Buenas Noticias en lugar de malas.  Condenación convence a pocas personas.  Llamadas de cumplimiento a menudo no entran por oídos tapados.  Llamadas de alegría, en vez, hacen que queramos responder.


VERSÍCULO 44: LA PARÁBOLA DEL TESORO ESCONDIDO

No era raro que en esa época y lugar gente enterrara sus posesiones más valiosas, dado que no existían bancos seguros para cuidarlos.  Pequeñas aldeas no podían prevenir el saqueo de bandoleros, y soldados tenían la libertad de tomar lo que necesitaran.  El entierro proveía la mayor seguridad, pero no ofrecía garantías.  Una persona podía morir, llevándose a su tumba el secreto de su tesoro.  Gente podía dejar su hogar y más adelante encontrar que no podía volver.  Ley rabínica judía proveía que “Estos tesoros pertenecen al que los encuentre – si un hombre encuentra fruta esparcida, dinero esparcido... éstos pertenecen al que los encuentre” (Barclay, 94).

Hasta hoy, gente descubre tesoros escondidos y compra propiedades antes que otros puedan descubrirlo y subir el precio.  Inmediatamente se nos ocurren el oro y el petróleo, pero algunos tesoros están escondidos a plena vista.  Personas astutas compran una granja al darse cuenta que el precio pedido no toma en cuenta un huerto de nogales – arboles que pueden valer más que el terreno.  Otros compran el control de una compañía después de determinar que el valor de romperla excede el de sus acciones.
  
VERSÍCULOS 45-46:LA PARÁBOLA DE LA GRAN PERLA
“En el mundo antiguo las perlas ocupaban un lugar muy especial en el corazón de los hombres.  Gente deseaba poseer una bella perla, no solo por su valor monetario, pero por su belleza también” (Barclay, 96).  “Relatos antiguos cuentan de perlas que valen millones de dólares en moneda actual” (Keener, 246).

Mercaderes compran para vender, pero como podemos comprender por esta corta parábola, este mercader quiere la perla por el placer que le da poseerla.  Quizá algún día circunstancias pueden causar que la venda, pero sabemos que hasta que lo que pueda ser una venta provechosa, él la venderá con gran aversión.