martes, 29 de enero de 2013

LECCIODIVINA-FEBRERO-2013

VIERNES 01 DE FEBRERO

MARCOS 4, 26-34

CAPÍTULOS 1-4: UN RESUMEN

En capítulo 1, Jesús llamó sus primeros discípulos y comenzó su ministerio de predicar y sanar.

Después, el enfoque pasó a la controversia con líderes religiosos cuando Jesús perdonó los pecados de un paralítico (2:1-12), compartió mesa con recaudadores y pecadores (2:18-22), defendió a sus discípulos por segar espigas en sábado (2:23-28), y sanó en sábado (3:1-6). 

Entonces, Jesús se alejó de la controversia, dirigiéndose a multitudes más receptivas y hacia los discípulos (3:7 ff.).

En capítulo 4, Jesús presenta cuatro parábolas – el Sembrador (4:1-20), la Antorcha bajo el Almud (4:21-25), la Simiente que Brota (4:26-29), y el Grano de Mostaza (4:30-32) – después, explica su uso de parábolas (4:33-34; véase también 4:10-12).  Relata las cuatro parábolas a las multitudes, pero solo se las explica a sus discípulos (4:10 ff.; 4:34).

Tres de las cuatro parábolas tratan de simiente y del brotar de las plantas, pero cada una tiene su punto distintivo.  Específicamente, Jesús nombra la tercera y cuarta parábola (que se encuentran en nuestra lección evangélica) como parábolas del reino (4:26; 30) y da a entender que las cuatro parábolas tratan del reino (4:10).


VERSÍCULOS 26-29: EL REINO DE DIOS – COMO SEMILLA EN EL CAMPO

26Les decía: El reinado de Dios es como un hombre que sembró un campo: 27 de noche se acuesta, y de día se levanta y la semilla germina y crece sin que él sepa cómo.  28 La tierra por sí misma produce fruto (griego: automate), primero el tallo, después la espiga, después grana el trigo en la espiga. 29 en cuanto el grano madura,  mete la hoz, porque ha llegado la siega.

Ésta es la única parábola particular para el Evangelio de Marcos.

“Así es el reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra” (v. 26).  Echar simiente parece un comienzo poco importante, pero simiente tiene poder, produce plantas cuyas raíces pueden rajar rocas – plantas que proveen alimento y cubierta a los animales – plantas que hacen posible la vida humana.

“Y duerme, y se levanta de noche y de día” (v. 27).  El punto aquí es la calidad cotidiana de estas noches y días – “la vida de siempre” (Guelich, 241).

“Y la simiente brota y crece como él no sabe” (v. 27).  Esto parece ocultar el duro trabajo del sembrador, que riega, fertiliza, y arranca malas hierbas entre cada siega y cosecha.  Sin embargo, aún si un segador no hiciera más que echar simiente, mucha de la simiente germinaría y brotaría hasta su madurez.  Billones de semillas toman raíz cada año sin ninguna intervención humana.  ¡Trillones de semillas! Colinas y valles alrededor del mundo se cubren de plantas que ningún humano ha plantado, regado, fertilizado, o protegido de malas hierbas.

El punto de este versículo no es la obra del sembrador, sino la obra de la simiente, que brota a causa de una fuerza misteriosa y que crece tan despacio que no la vemos crecer.  Solo cuando nos alejamos y regresamos después de un día o una semana o un mes, podemos ver su crecimiento – y quedamos contentos por ello – y nos maravilla.

El reino de Dios es como este crecimiento lento pero constante.  Predicamos, invitamos, y testificamos, pero los resultados son de lo más ordinarios – unos niños se acercan y escuchan el sermón de niños – un adolescente se presenta para el bautizo o la confirmación – una pareja joven decide casarse por la iglesia – un grupo de hombres estudia la última encíclica pontificia – un grupo de mujeres reúne dinero para comprar una vaquilla para gente al otro lado del mundo.  Parece no sumar a mucho, pero ¡la simiente brota! ¡Dios está presente! ¡Cuidado! ¡Únete!

“Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga” (v. 28).  En la época de Jesús, gente no utilizaba fotografía para ver cómo se abren las plantas, ni microscopios para estudiar células.  El misterio del brotar de las plantas permanece sin examinar.  Sin embargo, aún con técnicas modernas solo podemos, hasta cierto punto, discernir como crecen las plantas – por qué crecen.  ¿De dónde viene su vida? Podemos explicar las propiedades físicas que causan a la simiente germinar, pero la vida misma sigue siendo un misterio – un misterio que puede conocerse solo a través de la fe.

Igual que “de suyo fructifica la tierra” por un proceso que solo conocemos en parte, así también fructifica Dios el reino por un proceso que permanece, en mayor parte, un misterio.  Sin embargo el punto aquí no es el misterio del reino, sino su capacidad de darnos la confianza para depender de él.  Tal como podemos confiar que la tierra producirá grandes plantas de pequeñas semillas, así también podemos confiar que Dios traerá un gran reino.

Igual que “de suyo fructifica la tierra (griego: automate)” (v. 28).  La traducción “de suyo,” solo capta en parte el significado de automate.  Esta palabra se refiere al crecimiento de la semilla causado por una fuerza interna que el sembrador no le dio – un poder de vida intrínseco de la planta – una fuerza de vida puesta ahí por Dios.  “De suyo fructifica la tierra” solo porque Dios lo ha hecho posible.  Así es también con el reino de Dios.  Debemos cumplir nuestra parte al proclamar el Evangelio, pero Dios es el que hace llegar el reino.

“Esta parábola es significante cuándo y dónde sea que los cristianos tomemos nuestros esfuerzos y a nosotros mismos demasiado en serio, buscando ‘traer el reino de Dios’ a través de nuestros planes y programas.  En contra de tan arrogante amor propio están las palabras ‘de suyo’ (automate), una sutil alusión a la presencia y el poder escondido de Dios” (Williamson, 98).  Nuestro papel es “echar la simiente sobre la tierra, no dictar en qué lugar o en qué momento debe dar fruto.  El éxito está asegurado, pero los detalles precisos de su proceso son conocidos solo por Dios” (Marcus, 326).

“Y cuando el fruto es producido, luego se mete la hoz, porque la siega es llegada” (v. 29).  Estas palabras recuerdan a Joel 3:13: “Echad la hoz, porque la mies está ya madura.”  El contexto de Joel es uno de juicio, que ha tentado a eruditos a interpretar este versículo en términos escatológicos – teniendo que ver con el juicio de la Segunda Venida de Dios.  Estos eruditos son alentados aún más por Revelación 14:14-19, otro texto escatológico que también utiliza la imagen de la hoz.  Su interpretación escatológica, sin embargo, requiere una explicación difícil y complica la parábola hasta el punto de incomprensión.  ¿Puede el sembrador de versículo 28, tan inadvertido e improviso, convertirse en el Cristo que regresa en versículo 29?  Esto es improbable.  Es mejor comprenderlo como una simple parábola de un sembrador ordinario que planta y siega, pero que confía en la gracia de Dios para hacer la cosecha posible.  Así también, trabajadores en el reino de Dios que “está cerca” (1:15), pueden contar con la gracia de Dios para traer el reino, pequeño y aparentemente sin importancia, a su completa fruición.


Hay otro significado aquí.  “La siembra de la simiente sobre la tierra ya ha sido inaugurada con el ministerio terrenal de Jesús.  El presente es un tiempo en espera de la siega, la consumación del reino y de la parousia (Segunda Venida) de Jesús.  Aún a pesar de persecución (4:17), la iglesia puede seguir con la seguridad que Dios cumplirá estas realidades.  Aunque nadie sepa la hora de la venida del reino (13:32), nada podrá impedir los propósitos y las promesas de Dios con la comunidad de fe” (Hultgren, 389).

Existe la posibilidad que Jesús contara esta parábola, en parte, para contrarrestar los fanáticos que defendían un derrocamiento violento de Roma, pero eso no se sabe por seguro.


VERSÍCULOS 30-32: EL REINO DE DIOS – COMO GRANO DE MOSTAZA

30 Decía también: ¿Con qué compraremos el reinado de Dios? ¿Con qué parábola lo explicaremos? 31 Con una semilla de mostaza: cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de las semillas; 32Después de sembrado crece y se hace más alta que las demás hortalizas (griego: lachanon – plantas de jardín, verduras), y echa ramas tan grandes, que las aves pueden anidar a su sombra.


Esta parábola también se encuentra en Mateo 13:31-32 y Lucas 13:18-19.

“El reino de Dios...es como el grano de mostaza” (vv. 30-31).  Como a menudo es verdad, el Evangelio comienza de una manera distinta a la que esperamos.  Esperamos que Cristo venga como un poderoso guerrero pero, en vez, viene como un infante.  Esperamos que escoja a los mejores y más inteligentes como sus discípulos pero, en vez, escoge a gente ordinaria – pescadores – y hasta un recaudador de impuestos.  Esperamos que él compare el reino de Dios con un roble o un cedro, pero lo compara con un grano de mostaza – la más pequeña de las semillas.  “Dios no manda su reino como Poseidón manda su trueno.  Dios lo siembra como una semilla, todavía presente en el ministerio de Jesús, escondida e imperceptible, pero que anuncia una siega y un juicio” (Edwards, 143).

A menudo, Dios escoge obrar a través de individuos improbables: Jacobo el tramador – Moisés, el asesino y tartamudo – David, el niño cuyo padre casi se olvidó de mencionarle cuando Samuel vino en busca de un rey – Gedeón, el comandante de un pequeño ejército de trescientos hombres.

“La más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra” (v. 31).  El grano de mostaza, aunque pequeño, no es la más pequeña de todas las simientes.  Sin embargo, en la época de Jesús mantenía su estatus proverbial como la más pequeña simiente – y sí es, además, muy pequeña.  El punto aquí es que el reino de Dios comienza con pequeños fenómenos, casi inadvertidos y aparentemente inconsecuentes. 

“Más después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las legumbres (plantas de jardín)” (v. 32).  El énfasis aquí no está en el crecimiento de la semilla, como en la parábola del Grano de Mostaza, sino en contrastar la gran planta con la pequeña semilla de la que nació.  Puede que el reino de Dios no parezca mucho ahora, pero “sobrepasará en gloria los más poderosos reinos de la tierra.  Es la consecuencia de la acción soberana de Dios” (Lane, 172).

En Mateo y Lucas, la simiente crece hasta convertirse en árbol (Mateo 13:32; Lucas 13:19), pero aquí solo se presenta como “la mayor de todas las legumbres” (griego:lachanon – plantas de jardín).  La planta de mostaza generalmente crece a ser un arbusto de unos 10-12 pies (3-4 metros) de altura.  De nuevo, el punto no es el pequeño tamaño de la simiente ni el gran tamaño de la planta, sino en el contraste entre los dos.

“De tal manera que las aves del cielo puedan morar bajo su sombra” (v. 32).  Pájaros de nido sirven para mostrar el gran tamaño de la planta de mostaza, pero también puede servir otro propósito – aludir a la inclusión de gentiles en el reino.  En varias ocasiones, el Antiguo Testamento presenta la imagen de pájaros morando en las ramas de árboles cuando el lenguaje es inclusivo, es decir, “toda cosa que vuela habitará a la sombra de sus ramos” (Ezequiel 17:23) – “a su sombra habitaban muchas gentes” (Ezequiel 31:6) – “manteníase de él toda carne” (Daniel 4:12) – y “su fruto en abundancia, y que para todos había mantenimiento en él” (Daniel 4:21).  Sin embargo, si la inclusión de gentiles es lo que se pretende aquí, es un énfasis secundario.  El punto principal es el contraste entre los pequeños comienzos del reino y la certeza de su gran futuro.

Las parábolas de la Simiente que Brota (vv. 26-29) y el Grano de Mostaza (vv. 30-32), “advierten contra minusvalorar la proclamación del reino de Dios, por poco impresionante que sea su impacto inicial.  Lo que ha comenzado con el ministerio de Jesús en Galilea, por el poder de Dios, un día resultará ser sumamente significante.  Si por ahora su poder está escondido, no es por esa razón nada menos cierto, y su crecimiento será espectacular” (France, 217).

VERSÍCULOS 33-34: CON TALES PARÁBOLAS LES HABLABA LA PALABRA

33Con muchas parábolas semejantes les exponía el mensaje, adaptado a su capacidad. 34Sin Parábolas no les exponía nada; pero en privado, a sus discípulos les explicaba todo.


“Con muchas parábolas semejantes les exponía el mensaje, adaptado a su capacidad” (v. 33).  Marcos solo relata parábolas de representación.  Lo más probable es que hubiera otras.

“Les hablaba la palabra” (v. 33). ¿A quién se refiere Marcos con ‘les’? Seguramente a la multitud, mencionada la última vez en 4:1.  “Les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír.”  Jesús explica sus parábolas a sus discípulos (v. 34), pero no a las multitudes.  Al dar parábolas sin explicación, Jesús enciende una chispa en la imaginación de la gente, en vez de comunicarse con suma claridad.  A los discípulos, su círculo interno – aquéllos que creen – les revela la verdad.  Esto también es verdad hoy - ¡ver es creer!

“Sin parábolas no les exponía nada” (v. 34).  “Para el Evangelio de Marcos esto no es completamente verídico, porque Jesús enseñará en público sin parábolas en varias ocasiones (por ejemplo, 6:1-2; 7:14-15; 8:34; 10:1).  Quizá Marcos quiera decir que Jesús, en varias ocasiones, les habló a las multitudes de la naturaleza del reino de Dios solo de esta manera indirecta (proclamación abierta se sugiere en 1:15)” (Hare, 60).

Quizá Jesús enseñe con parábolas en este momento porque es temprano en su ministerio y aún no está listo para revelar por completo su identidad y propósito.

“Pero a sus discípulos en particular declaraba todo” (v. 34).  Por lo tanto, Jesús divide a sus oyentes entre los que están fuera, para quienes las parábolas permanecen sin explicar, y los que están dentro, quienes tienen el privilegio de recibir una interpretación en privado pero cuyo entendimiento será incompleto hasta después de la resurrección.

“Aquéllos dispuestos al reino de Dios necesitan la seguridad que el reino, en cual invierten sus vidas, algún día les será manifestado y serán victoriosos sobre los reinos con que compiten.  Este capítulo da esta seguridad.  A pesar del rechazo, una gran cosecha se garantiza...  Aunque no comprendamos el proceso, no debemos dudar el resultado final” (Geddert)

SÁBADO 02 DE FEBRERO

LUCAS 2, 22-40

VERSÍCULOS 22-24: Y LLEVARON A JESÚS A JERUSALÉN

22Y cuando llegó el día de su purificación, de acuerdo con la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentárselo al Señor, 23(como manda la ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor); 24Y para hacer la ofrenda, que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones.

“Y cuando llegó el día de su purificación” (v. 22). La purificación se aplica solamente a la madre. Ya sea intencionalmente o no, aquí Lucas parece combinar dos ritos:

–– Primero está la purificación de la madre después del nacimiento de un hijo (Levítico 12:1-8). Se considera a la madre impura por cuarenta días después del nacimiento de un hijo o por ochenta días después del nacimiento de una hija. Durante ese tiempo se le prohíbe ir al templo o tomar objetos santos con sus manos. La ofrenda apropiada para la ceremonia de purificación es un cordero o una paloma, pero la ley provee una excepción para los pobres, a quienes se le permite traer dos palominos (Levítico 12:8). Esta ofrenda de dos palominos nos dicen que José y María eran pobres. Jesús comienza su vida siendo uno de los pobres y cuya causa él va a defender durante todo su ministerio.

–– En segundo lugar está su presentación en el templo, una consagración y redención del primogénito (Éxodo 13:1-2, 11-16) que significa que el niño es “santo al Señor” (v. 23). La redención conmemora la liberación del pueblo de Israel a través de la última plaga: la muerte de los primogénitos en Egipto. Por lo tanto, todo primogénito de Israel (tanto animales como humanos) debe ser redimido. El precio de la redención de un bebé humano es de cinco siclos de plata (Números 18:15-16). El propósito de esta ceremonia es servir “como una señal sobre tu mano, y por una memoria delante de tus ojos; ya que Yahaveh nos sacó de Egipto” (Éxodo 13:16). Sin embargo, Lucas no menciona la redención de Jesús aquí. “Esta no es incompetencia histórica por parte de Lucas, sino un simbolismo deliberado. A Jesús nunca se le “redime”, sino que pertenece completamente al Señor” (Farris, 302). 

Un tercer requisito para un niño es la circuncisión. Esa se llevó a cabo un poco antes, el octavo día después del nacimiento de Jesús (v. 21).

Lucas deja claro que Jesús, desde el principio, es obediente a la Ley de Moisés. También confirma la devoción de José y María a la ley, mencionando la ley tres veces en los versículos 22-24 y una vez más en los versículos 27, 39. Lucas ya nos ha dicho sobre la devoción de María (1:38, 46-55). Luego sabremos que José y María van a Jerusalén cada año para la Pascua (2:41-42). Lucas “está interesado en enfatizar la continuidad entre la herencia religiosa judía, representada por la ley de Moisés y el culto del Templo, y el inminente cumplimiento de la salvación a través de la persona y ministerio de Jesús, aunque eso se extienda mucho más allá de los límites que definen a Israel” (Nickle, 27).

El pueblo judío del tiempo de Jesús observaba una multitud de rituales para marcar momentos significativos de la vida común. Estos rituales servían como un constante recordatorio de su relación con Dios y los alentaba a considerar toda la vida como sagrada. Hoy día muy frecuentemente ignoramos esos rituales o los manejamos muy crudamente, y por lo tanto nos empobrecemos. Dios ha plantado algo en nuestros corazones que necesita encontrar significado en medio de los eventos cotidianos de la vida. “Necesitamos aprender a recibir la mañana con gratitud; a celebrar la bondad de los alimentos, de la familia y de la amistada durante los alimentos; a reconocer el misterio en la bondad; y a marcar los ritos de pasaje” (Culpepper, 75).

Hay varios paralelos entre la dedicación de Jesús y la de Samuel, el gran profeta:

–– Elí le dijo a Ana que Samuel nacería (1 Samuel 1:17), igual que el ángel le dijo a María (1:26-38).

–– Ana trajo a Samuel, como niño todavía, al santuario para dedicarlo al servicio de Dios (1 Samuel 1:21-28).

–– Elí bendijo a Elcana y Ana (1 Samuel 2:20) al igual que Simeón bendijo a José y María (v. 34).


VERSÍCULOS 25-32:

25Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que esperaba el consuelo de Israel y se guiaba por el Espíritu Santo.  26Le había comunicado el Espíritu Santo que no moriría sin antes haber visto al Mesías del Señor.  27Movido, pues,  por el Espíritu, se dirigió al templo. Cuando los padres introducían al niño para cumplir con él lo mandado en la ley,   28Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29Ahora, dueño mío, según tu palabra, dejas libre y en paz a tu siervo; 30porque han visto mis ojos a tu salvador, 31Que has dispuesto entre todos los pueblos; 32Como luz  revelada a los paganos y como gloria de tu pueblo Israel. 


Lucas enfatiza las poco usuales cualidades de Simeón. Es justo y piadoso. Ha pasado su vida “esperando la consolación de Israel” (v. 25). El Espíritu Santo estaba sobre él, y le había revelado que no moriría hasta que hubiera visto al Mesías (vv. 25-26). El Espíritu lo guía al templo, donde encuentra a José, María y a Jesús (v. 27). Toma al bebé en sus manos y ora, “Ahora despides, Señor, a tu siervo, conforme a tu palabra, en paz; 30porque han visto mis ojos tu salvación” (vv. 29-30). Dios ha cumplido su promesa, y Simeón ha visto al Salvador. Seguramente, a través de los años, había orado miles de oraciones, tenido miles de esperanzas, y sufrido miles de decepciones. Finalmente su sueño se realizó, y ahora podía morir en paz. Dios había recompensado su espera.

Nosotros somos un pueblo muy ocupado e impaciente. Queremos satisfacción inmediata, y odiamos que nos tengan esperando. Sabemos que “cualquier cosa digna de tenerse es digna de trabajar por ella”. También necesitamos aprender que “cualquier cosa digna de tener es digna de esperarse”. Dios trabaja en una zona de tiempo donde un día es como mil años. Cuando nuestros sueños no se realizan en un día, necesitamos tener en mente que Dios sigue obrando –envolviendo el paquete – sigue preparando el regalo para satisfacer nuestras necesidades y preparándonos para el regalo. Necesitamos orar, no solamente por el regalo, sino por la paciencia para esperar que Dios lo revele.

Así como Lucas enfatiza la ley en los versículos 22-24, también enfatiza al Espíritu en los versículos 25-27. Aunque los líderes judíos del tiempo de Jesús enfatizaban la ley al grado de que mataban al espíritu, la ley y el Espíritu son difícilmente incompatibles.

El primer oráculo de Simeón (vv. 29-32), conocido como Nunc Dimittis (que significa “ahora déjame partir”, que es la traducción del Latín para las primeras palabras de Simeón), ha sido usado para el culto cristiano desde el siglo quinto. En su primer oráculo, Simeón alaba a Dios por permitirle ver “tu salvación” (v. 30) y emite palabras tradicionales de paz, salvación y luz.

Después Simeón pronuncia palabras menos tradicionales (al menos para este templo donde los gentiles son relegados al patio más alejado), reconociendo que Dios ha “aparejado en presencia de todos los pueblos; 32luz para ser revelada a los paganos” (vv. 31-32a). Isaías antes había dicho que “Y se manifestará la gloria de Yahaveh, y toda carne juntamente la verá” (40:5); y habló de una “luz de las gentes” (42:6) y una salvación que alcanzará “hasta lo postrero de la tierra” (49:6), pero el judaísmo sigue siendo bastante aislado. Lucas también escribió el libro de Hechos, y en ese libro contará la historia de la iglesia que abre sus puertas a los gentiles. Simeón nos da una muy clara clave de la dirección que esa historia de la salvación tomará. Sin embargo, también es cuidadoso para añadir que Dios ha preparado la salvación para la “gloria de tu pueblo Israel” (v. 32).

En su énfasis sobre los gentiles, Simeón sugiere que Jesús “derriba cualquier traza de orgullo que los judíos pudieran haber tenido en su elección… Al mismo tiempo, Jesús es la muerte de nuestro orgullo en nuestros propios esfuerzos… Él es la salvación que Dios ha preparado, no una salvación que nosotros hemos logrado” (Arthur y Nestingen, 36).


VERSÍCULOS 33-35: UNA ESPADA TRASPASARÁ TU ALMA DE TI

33El padre y la madre estaban admirados de lo que decía acerca del niño.  34Simeón los bendijo, y dijo a María, la madre: Mira éste está colocado de modo que todos en Israel o caigan o se levanten; será una bandera discutida y así quedarán patentes los pensamientos de todos. 35En cuanto a ti, una espada te atravesará.


Simeón bendice a la Santa Familia (v. 34), pero luego dirige su segundo oráculo (vv. 34b-35) a María. Es bastante posible que José muera antes de que Jesús comience su ministerio. Si es así, José no experimentará los eventos de este segundo oráculo, que tiene un tono sombrío. Simeón habla sobre el levantamiento y caída – y oposición – y de una espada.

La “caída y levantamiento de muchos en Israel” (v. 34) se podría referir al hecho de que algunos judíos se convertirían en discípulos de Jesús mientras que otros se le opondrían. Se puede referir a las familias que son divididas cuando unos escogen a Jesús y el resto se vuelve contra él. Se puede referir a los primeros que serán los últimos y los últimos que serán primeros (13:30). Se puede referir a la destrucción del templo y de Jerusalén.

Jesús es destinado a ser “señal a la que será contradicho” (v. 34). Mientras que Jesús es luz (v. 32), “el hecho inescapable es que cualquier persona que se vuelve a la luz crea sombras” (Craddock, Interpretación, 39). Jesús será amigo de recolectores de impuestos y pecadores, pero las autoridades religiosas se le opondrán y finalmente tendrán éxito en matarlo.

Simeón le dice a María que “una espada traspasará tu alma de ti misma” (v. 35). Habrá momentos durante el ministerio de Jesús cuando a éste parece no importarle su familia (8:19-21), o cuando parece hablarle disgustado a María (Juan 2:4), y esos deben haber sido tiempos dolorosos para María. Además, María no puede fallar en ver que Jesús levanta grandes controversias, y debe estar angustiada de saber que es lo mejor, en vez de lo peor de la sociedad que se le opone. En la cruz, la espada que hiere el costado de Jesús seguramente no sería tan dolorosa como la espada que hiere el corazón de María. Dios ha honrado a María escogiéndola para ser la madre del Mesías, pero el honor no incluirá una vida fácil. ¿Qué podría ser más doloroso que una madre viendo a su hijo ejecutado como un criminal común?


VERSÍCULOS 36-38: TAMBIÉN HABÍA UNA PROFETISA LLAMADA ANA

36Estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era de edad avanzada, había vivido con el marido siete años la boda 37Y siguió viuda hasta los ochenta y cuatro. No se apartaba del templo, sirviendo noche y día con oraciones y ayunos.  38Se presentó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a cuantos aguardaban el rescate de Jerusalén.


Lucas pone a Ana con Simeón. “Es la costumbre de Lucas de poner a un personaje femenino con uno masculino incluso como, en este caso, su testimonio no añada nada específico a lo que ya se ha establecido” (Johnson, 56). Otras parejas hombre/mujer incluyen a:

–– Zacarías y Elizabet (1:5-24)
–– María y José (1:26-38); aunque José solamente es mencionado brevemente.

–– Jesús sana al siervo del centurión (7:1-10) y al hijo de la viuda (7:11-17).

–– Jesús sana al endemoniado gadareno (8:26-39) y a una pequeña niña y una mujer (8:40-56).

–– Jesús sana a la mujer encorvada (13:10-17) y a un hombre hidrópico (14:1-6).

–– Jesús cuenta sobre un pastor que ha perdido a una oveja (15:1-7) y de una mujer que perdió una moneda (15:8-10).

–– Jesús cuenta de una viuda y un juez injusto (18:1-8).

–– Jesús denuncia a los escribas (13:45-47), y alaba la ofrenda de la viuda (14:1-4).

–– Simeón de Cirene carga la cruz de Jesús (23:26) y las mujeres que lloraban y se lamentaban por Jesús (23:27).

–– En la cruz un centurión que ve la muerte de Jesús alaba a Dios y proclama la inocencia de Jesús (23:47), mientras que las mujeres, a distancia, “miraban estas cosas” (23:49).

–– José de Arimatea entierra a Jesús (23:50-54), y las mujeres se encargan del cuerpo (23:55-56).

–– Mujeres descubren la tumba vacía (24:1-12) y Jesús encuentra a los hombres en el camino a Emaús (24:13-35).

Estas parejas reflejan la poco común consideración de Lucas por las mujeres en esa sociedad patriarcal.

Tanto Simeón como Ana “son piadosos, ambos son profetas (v. 36; ver también las referencias al Espíritu en los versículos 25-27), probablemente ambos son viejos (vv. 26, 29 probablemente implica que Simeón se está aferrando a la vida solamente para ver al Mesías, como fue prometido), y ambos reconocen que al niño como el Mesías” (Tannehill, 70).

–– Simeón está en el templo porque el Espíritu lo guio ahí.

–– José, María y Jesús están ahí para cumplir con los requisitos de la ley.

–– Ana siempre está ahí. “no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día” (v. 37). Ella tendría que haber hecho eso en el Patio de las Mujeres, uno de los patios exteriores del templo, porque los patios interiores estaban reservados para los hombres.

Tanto Simeón como Ana han vivido vidas llenas de fe, vidas expectantes. Simeón vivió su vida “esperando la consolación de Israel” (v. 25). Ana servía en el templo de día y de noche. Barclay nota que “ella era anciana y nunca había perdido la esperanza… nunca cesó de adorar… nunca cesó de orar” (Barclay, 23), ¡y es un buen modelo para imitar!


VERSÍCULOS 39-40: VOLVIERON A SU CIUDAD DE NAZAREA

39Cumplidos todos los preceptos de la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.  40Ell niño crecía y se fortalecía, llenándose de saber; y el favor de Dios lo acompañaba.


Al terminar esta parte del pasaje, Lucas establece que María y José habían “cumplido con todas las cosas según la ley del Señor” (v. 39).  Regresaron a Nazarea donde “el niño crecía y se fortalecía, llenándose de saber; y el favor de Dios lo acompañaba” (v. 40). En un verso paralelo, Lucas dijo de Juan el Bautista que solamente “crecía, y se fortalecía en espíritu” (1:80). La declaración más fuerte sobre Jesús es parte de un patrón que se repite en todos los evangelios: afirmando la grandeza de Juan, pero estableciendo que Jesús es más grande.

También encontramos paralelos interesantes al versículo 40 en los siguientes:

–– “Y el joven Samuel iba creciendo, y adelantando delante de Dios y delante de los hombres” (1 Samuel 2:26)

–– “Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus dichos y hechos” (Hechos 7:22).

DOMINGO 03 DE FEBRERO

LUCAS 4, 21-30
VERSÍCULOS 21-24: HAZ TAMBIÉN AQUÍ EN TU TIERRA

21El empezó diciéndoles: Hoy, en presencia vuestra, se ha cumplido esta Escritura.  22Todos lo aprobaban (griego: emarturoun auto – le testificaban a él) admirados de aquellas palabras sobre la gracia que salían de su boca. Y decían: Pero ¿No es éste el hijo de José? 23El les contestó: Seguro que me diréis aquel refrán: Médico, cúrate tú. Lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún, hazlo aquí, en tu ciudad.  24Y añadió: Os aseguro que ningún profeta es acepto (griego: dektos – bienvenido) en su patria.
“Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos” (v. 21).  La predicación de Jesús empieza con la palabra “Hoy.”  Los profetas prometían para el futuro, pero Jesús promete para hoy.  La espera se terminó.  El tiempo ha llegado.  El Espíritu del Señor está con Jesús ahora.  Él trae buenas noticias a los pobres hoy.  Él proclama, en este mismo momento, libertad para los cautivos y la recuperación de la vista para los ciegos.  Ya ha comenzado a liberar a los oprimidos para que proclamen libremente el año del favor del Señor (v. 18).  En este Evangelio, Jesús mencionará varias veces que el reino de Dios ya está presente (11:20; 16:16; 17:20-21).
El pueblo judío ha esperado al Mesías por siglos.  Han visto a Dios cumplir milagro tras milagro a lo largo de su historia, desde que partió el Mar Rojo hasta la incineración de los profetas de Baal.  Por eso, pensaríamos que estarían listos para recibir al Mesías – pero no es así.  Como veremos en esta lección del Evangelio, no están nada listos.  Han pasado cuatrocientos años desde que han visto a un profeta, menos a Juan Bautista que ahora está predicando en el desierto, y no esperan que hoy sea el día.  Ha pasado mucho tiempo – siglos – desde que Dios prometió un Mesías, y se han cansado de esperar – como un guarda que se duerme en su puesto.  Jesús dice, “Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos” (v. 21).  ¡Hoy! ¡Pero hoy no están listos! Empiezan hablando bien de Jesús (v. 22), pero casi inmediatamente se vuelven contra él y tratan de matarle (v. 30).
Esta historia debe ser instructiva para nosotros.  Jesús ha prometido que volverá.  Ha pasado mucho tiempo desde que cumplió una promesa, y nuestra guarda se ha aflojado – nos hemos cansado de esperar.  El día llegará cuando Jesús anunciará, “¡Hoy!” – y todo dependerá de nuestra disposición para recibirle.  “La declaración de Jesús que ‘hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos’ deja a ambos los oyentes y a los lectores en una posición de decidir.  No es posible sentarse en los dos lados de la cerca” (Bock, 87).
“Y todos le daban testimonio y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José?” (v. 22).  Algunos comentadores creen que éste es un comentario negativo. ¿Quién se cree Jesús que es? ¿Ha llegado a pensar demasiado de sí mismo?  La referencia a José podría señalar a las circunstancias vergonzosas del nacimiento de Jesús.  Mateo 13:54-56 y Marcos 6:2-3 apoyan esto al presentar la respuesta de la gente como negativa desde el principio.  Sin embargo, en el relato de Lucas, la multitud de su pueblo está “maravillado de las palabras de gracia que salían de su boca.”  Parece que están sorprendidos con el niño del barrio que ha comenzado una obra emocionante y cuya presencia ahora ocupa su púlpito.
“¿No es éste el hijo de José?” (v. 22).  Green caracteriza esto como una “sutil broma entre el narrador y el lector, porque nosotros (los lectores de Lucas)... sabemos que Jesús es Hijo de Dios, no hijo de José; viene a cumplir el propósito de Dios, no a ser restringido ni por las demandas del demonio (4:1-13) ni, ahora, por aquéllas de su propio pueblo” (Green, 215).
“Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo: de tantas cosas que hemos oído haber sido hechas en Cafarnaúm, haz también aquí en tu tierra” (v. 23).  Lucas todavía no ha relatado las cosas que Jesús hizo en Cafarnaúm sino que, en vez, sitúa a Jesús camino a Cafarnaúm inmediatamente después de su visita a Nazarea (v. 31).  Sin embargo, como se anota arriba, Lucas sitúa la historia de la visita de Jesús a Nazarea antes que Marcos o Mateo ya que su interés es enfatizar y no proporcionar una cronología.  Mateo nos relata que Jesús “dejando a Nazarea, vino y habitó en Cafarnaúm, ciudad marítima” al comenzar su ministerio, aún antes de llamar a sus discípulos (Mateo 4:13).  Marcos le sitúa enseñando y obrando milagros en Cafarnaúm apenas comenzar su ministerio (Marcos 1:21-34).  Juan le sitúa en camino a Cafarnaúm inmediatamente después de obrar su primer milagro en Cana (Juan 2:12).  Parece casi seguro que, al dirigirse Jesús a la congregación nazarena, está viviendo en Cafarnaúm en vez de Nazarea.
El comentario de Jesús deja claro que ha hecho muchas cosas maravillosas en Cafarnaúm, y que la gente de su pueblo espera que haga lo mismo por ellos.  Es un pedido para que acompañe sus “palabras de gracia” (v. 22) con grandes obras.  Cafarnaúm tiene muchos gentiles en su población y es por lo tanto, (en la mentalidad judía), menos merecedora.  Ahora que Jesús se encuentra entre su propia gente – la gente de Dios – Nazarea espera grandes cosas de él.
En contexto, la frase “Médico, cúrate a ti mismo” parece malintencionada.  “Si fuiste capaz de sanar al pueblo poco merecedor de Cafarnaúm, debes poder hacer aún más por tu propio pueblo.”  Es un pedido de lealtad a los ‘favoritos.’.  En la cruz, los que se burlan le responderán de la misma manera.  Se mofarán, “A otros hizo salvos: sálvese a sí, si éste es el Mesías, el escogido de Dios” (23:35).

“En verdad os digo, que ningún profeta es acepto en su tierra”  (v. 24).  “Un profeta no será bienvenido en su pueblo de origen, porque un profeta no es gobernado por lealtades al círculo interno” (Tannehill, 93).  Jesús no puede aceptar este estrechamiento de su misión que le impone  el pueblo de Nazarea.  No puede reservar su generosidad solo para la gente de su pueblo de origen.  No se puede dedicar solo a su localidad.  En vez, debe decirles a esta gente local una verdad que no quieren oír, y él puede predecir su respuesta.  No van a estar contentos.
Además, Israel tiene una larga historia de rechazar profetas (2 Chron. 36:16; Jer. 2.30; Amos 2:12; Mateo 23:37; Lucas 13:34; 1 Thess. 2:15; Heb. 11:32 ff.).  Raras veces son los profetas populares, porque Dios les manda decir cosas impopulares.  Hablan del juicio y le piden a la gente que hagan cambios que no quieren hacer.
“La ironía es que la palabra ‘aceptado’ (o ‘aceptable’) en este versículo es la misma palabra que se encuentra en v. 19.  El mismo profeta que anunciará el año ‘aceptable’ del Señor no es ‘aceptable’ para su propio pueblo (véase Juan 1:10-11)” (Evans, NIBC: Lucas, 71).
Lucas “se inclina más a demostrar el cumplimiento de la profecía que a contarla... Aquí, Jesús anuncia que profetas no son bienvenidos en sus pueblos de origen, y esa declaración inmediatamente es puesta en acción por aquéllos que le oyen” (Cousar, 131).  “Su rechazo en Nazarea prepara y justifica su rechazo en Jerusalén: el rechazo judío no desacredita a Jesús” (Nolland).
VERSÍCULOS 25-27: MUCHAS VIUDAS HABÍA EN ISRAEL
25Ciertamente, os digo, había muchas viudas en Israel en tiempo de Elías, cuando el cielo estuvo cerrado tres años y medio y hubo una gran carestía en toda el país. 26A ninguna de ellas fue enviado Elías, si no es la viuda de Sarepta en Sidonía.  27Muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo;  ninguno se curó, sino Naamán el sirio.
“Ciertamente, os digo, había muchas viudas en Israel en tiempo de Elías... Pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a Sarepta en Sidón, a una mujer viuda” (vv. 25-26).  Esta historia de 1 Reyes 17 es conocida por esta multitud.  En medio de una amenazante sequía, Dios mandó a Elías a Sarepta para pedirle pan y agua a una viuda pobre.  Ella protestó que solo tenía una barra para ella y su hijo, y que morirían.  Elías le pidió que obedeciera con fe, prometiéndole “La tinaja de la harina no escaseará, ni se disminuirá la alcuza de aceite, hasta aquel día que Yahaveh dará lluvia sobre la haz de la tierra” (1 Reyes 17:14).  Ella respondió como le pidió, y fue fielmente recompensada.  Más adelante su hijo murió, y Elías rezó con éxito que su vida fuera restaurada.  Solo hay un problema con esta bonita historia.  La viuda era gentil. 
“Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fue limpio, sino Naamán el Sirio” (v. 27).  Esta historia de 2 Reyes 5:1-14 es igualmente conocida, pero contiene el mismo fallo – Naamán también era gentil.  La mención de Jesús de Naamán debe ser particularmente amarga para esta multitud nazarena, porque Naamán era comandante del ejército sirio, y la mención de su nombre les recordaría de los soldados romanos que en ese momento ocupaban Israel.
Lucas ya ha relatado el aviso de Juan a las multitudes judías en el desierto, “No comencéis a decir en vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre: porque os digo que puede Dios, aun de estas piedras, levantar hijos a Abraham” (3:8).  El pueblo judío no debe considerar que su relación con Dios sea una cosa exclusiva.  Jesús reforzó ese mensaje al comenzar su obra en Cafarnaúm (véase Mateo 4:13), un lugar donde viven muchos gentiles.  La multitud nazarena todavía no le ha rechazado a Jesús, porque esperan que haga mucho más para Nazarea.  Ahora, sin embargo, Jesús habla clara y decisivamente, de sus propias escrituras y destruye sus esperanzas.  No pueden esperar privilegios exclusivos solo porque son judíos.
VERSÍCULOS 28-30: TODOS EN LA SINAGOGA FUERON LLENOS DE IRA
28Al oírlo todos en la sinagoga se indignaron.  29Levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad, y lo llevaron a un barranco del monte sobre el que estaba edificada la ciudad, con intención de despeñarle.  30Pero él, abriéndose paso entre ellos, se marchó.
“Al oírlo todos en la sinagoga se indignaron” (v. 28).  El pueblo judío piensa de Isaías 61:1, que Jesús cita en Nazarea (vv. 18-19), como una promesa a Israel – que el Mesías traerá buenas noticias al pueblo oprimido de Nazarea, que ligará los corazones rotos de Israel, y proclamará libertad para la Israel cautiva.  Piensan de la frase, “día de venganza del Dios nuestro” en Isaías 61:2 – que Jesús no incluyó en su cita – como la promesa del juicio para los enemigos de Israel.  En otras palabras, esperan que el Mesías salve a Israel y que les traiga venganza para sus enemigos.  Sin embargo, Jesús les recuerda un punto oscuro de su historia, cuando Dios trajo hambre a Israel como juicio pero salvó a una viuda gentil.  Jesús también les recuerda de la merced de Dios con el gentil Naamán.  Su mensaje es contrario al que esperan oír, y están furiosos.  Sin embargo, no debemos juzgarles de una manera demasiado dura porque nosotros también nos enojamos fácilmente cuando alguien dice una verdad que no queremos oír.
“Levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad, y lo llevaron a un barranco del monte sobre el que estaba edificada la ciudad, con la intención de despeñarle” (v. 29).  Esto puede ser un procedimiento de apedrear – empujando a una persona por un barranco o a un nivel más bajo para que la multitud pueda situarse más arriba y tirarle piedras.  Lev. 24:14 requería que tales apedreamientos tomaran lugar fuera de la ciudad (véase también Hechos 7:58; 14:19).  El apedrear es apropiado para un falso profeta (Deut. 13:1-11).  Sin embargo, también es probable que la multitud solo esté funcionando como una muchedumbre enfurecida sin ningún motivo más que desahogarse de su ira.
Como se menciona arriba, esta historia es un paradigma para el resto del ministerio de Jesús – y también para el ministerio de la temprana iglesia en el libro de Hechos.  Nos prepara para:
- El continúo énfasis de Jesús en un ministerio para los marginados.
- La oposición creciente contra Jesús por parte de líderes judíos y la insistencia de la multitud que Jesús sea crucificado (23:18).

- La persecución de la iglesia en el libro de Hechos (también escrito por Lucas).
- La aceptación final de los gentiles a la iglesia, comenzando con la visión de Pedro en Hechos 10.
- La declaración de Pablo, “Séaos pues notorio que a los Gentiles es enviada esta salud de Dios: y ellos oirán” (Hechos 28:28)
“Más él, pasando por medio de ellos, se fue” (v. 30).  Lucas contará otras historias de escapes milagrosos: 
- Un ángel liberará a Pedro de prisión  (Hechos 12:6-11).
- La multitud apedreará a Pablo, dejándole por muerto, pero revivirá y seguirá hacia Derbe donde continuará con su ministerio (Hechos 14:19-20).
- Un terremoto liberará a Pablo y Silas de prisión, resultando en la conversión del encarcelador y de su hogar (Hechos 16:25-34).
- Cuarenta judíos conspirarán contra Pablo, unidos todos por un juramento de matarle, pero fueron incapaces de ponerle la mano encima (Hechos 23:12-22).
Quizá podríamos resumir diciendo que, cuando una persona responde fielmente a la llamada de Dios, Dios no permitirá que ningún intercesor desvíe esa llamada.  Esto cae corto de la protección total.  Los que sirven a Dios han sido encarcelados, apedreados, naufragados, pegados, y hasta martirizados – pero no han sido detenidos.  Como dijo Julián de Norwich: “Dios no dijo que ‘No seréis tempesteados, no seréis afanados, no seréis afligidos,’ sino que dijo, ‘No seréis vencidos.’

LUNES 04 DE FEBRERO
MARCOS 5, 1-20

-La presencia de Jesús en nuestra vida puede significar, alguna vez, perder algo temporal. Jesús vale más.
- Todas las cosas deben ser medios que nos acerquen a Cristo.
- Desprendimiento. Algunos detalles.
I. Nos dice San Marcos en el Evangelio de la Misa (1) que llegó Jesús a la región de los gerasenos, una tierra de gentiles, al otro lado del lago de Genesaret. Allí, nada más dejar la barca, le salió al encuentro un endemoniado que, postrado ante Él, gritaba: ¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, hijo de Dios Altísimo? Te pido por Dios que no me atormentes. Porque Jesús le estaba diciendo: Espíritu inmundo, sal de este hombre. Jesús le preguntó por su nombre, y él respondió: Me llamo Legión, porque somos muchos. Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella región. Cerca del lugar donde ellos se encontraban pacía una gran piara de cerdos.
La aparición del Mesías lleva consigo la derrota del reino de Satanás, que por eso muestra su resistencia de modo tan acentuado en numerosos pasajes del Evangelio. Como en los demás milagros, cuando Jesús expulsa a los demonios pone de relieve su poder redentor. El Señor se presenta siempre en la vida de los hombres librándolos de los males que les oprimen: Pasó haciendo el bien y sanando a todos los que habían caído bajo el poder del diablo (2), dirá San Pedro en el discurso ante Cornelio y su familia, resumiendo ésta y otras muchas expulsiones de demonios que hizo el Señor.
Aquí los demonios hablan por boca de este hombre y se quejan de que Jesús haya venido a destruir su reino en la tierra. Y le piden quedarse en aquel lugar. Por eso quieren entrar en los cerdos. Era también, quizá, una manera de perjudicar y de vengarse de aquellas gentes, y de alborotarlas contra Jesús. El Señor accede, con todo, a la petición de los demonios. Entonces, la piara corrió con ímpetu por la pendiente hacia el mar y pereció en el agua. Los porqueros huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en el campo. Y la gente fue a ver lo que había pasado.
San Marcos nos indica expresamente que eran alrededor de dos mil los cerdos que se ahogaron. Debió de significar una gran pérdida para aquellos gentiles. Quizá sea el rescate pedido a este pueblo por librar a uno de los suyos del poder del demonio: han perdido unos cerdos, pero han recuperado a un hombre. Y este endemoniado, este hombre “rebelde y dividido, con dominio miserable de una multitud de espíritus impuros, ¿no ofrece por ventura algún parecido con un tipo humano que no es ajeno a nuestro tiempo? En todo caso, el alto costo pagado por la libertad de aquel hombre, la hecatombe de la piara de los dos mil cerdos ahogados en las aguas del mar de Galilea, tal vez sea el índice del elevado precio que tiene el recate del hombre pagano contemporáneo. Un costo valorable también en riquezas que se pierden; un rescate cuyo precio es la pobreza del que generosamente intenta redimirle. La pobreza real de los cristianos quizá sea el valor que Dios haya fijado por el rescate del hombre de hoy. Y vale la pena pagarlo (...); un solo hombre vale mucho más que dos mil cerdos” (3), vale más que todo el mundo creado con sus riquezas y sus maravillas.
Sin embargo, sobre estas gentes pesa más el daño temporal que la liberación del endemoniado. En el cambio de un hombre por unos cerdos se inclinan por éstos, por los cerdos. Ellos, al ver lo que había pasado, rogaron a Jesús que se marchara de su país. Cosa que el Señor hizo enseguida.
La presencia de Jesús en nuestras vidas puede significar, alguna vez, perder la ocasión de un buen negocio, porque no era del todo limpio, o por no poder competir con los mismos medios ilícitos de nuestros colegas..., o, sencillamente, porque quiere que ganemos su corazón con nuestra pobreza. Y siempre nos pedirá el Señor, para permanecer junto a Él, un desprendimiento efectivo de los bienes, una pobreza cristiana real, que señale con claridad la primacía de lo espiritual sobre lo material, y del fin último -la salvación, la nuestra y la del prójimo- sobre los fines temporales del bienestar humano.
II. Le pidieron a Jesús que se alejara de su región. No incurramos nosotros jamás en la aberración de decir a Jesús que se aleje de nuestra vida, porque por manifestarnos como cristianos perdamos en alguna circunstancia un cargo público, un puesto de trabajo, o debamos sufrir un perjuicio material de cualquier clase. Al contrario, hemos de decirle muchas veces al Señor, con las palabras que el sacerdote pronuncia en secreto antes de la Comunión en la Santa Misa: fac me tuis semper inhaerere mandatis, et ate numquam separari permittas: haz que cumpla siempre tus mandatos y no permitas que me separe nunca de Ti. Es preferible estar con Cristo sin nada, que estar sin Él y tener todos los tesoros del mundo juntos. “Bien sabe la Iglesia que sólo Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón humano, el cual nunca se sacia plenamente con sólo los elementos humanos” (4).
Todas las cosas de la tierra son medios para acercarnos a Dios. Si no sirven para eso, no sirven ya para nada. Más vale Jesús que cualquier negocio, más que la vida misma. “Si destierras de ti a Jesús y lo pierdes, ¿a dónde irás?, ¿a quién buscarás por amigo? Sin amigo no puedes vivir mucho; y si no fuere Jesús tu especialísimo amigo, estarás triste y desconsolado” (5). Perderás mucho en esta vida, y todo en la otra.
Los primeros cristianos, y muchos hombres y mujeres a lo largo de los siglos, han preferido el martirio antes que perder a Cristo. “Durante las persecuciones de los primeros siglos, las penas habituales eran la muerte, la deportación y el exilio.
“Hoy, a la prisión, a los campos de concentración o de trabajos forzados, a la expulsión de la propia patria, se han unidos otras penas menos llamativas pero más sutiles; no es ya una muerte sangrienta, sino una especie de muerte civil; no sólo la segregación en una prisión o en un campo, sino la restricción permanente de la libertad personal o la discriminación social (...)” (6). ¿Seremos nosotros capaces de perder, si fuera necesario, la honra o la fortuna, a cambio de permanecer con Dios? Seguir a Jesús no es compatible con todo. Hay que elegir, y renunciara todo lo que sea un impedimento para estar con Él. Para eso, debemos tener muy enraizada en el alma una clara disposición de horror al pecado, pidiendo al Señor y a su Madre que aparten de nosotros todo lo que nos separe de Él: “Madre, líbranos a tus hijos -a cada una, a cada uno- de toda mancha, de todo lo que nos aparte de Dios, aunque tengamos que sufrir, aunque nos cueste la vida” (7). ¿Para qué queremos el mundo entero si perdiéramos a Jesús?
III. “Y que entre los moradores de aquella región había gentes necias -comenta San Juan Crisóstomo- bien claro se ve por el desenlace de todo este episodio. Porque cuando debían haberse postrado en adoración y admirar su poder, le mandaron recado suplicándole que se marchara de sus términos” (8). Jesús fue a visitarles y no supieron comprender quién estaba allí, a pesar de los prodigios que había hecho. Ésta fue la mayor necedad de estas gentes: no reconocer a Jesús.
El Señor pasa cerca de nuestra vida todos los días. Si tenemos el corazón apegado a las cosas materiales no le reconoceremos; y hay muchas formas, algunas muy sutiles, de decirle que se vaya de nuestros dominios, de nuestra vida, ya que nadie puede servir a dos señores, porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las riquezas (9).
Conocemos por propia experiencia el peligro que corremos de servir a los bienes terrenos, en sus múltiples manifestaciones de deseo desordenado de mayores bienes, aburguesamiento, comodidad, lujo, caprichos, gastos innecesarios, etc.; y vemos también lo que ocurre a nuestro alrededor: “Muchos hombres parecen guiarse por la economía, de tal manera que casi toda su vida personal y social está como teñida de cierto espíritu materialista” (10). Piensan que su felicidad está en los bienes materiales y se llenan de ansiedad por conseguirlos.
Nosotros debemos estar desprendidos de todo cuanto tenemos. De este modo, sabremos utilizar todos los bienes de la tierra según lo dispuesto por Dios, y tendremos el corazón en Él y en los bienes que nunca se agotan. El desasimiento hace de la vida un sabroso camino de austeridad y eficacia. El cristiano ha de examinar con frecuencia si se mantiene vigilante para no caer en la comodidad, o en un aburguesamiento que no se compagina de ninguna forma con ser discípulo de Cristo; si procura no crearse necesidades superfluas; si las cosas de la tierra le acercan o le separan de Dios. Siempre podemos y debemos ser parcos en las necesidades personales, frenando los gastos superfluos, no cediendo a los caprichos, venciendo la tendencia a crearse falsas necesidades, siendo generosos en la limosna.
También podemos considerar hoy en nuestra oración si estamos dispuestos a tirar lejos de nosotros lo que nos estorbe para acercarnos a Cristo, como hizo Bartimeo, aquel ciego que pedía limosna en las afueras de Jericó (11).
El Señor vale infinitamente más que todos los bienes creados. No ocurrirá en nuestra vida como en la de aquellos gerasenos: toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verle, le rogaron que se alejara de su región (12). Nosotros, por el contrario, digámosle, con las palabras de la oración de San Buenaventura para después de la Comunión: que Tú seas siempre (...) mi herencia, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija y firme e inconmoviblemente arraigada mi alma y mi corazón (13). Señor, ¿a dónde iría yo sin Ti?


MARTES 05 DE FEBRERO
MARCOS 5, 21-43

VERSÍCULOS 21-43: UNA HISTORIA DENTRO DE OTRA

Ésta es una historia dentro de otra – la historia de la mujer que toca los vestidos de Jesús dentro de la historia de Jairo y su hija.  Las historias pertenecen juntas y Marcos crea tensión dramática al contarlas juntas.  Ambas se hacen más poderosas e interesantes al verse yuxtapuestas una con la otra.

- Las historias muestran como Jesús trata a gente de gran diferencia social.  Jairo es influyente y tiene dinero, mientras que la mujer es pobre y socialmente rechazada.  Jesús no favorece a uno sobre otro.  Ni rehúsa a Jairo por su dinero y nivel social, ni ignora a la mujer por su pobreza y su marginalización.

- La interrupción del viaje de Jesús a la casa de Jairo incrementa el drama.  Imagine la impaciencia que tendría Jairo mientras Jesús hablaba con la mujer.  ¿Qué le estaría pasando a la niña mientras tardaban?  La respuesta, como aprenderán, es que la niña se estaba muriendo.  Ahora Jesús se encuentra con una obra que cumplir, no sanarla, sino darle vida de nuevo.

- En las dos historias, las autoridades han demostrado que no hay remedio para estas dos mujeres.  A lo largo de los años, la mujer ha gastado todo su dinero con médicos.  Aun así, los mejores remedios que ofrecieron fallaron.  En la casa de Jairo, la multitud ya ha empezado los ritos de luto, porque la niña está muerta.  Se ríen cuando Jesús dice que la niña solo está dormida.

- Ambas historias tratan de impureza ritual.  La mujer no está limpia por su flujo de sangre (Lev. 15:25-30).  La niña no está limpia porque está muerta (Num. 19:11-20).  Quien sea que las toque también quedará ensuciado al hacerlo.

- Las historias de milagros de este Evangelio solo mencionan a Jairo y al ciego Bartimeo (10:46).  No nombran ni a la mujer ni a la niña.  Mientras que Mateo y Lucas utilizan el Evangelio de Marcos como una de sus fuentes principales, Lucas utiliza el nombre de Jairo (Lucas 8:41).  Mateo no lo hace (Mateo 9:41).

- La mujer ha sufrido doce años y la niña tiene doce años.

- A la niña y la mujer se les llama “hija” (vv. 22, 34).

- En ambas historias, la palabra griega sozo es importante.  Jairo ruega que Jesús vaya a tranquilizar a su hija.  Jesús le dice a la mujer: Hija, tu fe te ha sesoken.  Sozo puede referirse a sanar o librar de peligro, pero el Antiguo Testamento muchas veces lo utiliza para referirse a la salvación de los israelitas (Salmo 44:1-8; Isaías 43:11; 45:21; 63:9; Hos. 14:3).  El Nuevo Testamento lo utiliza para referirse a salvación cristiana (1 Cor. 1:21; 9:22; Eph. 2:5).  Las historias de la hija de Jairo y la mujer no son solo historias de sanar, sino también historias de salvación.

- Ambos Jairo y la mujer muestran fe considerable en Jesús.  Jairo está convencido de que el tacto de Jesús curará a su hija (v. 23), y la mujer está convencida de que al tocar el vestido de Jesús ella quedará curada (v. 28).  Jesús reconoce a la mujer por su fe, diciendo, “Hija, tu fe te ha hecho salva” – o “te ha salvado” (sesoken – una forma desozo – v. 34).  Cuando Jairo oye que su hija está muerta, Jesús dice, “No temas, cree solamente” (v. 36), y después restaura la vida de la niña.  La fe es un componente imprescindible de estas dos historias.


VERSÍCULOS 21-24a: MI HIJA ESTÁ A LA MUERTE

21Jesús atravesó, de nuevo en barca a la otra orilla, y se reunió juntó a él una gran multitud. Estando junto al lago.  22Llega un jefe de sinagoga, llamado Jairo, y al verlo se echa a sus pies 23Y le suplica insistentemente: Mi hijita está en las últimas. Ven y pon las manos sobre ella para que se cure (griego: sothe – curada o salvada), y conserve la vida.  24Se fue con él.

“Jesús atravesó, de nuevo en barca a la otra orilla” (v. 21).  Al este, el Mar Galileo tiene una orilla gentil y al oeste, una orilla judía.  Jesús se mueve en barco entre las dos orillas, haciendo ministerio a las dos comunidades.  “Al organizar la materia de este modo, Marcos declara que Cristo bendice a judíos y gentiles imparcialmente, estén cerca o lejos, limpios o no” (Craddock, 328).  Ahora, se encuentra de regreso al lado judío.

Jairo es uno de los líderes de la sinagoga (v. 22) y, por lo tanto, un miembro importante de la comunidad.  Personas laicas rutinariamente guían la oración en la sinagoga, pero el líder es el que está a cargo de las instalaciones, la seguridad de las volutas, la selección y supervisión de los que guían la oración, y la administración general de la sinagoga.  Claramente, Jairo es uno de ellos – una persona que cuenta – una persona que pertenece.

Es importante recordar que la última vez que este Evangelio mencionó a Jesús visitando una sinagoga, el pueblo intentó matarle (3:6).

Jairo “se postró a sus pies.  Y le rogaba mucho” (vv. 22-23).  En un sentido, esto nos asombra.  “Al caer a los pies de un maestro itinerante y sin autoridad, Jairo desechó su rango y prestigio” (Luccock, 718).  Seguramente sería Jairo el que estaría acostumbrado a que otros le suplicaran a él por favores, y seguramente él no estaría acostumbrado a pedirlos.  Podríamos esperar que Jairo mandase un emisario en vez de aparecer él mismo ante Jesús.  Aunque la popularidad de Jesús le da a Jairo algo de importancia, el liderazgo judío establecido – los colegas de Jairo – le miran con desaprobación.  Marcos ya nos ha dicho que los fariseos y herodianos conspiran contra Jesús para destruirle (3:6).

Por otro lado, sin embargo, no hay nada sorprendente en lo que pide Jairo.  Cualquier padre cuyo hijo está moribundo haría lo que fuera para salvar a su hijo.  En desesperación, Jairo busca la ayuda de Jesús.  Ésta es la primera de tres historias en este Evangelio de padres que traen a sus hijos a Jesús para que les ayude.  Las otras dos historias son la mujer sirofenisa (7:25-30) y el padre del hijo con un espíritu mudo (9:14-29).  En los tres casos, los padres experimentan obstáculos al querer sanar a sus hijos, pero persisten – y Jesús sana a los tres niños.

“Ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá” (v. 23).  Jairo no le pide a Jesús que le ayude si puede, sino que expresa confianza que Jesús puede restaurar la salud de su hija solo poniéndole las manos.

“Y fue con él” (v. 24a).  “Con esta simple observación,...Marcos nos da su testimonio de la disposición de Jesús para cumplir con necesidad humana y el valor innumerable que el ser humano tiene para Jesús” (Edwards, 162).


VERSÍCULOS 24b-34: HIJA, TU FE TE HA HECHO SALVA

Lo seguía una gran multitud que lo estrujaba.  25Había una mujer que llevaba  doce años padeciendo hemorragias; 26Había sufrido mucho a manos de médicos, se había gastado la fortuna sin mejorar, antes. 27Oyendo hablar de Jesús, se mezcló con la multitud, y por detrás le tocó al manto.  28Pues pensaba: Con solo tocar su manto, me curaré.  29Al instante la fuente de sangre se restañó, y sintió en el cuerpo que estaba curada de la dolencia.  30Jesús, consciente de que una fuerza había   salido de él, se volvió entre la gente y preguntó: ¿Quién me ha tocado el manto?  31Los discípulos le decían: Ves que la gente te está apretujando, y preguntas ¿Quién te ha tocado? 32El miraba en torno para descubrir a la que lo había hecho.   33La mujer, asustada y temblando, pues sabía lo que había pasado, se acercó, se postró ante él y le confesó toda la verdad.  34El le dijo: Hija, tu fe te ha curado (griego: sesoken – curada o salvado): vete  en paz, y sigue sana (griego: hugies – curada o sana) de tu dolencia.


“Había una mujer que llevaba doce años  padeciendo hemorragias” (v. 25).  Esta mujer ha sufrido a manos de muchos médicos, que tomaron su dinero sin curarla.  Sus circunstancias son muy diferentes a las de Jairo.  Su flujo, probablemente flujo vaginal, la ensucia ritualmente, aislándola de todo contacto humano.  No solo se le considera manchada o impura, pero también su tacto mancha a cualquiera que toque.  Ella ensucia hasta la cama en la que duerme y la silla en que se sienta, y éstas después transmiten su impureza al que las toque (Lev. 15:25-30).  Dada la facilidad con la que un hombre puede divorciarse de su mujer (véase Mateo 5:31), parece probable que ya hacía mucho tiempo que su marido se habría divorciado de ella.  Su condición haría imposible que ella encontrara un trabajo como sirvienta doméstica.  Irónicamente, su condición la rinde incapaz de poder asistir a la sinagoga de Jairo (Cousar, 410).  Su situación es parecida a la de un leproso (véase 1:40-45).  Está completamente aislada de cualquier contacto social.  Este tipo de aislamiento debe ser casi inaguantable.  Está claro que esta mujer es una “forastera” – una persona que no cuenta – que no pertenece.

“Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su vestido” (v. 27).  Jairo se acercó a Jesús directamente, cara a cara, pero esta mujer se acerca a Jesús por detrás, escondida entre la multitud.  Ella cree que con solo tocar el vestido de Jesús se curará (v. 28).  Habiendo tenido que evitar tocar a otros durante tantos años, requeriría un gran esfuerzo de su parte para estirar la mano y tocar el vestido de Jesús.  Porque está manchada y se le considera impura, “existe el peligro de que cualquier contacto físico que ella pueda tener con el que la sana anule su poder de hacer milagros y destruya todo su esfuerzo” (Marcus, 366).  Aunque ella haya oído la historia de Jesús tocando un leproso (1:41), sería difícil imaginar que Jesús invitase su contacto.

Sin embargo, “En vez de que la impureza pase de la mujer a Jesús, el poder de sanar fluye de Jesús a la mujer” (Davies y Allison, citado en Marcus, 367).  Inmediatamente al tocar el vestido de Jesús, “la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote” (v. 29).  Jesús se da cuenta de que virtud ha salido de él y pregunta, “¿Quién ha tocado mi vestido?” (v. 30).  Al oír esto, los discípulos piensan que es una pregunta poco razonable, considerando la multitud que le rodea.  Sin embargo, la mujer cae ante Jesús y le dice toda la verdad (v. 33).  Jesús dice, “Hija, tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y queda sana de tu azote” (v. 34).  Fíjese que, al tocar sus vestidos, ella quedó sana de su enfermedad.  Pero, solo después de que ella se presenta a Jesús él dice, “Hija, tu fe te ha hecho salva (sozo – te ha salvado)” (Williamson, 110).

Fíjese en la relación entre la fe y el salvar.  “Hija, tu fe te ha hecho salva” (v. 34).  En el próximo capítulo, Jesús visitará su pueblo natal, donde será incapaz de hacer ninguna obra de poder a causa de la incredulidad del pueblo (6:1-6).  El poder por cual Jesús sana es el poder de Dios.  La fe del individuo, sin embargo, es un componente importante para recibir la bendición de Dios.

La palabra “hija,” puede sonarnos algo paternal para los del siglo XXI, pero en la época de Jesús era una manera normal de dirigirse.  El uso de la palabra refleja un cariño y una aceptación que esta mujer no habrá sentido por mucho tiempo – una hija es un ser querido de una familia.  En este contexto, “hija” es una palabra que salva.


VERSÍCULOS 35-43: MUCHACHA, LEVÁNTATE

35Aún estaba hablando, cuando llegan los enviados del jefe de la sinagoga, para decirle: Tu hija ha muerto. No importunes al Maestro 36Jesús, entre oyendo lo que hablaba, dijo al jefe de la sinagoga: No temas, basta que tengas fe.  37No permitió que lo acompañase nadie, salvo Pedro, Santiago y su hermano Juan.  38Llegan a casa del jefe de la sinagoga, ve el alboroto y a los que lloraban y gritaban sin parar. 39Entra y les dice: ¿A qué viene ese alboroto y esos llantos? La niña no está muerta, sino dormida.  40Se reían de él. Pero él, echando afuera a todos, tomó al padre, a la madre y a sus compañeros y entró a donde estaba la niña.  41Agarrando a la niña de la mano, le dice: Talitha qum (que significa: Chiquilla, te lo digo a ti, Levántate.  42Al instante la muchacha se levantó y se puso a caminar. (Tenía doce años). Quedaron fuera de sí del asombro.  43Les encargó encarecidamente que nadie lo supiese y les dijo que le dieran de comer.


“Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?” (v. 35).  Esta historia nos recuerda a la resurrección de Lázaro en Juan 11.  Si Jesús hubiera llegado antes, hubiera podido prevenir la muerte de Lázaro.  Una vez que Lázaro estaba muerto, Marta y María perdieron esperanza en el poder de Jesús para ayudarle.  Marcos no describe cómo reacciona Jairo al ver a gente lamentando, pero nos podemos imaginar la desolación que sentiría al ver que el rito de los muertos ya había empezado.

“Y no permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo” (v. 37).  Estos hombres constituyen el círculo más íntimo de Jesús, y más adelante Jesús les invitará a acompañarle en la Transfiguración (9:29) y en Getsemaní (14:33).

Jesús “vio el alboroto, los que lloraban y gemían mucho” (v. 38).  El rito de luto incluye gente que lamenta de manera profesional, que gime y llora, se bate el pecho, se tira del pelo, y rasga sus prendas.  Flautas tocan canciones de lamentación.  Estas acciones avisan a la comunidad de la muerte.  Están “diseñadas para representar la desolación y separación final de la muerte” (Barclay, 133).  Los que lamentan de manera profesional representan a los realistas de todas las edades, que deciden cuando la realidad empírica se ha cerrado frente a posibilidades divinas” (Lane, 167).

Sin embargo, cuando consideramos la costumbre de lamentar profesionalmente, no debemos desechar la presencia de auténtica lamentación.  La trágica muerte de un niño rompería los corazones de amigos y vecinos en cualquier momento o circunstancia.  La multitud recibe a Jairo diciéndole, “Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?” (v. 35).  Jesús le dice a Jairo, “No temas, cree solamente” (v. 36).  No permite que nadie le siga cuando va a ver a la niña (v. 37) – llantos y gemidos no son apropiados para una niña que pronto estará caminando y comiendo.

A la multitud, les dice, “La muchacha no es muerta, mas duerme” (v. 39).  El último comentario es difícil de comprender ya que ésta es una historia de resucitar en vez de sanar.  Quizá Jesús quiere decir que la muerte de la niña es solo temporal y que se despertará con su llamada.

“Y hacían burla de él” (v. 40).  Este comentario deja claro que la multitud no duda la muerte de la niña, y nos prepara para la dificultad del milagro que requiere.

Jesús limita sus testigos de sanar/resucitar a la niña a los padres de la niña y “a los que estaban con él” (Pedro, Jacobo, y Juan) (v. 40).  “Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, a ti digo, levántate.” “Talitha cumi” es arameo, una lengua semítica relacionada al hebreo.  “Entre los judíos, el arameo era utilizado por la gente común, mientras que hebreo permanecía siendo el lenguaje de la religión y el gobierno y la clase alta” (Encyclopedia Britannica 2003, “Arameo”).  Marcos traduce “Talitha cumi” al griego para los cristianos gentiles de la temprana iglesia que quizá no sabían arameo. 

“Y tomando la mano de la muchacha” (v. 41).   El tocar a la niña va contra de la ley del Tora, que rinde impuro a quien toque un cuerpo muerto hasta la noche (Lev. 11:39), o por siete días (Num. 19:11).  Tal persona debe pertenecer fuera del campamento (Num. 5:2-3).

En este capítulo Jesús rompe muchos tabúes.  La historia del endemoniado (vv. 1-20) “incluía espíritus (Legión) inmundos y un lugar impuro (un cementerio, animales impuros (puercos) en una tierra impura (Decapolis).  A Jesús no le importaba nada llevar a cabo su ministerio allí” (Geddert, 122).  Afirmó la mujer impura por haber tocado su vestido llevada por su fe.  Ahora, él toca un cadáver.  “Pero el milagro termina el asunto al eliminar lo que ensucia” (Guelich, 302).  ¿Cómo pueden ahora acusarle a Jesús de poner la mano sobre una mujer inmunda si ahora ella está curada – o de tocar un cadáver si ahora la niña está andando y comiendo (vv. 42-43).

“Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años” (v. 42).  Marcos utiliza la palabra luego de sentido inmediato en 27 ocasiones en este Evangelio.  La niña tiene 12 años, número que corresponde a la mujer que sufrió de su enfermedad durante 12 años (v. 25).

“Él les mandó mucho que nadie lo supiese” (v. 43).  Esto parece extraño ya que sería imposible que la multitud no se diera cuenta de que la niña había sido curada/resucitada, y sería improbable que esta multitud mantuviera secreta esa información.  “Un mandato parecido fue dado al leproso y fue desobedecido inmediatamente (1:44-45)” (Perkins, 589).

“De nuevo encontramos el tema de discreción en cuanto a uno de los milagros de Jesús: el sanar de la niña no debe ser anunciado a los que no lo puedan comprender – esto incluye, por supuesto, a todos los contemporáneos de Jesús.  El milagro de la resurrección solo puede ser entendido por los que creen en él, el mismo que ha sido resucitado de la muerte” (Hooker, 151).

MIÉRCOLES 06 DE FEBRERO
MARCOS 6, 1-6
VERSÍCULOS 1-3: Y SE ESCANDALIZABA EN ÉL

1Saliendo de allí, se dirigió a su ciudad (griego: patrida), acompañado de  sus discípulos.  2Un sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud que escuchaba comentaba asombrada: ¿De dónde saca éste todo eso? ¿Qué clase de saber se le ha dado, que tales milagros realiza con sus manos? 3¿No es éste el carpintero (griego: tekton), el hijo de María, el hermano de Santiago, y  José, Judas, y Simón? ¿No viven aquí entre nosotros, sus hermanas? Y esto lo sentían como un obstáculo.
 “Su tierra” – griego: patrida (v. 1).  Patrida está relacionado a patros, la palabra griega para ‘padre.’  Patrida puede significar tierra paterna, pero aquí se traduce como pueblo natal.  Aquí, Nazarea no se identifica por nombre, pero antes Marcos nos dijo que “Jesús vino de Nazarea de Galilea” (1:9).  Desde entonces ha hecho su hogar en Cafarnaúm (2:1; véase también Mateo 4:13), pero Nazarea es su pueblo natal – el lugar donde se crio– el lugar donde vive su familia – el lugar adonde esperaríamos que él regresara a visitar sus raíces.
Nazarea es una aldea de unas 500 personas (Hare, 68; Edwards, 169) o de entre 1,600 a 2,000 personas (Perkins, 592) – un pueblo lo suficientemente pequeño para que todos se conozcan – y para que conozcan también sus idas y venidas.  No es de esperar que estos aldeanos fueran muy sofisticados o que se adaptaran fácilmente a nuevas ideas.
 “Acompañado de sus discípulos” (v. 1).  Esto no se trata de un niño local que regresa a su hogar para una visita casual.  Jesús tiene a sus discípulos con él, y esto le marca como Rabí.
“Comenzó a enseñar en la sinagoga” (v. 2).  El ministerio de Jesús se caracteriza por su enseñanza y sus maravillas.  La sinagoga es un centro religioso y social de la comunidad, y enseñanza es una parte importante del trabajo de la sinagoga.  En una época en la que muchos no pueden leer ni tienen acceso a las preciosas volutas, oír las escrituras leídas y explicadas en la sinagoga es la mejor manera de aprender sobre su herencia religiosa.  Sin embargo, este Evangelio no nos volverá a mencionar ninguna otra ocasión en la que Jesús enseña en una sinagoga.  De aquí en adelante, enseñará en hogares (7:17, 24; 9:33; 10:10).

La gente está sorprendida, y le asigna a Jesús sabiduría y maravillas.  Parece que el pueblo responde de manera favorable y que, como debe ser, está orgulloso de este niño local que ha llegado a ser tan importante.  Pero cuando preguntan, “¿No es éste el carpintero hijo de María.... Y se escandalizaban en él” (v. 3).  Aunque oyen algo especial en las enseñanzas de Jesús – palabras de sabiduría – en vez de atraerles, sus palabras les ofenden.  “El desprecio de los ciudadanos nazarenos está obviamente ligado a las raíces de Jesús.  Sus expectativas excluyen la posibilidad de que él no pueda ser nada más que un niño local haciéndose el importante” (Brueggemann, 419).
“¿No es éste el tekton?” (v. 3).  Un tekton es un carpintero o cantero – seguramente, en este caso se refiere a un carpintero.  Tales oficios son respetados y bien pagados, y “rabíes, por la naturaleza de su oficio, enseñan sin paga.  Tal era la práctica de Pablo” (Brooks, 99).  Sin embargo, hay dos problemas aquí.  El primero es que Jesús no ha pasado por el entrenamiento formal por el que deben pasar los rabíes.  El segundo es que los escribas que habían venido de Jerusalén ya andaban esparciendo rumores maliciosos de Jesús, diciendo “que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios” (3:22).  Los vecinos de Jesús, por lo tanto, no están dispuestos a aceptar que él sea nada más que un tekton – un carpintero.
Luccock llama a estos vecinos gente que “busca hechos” – gente que coloca su fe en hechos y que basan sus conclusiones en la suma de estos hechos (Luccock, 727).  Hoy se utiliza la frase “cuenta habas” – gente que confía demasiado en datos – que no ve el bosque por mirar demasiado los árboles – que está dispuesta a moverse en direcciones equivocadas basándose en sus respuestas “correctas.”

“Hijo de María” (v. 3).  Gente suele identificar a un hombre por su relación con su padre en vez de con su madre, y así se le identifica en Juan 6:42.  Es posible que para entonces José ya haya fallecido, aunque esperaríamos que gente identificara a Jesús por el nombre de su padre aún después de su muerte.  Identificar a Jesús como el hijo de María puede ser un comentario mal intencionado refiriéndose a la legitimidad de su nacimiento.

Marcos nombra cuatro hermanos de Jesús – Santiago, José, Judas, y Simón.  Antes, la familia de Jesús “vino para prenderle: porque decían: Está fuera de sí” (3:21).  Cuando la gente le dijo a Jesús que su madre y hermanos le estaban esperando, él respondió, “cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano, y mi hermana, y mi madre” (3:35).

Después de la resurrección, Jesús se le aparecerá a Santiago (1 Corintios 15:7).  Santiago se convertirá en apóstol (Galatos 1:9) y en un pilar de la iglesia en Jerusalén (Galatos 2:9).  Judas puede ser autor del libro del Nuevo Testamento que lleva su nombre, pero no se sabe con seguridad.  Sabemos poco de los demás hermanos y hermanas de Jesús, “pero mención de los hermanos de Jesús reuniéndose con los discípulos en Hechos 1:14, y referencias al adelphoi tou kuriou al lado de Pablo, Pedro, y los demás apóstoles en 1 Corintios 9:5, sugieren que la familia entera de Jesús eventualmente se unió a la iglesia” (France, 243).
 VERSÍCULOS 4-6a: Y ESTABA MARAVILLADO DE LA INCREDULIDAD DE ELLOS

4Jesús les decía: A un profeta lo desprecian solo en su patria, entre sus parientes y en su casa.  5Y no podía allí hacer ningún milagro  (griego: dunamin – la palabra de donde viene la palabra ‘dinamita’), salvo alguno  enfermos a quienes impuso las manos y curó.  6Y se extrañó se su incredulidad.
“A un profeta lo desprecian solo en su patria,  entre sus parientes, y en su casa” (v. 4).  Jesús le añade a un proverbio conocido, incluyendo ‘parientes’ y ‘casa’ – al hacer esto, dibuja tres círculos concéntricos, cada círculo acercando el proverbio más a la casa (Edwards, 174).  Cuando se aplica el proverbio a sí mismo, Jesús implica que es, ciertamente, un profeta, y que los nazarenos son culpables de rechazarle, como tantas veces los israelitas han hecho con los profetas.
Capítulos 4-5 están llenos de maravillas – el calmar de la tormenta (4:35-41); el exorcizo del demoníaco gadareno (5:1-20); la resurrección de la hija de Jairo (5:21-24; 35-43); y el sanar de la mujer de la hemorragia (5:25-34).  El exorcizo tomó lugar en territorio gentil, pero Jesús no puede hacer maravillas en su pueblo natal.  Está maravillado por su incredulidad (v. 6).  Con esto surge el tema entre la fe y el sanar.  ¿Rehúsa Jesús sanar a los incrédulos – o quedan sus maravillas constreñidas en presencia de incredulidad? – ¿Es él incapaz de sanar a los incrédulos?

Creer que no poder hacer un milagro de sanar muestra una falta de fe “es una manera común de racionalizar oraciones no correspondidas, pero no constituye un concepto bíblico” (Geddert, 136).  Cristianos con buenas intenciones a veces hacen más daño a enfermos diciéndoles que la razón por su enfermedad se basa en su falta de fe.  La verdad es que gente llena de fe también se pone enferma y muere.  El Señor sana alguna gente de fe, pero no a toda.

Existe un poco de misterio aquí – un poco de ambigüedad que debemos aceptar.  Quizá la mejor explicación aquí es que hay dos fenómenos: Primero, incrédulos fallan al no beneficiarse del poder de Dios.  Segundo, Dios está menos dispuesto a actuar a favor de gente incrédula.  Más que esto, no podemos estar muy seguros.
 JUEVES 07 DE FEBRERO
MARCOS 6, 7-13
VERSÍCULOS 6b-7: Y LLAMÓ A LOS DOCE

Después recorría las aldeas del contorno enseñando.  7Llamó a los doce y los fue enviando de dos en dos, confiriéndoles poder  sobre los espíritus inmundos.
“Después recorría las aldeas del contorno enseñando” (v. 6b).  Acepta el rechazo y deja atrás a los que le han rechazado, y continúa su ministerio en otro lugar – esto es un buen modelo para la iglesia de hoy.
“Llamó a los doce” (v. 7a).  “Marcos no menciona la existencia de un grupo más grande de mathetai (discípulos) parecido al de los 70 (72) misioneros en Lucas 10:1” (France, 247).  Marcos se refiere a estos doce como “apóstoles” cuando regresan a contarle a Jesús de su misión en 6:30 – ésta es la única vez que Marcos utiliza la palabra “apóstoles” en este Evangelio.
“Y comenzó a enviarlos (apostellein) de dos en dos” (v. 7).  La palabra “apóstol” viene de la palabra apostellein, que significa “mandó.”
En Mateo 10:1-42 y Lucas 9:1-6 hay relatos paralelos – también, el relato de la comisión de los setenta en Lucas 10:1-16.  Estos relatos varían poco, lo cual es de esperar de historias con orígenes en la tradición oral.
Jesús manda los doce de dos en dos.  Esta estrategia es poderosa por tres razones:
- Un compañero da fuerza – “Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero: mas ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante” (Eclesiásticos 4:10).  No solo se protegen uno al otro del peligro físico, sino que también se proporcionan compañía agradable y se alientan uno al otro en circunstancias difíciles.

- La existencia de una segunda persona se presta a la credibilidad.  Deuteronomio 15:19 requiere dos o tres testigos para poder culpar a una persona de un crimen, porque un solo testigo es más apto a hacer un error.  Por la misma razón, un testigo tiene menos credibilidad que dos – esto es importante al momento de mandar a los discípulos a dar testimonio.  Jesús les podría haber mandado en grupos de tres, pero generalmente dos personas son más efectivas que tres.  En un grupo de tres, dos de ellas a menudo formarán una relación sin aceptar por completo a la tercera.
- Un compañero engendra responsabilidad.  Es menos probable que una persona caiga en tentación cuando va acompañada.
“Y les dio potestad sobre los espíritus inmundos” (v. 7).  Marcos no menciona la enseñanza, que ha sido un componente importante del ministerio de Jesús.  El énfasis para los discípulos en este viaje en particular es predicar (v. 12), expulsar demonios, y sanar a los enfermos (v. 13).
VERSÍCULOS 8-11: Y LES MANDÓ QUE NO LLEVASEN NADA PARA EL CAMINO
8Les encargó que no llevaran más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero (griego: chalkon – la moneda de cobre más pequeña) en la faja; 9Que calzasen sandalias pero que no llevasen dos túnicas.  10Les decía: Cuando  entréis en una casa, quedaos allí  hasta que os marchéis.  11Si un lugar  no os recibe ni os escucha, salid de allí, y sacudíos el polvo de los pies para que les conste (griego: marturion – testimonio, testigo – de aquí viene nuestra palabra ‘mártir’).
“Les encargó que no llevaran más que un bastón” (v. 8).  Jesús les dice a los doce que no lleven nada más que un báculo y unas sandalias – ni pan, ni alforja, ni dinero, solo una túnica.  Jesús no solo prohíbe cosas frívolas, sino también cosas esenciales.  Sus requisitos van más allá de la simplicidad hasta llegar a una fe desbordada.  Los discípulos han de proceder sin la preparación adecuada, confiando que la gente les muestre hospitalidad y, más que nada, confiando que Dios proveerá por sus necesidades.
Jesús no es ningún ascético – personas le han llamado borracho y glotón (Mateo 11:19; Lucas 7:34) – y no requiere que sus discípulos tampoco lo sean.  Sin embargo, sí requiere fe, y empezar una travesía sin provisiones es un profundo acto de fe.
Hay varios paralelos con el Éxodo:
- Las instrucciones de Jesús a los doce son muy parecidas a las de Dios acerca de la oveja de la Pascua: “Y así habéis de comerlo: ceñidos vuestros lomos, vuestros zapatos en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano” (Éxodo 12:11).

- Que los doce no lleven pan es una instrucción similar a la que dio Dios a los israelitas acerca del maná.  Debían confiar que Dios les proveería el maná diario, cogiendo solo un gomer de maná por persona cada día, sin guardar nada de ello para mañana (Éxodo 16:16-19).
- Que no lleven dinero se parece a los problemas que experimentaron los israelitas al robar oro de los egipcios para los preparativos de su viaje (Éxodo 3:22).  Aunque el oro servía de adorno para el Tabernáculo, causó su caída al persuadir a Aarón que hiciera una vaquilla dorada (Éxodo 32).
“Lo más probable es que Marcos esté implicando que la misión de los discípulos es una participación en el nuevo éxodo inaugurado por Jesús... Los Doce no necesitarán las cosas normales para un viaje, porque estarán entrando en esta obra divina de liberación escatológica, y el Dios del éxodo y de Jesucristo les mantendrá por el camino” (Marcus, 389-390).
“Donde quiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí” (v. 10).  Esta orden tiene dos propósitos: Primero, evita que haya malos sentimientos entre dueños que puedan avergonzarse si los discípulos se van de su casa en busca de mejor alojamiento.  Segundo, evita que los discípulos se dejen distraer por su comodidad física
¿Hasta qué punto se pueden aplicar estas prohibiciones a los discípulos de hoy?
¿Requiere Cristo de nosotros esta misma libertad de posesiones?
- Por un lado podemos decir que no.  Jesús da estas direcciones a discípulos involucrados en un ministerio particular de corto plazo.  También, su ambiente es bastante diferente – hospitalidad judía mandaba que aldeanos recibieran y proveyeran por los que viajan.  “Cuando un forastero entraba en la aldea, no era su deber buscarle hospitalidad; era la obligación de la aldea ofrecérsela” (Barclay, 144).  Hoy día no existe ninguna obligación parecida en la mayoría de lugares, por lo tanto, debemos estar preparados para proveernos nuestras propias necesidades mientras viajamos.
- Por el otro lado podemos decir que sí.  Las instrucciones de Jesús requerían que los discípulos se fijaran en su misión en vez de su comodidad personal.  Jesús les llamó para cumplir un gran propósito, y no debían distraerse con cosas tan triviales.  Esto traspasa el tiempo.  “En este sentido, los de la iglesia americana del siglo XX necesitamos arrepentirnos primero para después poder proclamar el arrepentimiento a los demás de una manera efectiva.
- El ejemplo de la iglesia del Nuevo Testamento es útil aquí.  Brooks anota que no hay indicación de que Pablo observara las mismas restricciones que Jesús les dio a los doce.  “De todos modos existen unos principios básicos en una misión que son relevantes en cualquier edad, como simplicidad de vida y estar contento con las provisiones.  Muchos misioneros modernos, en toda su afluencia, se han olvidado de estas cosas” (Brooks, 102).

Esta tensión nunca se resuelve fácilmente.  ¿Se mejora el ministerio porque el padre tiene un carro – y un ordenador – y una biblioteca profesional? ¡Seguramente sí! ¿Se mejora el ministerio con una parroquia que goza de un bonito edificio para sus feligreses? ¡Seguramente! ¿Se convierten a veces estas cosas en metas por si, distrayéndonos de nuestra misión? ¡Claro que sí! ¿Cómo podemos dirigir el ministerio de la iglesia sin presupuestos o contratos de compensación pastoral para distraernos? ¡Por medio de la oración y la vigilia constante!
“Sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio a ellos” (v. 11).  Judíos que regresaban de territorios paganos se sacudían el polvo pagano como gesto de limpieza y desprecio.  Cuando los discípulos se sacuden el polvo de una aldea poco receptiva, declaran que esa aldea es pagana – y anuncian la sentencia de Dios sobre esa aldea – lavándose las manos de cualquier otra responsabilidad relacionada con esa aldea (Guelich, 322-323).  El gesto sirve de aviso a los aldeanos que ofenden y libera a los discípulos para poder moverse hacia tierras más fértiles.  Su responsabilidad es la fiel proclamación – no el éxito.
VERSÍCULOS 12-13: Y ECHABAN FUERA MUCHOS DEMONIOS
12Se fueron y predicaban se arrepintieran;  13Expulsaban muchos demonios,  ungían con aceites muchos enfermos y los curaban.
Los discípulos van a donde les mande Cristo y hacen lo que Cristo les mande hacer.  No son grandes hombres, pero sí cumplen grandes cosas en nombre de Cristo.  Como Juan Bautista (1:4) y Jesús (1:15), ellos predican el arrepentimiento (v. 12).  Como Jesús, echan fuera demonios (1:25-26, 34, 39, 5:1-13).  Como Jesús, curan a los enfermos pero, no como Jesús, ungen con aceite.  Al escribir este Evangelio, ungir con aceite es un ministerio regular de la iglesia.  Santiago pide ungir a los enfermos, pero dice que es la fiel oración la que les salva (Santiago 5:14-15).
VERSÍCULO 30: LOS APÓSTOLES LE CONTARON A JESÚS
30Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Éste es un relato bastante simple de lo que los discípulos le cuentan a Jesús, y no da ninguna explicación de sus dificultades ni sus logros.  Cierra la historia de la misión de los discípulos.  También sirve para cerrar un paréntesis (las instrucciones que Jesús da a los discípulos para su misión abren el paréntesis) de la historia de la muerte de Juan Bautista.  La historia de la muerte de Juan es, por lo tanto, una historia situada dentro de la historia de esta misión.
VIERNES 08 DE FEBRERO
MARCOS 6, 14-29
VERSÍCULOS 14-29: EL MARTIRIO DE JUAN BAUTISTA

Las palabras que abren este Evangelio dicen: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.  Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío a mi mensajero delante de tu faz, que apareje tu camino delante de ti” (1:1-2).  El mensajero era Juan Bautista (1:3-11).  Juan preparó el camino predicando un bautizo de arrepentimiento para recibir el perdón de los pecados (1:4).  Después del arresto de Juan (que prepara el escenario para los comienzos del ministerio de Jesús), Jesús vino a Galilea predicando el mismo mensaje, “Arrepentíos, y creed al evangelio” (1:14-15).
La misión de los doce (6:6b-13) nos lleva a esta historia del martirio de Juan, pero Marcos concluye la historia de la misión (6:30) justo después de contarnos la historia del martirio (6:14-29).  Intercala la historia del martirio dentro de la historia de la misión por una razón.  La misión de los discípulos tiene bastante éxito (6:12-13), y nos asegura que la obra de Dios continuará aún ante el martirio de uno de sus más grandes sirvientes.  Estando bajo gran persecución, la iglesia de Marcos necesitaba oír algo así.  También nosotros necesitamos oírlo porque, igual que la gente de Dios a través de los siglos, solemos interpretar momentos difíciles como señal que el mal ha ganado sobre Dios.
Esta historia también tiene otro propósito.  La muerte de Juan y la de Jesús nos advierten que Dios no siempre premia discípulos fieles con una vida fácil.  El cristiano profético puede ser decapitado – crucificado – echado a los leones – expulsado de la universidad – despedido de su trabajo – ser exigido a pedir perdón.  El camino de los que dicen la verdad es estrecho y está lleno de baches.  No debemos esperar un aplauso por predicar de manera profética.
VERSÍCULOS 14-16: OYÓ DE LA FAMA DE JESÚS
14El rey Herodes se enteró, porque la fama de Jesús se divulgaba, y pensaba que Juan el  Bautista había resucitado de la muerte y por eso actuaba en él el poder milagroso.  15Pero otros decían que era Elías y otros que era un   Profeta como los clásicos. 16Herodes oyó y dijo: Juan, a quien yo hice degollar, ha resucitado. 
“El rey Herodes se enteró” (v. 14).  Herodes Antipas verdaderamente no es rey, sino tetrarca – gobernador de la cuarta parte del territorio que su padre reinó.  Su porción consta de Galilea y Perea (Mateo 14:1; Lucas 9:7).  Rige según le place a Roma, y está sujeto a su liderazgo.  Llamarle “rey” es “un ejemplo de la ironía del evangelista, porque la palabra aparece en un pasaje en el que Herodes es manipulado por dos mujeres y atrapado por su propio juramento y su temor de ser avergonzado ante sus cortesanos” (Marcus, 398).  Ha regido desde el año 4 a.C., pero será depuesto y exiliado en el año 36 d.C.  Considere esto un momento – los cuarenta años de su reinado terminarán de manera vergonzosa no mucho después de involucrarse en las muertes de Juan y Jesús.
El nombre de Herodes nos llama la atención.  Antes, Herodes el Grande intentó matar al bebé Jesús (Mateo 1-20).  Herodes amenazó a José y a su familia (Mateo 2:22)  Ahora, Herodes Antipas asesina a Juan Bautista.  “La familia Herodes dejó huellas sangrientas a través del Nuevo Testamento” (Craddock, 343).  La mención de su nombre nos avisa del peligro que se avecina.

“Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio” (v. 14).  Aunque ésta es la historia de la muerte de Juan, comienza mencionando a ambos Herodes y Jesús.  El vínculo entre Herodes, Juan, y Jesús es importante en este texto.  Hemos visto vínculos entre Juan y Jesús desde el principio:
- María y Elisabet celebraron sus embarazos juntas, y Elisabet le contó a María del papel tan preeminente que su hijo llevaría a cabo.
- Juan preparó el camino para Jesús.
- Juan bautizó a Jesús, y su bautizo dio ocasión para que Dios revelara a Jesús como su hijo.
Ahora ambos Juan y Jesús están vinculados a Herodes, quien tomará parte en sus muertes (véase Lucas 23:7-15).
- Herodes mata a Juan por decir la verdad.  Con tiempo, veremos a Herodes involucrado en la muerte de Jesús.
- Herodes es ambivalente con Juan, igual que lo será con Jesús (Lucas 23).  Herodes y Pilatos tendrán dudas al momento de autorizar la ejecución de Jesús, pero ambos se dejarán alentar por una multitud de gente.
- Los discípulos de Juan “vinieron y tomaron su cuerpo, y le pusieron en un sepulcro” (v. 29).  José de Arimatea hará lo mismo con Jesús.
- Ambos Juan y Jesús continúan ejerciendo su fuerza después de morir.  La muerte de Juan continúa obsesionando a Herodes, y cree que Jesús es Juan resucitado (6:16).  Jesús, de hecho, será resucitado.
Esto, entonces, es más que una historia de Juan.  Es una historia de Jesús – un vistazo de la muerte que sufrirá y la resurrección que seguirá.  Juan preparó el camino para Jesús con su vida tanto como con su muerte.
Los discípulos también se encontrarán en ese camino.  Norman Perrin descubrió la siguiente configuración (mencionada en Williamson, 123):
- Juan Bautista predica (1:4-8) y es entregado (1:14; 6:17-29).
- Jesús predica (1:14-15) y es entregado (9:31; 10:33, 14, 15:1, 10, 15).
- Los discípulos predican (6:7-13) y son entregados (13:9-13).
Algunos piensan de Jesús como Elija; otros, como profeta; pero Herodes le ve como “Juan el que yo degollé: él ha resucitado de los muertos” (v. 16):

- La gente espera que Elija regrese antes del final (Malaquías 4:5-6), y Jesús les dice a los discípulos que Juan es Elija (Marcos 9:13; Mateo 11:14).
- La gente respeta los profetas – por lo menos los que llevan muertos mucho tiempo – pero Juan es el primer profeta que han visto en siglos.  Es verdad que Jesús también es un profeta, pero él es más que un profeta (8:27-30).
- No tiene sentido que Jesús sea Juan resucitado, porque Jesús y Juan viven al mismo tiempo y se conocen.  “Lo que significa es simplemente que el espíritu de Juan ahora descansa en Jesús, tal como el espíritu de Elija descansó en Elías (2 Reyes 2:15)” (Hare, 75).
- Pronto, Pedro identificará a Jesús correctamente: “Tú eres el Cristo” (8:29).
“Otros decían: Elías es” (v. 15).  Existen paralelos cercanos entre esta historia y la de Elías, Acab, y Jezabel (1 Reyes 16).
- El pecado de ambos reyes incluye sus matrimonios con mujeres malvadas (1 Reyes 16:31; Marcos 6:1-8).
- Ambos Elías y Juan retan a sus respectivos reyes de manera profética, causando que Jezabel y Herodías tramen matanza
- Ambos reyes son hombres débiles que se encuentran atrapados entre una confrontación con un profeta y el miedo de una esposa fuerte.
- Jezabel falla en su intento de matar a Elías, pero Herodías cumple con el suyo de matar a Juan.

VERSÍCULOS 17-20: PERO HERODÍAS ACECHABA A JUAN 
17Herodes había mandado arrestar a Juan y lo había encarcelado, por instigación de Herodías, esposa de su hermano Felipe, con la que se había casado.  18Juan le decía a Herodes que no le era lícito retener a la mujer de su hermano.  19Herodías le tenía rencor  y quería darle muerte; pero no lo lograba. 20Porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era hombre honrado y santo, lo protegía,  hacía muchas cosas aconsejado por él y lo escuchaba con agrado.
“Le había encarcelado” (v. 17).  Josefo dice que Juan fue encarcelado bajo orden de Herodes en el palacio de Machaero, al sur de Perea, un lugar alejado de Tiberio, donde pensamos que este banquete tuvo lugar.  Sin embargo, la acción rápida del ejecutor en vv. 27-28 sugiere que Juan es prisionero en el palacio donde toma lugar el banquete.


“A causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer” (v. 17).  Herodes arrestó a Juan y le encarceló por la oposición de Juan a su matrimonio con Herodías, la previa esposa de su hermano.  El nombre del hermano de Herodes está en duda.  Marcos le llama Felipe, pero Josefus dice que el hermano también se llamaba Herodes, como muchos otros hombres de esa familia.
El árbol de la familia Herodes es complejo y preocupante.  Herodes el Grande se casó con varias mujeres que le dieron siete hijos.  Herodías es hija de uno de esos siete.  Ella se casa con dos de los siete hijos – esto significa que sus dos esposos también son sus tíos.  Herodes el Grande era bastante paranoico, y mató a tres de sus siete hijos por miedo a que intentasen deponerle.  De los cuatro hijos que quedaron, tres se casan o con Herodías o con la hija de Herodías (Barclay, 150-151).
“Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano” (v. 18).  Juan demostró gran valor al criticar al rey por haber violado la ley del Tora casándose con la esposa de su hermano (Levíticos 18:16; 20:21).  Eso hubiera sido legal bajo algunas circunstancias en las que el hermano estuviera muerto (Deuteronomio 25:5-10), pero el hermano de Herodes está vivo.
“Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía: Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le tenía respeto” (vv. 19-20).  Nos sorprende la reacción de Herodes a la crítica de Juan.  “Le tenía respeto” (v. 20).  Suena como si el motivo de Herodes por arrestar a Juan tenía doble propósito – poner fin a su crítica y protegerle de la ira de Herodías.  Mientras Juan estuviera bajo la custodia de Herodes, no podría provocar más a Herodías y también quedaría fuera del alcance de ésta.
Herodes, “oyéndole, hacía muchas cosas; y le oía de buena gana” (v. 20).  Esperaríamos que Herodes se tapase los oídos a las críticas de Juan, pero santidad y verdad tienen mucho poder.  Los que se encuentran en puestos de poder suelen rodearse de gente que les diga “sí” – gente que les diga lo que quieren oír.  Lo hacen porque prefieren oír alabanzas a críticas – no quieren que sus subordinados encuentren objeciones con su programa.  Pero a veces, como alguien que ha tomado demasiados dulces, el líder que no ha oído más que alabanzas añora oír algo más substancial – algo más nutriente – una palabra de verdad.
“Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo” (v. 20).  Aunque Juan es un hombre simple sin aires de poder, Herodes le teme.  Aunque Juan le confronte, diciéndole cosas que prefiere no oír, a Herodes sin embargo le gusta escuchar a Juan.  Aunque Herodes seguramente ya tiene consejeros que con gusto le ofrecen consejo, él es atraído por la integridad sólida de Juan.  Nosotros, como predicadores, debemos recordar la autoridad de la santidad y la verdad.
Herodías, antes la esposa de Felipe y ahora la esposa de Herodes, es una historia diferente.  Ella “le acechaba (a Juan), y deseaba matarle” (v. 19).  Ella “pensaba que el único lugar en el que su certificado de matrimonio podría ser escrito era sobre la sentencia de muerte de Juan Bautista” (T.W. Manson, citado en Edwards, 186).  Frustrada por la protección que Herodes le brindaba a Juan, ella esperó su oportunidad pacientemente.  Herodías es el arquetipo de una reina malvada, tal como Jezabel.

Rabíes judíos enseñaban que una buena mujer se podría casar con un hombre malo con esperanzas de reformarle, pero que un hombre bueno no se debería casar con una mujer mala por miedo a que ella le lleve abajo.  La verdad es que ni un hombre malo ni una mujer mala tienen ninguna ventaja.  El Nuevo Testamento les dice a cristianos que estén enyugados – que busquen un esposo o una esposa creyente.
 VERSÍCULOS 21-25: Y VENIDO UN DÍA OPORTUNO
21Llegó la oportunidad cuando, por su cumpleaños, Herodes ofreció un banquete a sus magnates, sus comandantes y a la gente principal de Galilea. 22Entró la hija de Herodías, bailó y gustó a Herodes y a los convidados. El rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, que te lo daré.  23Y juró: Aunque me pidas la mitad de mi reino, te lo daré.  24Ella salió y preguntó a su madre: ¿Qué le pido? Le respondió: La cabeza de Juan el Bautista.  25Entró enseguida, se acercó al rey y le pidió: Quiero que me des inmediatamente, en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista el bautista.
Llegó la oportunidad cuando, por su cumpleaños, Herodes ofreció un banquete a sus magnates, sus comandantes y a la gente principal de Galilea” (v. 21).  La oportunidad de Herodías viene finalmente como resultado de la danza de su hija (v. 22).  La NRSV identifica a la hija como Herodías, pero reconoce que “otras autoridades antiguas dicen que era la hija de Herodías misma.”  Josefus la llama Salomé.
“Y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando a Herodes y a los que estaban con él” (v. 22).  El baile sería un baile licencioso que la mayoría de padres detendría rápidamente – pero Herodes no.  La familia Herodes es conocida por su perverso comportamiento, y basado en lo que sabemos de Herodes de otras fuentes, eso es creíble.
“Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino” (v. 23).  La oferta de Herodes de la mitad de su reino es “una estafa, porque Roma no le permitiría regalar un acre de tierra” (Edwards, 187).
Poco espera Herodes lo que le pide la hija.  Ella pide consejo de su madre, quien le dice que pida la cabeza de Juan Bautista (v. 24).  “Y el rey se entristeció mucho; mas a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla” (v. 26).  Como Pilatos, las convicciones de Herodes se derriten rápidamente ante una multitud.
Herodías pide solo la cabeza de Juan Bautista; Salomé añade su toque personal – “en un plato” – un toque macabro particularmente para un banquete (v. 25).
Hay un número de paralelos entre esta escena y la historia de Ester – paralelos que serían aparentes para los lectores judíos del Evangelio de Marcos:
- Ambas Ester y Salomé ganan ventaja sobre enemigos durante un banquete.
- Ester ganó el favor del rey (Ester 5:2) y Salomé “agradaba a Herodes” (v. 22).

- Ambos reyes ofrecen la mitad de su reino (Ester 5:3; Marcos 6:23).
- Mientras que Ester no pidió la muerte de su enemigo, Amán, sí expuso su traición.  Esto resultó en su muerte tras ser colgado desde la horca que él mismo había preparado para Mardoqueo, el tío de Ester (Ester 6).  Salomé pide la muerte de Juan, un pedido que Herodes cumple rápidamente.
- La diferencia más grande entre las dos historias es que Ester solo buscaba exponer la traición de Amán para poder salvar a su pueblo – en el fondo, sus motivos eran puros.  No podemos decir lo mismo de Salomé y Herodías.
VERSÍCULOS 26-29: FUE Y LE DEGOLLÓ EN LA CÁRCEL
26El rey lo llevó muy a mal; pero, por el juramento y los convidados,  no quiso desairarla.  27Y despachó inmediatamente un guardia con orden de traer la  cabeza. Este fue,  lo degolló en la prisión, 28Trajo en una bandeja la cabeza y la entregó a la muchacha; ella se la entregó a su madre.  29Sus discípulos, al enterarse, fueron a recoger el cadáver y lo depusieron en un sepulcro.
“Y despachó inmediatamente un guardia con orden de traer la cabeza. Este fue, lo degolló en la prisión” (v. 27).  El rey envía un soldado para traer la cabeza de Juan en un plato, y esto se cumple.
El guardia “trajo su cabeza en un plato, y la dio a la muchacha” (v. 28).  La cabeza se le presenta a la hija, y ésta se la pasa a su madre.  Es difícil imaginar una niña y una madre que puedan aguantar una escena tan sangrienta, pero Marcos no anota ningún disgusto por parte de ninguna de ellas.
Marcus anota el paralelo entre el pasar de este plato y el pasar del pan en la historia del alimentar a los cinco mil (6:30-44), que aparece inmediatamente después de esta historia.  Sugiere que en esta historia de Juan tenemos “un tipo de eucaristía demoníaca” (Marcus, 403).
“Y oyéndolo sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y le pusieron en un sepulcro” (v. 29).  Éste es otro paralelo con el entierro de Jesús.  Mientras que los discípulos de Jesús le abandonan  y no reclaman su cuerpo (14:50), José de Arimatea, un discípulo secreto, se ocupa del entierro (15:43-46).
Josefus relata una secuencia interesante a esta historia.  Para casarse con Herodías, Herodes Antipas se divorció de su primera esposa, la hija del Rey Aretas de Nabatea.  Para vengar el insulto, Aretas empieza una guerra con Herodes Antipas y le derrota gravemente.  Eso, entre otras cosas, causará que Roma deponga a Antipas y le exilie a Gaul.  Cristianos de la temprana iglesia veían esto como castigo por el papel que Herodes tomó en las ejecuciones de Juan y Jesús.
SÁBADO 09 DE FEBRERO
MARCOS 6, 30-34
VERSÍCULOS 30-56: UN RESUMEN

La lección del Evangelio se compone de dos pasajes ligados por su contenido – la historia de Jesús y sus apóstoles alejándose a un lugar aparte para descansar juntos, pero interrumpidos por las multitudes y sus grandes necesidades (vv. 30-34) – y la historia de las multitudes acercándose a Jesús en Genezaret para ser curadas (vv. 53-56).  Entre estos dos pasajes Marcos relata el alimentar de los cinco mil (vv. 35-44) y Jesús caminando sobre el agua (vv. 45-52).  Esto es un ejemplo de una historia (o historias) dentro de otra – un género favorito de Marcos.  En este caso, Marcos liga historias del ministerio de Jesús de enseñanza y de sanar (vv. 30-34, 53-56) con la historia de Jesús proveyendo pan – una historia con tono eucarístico (vv. 35-44).
Estos pasajes nos tocan, porque nos demuestran cómo se deberían haber sentido los discípulos – apresurados y atormentados.  Las necesidades eran muchas; las multitudes grandes; y los discípulos no encontraban tiempo ni para comer.  Si estar ocupados ya era un problema para ellos, ahora parece aún peor.  Nuestro problema es un mundo en el que expertos han conseguido eliminar toda flexibilidad.  Los electrodomésticos no nos ahorran trabajo – nuestra comunicación tecnológica (mensajeros, por ejemplo) crea más barreras entre nosotros en vez de unirnos – y nuestro tiempo de ocio se llena de tareas.
¡Peor aún son las interrupciones! Si nos pudiésemos concentrar en lo que estamos haciendo en el momento, podríamos terminar el trabajo.  Si solo pudiésemos planear nuestro trabajo y llevar a cabo nuestro plan, la vida sería más simple.  ¡Si no fuera por el teléfono – y la persona con una pregunta – y el requisito imprevisto de otro informe – y la cola de gente en el mostrador!
Y estos pasajes nos tocan, porque hemos sentido lo que sentía la gente que se acercaba a Jesús.  Nosotros también, hemos estado enfermos física y espiritualmente – con desesperada necesidad por sentir el tacto de Jesús para sanarnos.  También nosotros nos hemos apresurado a buscar ayuda – rogándole a Jesús que nos deje tocar solo el borde de su vestido para ser sanados.
VERSÍCULOS 30-32: Y LOS APÓSTOLES SE JUNTARON CON JESÚS
30Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.  31El les dice: Vosotros venid aparte, a un paraje despoblado, a descansar un rato.  Pues los que iban y venían eran tantos, que no sacaban tiempo ni para comer.  32Así que se fueron solos en barca a un paraje despoblado.
Marcos 6:7-13 cuenta como Jesús mandó a los Doce de dos en dos con la autoridad de regir sobre espíritus inmundos.  Predicaban arrepentimiento, sacaban demonios, y sanaban enfermos.  En versículos 14-29, Marcos interrumpe esta historia para contarnos de la muerte de Juan Bautista.  Ahora, en versículos 30-34, Marcos regresa a la historia de los Doce, quienes relatan a Jesús los resultados de su misión.  Éste es otro ejemplo, entonces, de una de las historias de Marcos dentro de otra – la historia de Juan Bautista situada dentro de la historia de la misión de los Doce.

“Y los apóstoles se juntaron con Jesús” (v. 30).  Jesús les mandó como “los Doce” (v. 7), pero ahora Marcos les llama apóstoles (v. 30).  Éste es el único lugar en este Evangelio donde Marcos utiliza la palabra “apóstoles” (excepto en 3:14, donde se disputa la palabra).  La palabra “apóstoles” es particularmente apropiada en versículo 30, porque viene de la palabra griega apostello, que significa “mandar” – y fue esa palabra la que Marcos utilizó en versículo 7 al hablar de mandar a los Doce.  Apóstol es “un término técnico para los misionarios cristianos de la temprana iglesia, esto indica que son agentes oficiales (...saliah)” (Perkins, 600).  Se considera que tal persona tiene la autoridad y la estatura de la persona a quien representa.
“Venid vosotros aparte al lugar desierto” (v. 31).  Jesús ve que los discípulos están cansados después de su misión, y les invita a un lugar aparte donde puedan descansar.  Pronto Jesús tendrá compasión por la multitud, pero primero tiene compasión por sus apóstoles, que todavía no habían tenido tiempo para comer.  La obra de un discípulo debe equilibrar tiempo de servicio con tiempo de renovación física y espiritual.  Vincent de Paul aconseja, “Ten cuidado de cuidar tu salud.  Es una trampa del demonio, empleada para engañar almas buenas, para instigarles a hacer más de lo que pueden, para que llegue el momento en que no puedan hacer nada.”
VERSÍCULOS 33-34: Y TUVO COMPASIÓN DE ELLOS

33Pero muchos los vieron marcharse y cayeron en la cuenta. De todos los poblados fueron corriendo a pie hasta allá y se les adelantaron.  34Al desembarcar, vio una gran multitud y sintió lastima (griego: esplanchnisthe), porque eran como ovejas que sin pastor. Y se puso a enseñarles  muchas cosas.
Las multitudes ven hacia dónde va el barco, y se mueven en esa dirección para interceptar a Jesús.  Cuando Jesús llega al lugar donde han de descansar, una gran multitud le espera.
Jesús y sus discípulos tienen razones para estar molestos.  No han comido (v. 31), y necesitaban descansar aún antes de remar el barco a su destino.  Esperaríamos que hombres cansados y hambrientos respondiesen con enfado a esta inesperada demanda que requiere más de su ya escasa energía.  Marcos no nos dice cómo responden los discípulos, pero Jesús tiene compasión de la multitud, porque son “como ovejas que no tenían pastor” (v. 34).  Jesús tiene respuestas directas para los que buscan su propia satisfacción, pero también tiene un corazón blando por los necesitados.  Él “nunca parece molestarse por nuestras interrupciones, nuestra constante necesidad de su compasión y enseñanza.  Este texto afirma su extraordinaria disponibilidad” (Brueggemann, 436).  También afirma la profundidad de sus sentimientos por gente necesitada.  La palabra traducida “compasión,” esplanchnisthe, es también la palabra para entrañas – tripas, y describe un sentimiento de simpatía que comienza en la parte más profunda de una persona.

Las palabras “ovejas que no tenían pastor” (v. 34) nos recuerdan a Moisés pidiendo que Dios designara un líder para continuar guiando al pueblo después de él para que “la comunidad de Yahaveh no sea como ovejas sin pastor” (Números 27:17).  Dios eligió a Josué, cuyo nombre es una variación del nombre Jesús.
“Ovejas que no tenían pastor” también nos recuerda de las palabras de Ezequiel al profeta, que dijo, “Y están derramadas por falta de pastor; y fueron para ser comidas de toda bestia del campo, y fueron esparcidas.  Y anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto: y en toda la haz de la tierra fueron derramadas mis ovejas, y no hubo quien buscase, ni quien requiriese” (Ezequiel 34:5-6).
Ovejas necesitan un pastor que les guíe por sendas seguras, que les ayude a encontrar comida, que les defienda contra el peligro, que les encuentre cuando se desvían, y que les devuelva al rebaño.  “Pastor” es una palabra que a menudo se utiliza en la Biblia como metáfora:
- Para reyes fieles o infieles, sacerdotes y profetas (2 Samuel 5:2; Salmos 78:70-72; Isaías 56:11-12; Jeremías 3:15; 10:21; 23:1-4; 50:6).
- Para Dios (Salmos 23:1-4; 28:9; 80:1; Isaías 40:11; Jeremías 31:10).
- Para Jesús (Mateo 26:31; Juan 10:11-18; Hebreos 13:20; 1 Pedro 2:25; Revelaciones 7:17).
- Para líderes de la iglesia (Juan 21:15; Hechos 20:28ff; 1 Pedro 5:2-4).  (Myers, 939-940)
Las palabras “ovejas que no tenían pastor” implican una reprensión sobre los líderes religiosos de su día, quienes han fallado en su papel como pastor.
Y Jesús “les comenzó a enseñar muchas cosas” (v. 34).  “Aquí el énfasis de Marcos en la enseñanza es evidente... Ahora, en respuesta a una multitud que seguramente busca un milagro, Jesús ofrece enseñanza” (Williamson, 126).  Marcos no nos da a entender, sin embargo, que la multitud esté decepcionada.  Como pronto veremos, seguirán viniendo (vv. 53-56).
Enseñanza (v. 34), alimentar (vv. 35-44), y sanar (v. 56) demuestran la preocupación de Jesús por el bienestar físico y espiritual de su gente.  Esto provee un modelo del ministerio que ha servido bien a la iglesia a través de los siglos.  Palabra y sacramento constituyen el centro de nuestro ministerio, pero pan y mantas son casi tan importantes.

DOMINGO 10 DE FEBRERO

LUCAS 5, 1-11
VERSÍCULOS 5:1-11: JESUS LLAMA A SUS PRIMEROS DISCÍPULOS

Los cuatro evangelios narran la historia del llamado de los primeros discípulos:
–– En Marcos 1:16-20, Jesús llama a Pedro y Andrés. Y después, en un momento diferente, llama a Jacobo y Juan. Los cuatro “inmediatamente” dejan las redes de pesca y su familia para seguir a Jesús. Este fue el principio del ministerio de Jesús.
–– Mateo 4:18-21 sigue muy de cerca el modelo de Marcos.
–– El cuarto evangelio, como podríamos esperarlo, es bastante diferente. En su relato, Jesús no llama a los discípulos, que lo siguen por el testimonio de Juan el Bautista. Juan dice, en la presencia de dos de sus discípulos, “he aquí el Cordero de Dios”, y los dos discípulos comienzan a seguir a Jesús. Uno de esos discípulos, Andrés, después va a buscar a su hermano, Simón, y le dice “hemos hallado al Mesías”, y los dos van al encuentro de Jesús. Jesús le da a Simón un nuevo nombre, Pedro. No hay plática sobre las redes, la pesca, o los discípulos dejando todo atrás para seguir a Jesús. Aunque el cuarto evangelista no es uno de los sinópticos, sin embargo, una vez más este es el principio del ministerio de Jesús.
–– El relato de Lucas es algo bastante distintivo. Es el más largo de los relatos. En este evangelio, Jesús comienza su ministerio, no con el llamado de los discípulos, sino con su sermón en la sinagoga de Nazarea. Después saca a un espíritu inmundo (4:31-37), sana a la suegra de Pedro (4:38-41), y predica en las sinagogas de Judea (4:42-44). Estas acciones resultan en multitudes que “se agolpaban sobre él para oír la palabra de Dios” (5:1). También establecen la credibilidad para el momento en que Jesús llamará a sus discípulos para seguirlo. Este es el único relato de los relatos del “llamado” que menciona la gran pesca, aunque el cuarto evangelio incluye una historia similar (pero solamente hasta después de la resurrección, Juan 21:1-23). El relato de Lucas no es una historia típica, en particular porque Jesús no hace una invitación formal a sus discípulos, sino que simplemente les dice “No temas; desde ahora pescarás hombres” (5:10). Este relato también se distingue porque se concentra en Simón Pedro, mencionando a Jacobo y Juan brevemente en el versículo 10 y para nada a Andrés.
La respuesta de Pedro a la pesca milagrosa cuadra perfectamente con la lectura del Antiguo Testamento y de la epístola:
–– Isaías 6:1-8 nos cuenta la historia del llamado de Isaías, que expresó “¡Ay de mí! que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Yahaveh de los ejércitos!”. Podríamos considerar esta historia como un modelo para la lectura del evangelio. Tanto Isaías como Pedro sienten la magnitud de su indignidad en la presencia de lo santo. Ambos reconocen su indignidad. Un serafín purifica los labios de Isaías con un carbón encendido, y Jesús expresa una palabra purificadora para Pedro. Tanto Isaías como Pedro dan prueba de ser fieles al llamado.

–– En 1 Corintios 15:1-11, Pablo dice sobre sí mismo “y el último de todos [los apóstoles]... me apareció a mí... que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí la iglesia de Dios”
La obra de Jesús ha crecido de tal manera que requiere reclutar discípulos. Lucas amplía este tema con el llamado de Leví (5:27-32), el llamado de los doce (6:12-16), la misión de los doce (9:1-6), la misión de los setenta (10:1-20), los siete escogidos para servir (Hechos 6:1-7), la conversión de Saulo (Hechos 9:1-22), los varones de Chipre y Cirene que proclamaron a Cristo en Antioquia (Hechos 11:20-24), y el envío de Bernabé y Saulo para la obra (Hechos 13:1-3). Dios ha escogido obrar a través de los seres humanos, vasos de barro pero llenos del tesoro de Dios que es el evangelio (2 Co. 4:7). Y porque Dios ha elegido obrar de esta manera, nuestra respuesta es crucial.

VERSÍCULOS 1-3: LAS GENTES SE AGOLPABAN SOBRE ÉL
1La gente se agolpaba hasta junto a él para escuchar la palabra de Dios  mientras él estaba a la orilla del lago de Genesaret. 2Vio dos barcas junto a la orilla, los pescadores se habían bajado y estaban lavando las redes.  3Subiendo a una de las barcas, la de Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se sentó y se puso a enseñar a la gente desde la barca.
Genesaret es el nombre que le da Lucas al Mar de Galilea. Estos pescadores estaban limpiando sus redes después de una larga noche. Tal vez estaban cansados y desanimados después de una larga e infructuosa noche. Estaban listos para retirarse a descansar. Era tiempo de irse a casa, a comer, y a dormir por un rato. Su estado de ánimo está en contraste con la del gentío, que se agolpaban sobre Jesús, emocionados por ver al joven profeta, esperando por una palabra o toque significativo.
“Subiendo a una de las barcas, la de Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se sentó y se puso a enseñar a la gente desde la barca” (v. 3). Esta es la primera vez que aparece Simón en este evangelio, y fue su primer acto de obediencia. Dada su fatiga y frustración, no podemos esperar que Simón estuviera en el mejor estado de ánimo en este momento. Estaba listo para irse a casa, y no de regreso a su bote. Lo sorprendente no es que Simón respondiera favorablemente después de ver el milagro de la pesca milagrosa, sino que respondió favorablemente a su petición de llevar a Jesús en su bote un poco lejos de la playa.
Una vez en el bote, Jesús se sentó. Este bote probablemente era lo suficientemente grande para que Jesús se parara, pero los maestros se sentaban antes de comenzar a enseñar. En este evangelio, Jesús comienza su ministerio en las sinagogas (4:16-30; 42-44), pero ahora Jesús lleva su ministerio a la gente, a los lugares donde viven y trabajan.
   

VERSÍCULOS 4-7: MAS EN TU PALABRA ECHARÉ LA RED
4Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: Boga lago adentro y echa las redes para pescar. 5Le replicó Simón: Maestro, hemos bregado toda la noche sin cobrar nada; pero, ya que lo dices, echaré las redes.   6Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces, que reventaban las redes.  7Hicieron señas a los socios de la otra barca para que fueran a echarles una mano.
Este fue el segundo acto de obediencia de Pedro. Una vez más, fue un acto de obediencia para un cansado y frustrado pescador. Las instrucciones de Jesús para Pedro fueron un poco extrañas. Pedro era el pescador. Él sabía mejor que Jesús dónde encontrar peces. Los pescadores habían estado tratando toda la noche sin lograr resultados. Los peces no aparecían por ningún lado, un hecho del que tenían buenas pruebas. Los pescadores estaban lavando las redes, guardando sus cosas para que ya se pudieran ir a descansar (v. 2). Ya estaban listos para irse a casa.
El sentido común de Pedro le decía que no había razón para tratar otra vez. Debe haber odiado pedirles a los otros pescadores que “aguantaran” y que ensuciaran una vez más las ya limpias redes. Le expresó sus dudas a Jesús, aunque se dirigió a Jesús como Maestro, un título usado por Jesús solamente por sus discípulos (8:24, 45; 9:33, 49; 17:13). Después dijo “más en tu palabra echaré la red” (v. 5). Fue este acto de obediencia de frente a la duda que abrió la puerta a un milagro de abundancia. “No se espera que los seguidores de Jesús necesariamente entiendan, pero sí se espera que obedezcan” (Cousar, 139). Así es con nosotros. Solamente cuando la iglesia es obediente a Cristo, incluso cuando sus mandamientos nos parezcan tontos o exagerados, podemos recibir su poder y experimentar sus milagros.
Este es un milagro de abundancia como el maná en el desierto (Ex. 16), la medida de harina de la viuda (1 R. 17:8-16), el aceite interminable (2 R. 4:1-7), y la alimentación de cien hombres con veinte panes (2 R. 4:42-44). El evangelio de Juan reporta otro milagro de abundancia, el vino de las bodas de Caná (Jn. 2:1-11). Todos estos milagros de abundancia tienen dos características en común: (1) satisfacen necesidades humanas, y (2) demuestran el poder de Dios. El resultado de este particular milagro fue que los discípulos “dejaron todo y le siguieron” (v. 11).
VERSÍCULOS 8-11: DEJÁNDOLO TODO, LE SIGUIERON

8Al verlo, Simón Pedro, cayó a los pies de Jesús y dijo: Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.  9Pues el estupor se había apoderado de él y de todos sus compañeros por la cantidad de peces que habían pescado. 10Lo mismo sucedía a Juan y Santiago, que eran socios de Simón. Jesús dijo a Simón: No temas, en adelante pescarás hombres.  11Entonces atracando las barcas en tierra lo dejaron todo y lo siguieron.


Esta es la primera vez que Simón es llamado Pedro en este evangelio. En este milagro de la gran pesca, se encuentra frente a frente con el Santo. Sin embargo, no le es posible disfrutar la experiencia porque repentinamente se da cuenta de su pecado. Es la respuesta de una persona que llega a una fiesta solamente para darse cuenta de lo pobre que está vestido. No quiere unirse a la fiesta porque solamente se sentirá avergonzado ante tan elegante compañía. Solamente desea huir a un lugar donde se pueda sentir cómodo otra vez con su modesta vestimenta. “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (v. 8). Fue la misma reacción de Moisés frente a la zarza ardiente: “Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios” (Ex. 3:6).

En gran manera hemos perdido este sentido de asombro y temor ante la presencia de Dios.  En su lugar, adoramos ante el altar de la ciencia y tecnología, que todos los días nos presenta una nueva maravilla. Adoramos ante el altar de la auto-estima, e incluso resistimos cualquier sugerencia de inclinarnos ante Dios. Hasta nos sentimos con el derecho de imponer las condiciones bajo las que aceptaremos a Dios (“Si ese el tipo de Dios que es, entonces no quiero nada con Dios”). Pero, en nuestros mejores momentos, nos arrodillamos en adoración en la presencia de Dios, reconociendo nuestra gratitud a Dios cada vez que respiramos.

“Y Jesús dijo a Simón: No temas” (v. 10b). Estas son las mismas palabras del ángel, que dice “María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios” (1:30), y “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo” (2:10). Jesús usa estas mismas palabras dos veces más en este evangelio. “No temáis pues: de más estima sois que muchos pajarillos” (12:7), y “No temáis, manada pequeña; porque al Padre ha placido daros el reino” (12:32). Admitámoslo, tenemos miedo de muchas cosas. Pero Jesús nos da la certeza de que no necesitamos temer.
“...en adelante pescarás hombres” (v. 10c). El énfasis es en el papel que los discípulos tendrán en la evangelización. El cumplimiento de la promesa de Jesús comenzará totalmente en Pentecostés.  Pedro predicará un sermón, y en un día tres mil personas se bautizarán. Ese es solamente el principio. Nosotros somos los herederos de Pedro, responsables de la propagación del Evangelio. Es un papel con el que no siempre nos sentimos cómodos en un mundo que enfatiza la tolerancia de todo credo.
“Y cómo llegaron a tierra los barcos, dejándolo todo, le siguieron” (v. 11). Jesús parece dirigirse a Pedro, pero los otros discípulos también escucharon que esas palabras les incluían a ellos. Ellos también abandonan todo para seguir a Jesús.

Este tipo de entrega es característico del discipulado. Leví deja su banco de los impuestos para seguir a Jesús (Lc. 5:27-28). Jesús llama a tres hombres a romper drásticamente con su pasado (Lc. 9:57-62). Jesús desafía al joven rico a vender todo y darlo a los pobres como un requisito para el discipulado (18:18-22). “... ser discípulo significa dejar de encontrar la base para la vida en cosas terrenales y encontrar la base para la vida solamente en Dios” (Borg, 75). En el libro de los Hechos, Lucas continúa este énfasis con la historia de la iglesia primitiva que tiene todas las cosas en común (Hechos 2:44-47)
LUNES 11 DE FEBRERO
MARCOS 6, 53-56
VERSÍCULOS 30-56: UN RESUMEN
La lección del Evangelio este domingo se compone de dos pasajes ligados por su contenido – la historia de Jesús y sus apóstoles alejándose a un lugar aparte para descansar juntos, pero interrumpidos por las multitudes y sus grandes necesidades (vv. 30-34) – y la historia de las multitudes acercándose a Jesús en Genezaret para ser curadas (vv. 53-56).  Entre estos dos pasajes Marcos relata el alimentar de los cinco mil (vv. 35-44) y Jesús caminando sobre el agua (vv. 45-52).  Esto es un ejemplo de una historia (o historias) dentro de otra – un género favorito de Marcos.  En este caso, Marcos liga historias del ministerio de Jesús de enseñanza y de sanar (vv. 30-34, 53-56) con la historia de Jesús proveyendo pan – una historia con tono eucarístico (vv. 35-44).
Estos pasajes nos tocan, porque nos demuestran cómo se deberían haber sentido los discípulos – apresurados y atormentados.  Las necesidades eran muchas; las multitudes grandes; y los discípulos no encontraban tiempo ni para comer.  Si estar ocupados ya era un problema para ellos, ahora parece aún peor.  Nuestro problema es un mundo en el que expertos han conseguido eliminar toda flexibilidad.  Los electrodomésticos no nos ahorran trabajo – nuestra comunicación tecnológica (mensajeros, por ejemplo) crea más barreras entre nosotros en vez de unirnos – y nuestro tiempo de ocio se llena de tareas.
¡Peor aún son las interrupciones! Si nos pudiésemos concentrar en lo que estamos haciendo en el momento, podríamos terminar el trabajo.  Si solo pudiésemos planear nuestro trabajo y llevar a cabo nuestro plan, la vida sería más simple.  ¡Si no fuera por el teléfono – y la persona con una pregunta – y el requisito imprevisto de otro informe – y la cola de gente en el mostrador!

Y estos pasajes nos tocan, porque hemos sentido lo que sentía la gente que se acercaba a Jesús.  Nosotros también, hemos estado enfermos física y espiritualmente – con desesperada necesidad por sentir el tacto de Jesús para sanarnos.  También nosotros nos hemos apresurado a buscar ayuda – rogándole a Jesús que nos deje tocar solo el borde de su vestido para ser sanados.

VERSÍCULOS 53-56: COMENZARON A TRAER ENFERMOS EN LECHOS

53Terminaba la travesía, tocaron tierra en Genezaret y atracaron.  54Cuando desembarcaron, lo reconocieron.  55Recorriendo toda la región, le fueron llevados en camillas todos los enfermos, a donde oían que se encontraba.  56En cualquier aldea o ciudad a donde iba, colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que los dejara tocar al menos la orla (griego: kraspedoudel manto. Y los que lo tocaban se curaban (griego: esozonto – de sozo – sanar o salvar).
Tras alimentar a los cinco mil (vv. 35-44) y caminar sobre el agua (vv. 45-52), Jesús viaja por barco con sus discípulos a Genezaret (v. 53), una planicie fértil de unas tres millas de largo y una de ancho entre Cafarnaúm y Tiberio en la orilla del oeste en el Mar Galileo.  La gente reconoce a Jesús y se apresura a traerle los enfermos.  La imagen es horrible pero maravillosa a la vez – horrible porque docenas o hasta cientos de personas penosas se juntan en un sitio buscando la ayuda de Jesús – maravilloso por la fiel devoción de gente que no desperdicia ni un esfuerzo para ayudar a sus seres queridos – y maravilloso porque todo el que toca solo el borde de su vestido queda sano (v. 56).
Los lechos en que traen a los enfermos se conocen como krabattois – colchones normalmente utilizados por los pobres.  Los pobres y necesitados a menudo son más receptivos hacia Jesús que las personas más prósperas.  Nosotros también somos más receptivos cuando nos encontramos con una enfermedad seria.
“La orla (kraspedou) de su vestido” (v. 56).  Este borde seguramente se refiere al borde o a las borlas usadas por hombres judíos según la ley del Tora para recordarles de los mandamientos de Dios (Números 15:38-39; Deuteronomio 22:12) – esto, por lo tanto, designa a Jesús como judío que practica su fe, y que se preocupa por obedecer la ley del Tora.  Es significante anotar que Marcos pronto nos contará de fariseos y escribientes que rechazan a Jesús y a sus discípulos por no conformar con la “tradición de los ancianos” (7:5) – en este caso, el rito de lavarse las manos.  “La referencia al borde del vestido de Jesús, entonces, provee una buena transición para un pasaje en el que designará el mandamiento divino sobre las tradiciones de humanos cuyos corazones se han alejado de Dios” (Marcus, 439).
“Quedaban sanos” (v. 56).  La palabra es sozo, que también significa salvado.  Cualquiera que ha sobrevivido una enfermedad grave sabe que ser sanado significa ser salvado, no solo de la muerte sino del sufrimiento y la incapacidad, que pueden ser aún peor que la muerte.
MARTES 12 DE FEBRERO
MARCOS 7, 1-13
VERSÍCULOS 1-5: COMER CON MANOS COMUNES

1Se reunieron junto a él los Fariseos, y algunos letrados venidos de Jerusalén. 2Vieron que algunos de sus discípulos tomaban alimentos con manos profanas, es decir, sin lavárselas.  3(Es de saber que los Fariseos y los judíos en general no comen sin antes lavarse las manos restregando, siguiendo  la tradición de los ancianos;  4Cuando vuelven del mercado, no comen sin antes lavarse; y observan otras muchas reglas tradicionales, abluciones de copas, jarras y ollas).  5De modo que los fariseos y los letrados le preguntaron: ¿Por qué no siguen tus discípulos (griego: peripatousin – caminan)  la tradición de los mayores (griego: ten paradosin ton presbyteron), sino que comen con manos profanas?

“Se reunieron junto a él los Fariseos, y algunos letrados venidos de  Jerusalén” (v. 1).  Marcos parece distinguir entre fariseos locales y escribas procedentes de Jerusalén.  Según la naturaleza de su reto hacia Jesús, es posible que los escribas de Jerusalén también sean fariseos,  “Los fariseos locales ya están establecidos en la narrativa como el foco de oposición a Jesús en Galilea (2:16, 24, 3:6)” (France, 280).

A la palabra “Jerusalén” le acompaña una cualidad ominosa, porque en Jerusalén está el núcleo de la oposición a Jesús, y le matarán en Jerusalén.  Marcos ya nos ha dicho que los escribas han determinado que Jesús está endemoniado (3:22), y los fariseos han empezado a conspirar para matarle (3:6).  Parece extraño que estos oriundos de Jerusalén se encuentren en Galilea.  Jerusalén atrae peregrinos desde muy lejos, no de la otra manera.  Parece probable que estos hombres han venido a Galilea con el propósito de destruir a Jesús (3:6, 22).
“Vieron que algunos de sus discípulos tomaban alimentos con manos profanas, es decir, sin lavárselas” (v. 2).  Levítico 11-15 describe en detalle cómo es que Israel ha de tratar los varios asuntos de limpieza ritual, incluyendo la comida (11:1-23; véase también Deuteronomio 14:3-21) – animales (11:24-47) – la purificación de la mujer después del parto (capítulo 12) – la lepra (capítulos 13-14), y flujos corporales.  Ésta es la ley del Tora, bajada por la mano de Dios, por eso no podemos criticar a los fariseos y escribas por tomarlo en serio.
Sin embargo, al criticar a los discípulos de Jesús porque comen con manos sucias, los fariseos y escribas van más allá de los requisitos de la ley.  Intentan hacer cumplir interpretaciones humanas de la ley pasadas por medio de rabíes a través de los siglos.
Éxodo 30:18-21 y 40:31 requieren la limpieza de manos, pero solo para sacerdotes (“Aarón y sus hijos”) – y solo cuando entran en la tienda de campaña para presentaciones o se acercan al altar – es decir, cuando atienden a sus obligaciones sagradas en un espacio sagrado.  Los fariseos gradualmente adoptaron esta práctica de limpieza ritual como manera de demostrar su devoción a Dios – y como un “marcador que limita,” una manera de proclamar que la identidad judía es distinta de la de sus vecinos paganos (Hooker, 441).

Limpieza ritual no tiene nada que ver con higiene – Pasteur no descubría gérmenes hasta el siglo 17, y aún entonces le costaría trabajo convencer a los cirujanos que se lavaran las manos antes de hacer una cirugía.  Gente del primer siglo no tenía conocimiento de higiene.  La tradición farisea de lavarse las manos incluye echar solo un poco de agua sobre las manos para eliminar manchas rituales, como las manchas retenidas al tocar un objeto o persona impura (por ejemplo, un derrame corporal como saliva o semen, un cadáver, un leproso, una mujer en menstruación, o un gentil).  Mientras que en estas circunstancias la mayoría de nosotros nos lavaríamos las manos por motivos higiénicos, esta manera ritual de lavarse las manos no les ofrece ningún beneficio higiénico. 
Al escribirse este Evangelio (seguramente entre 65 y 70 d.C.), cristianos ya habían empezado a alejarse de la observación de ley judía.  Historias como ésta ayudan a proveer un razonamiento para que la iglesia se distancie de la ley judía.  También instruyen a cristianos que, de otra manera, se acercarían demasiado a la ley y las tradiciones judías.
“Porque los Fariseos y todos los judíos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen” (v. 3a).  En versículos 3-4, Marcos explica la tradición farisea a lectores gentiles que, de otra manera, no la entenderían.  “Todos los judíos” es una hipérbole.  Solo algunos judíos siguen estas reglas tan estrictas.
“teniendo la tradición de los ancianos” (v. 3b).  “En contraste con los saduceos para quienes la ley escrita del Tora tenía la única autoridad… En los días de Jesús, adhesión a la ley oral era tan importante para los fariseos como lo era la adhesión al Tora mismo” (Edwards, 208).  Antes de su experiencia en el camino hacia Damasco, Pablo (un fariseo) estaba particularmente entusiasmado en cuanto observar y hacer cumplir las tradiciones de los ancianos (Galatos 1:14).  La “tradición de los ancianos” era, en aquel entonces, una tradición oral.  Ya para el siglo tercero sería codificado como la Mishnah.
“Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen. Y otras muchas cosas hay, que tomaron para guardar, como las lavaduras de los vasos de beber, y de los jarros, y de los vasos de metal” (v. 4).  Esto concuerda con el énfasis en la pureza ritual de alimentos.  Si la comida ha de estar limpia (ritualmente limpia según la ley de la Tora), los recipientes en los que se cocina o sirve también han de estar limpios.  Levítico 11 manda lavar ropa u otros objetos que han tenido contacto con animales (Levítico 11:28-38), diciendo, “Y toda vasija de barro dentro de la cual cayere alguno de ellos, todo lo que estuviere en ella será inmundo, y quebraréis la vasija: Toda vianda que se come, sobre la cual viniere el agua de tales vasijas, será inmunda: y toda bebida que se bebiere, será en todas esas vasijas inmunda: Y todo aquello sobre que cayere algo del cuerpo muerto de ellos, será inmundo: el horno u hornillos se derribarán; son inmundos, y por inmundos los tendréis” (Levítico 11:33-35).  Vemos este tipo de énfasis en vasos y jarros reflejado en cocinas de hoy que siguen la ley judía.  En estas cocinas se preparan platos de “carne” y platos de “leche” para evitar mezclar la carne con la leche.  Hacen esto para honrar el mandamiento de Éxodo 23:19, “No guisarás el cabrito con la leche de su madre.”
Debemos reconocer, entonces, que gente judía tiene motivos para preocuparse por el rito de limpieza de alimentos y los recipientes en que se preparan o sirven.  Ley de la Tora requiere que se preocupen por ello.  Al observar la ley, intentan llevar a cabo la ley de Dios según la escritura, una preocupación que ha de ser respetada.
La disputa que Jesús tiene con estos fariseos y escribas no tiene que ver con la observación de la ley del Tora, sino con tradiciones creadas alrededor de la ley.  Estas tradiciones eran un intento por parte de rabíes para recetar como debe ser aplicada la ley en situaciones específicas.  Eso, también, era honorable – un intento honesto para determinar lo que gente debe hacer para complacer a Dios.  El problema surgió cuando gente comenzó a igualar sus tradiciones con la ley misma – considerando sus interpretaciones igual de importantes que la ley.
“¿Por qué tus discípulos no andan (peripatousin – caminan) conforme a la tradición de los ancianos (presbyteron), sino que comen pan con manos comunes?” (v. 5).  Jesús les ha dado a sus opositores plena oportunidad para criticarle directamente.  Ha sanado en el Sábado (1:21-34; 3:1-6); tocado un leproso (1:41); declarado el perdón de los pecados (2:5); llamado discípulo a un recaudador de impuestos (2:14); defendido a sus discípulos por segar trigo en el Sábado (2:23-28); y bendecido a la mujer contaminada que le tocó (5:24-34).  Mientras que sus opositores critican a Jesús directamente de vez en cuando, aquí eligen un método indirecto – llamando atención a la falta de los discípulos al no observar su tradición.  Si Jesús es un maestro autentico, ¿por qué no puede controlar a sus discípulos?
VERSÍCULOS 6-8: DEJANDO EL MANDAMIENTO DE DIOS
6Les respondió: que bien profetizó Isaías de vuestra Hipocresía (griego: hypokriton cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.  7El culto que me dan es inútil, pues la doctrina que enseñan son preceptos humanos. 8Descuidáis el mandato de Dios y mantenéis la tradición de los hombres (griego: ten paradosin ton anthropon – la tradición de los hombres).
“Hipócritas (hypokriton), bien profetizó de vosotros Isaías”  En vez de defender a los discípulos (y a si mismo), Jesús se pone a la ofensiva, acusando de hipocresía a los que le acusan.  En la literatura clásica griega, la palabra traducida “hipócritas” (hypokriton) se utiliza para actuar en un escenario.
“Este pueblo con los labios me honra, mas su corazón lejos está de mí.  Y en vano me honra, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (vv. 6b-7).  Jesús cita la escritura, dándole más fuerza a sus acusaciones.  La cita es de Isaías 29:13, y acompaña otras declaraciones proféticas (véase también Isaías 1:10-17; Amós 5:21-24; y Miqueas 6:6-8).  Como se anota arriba, Éxodo 30:19 requiere que sacerdotes practiquen el lavado ritual de manos antes de acercarse al altar, pero más tarde la tradición farisaica llegó a incluir en tal observación a gente común en ocasiones comunes.  Mientras que con extender la práctica se pretende rendirle honor a Dios, tiene el efecto contrario.  “Elevar la ley oral (o la tradición de los ancianos) al mismo nivel que el Tora eventualmente socava la Tora” (Brueggemann, 192).
“Porque dejando el mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los hombres”(ten paradosin ton anthropon – la tradición de los hombres) (v. 8).  Jesús hace dos contrastes aquí:

- El primero es entre la tradición de los ancianos (la frase utilizada por los fariseos) y la tradición de los hombres (la frase utilizada por Jesús).  Al cambiar una palabra (presbyteron anthropon), Jesús baja estos altos ancianos a la tierra.  Ya no son ancianos, haciendo cumplir las leyes de Dios.  Son solo hombres, haciendo cumplir opiniones humanas.
- El segundo contraste es entre “el mandamiento de Dios” y “la tradición de los hombres” (o la “tradición humana”).  Este contraste hace resaltar la confianza farisaica en las opiniones del hombre en vez de la voluntad de Dios.  “Desde el punto de vista global de Marcos, seguir las indicaciones del hombre es oponerse a la voluntad del santo Dios, cuya fuerza escatológica ahora se revela a través de la enseñanza de Jesús (cf. 8:33; 10:9; 11:27, 30, 32; 12:4), donde se repite la antítesis entre Dios y los seres humanos” (Marcus, 451).
Jesús no condena toda tradición, sino el elevar inapropiadamente la tradición humana sobre estatus sagrado.  La iglesia tiene la responsabilidad de mantener la tradición, pero ha de tener cuidado de distinguir entre enseñanzas de la escritura (esenciales) y otras tradiciones (no esenciales).  Siempre estamos tentados a requerir lo que no es esencial.  Por ejemplo, hace una generación, muchos cristianos enfatizaban “vestirse de domingo” como señal de respeto hacia Dios, pero eso ya no viene a cuentas para muchos cristianos.  Hoy, estamos más inclinados a demostrar el Cumplimiento Político.  Nosotros también encontramos difícil mantener asuntos secundarios en segundo lugar.  “Hace mucho tiempo que han pasado a la historia los asuntos inmediatos y palpitantes de la controversia (entre Jesús y los fariseos); pero los principios que Jesús presentó han sido asuntos inmediatos y palpitantes a través de cada siglo” (Luccock, 746-747).

VERSÍCULOS 9-13: CORBÁN
Aunque estos versículos se omiten del leccionario, ilustran lo que Jesús quiso decir cuando dijo, “Porque dejando el mandamiento de Dios” (v. 8a).  En estos versículos, Jesús nos demuestra como los que le acusan, aparentemente hombres devotos, utilizan la tradición humana para pasar de lado uno de los Diez Mandamientos – “Honra a tu padre y a tu madre, porque tus días se alarguen en la tierra que Yahaveh tu Dios te da” (Éxodo 20-12).  Este mandamiento significa, entre otras cosas, proveer apoyo económico a padres envejecidos.  En el tiempo de Jesús, padres envejecidos a menudo pasaban su propiedad a sus hijos, quienes tomaban la responsabilidad del bienestar sus padres.
Corbán es un tipo de vida aplazada, parecido al método que hoy se utiliza para evitar pagar impuestos al transferir el título a una caridad (de esta manera recibiendo una deducción en los impuestos ahora), con la provisión que podamos continuar utilizando la propiedad hasta el momento de morir.  De la misma manera, una persona de la época de Jesús podría declarar algo Corbán – dedicado a Dios – y después decirles a sus padres que su apoyo en la vejez ha sido dado a Dios.  En verdad, la propiedad solo ha sido prometida a Dios, pero esa promesa le da al hijo una excusa para evitar su obligación con sus padres.  “Un hombre pasa por la formalidad de prometerle algo a Dios, no por dárselo a Dios, sino para evitar que otra persona lo tenga” (T. W. Mansori, citado en Edwards, 210).  Es una traición escondida entre vestiduras religiosas.  El establecimiento religioso alienta esta práctica, ya que eventualmente el regalo deferido termina en la tesorería religiosa.

MIÉRCOLES DE CENIZA- 13 DE FEBRERO
MATEO 6, 1-6.16-18

VERSÍCULOS 1-18: DAR LIMOSNA, ORAR, Y AYUNAR
En estos versículos, Jesús enfatiza la manera correcta de lograr tres disciplinas espirituales: dar limosna, orar, y ayunar.  No nos dirige hacia estas acciones, pero da por hecho que las haremos.  Su énfasis no está en hacerlas, sino en hacerlas de la manera correcta.
“Dar dinero, orar, y ayunar no se mencionaron explícitamente en los Diez Mandamientos, el fundamento de la Tora.  Eran las obras, diríamos, de trabajo espiritual, obras extras, obras disponibles para el israelita que quería estar seguro… Para los propósitos de Mateo, estas tres actividades ilustraban justicia en sus tres relaciones más importantes: con los demás (dar dinero), con Dios (oración), y con uno mismo (ayunar)” (Bruner, 230).
Jesús utiliza básicamente la misma fórmula para enseñar cada una de estas tres disciplinas espirituales.  Comienza diciendo “Cuando pues haces,” dando por hecho que lo haremos.  Entonces, nos pide no ser hipócritas, y describe cómo es que hipócritas cumplen cada una de estas acciones.  Nos asegura que hipócritas ya han recibido su recompensa.  Después dice, “Más tú,” y procede instruyéndonos de cómo practicar piedad en secreto.  Finalmente, nos promete que Dios nos recompensará por piedad obrada en secreto.
VERSÍCULO 1: NO HAGÁIS VUESTRA JUSTICIA DELANTE DE LOS HOMBRES
1Guardaos de hacer las obras buenas en público para ser contemplados. De lo contrario no os recompensará vuestro padre del cielo.
Guardaos de hacer las obras buenas en público para ser contemplados. De lo contrario no os recompensará vuestro padre del cielo (v. 1a).  Jesús comienza clarificando la ofensa que debemos evitar – piedad practicada para ganarse favor humano.  “Lo que está en juego aquí no es realmente la cuestión de favorecer obras de piedad ‘privadas’ o ‘públicas’ sino la intención que las guía y el espíritu de toda obra religiosa” (Senior, 83).
En este capítulo, Jesús aplica este principio a tres disciplinas: dar limosna, orar, y ayunar.  El principio, sin embargo, puede aplicarse a cada obra de justicia – es decir, alimentar al hambriento o dar de beber al sediento – dar la bienvenida a un desconocido – vestir al desnudo – cuidar al enfermo o visitar un prisionero (25:35-36).  En capítulo 25, cuando Jesús habla de recompensar a los que cumplen estas obras justas, los que reciben la recompensa se sorprenden porque no tenían ninguna idea de que habían hecho algo fuera de serie o que alguien se diera cuenta de su caridad.  La verdad es que no cumplieron obras caridad para ser recompensados.  Es la combinación de obras generosas y actitudes humildes que abren el paso por donde Dios dispensa bendiciones.
“de otra manera no tendréis merced (misthon – de misthosde vuestro Padre que está en los cielos” (v. 1b).  La palabra griega misthos tiene un sentido de comercio.  Es una palabra para “deuda pagada por trabajo; salario” (Thayer, 415).
Jesús advierte que los que obran piadosamente para ser vistos por otros solo pueden esperar ser pagados por parte de su audiencia pública.  Ya que buscan reconocimiento humano, tendrán que contentarse con reconocimiento humano – la única recompensa que recibirán.
Esto no significa que los que reciben reconocimiento humano nunca han de esperar recompensa de Dios.  Muchos cristianos solo han buscado servirle a Dios pero, sin embargo, se han hecho famosos por sus obras desinteresadas.  El problema no está en recibir reconocimiento humano, sino en buscarlo.

VERSÍCULOS 2-4: PARA QUE SEA TU LIMOSNA EN SECRETO
2 Cuando hagas limosna (griego: eleemosunen), no hagas tocar la trompeta por delante, como hacen los hipócritas (griego: hupocritaien las sinagogas y en las calles, para que los alabe la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. 3Cuando tú (griego: sou – tú singular) hagas limosna, no sepa la izquierda lo que hace la derecha. 4De ese modo tu limosna quedará oculta, y tu padre, que ve lo escondido, te lo pagará.
“Cuando hagas limosna (eleemosunen), no hagas tocar la trompeta por delante, como hacen los hipócritas (hupocritaien las sinagogas y en las calles, para que los alabe la gente” (v. 2a).  Eleemosunen se puede referir a cualquier tipo de obra justa (Salmo 11:7), pero en este contexto sugiere que Jesús está hablando de dar dinero a los necesitados.  Es de esta palabra griega de donde viene la palabra en inglés eleemosynary, que tiene que ver con dar a la caridad.
Hupocritai es la palabra para actores en una obra de teatro.  Como se anota arriba, Jesús frecuentemente se refiere a escribas y fariseos como hupocritai – por lo que quiere decir que están actuando un papel piadoso para el público cuando, por dentro, sus corazones se dedican a preocupaciones egoístas en vez de servir a Dios o las necesidades de los demás.  Más adelante, Jesús llamará a los escribas y fariseos hupocritai y les dirá que “sois semejantes a sepulcros blanqueados, que de fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más de dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad” (23:27).  A lo largo de este Evangelio, Jesús les avisará a sus discípulos del peligro de la piedad pública que encubre un corazón impío.

La Tora requiere ciertas prácticas, por ejemplo, dejar parte de una cosecha para que los pobres puedan beneficiarse de ella.  Estas prácticas demuestran la preocupación de Dios por los pobres (Levítico 19:9-10; Deuteronomio 14:28; 15:11).  En la ausencia de programas de bienestar social, la caridad voluntaria es esencial para cuidar por las necesidades de viudas, huérfanos, y otros que no pueden proveer por sí mismos.  Dios promete bendiciones a los que ayudan a los necesitados (Proverbios 14:21; 19:17).  Como resultado, algunos han llegado a pensar que dar limosna es una manera de ganarse el favor de Dios – y aún más, hasta una manera de pagar por el pecado.
Mientras que el Antiguo Testamento no deja ninguna duda que Dios favorece el dar limosna, Jesús dice que dar por motivos equivocados puede cancelar cualquier recompensa que se podría recibir de Dios.  Sin embargo, “las palabras de Jesús no son para asustar sino para avisarle al peregrino de las seducciones que adornan la práctica de fe.  Seducciones que pueden, para los descuidados, robar de la piedad su fuerza y convertir el santuario de la devoción en un teatro” (Craddock, 145).
Jesús les dice a sus oyentes que no hagan tocar la trompeta cuando dan limosna.  No estamos seguros de lo que quiere decir Jesús con “hacer tocar la trompeta.”  Algunos sugieren que los receptáculos de limosna tienen forma de trompeta y que Jesús se refiere al ruido sonoro que hace el metal cuando se echan dentro monedas grandes.  Sin embargo, es más probable que “hacer tocar la trompeta” es simplemente lenguaje colorido para referirse a llamar la atención al regalo que uno hace de manera ostentosa.
No debemos interpretar que estos versículos prohíben la práctica fiscal necesaria para la buena administración y contabilidad de la iglesia.  “Jesús simplemente estaba explicando que el motivo por la caridad no debe ser el deseo de ser reconocido por los demás.  En grave contraste  encontramos el método común de recaudar fondos en muchas iglesias y organizaciones cristianas en las que se publican listas de benefactores, a menudo como incentivo dar” (Blomberg, 117).
“Os aseguró que ya han recibido su paga” (v. 2b).  Jesús no dice que Dios castigará a los que practican piedad en público.  Solo dice que ellos ya han recibido su recompensa y así no hay necesidad de que Dios les recompense.  Buscaron reconocimiento humano por sus acciones, por eso, Dios considerará este reconocimiento humano como su recompensa.
“Cuando tú (sou – tú singular) hagas limosna, no sepa la izquierda lo que hace la derecha. De ese modo tu limosna quedará oculta” (v. 3-4a).  El “tú” en este versículo es singular (personal) y enfatizado (demostrando que Jesús contrasta el comportamiento del discípulo individual con el comportamiento del hupocritai).
El lenguaje de Jesús sobre la mano derecha y la mano izquierda es una hipérbole (lenguaje exagerado y colorido), utilizado para expresar un punto.  Hemos de practicar piedad tan secretamente que la mano con la que damos el dinero sepa de nuestra generosidad pero que la otra mano permanezca sin saberlo.  ¿Cómo podemos actuar más secretamente?

“y tu Padre que ve lo escondido, te lo pagará” (v. 4b).  Jesús promete que cuando damos limosna en secreto, Dios nos recompensará.  Algunos cristianos encuentran este versículo difícil de aceptar porque parece que habla de obras justas, pero Jesús simplemente promete una recompensa de Dios por dar limosna en secreto.
Sin embargo, debemos preguntarnos si Dios recompensará a una persona que obra piadosamente en secreto pero que es motivado por la posibilidad de una recompensa en vez de la posibilidad de complacer a Dios.  Según el énfasis de estos versículos sobre motivación, no parece probable que Dios recompense a una persona egoísta que da – aún si el regalo se hace en secreto.
Hay un toque especial de gracia en este versículo.  Implica una recompensa de Dios mucho más grande que cualquier cosa que jamás podríamos ganar – más grande de lo que podemos imaginar.  Dios recompensará nuestras pequeñas obras de generosidad con sus grandes obras de bendición.
VERSÍCULOS 5-6: ORA A TU PADRE QUE ESTÁ EN SECRETO
 5Cuando oréis, no hagáis como los hipócritas, que aman rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas para exhibirse a la gente, os aseguro, que ya han recibido su paga. 6Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto (griego: tameion – cuarto ocultado), cierra la puerta y reza a tu Padre en secreto; y tu Padre que ve lo escondido, te lo pagará. 
“Cuando oréis, no hagáis como los hipócritas, que aman rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas para exhibirse a la gente” (v. 5a).  El principio aquí es el mismo que el de dar limosna.  Los discípulos de Jesús han de evitar obrar piadosamente con el propósito de solicitar reconocimiento humano.
La oración es algo fijo en la vida judía.  Entre las disciplinas espirituales personales que practican los judíos se encuentran oraciones memorizadas y recitadas a ciertas horas del día.  Algunos rezan estas oraciones en privado y silenciosamente, mientras que otros buscan un lugar público como la esquina de una calle.  Pueden hacer esto pensando que rinden testimonio para otros que necesitan orar más fielmente.  Sin embargo, es difícil hacer un espectáculo público de sus propias oraciones sin caer en la trampa de orgullo espiritual – sin imaginarse espiritualmente superior a los demás – sin esperar que otros lo vean como superior.  Pronto, uno se convierte en un hupocritai– un actor en un escenario – una persona haciendo un papel – una persona cuyas oraciones parecen dirigirse a Dios pero que en realidad se dirigen a otros humanos.  “A Jesús no le agradaba la oración que intentaba hacer de testigo.  Oración no es un tipo de evangelismo, dirigido a otros.  Oración se dirige exclusivamente a Dios, (a no ser que uno esté guiando a un grupo en oración – una práctica que Jesús, de ninguna manera, denuncia ni aquí ni en ningún otro lugar.  Además, Jesús sugiere que reunirse para orar es un medio de cobrar fuerza espiritual, en 18:19-20; 21:22; 26:41, aparecen los verbos en plural, refiriéndose a una oración en grupo).  Pero oración en comunidad solo prospera donde vive oración privada” (Bruner, 233-234).
La práctica de la temprana iglesia demuestra que no entendía las enseñanzas de Jesús como algo que prohibía orar en grupo (Hechos 3:1; 14:23; 16:13; Santiago 5:14-16).
“Os aseguro que ya han recibido su paga” (v. 5b).  De nuevo, Jesús no amenaza con castigar a los que obran piedad en público.  Su castigo es simplemente que Dios no les concederá la bendición que les hubiera concedido por piedad privada.
“Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto (tameion), cierra la puerta y reza a tu Padre en secreto. Y tu Padre que ve lo escondido, te lo pagará” (v. 6).  Un tameion es un cuarto privado o un ropero – privado y raras veces visitado.  Sin embargo, la palabra “armario” recuerda a un armario de ropa moderno, que no hubiera existido en las casas de la época de Jesús.  En ese contexto, un tameion sería más como un lugar para guardar herramientas, semilla, u otras cosas esenciales.
VERSÍCULOS 16-18: PARA NO PARECER A LOS HOMBRES QUE AYUNAS
16Cuando ayunéis, no pongáis mala cara como los hipócritas, que desfiguran la cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.17Cuando tú ayunes, perfúmate la cabeza, y lávate la cara, 18De modo que tú ayuno no lo observen los hombres, sino tu Padre que está  escondido; y tu Padre que ve lo escondido, te pagará.
“Cuando ayunéis” (v. 16a).  Jesús no nos manda ayunar, en vez, nos ayuda a hacerlo correctamente y a evitar los problemas asociados con el ayuno.
Ayunar se trata de abstener de comida y/o bebida por un periodo de tiempo.  El ayuno se utiliza para expresar dolor (1 Samuel 31:13; 2 Samuel 1:12; 12:20-23) o penitencia (1 Samuel 7:6; 1 Reyes 21:27).  También se utiliza para preparar a una persona para la oración (2 Samuel 12:16-17; Salmo 35:13) o revelación divina (Éxodo 34:28; Deuteronomio 9:9; Daniel 9:3; 10:3) o para buscar el favor del Señor (Jueces 20:26; 2 Crónicas 20:3) (Myers, 377).
El único ayuno requerido por la ley judía es el de la observación del Día de Expiación (Levítico 16:29-31; 23:27).  En por lo menos un caso, Dios también mandó ayunar como obra de contrición (Joel 2:12) – pero añadió, “lacerad vuestro corazón, y no vuestros vestidos” (Joel 2:13) – en otras palabras, guarda privada tu contrición (“lacerad vuestro corazón”) en vez de hacer una demostración de contrición por fuera (y no vuestros vestidos).
En una situación parecida a versículos 16-18, el pueblo de Israel antes se quejó de su ayuno, diciendo que Dios no se había dado cuenta.  Dios respondió que el ayuno solo les había servido a ellos mismos (Isaías 58:3-4).  Dios añadió, “¿No es antes el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, deshacer los haces de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes metas en casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu carne?” (Isaías 58:6-7).
Jesús ayunó cuarenta días y cuarenta noches en preparación para su tentación (4:2).  Cuando los discípulos de Juan le preguntaron a Jesús por qué sus discípulos no ayunaban, Jesús dijo, “¿Pueden los que son de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Mas vendrán días cuando el esposo será quitado de ellos, y entonces ayunarán” (9:15) – es decir, hay un tiempo para ayunar y un tiempo para abstener del ayuno.
La temprana iglesia practicaba el ayuno como preparación espiritual para decisiones importantes (Hechos 13:2-3; 14:23). 
“Cuando ayunéis, no pongáis mala cara como los hipócritas, que desfiguran la cara para hacer ver a la gente que ayunan” (v. 16b).  Cualquier tipo de auto-negación es desagradable, y particularmente el ayuno.  En pocas horas, nos encontramos pensando de comida en casi todo momento.  Bajo tales circunstancias es tentador hacer una demostración de nuestro ayuno aparentando estar miserable, gruñendo, o aparentando desmayos.  Expresiones como éstas “demuestran a otros que ayunamos.” El propósito de tales expresiones es ganar simpatía y/o elogio.  Es decir, estamos tentados a convertirnos en hupocritai – actores actuando para el público – buscando aplauso.
“Os aseguro que ya han recibido su paga” (v. 16c).  La recompensa del actor actuando en público es recibir su aplauso.  No hay necesidad que Dios recompense más al actor, porque el público ya lo ha hecho.
“Cuando tú ayunes, perfúmate la cabeza” (v. 17a).  Ungirse la cabeza con aceite puede tener varios significados.  Puede ser una señal de ser apartado para un trabajo particular (Éxodo 29:7; 1 Reyes 19:16; Isaías 61:1).  Puede ser una señal de bienestar (Salmo 23:5).  Puede hacerse junto con el ayuno o el sanar.  En ese contexto, era una práctica común – comportamiento normal.
“Y lávate la cara” (v. 17b).  Lavarse las manos es una demostración externa de bienestar.  Ungirse la cabeza y lavarse la cara ayuda a una persona a tener un aspecto de normalidad o bienestar.  La persona que hace estas cosas no atraería ni simpatía ni reconocimiento.
“De modo que tu ayuno no lo observen los hombres, sino tu padre, que está escondido; y tu Padre, que ve lo escondido, te lo pagará” (v. 18).  De nuevo, el principio es que Dios recompensa obras piadosas hechas por su beneficio en vez de por el beneficio de los demás
JUVES 14 DE FEBRERO
LUCAS 9, 22-25

El Hijo del hombre debe sufrir mucho y ser reprobado y condenado a muerte y resucitar al tercer día” (9,22).

Jesús se reconoce como el “Hijo del hombre” que ha de recorrer el camino del Siervo de Yahvé; su mesianismo pasa por el camino de la cruz. Esto quiere decir que su divinidad se afirma no salvándose a sí mismo, sino entregando su vida hasta la muerte. Este es el núcleo de nuestra fe, que los discípulos lograrán entender y aceptar solamente después de la Resurrección.
Este Hijo del hombre “debe sufrir mucho”. Notemos que dice “debe”, es decir, que es necesario que sufra, que sea reprobado y condenado a muerte para resucitar. Este “debe”  no significa imposición cruel sino “lógica salvífica divina”. Con esto se nos dice que para Jesús su sufrimiento y su muerte eran cumplimiento de la voluntad del Padre. Jesús muere en la cruz por nosotros porque nos ama y ama al Padre que nos quiere salvar. Jesús por amor se pierde a sí mismo para salvarnos.
El camino de discipulado exige, desde el contacto con las propias cruces, comprender el misterio de la cruz. Muchas veces frente a la Cruz se siente resistencia, repugnancia. Pero este el camino de la Gloria. Recordemos el reclamo de Jesús a los discípulos de Emaús: Qué lentos y tardos de corazón para entender... que era necesario que el Cristo padeciera para entrar en la gloria” (24,26).
Pero este camino es pascual, esto es, de muerte para vida, de sufrimiento para gloria.
Decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame(9,23). Jesús se dirige no sólo a sus discípulos, sino a todos, hasta los últimos confines de la tierra, a nosotros, hoy.
Después de habernos revelado su identidad de Mesías crucificado, nos revela ahora nuestra identidad de discípulos. Es desde la identidad de discípulos (cuando es bien asumida) que aprendemos a hacer pascual la cruz cotidiana. Veamos:
 Niéguese a sí mismo (9,23)
Negarse a sí mismo no es mortificar nuestras energías vitales o negar los dones que hemos recibido, sino dejar de considerarnos a nosotros mismos como el centro y el valor supremo.
Negarse a sí mismo es dejar todo aquello que hacemos y buscamos para afirmarnos a nosotros mismos. Por lo tanto, es dejar de pensar en sí mismo y morir a todo lo que no deja crecer la verdadera vida en mí y entorno a nosotros.
Negarse a sí mismo es salir continuamente de sí para donar la vida y vivir en función de los demás. En la lógica de Jesús lo único que salva es salir de sí  para amar y servir a los demás. Realizamos nuestra vida donándola, gastándonos y desgastándonos por los otros.

Es en este continuo descentrarnos que Jesús actualiza en nosotros su victoria sobre el mal y nosotros vamos siendo configurados progresivamente a él; nuestro Bautismo entonces, recobra todo su vigor.
Tome su cruz y sígame (9,23)
Para el discípulo “tomar la cruz” es una necesidad vital porque para entrar en el Reino hay que pasar por muchas tribulaciones” (Hechos 14, 22).
Cargar la cruz, es aceptar los propios males; porque Jesús los asumió primero y les dio un sentido nuevo, un valor redentor; para llegar a la plenitud de la resurrección que también a nosotros nos espera, es necesario que carguemos la cruz de cada día con Él; de esta manera podemos en sus sufrimientos dar vida al mundo.
Jesús nos invita a seguirlo cargados con la cruz, no como quien va detrás de él, sino sintiendo su presencia, porque él se ha quedado, está en nosotros para continuar en nuestra vida su entrega de amor; nuestro seguimiento se torna configuración de Él. 
Perder” para Jesús es donarse, o sea, no reservarse nada para sí. Si como Él  y por Él exponemos nuestra vida por los otros, la salvamos. Este es el norte de nuestro proyecto de vida cristiano: nos realizamos dándonos, la plenitud y la felicidad están ahí.
Que en esta cuaresma, aprendamos a cargar en la paz y en la esperanza nuestras cruces cotidianas, sin perderlo de vista a Él, nuestro Señor y Maestro, dándole sentido a nuestros sufrimientos desde la comunión con su Cruz. No caminamos en un desierto árido, donde el peso es absurdo, sino en una ruta pascual en la que, dándole la cara al dolor, nos hacemos capaces de resucitarlo generando vida.
VIERNES 15 DE FEBRERO
LUCAS 22, 39-46
22:39-46: SE FUE AL MONTE DE LOS OLIVOS

39Salió y se dirigió según costumbre al monte de los Olivos y lo siguieron los discípulos.  40al llegar al lugar, les dijo. Pedid no sucumbir en la prueba. 41Se apartó de ellos como un tiro de piedra se arrodilló y oraba: 42Padre, si quieres, aparta de mí esta copa. No se haga mi voluntad, sino la tuya.43Se le apareció un ángel del cielo que le dio fuerzas. 44Y entrando en combate, oraba más intensamente. Le corría el sudor como grandes gotas de sangre cayendo al suelo. 45Se levantó de la oración, se acercó a sus discípulos y los halló dormidos de tristeza; 46Y les dijo: ¿Por qué estáis dormidos? Levantaos y ora y pedid no sucumbir en la prueba.

Salió y se dirigió según costumbre al monte de los Olivos y lo siguieron los discípulos (v. 39).  Lucas incluye a todos los discípulos en esta escena, no como Mateo (26:37) y Marcos (14:33), que incluyen solo a Pedro, Santiago, y Juan.  Previamente, Lucas utilizó la frase, “como solía,” para describir la oración de Jesús en la sinagoga (4:16).  En su vida, Jesús combina la fuerza de alabanza pública (la sinagoga) con alabanza privada (orar en el Monte de las Olivas), un modelo excelente para nuestras propias vidas.
“Pedid no sucumbir en la prueba” (v. 40).  Jesús sabe que Satanás ha exigido “zarandear” a los discípulos, y ahora tienen la oportunidad de rezar por ayuda.
“Se apartó de ellos como un tiro de piedra, se arrodilló y oraba” (v. 41).  La postura normal para rezar es de pie (18:10-14).  Quizá al arrodillarse, Jesús demuestra su humildad en presencia de Dios o su disposición para recibir la voluntad de Dios.
“Padre, si quieres, aparta de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (v. 42).  Esta bella oración reúne ambos el deseo de Jesús de no sufrir y su sumisión al Padre.  Es una oración importante para que emulemos nosotros.  A veces Dios responde una oración concediéndonos lo que pedimos.  En otros casos, Dios permite un fin diferente de lo pedido, pero transforma ese fin en algo deseable.  A menudo, Dios transforma nuestros Viernes Santos en Pascuas – pero antes nos permite sufrir los Viernes Santos.  Cuando podemos decir honestamente, “Sea tu voluntad,” abrimos la puerta al pleno ejercicio de la potencia de Dios y su providencia en nuestras vidas.
“Se le apareció un ángel del cielo lo que le dio fuerzas. Y entrando en combate, oraba más intensamente. Le corría el sudor como gotas de sangre cayendo al suelo” (vv. 43-44).  Algunos de los más tempranos manuscritos omiten estos versículos.  Lucas omite el ángel en la tentación de Jesús (4:1-13; véase también Mateo 4:11; Marcos 1:13) pero lo añade aquí.
Lucas considera sus lectores helénicos, que interpretarían agonía (en el sentido de una lucha interna) como debilidad.  “La palabra traducida como la ‘agonía’ de Jesús, como la imagen del sudor cayendo de su cuerpo, viene del campo del atletismo.  No expresa vacilación ni incertidumbre, sino la energía intensamente enfocada de un atleta que está a punto de empezar una competición.  La oración encuentra a Jesús enfocado y listo para la lucha que avecina” (Ringe, 266).  Lucas también “aparta de Jesús la necesidad de compañía y el terrible temor y angustia que Marcos enfatiza,…porque él (y sus lectores helenistas) comprenden estas cosas como señales de vicio en vez de virtud” (Jonson, 354).  La experiencia de Jesús en el Monte de Olivas es como la de Jacob, que luchó con el ángel (Génesis 32:24-32).
Si Jesús está en agonía, también sus discípulos.  “Se levantó de la oración, se acercó a sus discípulos y los halló dormidos de tristeza” (v. 45).  Mateo (26:40-45) y Marcos (14:37-41) ponen a Jesús encontrando a los discípulos dormidos tres veces, pero Lucas solo una vez.  Lucas también suaviza el fallo de los discípulos añadiendo la frase, “de tristeza.”  Sobrellevados por unas circunstancias que ni pueden controlar ni comprender, se duermen.

“¿Por qué estáis dormidos? Levantaos y pedid no sucumbir en la prueba” (v. 46).  Todo padre reconoce la frustración tras las palabras de Jesús a los discípulos.  Sabe que la hora es crítica, les dijo que se prepararan, y fallaron.  Ahora es demasiado tarde.  De nuevo les dice que recen, pero será interrumpido por la llegada de la multitud.
SÁBADO 16 DE FEBRERO
LUCAS 5, 27-32
Algo después salió y vio a un recaudador, llamado Leví, sentado junto al banco de los impuestos (5,27b). Jesús que ya está buscando a Leví, “lo ve”. La mirada es la expresión del corazón. Al verlo, Jesús lo ama, se compadece, lo mira con predilección. Jesús nunca discrimina ni rechaza al pecador, la única condición que le coloca es que se reconozca tal. Y es muy claro que Leví se reconoce pecador.
 Él está “sentado”, esta actitud describe su situación inicial, quizás de parálisis, si lo confrontamos con el pasaje anterior donde un paralítico es perdonado por el poder de la palabra sanadora de Jesús.
 Jesús, no sólo busca a Leví, lo ama y lo acoge así como es, y también lo elige, llamándolo a vivir con él y a colaborar en su misión. “Sígueme”, es la palabra creadora que transforma al pecador en discípulo.
Dejándolo todo se levantó y lo siguió” (5,28ª). Leví responde incondicionalmente (ver 3,12-13), radicalmente, inmediatamenteAbandonando todo, Leví manifiesta su cambio interior y su total entrega a Jesús.

Se levantó y lo siguió” (5,28b). La decisión es radical, pero imprescindible; deja su vida de pecado que lo ha tenido sentado e inmóvil. En la mirada y la Palabra amorosa del Maestro ha descubierto el tesoro en el campo, ha encontrado la perla preciosa (Mateo 13, 44), como diría Pablo, ha sido conquistado por Cristo (Filipenses 3, 12).

“Leví le ofreció en casa un gran banquete” (5,29). Sintiéndose amado, acogido, perdonado, elegido y conquistado por Cristo, Leví se ha encontrado a sí mismo, ha encontrado la casa donde acoger al Señor y lo acoge feliz porque antes se ha sentido acogido por él.

La comida de Jesús con los pecadores es la realización del banquete del Reino, nuestro encuentro con Dios, la fiesta común del amor y la misericordia de Dios que nos ofrece gratuitamente su perdón y su intimidad; por eso, es el preanuncio del banquete eucarístico donde llegamos a ser uno sólo con Dios, una sola familia con él.
Los fariseos que están muy lejos de comprender la infinita gratuidad del amor de Dios, que viene a nuestro encuentro ofreciéndonos su vida, se irritan y cuestionan el comportamiento de Jesús y sus discípulos. Jesús les responde decididamente:
“No necesitan médicos los sanos, sino los que están mal.
No he venido a llamar a conversión a los justos, sino a los pecadores” (5,31-32).
En la primera parte de la respuesta, Jesús está afirmando una gran verdad: los hombres están enfermos y Dios es el médico, el único que los puede curar. Jesús, quien conoce la profunda herida de nuestro corazón vendido al poder del pecado, nos asegura que sólo por Él, por la entrega de su vida, Dios nos curará y nos salvará: “en sus llagas hemos sido curados” (Is 53,5; ver también Jeremías 17,4; Salmo 103,3; Oseas 6,1).
En nuestros oídos queda resonando la voz de Jesús que dice: He venido para. Esta es la acción que Jesús continúa realizando con nosotros.
Jesús sigue viniendo a llamar a conversión, no a aquellos que se auto justifican, sino a los que se reconocen pecadores. Y Jesús lo ha demostrado con los hechos, todos los que se han reconocido pecadores ante él han sido misericordiosamente perdonados, salvados, santificados: Zaqueo, la Samaritana, la Adultera, Pablo… Ahora es nuestro turno, ¡Ojalá nos dejemos alcanzar hoy por su misericordia!
La Cuaresma es el tiempo favorable en el cual podemos reconocer nuestro pecado y abrirnos a la tierna compasión de Dios que nos espera para hacernos participar en el banquete de la Vida. La llamada de Dios es gratuita, pero exige de nosotros una respuesta, un cambio de vida, como el de Leví que lo abandona todo, que se entrega totalmente  y comparte con sus amigos la misericordia de la cual ha sido colmado.
DOMINGO 17 DE FEBRERO
LUCAS 4, 1-13
VERSÍCULOS 1-13: LA TENTACIÓN DE JESÚS
En Mateo (3:13-4:11) y Marcos (1:9-13), el relato de la tentación sigue inmediatamente al bautismo de Jesús.  Lucas inserta una genealogía entre las dos historias, tal vez estructurando su relato de acuerdo con Éxodo 6, que inserta una genealogía entre el llamado de Moisés y su ministerio (Craddock, et. al., 139). La genealogía también ayuda a establecer quién es Jesús: “que fue de Enós, que fue de Seth, que fue de Adán, que fue de Dios” (3:38).  Este título – Hijo de Dios – es importante tanto para la historia del bautismo como para la de la tentación.
“... las mismas tres tentaciones pueden verse como correspondientes a las tentaciones de Israel que incluían pan (Ex. 16:15), tentar al Señor (Ex. 17:1-7), e idolatría (Ex. 32)...” (Culpepper, 98).

Cada una de estas tres tentaciones ya tiene en sí mismas una trampa particular, pero existe una razón mucho mayor para evitar cualquiera de las tentaciones. Si Jesús sucumbiera a una de estas tentaciones, entonces estaría dejando que el diablo propusiera la agenda. El diablo estaría en el asiento del piloto, y Jesús solamente sería su acompañante en el viaje. ¡Quién sabe a dónde lo hubiera llevado el diablo a partir de ahí! Incluso si no hubiera un mal inherente en las tentaciones, Jesús necesitaría evitarlas por su origen maligno.

Haríamos bien en aprender de esto. Automáticamente deberíamos cuestionar cualquier oferta que venga de una persona de carácter dudoso. La de otra manera inocente sugerencia u oferta hecha por esa persona, inherentemente tiene una falla fatal. Coloca a la persona de carácter dudoso en el asiento del piloto y a nosotros en el asiento trasero. ¡Quién sabe en dónde terminaremos!
Notemos cómo trató Jesús a las tentaciones. Él usó dos secretos no-tan-secretos para eludir los embates del diablo:
–– El primero fue el Espíritu Santo. Jesús estaba “lleno del Espíritu Santo”, y el Espíritu le ayudó a superar la tentación.
–– El segundo fue la Escritura. Jesús citó a la Escritura en respuesta a las tres tentaciones. Jesús conocía las Escrituras. Había estudiado las Escrituras desde que era un niño pequeño. En sus manos las Escrituras se convirtieron en flechas que usó en contra de un enemigo mortal. Su intimidad con las Escrituras fue tan completa que él podía, sin dudar, encontrar el versículo exacto con el cual enfrentar el peligro particular del momento.
También nosotros tenemos esos secretos no-tan-secretos a nuestra disposición. Recibimos el don del Espíritu Santo en nuestro bautismo y en plenitud en el sacramento de la Confirmación. Las Escrituras están fácilmente disponibles. Las traducciones abundan. Incluso podemos instalar la Biblia en nuestras computadoras portátiles y agendas electrónicas. Los programas para computadoras hacen posible escudriñar las escrituras de maneras que no hace mucho antes solamente podíamos soñar.
Lo que nos hace falta es alfabetización bíblica. La Biblia en nuestras manos es como una caja de herramientas en las manos de una persona que nunca ha clavado un clavo. Dado el tiempo y la oportunidad para buscar consejo, una persona sin habilidades puede tener éxito en algún proyecto sencillo de carpintería. Dado el tiempo y la oportunidad para buscar consejo, nosotros podríamos contraatacar a la tentación. El problema es que las tentaciones no nos permiten el lujo del tiempo. Ellas vienen y nos agarran, y nos destruyen y nos hacer tambalear. Siempre necesitamos estar en entrenamiento, como un soldado o un jugador de fútbol, de tal manera que estemos listos cuando llegue el momento de la prueba. Conocer la Biblia nos prepara para el momento de la tentación.
VERSÍCULOS 1-2a: LLENO DEL ESPÍRITU—TENTADO POR EL DIABLO
1Y JESUS, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto 2por cuarenta días, y era tentado del diablo.


“Y Jesús,  lleno de Espíritu Santo, se alejó del Jordán y se dejó llevar por el Espíritu en el desierto...” (v. 1).  Para Lucas, el Espíritu Santo es el principio de todo lo que es importante 
–– El ángel Gabriel explicó a María que concebiría un hijo, aunque era virgen, porque el “Espíritu Santo vendrá sobre ti...” (1:35).
–– Juan el Bautista prometió que Jesús bautizaría “en Espíritu Santo y fuego” (3:16) 
–– En el bautismo de Jesús, “descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma” (3:22).
–– Jesús no fue al crisol del desierto solo, sino “lleno del Espíritu Santo” y “llevado por el Espíritu” (4:1).
–– Al final de las tentaciones, “Jesús volvió en virtud del Espíritu a Galilea, y salió la  
   Fama de él por toda la tierra de alrededor” (4:14).
–– En la sinagoga de Nazarea, las Escrituras proclamaron sobre Jesús “El Espíritu del Señor es sobre mi...” (4:18).
–– En el Pentecostés “...fueron todos (los discípulos) llenos del Espíritu Santo, y
    Comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen” 
    (Hechos 2:4). De la misma manera en que el Espíritu acompañó a Jesús en su 
    Ministerio, el Espíritu acompañaría a la iglesia en su ministerio.
“...por cuarenta días, y era tentado por el diablo” (v. 2a). Cuarenta era un término común para decir muchos. La conexión entre cuarenta hambre es un tema recurrente en la historia de salvación de Israel:
 –– Moisés pasó cuarenta días y cuarenta noches en el monte Sinaí sin comida ni agua  
     (Ex. 34:28)
 –– El pueblo de Israel anduvo vagando por cuarenta años en el desierto, donde se quejaron de que estaban en peligro de morir de hambre (Ex. 16:2-3).
 –– Elías caminó por cuarenta días y cuarenta noches sin comida (1 R. 19:8).
Así pues, la frase “... por cuarenta días, y era tentado por el diablo”, une a Jesús con los personajes y eventos más importantes de la historia de Israel.


VERSÍCULOS 2b-4: LA PRIMERA TENTACIÓN
2bDurante cuarenta días, mientras el diablo lo ponía a prueba. En ese tiempo  no comió nada, y al final sintió hambre.  3El diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esa piedra que se convierta en pan.  4Le replicó Jesús: Está escrito que el hombre no vive de solo pan solo...
Jesús “No comió nada en aquellos días, los cuales pasados, tuvo hambre” (v. 2b). Parece que Jesús fue tentado por cuarenta días (v. 1), pero estas tres tentaciones llegan al final de estos cuarenta días, cuando Jesús, debilitado por su prolongado ayuno, era vulnerable a la sugestión.
“Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios...” (v. 3). Un poco antes Lucas ha reportado el bautismo de Jesús con esa voz que viene del cielo diciendo “Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido” (3:22). Ahora el diablo, como un hábil experto en karate, trata de usar la fuerza de Jesús contra él mismo.
–– Dicen que eres el Hijo de Dios. Si eso es verdad, entonces no tendrás problema para realizar este pequeño proyecto.
–– Si eres el Hijo de Dios, tu Padre seguramente no espera que te prives a ti mismo de lo esencial de la vida. ¡Sé inteligente! ¡Hazte un pan! ¡Cuídate a ti mismo! ¡Debes mantener tu fuerza!
–– Podemos imaginar al diablo diciéndonos, “Si tú eres el patrón... Si eres el que se supone que... Si eres mi amigo... Si eres una buena madre... Si eres un patriota... Si eres un experto... Si eres un buen compañero... Si realmente crees... Si amas al Señor... Escucha cuidadosamente a lo que sigue. Si es del diablo, estará envuelto en engaño. Note  que estas son cosas que hablan de fuerza (ser el patrón, por ejemplo), más que de debilidad. El diablo frecuentemente ataca el muro más alto y que pensamos que no necesita protección.
“...di a esta piedra que se convierta en pan” (v. 3).  El relato de Lucas es diferente al de Mateo en un pequeño, pero posiblemente significativo detalle.
 –– En Mateo el tentador dice “...di que estas piedras (plural) se conviertan en pan”, tal vez sugiriendo que Jesús debería hacer pan no solamente para sí mismo, sino también para otras personas hambrientas.
 –– En Lucas, el diablo dice “...di a esta piedra (singular) que se haga pan,” sugiriendo que Jesús debería saciar su propia hambre.
Estas son tentaciones muy diferentes. En el relato de Mateo, parece ser que se apela a la compasión de Jesús por otros. En el relato de Lucas, la apelación es más básica, más personal, más egoísta. Mientras que la apelación a la compasión es fuerte, la apelación para procurarse a sí mismo es más fuerte. Los humanos (y Jesús fue humano) tienen una fuerte voluntad de supervivencia. Es posible presentar un buen caso para la supervivencia personal. Por ejemplo, a las asistentes de vuelo se les enseña a asegurar su propia supervivencia en caso de que ocurra un choque para que de esta manera estén vivas y puedan ayudar a sobrevivir a los pasajeros. Los padres necesitan sobrevivir para cuidar a sus hijos e hijas. Jesús necesitaba sobrevivir para poder llevar a cabo su ministerio.
Note que la tentación es insignificante. ¿Qué mal podría haber en una pieza de pan? Esta acción afecta solamente a Jesús, y de seguro es lo suficientemente fuerte para soportarla. La segunda y tercera tentación son dramáticas, pero el poder de la primera tentación reside en su sutileza.
“Jesús respondiéndole, dijo: Escrito está: Que no con pan solo vivirá el hombre...” (v. 4). La cita viene de Deuteronomio 8:3, que completa dice:       
Y te afligió, y lo hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no
conocías tú, ni tus padres la habían conocido; para hacerte saber que el hombre
no vivirá de solo pan, más de todo lo que sale de la boca de Yahaveh vivirá el 
hombre.
Note la conexión entre el maná (el pan de los israelitas durante la jornada por el desierto) y el pan con que el diablo tienta a Jesús en el desierto. “La necesidad de Israel de pan era secundaria a la necesidad de Israel para entender que Dios da pan. Jesús, debido a que entiende ese hecho, puede resistir la tentación para tomar el asunto en sus propias manos” (Cousar, et. al., 197).
VERSÍCULOS 5-8: LA SEGUNDA TENTACIÓN
5Después lo llevó a una cima y le mostró en un instante todos los reinos del mundo.  6El diablo le dijo: Te daré todo ese poder y su gloria, porque a mí me lo han dado y lo doy a quien quiero.  7Por tanto, si te postras ante mí, todo será tuyo.  8Le replicó Jesús: Está escrito: Al señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto.
La segunda tentación es para que Jesús cumpla su misión por medios menos-que-honorables. Ha venido por gloria y autoridad, pero Jesús logrará su gloria sometiéndose a sí mismo a ser levantado sobre una cruz, y no por arrodillarse frente al maligno. Su autoridad vendrá de Dios, no de Satán.
También nosotros somos tentados para lograr metas honorables por medios no-tan-honorables. Las compañías cigarreras financian organizaciones “bonitas” de caridad que después utilizan para legitimizar sus empresas de muerte. Los gobiernos estatales se dan cuenta que es más fácil obtener financiamiento para las loterías que para ayudar a las escuelas. Los casinos proveen trabajos para los nativo-americanos, pero se convierten en depredadores de los miembros más vulnerables de nuestra sociedad. Los ejecutivos mejoran las ganancias despidiendo a empleados leales (bajando los costos). Las escuelas promueven la auto-estima pasando a estudiantes a grados superiores para los que no están preparados. Los estudiantes pasan exámenes haciendo trampa. Los predicadores llenan sus iglesias llamando a la gente a creer y hacerse ricos en lugar de tomar su cruz y seguir a Jesús. Todos somos vulnerables a la tentación de lograr buenos fines por medios malos.
El versículo 6 es la primera mención de la autoridad de Jesús en el evangelio de Lucas, pero este asunto de la autoridad surgirá una y otra vez:
–– Jesús asombrará a la gente enseñando con autoridad (4:33).
–– Jesús mandará a los espíritus inmundos con autoridad, y le obedecerán (4:36).
–– El Hijo del Hombre tendrá autoridad para perdonar pecados (5:24).
–– Un centurión, un hombre “puesto en potestad”, reconocerá la autoridad de Jesús (7:8).
–– Jesús dará autoridad a los discípulos sobre los demonios (9:1) y para hollar serpientes, escorpiones, y “sobre toda fuerza del enemigo” (10:19).
–– Jesús le advirtió a la multitud que debía temer, no a la persona que puede matar el cuerpo, sino al que tiene autoridad de echar en el infierno (12:5).
–– Los sacerdotes, escribas, y ancianos demandarán conocer con qué autoridad hacer Jesús las cosas (20:2).
“Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás”. La cita viene de Deuteronomio 6:13. “El Mesías no está exento de la más básica demanda a Israel: adorar solamente a Dios” (Tannehill, 88)

VERSÍCULOS 9-12: LA TERCERA TENTACIÓN

9entonces lo condujo a Jerusalén, lo colocó en el alero del templo y le dijo: Si eres hijo de Dios, tírate abajo desde aquí. 10Pues está escrito que ha dado órdenes a sus ángeles para que te guarden 11Y te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra. 12Le replicó Jesús: Está dicho que no pondrás a prueba al señor tu Dios.
Jesús ha usado la Escritura para contraatacar dos tentaciones, así que el diablo lanza la tercera tentación en lenguaje bíblico citando el Salmo 91:11-12. Este no es un Salmo mesiánico, ni una promesa para proteger al Mesías de todo mal, sino un himno de alabanza por la protección que Dios da a quienes se mantienen fieles a Dios. Irónicamente, el diablo tienta a Jesús a ser infiel a Dios poniendo a Dios a prueba y, al ser infiel, a confiar en la promesa que este Salmo le ofrece a los fieles. Es un lenguaje alrevesado – y que suena bien – pero que está diseñado para confundir.

Debemos decirlo una vez más, esta es una buena razón para no aceptar ofertas o sugerencias de personas de carácter dudoso. Ellas saben cómo hacer que cosas malas suenen bien y cómo hacer que un “no” suene como un “sí”. Utilizan el lenguaje como un mago utiliza la prestidigitación. ¡Ahora lo ven, y ahora ya no lo ven! Para cuando nos damos cuenta del anzuelo que está en su propuesta, ya está clavada en nuestra carne. Gracias a Dios, Jesús no se rindió tan fácilmente.
“Y respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios” (v. 12). La cita viene de Deuteronomio 6:16, y se refiere al incidente “por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron Yahaveh, diciendo: ¿Está, pues, Yahaveh entre nosotros, o no? (Ex. 17:7).
VERSÍCULO 13: SE FUE DE ÉL POR UN TIEMPO
13Y acabada toda tentación, el diablo se fue de él por un tiempo.
El diablo no se había rendido, simplemente estaba apostando al futuro:
–– Inspiraría a los escribas y fariseos para intentar atrapar a Jesús.
–– Inspiraría a otros para demandar una señal de Jesús (11:16, 29-32).
–– De cierto estaba presente en el Monte de los Olivos, esperando que Jesús pudiera ser disuadido de su misión en el último momento (22:39-46).
–– Heriría a Jesús no solamente con la traición de Judas, sino también con la de Pedro (22:3, 54-62).
–– En la cruz, se burlaría de Jesús a través de las voces de los líderes, los soldados y el otro malhechor que estaba colgado junto con él (23:35-39).
A pesar de todo esto, el diablo fallaría, porque Jesús estaba lleno del Espíritu Santo y fue llevado por el Espíritu (v. 1).

LUNES 18 DE FEBRERO
MATEO 25, 31-46
EL CONTEXTO: CAPÍTULOS 24-25

Los capítulos 24-25 constituyen el Discurso Escatológico (fin de los tiempos) de Jesús, que concluye con tres parábolas de juicio: El siervo fiel y el infiel (24:45-51); las vírgenes prudentes y las insensatas (25:1-13); y la de los Talentos (25:14-30. Y concluye con el Juicio de las Naciones (25:31-46), que es la lectura para hoy. El Juicio es central a todo lo ya mencionado.
VERSÍCULOS 31-46: EL JUICIO DE LAS NACIONES
Al Juicio de las Naciones algunas veces se le ha llamado la Parábola de las ovejas y los cabritos. Tiene giros y vueltas parabólicas. Al igual que la parábola nos sorprende como una inesperada curva que llega al bateador, así Jesús sorprende a los justos (vv. 37-39) y los injustos (v. 45) con su juicio. Sin embargo, la mayoría de los eruditos está de acuerdo en que no es una parábola sino una visión escatológica (fin de los tiempos) que describe un evento futuro real.  
VERSÍCULOS 31-33: LAS OVEJAS Y LOS CABRITOS
31Cuando llegue el Hijo del hombre con majestad, acompañado de todos sus ángeles,  se sentará en su trono de gloria.  32Y comparecerán ante él todas las naciones (ethne = multitudes, naciones, gentiles). El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.  33Colocará a las ovejas a su derecha y a las cabras a su izquierda.
El Hijo del Hombre viene en su gloria. Tanto el título (Hijo del Hombre) como la visión vienen de Daniel 7:13-14. El Hijo del Hombre es la manera favorita de Jesús para referirse a sí mismo (8:20; 9:6; 10:23; 11:9; 12:8, 32, 40; 13:37, 41; 16:13, 27-28; 17:9, 12, 22; 19:18; 20:18; 24:27, 30, 37, 39, 44; 25:31; 26:2, 24, 45, 64).  La frase tiene un tono humilde, pero no hay humildad en esta descripción del Hijo del Hombre. El viene en poder y gloria.
Note el contraste entre la primera y segunda venida de Jesús. En su primera venida, Jesús se vació a sí mismo, llegando a este mundo como siervo (Fil. 2:5-11). Concebido por una mujer soltera, nació en un establo y su cuna fue un pesebre. Como hombre, no tuvo un lugar dónde reclinar su cabeza (8:20). Estos humilde principios tenían un motivo: que habitara entre nosotros, lleno de gracia y de verdad (Jn. 1:14) y que nos atrajera a él (Jn. 12:32). En su segunda venida, sin embargo, el tiempo para ser amable y cortés habrá pasado, porque ya no servirán a ningún propósito por las circunstancias humildes. Jesús, por lo tanto, vendrá en toda su gloria, con todos sus ángeles, sentado en su trono, y con todas las naciones reunidas alrededor de él.  
Este pasaje incluye varios títulos cristológicos: el Hijo del Hombre (v. 31), pastor (v. 32), rey (v. 34, 40), y Señor (v. 37, 44). Jesús se sienta en un trono (v. 31); identifica a Dios como su Padre (v. 34); y pronuncia un juicio sobre el mundo. “Así que esta escena es completamente cristológica. Para Mateo, esta cristología, y no un humanitarismo general, es la que valida la ética del amor y la misericordia que se convierte en el criterio escatológico del juicio. Este texto no puede ser usado para legitimar el ‘apoyo’ bíblico para una ética humanitaria general sin estar de acuerdo con la cristología y el apocalipticismo con los que está inseparablemente enmarcada” (Boring, 445).

¿A quién se refiere Jesús con “todas las gentes” (ethne) (v. 32). Los eruditos están divididos. En el Nuevo Testamento, ethne se usa más frecuentemente para hablar de los gentiles, que serán juzgados en base a las acciones de misericordia a “mis hermanos más pequeñitos” (Senior, 285). Esto respondería a la pregunta de ¿qué hay de aquellos que nunca escucharon sobre Jesús? También se ajusta con los comentarios que Pablo hace sobre los gentiles en Romanos 2:12-15.

Sin embargo, la palabra ethne también se usa para referirse a la gente en general (21:43; 24: 7, 9, 14), y Pablo la usa para referirse a los cristianos gentiles (Romanos 11:13; 15:27; 16:4; Gálatas 2:12; Efesios 3:1). Al mismo tiempo, nuestra primera impresión al leer el discurso sobre el Juicio de las Naciones que toda la gente, judíos y gentiles, cristianos y no-cristianos, son reunidos ante Cristo. Si Jesús intentara describir un juicio gentil separado, seguramente lo habría hecho claro. Para nuestros propósitos, asumiremos que “todas las gentes” significa toda la gente.
El Hijo del Hombre separa a la gente en dos grupos como un pastor separa a las ovejas y los cabritos. Las ovejas soportan el frío mejor que los cabritos, así que los pastores ponen a los cabritos en un lugar protegido mientras que las ovejas continúan con el forraje. Las ovejas parecen ser las más favorecidas de las dos. Frecuentemente se usa pastores en las Escrituras para Dios y Jesús, y las ovejas frecuentemente es la metáfora para referirse al pueblo de Dios. La mano derecha es el lugar favorecido, y la izquierda el lugar menos favorecido. 
VERSÍCULOS 34-40: EN CUANTO LO HICISTEIS
34Entonces el Rey dirá a los de la derecha: Venid, benditos de mi Padre, a heredar el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.  35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era emigrante y me acogisteis, 36Estaba desnudo y me vestisteis, estaba enfermo y me visitasteis, estaba encarcelado y acudisteis.  37Los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos? ¿O sediento y te dimos de beber? 38¿emigrante y te acogimos? ¿Desnudo y te vestimos? 39¿O cuándo te vimos enfermo o encarcelado y fuimos a visitarte?  40El Rey les contestará: Os aseguro que lo que hayáis a uno de estos mis hermanos (griego = adelphon mou, mis hermanos) menores, me lo hicisteis a mí.
El pastor (v. 32) se ha convertido en rey (v. 34), al igual que el pastorcillo David de quien Jesús es descendiente se convirtió en rey. El rey imparte la bendición del Padre a quienes le dieron socorro en la forma de las seis obras de misericordia: comida, bebida, recepción, ropa, cuidado y visita. “Estas buenas obras son llamadas ‘obras de amor bondadoso’ (gemilut hasadim) en la literatura rabínica… (y) son típicas de las que se encuentran en las listas del Antiguo Testamento (Deuteronomio 15:7-11; Isaías 58:7-10; Salmos 37: 21; 41:1…) y otras antiguas fuentes judías” (Hultgren, 151).

Debemos considerar estas seis obras de misericordia como ilustraciones más que globales. Cada uno de estos seis actos de misericordia sirve a una necesidad específica de la persona en apuros. Donde existan otras necesidades específicas las obras de misericordia que sirvan a esas necesidades seguramente deben ser contadas tan altamente como esas seis obras de misericordia. Una palabra amable o un oído atento pueden redimir a una persona desesperada. Un litro de gasolina o ayuda con una llanta desinflada pueden redimir el día de una persona varada en la carretera. Las posibilidades de la misericordia son ilimitadas, al igual que la necesidad no tiene límites.
Noten la mismísima naturaleza de estas seis obras de misericordia: comida, bebida, bienvenida, ropa, cuidado y visita. Toda persona tiene el potencial de proveer este tipo de misericordia. Uno no necesita ser rico para comprar una hamburguesa y una soda para una persona hambrienta. Uno no necesita estar entrenado en enfermería para proveer el cuidado básico para una persona enferma. Uno no necesita ser un pastor para visitar a un prisionero en la cárcel. Un poco antes, Jesús le dijo al hombre rico que vendiera todo lo que tenía y diera el dinero a los pobres (19:21), pero no hay una demanda global aquí. El tipo de actos de misericordia que Jesús recompensa aquí están al alcance de toda persona. Estas no requieren dolorosos sacrificios de parte de quien provee la misericordia, pero sí alivian un gran dolor para quien recibe la misericordia.
El rey invita a estas misericordiosas personas a “heredar el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (v. 34). Una herencia es un legado que se imparte por la última voluntad y testamento, e implica un regalo no ganado. El hecho de que este reino ha sido preparado para este propósito desde la fundación del mundo muestra que Dios ha planeado este momento desde el principio.
Note la sorpresa de los que hacen la misericordia. Cuando el rey les dice que han hecho estas obras de misericordia a él, no se pueden imaginar cuándo ocurrió eso. Al realizar la misericordia a “estos mis hermanos pequeñitos,” no tenían idea de que serían recompensados por su amabilidad. No había otros intereses en su generosidad. Ellos dieron porque fueron movidos a ello por la necesidad humana, no por la ganancia potencial.
El rey les explica a estos asombrados misericordiosos que, al igual que habían mostrado misericordia a “estos mis hermanos menores” (griego = adelphon mou, mis hermanos) “me lo hicisteis a mí” (v. 40). “‘Uno’. El individualismo de este texto nos sorprende. ¡De seguro una persona no es tan importante en todo un mundo de necesidad! Jesús quiere que lo pensemos otra vez. Y no es solamente una persona, esa persona es la ‘más insignificante’” (Bruner, 922).
¿Quiénes son estos adelphoi, estos hermanos y hermanas? Los estudiosos nos ofrecen tres posibilidades:
-- Primero, puede ser toda persona en necesidad. Los cristianos frecuentemente interpretan el texto de esta manera, y ofrendan generosamente para aliviar las necesidades humanas sin pedir a los receptores que aprueben un examen religioso. 
-- Segundo, adelphos frecuentemente es usado en el Nuevo Testamento para referirse a los cristianos (18:15, 17, 21, 35; 23:8; 28:10), y la bendición de Jesús puede ser dirigida para aquellos (incluyendo al no-cristiano) que ayudaran a los cristianos necesitados. Cuando este evangelio fue escrito, en la última parte del primer siglo, los cristianos estaban siendo perseguidos, y la intención de Mateo puede ser impartir las bendiciones de Cristo (o maldiciones) a los no-cristianos basados en su buen (o mal) trato de los cristianos.
-- Tercero, Jesús puede haber dirigido estas bendiciones para quienes ayudaran a los cristianos necesitados que estaban involucrados en la proclamación del Evangelio. Un poco antes había enviado a los doce en una misión para proclamar el Evangelio y les dijo, “No aprestéis oro, ni plata, ni cobre en vuestras bolsas; Ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir, ni zapatos, ni bordón; porque el obrero digno es de su alimento” (10:9-10). 
Además les dijo “Y cualquiera que no os recibe, ni oye vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies.  EN verdad os digo, que el castigo será más tolerable a la tierra de los de Sodoma y de los de Gomorra en el día del juicio, que a aquella ciudad” (10:14-15). 
Y les aseguró, “El que os recibe a vosotros, a mí recibe; y el que a mí recibe, recibe al que me envió.  El que recibe profeta en nombre de profeta, merced de profeta recibirá; y el que recibe justo en nombre de justo, merced de justo recibirá.  Y cualquiera que diere a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, en nombre de discípulo, de cierto os digo, que no perderá su recompensa” (10:40-42).  Existe una obvia correlación entre estos versículos y el pasaje del evangelio que estamos examinando. Este tercer grupo, entonces, está compuesto por cristianos que están involucrados en proclamar el Evangelio y que dependen de aquellos a quienes sirven.
Aunque la iglesia de hoy ha tendido a pensar en “los más pequeñitos” como toda persona en necesidad, los estudiosos hoy creen que la intención real de este pasaje es que “los más pequeñitos” está compuesto del segundo y tercer grupo: los cristianos en general y los cristianos que están involucrados en la proclamación del evangelio.
“No hay nada singularmente cristiano sobre la idea de la solidaridad de Jesús con sus mensajeros; esto refleja el principio judío de shaliach: ‘el representante de un hombre es igual que él’… debido a este principio de solidaridad, las buenas obras realizadas por paganos no son tratadas como expiación de sus pecados, ni como evidencia de que imitan a Dios, sino como indicando una relación con Jesús” (Hare, 290-291).
Cada una de estas tres posibilidades tiene su mérito, y no hay manera de descartar ninguna de ellas. Tal vez la imagen de círculos concéntricos nos ayude aquí:

-- El círculo más externo incluye a los pobres y necesitados del mundo.

-- El círculo de en medio incluye a los cristianos necesitados en general y a los cristianos perseguidos en particular.

-- El círculo interior incluye a los cristianos que están directamente involucrados en proclamar el evangelio y dependen del apoyo de quienes sirven.

Si la Encarnación es la expresión del amor de Dios por el mundo (Juan 3:16), ¿nos podemos imaginar que Dios no ama a la gente de los tres círculos? ¿No bendecirá a quienes muestran misericordia a la gente que está en cualquiera de esos círculos? ¿No parece posible que Jesús tiene un lugar especial en su corazón para quienes dejan la comodidad de su hogar para poder ir a proclamar el Evangelio? Si Jesús dice, Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (5:10), ¿nos podemos imaginar que también tiene una bendición especial para quienes ayudan a quienes son perseguidos? ¿No existe la posibilidad de que una mayor bendición cuando mostramos misericordia a quienes se acercan más y más al centro de estos círculos?

Al llevar un poco más allá esta imagen de los círculos concéntricos, Jesús, en varios momentos de su vida, tuvo necesidad de todas estas seis obras de misericordia. Tal vez podemos colocarlo en el centro de nuestro círculo, no como un cuarto círculo, sino como el eje alrededor del cual se dibujan los círculos.

Hoy los cristianos entienden generalmente que deberían, en el nombre de Cristo, mostrar misericordia a la gente necesitada sin importar su credo. Hemos fallado, sin embargo, para enfatizar la suficiente preocupación para los adelphoi cristianos en general y para los adelphoi que están proclamando el Evangelio en particular. Esta es una seria deficiencia, especialmente a la luz de las persecuciones que los cristianos están sufriendo alrededor del mundo. En muchos lugares los cristianos han estado sufriendo cárceles, tortura, y martirio por décadas, pero nosotros sólo recientemente hemos comenzado a escuchar sus historias. Tenemos la responsabilidad de movilizar la opinión pública mundial para detener la persecución de nuestros adelphoi cristianos – nuestros hermanos y hermanas – que también son los hermanos y hermanas de Cristo. Nos conmueve más fácilmente una persona que vive en las calles con letrero que un adelphos cristianos en una cárcel en China, porque la persona sin hogar es visible para nosotros y el prisionero es invisible. Nosotros los líderes cristianos tenemos la responsabilidad de informarnos sobre la persecución de los cristianos de tal manera que hagamos visibles a los adeplhoi cristianos en nuestras parroquias.

Aquellos que creemos que el Nuevo Testamento enseña la salvación por la gracia de Dios a través de la fe en Cristo Jesús nos preocupamos por el hecho de que Jesús no dice nada sobre la fe en este pasaje. La gente a la derecha del rey “hereda el reino” – reciben la salvación – como resultado de los pequeños actos de misericordia que mostraron a “los más pequeños”. ¿Acaso Jesús está creando una escapatoria que permite a la gente ganarse su propia salvación a través de las obras de misericordia? ¿Acaso una persona que rechaza a Cristo se gana la salvación alimentando al hambriento? ¿Acaso Bill Gates, que ha declarado públicamente que tiene mejores cosas que hacer los domingos que ir a la iglesia, ganará su salvación usando su fortuna para mejorar la atención médica en países del Tercer Mundo?
 También debemos admitir que Cristo, que hace posible la salvación, no es libre de salvar a cualquiera que él desea. Podemos decir que hizo la excepción con el ladrón en la cruz, pero que el ladrón clamó “Acuérdate de mí cuando vinieres a tu reino” (Lucas 23:42), que suena muy parecido a una confesión de fe.
 “Jesús no está diciendo que estas son personas cuyas buenas vidas les han ganado la salvación como su derecho. Está diciendo que Dios las ha bendecido y las ha llevado a su reino, y después procede a citar la evidencia que muestra que en realidad pertenecen a ese reino. Sus vidas son la evidencia de que Dios ha estado obrando en ellos” (De mi tesis doctoral).
Jesús dice, “Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7).
Se nos deja con la ambigüedad con respecto a lo que Cristo hará, pero no en ambigüedad con respecto a lo que es nuestro deber. Tenemos la responsabilidad de decirle a la gente que Cristo ofrece una gran bendición para quienes muestran misericordia a “estos adelphon mou, mis hermanos y hermanas, pequeñitos.”  Tenemos la responsabilidad de ayudarlos a entender las tres clases de adelphoi mencionadas arriba, para que puedan estar pendientes de oportunidades para servir a los necesitados en general, a los cristianos necesitados, y a los cristianos necesitados comprometidos con la proclamación del Evangelio. Creo que también tenemos la responsabilidad de decirles que no presuman que sus actos de misericordia los salvarán si desprecian a Cristo. Hacer esto es colgar su salvación de un cordón muy delgado.
VERSÍCULOS 41-46: EN CUANTO NO LO HICISTE

41Después dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y  sus ángeles. 42Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, 43Era migrante y no me acogisteis, estaba desnudo y no me vestisteis, estaba enfermo y encarcelado y no me visitasteis. 44Ellos replicarán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, emigrante o desnudo, enfermo o encarcelado y no te socorrimos?  45El responderá: Os aseguro que no hicisteis a uno de estos más pequeños no me lo hicisteis a mí.  46Estos irán al castigo perpetuo y los justos a la vida perpetua.
Al igual que el rey bendice a quienes están a su derecha por realizar esos actos de misericordia, también maldice a quienes están a su izquierda por fallar en hacer esos actos de misericordia. En vez de una invitación al reino preparado desde la fundación del mundo, Jesús consigan a estas personas al “fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (v. 41). Dios diseño el reino para la gente, pero preparó el fuego para el diablo y sus ángeles. No todos los ángeles son buenos (ver Romanos 8:38; Colosenses 2:18; 2 Pedro 2:4; Judas 6; Apocalipsis 12:7-9). Estos son ángeles que se han aliado con el demonio.
Jesús da una clara respuesta a la pregunta sobre “¿Soy yo guarda de mi hermano?” (Génesis 4:9), y la retumbante respuesta es ¡¡¡SÍ!!! La persona (cristiana y no-cristiana) que ayuda a quienes están en necesidad (cristianos y no-cristianos) hereda el reino, pero la persona (cristiana o no-cristiana) es consignada a un fiero castigo. Es como si hubiera una pregunta en el examen final, y la pregunta es “¿Obedeciste al gran mandamiento?” (22:34-40). “¿Amaste a Dios y a tu prójimo”? ¡Toda la eternidad depende de su respuesta! (v. 46).
Fuego y azufre no es una predicación popular en estos días, pero el fuego y azufre de esta escena de juicio no es una aberración. El contexto inmediato (24:45ss.) incluye tres parábolas de juicio que incluye imágenes de personas siendo cortadas en pedazos (24:51), dejadas fuera y cerrada la puerta (25:10-12), y echados a las tinieblas donde es el lloro y el crujir de dientes (25:30), y el contexto más amplio (capítulos 21-25) está lleno de las enseñanzas de Jesús sobre el juicio.
Somos tentados a predicar la primera parte de este texto (“Venid, heredad el reino”) y a dejar la segunda parte (“apartaos de mi al fuego eterno”) sin siquiera tocarla. Hacer esto es irresponsable, porque debemos advertir a la gente del amenazante peligro incluso si impartimos promesas de un futuro brillante. ¡La verdad a medias no es la verdad! “Eliminar el castigo eterno es extraer los dientes de la Ley y la presentación de un Dios santo. La bendición del Evangelio se puede retener solamente si la Ley se ve completamente con seriedad como la voluntad del santo Dios, para quien el pecado es una grave rebelión, que requiere su castigo si no es perdonado” (Hamann, 257).
También somos tentados a enfatizar el aspecto humanitario de este texto y a ignorar el los aspectos del juicio. La gente responde mejor a la miel que al vinagre, eso creemos. Sin embargo, la gente que cree en las enseñanzas de Jesús sobre el juicio y el infierno no solamente está mejor motivada para satisfacer las necesidades espirituales de su prójimo, pero también están mejor motivados para también satisfacer las necesidades físicas de su prójimo. “Cuando quiera que una de estas dos doctrinas – amor y juicio – disminuye, la otra también disminuye” (Bruner, 927).

Esta es la última enseñanza pública de Jesús en este Evangelio, parece ser que es el pensamiento que más desea Mateo que recordemos.

Cristo, en este texto y en otras partes, nos dice las reglas por las que el reino de Dios se gobierna, reglas muy diferentes de aquellas a las que estamos acostumbrados. Él nos dice que la persona que vive por las reglas del reino se beneficiará poderosamente por esa elección.

MARTES 19 DE FEBRERO
MATEO 6, 7-15

v. 9. Propone Jesús el modelo de petición:


«Padre nuestro»: nueva relación de los discípulos con Dios, que no es solamente individual, sino comunitaria. Son los hijos, o los ciudadanos del reino, los que se dirigen al Padre, que es su rey. La mención de este Padre eclipsa la de todo padre humano, Él es el único que merece ese nombre. La conducta de este Padre es la que guía la de los discípulos (5,48).


«Padre» es el nombre de Dios en la comunidad cristiana, el único que aparece en esta oración. Pronunciarlo supone el compromiso de portarse como hijos, reconocerlo por modelo, como fuente de vida y de amor. La expresión «que estás en los cielos» («del cielo») no separa al Padre de los discípulos; indica solamente la trascendencia y la invisibilidad de Dios.


El Padre nuestro se divide en dos partes (6,9-10.11-13). La primera tiene como centro al Padre (tu nombre, tu reinado, tu designio); la segunda, a la comunidad (nuestro, dánoslo, etc.). En la primera parte la comunidad pide por la extensión del reino a la humanidad entera. En la segunda lo hace por sí misma.

v. 9b. «Proclámese ese nombre tuyo». «El nombre» es un semitismo que designa a la persona en cuanto es designable, es decir, según un aspecto que la caracteriza; supone, por tanto, la manifestación, que, en el caso de Dios, se realiza por su actividad en la historia. Así, en este contexto designa a Dios que obra como Padre, según su calidad expresada en la invocación. «Santificar» es un semitismo; en 1 Pe 3,15 se usa este verbo en el sentido de «reconocer» («en vuestro corazón, reconoced al Mesías como Señor) y el mismo tiene en este pasaje «Reconocer» corresponde a la manifestación indicada por «el nombre». El uso de agiazô añade, sin embargo al reconocimiento el sentido de la trascendencia implicado en la raíz "santo". Es el reconocimiento de una realidad excelente y distinta. Para expresar de algún modo este matiz puede utilizarse el verbo «proclamar» que incluye la idea de exaltación. De hecho, esta frase es paralela de 5,16 «glorifiquen» [los hombres] a vuestro Padre del cielo)" a través de las obras de los discípulos que realizan la acción del Padre en la historia.


La comunidad pide, por tanto, que la humanidad reconozca a Dios como Padre; por el paralelo con 5,16, sin embargo, es ella la que tiene que obtener, con su actividad, ese reconocimiento. La petición supone, por tanto, el compromiso de la comunidad a realizar las «buenas obras» (5,16; cf. 5,7-9) y pide la eficacia de su actividad en el mundo. No se encierra en sí misma. La experiencia de Dios como Padre de que ella goza, quiere que se extienda a todos los hombres. Antes que pensar en sí misma, la comunidad se preocupa por la humanidad que la rodea.


v. 10a. «Llegue tu reinado». El contenido de esta petición formula lo mismo de manera diversa. El reinado de Dios, del que ya tiene experiencia (5,3.10), debe extenderse a todo hombre. Dado que la puerta del reino es la primera bienaventuranza, la comunidad pide la aceptación del mensaje de Jesús, que funda el reinado de Dios. Al mismo tiempo, ella es la que, con su modo de vida, hace presente en el mundo ese mensaje (5,12: profetas). Implícitamente pide su fidelidad al mensaje de las bienaventuranzas y a la práctica de la actividad que requiere, por la que se va creando la nueva sociedad y va dando ocasión a la liberación de los hombres.

v. 10b. «Realícese en la tierra tu designio del cielo». El gr. thelêma manifiesta una voluntad concreta que puede referirse al individuo o a la historia. La frase formula nuevamente la anterior («llegue tu reinado»; por eso se omite en Lc 11,2); significa, por tanto, el cumplimiento del designio histórico de Dios sobre la humanidad, anunciado en 5,18.


El término «designio» incluye dos momentos, la decisión y la ejecución, a los que corresponden las especificaciones «en el cielo, en la tierra». La decisión está tomada en el cielo (Dios), pero tiene que ejecutarse en la tierra. La frase significa, pues, «realícese en la tierra el designio que tú has decidido en el cielo». La preposición «como» del original indica el deseo de que ese designio se realice exactamente como está decidido.

La comunidad vuelve a pedir por el mundo; su primera preocupación es la misión que Jesús le confía.

Las tres primeras peticiones tienen igual contenido. La experiencia de vida impulsa a desear que esa vida se extienda. Sólo después pasa el grupo cristiano a preocuparse de sí mismo.


v. 11. «Pan del mañana» o «venidero»: griego epiousion, que, según Orígenes, no se encontraba en la literatura ni en la lengua hablada; lo consideraba acuñado por los evangelistas para traducir un texto arameo. San Jerónimo, por su parte, dudaba de su significado y lo tradujo en latín de manera diferente en Mt 6,11 (supersubstantialem) y en Lc 11,3 (quotidianum), sin apoyo alguno en la realidad lingüística del tiempo. El mismo afirma, sin embargo, haber encontrado en el evangelio de los Hebreos (en arameo), como traducción de epiousion, manar = «del mañana», «futuro». De hecho, la forma femenina (té epiousé) se usaba en griego para indicar el día siguiente, «mañana». Por otra parte, Jesús recomienda a sus discípulos abandonar toda preocupación por el alimento necesario (6,25.31-32) y les pide que no se preocupen tampoco por el mañana (6,34). Epiousion ha de denotar, por tanto, un futuro diferente del simple «mañana». En la traducción egipcia bohairica y en el uso litúrgico de la Iglesia copta, lo mismo en copto que en árabe, se conserva hasta hoy la traducción «nuestro pan del mañana». La liiterpretación puede considerarse, por tanto, como segura.

«Pan», semitismo por «alimento» (cf. Gn 18,5-8). «El pan del mañana» o «venidero» alude al banquete mesiánico en la etapa final del reino (8,11), cuya etapa histórica se realiza en el grupo de discípulos («nuestro pan»). Se pide, por tanto, que la unión y alegría propias de la comunidad final sean un hecho en la comunidad presente. Jesús mismo describió su presencia con los discípulos como un banquete de bodas, oponiéndose a la tristeza del ayuno practicado por los discípulos de Juan y los fariseos (9,14-15).


La unión simbolizada por el banquete es la amistad (cf. 9,15: «los amigos del novio»). Este es el vínculo que une a los miembros de la comunidad, y que se expresará en la eucaristía.


v. 12. Única petición que incluye una exigencia para la comunidad. La partícula griega hôs indica motivo («que/ya que») más que comparación («como») El perdón del Padre está condicionado al perdón mutuo, expresión del amor. Quien se cierra al amor de los otros se cierra al amor de Dios que se manifiesta en el perdón. En este pasaje y en 5,14s Mt no emplea el término «pecados», sino «deudas» o «fallos», porque en el evangelio, «los pecados» representan el pasado que queda borrado con la adhesión a Jesús (cf. 9,6). La división en la comunidad impide la presencia en ella del amor del Padre. Se pide, pues, la manifestación continua de ese amor, aduciendo por motivo la práctica del amor que se traduce en el perdón mutuo «Los deudores» incluye a los enemigos y perseguidores (5,43ss). La comunidad pretende vivir la perfección a que Jesús la exhortaba (5,48).


v. 13. «No nos dejes ceder a la tentación», lit. «No nos hagas entrar/no nos introduzcas»... El arameo no distingue entre las formas «hacer» y «dejar hacer». El sentido permisivo está exigido por el paralelo con la frase siguiente (omitida por Lc 11,4). El sentido es: «haz que no entremos (cedamos/caigamos) en tentación» o, de modo más castellano, «no nos dejes ceder a la tentación» (cf. 26,41).


«Tentación» no lleva artículo en el original. No se trata, por tanto, de una tentación única y determinada. El término remite a las tentaciones de Jesús en el desierto, único lugar donde en Mt ha aparecido antes este tema. Allí, «el diablo» o «Satanás» era llamado «el tentador»; aquí, «el Malo» (cf. 5,37); la tentación es su obra. La relación con la escena del desierto aclara el sentido de «tentación» en este pasaje' se refiere a las mismas que experimentó Jesús. Aquéllas pretendían desviar su mesianismo e impedir la liberación del hombre; Jesús, sin embargo, respondió a cada una de ellas con un texto sin carácter mesiánico, aplicable a todo hombre. El Mesías es «el Hombre», como quedó expresado en la escena del bautismo (3,16). La comunidad puede experimentar en su misión, que continúa la de Jesús, las mismas tentaciones que éste: la del ateísmo práctico, usando de sus dones para propio beneficio, sin atender al plan de Dios (4,3); la del providencialismo que hace caer en la irresponsabilidad (4,6) y, sobre todo, la de la gloria y el poder (4,8s). Ceder a esta última equivaldría a prestar homenaje a Satanás (4,9) renunciando a la misión liberadora.


La tentación del brillo y del poder se opone frontalmente a la primera y última bienaventuranzas. Es la opción por la pobreza y, con ella, la renuncia al brillo y al poder, la que hace inmunes a la tentación. El Malo es la personificación del poder mundano, que excita la ambición. Que el Padre no permita que la comunidad ceda a sus halagos es la petición final del Padrenuestro. Lo contrario sería la ruina de la comunidad de Jesús.

vv. 14-15. Insiste Jesús en la necesidad del perdón. La unión en la comunidad es condición esencial de su existencia, pues sólo ella asegura la experiencia del amor del Padre. No es que Dios se niegue a perdonar; es el hombre que no perdona quien se hace incapaz de recibir el amor. 

MIÉRCOLES 20 DE FEBRERO

LUCAS 11, 29-32
• Lucas 11,29: La generación mala que pide una señal. Jesús llama ‘mala’ la generación, porque no cree en Jesús y vive pidiendo señales que puedan legitimar a Jesús como enviado de Dios. Jesús no quiere dar una señal, pues, en el fondo, si ellos piden una señal, es porque no quieren creer. La única señal que se dará es la señal de Jonás. 

• Lucas 11,30: La Señal de Jonás. La señal de Jonás tiene dos aspectos. El primero es lo que afirma el texto de Lucas en el evangelio de hoy. Jonás fue una señal para la gente de Nínive a través da su predicación. Al oír a Jonás, el pueblo se convirtió. Así, la predicación estaba siendo una señal para su gente, pero el pueblo no daba señales de conversión. El otro aspecto es lo que afirma el evangelio de Mateo, hablando del mismo episodio: “Porque si tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre de la ballena, también tres días y tres noches estará este Hombre en el seno de la tierra” (Mt 12,40). Cuando Jonás fue escupido sobre la playa, fue a anunciar la palabra de Dios a la gente de Nínive. Asimismo, después de la muerte y de la resurrección en el tercer día, la Buena Nueva será anunciada al pueblo de Judea. 

• Lucas 11,31: La Reina de Sabá. Enseguida, Jesús evoca la historia de la Reina de Sabá que vino de lejos para ver a Salomón y aprender de su sabiduría (cf. 1Rs 10,1-10). Y por dos veces Jesús afirma: “Y aquí está alguien mayor que Salomón”. “Y aquí está aquel que es mayor que Jonás”.

• Un aspecto muy importante que está por detrás de esta discusión entre Jesús y los líderes de su gente es la manera diferente como él, Jesús, y sus adversarios se sitúan ante Dios. El libro de Jonás es una parábola que critica la mentalidad de aquellos que querían a Dios sólo para los judíos. En la historia de Jonás, los paganos se convirtieron ante la predicación de Jonás y Dios los acogió en su bondad y no destruyó la ciudad. Cuando vio que Dios acoge al pueblo de Nínive y no destruyó la ciudad, “Jonás sintió un disgusto enorme. Irritado, rezó al Señor en estos términos: "¡Ah! ¡Yahvé! ¡Ya me lo decía yo cuando estaba en mi tierra! Por algo me adelanté a huir a Tarsis; porque sé que eres un Dios compasivo y clemente, paciente y misericordioso, que te arrepientes de las amenazas. Pues, bien, Señor, quítame la vida; más vale morir que vivir" (Jonás 4,1-3). Por esto, Jonás, era una señal para los judíos del tiempo de Jesús y continúa siendo una señal también para nosotros, los cristianos. Pues, imperceptiblemente, como en Jonás aparece también en nosotros una mentalidad según la cual nosotros los cristianos tenemos una especie de monopolio de Dios y que todos los demás deben volverse cristianos. Esto sería proselitismo. Jesús no pide que todos sean cristianos. Pide que todos sean discípulos (Mt 28,19), esto es, sean personas que como él, irradien y anuncien la Buena Nueva del amor de Dios para todos los pueblos alrededor (Mc 16,15).

JUEVES 21 DE FEBRERO
Mateo 7:7 “Pedid y os darán,  buscad y encontraréis, llamad y  os abrirán;” Si no tiene marcado este versículo, si no lo tiene subrayado de alguna manera, estaría bien que lo haga. Muchas veces leemos la palabra de Dios y no nos damos cuenta del impacto que versículos tan sencillos pueden tener, más allá de lo que podemos ver a simple vista. En este caso la palabra nos dice “pedid, y se os dará…”  El Señor Jesucristo está hablando con respecto a la oración. El Señor Jesucristo es el maestro de la oración, los discípulos fueron con él y le dijeron: “Señor, enséñanos a orar, no sabemos orar” y él les dice, esta es la forma en la que debemos orar, esto lo vemos en Mateo 6. Si nos damos cuenta no solamente hace referencia una sola ocasión, si no seis veces, en seis ocasiones nos da un ejemplo de lo que es la oración. En el versículo 7 dice, “pedid, y se os dará…” no dice, pedid, y quizá se les dé, o dependiendo de la demanda de ciertas cosas porque quizás Dios allá en el cielo no tenga con que proveer al pueblo de Dios. No dice esto, simplemente dice que hay que pedir y se nos dará. Hay una certeza, es la certeza que nadie más nos puede dar si no solamente el Señor Jesucristo.
El Señor Jesús en este caso está explicando cómo es la oración. Él dice, ustedes solamente tienen que orar y Dios en el cielo, de la misma manera que un hijo le pide a su papá, Dios se lo va a dar. Muchas veces nosotros vamos a pedir y la respuesta de parte de Dios quizás sea no, pero eso no quiere decir que por eso Dios nunca contesta. Muchas veces pedimos mal, ese es el problema y después de pedir mal nos enojamos con Dios por no contestarnos. Debemos recordar que Dios es soberano. Leyendo esto nos debería de traer una seguridad. La  promesa de parte de Jesús diciéndome directamente  “pedid y se os dará.”
Después dice, “llamad y se os abrirá.” Hay que llamar. Esto no se refiere a hablar por teléfono, esto se refiere a tocar a la puerta y se te abrirá, el problema es que no estamos tocando. No estamos yendo al trono de Dios a tocar
El versículo ocho nos dice, “Porque todo aquel que pide, recibe.” No hace acepción de personas. No dice que solo algunos. Juan 3:16 dice,…”porque todo aquel que en él cree” la salvación es para todos pero no todos van a ser salvos. Que bendición fuera que todos pudieran ser salvos. Pero hay gente allá afuera que se burla y se mofa de las cosas de Dios. A mí me da miedo cuando alguien se burla y se mofa de Dios porque siento que va a caer un rayo y me va a pasar a traer a mí. La televisión no está para agradar a Dios, si no para mofarse de las cosas de Dios. Rara vez  se encuentra un programa en donde se diga simplemente Dios creo el mundo, Dios envió a su hijo para salvarnos. Todos pueden ser salvos pero tienen que pedir. Dice, “para que todo aquel que en él cree” es un creer no solamente del saber mentalmente, si no es un creer del corazón. Dios está dando esta oportunidad a todo aquel. En el versículo ocho empieza diciendo lo mismo, “porque todo aquel” no hace acepción de personas, todos pueden pedir. “Hay pero yo soy tartamudo, no tengo buenas calificaciones, no sé cómo orar,” Dios no nos dice que solo si tenemos diez años de experiencia orando nos va a escuchar. Dice todo aquel que pide, recibe, nuevamente Dios me está dando esta certeza.
Después dice, “… y el que busca, halla” En el versículo siete nos dice “pedid” y es un mandamiento “y se os dará,” está hablando de una manera futura, de alguien que todavía no ha pedido, puede pedir y se le va a dar pero primero tiene que pedir. En el versículo ocho ya está hablando como si ya hubiera sucedido, “Porque todo aquel que pide, recibe…” como si ya lo hubiera recibido, afirmándolo, aquella persona que pidió ya recibió. “…y el que busca, halla,” lo está diciendo de una manera más presente. Después dice, “y al que llama, se le abrirá.”  Dios quiere que recordemos que la oración es así, pedid y se os dará.
Vamos a leer los versículos del nueve al doce. “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?” esta es una pregunta retórica. Una pregunta en donde la respuesta es obvia. Y dice, “¿Qué hombre hay de vosotros…”  Nadie, no hay nadie que si su hijo le pide pan le va a dar piedras
Versículo diez dice, “¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?” Nadie, la respuesta es nadie.
Versículo once, “Pues si vosotros, siendo malo…” ¿Seremos malos de acuerdo al Señor Jesucristo? Si, somos malos. Dice el Señor Jesucristo entonces,  “Pues si vosotros, siendo malo, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”  Nuevamente está haciendo esta comparación, y está diciendo, ¿Quién de vosotros si su hijo le pide pan le dará una piedra? Nadie, ¿Quién si le pide pescado le dará una serpiente? Nadie, y si ustedes siendo malos le dan buenas cosas a sus hijos ¿Cuánto más vuestro Padre celestial nos va a dar a nosotros? Pero tenemos que pedirle.
Versículo doce, “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”.
Lucas 11:11 “Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” Aquí encontramos un paralelo a lo que dice Mateo.
Juan 15:7 “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” Aquí Dios está poniendo algunas indicaciones. Allá en Lucas 10:1 la gente le dice al Señor Jesús, Señor enséñanos a orar. Lucas 11:9 dice, pedid y se os dará. El primer paso para saber cómo orar es empezar a pedir. Pero, ¿Qué si yo no estoy viviendo para Dios? ¿Estará Dios dispuesto a escucharnos? Aquí Lucas 15 en el versículo 7 dice la biblia que no. Si no estamos nosotros permaneciendo en su palabra, haciendo su voluntad. Aquí ya nos dice pedid todo lo que queráis, me está diciendo no importa lo que pidas de acuerdo a su palabra y os será hecho. Nuevamente la certeza del Señor Jesucristo en cuanto a la oración.
1 Crónicas 16:11 “Buscad a Yahaveh y su poder; Buscad su rostro continuamente.” No una vez al mes o una vez a la semana si no continuamente. Allá el nuevo testamento dice “orad sin cesar” continuamente debemos de orar buscando el poder de Dios.
Salmo 27:8 “Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Yahaveh;”
Salmo 69:32 “Lo verán los oprimidos, y se gozarán. Buscad a Dios, y vivirá vuestro corazón,” ¿A que podemos comparar un corazón muerto? A una persona amargada, triste, apagada, sin fe, deprimida. Porque dice, nadie me escucha, nadie me oye. Es gente que no ha puesto su confianza en Dios. Pero la palabra de Dios dice, buscad a Dios y vivirá vuestro corazón, si yo de continuo estoy buscando a Dios mi corazón no va a estar apagado y triste si no que mi corazón se va a regocijar. Cuando mi esposa y yo estábamos citando, y yo la iba a buscar y salíamos. La mayoría de las veces llegábamos a la iglesia, llegaban nuestros chaperones, salíamos uno o dos horas, y cuando yo la iba a buscar en mi corazón brincaban maripositas. No estaba triste por estar con ella. Dios dice, búscame a mí. Deja de buscar el mundo y tu corazón va a ser vivificado.
Salmo 105:4 “Buscad a Yahaveh y su poder; Buscad siempre su rostro.” No una vez al mes si no siempre, todos los días.
Isaías 55:6 lo menos que el marido quiere hacer es buscar a la esposa porque ya sabe cómo la va a encontrar, debemos de buscarnos y alegrarnos. “Buscad a Yahaveh mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.” Muchas veces estamos viniendo a la iglesia pero no le buscamos y dejo de venir a la iglesia y todo se pone peor, pierdo el trabajo, se enferma la familia, desastre completo, el matrimonio se está destruyendo y es ahí cuando nos acordamos de Dios cuando todo es más difícil. Dice Dios buscad a Yahaveh mientras pueda ser hallado.
Mateo 6:33 “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Dios dice hay que pedir, hay que buscar, y hay que llamar. Hay un versículo en la biblia en Apocalipsis 3:20 “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Muchas veces usamos este versículo para explicar la salvación. Jesús está tocando, él ha entrado y ya vive en mí. El problema es cuando los papeles se cambian donde Dios dice que nosotros somos los que debemos de llamar y tocar y si nosotros tocamos y buscamos se nos va a abrir. Debemos nosotros de tocar, de buscar, de llamar y se nos abrirá, no es quizás si no es seguro. ¿Cuándo fue la última vez que tocaste, que llamaste, que buscaste, que pediste? ¿Cuántas veces Dios nos ha contestado y solo lo tomamos como milagros?
MATEO 7, 7-12
VIERNES 22 DE FEBRERO
MATEO 16, 13-19
VERSÍCULOS 13-20:
Este texto tiene dos núcleos. El primero es el atrevido anuncio de Pedro de que Jesús es “el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). El segundo es la bendición y habilitación de Pedro. No solamente es una hermosa historia sino que representa un punto crucial en este evangelio. No solamente deja en claro que Jesús es el Mesías, sino que el contenido de los versículos 21-28 también fuerza a los discípulos a entender el mesianismo de Jesús de una manera distinta.  
VERSÍCULOS 13-14: ¿QUIÉN DICEN LOS HOMBRES QUE ES EL HIJO DEL HOMBRE?
13Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe, interrogó a los discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es este Hombre?  14Contestaron: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o  algún profeta.
Cesara de Felipe, cerca del monte Hermón a unos treinta kilómetros del Mar de Galilea, está en la frontera con el mundo gentil, y es la principal ciudad gentil. En tiempos pasados, la ciudad fue conocida por el culto a Baal y Pan que allí se efectuaba. En el tiempo de Jesús, había un templo dedicado al César. Parece ser que Jesús va ahí para escapar de las multitudes de Galilea y poder preparar a sus discípulos para la jornada hacia Jerusalén, que comienza en Mateo 19:1; una jornada que terminará con su muerte y resurrección.
Jesús escoge este lugar gentil para revelarse más completamente a sus discípulos, tal vez dándonos una pista de su preocupación por todo el mundo que después hará explícito en la Gran Comisión (28:19-20). Más que decirles a los discípulos su identidad, les pide que le digan quién cree la gente que sea el Hijo del Hombre. Hijo del Hombre es el título que Jesús usa más frecuentemente para identificarse a sí mismo (8:20; 9:6; 10:23; 11:19; 12:8, 32; 13:37,41; 16:13, 27; 17:9, 12, 22; 19:28; 20:18, 28; 24:27, 30, 37, 39; 25:31; 26:2, 24, 45, 64). Su significado no es claro. Puede ser que Jesús lo prefiere porque no lleva algo del “bagaje” asociado con el título de Mesías. 
Los discípulos (no solamente Pedro) le dicen a Jesús que la gente piensa que él es:
• Juan el Bautista, que fue asesinado por Herodes. Juan tenía una presencia tan poderosa que la gente no se sorprendería de verlo otra vez. De hecho, Herodes cree que Jesús puede ser Juan resucitado (14:2).
• El profeta Elías, que se esperaba que reaparecería “antes que venga el día de Yahaveh, grande y terrible” (Malaquías 4:5).
• El profeta Jeremías, que experimentó un gran rechazo y que lloró sobre la ciudad de Jerusalén.
• Alguno de los profetas.
Es claro que la gente pensaba bien sobre Jesús y lo había considerado como profeta. Sin embargo, cuando ellos lo trataron de identificar, lo que hicieron fue ver hacia su pasado y no hacia su futuro. Sí, Jesús es un profeta, pero es más que un profeta. Él los desafiaría como lo haría un profeta, pero también los llevaría en direcciones que ellos nunca podrían anticipar.

Es interesante conocer las opiniones de la gente sobre Jesús, pero la primer pregunta de Jesús simplemente prepara el terreno para que haga la segunda, la pregunta más importante (v. 15).

VERSÍCULOS 15-16: Y VOSOTROS, ¿QUIÉN DECÍS QUE SOY?
15Les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?  16Respondió Simón Pedro: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
La pregunta real es lo que los discípulos piensan sobre Jesús. Cuando les dice “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”, el vosotros es tanto enfático como plural: se dirige a todos los discípulos más que solamente a Pedro (Boring, 344). El pueblo es libre de creer cualquier cosa que quieran respecto a Jesús, pero Jesús ha estado preparando cuidadosamente a estos discípulos para continuar con su obra. Han escuchado sus enseñanzas y han sido testigos de sus milagros. Lo que piensan sobre él es crítico. Lo que nosotros contestamos también es crucial. A estas alturas la incertidumbre es igual a la falta de fe. Ser cristiano significa creer que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Creer algo más –o algo menos— es ser religioso, pero no es algo cristiano.   
Pedro sirve como el vocero del grupo.  “Tú eres el Mesías” (griego = Christos). “La palabra Mesías y la palabra Cristo son la misma; una es hebreo y la otra griego para designar al Ungido. Los reyes fueron separados para este cargo al ungirlos, tal y como hasta ahora. El Mesías, el Cristo, el Ungido es el Rey Divino de Dios” (Barclay, 151).
No nos sorprende escuchar que Jesús es el Mesías. Este evangelio comienza con las palabras, “Libro de la generación de Jesucristo” (1:1), y a estas alturas del evangelio Mateo ya ha usado la palabra Mesías varias veces. No podemos saber exactamente lo que pensaron los discípulos cuando al principio dejaron todo para seguir a Jesús. Posiblemente habían crecido en su entendimiento al seguirlo día con día. Esta, sin embargo, es la primera vez que un discípulo reconoce que Jesús es el Mesías.  
Pedro también dice que Jesús es “el Hijo del Dios viviente”. “Jesús no solamente es el juez del futuro (el Hijo del Hombre), ni tampoco solamente el por tanto tiempo esperado Mesías del pasado (el Cristo); él es, como el Verdadero Hijo de Dios, la persona más importante en el presente” (Bruner, 571). Primero escuchamos que Jesús es el Hijo de Dios en su bautismo cuando Dios mismo anunció “Este es mi Hijo amado” (3:17); y Jesús se ha referido a sí mismo como el Hijo (11:27). Los discípulos llamaron a Jesús el Hijo de Dios cuando caminó sobre el mar hacia la barca y detuvo la tormenta (14:33). “…el Dios viviente” contrasta dramáticamente con los ídolos sin vida de un lugar como Cesarea de Felipe.
Una declaración como la de Pedro requiere compromiso. “Cuando uno ha dicho ‘Cristo’, uno está ligado a seguir al Cristo, sin importar a dónde pueda guiar ese seguimiento” (Leuking, 95).


VERSÍCULO 17: BIENAVENTURADO ERES, SIMÓN, HIJO DE JONÁS
17Jesús le replicó: Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo ha revelado nadie de carne y sangre, sino mi Padre del cielo.
Pedro ha identificado a Jesús como el Hijo del Dios viviente. Ahora Jesús responde reconociendo a Simón como el hijo de Jonás al mismo tiempo que le da su bendición. En el evangelio de Juan, el padre de Pedro es identificado como Juan y no como Jonás (Juan 1:42; 21:15). Notemos que Jesús lo llama Simón, el nombre por el que su Padre lo reconocería, más que con el nuevo nombre que Jesús está por darle.
“Porque no te lo reveló carne ni sangre, mas mi Padre que está en los cielos.”  Pedro no llegó a su discernimiento por una astucia espiritual. Dios le ha dado este entendimiento sobre Jesús. Este discernimiento de Pedro llega por revelación, por deducción. Esto también es para nosotros. No tenemos ninguna razón para ser orgullosos si sucede que estamos más despiertos espiritualmente que otros. Nuestra fe, igual que la de Pedro, es un don de Dios.
VERSÍCULO 18: SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA
18Pues yo te digo, que tú eres Pedro y sobre esta piedra construiré mi iglesia, y  el imperio de la muerte no la vencerá.
La gente estaba acostumbrada a pensar en Dios como una roca (Gn. 49:24; Dt. 32; 1 Sa. 2:2; 22; Salmos 18, 28, 31, 42, 62, 71, 78, 89, 92, etc., etc., etc.). Isaías también se refiere a Abraham y Sara como una roca: “Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y a la caverna de la fosa de donde fuisteis arrancados.  Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os parió” (Isaías 51:1-2). Dadas estas asociaciones con la palabra, Jesús le hace un gran honor a Pedro cuando lo identifica con una Roca. Al mismo tiempo pone sobre él una gran carga de responsabilidad.
“…sobre esta piedra.”  ¿Qué piedra? ¿Es la de que Jesús es el Hijo de Dios? ¿O es la fe que Pedro muestra cuando hace esta confesión?  ¿O es Pedro mismo?
Nosotros los católicos entendemos estas palabras para establecer que Pedro es la roca sobre la que Jesús construiría su iglesia. Creemos que Pedro fue el primer obispo de Roma y el primero de una inquebrantable sucesión de Papas. Es la historia sobre Pedro y Jesús, y la interpretación más plausible del pasaje es que Jesús es, en verdad, señalando a Pedro como la piedra angular, el líder principal, de este nuevo pueblo de Dios” (Long, 185-186)
 “…edificaré mi iglesia”. Es Jesús quien edifica la iglesia. La iglesia le pertenece a él. Los apóstoles y otros cristianos tienen funciones de apoyo, y esas funciones son importantes. Sin embargo, Jesús tiene la función principal. 
La palabra “iglesia” es una piedra de tropiezo para algunos estudiosos, que correctamente señalan que no hay iglesia (griego = ekklesia) en el tiempo en que Jesús dice estas palabras. Sin embargo, ekklesia es una palabra común que se puede referir a cualquier asamblea, y no hay razón para asumir que Jesús no usaría esa palabra, o de que no tendría una visión de la comunidad de creyentes que surgiría después de su ascensión.
“…y las puertas del infierno no prevalecerán.”  El infierno es el lugar de los muertos. Aquí tenemos “una metáfora para el poder del submundo o de lo demoníaco (ver, Isaías 38:10)” (Senior, 191). Las imágenes de Jesús funcionan desde cualquier lado de la puerta. Las puertas del Hades no dejan que los de dentro salgan y que los de fuera puedan entrar. Esas puertas encierran a los muertos, previniendo que escapen, y no dejan entrar a quienes pueden redimir a los muertos. Sin embargo, Jesús romperá el poder de la muerte con su propia resurrección, que solamente será el primero de los frutos de todos los fieles que se levantarán de la muerte (1 Corintios 15:23). Las puertas del Hades no resistirán la arremetida de Cristo sobre ellas. No solamente él, sino todos los redimidos de entre los muertos, se levantarán otra vez y confiadamente cruzarán las destruidas puertas. “La promesa no es que los cristianos no atravesarán por el infierno; la promesa es que el infierno no tiene la carta ganadora y que los poderes de la muerte no tienen la última palabra” (Long, 186).

VERSÍCULO 19: TE DARÉ LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS
19A ti te daré las llaves del reino de Dios: Lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo;  lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.

Estas frases tienen su raíz en Isaías 22:22, “Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro (de Eliaquim); y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.”  Así Eliaquim se convierte en el mayordomo de la casa, responsable de abrir la casa en la mañana, cerrarla por la noche y controlar el acceso a la presencia real. En este papel, Pedro abrirá la puerta para tres mil personas el día del Pentecostés (Hechos 2). Aunque inicialmente se resistirá a abrir la puerta a los gentiles, Dios lo persuadirá de admitir al centurión gentil (Hechos 10), y Pedro se convertirá en el vocero durante el Concilio de Jerusalén para mantener las puertas abiertas a los gentiles (Hechos 15). 
Atar y desatar también tienen que ver con reglas respecto a la doctrina y conducta ética. “En el lenguaje rabínico ligar desatar es declarar ciertas acciones prohibidas o permitidas…Después la tradición cristiana extenderá este principio para incluir el poder de perdonar o retener ciertos pecados (18:18); Juan 20:23), pero este no era su significado original” (Johnson, 453). “Desatar” también implica la autoridad para controlar la entrada a la iglesia: excluir o admitir basados en el cumplimiento con  reglas doctrinales y éticas. “Aquí Mateo designa a Pedro como el rabino principal del cristianismo” (Hare, 192), la persona que hará las decisiones difíciles con respecto a la doctrina y conducta. “No se le convierte en un pequeño Dios, pero su fe significa que está cargado con el poder de Dios para hacer la voluntad de Dios” (Soards). “Pedro es un paradigma para quienes enseñan e interpretan con autoridad de tal manera que abren el reino de los cielos a otros” (Martin). En Mateo 18:18, Jesús extenderá esta autoridad a todo el grupo de discípulos, diciendo “De cierto os digo que todo lo que aten en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo.”  Escrito lo cual, creemos que la autoridad de Pedro pasó de Pedro al papado.
 “Las ‘llaves’ se convierten en armas de guerra en la lucha contra las fuerzas de la muerte. La muerte es un poderoso enemigo,… [Pero] la muerte lucha con una mano atada a su espalda. No tiene acceso al reino de Dios. Cualquier cosa que la iglesia ata, la muerte no lo puede desatar, y cualquier cosa que la iglesia desata, la muerte no lo puede atar” (Brueggemann, 460). 
SÁBADO 23 DE FEBRERO
MATEO 5, 43-48
VERSÍCULOS 43-45: AMAD A VUESTROS ENEMIGOS
43Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiaras a tu enemigo.44Pues yo os digo: Amad (griego: agapatea vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen. 45Así seréis hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos.

En versículos 38-41 Jesús nos da imágenes de personas que podríamos considerar enemigos – que nos hacen daño (v. 38) – nos golpean (v. 39) – nos presentan un pleito (v. 40) – nos obligan (v. 41).  En cada caso, nos proporciona un remedio específico – “vuélvele también la otra mejilla” – “déjale también la capa” – “ve con él dos.”  Ahora, se dirige al principio que incita estas respuestas aparentemente pasivas – el principio del amor.

“Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo” (v. 43).  La Tora requiere que israelitas amen a sus vecinos y que eviten venganzas y resentimientos (Levítico 19:18).  También prohíbe la opresión de extranjeros que viven a su alrededor diciendo, “y ámalo (al extranjero) como a ti mismo” (Levítico 19:33-34) 
Ninguna parte del Antiguo Testamento requiere que israelitas odien a sus enemigos.  Odiar enemigos es algo natural, por eso, tal mandamiento no sería necesario (esto sería en el caso de que Dios verdaderamente quisiera que Israel odiara a sus enemigos).  En algunas ocasiones, Dios sí pidió a Israel la destrucción de sus enemigos (Números 31:7; Deuteronomio 7:2; 13:15; 20:17; 1 Samuel 15:3), pero eso era para evitar contaminación de religiones paganas y no una expresión de odio.
“Pues yo os digo: Amad (agapate) a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen” (v. 44).  Aquí, Jesús utiliza la palabra “enemigos” en plural, ampliando el alcance de este mandamiento.

En griego hay tres palabras para amor – eros, philos, ágape (Barclay también menciona una cuarta palabra – storge).  Esto confunde a la gente de habla inglesa cuando intenta comprender la Biblia, porque el significado de “amor” es mucho más amplio e incluye todos los demás significados de las palabras griegas.

Eros, una palabra que no se utiliza en el Nuevo Testamento, es un amor romántico o sexual.  Philos, utilizado de vez en cuando en el Nuevo Testamento, se refiere al amor fraterno.  Ágape se utiliza frecuentemente en el Nuevo Testamento.  Ágape es “el amor divino y generoso que hace lo necesario para asegurar el bienestar de su objeto” (Myers, 26).  Como tal, ágape es una palabra de acción más que de sentimiento.  Una persona que ama con ágape puede tener o no tener sentimientos amorosos hacia el ser querido, pero se preocupará por su bienestar y hará lo posible para ayudarle.

Ágape es el amor con que Dios nos ama.  Ágape es el amor de una madre para su hijo.  Ágape es el amor que hace que un soldado salte sobre una granada para salvar sus compañeros.  Ágape es el amor que hace que un adulto arriesgue su vida para salvar a un niño que se ahoga.

Es ágape lo Jesús quiere que tengamos para nuestros enemigos – amor que nos facilita volver la otra mejilla (v. 39) – dar más de lo requerido (v. 40) – seguir la segunda milla (v. 41) – y dar con generosidad a los que piden (v. 42).

“Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos” (v. 45a).  Puede que ágape avergüence a nuestro enemigo de tal manera que quiera hacerse amigo nuestro, pero, de ninguna manera Jesús sugiere que éste es el motivo detrás del amor hacia nuestros enemigos.  Ágape no se trata de una estrategia inteligente para mejorar nuestra situación, en cambio, busca ayudar al prójimo a mejorar su situación.

Jesús pide que mostremos ágape hacia nuestros enemigos “para que (seamos) hijos de (nuestro) Padre que está en los cielos” (v. 45).  Esto parece decir que nos convertimos en hijos del Padre Celestial al mostrar ágape.  Esto es verdad en un sentido, pero Jesús no pide que aseguremos nuestra salvación amando a nuestros enemigos.  En vez, la idea es demostrar ágape hacia nuestros enemigos, y así actuar como verdaderos hijos e hijas de nuestro Padre Celestial, que también ama sus enemigos.

Como un ejemplo: Un hombre bondadoso y generoso tiene dos hijos.  Uno crece a ser bondadoso y generoso como el padre.  Ese hijo es un hijo verdadero de su padre.  El segundo hijo, sin embargo, rehúsa las costumbres de su padre y se convierte en un hombre malhumorado y codicioso.  Ese hijo es un hijo errante.  Es de esperar que el padre se agrade con su hijo verdadero y que no se agrade con su hijo errante.  El padre puede amar al hijo errante y sentir alegría por alguna parte de su vida, pero no estará contento con sus costumbres codiciosas y malhumoradas.

Jesús pide que seamos verdaderos hijos e hijas de nuestro Padre en el cielo – un padre que ama a nuestros enemigos – un padre que ama hasta a sus enemigos.  Jesús pide que agrademos a nuestro Padre amando a nuestros enemigos.

“que hace (Dios) salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos” (v. 45b).  Vemos esto cada día.  El sol no solo alumbra al sembrador justo y niega su luz a su vecino injusto.  La lluvia no respeta líneas de propiedad, pero cae sobre la tierra sin discriminar, sin importar su dueño.  Así también el sol ilumina los campos de los justos y los injustos al mismo tiempo.  Algunas personas trabajadoras, honestas, bondadosas, y gentiles tienen mucho éxito, pero a otros no les va nada bien.  Hay canallas que se enriquecen, viven vidas largas y saludables, y tienen a muchos que lamentan (o que quizá solo observan) en sus funerales.  Podemos creer que no hay justicia, pero Dios dispone de toda la eternidad para cumplir justicia.

Gente rica a menudo acepta su riqueza como señal de que Dios aprueba de sus vidas.  Este versículo, sin embargo, dice que “¡no tiene que ser así necesariamente!”
VERSÍCULOS 46-47: SI AMAREIS A LOS QUE OS AMAN
46Si amáis sólo a los que os aman, ¿qué premio merecéis? ¿También lo hacen los recaudadores? 47Si amáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿También lo hacen los paganos?
“Si amáis sólo a los que os aman, ¿qué premio merecéis? ¿También lo hacen los recaudadores?” (v. 46).  Jesús nos recuerda, sin embargo, que amar a quienes nos aman no requiere nada especial.  Hasta personas malas aman a quienes les aman.  Si solo amamos a los que nos aman, no somos mejor que esa gente mala y no podemos esperar ningún favor de Dios.
“Si amáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿También lo hacen los paganos?” (v. 47).  El saludo judío, shalom (paz), transmite una bendición de Dios, y consiste de algo más que un saludo superficial.  La persona que solo da la bendición a sus familiares más cercanos no rinde ningún servicio inusual – no demuestra ninguna espiritualidad especial.  Hasta que los gentiles – considerados analfabetos espiritualmente y en bancarrota moral – tienen algo bueno que decir de sus propias familias.  Dios espera que nosotros – sus hijos – hagamos más de lo que hace esta gente común y corriente.  Dios espera que demos la bendición a nuestros enemigos.
VERSÍCULO 48: SED PERFECTOS

48Sed, pues, perfectos (griego: teleioi – perfectos, enteros, completos, maduros, llenos), como vuestro Padre del cielos es perfecto.
“Sed, pues, perfectos.”  Jesús concluye este pasaje difícil con este versículo difícil.  Parece exigir que estemos sin pecado.  Parece elevar sus expectativas a una altura imposible y después requerir que las alcancemos perfectamente.  Parece que no hay ninguna esperanza de gracia – ninguna esperanza de llegar a estos estándares imposibles que Jesús presenta en este pasaje.  Parece que nos está atrapando en una esquina de la que no podemos escapar.  Sin embargo, eso no concordaría de ninguna manera con su intención de salvarnos de nuestros pecados.
Pero aquí, ‘perfecto’ se traduce como ‘maduro, entero’ es decir, amar sin límites… Jesús no pretende frustrar a sus oyentes con un ideal inalcanzable, en vez, les reta a crecer en obediencia a la voluntad de Dios – a hacerse más como él” (Blomberg).
Hare anota que el verbo expresa el futuro y que sería mejor traducido como, “Serás perfecto.”  Lo compara con Levítico 19:2 que dice, “Santos seréis, porque santo soy yo Yahaveh vuestro Dios.”  Esto no se trata de algo que ya hemos logrado, sino la meta que Dios quiere que alcancemos.  “No es que la santidad del hombre y la mujer es idéntica a la santidad de Dios, pero que sí habrá una correspondencia.  Igual que somos creados en la imagen divina, así se nos presenta la oportunidad de imitar la sinceridad moral de Dios” (Hare, 61).
Pero también es una promesa que, por la gracia de Dios, lo imposible será posible.  “En el nuevo mundo, Dios regenerará todas las relaciones.  El Jesús de Mateo instruye a los discípulos para que vivan en el presente, sacando fuerzas del nuevo mundo que ya está en función” (Allen, 40).
DOMINGO 24 DE FEBRERO
LUCAS 9, 28B-36
CAPÍTULO 9: ¿QUIÉN ES ESTE?

Al principio de este capítulo, Herodes “estaba en duda, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos; Y otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún profeta de los antiguos ha resucitado.  Y dijo Herodes: A Juan yo degollé: ¿quién pues será éste, de quien yo oigo tales cosas? Y procuraba verle” (vv. 7-9).

La pregunta “¿Quién es éste?” es central a este evangelio en general y al capítulo 9 en particular. Jesús les pregunta a sus discípulos, “¿Quién dicen las gentes que soy?” Y ellos contestaron “Y ellos respondieron, y dijeron: Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado.”  Entonces, nos dice el evangelista, Jesús les preguntó “¿Y vosotros, quién decís que soy?” Y así fue que Pedro contestó “El Cristo de Dios” (vv. 18-20).

Jesús ahora les dice a sus discípulos lo que implica la respuesta de Pedro: “Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y sea desechado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día” (vv. 21-22). Esto responde a la pregunta de “¿Quién es éste?”, sin darle un título, sino describiendo el proceso por el que el Mesías llevará a cabo su obra.
Y, por lo tanto, el pasaje del evangelio para hoy, tenemos la respuesta más dramática a la pregunta de “¿Quién es este?” Dios dice, “¡Este es mi Hijo amado; a él oíd!” (v. 35).
VERSÍCULO 28: JESÚS SUBIÓ AL MONTE A ORAR

Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Santiago, y subió al monte a orar. El evangelio de Marcos dice que fueron seis días después, y no estamos seguros por qué Lucas lo cambia a ocho días. Tal vez Lucas estaba uniendo la Transfiguración a la resurrección, qué ocurrió en el octavo día, el después del Sabbath (Craddock, Interpretation, 133).
El versículo 28 une la Transfiguración al pasaje precedente en que Pedro declara que Jesús es el Mesías y Jesús declara que debe sufrir y morir. Los tres sinópticos colocan la Transfiguración inmediatamente después de que Jesús hace el primer anuncio de su pasión, enfatizando que quien “padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales y sacerdotes y los escribas y que sea muerto y resucite al tercer día” (v. 22) no es una víctima al azar de la violencia, sino que en verdad es el Hijo de Dios (v. 35).
“Tomó a Pedro y a Juan y a Santiago...” (v. 28). En la sección precedente, Jesús había estado con el grupo de discípulos más grande. Llevar a Pedro, Juan y Jacobo con él nos da una señal de que este es un evento importante. Este círculo íntimo estuvo presente en la sanidad de la hija de Jairo (8:51). Marcos 14:33 y Mateo 26:37 nos dice que estos tres fueron los discípulos que estuvieron presentes en el Getsemaní, pero Lucas solamente dice que los discípulos estuvieron ahí (22:39, 45).

Note que el orden de los nombres es diferente en Lucas que en Marcos y Mateo, que ponen a “Pedro, y a Santiago, y a Juan” (Mt. 17:1; Mc. 9:2 y 14:33). Lucas coloca el nombre de Juan antes del de Jacobo aquí y en la historia de la hija de Jairo, tal vez porque Pedro y Juan estarán tan ligados más tarde en los escritos de Lucas (22:8; Hechos 3:1-10; 4:1-22; 8:14-25) (Culpepper, 205).
Ellos “subieron al monte a orar” (v. 28). Esta es una declaración más teológica que geográfica. Los montes eran lugares de oración, y fue en las montañas que ocurrieron importantes encuentros con Dios. No se dice qué montaña es esta, pero su nombre no es importante. El modelo para este tipo de encuentros es Moisés en el Sinaí (Ex. Capítulos 19-32).
Subieron a la montaña a orar, y grandes cosas ocurrieron. John Knox dice “Para tener ‘experiencias de montaña’ no basta con ir a la montaña; uno debe ir a la ‘montaña a orar’” (Knox, 174). Aquí tienen material para un sermón.

VERSÍCULOS 29-33: VIERON LA GLORIA DE JESÚS
29Mientras, cambió de aspecto su rostro, y sus vestidos resplandecían de blancura.   30Dos hombres hablaban con él: eran Moisés y Elías, 31Que aparecieron  gloriosos y comentaban la partida que iba a consumar en  Jerusalén. 32Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño. Al despertar vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.  33Cuando éstos se retiraron, dijo Pedro a Jesús: Maestro, qué bien se está aquí. Armemos tres tiendas: una para ti, una para Moisés y una para Elías. (No sabía lo que se decía).
“Mientras, cambió de aspecto su rostro, y sus vestidos resplandecían de blancura” (v. 29). Esto recuerda la historia de Moisés, que en el monte Sinaí se encontró con Dios y su apariencia era como la de un “fuego abrasador en la cumbre del monte...” (Ex. 24:17), y cuyo rostro brillaba intensamente “después que hubo con El hablado” en el monte Sinaí. Moisés tuvo que usar un velo para cubrir la brillantez de su rostro cuando estaba en la presencia de los israelitas (Ex. 34:29-35)
De hecho, hay muchos paralelos entre Éxodo 24 y el relato de la Transfiguración de Jesús. Ambos incidentes: 1) ocurren en una montaña, 2) incluyen a Moisés, 3) Dios habla desde una nube, 4) y hablan sobre la gloria del Señor. Lucas “entiende a Jesús como un nuevo Moisés, que es el mediador de una nueva ley para su pueblo y los liberará de la esclavitud en un nuevo éxodo (Achtemeier, 50).
Y aun así, la gloria de Jesús “es diferente a la gloria de Moisés, que resplandecía porque había visto el rostro del Señor y reflejaba la gloria de Dios como lo haría un espejo... Lucas dice que Jesús resplandecía por sí mismo, y de esta manera lo identifica con Yahvé” (Rohr, 128).
“Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías” (v. 30). El pueblo judío era el pueblo de la Ley y los Profetas. Moisés era el gran dador de la ley, y Elías el gran profeta.
Moisés y Elías “aparecieron en majestad...” (v. 31). La gloria de Moisés y Elías no es para competir con la gloria de Jesús, que se describe con términos más grandiosos, sino solamente para confirmar el estatus de Moisés y Elías como seres celestiales. La voz de las nubes solamente se dirigirá a Jesús – no a Moisés y Elías – y solamente después de que Moisés y Elías han partido (Cousar, et. al., 178). “La perspectiva de que Jesús fue un profeta como Moisés, solo que más grande... fue de importancia central para Lucas y su comunidad, como es ampliamente evidente en Hechos 3:22-26” (Nickle, 100).

Moisés y Elías “hablaban de su salida, la cual había de cumplir en Jerusalén” (v. 31). Este es el único evangelio que nos dice que Moisés y Elías dialogan con Jesús. La palabra que se traduce como partida en español, es éxodos, que provee un paralelo con Moisés, que dirigió el Éxodo de Egipto. La partida sobre la que estaban hablando era la muerte de Jesús. Tanto el Éxodo de Moisés como la muerte de Jesús son eventos de salvación, diseñados para sacar al pueblo de la esclavitud (esclavitud en Egipto por un lado, y esclavitud al pecado por el otro), y llevarla a la Tierra Prometida (la tierra de Israel por un lado, y el reino de Dios por el otro).
“Y Pedro y los que estaban con él, estaban cargados de sueño: y como despertaron, vieron su majestad, y a aquellos dos varones que estaban con él” (v. 32). Los discípulos también tuvieron un problema con el sueño en el monte de los Olivos (22:45). En ese caso, de hecho se durmieron. En este caso, parece ser que estaban medios dormidos, pero lo suficientemente despiertos para ver lo que estaba pasando. Tal vez lo somnoliento de Pedro explica el porqué de su inapropiada propuesta de hacer tres enramadas (v. 33).
“Y aconteció, que apartándose ellos de él, Pedro dice a Jesús: Maestro, bien es que nos quedemos aquí: y hagamos tres pabellones, uno para ti, y uno para Moisés, y uno para Elías; no sabiendo lo que se decía” (v. 33). ¡Pedro era un hombre de acción! ¡Sin restricciones! Esa era su fortaleza y su debilidad. En un tiempo cuando cualquier otra persona se hubiera sentado asombrada y en silencio, Pedro diría: ¿Por qué no hacemos....? Ninguno de los evangelios nos dice por qué quería construir tres enramadas. Tal vez quería prolongar el momento. Tal vez quería honrar a Moisés, Elías y Jesús. Tal vez quería ofrecer a Moisés y Elías un poco de hospitalidad. Probablemente solo quería hacer algo. ¡Un hombre de acción necesita actuar!
Sin embargo, tal vez haya otra conexión con Moisés a estas alturas. Como Moisés había dirigido a los israelitas a través del desierto, Dios también le dijo que construyera cabañas en las que el pueblo viviría por siete días para que el festival que después se conocería como la fiesta de los Tabernáculos (Lv. 23:33-43). Deberían hacer esto “para que sepan vuestros descendientes que en cabañas hice yo habitar a los hijos de Israel, cuando los saqué de la tierra de Egipto: Yo Yahaveh vuestro Dios” (Lv. 23:43). Esto comenzó como la fiesta por las cosechas, pero una vez que los israelitas estuvieron firmemente establecidos en la Tierra Prometida, continuaron observando esta fiesta como un continuo recordatorio de su peregrinaje por el desierto, su liberación de la esclavitud en Egipto, y la continua fidelidad de Dios para ellos.

La idea de Pedro no llegó a ningún lado. Lucas dice que Pedro “no sabía lo que decía” (v. 33), y con esto nos deja claro que Lucas consideró mala la propuesta de Pedro. Tal vez el problema fue que Pedro estaba tratando de “hacer una rutina de la presencia de la gloria de Dios”. Tal vez fue que trataría a “Jesús como igual a Moisés y Elías” (Johnson, 155-156). La voz de los cielos interrumpe de tal manera que Jesús nunca responde directamente a la sugerencia de Pedro.


VERSÍCULOS 34-36: ESTE ES MI HIJO AMADO; A ÉL OÍD

34Apenas lo dijo, vino una nube que les hizo sombra. Al entrar en la nube, se asustaron.  35Y sonó una voz que decía desde la nube: Este es mi Hijo elegido. Escuchadle.  36Al sonar la voz, se encontraba Jesús solo. Ellos guardaron silencio y por entonces no contaron a nadie  lo que habían visto.
Las nubes son el símbolo de la presencia de Dios en el Sinaí (Ex. 24:15-16; 34:5), y simboliza la presencia de Dios para estos tres discípulos. Tiempo después, en la ascensión de Jesús, “y una nube le recibió y le quitó de sus ojos” (Hechos 1:9).
Los discípulos estaban aterrorizados cuando la nube los envolvió, porque entendían a la nube  como la presencia de Dios. Solamente al Sumo Sacerdote le era permitido venir a la presencia de Dios, y solamente en el día de la expiación (He. 9:7). Ver el rostro de Dios era morir (Ex. 33:20). ¡Nadie sabía lo que pasaría cuando estuvieran en la presencia de Dios! ¡Tal vez morirían! ¡Tal vez Dios los transportaría directamente al cielo en un torbellino tal como lo había hecho con Elías (2 R. 2:1-11)! Cualquiera que pudiera ser el resultado, estos hombres sintieron una terrible indignidad al estar en la presencia de Dios, insuficientemente preparados para encontrarse con su Creador, y terriblemente vulnerables para cualquier cosa que se les tuviera preparada. Era como si hubieran entrado al salón de clase solamente para ser presentados – de repente y sin ninguna advertencia – con el examen final, su verdadero Examen Final. Estaban temerosos.
“Y vino una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo elegido...” (v. 35). Como ya se dijo arriba, a través de este capítulo, la pregunta ha sido ¿quién es este? Ahora Dios provee una respuesta definitiva: “Este es mi Hijo elegido”. Esta es otra conexión con Moisés, que le había dicho al pueblo, “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Yahaveh tu Dios: a él oiréis” (Dt. 18:15; ver también Hechos 3:22; 7:37-53).

“...escuchadle” (v. 35). “...este mandamiento es... el prefacio para toda la enseñanza de Jesús a sus discípulos sobre la jornada a Jerusalén, una enseñanza diseñada para prepararlos para sus tareas cuando él ya no esté con ellos” (Tannehill, 16). Los discípulos no solamente no lo escucharían bien, sino que tampoco cumplirían sus tareas fielmente... sino hasta después de la resurrección.
–– Fallarían para sanar a un muchacho con un demonio (9:37-43).

–– Fallarían para entender las advertencias de Jesús sobre su traición (9:43-45).

–– Discutirían sobre quién era el mayor (9:46-48).
–– No entenderían la predicción de Jesús sobre su muerte y resurrección (18:31-34).
–– Pedro negaría a Jesús (22:54-62).
–– Verían a Jesús de lejos mientras era crucificado (23:49)
¡Pero Dios obtendría la victoria de cualquier manera! ¡Por sobre todo! Si Dios puede triunfar con este tipo de discípulos, entonces ¡tal vez también hay esperanza para nosotros!
“Y pasada aquella voz, Jesús fue hallado solo: y ellos callaron; y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto” (v. 36). Moisés y Elías “apartándose ellos de él” (v. 33) antes de que se escuchara la voz de las nubes ya habían desaparecido. ¡El momento ya había pasado! ¡Los discípulos habían sobrevivido al encuentro con Dios! Los fuegos artificiales habían cesado. Solamente se quedaron con Jesús y el silencio. Incluso Pedro se quedó con la boca cerrada. No le dijeron a nadie lo que habían visto, y no había problema por ello. Ya habría ocasión para hablar, pero todavía no estaban completamente listos para testificar de la manera en que lo harían unas semanas después en Jerusalén (Hechos, capítulos 1-2).
Esta fue una “experiencia de la montaña, pero no del tipo que una persona escribe sobre resplandecientes amaneceres, suaves brisas, amistades cálidas, música y silencios. En esta montaña el tema es la muerte...” (Craddock, Interpretation, 135).
LUNES 25 DE FEBRERO
LUCAS 6, 36-38
VERSÍCULOS 35-36: SED COMPASIVOS, COMO VUESTRO PADRE ES COMPASIVO
35Amad más bien a vuestros enemigos,  haced el bien y prestad sin esperar nada en cambio. Así será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, que es generoso con ingratos y malvados. 36Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo.
Aquí Jesús nos da el trasfondo teológico de comportamiento no recíproco.  Hemos de amar, hacer bien, y actuar generosamente, porque “seréis hijos del Altísimo.”  Como hijos del Altísimo, nuestra recompensa es grande, porque somos herederos del reino.  Podemos vivir bajo el techo del rey y comer en su mesa.  Podemos entrar en presencia del rey y disfrutar de su protección.  Nos hacemos como el rey y desarrollamos costumbres reales.  Es una vida llena de privilegio – una vida bendecida.

VERSÍCULOS 37-38: DAD, Y SE OS DARÁ

37No juzguéis, y no seréis juzgados: no condenéis, y no seréis condenados: perdonad, y os perdonarán. 38Dad y os darán; una medida generosa, apretada, remecida, y rebosante recibiréis. La medida que uséis la usarán con vosotros.
“No juzguéis, y no seréis juzgados: no condenéis, y no seréis condenados” (v. 37ab).  “Literalmente, Lucas dice, ‘dejad de juzgar’ y ‘dejad de condenar’…” (Craddock,Interpretation, 91).  Juzgar (krinete) tiene que ver con evaluar y formar opiniones, sean positivas o negativas.  Condenar (katadikazete) es más negativo y tiene que ver con pronunciar culpabilidad.
Hay una tensión verdadera aquí.  En el Evangelio de Mateo, Jesús avisa de falsos profetas y dice, “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16).  Como la iglesia, debemos confrontar la realidad del mal y enseñar a los nuestros como levantarse por el bien.  Hemos de enseñarles a nuestros hijos a reconocer bien y mal.  Hemos de evitar hacernos mal a nosotros mismos.  Para hacer estas cosas, debemos identificar bien y mal.  Esto incluye juzgar.  Vivir de manera fiel incluye discernimiento.
Quizá el comportamiento que Jesús prescribe aquí tiene que ver con la manera de pensar que es rápida en pronunciar sentencia sobre otros – rápida en dar por hecho las prerrogativas de Dios.  Cuando era muy joven y nuevo al ministerio, una mujer me preguntó si su padre, aficionado al juego, hubiera podido ir al cielo.  Contesté que apostar no es compatible con una vida cristiana y, por eso, pensaba que no.  Me arrepentiré de esa respuesta el resto de mi vida.  No fue mi lugar poner al padre de esa mujer entre las cabras o las ovejas – es la obra de Dios.  Mi respuesta a la mujer le trajo dolor, y un dolor innecesario.  La verdad es que yo no sé lo que Dios hizo con su padre.  Ahora me doy cuenta de que soy culpable de pecados más serios que apostar, y espero que la respuesta que le di a la mujer no sea la respuesta que Dios me devuelva a mí.
Quizá el comportamiento que Jesús prescribe aquí tiene que ver con las sutiles maneras con que nos descontamos unos a otros.  Descartamos a esa persona porque es un fundamentalista y a esa persona porque es católica.  Blancos se apresuran al acusar a una persona de haber sido empleada por leyes de oportunidad-equitativa, y negros se apresuran al acusar a una persona de ser racista. 
“perdonad, y seréis perdonados” (v. 37c).  Esta promesa se puede comprender en dos niveles.  El significado más obvio es que Dios nos perdonará si nosotros perdonamos a los demás.  Sin embargo, a menudo es también verdad que gente encuentra más fácil perdonar a una persona que tiene naturaleza de perdonar.  No necesitamos escoger entre estos dos significados.  Es probable que ambos sean verdad.
Esta promesa es consistente con las cosas que Jesús tiene que decir acerca del perdón en otros lugares de este Evangelio (Lucas 11:4; 17:3-4; 23:34).
Dios nos recompensa cuando no nos involucramos en ese comportamiento.  “Medida buena, apretada, remecida,  rebosante recibiréis” (v. 38a).  La recompensa no solo es más de lo que hemos ganado sino más de lo que podemos manejar.  Apretada, es demasiado abundante para contenerla.  Rebosa del contenedor más grande, y se cae al suelo.

“La medida que uséis la usarán con vosotros” (v. 38b).  Dios medirá nuestra recompensa con la misma escala que hemos usado para medir nuestra generosidad.  Dios nos medirá para el reino con la misma yarda que nosotros hemos usado para medir nuestros vecinos.
MARTES 26 DE FEBRERO
MATEO 23, 1-12
EL CONTEXTO: CAPÍTULOS 21-25
Los capítulos 21 y 22 están llenos con los conflictos entre Jesús y el liderazgo religioso judío, y donde se dirige a estos líderes directamente. El capítulo 21 comienza con la entrada triunfal a Jerusalén el Domingo de Ramos (21:1-11) y rápidamente va a la descripción de la limpieza del templo (21:12-17), un hecho altamente provocativo que enciende el conflicto con los líderes religiosos.
En el capítulo 23, Jesús habla a las multitudes y a sus discípulos (v. 1), abordando el fracaso espiritual de los escribas y fariseos (23:1-36). Se lamenta sobre Jerusalén, y predice su próxima destrucción (23:37 - 24:2) que ocurrió en año 70 d.C., varias décadas después del ministerio terrenal de Jesús y una década antes de que Mateo escribiera su Evangelio. 
Los capítulos 24 y 25 son bastante apocalípticos (preocupados con el fin de los tiempos), e incluyen un buen número de parábolas sobre estar preparados.
En este Evangelio, Jesús comienza su ministerio con el Sermón del Monte (caps. 5-7), el segmento más substancial de su enseñanza en las Escrituras. Ahora concluye su ministerio público con este extenso discurso, otro gran segmento de su enseñanza.
VERSÍCULOS 1-7: NO HAGAIS COMO LOS FARISEOS
1Entonces Jesús, dirigiéndose a la multitud y a los discípulos, 2Dijo: En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los Fariseos. 3Lo que os digan ponedlo por obra, lo que hacen no lo imitéis; pues dicen y no hacen.  4Lían fardos pesados y se los cargan en la espalda a la gente, mientras ellos se niegan a moverlos con el dedo.  5Todo lo hacen para exhibirse delante de la gente: Llevan cintas anchas y borlas grandes. 6Les gusta ocupar los primeros puestos en las comidas y los primeros asientos en las sinagogas; 7Que los salude la gente por la calle y los llamen Maestros.

Jesús sigue en el templo al dirigirse a las multitudes y sus discípulos. Su primera declaración nos sorprende: “Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y los Fariseos: 3Así que, todo lo que os dijeren que guardéis, guardadlo y hacedlo” (v. 2).
En los dos capítulos previos, Jesús entró en serio conflicto con los escribas y los fariseos cuando les dijo, “De cierto os digo, que los publícanos y las rameras os van delante (escribas y fariseos) al reino de Dios” (21:31). Los fariseos están dedicados a la rectitud personal, pero Jesús le dijo a sus discípulos, “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (5:20), y “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos” (15:14) y que “…os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y saduceos…” (16:11). Ahora, en este pasaje, Jesús les dice a sus discípulos que hagan lo que los escribas y fariseos enseñan. ¿A qué debemos atribuir este comentario tan sorprendentemente positivo?
Jesús dice que los escribas y fariseos “Sobre la cátedra de Moisés se sentaron” (v. 2). Moisés, por supuesto, fue el gran dador de la ley, y sentarse en la cátedra de Moisés tal vez sea algo metafórico, y signifique continuar con la obra de Moisés, hablar con la autoridad de Moisés (Morris, 571; Boring 431); o, para el tiempo de Jesús, es posible que la cátedra de Moisés fuera de hecho una silla que se colocaba al frente de la sinagoga. “En cualquier caso, ‘la cátedra de Moisés’ se refería a la autoridad de los maestros cuya interpretación de la tradición proveía un puente de unión con Moisés, el dador de la ley y maestro por excelencia” (Senior, 257).
 Jesús dice, “Así que, todo lo que os dijeren que guardéis, guardadlo y hacedlo” (v. 3a). A pesar de su fracaso personal, estos escribas y fariseos son mayordomos de un gran tesoro espiritual, y Jesús quiere que sus discípulos aprovechen ese tesoro para ellos mismos. Esto está de acuerdo con la anterior declaración de Jesús “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas: no he venido para abrogar, sino a cumplir” (5:17). También está de acuerdo con la ley deuteronómica, que requiere a los judíos consultar con autoridades religiosas por asuntos espirituales difíciles y cuidar de “hacer según todo lo que te manifestaren” (Deuteronomio 17:10).
Así que los discípulos de Jesús deben honrar el honorable cargo que estos hombres ocupan y hacer lo que enseñan, siempre y cuando estén de acuerdo con la Torá. Los escribas y fariseos habían extendido la ley poniéndole parches, añadiendo reglas y reglamentos, y Jesús no les dice a sus discípulos que las desechen, como a ellos les gustaría que lo hubiera hecho. La razón podría ser que Jesús está por llegar a un PERO, y que el núcleo de su mandamiento tiene que ver con lo que sigue a ese PERO.
“Mas no hagáis conforme a sus obras” (v. 3b). ¡Eso es todo! ¡Es lo que Jesús vino a decir! La enseñanza de los escribas y fariseos puede ser buena, es buena si enseñan sin adornos excesivos; PERO su ejemplo personal es abominable. Dios los ha llamado a una alta posición para que pudieran proveer consejo experto en asuntos espirituales a la gente que tenía que trabajar para vivir, a la gente que no tenía la oportunidad de estudiar la ley día y noche, que frecuentemente eran analfabetas y que no tenían acceso a los preciados rollos incluso si pudieran leer. Dios llamó a estos escribas y fariseos para ser siervos de estas personas, pero ellos han tratado el llamado como si fuera un privilegio más que una vocación, como un honor más que como una manera de servir.
Como resultado de este equivocado entendimiento, los escribas y fariseos cometieron los siguientes tres pecados:
1) “dicen, y no hacen” (v. 3c). Cuando se trata de enseñar, nada es tan efectivo como un buen ejemplo y nada tan destructivo como un mal ejemplo. Su conducta personal debe proveer una lección visible: debe mostrar a la comunidad cómo es la conducta apegada a la ley y los beneficios que esto acarrea. Pero estos hombres que enseñan la ley de la Torá fallan para practicar lo que enseñan. Su falta de integridad socava su obra.
2) “Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; mas ni aun con su dedo las quieren mover” (v. 4). Los escribas y fariseos se creen responsables ante Dios para obligar a los demás a mantener altos niveles de conducta, más que como responsables por la gente para ayudarles a obtener esos altos niveles. Es este “acercarse por el lado equivocado” lo que crea el problema. Observando al rebaño desde su posición superior, lo que sienten es desprecio más que compasión. La distancia que hay entre donde está la gente y donde Dios quiere que estén es tan grande que los escribas y fariseos ven la situación sin esperanza alguna. Sin querer ensuciarse las manos y perder su tiempo, ellos se evaden por el camino fácil. Pasan sus días debatiendo los puntos finos de la ley, y cargan al pueblo con sus hallazgos. Ellos ven esto como si fuera la responsabilidad de la gente sobrellevar la carga resultante, y rehúsan siquiera levantar un dedo para ayudarles.

En contraste, Jesús ofrece un yugo fácil, una carga ligera, y descanso para el alma (11:29-30). Esto no significa que Jesús deseche la ley o disculpe a otros por hacerlo, pero sí significa que Jesús, el carpintero, amorosamente talla el yugo para que sea cómodo y se ajuste bien para llevar la carga efectivamente. La diferencia entre un yugo que se hizo sin cuidado, y el que fue cuidadosamente labrado, puede no ser tan evidente para el observador casual, pero es muy evidente para el animal que lo lleva. La compasión de Jesús hace la diferencia.
3) “Antes, todas sus obras hacen para ser mirados de los hombres” (v. 5a). Jesús manda a sus discípulos a que “así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (5:16). Los escribas y fariseos son culpables de buscar la gloria para sí mismos y que en realidad le pertenece a Dios. Una vez más “llegan por el lado equivocado”, buscando la gloria personal en vez de buscar dar la gloria a Dios. Ellos aman el gran honor que está asociado con su posición.
Este amor al honor se manifiesta de varias maneras. “Ensanchan sus filacterias y extienden los flecos de sus mantos (v. 5b). Filacterias (también conocidas como tephillin) son cajas de cuero que contienen uno o más rollos inscritos con pasajes de la Escritura de acuerdo con Deuteronomio 11:18, que dice “Pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis por señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos.” Obedeciendo a la ley de la Tora, los escribas y fariseos usaban filacterias en su frente y en su brazo. Las filacterias servían como un constante recordatorio de la ley de Dios, e incluía ciertos pasajes de la ley (Éxodo 13:1-16; Deuteronomio 6:4-9; 11:13-21). Deuteronomio también requiere que los judíos escriban las leyes “en los postes de tu casa, y en tus portadas” (Deuteronomio 11:20); una ley que los judíos practicantes fieles siguen obedeciendo al colocar una Mezuzah conteniendo estas leyes en los postes de sus casas. Tal aditamento identifica un hogar judío y a sus habitantes como fieles practicantes. También sirve como un constante recordatorio de la ley de Dios para los niños y otras personas.
Las franjas en los bordes de la vestidura son requeridas por Números 15:37-41 y Deuteronomio 22:12, y la intención es que estas les recuerden los mandamientos al pueblo de Dios. Jesús usó esas franjas en su vestidura (Mateo 9:20; 14:36). Las filacterias y franjas son más o menos como los vitrales o las imágenes: su intención es que la gente, particularmente las personas casi analfabetas, recuerden y entiendan los asuntos espirituales. Debemos tener en mente que no simplemente son una buena idea, sino que son la idea de Dios, puesta en la ley de la Tora.
El problema no es que los escribas y fariseos observen estas leyes de la Tora, sino que busquen honor personal por hacerlo. Especialmente usan grandes filacterias y largas franjas para llamar la atención a su escrupulosa práctica.
Jesús enseña a sus discípulos una manera completamente diferente de vivir. Les enseña a dar limosna, a orar, y ayunar en secreto (Mateo 6:1-8, 16-18) porque “tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (6:18). Y le dice a la gente que busca practicar la piedad para ganar honor público “de otra manera no tendréis merced de vuestro Padre que está en los cielos” (6:1).
Los escribas y fariseos también “aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas” (Mateo 23:6). En un banquete formal, los invitados serían puestos en forma de U. “El lugar principal era el que estaba en el centro deltriclinium (sillón para tres) que estaba en la cabecera de la mesa, y este sería ocupado por el anfitrión. El invitado de honor compartiría su triclinium, y los otros tomarían su lugar en orden descendente según su importancia” (Morris, 575). Recordamos que la madre de Jacobo y Juan solicitó que sus hijos se sentaran a la derecha e izquierda de Jesús (Mateo 20:21).
En la sinagoga, los buenos asientos eran los que estaban cerca del frente, y los mejores asientos eran los que estaban sobre la plataforma y que daban el frente a la cofradía. Durante todo el servicio de la sinagoga, los miembros de la cofradía veían a las personas en la plataforma, y así se les recordaba continuamente su importancia.
Además aman “las salutaciones en las plazas, y ser llamados de los hombres Rabí, Rabí” (Mateo 23:7). La plaza es donde la gente se reunía para encontrarse y saludarse. “La cortesía oriental requería que la extensión y el cuidado del saludo fuera igual o adecuado al honor y estatus de quien se saludaba… Ya que… los maestros de la Tora eran considerados por Israel los miembros más valiosos de la comunidad, los honores que se les debían en el saludo estaban especialmente llenos de calidez” (Bruner, 814). Nosotros pensamos en un Rabí como otra palabra para maestro, y tiene esa connotación. Sin embargo, también significa “el grande” o “amo”, y de esta manera implica superioridad: una persona con buenas conexiones, poderosa, importante.

        
VERSÍCULOS 8-10: QUE NO LOS LLAMEN MAESTROS

8Vosotros no os hagáis llamar maestros, pues uno solo es vuestro Maestro, mientras que todos vosotros sois hermanos.  9En la tierra a nadie llaméis  padre, pues uno solo es vuestro Padre, el del cielo.  10Ni os llaméis instructores, pues vuestro instructor es uno solo, el Mesías.
Hasta aquí, Jesús se ha dirigido a las multitudes y sus discípulos. Ahora revela el propósito de esta extensa condenación de los escribas y fariseos. Los está usando como una lección objetiva –una ilustración de su sermón – sobre los ejemplos negativos. Los discípulos no deben ser como ellos, sino que deben evitar la preocupación por el honor personal.
“Más vosotros, no queráis ser llamados Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo; y todos vosotros sois hermanos” (griego = adelphoi, hermanos, Mt. 23:8). Como ya se observó antes, la palabra Rabí sugiere una persona superior. Los discípulos de Jesús no deben buscar esa superioridad sobre sus hermanos (y hermanas), sino que deben reconocer su igualdad bajo su maestro.
“Y vuestro padre no llaméis a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el cual está en los cielos” (23:9). Los judíos consideraban a Abraham como su padre (Mateo 3:9; ver también Lucas 16:24, 30 y Juan 8:35), y los cristianos consideramos a los líderes de la iglesia primitiva como padres de la iglesia. Jesús nos llama a recordar que solamente tenemos un Padre espiritual, y ese Padre está en el cielo  
-- ¿De dónde sacamos la palabra reverendo, que el diccionario define como “digno de reverencia; merecedor de ser reverenciado”? ¿Acaso esa palabra no ofende de la misma manera que Rabí o Padre? ¿Qué hay sobre los varios niveles de Reverendo: Muy Reverendo, Reverendísimo, Reverendo Señor, el Reverendo Doctor?
-- ¿Puede la palabra Profesor sugerir superioridad e importancia?
-- Pocos de nosotros conservamos el corazón puro cuando se trata de recibir honores. Todos nosotros – católico romanos,  también los ortodoxos, judíos – tenemos de qué arrepentirnos aquí. Al menos en esto podemos decirle a Dios: “Bueno, ¡todos lo estaban haciendo!”.
El movimiento en este relato va de los escribas y fariseos a los primeros discípulos de Jesús, y de ahí a los cristianos del tiempo de Mateo, y hasta llegar a nosotros hoy día. Mientras Jesús esté hablando de los escribas y fariseos, nosotros nos podemos sentar en la orilla y echar porras, sin sentirnos amenazados. Cuando Jesús cambia la conversación a sus discípulos, sin embargo, sentimos que tarde o temprano llegará hasta nosotros. Muy pronto el discurso que empezó como un ejercicio académico se volverá personal, y ya no nos sentimos tan cómodos. En cierto punto, por supuesto, nos damos cuenta de que Jesús está, de hecho, llamándonos a dejar esa vida preocupada con uno mismo y nos jala como un gran imán hacia un discipulado altamente disciplinado que requiere más de lo que queremos dar. Este texto, que empezó en un lugar muy seguro, ahora se da la vuelta para demandar mucho de nosotros. No solamente hemos de evitar buscar títulos honoríficos, sino que hemos prevenir que la gente los use para nosotros (v. 8, 10).
VERSÍCULOS 11-12: EL MAYOR DE VOSOTROS SEA VUESTRO SIERVO
11El mayor de vosotros sea vuestro servidor.  12Quien se ensalza será humillado, quien se humilla será ensalzado.
Recordamos las palabras de Jesús, “Mas muchos primeros serán últimos, y últimos primeros”
(19:30, Ver también 20:16). El reino de Dios es un mundo de cabeza – como un espejo donde todo se ve al revés – un reino en que las reglas son lo opuesto de aquellas con las que vivimos día con día. Alguna vez se han imaginado como sería ir al trabajo y encontrarse con que ¡todas las reglas cambiaron! ¡Sería bastante confuso! ¿¡No querrían que alguien les explicara las nuevas reglas para que ustedes pudieran pararse sobre tierra firme una vez más!? Aquí (y en todo este Evangelio) Jesús nos dice las nuevas reglas del reino. Un ejemplo es “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.”  ¡Realmente eso es bastante diferente! Si quieren ser grandes, comiencen por limpiar los zapatos del otro, y hagan las camas de otras personas y alimenten a los hambrientos niños de otros padres. Otro ejemplo es “Porque el que se ensalza, será humillado; y el que se humillar, será ensalzado.”  Eso, también, es bastante diferente de un mundo que nos dice que, si no hacemos sonar nuestro propio cuerno, nadie lo hará por nosotros.
El énfasis de estos versículos es escatológico. En otras palabras, Dios hará realidad este Gran Revés de la historia al final de los tiempos. Sin embargo, es bueno saber que también estas palabras algunas veces son realidad en nuestra experiencia cotidiana. Los supervisores aprecian la competencia quieta, y algunas veces promueven al trabajador callado pero bueno y no a la persona más ostentosa. Algunas veces las personas con una santidad verdadera son reconocidas e incluso canonizadas. ¡Pero solamente algunas veces! La realización completa de esta verdad se llevará a cabo en el reino de Dios y en el tiempo de Dios. 
MIÉRCOLES 27 DE FEBERRO
MATEO 20, 17-28
La segunda mitad del capítulo 19 provee el contexto necesario para entender la primera mitad del capítulo 20. Ambos pasajes enfatizan que las reglas con las que el reino de los cielos opera son muy diferentes de las de este mundo. Ambas tienen que ver con la recompensa para el discipulado que se sacrifica.
En 19:16-22, un joven rico viene a Jesús preguntando “Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?” Cuando Jesús le dice que venda sus posesiones y las dé a los pobres, ese hombre se aleja tristemente porque tenía muchas posesiones.
Pedro, que estaba observando este intercambio, hace notar que los discípulos ya han abandonado todo y han seguido a Jesús. ¿Cuál será su recompensa? La respuesta de Jesús es bastante generosa: los Doce se sentarán en doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel. Pero la recompensa no estará limitada a los Doce. “Y cualquiera que dejare casas,  hermanos,  hermanas,  padre,  madre,  mujer,  hijos,  tierras, por mi nombre, recibirá cien veces tanto, y heredará la vida eterna.”  Esto no disminuye la recompensa para los Doce, pero sí la extiende a otras personas que la merecen. Debió sorprender a los Doce escuchar que muchos otros también compartirían esa recompensa. 
Jesús dice “Mas muchos primeros serán postreros, y postreros primeros” (19:30) y después relata la parábola de los obreros de la viña. Su conclusión en esta parábola es “Así los primeros serán postreros, y los postreros primeros” (20:16), poniendo en medio la parábola con esta paradoja que explica su significado.
Esto no es lo último que escucharemos sobre la ambición de los discípulos. Poco después de la parábola de los obreros de la viña, la madre de Jacobo y Juan llega a Jesús para pedirle un lugar especial para sus hijos en el reino, una petición que Jesús dice que no es suya conceder (20:20-23).
Y, por supuesto, la petición de Jacobo y Juan no fue el fin de la ambición eclesiástica. ¿Existe un sacerdote cuyo corazón no lata fuerte por tener un nombramiento a una iglesia más grande o una promoción en una posición eclesiástica? ¿Cuántos laicos no aspiran a ser conocidos como presidentes o presidentas o como alguien importante dentro de la Iglesia, o para tener su nombre en una placa sobre una puerta, o simplemente para escoger el color de la alfombra? El dinero, poder y posición siguen siendo el nombre del juego en muchos corazones cristianos.
Jesús invierte completamente esas ambiciones. Después de leer la parábola, ya no nos atrevemos a ver hacia abajo a quienes no tienen un título eclesiástico, o a aquellos que más recientemente se han acercado a Cristo. ¿Hemos alcanzado una posición alta o logrado mucho por Cristo? ¿Tenemos una buena razón para sentirnos un poco orgullosos? Jesús nos advierte: “Los primeros serán postreros, y los postreros primeros.”    
JUEVES 28 DE FEBRERO
 LUCAS 16, 19-31
CAPÍTULO 16: EL CONTEXTO
Este capítulo comienza con la Parábola del Mayordomo Deshonesto (vv. 1-13), la lección del Evangelio de la semana pasada.  Esa parábola dice “haceos amigos de las riquezas de maldad, para que cuando faltareis, os reciban en las moradas eternas” (v. 9).  Su proximidad a versículos 19-31, nuestra lección de esta semana, refuerza el hecho de que debemos cuidar a los pobres y vulnerables.
En versículo 14, Lucas estableció que fariseos eran amantes del dinero y que respondían a la enseñanza de Jesús sobre el dinero con burla.  Su teología deuteronómica les alentaba a pensar que riqueza era señal de bendición de Dios y pobreza señal de su descontento.  Pensaban de personas como Lázaro merecedora de su sufrimiento – culpable de algún pecado atroz.  Jesús retó esta creencia con la declaración que “lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (v. 15).
Jesús habló de la ley, los profetas, y la proclamación del reino de Dios (v. 16) avisando, “empero más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra, que frustrarse un tilde de la ley” (v. 17).  Su advertencia sobre el divorcio (v. 18) se dirige a los hombres que diezman lealmente (11:42) pero dejan a sus esposas de lado sin pensarlo y sin provisiones.  No solo ignoran a los pobres y vulnerables, pero también crean pobreza y vulnerabilidad.
Aunque esta parábola parezca ser de dinero, verdaderamente se trata de valores.  Es posible ser rico y disfrutar del favor de Dios – Abraham, David, y Salomón son unos ejemplos.  La cuestión no es si tenemos dinero o no, pero si amamos nuestro dinero (1 Timoteo 6:10) – si compartimos la preocupación de Dios por los pobres y vulnerables – si estamos tan distraídos con preocupaciones personales que no nos damos cuenta de los Lazaros a nuestro alrededor.
La parábola se enfoca en dos cosas.  La primera tiene que ver con “la reversa de fortunas en esta vida y el más allá.”  La segunda es que “aún el regreso de la muerte de un mensajero no traerá reforma entre los ricos empedernidos” (Fitzmyer, 1126).
VERSÍCULOS 19-21: HABÍA UN MENDIGO ECHADO A LA PUERTA DE ÉL

19Había un hombre rico (griego: anthropos de tis en plousios – había cierto hombre rico), que se vestía de púrpura y lino, y banqueteaba  espléndidamente cada día. 20Y había un pobre llamado Lázaro, cubierto de llagas y  echado a la puerta del rico. 21Querría saciarse con lo que caía de la mesa del rico. Hasta los perros iban a lamerle las llagas.
“Había un hombre rico” (v. 19a).  “Algunos manuscritos incluyen el nombre del hombre rico, sin duda un nombre paralelo al del hombre pobre.  Se encuentran varios nombres, pero el más conocido es ‘Dives,’ que es la palabra utilizada para traducir ‘rico’ en el Latín.  El nombre más antiguo que se encuentra es ‘Nives,’ que aparece en el Bodmer Papyrus” (Stein, 423). 
Porque Lázaro es nombrado (es la única persona que recibe nombre en todas las parábolas de Jesús), algunos eruditos consideran ésta una historia verdadera en vez de parábola, pero la presencia del griego tis – “cierto” hombre rico – sugiere que es una parábola.
Jesús establece hasta donde llega la riqueza del rico y la ostentosidad de su estilo de vida.  “Se vestía de púrpura y  lino” (v. 19b).  Púrpura simboliza riqueza y poder.  “Romanos tenían ciertos estándares para designar los que podían llevar el color púrpura y cuánto púrpura podían llevar” (Culpepper, 316).  El tinte de color purpúreo es caro, restringiendo aún más su uso.  El hombre también lleva lino fino – otra marca de riqueza.
 “y hacía cada día banquete con esplendidez” (v. 19c).  La imagen es de un banquete servido a diario.  “En un país donde gente común apenas lograba comer carne una vez a la semana,…Dives es la imagen de perezosa indulgencia” (Barclay, 222).  Hoy, no necesitamos ser ricos para participar en este tipo de indulgencia propia.  Ejecutivos con cuentas de gastos a menudo festejan de manera suntuosa, y menús de come-todo-lo-que-puedas y porciones súper grandes nos tienen a todos ganando peso.
“Y había un pobre, llamado Lázaro, cubierto de llagas y echado a la puerta del rico” (v. 20).  La puerta sirve ambos para mostrar la riqueza del hombre y para hacer de barrera para visitantes no queridos – aislando al hombre rico de las realidades duras del mundo al otro lado de su puerta.  La puerta también simboliza la distancia que separa a Lázaro del mundo de este hombre rico.  Lázaro no tiene puerta – ni siquiera tiene una casa.  Echado justo a la puerta del hombre rico, pocos metros físicos le separan a él de la casa del hombre rico, pero el mundo del hombre rico no es más accesible que la luna. ¿Cómo ha de sentirse Lázaro al ser tan pobre rodeado de tanta riqueza? Hoy, riqueza y pobreza a menudo coexisten en proximidades cercanas, creando gran resentimiento por parte de gente que no tiene dinero ni esperanza.
Lázaro es la única persona nombrada en todas las parábolas de Jesús.  Su nombre es una variación de Eleazer, que significa “Dios sana” o “Dios ayuda.”
Mientras que el cuerpo del hombre rico está cubierto de púrpura y lino fino, el cuerpo de Lázaro está cubierto de llagas.

“Querría saciarse con lo que caía de la mesa del rico” (v. 21a).  La condición de Lázaro es exactamente opuesta a la del hombre rico.  Está enfermo – cubierto de llagas.  Tiene hambre – desea hartarse de las migas que caen de la mesa del rico.  En banquetes, gente se limpia la grasa de las manos con un pedazo de pan y lo tira al suelo.  Desear este pan sucio es señal de suma miseria – de degradación.  Nos recuerda al hijo pródigo, que deseaba comer los desperdicios que se les daba a los cerdos.
¿Puede Usted recordar algún momento en que se encontró mirando hacia dentro desde afuera? – Necesitando algo de comer – o alojamiento para refugiarse del frío – un tanque de gasolina – una palabra cariñosa – y nadie le dio nada.  Muchos de nosotros, como el hombre rico en esta parábola, nunca hemos tenido una experiencia así.  Sin embargo, millones, como Lázaro, sufren a diario a causa de este intenso deseo.
“Hasta los perros iban a lamerle las llagas” (v. 21b).  ¡Otro ejemplo de la miseria de Lázaro! Las únicas criaturas que se dan cuenta de él son los perros que vienen a lamer sus llagas.  Lázaro los vería como un estorbo, y no pensaría que están haciendo ministerio.  No logra apartarles.
El hombre rico seguramente es consciente de que Lázaro está a su puerta, pero no hace nada para ayudar.  Puede considerar que es caritativo solo por no haberle echado a la fuerza de su propiedad.
VERSÍCULOS 22-23: VIO A ABRAHAM DE LEJOS
22Murió el pobre y los ángeles lo llevaron junto a  Abraham. Murió También el rico y lo sepultaron. 23Estando en el hades, en medio de tormentos, alzó la vista y diviso a Abraham  y a Lázaro a su lado.
“Murió el pobre y los ángeles lo llevaron junto a Abraham” (v. 22a). No nos sorprende saber de la muerte de Lázaro.  Gente pobre y enferma sin acceso a cuidado médico muere pronto.
“Murió también el rico” (v. 22b).  Sí nos sorprende saber de la muerte del hombre rico, porque sus recursos le proveían acceso a buena comida, alojamiento, y cuidado médico.  Al final, sin embargo, todos morimos.
“y lo sepultaron” (v. 22c).  El hombre pobre murió, pero no aparece ninguna mención de su entierro.  En esa cultura, un entierro apropiado se consideraba algo muy importante.  No ser enterrado como es debido sería la última indignidad para una vida llena de indignidad.
El hombre rico muere y es enterrado, seguramente con gran pompa y ceremonia. 
No obstante, Jesús nos dice que el hombre pobre “fue llevado por los ángeles al seno de Abraham.”  ¡La Gran Reversa ha comenzado! (véase 1:46-55).
“Estando en el hades, en medio de tormentos” (v. 23a).  En pensamiento judío, el infierno (Hades o Sheol) es el hogar de los muertos.  “Parte de Hades se parece a Gehenna, el lugar de castigo final… La otra parte es parecida al Paraíso, el hogar final de los justos” (Gilmour, 290).  De todos modos, “Jesús no contó esta parábola para enseñarnos del Infierno.  Nos la contó para enseñarnos de la vida” (Wallace, 152).

El hombre rico “divisó a Abraham y a Lázaro a su lado” (v. 23b).  Durante su vida, el hombre rico no dio ninguna indicación de haber visto a Lázaro.  Aún ahora, ve a Lázaro como una figura subordinada, algo que observa solo en su periferia. 
VERSÍCULOS 24-26: UNA GRANDE SIMA ESTÁ CONSTITUIDA
24Lo llamó y le dijo: Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro, para que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua; pues me torturan estas llamas. 25Respondió Abraham: Hijo, recuerda que en vida recibiste bienes y Lázaro por su parte desgracias. Ahora él es consolado y tú atormentado.26Además, entre nosotros y vosotros se afirma una sima inmensa; de modo que, aunque se quiera, no se puede atravesar desde aquí hasta vosotros ni pasar desde allí hasta nosotros.
“Padre Abraham, ten piedad de mí” (v. 24a).  El hombre rico está acostumbrado a tratar con gente de influencia, por eso dirige su súplica hacia “Padre Abraham,” la persona de alto estatus, en vez de a Lázaro, la persona de quien espera recibir alivio.  Sus palabras, “Padre Abraham,” nos recuerdan que, antes en este Evangelio, Juan Bautista advirtió “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir en vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre: porque os digo que puede Dios, aun de estas piedras, levantar hijos a Abraham” (3:8).
“y envía a Lázaro, para que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua; pues me torturan estas llamas” (v. 24b).  El hombre rico conoce el nombre de Lázaro.  Nos preguntamos si conocía el nombre de Lázaro mientras éste se encontraba a su puerta.

Aún ahora, encontrándose en sus circunstancias disminuidas, el hombre rico ve a Lázaro solo como el hacedor de sus recados.  Le pide a Abraham que mande a Lázaro con una gota de agua.  En versículo 27, le pedirá a Abraham que mande a Lázaro para avisar a sus hermanos.
Existe ironía aquí.  Lázaro una vez deseaba las sobras que caían de la mesa del hombre rico.  Ahora, el hombre rico desea una gota de agua del dedo de Lázaro.
“Hijo, recuerda que en vida recibiste bienes” (v. 25a).  Abraham reconoce al hombre rico como su hijo, pero no puede ayudarle.  Versículo 25 hace pensar que el hombre rico es castigado por ser rico y el hombre pobre es premiado por ser pobre.  El pecado del hombre rico, sin embargo, no fue su riqueza sino la dureza de su corazón.  La presencia de Lázaro en su puerta le rindió la oportunidad de cumplir un servicio importante, pero no sintió compasión ni tomó ninguna acción.  “Sus bolsillos profundos estaban bien cosidos al tratarse de otros, y así se había cosido su destino” (Bock, 276).

“en vida recibiste bienes” (v. 25a).  “Confiado con las riquezas del mundo, el hombre rico se premió a si mismo generosamente… De hecho, ha sido pagado en pleno (véase 6:24) y no puede esperar más.  Lázaro ha sido estafado gravemente en su vida, pero ahora aparece un nuevo equilibrio” (Nolland, 832).
“y Lázaro por su parte desgracias” (v. 25b).  De la misma manera, la pobreza de Lázaro no es la clave de su salvación aunque, en este Evangelio, Jesús muestra un profundo afecto hacia pobres y vulnerables.
“Ahora él es consolado y tú atormentado” (v. 25c).  Sus circunstancias ahora han sido reversadas, pero hay algunas diferencias sutiles:
En vida, la separación iba en una sola dirección.  Lázaro no podía acercarse al pobre pidiendo ayuda, pero el hombre rico tenía la libertad de ofrecerla.  En muerte, sin embargo, les separa una gran sima que corta acceso en dos direcciones.  Aún si Lázaro quisiera ayudar, no podría.
En vida, el hombre rico quería evitar todo contacto con Lázaro.  Ahora está atormentado por el abismo que les separa.  ¡Tened cuidado por lo que rezáis!
Fariseos no pueden ignorar que la parábola se dirige a ellos.  Consideran su prosperidad como premio de Dios por su buena conducta.  En vez, la parábola advierte que, si son como el hombre rico en vida, serán como él en la muerte también.  Relata una gran reversa, retando su teología que considera riqueza señal de favor de Dios y pobreza señal de su descontento.
VERSÍCULOS 27-31: MAS SI ALGUNO FUERE A ELLOS DE LOS MUERTOS

27Insistió: Entonces, por favor, envíalo a casa de mi padre, 28Donde tengo cinco Hermanos; que los amoneste para que no vengan a parar también ellos a este lugar de tormentos. 29Le dice Abraham: Tienen a Moisés y los profetas: que los escuchen.30Replicó: No, padre Abraham; si un muerto los visita, se arrepentirán.31Le dijo: Si no escuchan a Moisés ni a los profetas, aunque un muero resucite, no le harán caso.
“Insistió: Entonces, por favor, envíalo a casa de mi padre” (v. 27).  De nuevo el hombre rico le pide a Abraham que mande a Lázaro en papel de criado – esta vez para avisar a sus hermanos.  Ya extinguida la posibilidad de ayudarse a sí mismo, finalmente empieza a pensar de otros – pero solo de sus hermanos.  No muestra ninguna preocupación por sus vecinos – y ninguna por los desapercibidos que viven al otro lado de las vías.
“Donde tengo cinco hermanos; que los amoneste, para que no vengan  a parar también ellos a este lugar de tormentos” (v. 28).  “El hombre rico tiene cinco “hermanos” pero debía tener seis – el que no reconoció fue Lázaro” (Hoyer y Roth, 57).

“Tienen a Moisés y los profetas: que los escuchen” (v. 29).  “Moisés y los profetas” incluye numerosas provisiones que describen la necesidad de tratar decentemente a los pobres y vulnerables:
Judíos no han de maltratar desconocidos, viudas, o huérfanos (Éxodo 22:21-22, 23:9; Levítico 19:33; Deuteronomio 24:17-18).
Han de dejar cosas para los pobres (Levítico 19:9-10; 23:22).
Han de traer diezmas para apoyar levíticos, desconocidos, aquéllos sin padre, y viudas (Deuteronomio 14:28-29; 26:12-15).
Han de cancelar todas las deudas cada séptimo año y abrir las manos a los necesitados (Deuteronomio 15:1-11).
Han de incluir desconocidos, aquéllos sin padre, y viudas en sus celebraciones (Deuteronomio 16:9-15).
Han de observar justicia (Isaías 5:7-10; Miqueas 3:1-3).
No han de explotar a los trabajadores (Isaías 58:3).
Han de luchar por aquéllos sin padre y defender los derechos de los pobres (Jeremías 5:25-29).
Se les advierte contra el uso de pesas deshonestas (Óseas 12:7-9) y contra el aprovecharse de los vulnerables (Amos 2:6-8; Malaquías 3:5).
“No, padre Abraham: si un muerto los visita, se arrepentirán” (v. 30).  El hombre rico protesta porque reconoce la improbabilidad de que sus hermanos respondan a las escrituras de manera más fiel en el futuro de lo que han hecho en el pasado.  El uso de la palabra, arrepentirse, muestra que comprende que su sufrimiento actual es consecuencia de su propia falta de arrepentimiento.
“Si No escuchan a Moisés ni a los profetas, aunque un muerto resucite, no le harán caso” (v. 31).  Podemos dar por hecho que estos hombres han estudiado las escrituras desde su niñez.  Si no escuchan la palabra de Dios, no escucharán la palabra de un hombre que solo conocen como mendigo – aún si regresa de la muerte para avisarles.
Lucas escribe este Evangelio muchos años después de la resurrección de Jesús.  Ha visto líderes judíos reaccionar a la resurrección de otro Lázaro, tramando para matar a Jesús (Juan 11:1-53).  Ha visto que, aunque Jesús resucitó de la muerte, gente todavía se niega a creer.  Los que se niegan a escuchar la llamada de Moisés y los profetas para que cuiden a los necesitados y vulnerables son los mismos que mataron a Jesús – y que continúan oponiéndose a la iglesia a pesar de su resurrección.

Nos quedamos pensando como gente podría fallar la prueba de compasión tan completamente – ¿cómo es que no puede responder a la resurrección – cómo puede ser tan ciega por el amor al dinero?  Entonces, se nos ocurre que no somos Lázaro, sino el hombre rico.  Nosotros también caminamos al lado de los necesitados, pero sin verlos.  También fallamos al no escuchar a Moisés y los profetas.  También fallamos al no poner plena confianza en la resurrección.  También amamos el dinero.

Esta parábola no es un cuento de niños, sino un aviso.  “De alguna manera, Cristo nos espera allí en el pobre Lázaro” (Wallace, 156).  Debemos preguntarnos si estamos dispuestos a ver Lázaro a nuestro alrededor.  Debemos preguntarnos qué es lo que hemos hecho últimamente para proveer comida, ropa, alojamiento, y caridad humana a los Lazaros que nos rodean.