miércoles, 25 de abril de 2012

UN ESTÁNDAR PARA SER DISCÍPULOS

Marcos 8,34 - 9,1
Tomar la cruz y seguir a Jesús
«Y llamando a la gente a que se reuniera con sus discípulos, les dijo: El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y entonces me siga. 35 Porque si uno quiere salvar su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por mí y por la buena noticia, la salvará. 36 Y luego, ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si le falta la vida? 37 Pues ¿qué podrá dar para recobrarla? 38 Además, si uno se avergüenza de mí y de mis palabras entre la gente ésa, idólatra y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre.»
VERSÍCULOS 34-38: NIÉGUESE Á SI MISMO, TOME SU CRUZ, Y SÍGAME

34Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame.  35Porque el que quisiere salvar su vida, la Perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.  36Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma? 37¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? 38Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

“Y llamando á la gente con sus discípulos” (v. 34a).  Jesús ha estado dirigiéndose a los discípulos, pero ahora clama a la multitud que se una a los discípulos para escuchar una lección sobre ser discípulo.  “Al llamar a la multitud Jesús indica que las condiciones para seguirle son relevantes para todo creyente, y no solo para los discípulos” (Lane, 306).

“Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (v. 34b).  Ser discípulo requiere la negación propia y el cargar la cruz.  Al escribirse este Evangelio, cristianos literalmente cargaban cruces y perdían su vida.  Estas palabras de Jesús se refieren directamente a su situación, y ofrecen una gran promesa.  “El final del camino de un discípulo no es la crucifixión; es la resurrección… Marcos 8:34-38 no se trata de perder la vida, olvidando su obligación al mundo, y uniéndose descaradamente al rechazo del Hijo del Hombre.  Al final se trata de salvarse la vida, ganarse el alma, y ver el reino” (Geddert, 211).

Deportes proveen una analogía.  Partidos no solo se ganan en el campo de juego, sino también en el campo de práctica.  Para ser glorioso el día del partido, el atleta debe empujarse a si mismo hasta el límite en el campo de práctica.  Condicionamiento físico es doloroso y práctica de fundamentos es agotadora, pero el propósito de la disciplina no es ni el dolor ni el aburrimiento, sino la victoria.  Así es también en el campo espiritual.  Disciplina espiritual engendra victoria espiritual.  La iglesia siempre está tentada a ofrecer ser discípulo a un precio más bajo, así atrayendo atraer a más gente.  Una llamada débil, sin embargo, produce discípulos débiles.  “Una iglesia puede atraer gente escondiendo el verdadero significado de ser discípulo.  Pero no puede hacer nada con ellos después de retenerlos” (Luccock, 768).

El reto de perder la vida en nombre de Jesús va contra nuestros valores modernos.  La preservación de vida es una gran industria.  La medicina moderna, una dieta apropiada, y el ejercicio nos extienden la vida.  Cosméticos y cirugía plástica conservan nuestra apariencia.  Directores funerarios continúan el trabajo aún después de morir.  Nos es difícil oír la llamada de Jesús a perder nuestras vidas en su nombre.

Cuando primero se escribió este Evangelio, cristianos literalmente estaban en peligro de perder su vida por su fe.  Estaban tentados a negar a Cristo para salvarse la vida.  Para muchos cristianos hoy eso todavía es verdad.  La persecución de cristianos continúa.  Más cristianos murieron por su fe en el siglo XX que en el siglo I.  La lista de naciones en las que cristianos son perseguidos de manera rutinaria es larga: China, Corea del Norte, Laos, Vietnam, Indonesia, Timor del Este, India, Pakistán Afganistán, Egipto, Sudán, Irán, Arabia Saudita, y Cuba – por nombrar algunos.  Nosotros que no nos enfrentamos con el martirio debemos mantener esta cuestión al frente de nuestras congregaciones.  Necesitamos apoyar y rezar por nuestros hermanos y hermanas cristianos para intentar aliviar su sufrimiento de cualquier manera posible.  El hecho que Cristo bendice a mártires cristianos no es una excusa para dejar que nuestra apatía contribuya al martirio de nuestros hermanos y hermanas cristianos.

Los retos que muchos enfrentamos hoy parecen triviales en comparación.  Lugares de trabajo son inhospitables hacia testimonio cristiano.  Entrenadores ponen partidos los domingos por la mañana, forzando que jóvenes escojan entre deportes y Jesús.  Gente pone a cristianos en categorías como fanáticos o intolerantes por creencias que van en contra de la cultura general.  Estos temas son serios y dolorosos, pero no se acercan al tipo de persecución que cristianos han experimentado a lo largo de los siglos y que aún hoy experimentan en muchas partes del mundo.

Ya que nuestros retos no son cuestiones de vida o muerte, estamos tentados a sentir que no son importantes.  Estaríamos dispuestos a morir por Cristo, pero encontramos difícil vivir por Cristo en el día a día.  Fred Craddock nos recuerda que la mayoría de cristianos nunca es llamada a hacer el gran gesto, sino que son llamados a pagar el precio del martirio 25 centavos a la vez.  Eso no es tan glorioso como el martirio, pero nuestra disponibilidad para gastar 25 centavos cuando sea necesario es más importante que nuestra disponibilidad para morir cuando no es necesario.

Jesús provee un estándar de tres partes para ser discípulo.  Hemos de 1) negarnos a nosotros mismos, 2) tomar nuestra cruz, y 3) seguirle a Jesús.  Jesús no nos pide que neguemos nuestro valor. Somos creados en la imagen de Dios, ¿cómo podríamos no tener valor? Tampoco nos pide negarnos placer.  El ascético puede ser la persona más egocéntrica de todos.  “La negación de uno mismo… es hacer de nosotros no un fin, sino un medio, en el reino de Dios.  Es subordinar el ego que grita… por el bien de Cristo, por ponerse a uno mimo en su causa” (Luccock, 770).  “Es (reemplazarse) a uno mismo con Dios-en-Cristo como fin de nuestro afecto.  Es (situar) la voluntad divina ante la voluntad propia” (Brooks, 137).

“Porque el que quisiere salvar su vida, la Perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.  36Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (vv. 35-37).  El juego es para el premio más grande de todos – la vida misma – vida eterna – vida con significado – vida vivida en la presencia del Padre.  No existe una estrategia sin riesgo en cuanto a la fe – no hay un refugio seguro pero lucrativo.  Gente habla de un “salto de fe” precisamente porque la fe, tarde o temprano, requiere soltarse de las formas tradicionales de seguridad y saltar a la oscuridad con la fe que Jesús nos ayudará a aterrizar sanos y salvos.

Jim Elliot, un misionero asesinado en el campo por los Indígenas Aucanos mientras les proveía ministerio, había analizado antes los riesgos, diciendo: “No es un tonto el que da lo que no puede guardar para ganar lo que no puede perder.”

“Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (v. 38).  “En el primer siglo estar avergonzado de Jesús y sus palabras acompañaba la referencia de negarle en momentos de persecución” (Brooks, 138).  La imagen es una de juicio donde dependeremos completamente en la ayuda de Jesús.  En otro lugar Jesús es presentado como nuestro defensor (griego: parakleton) (1 Juan 2:1).  (El Espíritu Santo también es llamado paracleto – Juan 14:16, 26; 15:26, etcétera).  Un paracleto es uno que ayuda – un defensor.  Un abogado de defensa es un tipo de paracleto, y ésa es una imagen apropiada aquí.  El Día del Juicio, necesitaremos que Cristo sirva como nuestro paracleto – nuestro abogado – nuestro defensor.

Porque vivimos entre una “generación adulterina y pecadora” (v. 38), no podemos esperar una palmada en la espalda solo por fiel proclamación pero, en vez, debemos esperar oposición.  Una generación adulterina y pecadora no puede proveer verdad.  Debemos esperar que una generación así doble la verdad hasta que suene como una mentira – y que trate sin piedad a los que dicen la verdad.  Viviendo entre tal gente, siempre estaremos tentados a enmudecer nuestro testimonio a Cristo para evitar controversia y escapar persecución.

Sin embargo, Jesús nos avisa que el Día del Juicio, se avergonzará de la persona que se avergonzó de él – la persona que ha enmudecido su testimonio.  Jesús advierte que él no “estará allí” para esa persona – que no servirá como su defensor – por lo tanto, dejando a esa persona vulnerable – indefensa.

Jesús implica que lo recíproco también es verdad – que Jesús “estará allí” para hablar a favor de la persona que ha hablado por él – que servirá como nuestro defensor.  Mateo y Lucas hacen esto explícito – “Cualquiera pues que me confesare delante de los hombres, le confesaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32, véase también Lucas 12:8).  El propósito de Jesús en versículo 38 no es establecer una fundación para abandonarnos, sino decirnos como ganar su apoyo y evitar perder el derecho a la vida (v. 36).

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