JUEVES 01 DE NOVIEMBRE
MATEO 5, 1-12
El evangelio de Mateo es uno de
enseñanza. Comienza el ministerio de Jesús con el Sermón en el Monte
(capítulos 5-7), la primera de cinco importantes secciones de enseñanza (las
otras son 10:5 – 11:1; 13:1-53; 18:1 – 19:1; 24:3 – 26:1). Concluye el
ministerio de Jesús con la Gran Comisión, en la que Jesús les pide a los
discípulos que hagan discípulos (matheteusate—“estudiantes”) de todas
las naciones, enseñándoles a obedecer todo lo que él había mandado (Mateo 28:19-20).
Es casi seguro que el Sermón en el Monte
es una colección de enseñanzas en vez de un sermón predicado en una sola
ocasión:
- Es demasiado largo y complejo para que
los oyentes lo puedan absorber en una sola vez. Funciona mejor como una
obra escrita que oral.
- Aproximadamente la mitad del sermón de
Mateo paralela al de Lucas, una parte en el sermón de Lucas en el Llano y el
resto, esparcido por la obra de Lucas. “Es... mucho más probable que
Mateo reunió la enseñanza de Jesús en una sola obra, que Lucas tomara la obra,
la separara, y la esparciera a lo largo de su Evangelio” (Barclay, 80).
Este sermón es el Discurso Inaugural de
Jesús en el que describe su visión de la vida en el reino del cielo.
(Mateo usa “reino de los cielos” en vez de “reino de Dios” en reverencia al
nombre de Dios. Los términos son sinónimos). En este sermón, Jesús
delinea los principios por los cuales el reino se rige. No es una
colección de reglas para tener éxito en esta vida, sino un llamamiento para
vivir de acuerdo con las reglas del reino.
No tenemos que esperar a la eternidad para
ver el reino; está entre nosotros. Jesús proclama,“.... el reino de los
cielos se ha acercado” (Mateo 3:2; 4:17; 10:7; véase también 12:28). El
reino se refiere a cualquier lugar donde reina el Señor. Los discípulos
de Jesús viven con un pie en este mundo y el otro en el reino. Este mundo
premia el comportamiento egoísta y agresivo, pero Jesús bendice los pobres de
espíritu – y los que lamentan – y los frágiles. ¡No es sorprendente que
estemos incómodos!
VERSÍCULOS
3-12: LAS BEATITUDES
En las beatitudes, Jesús le da la vuelta
al mundo. Creemos en el orgullo personal; Jesús bendice la pobreza de
espíritu. Buscamos el placer; Jesús bendice aquéllos que lamentan.
Vemos prosperidad en gente agresiva; Jesús bendice a los frágiles. Nos
encanta la buena comida y bebida; Jesús bendice aquéllos que sufren de hambre y
sed por justicia.
Cada beatitud empieza con la palabra
griega, makarios, que generalmente se traduce como bendito,
pero a veces se traduce como alegre. Bendito es
una traducción preferible por sus connotaciones religiosas – ser bendito es un
don de Dios. Usamos la palabra alegre más abiertamente –
a menudo de maneras que contradicen las Beatitudes – de maneras que celebran
nuestro poder o la satisfacción de nuestro apetito.
En el lenguaje original, el “son”
falta. Por ejemplo, la primera beatitud dice, “Bienaventurados los pobres
en espíritu...,” dándole un sentimiento de exclamación, “¡Oh, la bendición de
los pobres de espíritu!”
La versión de Lucas de las Beatitudes
(Lucas 6:20-26) es bastante diferente de la versión de Mateo. Lucas
incluye solo cuatro beatitudes, que son más cortas y físicas. En Lucas,
Jesús dice, “Bienaventurados seáis vosotros los pobres” comparado con la
versión de Mateo que dice, “Bienaventurados los pobres en espíritu.”
Lucas también equilibra las Beatitudes con Lamentaciones. Por ejemplo, la
primera beatitud se equilibra con “¡Ay de vosotros, ricos! porque tenéis vuestro
consuelo” (Lucas 6:24).
VERSÍCULOS
1-2: JESÚS SUBIÓ AL MONTE
VERSÍCULO 1ª: Y
viendo las gentes, subió al monte...
Las montañas son a menudo lugares de
encuentro con Dios, el más obvio siendo Moisés en Sinaí (Exod. 19-34).
Mateo incluye mucho de la tipología de Moisés en este Evangelio, aunque
considera a Jesús como más grande que Moisés. Ambos Jesús y Moisés:
- Son amenazados en su infancia por el edicto de un
malvado regidor (Exod. 1-2; Mateo 2:13-15).
- Son rechazados por su propio pueblo (Exod. 2:14;
Mateo 13:55-58).
- Salen de Egipto (Exod. 2:15; Mateo 2:15).
- Pasan por las aguas (Exod. 14; Mateo 3:13-17).
- Son confrontados en la naturaleza (Exod. 16ff;
Mateo 4:1-11).
- Suben la montaña (Exod. 20; Mateo 5:1; 17:1-8).
- Son confrontados con los pecados y las deficiencias
de sus seguidores cuando bajan la montaña (Exod. 32; Mateo 17:9-21).
Suena como si Jesús sube la montaña, en
parte, para escapar de la multitud, y dirige su sermón a sus discípulos.
Sin embargo, todos le escuchan y “admiraban de su doctrina; Porque les enseñaba
como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (7:28-29).
VERSÍCULO 1b:
...y sentándose, se llegaron a él sus discípulos.
La postura tradicional para la enseñanza
rabínica es estar sentado. Al sentarse, Jesús señala que es hora para
comenzar la clase. Sus discípulos vinieron a él, indicando su papel de
subordinados.
VERSÍCULO 2: Y abriendo su boca, les
enseñaba, diciendo...
El propósito con el que se expresan las
palabras de esta introducción señala la importancia del mensaje. En la
obra de Lucas, Jesús “descendió con ellos, y se paró en un lugar llano” (Lucas
6:17).
VERSÍCULO 3: BIENAVENTURADOS LOS POBRES EN ESPÍRITU
Bienaventurados
los pobres en espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos.
Dios comenzó los Diez Mandamientos con un
aire de gracia, nos recuerda que Dios sacó los israelitas de la
esclavitud. El primer mandamiento, “No tendrás dioses ajenos delante de
mí” (Exod. 20:3), es la fundación en la que se basan todos los otros mandamientos.
La persona que no es leal al primer mandamiento no estará muy inclinada a
seguir ninguno de ellos. La persona que es leal al primer mandamiento
tratará de honrar todos.
De la misma manera, Jesús empieza las
Beatitudes con un aire de gracia, una bendición, y la primera beatitud es tan
fundamental como el primer mandamiento. Los pobres de espíritu, aquéllos
que dependen totalmente en Dios, también están dispuestos a lamentar por un
mundo sin Dios – y a acercarse a los demás en un espíritu de gentileza – y a
experimentar hambre y sed por justicia – etcétera.
Ptochoi significa pobreza total. La
pobreza verdadera es una cosa cruel. Rompe a la gente.
Sufren. Son confrontados a diario con su propia flaqueza, saben bien que
una pequeña obra de caridad puede hacer mucha diferencia. Buscan ansiosos
un gesto o mirada que les prometa ayuda. Desean un poco de caridad.
Ansían por un poco de dignidad.
De pie ante Dios, los pobres de espíritu
son así. No traen nada en las manos que Dios necesite y nada en los
corazones que le inspire a Dios a aceptarles. Vienen en su pobreza
esperando recibir algo de sustancia. Vienen quebrados esperando ser
remendados. Vienen en su pecado esperando recibir perdón. Vienen en
su angustia esperando ser confortados. Vienen en su enfermedad esperando
ser curados. No vienen haciendo negocio, porque no tienen nada que
ofrecer. Es precisamente su humildad – su capacidad de abrirse – lo que
les hace tierra fértil para recibir la bendición de Dios.
Jesús nos dice, “...un rico difícilmente
entrará en el reino de los cielos” (19:23). Dios tira de nosotros hacia
él, pero la riqueza y el poder tiran de nosotros hacia dentro. La más
grande nuestra riqueza, lo más que la queremos – lo más que confiamos en ella –
y lo menos que sentimos una necesidad de la ayuda de Dios – lo más difícil que
es encontrarnos rotos ante Dios.
Y sin embargo, cuando los discípulos
preguntan, “¿Quién pues podrá ser salvo?” Jesús contesta, “Para con los hombres
imposible es esto; mas para con Dios todo es posible” (19:25-26). Debemos
tener cuidado, entonces, de no canonizar aquéllos que no tienen dinero y
demonizar aquéllos que lo tienen. Hay gente pobre que es malvada hasta
los huesos y gente rica que es demasiado generosa. Es el corazón, no la
cartera, lo que le importa a Dios.
En Beatitudes 2-7 (vv. 4-9), la promesa es
futura –“será”. En Beatitudes 1, 8, y 9 (vv. 3, 10, y 11), la promesa es
en el presente –“es”. Los pobres de espíritu y aquéllos que son
perseguidos poseen la bendición del reino ahora.
VERSÍCULO
4: BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN
Bienaventurados
los que lloran: porque ellos recibirán consolación.
Esta beatitud encuentra sus raíces en
Isaías 61:1-4 donde Dios unta una persona “para recoger a los que tienen el
corazón roto... (y) confortar a todos los que lamentan.” “De este
contexto está claro que esta profecía post-exílica se dirigía a ellos que
lamentaban la devastación de Israel y que lamentaban, por lo tanto, la
desobediencia que trajo tal castigo sobre la nación” (Hare, 38).
“Una de las características de la gente
verdadera de Dios es que lamentan la condición presente de la gente de Dios y
el programa de Dios en el mundo” (Boring, 179). Tom Long cuenta de un
anuncio de televisión en el que la cámara muestra basura esparcida por el
viento y tirada a lo largo de una autopista. Después, la cámara se posa
en la cara de un Nativo Americano. “Al mirar solemnemente sobre el paisaje
marcado de suciedad, una lágrima cae del
ojo, su angustia marca la distancia entre el mundo como es y el mundo como debe
ser” (Long 48-49). Esa imagen captura perfectamente la angustia de los
que lamentan a favor de Dios.
La promesa es que “recibirán
consolación.” La persona de fe lamenta el mundo tal como es ahora pero no
por como será. La persona de fe vive bajo la promesa que el reino vendrá
y que Dios pondrá las cosas como deben estar. La persona de fe será
confortada en el futuro cuando Dios ponga las cosas bien, pero también es
confortada en el presente por la promesa de ello.
VERSÍCULO 5: BIENAVENTURADOS LOS MANSOS
Bienaventurados
los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad.
La palabra, mansos, no es una buena
traducción. Proporciona un sentido de timidez que Jesús no
intencionó. Para comprender esta beatitud tan poco comprendida, debemos
mirar las palabras originales del hebreo y el griego en su contexto.
Jesús cita Salmo 37:11. En ese
Salmo, los leales han perdido su tierra a los malignos, pero el salmista les
asegura que los malignos “como hierba serán presto cortados” (v. 2). Él
les clama: “Espera en Yahaveh, y haz bien; Vivirás en la tierra, y en verdad
serás alimentado” (v. 3). Él promete, “Pues de aquí a poco no será el
malo: Y contemplarás sobre su lugar, y no parecerá.
Pero los mansos heredarán la tierra, y se
recrearán con abundancia de paz” (vv. 10-11). Este Salmo promete
vindicación para aquéllos que se mantienen fieles ante la adversidad. Su
tierra será restaurada, no por su propia fuerza, pero como una herencia de
Dios.
La palabra hebrea traducida como manso en
Salmo 37 es anawim. Anawim se usa para describir a
Moisés: “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que
había sobre la tierra” (Num. 12:3). Moisés demuestra su anawim en
el arbusto ardiente. Tiene miedo de mirar a Dios (Exod. 3:6).
Protesta, “¿Quién soy yo, para que vaya a Faraón?” (Exod. 3:11).
Responde, “He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz” (Exod. 4:1).
Finalmente, en su desesperación, dice, “¡Ay Señor! yo no soy hombre de
palabras,....soy tardo en el habla y torpe de lengua” (Exod. 4:10).
PERO, aunque parezca humilde en la
presencia de Dios, Moisés no es tímido delante del Faraón. No se refrena
en actuar, aunque sus acciones resulten en las plagas que devastan los
egipcios. Su gentileza resurge cuando los israelitas hacen la vaquilla de
oro y Moisés le implora a Dios por sus vidas (Exod 32: 11-14). En esa
ocasión no es tímido aunque esté en la presencia de Dios, pero discute,
convenciéndole de que debe salvar a la gente. Su gentil corazón es para
la gente que se rinde ante la ira de Dios. Pero después rompe las
tabletas con enfado cuando encuentra la gente bailando al pie de la
montaña. Les manda deshacer la vaquilla dorada hasta convertirla en
polvo, mezclar el polvo con agua, y beberlo – efectivamente convirtiendo el oro
en desecho. Fue un anawim, pero no débil o indecisivo.
El griego en las Beatitudes es praus.
Jesús se describe a si mismo como “manso y humilde de corazón” (11:29).
Mateo describe a Jesús como un rey, “Manso, y sentado sobre una asna”
(21:5). Jesús modela praus en su juicio, cuando rehúsa
defenderse. Es fuerte y está en control, pero rehúsa hacer declaraciones
en su favor o a defenderse.
Sin embargo, no podemos llamarle a Jesús
débil o tímido. Tira las mesas de los mercaderes y usa un látigo para
echar los animales del templo. Hace de su lengua un látigo contra los
fariseos. Demuestra su autoridad sobre enfermedades y demonios. Enseña
con autoridad. Sin ser débil como solemos pensar de la debilidad.
Si Moisés y Jesús son modelos de anawim y praus,
su comportamiento sugiere el verdadero significado de estas palabras.
Ninguno persigue en enriquecimiento personal. Ambos, sin embargo, son
forzosos al sostener un principio o al proteger a los vulnerables.
Podríamos concluir, entonces, que anawim y praus se
deben traducir como “sin favorecerse a si mismo” en vez de “débil.” Una
traducción coloquial podría ser: “Benditos sean aquéllos que no tratan de
llenar su propio nido de plumas, porque Dios se lo llenará por ellos.”
La sorpresa está en que Jesús promete que
los praus heredarán la tierra. Presumimos que Dios les
dará el cielo, pero Jesús les promete la tierra. La palabra, heredar, es
la pista. Dios les da la herencia que ellos no reclamarían para si
mismos.
VERSÍCULO 6: BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y
SED DE JUSTICIA
Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán hartos.
Las palabras “hambre y sed” significan
menos para nosotros ahora que a la gente del tiempo de Jesús. Cuando
tenemos hambre, comemos. Cuando tenemos sed, bebemos. Refrigeramos
la comida para preservarla y el agua para enfriarla. Compramos en
supermercados llenos de alimentos frescos traídos de todas partes del
mundo. En restaurantes pedimos comida un minuto y el próximo minuto la
recibimos. Nos encontramos menos dispuestos a maravillarnos de esta
abundancia que a expresar frustración cuando el sistema no funciona
perfectamente.
Era muy diferente en la época de
Jesús. Gente raras veces comía carne y a menudo pasaban hambre – a veces
hasta morirse de hambre. ¡El hambre y la sed son imponentes! ¡Una persona
hambrienta no puede pensar en mucho más que comida! ¡Una persona sedienta no
puede pensar en mucho más que agua! El pasar hambre y sed significa estar
totalmente enfocado.
“Bienaventurados los que tienen hambre y
sed de justicia...” ¡Benditos sean aquéllos se están completamente enfocados en
la justicia! ¡Benditos sean los hambrientos y sedientos por la santidad
personal! ¡Benditos sean aquéllos que sufren por vivir en un mundo donde la
gente viva en buenas relaciones! ¡Benditos sean aquéllos que esperan que el
reino venga a la tierra como en el cielo! “Quedarán satisfechos.” ¡Dios
les dará lo que ellos añoran! ¡Sus sueños se harán realidad! Y cuando los
sueños se hacen realidad, los sueños no estarán huecos, como a menudo resulta
pasar con los sueños realizados. ¡No encontrarán que la vida sigue vacía! ¡No
estarán perdidos! “¡Quedarán satisfechos!” ¡Qué promesa!
VERSÍCULO
7: BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS
Bienaventurados
los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia.
La palabra traducida “misericordia”
es eleemon, “que se refiere a actos concretos de misericordia en
vez de simplemente una actitud misericordiosa” (Boring, 179). El
antecedente hebreo es chesedh, que “significa la capacidad de
entrar en la piel de otra persona hasta que podamos ver cosas por sus
ojos, pensar con su mente, y sentir con sus sentimientos” (Barclay, 98).
Jesús pronuncia una bendición sobre la persona que siente el dolor de otra
persona y actúa para aliviarla.
Jesús promete, “...ellos alcanzarán
misericordia.” “Es una enseñanza consistente con el Nuevo Testamento que,
en realidad, solo los misericordiosos recibirán misericordia” (Barclay, 98).
- En este Testamento, Jesús nos enseña a
rezar, “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores” (6:12).
- Dos veces cita Hosea 6:6, el cual
proclama un llamamiento por la misericordia en vez del sacrificio (9:13; 12:7).
- Nos da la parábola del sirviente que no
perdona, condenando a la persona que falla la prueba de la misericordia
(18:21-35).
- Condena los escribientes y los fariseos
por su escrupulosa atención al diezmo mientras no prestan atención a asuntos
más importantes como justicia, misericordia, y fe (23:23).
Es la naturaleza de Dios demostrar
misericordia, pero Dios requiere que nosotros también la compartamos.
“...la primera prueba la obediencia de la ética de Jesús no es si el obedecer
le hace a uno más fuerte moralmente, sino si le hace a uno más tierno –
misericordioso” (Bruner, 146).
Si es verdad que los misericordiosos
recibirán misericordia, también es verdad que aquéllos que han recibido
misericordia estarán más dispuestos a dar misericordia. Habiendo
necesitado misericordia, ellos pueden simpatizar con aquéllos que la
necesitan. En este sentido, la misericordia es cíclica. La cuestión
es como empezar el ciclo de misericordia. Dios lo hizo al amarnos cuando
todavía éramos pecadores (Rom. 5:6-8). Dios nos manda al mundo para
mantener viva la misericordia.
VERSÍCULO 8: BIENAVENTURADOS LOS DE LIMPIO
CORAZÓN
Bienaventurados
los de limpio corazón: porque ellos verán a Dios.
Jesús adapta Salmo 24:3-4: “¿Quién subirá
al monte de Yahaveh? ¿Y quién estará en el lugar de su santidad? El limpio de
manos, y puro de corazón.”
Katharos, la palabra griega para pureza,
significa limpio – no sucio. Jesús avisa, “Del corazón salen los malos
pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios,
blasfemias” (15:19), y bendice a los que tienen un corazón puro que no ha sido
ensuciado por estas maldades.
Katharos también significa que no ha sido
modificado – no ha sido mezclado con otras substancias. Éste puede ser el
significado más importante de esta beatitud. El corazón puro se devota
completamente a Dios. Encuentra un tesoro en un campo y vende todo lo que
tiene para comprar ese campo. Vende todo lo que tiene para comprar una
perla de gran valor (13:44-46). La persona con un corazón puro tiene
integridad. Su declaración de fe se manifiesta en actos de fe.
Lo opuesto de un corazón puro es un
corazón dividido. Trata de servir a dos amos, solo para terminar amándole
a uno y odiando al otro. Jesús avisa, “No podéis servir a Dios y aMammón”
(6:24). Santiago dice, “Allegaos a Dios, y él se allegará a vosotros.
Pecadores, limpiad las manos; y vosotros de doblado ánimo, purificad los
corazones” (Santiago 4:8).
La promesa es que el que es puro de
corazón verá a Dios. Es una recompensa justa para el sirviente de
Dios. C. S. Lewis anota: “Tenemos miedo de que el Cielo sea un soborno, y
que si lo hacemos nuestra meta ya no seremos desinteresados. No es
así. El cielo no ofrece nada que un alma mercenaria pueda desear.
Se les puede decir a los de corazón puro que verán a Dios, porque solo los
puros de corazón lo desean” (C. S. Lewis, El problema del dolor).
VERSÍCULO 9: BIENAVENTURADOS LOS PACIFICADORES
Bienaventurados
los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Eirene es la palabra griega para paz, y
Mateo escribió las Beatitudes en griego. Jesús, sin embargo, hablaba
arameo, una forma de hebreo. La palabra hebrea es shalom, y
es a esa palabra a la que vamos para comprender esta beatitud. Shalom es
más que la ausencia de conflicto; es la presencia de armonía y hermandad.
Jesús pronuncia bendiciones, no para ellos
que evitan conflicto, sino para ellos que hacen la paz. El evitar
conflicto pasivamente puede permitir que maldad surja sin refreno. El
hacer la paz, paradójicamente, puede incluir la fuerza. Dos ejemplos:
).
La promesa es que los que hacen la paz
serán llamados hijos de Dios. La frase, “hijos de Dios,” es otra manera
de decir “una persona que sirve a Dios.”
VERSÍCULO 10: BIENAVENTURADOS LOS QUE PADECEN
PERSECUCIÓN
Bienaventurados
los que padecen persecución por causa de la justicia: porque de ellos es el reino
de los cielos.
Los primeros cristianos fueron perseguidos
por una variedad de razones. Los judíos les perseguían, considerándoles
heréticos. Saúl persiguió a los cristianos por esa razón. Judíos y
romanos acusaban a cristianos de actuar de una manera inmoral. Las
palabras de la última cena, “Éste es mi cuerpo... Ésta es mi sangre,” trajeron
acusaciones de canibalismo. El Ágape (Banquete de Amor) y el beso de paz
trajeron acusaciones de inmoralidad sexual. Literatura apocalíptica trajo
acusaciones de sedición. El rehusar por parte de cristianos de proclamar,
“Cesar es el Señor,” trajo acusaciones de traición (Barclay, 108-110). Al
mismo tiempo que este Evangelio fue escrito, cristianos eran perseguidos.
Este Evangelio les ayudó a ver esta persecución en perspectiva.
La bendición es ofrecida, no por todos los
que son perseguidos, sino por “los que padecen persecución por causa de la
justicia.” Si experimentamos persecución, debemos preguntarnos si es porque
hemos actuado justamente o si simplemente hemos sido ofensivos. En estos
casos es preferible buscar el consejo de la iglesia, porque para la persona que
está sufriendo es difícil ser objetiva. De todos modos, está claro que,
cuando se opone, la maldad usa todos los trucos a su disposición para
mantenerse en pie. Justicia invita persecución.
Notar el paralelo entre “por causa de la
justicia” (v. 10) y “por mi causa” (v. 11).
La promesa es que “suyo es el reino del
cielo.” Otra vez, esto repite la promesa de versículo 3.
VERSÍCULOS 11-12: BIENAVENTURADOS SOIS
Bienaventurados
sois cuando os vituperaren y os persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal
por mi causa, mintiendo. Gozaos y alegraos; porque vuestra merced es
grande en los cielos: que así persiguieron a los profetas que fueron antes de
vosotros.
Jesús cambia la forma de la beatitud para
dirigirse a sus oyentes directamente. “Bienaventurados sois...” El
“sois” es plural, sugestionando una bendición sobre la comunidad en vez de
individuos.
Como se menciona arriba, la persecución no
era una actividad académica para la iglesia de la época de Mateo. Aquí,
Jesús le da contexto a su sufrimiento conectándolo al sufrimiento de los
grandes profetas. La fiel proclamación de los profetas les trajo
persecución. Un ejemplo más tarde fue Juan Bautista, degollado por
oponerse a la boda de Herodes con la mujer de su hermano. El penúltimo
ejemplo fue Jesús. La iglesia no puede esperar quedarse inmune, pero si
puede esperar ser bendecida.
VIERNES 02 DE NOVIEMBRE
MARCOS 15, 33-39; 16, 1-16
VERSÍCULOS 33-39: VERDADERAMENTE ESTE HOMBRE ERA EL HIJO DE DIOS
33Y cuando vino la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre
toda la tierra (griego:gen – de ge, que significa terreno o tierra) hasta la hora de nona. 34Y a la hora de nona (griego: horas enates – la novena hora), exclamó Jesús a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi,
¿lama sabachthani? que declarado, quiere decir: Dios mío, Díos mío, ¿por qué me
has desamparado? 35Y
oyéndole unos de los que estaban allí, decían: He aquí, llama a Elías. 36Y corrió uno, y
empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber,
diciendo: Dejad, veamos si vendrá Elías a quitarle. 37Mas Jesús, dando una
grande voz, espiró. 38Entonces
el velo del templo se rasgó en dos, de alto a bajo. 39Y el centurión que
estaba delante de él, viendo que había espirado así clamando, dijo:
Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.
“Y cuando vino la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre
toda la tierrahasta la hora de nona (v. 33). La oscuridad entre las doce y las 3 de la tarde es
una alusión a Amos 8:9, “Y sucederá en aquel día, dice el Señor Yahaveh, que
haré se ponga el sol al mediodía, y la tierra cubriré de tinieblas en el día
claro.” Hace pensar de una de las plagas de Egipto, en la que Dios hizo
caer oscuridad sobre la tierra de Egipto, una oscuridad que se podía sentir
(Éxodo 10:21). Es una señal escatológica, refiriéndose al juicio de Dios,
no solo sobre Jerusalén o Israel, pero sobre todo el mundo (griego: gen).
“Y a la hora de nona (horas enates – la novena hora), exclamó Jesús a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi,
¿lama sabachthani? que declarado, quiere decir: Dios mío, Díos mío, ¿por qué me
has desamparado?” (v.
34). Las palabras vienen de Salmo 22:1, un salmo que es a la vez el
lamento del que sufre y la esperanza confiada en la vindicación. El
salmista que pregunta porque Dios le ha abandonado también dice que Dios, “no
menospreció ni abominó la aflicción del pobre, Ni de él escondió su rostro;
Sino que cuando clamó a él, oyó” (22:24). Marcos cita el Salmo en arameo
y después da el significado en griego.
Jesús, quien “se ha vaciado” de su gloria celestial (Filipenses
2:7) y ha tomado carne humana, ahora no solo sufre el dolor de sus heridas pero
también el dolor de la soledad espiritual. Salmo 22:1 expresa ese tipo de
soledad dolorosa, pero también expresa gran esperanza en Dios Salvador.
Sus últimos versículos tienen tono de celebración. Los judíos que
presenciaron la crucifixión y oyeron las palabras de Jesús conocerían bien
Salmo 22 y entenderían que las primeras palabras sórdidas que Jesús citó solo
sirven para preparar el escenario para la salvación de Dios.
“Y oyéndole unos de los que estaban allí, decían: He aquí, llama a
Elías” (v. 35). Jesús ha tomado sobre si
mismo todo el pecado del mundo, acompañado por todo el dolor que viene con el
pecado. Ha rehusado el vino y la mirra para que pueda sentir el dolor en
pleno. Experimenta toda la alineación que acompaña al pecado – alineación
de las autoridades religiosas, transeúntes, ladrones – deserción de sus amigos
– separación de Dios. Transeúntes confunden Eloi, Eloi, o deciden
burlarse de Jesús una vez más, de nuevo interpretando esas palabras como Elías,
la persona supuesta a ayudar aquéllos en desesperación. Pero, “para
Marcos… Elías ya ha venido. No vino a rescatar a Jesús de la cruz, sino a
preparar el camino que dirige a ella (9:11-13; 1:2, 14)”
(Geddert, 379).
“Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en
una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si vendrá Elías a quitarle” (v. 36). Una esponja de vino vinagroso puede ser un intento
de aliviar el dolor de Jesús o para atormentarle aún más. El comentario sobre
Elías, sin embargo, forma parte de la burla.
“Pero Jesús, dando una grande voz, espiró” (v. 37). “La mayoría de personas crucificadas se debilitaban
más y más hasta que, gradualmente, expiran en silencio. El relato de
Marcos sugiere que la muerte de Jesús fue violenta y repentina, y que aún se
encontraba bastante fuerte en el momento de su muerte, y que de manera
voluntaria y deliberada murió con el grito de uno victorioso (cf. Juan 19:30)”
(Brooks, 262).
“Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de alto a bajo” (v. 38). Como la oscuridad, esta señal es escatológica, pero
no estamos seguros de su significado. El templo tiene dos velos, uno
entre el Lugar Sagrado y el Sagrado de los Sagrados y el otro entre la Corte de
Israel y la Corte de las Mujeres. El primer velo tapa la entrada al
Sagrado de los Sagrados – donde reside Dios. El sumo sacerdote es el
único que puede pasar por él, y solo en el Día de Expiación. El segundo
velo separa a los fieles masculinos de los femeninos. Si el primer velo
es rasgado, esto señala que la muerte de Jesús ha roto la barrera entre Dios y
los humanos – rompiendo la pared divisora (Efesios 2:14) – concediendo libre
acceso a todos – y ésta es la interpretación usual. Si el segundo velo es
rasgado, tiene “el carácter de una señal pública, comparable a la oscuridad que
cubrió la tierra” (Lane, 574).
El centurión romano, al ver a Jesús morir, dice, “Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios” (v. 39). Responde, no a señales
como la oscuridad o el velo rasgado, sino a Jesús mismo. Este centurión,
capitán de la escuadra que vigila a Jesús, ha visto gente morir, pero en la
muerte de Jesús ve algo que no ha visto antes. Su comentario nos recuerda
al comienzo del ministerio de Jesús, cuando los cielos se abrieron y la voz de
Dios declaró, “Tú eres mi Hijo amado; en ti tomo contentamiento” (1:10-11) –
así, el ministerio de Jesús comienza y termina con afirmaciones que él es Hijo
de Dios. No nos sorprende esta declaración del centurión. Esta es
la primera confesión de fe en este Evangelio, y es un presagio de lo que se
acerca – la abertura del Evangelio a los gentiles.
VERSÍCULOS 1-2: MUY
DE MAÑANA, EL PRIMER DÍA DE LA SEMANA
1Y como pasó el sábado, María Magdalena,
y María madre de Santiago, y Salomé, compraron drogas aromáticas, para venir a ungirle. 2Y
muy de mañana, el primer día de la semana, vienen al sepulcro, ya salido el
sol.
“Y como pasó el sábado” (v. 1a). La celebración del sábado termina al
anochecer el sábado por la noche. Como veremos en versículo 2, las
mujeres no van al sepulcro justo terminado el sábado, en vez, compran drogas
aromáticas para preparar su visita al sepulcro la próxima madrugada (nuestro
domingo por la mañana). Su demora es para poder hacer el viaje y su obra
bajo la luz del día en lugar de bajo la oscuridad de la noche.
“María Magdalena, y María madre de Jacobo, y Salomé, compraron
drogas aromáticas” (v. 1b). Marcos nos dijo
que María Magdalena, María madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé presenciaron
la crucifixión de Jesús (15:40). Entonces nos dijo que María Magdalena y
María madre de José presenciaron el entierro de Jesús (15:47). Ahora nos
dice que María Magdalena, María madre de Jacobo, y Salomé compraron drogas
aromáticas.
Estas mujeres, entonces, son testigos de la muerte, el entierro, y
la resurrección de Jesús – en contraste con los hombres discípulos, que huyeron
al ser arrestado Jesús (14:50-51) – y en contraste con Pedro, que negó a Jesús
tres veces (14:66-72). Es inusual tener a mujeres de testigos ya que, en
procedimientos legales, ley judía no acepta el testimonio de mujeres. Más
adelante, críticos de la iglesia apuntaron a estas mujeres testigos como una
razón por no creer la veracidad de este relato. Sin embargo, si la iglesia
hubiera fabricado esta historia, podríamos estar seguros de que no tendría
mujeres de testigos. Consecuentemente, testigos femeninos son la prueba
que muestra la veracidad de esta historia.
“para venir a ungirle” (v. 1c). No como los egipcios, que embalsaman para
preservar el cuerpo, judíos ungen con perfumes para honrar al difunto y para
enmascarar el olor de la descomposición. El embalsamar generalmente toma
lugar poco después de la muerte, ya que la descomposición comienza poco después
de morir. En el caso de Jesús, sin embargo, el sábado previno a las
mujeres de visitar el sepulcro hasta que ya había pasado día y medio (desde
empezar el sábado al anochecer del viernes hasta el amanecer del domingo).
Después de esa cantidad de tiempo, el olor de la descomposición sería muy
desagradable, y la disposición de estas mujeres para proceder con su ungimiento
es señal de gran devoción. Sin embargo, no debemos olvidar que el ungir
del cuerpo de Jesús para su entierro tomó lugar antes cuando una mujer le ungió
con un caro aceite en la casa de Simón en Betania (Mateo 26:12; Marcos 14:8;
Juan 12:7). También, el Evangelio de Juan relata como José de Arimatea y
Nicodemo ungieron el cuerpo de Jesús al enterrarle (Juan 19:38-40).
“Y muy de mañana, el primer día de la semana, vienen al sepulcro,
ya salido el sol” (v. 2). Algunos eruditos
podrían decir que “muy de mañana” se refiere a las horas antes de la madrugada,
y concluir que “muy de mañana” no concuerda con la próxima frase de Marcos, “ya
salido el sol” (Brooks, 269; Hooker, 384). Sin embargo, otros eruditos
dicen que “muy de mañana” puede significar entre las tres y las seis de la
mañana (Lane, 585). Parece ser, entonces, que no hay ninguna inconsistencia.
VERSÍCULOS 3-4: LA
PIEDRA YA ESTABA REVUELTA
3Y decían entre sí: ¿Quién nos moverá la
piedra de la puerta del sepulcro? 4Y como miraron, ven la piedra
movida; que era muy grande.
“¿Quién nos moverá la piedra de la puerta del sepulcro?” (v. 3). En el próximo versículo, Marcos anota
que la piedra es “muy grande.” Una piedra así pesaría cientos de libras
y, una vez situada, sería difícil de mover. Parece que las mujeres, que
estaban lo suficientemente organizadas como para ir a comprar drogas aromáticas
inmediatamente después de terminar el sábado, también hubieran conseguido la
ayuda de hombres para mover la piedra – pero estas mujeres están en plena
lamentación. Lo asombroso no es que hayan olvidado la piedra hasta ese
momento, sino que funcionan a tan alto nivel. Además, los hombres
discípulos han huido. ¿A quiénes podrían haber pedido ayuda estas
mujeres?
“Y como miraron, ven la piedra movida; que era muy grande” (v. 4). Aquí no hay mención de un guarda como en
Mateo 27:62-66. No se nos dice quien ha revuelto la piedra, pero la frase
“ven la piedra revuelta” está en la voz pasiva. Construcciones de este
tipo a menudo se llaman “el pasivo divino,” queriendo decir que marcan la
actividad de Dios. Seguro que ése es el caso aquí. Mateo nos dice que
un ángel “había revuelto la piedra” (Mateo 28:2) – actuando como agente de
Dios.
Es posible que piedras cuadradas para cerrar la entrada de las
tumbas fueran más comunes que las circulares a causa del coste más elevado de
las circulares (Evans, 535). En este caso, sin embargo, decir “movida”
implica una piedra circular – y una piedra circular concuerda con el hecho que
es la tumba personal de José de Arimatea (Mateo 27:60), un hombre rico (Mateo
27:57).
VERSÍCULOS 5-7: HA
RESUCITADO
5Y entradas en el sepulcro, vieron un
hombre sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se
espantaron. 6Pero él les dice: No os asustéis: buscáis a Jesús
Nazareno, el que fue crucificado; ha
resucitado, no está aquí; he aquí el lugar en donde le pusieron. 7Mas
id, decid a sus discípulos y a Pedro, que él va antes que vosotros a Galilea:
allí le veréis, como os dijo.
“Y entradas en el sepulcro” (v. 5a). Como se anota arriba, José de Arimatea y
Nicodemo ungieron y enterraron a Jesús en la tumba de José (Juan 19:38-40; cf.
Mateo 27:57-60). José es rico (Mateo 27:57) y puede pagar por un buen
sepulcro para su entierro. Porque entierros generalmente se hacen el día
de la muerte, familias en buenas condiciones económicas a menudo tienen un
sepulcro que se pueda utilizar según haga falta (pero Mateo nos dice que esta
tumba nunca ha sido utilizada). Tumbas más elaboradas tenían una pequeña
entrada con un pasaje a la sala de entierro que tenía uno o más nichos o
plataformas para poner. Cuando la descomposición hubiera terminado su
obra, los restos eran movidos a un osario (contenedor de huesos) para permitir
que la sala de entierro se pueda utilizar de nuevo (Gower, 72-74).
“vieron un hombre sentado al lado derecho, cubierto de una larga
ropa blanca” (v. 5b). En la versión de Mateo,
el mancebo es un ángel vestido en ropas tan blancas como la nieve (Mateo
28:2-3). Marcos solo nos dice que el hombre está vestido de blanco.
“En el simbolismo del color en el Nuevo Testamento, el blanco es principalmente
el color celestial y se menciona casi exclusivamente en contextos escatológicos
o apocalípticos” (Lane, 587) – por eso, la ropa de este mancebo le identifica
como un ser celestial.
“y se espantaron” (v.
5c). Considere su estado emocional. Se encuentran absortas en una
lamentación terrible. Es muy temprano en la mañana. Han ido al
sepulcro esperando no tropezarse con nadie, pero se encuentran en presencia de
este ser celestial. No es sorprendente que teman. Temor es una
respuesta común a la presencia celestial (4:41; 5:15, 33; 6:50; 9:6; 10:32).
También tienen miedo porque han venido al sepulcro con un
entendimiento del mundo “en el que la muerte tiene la última palabra.
Poco a poco, entonces, este mundo antiguo es desmantelado y todo queda
desequilibrado” (Campbell, 283). La tumba que debe estar cerrada está
abierta. El cuerpo que debe estar presente no lo está. Un joven
vestido en ropas blancas celestiales está sentado donde el cuerpo debe estar
tendido. A continuación, aprenderán que la muerte de Jesús no fue el
final. Las verdades absolutas que han conocido toda su vida no han
resultado ser absolutas, y esto hace temblar los cimientos de su entendimiento
del mundo. No es sorprendente que tengan miedo.
“Pero él les dice: No os asustéis: buscáis a Jesús Nazareno, el que
fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; he aquí el lugar en donde le
pusieron” (v. 6). “Los verbos en v. 6
(“fue crucificado” y “resucitado ha”) se refieren a las dos caras del evento de
la Pascua. El anuncio del emisario divino establece una continuidad que
hace imposible separar el Jesús histórico del Jesús resucitado” (Edwards,
494). La frase “resucitado ha” es un verbo pasivo divino – significa que
Dios es el que resucitó a Jesús de la muerte.
“Lo excepcional y distintivo de la temprana proclamación cristiana
de la resurrección de Jesús es que esto le haya ocurrido a un individuo (y no a
todos los que mueren) durante el trayecto de la historia humana (y no al final
del tiempo). O, para ponerlo de una manera que concuerda con la reflexión
de Pablo sobre la resurrección de Jesús y nuestra resurrección en 1 Corintios
15, la resurrección de Jesús es el evento decisivo en una secuencia de eventos escatológicos
que traen la plenitud del reino de Dios. Jesús, el resucitado, anticipa
el estado glorioso que espera a todos los que permanecen fieles a su enseñanza
y ejemplo” (Donahue y Harrington, 460).
SÁBADO 03 DE NOVIEMBRE
LUCAS 4, 1-7.11
VERSÍCULOS 1-2a: LLENO DEL
ESPÍRITU—TENTADO POR EL DIABLO
1Y JESUS, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue
llevado por el Espíritu al desierto 2por cuarenta días, y era tentado del diablo.
“Y Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue
llevado por el Espíritu al desierto...” (v. 1). Para Lucas, el Espíritu
Santo es el principio de todo lo que es importante.
–– El ángel Gabriel explicó a María que concebiría un hijo, aunque
era virgen, porque el “Espíritu Santo vendrá sobre ti...” (1:35).
–– Juan el Bautista prometió que Jesús bautizaría “en Espíritu
Santo y fuego” (3:16).
–– En el bautismo de Jesús, “descendió el Espíritu Santo sobre él
en forma corporal, como paloma” (3:22).
–– Jesús no fue al crisol del desierto solo, sino “lleno del
Espíritu Santo” y “llevado por el Espíritu” (4:1).
–– Al final de las tentaciones, “Jesús volvió en virtud del
Espíritu a Galilea, y salió la fama de él por toda la tierra de
alrededor” (4:14).
–– En la sinagoga de Nazarea, las Escrituras proclamaron sobre
Jesús “El Espíritu del Señor es sobre mi...” (4:18).
–– En el Pentecostés “...fueron todos (los discípulos) llenos del
Espíritu Santo, y
Comenzaron a hablar en otras lenguas, como el
Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:4). De la misma manera en que
el Espíritu acompañó a Jesús en su Ministerio, el Espíritu acompañaría a
la iglesia en su ministerio.
“...por cuarenta días, y era tentado por el diablo” (v. 2a).
Cuarenta era un término común para decir muchos. La conexión entre cuarenta y hambre es un tema recurrente en la historia
de salvación de Israel:
–– Moisés pasó cuarenta días y cuarenta noches en el monte
Sinaí sin comida ni agua
(Ex. 34:28).
–– El pueblo de Israel anduvo vagando por cuarenta años en
el desierto, donde se quejaron de que estaban en peligro de morir de hambre
(Ex. 16:2-3).
–– Elías caminó por cuarenta días y cuarenta noches sin
comida (1 R. 19:8).
Así pues, la frase “... por cuarenta días, y era tentado por el
diablo”, une a Jesús con los personajes y eventos más importantes de la
historia de Israel.
VERSÍCULOS 2b-4: LA PRIMERA
TENTACIÓN
2bY no comió cosa en aquellos días: los cuales pasados, tuvo
hambre. 3Entonces
el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se haga
pan. 4Y Jesús
respondiéndole, dijo: Escrito está: Que no con pan solo vivirá el hombre...
Jesús “No comió nada en aquellos días, los cuales pasados, tuvo
hambre” (v. 2b). Parece que Jesús fue tentado por cuarenta días (v. 1), pero
estas tres tentaciones llegan al final de estos cuarenta días, cuando Jesús,
debilitado por su prolongado ayuno, era vulnerable a la sugestión.
“Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios...” (v. 3). Un
poco antes Lucas ha reportado el bautismo de Jesús con esa voz que viene del
cielo diciendo “Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido” (3:22). Ahora el
diablo, como un hábil experto en karate, trata de usar la fuerza de Jesús
contra él mismo.
–– Dicen que eres el Hijo de Dios. Si eso es verdad, entonces no
tendrás problema para realizar este pequeño proyecto.
–– Si eres el Hijo de Dios, tu Padre seguramente no espera que te
prives a ti mismo de lo esencial de la vida. ¡Sé inteligente! ¡Hazte un pan!
¡Cuídate a ti mismo! ¡Debes mantener tu fuerza!
–– Podemos imaginar al diablo diciéndonos, “Si tú eres el
patrón... Si eres el que se supone que... Si eres mi amigo... Si eres una buena
madre... Si eres un patriota... Si eres un experto... Si eres un buen
compañero... Si realmente crees... Si amas al Señor... Escucha cuidadosamente a
lo que sigue. Si es del diablo, estará envuelto en engaño. Note que estas
son cosas que hablan de fuerza (ser el patrón, por ejemplo), más que de
debilidad. El diablo frecuentemente ataca el muro más alto y que pensamos que
no necesita protección.
“...di a esta piedra que se haga pan” (v. 3). El relato de
Lucas es diferente al de Mateo en un pequeño, pero posiblemente significativo
detalle.
–– En Mateo el tentador dice “...di que estas piedras (plural)
se conviertan en pan”, tal vez sugiriendo que Jesús debería hacer pan no
solamente para sí mismo, sino también para otras personas hambrientas.
–– En Lucas, el diablo dice “...di a esta piedra (singular)
que se haga pan,” sugiriendo que Jesús debería saciar su propia hambre.
Estas son tentaciones muy diferentes. En el relato de Mateo,
parece ser que se apela a la compasión de Jesús por otros. En el relato de
Lucas, la apelación es más básica, más personal, más egoísta. Mientras que la
apelación a la compasión es fuerte, la apelación para procurarse a sí mismo es
más fuerte. Los humanos (y Jesús fue humano) tienen una fuerte voluntad de
supervivencia. Es posible presentar un buen caso para la supervivencia
personal. Por ejemplo, a las asistentes de vuelo se les enseña a asegurar su
propia supervivencia en caso de que ocurra un choque para que de esta manera
estén vivas y puedan ayudar a sobrevivir a los pasajeros. Los padres necesitan
sobrevivir para cuidar a sus hijos e hijas. Jesús necesitaba sobrevivir para
poder llevar a cabo su ministerio.
Note que la tentación es insignificante. ¿Qué mal podría haber en
una pieza de pan? Esta acción afecta solamente a Jesús, y de seguro es lo
suficientemente fuerte para soportarla. La segunda y tercera tentación son
dramáticas, pero el poder de la primera tentación reside en su sutileza.
“Jesús respondiéndole, dijo: Escrito está: Que no con pan solo
vivirá el hombre...” (v. 4). La cita viene de Deuteronomio 8:3, que completa
dice:
Y te afligió, e hízote tener hambre, y te sustentó con maná,
comida que noconocías tú, ni tus padres la habían conocido; para hacerte saber
que el hombreno vivirá de solo pan, mas de todo lo que sale de la boca de
Yahaveh vivirá el hombre.
Note la conexión entre el maná (el pan de los israelitas durante
la jornada por el desierto) y el pan con que el diablo tienta a Jesús en el
desierto. “La necesidad de Israel de pan era secundaria a la necesidad de
Israel para entender que Dios da pan. Jesús, debido a que entiende ese hecho,
puede resistir la tentación para tomar el asunto en sus propias manos” (Cousar,
et. al., 197).
VERSÍCULOS 5-8: LA SEGUNDA
TENTACIÓN
5Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento
de tiempo todos los reinos de la tierra. 6Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la
gloria de ellos; porque a mí es entregada, y a quien quiero la doy: 7Pues si tú adorares delante de mí, serán todos tuyos. 8Y respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque
escrito está: A tu Señor Dios adorarás, y a él solo servirás.
La segunda tentación es para que Jesús cumpla su misión por medios
menos-que-honorables. Ha venido por gloria y autoridad, pero Jesús logrará su
gloria sometiéndose a sí mismo a ser levantado sobre una cruz, y no por
arrodillarse frente al maligno. Su autoridad vendrá de Dios, no de Satán.
También nosotros somos tentados para lograr metas honorables por
medios no-tan-honorables. Las compañías cigarreras financian organizaciones
“bonitas” de caridad que después utilizan para legitimizar sus empresas de
muerte. Los gobiernos estatales se dan cuenta que es más fácil obtener
financiamiento para las loterías que para ayudar a las escuelas. Los casinos
proveen trabajos para los nativo-americanos, pero se convierten en depredadores
de los miembros más vulnerables de nuestra sociedad. Los ejecutivos mejoran las
ganancias despidiendo a empleados leales (bajando los costos). Las escuelas
promueven la auto-estima pasando a estudiantes a grados superiores para los que
no están preparados. Los estudiantes pasan exámenes haciendo trampa. Los
predicadores llenan sus iglesias llamando a la gente a creer y hacerse ricos en
lugar de tomar su cruz y seguir a Jesús. Todos somos vulnerables a la tentación
de lograr buenos fines por medios malos.
El versículo 6 es la primera mención de la autoridad de Jesús en
el evangelio de Lucas, pero este asunto de la autoridad surgirá una y otra vez:
–– Jesús asombrará a la gente enseñando con autoridad (4:33).
–– Jesús mandará a los espíritus inmundos con autoridad, y le
obedecerán (4:36).
–– El Hijo del Hombre tendrá autoridad para perdonar pecados
(5:24).
–– Un centurión, un hombre “puesto en potestad”, reconocerá la
autoridad de Jesús (7:8).
–– Jesús dará autoridad a los discípulos sobre los demonios (9:1)
y para hollar serpientes, escorpiones, y “sobre toda fuerza del enemigo”
(10:19).
–– Jesús le advirtió a la multitud que debía temer, no a la
persona que puede matar el cuerpo, sino al que tiene autoridad de echar en el
infierno (12:5).
–– Los sacerdotes, escribas, y ancianos demandarán conocer con qué
autoridad hacer Jesús las cosas (20:2).
“Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito
está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás”. La cita viene de
Deuteronomio 6:13. “El Mesías no está exento de la más básica demanda a Israel:
adorar solamente a Dios” (Tannehill, 88).
DOMINGO 04 DE NOVIEMBRE
MARCOS 12, 28b-34
A medida que nos acercarnos al final del Evangelio de Marcos, “se
hace más lento y se amplía… Un tercio de la narrativa de Marcos está dedicado a
los últimos días del ministerio de Jesús; una sexta parte se dedica a sus
últimas dos horas” (Jensen).
La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén comienza esta sección
(11:1-11). Después, Jesús maldice una higuera infructífera (11:12-14), un
leve comentario de la esterilidad religiosa del templo. Después, limpia
el templo (11:15-19), dando paso a la hostilidad de los altos sacerdotes y
escribas, que se han propuesto matarle (11:18). A continuación, Marcos
relata una serie de conflictos con varios oficiales religiosos. La
historia del escriba que pregunta sobre el primer mandamiento aparece
inmediatamente después de tres hostiles preguntas hechas por los oponentes de
Jesús:
– Los altos sacerdotes, escribas, y ancianos le preguntaron a
Jesús, “¿Con qué facultad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esta facultad
para hacer estas cosas?” (11:28).
– Algunos fariseos, y herodianos intentaron atrapar a Jesús con
este comentario, suavizado al principio con alabanzas pero listo para picar
después: “Maestro, sabemos que eres hombre de verdad, y que no te cuidas de
nadie; porque no miras a la apariencia de hombres, antes con verdad enseñas el
camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?”
(12:14-15a).
– Algunos saduceos, que no creían en resurrección, preguntaron,
“Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muriese, y dejase
mujer, y no dejase hijos, que su hermano tome su mujer, y levante linaje a su hermano.
Fueron siete hermanos: y el primero tomó mujer, y muriendo, no dejó simiente; Y
la tomó el segundo, y murió, y ni aquél tampoco dejó simiente; y el tercero, de
la misma manera. Y la tomaron los siete, y tampoco dejaron simiente: a la
postre murió también la mujer. En la resurrección, pues, cuando
resucitaren, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por
mujer” (12:19-23).
VERSÍCULOS 28-34: LLEGÁNDOSE UNO DE LOS ESCRIBAS
La historia del escriba que pregunta sobre el primer mandamiento
aparece en los tres sinópticos, pero con unas diferencias significantes.
– En Mateo 22:34-40 y Lucas 10:25-38, el escriba viene como
adversario para probar a Jesús. Marcos, en cambio, presenta al escriba en una
luz mucho más favorable.
– En Lucas, Jesús no contesta la pregunta del escriba
directamente, sino que pregunta, “¿Qué está escrito de la ley? ¿Cómo
lees?” El escriba contesta, esencialmente repitiendo las palabras de
Jesús encontradas en Marcos 12:30-31, pero omitiendo el Shema que se encuentra
en Marcos 12:29.
– En Lucas, la Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:29-37) sigue
inmediatamente después del encuentro con el escriba, agrandando de manera
significante el concepto del prójimo.
VERSÍCULO 28: ¿CUÁL ES
EL PRIMER MANDAMIENTO?
28Y llegándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y
sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer
mandamiento de todos?
Escribas aparecen a través de este Evangelio pero, excepto en el
caso de esta historia, aparecen en una luz negativa. En cambio este
escriba, una excepción agradable, viene a Jesús porque le ha visto contestar
bien a sus oponentes. Los saduceos intentaron confundirle al preguntarle
de la resurrección, en la cual ellos no creen (12:18-27). Existe una gran
posibilidad de que este escriba sea fariseo, los que sí creen en la
resurrección. Si el escriba es fariseo, debe alegrarse al ver que Jesús
logra confundir a los saduceos con esa pregunta.
El escriba pregunta, “¿Cuál
es el primer mandamiento de todos?” Al contrario de la mayoría de
historias donde un oficial religioso le hace a Jesús una pregunta, no hay
ninguna indicación de que este escriba intente atrapar a Jesús. Parece
preguntar una pregunta honesta.
La mayoría de escribas concuerdan en que el escriba pregunta, no
cuál de los mandamientos es el primero de muchos, sino que quiere saber cuál de
los mandamientos mejor define las raíces de la ley del Tora – cuál se encuentra
en el centro – la resume. ¿Hay una ley que es la clave para todas las
otras leyes? ¿Existe algún principio básico del cual la ley entera se pueda
derivar?” (Hooker, 287).
Ley judía incluye 613 mandamientos (365 prohibiciones y 248
mandamientos positivos). Escribas los clasifican entre mandamientos
“ligeros” y “pesados,” siendo los ligeros menos importantes que los
pesados. Examinan cada ley en minucioso detalle, y diseñan reglas
complejas para ayudar a la gente a comprender como se debe obedecer cada ley en
toda situación posible.
VERSÍCULOS 29-31: AMARÁS PUES AL SEÑOR TU DIOS… A TU PRÓJIMO
29Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Escucha,
Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30Amarás (griego: agapeseis – amor ágape) pues al Señor tu Dios de todo (griego: ex –
desde – de) tu
corazón (griego: kardias), y de toda tu alma (griego: psuches), y de toda tu mente (griego: dianoias), y de todas tus fuerzas (griego: ischuos); este es el principal mandamiento. 31Y el segundo es
semejante a El: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento
mayor que éstos.
“Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es” (v. 29). Mateo 22:37 y Lucas 10:27 no incluyen esta parte
del versículo, pero es importante. El hecho de que el Señor es uno valida
la obligación de amar al Señor.
Los judíos se refieren a estas palabras como “Shema,” que
significa, “oír” de Deuteronomio 6:4-5. Se recita regularmente en
alabanza en la sinagoga y en oraciones diarias, y es una de las escrituras
guardadas en filacterias (un pequeño contenedor llevado en la persona,
conteniendo escrituras) y mezuzahs (un contenedor parecido para la puerta de la
casa) que sirven de continuo recordatorio.
Al recitar el Shema, Jesús va al Tora – al centro de la fe y la
práctica judía. Su respuesta no es ninguna innovación. “Como un
resumen del credo (el Shema) era y continúa siendo tan importante para el
judaísmo como el Padre Nuestro o el Credo de los Apóstoles lo son para la
Cristiandad” (Edwards, 371). Jesús lo utiliza para presentar el
mandamiento de amar a Dios. El Shema no es un mandamiento por si, pero
establece los cimientos del mandamiento de amar a Dios.
“Amarás (griego: agapeseis – de agapao – teniendo que ver con amor ágape) pues al Señor tu Dios de todo tu corazón (griego: kardia), y de toda tu alma (griego:psyche), y de toda tu mente (griego: dianoias), y de todas tus fuerzas (griego:ischuos)” (v. 30). Deuteronomio 6:5
habla de amar a Dios con corazón, alma, y fuerza. Jesús añade amar a Dios
con la mente. Escribas y rabíes ya aman a Dios con sus mentes.
Estudian las escrituras como un cateador estudia rocas para encontrar señales
de oro. Cubren el mismo terreno una y otra vez esperando encontrar un
nuevo tesoro. El suyo es un método intelectual para acercarse a las
escrituras.
Amar a Dios con corazón, alma, mente, y fuerza es amar a Dios con
todo lo que somos. Gente Judía piensa del corazón (kardia)
como el centro del pensamiento tanto como los sentimientos. Piensan
del alma (psyche) como lo que da vida y respiración a una
persona. Es posible que Marcos añada la mente (dianoias)
por el bien de sus lectores griegos, que quizá no asocien el corazón con el
pensamiento. Fuerza (ischuos) puede referirse a cualquier
cosa que nos de poder – sea fuerza física, belleza, riqueza, posición,
reputación, o talento.
Brooks añade esta corrección: “El amontonamiento de términos,
‘corazón,’ ‘alma,’ y ‘mente’ es solo una manera de decir ‘con todo tu ser’ y la
intención no es designar los componentes de la naturaleza humana” (Brooks,
197).
Hemos de amar a Dios con amor ágape. Ágape es
una palabra que trata más de ‘hacer’ que de ‘sentir,’ aunque sí incluye
ambos. Ágape requiere acción – requiere que
demostremos nuestro amor de alguna manera práctica. La persona que ama a
Dios participará en alabanza – obedecerá a Dios – buscará oportunidades para
servirle. Un atleta que ama a Dios puede servir ofreciendo testimonio a
la juventud. Padres y madres que aman a Dios criarán a sus hijos en la
fe. Una persona de negocios que ama a Dios puede trabajar como tesorero
de una iglesia. Un músico que ama a Dios puede servir utilizando sus
talentos musicales. Toda la gente que ama a Dios tiene oportunidad de
diezmar. En cualquier caso, ágape requiere una expresión práctica.
“Y el segundo es semejante a El: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo” (v. 31a). El escriba preguntó por
un mandamiento pero Jesús le da dos – ligándolos con la declaración “No hay otro mandamiento mayor que éstos” (v. 31b). “Si existe una
novedad en la enseñanza de Jesús consiste en unir los dos mandamientos,
haciéndolos uno solo” (Donahue& Harrington, 357).
Estos dos mandamientos (amar a Dios y amar al prójimo) resumen de
una manera simple la primera y segunda tableta del Decálogo (los Diez
Mandamientos). La primera tableta enfatiza la relación de una persona con
Dios a través del requisito de lealtad a Dios (Éxodo 20:3), de abstener de
idolatría (Éxodo 20:4-6), de respetar el nombre de Dios (Éxodo 20:7), y de
mantener sagrado el día de reposo (Éxodo 20:8-11). La segunda tableta
enfatiza la relación de la persona hacia otros, mandando honrar a padre y madre
(Éxodo 20:12), y abstener de matar (Éxodo 20:13), de adulterio (Éxodo 20:14),
de hurto (Éxodo 20:15), de falso testimonio (Éxodo 20:16), y de codicia (Éxodo
20:17).
El mandamiento de amar al prójimo es de Levítico 19:18, y no se
nos ocurriría tan rápidamente como el mandamiento de amar a Dios. Aun
así, concuerda con ley y profetas, ambos de los cuales enfatizan una relación
correcta con personas tanto como con Dios. Ley judía detalla
cuidadosamente nuestro comportamiento en relación a otras personas. Los
profetas lo llevan un paso más allá, clamando por compasión y justicia aún en
las situaciones en que la ley no aplica.
Cristo nos pide equilibrar estos dos grandes mandamientos.
La persona que ama a Dios pero no ama a su prójimo está gravemente deficiente.
“Si alguno dice, Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Porque
el que no ama a su hermano al cual ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no
ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: Que el que ama a Dios, ame
también a su hermano” (1 Juan 4:20-21). Este lenguaje es duro por la
dificultad que la mayoría de nosotros experimenta en amar a ciertos colegas,
vecinos, familiares, o miembros de la iglesia.
Como figura en Levítico, el prójimo es un compañero judío.
Sin embargo, en el Evangelio de Lucas, la parábola del Buen Samaritano (Lucas
10:29-37) sigue inmediatamente después y expande el relato de Lucas acerca del
mandamiento más grande (Lucas 10:25-28). Esa parábola aumenta nuestra
comprensión del prójimo, incluyendo aquéllos que se encuentran fuera y lejos de
nuestro círculo de amigos y conocidos. En otro lugar, Jesús clama que
amemos hasta nuestros enemigos y que oremos por los que nos persiguen (Mateo
5:44; Lucas 6:27-35).
Pero amor hacia el prójimo rápidamente se degenera hacia el
humanismo o el sentimentalismo si no está fundado en el amor para Dios. Amar
a Dios es el primer mandamiento, no el segundo. Amar a Dios es el
fundamento sobre el cual dependen todos los otros mandamientos. “Entiende
bien el centro y la circunferencia vendrá también. Amar a Dios resultará
en amar al prójimo” (Luccock, 846).
De nuevo, “Amar… es más que un sentimiento. Encuentra su
expresión en obras concretas, y en un nivel asociado adopta un carácter de
justicia” (Cousar, 575). El que ama su prójimo buscará maneras prácticas
para demostrar ese amor.
— En un micro-nivel puede significar mantener limpia la propiedad
de uno – o cortar la hierba de un vecino enfermo – o conducir el coche de
Comidas sobre Ruedas.
— En un nivel mediano puede significar contribuir dinero para
alimentar a los pobres o trabajar con Hábitat para la Humanidad construyendo
casas para los que no las tienen.
— En un macro-nivel puede significar influir en la realización de
pólizas públicas para encaminar a los desamparados – o asegurar el tratamiento
justo de los vulnerables – o asegurar la responsabilidad de los políticos,
directores de corporaciones, u otros con poder.
— En todos los niveles, requiere que uno mire más allá de si mismo
para poder ver las necesidades del prójimo y tomar acción para ayudar a los
necesitados.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (v. 31a). Muchos sermones han sido predicados sobre amor
propio como requisito para amar al prójimo. Sin embargo, Jesús no
defiende el amor propio, sino que simplemente reconoce nuestra tendencia
natural de cuidar a Número Uno, pidiéndonos extender ese mismo amor hacia
otros. Del amor propio, Barth dice, “Dios nunca pensará soplar sobre su
fuego, que ya brilla lo suficiente” (de ChurchDogmatics,
citado en Williamson, 228).
Amor propio es útil pero la mejor manera de nutrirse a si mismo es
ayudando a los demás. “Alcohólicos que han vivido con desdén propio
durante años se dan cuenta a través de su recuperación por el programa de
Alcohólicos Anónimos que el mejor antídoto para esta actitud degenerante es
ayudar a otros alcohólicos. Amando a otros aprenden a amarse a si mismos”
(Hare, 160-161).
VERSÍCULOS 32-33: MAESTRO, VERDAD HAS DICHO
32Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho,
que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; 33Y que amarle de todo corazón, y de todo entendimiento (griego:suneseos), y de toda el alma, y de todas las fuerzas, y amar
al prójimo como a sí mismo, más es que todos los holocaustos y sacrificios.
“Maestro, verdad has dicho” (v. 32). Obviamente el escriba no ha venido con malas intenciones,
o no se precipitaría tanto en afirmar a Jesús. Al volver a declarar la
respuesta de Jesús, cambia “alma” y “mente” a “entendimiento” (suneseos).
“más es que todos los holocaustos y sacrificios” (v. 33). Esta conversación toma lugar en el templo, y el
escriba se dedica a alabar en el templo. Puede ser que viniera al templo
para hacer su sacrificio. Esto da un valor especial a su declaración que
amar a Dios y prójimo es “más que todos los holocaustos y sacrificios.”
Su declaración concuerda con tradición profética, que por mucho tiempo ha
enfatizado un corazón contrito y humillado (Salmo 51:16-17), obediencia a Dios
(Jeremías 7:21-23), amor constante hacia Dios (Ósea 6:6), y hacer juicio, amar
misericordia, y humillarte para andar con tu Dios (Mica 6:8). Sin
embargo, es inusual que Jesús se encuentre con un oficial religioso que
reconozca que cualquier cosa pueda ser más importante que sacrificios al
templo.
Las epístolas continúan enfatizando amor y disminuyendo el énfasis
en sacrificios al templo. “Para Pablo, el que ama al prójimo cumple con
la ley (Romanos 13:8). Amor encabeza la lista de fruto espiritual
(Galatos 5:22). Amor sobrepasa en importancia todos los demás regalos
espirituales (1 Corintios 12:31-13:13). Para Santiago, la ley de amar es
‘la ley real’ (2:8). En 1 Juan, el mandamiento de amar es ambos antiguo
(‘desde el principio,’ 2:7) y nuevo (mostrado por Jesús, 2:8)… En Hebreos 10,
el escritor celebra el final de ‘sacrificios y ofrendas’” (Geddert, 296-297).
VERSÍCULO 34: NO ESTÁS
LEJOS DEL REINO DE DIOS
34Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice:
No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.
“No estás lejos del reino de Dios” (v. 34a). ¿Alaba Jesús al escriba por su buena respuesta o
le avisa de que todavía le falta algo? ¡Quizá ambos! Sin embargo, éste es uno
de los pocos encuentros positivos de Jesús con los religiosos exclusivos y una
de sus más positivas declaraciones hacia un miembro de ese grupo. Jesús
tiende a reservar comentarios positivos para forasteros o para necesitados
(Mateo 8:10; 15:28; Marcos 2:5; 5:34; 10:52).
Las palabras de Jesús, “lejos del reino de Dios,” recuerdan al
éxodo y a la diáspora (Isaías 57:19; Ezequiel 11:15; Zacarías 6:15; 10:9), “que
según la teología del Nuevo Testamento han sido rectificadas por la misión de
Cristo (cf. Efesios 2:13: ‘Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro
tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo’)”
(Evans, 266).
¿Cómo de lejos está el escriba del reino? La historia termina sin
decirnos si el escriba se convierte en discípulo de Jesús. Solo sabemos
que, al contrario del hombre rico que encontró demasiado difícil hacer lo
requerido para poseer vida eterna (10:23-25), “este escriba es posiblemente un
recluta prometedor” (France, 482). Seguramente es mejor no prestar
demasiada atención al escriba – y si cayó en el lado correcto o el lado
incorrecto de la línea. El corazón de esta lección del Evangelio se
encuentra en las demandas que pone sobre nuestras vidas.
“Y ya ninguno osaba preguntarle” (v. 34b). Jesús no ha herido al escriba con sus palabras,
sino que ha contestado preguntas, generalmente de gente hostil, con un efecto
explícito a lo largo de capítulos 11-12. Su respuesta a este escriba deja
claro para sus oponentes que él no es vulnerable. Ninguno de ellos se
atreve a venir adelante para pasar por otra ronda con él.
Lunes 05 DE NOVIEMBRE
LUCAS 14, 12-14
ERSÍCULOS 12-14: LLAMA
A LOS POBRES
12Y dijo también al que le había convidado: Cuando haces comida o
cena, no llames a tus Amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a
vecinos ricos; porque también ellos no te vuelvan a convidar, y te sea hecha
compensación. 13Mas
cuando haces banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos; 14Y serás bienaventurado; porque no te pueden retribuir; mas
te será recompensado en la resurrección de los justos.
“Y dijo también al que le había convidado” (v. 12). Jesús pasa su atención al que le había
convidado. Gente tiende a invitar a los que puedan devolver el favor –
los que tienen algo que ofrecer a cambio. Jesús avisa al que le convida
(y a nosotros) de no invitar a los cuatro grupos de gente que él disfrutaría
más (amigos, hermanos, parientes, o vecinos ricos), y le dice que invite a los
cuatro grupos que disfrutaría menos (pobres, mancos, cojos, y ciegos).
Anote que mancos, cojos, y ciegos constituyen un grupo de personas en el
margen, a quienes se les prohíbe servir como sacerdotes a causa de sus
imperfecciones físicas (Levíticos 21:17-23).
Jesús advierte contra invitar a los preferidos “porque también ellos no te vuelvan a convidar, y
te sea hecha compensación” (v.
12). En vez, si invitamos a los no preferidos, “serás bienaventurado; porque no te pueden
retribuir; mas te será recompensado en la resurrección de los justos” (v. 14). Jesús pide confianza en
que Dios repagará lo que ellos no pueden pagar, y promete que Dios nos repagará
en la resurrección de los justos.
Este pasaje recuerda a otros pasajes de “recompensas”:
− “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced
bien a los que os aborrecen… Porque si amareis a los que os aman, ¿qué recompensa
tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publícanos?” (Mateo 5:44-46).
− Jesús nos avisa contra el peligro de practicar piedad o caridad
en público, porque así es como recibimos recompensa de nuestros
admiradores. En lugar de eso, debemos practicar piedad y caridad en
privado “y tu Padre que ve en secreto, él te recompensará” (Mateo 6:1-6).
− “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no
esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del
Altísimo: porque él es benigno para con los ingratos y malos” (Lucas 6:35).
“Cuando haces banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos,
los ciegos” (v. 13). Jesús no apoya una
caridad a distancia que solo manda un cheque, en vez, nos llama a invitar a los
pobres y desconectados para sentarse a nuestra mesa, uno de los sitios más
íntimos de nuestra casa. Al hacerlo, alimentamos ambos cuerpo y
alma. “A través de estas obras, esta gente del margen se convierte en
parte del grupo. De manera simbólica, ya no están fuera del círculo de
poder” (Cousar, 496).
La lección está clara. Dios nos llama hacia los valores del
reino, y nos bendice cuando intentamos complacerle a él en vez de a otras
personas. “La verdadera acción de Dios es, por nuestra parte, una
inversión descuidada en partes del mundo que claman por atención, que tienen
verdaderas necesidades, pero que no muestran ninguna señal de ser capaces de
repagar los dividendos. Aun así, Jesús promete que Dios ve y que Dios
pagará el interés acumulado por medio de nuestras inversiones en los elementos
más vulnerables de la humanidad” (Soard).
MARTES 06 DE NOVIEMBRE
LUCAS 14, 15-24
CAPÍTULO 14: EL CONTEXTO
Jesús sanó a un hombre hidrópico, lo cual creó controversia
relacionada al sábado (14:1-6). Se dirigió a gente que buscaba el mejor
asiento, aconsejando que, en vez, buscara el peor asiento y que invitase a los
menospreciados a su mesa (14:7-14). Cuando un invitado dijo,
“Bienaventurado el que comerá pan en el reino de los cielos,” Jesús respondió con
la parábola de la gran cena, sugiriendo que los elegidos habían rehusado la
invitación a favor de otras prioridades y que, por eso, gentiles tomarían su
lugar (14:15-24). La lección evangélica de esta semana sigue naturalmente
esa parábola en que los elegidos no estaban dispuestos a darle a su amo la
prioridad que se merecía.
El evangelio de hoy sigue la reflexión alrededor de asuntos
enlazados con la comida y las invitaciones. Jesús cuenta la a parábola del
banquete. Mucha gente ha sido invitada, pero la mayoría no acudió. El dueño de
la fiesta se indigna viendo que los convidados no acuden y manda llamar a los
pobres, a los lisiados, a los ciegos, a los cojos. Pero sigue habiendo sitio.
Entonces el dueño manda convidar a todo el mundo, hasta que la casa queda
llena. Esta parábola es una luz para las comunidades del tiempo de Lucas.
• En las comunidades del tiempo de Lucas había cristianos, venidos del judaísmo y cristianos venidos de los paganos. A pesar de las diferencias de raza, clase y género, ellos tenían un gran ideal, basado en el compartir y en la comunión (Hec 2,42; 4,32; 5,12). Pero había muchas dificultades, pues los judíos tenían normas de pureza legal que les impedían comer con los paganos. Y hasta después de haber entrado en la comunidad cristiana, algunos de ellos guardan la antigua costumbre de no sentarse con los paganos alrededor de la misma mesa. Así, Pedro tuvo conflictos en la comunidad de Jerusalén, por haber entrado en casa de Cornelio, un pagano y haber comido con él (Hec 11,3). En vista de esta problemática de las comunidades, Lucas guarda una serie de palabras de Jesús respecto a la comunión alrededor de la mesa (Lc 14,1-24). La parábola que aquí meditamos es un retrato de lo que estaba aconteciendo en las comunidades.
• Lucas 14,15: Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios. Jesús había terminado de contar dos parábolas: una sobre la elección de los lugares (Lc 14,7-11), y la otra sobre la elección de los invitados (Lc 14,12-14). Al oír estas parábolas, alguien que estaba en la mesa con Jesús tiene que haber percibido el alcance de la enseñanza de Jesús y dice: "¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!". Los judíos comparaban el tiempo futuro del Mesías a un banquete, marcado por la hartura, la gratitud y la comunión (Is 25,6; 55,1-2; Sal 22,27). El hambre, la pobreza y la carestía hacían que el pueblo tuviera esperanza de cara al futuro. La esperanza de los bienes mesiánicos, comúnmente experimentada en los banquetes, se proyectaba para el final de los tiempos.
• En las comunidades del tiempo de Lucas había cristianos, venidos del judaísmo y cristianos venidos de los paganos. A pesar de las diferencias de raza, clase y género, ellos tenían un gran ideal, basado en el compartir y en la comunión (Hec 2,42; 4,32; 5,12). Pero había muchas dificultades, pues los judíos tenían normas de pureza legal que les impedían comer con los paganos. Y hasta después de haber entrado en la comunidad cristiana, algunos de ellos guardan la antigua costumbre de no sentarse con los paganos alrededor de la misma mesa. Así, Pedro tuvo conflictos en la comunidad de Jerusalén, por haber entrado en casa de Cornelio, un pagano y haber comido con él (Hec 11,3). En vista de esta problemática de las comunidades, Lucas guarda una serie de palabras de Jesús respecto a la comunión alrededor de la mesa (Lc 14,1-24). La parábola que aquí meditamos es un retrato de lo que estaba aconteciendo en las comunidades.
• Lucas 14,15: Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios. Jesús había terminado de contar dos parábolas: una sobre la elección de los lugares (Lc 14,7-11), y la otra sobre la elección de los invitados (Lc 14,12-14). Al oír estas parábolas, alguien que estaba en la mesa con Jesús tiene que haber percibido el alcance de la enseñanza de Jesús y dice: "¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!". Los judíos comparaban el tiempo futuro del Mesías a un banquete, marcado por la hartura, la gratitud y la comunión (Is 25,6; 55,1-2; Sal 22,27). El hambre, la pobreza y la carestía hacían que el pueblo tuviera esperanza de cara al futuro. La esperanza de los bienes mesiánicos, comúnmente experimentada en los banquetes, se proyectaba para el final de los tiempos.
• Lucas 14,16-20: El gran banquete está listo. Jesús responde con una parábola. “Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos". Pero los deberes de cada cual impiden a los invitados a que acepten la invitación. El primero dice: “He comprado un campo. ¡Tengo que ir a verlo!” El segundo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas”. El tercero: “Me casé. No puedo ir”. Dentro de las normas y de las costumbres de la época, aquellas personas tenían derecho a no aceptar la invitación (cf. Dt 20,5-7).
• Lucas 14,21-22: El banquete permanece de pie. El dueño de la fiesta queda indignado con las excusas. En el fondo, quien se indigna es Jesús mismo, pues las normas de estricta observancia de la ley reducían el espacio para que la gente pudiera vivir gratuitamente un banquete amigo que engendraba fraternidad y compartir. Allí, el dueño de la fiesta manda los empleados a que inviten a los pobres, a los ciegos, a los cojos, a los lisiados. Los que, normalmente, eran excluidos como impuros, ahora son invitados a sentarse entorno a la mesa del banquete.
• Lucas 14,23-24: Todavía hay sitio. La sala no se llenó. Había sitio todavía. Entonces, el dueño de la casa manda invitar a los que andan por los caminos. Son los paganos. Ellos también son invitados a sentarse entorno a la mesa. Así, en el banquete de la parábola de Jesús, se sientan juntos a la misma mesa, judíos y paganos. En el tiempo de Lucas había muchos problemas que impedían la realización de este ideal de la mesa común. Por medio de la parábola, Lucas muestra que la práctica de la comunión de la mesa venía de Jesús mismo.
Después de la destrucción de Jerusalén, en el año 70, los fariseos asumieron el liderazgo en las sinagogas, exigiendo el cumplimiento rígido de las normas que lo identificaban como pueblo judío. Los judíos que se convertían al cristianismo eran considerados como una amenaza, pues derribaban los muros que separaban Israel de los demás pueblos. Los fariseos trataban de obligarlos a abandonar la fe en Jesús. Todo esto producía una lenta y paulatina separación entre judíos y cristianos y era fuente de mucho sufrimiento, sobre todo para los judíos convertidos (Rom 9,1-5). En la parábola, Lucas deja bien claro que estos judíos convertidos no son infieles a su pueblo. ¡Es lo contrario! Son los invitados que aceptaron ir al banquete. Son los verdaderos continuadores de Israel. Infieles fueron quienes no aceptaron la invitación y no quisieron reconocer en Jesús al Mesías (Lc 22,66; Hec 13,27).
MIÉRCOLES 07 DE NOVIEMBRE
LUCAS 14, 25-33
VERSÍCULOS 25-33: DISCIPULADO COSTOSO
Jesús se encuentra en camino a Jerusalén y la cruz, pero la
multitud piensa que está en camino a Jerusalén y una corona. Consideran a
Jesús como un “ganador,” y le siguen para poder ganar ellos también.
Jesús enseña que discipulado va acompañado por un precio muy alto. Los
que aspiran seguirle han de considerar el precio antes de firmar el contrato.
Estamos tentados a no retar a la gente hacia un discipulado fiel –
hacia la fiel asistencia a la alabanza – sexualidad fiel –práctica honesta en
los negocios – declaraciones de impuestos correctas – compasión por los menos
afortunados – u otros compromisos costosos. Esperamos que, quizá, si no
pedimos demasiado, los que visitan regresarán. La ironía es que iglesias
de estándares altos atraen a gente de altos estándares. Su integridad y
compromiso atraen a los demás. Pronto, sus asientos están llenos.
Jesús no hace fácil el discipulado. No ofrece un plan fácil
para pagar a plazos. Nunca trata de esconder el precio del
discipulado. En vez, lo escribe en una etiqueta grande para que todos lo
vean.
Pero Jesús no requiere de los discípulos algo que él mismo no esté
dispuesto a dar. Antes, Lucas nos dijo que Jesús “afirmó su rostro para
ir a Jerusalén” (9:51) – el lugar donde morirá en una cruz. En realidad,
se encuentra en camino a Jerusalén sabiendo bien lo que le espera allí.
VERSÍCULOS 25-27: CUALQUIERA QUE NO TRAE SU CRUZ
25Y muchas gentes iban con él; y volviéndose les dijo: 26Si alguno viene a mí, y no aborrece (griego: mesei – odiar, desatender, ser
indiferente a) a
su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su
vida, no puede ser mi discípulo. 27Y
cualquiera que no trae su cruz, y viene en pos de mí, no puede ser mi
discípulo.
“Y muchas gentes iban con él” (v. 25a). Este versículo marca una transición. Jesús
ha cenado en casa de un fariseo, y sus declaraciones se dirigían al pequeño
grupo reunido en esa ocasión. Ahora, se dirige a grandes
multitudes. El hecho de que viajen con él muestra su entusiasmo contagioso.
Su mensaje para ellos es el mismo que el del grupo anterior. Dios exige
primer lugar en nuestras vidas, y ese tipo de discipulado es costoso.
“Si alguno viene a mí, y no aborrece (mesei –
odiar, desatender, ser indiferente a)a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos,
y hermanas, y aun también su vida, no puede ser mi discípulo” (v. 26). Este versículo es
difícil de oír, porque suena como algo que va en contra de la familia. En
las últimas décadas, hemos visto la decadencia de la familia tradicional, una
decadencia causada en gran parte por nuestra incomodidad con compromiso.
Empezamos a reconocer las consecuencias de esa decadencia, y no queremos que
Jesús empeore la cosa. También, las palabras de Jesús suenan irrespetuosas
hacia los padres, creando conflicto con nuestros valores.
Sin embargo, esto es una hipérbole semítica o una exageración para
causar efecto. Jesús no nos pide aborrecer a padre y madre, sino un
compromiso que se eleva sobre todo otro compromiso, incluyendo el de una
familia. “Aborrecer” en este contexto no busca desarrollar disgusto hacia
miembros de familia, sino que exige amarles menos que a Cristo. Esta idea
es común en el Antiguo Testamento (véase Proverbios 13:24; 2 Samuel 19:6;
Génesis 29:30-33; Malaquías 1:2-3; Deuteronomio 21:15-17 – véase también Lucas
16:13).
“Ya que Jesús dijo que la característica más importante del
discipulado es amar a todos, incluyendo enemigos y perseguidores, no puede ser
que Jesús pidiera literalmente a los discípulos que aborrecieran a sus
prójimos. Si has de amar a quien te dio latigazos, ¿por qué no al que te
cuidó?” (Hoezee, 405).
Con esta multitud, Jesús hace lo que hizo previamente con uno que
quería ser discípulo. A ese hombre le dijo, “Las zorras tienen cuevas, y
las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la
cabeza” (9:57). A otro que primero quería enterrar a su padre Jesús le
dijo, “Deja los muertos que entierren a sus muertos” (9:60). A uno que
quería despedirse de su familia, Jesús dijo, “Ninguno que poniendo su mano al
arado mira atrás, es apto para el reino de Dios” (9:62).
Jesús promete que nuestro compromiso recibirá recompensa.
“De cierto os digo, que nadie hay que haya dejado casa, padres, o hermanos, o
mujer, o hijos, por el reino de Dios, Que no haya de recibir mucho más en este
tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna” (18:29-30) – pero esa
declaración viene después. En nuestra lección del Evangelio, Jesús solo
exige – no promete.
En su propia vida, Jesús experimentó conflicto entre vocación y
familia. Cuando le dijeron que su madre y hermanos querían verle,
respondió, “Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la
ejecutan” (8:21).
“Y cualquiera que no trae su cruz, y viene en pos de mí, no puede
ser mi discípulo” (v.
27). En versículo 26, Jesús nos pidió aborrecer hasta nuestra propia
vida. Ahora, nos pide llevar nuestra cruz, el instrumento de nuestra
muerte. “El principio del discipulado es el final del propio ser.
Estamos completamente bajo las ordenes de Cristo” (Barclay, 206).
Cristianos cargando cruces no se distraen fácilmente, sino que “están cegados a
la busca de un estatus noble, sin preocuparse de asegurar su futuro mediante
obligaciones de otros hacia ellos o amontonando posesiones. Son libres
para identificarse con Jesús en su sufrimiento deshonroso” (Green, 566).
Lucas escribe a cristianos que saben lo que significa cargar una
cruz. La Persecución ha comenzado, y cristianos están muriendo en
cruces. Para la persona que espera un discipulado casual, las palabras de
Jesús sobre cargar la cruz serían preocupantes – pero para la iglesia de Lucas,
que experimenta persecución, estas palabras confirmarían sus sacrificios.
Surge una pregunta de este versículo en un tiempo cuando fanáticos
islámicos amarran bombas a sus cuerpos y las detonan en mercados llenos de
gente. Lo hacen voluntariamente, creyendo que Dios recompensará su
martirio – pero, al hacerlo, le dan una mala imagen al entusiasmo
religioso. ¿Cuál es la diferencia entre un cristiano cargando una cruz y
el fanatismo islámico? La diferencia es que Cristo nos pide amarnos uno a
otro – aún a nuestros enemigos. Amor, no bombas, es el agente de cambio
cristiano.
─ Santos cristianos no detonan bombas en esquinas llenas de
gente. En vez, rechazan carreras prometedoras para irse al fin del mundo
y proclamar el amor de Dios.
─ Cristianos se sacrifican a si mismos, no a otros.
─Cristianos sacrifican a favor de gente que no comparte sus
creencias y con quien no tienen mucho en común – excepto el hecho de ser
creados por el mismo Padre.
VERSÍCULOS 28-30: PORQUE CUÁL DE VOSOTROS, QUERIENDO EDIFICAR UNA TORRE
28Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no
cuenta primero sentado los gastos, si tiene lo que necesita para
acabarla?29Porque después que haya puesto el fundamento, y no pueda acabarla,
todos los que lo vieren, no comiencen a hacer burla de él, 30Diciendo: Este
hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.
“Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no cuenta
primero sentado los gastos” (v.
28). “En parábolas, preguntas como ‘¿cuál de vosotros?’ esperan una
respuesta negativa (11:5, 11; 14:5; 17:7)” (Nolland, 763).
Cuando primero decidimos seguir a Cristo, solo sabemos que habrá
un precio que pagar. Solo es al desdoblarse la vida que podemos empezar a
comprender el precio final. Desde el principio, Jesús nos avisa que el
precio será alto.
VERSÍCULOS 31-32: ¿O CUÁL REY, HABIENDO DE IR A HACER GUERRA?
31¿O cuál rey, habiendo de ir a hacer guerra contra otro rey,
sentándose primero no consulta si puede salir al encuentro con diez mil al que
viene contra él con veinte mil?32De otra manera, cuando aun el otro está lejos,
le ruega por la paz, enviándole embajada.
Esta parábola expresa el mismo punto que versículos 28-30.
No empieces hasta que hayas calculado y asesorado la probabilidad de tener
éxito. Planifica con cuidado para evitar desilusión. Prepárate
ahora, no sea que te encuentres en medio de un desastre.
“De la misma manera, Dios no a entrado en un proceso redentor sin
estar listo para terminarlo. No puso su rostro hacia Jerusalén sin estar
listo para enfrentar el sacrificio requerido de él allí” (Culpepper, 292).
VERSÍCULO 33: EL QUE NO
RENUNCIA A TODAS LAS COSAS QUE POSEE
33Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todas las
cosas que posee, no puede ser mi discípulo.
En este Evangelio, Jesús habla frecuentemente de posesiones
materiales. Expuso el error del hombre rico cuya única preocupación era
disfrutar su riqueza (12:13-21). Les dijo a sus discípulos que no se
preocuparan de comida y ropa, porque “al Padre ha placido daros el reino.
Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejecen”
(12:22-34). Requirió que el joven regidor rico vendiera sus posesiones y
se las diera a los pobres (18:18-25). Zaqueo mostró su arrepentimiento,
comprometiéndose a redimir cualquier falta de honestidad previa, repagando
cuatro veces esa cantidad (19:8). Jesús avisa, “No podéis servir a Dios y
a las riquezas” (16:13).
Lucas también escribió el libro de Hechos, donde relató, “Y todos
los que creían estaban juntos; y tenían todas las cosas comunes; Y vendían las
posesiones, y las haciendas, y repartíanlas a todos, como cada uno había
menester” (2:44-45; véase también 4:32).
Hacerse cristiano requiere arrepentimiento, una palabra que en
griego significa más que tristeza por haber pecado – como un soldado dando
media vuelta – volviéndose hacia una nueva dirección. Jesús deja claro
que hacerse cristiano significa volverse hacia Dios y rechazar cualquier
preocupación por posesiones.
JUEVES 08 DE NOVIEMBRE
LUCAS 15, 1-10
CAPÍTULO 15: TRES (O
CUATRO) PARÁBOLAS
Capítulo 14 concluye con la admonición de Jesús, “Quien tiene
oídos para oír, oiga” (14:35). Capítulo 15 comienza diciendo, “Y se
llegaban a él todos los publícanos y pecadores a oírle” (15:1) – e inmediatamente
contrasta eso con fariseos y escribanos que murmuran y no escuchan
(15:2). Generalmente, Lucas retrata publícanos y pecadores de manera
favorable – dispuestos a escuchar – abiertos al arrepentimiento y al
discipulado (3:10-14; 5:27-32; 7:34-50; 18:13).
“Y él les propuso esta parábola” (v. 3). Jesús nos da tres o cuatro parábolas, según como las
contemos. Las primeras dos constituyen nuestra lección del Evangelio para
hoy. La tercera (y cuarta) son la parábola del hijo pródigo (y el hermano
mayor). Todas tratan el mismo tema de alegría por el pecador arrepentido.
Mateo 18:12-14 incluye la parábola de la oveja perdida, pero las
otras parábolas de este capítulo aparecen únicamente en el Evangelio de Lucas.
Hay una progresión en estas parábolas. El pastor pierde una
de cien ovejas (una pérdida del uno por
ciento). La mujer pierde una de diez monedas (una pérdida del diez por
ciento). El padre pierde uno de dos hijos (una pérdida del cincuenta por
ciento).
Las primeras dos parábolas son reforzadas por medio de una
estructura paralela:
─ “Qué hombre” (tisanthropos) (v. 4) se paralela con
“qué mujer” (tisgune) (v. 8).
─ Ambas historias tratan de pérdidas (vv. 4, 8).
─ “va… hasta que la halle” (v. 4) se paralela con “busca…. hasta
hallarla” (v. 8).
─ Las dos historias tratan de regocijo (vv. 5, 9).
─ Alegría en las dos historias es acompañada por el arrepentimiento
de pecadores (vv. 7, 10).
VERSÍCULOS 1-2: ESTE A LOS
PECADORES RECIBE
1Y se llegaban a él todos los publícanos y pecadores a oírle. 2Y murmuraban los Fariseos y los escribas, diciendo: Este a
los pecadores recibe, y con ellos come.
“Y se llegaban a él todos los publícanos y pecadores a oírle” (v. 1). Jesús ha atraído grandes multitudes, incluyendo los
publícanos y pecadores que viajan con él (14:25). Publícanos son lacayos
de los odiados romanos, que muchas veces cobran de más a la desgraciada
población para forrar sus propios bolsillos. Pecadores incluyen los que
no observan la ley ritual tanto como los que son culpables de otras faltas
morales.
Publícanos y pecadores vienen a escuchar a Jesús. Saben que
están equivocados y se sienten atraídos por Jesús, pensando que él puede
arreglar las cosas.
“Y murmuraban los Fariseos y los escribas” (v. 2a). Sus murmuraciones se deben a que Jesús invita a
pecadores conocidos a la mesa – así confiriendo dignidad y aceptación a los
indignos e inaceptables. Sus murmuraciones nos recuerdan a las
murmuraciones de Israel contra Moisés y Aarón en el desierto (Éxodo 15:24; 16:2,
7-8; 17:3; Números 14:2, 36; 16:11; Deuteronomio 1:27) – murmuraciones que
verdaderamente expresaban su resentimiento hacia Dios.
“Este a los pecadores recibe, y con ellos come” (v. 2b). Ésta es la misma acusación y queja que hicieron los
fariseos y escríbanos cuando Jesús llamó a Leví y dio un banquete para él en su
casa (5:30). En esa ocasión, Jesús contestó, “No he venido a llamar
justos, sino pecadores a arrepentimiento” (5:32). El ungir de Jesús por
una mujer pecadora provocó una controversia similar (7:36-50). Solo
recientemente, a la mesa de un fariseo, Jesús dijo a publícanos y fariseos que
tomaran el lugar más bajo en la mesa y que invitaran a pobres, mancos, cojos, y
ciegos (14:1-12). En la parábola de la gran cena (14:15-24) dijo que excusas
por parte de los invitados daría paso a la invitación de los pobres, mancos,
ciegos, y cojos – implicando que ellos, la elite religiosa, sería pasada de
largo a favor de aquéllos de religión sospechosa.
No obstante, debemos conceder que los fariseos y escribas tienen
un punto:
─ Mala compañía lleva a mal comportamiento. Padres
inteligentes alientan a sus hijos a encontrar buenos amigos.
─ Compartir la mesa indica aceptación, y Jesús podría dar el
mensaje equivocado comiendo con publícanos y pecadores.
─ Pablo aconseja, “No os juntéis en yugo con los infieles: porque
¿qué compañía tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con
las tinieblas?” (2 Corintios 6:14).
Hay una tensión aquí que debemos honrar. Si esto solo es una
historia de Jesús el bueno versus los fariseos malos, pierde fuerza. En
cambio, es una historia de hombres religiosos, pilares de su comunidad, cuya
preocupación con la observación ritual les ha cegado a su propio pecado.
Es una historia de hombres cuya preocupación con la ley de Dios les ha hecho
olvidar el amor de Dios hacia pecadores. Jesús les pide (y nos pide a
nosotros) amar pecadores y odiar el pecado. Les reta (y nos reta a
nosotros) a desear el arrepentimiento. Les pide (y nos pide) celebrar la
redención de un solo pecador.
VERSÍCULOS 3-7: LA OVEJA
PERDIDA
3Y él les propuso esta parábola, diciendo: 4¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere
una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a la que se
perdió, hasta que la halle? 5Y hallada, la pone sobre sus hombros gozosos; 6Y viniendo a casa, junta a los amigos y a los vecinos,
diciéndoles: Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había
perdido. 7Os digo,
que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepiente, que de
noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento.
“Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de
ellas” (v. 4). El Antiguo Testamento a
menudo utiliza la metáfora del pastor para describir el cuidado de Dios por
nosotros (Salmo 23; 28:9; 78:52; 80:1; 100:3; Jeremías 31:10; Zacarías
13:7). Ezequiel 34 es particularmente importante. Dios declara, “He
aquí, yo, yo requeriré mis ovejas, y las reconoceré… Las libraré de todos los
lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad… Yo
buscaré la perdida, y tornaré la amontada, y ligaré la perniquebrada, y
corroboraré la enferma: mas a la gruesa y a la fuerte destruiré. Yo las
apacentaré en juicio” (Ezequiel 34:11, 12b, 16). Los israelitas
interpretaron esto pensando que Dios les buscaría cuando estaban perdidos y
destruiría sus enemigos gruesos y fuertes. Las parábolas de Jesús imponen
una nueva interpretación.
Irónicamente, en la época de Jesús gente ya no pensaba de pastores
de manera favorable. Ser pastor es un trabajo solitario y poco apreciado,
por eso, gente con más opciones elige otras profesiones. Pastores tampoco
pueden simplemente abandonar sus rebaños en el sábado y, por eso, su observación
religiosa es irregular. Un padre no quisiera ver a su hija casada con un
pastor.
“¿Qué hombre de vosotros?” (v. 4a). “La parábola empieza con una poderosa invitación
hacia los líderes para que se identifiquen con un pastor” (Van Harn, 412) – pero no
pueden imaginarse a si mismos como pastores.
La pregunta, “¿Qué hombre de vosotros?” suena como si la reacción
natural es dejar a las noventa y nueve, pero eso no está nada claro.
“teniendo cien ovejas” (v. 4a). Cien ovejas es un rebaño grande. La mayoría de
familias solo tiene solo una fracción pequeña de ese número. Una persona
lo suficientemente rica para tener cien ovejas seguramente contrataba a alguien
para cuidarlas. Sin embargo, una familia extendida a menudo combinaba sus
rebaños bajo el cuidado de uno o más pastores, y esos pastores seguramente eran
miembros de la familia extendida.
No obstante, un rebaño tan grande requería el cuidado de más de un
pastor. Si apareciese un animal salvaje, sería imposible para un solo
pastor defender a las ovejas contra el ataque y, al mismo tiempo, mantener el
rebaño junto. Por lo tanto, podemos asumir que el pastor deje las noventa
y nueve en manos de otro pastor mientras sale en busca de la oveja perdida que
se ha separado del rebaño. Hay riesgo, sin embargo, porque el pastor que
se queda se encontrará abrumado hasta que regrese el otro pastor. El
primer pastor toma el riesgo, porque la oveja perdida es preciosa para
él. Sabe su nombre y ella conoce su voz. No puede simplemente
“olvidarla” sin tratar de ayudar.
A lo largo de su ministerio Jesús nos ha presentado el reino de
Dios, un lugar de reglas contrarias. Esta historia es una del reino, que
refleja la naturaleza radical del amor de Dios. Las reglas normales de
negocios no aplican. La pérdida de una oveja rompe el corazón del pastor,
así es que el pastor la busca hasta encontrarla.
“Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso” (v. 5). Poner la oveja sobre los hombros demuestra la
mansedumbre del pastor. El pastor ha sufrido la pérdida de la oveja, pero
ahora regocija – una reacción natural al recuperar algo precioso que se había
perdido.
“Y viniendo a casa, junta a los amigos y a los vecinos” (v. 6). El pastor no puede contener su alegría, en vez, su
alegría fluye por su vecindad.
“Os digo, que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se
arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento” (v. 7). Necesitamos recuperar este amor por los perdidos y
la alegría por los encontrados. “¿Por qué nuestras iglesias a menudo se
encuentran tan serias y sin alegría? Porque la auto-preservación moral puede
ser sofocante. Para fiestas, verdaderas fiestas, mire el Nuevo
Testamento: ¡la alegría está en encontrar!” (Juel y Buttrick, 50-51).
“un pecador que se arrepiente” (v. 7). “La oveja no hace mas que perderse para provocar que
el pastor la busque. En la parábola el pastor encuentra la oveja… Aquí,
‘ser encontrado’ se equipara con ‘arrepentimiento.’ Por lo tanto, la
parábola de la Oveja Perdida propone una manera radical de comprender el
arrepentimiento, y una nueva explicación de su naturaleza” (Bailey, Poet and Peasant, 155).
“noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento” (v. 7). “En 10:13; 11:32; 13:3, 5; Hechos 2:38; 17:30 es
evidente que para Lucas todos necesitaban arrepentirse, fuera judío o griego
(Hechos 11:18; 17:30). Si las noventa y nueve se refieren a fariseos y
escríbanos, entonces estas palabras se deben comprender irónicamente como aquéllos que se piensan justos y sin necesidad de
arrepentimiento” (Stein, 405).
VERSÍCULOS 8-10: EL DRACMA
PERDIDO
8¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere una dracma, no
enciende el candil, y barre la casa, y busca con diligencia hasta hallarla?9Y
cuando la hubiere hallado, junta las amigas y las vecinas, diciendo: Dadme el
parabién, porque he hallado la dracma que había perdido.10Así os digo que hay
gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
“O qué mujer” (v.
8). Lucas a menudo empareja la historia de un hombre con otra de una
mujer (Zacarías y Elisabet, 1:5-25; Simeón y Ana, 2:22-38; un hombre con
espíritu inmundo y la suegra de Simón, 4:31-41, etcétera).
“tiene diez dracmas” (v. 8). La moneda griega, dracma,
es más o menos el equivalente de un denarius romano – la paga diaria para un
labrador, quizá $100.00 en moneda actual (Mateo 20:2, 9, 13) – no es una
fortuna, pero lo suficiente para llamar la atención de la mujer. La
mayoría de nosotros, si perdiéramos esta cantidad de dinero, estaríamos inquietos
hasta encontrarlo. La moneda podría haber sido una de las diez monedas de
su dote.
“En nuestra casa son las llaves o el control remoto de la
televisión lo que frecuentemente desaparece. En esos momentos un anuncio
grave pone a los hijos en busca de lo que su padre distraído ha perdido” (Bock,
256).
“Dadme el parabién” (v. 9). “En la busca, la moneda se ha convertido en algo más
importante de lo que era antes como parte de su retiro” (Nolland). La
alegría de la mujer al encontrarla es una metáfora para la alegría de Dios
cuando un pecador se arrepiente. La alegría de Dios es el verdadero
mensaje de estas parábolas. Dios se ALEGRA cuando un pecador se
arrepiente, y nos invita a nosotros (amigos y vecinos) a unirnos a la
celebración.
“Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un
pecador que se arrepiente” (v.
10). La alegría de Dios contrasta gravemente con las quejas de los
fariseos y escríbanos (v. 2). Los que se quejan no extienden la
bienvenida a pecadores, no sea que se contaminen al asociarse con ellos.
Critican a Jesús por invitar a pecadores, aunque su propósito es
redención. Comprenden el valor de una oveja o una moneda, pero fácilmente
“olvidan” a un pecador. Aunque podrían darle una oportunidad a un pecador,
guardarían su cooperación con cuidado. Recordarían pecados pasados.
Siempre sospecharían del pecador arrepentido.
“La parábola se verifica con el mismo ministerio de Jesús.
Su asociación con ciertos desacreditados les lleva al arrepentimiento (5:29-32;
7:36-50; 17:11-19; 19:1-9). De hecho, al final es su voluntad que el
arrepentimiento y el perdón de pecados sean predicados en su nombre a todas las
naciones (Lucas 24:47)” (Hultgren, 62).
Publícanos y pecadores no venían a escuchar a fariseos y
escríbanos, porque sabían que solo serían juzgados por ellos. Vienen a
oír a Jesús, porque sienten su aceptación – sienten que Jesús se ALEGRA de su
llegada.
VIERNES 09 DE NOVIEMBRE
JUAN 2, 13-32
VERSÍCULOS 13-22: LOS SINÓPTICOS Y EL EVANGELIO DE JUAN
Los cuatro evangelios relatan la historia de la purificación del
templo (ver Mateo 21:12-17; Marcos 11:15-19; Lucas 19:45-48), pero los
sinópticos la colocan casi al final de la vida de Jesús, y ponen a los
principales sacerdotes y escribas conspirando para matarlo (Marcos 14:10). El
evangelio de Juan coloca la limpieza del templo al comienzo del ministerio de
Jesús, mientras que la resurrección de Lázaro es el evento que precipita su
juicio y crucifixión (Juan 11-12). Desde la perspectiva de Juan, no se le quita
la vida a Jesús, sino que más bien él la pone por propia voluntad (10:17-18).
Existen tres teorías sobre las diferencias entre Juan y los
sinópticos con respecto a la cronología de este relato:
–– La mayoría de los eruditos creen que la limpieza del templo se
llevó a cabo hacia el final de la vida de Jesús, tal como lo registran lo
sinópticos. Esto tiene sentido porque se considera que es el incidente que
precipita la crucifixión. Esto también da cuenta, en Juan, del abrupto salto
del relato de la boda de Caná a la de la limpieza del templo. No parecería que
Jesús pudiera salir de la nada para limpiar el templo sin haber provocado antes
mayor oposición de la que Juan registra en su relato. Al mismo tiempo, el
estilo de los sinópticos es bastante diferente al del evangelio de Juan; los
sinópticos enfatizan más la historia de la vida de Jesús y Juan enfatiza más la
teología que hay detrás de la vida del Maestro. Estaría más de acuerdo con Juan
– que para los sinópticos – sacar la historia de secuencia, y parece que Juan
hizo esto para fundamentar importantes temas desde el comienzo de su evangelio.
–– Algunos eruditos creen que la secuencia de Juan es correcta y
que los sinópticos movieron la historia al final de la vida de Jesús para
mostrar la razón por la que Jesús fue crucificado.
–– Otros eruditos han sugerido que hubo dos ocasiones en que el
templo fue purificado, pero podemos decir que esta teoría no ha contado con
amplia aceptación.
VERSÍCULOS 13-17: LA CASA DE MI PADRE
13Y estaba cerca la Pascua (griego = pascha, la palabra de la que obtenemos
Pascual, como en “el cordero pascual”) de
los Judíos; y subió Jesús a Jerusalén. 14Y halló en el templo
a los que vendían bueyes, y ovejas, y palomas, y a los cambiadores
sentados. 15Y
hecho un azote de cuerdas, echólos (griego = exebalen) a todos del templo, y las ovejas, y los bueyes; y
derramó los dineros de los cambiadores, y trastornó las mesas; 16Y a los que vendían
las palomas, dijo: Quitad de aquí esto, y no hagáis la casa de mi Padre casa (griego = ton oikontoupatrosmou, la casa de mi Padre) de mercado (griego = oikonemporiou, una casa de comercio). 17Entonces se acordaron sus discípulos que está
escrito: El celo de tu casa me comió.
“La Pascua de los judíos” (v. 13). Esta peculiar frase lleva a
algunos a sugerir que tal vez entonces habría una correspondiente Pascua
cristiana en la iglesia primitiva, pero no hay ninguna evidencia que apoye esta
teoría. Los cristianos no tiene razón para observar una Pascua especial, porque
Cristo, nuestro cordero pascual, fue sacrificado una vez y para todos (1
Corintios 5:7). Parece más probable que, para el tiempo en que se escribieron
los evangelios, la iglesia incluía una gran mayoría de gentiles que tal vez no
entendían lo de la pascua judía. La Pascua se celebraba el 14 del mes de Nisán
de acuerdo con lo establecido en Éxodo 12, y era seguido por el festival de Los
Panes Sin Levadura del 15 al 22 de Nisán (Carson, 176).
“Y subió Jesús a Jerusalén” (v. 13). La Pascua era la más santa de
las fiestas de peregrinación por la que los judíos venían a hacer sacrificios
al templo. El pueblo “subía a Jerusalén” en dos sentidos: Primero, Jerusalén
está en la montaña, así que literalmente la gente subía para llegar ahí.
Segundo, Jerusalén es la ciudad santa, así que la peregrinación tendría un
sentido de subir a la presencia de Dios.
Jeremías estima que la población de Jerusalén aumentaba de 50,000
a 180,000 durante la Pascua (Howard-Brook, 83). Tratar de encontrar los
recursos locales para hospedar y alimentar a esa cantidad de gente sería una
enorme tarea. Ya no digamos que la multitud en el templo sería difícil de
imaginar.
Esta es la primera de las tres Pascuas que Juan registra (véase
también 6:4; 11:55 ss.). Es imposible que en 5:1 se hable de otra Pascua, sino
que es más seguro que se refiera a un festival diferente. Los sinópticos
registran a Jesús yendo solamente a una Pascua que es al final de su vida. Es
principalmente en base a los registros de las tres Pascuas en el evangelio de Juan
que creemos que el ministerio de Jesús se extendió por un período de dos a tres
años.
En el templo (griego = hiero),
Jesús encuentra vendedores de animales y cambistas de dinero. Tal comercio es
necesario porque la gente que venía de fuera no podía traer sus propios
animales. Además, solamente animales de primera calidad, sin mancha, eran
aceptables para el sacrificio, y sería muy difícil mantener un animal en
perfectas condiciones incluso aunque fuera una corta jornada como la de la
cercana Galilea, y era imposible para quienes venían desde Roma o Egipto o de
otros lugares apartados.
El cambio de dinero también era necesario, porque los viajantes
traían monedas de varias naciones y la Mishnah especificaba que fueran las
monedas de Tiro las que se usaran para el impuesto del templo (los romanos no
permitían a los judíos emitir sus propias monedas). Un buen número de eruditos
dicen que las monedas romanas no eran apropiadas porque llevaban las imágenes
del César e inscripciones sobre su divinidad. Sin embargo, el rabino Israel
Abraham dice que las monedas de Tiro tenían marcas similares y sugiere que más
bien fue la excepcional calidad de las monedas de Tiro (pesos exactos y alto
contenido de plata) lo que las hizo aceptables (Morris, 170).
Quienes eran responsables de la mercancía también pueden defender
el comercio en el templo diciendo que el dinero generado por las concesiones se
usaba para sostener las actividades del templo a través de todo el año.
Escuchamos el mismo argumento en la iglesia de hoy día: “Es para Dios”, así que
todo lo que hacemos debe ser bueno.
El hiero incluye todo el templo y sus anexos, y
estos vendedores seguramente estaban localizados en el patio de los gentiles,
el recinto más alejado del templo. Un poco antes estuvieron localizados en el
valle de Cedrón, pero Epstein dice que Caifás, el sumo sacerdote, permitió que
quienes lo apoyaban fueran a los establos del templo como una manera de
vengarse de sus rivales en el sanedrín (Brown, 119). Si este es el caso,
seguramente había una gran cantidad de personas que estaban ofendidas por este
comercio en el templo (y, de seguro, los rivales de Caifás), pero también la
gente se sentía mal por el innecesario amontonamiento y el mal olor en los
patios del templo. Palmer nota que nadie hace un movimiento para detener a
Jesús, probablemente porque están contentos de ver que se remueven las ofensas
del área del templo (Palmer, 38). Sin embargo, imaginen qué enojado debe haber
estado Caifás al ver su autoridad tan directamente desafiada.
Haciendo un azote de cuerdas, Jesús saca (griego = exebalen) a los animales grandes del
templo. Muy frecuentemente encontramos esta palabra, exebalen, en conexión con los exorcismos,
donde Jesús saca demonios.
Con más de cien mil peregrinos en la ciudad para hacer sacrificios
en el templo, parece que habría cientos, tal vez miles, de ovejas y ganado;
aunque la gente pobre, que eran la mayoría, solamente podía sacrificar palomas.
Lo que viene a la mente es una atmósfera como la de un mercado callejero con
docenas o cientos de vendedores, excepto que estos vendedores están
alimentando, acicalando y limpiando las heces de los grandes animales en vez de
servir refrescos y hotdogs. Siempre había peligro que un animal enloquecido
pudiera soltarse y profanar partes del templo. El ruido y el olor serían
espantosos, y no se podían ocultar totalmente del santuario. Para ser justos,
debemos reconocer que el sistema de sacrificios, tal como se prescribe en la
Torá, es un asunto sangriento, sucio, y mal oliente, pero la presencia de estos
vendedores en el templo aumenta esto añadiendo un amontonamiento y énfasis
comercial.
A quienes estamos acostumbrados a comprar nuestra propia carne ya
empacada, usar un látigo para arrear a los animales puede parecer cruel, pero
las ovejas y el ganado tienen gruesas pieles y mentes propias. “Para que una
sola persona arreara miles de ovejas y ganado fuera de los patios del templo…
no solamente era un acto asombroso de audacia profética, sino un milagro de
movimiento en medio de los llenos terrenos del templo” (Howard-Brook, 83).
Jesús voltea las mesas de los cambistas, y manda a los vendedores de palomas
que las quitaran de ahí.
En los sinópticos, Jesús critica a los vendedores por hacer del
templo una cueva de ladrones, sugiriendo que el problema son sus prácticas de
negocios sin ética. En el evangelio de Juan, sin embargo, Jesús no critica su
conducta ética, sino su misma presencia en “la casa de mi Padre”. El manda, “y
no hagáis la casa de mi Padre casa (griego = ton
oikontoupatrosmou, la
casa de mi Padre) de mercado (griego = oikonemporiou, una casa de comercio).
“El hieron es ahora llamado oikos. No es solamente un área donde la gente
se reúne para adorar a Dios (hieron), sino un lugar entre hombres y
mujeres donde el Dios de Israel, a quien Jesús llama ‘mi Padre’, ha hecho su
habitación (oikos)” (Moloney, 77).
Aquí se alude a Zacarías 14:21, “y no habrá más Cananeo alguno en
la casa de Yahaveh de los ejércitos en aquel tiempo”. Esta es la primera vez
que Jesús identifica a Dios como su Padre, pero los judíos que lo desafían en
el versículo 18 fallan en recoger esto.
Por sus actos, “Jesús, un completo extraño a la estructura del
poder del templo, lanza un desafío a la autoridad del templo que literalmente
sacude sus cimientos. Jesús lanza la mecánica del culto del templo al caos,
interrumpiendo todo el sistema del templo durante una de las más significativas
fiestas del año haciendo que ni los sacrificios ni los diezmos se pudieran dar
ese día” (O’Day, 545).
“Entonces se acordaron sus discípulos” (v. 17). Después de la
resurrección, los discípulos comenzaron a entender lo que había pasado en el
templo. “Porque me consumió el celo de tu casa”, estas palabras vienen del
Salmo 69:9, donde el salmista se lamenta del sufrimiento que ha resultado de su
fidelidad al Señor. El salmista dice “me consumió”, pero Juan cambia a “me
comió” para que corresponda a las circunstancias de Jesús. “Al citar este
salmo… Juan provee a los lectores con una importante pista para la
interpretación de la historia de la purificación del templo. El ministerio de
Jesús va a estar arraigado en el celo por la casa de su Padre, y este celo lo
va a llevar al enajenamiento” (Johnston, 494).
“Observemos que el enojo [de Jesús] estaba dirigido no en contra
de quienes estaban involucrados o dirigiendo el culto, sino en contra de
quienes lo denigraban… Que la acción en el templo se puede caracterizar como
‘celo por la casa’ sugiere una actitud positiva hacia el templo, y no un
rechazo total” (Beasley-Murray, 39).
VERSÍCULOS 18-22: EN TRES DÍAS LO LEVANTARÉ
18Y los judíos respondieron, y dijéronle: ¿Qué señal nos muestras
de que haces esto? 19Respondió Jesús, y díjoles: Destruid este templo (griego = naon, santuario, lugar Santo), y en tres días lo
levantaré. 20Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue este
templo edificado (griego = naos), ¿y tú en tres días lo levantarás? 21Mas él hablaba del templo (griego = naou) de su cuerpo. 22Por tanto, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos
se acordaron que había dicho esto; y creyeron a la Escritura, y a la palabra
que Jesús había dicho.
“Y los judíos respondieron...” (v. 18). En este evangelio
existen frecuentes referencias a los judíos y el judaísmo. En muchos casos las
referencias son neutrales y en raras ocasiones positivas (12:11), pero “los
judíos” crecientemente serán identificados como los adversarios de Jesús.
“¿Qué señal nos muestras?” (v. 18). Esta no es la respuesta que
podemos esperar si “los judíos” estuvieran convencidos de que Jesús estaba
rompiendo la ley. Es aparente que ellos ven la purificación del templo como un
acto profético, posiblemente mesiánico, y que esperaban que los profetas
realizaran milagros para legitimar su autoridad. Su pregunta aquí parece más
una invitación para que Jesús los suba a bordo, más que un desafío hostil;
aunque tal invitación rápidamente puede convertirse en hostil si no se contesta
rápido. Marcos identifica a estos “judíos” como los principales sacerdotes y
los escribas (11:18), y nos dice que están conspirando para matar a Jesús; pero
tengamos en mente que los sinópticos localizan esta historia de la purificación
al final del ministerio de Jesús y la ven como la causa que precipita el hecho
para la crucifixión.
“Destruid este templo(griego = naon, santuario, lugar Santo) y en
tres días lo levantaré (v. 19). En referencias previas al templo, la palabra ha
sido hiero, que se refiere a todo el templo
y sus anexos. Ahora Jesús usa la palabra naon, que se refiere al santuario del
templo.
Como mucho de lo que sucede en este evangelio, las palabras de
Jesús pueden ser tomadas en dos niveles. “La palabra templo es usada tanto para el santuario
religioso como para el ‘cuerpo’, como en 1 Corintios 3:16; 6:19. La palabra
para destruir es usada tanto para la
demolición de casas o templos como para la disolución del cuerpo; y también levantar puede ser usada para levantar
un edificio, y en el uso cristiano constantemente se refiere a la resurrección
de entre los muertos” (Howard, 499).
En la superficie, parece que Jesús está desafiando a estos judíos
para destruir el templo (reconstruido por Herodes) y ofreciendo reconstruirlo
en tres días; que es la manera en que ellos lo entienden. En este evangelio, es
típico que los adversarios de Jesús, e incluso los discípulos, lo mal entiendan
de esta manera. Estos judíos, por supuesto, nunca podrían aceptar el desafío de
destruir el gran edificio como una manera para probar a Jesús y ver cómo podría
reconstruirlo en tres días. El templo es el lugar santo donde Dios habita, y
difícilmente podrían imaginar que alguien lo destruyera (aunque los romanos lo
harían en el año 70 d.C.). Los sinópticos registran que, después, los
adversarios de Jesús dirían que él amenazó con destruir el templo y
reconstruirlo en tres días, pero no se ponían de acuerdo en su testimonio
(Marcos 14:58-59). El evangelio de Juan provee nuestro único registro de lo que
actualmente se dijo.
Pero, por supuesto, en un segundo nivel de significado, Jesús está
aludiendo a su muerte y resurrección. Es su cuerpo que es el templo señalado
para la destrucción. Incluso los propios discípulos de Jesús permanecerán sin
siquiera imaginarse este segundo nivel de significado, sino hasta después de la
resurrección. En ese momento recordarán lo que les había dicho (v. 22).
“El contraste es dolorosamente claro. Un templo, construido como
testimonio para Dios y como medio para acercar a las personas a Dios, ahora es
un objeto de adoración, un fin en sí mismo. Por lo tanto, ya está maduro para
la destrucción. Pero en la agonía de la muerte y en un movimiento de
auto-preservación, ¿acaso los guardadores del templo destruirían al Único en
donde Dios y la humanidad se encuentran?” (Craddock, 155).
“En cuarenta y seis años fue este templo edificado” (v. 20). La
construcción comenzó bajo Herodes el Grande en el año 20 o 19 a.C., que
significa que la purificación del templo realizada por Jesús se lleva a cabo en
el año 27 o 28 d.C. La mayoría de la obra del templo se ha completado para ese
tiempo, pero los acabados continuarán hasta el año 63 d.C., solamente siete
años antes de que los romanos destruyeran el templo.
“Pero él hablaba del templo de su cuerpo” (v. 21). En este
evangelio, las explicaciones frecuentemente se ofrecen al margen para aclarar
malos entendidos para el lector (ver 6:64, 71; 7:5, 39; 11:13, 51-52; 12:6, 33;
20:9). Es el cuerpo de Jesús que se convertirá en “la morada viviente de Dios
en la tierra, el cumplimiento de todo lo que significa el templo, y el centro
de todo culto verdadero (contra todos los otros reclamos de ‘lugar santo’,
4:20-24). En este ‘templo’ el sacrificio último toma[rá] lugar” (Carson, 182).
“Por tanto, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron
que había dicho esto; y creyeron a la Escritura, y a la palabra que Jesús había
dicho” (v. 22). Durante su ministerio, Jesús tratará de preparar a sus
discípulos para su pasión, pero ellos encuentran la idea incomprensible. Sin
embargo, no debemos juzgarlos, porque nosotros, también, encontramos difícil tener
una visión diferente de lo que estamos esperando. A estas alturas los
discípulos todavía esperan un tipo de Mesías guerrero, y las insinuaciones
sobre la muerte y resurrección solamente los confunden. Más tarde, después de
la resurrección, repentinamente se aclarará el cuadro para ellos. Creerán “la
Escritura y a la palabra que Jesús había dicho”. Esa Escritura no se
identifica, pero posiblemente sea el Salmo 69:9. Es interesante que Juan
coloque “la Escritura y la palabra que Jesús había dicho” una al lado de la
otra, sugiriendo la gran autoridad de la palabra de Jesús.
SÁBADO 10 DE NOVIEMBRE
LUCAS 16, 9-15
VERSÍCULOS 9-13: VERDADERA
RIQUEZA
9Y yo os digo: Haceos amigos de las riquezas de maldad (griego: mamona
tesadikias– demonio de injusticia), para que cuando faltareis, os reciban en las
moradas eternas.10El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel: y
el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.11Pues si en las
malas riquezas no fuisteis fieles. ¿Quién os confiará lo verdadero?12Y si en lo
ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?13Ningún siervo
puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se
allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas.
“Y yo os digo” (v.
9a). Esto nos avisa que Jesús va a decir algo importante. ¡Escuchad!
“Haceos amigos de las riquezas de maldad” (mamona tesadikias – demonio de injusticia) (v.
9). El griego es tou
mamona tesadikias, literalmente, “demonio de injusticia.” Una
frase parecida, toadiko
mamona se encuentra
en versículo 12. Mamón es riqueza, tesoro, o posesiones materiales.
En el Nuevo Testamento, a menudo se utiliza para comparar el amor de posesiones
con el amor de Dios. Esta frase, tou
mamona tesadikias, se parece a nuestras frases, “lucro inmundo” o
“dinero sucio.” Cuando en esta parábola oímos la frase “riqueza
deshonesta,” debemos de pensar de “lucro inmundo” o “dinero sucio.”
Esta es la norma espabilada para prosperar en el reino de
Dios. Jesús nos dice que es posible utilizar “lucro inmundo” para
prosperar en el reino de Dios. Se puede usar “dinero sucio” de maneras
que placen a Dios.
Esta parábola sigue la Parábola del Hijo Pródigo (15:11-32), y nos
recuerda que los amigos del hijo pródigo fallaron por no invitarle a sus casas
una vez que se le había acabado su dinero (15:14-16). Pero Jesús nos
dirige al reino de Dios donde la lealtad de Dios para los fieles es profunda y
donde Dios recompensa buenas obras.
En este Evangelio, Jesús tiene mucho que decir sobre los peligros
asociados con dinero que compiten con Dios por nuestro afecto. Actitudes
equivocadas sobre el dinero pueden traer la ruina espiritual. Sin
embargo, es posible utilizar dinero como lo haría Dios. Este mundo nos
prepara para la eternidad y nos prueba para ver si estamos dispuestos a vivir
según los valores del reino. Dios nos da recursos que no solo proveen
nuestras necesidades, pero que además nos permiten mostrar nuestra lealtad a
los valores del reino. Jesús aconseja dispersar nuestro dinero “con más
de un ojo puesto en la eternidad” (Nolland, 808). Advierte que “nuestra
generosidad en esta vida formará la base para la futura recompensa y
responsabilidad en el cielo (véase Mateo 25:14-30)” (Evans, 240).
“Haceos amigos” (v.
9). ¿Cómo? ¿Con quién? Jesús nos da un fuerte indicio con la Parábola del
Hombre Rico y Lázaro (16:19-30), que sigue la Parábola del Mayordomo
Deshonesto. En esa parábola, el rico es maldecido por disfrutar su
riqueza, ignorando el sufrimiento de Lázaro. Buttrick concluye: “Es casi
seguro que v. 9 se refiere a dar limosna a los pobres… Entonces, esto presenta
una reversa sorprendente: Ayuda ahora a los pobres de este mundo, y ellos te
ayudarán en el próximo” (Buttrick, 284).
¿Pero cómo podrán los pobres ayudarnos en el próximo mundo? Parte
de la respuesta a esa pregunta tiene que ver con la naturaleza contraria del
reino de Dios, donde los primeros serán los últimos y los últimos serán los
primeros (13:30). En el reino, los pobres serán ricos y fácilmente podrán
darnos la bienvenida a sus hogares eternos. Presumiblemente, también
harán de testigos a favor de aquéllos que les ayudaron en vida. Pero, la
verdad más significante es que Dios es la única fuente de bendiciones, y que
Dios sabrá si hemos cuidado a los pobres, enfermos, y vulnerables. Dios
sabrá si hemos utilizado nuestros recursos para ayudar. Podemos estar
seguros que Dios considerará si utilizamos nuestro “lucro inmundo” o “dinero
sucio” para ayudar a los necesitados.
Cualesquiera que sean nuestras circunstancias, podemos ayudar a
los necesitados. Aún gente pobre puede ayudar a los demás. Los
mismos necesitados a menudo son más generosos que otros, porque han
experimentado pobreza y están motivados a ayudar. Aquéllos de nosotros
más prósperos solo vemos pobreza a distancia y estamos tentados a echarles la
culpa a los pobres – pensando que ellos mismos han causado su pobreza –
descontándoles como no merecedores. Nuestras riquezas, sin embargo, nos
proveen la oportunidad de ayudar, y Jesús deja claro que quiere que lo
hagamos. Estamos tentados, sin embargo, a amar al dinero demasiado y
mantenerlo demasiado cerca. También estamos tentados a posponer dar
limosna hasta más tarde en la vida, ya cuando nuestros graneros están
rebosando.
“El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel” (v. 10). Jesús nos llama a ser fieles en las cosas pequeñas,
porque la mayor parte de la vida está hecha de cosas pequeñas. Pocos de
nosotros podemos salvar al mundo, pero podemos llevar nuestros negocios
honestamente, ser tutor para un niño, visitar a una persona en un asilo o en
prisión, o ayudar a un vecino con su aflicción.
“Pues si en las malas riquezas no fuisteis fieles” (v. 11). Como se anota arriba, “malas riquezas” en este
contexto se equiparan con “lucro inmundo” o “dinero sucio.” Jesús nos pide
administrar dinero fielmente. Nuestros recursos económicos son un campo
de prueba. Los que viven según los valores del reino en este mundo ganan
acceso a las verdaderas riquezas del próximo, pero los que no lo hacen son
negados ese acceso. Hay tensión aquí entre obras y gracia. No
debemos imaginarnos salvados por medio de obras, sino que también debemos
escuchar este aviso sobre fiel administración.
“Y si en lo ajeno no fuisteis fieles” (v. 12). Las “malas riquezas” de versículo 11 pertenecen a
Dios y se nos otorga su administración mientras vivimos. Si mostramos ser
malos administradores de las riquezas de Dios en este mundo, ¿cómo podemos
esperar que Dios nos de riquezas en el próximo mundo?
“Ningún siervo puede servir a dos señores” (v. 13). “Esta declaración es un simple hecho, como si
Jesús hubiera dicho, ‘No podéis caminar hacia el este y oeste al mismo tiempo’”
(Buttrick, 286). Dinero ejerce un gran tirón, como uno imán, siempre
amenazando tirar de nosotros, alejándonos de Dios. A gran peligro, nos
movemos demasiado cerca de un demonio injusto. Dinero es una de las
herramientas más fuertes de Satanás para alejarnos de Dios.
En el Evangelio de Mateo encontramos casi las mismas palabras que
Jesús utiliza en v. 13, pero Mateo las sitúa en un contexto diferente – el
Sermón en el Monte (Mateo 6:24).
DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE
MARCOS 12, 38-44
VERSÍCULOS 38-40: GUARDAOS DE LOS ESCRIBAS
38Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que
quieren andar con ropas largas (griego: stolais), y aman las salutaciones en las plazas, 39Y las primeras
sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; 40Que devoran las
casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán
mayor juicio.
“Y les decía en su doctrina” (38a). Los escribas son los maestros oficiales, pero Jesús
enseña la verdad acerca de estos maestros.
“Guardaos de los escribas” (v. 38b; véase también Marcos 8:15; Mateo 23). Jesús se
refiere a hombres a quienes se les confía el liderazgo religioso pero que han
convertido su posición de confianza en sinecuras egoístas. Se enfocan en
lo que pueden recibir en vez de lo que pueden dar. Sus ropas largas, caras
e imprácticas para el trabajo manual, les identifica como gente
profesional. La palabra stolais
sugiere una prenda festiva – elegante (France, 490). Los
escribas disfrutan el honor público que acompaña su posición. En el
mercado, gente se levanta con respeto cuando se acercan. En la sinagoga,
escribas se sitúan en puestos de honor en una tarima frente a la congregación –
oteando ellos a la multitud, pero más importantemente, siendo vistos por ella.
Estas son tentaciones para cualquier edad. ¿A quién no le
gusta ser recibido con una alfombra roja? ¿Quién no disfruta de llevar ropa
bien cortada? ¿Quién no disfruta de encontrar una menta en su almohada? ¿Quién
no disfruta de ser recibido con un título de honor? Todo esto puede ser
inocente o corrosivo, dependiendo de como afecta nuestras relaciones.
No debemos presumir que todos los escribas sean culpables.
Jesús conversó con un escriba que había pronunciado no estar lejos del reino
(12:34). Gente en puestos de honor generalmente sirve de manera
honorable. “Pero puestos de honor suelen atraer personas que no son
honorables y, lamentablemente, esto también se aplica a la religión” (Craddock,
465).
Jesús enseñó a los discípulos, “Si alguno quiere ser el primero,
será el postrero de todos, y el servidor de todos” (9:35; véase también 10:31,
43-44). Enseñó, “Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido,
mas para servir, y dar su vida en rescate por muchos” (10:45). Su vida
contrasta de manera dramática con la de los escribas a quienes critica.
No como ellos, se viste modestamente y sirve las necesidades de gente humilde
por el camino. Le avisó a un posible seguidor, “Las zorras tienen cavernas,
y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recueste su
cabeza” (Mateo 8:20). Luccock pregunta, “¿Cómo sería una edición de Quién es Quién si fuera publicada, no en Chicago ni
Londres, sino en el cielo?” Él contesta, “Sería un directorio de
sirvientes” (Luccock, 852).
“Que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas
oraciones”(v. 40a). En una sociedad
patriarcal, las viudas son especialmente vulnerables. Escribas hacen de
abogados y teólogos, asistiendo con asuntos financieros tanto como
espirituales. En algunos casos, hasta que manejan el dinero de otros
(Lane, 441). Mientras que a los escribas no se les permite cobrar por sus
servicios, nada les prohíbe solicitar contribuciones por su propio mantenimiento.
Sus largas oraciones reflejan un carácter piadoso, lo cual les facilita
aprovecharse de gente poco sofisticada.
Josefus relata el asombroso comportamiento por parte de algunos
líderes religiosos, unos de los cuales utilizaban secuaces para sobornar fondos
de sus sacerdotes subordinados. También relata que en 66 a.C., rebeldes
hicieron arder la casa del alto sacerdote con el motivo de destruir
documentación de deudas (Evans, 284).
“Estos recibirán mayor juicio” (v. 40b). Dada su postura de confianza en la sinagoga,
su culpabilidad se multiplica al fallar como administradores, y Dios les hará
responsables. En otro contexto, Jesús dijo, “porque a cualquiera que fue
dado mucho, mucho será vuelto a demandar de él; y al que encomendaron mucho,
más le será pedido” (Lucas 12:48).
Estos mismos pecados seguramente empiezan a descubrirse en la
época de la iglesia de Marcos. Algunos líderes religiosos siempre están
más preocupados con privilegios personales que con proveer un servicio leal.
Cristianos siempre se encuentran atrapados entre los cuernos de un
dilema. ¿Cuándo es que bellos edificios y ropas caras paran de glorificar
a Dios y empiezan a glorificar al ser humano, cualquiera sea su ministerio
obispos, sacerdotes, laicos ect? Éste no es un asunto que se pueda juzgar por
el coste de los edificios o la ropa, sino que es un secreto escondido en
nuestros corazones – ¡y Dios conoce nuestros corazones!
Al considerar las opciones de como predicar este texto, debemos
recordar que representar las vidas de los vulnerables es un asunto, no solo de
sinagogas e iglesias, sino de todos:
— Ejecutivos de negocios están tentados a tratar a clientes y
empleados como ruedas en la maquina de hacer dinero.
— Oficiales gubernamentales están tentados a vender pólizas y
privilegios a cambio de contribuciones a su campaña o favores personales.
— Líderes militares están tentados a poner su promoción personal
ante el bienestar de sus subordinados.
— Mecánicos están tentados a recomendar reparaciones innecesarias.
— No es necesario ser rico ni famoso para hacer victimas de los
vulnerables, y no son solo los de abajo los que pueden ser vulnerables.
Un desfalcador hace victima a la persona que lo emplea. Una persona que
acusa falsamente a un supervisor de discriminación o abuso sexual se convierte
en el que abusa. En estos casos, el que emplea o el supervisor puede ser
la persona vulnerable – vulnerable hasta la ruina – igual que una viuda es
vulnerable.
Es posible que casi cualquiera de nosotros hagamos daño a los
vulnerables. De los que lo hacen, Jesús dice, “Estos recibirán mayor juicio” (v. 40).
VERSÍCULOS 41-44: ECHÓ TODO LO QUE TENÍA
41Y estando sentado Jesús delante del arca de la ofrenda, miraba
cómo el pueblo echaba dinero en el arca: y muchos ricos echaban mucho. 42Y como vino una viuda pobre, echó dos blancas (griego: lepta), que son un maravedí (griego: kodrantes). 43Entonces
llamando a sus discípulos, les dice: De cierto os digo que esta viuda pobre
echó más que todos los que han echado en el arca: 44Porque todos han
echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía,
todo su alimento.
“Y estando sentado Jesús delante del arca de la ofrenda, miraba
cómo el pueblo echaba dinero en el arca” (v. 41a). En el Patio de las Mujeres, a lo largo de la
pared, hay trece receptáculos grandes de metal en forma de trompetas, usados
para recibir ofrendas hacia diferentes propósitos. Gente que no suele dar
basándose en un espíritu de generosidad, es tentada a hacerlo solo para ser visto
por los demás.
“y muchos ricos echaban mucho” (v. 41b). Los receptáculos están a plena vista, y su
tintineo anuncia la cantidad de sus ofrendas. El que da está tentado a
considerar el valor del tintineo de su ofrenda. ¿Sería más impresionante
escuchar pocos pero sonoros tintineos – o sería mejor un prolongado tintineo de
leves sonidos? Quizá, como una demostración de fuegos artificiales, la mejor
demostración sería un número pequeño de sonidos leves, seguidos por un sonoro y
grande final.
Hoy día, el uso de cheques, dinero en billetes, y sobres de
ofrenda ha eliminado esta tentación de las ofrendas, pero la tentación se
presenta de otras maneras. Muchos hacen ofrendas substanciales, en parte
por sus beneficios de relaciones públicas. Jesús dice que tales donadores
ya han recibido su recompensa (Mateo 6:1-2).
“Y como vino una viuda pobre, echó dos blancas (griego: lepta), que son un maravedí” (kodrantes – una palabra prestada del
latín por el bien de lectores romanos de Marcos) (v. 42). Leptas son monedas pequeñas, pero valían más
que un centavo actual. Cada lepta valdría un diez por ciento de una hora
de paga para un trabajador – quizá el equivalente de un dólar o dos en moneda
actual (si vive fuera de EEUU, utilice la media de la paga normal para calcular
el valor en moneda local). Es muy poco para mantener a una mujer por
mucho tiempo, pero sí son lo suficientemente valiosas para importar – dos leptas comprarían una comida modesta.
Monedas pequeñas, apenas se oyen al caer en los receptáculos metálicos.
Solo Jesús escucha los dos leves tintineos y comprende su significado.
“Entonces llamando a sus discípulos, les dice” (v. 43a) – esta formula familiar de Marcos anuncia una enseñanza
importante. “De
cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el
arca: Porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó
todo lo que tenía, todo su alimento” (v. 43b-44). Jesús no condena
las grandes ofrendas de los ricos, pero dice que la ofrenda de esta mujer es
aún más grande. Lo calcula, no basado en lo que ella da, sino en lo que
le queda. Sabe lo fácil que sería para ella pensar, “Esta pequeña
cantidad no importa, así les dejaré a los ricos que llenen los
receptáculos.” Sabe lo fácil que sería para ella dar una moneda en vez de
dos.
Las ofrendas de los ricos, “seguramente ofrendas calculadas,
guiadas por la ley de diezmar y una larga tradición de cómo debía ser figurada”
– contrastan dramáticamente con la ofrenda de la viuda que “ciertamente no era rica:
podía haberse quedado con una de las dos monedas pero no lo hizo. En vez,
‘de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su alimento’” (Williamson 234).
En años recientes, varios eruditos han propuesto que Jesús lamenta
la contribución de esta mujer en lugar de alabarla. Mencionan que Jesús
pone necesidad humana ante religiosidad, y que condena a los escribas por su
avaricia (vv. 38-40), y predice la destrucción del templo (13:1-8).
Concluyen que Jesús está preocupado por el sacrificio que hace esta mujer por
líderes que no se lo merecen y por un templo condenado.
Sin embargo, las palabras de Jesús en versículos 43-44 son
claramente palabras de alabanza y no de lamentación. Mientras que por
dentro puede estar desanimado por la probabilidad de que los líderes religiosos
malgasten la ofrenda de la mujer, admira su fe en Dios y el sacrificio de su
ofrenda. Su ofrenda nos recuerda a la viuda de Sarepta, que dio lo que le
quedaba de comida al profeta Elías, y que fue recompensada por Dios con una
tinaja de grano que nunca escasearía y una botija jarrón de aceite que nunca
disminuiría (1 Reyes 17:8-16).
“Porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su
pobreza echó todo lo que tenía, todo su alimento” (v. 44). “Para Jesús, el valor de una ofrenda no es la
cantidad que se da, sino el valor que tiene para quien lo da” (Edwards,
381). En capítulo 9, los discípulos discutieron entre ellos sobre cuál
era el más grande (9:33-37). En capítulo 10, Jacobo y Juan pidieron un
lugar de honor en el reino de Jesús (10:35-45). Ahora, en capítulo 12,
Jesús les demuestra el verdadero significado de grandeza.
Ésta no es una historia-ejemplo en que Jesús nos dice que vayamos
y hagamos lo mismo. No requiere que echemos hasta el último centavo al
cesto de ofrenda. Sin embargo, debemos escuchar cuidadosamente para poder
discernir la llamada de Cristo que se dirige a cada uno de nosotros acerca la
administración de ofrendas. Claramente, no es correcto darle a Dios un
poco de lo que sobra después de haber pagado las cuentas. Cristo espera
que pongamos a Dios primero, no último. Un diezmo es el estándar bíblico
más claro para hacer ofrendas – y Dios clama a algunos en particular para que
den mucho más. Pero, lo más importante es que hemos de hacer nuestras ofrendas
en silencio, sin llamar la atención.
Pronto, Marcos nos contará la historia de la mujer que unge la
cabeza de Jesús con un ungimiento precioso (14:3-9). En ese instante,
Jesús ligará el ungir con su muerte venidera y le dará una bendición a la mujer
(14:8-9). “Marcos utiliza estos dos eventos para marcar el principio y el
fin de Marcos 13; le ayudarán a establecer el hecho de que el discurso de Jesús
sobre el futuro no es un ‘raro tracto apocalíptico,’ como algunos lo han
descrito. En vez, es un capítulo que muestra la inminente condena de un
templo y el destino glorioso de otro no construido a mano (14:58)” (Geddert,
294).
Mientras que Jesús no dice que gente siempre recordará a esta
viuda, su historia aún se oye a través del mundo hoy. Sus dos pequeñas
monedas demuestran que aún “los más humildes y pobres…pueden hacer una ofrenda
valiosa a Dios” (Hooker, 296). Su ejemplo nos bendecirá hasta el fin del
mundo.
LUNES 12 DE NOVIEMBRE
LUCAS 17, 1-6
VERSÍCULOS 1-10: CUATRO REFRANES
Estos versículos están compuestos de cuatro refranes,
aparentemente sin relación, pero que Lucas teje con una fluidez natural:
─ Primero, Jesús trata el tema de tentación – “que no vengan
escándalos” (vv. 1-2). “Esto puede incluir algunos de los siguientes: ofender a alguien por medio de
burla; mentir o engañar; hacer obras que pueden ser inocentes pero que también
pueden confundir a uno de fe más débil (1 Corintios 10:14-33; Romanos 14:1-23);
enseñar herejía (Hechos 20:25-31; Galatos 1:6-9; 2 Corintios 11:1-4), buscar
beneficio propio (Filipenses 2:21), perseguir creyentes (Hechos 9:1-19)”
(Stein, 431). Otro ejemplo obvio es el de un pastor, culpable de mal
comportamiento sexual, que causa a creyentes menos maduros abandonar la
fe. La pena por tal comportamiento, dice Jesús, es peor que una muerte
repentina.
─ Segundo, Jesús establece un equilibrio entre el juicio y la
gracia cuando relata como hemos de tratar a los que nos ofenden. Hemos de
regañar a nuestro ofensor y, si hay arrepentimiento, hemos de perdonar.
La necesidad de perdonar es absoluta, aún si el ofensor repite ofensa y súplica
siete veces al día (vv. 3-4). Antes, Jesús les enseñó a los discípulos a
rezar, “Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a
todos los que nos deben” (11:4). Nosotros necesitamos perdón a menudo.
Por eso, debemos perdonar con frecuencia.
─ Tercero, los discípulos, espabilados por estos requisitos,
preguntan a Jesús de la fe que se requiere para cumplirlos. Jesús no responde dispensando fe automáticamente, en
vez, habla del poder de la fe, aunque se trate de una fe muy pequeña (vv. 5-6).
─ Finalmente, Jesús cuenta una parábola que ayuda a los discípulos
comprender la llamada más alta que está frente a ellos. Las expectativas son altas. Nada que podamos hacer
se puede considerar como más allá de nuestro deber (vv. 7-10).
VERSÍCULOS 5-6: FE COMO UN GRANO DE MOSTAZA
5Y dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la
fe. 6Entonces el Señor dijo: Si tuvieseis fe como un grano de mostaza, diréis
a este sicómoro (griego: sukamino):Desarráigate,
y plántate en el mar; y os obedecerá.
“Auméntanos la fe” (v. 5). Las exigencias de versículos 1-4 son
difíciles, y los discípulos se preguntan cómo podrán cumplirlas.
Reconocen la fe como don de Dios y piden, “Auméntanos la fe.” Pueden
pedir fe y prepararse para recibirla, pero darla es cuestión de Dios.
Hasta este momento, la fe solo se ha mencionado cinco veces en
este Evangelio (5:20; 7:9, 50; 8:25, 48). “En cada caso, ‘fe’ no es una
posesión tanto como una disposición: fe impulsa comportamiento fiel…
entonces, esta petición por parte de los discípulos, ‘Auméntanos la fe,’ es
como decir ‘Haznos gente fiel” (Green, 613).
“Si tuvieseis fe como un grano de
mostaza” (v. 6a). El grano de
mostaza es una de las semillas más pequeñas. Jesús utiliza esta semilla
minina para contrastarla con el gran árbol de sukamino –
utiliza una hipérbole para demostrar el gran poder que tiene aún la fe más
pequeña. Es el mismo tipo de lenguaje exagerado que utilizará después
para hablar de un camello que pasa por el ojo de una aguja (18:25).
¿Sugiere Jesús que los discípulos tienen la fe requerida o no?
Algunos eruditos creen que Jesús está afirmando la fe de los discípulos,
mientras que otros creen que, con sus palabras, Jesús está regañándoles por
falta de fe. En una historia paralela en el Evangelio de Mateo, los discípulos
no pudieron curar a un niño epiléptico, y Jesús dice que su fallo fue uno de fe
(Mateo 17:20). Ya que Lucas deja sin solucionar el tema de la fe de los
discípulos, dejemos que Mateo lo solucione. Entonces, Jesús quiere decir,
“Si tuvierais la fe del tamaño de un grano de mostaza – que aún no tenéis…” Sin
embargo, llegará el momento – después de la resurrección – cuando sí tendrán
esa fe.
Pero la fe requerida es la fe en Dios – no la fe si mismo o en
dinero o armas o poder o gente. La fuerza detrás de la fe que Jesús
describe aquí es la fuerza de Dios, y fe en Dios es lo que nos permite atener
esa fuerza.
“diréis á este sicómoro: Desarráigate, y
plántate en el mar; y os obedecerá” (v. 6b). La versión de Mateo, la más familiar, habla de
mover una montaña en vez de levantar las raíces de un árbol. En la
versión de Lucas, Jesús habla de levantar las raíces de un sicómoro –
seguramente uno grande – y plantarlo en el mar. Se trata de que la fe,
aún en pequeñas cantidades, tenga gran poder. La persona de fe tiene
acceso al poder de Dios, que hace todo posible – hasta mover árboles (difícil)
y hacerles crecer en agua salada (imposible). No es nuestra fe la que
logra estas maravillas, sino el Dios que está detrás de nuestra fe.
Nuestra fe, entonces, es como un billete de mil dólares impreso en un papel que
solo vale un centavo. Ese billete tiene valor solo porque tiene el
completo apoyo de la fe y el crédito del gobierno. Así también nuestra fe
tiene valor solo porque Dios bendice y autoriza a los fieles.
“Lo curioso es que Dios realmente no cumple… la petición de los
discípulos, …pero, en respuesta…simplemente describe el significado de una gran
fe… Por medio de continuada enseñanza, ejemplos, y la provisión del Espíritu,
produce en sus apóstoles una gran fe, una que proclamará las Buenas Noticias
con valentía y sufrirá persecución con alegría” (Evans, 254).
Jesús alentará a los discípulos un pequeño paso a la vez – pero
solo después de la resurrección llegarán a tener gran fe y gran poder.
¿Cómo, entonces, conseguimos esta fe poderosa?
─ Los discípulos tenían razón; fe es el don de Dios, así, podemos
rezar para que Dios aumente nuestra fe. El tiempo que uno pasa en oración
es fundamental para el desarrollo de la fe – pero, también hay otras cosas que podemos hacer para cooperar con Dios, que quiere aumentar
nuestra fe.
─ Relaciones con gente de fe crían más fe. Por eso, es
importante participar en alabanza y en la vida de la iglesia.
─ Escrituras informan y corrigen nuestra fe. Sin escrituras
para guiarnos, solemos tener fe en algo
más pequeño que Dios – dinero, una persona carismática, el gobierno – algo que
nos decepcionará al final. Las escrituras nos acercan a Dios para que
podamos desarrollar la poderosa fe de la que Jesús habla aquí.
─ Nuestra fe crece a medida que actuamos según nuestra fe.
Cada don de Dios es reforzado al ejercerlo, y así es con la fe. Una
palabra de aviso: Igual que un soldado de infantería no puede ver suficiente
para saber si la batalla va bien o mal, el cristiano corriente también tiene la vista limitada. Cristianos de
la temprana iglesia que morían en cruces al lado de las carreteras o en el
Coliseo actuaban según la fe, y algunos podrían haber sentido que Dios había
traicionado su fe. Ahora podemos ver que su sangre no fue derramada en
vano, en cambio, se convirtió en fertilizante que alimentó el fuerte
crecimiento de la iglesia. Fe quiere decir creer aun cuando el final
parece dudoso
MARTES 13 DE NOVIEMBRE
LUCAS 17, 7-10
VERSÍCULOS 7-10: LO QUE DEBÍAMOS
HACER, HICIMOS
7¿Y quién de vosotros tiene un siervo (griego: doulon – sirviente o esclavo) que ara 0 apacienta, que vuelto del campo le diga
luego: Pasa, siéntate a la mesa? 8¿No
le dice antes: Adereza qué cene, y arremángate, y sírveme hasta que haya comido
y bebido; y después de esto, come tú y bebe? ¿Quién de vosotros tiene un siervo
que ara o apacienta, que ve?9¿Da gracias al siervo (griego: me echeicharintodoulo – seguramente no tiene gratitud o
respeto hacia el sirviente) porque
hizo lo que le había sido mandado? Pienso que no. 10Así también
vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado, decid: Siervos
inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos.
Próximo, tenemos la Parábola del Siervo Poco-Apreciado (título
mío). El amo tiene un siervo o esclavo que trabaja en ambos los campos y
en la casa del amo. Sería justo que después de haber trabajado todo el
día en el campo, el amo le preparase la cena al siervo. En lugar de eso,
el siervo prepara la cena del amo y limpia la mesa. Solo entonces se
preocupa de sus propias necesidades.
Esta parábola es difícil por varias razones. Primero, parece
que Jesús aprueba de la esclavitud. Segundo, parece descuidado e
injusto. Tercero, no es nuestra experiencia. Estamos acostumbrados
a premiar empleados fieles (o ser premiados), a no ser que encuentren un jefe
más generoso (o que encontremos otro empleo).
Esta historia, sin embargo, no aloja la esclavitud tal como la
Parábola del Buen Samaritano no aloja el robo. Simplemente utiliza una
situación común de la época de Jesús para ilustrar una verdad espiritual – que
“Dios no nos debe nada por vivir buenas vidas cristianas. El favor y las
bendiciones de Dios son cuestión de gracia – no se pueden ganar” (Culpepper,
323).
Aunque es una verdad difícil, es importante comprenderla. La
vida cristiana a menudo es difícil, y podemos pensar que Dios nos ha
abandonado. Aún Jesús gritó, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?” (Mateo 27:46). Pero una vez que adoptemos “la actitud que
se describe en esta parábola, podemos enfrentar las tentaciones más severas que
aparecen a lo largo de nuestra obra cristiana” (Wallace, 116).
También debemos anotar que el griego doulon o doulos se puede traducir como siervo o
esclavo. A causa de nuestra sensibilidad sobre la esclavitud, aquí sería
mejor traducirlo como “siervo.”
Jesús modeló el ministerio de servidumbre al que nos llama.
Vino a la tierra, no en Roma, sino en Palestina – no con una cuchara de plata
en la boca, sino con un abrevadero de cuna – no en un tiempo cuando se podría
dirigir al público por televisión, sino cuando la comunicación se limitaba al
alcance de su voz – no para sentarse en un trono, pero para colgar de una
cruz. Si tenemos una queja con los requisitos del discipulado, debemos
dirigirnos al que ha modelado el tipo de sacrificio que nos pide hacer.
Bailey anota varios paralelos entre esta parábola y la Parábola
del Siervo Cuidadoso, donde el amo sirve a sus siervos que se han demostrado
fieles (12:35-40). Piensa de esta parábola como una que puede aclarar el
posible malentendido causado por la parábola anterior. Mientras que la
parábola anterior “se sitúa en el parousia,
…Lucas 22:27 y Juan 13:3-5 dejan claro que Jesús ya se
encuentra entre ellos como amo que sirve. No obstante, cuando esta bella
imagen se separa de su contexto, puede causar una grave y equivocada
interpretación de un aspecto importante de la relación entre Jesús y sus
discípulos. El está entre ellos como el que sirve, como
su verdadero
siervo. Al mismo tiempo también es el amo,
y ellos deben recordar que son siervos. Por lo tanto, esta parábola de
Lucas 17:7-10 es imprescindible para presentar a Jesús como amo a quien siervos
deben lealtad y obediencia” (Bailey, ThroughPeasantEyes,
119).
“Da gracias al siervo” (me
echeicharintodoulo –
seguramente no tiene gratitud o respeto para el siervo) (v. 9). En el
Evangelio de Lucas, la palabra charin o charisgeneralmente tiene que ver “con
crédito (6:32-34) y favor (1:30)” (Bailey, 121). La cuestión, entonces,
es si el amo queda endeudado con su siervo por haber cumplido sus
órdenes. Esta pregunta “espera una respuesta rotundamente negativa en la
parábola” (Bailey, 122).
El punto NO es que Dios no premia la obediencia, sino que nuestra
obediencia nunca deja a Dios endeudado con nosotros. “Nosotros existimos
para Dios, no Dios para nosotros. Como supremo a nosotros de manera
inimaginable, merece nuestra plena lealtad y obediencia sin resentimiento:
simplemente se trata del cumplimiento de una obligación natural” (Nolland,
843). Nuestra salvación, entonces, siempre depende de la gracia de Dios
(el favor no merecido de Dios – el don de Dios). Necesitamos su gracia
todos los días. Seríamos sumamente necios si estuviéramos frente a Dios
el día del juicio y pidiéramos ser juzgados a base de justicia y no gracia.
MIÉRCOLES 14 DE NOVIEMBRE
LUCAS 17, 11-19
VERSÍCULOS 11-19: JESÚS SANA DIEZ LEPROSOS
Existen varios paralelos entre esta historia y la de Naamán, el
leproso gentil que también fue salvado (2 Reyes 5:1-19).
─ Ambos Naamán y el leproso samaritano eran extranjeros que
buscaban la salvación por medio de un judío de Dios.
─ A ambos se les mandó cumplir una acción pequeña y aparentemente
irrelevante antes de tomar lugar la salvación. Eliseo le dijo a Naamán
que se bañara siete veces en el río Jordán. Jesús les dijo a los diez
leprosos que apareciesen ante el sacerdote, el cual podría certificar la
curación pero que no podría sanar a un leproso. En ambas historias, la
salvación ocurrió solo después de haber obedecido al hombre de Dios.
─ Ambos Naamán y el samaritano regresaron para dar gracias a Dios.
─ Las últimas palabras de Eliseo fueron, “Vete en paz.”
Las últimas palabras de Jesús al samaritano fueron, “Vete en paz, tu fe te ha
sanado.”
VERSÍCULO 11: YENDO A
JERUSALÉN
11Y aconteció que yendo él a Jerusalén, pasaba por medio de
Samaria y de Galilea(griego: diameson Samareias kai Galilaias – atravesando Samaria y Galilea).
“yendo él a Jerusalén” (v. 11a). Antes, Lucas presentó el viaje de Jesús a
Jerusalén con estas palabras: “Y aconteció que, como se cumplió el tiempo en
que había de ser recibido arriba, él afirmó su rostro para ir a Jerusalén”
(9:51). Jerusalén, claro, es donde morirá Jesús según el plan de
Dios. De vez en cuando Lucas nos recuerda que Jesús está en este viaje
(9:53; 13:22; 17:11; 18:31; 19:11), que terminará al llegar a Jerusalén en
19:28. Con cada mención de Jerusalén, los que conocemos el resto de la
historia podemos ver la cruz a la distancia.
“pasaba por medio de Samaria y de Galilea” (v. 11b). Hasta el momento, Jesús no ha progresado mucho
hacia Jerusalén. Sus discípulos entraron en una aldea samaritana al
comenzar el viaje (9:52), y Jesús aún se encuentra en la frontera del norte de
Samaria, lejos de Jerusalén, ocho capítulos adelante (17:11). En 18:35,
cuando Jesús se acerque a Jericó, no lejos de Jerusalén, tendremos nuestra
próxima marca geográfica. Jericó se menciona de nuevo en 19:1, y después
Jesús llega a Jerusalén en 19:28.
Samaria hace frontera con Galilea, y no hay ninguna región entre
ellas. Según este versículo, eruditos a menudo han cuestionado el sentido
geográfico de Lucas. Sin embargo, como se anota arriba, el griego dice que
Jesús “atraviesa Samaria y Galilea.” Esta localidad fronteriza explica
por qué se encuentran judíos y samaritanos entre los leprosos. En
circunstancias normales, judíos no tendrían nada que ver con samaritanos, pero
estos leprosos se encuentran unidos por la miseria que comparten.
Samaria había sido hogar de las diez tribus de Israel (tan
distintivas como las tribus de Judah y Benjamín en el sur). Cuando
asirios llevaron israelitas al exilio en el Siglo ocho a.C., mucha gente que no
era judía fue a vivir a Samaria. Después, los que volvían del exilio se
empezaron a casar entre ellos Como resultado, judíos odian samaritanos, a
quienes consideran comprometidos religiosamente. “Por eso, es tan irónico
ver, en un contexto judío, que de vez en cuando el ‘héroe’ de un episodio o
parábola sea samaritano (Evans, 258).
VERSÍCULOS 12-14: JESÚS, MAESTRO, TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS
12Y entrando en una aldea, viniéronle al encuentro diez hombres
leprosos, los cuales se pararon de lejos, 13Y alzaron la voz, diciendo: Jesús, Maestro (griego: epistata), ten misericordia de nosotros. 14Y como él los vio, les
dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció, que yendo ellos,
fueron limpios.
“viniéronle al encuentro diez hombres leprosos” (v. 12a). Su lepra no era necesariamente la enfermedad
Hansen, la terrible enfermedad que hoy consideramos lepra. Lepra bíblica
incluye enfermedades de la piel como culebrilla, soriasis, leucoderma, y
vitíligo (Johnson, Interpreter´sBible,
338). Algunas de estas enfermedades son sumamente contagiosas (la
enfermedad de Hansen y culebrilla), y otras un poco menos (leucoderma y
vitíligo). Algunas son curables, mientras que otras no lo son. “El
sufrimiento del leproso de la época bíblica era causado, en muchos casos, no
por la severidad de la enfermedad sino por la manera en que la sociedad
religiosa trataba al leproso” (Tannehill, 104).
“se pararon de lejos” (v. 12b). El Tora regula como se debe tratar la lepra:
─ Números 5:2-3 manda a israelitas “que echen a todo leproso del
campamento.” Esto incluye aquéllos con flujo y los que se consideran
inmundos por el hecho de haber tocado un cadáver, cuyas condiciones tienen
consecuencias temporáneas. Pero es probable que la enfermedad Hansen
aflija a la persona infectada hasta el día de su muerte.
─ Levítico 13:45 requiere que un leproso grite “¡Inmundo!
¡Inmundo!” para avisar a los no afligidos que mantengan su distancia.
─ Levítico 13-14 rige la inspección de aquéllos bajo sospecha de
lepra, su aislamiento, y el método de declarar limpia a la persona
sanada. Trata temas de ropa y hogares infectados y también de personas
infectadas.
Gente no solo piensa de la lepra como condición médica, pero
también como indicación del juicio de Dios. Por eso, esto les hace menos
compasivos de lo que podrían ser, porque creen que la persona ha causado por si
misma el sufrimiento.
“Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros” (v. 13). Si se dirigiesen a un viajero corriente, este
llanto de merced podría ser un simple pedir de limosna. En este caso sin
embargo, conocen el nombre de Jesús y se dirigen a él como Maestro (griego:epistata)
– una persona de autoridad. Si han oído hablar del sanar de Jesús, seguro
que su llanto es un pedir de la salvación.
En este momento, los leprosos se encuentran unidos por lo que
piden, pero pronto se dispersarán. Solo el samaritano regresará a
Jesús. Nos podemos imaginar a los otros nueve, separándose cada uno por
su camino, ansiosos de regresar a sus vidas antiguas. El final de esta
crisis también pone fin a la comunidad que disfrutaban como leprosos.
“Y como él los vio” (v. 14a). Jesús los vio. Este detalle es pequeño pero
importante. Ley judía y naturaleza humana conspiran para hacer al leproso
invisible. Gente tiende a ignorar enfermos y moribundos, porque
sufrimiento y muerte nos ponen incómodos. Podemos ser reforzados sabiendo
que el que vio a los leprosos también ve nuestro dolor.
“Id, mostraos a los sacerdotes” (v. 14b). Jesús no sana los leprosos inmediatamente, sino
que les manda aparecer ante los sacerdotes para ser inspeccionados tal como si
hubieran sido sanados. “A leprosos se les requería actuar como si hacer
lo que Jesús mandaba haría una diferencia, aún cuando no había ninguna prueba
que lo haría (por lo menos, debían creer que valía la pena intentarlo)”
(Nolland, 846). Jesús les pide caminar en fe, tal como Eliseo le pidió a
Naamán.
Levítico 13 requiere que sacerdotes examinen las lesiones de la
piel para determinar si son leprosas. Si la lesión no parece ser leprosa
tras una primera examinación, Levítico 13 requiere que se confirme siete días
después por medio de una reexaminación.
Leprosos pueden ir al templo de Jerusalén en busca de un
sacerdote, pero también pueden encontrarlos en otras comunidades. Cuando
la Tierra Prometida fue dividida entre las tribus, los descendientes de Aarón
no recibieron terreno, en vez, se les concedieron siete ciudades acompañadas
por sus tierras de pasto (Josué 21:10-19). Normalmente, los sacerdotes pasan
una semana en el templo y residen en otro lugar el resto del tiempo.
Jesús no especifica que los leprosos vayan a un sacerdote judío.
Por eso, es concebible que el samaritano pueda acudir a un sacerdote
samaritano.
Sacerdotes tienen mucho poder. Una vez que un sacerdote
juzga inmunda a una persona, esa persona queda apartada de la sociedad –
separada de su familia – incapaz de mantener un trabajo o hacer negocios –
reducida a mendigar. Para ser restaurado a la vida normal se requiere que
un sacerdote juzgue que la persona ya no es inmunda. Esa es la razón por
la que Jesús manda los leprosos al sacerdote – para que sus vidas normales sean
restauradas. Sin embargo, también tiene otro propósito. Estos
leprosos darán a los sacerdotes testimonio del gran poder que tiene
Jesús. Cuando los sacerdotes juzgan limpios a los leprosos, su
declaración verificará el poder de Dios que tiene Jesús.
“Y aconteció, que yendo ellos, fueron limpios” (v. 14). Los leprosos no fueron sanados de inmediato, en
vez, son sanados al obedecer a Jesús. “El sanar de los leprosos funciona
en el Evangelio como señal del poder del reino de Dios” (Culpepper, 325).
Igual que antes Jesús ejerció la prerrogativa divina del perdón (5:20-21;
7:48-49), así también ejerce ahora el poder de Dios para sanar.
Jesús sanó a los leprosos, pero este versículo enfatiza que fueron
hechos limpios. Sanar tiene que ver con restauración de la salud
corporal. Ser hechos limpios incluye dimensiones adicionales como la
salud social y religiosa. Ahora, los que eran leprosos han sido
restaurados y pueden volver a entrar en la sociedad – una vez más podrán alabar
en la sinagoga y en el templo.
VERSÍCULOS 15-16: UNO DE ELLOS VOLVIÓ, GLORIFICANDO A DIOS
15Entonces uno de ellos, como se vio que estaba limpio, volvió,
glorificando a Dios a gran voz; 16Y derribóse sobre el rostro a sus pies, dándole gracias: y éste
era Samaritano.
“Entonces uno de ellos, como se vio que estaba limpio, volvió,
glorificando a Dios a gran voz” (v. 15). Igual que Jesús vio leprosos que otros no
veían, este hombre ve lo que los otros leprosos no logran ver: (1) que ha sido
sanado (2) que Dios merece alabanza y (3) que Jesús merece agradecimiento.
“Y derribóse sobre el rostro a sus pies, dándole gracias” (v. 16a). Admiramos a este hombre por tomar el tiempo para
agradecer su salvación, pero esto se trata de una historia de
agradecimiento. “Es un ejemplo de ser tocado por la fuerza creativa de
Dios que trae orden al caos y plenitud a todo deterioro defectivo y contaminado”
(Nickle, 176). Es la historia de Jesús, el Cristo – un hombre que
disfruta del poder de Dios – un hombre que también es Dios.
“y éste era Samaritano” (v. 16b). Lucas guarda su sorpresa hasta más adelante en la
historia. “El que ejemplifica la fe resulta ser el más extranjero”
(Cousar, 554). El mismo Lucas es gentil, un extranjero. Disfruta
recontando la historia de los extranjeros bendecidos por Dios y hace de ellos
(y los samaritanos) los héroes de sus historias. “La historia anticipa lo
que está por venir en Hechos (también escrito por Lucas): una creciente ceguera
en Israel, una receptividad entre gentiles” (Craddock, Interpretation, 203).
VERSÍCULOS 17-19: TU FE TE HA SALVADO
17Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpios?
¿Y los nueve dónde están? 18¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este
extranjero?19Y dijole: Levántate, vete; tu fe te ha salvado (griego: sesoken
se – te ha sanado o
salvado).
“¿No son diez los que fueron limpios? ¿Y los nueve dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este
extranjero?” (vv.
17-18). Las preguntas retóricas de Jesús llaman la atención a los nueve
que no lo glorificaron y al estatus del que sí lo hizo como “extranjero.”
Jesús critica a los nueve que no lo agradecieron, y estamos tentados a unirnos
a él en su crítica. ¿Cómo es que los nueve no dieron las gracias? No
obstante, debemos considerar que después de tan largo aislamiento, han de estar
ansiosos de reunirse con sus familias y resumir una vida normal. Bajo
circunstancias como estas, ¿cuántas veces paramos para agradecerle a Dios
nuestras bendiciones? ¿Cuántas veces nos olvidamos de dar gracias a Dios?
“Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (sesoken se) (v. 19). Lucas nos
dijo en versículo 14 que los diez leprosos fueron hechos limpios, entonces,
algo más le ha ocurrido a este samaritano. El griego traducido como “te
ha salvado” en NRSV essesoken se – del verbo sozo. Puede
ser traducido como “te ha sanado.” “Lo que tenemos, entonces, es una
historia de diez sanados y uno salvado” (Craddock,Interpretation,
203).
JUEVES 15 DE NOVIEMBRE
LUCAS 17, 20-25
• El evangelio de hoy nos trae una discusión entre
Jesús y los fariseos sobre el momento de la venida del Reino. Los evangelios de
hoy y de los próximos días tratan de la llegada del fin de los tiempos.
• Lucas 17,20-21: El Reino en medio de nosotros. “Habiéndole preguntado los fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: «La venida del Reino de Dios no se producirá aparatosamente ni se dirá: `Vedlo aquí o allá', porque, mirad, el Reino de Dios ya está entre vosotros". Los fariseos pensaban que el Reino podía llegar solamente si la gente llegaba a la perfecta observancia de la Ley de Dios. Para ellos, la venida del Reino sería la recompensa de Dios al buen comportamiento de la gente, y el mesías llegaría de forma solemne como un rey, recibido por su pueblo. Jesús dice lo contrario. La llegada del Reino no puede ser observada como se observa la llegada de los reyes de la tierra. Para Jesús, el Reino de Dios ¡ha llegado! Ya está en medio de nosotros, independientemente de nuestro esfuerzo o de nuestro mérito. Jesús tiene otro modo de ver las cosas. Tiene otra mirada para leer la vida. Prefiere al samaritano que vive en la gratitud a los nueve que piensan que merecen el bien que reciben de Dios (Lc 17,17-19).
• Lucas 17,22-24: Señales para reconocer la venida del Hijo del Hombre. “Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: `Vedlo aquí, vedlo allá.' No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día.”. En esta afirmación de Jesús existen elementos que vienen de la visión apocalíptica de la historia, muy común en los siglos antes y después de Jesús. La visión apocalíptica de la historia tiene la siguiente característica. En épocas de gran persecución y de opresión, los pobres tienen la impresión de que Dios perdió el control de la historia. Ellos se sienten perdidos, sin horizonte y sin esperanza de liberación. En estos momentos de aparente ausencia de Dios, la profecía asume la forma de apocalipsis. Los apocalípticos, tratan de iluminar a la situación desesperadora con la luz de la fe para ayudar a la gente a no perder la esperanza y para que siga con valor la caminada. Para mostrar que Dios no ha perdido el control de la historia, ellos describen las varias etapas de la realización del proyecto de Dios a través de la historia. Iniciado en un determinado momento significativo en el pasado, este proyecto de Dios avanza, etapa por etapa, a través de la situación actual vivida por los pobres, hasta la victoria final al final de la historia. De este modo, los apocalípticos sitúan el momento presente como una etapa ya prevista dentro del conjunto más amplio del proyecto de Dios. En general, la última etapa antes de la llegada del final se presenta como un momento de sufrimiento y de crisis, del que muchos quieren aprovechar para ilusionar a la gente diciendo: “Está aquí' o: 'Está allí'. No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día.” Con la mirada de fe que Jesús comunica, los pobres van a poder percibir que el reino está ya en medio de ellos (Lc 17,21), como un relámpago, sin sombra de duda. La venida del Reino trae consigo su propia evidencia y no depende de los pronósticos de los demás.
• Lucas 17,20-21: El Reino en medio de nosotros. “Habiéndole preguntado los fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: «La venida del Reino de Dios no se producirá aparatosamente ni se dirá: `Vedlo aquí o allá', porque, mirad, el Reino de Dios ya está entre vosotros". Los fariseos pensaban que el Reino podía llegar solamente si la gente llegaba a la perfecta observancia de la Ley de Dios. Para ellos, la venida del Reino sería la recompensa de Dios al buen comportamiento de la gente, y el mesías llegaría de forma solemne como un rey, recibido por su pueblo. Jesús dice lo contrario. La llegada del Reino no puede ser observada como se observa la llegada de los reyes de la tierra. Para Jesús, el Reino de Dios ¡ha llegado! Ya está en medio de nosotros, independientemente de nuestro esfuerzo o de nuestro mérito. Jesús tiene otro modo de ver las cosas. Tiene otra mirada para leer la vida. Prefiere al samaritano que vive en la gratitud a los nueve que piensan que merecen el bien que reciben de Dios (Lc 17,17-19).
• Lucas 17,22-24: Señales para reconocer la venida del Hijo del Hombre. “Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: `Vedlo aquí, vedlo allá.' No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día.”. En esta afirmación de Jesús existen elementos que vienen de la visión apocalíptica de la historia, muy común en los siglos antes y después de Jesús. La visión apocalíptica de la historia tiene la siguiente característica. En épocas de gran persecución y de opresión, los pobres tienen la impresión de que Dios perdió el control de la historia. Ellos se sienten perdidos, sin horizonte y sin esperanza de liberación. En estos momentos de aparente ausencia de Dios, la profecía asume la forma de apocalipsis. Los apocalípticos, tratan de iluminar a la situación desesperadora con la luz de la fe para ayudar a la gente a no perder la esperanza y para que siga con valor la caminada. Para mostrar que Dios no ha perdido el control de la historia, ellos describen las varias etapas de la realización del proyecto de Dios a través de la historia. Iniciado en un determinado momento significativo en el pasado, este proyecto de Dios avanza, etapa por etapa, a través de la situación actual vivida por los pobres, hasta la victoria final al final de la historia. De este modo, los apocalípticos sitúan el momento presente como una etapa ya prevista dentro del conjunto más amplio del proyecto de Dios. En general, la última etapa antes de la llegada del final se presenta como un momento de sufrimiento y de crisis, del que muchos quieren aprovechar para ilusionar a la gente diciendo: “Está aquí' o: 'Está allí'. No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día.” Con la mirada de fe que Jesús comunica, los pobres van a poder percibir que el reino está ya en medio de ellos (Lc 17,21), como un relámpago, sin sombra de duda. La venida del Reino trae consigo su propia evidencia y no depende de los pronósticos de los demás.
• Lucas 17,25: Por la Cruz hasta la Gloria. “Pero antes tendrá que padecer mucho y ser reprobado por esta generación”. Siempre la misma advertencia: la Cruz, escándalo para los judíos y locura para los griegos, pero para nosotros es expresión de la sabiduría y del poder de Dios (1Cor 1,18.23). El camino para la Gloria pasa por la cruz. La vida de Jesús es nuestro canon, es la norma canónica para todos nosotros.
VIERNES 16 DE NOVIEMBRE
LUCAS 17, 26-37
• El evangelio de hoy sigue la reflexión sobre la llegada del fin
de los tiempos y trae palabras de Jesús sobre cómo preparar la llegada del
Reino. Era un asunto candente, que en aquel tiempo, causaba mucha discusión.
Quien determina la hora de la llegada del fin es Dios. Pero el tiempo de Dios
(kairós) no se mide por el tiempo de nuestro reloj (chronos). Para Dios, un día
puede ser igual a mil años, y mil años igual a un día (Sal 90,4; 2Pd 3,8). El
tiempo de Dios corre de forma invisible dentro de nuestro tiempo, pero es
independiente de nosotros y de nuestro tiempo. Nosotros no podemos interferir
en el tiempo, pero debemos estar preparados para el momento en que la hora de
Dios se hizo presente en nuestro tiempo. Puede ser hoy, puede ser de aquí a mil
años. Lo que da seguridad, no es saber la hora del fin del mundo, sino la
certeza de la presencia de la Palabra de Jesús presente en la vida. El mundo
pasará, pero su palabra no pasará jamás (Cf. Is 40,7-8).
• Lucas 17,26-29: Como en los días de Noé y de Lot. La vida corre normalmente: comer, beber, casarse, comprar, vender, plantar, construir. La rutina puede envolvernos de tal forma que no conseguimos pensar en otra cosa, en nada más. Y el consumismo del sistema neoliberal contribuye a aumentar en muchos de nosotros esta total desatención a la dimensión más profunda de la vida. Dejamos entrar la polilla en la viga de la fe que sustenta el tejado de nuestra vida. Cuando la tormenta derriba la casa, muchos dan la culpa al carpintero: “¡Mal servicio!” En realidad, la causa de la caída fue nuestra prolongada desatención. La alusión a la destrucción de Sodoma como figura de lo que va a suceder al final de los tiempos, es una alusión a la destrucción de Jerusalén de parte de los romanos en el año 70 dC (cf Mc 13,14).
• Lucas 17,30-32: Así será en los días del Hijo del Hombre. “Así sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.”. Difícil para nosotros imaginar el sufrimiento y el trauma que la destrucción de Jerusalén causó en las comunidades, tanto de los judíos como de los cristianos. Para ayudarlas a entender y a enfrentar el sufrimiento, Jesús usa comparaciones sacadas de la vida: “Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y, de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás”. La destrucción vendrá con tal rapidez que no merece la pena bajar a la casa para buscar algo dentro (Mc 13,15-16). “Acordaos de la mujer de Lot” (cf. Gén 19,26), esto es, no miréis atrás, no perdáis tiempo, tomad la decisión e id adelante: es cuestión de vida o de muerte.
• Lucas 17,33: Perder la vida para ganar la vida. “Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará”. Sólo se siente realizada la persona que es capaz de darse enteramente a los demás. Pierde la vida la que la conserva sólo para sí. Este consejo de Jesús es la confirmación de la más profunda experiencia humana: la fuente de la vida está en la entrega de la vida. Dando, se recibe. “En verdad os digo: el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo. Pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24). Lo importante es la motivación que añade el evangelio de Marcos: “Por mí y por el Evangelio” (Mc 8,35). Al decir que nadie es capaz de conservar su vida con su propio esfuerzo, Jesús evoca el salmo donde se dice que nadie es capaz de pagar el precio del rescate de la vida: “Nadie puede rescatar al hombre de la muerte, nadie puede dar a Dios su rescate; pues muy caro es el precio de rescate de la vida, y ha de renunciar por siempre continuar viviendo indefinidamente sin ver la fosa”. (Sal 49,8-10).
• Lucas 17,26-29: Como en los días de Noé y de Lot. La vida corre normalmente: comer, beber, casarse, comprar, vender, plantar, construir. La rutina puede envolvernos de tal forma que no conseguimos pensar en otra cosa, en nada más. Y el consumismo del sistema neoliberal contribuye a aumentar en muchos de nosotros esta total desatención a la dimensión más profunda de la vida. Dejamos entrar la polilla en la viga de la fe que sustenta el tejado de nuestra vida. Cuando la tormenta derriba la casa, muchos dan la culpa al carpintero: “¡Mal servicio!” En realidad, la causa de la caída fue nuestra prolongada desatención. La alusión a la destrucción de Sodoma como figura de lo que va a suceder al final de los tiempos, es una alusión a la destrucción de Jerusalén de parte de los romanos en el año 70 dC (cf Mc 13,14).
• Lucas 17,30-32: Así será en los días del Hijo del Hombre. “Así sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.”. Difícil para nosotros imaginar el sufrimiento y el trauma que la destrucción de Jerusalén causó en las comunidades, tanto de los judíos como de los cristianos. Para ayudarlas a entender y a enfrentar el sufrimiento, Jesús usa comparaciones sacadas de la vida: “Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y, de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás”. La destrucción vendrá con tal rapidez que no merece la pena bajar a la casa para buscar algo dentro (Mc 13,15-16). “Acordaos de la mujer de Lot” (cf. Gén 19,26), esto es, no miréis atrás, no perdáis tiempo, tomad la decisión e id adelante: es cuestión de vida o de muerte.
• Lucas 17,33: Perder la vida para ganar la vida. “Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará”. Sólo se siente realizada la persona que es capaz de darse enteramente a los demás. Pierde la vida la que la conserva sólo para sí. Este consejo de Jesús es la confirmación de la más profunda experiencia humana: la fuente de la vida está en la entrega de la vida. Dando, se recibe. “En verdad os digo: el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo. Pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24). Lo importante es la motivación que añade el evangelio de Marcos: “Por mí y por el Evangelio” (Mc 8,35). Al decir que nadie es capaz de conservar su vida con su propio esfuerzo, Jesús evoca el salmo donde se dice que nadie es capaz de pagar el precio del rescate de la vida: “Nadie puede rescatar al hombre de la muerte, nadie puede dar a Dios su rescate; pues muy caro es el precio de rescate de la vida, y ha de renunciar por siempre continuar viviendo indefinidamente sin ver la fosa”. (Sal 49,8-10).
• Lucas 17,34-36: Vigilancia. “Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: al uno tomarán y al otro le dejarán; habrá dos mujeres moliendo juntas: a una la tomarán y a la otra la dejarán.” Evoca la parábola de las diez vírgenes. Cinco eran prudentes y cinco necias (Mt 25,1-11). Lo que importa es estar preparado/a. Las palabras: “Una la tomarán y otra la dejarán” evocan las palabras de Pablo a los Tesalonicenses (1Tes 4,13-17), cuando dice que en la venida del Hijo seremos arrebatados al cielo junto con Jesús. Estas palabras “dejados atrás” proporcionan el título de una terrible y peligrosa novela de extrema derecha fundamentalista de Estados Unidos: “Leftbehind!” Esta novela no tiene nada que ver con el sentido real de las palabras de Jesús.
• Lucas 17,37: ¿Dónde y cuándo? “Los discípulos preguntaron: "¿Señor, dónde ocurrirá esto?" Jesús respondió: "Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres". Respuesta enigmática. Algunos piensan que Jesús evoca la profecía de Ezequiel, retomada en el Apocalipsis, en la cual el profeta se refiere a la batalla victoriosa final contra los poderes del mal. Las aves de rapiña o los buitres serán invitadas a comer la carne de los cadáveres (Ez 39,4.17-20; Ap 19,17-18). Otros piensan que se trata del valle de Josafat, donde tendrá lugar el juicio final según la profecía de Joel (Joel 4,2.12). Otros piensan que se trata simplemente de un proverbio popular que significaba más o menos lo mismo que dice nuestro proverbio: “¡Cuando el río suena, agua lleva!”
SÁBADO 17 DE NOVIEMBRE
LUCAS 18, 1-8
VERSÍCULO 1: ES
NECESARIO ORAR Y NO DESMAYAR
1Y propúsoles también una parábola sobre que es necesario orar
siempre, y no desmayar.
“Y propúsoles también una parábola.” Jesús habla a los discípulos (17:22).
“sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar.” Esta es una de dos veces en este Evangelio donde, antes de
relatar la parábola, Lucas nos explica el propósito de la parábola de
Jesús. El otro caso aparece en la próxima parábola (18:9-14).
Oración es importante en el Evangelio de Lucas. Jesús reza
(3:21; 5:16; 6:12; 9:18, 28; 22:41), y suda gotas de sangre en la agonía de
oración en el Monte de Olivos (22:44). También enseña a los discípulos de
la oración (6:28; 11:1-3; 18:9-14; 19:46; 20:47; 22:40, 46).
La parábola que sigue habla de la persistente oración de la
viuda. Aún más significante es que habla del carácter de Dios, que “hará
justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche” (v. 7).
Con esta parábola surge una pregunta: ¿Es el propósito de la
oración alienar nuestros corazones con la voluntad de Dios o sirve también para
cambiar la opinión de Dios?
No hay duda que la persistencia en oración – una continua comunión
con Dios – amolda nuestros corazones para que se parezcan al diseño original de
Dios. Cuando esto ocurre, la carretera se abre para recibir la merced de
Dios.
Claro está que preferimos que oración nos conceda lo que pedimos –
y rápidamente. Esperamos que médicos nos den alivio instantáneo.
Esperamos que grandes películas inspiren alegría o tristeza de inmediato.
Esperamos que tecnología nos provea comunicación instantánea. Esperamos
que la bolsa nos haga ricos de inmediato. Pero Dios no promete respuestas
inmediatas a la oración. ¡Considérelo una bendición! Imagine el caos que
ocurriría si Dios automáticamente contestara cada oración tal como se ha
pedido. Un Dios amoroso nunca podría conceder poder ilimitado a cada
persona.
Sin embargo, esta parábola parece enseñar que la voluntad de Dios
– siempre buena – es afectada por oración continua. “David, en uno de sus
salmos (Salmo 18:6-16) nos dice que una vez Dios desequilibró el universo
completo para responder a la oración de David. ‘En mi angustia invoqué a
Yahaveh… Y la tierra fue conmovida y tembló; Y moviéronse los fundamentos de
los montes, Y se estremecieron… Y bajó los cielos, y descendió… Y cabalgó sobre
un querubín, y voló: Voló sobre las alas del viento… sus nubes pasaron; Granizo
y carbones ardientes. Y tronó en los cielos Yahaveh… Y el Altísimo dio su
voz; Granizo y carbones de fuego. Y envió sus saetas, y desbaratólos; Y
echó relámpagos, y los destruyó… Y descubriéronse los cimientos del mundo…
Envió desde lo alto; tomóme, Sácome de las muchas aguas.’ Ésta es la
confianza del hombre que reza” (Wallace, 89).
VERSÍCULOS 2-6: LA VIUDA Y
EL JUEZ INJUSTO
2Diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía a Dios,
ni respetaba (griego:entrepomenos) a hombre. 3Había también en
aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: Hazme justicia de mi
adversario. 4Pero
él no quiso por algún tiempo; mas después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni
temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, 5Todavía, porque esta viuda me es
molesta, le haré justicia, porque al fin no venga y me muela (griego: hypopiaze). 6Y dijo el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto.
Existe una historia parecida en Sirach 35:15-25 que Jesús
seguramente conocía. Si Jesús utiliza ese relato, lo adapta según su
propósito.
El juez y la viuda representan lados opuestos del espectro social.
El juez es el epitome del poder – no está atado por decisiones de jurado ni por
cortes de apelación – y la viuda es el epitome de la incapacidad.
“Había un juez en una ciudad, el cual ni temía a Dios, ni respetaba(entrepomenos) a hombre” (v. 2). Moisés encargó a
los jueces que rindieran decisiones justas y honestas sin importar el estatus
económico o social de quien las pidiera (Deuteronomio 1:16-17) – pero no
podemos esperar justicia de este juez, que no teme a Dios ni respeta al hombre.
Temer a Dios es un atributo positivo en ambos el Antiguo y el
Nuevo Testamento. Cuando Josafat eligió jueces sobre Judá, les aconsejó,
“Sea pues con vosotros el temor de Yahaveh; guardad y haced: porque en Yahaveh
nuestro Dios no hay iniquidad, ni acepción de personas, ni recibir cohecho” (2
Crónicas 19:7). Lucas ha mencionado que “su misericordia de generación a
generación a los que le temen” (1:50). Cuando Jesús dice que este juez no
teme a Dios, nos indica que no podemos confiar en él.
Kenneth Bailey dice que la palabra traducida “respeto” (entrepomenos)
tiene que ver con orgullo en la vergüenza, y aquí debe traducirse como “no
tiene vergüenza.” “La cultura tradicional del medio oriente es, hasta
cierto punto, una cultura de orgullo y vergüenza. Es decir, ciertas
normas de comportamiento social son alentadas por miedo a la vergüenza… Una de
las críticas más fuertes para un adulto en una aldea del Medio Oriente hoy es…
‘no teme la vergüenza’… Le falta el sentido interno de lo que constituye una
buena obra y de lo que consta una obra vergonzosa. No puede ser
avergonzado… No le queda ni una chispa de honor en su alma a la que se pueda
clamar” (Bailey, ThroughPeasantEyes,
132). Una construcción paralela en nuestra cultura podría ser un loco
social – una persona sin conciencia o compasión.
“Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él
diciendo: Hazme justicia de mi adversario” (v. 3). En ambos Testamentos, las viudas simbolizan
vulnerabilidad. “Una viuda no podía heredar los bienes de su marido y
dependía de la compasión de la comunidad (Raymond Bailey, 429).
Por su vulnerabilidad, las escrituras exigen la protección de las
viudas:
─ Dios tiene un afecto particular para viudas, huérfanos, y
extranjeros (Deuteronomio 10:18-19).
─ Igual que Dios sacó a los israelitas de su cautividad egipcia, Dios exige que Israel libere a otra gente vulnerable (Deuteronomio 24:17-21).
─ Igual que Dios sacó a los israelitas de su cautividad egipcia, Dios exige que Israel libere a otra gente vulnerable (Deuteronomio 24:17-21).
─ Los que no cumplen con esta responsabilidad serán maldecidos
(Deuteronomio 27:19).
─ Dios matará la persona que abusa de viudas y huérfanos, y las
esposas de los que abusan serán viudas (Éxodo 22:22-24).
─ En el Nuevo Testamento, Jesús condena aquéllos que “devoran las
casas de las viudas” (20:47).
─ La temprana iglesia sustentaba las viudas (Hechos 6:1-6).
─ Viudas se honran por su dependencia en Dios (1 Timoteo 5:3-5).
Esta viuda, como el hombre que exigía pan de su vecino durante el
medio de la noche (11:5-8), prosigue con sus preguntas. Su carácter
animado es inusual para una mujer en una sociedad patriarcal, pero ella tiene
el peso de la escritura y justicia a su favor. Vive una alta moralidad, y
todos lo saben. El juez no toleraría este comportamiento por parte de un
hombre, pero aún un juez que no tiene vergüenza debe ejercer frente una mujer que
disfruta de la protección de la escritura y la simpatía de la comunidad.
“Pero él no quiso por algún tiempo” (v. 4a). Quizá el juez esté esperando un soborno.
Quizá reserve tratamiento favorable para los más ricos e
influyentes. Quizá solamente quiere que no le molesten.
“mas después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni
tengo respeto a hombre, Todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré
justicia, porque al fin no venga y me muela” (vv. 4b-5a). A este juez no le importa ni Dios ni nadie,
pero sí le importa su propia privacidad y comodidad. Por lo tanto, decide
conceder justicia para la viuda, no porque es la cosa correcta que ha de hacer,
sino porque quiere librarse de ella.
“porque al fin no venga y me muela” (v. 5b). La palabra traducida como “me muela” es hypopiaze – literalmente, “pegar debajo del
ojo.” Aunque al juez no le importen ni Dios ni hombre, reconoce que esta
mujer puede traerle problemas. Existen dos posibilidades por la
preocupación del juez:
─ Una es que simplemente está cansado de su presencia y la molestia
que le causa y que quiera deshacerse de ella.
─ La otra es que puede recibir un “puñetazo en el ojo” de la
comunidad si maltrata una viuda. Algunos eruditos descartan esta
explicación porque Jesús nos dice que este juez “ni temía a Dios, ni respetaba
a hombre” (v. 2). Sin embargo, jueces tienden ser astutos en la
política. Puede que este juez no respete la gente y que no tenga ningún
sentido de vergüenza, pero reconoce que la gente espera que él ayude a las
viudas. Negarse continuadamente a hacerlo podría dañar su posición en la
comunidad – podría costarle su trabajo.
Pero, para nuestra comprensión de esta parábola no hace ninguna
diferencia saber por qué este juez le da a la mujer lo que quiere. Este
juez no es un “suplente” de Dios. En vez, esta parábola contrasta a este
juez malicioso con nuestro Dios amoroso.
“Y dijo el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto” (v. 6). “Este versículo clarifica el punto de la parábola
entera. Aún si un juez injusto puede ser influido a hacer justicia,
¿cuánto más escuchará el Dios justo la oración persistente de los suyos?”
(Fitzmyer, 1180).
VERSÍCULOS 7-8: ¿NO HARÁ
DIOS JUSTICIA?
7¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos (griego: elekton), que claman a él día y noche, aunque sea longánime
acerca de ellos?8Os digo que los defenderá presto. Pero cuando el Hijo del
hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra?
“¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos (elekton), que claman a él día y noche? (v. 7a). Jesús argumenta
de menor a mayor. Si el juez injusto hace lo correcto para esta viuda,
aunque sea por razones equivocadas, ¿no podemos esperar que Dios haga lo
correcto por nosotros? ¿No podemos esperar que un Dios cariñoso vindique a “sus
escogidos”?
La idea de ‘los selectos’ (es decir, los elegidos de Dios) es
tradicional en el Antiguo Testamento y la temprana cristiandad” (Green,
642). Ejemplos comienzan con el primer libro del Antiguo Testamento
(Génesis 18:19) y se extienden a lo largo del último libro del Nuevo Testamento
(Revelación 17:14). Israel es el pueblo elegido de Dios (Deuteronomio
7:6, etcétera). A Jesús se le llama “el Elegido” (9:35). La iglesia
es la elegida de Dios (Colosenses 3:12; 1 Tesalonicenses 1:4; 2 Timoteo 2:10;
Tito 1:1; 1 Pedro 1:1-2; 2:9).
“que claman a él día y noche” (v. 7a). Esta historia sugiere “que cada palabra de oración
debe llegar a la profundidad del corazón donde solo se puede llegar por medio
de incesante iteración” (Bonhoeffer, LifeTogether,
citado en Nickle, 182). La pasión de los que imploran a Dios día y noche
nos recuerda a la oración de Jesús justo antes de su muerte. “Y estando
en agonía, oraba más intensamente: y fue su sudor como grandes gotas de sangre
que caían hasta la tierra” (22:44). El Padre no respondió eliminando el
vaso de su sufrimiento, sino redimiéndolo.
“aunque sea longánime acerca de ellos” (v. 7b). El griego es kaymakrothumeiepautois – literalmente “es paciente o sufre
con ellos a la larga.” En el Antiguo Testamento, makrothumei “expresa un aspecto de la
generosidad de Dios en el tratamiento de su gente. No reacciona enojado
al ver las señales de su gente, sino que ejerce control… (Makrothumei)
a menudo se traduce como ‘lento en enojarse’” (Nolland, 871).
“Os digo que los defenderá presto” (v. 8a). La viuda solo pide justicia y el juez solo concede
justicia. Esta parábola no sugiere que Dios escriba cheques en
blanco. En vez, la oración incesante pule los bordes duros de nuestras
vidas hasta que nuestra voluntad va conformándose a los propósitos redentores
de Dios, haciendo correcto que Dios responda a nuestras súplicas.
Puede que la justicia de Dios nos parezca lenta porque Dios mide
tiempo desde una perspectiva más completa. No obstante, podemos estar
seguros que Dios vindicará los que ha escogido.
En tiempos difíciles oímos decir, “lo único que podemos hacer es
rezar” – como si la oración fuese una débil sustitución para remedios
significativos. Esta parábola enseña que la oración es, por si misma, un
remedio significativo – algo que involucra el poder de Dios, haciendo todo
posible.
Gran parte de eruditos interpretan versículos 7-8 como la promesa
que Jesús volverá pronto. “Para Lucas, como para Jesús, la consumación
constaba de esperanza y expectativa vibrantes” (Stein, 446). Pero en su
discurso anterior de la venida del reino, Jesús dijo, “el reino de Dios entre
vosotros está” (17:21), y advirtió que antes de poder regresar el Hijo del
Hombre, “es necesario que padezca mucho, y sea reprobado de esta generación”
(17:25).
“Empero cuando el Hijo del hombre viniere, ¿hallará fe en la
tierra?” (v. 8b). “Ahora la parábola
ilustra la necesidad de persistir hasta que Jesús… regrese… Implica que cuando
regrese encontrará poca fe en la tierra. El enfoque de la parábola, ¿cómo
se relaciona la fe con la oración?... Implica que se necesita oración constante
para mantener una fe saludable. Esta idea debe funcionar de dos maneras:
fe incita oración, mientras que oración refuerza la fe” (Evans, 267).
“La cuestión crítica no es la fidelidad de Dios sino la lealtad
humana” (Nicke, 183). Podemos estar seguros que Dios es fiel, pero menos
seguros de nuestra propia fe. Seguro que Lucas se preocupa por los
cristianos de su época, quienes están en peligro de perder esperanza. ¿Se
desilusionarán? – o ¿persistirán en oración hasta ser vindicados? Cuando
regrese el Hijo del Hombre, ¿encontrará a cristianos fieles esperándole?
DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE
MARCOS 13, 24-32
EL CONTEXTO: CAPÍTULO
13
A este capítulo frecuentemente se la llama el Pequeño Apocalipsis,
basado en su parecido con el Gran Apocalipsis de la Revelación de Juan.
La literatura apocalíptica parece que se escribió en código y es
bastante extraña, pero nos ayuda entender sus raíces. Apocalipsis significa
develar una revelación. La literatura apocalíptica típicamente surge de tiempos
difíciles. Por ejemplo, el libro de Daniel proviene de la era (165 a.C.) cuando
Antíoco Epifanes profanó el altar del templo y trató de imponer prácticas
religiosas paganas a los judíos. El libro del Apocalipsis surge en la era (95
d.C.) cuando estaban siendo perseguidos porque rehusaron adorar al emperador.
La literatura apocalíptica tiende a reflejar un fuerte dualismo:
el bien en contra del mal. Presenta dramáticas visiones llenas de símbolos –
números, colores, y animales – códigos que deben ser explicados o
interpretados. Ve al tiempo, no como algo cíclico (como lo veían los griegos),
sino como un movimiento linear que se dirige hacia el juicio final de Dios.
Considera los problemas presentes como golpes que llevarán a la consumación
final del reino de Dios. Mantiene la esperanza para los creyentes.
El capítulo 13 de Marcos comienza con un comentario hecho por uno
de los discípulos sobre el templo de Jerusalén: “Maestro mira qué piedras y qué
edificios” (v.1). Jesús responde prediciendo la destrucción del templo (v. 2).
El templo había sido el centro del culto y vida judíos, pero no lo sería por
mucho tiempo más. El nuevo centro del culto y la vida sería el Hijo del Hombre.
Pedro, Santiago, Juan y Andrés (el círculo íntimo además de
Andrés) preguntan “¿Cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas
estas cosas han de cumplirse?” Jesús responde con un largo discurso. Lidia con
la pregunta del “cuándo” diciendo “Pero de aquel día y de la hora, nadie sabe;
ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
Mirad, velad y orad: porque no sabéis cuándo será el tiempo” (vv. 32-33). Lidia
con la pregunta sobre las “señales” hablando de falsos mesías y falsos profetas
(v. 6, 22), guerras y rumores de guerras (v. 7), terremotos y hambrunas (v. 8),
persecución (v. 9), traición entre miembros de la familia (v. 12), de la
abominación desoladora (v. 14), el oscurecimiento del sol y la luna (v. 24), y
la caída de las estrellas (v. 15).
Jesús mencionará la destrucción del templo dos veces más: durante
su juicio (13:2) y al estar sobre la cruz (15:29). La predicción de la
destrucción del templo marca “el final del ministerio de Jerusalén y la
descalificación final del Templo como el punto central del Reino de Dios”
(Williamson, 236).
Cuando se escribió este Evangelio, los cristianos estaban
experimentando persecución. “Jerusalén y el templo estaban en ruinas. La lucha
civil había sobrevivido a la paciencia romana, y las amenazas del emperador
Calígula (39-40, d.C) ahora se llevaban a cabo (70, d.C). (Los cristianos
estaban separados por asuntos de fe, los falsos mesías estaban sembrando
confusión). Los fieles estaban entre darse a la desesperación o aferrarse a
cualquier soga vacilantemente” (Craddock, 7).
En respuesta, el capítulo 13 presenta la promesa de Jesús de que
el tiempo se está moviendo en dirección hacia el regreso del Hijo del Hombre,
que reunirá a todo el pueblo y arreglará todas las cosas.
La iglesia actual está dividida entre los cristianos que están
esperando con ansiedad el regreso del Hijo del Hombre y los cristianos que
ignoran este aspecto de la enseñanza de Jesús completamente. Los cristianos
frecuentemente son avergonzados por calcomanías en las defensas o parachoques
de automóviles que advierten que el carro se quedará sin conductor en caso de
que ocurra el rapto. También somos avergonzados por caricaturas que hombres
fuera de sí (siempre tienen que ser hombre) llevando letreros que dicen “¡ARREPIÉNTANSE!”
A pesar de ello, necesitamos tomar seriamente las palabras de Jesús en Marcos
13 tal como tomamos las palabras de Jesús en cualquier otro lado. La promesa es
que Dios ha preparado algo maravilloso más allá de nuestro mundo y tiempo.
¿Acaso eso es más difícil de creer que la resurrección?
Los cristianos que ignoran el regreso de Cristo “han permitido que
la alegría se escape de su religión… (La humanidad) ha intercambiado su augusta
fe en la próxima acción de Dios por una fe de cielo de plástico que viene de
una fábrica… ¡Qué cambio! ¡El cielo por la tierra! ¡Dios por chucherías, el
regreso de Cristo en la vida de la iglesia por la venida de un paraíso de un
vendedor de la calle!” (Luccock, 863-864).
VERSÍCULOS 24-27:
24Pero en aquellos días, después de aquella aflicción, el sol se
obscurecerá, y la luna no dará su resplandor; 25Y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes que están
en los cielos serán conmovidas; 26Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con
mucha potestad y gloria. 27Y entonces enviará sus ángeles, y juntará sus escogidos de los
cuatro vientos, desde el cabo de la tierra hasta el cabo del cielo.
El Antiguo Testamento provee muchas de las imágenes de estos
versículos. Los ejemplos incluyen:
“Delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos: el
sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor” (Joel 2:10).
“…Yahaveh también volverá tus cautivos, y tendrá misericordia de
ti, y tornará a recogerte de todos los pueblos a los cuales te hubiere
esparcido Yahaveh tu Dios”(Deuteronomio 30:3).
“Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no
derramarán su lumbre; y el sol se oscurecerá en naciendo, y la luna no echará
su resplandor” (Isaías 13:10).
“Y todo el ejército de los cielos se corromperá, y plegarse han
los cielos como un libro: y caerá todo su ejército, como se cae la hoja de la
parra, y como se cae la de la higuera” (Isaías 34:4).
“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí en las nubes del
cielo como un hijo de hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de grande
edad, ehiciéronle llegar delante de él” (Daniel 7:13).
“La razón para tantas referencias bíblicas no es difícil de
localizar: el autor se apoya en imágenes apocalípticas tradicionales para
subrayar la crisis que se cierne cuando el Hijo del Hombre regresa… La profecía
del Hijo del Hombre viene de Daniel 7:13 y se repite en Marcos 14:62, en el
juicio de Jesús al estar delante del sumo sacerdote” (Brueggemann, 8-9).
“En el tiempo de Marcos… se pensaba que las estrellas eran poderes
celestiales que influían en la vida human. Al final del tiempo esos poderes,
reales e imaginarios, serían destruidos. La imagen es de un colapso cósmico
total. Las tinieblas y el caos envolverían todo, tal como al principio del
tiempo (Génesis 1:2)” (Edwards, 403). “Y entonces verán al Hijo del hombre, que
vendrá en las nubes con mucha potestad y gloria” (v. 26). Los poderes cósmicos
desaparecerán, y el poder divino reinará.
Aunque las imágenes provocan miedo, su intención es alentar a los
cristianos que están viviendo en tiempos de terror. Reconoce la realidad de su
sufrimiento y sacrificio, y promete que:
–– el Espíritu Santo les dará las palabras que necesitan
decir (v. 11).
–– “el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (v. 13).
–– el Hijo del Hombre “juntará sus escogidos de los cuatro
vientos, desde el cabo de la tierra hasta el cabo del cielo” (v. 27). Los
judíos creían que Dios reuniría a los fieles en Jerusalén de todas las naciones
a donde habían sido dispersados (ver Deuteronomio 30:4; Isaías 11:11; 43:6). Su
dispersión representa “la pérdida de la unidad nacional… como consecuencia de
su infidelidad a Dios; (ser reunidos una vez más) anuncia la salvación de
Israel por el retorno de la unidad espiritual y nacional” (Lane, 476). Ahora,
con Jerusalén y el templo desaparecidos, el Hijo del Hombre reúne a los fieles
a su alrededor, se convierte en el nuevo templo de Dios.
Aunque esto es alentador, también es demandante. Jesús le da un
gran premio al discipulado fiel en medio de las terribles pruebas que pasan. Él
nos llama a ser constante y a ser vigilantes.
VERSÍCULOS 28-31: MIS PALABRAS NO PASARÁN
28De la higuera aprended la semejanza: Cuando su rama ya se
enternece, y brota hojas, conocéis que el verano está cerca: 29Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas,
conoced que está cerca, a las puertas. 30De cierto os digo que no pasará esta generación, que todas
estas cosas no sean hechas. 31El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.
Esta es una de dos parábolas que se incluyen en este pasaje del
Evangelio. La segunda mini-parábola es la del hombre que se va de viaje (vv.
34-36).
Los discípulos pidieron una señal (v. 4), y Jesús finalmente da respuesta
a esta petición. La mayoría de los árboles en esa parte del mundo siempre están
verdes, pero el árbol de olivo y la higuera son deciduos. El árbol de olivo
florece temprano, así que no se puede confiar en él como heraldo del verano. La
higuera, sin embargo, florece tarde, así que al florecer promete que el verano
ya está a la vuelta de la esquina. Si esta escena toma lugar cerca de la
Pascua, como parece ser, Jesús podría estar señalando a una higuera floreciente
al decir estas palabras.
Un poco antes, Jesús maldijo una higuera (11:12-14), purificó el
templo (11:15-19), y les dio a los discípulos una lección sobre el poder de la
fe de la higuera que se secó (11:20-24). La higuera en el capítulo 13, sin
embargo, no se seca, sino que florece, que es una señal de esperanza. Podríamos
pensar en el árbol seco como la religión seca del templo que pronto sería
destruida, pero la higuera floreciente es el Hijo del Hombre, que trae nueva
vida al fiel (Jensen).
Cuando Jesús comenta sobre la higuera, y aunque esto suena
misterioso, simplemente nos asegura que, al ver que esto ocurre, “se nos
asegura que el día de la salvación para los electos está cerca” (Perkins, 693).
El versículo 30 ha generado mucha discusión. “De cierto os digo”
nos indica la seriedad de las palabras que siguen. “…que no pasará esta
generación, que todas estas cosas no sean hechas”. Parece que Jesús está
diciendo que el Hijo del Hombre regresará en los próximos siguientes años o, al
menos, en las próximas siguientes décadas. Esto es problemático porque el Hijo
del Hombre no llegó de la manera y tiempo esperado, y sigue sin regresar dos
mil años después. Han existido varios intentos para resolver este problema.
–– Algunos estudiosos sugieren que “esta generación”
significa pueblo judío o humanidad en general, pero la mayoría rechaza esta
posición. Por una cosa, lleva “esta generación” más allá de su significado
aparente. Por otra cosa, lleva a una tercera conclusión: que la humanidad
seguirá estando presente cuando el Hijo del Hombre llegue.
–– Otros estudiosos sugieren que “todas estas cosas” se
refiere a la destrucción del templo más que a la llegada del Hijo del Hombre.
Si fuera así, entonces la profecía se hubiera cumplido. El templo fue destruido
en el año 70 d. C.
–– Geddert dice que deberíamos leer el versículo 30 de la
siguiente manera: “En la presente generación, todos los eventos que son
garantizados que precederían la llegada del Hijo del Hombre (incluyendo la
profanación y destrucción del templo) serían cumplidas. Si la historia
ordinaria continuara después de eso (y de esto no hay garantía), entonces cada
minuto deberíamos contar la posible llegada del Hijo del Hombre. Está a las
puertas”. En otras palabras, acepta la idea que “toda estas cosas” se refiere a
la caída de Jerusalén y el templo. Entonces sugiere que, una vez que el templo
fue destruido, el regreso de Cristo se hizo inminente, en el sentido de que no
habría más advertencias o señales. Cristo puede venir cualquier día.
–– Hare comenta, “que la profecía no se cumpliera… debe
tomarse como una señal de la gracia. La paciencia de Dios se ha extendido con
el tiempo durante el cual el evangelio puede ser proclamado y la gente puede
arrepentirse” (Hare, 178).
–– Jensen dice, “…mucho de ‘todas estas cosas no sean
hechas’, de hecho, le pasó Jesús mismo. Jesús mismo aparece ante el Sanedrín y
el gobernador. Judas, de los cercanos a Jesús y ‘hermano’, entrega a Jesús a su
muerte. El sol se convirtió en tinieblas mientras Jesús colgaba de la cruz”
(Jensen).
Lo único que podemos decir con certeza es que no existe un acuerdo
entre los estudiosos sobre este asunto. Sería bueno que el predicador tenga su
propia opinión en caso de que se le pregunte, pero no se servirá a ningún
propósito criticando este asunto en un sermón.
“El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán” (v.
31). Esto se deriva de Isaías 51:6 (“porque los cielos serán desechos como
humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir”) y 40:8 (“mas la palabra
del Dios nuestro permanece para siempre”). Es un clamor atrevido, pero que ha
aguantado la prueba de la historia. Los reinos se levantan y caen – el
conocimiento se agranda exponencialmente – los tiranos usan zanahorias para
seducir a los cristianos para que se alejen de su Señor y palos para perseguir
a quienes no se dejan seducir; pero la gente de todos los ámbitos de la vida y
de todos lados (en el mar y el cielo) siguen viendo a Jesús como Señor.
VERSÍCULOS 32: ¡VELAD!
32Pero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles
que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. 33Mirad, velad y orad: porque no sabéis cuándo será el
tiempo. 34Como el
hombre que partiéndose lejos, dejó su casa, y dio facultad a sus siervos, y a
cada uno su obra, y al portero mandó que velase: 35Velad pues, porque no sabéis cuándo el señor de la casa
vendrá; si a la tarde, o a la media noche, o al canto del gallo, o a la mañana; 36Porque cuando viniere de repente, no os halle
durmiendo. 37Y las cosas que a vosotros digo, a todos las dijo: Velad.
En el versículo 30 Jesús parece clamar que el Hijo del Hombre
viene pronto, pero en el versículo 32, dice que el Hijo no sabe ni el día ni la
hora. Algunos creen que esto es inconsistente, pero es posible que una persona
conozca un marco de tiempo general pero no exactamente un día y una hora.
LUNES 19 DE NOVIEMBRE
LUCAS 18, 35-43
• El evangelio de hoy describe la
llegada de Jesús a Jericó. Es la última parada antes de la subida a Jerusalén, donde
se realiza el “éxodo” de Jesús según había anunciado en su Transfiguración (Lc
9,31) y a lo largo de la caminada hasta Jerusalén (Lc 9,44; 18,31-33).
• Lucas 18,35-37: El ciego sentado junto al camino. “Cuando se acercaba a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús”. En el evangelio de Marcos, el ciego ve.
• Lucas 18,38-39: El grito del ciego y la reacción de la gente. “Entonces el ciego gritó: "Jesús, hijo de David, ¡ten piedad de mí!" E invoca a Jesús usando el título de “Hijo de David”. El catecismo de aquella época enseñaba que el mesías sería de la descendencia de David, “hijo de David”, mesías glorioso. A Jesús no le gustaba este título. Citando el salmo mesiánico, él llegó a preguntar: “¿Cómo es que el mesías puede ser hijo de David si hasta el mismo David le llama “mi Señor” (Lc 20,41-44)? El grito del ciego incomodaba a la gente que acompañaba a Jesús. Por esto, “Los que iban delante le increpaban para que se callara”. Ellos trataban de acallar el grito, pero él gritaba mucho más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Hoy también, el grito de los pobres incomoda la sociedad establecida: migrantes, enfermos de SIDA, mendigos, refugiados, ¡tantos!
• Lucas 18,40-41: La reacción de Jesús ante el grito del ciego. Y Jesús ¿qué hace? “Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran”. Los que querían acallar el grito del pobre, ahora, a petición de Jesús, se ven obligados a ayudar al pobre a que llegue hasta Jesús. El evangelio de Marcos añade que el ciego dejó todo y se fue hasta Jesús. No tenía mucho. Apenas un manto. Pero era lo que tenía para cubrir su cuerpo (cf. Es 22,25-26). Era su seguridad, ¡su tierra firme! Hoy también Jesús escucha el grito de los pobres que a veces nosotros no queremos escuchar. Cuando se acercó, le preguntó: “¿Qué quieres que te haga?” No basta gritar. ¡Hay que saber por qué se grita! Él dijo: “¡Señor, que vea!”.
• Lucas 18,42-43: “Recobra tu vista.” Jesús dice: "Recobra tu vista Tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios”. El ciego había invocado a Jesús con ideas no totalmente correctas, pues el título de “Hijo de David” no era muy exacto. Pero él tiene más fe en Jesús que en sus ideas sobre Jesús. Dio en el blanco. No expresa exigencias como Pedro (Mc 8,32-33). Sabe entregar su vida aceptando a Jesús sin imponer condiciones. La curación es el fruto de su fe en Jesús. Curado, sigue a Jesús y sube con él a Jerusalén. De este modo, se vuelve discípulo, modelo para todos nosotros que queremos “seguir a Jesús por el camino” hacia Jerusalén: creer más en Jesús que en nuestras ideas sobre Jesús. En esta decisión de caminar con Jesús está la fuente de valor y la semilla de la victoria sobre la cruz. Pues la cruz no es una fatalidad, ni una exigencia de Dios. Es la consecuencia del compromiso de Jesús, en obediencia al Padre, de servir a los hermanos y no aceptar privilegios.
• La fe es una fuerza que transforma a las personas. La Buena Nueva del Reino estaba escondida entre la gente, escondida como el fuego bajo las cenizas de las observancias sin vida. Jesús sopla sobre las cenizas y el fuego se enciende, el Reino aparece y la gente se alegra. La condición es siempre la misma: creer en Jesús. La curación del ciego aclara un aspecto muy importante de nuestra fe. A pesar de invocar a Jesús con ideas no del todo correctas, el ciego tuvo fe y fue curado. Se convirtió, lo dejó todo y siguió a Jesús por el camino del Calvario. La comprensión total del seguimiento de Jesús no se obtiene por la instrucción teórica, sino por el compromiso práctico, caminando con él por el camino del servicio, desde Galilea hasta Jerusalén. Aquel que insiste en mantener la idea de Pedro, esto es, del Mesías glorioso sin la cruz, no va a entender nada de Jesús y no llegará nunca a tomar la actitud del verdadero discípulo. Aquel que sabe creer en Jesús y se entrega (Lc 9,23-24), que acepta ser el último (Lc 22,26), beber el cáliz y cargar con su cruz (Mt 20,22; Mc 10,38), éste, al igual que el ciego, aún teniendo las ideas no enteramente justas, “seguirá a Jesús por el camino” (Lc 18,43). En esta certeza de caminar con Jesús está la fuente de la audacia y la semilla de la victoria sobre la cruz.
• Lucas 18,35-37: El ciego sentado junto al camino. “Cuando se acercaba a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús”. En el evangelio de Marcos, el ciego ve.
• Lucas 18,38-39: El grito del ciego y la reacción de la gente. “Entonces el ciego gritó: "Jesús, hijo de David, ¡ten piedad de mí!" E invoca a Jesús usando el título de “Hijo de David”. El catecismo de aquella época enseñaba que el mesías sería de la descendencia de David, “hijo de David”, mesías glorioso. A Jesús no le gustaba este título. Citando el salmo mesiánico, él llegó a preguntar: “¿Cómo es que el mesías puede ser hijo de David si hasta el mismo David le llama “mi Señor” (Lc 20,41-44)? El grito del ciego incomodaba a la gente que acompañaba a Jesús. Por esto, “Los que iban delante le increpaban para que se callara”. Ellos trataban de acallar el grito, pero él gritaba mucho más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Hoy también, el grito de los pobres incomoda la sociedad establecida: migrantes, enfermos de SIDA, mendigos, refugiados, ¡tantos!
• Lucas 18,40-41: La reacción de Jesús ante el grito del ciego. Y Jesús ¿qué hace? “Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran”. Los que querían acallar el grito del pobre, ahora, a petición de Jesús, se ven obligados a ayudar al pobre a que llegue hasta Jesús. El evangelio de Marcos añade que el ciego dejó todo y se fue hasta Jesús. No tenía mucho. Apenas un manto. Pero era lo que tenía para cubrir su cuerpo (cf. Es 22,25-26). Era su seguridad, ¡su tierra firme! Hoy también Jesús escucha el grito de los pobres que a veces nosotros no queremos escuchar. Cuando se acercó, le preguntó: “¿Qué quieres que te haga?” No basta gritar. ¡Hay que saber por qué se grita! Él dijo: “¡Señor, que vea!”.
• Lucas 18,42-43: “Recobra tu vista.” Jesús dice: "Recobra tu vista Tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios”. El ciego había invocado a Jesús con ideas no totalmente correctas, pues el título de “Hijo de David” no era muy exacto. Pero él tiene más fe en Jesús que en sus ideas sobre Jesús. Dio en el blanco. No expresa exigencias como Pedro (Mc 8,32-33). Sabe entregar su vida aceptando a Jesús sin imponer condiciones. La curación es el fruto de su fe en Jesús. Curado, sigue a Jesús y sube con él a Jerusalén. De este modo, se vuelve discípulo, modelo para todos nosotros que queremos “seguir a Jesús por el camino” hacia Jerusalén: creer más en Jesús que en nuestras ideas sobre Jesús. En esta decisión de caminar con Jesús está la fuente de valor y la semilla de la victoria sobre la cruz. Pues la cruz no es una fatalidad, ni una exigencia de Dios. Es la consecuencia del compromiso de Jesús, en obediencia al Padre, de servir a los hermanos y no aceptar privilegios.
• La fe es una fuerza que transforma a las personas. La Buena Nueva del Reino estaba escondida entre la gente, escondida como el fuego bajo las cenizas de las observancias sin vida. Jesús sopla sobre las cenizas y el fuego se enciende, el Reino aparece y la gente se alegra. La condición es siempre la misma: creer en Jesús. La curación del ciego aclara un aspecto muy importante de nuestra fe. A pesar de invocar a Jesús con ideas no del todo correctas, el ciego tuvo fe y fue curado. Se convirtió, lo dejó todo y siguió a Jesús por el camino del Calvario. La comprensión total del seguimiento de Jesús no se obtiene por la instrucción teórica, sino por el compromiso práctico, caminando con él por el camino del servicio, desde Galilea hasta Jerusalén. Aquel que insiste en mantener la idea de Pedro, esto es, del Mesías glorioso sin la cruz, no va a entender nada de Jesús y no llegará nunca a tomar la actitud del verdadero discípulo. Aquel que sabe creer en Jesús y se entrega (Lc 9,23-24), que acepta ser el último (Lc 22,26), beber el cáliz y cargar con su cruz (Mt 20,22; Mc 10,38), éste, al igual que el ciego, aún teniendo las ideas no enteramente justas, “seguirá a Jesús por el camino” (Lc 18,43). En esta certeza de caminar con Jesús está la fuente de la audacia y la semilla de la victoria sobre la cruz.
MARTES 20 DE NOVIEMBRE
LUCAS 19, 1-10
18:15-43: EL
CONTEXTO
La segunda mitad de capítulo 18 forma nuestra comprensión de este
texto:
─ Primero, traen niños a ver a Jesús. Los discípulos regañan
a los padres, pero Jesús interviene diciendo, “Dejad los niños venir a mí, y no
los impidáis; porque de tales es el reino de Dios” (18:15-17).
─ Entonces un príncipe viene a Jesús preguntándole como puede ser
salvado, pero se aleja tristemente al aprender que tendrá que dar sus
riquezas. Jesús dice; “¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de
Dios los que tienen riquezas!” Aquéllos que oyen a Jesús preguntan, “¿Y
quién podrá ser salvo?” Jesús contesta, “Lo que es imposible para con los
hombres, posible es para Dios” (18:18-27).
─ Entonces un mendigo ciego sentado al lado del camino clama por
merced. La multitud trata de silenciarle, pero el hombre persiste.
Jesús manda que le traigan al hombre y declara, “Ve, tu fe te ha hecho salvo”
(18:35-43).
En cada una de estas situaciones, Jesús le da la vuelta a lo
normal. Da la bienvenida a niños y mendigos, a quienes gente prefiere
apartar – pero pone graves exigencias sobre el rico príncipe, a quien la
mayoría de la gente buenamente daría la bienvenida.
En el caso del príncipe Jesús deja la puerta abierta. Es
difícil que los ricos sean salvados, pero Dios les puede salvar. Esto nos
dirige a nuestra lección del Evangelio, la historia de Zaqueo, el hombre rico
que encuentra salvación. El príncipe se aferra demasiado a sus posesiones
para dárselas a los pobres. Zaqueo, por otro lado, voluntariamente ofrece
dar la mitad de sus posesiones a los pobres y restituir a cualquiera que haya
defraudado.
En el caso del mendigo ciego, Jesús bendijo al que quería
ver. Esto también se relaciona a la historia de Zaqueo, que se pone a si
mismo en ridículo subiendo un sicómoro para ver a Jesús. Él también
recibe una bendición.
VERSÍCULOS 1-4: SUBIÓSE A
UN ÁRBOL SICÓMORO PARA VERLE
1Y habiendo entrado Jesús, iba pasando por Jericó; 2Y he aquí un varón llamado Zaqueo, el cual era el principal
de los publícanos (griego: architelones), y era rico; 3Y procuraba ver a Jesús
quién fuese; mas no podía a causa de la multitud, porque era pequeño de
estatura. 4Y
corriendo delante, subióse a un árbol sicómoro para verle; porque había de
pasar por allí.
“Y habiendo entrado Jesús, iba pasando por Jericó” (v. 1). Esta sutil declaración nos recuerda que Jesús está
llegando al final de su viaje a Jerusalén y a su cruz – un viaje que comenzó en
9:51 y pronto terminará con su llegada a Jerusalén (19:28ff).
Jericó es una ciudad adinerada y un centro de comercio.
Ocupa un lugar estratégico junto la carretera a Jerusalén y un cruce del Río
Jordán. Sus habitantes exportan dátiles y balsámico (Barclay, 243).
“Zaqueo, el cual era el principal de los publícanos (architelones), y era rico” (v. 2). La palabra architelones, no se encuentra en
ninguna otra parte de las escrituras, pero el “arch” al
principio de la palabra se refiere a ‘regidor’ o ‘supervisor’ de
publícanos. Ser supervisor de publícanos en una comunidad adinerada casi
garantiza prosperidad, y Lucas especifica que Zaqueo es rico (v. 2). En
otro lugar de este Evangelio, publícanos son presentados de manera favorable
(3:12; 7:29; 15:1; 18:10), pero los ricos no (1:53; 6:24; 12:16-21; 14:12;
16:19-31; 18:18-25; 21:1).
Romanos contratan publícanos para coleccionar impuestos en pueblos
o regiones particulares, y por tener ese negocio publícanos tienen que pagar
una tarifa sustancial. Zaqueo seguramente subcontrata la recolección de
impuestos a publícanos menores. Entonces, sus ganancias son la cantidad
de impuestos coleccionados, menos la tarifa y los salarios de sus publícanos
menores. El sistema se presta al abuso, y recompensa publícanos por
recolecciones excesivas. Si ciudadanos se revelan contra este sistema,
soldados romanos están listos para defender al publicano (aunque un publicano
que provoca excesiva rebelión toma el riesgo de perder su negocio).
Judíos desprecian a los publícanos y piensan de ellos como mercenarios y
ladrones.
Lo más probable es que Zaqueo tuviera un pequeño círculo de amigos
que incluía algunos de los suboficiales romanos, los que él emplea, y gente
atraída por su riqueza. Aparte de ese círculo, seguramente tendría más
enemigos. Su existencia sería insular y solitaria. Su riqueza solo
compensaría su soledad en parte (y quizá su sentimiento de culpabilidad, según
nuestro entendimiento de versículo 8 – véase abajo).
“Y procuraba ver a Jesús quién fuese; mas no podía a causa de la
multitud, porque era pequeño de estatura” (v. 3). Como el hombre ciego en capítulo 18, Zaqueo
desesperadamente quiere ver. También, como el hombre ciego, está limitado
físicamente y, por eso, no puede ver.
“Y corriendo delante, subióse a un árbol sicómoro para verle;
porque había de pasar por allí” (v. 4). Su comportamiento en este caso es notable. Su
capacidad de trabajar como supervisor de publícanos requiere que gente respete
su poder y cumpla sus directivos. Su puesto exige dignidad y
autoridad. Sin embargo, en esta ocasión, se expone a si mismo a recibir
codazos o algo peor mientras se abre camino entre la multitud. Se expone
a quedar en ridículo subiendo un árbol, y así llamando atención a su baja
estatura.
VERSÍCULO 5-7: HOY ES
NECESARIO QUE POSE EN TU CASA
5Y como vino a aquel lugar Jesús, mirando, le vio, y díjole:
Zaqueo, date prisa, desciende, Porque hoy es necesario (griego: dei) que pose en tu casa. 6Entonces él descendió
aprisa, y le recibió gozoso (griego: hypedexatoautonchairon – le dio la bienvenida gozoso). 7Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que
había entrado a posar con un hombre pecador.
“Zaqueo, date prisa, desciende, Porque hoy es necesario (dei) que
pose en tu casa” (v.
5b). En Lucas 10, Jesús mandó a los discípulos en una misión
evangélica. Ahora dirige una misión personal. Jesús comunica un
propósito divino cuando dice “es necesario” (dei) posar en la casa de Zaqueo.
Ha de hacerlo “hoy,” lo que comunica un sentido de urgencia. Jesús no
vino a Jericó por casualidad. Vino a salvar a Zaqueo.
Los que creen que un pecador debe seguir ciertos “pasos” para
ganar salvación deben anotar que Zaqueo “no suplica merced de Jesús… ni expresa
tristeza. Jesús no menciona la fe de Zaqueo…, arrepentimiento o
conversión…, o discipulado” (Fitzmyer, 1220). Jesús inicia la acción sin
ninguna llamada de Zaqueo. No obstante, también debemos anotar que Zaqueo
obedece la orden de Jesús “date prisa, desciende.” El resultado sería
bastante diferente si Zaqueo no respondiera a la invitación de Jesús.
“Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso” (hypedexato auton chairon – le dio la bienvenida gozoso)
(v. 6). ¡Qué sorprendido y honrado se debe sentir Zaqueo! Jesús es
popular, y honra cualquier hogar que visite. ¿Por qué honraría a un
hombre como Zaqueo? Nadie, incluyendo a Zaqueo, sabe, pero Zaqueo responde
“gozoso” (chairon). “El gozo es una respuesta apropiada para la
iniciativa de Dios en nuestro favor (1:14; 2:10; 10:20; 13;17; 15:5, 32; 19:37;
24:41)” (Bock, 306). “Algunas tradiciones han presentado el Evangelio
como un estorbo, malas noticias en lugar de buenas. Predicar del
Evangelio de Lucas siempre requiere un énfasis en gozo” (Bailey, 437).
“Y viendo esto, todos murmuraban” (v. 7a). En el Antiguo Testamento, los israelitas se
quejaban contra Dios (Éxodo 15:24; 16:2; 17:3; Números 11:1; 14:2, 27, 29, 36;
Deuteronomio 1:27; Jeremías 2:29; Salmo 106:25). En este Evangelio,
generalmente son fariseos los que se quejan de Jesús cuando come con pecadores
(5:30; 7:34; 15:1), pero aquí “viendo esto, todos murmuraban.”
“diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador” (v. 7b). Igual que Zaqueo se dejó a si mismo en
ridículo subiendo un árbol, también Jesús se expone a si mismo a crítica cuando
visita la casa de Zaqueo. Gente ordinaria ve a Jesús como su amigo.
No quieren que él honre a un hombre que ellos consideran su enemigo.
VERSÍCULO 8: SEÑOR, LA
MITAD DE MIS BIENES
8Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la
mitad de mis bienes doy (griego: didomi) a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno,
lo vuelvo(griego: apodidomi) con el cuatro tanto.
“He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy (didomi) a los pobres” (v. 8a). Jesús le pidió al
príncipe que vendiera sus posesiones y que se las diera a los pobres. De
Zaqueo no pide más que hospitalidad, pero Zaqueo, de su propia voluntad, ofrece
dar la mitad de sus riquezas a los pobres y restituir cuatro veces a cualquiera
que haya defraudado. Esto excede lo que el Tora requiere: restitución más
un quinto (Levítico 6:5; Números 5:7) excepto en caso del robo de un animal,
que requiere dos, cuatro, o cinco veces restitución, según las circunstancias
(Éxodo 22:1-4). Zaqueo no ofrece esto para ganar aprobación de Jesús,
sino para mostrar su gratitud. No trata de ganar salvación, en vez, trata
de responder a la presencia del Salvador. Está haciendo “frutos dignos de
arrepentimiento” (3:8).
“y si en algo he defraudado a alguno, lo vuelvo (apodidomi) con el cuatro tanto”(v. 8b).
Sin embargo, no es seguro que Zaqueo haya defraudado a nadie. Sus
verbos, “dar” (didomi) y “volver” (apodidomi)
están en el presente y pueden indicar que rutinariamente da a los pobres y
restituye a los que ha defraudado. Es decir, puede ser inocente, y puede
estar explotando su honestidad con la esperanza de ser vindicado frente a sus
vecinos. Un número de eruditos mantiene esta interpretación.
Pero otros eruditos apoyan la interpretación tradicional que
Zaqueo promete restituir y dar dinero a los pobres. Stein ofrece una
serie de razones apoyando su punto de vista (Stein, 466-467) – las más
convincentes son:
─ Si Zaqueo describe su comportamiento actual, suena orgulloso – un
comportamiento que Jesús no consideraría ejemplar.
─ En este Evangelio, hombres ricos que encuentran a Jesús están
perdidos y necesitan ser salvados (6:24; 12:16-21; 16:19:31; 18:18-25).
─ Jesús dice, “Hoy ha venido la salvación a esta casa.” Jesús
anuncia salvación (afectando la relación de Zaqueo con Dios), no anuncia
vindicación (afectando solo su relación con otras personas).
─ “Todos los pericopas anteriores (18:9-14, 15-17, 18-30, 35-43) se
tratan de individuos confrontados con la oferta de salvación” – no vindicación.
─ En 19:10, Jesús dice, “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y
a salvar lo que se había perdido.” “Jesús vino a Jericó para salvar a un Zaqueo
perdido, no para vindicar a un Zaqueo justo” (Stein, 466-467).
Puntos adicionales que apoyan la interpretación tradicional
incluyen:
─ La presunción que Zaqueo ha estado actuando de manera correcta
disminuye la historia – reduciéndola de una historia de salvación a una de
vindicación.
─ La respuesta gozosa de Zaqueo y su oferta generosa (vv. 6-8)
concuerdan más con una experiencia de conversión que con una simple vindicación.
─ La animosidad de la multitud muestra que creen a Zaqueo
culpable. Apenas responderían a Zaqueo de manera tan negativa si sus
tratos rutinarios con los que pagan impuestos fueran honestos y si hubiera dado
grandes cantidades de dinero a los pobres.
En resumen, el contexto parece mejor servido por un Zaqueo cuyo
comportamiento es transformado por Jesús en lugar de un Zaqueo que se ha
portado bien a lo largo de la historia.
Además, si Zaqueo es culpable de algún fraude sustancial, su
oferta de restituir cuatro veces le dejará empobrecido. Voluntariamente
hará lo que Jesús pidió del príncipe (18:18-27): dar sus riquezas a los pobres.
VERSÍCULOS 9-10: A SALVAR
LO QUE SE HABÍA PERDIDO
9Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por
cuanto él también es hijo de Abraham. 10Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que
se había perdido.
“Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es
hijo de Abraham” (v.
9). Como supervisor de publícanos, Zaqueo ha sido un extranjero, un
leproso social. Ahora, Jesús le trae dentro de nuevo, declarándole “hijo
de Abraham” – igual que declaró a la mujer con enfermedad espiritual “hija de
Abraham” (13:16). “Un camello no podría pasar por el ojo de una aguja,
pero Dios podría guiar un hombre rico al reino de Dios (18:25-26), y Dios
podría levantar a los hijos de Israel de entre las piedras (3:8) – o aún de
entre publícanos” (Culpepper, 359).
Jesús no solo salva a Zaqueo, sino que declara “ha venido la
salvación a esta casa” (oikos –
que en este contexto implica “hogar” o “familia”). La salvación de Zaqueo
beneficia a su familia entera. También beneficia a la comunidad cuando da
dinero a los pobres y restituye a quienes ha defraudado. La vida de la
comunidad es transformada por la presencia de un publicano en quien pueden
confiar.
“Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se
había perdido”(v. 10). No debemos atrevernos a
declarar a cualquier persona sin esperanza. Aunque seamos asesinos,
terroristas, racistas, o violadores, Cristo busca salvarnos a todos.
En capítulo 15, Jesús trató en detalle el tema de cosas perdidas –
ovejas perdidas (15:3-7) – una moneda perdida (15:8-10) – e hijos perdidos
(15:11-32). Cuando fueron encontrados hubo gran regocijo. Ahora
proclama que su misión central es buscar y salvar a los que están
perdidos. La palabra “buscar” implica que Jesús toma la iniciativa, igual
que el pastor tomó la iniciativa para encontrar la oveja perdida
(15:3-7). Podemos estar seguros que, cuando Zaqueo trepó el árbol para
ver a Jesús, Jesús también estaba “buscando” a Zaqueo para “salvar a los
perdidos.”
¡Estas son buenas noticias! ¿Cuál de nosotros no necesita
salvación?
MIÉRCOLES 21 DE
NOVIEMBRE
LUCAS 19, 11-28
19:28 – 21:38: MINISTERIO DE JESÚS EN JERUSALÉN
Jesús ha estado camino a Jerusalén y a la
muerte desde 9:51. Ese viaje terminó en 19:27. A lo largo de estos
versículos, Lucas nos recuerda varias veces que Jesús va a Jerusalén (9:51, 53;
13:22, 33-34; 17:11; 18:31; 19:11) – así ilustrando la importancia de la obra
que cumplirá allí.
19:28 comienza la historia de su ministerio
en Jerusalén, mucho del cual toma lugar en el templo. Esta historia
continúa a través de 21:38, seguida por su pasión (capítulos 22-23) y su
resurrección (capítulo 24).
VERSÍCULOS 28: Y DICHO ESTO
28Y dicho esto, iba delante subiendo a
Jerusalén.
“Y dicho esto” (v. 28a) conecta la Entrada Triunfal con la
Parábola de las Diez Libras (vv. 11-27). Esta parábola tiene mucho en
común con la Parábola de los Talentos (Mateo 25:14-30), pero está ajustada para
ilustrar la Entrada Triunfal y para incluir estos aspectos distintivos:
─ Jesús cuenta esta parábola
“por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y porque pensaban que luego había de ser
manifestado el reino de Dios” (v. 11).
─ El noble sale para una
provincia lejana “para tomar para sí un reino, y volver” (v. 12).
─ El noble da diez minas
(libras) a diez siervos – una a cada uno – haciéndoles responsables de ellas.
─ Los ciudadanos desprecian al
noble y no quieren
que rija sobre ellos.
─ Al final, el noble dice, “Y
también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos,
traedlos acá, y degolladlos delante de mí” (v. 27).
El saludo real que Jesús recibe en Jerusalén
no significa que haya obtenido su poder real y que esté listo para establecer
su reinado. En cambio, al entrar a Jerusalén, Jesús prepara su salida
hacia un país lejano donde recibirá poder real y, más adelante, regresará en su
Segunda Venida.
“iba delante subiendo
a Jerusalén.” Va
de Jericó (v. 1) a Jerusalén, una distancia de unas catorce millas (22
kilómetros). Jericó se sitúa en una planicie y Jerusalén sobre una
montaña, entonces, el viaje a Jerusalén es en mayor parte cuesta arriba.
Al subir a Jerusalén, Jesús cumple cuatro
cosas (Hendriksen, 872-873):
1. Precipita una sublevación pública a
su favor.
2. Fuerza la mano de líderes judíos,
así uniendo su plan con el de Dios.
3. Cumple la profecía de Zacarías 9:9.
4. Muestra ser un Mesías que trae paz
en lugar de guerra.
Jerusalén es donde Jesús morirá, pero también
es donde será resucitado y donde la iglesia nacerá en Pentecostés (Hechos 2 –
también escrito por Lucas). Una vez que el Espíritu Santo descienda sobre
los discípulos, serán testigos de Jesús “en Jerusalén, en toda Judea, y
Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hechos1:8). Es decir, Jerusalén
– el lugar de la muerte de Jesús – también será el lugar donde comienza la
proclamación mundial del Evangelio.
• El evangelio de hoy nos trae la Parábola de
los Talentos, en la que Jesús nos habla de los dones que las personas reciben
de Dios. Toda persona tiene alguna cualidad, recibe algún don o sabe alguna
cosa que puede enseñar a los otros. Nadie es sólo alumno, nadie es sólo
profesor. Aprendemos unos de otros.
• Lucas 19,11: La llave para entender la historia de la parábola. Para introducir la parábola Lucas dice lo que sigue: “Mientras la gente escuchaba estas cosas, añadió una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro”. En esta información inicial, Lucas destaca tres motivaciones que llevan a Jesús a contar la parábola: (a) La acogida que hay que dar a los excluidos, pues, diciendo “mientras la gente escuchaba estas cosas”, se refiere al episodio de Zaqueo, el excluido que fue acogido por Jesús (b) La proximidad de la pasión, de la muerte y de la resurrección, pues decía que Jesús estaba cerca de Jerusalén donde iba a morir en breve. (c) La llegada inminente del Reino de Dios, pues las personas que acompañaban a Jesús pensaban que el Reino de Dios llegaría luego.
• Lucas 19,12-14: El inicio de la Parábola. “Dijo, pues: Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. Llamó a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: `Negociad hasta que vuelva.' Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: `No queremos que ése reine sobre nosotros”. Algunos estudiosos piensan que en esta parábola Jesús se refiere a Herodes quien setenta años antes (40 aC), había ido a Roma con el fin de recibir el título y el poder de Rey de Palestina. A la gente no le gustaba Herodes y no quería que fuera rey, pues la experiencia que habían tenido con él como comandante para reprimir las rebeliones en la Galilea contra Roma fue una experiencia trágica y dolorosa. Por esto decían: “No queremos que ése reine sobre nosotros” A este mismo Herodes se aplicaría la frase final de la parábola: “Y a esos enemigos míos, que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí.” De hecho, Herodes mató a mucha gente.
• Lucas 19,15-19: Rendimiento de cuentas de los primeros empleados que recibieron cien monedas de plata. La historia nos dice que Herodes recibió el título de rey y volvió a Palestina para asumir el poder. En la parábola, el rey llama a los empleados a los que había dado cien monedas de plata, para saber cuánto habían ganado. Se presentó el primero y dijo: `Señor, tu mina ha producido diez minas.' Le respondió: `¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo insignificante, toma el gobierno de diez ciudades. Vino el segundo y dijo: `Tu mina, Señor, ha producido cinco minas.' Dijo a éste: `Ponte tú también al mando de cinco ciudades.' Según la historia, tanto Herodes Magno como su hijo Herodes Antipas, ambos sabían tratar con el dinero y promover a las personas que los ayudaban. En la parábola, el rey da diez ciudades al empleado que multiplicó por diez las cien monedas que había recibido, y cinco ciudades al empleado que las multiplicó por cinco.
• Lucas 19,20-23: Rendimiento de cuentas del empleado que no ganó nada. El tercer empleado llegó y dijo: ''Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste”. En esta frase aflora una idea equivocada de Dios que es criticada por Jesús. El empleado ve a Dios como a un dueño severo. Ante un Dios así, el ser humano siente miedo y se esconde detrás de la observancia exacta y mezquina de la ley. Piensa que, al actuar así, no será castigado por la severidad del legislador. En realidad, una persona así no cree en Dios, sino que cree solamente en si misma, en su propia observancia de la ley. Ella se cierra en sí misma, se aleja de Dios y no consigue ocuparse y preocuparse de los otros. Se vuelve incapaz de crecer como persona libre. Esta imagen falsa de Dios aísla al ser humano, mata la comunidad, acaba con la alegría y empobrece la vida. “El rey responde: '`Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.” El empleado no fue coherente con la imagen que tenía de Dios. Si imaginaba a un Dios tan severo, hubiera tenido que colocar, por lo menos, el dinero en el banco. Así que es condenado no por Dios, sino por la idea errada que tenía de Dios y que le vuelve temeroso e inmaduro. Una de las cosas que más influye en la vida de la gente es la idea que nos hacemos de Dios. Entre los judíos de la línea de los fariseos, algunos imaginaban a Dios como a un Juez severo que los trataba de acuerdo con el mérito conquistado por las observancias. Esto producía miedo e impedía a las personas el poder crecer. Sobretodo, impedía que las personas pudiesen abrir un espacio dentro de sí para acoger la nueva experiencia de Dios que Jesús comunicaba.
• Lucas 19,24-27: Conclusión para todos. “Y dijo a los presentes: `Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas.' Dijéronle: `Señor, tiene ya diez minas.' -`Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. El señor manda quitarle las cien monedas y darlas a aquel que ya tenía mil, porque “a todo el que tiene, se le dará, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. En esta frase final está la clave que aclara la parábola. En el simbolismo de la parábola, las monedas de plata del rey son los bienes del Reino de Dios, esto es, todo aquello que hace crecer a las persona y revela la presencia de Dios: amor, servicio, compartir. Aquel que se cierra en si mismo con miedo a perder lo poco que tiene, éste va a perder lo poco que ya tiene. La persona, pues, que no piensa en sí, sino que se entrega a los otros, ésta va a crecer y a recibir a su vez, de forma inesperada, todo lo que entregó y mucho más: “cien veces más, con persecuciones” (Mc 10,30). “Pierde la vida quien quiere salvarla, gana su vida quien tiene el valor de perderla” (Lc 9,24; 17,33; Mt 10,39;16,25;Mc 8,35). El tercer empleado tiene miedo y no hace nada. No quiere perder nada y, por esto, no gana nada. Pierde hasta lo poco que tiene. El Reino es riesgo. Aquel que no quiere correr riesgos, ¡pierde el Reino!
• Lucas 19,28: Volviendo a la triple llave inicial. Al final, Lucas concluye el asunto con esta información: “Y dicho esto marchaba por delante, subiendo a Jerusalén”. Esta información final evoca la triple llave dada al comienzo: acogida a los excluidos, proximidad de la pasión, muerte y resurrección de Jesús en Jerusalén y la idea de la inminente llegada del Reino. A los que pensaban que el Reino de Dios estaba por llegar, la parábola manda mudar la mirada. El Reino de Dios llega, sí, pero a través de la muerte y de la resurrección de Jesús que acontece en breve en Jerusalén. Y el motivo de la muerte fue su acogida, la acogida que Jesús daba a los excluidos como Zaqueo y a tantos otros. Molestaba a los grandes y ellos lo eliminaron condenándolo a muerte y a una muerte de cruz.
• Lucas 19,11: La llave para entender la historia de la parábola. Para introducir la parábola Lucas dice lo que sigue: “Mientras la gente escuchaba estas cosas, añadió una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro”. En esta información inicial, Lucas destaca tres motivaciones que llevan a Jesús a contar la parábola: (a) La acogida que hay que dar a los excluidos, pues, diciendo “mientras la gente escuchaba estas cosas”, se refiere al episodio de Zaqueo, el excluido que fue acogido por Jesús (b) La proximidad de la pasión, de la muerte y de la resurrección, pues decía que Jesús estaba cerca de Jerusalén donde iba a morir en breve. (c) La llegada inminente del Reino de Dios, pues las personas que acompañaban a Jesús pensaban que el Reino de Dios llegaría luego.
• Lucas 19,12-14: El inicio de la Parábola. “Dijo, pues: Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. Llamó a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: `Negociad hasta que vuelva.' Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: `No queremos que ése reine sobre nosotros”. Algunos estudiosos piensan que en esta parábola Jesús se refiere a Herodes quien setenta años antes (40 aC), había ido a Roma con el fin de recibir el título y el poder de Rey de Palestina. A la gente no le gustaba Herodes y no quería que fuera rey, pues la experiencia que habían tenido con él como comandante para reprimir las rebeliones en la Galilea contra Roma fue una experiencia trágica y dolorosa. Por esto decían: “No queremos que ése reine sobre nosotros” A este mismo Herodes se aplicaría la frase final de la parábola: “Y a esos enemigos míos, que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí.” De hecho, Herodes mató a mucha gente.
• Lucas 19,15-19: Rendimiento de cuentas de los primeros empleados que recibieron cien monedas de plata. La historia nos dice que Herodes recibió el título de rey y volvió a Palestina para asumir el poder. En la parábola, el rey llama a los empleados a los que había dado cien monedas de plata, para saber cuánto habían ganado. Se presentó el primero y dijo: `Señor, tu mina ha producido diez minas.' Le respondió: `¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo insignificante, toma el gobierno de diez ciudades. Vino el segundo y dijo: `Tu mina, Señor, ha producido cinco minas.' Dijo a éste: `Ponte tú también al mando de cinco ciudades.' Según la historia, tanto Herodes Magno como su hijo Herodes Antipas, ambos sabían tratar con el dinero y promover a las personas que los ayudaban. En la parábola, el rey da diez ciudades al empleado que multiplicó por diez las cien monedas que había recibido, y cinco ciudades al empleado que las multiplicó por cinco.
• Lucas 19,20-23: Rendimiento de cuentas del empleado que no ganó nada. El tercer empleado llegó y dijo: ''Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste”. En esta frase aflora una idea equivocada de Dios que es criticada por Jesús. El empleado ve a Dios como a un dueño severo. Ante un Dios así, el ser humano siente miedo y se esconde detrás de la observancia exacta y mezquina de la ley. Piensa que, al actuar así, no será castigado por la severidad del legislador. En realidad, una persona así no cree en Dios, sino que cree solamente en si misma, en su propia observancia de la ley. Ella se cierra en sí misma, se aleja de Dios y no consigue ocuparse y preocuparse de los otros. Se vuelve incapaz de crecer como persona libre. Esta imagen falsa de Dios aísla al ser humano, mata la comunidad, acaba con la alegría y empobrece la vida. “El rey responde: '`Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.” El empleado no fue coherente con la imagen que tenía de Dios. Si imaginaba a un Dios tan severo, hubiera tenido que colocar, por lo menos, el dinero en el banco. Así que es condenado no por Dios, sino por la idea errada que tenía de Dios y que le vuelve temeroso e inmaduro. Una de las cosas que más influye en la vida de la gente es la idea que nos hacemos de Dios. Entre los judíos de la línea de los fariseos, algunos imaginaban a Dios como a un Juez severo que los trataba de acuerdo con el mérito conquistado por las observancias. Esto producía miedo e impedía a las personas el poder crecer. Sobretodo, impedía que las personas pudiesen abrir un espacio dentro de sí para acoger la nueva experiencia de Dios que Jesús comunicaba.
• Lucas 19,24-27: Conclusión para todos. “Y dijo a los presentes: `Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas.' Dijéronle: `Señor, tiene ya diez minas.' -`Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. El señor manda quitarle las cien monedas y darlas a aquel que ya tenía mil, porque “a todo el que tiene, se le dará, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. En esta frase final está la clave que aclara la parábola. En el simbolismo de la parábola, las monedas de plata del rey son los bienes del Reino de Dios, esto es, todo aquello que hace crecer a las persona y revela la presencia de Dios: amor, servicio, compartir. Aquel que se cierra en si mismo con miedo a perder lo poco que tiene, éste va a perder lo poco que ya tiene. La persona, pues, que no piensa en sí, sino que se entrega a los otros, ésta va a crecer y a recibir a su vez, de forma inesperada, todo lo que entregó y mucho más: “cien veces más, con persecuciones” (Mc 10,30). “Pierde la vida quien quiere salvarla, gana su vida quien tiene el valor de perderla” (Lc 9,24; 17,33; Mt 10,39;16,25;Mc 8,35). El tercer empleado tiene miedo y no hace nada. No quiere perder nada y, por esto, no gana nada. Pierde hasta lo poco que tiene. El Reino es riesgo. Aquel que no quiere correr riesgos, ¡pierde el Reino!
• Lucas 19,28: Volviendo a la triple llave inicial. Al final, Lucas concluye el asunto con esta información: “Y dicho esto marchaba por delante, subiendo a Jerusalén”. Esta información final evoca la triple llave dada al comienzo: acogida a los excluidos, proximidad de la pasión, muerte y resurrección de Jesús en Jerusalén y la idea de la inminente llegada del Reino. A los que pensaban que el Reino de Dios estaba por llegar, la parábola manda mudar la mirada. El Reino de Dios llega, sí, pero a través de la muerte y de la resurrección de Jesús que acontece en breve en Jerusalén. Y el motivo de la muerte fue su acogida, la acogida que Jesús daba a los excluidos como Zaqueo y a tantos otros. Molestaba a los grandes y ellos lo eliminaron condenándolo a muerte y a una muerte de cruz.
JUEVES 22 DE
NOVIEMBRE
LUCAS
19, 41-44
•
El evangelio de hoy nos dice que Jesús, al llegar cerca de Jerusalén, viendo la
ciudad, empieza a llorar y a pronunciar palabras que hacían vislumbrar un
futuro muy sombrío para la ciudad, capital de su pueblo.
• Lucas 19,41-42 Jesús llora sobre Jerusalén. “Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: ¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! ¡Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos!”. Jesús llora, pues ama su patria, a su pueblo, la capital de su tierra, el Templo. Llora porque sabe que todo va a ser destruido por culpa del pueblo mismo que no sabe percibir ni valorar la llamada de Dios dentro de los hechos. La gente no percibe el camino que podría llevarlo a la Paz, Shalóm. Pero ahora esto está oculto a tus ojos. Esta afirmación evoca la crítica de Isaías a la persona que adoraba los ídolos: “Se alimenta de ceniza, un corazón engañado le extravía y no salva su alma, diciéndose: ¿No es mentira lo que tengo en mi diestra?" (Is 44,20). La mentira estaba en sus ojos y por esto se volvieron incapaces de percibir la verdad. Como dice San Pablo: “Ellos se rebelan a la verdad y obedecen a la injusticia” (Rom 2,8). La verdad se hace presa de la injusticia. En otra ocasión, Jesús lamenta que Jerusalén no sepa percibir ni acoger la visita de Dios: "¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa” (Lc 13,34-35).
• Lucas 19,43-44 Anuncio de la destrucción de Jerusalén. “Porque vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti y no dejarán en ti piedra sobre piedra.". Jesús describe el futuro que le va a tocar a Jerusalén. Usa las imágenes de guerra que eran comunes en aquel tiempo, cuando un ejército atacaba a una ciudad: trincheras, cerco cerrado alrededor, matanza de la gente y destrucción total de las murallas y de las casas. Así, en el pasado, Jerusalén fue destruida por Nabucodonosor. Así, las legiones romanas solían hacer con las ciudades rebeldes y así se hará nuevamente cuarenta años después, con la ciudad de Jerusalén. De hecho, en el año 70, Jerusalén fue cercada e invadida por los ejércitos romanos. Todo fue destruido. Ante este trasfondo histórico, el gesto de Jesús se convierte en una advertencia muy seria a todos los que pervierten el sentido de la Buena Nueva de Dios. Ellos tienen que escuchar la advertencia final: “Porque no has conocido el tiempo de tu visita”. En esta advertencia, toda la labor de Jesús está definida como una “visita”, la visita de Dios
VIERNES 23 DE
NOVIEMBRE
LUCAS 19, 45-48
Jesús
se propuso ir a Jerusalén en 9:51, y finalmente llega allí en 19:28-40.
Él llora por Jerusalén (19:41-44), depura el templo (19:45-46), y enseña
en el templo mientras los altos sacerdotes, escribientes y líderes buscan una
manera de matarle (19:47-48).
•
El contexto. Tras describir la subida de Jesús a Jerusalén (17,11-19,28), Lucas
lo presenta ahora realizando su acción en el contexto del templo. Después de la
entrada del enviado del Señor a Jerusalén pasando por la puerta de oriente
(19,45), el templo es el primer lugar en que Jesús lleva a cabo su acción: las
controversias que se narran tienen lugar en este sitio y a él hacen referencia.
La subida de Jesús al templo no es sólo una acción personal sino que afecta
también a la “multitud de los discípulos” (v.37) en su relación con Dios
(vv.31-34). Lucas narra ante todo un primer episodio en el que presenta los
preparativos de la entrada de Jesús en el templo (vv.29-36) y su realización
(vv.37-40); sigue después una escena en la que se presenta a Jesús llorando
sobre la ciudad (vv.41-44), mientras que en la siguiente encontramos la
narración de nuestro pasaje de hoy: su presencia en el templo y la expulsión de
los vendedores (vv.45-48).
• El gesto de Jesús. No tiene un valor político, sino una significación profética. Parecerá al lector que la meta del gran viaje de Jesús a Jerusalén es su ingreso en el templo. Es evidente la referencia a la profecía de Malaquías y su cumplimiento con la entrada de Jesús en el templo: “Y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis…” (3.1). Jesús une al gesto de expulsar del templo a los vendedores dos referencia a la Escritura: Ante todo Is 56, 7: “Mi casa será casa de oración”. El templo es el lugar en el que Jesús se dirige al Padre. La actividad comercial y especulativa ha convertido el templo en una cueva de ladrones y lo ha desprovisto de su única y exclusiva misión: el encuentro con la presencia de Dios. La segunda referencia a la Escritura está tomada de Jr 7,11: “¿En cueva de bandoleros se ha convertido a vuestros ojos esta Casa que se llama por mi Nombre?”. La imagen de cueva de ladrones le sirve a Jesús para condenar el tráfico material en sentido amplio y no sólo los tráficos deshonestos que de manera velada e ilegal se cometían en el templo. Jesús exige un cambio de rumbo: purificar el templo de todas aquellas negatividades humanas y conducirlo a su función originaria: rendir verdadero servicio a Dios. Expulsando a estos impostores del comercio se cumple la profecía de Zacarías: “Y no habrá más comerciante en la Casa de Yahvé Sebaot aquel día” (14,21). Al pronunciarse así Jesús sobre el templo, no se refiere a una restauración de la pureza del culto, como era la intención de los zelotas. La intención de Jesús va más allá de la pureza del culto, es más radical, es intransigente: el templo no es una obra realizada por el esfuerzo humano; la presencia de Dios no está ligada a su aspecto material; el autentico servicio a Dios lo realiza Jesús en su enseñanza. Con motivo de esta predicación “los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo buscaban matarlo” (v.47). En los límites temporales del espacio del templo, Jesús lleva a cabo una enseñanza altamente significativa, es más, es justamente en este lugar tan fundamental para los judíos donde su enseñanza alcanza el vértice, y será desde aquí desde donde partirá la palabra de los apóstoles (Hch 5,12.20.25.42). La difusión de la Palabra de gracia de la que Jesús es el único portador se abre como un arco que tiene su inicio cuando con doce años discute entre los Doctores de la ley en el templo; continúa con su enseñanza mientras atraviesa Galilea y durante el camino hacia Jerusalén; y se completa con la entrada en el templo donde toma posesión de la casa de Dios. En este lugar se echan los fundamentos para la futura misión de la Iglesia: la difusión de la palabra de Dios. Los principales del pueblo no pretenden suprimir a Jesús por haber destruido los negocios económicos del templo, sino que sus motivos alcanzan a toda su anterior actividad docente y se hacen patentes ante el discurso contra el templo. Jesús reivindica algo que desencadena la reacción de los sumos sacerdotes y de los escribas. En contraste con esta actitud hostil aparece la actitud del pueblo “que le oía pendiente de sus labios”. Jesús es visto como el mesías que, con su Palabra de gracia, reúne en torno a él al pueblo de Dios
• El gesto de Jesús. No tiene un valor político, sino una significación profética. Parecerá al lector que la meta del gran viaje de Jesús a Jerusalén es su ingreso en el templo. Es evidente la referencia a la profecía de Malaquías y su cumplimiento con la entrada de Jesús en el templo: “Y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis…” (3.1). Jesús une al gesto de expulsar del templo a los vendedores dos referencia a la Escritura: Ante todo Is 56, 7: “Mi casa será casa de oración”. El templo es el lugar en el que Jesús se dirige al Padre. La actividad comercial y especulativa ha convertido el templo en una cueva de ladrones y lo ha desprovisto de su única y exclusiva misión: el encuentro con la presencia de Dios. La segunda referencia a la Escritura está tomada de Jr 7,11: “¿En cueva de bandoleros se ha convertido a vuestros ojos esta Casa que se llama por mi Nombre?”. La imagen de cueva de ladrones le sirve a Jesús para condenar el tráfico material en sentido amplio y no sólo los tráficos deshonestos que de manera velada e ilegal se cometían en el templo. Jesús exige un cambio de rumbo: purificar el templo de todas aquellas negatividades humanas y conducirlo a su función originaria: rendir verdadero servicio a Dios. Expulsando a estos impostores del comercio se cumple la profecía de Zacarías: “Y no habrá más comerciante en la Casa de Yahvé Sebaot aquel día” (14,21). Al pronunciarse así Jesús sobre el templo, no se refiere a una restauración de la pureza del culto, como era la intención de los zelotas. La intención de Jesús va más allá de la pureza del culto, es más radical, es intransigente: el templo no es una obra realizada por el esfuerzo humano; la presencia de Dios no está ligada a su aspecto material; el autentico servicio a Dios lo realiza Jesús en su enseñanza. Con motivo de esta predicación “los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo buscaban matarlo” (v.47). En los límites temporales del espacio del templo, Jesús lleva a cabo una enseñanza altamente significativa, es más, es justamente en este lugar tan fundamental para los judíos donde su enseñanza alcanza el vértice, y será desde aquí desde donde partirá la palabra de los apóstoles (Hch 5,12.20.25.42). La difusión de la Palabra de gracia de la que Jesús es el único portador se abre como un arco que tiene su inicio cuando con doce años discute entre los Doctores de la ley en el templo; continúa con su enseñanza mientras atraviesa Galilea y durante el camino hacia Jerusalén; y se completa con la entrada en el templo donde toma posesión de la casa de Dios. En este lugar se echan los fundamentos para la futura misión de la Iglesia: la difusión de la palabra de Dios. Los principales del pueblo no pretenden suprimir a Jesús por haber destruido los negocios económicos del templo, sino que sus motivos alcanzan a toda su anterior actividad docente y se hacen patentes ante el discurso contra el templo. Jesús reivindica algo que desencadena la reacción de los sumos sacerdotes y de los escribas. En contraste con esta actitud hostil aparece la actitud del pueblo “que le oía pendiente de sus labios”. Jesús es visto como el mesías que, con su Palabra de gracia, reúne en torno a él al pueblo de Dios
SÁBADO 24 DE
NOVIEMBRE
LUCAS 20, 27-40
9:28 – 20-47: CONTROVERSIAS
EN JERUSALÉN
Jesús se propuso ir a Jerusalén en 9:51, y finalmente llega allí
en 19:28-40. Él llora por Jerusalén (19:41-44), depura el templo
(19:45-46), y enseña en el templo mientras los altos sacerdotes, escribientes y
líderes buscan una manera de matarle (19:47-48).
Las autoridades religiosas le hacen a Jesús tres preguntas:
- Primero, los altos sacerdotes, escribientes, y los más ancianos
preguntan, “Dinos: ¿con qué potestad haces estas cosas? ¿Ó quién es el que te
ha dado esta potestad?” (20:2).
- Segundo, los altos sacerdotes y escribientes (o sus espías –
véase 20:20) preguntan, “¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?” (20:22).
- Finalmente, en nuestra lección del Evangelio de hoy los Saduceos
preguntan, “En la resurrección, pues, ¿mujer de cuál de ellos será? Porque los
siete la tuvieron por mujer” (20:33).
Ninguna de estas preguntas pide información honestamente.
Las tres intentan atrapar a Jesús – y comprometer su autoridad.
El capítulo 20 cierra cuando Jesús les hace una pregunta a “ellos”
– no está claro si eran Saduceos en particular o las autoridades
religiosas (20:41-44). Jesús denuncia a los escribientes por su orgullo y
avaricia (20:45-47). Es interesante notar que fueron los escribientes que
alabaron a Jesús por su respuesta a los Saduceos pocos versos antes
(20:39). Lo más probable es que estos escribientes fueran Fariseos que se
oponían a los Saduceos. Alabaron a Jesús, no porque aprobaran de Él, sino
porque incitaba a sus opositores, los Saduceos.
“Este pasaje es importante porque demuestra una vez más que Jesús
entiende que el camino de Dios y su voluntad son superiores a sus
opositores. Es más, demuestra la afirmación de Jesús de una resurrección
y una vida después de morir diferente de la vida de ahora en ciertas
maneras. No hay reencarnación, ni es esta
vida lo único que
hay... Este texto clarifica que esta
vida es el único
tiempo mortal que tenemos, y que después de ella tendremos que responderle a
Dios por la manera en que la hemos vivido” (Bock, 328).
VERSÍCULOS 27-33: ¿MUJER DE CUÁL DE ELLOS SERÁ?
27Y llegándose unos de los Saduceos, los cuales niegan haber
resurrección (griego: anastasin), le preguntaron, 28Diciendo: Maestro,
Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y muriere
sin hijos, que su hermano tome la mujer, y levante simiente (griego: exanastese –
relacionado con la palabra anastasin en v. 27) á su hermano. 29Fueron, pues, siete
hermanos: y el primero tomó mujer, y murió sin hijos. 30Y la tomó el
segundo, el cual también murió sin hijos. 31Y la tomó el
tercero: asimismo también todos siete: y murieron sin dejar prole. 32Y á la postre de
todos murió también la mujer. 33En la resurrección,
pues, ¿mujer de cuál de ellos será? porque los siete la tuvieron por mujer.
“Unos de los Saduceos, los cuales niegan haber resurrección” (v.
27). Solemos agrupar a los Saduceos y Fariseos juntos como opositores de
Jesús, pero los dos grupos son bastante diferentes:
- Los Saduceos reciben su nombre del sacerdote, Zadok (véase 2
Samuel 15 ff.). Son miembros y partidarios de la familia de altos
sacerdotes. Suelen ser ricos y estar bien conectados políticamente.
Aceptan solamente el Tora como escritura autoritaria, asignando un puesto más
bajo a las escrituras de los profetas y negándose a la tradición oral por
completo. Niegan la idea de la resurrección, porque no se encuentra en el
Tora. Enfatizan el libre albedrío en vez del determinismo. Es
interesante mencionar que sabios están de acuerdo con la idea de que los
Saduceos no creen en los ángeles, pero que se encuentran en el Tora (Gen 16:7;
21:17; 22:11, etc.). No pretendo comprender porque no creen en ángeles.
- Los Fariseos son más religiosos y menos políticos. Aceptan
la autoridad de ambos el Tora y los profetas, y dependen mucho en la tradición
oral para comprender las escrituras. Creen en la resurrección, un
concepto no desarrollado completamente en el AT y no mencionado en el Tora.
En las primeras partes del AT, la gente suponía que continuaría
viviendo a través de sus hijos – por ejemplo, la promesa de Dios a Jacobo que
su semilla sería como el polvo de la tierra (Gen 28:14). Al pasar el
tiempo, la gente judía desarrolló una creencia en la resurrección, en parte,
porque creían que Dios vindicaría a los hombres y mujeres buenos que murieron
sin poder disfrutar los frutos de su bondad. La palabra resurrección no
aparece en el AT, pero los principios del concepto se encuentran en Job 19:26;
Salmo 16:10; 49:15; Isaías 25:8; 26:16-19; Daniel 12:2; y Óseas 13:14.
Ezequiel 37 habla de huesos secos que vuelven a vivir, pero la imagen es la del
pueblo judío como uno en vez de individuos. La idea de la resurrección se
desarrolla más en el apócrifa (véase 2 Macc.7).
También debemos anotar la diferencia entre los dos conceptos; el
de la resurrección (Dios levanta a una persona de la muerte después de un
tiempo) y la inmortalidad (la vida continúa después de la muerte sin
interrupción al tiempo). Mientras que cristianos de hoy a menudo
confunden estas dos ideas, la idea de la resurrección está centrada en la
acción de Dios y tiene sus raíces en la tradición cristiana. La
inmortalidad encuentra su definición más completa en filosofía griega,
aunque haya mención de ella en las escrituras (incluyendo v. 38 de esta lección
del Evangelio). “La inmortalidad se basa en una doctrina de la naturaleza
humana; la resurrección se basa en una doctrina de la naturaleza de Dios”
(Craddock, Preaching, 469).
“En la resurrección, pues, ¿mujer de cuál de ellos será? Porque
los siete la tuvieron por mujer” (v. 33). La ley de matrimonio levirato
(Deut. 25:5-6) requiere que un hombre cuyo hermano muere sin hijos se case con
la viuda de su hermano para que la mujer pueda tener hijos. Al primer
nacido de esa unión se le debe poner el nombre del difunto para que su linaje
continúe. Esta ley también beneficia a la viuda, cuyas circunstancias
serían considerablemente disminuidas sin un esposo.
Los Saduceos llaman a Jesús Maestro, pero solo para prepararle –
preguntando algo diseñado para confundirle en vez de informar – intentando
avergonzar a Jesús – menospreciar su autoridad como maestro – y para demostrar
que no puede haber resurrección. Invitan a Jesús a entrar en el
territorio donde no puede ganar entre los Saduceos que no creen en la
resurrección y los Fariseos que sí creen en ella – un lugar donde está
destinado a enajenar a la mitad de su público. Si Él dice que los siete
hermanos serán los esposos de la mujer, enajenará a todos. La gente se
puede imaginar a un hombre con siete esposas, pero no a una mujer con siete
esposos.
Los Saduceos proponen la cuestión “por un juego de palabras sobre
la resurrección. En versículo 27 anastasis (resurrección) se usa para
identificar a los Saduceos. Aparece otra vez en versículo 28 como el
deber del hermano (exanastese: criar a un niño)” (Henrich, 444).
VERSÍCULOS 34-36: AQUÉLLOS DIGNOS DE LA RESURRECCIÓN
34Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo
se casan, y son dados en casamiento: 35Mas los que fueren tenidos por dignos de aquel siglo y de
la resurrección de los muertos, ni se casan, ni son dados en casamiento: 36Porque no pueden ya más morir: porque son iguales a los
ángeles, y son hijos de Dios, cuando son hijos de la resurrección.
“Este siglo...aquel siglo” (vv. 34-35). Jesús nos llama la
atención al hecho de que la pregunta hecha por los Saduceos considera la
resurrección como una extensión de la vida tal como la conocemos.
Después, describe la falta de continuidad tan dispar entre la vida terrenal (“este
siglo”) y la vida de la resurrección (“aquel siglo”).
La procreación sexual es necesaria para mantener la raza humana en “este
siglo” – un mundo donde la gente muere. No es necesaria en “aquel
siglo” donde la gente es como los ángeles – ya no está a la
disposición de la muerte. “La vida en la resurrección no es simplemente
una resucitación del ser, continuada por la vida previamente vivida con todas
sus relaciones intactas y continuas” (Nickle, 217).
Es natural que hagamos preguntas sobre la vida de la resurrección,
pero no debemos esperar comprenderla completamente mientras estamos viviendo en
“este siglo”. El libro de Revelación, por ejemplo, usa
lenguaje familiar (puertas de perlas y calles de oro) para ayudarnos a imaginar
algo completamente alejado de nuestra experiencia. Tal lenguaje sirve
solo de metáfora para ayudarnos a apreciar las maravillas de un reino que
todavía no podemos comprender por completo. Intentar explicar la
resurrección a una persona metida en lo terrenal es un poco como intentar
explicar el color rojo a una persona que nació ciega y nunca ha visto colores.
En sus comentarios a los Saduceos, Jesús no incorpora otras
necesidades, como las del sexo y la compañía humana, las cuales se encuentran
en el matrimonio en esta
vida. Se supone que las barreras que separan a una persona de
otra se evaporarán en ese ambiente sin pecado, y las necesidades de intimidad
se cumplirán en las relaciones varias de una persona – la primera siendo con
Dios. Otra vez, estamos hablando de cosas fuera de nuestra comprensión y
apreciación.
Francamente, a la mayoría de las personas pensar de una vida sin
matrimonio y sin sexo no les atrae. Ganar una relación de cara a cara con
Dios no parece compensar la pérdida de matrimonio y sexo. Debemos
esperar, sin embargo, que la vida en la resurrección estará llena de alegrías
que ahora no podemos comprender, tal como un niño pequeño no puede comprender
los placeres de la cama del matrimonio. Lo que puede disgustar a los seis
años puede parecer muy bueno a la edad de veintiséis. Así, no tenemos la
capacidad de comprender la alegría de “aquel siglo”, pero debemos esperar que
sea muy diferente y que la disfrutaremos aún más que la alegría que vivimos en
“este siglo” – se disfrutará más de lo que nuestra
experiencia en “este siglo” nos permite imaginar.
Pablo menciona la vida de la resurrección en 1 Cor.
15:35-58. Su lenguaje está lleno de imágenes poéticas que nos dan un
vistazo de eso que no podemos ver y nos ayuda a comprender lo que
realmente no podemos saber mientras estamos en esta tierra. “Así también
es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción se levantará en
incorrupción; Se siembra en vergüenza, se levantará con gloria; se siembra en
flaqueza, se levantará con potencia; Se siembra cuerpo animal, resucitará
espiritual cuerpo” (15:42-44). Son imágenes bellas, ¡pero no una
detallada descripción científica! Pablo continúa diciendo que la vida de
la resurrección es un misterio (v. 51), algo que se puede comprender en esta
vida solo por medio de revelación divina. En los capítulos anteriores,
Pablo dijo, “Ahora vemos por espejo, en oscuridad; mas entonces veremos cara a
cara: ahora conozco en parte; mas entonces conoceré como soy conocido” (1 Cor.
13:12). ¡Una maravillosa descripción del misterio!
La mención de Jesús sobre los ángeles (v. 36) es “una ligera
mención de otra creencia no apoyada por los Saduceos” (Johnson, 317).
VERSÍCULOS 37-38: NO ES DIOS DE LOS MUERTOS, MAS DE LOS VIVOS
37Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el
pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y
Dios de Jacob. 38Porque Dios no es Dios de muertos, más de vivos: porque
todos viven a él.
“Aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza” (v. 37). Los
Saduceos aceptan solo la autoridad del Tora. Entonces, Jesús discute de
Éxodo. 3:6, 15. Al momento del encuentro de Moisés con Dios, Abraham,
Isaac, y Jacobo ya habían muerto hacía mucho tiempo, pero Dios habló de ellos
en el presente como si todavía estuvieran vivos.
“Porque Dios no es Dios de muertos, mas de vivos” (v. 38).
“¿En qué sentido están vivos Abraham, Isaac, y Jacobo? ¿Quería decir
Jesús (y Lucas) que sus ‘almas’ estaban con Dios, es decir, eran
inmortales? ¿O quería decir que aunque no estuvieran vivos en el
presente, lo estarían el día de la resurrección, y que por el convenio de Dios
con los patriarcas una resurrección era necesaria? ...Para ambos Jesús y Lucas,
la resurrección de los muertos era claramente un evento del futuro (14:14;
Actos 23:6; 24:15, 21). De todos modos creían que los patriarcas estaban
vivos en el tiempo presente. Jesús y Lucas creían en ambos: una vida
consciente inmediatamente después de la muerte (cf. 16:19-31; 23:39-43), así
como el día final de la resurrección” (Stein, 500).
“Porque todos viven a él” (v. 38). “Los patriarcas no han
pasado por el propósito eterno aunque hayan muerto, ni es Dios para ellos menos
Dios porque sus vidas terrenales hayan terminado... Él permanece siendo la
fundación y la meta de sus vidas” (Sloyan, 35-36). La relación con el
convenio, por la cual Dios bendice a estos hombres, continúa rigiendo.
En cuanto a la dicotomía entre la inmortalidad presente y la
resurrección futura, el NT claramente enfatiza la resurrección futura.
Sin embargo, “Versículo 38 parece referirse a una vida después de la muerte que
no espera futura resurrección (los patriarcas ya están viviendo), y eso se
podría aplicar a todos. La creencia en la vida inmediata después de la
muerte se puede combinar con la creencia de una futura resurrección, tal como
Josephus atribuye a los Fariseos y a si mismo” (Tannehill, 296).
Según Josephus, los Fariseos mantienen que “toda alma no perecerá,
pero solo el alma del bueno pasará a otro cuerpo, mientras el alma del malo
sufrirá castigo eterno... Sus almas permanecen limpias y obedientes, y
obtienen un lugar sagrado en el cielo, desde el cual, al paso del tiempo
volverán a habitar un cuerpo” (citado en Fitzmyer, 1302). También dice de
los Essenes: “Es su creencia que los cuerpos perecen y que su materia no
permanece, pero las almas son inmortales y persisten para siempre” (citado en
Fitzmyer, 1302). Claramente, la creencia de la inmortalidad tiene lugar
en el pensamiento judío – y que la distinción entre la inmortalidad del ahora y
la resurrección futura es algo borrosa.
VERSÍCULOS 39-40: EL APOYO DE LOS ESCRIBIENTES
39Y respondiéndole unos de los escribas, dijeron: Maestro, bien
has dicho. 40Y no osaron más preguntarle algo.
Estos versos no se incluyen en el leccionario, pero proporcionan
una buena conclusión para la lección del Evangelio y añaden solo unos segundos
a la lectura. Enfatizan el punto central en este cuento – que Jesús habla
con autoridad (véase 20:2).
Seguramente estos son escribientes de los Fariseos que creen en la
resurrección, pero también puede que sean los escribientes que habían tratado
de atrapar a Jesús con las primeras dos preguntas (20:2, 22).
DOMINGO 25 DE
NOVIEMBRE
JUAN 18, 33b-37
VERSÍCULOS 33-35: ¿ERES TÚ EL REY DE LOS JUDÍOS?
33Así que, Pilatos volvió á entrar en el pretorio, y llamó a
Jesús, y díjole: ¿Eres tú el Rey de los judíos? 34Respondióle Jesús: ¿Dices tú esto de ti mismo, o te lo han
dicho otros de mí? 35Pilatos respondió: ¿Soy yo Judío? Tu gente, y los pontífices, te
han entregado (griego: paredokan – de paradidomi) a mí: ¿qué has hecho?
“Así que, Pilatos volvió a entrar en el pretorio” (v. 33a). Después de que los pontífices cuestionaran a Jesús
(18:19-24), llevaron a Jesús a Pilatos. Los hombres judíos que llevaron a
Jesús a Pilatos “no entraron en el pretorio por no ser contaminados, sino que
comiesen la pascua. Entonces salió Pilatos a ellos fuera, y dijo: ¿Qué
acusación traéis contra este hombre?” (18:28-29). Ahora, Pilatos vuelve a
entrar en el pretorio y manda que le traigan a Jesús para cuestionarle.
“¿Eres tú el Rey de los judíos?” (v. 33b). Pilatos solo tiene una preocupación legítima, y es
si Jesús constituye una amenaza para Roma. Si Jesús adopta el papel de
rey, eso es una traición que lleva pena de muerte. Sin embargo,
“Pilatos está incrédulo. ¿Este hombre un rey? …Una mirada a este
prisionero basta para que el gobernador discierne lo fantástico que es ver a Jesús
en este puesto. Esto explica su pregunta incrédula” (Morris, 679).
La ironía es que Jesús sí es un rey, pero uno que no constituye
ninguna amenaza para Roma. Lectores de este Evangelio, ya enterados del
resto de la historia, saben esto. Queremos interrumpir y decir, “¡Sí, es
un rey, pero no como lo retratan los líderes judíos!”
“¿Dices tú esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?” (v.
34). Antes de que Jesús pueda contestar a Pilatos, quiere entender el
significado de su pregunta. ¿Pregunta Pilatos si Jesús pretende luchar
con Roma por el poder de Judea, o está simplemente actuando como portavoz de
los pontífices?”
La pregunta de Jesús demuestra que él comprende la política oculta
– que otros definitivamente han hablado con Pilatos de él – y que le han contratado
para llevar a cabo sus negocios sucios – que Pilatos, presumiblemente el hombre
más poderoso de Judea, se ha permitido a si mismo convertirse en peón de sus
intereses. La pregunta de Jesús también reversa sus papeles – Jesús ahora
se convierte en el interrogador.
“Pilatos respondió: ¿Soy yo Judío?” (v. 35a). Pilatos respeta poco al pueblo judío, por eso su
pregunta tiene un tono de desprecio. Mientras que Pilatos hace su
pregunta esperando una respuesta negativa, “el juicio demostrará que Pilatos
es, con certeza, ‘judío,’ que pertenece con aquéllos que rechazan a Jesús”
(O’Day, 817).
“Tu gente, y los pontífices, te han entregado (griego: paredokan – de paradidomi)á
mí: ¿qué has hecho?” (v.
35b). Pilatos confirma que otros han iniciado esta acción. Ningún
cargo se ha presentado contra él. Los judíos solo se han quejado,
diciendo que Jesús es malo (kadon –
traducido “criminal” en la NRSV, v. 30). Pilatos no sabe por qué los
pontífices quieren matarle, pero sí comprende que hay más de lo que
parece. Quiere comprender el complot escondido, por eso le pide a Jesús
que explique lo que pasa.
En este Evangelio la palabra griega paradidomi se usa frecuentemente para hablar de
Jesús siendo traicionado (6:64, 71; 12:4; 13:2; 11, 21; 18:2, 5; 21:20) o
entregado a sus enemigos (18:30, 36) o entregado para ser crucificado (19:16).
VERSÍCULOS 36-37: MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO
36Respondió Jesús: Mi reino (griego: basileia) no es de este mundo: si de este mundo(griego: kosmou – de kosmos) fuera mi reino, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado (griego: paradotho – de paradidomi) a los judíos: ahora, pues, mi reinono es de aquí. 37Díjole entonces Pilatos: ¿Luego rey eres tú?
Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto
he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquél que es de la
verdad, oye mi voz.
“Mi reino (basileia) no es de este mundo” (kosmos) (v. 36a). Jesús confirma
que es un rey, pero también le asegura a Pilatos que Roma no tiene ningún
motivo para temerle. El reino de Jesús (basileia – utilizado en 3:3, 5 para el
reino de Dios) “no es de este mundo” (kosmos). Mientras que Dios creó
el kosmos, el kosmos está “encerrado en continua rebelión
contra su creador (1:10, 11). Es la esfera de oscuridad, rebelión,
ceguera, y pecado” (Carson, 594). Jesús no busca un reino delkosmos,
sino un reino de Dios. Cita la falta de resistencia por parte de sus
seguidores como prueba de que no busca un reino del kosmos.
Pero esto “no significa que el reino de Jesús es totalmente de
otro mundo. Su origen no es de este mundo, pero se manifiesta en este
mundo donde sea que gente escuche su voz, como versículo 37 deja claro. Y
aunque no sea cumplido por métodos políticos, sí tendrá implicaciones
políticas, como este juicio revela” (Lincoln, 462). “Su obra es una de
transformación en el mundo (cf. 20:31), para que sus ciudadanos representen de
manera autentica a Dios o el Cielo aquí en la tierra” (Borchert, 242)
“si de este mundo fuera mi reino, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos” (v. 36b). Jesús podría haber instigado una revolución. Su
banda de discípulos es pequeña, pero hay mucha gente atraída a él. Gente
que está descontenta con la ocupación romana, que espera un líder que les
organice. Pilatos tiene tres mil soldados bajo su mando, pero pocos de
ellos se encuentran en Jerusalén es ese momento. Si Jesús hubiera querido
causar problemas, lo hubiera hecho.
De hecho, ya existía algo de violencia asociada con el arresto de
Jesús. Simón Pedro hirió al esclavo del alto sacerdote, cortándole la
oreja. Jesús respondió reparando el daño y diciéndole a Pedro, “Mete tu
espada en la vaina: el vaso que el Padre me ha dado, ¿no lo tengo de beber?”
(18:10-11). Éste es un tema joanino que vuelve a aparecer. Jesús no
es víctima de traición, sino que está andando el camino que Dios le ha puesto
delante – bebiendo el vaso que el Padre le ha dado. ¡Aquí no hay víctima!
El Padre está a cargo, y el Hijo sigue fielmente la voluntad de Dios.
“ahora, pues, mi reino no es de aquí” (v. 36c). El reino de Jesús no tiene sus orígenes en el kosmos, sino en Dios. Su reino no
deriva su autoridad del kosmos,
sino de Dios. ¡Jesús no es rey de un kosmos!
Como Jesús, la iglesia hoy de tiene mucha autoridad moral pero
poca autoridad delkosmos. La iglesia siempre está
tentada a buscar la autoridad del kosmos – a aliarse a si misma con el poder
del kosmos.
Cuando hace eso, generalmente ha perdido autoridad moral – encuentra imposible
mantener ambos la autoridad moral y la autoridad del kosmos simultáneamente. En la mayoría
de lugares en los que la iglesia ha tenido poder substancial del kosmos, la iglesia hoy está al margen o
muerta. La iglesia hace mejor cuando imita al Hijo del Hombre que no
tenía donde recostar la cabeza (Mateo 8:20) y que restauró la vista de los
ciegos, ayudó a los mudos a hablar, lavó leprosos, hizo a los sordos oír,
resucitó muertos, y trajo buenas noticias a los pobres (Mateo 11:5). Igual
que el poder de Jesús se encontraba en la cruz, el más efectivo testigo de la
iglesia se encuentra en servicio y sacrificio para los necesitados –no en
amistades políticas, producciones espectaculares, o gran arquitectura.
“¿Luego rey eres tú?” (v. 37). Al oír la palabra “reino,” Pilatos se pone en
alerta. Aunque Jesús diga que su reino no es de este mundo, a Pilatos le
preocupa que el reino de Jesús vaya acompañado de alguna manera de
implicaciones políticas. La pregunta de Pilatos demuestra la posibilidad
de que Jesús sea una amenaza política, y Pilatos le invita a asegurarle una vez
más de que no lo es.
Jesús contesta, “Tú
dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo,
para dar testimonio a la verdad” (v. 37a). En el Evangelio
de Juan, Jesús tiene mucho más que decirle a Pilatos que en los sinópticos,
donde solo contesta, “Tú lo dices” (Mateo 27:11-14; Marcos 15:2-5; Lucas
23:2-5). En versículo 37 Jesús dice, “Tú dices que yo soy rey,” (una
declaración muy parecida a su respuesta en los sinópticos) pero después
continúa, explicando el significado de su reino.
– Primero, Jesús dice, “Yo para esto he nacido, y para esto he
venido al mundo” (v. 37). El Prólogo de este Evangelio dice, “En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y aquel
Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como
del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (1:1, 14).
Versículo 37 vuelve a relatar estos temas joaninos: Encarnación – gloria –
verdad. Además de 7:42, que dice que el Mesías descenderá de David y
vendrá a Belén, versículo 37 es la única referencia al nacimiento de Jesús en
este Evangelio. Este Evangelio se preocupa más por el verdadero origen de
Jesús que por la historia de su nacimiento. Sí, nació de mujer, pero la
realidad más grande es que viene de Dios.
– Segundo, Jesús dice que ha venido al mundo “para dar testimonio
a la verdad.” Verdad es un tema principal en este Evangelio (1:14, 17;
4:23; 5:33, 8:32, 40, 44; 14:6, 17; 15:26; 16:7, 13; 17:8, 17, 19;
19:35). “Éste no es el concepto abstracto de verdad que va sobre y en
contra de falsedad, sino la verdad religiosa que hemos visto a través de este
Evangelio, una verdad muy ligada a la persona de Jesús (14:6)” (Morris,
681). Aprendemos lo siguiente acerca de la verdad en este Evangelio:
–– Jesús está lleno de verdad (1:14).
–– La verdad nos hace libres (8:32).
–– Jesús dice la verdad (8:45-46).
–– Él es el camino, la verdad, y la vida (14:6).
–– Él testifica la verdad (18:37).
–– Cuando Jesús se va, el Espíritu de la verdad volverá a estar con nosotros (16:7, 13).
–– La verdad nos hace libres (8:32).
–– Jesús dice la verdad (8:45-46).
–– Él es el camino, la verdad, y la vida (14:6).
–– Él testifica la verdad (18:37).
–– Cuando Jesús se va, el Espíritu de la verdad volverá a estar con nosotros (16:7, 13).
“Todo aquél que es de la verdad, oye mi voz” (v. 37b). Esto vuelve a repetir el tema de capítulo 10
– el pastor y las ovejas que escuchan su voz (10:4-5, 16). Las ovejas no
escucharán a desconocidos, porque desconfían de ellos. Escuchan para oír
la voz de su pastor, porque su pastor tiene palabras de verdad y de vida.
Aquéllos que escuchan la voz de Jesús son sus discípulos.
En un versículo que no se incluye en la lectura del leccionario,
Pilatos pregunta, “¿Qué
cosa es verdad?” (v.
38).
LUNES 26 DE
NOVIEMBRE
LUCAS 21, 1-4
•
En el Evangelio de hoy, Jesús elogia a una viuda pobre que sabe compartir más
que los ricos. Muchos pobres de hoy hacen lo mismo. La gente dice: “El pobre no
deja morir de hambre al pobre”. Pero a veces, ¡ni esto es posible! Doña Cícera
que vivía en el interior de Paraíba, Brasil, se fue a vivir a la ciudad y
decía: “En el campo, la gente era pobre, pero siempre había una cosita para
dividirla con el pobre que llamaba a la puerta. ¡Ahora que estoy aquí, en la
ciudad, cuando veo a un pobre que llama a la puerta, me escondo de vergüenza
porque no tengo nada en casa para darle!” De un lado: gente rica que tiene
todo, pero que no quiere compartir. Por el otro: gente pobre que no tiene casi
nada, pero que quiere compartir lo poco que tiene.
• Al comienzo de la Iglesia, las primeras comunidades cristianas, eran de gente pobre (1 Cor 1,26). Poco a poco fueron entrando también personas más ricas, lo cual trajo consigo varios problemas. Las tensiones sociales, que marcaban al imperio romano, empiezan a marcar también la vida de las comunidades. Esto se manifestaba, por ejemplo, cuando se reunían para celebrar la cena (1Cor 11,20-22), o cuando tenían reuniones (Santiago 2,1-4). Por esto, la enseñanza del gesto de la viuda era muy actual, tanto para ellos, como para nosotros hoy.
• Lucas 21,1-2: La limosna de la viuda. Jesús estaba ante el arca del Templo y observaba cómo la gente iba echando su limosna. Los pobres echaban pocos centavos, los ricos monedas de gran valor. Los cofres del Templo recibían mucho dinero. Todos echaban algo para la manutención del culto, para el sustento del clero y la conservación del edificio. Parte de este dinero era usada para ayudar a los pobres, pues en aquel tiempo no había seguridad social. Los pobres vivían de la caridad pública. Las personas más necesitadas eran los huérfanos y las viudas. Dependían en todo de la caridad de los demás, pero así mismo, trataban de compartir con otros lo poco que poseían. Así, una viuda bien pobre, pone su limosna en el arca del Templo. ¡Nada más que dos centavos!
• Lucas 21,3-4: El comentario de Jesús. ¿Qué vale más: los pocos centavos de la viuda o las muchas monedas de los ricos? Para la mayoría, las monedas de los ricos eran mucho más útiles para hacer la caridad que los pocos centavos de la viuda. Los discípulos, por ejemplo, pensaban que el problema de la gente podía resolverse sólo con mucho dinero. Cuando la multiplicación de los panes, ellos habían sugerido comprar pan para dar de comer a la gente (Lc 9,13; Mc 6,37). Felipe llegó a decir: “¡Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno reciba un pedacito!” (Jn 6,7). De hecho, para aquel que piensa de esa manera, los dos centavos de la viuda no sirven para nada. Pero Jesús dice: “De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que nadie”. Jesús tiene criterios diferentes. Al llamar la atención de los discípulos hacia el gesto de la viuda, les enseña a ellos y a nosotros dónde debemos procurar ver la manifestación de la voluntad de Dios, a saber, en los pobres y en el compartir. Y un criterio muy importante es el siguiente: “Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobra, ésta en cambio ha echado de lo que necesita, de todo lo que tiene para vivir.»
• Limosna, compartir, riqueza. La práctica de dar limosnas era muy importante para los judíos. Era considerada una “buena obra”, pues la ley del Antiguo Testamento decía: “Nunca dejará de haber pobres en la tierra; por esto te doy este mandamiento: abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre de tu tierra”. (Dt 15,11). Las limosnas, colocadas en el arca del Templo, sea para el culto, sea para los necesitados, los huérfanos o las viudas, eran consideradas como una acción agradable a Dios (Eclo 35,2; cf. Eclo 17,17; 29,12; 40,24). Dar limosna era una manera de reconocer que todos los bienes y dones pertenecen a Dios y que nosotros no somos que administradores de esos dones. Pero la tendencia a la acumulación sigue muy fuerte. Cada vez renace de nuevo en el corazón humano. La conversión es necesaria siempre. Por eso Jesús dijo al joven rico: “Va, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres” (Mc 10,21). La misma exigencia se repite en los otros evangelios: “Vended vuestros bienes y dadlos en limosna: haceos bolsas que no se gastan, un tesoro inagotable en los cielos, adonde ni el ladrón llega ni la polilla roe” (Lc 12,33-34; Mt 6,9-20). La práctica del compartir y de la solidaridad es una de las características que el Espíritu de Jesús quiere realizar en las comunidades. El resultado de la efusión del Espíritu en el día de Pentecostés fue éste: “No había entre ellos indigentes, pues cuantos eran dueños de haciendas o casas las vendían y llevaban el precio de lo vendido y lo depositaban a los pies de los apóstoles” (Hechos 4,34-35ª; 2,44-45). Estas limosnas colocadas a los pies de los apóstoles no se acumulaban, sino que “y a cada uno se le repartía según su necesidad” (Hechos 4,35b; 2,45). La entrada de los ricos en las comunidades cristianas posibilitó, por un lado, una expansión del cristianismo, al ofrecer mejores condiciones para los viajes misioneros. Pero por otro lado la tendencia a la acumulación bloqueaba el movimiento de la solidaridad y del compartir. Santiago ayudaba a las personas a que tomaran conciencia del camino equivocado: “Y vosotros los ricos, llorad a gritos por las desventuras que os van a sobrevenir. Vuestra riqueza está podrida; vuestros vestidos, consumidos por la polilla; vuestro oro y vuestra plata, comidos de orín.” (Sant 5,1-3). Para aprender el camino del Reino, todos debemos volvernos alumnos de aquella pobre viuda, que compartió con los demás hasta lo necesario para vivir (Lc 21,4).
MARTES 27 DE
NOVIEMBRE
LUCAS 21, 5-11
CAPÍTULOS 19-21: EN EL
TEMPLO
Desde su triunfante entrada a Jerusalén (19:28-40), las
actividades de Jesús se han centrado alrededor del templo, donde él:
- Limpió en templo (19:45-46)
- Enseñó y contestó las preguntas de oyentes hostiles (19:47-48;
20:1-8, 20-40).
- Dio la parábola de los Inquilinos Malvados, señalando su muerte
en manos de los que guardan el templo – y concluyendo con el versículo de la
piedra que más tarde se convirtió en la piedra angular a pesar de ser
previamente rechazada por los constructores (20:9-19).
- Denunció los escribientes (20:45-47).
- Alabó la generosidad de la viuda pobre (21:1-4).
Este discurso, empezando en 21:5, continúa a lo largo del
capítulo. Nuestra lección del Evangelio toma la primera mitad de
este discurso.
Lucas escribió este Evangelio una década o más después de la
destrucción de Jerusalén y el templo en 70 a.C. Para apreciar el impacto
que estos eventos tuvieron en la temprana iglesia, solo tenemos que recordar el
11 de septiembre. ¿Qué hubiera pasado si en vez de destruir dos edificios
hubieran destruido la ciudad de Nueva York entera? Aún una década después
(Lucas escribe este Evangelio una década tras la caída de Jerusalén), estos
eventos estarían en nuestras mentes como un cambio significante en nuestra
historia.
VERSÍCULOS 5-6: TODO SERÁ
DERRUMBADO
5Y a unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas
piedras y dones, dijo: 6Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre
piedra que no sea destruida.
“Y a unos que decían del templo” (v. 5). Éste es el tercer
templo. Salomón construyó el primer templo que fue destruido por el
segundo ataque babilónico en 587 a.C. Cuando los judíos volvieron de su
cautividad en Babilonia, construyeron el segundo templo – una tremenda obra de
fe pero inferior al templo original. Herodes destruyó este templo en el
año 20 a.C. para hacer espacio para su templo – el que los discípulos admiran
aquí.
El templo de Herodes, bajo construcción por medio siglo, no será
completado hasta el año 63 d.C., pero es, de todos modos, magnifico. Está
situado en un lugar prominente en Jerusalén, la cual está situada sobre una
montaña. Josephus nos dice que la fachada es cientos de cubits de ancho y
alto – 150 pies, tan alto como un edificio de quince pisos. Además,
Josephus dice, “Dado que todos los lados del templo estaban cubiertos con
grandes planchas de oro, radiaba como una bola de fuego en cuanto salía el
sol. Cuando la gente intentaba mirarlo tenían que apartar la vista, como
la apartaría de los rayos de sol.” Su amueblado era tan extravagante como
el edificio mismo.
“Estas cosas que veis” (v. 6). Los discípulos ven los
adornos exteriores, pero no ven la bancarrota espiritual detrás de las fachadas
– la hipocresía (11:37-54) – la opresión (18:7; 20:47) – el rechazo del Mesías
y del Evangelio (13:33-34; 20:13-18; Actos 13:46-48; 18:5-6; 28:25-28) – y la
muerte inminente del Hijo de Dios en manos de las autoridades religiosas (9:22;
18:31-33; 19:47; 20:14-19; 22:1-2; 52; 23:1-25) (Stein, 521; Bock 334).
“Días vendrán que no quedará piedra sobre piedra” (v. 6).
Seis siglos antes, Dios llamó a Jeremías para que avisara a la gente de
Jerusalén que cambiaran sus vidas para que Dios continuara viviendo entre
ellos. Jeremías proclamó, “No fiéis en palabras de mentira, diciendo:
‘Templo de Yahaveh, templo de Yahaveh, templo de Yahaveh es éste’”
(Jer. 7:4). Dios preguntó, “¿Es cueva de ladrones delante de vuestros
ojos esta casa, sobre la cual es invocado mi nombre?” (Jer. 7:11) – un
versículo al que Jesús aludió cuando él mismo limpió el templo (Lucas
19:46). La gente no prestó atención al aviso de Jeremías, y la ciudad y
el templo fueron derribados, y la gente tomada en cautividad.
En 19:41-44, Jesús predijo la caída de Jerusalén. Ahora
predice la caída del templo. De nuevo, el problema es la falta de fe de
la gente. La profecía de Jesús se cumplirá unas décadas más tarde, en el
año 70 d.C. cuando los judíos se sublevarán contra los romanos y serán
castigados por un asedio. La ciudad, que al comienzo servía de refugio
para sus ciudadanos, se convertirá en una trampa a medida que se aprieta el
asedio. Sus habitantes se rebajarán al canibalismo. La mayoría de
ellos morirá; el resto será tomado en cautividad; y el templo quedará
completamente destruido (Barclay, 269).
“Pero en la providencia de Dios el fin todavía no vendría.
Aún otro templo se estaba preparando, ‘edificados sobre el fundamento de los
apóstoles y profetas’ (Eph. 2:19-22). Otro pueblo estaba siendo llamado
(Rom. 9:24, 26). Antes de derrumbarse el viejo, las paredes y murallas de
otra ciudad se estaban construyendo (Gal. 4:25-26)” (Scherer, 361).
Al examinar estos versículos, debemos encontrar La Media Dorada
entre aquellos que, por una mano, dirían que Jesús intencionó estas palabras
para la Ciudad de Nueva York y las Torres Gemelas, y aquéllos que, por otra
mano, dirían que no hay nada de importancia aquí para hoy. ¿Qué lecciones
podemos aprender de estos versículos? Considere lo siguiente, y después
compile su propia lista:
- Dios reserva castigo particularmente severo para aquéllos que se
esconden tras una fachada de prácticas religiosas vacías.
- Hasta los más bonitos edificios no tienen valor a no ser que la
gente cumpla fielmente la voluntad de Dios. Nuestras ciudades están
llenas de iglesias que una vez fueron magnificas pero que ahora se encuentran
casi vacías, cuyas congregaciones han fallado en su Gran Comisión – fallado en
extender la mano con el Evangelio – fallado en amar a sus vecinos y en servir a
su comunidad.
- Nuestras obras más magnificas – hasta aquéllas que parecen más
duraderas – solo duran un momento.
VERSÍCULOS 7-8: ¿CUÁNDO?
¿QUÉ SEÑAL?
7Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Y qué
señal habrá cuando estas cosas hayan de comenzar a ser hechas? 8El entonces dijo: Mirad, no seáis engañados; porque vendrán
muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy; y, el tiempo está cerca: por tanto, no
vayáis en pos de ellos.
“Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas
hayan de comenzar a ser hechas?” (v.7). Cuando nos vemos confrontados con
cualquier desastre, preguntamos: ¿Cuándo? ¿Qué es lo que debemos esperar? ¿Cómo
lo sabremos? ¿Cómo podemos prepararnos? ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos
escapar?
En versículos 9-11, Jesús les da a los discípulos tres señales que
pueden esperar: (1) falsos profetas, (2) caos político, y (3) desastres
naturales.
La cuestión es si los eventos de v. 8 ff.Señalan a la destrucción
de Jerusalén o a la Segunda Venida. Eruditos suelen estar de acuerdo con
que es la destrucción de Jerusalén (Evans, 307; Henrich, 450; Stein, 514).
“Mirad, no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre,
diciendo: Yo soy; y, el tiempo está cerca: por tanto, no vayáis en pos de
ellos” (v. 8). Gente que sigue los falsos profetas traerá la destrucción
de Jerusalén. Los fanáticos dirigirán una insurrección contra los romanos
– una movida fatal. Roma les destruirá.
Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, describe tres instancias de
falsos profetas: Theudas dirigió una insurrección desastrosa de cuatrocientos
seguidores (Hechos 5:36). Judas el galileo hizo lo mismo (Hechos
5:37). Un egipcio, que quedó sin nombrar, también dirigió cuatro mil
seguidores en una insurrección (Hechos 21:38).
Nuestra nación no tiene carestía ni falsos profetas, ambos
religiosos y políticos. Algunos dicen que saben cuando terminará el
mundo. Otros predicen desastres. Algunos son demagogas, aprovechándose
de nuestro temor. Otros promueven un Evangelio de Prosperidad – “crean y
se harán ricos.” Algunos promueven el materialismo secular – un evangelio
de acciones y valores, bienes raíces, y tramas para hacerse ricos rápidamente –
como si el dinero fuera la respuesta. Aún, otros promueven hedonismo,
como la “Filosofía del Playboy,” como si el placer fuera la respuesta.
Otros promueven la salud física, como si la salud fuera la respuesta.
Todos estos acaban fallándonos, algunos desastrosamente.
VERSÍCULOS 9-11: ESPANTOS Y
GRANDES SEÑALES DEL CIELO
9Empero cuando oyereis guerras y sediciones, no os espantéis;
porque es necesario que estas cosas acontezcan primero: mas no luego será el
fin. 10Entonces
les dijo: Se levantará gente contra gente, y reino contra reino; 11Y habrá grandes terremotos, y en varios lugares hambres y
pestilencias: y habrá espantos y grandes señales del cielo.
Versículo 28 promete redención, pero primero vendrán tiempos
terribles – guerra, caos político, y desastres naturales. No debemos
aterrorizarnos al saber que la redención se acerca. Jesús, sin embargo,
no promete una vida sin dolor. En vez de prometer un escape de nuestras
dificultades, nos ofrece recursos espirituales para confrontarlas.
“Cuando oyereis guerras y sediciones, no os espantéis” (v.
9). “Ellos no deben atemorizarse por lo que parece un desenlace caótico
de sucesos. No son simplemente manifestaciones que amenazan con
hundirles. ¡Lejos de ello! Representan el desenlace necesario del plan
divino” (Nolland).
MIÉRCOLES 28 DE
NOVIEMBRE
LUCAS 21, 12-19
VERSÍCULOS 12-15: OS ECHARÁN MANO Y OS PERSEGUIRÁN
12Mas antes de todas estas cosas os echarán mano, y perseguirán (griego: epibalousin eph’
humas tas cheiras auton –
pondrán sus manos sobre ti), entregándoos
(griego: paradidontes) a las sinagogas y a las cárceles, siendo llevados a
los reyes y a los gobernadores por causa de mi nombre. 13Y os será para
testimonio (griego:martunion). 14Poned pues en vuestros corazones no pensar antes
cómo habéis de responder: 15Porque
yo os daré boca y sabiduría, a la cual no podrán resistir ni contradecir todos
los que se os opondrán.
“Mas antes de todas estas cosas” (v. 12) – significa “antes de la
destrucción del templo” en vez de “antes de la Segunda Venida.”
En los Hechos, Lucas describirá el cumplimiento de estas
profecías:
- El arresto de los discípulos (Hechos 4:3; 5:17-18; 12:1-5;
21:27-36).
- La persecución de los cristianos, siendo Saúl uno de los
principales perseguidores (Hechos 7:52; 8:3; 9:5; 12:1-2; 22:4, 7-8; 26:9-11,
14-15).
- Problemas con las sinagogas (Hechos 6:9; 9:2; 13:44-51; 17:1-5;
18:4-7; 19:8-9; 22:19; 26:11).
- Problemas con reyes y gobernadores (Hechos 12:1; 23:24; 26, 33;
24:1, 10; 25:13-14, 23-24, 26; 26:2).
En v. 12, la frase traducida “os echarán mano” en la NRSV es
literalmente “poner sus manos sobre si.” Lucas usará esta misma frase
para describir el deseo de poner sus manos sobre Jesús (20:19) y poner sus
manos sobre cristianos (Hechos 4:3; 5:18; 12:1; 21:27). De la misma
manera “entregado” (paradidomi – a veces traducido
“traicionado”) será usado por Jesús (9:44; 18:32; 24:7) y sus seguidores
(21:12, 16; Hechos 21:11; 28:17).
“Sinagogas y cárceles...reyes y gobernadores” (v. 12). “La
aposición de ambos ‘reyes y gobernadores’ y ‘sinagogas y cárceles’ presagia la
persecución de los seguidores de Jesús al igual que entre los gentiles” (Green,
736).
“Y os será para testimonio” (v. 13). El arresto y la
persecución les dará a los discípulos la oportunidad de testificar (martunion – trascrito como “mártir” en inglés
por el martirio de los primeros cristianos).
“Os daré boca y sabiduría, a la cual no podrán resistir ni
contradecir todos los que se os opondrán” (v. 15). Cristianos no deben
preocuparse por lo que dirán, porque Jesús les dará palabras invencibles de
sabiduría. Otra vez, esto se cumplirá en los Hechos:
- Pedro y Juan serán arrestados y se aprovecharán de la ocasión
para testificar frente el concejo (Hechos 4:1-22). El concejo quedará
maravillado de su testimonio y les ordenará no hablar más de Jesús, pero su
temor de la gente les refrenará de imponer castigos más severos.
- Pedro y los apóstoles serán arrestados, pero un ángel les
soltará para que puedan continuar enseñando en el templo. Al ser
arrestados otra vez, dirán, “Es menester obedecer a Dios antes que a los
hombres,” y prosiguen predicándole al concejo. El concejo querrá
matarles, pero Gamaliel les convencerá de que les suelten, diciendo, “...si este
consejo ó esta obra es de los hombres, se desvanecerá: Mas si es de Dios, no la
podréis deshacer” (Hechos 5:17-42).
- Esteban predicará un largo y poderoso sermón al concejo,
llevándole a su martirio (Hechos 7).
- Pablo y Silas serán arrestados y sometidos a latigazos, y
estando en prisión, cantarán himnos. Un terremoto les liberará, pero se
quedarán en la prisión, convirtiendo a su carcelero y a su familia. Cuando
las autoridades tratan de soltarles, Pablo y Silas atestarán su ciudadanía
romana y protestarán su arresto equivocado, forzando a las autoridades a
disculparse (Hechos 16:16-40).
- Pablo utilizará varios arrestos para dar testimonio de su fe
(Hechos 22:1-21; 23:1-6; 24:10-21; 26:2-29).
“Os daré boca y sabiduría” (v. 15). “Fortaleza se debe basar
en más que pura valentía. Ésta no es una orden cualquiera...luchar hasta
el último hombre. En vez, es una promesa que Dios estará con nosotros en
nuestro sufrimiento y que el orden actual de las cosas no es el fin de todo”
(Diers, 81).
.
VERSÍCULOS 16-19: POR SU FORTALEZA, GANARÁN SUS ALMAS
16Mas seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes,
y amigos; y matarán a algunos de vosotros. 17Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. 18Mas un pelo de vuestra cabeza no perecerá. 19En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas.
“Mas seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y
parientes, y amigos” (v. 16). Antes, Jesús dijo, “Mi madre y mis hermanos
son los que oyen la palabra de Dios, y la ejecutan” (8:21). Avisó, “Si
alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y
hermanos, y hermanas, y aun también su vida, no puede ser mi discípulo”
(14:26). Nos llama a ser discípulos no solo cuando se trata de cosas
malas, sino también cuando se trata de cosas buenas, como la familia.
Parece haber una contradicción en estos versículos. Jesús
dice, “matarán a algunos de vosotros” (v. 16), pero después promete, “Mas un
pelo de vuestra cabeza no perecerá” (v. 18). En los Hechos, Lucas
describirá la muerte de Esteban (Hechos 7:54-60), Santiago (Hechos 12:2) y
posiblemente otros (Hechos 22:4), entonces está claro que los discípulos
sufrirán y morirán por el Evangelio. En v. 18, Jesús puede estar
asegurándoles de que la iglesia no será disminuida por persecución – o que
aquéllos que matan al cuerpo “no tienen más que hacer” (12:4).
“En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas” (v. 19).
Confrontados con persecución y/o muerte, ¿cómo podemos perdurar? Ayudará
si calculamos el precio de ser discípulo, en vez de asumir que ser discípulo
será una cosa cómoda (14:26-33). También ayudará recordar esta promesa –
que por nuestra fortaleza ganaremos nuestras almas.
JUEVES 29 DE
NOVIEMBRE
LUCAS 21, 20-28
VERSÍCULOS 5-24:
EL CONTEXTO
Estamos
tentados a ignorar textos apocalípticos como éste. No solo son difíciles
de comprender, pero también nos avergüenzan los excesos de los predicadores
apocalípticos de hoy. Sin embargo, debemos reconocer que Jesús habló
claramente de la Segunda Venida (también conocida como Paresia), y de otras
escrituras del Nuevo Testamento la enfatizan también. El leccionario nos
hace un favor, ayudándonos a recobrar esta doctrina importante.
Nuestra
lección del Evangelio para esta semana comienza con la predicción de Jesús de
la destrucción del templo (vv. 5-6) y la pregunta de los discípulos, “Maestro,
¿cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas hayan de comenzar a
ser hechas?” (v. 7). Jesús responde hablándoles de guerras y rumores de
guerras, terremotos, y pestilencias (vv. 9-11), el arresto de cristianos y las
consiguientes oportunidades para proveer testimonio (vv. 12-19), y la
destrucción de Jerusalén (vv. 20-24). Entonces vienen las señales
cósmicas de vv. 25-26, donde comienza nuestra lección.
Jesús
no dice estas cosas para asustarnos, sino para prepararnos. No nos
debemos espantar (v. 9), en vez, debemos evitar ir en pos de falsos maestros
(v. 8) y aprovechar las oportunidades creadas por el tumulto para dar
testimonio (v. 13). No debemos preocuparnos por preparar nuestra defensa,
“Porque yo os daré boca y sabiduría, a la cual no podrán resistir ni
contradecir todos los que se os opondrán” (v. 15).
Esta
escena es muy diferente a la que hoy se proclama demasiadas veces desde
púlpitos apocalípticos. No hay un coche que de repente se queda sin
conductor a causa del Rapto. Jesús no nos eleva sobre el tumulto y el
sufrimiento, sino que nos deja caer en medio de ellos. “La ‘redención’
prometida no consiste de un bote privado que salva a unos pocos privilegiados
mientras que todo es destruido a su alrededor” (Ringe, 253).
El
propósito de Jesús no es aislarnos de la incomodidad, sino prepararnos para la
redención. “En contraste al juicio que será pasado sobre el mundo,
discípulos cristianos se darán cuenta de que su salvación se acerca” (Fitzmyer,
1349).
VERSÍCULOS 25-28: HABRÁ
SEÑALES
25Entonces
habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y en la tierra
angustia de gentes por la confusión del sonido de la mar y de las ondas:
26Secándose los hombres a causa del temor y expectación de las cosas que
sobrevendrán a la redondez de la tierra: porque las virtudes de los cielos
serán conmovidas. 27Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en
una nube con potestad y majestad grande. 28Y cuando estas cosas
comenzaren a hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra
redención (griego: apolutrosis – a
veces utilizado para expresar ‘redimido de esclavitud’) está cerca.
Jesús
ha hablado de la destrucción del templo (vv. 5-6) y Jerusalén (vv.
20-24). Ahora enfoca su atención al futuro del mundo entero. La
destrucción de Jerusalén se caracteriza por la llegada de ejércitos que traen
destrucción (v. 20). La destrucción del templo se caracteriza por la
llegada del Hijo del Hombre que trae redención (v. 27). Ambos eventos
serán cataclismitos, pero la destrucción de Jerusalén será catastrófica,
mientras que la venida del Hijo del Hombre será redentora.
La
venida del Hijo del Hombre es anunciada en Daniel 7:13-14. Ese capítulo
describe la visión de Daniel, donde bestias terribles hacían cosas
terribles. Después, el Anciano de Grande Edad (Dios) tomó juicio,
destruyó las bestias, y fue acompañado por “un hijo de hombre”– una figura
humana en contraste con las anteriores imágenes de bestias. A este “hijo
de hombre” se le concede el “dominio eterno,” y “que el reino, y el señorío, y
la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los
santos del Altísimo; cuyo reino es reino eterno, y todos los señoríos le
servirán y obedecerán” (Daniel 7:27). La imagen es de un mundo restaurado
según la intención de Dios – un final de caos y de maldad – un comienzo de paz
y justicia.
“Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y
en las estrellas; y en la tierra angustia de gentes por la confusión del sonido
de la mar y de las ondas” (v. 25).
Cuando Jesús predijo la destrucción del templo, los discípulos preguntaron,
“Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas hayan de
comenzar a ser hechas?” (v. 7). Después Jesús habló de guerras y
terremotos y hambres y pestilencias y grandes señales del cielo y persecución
(vv. 11-12). Esas señales señalarían a la destrucción del templo.
Ahora, en versículo 25, Jesús habla de señales que señalan a la venida del Hijo
del Hombre – señales cósmicas que incluyen el sol y la luna y las estrellas.
Jesús
describe una escena muy parecida a la que se encuentra en el libro de
Daniel. La venida del Hijo del Hombre parecerá catastrófica (vv. 25-26) –
y Jesús quiere decir que será catastrófica para los no creyentes – pero que
traerá redención a los creyentes (v. 28). La imagen es del nacimiento de
un nuevo mundo – de toda la creación en su obra. Sin embargo, esa obra
dará luz a un maravilloso mundo nuevo donde la maldad terminará – donde la
creación será restaurada según el diseño de Dios. Por eso es un tiempo de
esperanza – de ansiosa anticipación – de alegría.
“del sonido de la mar y de las ondas”
(v. 25b). “El sol y la luna ejercen gran poder sobre nuestro planeta –
piense, por ejemplo, sobre la luna y las mareas – no es sorprendente que el mar
también se encuentre profundamente afectado” (Hendricksen, 940).
“Secándose (griego: apopsuchonton
– desmayarse o morir) los hombres a
causa del temor y expectación de las cosas que sobrevendrán a la redondez de la
tierra: porque las virtudes de los cielos serán conmovidas” (v.
26). El temor será tan intenso que la gente se desmayará. La
palabra apopsuchonton también puede significar morir, por eso, parece
probable que algunos se murieran de miedo literalmente.
“Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en
una nube con potestad y majestad grande. Y cuando estas cosas comenzaren
a hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está
cerca” (vv. 27-28). La sorpresa aquí
es que las señales no solo apuntan a la destrucción inminente, sino también a
la venida del Hijo del Hombre – a la redención. Gardner Taylor, el gran
predicador afro-americano, tenía un sermón sobre este texto que concluía
gritando, “¡Mirad hacia arriba! ¡Mirad hacia arriba!” Después pausaba y,
suavizando su voz, procedía de forma muy deliberada: “Para vuestra redención -
¡acercaos!” ¡Grandes palabras para una congregación afro-americana que ha
sufrido más tumulto de lo debido! ¡Grandes palabras para todos!
“Y cuando estas cosas comenzaren a hacerse, mirad, y
levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca” (28).
“El ‘vuestro’ en ‘vuestra redención’ se refiere claramente a los fieles – los
que han abrazado el proyecto de Dios descubierto por el ministerio de Jesús y
que se sitúan a si mismos alrededor de este propósito divino” (Green, 741).
El
lenguaje de Jesús nos parece extraño pero para sus discípulos, que conocen las
escrituras hebreas, ése no sería el caso. Mire estos ejemplos (véase
también Isaías 13:10; Ezequiel 32:7; Joel 2:10; Haggai 2:6).
–
“Bramaron las gentes, titubearon los reinos; Dio él su voz, derritióse la
tierra” (Salmo 46:6).
–
“Tú tienes dominio sobre la bravura de la mar: Cuando se levantan sus ondas, tú
las sosiegas” (Salmo 89:9).
–
“Quebrantárase del todo la tierra, enteramente desmenuzada será la tierra, en
gran manera será la tierra conmovida” (Isaías 24:19).
–
“Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de
humo” (Joel 2:30).
Tal
lenguaje es poético. No hemos de esperar poder asociarlo con eventos
específicos, en vez, debemos oír la gran promesa que Dios interviene
decisivamente en nuestra historia. No es una amenaza, sino una promesa.
•
En el evangelio de hoy sigue el Discurso Apocalíptico con más señales, la 7ª y
la 8a, que debían de acontecer antes de la llegada del fin de los tiempos o
mejor antes de la llegada del fin de este mundo para dar lugar al nuevo mundo,
al “cielo nuevo y a la tierra nueva” (Is 65,17). La séptima señal es la
destrucción de Jerusalén y la octava es los cambios en la antigua creación.
• Lucas 21,20-24. La séptima señal: la destrucción de Jerusalén. Jerusalén era para ellos la Ciudad Eterna. Y ahora ¡estaba destruida! ¿Cómo explicar este hecho? ¿Dios no tiene en cuenta el mensaje? Es difícil para nosotros imaginarnos el trauma y la crisis de fe que la destrucción de Jerusalén causó en las comunidades de tantos judíos y cristianos. Cabe aquí una breve observación sobre la composición de los Evangelios de Lucas y de Marcos. Lucas escribe en el año 85. Se sirve del evangelio de Marcos para componer su narrativa sobre Jesús. Marcos escribe en el año 70, el mismo año en que Jerusalén estaba siendo cercada y destruida por los ejércitos romanos. Por esto, Marcos escribió dando una cita al lector: “Cuando vierais la abominable desolación instalada donde no debe – el que lee entienda – entonces los que estén en Judea huyan a los montes” (Mc 13,14). Cuando Lucas menciona la destrucción de Jerusalén, Jerusalén estaba en ruinas desde hace quince años. Por esto él omite el paréntesis de Marcos. Lucas dice: "Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación. Entonces, los que estén en Judea que huyan a los montes; los que estén en medio de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no entren en ella; porque éstos son días de venganza en los que se cumplirá todo cuanto está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra y cólera contra este pueblo. Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que el tiempo de los gentiles llegue a su cumplimiento”. Al oír a Jesús que anunciaba la persecución (6ª señal) y la destrucción de Jerusalén (7ª señal), los lectores de las comunidades perseguidas del tiempo de Lucas concluían: “Este es nuestro hoy. ¡Estamos en la 6ª señal!”
• Lucas 21,25-26: La octava señal: mudanzas en el sol y en la luna. ¿Cuándo será el fin? Al final después de haber oído hablar de todas estas señales que ya habían acontecido, quedaba en pie la pregunta: “El proyecto de Dios avanza mucho y las etapas previstas por Jesús se realizaron ya. Ahora estamos en la sexta y en la séptima etapa. ¿Cuántas etapas o señales faltan hasta que llegue el fin? ¿Falta mucho?” La respuesta viene ahora en la 8ª señal: "Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de la gente, trastornada por el estruendo del mar y de las olas. Los hombres se quedarán sin aliento por el terror y la ansiedad ante las cosas que se abatirán sobre el mundo, porque las fuerzas de los cielos se tambalearán”. La 8ª señal es diferente de las otras señales. Las señales en el cielo y en la tierra son una muestra de lo que está llegando, al mismo tiempo, el fin del viejo mundo, de la antigua creación y el comienzo de la llegada del cielo nueva y de la tierra nueva. Cuando la cáscara del huevo empieza a rasgarse es señal de que lo nuevo está apareciendo. Es la llegada del Mundo Nuevo que está provocando la desintegración del mundo antiguo. Conclusión: ¡falta muy poco! El Reino de Dios está llegando.
• Lucas 21,27-28: La llegada del Reino de Dios y la aparición del Hijo del Hombre. “Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación.” En este anuncio, Jesús describe la llegada del Reino con imágenes sacadas de la profecía de Daniel (Dan 7,1-14). Daniel dice que, después de las desgracias causadas por los reinos de este mundo, vendrá el Reino de Dios. Los reinos de este mundo, todos ellos, tienen figura de animal: león, oso, pantera y bestias salvajes (Dn 7,3-7). Son reinos animales, deshumanizan la vida, como acontece con ¡el reino neoliberal hasta hoy! El Reino de Dios, pues, aparece como un aspecto del Hijo del Hombre, esto es, con un aspecto humano de gente (Dn 7,13). Es un reino humano. Construir este reino que humaniza, es tarea de la gente de las comunidades. Es la nueva historia que debemos realizar y que debe reunir a la gente de los cuatro lados del mundo. El título Hijo del Hombre es el nombre que a Jesús le gustaba usar. Solamente en los cuatro evangelios, este nombre aparece más de 80 (ochenta) veces. Todo dolor que soportamos desde ahora, toda la lucha a favor de la vida, toda la persecución por causa de la justicia, todo el dolor de parto, es semilla del Reino que va a llegar en la 8ª señal.
• Lucas 21,20-24. La séptima señal: la destrucción de Jerusalén. Jerusalén era para ellos la Ciudad Eterna. Y ahora ¡estaba destruida! ¿Cómo explicar este hecho? ¿Dios no tiene en cuenta el mensaje? Es difícil para nosotros imaginarnos el trauma y la crisis de fe que la destrucción de Jerusalén causó en las comunidades de tantos judíos y cristianos. Cabe aquí una breve observación sobre la composición de los Evangelios de Lucas y de Marcos. Lucas escribe en el año 85. Se sirve del evangelio de Marcos para componer su narrativa sobre Jesús. Marcos escribe en el año 70, el mismo año en que Jerusalén estaba siendo cercada y destruida por los ejércitos romanos. Por esto, Marcos escribió dando una cita al lector: “Cuando vierais la abominable desolación instalada donde no debe – el que lee entienda – entonces los que estén en Judea huyan a los montes” (Mc 13,14). Cuando Lucas menciona la destrucción de Jerusalén, Jerusalén estaba en ruinas desde hace quince años. Por esto él omite el paréntesis de Marcos. Lucas dice: "Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación. Entonces, los que estén en Judea que huyan a los montes; los que estén en medio de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no entren en ella; porque éstos son días de venganza en los que se cumplirá todo cuanto está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra y cólera contra este pueblo. Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que el tiempo de los gentiles llegue a su cumplimiento”. Al oír a Jesús que anunciaba la persecución (6ª señal) y la destrucción de Jerusalén (7ª señal), los lectores de las comunidades perseguidas del tiempo de Lucas concluían: “Este es nuestro hoy. ¡Estamos en la 6ª señal!”
• Lucas 21,25-26: La octava señal: mudanzas en el sol y en la luna. ¿Cuándo será el fin? Al final después de haber oído hablar de todas estas señales que ya habían acontecido, quedaba en pie la pregunta: “El proyecto de Dios avanza mucho y las etapas previstas por Jesús se realizaron ya. Ahora estamos en la sexta y en la séptima etapa. ¿Cuántas etapas o señales faltan hasta que llegue el fin? ¿Falta mucho?” La respuesta viene ahora en la 8ª señal: "Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de la gente, trastornada por el estruendo del mar y de las olas. Los hombres se quedarán sin aliento por el terror y la ansiedad ante las cosas que se abatirán sobre el mundo, porque las fuerzas de los cielos se tambalearán”. La 8ª señal es diferente de las otras señales. Las señales en el cielo y en la tierra son una muestra de lo que está llegando, al mismo tiempo, el fin del viejo mundo, de la antigua creación y el comienzo de la llegada del cielo nueva y de la tierra nueva. Cuando la cáscara del huevo empieza a rasgarse es señal de que lo nuevo está apareciendo. Es la llegada del Mundo Nuevo que está provocando la desintegración del mundo antiguo. Conclusión: ¡falta muy poco! El Reino de Dios está llegando.
• Lucas 21,27-28: La llegada del Reino de Dios y la aparición del Hijo del Hombre. “Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación.” En este anuncio, Jesús describe la llegada del Reino con imágenes sacadas de la profecía de Daniel (Dan 7,1-14). Daniel dice que, después de las desgracias causadas por los reinos de este mundo, vendrá el Reino de Dios. Los reinos de este mundo, todos ellos, tienen figura de animal: león, oso, pantera y bestias salvajes (Dn 7,3-7). Son reinos animales, deshumanizan la vida, como acontece con ¡el reino neoliberal hasta hoy! El Reino de Dios, pues, aparece como un aspecto del Hijo del Hombre, esto es, con un aspecto humano de gente (Dn 7,13). Es un reino humano. Construir este reino que humaniza, es tarea de la gente de las comunidades. Es la nueva historia que debemos realizar y que debe reunir a la gente de los cuatro lados del mundo. El título Hijo del Hombre es el nombre que a Jesús le gustaba usar. Solamente en los cuatro evangelios, este nombre aparece más de 80 (ochenta) veces. Todo dolor que soportamos desde ahora, toda la lucha a favor de la vida, toda la persecución por causa de la justicia, todo el dolor de parto, es semilla del Reino que va a llegar en la 8ª señal.
VIERNES 30 DE
NOVIEMBRE
MATEO 4, 18-22
VERSÍCULOS 18-22: LA LLAMADA DE PEDRO, ANDRÉS, SANTIAGO, Y JUAN
18Y andando Jesús junto a la mar de Galilea, vio a dos hermanos,
Simón, que es llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en la mar;
porque eran pescadores. 19Y díceles: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de
hombres. 20Ellos entonces, dejando luego las redes, le siguieron. 21Y pasando de allí vio otros dos hermanos, Jacobo, hijo de
Zebedeo, y Juan su hermano, en el barco con Zebedeo, su padre, que remendaban
sus redes; y los llamó. 22Y ellos, dejando luego el barco y a su padre, le siguieron.
En el Sermón en el Monte, Jesús enseña con autoridad (7:29).
Demuestra esta autoridad aquí al llamar discípulos que inmediatamente le
obedecen – y al ejercer su poder de curar males y enfermedades.
“Vio a dos hermanos” (v. 18). La lección del Evangelio de la
semana pasada nos cuenta el relato de la llamada de Pedro y Andrés (Juan
1:35-42). Andrés, que se menciona primero, va a buscar a su hermano,
Simón. El relato de Mateo sitúa a los hermanos juntos en el momento de
ser llamados, y menciona el nombre de Pedro primero. Ésta es una pista temprana
en este Evangelio de la importancia que Pedro asumirá.
El relato de Mateo sobre esta llamada es muy breve. Jesús
llama a dos pares de hermanos, a los cuales, aparentemente, nunca ha visto, y
les invita a ser sus discípulos. Los hombres responden inmediatamente,
dejando sus redes, sus botes, y su padre para seguir a Jesús. “Aquí se
nos presenta el primer milagro de Jesús, el milagro de la poderosa palabra que
crea seguidores, que hace discípulos... Por medio de las palabras de
sacerdotes, misioneros, familia, amigos, y un sinnúmero de otros dedicados al
servicio cristiano, la voz del Hijo del Hombre continúa hablando y generando
fe” (Boring, 169-170).
“Venid en pos de mí” (v. 19). Este relato no es común porque
los rabíes no suelen buscar estudiantes. En vez, los rabíes son buscados
por estudiantes que esperan estudiar con ellos. Jesús, sin embargo, ¡toma
la iniciativa! Viene a buscarnos a nosotros.
La invitación es hacerse discípulo o uno que aprende. “Jesús
llama a estos hombres no para que tengan una experiencia de salvación personal,
sino para que asistan a una escuela... Él no dice, ‘síganme, y yo salvaré sus
almas’. ...‘Su promesa no es su propia salvación, sino la salvación de
otros’” (Bruner, 127).
“El ser discípulo rabínico exigía contacto diario con el maestro;
uno formaba su carácter y aprendía la ley tanto por medio de ejemplo como por
precepto” (Johnson, 276). Jesús les ofrece a estos hombres la oportunidad
de observarle de cerca a diario. Al hacer esto, ellos aprenderán más de
lo que piensa Jesús, y también se acostumbrarán a su manera de ser. Sin
darse cuenta copiarán su manera de hablar – sus gestos – su manera de hablarle
a la gente. Verán como confronta los problemas y la oposición.
Aunque esto ocurre lentamente, se harán como Jesús en pensamiento, palabra, y
obra. Eso dice mucho sobre el trabajo de discípulo. No es
suficiente solo aprender los hechos sobre Jesús. Debemos pasar tiempo con
él. Ser discípulo es un asunto que se trata más del corazón que de la
cabeza.
¿A qué tipo de persona llamó Jesús? “Era... gente ordinaria
y trabajadora sin ningún antepasado extraordinario, y ciertamente, cualquiera
hubiera dicho, sin un gran futuro. Eran estos hombres ordinarios los que
escogió Jesús. Jesús necesita gente común y corriente que se entregue a
Él” (Barclay, 72-73). ¡Qué maravilloso! Cristo no necesita nuestra
habilidad, sino nuestra disponibilidad.
“Os haré pescadores de hombres” (v. 19). El trasformar
pescadores de peces a pescadores de hombres es un bello giro de palabras, pero
no proporciona lengua inclusiva. La solución de la NRSV, “pescadores de
gente,” es precisa pero pierde el bello juego de palabras. Aquí, prefiero
no usar lenguaje inclusivo para no perder este juego de palabras.
Hay otros tipos de metáforas evangelistas en este Evangelio.
“En un capítulo de parábolas sobre el reino del cielo, Jesús compara el reino
con una red que se tiró al mar y pescó peces de todos tipos (13:47-50).
Antes de mandar a los doce Jesús utiliza una metáfora relacionada, pidiendo que
labradores salgan a recoger la cosecha (9:35-58). Ambos textos quieren
atraer gente al reino de Dios”. (Gardner).
“Y ellos, dejando luego el barco y a su padre, le siguieron” (v.
22). Su padre y su bote constituyen seguridad terrenal. Su bote,
por supuesto, representa su bienestar – la manera de ganarse la vida –
seguramente una vida bastante cómoda. Su padre representa la conexión con
su familia, una conexión preciosa, sin duda. La familia incluye responsabilidades
espirituales (“honra a tu padre y a tu madre” – Exod. 20:12), y también
proporciona la seguridad que ahora esperamos que el gobierno nos
proporcione. Si estos pescadores estuvieran heridos o sin empleo, sus
familias les ayudarían a recuperar. Si estuvieran celebrando una boda o
lamentando una muerte, la participación de sus familias sería capital. Al
dejar su padre y su bote para seguir a un rabí errante están tomando su vida en
sus propias manos.
VERSÍCULO 23: EL
MINISTERIO DE ENSEÑANZA DE JESÚS
23Y rodeó Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos,
y predicando el Evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia
en el pueblo.
Jesús enseña, predica, y cura. “La enseñanza generalmente
incluye instrucción de ética y de disculpa, pero la predicación generalmente se
trata la conversión” (Keener, 100).
Observa el orden de los verbos. La enseñanza viene
primero. Esto concuerda con el énfasis de Mateo en el ministerio de
enseñanza de Jesús. “Para Mateo, la enseñanza de Jesús es más importante
que sus milagros. Además, la enseñanza es más importante que la
predicación del reino. El primer Evangelio es menos un manual de
evangelización que un tratado sobre la vida de la iglesia... Hay demasiados
cristianos cuyas vidas no acuerdan con su profesión... Para la salud de
la iglesia, la enseñanza de Jesús sobre la vida del reino debe recibir el mayor
énfasis” (Hare, 31).
Recuerda que el Sermón en el Monte está por venir. Cuando
Mateo termine capítulo 4, Jesús subirá al escenario y nos deslumbrará con su
enseñanza. Si existen dudas sobre la importancia que Mateo le da al
ministerio de enseñanza de Jesús, solo hay que esperar a la próxima semana.
Jesús enseña en las sinagogas. Hay un templo en Jerusalén,
pero todas las aldeas (de cualquier tamaño) tienen una sinagoga. Es el
lugar donde la gente se reúne para rezar y aprender. La enseñanza es el
centro de la vida de la sinagoga. Consiste de rezos, lecturas, y un
discurso. El que rige la sinagoga puede invitar a cualquier hombre
calificado para dar un discurso. La sinagoga, entonces, es el lugar
natural para que Jesús empiece su ministerio de enseñanza. La decisión de
Jesús de empezar su ministerio en las sinagogas “honora los ministerios ya
establecidos y sus lugares de encuentro” (Bruner, 129). Traducido a un
lugar moderno, uno puede aprender de Jesús en un estadio de fútbol o en un
claro en el bosque, pero lo más probable es que uno aprenda de Jesús en una
iglesia.
Los últimos dos versículos (24-25) de este capítulo, que no están
incluidos en esta lección, enfatizan el ministerio curador de Jesús y el efecto
que tiene sobre la gente. La muchedumbre viene de cerca y de lejos para
seguirle a Jesús.
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